Dejé que Dom se hiciera el guay con los nuevos robándome todo lo que había en la cocina. Pensaba que no le iba a pasar la cuenta, pero a mí no me daba asco meter la mano en el cubo de basura para después hacer las cuentas de cuánto había gastado y se iba a enterar de que a Cara Elle nadie le robaba los huevos sin avisar. El tonto de Dom, que se creía que era muy guapo y muy malo, porque tenía un montón de tatuajes por los brazos y hablaba como si tuviera una patata en la boca (acento inglés decía que se llamaba). A ver si al final íbamos a ser enemigos y tenía que acabar pegándole a la salida de la Nave para que se enterara de lo que valen los peines.
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TODO DON ES ESPECIAL
Dominic Williams | La Nave, Moondale
MAÑANA
Desde que apenas conseguía dormir por las noches había comenzado a leer algunos libros, nada de cosas románticas que abundaban en las estanterías, más bien novelas de detectives, tomando notas para el futuro. También había visto alguna que otra película que debería de volver a ver con Rebecca y sorprenderme como si nunca la hubiese visto. Una cosa estaba clara, por mucho que te entretuvieras por las noches las horas pasaban demasiado despacio.
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LA MUERTE DE UN ANGEL
DIARIOS DE DESTINO | PALACIO KVINNEBY
MADRUGADA
El Palacio Kvinneby se iluminó poco a poco con la luz del amanecer, señal de que era hora de despertar y volver a poblar los pasillos sumidos en un silencio sepulcral. Un silencio, que no tardó en ser roto con un agudo grito cuando la protegida más madrugadora llegó a una de las grandes salas comunes de camino a las cocinas, dispuesta a prepararlo todo para los demás, como había decidido que era su cometido, y en lugar del vacío habitual lo que encontró fue un cuerpo con grises alas de ave y ojos vacíos y sin vida, clavado sobre la chimenea por sus alas, con una punta de metal firmemente clavada en cada una de ellas.
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NUESTROS RECUERDOS, NUESTROS MAYORES MIEDOS
Dominic Williams| Cirth
MEDIODÍA
Tras la marcha de Rebecca procuraba mantenerme ocupado e intentaba estar lo menos posible en un apartamento vacío, por lo que únicamente pasaba por allí para dormir, o intentarlo. Pasaba largas horas tumbado en la cama a oscuras preocupado, hasta que el cansancio me dejaba descansar un par de horas. Pero aquella mañana fue diferente, no fue la luz del sol molestándome en la cara lo que me despertó, fue el traqueteo de la ventana y la densa bruma púrpura que entró por las rendijas hasta entrar en mi cuerpo.
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AHOGAR LAS PENAS EN ALCOHOL Y DOLOR
Dominic Williams | La Nave, Moondale
MAÑANA
La luz de un nuevo día comenzaba a filtrarse por las ventanas del gimnasio de la nave, no quería regresar solo a una casa vacía, no podía ir a casa de Elizabeth, Jaime estaría allí y no quería seguir debatiendo la opción que tomo Rebecca. Así que pase la noche en el gimnasio aporreando el saco de boxeo, mentiría si dijera que no imagine la cara de Z en el, al final lo golpee con tal fuerza que el saco salio volando un par de metros.
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SUMIDO EN LA OSCURIDAD
Dominic Williams | Calles de Moondale
NOCHE
El sol comenzó a ponerse dejando en el cielo una fina línea anaranjada, en cualquier otro momento hubiese resultado romántico, pero ahora solo era una cuenta atrás de la marcha de Rebecca. El tiempo paso más rápido de lo que hubiese esperado, tras despedirse de todos en la nave la acompañe hasta una para de taxi, no era plan de que la dejara en la entrada del palacio de Z, y allí estábamos, el uno frente al otro iluminados por un par de farolas, sin gente por las calles ya a esas horas.
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UNA VALENTÍA IMPROPIA DE MÍ
Rebecca |La Nave
MAÑANA
Sentada en una de las sillas de la mesa redonda, no paraba de darle vueltas al libro que tenía entre las manos: ‘Isla and the happily ever after’ de Stephanie Perkins, con su portada verde y sus enormes letras en blanco. Era un regalo del tío Jaime, uno de tantos los que me había traído desde Escocia para que aceptase su matrimonio, como si no fuese una adulta que respeta la vida amorosa (y sexual -ugh-) del resto de la humanidad. Aún así, se lo agradecía, aunque me sentía hija de unos padres separados a la que todo el mundo intentaba agasajar para que no se traumatizase.
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JARRÓN ROTO
DOMINIC WILLIAMS | LA NAVE, MOONDALE
NOCHE
Bajamos para reunirnos con los demás, pero antes de nada me detuve en el que era el apartamento de Mara y deje calentando una tetera y una cafetera, la noche se presentaba larga.
Cuando volví al amplio salón me encontré a todos desperdigados en distintos puntos del salón, Rebecca esperaba cerca de la entrada a que llegaran su tío y Elizabeth, Duke estaba con los brazos cruzados cerca de las escaleras, probablemente esperando el momento adecuado para volver a su estudio. Cara estaba sentada en el sofá tarareando una especie de nana mientras jugaba con las puntas de su pelo. Diana por su parte se encontraba sentada sola en la mesa circular central.