Moondale

Etiqueta: Elle Skye Echolls ‘Coco’

  • LAS PROFECÍAS ME PONEN NERVIOSO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – VALANTIS

    Lo mejor de frustrarte en tu pisito de alquiler por no encontrar un portal a otro mundo tenía que ver con la noche loca para recuperarse del bajón. Alguna ventaja tenía que tener estar perdidos en unos años noventa de otro mundo en el que los los remake con los que habíamos crecido aún estaban en «make».

    Al día siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Era sábado y Elle se había dado la vuelta para seguir durmiendo, así que después de admirar su maravilloso culo, me levanté y preparé el desayuno antes de ponerme un capítulo de Dragon Ball.

    Para cuando Elle se levantó, Krilin había muerto un par de veces y ya había terminado la hora oficial de la televisión para niños. Cuánto habían cambiado las cosas que en el futuro ya no tenías que tragarte lo que te pusieran en los cuatro o cinco canales y en su lugar había televisión a la carta y canales solo para los pequeños de la casa. Y yo, claro.- [Idris]No soporto este canal.[/Idris]- dije mirando de reojo el supuesto programa de actualidad en el que se dedicaban a incitar el odio contra cualquier ser vivo. Que no fuera hombre, cis, hetero o blanco.

    – [Elle]No te gusta nada últimamente. Te estás amargando, Dris.[/Elle]- bromeó, dándome un beso en la mejilla. La estreché contra mí apoyando la mano en su cintura y miré esos ojos que parecían un mar en calma. A su lado las molestias de vivir en un tiempo intolerante parecían una nimiedad. Al menos eran los noventa y no cualquier época anterior.

    – [Idris]Demasiados anuncios. [/Idris]- repliqué sin separarme. – [Idris]Y ésta productora tiene que ser de un cerdo. No hacen más que meter problemas entre vivos y sombras.[/Idris] – añadí, quitándole el volumen. Sus palabras de odio eran muy parecidas a algunas que ya conocía, solo que dirigidas a otro colectivo. En este caso lo tenían aún más fácil, habían muerto, ¿por qué no iban a ser sus esclavos?

    – [Elle]Estás a nada de convertirte en la Rosa Parks de los señores de aquí.[/Elle]- dijo ella, dando un sorbo a su café matinal. Bien cargado, me había hecho un experto de la máquina de espresso que habíamos conseguido en una ganga. A falta de las comodidades del futuro, me había buscado la vida y ya me salían formas más o menos firmes con la espuma. Vale, mis corazones acababan pareciendo penes, pero la intención es lo que cuenta.

    – [Idris]Y señoras, que aquí hay una poquita de homofobia, machismo, racismo y sombrafobia.[/Idris] – técnicamente el racismo era un tema del pasado, sin embargo por mucho que aquí tuvieran la esclavitud de los Sombras, seguía siendo la época de los negros arquetípicos en televisión. Los graciosos, los de vida turbia relacionada con las drogas, los raperos…

    – [Elle]¿Sabes lo único que me gusta de este mundo?[/Elle] – comentó, levantando la vista de su desayuno.

    – [Idris]¿Idris el Guapo?[/Idris] – pregunté, sentándome a su lado para darle un beso en la mejilla. Apoyé los codos en la barra de la cocina y la miré. El piso que habíamos conseguido alquilar era pequeño y viejo, pero siempre lo recordaría como el primer sitio en el que habíamos vivido juntos.

    – [Elle]Que estás tú en él.[/Elle]- confirmó, guiñándome un ojo.

    – [Idris]Lo sabía.[/Idris] – le di un beso en los labios, podía notar el toque de chocolate que añadía a su café.

    – [Elle]Bueno, cómo salimos de aquí? Estoy cansada de vivir en Wandavision.[/Elle] – pensé en lo viejos que éramos, haciendo referencia a series que eran un éxito cuando nacimos, aunque aquí serían aún más años en el futuro que en nuestro pasado.

    Me apoyé más firme en la mesa, pensativo. Lo peor de pensar en irnos no era no saber cómo, si no ser consciente de que seguro que lo conseguíamos y tras vivir meses juntos, siendo por fin un «algo», cualquiera volvía a la Tierra a estar separados cada uno en la casa de sus padres. Pero tampoco me atrevía a plantearle eso. Oye Elle, he pensado que si salimos vivos de esta y atravesamos el espacio-tiempo hasta la Tierra podríamos irnos a vivir juntos. Visto en perspectiva no era lo más raro de nuestra situación.

    – [Idris]Lo único que no hemos probado es esto. [/Idris]- rebusqué en la chaqueta que había llevado el día anterior al trabajo y saqué un panfleto un poco más arrugado de como lo recordaba. – [Idris]No se parece a Melinda pero tiene buenas referencias.[/Idris] – aunque quizá no llorase igual de bien. Y pensar que 9-1-1 me parecía bizarro.

    En el panfleto aparecían unas constelaciones y superpuesta sobre ella en un estilo muy noventero, el nombre «Madame Vastra», junto al número de contacto y la dirección, oh, y una joya de correo: «madamevastra8@hotmail.com». De cuando todavía no había monopolio de Infinity.

    – [Elle]Pues vamos ahora mismo.[/Elle] – dijo levantándose de la silla, por suerte habiéndose terminado el desayuno, porque nada da más rabia que la forma en la que dejan la comida en la ficción para hacer cualquier cosa. ¿Es que nadie les ha enseñado modales?

    – [Idris]¿Me voy a tener que quitar la bata un domingo?[/Idris] – pregunté, con un poco de apego, se estaba tan calentito.

    – [Elle]Deberías, sí.[/Elle] – dijo dándose la vuelta y respondiendo a mi reticencia con una imagen de su espalda desnuda tras tirar la parte de arriba del pijama al suelo. Estúpido Idris, por qué eres tan básico.

    – [Idris]Es una pena, es muy suave, como si no llevara nada…. llevara nada.[/Idris] – dije siguiéndola mientras me deshacía de todas las prendas que podía rápidamente. – [Idris]llevara nada.[/Idris] – añadí contoneándome.

    Un rato más tarde. Bastante rato. Un par de horas más tarde al menos. El caso es que ya estábamos en la calle, vestidos para matar a la moda de los noventa. Eso sí, sin gorra, pero con colores y estampados que parecían sacados de la intro de ‘Salvados por la Campana’.

    Caminando por la calle del brazo de Elle me hacía ir más erguido de lo habitual y sonreír todavía más ampliamente cuando me cruzaba con caras conocidas, casi siempre del mismo tono de piel que yo.

    – [Elle]Es como vivir con Mahersala Ali.[/Elle] – me halagó, ya sabía que era mi ídolo de la infancia. El barrio en el que habíamos alquilado no era un sitio de ricos, si no el típico lleno de gente humilde.

    – [Idris]Soy un tío de barrio, que le vamos a hacer. [/Idris]- comenté saludando a DeShawn, que iba directo a abrir la peluquería. Solía ir allí a que me cortaran el pelo mientras me enteraba un poco del sitio en el que vivíamos y trataba de coger pistas para salir del mundo. Por suerte aunque estaba lleno de espontáneos que iban a dar charla, ninguno de ellos era Eddie Murphy haciendo chistes hirientes.

    – [Elle]De barrio rico.[/Elle] – puntualizó ella.

    – [Idris]Eh, la cuestión no es la pasta que tienes. [/Idris]- me defendí. Había tenido que pelear para que los del barrio dejaran de verme como el tío rico, ajeno a lo duras que eran sus vidas, sus luchas por conseguir salir adelante cuando el mundo no deja de ponerte la zancadilla porque ya has empezado la partida con saldo negativo. – [Idris]Soy negro, hasta de elfo, y estoy orgulloso. [/Idris]- afirmé. Me habría sentido un poco engañado si mis padres hubieran sido elfos claros. Hubiera tenido siempre la duda de si estaba haciendo «whitewashing» o «blackface».

    Ella asintió y me apretó la mano para darme apoyo. – [Idris]Cuando tu madre es blanca como la leche y tú padre negro como el café, la gente te intenta clasificar mucho, normalmente tirando hacia el latte. [/Idris]- admití sonriendo. Desde pequeño fui consciente de que mi tono de piel era más oscuro que el de cualquiera de mis padres, por suerte ellos fueron siempre sinceros y las cosas encajaron pronto. Pero cuando vi lo que hacía el mundo, decidí estar orgulloso de mi piel y mi herencia, sin dejar de estarlo nunca de mi maravillosa madre.

    – [Elle]¿De pequeño te dabas cuenta de esas cosas?[/Elle] – preguntó, intrigada.

    – [Idris]¿De qué era el negro oficial de mi colegio?[/Idris] – repliqué sin tapujos. Había tenido que lidiar con todo tipo de personas sin que fueran conscientes de que positiva o negativa, era discriminación igual. – [Idris]Sí, desde pequeño. Luego con Mike ya éramos dos pero él, ya sabes..[/Idris] – admití, suponiendo que todo el mundo se había dado cuenta.

    – [Elle]¿Él qué?[/Elle] – preguntó, mirándome.

    – [Idris]Es como un huevo Kinder, negro por fuera, blanco por dentro.[/Idris] – resumí, echándome a reír.

    – [Elle]No es gracioso.[/Elle]- defendió ella, negando con la cabeza mientras se aguantaba la risa. No pasaba nada, Mike había decidido vivir su vida tratando de ser ajeno a las diferencias. Era otra clase de lucha, nada que ver con mi perspectiva.

    – [Idris]¿Qué no? Todo lo que digo es: a) verdad y b) divertido. [/Idris]- repliqué frotando mi nariz con la suya.  – [Idris]Mike pasa del debate racial y yo intento aportar desde mi posición algo más privilegiada.[/Idris] – resumí. O al menos lo intentaba, desde aquí solo podía tener fe en que a los Drow les fuera bien. Mi lucha allí era más cercana a lo mundano, aunque terminara dándoles un propósito como luchadores contra el mal. Aquí, enfrentándome a entidades capaces de cumplir cualquier deseo o cambiar lo que desearan, me sentía insignificante.

    – [Elle]A lo mejor me he equivocado de hermano…[/Elle] – bromeó ella. Fingí mirarla mal. Era curioso que a la hora de la verdad las parejas de Mike tendiesen más a compartir su tono de piel mientras que a mí me daba igual.

    – [Idris]Eh, yo no discrimino y menos a alguien tan maciza.[/Idris] – alcé una ceja y le silbé, quizá demasiado alto porque ella pareció sonrojarse. – [Idris]Siento ponerme intenso es que en este mundo la policía me mira como lo hacían muchos antes de saber quién era mi padre.[/Idris] – aseguré. Hacía cinco minutos había empezado a caminar más despacio al cruzarme con un coche patrulla para que no pensaran que tramaba algo.

    – [Elle]Espero que nos vayamos pronto de aquí.[/Elle] – me apretó la mano y se pegó a mí. Por malo que fuese todo lo demás, estar con ella no tenía precio.

    – [Idris]Con lo bien que me lo estaba pasando jugando a las casitas, seguro que sí, tengo esa suerte. [/Idris]- suspiré, no quería que se acabara, pero tampoco iba a dejar que mi inseguridad nos lastrara. Todavía teníamos mucho que disfrutar en la Kvasir y en la Tierra, estaba seguro.

    En ese momento llegamos a la dirección. Era un edificio no muy nuevo. Nos acercamos al portal y llamamos al timbre. Subimos en un estrecho ascensor que me dio ideas lascivas, como casi todo en el mundo, y cuando salimos al descansillo vimos que una de las puertas estaba abierta y de ella emanaba un aroma a incienso y alguna hierba más que no reconocí. No era licántropo, ¿vale?

    Pedí a Elle que entrase ella primero porque mi masculinidad no es nada frágil y me daba miedo que la señora fuera  a descuartizarnos. Si era el caso, Elle estaba más cachas.

    La realidad que nos encontramos involucraba muchos tapetes de ganchillo, una tetera echando humo, un loro y dos o tres gatos.

    – [b]¿Venís para saber si será niño o niña?[/b] – preguntó una señora bajita, con aspecto de haber estado preparándose un té en lugar de planificar su engaño. De hecho en ese instante estaba . Al hablarnos no nos miró y parecía que no le interesábamos mucho.

    – [Idris]No, eso está decidido, vamos a tener octillizos, así seguro que hay de todo. [/Idris]- bromeé.

    – [Elle]Esto no va a salir bien…[/Elle]- murmuró ella. Entonces la señora se giró al escucharla y la miró fijamente.

    Caminó hacia nosotros renqueando un poco de una cadera. Bien, si resultaba ser un zombie o una bruja caníbal no iba a ser de las rápidas. Acercó una mano arrugada de dedos finos y tomó la de Elle, observando su palma.

    – [b]Niña, mi niña, tú si tienes un destino grandioso.[/b] – tiró de ella para sentarla al otro lado de una mesa redonda, sin soltarle la mano. – [b]Y terrible. En tu mano están las decisiones que guiarán uno u otro camino.[/b] – me acerqué a ellas y le puse una mano a Coquito en el hombro.

    – [Elle]Eh…Gracias.[/Elle] – comento respecto a lo primero, mientras se guardaba para sí la segunda parte, sin duda pensando en lo que Xander y Owen habían escuchado en Dagrknot acerca de los Vanir.

    La mujer se levantó y colocó una taza de su té hirviendo frente a Elle. – [Idris]Supongo que para mí no hay té.[/Idris] – me quejé. Fuera era verano puro, pero me sentía un poco abandonado.

    Ella me respondió fulminándome con la mirada. Su rostro estaba surcado de arrugas y sus ojos me atravesaron haciéndome creer que no era la típica embustera. – [b]Me gusta tu lengua ligera, pero cuidado con hablar de más. Los elfos oscuros habláis demasiado.[/b] – sentenció, sin apartar la vista de mí. Ahora sí que me acababa de creer sus poderes. Elle se terminó el té y la mujer cogió la taza para observar las hojas. – [b]Vuestro destino está lejos de esta tierra, cruzando un portal a otro mundo.[/b] – empezó a decir.

    – [Idris]No tendrás un GPS en esas hojas ¿eh?[/Idris] – bromeé, las profecías y el destino me ponían nerviosillo.

    – [Elle]¿Usted podría decirnos cómo cruzar el portal?[/Elle] – preguntó Coquito, siempre tan amable. La mirada asesina que me había dirigido a mí la Baba Yaga cambió a una más dulce, como si Elle fuera Caperucita y ella la abuela, la de verdad, no el lobo haciendo drag.

    – [b]Andando chiquilla.[/b] – y luego la vieja se quejaba de mí. – [b]Pero encontrar a su guardián y liberarlo, ah, eso es distinto.[/b] – puntualizó. Entonces todavía quedaba un portal activo, protegido por un guardián al que había que liberar. Hasta ahí, captado, pero si acabábamos de ayudar a vencer a Antailtire, ¿qué había sometido a un guardián ancestral del portal entre mundos?

    – [Elle]Muchas gracias.[/Elle] – que bonica era mi Coquito, siempre tan educada.

    – [Idris]¿Tenemos que seguir al conejo blanco?[/Idris] – si la experiencia de los Moondies nos decía algo era que la palabra guardián iba asociada a unos seres que hacían que la verdadera fantasía diese comienzo.

    – [b]Conejo no, cerdo más bien, o eso era antes de que fuera corroído por la oscuridad.[/b] – aclaró. ¿El guardián era un cerdo? ¿Íbamos a luchar con Porco Rosso? – [b]No veo que será ahora, pero sí qué hace.[/b] – añadió, igual de críptica. Por eso las profecías me ponían nervioso, porque acababan siendo un galimatías en el que podías terminar entendiendo cualquier cosa.

    – [Elle]¿Y qué hace?[/Elle] – menos mal que estaba Coquito para ir al grano.

    – [b]Tejer sus mentiras y manipular.[/b] – ¿Un cerdo araña? – [b]Y aquí ha encontrado su sitio.[/b] – cogió el mando de la televisión y puso una de las tertulias que tanto detestaba, en ese momento alguien estaba soltando una perla de por qué las mujeres no eran buenas teniendo Sombra a su cargo. Espera, ¿estaba diciendo que el guardián cerdo tenía algo que ver con el programa?

    – [Idris]¡Sabía que era un cerdo![/Idris] – grité sin darme cuenta.

    – [Elle]¡Vamos! Muchas gracias por ayudarnos.[/Elle] – replicó Ellie levantándose.

    – [b]Cuidado pequeña Vanir. El poder es un arma de doble filo.[/b] – replicó la mujer levantándose. – [b]Y atenta a los más cercanos, pueden no ser quienes creemos.[/b] – ya sabía yo que no nos íbamos a conseguir marchar sin un mal augurio.

    – [Idris]No podía dejarnos ir sin una profecía chunga.[/Idris] – dije mientras bajábamos en el ascensor. Coquito se había quedado pensativa, así que intenté distraerla. – [Idris]¿Sabes dónde producen esto? [/Idris]- en casa habría sido tan fácil como buscarlo en Infinity pero allí no me apetecía ir a un sitio con internet para conectarme.

    – [Elle]Este pueblo no es muy grande.[/Elle]- respondió tirando de mí para salir a la calle. Al menos parecía más animada, cuanto más vueltas le diese a las palabras de la vieja, mejor, bastantes mal rollo le daba ya su legado maldito.

    Después de un par de calles, encontramos una tienda de electrónica de esas que solo podía haber en el pasado, donde varias televisiones estaban sintonizadas en el programa de Babe el guardián valiente. Le señalé a Coquito las imágenes.

    – [Idris]Y aun así seguro que toca irse lejos.[/Idris] – cinturones de tachuelas, mechas, bronceado falso, chándal, vaquero y ombligos al descubierto con piercing evidentes. Solo podía ser una época. – [Idris]Esa ropa, esos gritos, ese cringe y esas locuras… tiene que ser en los 2000.[/Idris]

    – [Elle]Prepárate para los pantalones cagaos.[/Elle] – replicó ella, sonriendo. Tocaba preparar un viaje a los 2000, que al parecer eran la cuna de la telebasura que tanto gustaba en los 90. Ya podían haberse fijado más en los 80 o en su propia época. ¿Veis? Por eso las décadas del siglo veinte tienen que jugar separadas. Moraleja, no juguéis con el espacio-tiempo.

    – [Idris]¿Me tiño el pelo de rubio y me pongo un montón de piercing?[/Idris] – evidentemente estaba pensando en la película biográfica sobre Dennis Rodman y sus clásicas pintas.

    – [Elle]Por favor.[/Elle] – respondió ella.

    Con la esperanza de su sonrisa como último recuerdo bonito en mi mente, saqué la brújula y le eché todo mi espíritu. Si alguna vez iba a funcionar y a entenderla en ese maldito Cúmulo, sería esta. Y sí, di un salto al ver un punto a lo lejos, tenue, difuminado, eso explicaba por qué no lo había visto otras veces, porque apenas estaba activo.

    – [Idris]Venga, tenemos un cerdo totémico que liberar.[/Idris] – y como no podía ser menos, en lugar de echar a correr, después de darle un beso bien largo, la arrastré a una tienda de ropa porque cualquier excusa era buena para comprarse un disfraz.

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • FRIO POR FUERA Y CALIENTE POR DENTRO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS

    Corrimos y corrimos atravesando callejones, solo recuperando el aliento cuando nos cruzábamos con gente y teníamos que disimular caminando más despacio. Tenía una sensación bestial de deja vu, solo que en aquél sitio, lo que destacaba no era el color de mi piel, si no mi aspecto de elfo, que por suerte y por desgracia, mantenía oculto.

    El único alivio que tenía era que por suerte, me había tocado con Elle al escapar de los policías. No era por desmerecer a Henry o a Zahra, pero había salido ganando con el reparto. Aunque se hubiera tenido que pasar casi una hora hablando por la esfera con los demás, usando a otros de los que estaban en otros mundos de puente para comunicar con los que no tenía línea directa porque no eran coleguitas elementales.

    – [Elle]Te noto cansado de correr.[/Elle] – me dijo cuando volvimos a estar en un callejón oscuro. Era curioso que hubiera tantas calles por las que no pasaba nadie, supongo que para darles la falsa sensación de peligro que algunos necesitarían.

    – [Idris]No es físico. Estoy cansado de correr de la policía.[/Idris] – confesé. Por mucho que fuera hijo de gente que vivía bien, en cuanto abría la boca cuando no debía, me miraban por mi color de piel y poco más, salvo que alguno conociera a mi padre.

    – [Elle]¿Qué se te ocurre?[/Elle] – preguntó. Se quitó la capucha y dejó al descubierto esa melena rubia. Nunca había sido muy de oro, pero el suyo sacaba mi urraca interior.

    – [Idris]Poco, esta gente odia a los sobrenaturales, la mitad nos delatara si nos ve.[/Idris] – razoné. Como asomara mis orejas puntiagudas o mi piel negra como la noche, hasta la persona más amable de allí llamaría a la policía. No los culpaba, tenían todo lo que necesitaban y la única amenaza a la vista eran los seres como yo, contra los que les habían aleccionado toda su vida. – [Idris]Tenemos que llegar a esa catedral y rezar porque el resto lleguen con los otros Daë.[/Idris] – el plan parecía mejor cuando era…eso, un plan.

    – [Elle]Un sitio muy apropiado para rezar.[/Elle]- comentó ella sonriendo. Me habría quedado allí, mirándola todo el día, pero luego habríamos muerto todos o no nacido, así que tenía motivos para seguir moviéndome.

    Le devolví la sonrisa. – [Idris]Con lo bien que habríamos estado en Grecia con nuestras togas.[/Idris] – repliqué, con mi imaginación volando como era habitual. Le quedaría muy bien esa prenda, no podía negarse.

    – [Elle]O sin ellas.[/Elle] – respondió con una sonrisa pícara. Cómo podía estar tan tentadora cuando era mala. Para qué nos vamos a engañar, también me volvía loco cuando era buena.

    – [Idris]Siempre me ha gustado como piensas.[/Idris] – admití, soltando una risa que reverberó en el callejón. Por suerte no había nadie escondido que nos acorralase. Ni ratas, no sabéis lo que agradecía que no hubiera ratas.

    – [Elle]Siempre te he gustado. Punto.[/Elle]- bromeó ella. No le faltaba razón.

    – [Idris]Vas a conseguir que me olvide de la misión y me de cuenta de que estamos en un callejón oscuro.[/Idris] – repliqué. A los dos nos gustaba nuestro tira y afloja constante. Ella tenía miedo de que teniendo algo más formal lo perdiésemos, pero yo lo dudaba.

    – [Elle]No, primero la misión.[/Elle]

    Resoplé. – [Idris]Sin Coquito y sin fiesta Idris pierde no sé qué y no sé cuanto.[/Idris] – imité. Una pena tener que salvar el mundo siempre. – [Idris]La plaza está ahí, pero está llena de polis ya.[/Idris] – dije cuando nos asomamos al final del callejón. Aquella plaza era enorme y junto a la gente de a pie, caminaban sin disimulo policías y guardias armados.

    – [Elle]¿Y si haces un Elsa?[/Elle] – preguntó mi confirmada alma gemela.

    – [Idris]Llevo toda la vida esperando que alguien me pida eso.[/Idris] – sonreí, frotándome las manos. Quitando algún apaño aquí y allá de la nave y un par de refriegas, la misión había sido más de infiltración que de acción y sentía que me estaba oxidando. – [Idris]¿Esperamos al resto?[/Idris] – pregunté, antes de lanzarme. También es cierto que tenía un poco de miedo a toda la atención que podíamos desatar, pero era un bocazas y me costaba echarme atrás a lo que decía.

    Elle se puso a mi lado y miró. Noté su olor y vi su cuello tan cerca que con solo moverme un poco podría besarlo, pero quizá no era el mejor momento.

    – [Elle]Lo mejor es empezar y que se vayan uniendo.[/Elle]- comentó. Su voz, todo en ella era maravilloso. Releyendo, sueno un poco enamorado, pero que le voy a hacer, lo estaba.- [Elle]Un poco de caos.[/Elle] – añadió, con una sonrisa cargada de picardía.

    – [Idris]Creo que me estoy enamorando de ti…más.[/Idris] – admití. Lo que os decía, no suele haber mucho filtro entre lo que pienso y lo que digo. Me dejé llevar por el calor de su cuerpo cerca del mío y no me di cuenta de lo que estaban viendo mis ojos. – [Idris]¿Eso es un unicornio?[/Idris] – pregunté. En mitad de la plaza había un unicornio de colores menta y rosa que atacaba a los policías con golpes y magia. Una imagen muy bizarra que parecía sacada de una serie de Netflix, de no ser porque un gigante de ébano luchaba a su lado, solo faltaba la banda sonora del Príncipe para rematarlo todo.

    – [Elle]Lo siento, Dris, pero sea quien sea la persona que se puede transformar en unicornio, debería ser mi pareja.[/Elle] – bromeó, con una sonrisa amplia. Estúpido y sensual unicornio.

    Alcé una ceja, era un tipo con miedos, pero si me tocaban el orgullo o a Coquito, los miedos se quedaban en segundo plano. – [Idris]Me siento atacado.[/Idris] – entrecerré los ojos y le di un beso en los labios antes de lanzarme a la pista. De forma literal, porque en cuanto entré la temperatura de la plaza se puso a la altura de la Plaza Roja de Moscú.

    No me paré a mirar a los policías que resbalaban con el hielo, solo hacia atrás, para ver como Elle emergía del callejón iluminando todo a su alrededor, cegando enemigos y lanzando haces de luz que los mandaban varios metros atrás.

    Creé hielo bajo mis pies y empecé a deslizarme como si todo fuera una pista, solo que lanzando bolas de hielo que derribaban a gente a mi paso. Cuando llegué al lado de Nate y Robin, frené con una pose que me habría dado al menos una plata y seguí dando helada a la policía, abriendo camino, sin que lo necesitara, para que Coquito se uniera a nosotros.

    Con un chasquido que me habría puesto el pelo de punta si lo tuviera, Henry apareció a nuestro lado trayendo consigo a Zahra y Ezequiel. Éste último se metió en mitad de un grupo de policías armados y empezó a lanzar tajos a diestro y siniestro con su espada, sin preocuparse mucho de sus propias heridas, que tampoco eran demasiadas.

    Viendo todos los que venían a atacarnos, empezaba a cuadrarme por qué el Antailtire este se dedicaba a llevarse los mejores guerreros y guerreras de cada mundo, y es que salían de cada esquina, ya no solo polis, si no también soldados vestidos como gladiadores, samurais, pistoleros….

    Después de un rato de preocupación, en la otra punta de la plaza empezó a sonar una música que no dejaba lugar a dudas, Lexie acababa de llegar, acompañada de Noah como dios lo trajo al mundo pero en versión escamosa y de Bowie, que había encontrado un palo y estaba repartiendo golpes como una máquina, sin dobles sentidos.

    Les ayudamos a llegar hasta nosotros y cuando estuvimos todos reunidos, Elle pidió que nos fuéramos retirando hacia las puertas de la catedral porque los enemigos seguían llegando. Nate las abrió de par en par a pesar de que eran gigantescas y antes de que volviera a cerrarlas con ayuda de Elle, levanté un muro de hielo delante, para que resistieran un poco más.

    – [Idris]Ahora tenemos que aguantar hasta que venga el resto.[/Idris] – comenté. No es que fuera a ser fácil, pero al menos teníamos un objetivo claro y se me daba mejor trabajar con malas situaciones que con cosas abstractas.

    Lo peor era que no sabíamos cuánto tendríamos que esperar y mirando a Coquito no se me podía quitar una idea de la cabeza, pero no sabía si esa Catedral del Arquitecto contaría para que me excomulgaran.

  • EL MUNDO NO VA A SALVARSE SOLO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS – NOCHE

    Vestidos ya como mamarrachos de un futuro que esperaba que no fuera el nuestro, salimos del callejón y nos internamos en una muchedumbre que parecía estar de fiesta nocturna a lo largo de toda aquella zona.

    Había demasiadas luces y la altura de los edificios daba claustrofobia, pero había una parte en mí que encontraba paz en el hecho de saber que la noche no sería oscura y silenciosa. Además, tenía que admitir que algunos de los cortes de la ropa dejaban ver partes de la suave piel de Coquito muy interesantes como punto a favor.

    – [Elle]¿Qué tal os ha ido?[/Elle] – preguntó ella cuando hubo distancia suficiente como para que fuera una conversación privada. Lexie cerraba el grupo, junto a Noah, y por el medio el resto caminaban sin ninguna afinidad especial entre ellos. Me recordaba a los primeros tiempos de los Drow, cuando no tenían mucho más en común que unas vidas turbias marcadas, de forma activa o pasiva, por las adicciones.

    – [Idris]Lexie casi la lía con su problemilla, pero al final ha salvado la situación.[/Idris] – comenté. Necesitaba compartirlo con ella. Como buena Drow, Lexie también tenía una adicción, pero la suya venía marcada por su herencia, que la hacía buscar mentir, fingir, engañar. Por suerte tenía fuerza de voluntad e inventiva y nos habíamos librado.

    – [Elle]Entonces ha sido un éxito.[/Elle]- verla sonreír hizo que la nube negra que me rodeaba se despejase. Hasta aquellas calles demasiado avanzadas parecían más amigables.

    – [Idris]Menos mal que le pones alegría a la misión hasta vestida de cyberpunk.[/Idris] – alcé  una ceja señalando uno de los cortes de su traje. Tenía que guardarme esa ropa para más tarde.

    – [Elle]Todos los mundos son malos, pero aquí hay más higiene que en el de los piratas.[/Elle] – sentenció. Dyavol no era precisamente el mundo con más personas voluntarias, de hecho, al final solo el pobre Xander se había ofrecido. En parte también porque Jane no quería dejar solo a Owen después de sus problemas amorosos.

    – [Idris]También estamos en la boca del lobo, sin saber qué buscamos exactamente.[/Idris] – había carteles de marcas que no me sonaban de nada, salvo de alguna bebida que hubiera llegado a la luna Viltis. Entre ellos había alguno de la Iglesia del Constructor, cuyo símbolo era una especie de círculo. En ninguno se veía la cara de Antailtire, aunque viendo que tomaba múltiples formas como había hecho, bueno, haría, siendo el Soberano.

    Elle asintió, pensativa.- [Elle]No es la misión más fácil del mundo.[/Elle]

    – [Idris]Por eso nos llevamos a la líder.[/Idris] – confesé. Nuestro equipo era el táctico, el que tenía que abrir camino para que los Daë pudieran terminar la misión y proteger nuestro futuro, o sea, los que lo teníamos más jodido. Este tipo de campañas eran más divertidas en Endless, con maná ilimitado y las armas legendarias. – [Idris]¿Qué tal ves al «Equipo Nexus»?[/Idris] – pregunté. Quería ayudarla en su tarea porque sabía que era muy perfeccionista y estaría deseando que todos nos lleváramos tan bien como los Moondies. Eso iba a ser difícil.

    – [Elle]Todos los equipos están bastante equilibrados.[/Elle]- dijo, mirándoles de reojo. Vi que le preocupaba, pero estábamos rodeados de gente desconocida así que no era el mejor sitio para ponerse a tener un acercamiento. Bastante era que seguíamos juntos entre todo aquel revuelto de pendientes, colores chillones e implantes inhumanos.

    – [Idris]Quizá Robin pueda sentir el portal con su magia.[/Idris] – pensé, tras ver que era la que caminaba más alejada. Poco sabíamos de ella más allá de que había vivido en una película de navidad de InfiniTV toda su vida y que era su magia, bueno la de su madre, la que les había protegido. No sabía muy bien como funcionaba lo suyo, pero era distinta a la de Kaylee, tenía que ver con las probabilidades o algo así, como los de ‘La Puerta de la Muerte’.

    – [Elle]Tiene una magia bastante poderosa, pero parece incómoda aún.[/Elle]- admitió. Elle no quería presionar a nadie, pero aparte de saber que Antailtire estaba teniendo pesadillas con nosotros, no habíamos conseguido nada espiando allí.

    – [Idris]Quizá contigo hable. No sé, tenemos pocas opciones más.[/Idris] – sugerí. – [Idris]Parece que Antailtire está nerviosete por lo que estamos haciendo, pero nadie habla de…no sé, un lugar prohibido o algo así.[/Idris] – parecía más prometedor en la teoría, que los habitantes supieran algo más de eso, pero estos NPC no estaban muy por la labor. Metí la mano en el bolsillo y noté algo duro. Luego saqué del otro bolsillo el disco metálico que era la brújula planar.- [Idris]Si supiera usar esto aquí.[/Idris]

    A Bowie le poseyó la vena urraca y se acercó a ver lo que teníamos entre manos.- [Bowie]¿Me la dejas? ¿Me la dejas? ¿Me la dejaaaas?[/Bowie] – pidió, con una ilusión en los ojos que mira, tuve que decirle que sí.

    – [Idris]Si sabes usarla, todo tuyo.[/Idris] – dije tendiéndosela. Me quedé mirando, Bowie era en parte una niña y en parte una genio, así que podía salir con cualquier cosa. Noah se acercó también y al poco, estábamos todos medio apiñados. Lexie me guiñó un ojo y me enseñó brevemente qué veían los que no rodeaban, un grupo de fiesteros tomando bebida y bailando a un ritmo infernal.

    Bowie trasteó y consiguió que se moviera, mostrando los portales. Estaba acostumbrado a que en la Tierra fueran pocos y eso me hacía fácil seguirlos, pero allí había cientos.- [Bowie]Esto parece un mapa. Debemos estar aquí.[/Bowie] – señaló. Noah y Henry parecían seguirle el ritmo, así que ya me explicarían luego cómo habían llegado a esa conclusión.

    – [Noah]Pero le falta información del planeta, quizá eso ayudaría.[/Noah] – comentó Noah. Miré a nuestro alrededor, pero Elle se me adelantó, señalando una especie de pilar sobre el que había una figura femenina aún más psicodélica que los habitantes de la Flecha. Me sentía como en Blade Runner, pero sin quedarme dormido. Que sea nuestro secreto, tengo una fama que mantener.

    Nos acercamos cuando no había nadie cerca. Parecía un panel de información así que puede que tuviera un mapa, al menos. – [Bowie]Pon el mapa de la brújula sobre ese.[/Bowie]- propuso Bowie.

    Henry empezó a trastear el aparato mientras al resto de la gente Lexie le mostraba una proyección en la que se arrancaba a hacer un ‘beatbox’ bastante chocante. Al cabo de un rato se mostró una proyección en 3D del planeta. Unos minutos de jerga tecnológica entre Bowie y Henry acabaron con una proyección superpuesta a la de la brújula, que indicaba un punto más brillante. – [Idris]¿Y la traducción de eso? Creo que Infinimaps no lo va a tener mapeado.[/Idris] – bromeé, desventajas de vivir en el futuro, se hace uno vago.

    Miré con detalle, igual que el resto, pero no tenía puntos de referencia más que para saber que era en algún punto de la ciudad. El portal estaba allí, no en las «zonas salvajes» como las llamaban los cyberhipster.- [Bowie]Creo que está en la catedral. En el centro de la ciudad.[/Bowie] – comentó, haciendo que la terminal la obedeciese con unos gestos, al parecer en el futuro tampoco eran muy fans de que mucha gente tocase lo mismo. Salió información de una enorme catedral que salía muy bien en las fotos pero tenía de estar muy vigilada. Catedral del Arquitecto la llamaban, el núcleo del Culto al Constructor. Elle muy cabrone se las había ingeniado para construir un lugar sagrado sobre el sitio donde podían destruirle, rodearlo con una ciudad futurista alimentada de todo lo que robaba a los mundos que había anclado en el pasado para servirse, llena de todo lo necesario para que la gente le adorase y le protegiese. Había expuesto su mayor debilidad delante de todos.

    – [Idris]¿Estamos seguros de que ese es el portal al Axis Mundi?[/Idris] – pregunté, por asegurarme. Había más puntos en ese mapa que en un cómic viejo.

    – [Bowie]Es un portal, pero este portal tiene algo diferente.[/Bowie]- explicó. Se veía algo distinto al resto, como si brillara más intensamente, pero era fácil pensar que eran imaginaciones de uno.- [Bowie]Lo sé porque soy un genio.[/Bowie] – sentenció. Me eché a reír, tenía debilidad por su lado infantil, una parte de mí estaba deseando ver a un pequeño Aesircillo o una pequeña Vanir de piel tostada.

    – [Idris]Y modesta.[/Idris] – repliqué.

    – [Bowie]La modestia es un rasgo bastante inútil.[/Bowie]- una verdad aplastante.

    – [Noah]Se acerca gente.[/Noah] – intervino Noah. Señaló a lo lejos, donde la muchedumbre se acalló un poco abriendo paso a un grupo de media docena de personas vestidas con una especie de armaduras ligeras, con casco de azul brillante que evitaba verle la cara.

    – [Elle]Dispersaos.[/Elle] – pidió Elle. El resto empezó a alejarse disimuladamente, pero nuestra zona se iluminó en rojo y la atención se centró en nosotros.

    – [b]Atención central, nos acercamos a un grupo de individuos de clase inferior, preparen refuerzos.[/b] – la voz salía distorsionada tras el casco, pero se escuchaba incluso estando lejos. – [b]Identifíquense.[/b] – nos ordenó. Alguna gente dudó de si iba con ellos, pero yo sabía con quién era. Un sexto sentido desarrollado por el miedo a esos policías de gatillo rápido ante los que había tenido que prepararme desde pequeño, pero más aún cuando empecé a andar con los Drow.

    Lexie trató de usar su poder para hacerles ver algo diferente, había aprendido a distinguir su arruga de concentración en la frente. A eso y a no decírselo para que no se pasara un mes en pánico.

    – [b]El escáner indica algún mecanismo de camuflaje. [/b]- dijo la voz de otro de los agentes. Mierda, estaban preparados. – [b]Identifíquense y muéstrense sin holograma. [/b]- seis armas se alzaron. No eran iguales que las de mi tiempo, pero tenían una forma parecida y el mismo poder fatal. Compartían la misma amenaza clara y patente, la misma facilidad para acabar con una vida. En esta ocasión podía esconder que era un elfo, pero en otras no podía tapar mi color de piel.

    – [Lexie]Corred.[/Lexie]- pidió Lexie, al ver que sus ilusiones habían sido detectadas. Echamos a correr y me invadieron los nervios cuando escuché el sonido de las armas al dispararse.

    – [Elle]Nos vemos en el punto de encuentro.[/Elle] – era un caos y corrimos en direcciones distintas, traté de ver que los demás estuvieran a salvo, pero me tuve que contentar con no ver a ninguno capturado o herido en el suelo.

    La mano de Ellie se cerró alrededor de la mía y su calor me reconfortó. Me di cuenta de que estaba temblando por el miedo. No era la primera vez que me apuntaban con un arma o veía apuntar, incluso disparar, a otros. Me llevó hasta un callejón vacío en el que ya no se escuchaba los ruidos de la gente ni los disparos, solo el sonido de amartillar un arma que resonaba en mi cabeza. – [Idris]Va a ser difícil entrar en esa iglesia y más con todos los Daë[/Idris] – dije en un susurro. Era una suerte que no fuéramos humanos, porque en esa carrera habría tosido un pulmón.

    – [Elle]Lo conseguiremos.[/Elle]- dijo, colocándose frente a mí. Por un momento, con los ojos abiertos, lo único que veía era su cara. Una visión que agradecí.- [Elle]O eso espero.[/Elle] – me apretó la mano y le di un beso suave en los labios

    Después usamos las orbes para asegurarnos de que el resto estaban a salvo y esperamos para dirigirnos a la Plaza de la Organización, donde la Catedral del Arquitecto se alzaba imponente en el centro. Nos escondimos al lado de una tienda de oxígeno con sabores.

    Ellie era mi otra mitad, la luz que apartaba mis tinieblas. Con ella a mi lado me creía capaz de cualquier cosa, incluso de la misión que teníamos por delante. Aunque no me habría quejado de haber podido seguir en la nave con el sexting o disfrutando de mi playa nudista particular. En fin, el mundo no iba a salvarse solo.

  • DISFRUTANDO POR EL CAMINO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    PLAYA CERCA DE LA KVASIR

    Después de despedirme del señor badajo antes de que la cosa degenerase más, volví donde estaba Elle mientras le daba vueltas en mi cabeza, divertido, a la idea de contarle a mamá qué tal se lo estaba pasando el bueno de Mike en la otra punta.

     – [Elle]¿Es cosa mía o le he visto el culo a tu hermano?[/Elle]- preguntó ella sonriendo. Me apetecía tanto estar con ella al cien por cien de mi atención que deseché la idea de fastidiar a mi hermanito. Además, Elle estaba pasando por un momento muy duro que yo mismo había sufrido hacia unos cuantos años.

    – [Idris]Estoy intentando borrarme esa imagen.[/Idris] – sonreí, disfrutando de verla alegre aunque fuese un rato. – [Idris]Rápido, desnúdate.[/Idris] – bromeé. El hielo estaba muy bien pero mi verdadero superpoder era animar a la gente, «superpayaso». Tenía la contra de que podían no tomarme en serio, a veces ni yo mismo, pero compensaba con ver la risa de Coquito.

    – [Elle]Ja, ja. No[/Elle].- replicó fingiendo ser sarcástica.- [Elle]Es guapo Mike[/Elle]. – añadió. Sabía que era parte de nuestro tira y afloja, que era muy divertido y excitante pero mi cabeza seguía luchando por ese «algo más». Que además si las cosas se enfriaban algún día en la cama dejando a un lado los juegos con mi poder, siempre estaba la opción de jugar a roles. Yo estaba acostumbrado a otro tipo de rol pero no era un territorio que me fuese a molestar explorar.

    – [Idris]Si te van altos, musculosos, carismáticos y hermanos pequeños de alguien más guapo, musculoso, alto y carismático sí, supongo que sí.[/Idris] – repliqué mientras cruzábamos el sendero por la arena que conducía a las escaleras de la pequeña cala a la que yo había bautizado «Cala Nudista», pero en la que en realidad nadie había llegado a desnudarse que yo supiera. No podía decir lo mismo de la otra en la que Mike y Sophie estarían ya haciendo un san jacobo bien rebozado.

    – [Elle]Te ha dolido[/Elle].- me pinchó ella, sin dejar de reír. Qué bonita era, la verdad, me sorprendía a menudo pensando eso, pero no bonita de físico, aunque estuviera muy muy bien, si no bonita como ser vivo. Era la mejor forma que se le ocurría a mi cerebro extraño resumir sus muchas virtudes.

    – [Idris]Profundamente.[/Idris] – respondí. – [Idris]Pero con un beso se me quita.[/Idris] – iba camuflado de broma pero no perdía nada por intentarlo.

    – [Elle]Luego le digo a Mara que te mande uno por el orbe[/Elle].- puse una mueca. Estaba encantado de dar besos y abrazos a mi madre, pero no buscaba uno de esos precisamente. Al pensar en la Tierra una sombra cruzó por sus ojos aunque trató de disimularlo.

    Al llegar a la orilla extendió la toalla y se sentó, mirando al horizonte, a un mar al que ya llegaba el ocaso. La Luna no era una maravillosa fuente de vitamina D, pero al parecer, según Henry, la Kvasir se las ingeniaba para captar toda la luz solar posible y emitir esos preciosos rayos cargados de vitaminas durante bastantes horas del día a través de la iluminación interna. Dios, adoraba esa nave. Estaba claro que la habían hecho para durar, para un viaje muy largo, y ahí estaba aún, pero sin rastro de tripulación.

    – [Idris]Pareces la portada de un disco de Amy y Leo.[/Idris] – dije mirándola. Entre su silueta – y qué silueta – recortada contra el mar atardeciendo y su introspección, encajaba en el perfil lacónico de los Daë más cantantes. – [Idris]¿Qué te pasa? ¿Es por tu abuela?[/Idris] – pregunté, la respuesta era obvia pero me gustaba considerarme el rey de lo obvio y no dejar nada nunca sin aclarar.

    – [Elle]Un disco de Amy y Leo se acercaría más a Pimpinela, pero sé a qué te refieres[/Elle].- no me había imaginado un disco juntos, quedaba ahí tanta animadversión que se me hacía imposible. Y por eso niñes no podéis dejar que las ganas de fornicar se caduquen si son mutuas y consentidas. Las cosas se ponen raras y al final no aguantas a la otra persona. – [Elle]La verdad es que sí estoy bastante triste por la muerte de mi abuela, pero me imagino que después de la cena de despedida me encontraré mejor[/Elle]. – añadió, mirando hacia la arena apoyando el mentón en su rodilla. Parecía muy frágil en esa postura, pero no lo era en absoluto, podría partirme como una ramita física y mentalmente.

    – [Idris]Yo todavía me acuerdo de mi abuelo.[/Idris] – dije acercándome a ella. –  [Idris]Parecía serio pero siempre se moría de risa conmigo.[/Idris] – me encantaba el acento de mi abuelo y lo fácil que tenía siempre sacar una sonrisa de la manga hasta en el peor momento. Fue un palo cuando nos enteramos, y hoy por hoy seguía echándolo de menos.

    Ella esbozó una sonrisa triste. Vi que sus ojos estaban brillantes por las lágrimas que estaban a punto de caer.- [Elle]También me preocupa la misión, que cada vez parece que va a durar más[/Elle]. – añadió. Sabía que estaba buscando algo en lo que mantenerse ocupada y preocupada, así que la ayudé a seguir por ese camino.

    – [Idris]No sé, en teoría terminamos con los tres próximos. El grupo estará reunido.[/Idris] – tampoco es que tuviéramos una información maravillosa y detallada, pero hay que jugar con las cartas que nos dan. – [Idris]Los Daë irán a sacrificarse y tal cerrando el círculo y nosotros…pues no sé, con todo esto de que también somos Daë supongo que tendremos que cruzar las Pruebas.[/Idris] – no me gustaba recordar que estábamos ayudando a juntarse a unas personas que iban a sacrificarse. Que para nosotros ya lo hubieran hecho no hacía más fácil mirarles a la cara. – [Idris]No sé si prefiero que me den a elegir la Kvasir o una clon de Elle que odie la ropa. Espera…¿estoy hablando en voz alta?[/Idris]  – bromeé redigiriendo el curso de mi mente. Tampoco me fascinaba pasar las Pruebas, la mitad de la generación de los Moondies había palmado en ellas, ¿pero quién no fantasea con un premio que satisfaga lo que más quiere?

    Elle apoyó su cabeza en mi hombro y yo le puse una mano en la cintura para que pudiera acercarse más.- [Elle]El grupo está reunido, pero no está unido[/Elle]. – respondió. Pensé que se refería a los Daë del cúmulo, pero era por nosotros, había entendido que nuestro grupo estaba reunido. Bueno, podía decirse que sí, al menos bajo un mismo techo, aunque hubiera abismos entre nosotros.

    – [Idris]No, si decía el otro, esos sí que van bien.[/Idris] – admití echándome a reír. A veces viene bien un poco de autocrítica. Aunque ya os digo que formar un grupo no es fácil, la mitad de los Drow se odiaban entre sí, algunos incluso con odio a primera vista. – [Idris]Nosotros acabamos de empezar, más de la mitad no habían ni imaginado luchar en su vida, es un milagro que sigamos vivos.[/Idris] – comenté dándole un beso en el pelo. – [Idris]Y he visto cómo te miran, cómo les inspiras.[/Idris] – la animé. Ella no había admitido ningún papel de líder, pero si teníamos que coger a alguien a quien valorase practicamente toda la nave bien, era a ella. El resto le caí mal a alguno o tenía alguna tara. En mi caso por ejemplo, pese a mi carisma maravilloso y que seguro que todos me querían con locura, no parecía tomarme las cosas con seriedad.

    – [Elle]No me veo mandando. Mejor que lo haga Jane que tiene más carácter[/Elle].- replicó encogiéndose de hombros. Había un subtexto en sus palabras, mi instinto me decía que no se creía merecedora de ello, que tenía miedo de la responsabilidad pero en el fondo sabía que tenía que cogerla. Y lo camuflaba tratando de ser indiferente.

    – [Idris]La mitad de los libros de fantasía coinciden en que para ser buena líder tienes que no quererlo.[/Idris] – comenté. La ventaja de ser un consentido de mis papis era que tenía una buena biblioteca de todos los libros que me había apetecido leer. – [Idris]La otra mitad nos tendría caminando por el bosque con erótico resultado. Y unos corpiños muy cucos.[/Idris] – alcé las cejas una y otra vez y ella se rió.

    – [Elle]El erótico resultado ya lo están teniendo Soph y tu hermano[/Elle].- comentó señalando la otra cala con la cabeza. Mis oídos de elfo oscuro eran buenos, pero por suerte no tanto como los de un lican o como los de ella, así me ahorraba escuchar nada.

    – [Idris]Rápido, vamos a ver quien grita más alto.[/Idris] – cambié de tercio. Vale, todas mis bromas iban hacia Coquito y yo intimando, pero en mi defensa diré que me atraía demasiado y que una luna es un lugar muy solitario donde hace falta mucho cariño. – [Idris]Es broma, estoy aquí para lo que necesites. Y no esquives, eres la líder. Lo sé. Me gustan las personas con poder.[/Idris] – sonreí, aquella nave estaba de personas con poder así que era una suerte que solo tuviera ojos para ella.

    – [Elle]¿Sabes? Hay alguien que me ha dicho lo de ser la líder antes que tú[/Elle].- explicó misteriosamente.

    – [Idris]Si es el Sr Cabinas, al menos tiene buen ojo.[/Idris] – respondí cuando me di cuenta de que había ido a saludar al nuevo inquilino. Vale, tampoco tenía nada en su contra más allá de la desconfianza sana de que acababa de llegar y no lo conocíamos, pero la cabina era mi safe place. Vale, tenía mi cuarto, pero ahora ya no podía cumplir mi fantasía de trincar en una cabina de una nave espacial a menos que él se mudara a otro sitio antes de irnos.

    – [Elle]Zeke. No le he preguntado si le gusta el apodo, pero es lo que hay[/Elle].- aclaró, sacudiéndose un polvo imaginario de los hombros. – [Elle]Privilegios de líder[/Elle]. – añadió fingiendo una soberbia que nunca tendría, por eso mismo merecía el puesto, porque no se le iba a subir a la cabeza.

    – [Idris]Ya le vas cogiendo el gustillo a eso de mandar ¿eh?[/Idris] – bromeé guiñándole un ojo.

    – [Elle]Si tengo que hacerlo, voy a necesitar ayuda[/Elle].- me agarró la mano con la suya y mi corazón dio un latido más fuerte.

    – [Idris]Monta una especie de consejo, nadie va a ofenderse.[/Idris] – le sugerí. Éramos los 101 dálmatas, una persona sola no daba para vigilar todos los problemas que había allí y los que estarían por salir. – [Idris]Kaylee tiene cabeza, te sería útil.[/Idris] – añadí. Tampoco era una novedad, Kay había llevado el rescate de Infinity y lo había hecho bien así que era la mejor candidata a segunda al mando.

    –  [Elle]Sigue dándome ideas. Luego fingiré que son todas mías[/Elle]. – rió ella fingiendo que tomaba nota.

    – [Idris]Me encanta hacer listas.[/Idris] – admití, demasiado, tenía muchas acumuladas de mis tiempos opositando. Aunque visto que ahora estábamos en otra punta de la galaxia y cuando volviéramos ya estaría más que graduada mi promoción, mejor invertirlo en entretenerme. – [Idris]A Jane tendrás que aprovecharla de tu lado, es como la oposición del Gobierno, mejor de apoyo. Y además es buena tía y se preocupa por todos. Hay que compensar un poco lo lógica que es a veces en exceso pero…[/Idris] – era otra decisión básica, a Jane le gustaba mandar pero también cuidaba del resto.

    – [Elle]Todos los días discute con Lexie porque critica su comida[/Elle].- me recordó ella. A veces se las escuchaba en media nave pero creo que en el fondo a las dos les gustaba tener algo o alguien de quién quejarse.

    – [Idris]Lexie es ‘echá palante’ pero no le gustaría mandar. Tampoco obedecer, pero sentirse útil y valorada sí.[/Idris] – vamos que le gustaba que le dorasen un poco la píldora pero no tener muchas obligaciones y desde luego la «niña perro tanuki» no quería mandar, aunque si se lo decías puede que intentara hacerlo por llevar la contraria.

    – [Elle]¿Y qué opinas de mi hermano?[/Elle]- preguntó. Xander, era heroico, tenía muchas cualidades, no habría sido mal líder, pero le faltaba una, en el fondo no lo quería, las preocupaciones se lo habrían comido. Pero como asesor sería una buena decisión.

    – [Idris]Xander te puede aconsejar bien, es estratégico y empático.[/Idris] – admití, no había mucho que decir, era otra opción lógica que nadie discutiría, como Kaylee.

    – [Elle]¿Alguien más con quien creas que puedo contar? Dos cabezas piensan mejor que una sola[/Elle].- comentó, tomando notas en su cabecita tan bien amueblada.

    Sonreí ampliamente, con mil respuestas para esa frase a la que ella misma se había dado cuenta que era muy fácil dar un doble sentido. – [Idris]Me voy a guardar el chiste para cuando termine con esto.[/Idris] – dije guiñándole un ojo, esperando que en su mente se dibujase tan fácil como en la mía nuestro «monstruo de dos cabezas». – [Idris]Noah porque sabe de casi todo lo que vamos a necesitar y Ezra porque ya ha vivido una guerra.[/Idris] – sugerí, dos opciones más que tampoco se salían de la zona sin riesgo. Pensé añadir a Nate pero se preocupaba demasiado por nosotros, quizá no le viniese bien. – [Idris]De los demás creo que nadie querría esas responsabilidades. Aunque si necesitas un líder experto estoy yo, pero prefiero darte consejos a cambio de sexo.[/Idris] – si había suerte, eso que me llevaba. Y ya en la parte seria, tenía experiencia con los Drow.

    – [Elle]Me gustaría tenerte a mi lado[/Elle].- dijo sonrojándose. Me hizo mucha gracia verla así, porque significaba…muchas cosas.

    – [Idris]¿Aquí mismo? Vaaaale.[/Idris] – bromeé. Dudaba que el sonrojo tuviese que ver con eso porque a fin de cuentas ya nos conocíamos en ese sentido. Quizá eran imaginaciones mías pero por primera vez parecía estar admitiendo ir camino de algo más. – [Idris]Ya en serio, igual se toman a mal que tu novio esté en el «consejo».[/Idris] – dejé caer la palabra con mi locuacidad habitual, ahora solo había que esperar, era igual que la pesca con el tío Bill, pero con menos maldiciones.

    – [Elle]¿Quién ha dicho que seas mi novio? Además, estarían mi hermano, mi prima, mi mejor amiga…[/Elle]- tampoco le dio mucho peso a la pregunta así que no le había «ofendido» la idea. Esta es tu oportunidad Drisín.

    – [Idris]Estaba esperando que no te dieras cuenta del detalle y ya estuviéramos casados y eso.[/Idris]

    La respuesta fue más agradable y cálida que cualquier palabra, porque acorde a mi locuacidad os diré que me plantó un beso en los labios que despertó en mi interior ese tocadiscos con la canción de la piña colada.- [Elle]Corres mucho.[/Elle] – dijo al separarse. Pero parecía tener más ganas que todas las veces anteriores de ser algo más. Solo había hecho falta viajar en el espacio y el tiempo, tampoco me iba a quejar.

    – [Idris]No para todo.[/Idris] – respondí alzando una ceja. Aún seguíamos cerca así que acorté distancia siendo yo esta vez el que inicio el beso, disfrutando del tacto.

    – [Elle]Voy a dejar de besarte porque estoy intentando pensar.[/Elle]- se apartó, pero como estaba muerta de risa me lo tomé estupendamente.

    – [Idris]Pensar está sobrevalorado[/Idris] – y lo decía un experto.

    – [Elle]Quiero que toda la nave se participe en la fiesta en honor a mi abuela. Quizás eso favorezca la cohesión del grupo.[/Elle] – sugirió.

    – [Idris]Es una buena idea.[/Idris] – admití. – [Idris]Ahí si que te puede ayudar Lexie, es lo suyo[/Idris]. – comenté, mirándola a esos ojos tan impresionantes. Yo tenía un encanto natural y había reunido a los Drow, pero en cuanto a fiestas, no había nadie que se pusiera por encima de Lexie – guiño guiño -. La tía era un hacha, te aparecía la primera, se iba la última y había sacado la vena generosa de su padre, que a fin de cuentas le había regalado el edificio principal de la escuela a los padres de Coquito y una granja a los de Ezra y Chloe.

    – [Elle]Le pediré ayuda[/Elle]- asintió.- [Elle]Y de paso le diré que me arregle con un look a lo Louna para dar más miedo.[/Elle]

    – [Idris]Estoy deseando ver cómo te arregla[/Idris] – reconocí. Al look de Louna podían acusarlo de muchas cosas, choni, escaso de ropa, llamativo, pero nunca podrían decir que te tapaba mucho. Y mira, me moría por cada centímetro de esa piel tostada en Merelia antes de venir de Coquito.

    – [Elle]Nada de look Lounie.[/Elle]- negó ella, pinchándome. Qué poco duran los sueños.

    – [Idris]Una pena, a ti todo te sienta bien.[/Idris] – la animé. – [Idris]¿Qué jefa, hacemos esta playa nudista entonces? [/Idris] – ya habíamos acabado el trabajo así que era un buen momento para empezar por lo de abajo.

    – [Elle]Creo que la playa nudista es la de al lado.[/Elle] – dijo mirándome.

    – [Idris]Hacemos todas nudistas y listo[/Idris]. – estábamos muy cerca, a un chasquido de lanzarnos el uno sobre la otra. O eso quería creer.

    – [Elle]Empieza tú.[/Elle] – dijo, apoyando el mentón en la mano mientras me observaba. No es que me fuera a cohibir eso, pero veía un brillo divertido en los ojos de Ellie que me hizo sospechar.

    – [Idris]No me fío, te vas a llevar mi ropa y darme un escarmiento por picantón.[/Idris]

    – [Elle]Pero si yo soy buena…[/Elle] – dijo aguantándose la risa. La había pillado por completo.

    – [Idris]A mi no me engañas señorita Echolls[/Idris] – aclaré.

    Nos quedamos un buen rato más en la playa y como buen caballero aliado deconstruido, no desvelaré qué hicimos o dejamos de hacer, pero sí que diré que con el mero hecho de pasar el tiempo con ella mereció la pena.

    Aunque las desgracias estaban ancladas a nuestros hombros, estábamos demostrando ser unos expertos y expertas en descubrir el amor en cualquier esquina y usarlo para arrojar luz sobre toda esa oscuridad. Así que con esas fuerzas ahora teníamos que afrontar todo lo que teníamos por delante, formar un grupo, cumplir la misión y volver a casa. Eso sin olvidarnos de disfrutar por el camino.

  • LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD

    EZEQUIEL

    LA KVASIR – NOCHE

    Aquellos primeros días no dejaba de observar las estrellas, incapaz, pese a que la profecía decía que todo pasaría en otros mundos, de ser consciente de que me encontraba, en efecto, muy lejos de la Tierra.

    Había decidido instalarme en la cabina de esa nave estrellada a la que llamaban ‘La Kvasir’, para acortar la discusión inicial del grupo sobre qué hacer conmigo. Entregué mis armas, ahora a buen recaudo en el almacén y había pasado el tiempo allí, solo, observando el cielo y pensando. Cuando eres inmortal tienes tiempo de sobra para pensar y para estar solo.

    Había escuchado poco después de presentarme, en mitad del debate de si fiarse de mí o no, que la abuela de varios miembros del grupo había muerto, así que una vez que aceptaron dejarme la cabina – con la excepción del muchacho alto y sonriente, al que no parecía hacerle mucha gracia, como más tarde descubriría, que durmiera en la cabina otro que no fuera él – decidí dejarles espacio para sanar y recuperarse también de sus sacrificios ante ‘La Bruja del Bosque del Crepúsculo’.

    Salía para buscar comida, saludaba a los habitantes de la nave y trataba de aprenderme sus nombres y volvía a mi espacio. Hasta que esa noche, alguien llamó a la puerta. Me quité la manta y me levanté de la silla del piloto. La puerta estaba cerrada, pero presioné el dispositivo de apertura que estaba a un lado y esta se abrió, deslizándose hacia un lado. Al otro lado, una joven alta, de cabello largo y rubio, me saludó con una sonrisa. Era ella, Elle, la Vanir.

    – [Elle]¿Puedo pasar? Siento haberte despertado, pero necesitaba hablar contigo a solas.[/Elle] – preguntó con unos modales impecables. No todo el mundo era así, esa nave albergaba un grupo muy variopinto, con problemas personales que interferirían muy probablemente en su deber. Pero quizá me vendría bien recordar lo que era sentirse humano.

    – [Ezequiel]Tranquila, hace mucho que tengo todo el tiempo del mundo para dormir.[/Ezequiel] – admití, apartándome para que pasara.

    – [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió mientras se acercaba a la luna de la cabina y oteaba las estrellas, pensando seguro qué decir.- [Elle]Quería saber…[/Elle]- se giró y se rió de su propia idea. Era una situación difícil en la que se encontraba.- [Elle]Supongo que te lo imaginas.[/Elle] – resumió. Era franca, aquello me gustó.

    – [Ezequiel]Imagino que querrás saber muchas cosas y yo os debo al menos eso para ganarme vuestra confianza.[/Ezequiel] – afirmé, caminando hacia el extremo opuesto. Había vivido a lo largo de bastantes epidemias, pero desde la era del coronavirus mantener una conversación a cierta distancia se había ganado un lugar especial como señal de deferencia hacia la otra persona.

    – [Elle]Sobre todo quiero saber cómo has llegado hasta aquí y si eres de los buenos.[/Elle]- resumió. Iba directa al grano, sin medias tintas. Su sinceridad le iba a venir bien en su papel.

    – [Ezequiel]Ojalá el mundo fuera así de fácil, se me olvida la fortaleza de la juventud.[/Ezequiel] – pensé en voz alta. Apenas recordaba esa sensación de que el mundo se divide entre lo que está mal y lo que está bien. Muchas veces hay grises, quizá demasiados. Grises que nos obligan a hacer cosas que no querríamos hacer. – [Ezequiel]Si, podría decirse que soy de los buenos, igual que vosotros.[/Ezequiel] – respondí. Era todo lo bueno que los Daë pudieran ser. Su destino era salvar vidas, aunque a veces los sacrificios que tenían que tolerar les movían a zonas más grises. – [Ezequiel]Llegué aquí porque estaba la noche que os atacó la que es igual que una de vosotros.[/Ezequiel] – añadí. Supuse que necesitaba saber ciertas cosas desde el principio. La profecía dictaba la era en la que pasaría todo, así que llegué a Moondale en ese tiempo y empecé a observar los movimientos de aquellos jóvenes hasta que les vi reunirse y dirigirse hacia la montaña. Sabía que esa era la entrada por la que sus antecesores habían cruzado al Axis Mundi, así que recogí mis cosas, vi cómo les atacaba ese ser tan poderoso y cuando vi que se abría el portal corrí tras ellos y crucé.

    – [Elle]Omega.[/Elle]- dijo ella. Se quedó pensativa y después se acercó hacia la puerta para cerrarla. Había visto a esa joven pasar mucho tiempo con la que era igual que la que les había atacado, parecían ser muy amigas así que quizá trataba de recordarle la cruda realidad.- [Elle]Ezequiel, no quiero que pienses que soy tonta, pero en el mundo hay gente buena y gente mala.[/Elle]- fijó sus ojos en los míos y ahí la vi por primera vez, no a Elle, si no a la vanir de la profecía. Aquella joven emanaba poder de muchos tipos. En el acontecer de mi larga vida me había encontrado a muchas personas con poder que se dejaban devorar por él o personas sin poder que fingían tenerlo, pero había encontrado pocas que lo tuvieran y lo llevasen así. Esas personas eran auténticas líderes y en ese momento vi que Elle era una de ellas.- [Elle]Si estás aquí, es porque eres de los primeros, porque si eres de los segundos, no tendrás universo para huir de mí.[/Elle] – sentenció. Esa determinación escondida tras su apariencia afable sería el azote de la oscuridad del mundo. Mis dudas empezaron a despejarse a partir de aquel momento, hasta entonces había pensado si alguien sería capaz de verdad de la gesta que ella tenía por delante, de liderar no uno, si no dos grupos de Daë.

    – [Ezequiel]Lo sé. Sé quién eres, hija de dos Kvasir.[/Ezequiel] – así la llamaba la profecía. No la entendí hasta que no la vi salir de su hogar con su familia, una mujer rubia y bajita que emanaba el mismo aura de líder que ahora tenía ella, un hombre pelirrojo con aspecto de guerrero y una mujer rubia de aspecto luchador. Las circunstancias que rodeaban el milagro de su nacimiento las desconocía, pero eran también el origen de su gran poder Vanir.

    – [Elle]Crees que sabes quién soy, pero no lo sabes.[/Elle]- dijo, recordándome que apenas conocía a nadie de aquella nave y aún me debatía con los parentescos de muchos de ellos.- [Elle]Confiaré plenamente en ti si me das tu palabra.[/Elle] – la observé. Aún no sabía de mí nada más que el hecho de que les había espiado y sin embargo, me estaba ofreciendo una mano amiga, confianza plena. Hay que tener mucha fortaleza para ofrecer tu confianza así, eso solo pueden hacerlo unas pocas personas elegidas y era una muestra más del papel que jugaba en todo esto.

    – [Ezequiel]Tienes mi palabra.[/Ezequiel] – prometí. – [Ezequiel]Conozco la profecía que habla de ti y de ellos.[/Ezequiel] – le expliqué, señalando al resto de la nave con la mano. – [Ezequiel]Por eso me convertí en Daë, para ayudaros.[/Ezequiel] – la profecía había llegado a mis manos sesgada, a través de un sueño. Reuní sus pedazos y la reconstruí. Entonces supe que yo sería parte de ella, tenía que ayudarles, hacer de mi eterna existencia un propósito.

    Elle me tendió la mano.- [Elle]Bienvenido a la nave, Ezequiel. Aquí tienes a una amiga para lo que necesites.[/Elle]- me dedicó una sonrisa auténtica, pese a todo lo que ella misma estaba pasando. ¿De qué clase de madera estaba hecha esa mujer? Juré apoyarla en las dudas que tuviese a partir de ese momento, porque sabía que, con profecía de por medio o no, estaba destinada a liderar y a luchar.- [Elle]Ahora necesito que me hagas un favor y es que actúes como si te hubiera dado una charla motivadora que ha cambiado tu vida. ¿Crees que puedes hacerlo? De momento, no somos ni un grupo, pero la misión se está alargando demasiado y ha llegado la hora de actuar.[/Elle] – sonreí. Estaba tomando el control de la situación y había empezado asegurándose de que yo no era una amenaza y me convertía en un aliado. Si conseguía generar en los demás la misma fe que había creado en mí, el grupo se uniría por sí solo.

    – [Ezequiel]No necesito fingir Elle, has venido, has hablado conmigo y me has dado lo que necesitaba, un lugar y confianza. No pienses dos veces lo que te sale de forma natural. [/Ezequiel]- le aconsejé. No había mejor charla motivadora para mí que ver los atributos que había demostrado.

    – [Elle]Veo que lo vas pillando.[/Elle]- me guiñó un ojo, pensando que le estaba siguiendo la corriente. Era modesta, pese a estar empezando a actuar de líder, aún no creía merecérselo. Quizá era la receta del éxito, no quererlo y pensar que no lo mereces.

    – [Ezequiel]Si necesitas saber algo más de mí, solo tienes que preguntar. [/Ezequiel]- le ofrecí. Mi vida tenía historias para contar cada noche y dudaba que a nadie le interesara tanto, pero no me molestaba hablar de ello si era necesario.

    – [Elle]Me gustaría saber de dónde vienes. Un resumen de tu historia o lo que me quieras contar.[/Elle]- pidió amablemente, sentándose en uno de los asientos de la tripulación, yo me senté en otro, alejado.

    – [Ezequiel]Me llamo Ezequiel de León, por Ponce de León, mi padre.[/Ezequiel] – empecé por el nombre que muchos habían escuchado, aunque fuese en ficción. Un nombre que poco guardaba ya de la persona que había sido, transformada ahora en toda suerte de leyendas con el paso de los siglos.

    Ella reaccionó como venía siendo habitual en las pocas personas que descubrían el nombre de mi mal llamado padre, un conquistador de tierras y gentes. – [Elle]¿Cómo?[/Elle]

    – [Ezequiel]Nací en el siglo XVI, en Borikén, lo que ahora se conoce por Puerto Rico. [/Ezequiel]- le expliqué. El mundo era muy distinto ahora al que me había visto nacer, por suerte para todos. – [Ezequiel]Todo el mundo sabe que Ponce buscaba la fuente de la eterna juventud.[/Ezequiel] – comenté. Con los años me había ido liberando de las fórmulas impuestas y había conseguido tratarlo por su nombre, crear distancia. – [Ezequiel]Lo que no se sabe es que la encontró y que esa fuente era la sangre que corría por las venas de mi familia materna.[/Ezequiel] – aclaré. Era pronto aún para dar detalles de mi convulsa relación familiar, pero necesitaba conocer mi don. O maldición según a quién le preguntaran.

    – [Elle]Nos habría venido muy bien un poco se tu sangre para ayudar a mi abuela.[/Elle]- dejó escapar sin pararse a pensarlo. Pareció arrepentirse al instante.

    – [Ezequiel]Mi sangre y la de los míos ha desatado muchas guerras.[/Ezequiel] – le expliqué. – [Ezequiel]Que yo sepa, solo estoy yo.[/Ezequiel] – añadí, era el último receptáculo de la fuente de la eterna juventud, todos los demás habían caído en malas manos o habían cedido a las presiones del paso del tiempo. – [Ezequiel]Tienes que entender que puede curar, pero la gente la codicia enseguida, es una maldición que la acompaña.[/Ezequiel] – le aconsejé. No podía decirle mucho más, pese a todo lo malo que pudiera tener, era cierto que cualquiera daría lo que fuese por tener acceso a ello y salvar a sus seres queridos. Por muy cansado que pudiera haber estado yo de mi larga vida en cualquier momento, no me atrevería a pensar que soy un desafortunado, porque era un privilegio del que nadie más gozaba.

    – [Elle]No quería ofenderte.[/Elle]- se apresuró a decir, algo sonrojada pero entera. Aguantaba bien la presión y los errores.- [Elle]Lo he dicho sin pensar.[/Elle] – añadió con sinceridad.

    – [Ezequiel]Habría ayudado a tu abuela de haber podido, lo lamento mucho.[/Ezequiel] – respondí, sentía pena por la pérdida de aquella joven, porque no sería la última. Aún recordaba el dolor de algunas de las peores pérdidas de mi vida, eso te marca, te acompaña.

    – [Elle]Gracias. No quería ponerte en la tesitura de tener que decir eso.[/Elle]- aclaró. Era cauta, vigilaba bien sus palabras y evitaba ofender. Tenía un control emocional bueno y su carisma la hacía fácil de seguir. Era una buena receta para liderar, faltaba ver qué haría con ello, pero ponía mis apuestas en que algo grande.- [Elle]Es que es muy reciente. Lo siento, de verdad.[/Elle] – insistió. Me sentí mal por la forma en que se culpaba.

    – [Ezequiel]Si algo me han enseñado los años es a no tener que lamentar ser sincero.[/Ezequiel] – traté de reconfortarla. Llevaba muchos años aislado de las relaciones sociales y eso sería un problema a solucionar para convivir en esa nave. – [Ezequiel]La pérdida es dura, pero los que nos dejan de quedan con nosotros. Son parte de nosotros.[/Ezequiel] – mi madre me acompañaba siempre, al igual que la de Yarielis.

    Ella asintió.- [Elle]Voy a ir a desayunar, que me muero de hambre.[/Elle]- se excusó, poniéndose en pie.- [Elle]Gracias.[/Elle] – sentí que lo decía de verdad. En ella todo gesto y emoción era así, auténtico, rebosaba de la ilusión de la juventud.

    – [Ezequiel]Gracias a ti Elle.[/Ezequiel] – respondí, asintiendo. – [Ezequiel]Hija de dos Kvasir y un Aesir.[/Ezequiel] – corregí, esperando que incluir a su padre le hiciera sentir mejor.

    – [Elle]Soy mucho más que «la hija de».[/Elle]- replicó con una sonrisa acompañada de un guiño del ojo derecho. Parecía que si le había gustado más ese apodo, aunque tenía razón, era mucho más. Asentí y ella salió, dejándome de nuevo con mis pensamientos, mis recuerdos y la soledad para orbitar alrededor de ellos.

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.

  • PROMESAS

    IDRIS SOLO-NOVAK ‘DRIZZ’

    TARDE – VALANTIS

    En cuanto Elle aparcó enfrente de una casa vacía y nos bajamos del coche, vi que nos habíamos adentrado en otro mundo, uno que también existía en la Tierra, el mundo de los barrios residenciales que parecían sacados de una película de Tim Burton, pero que en realidad, existía.

    No sé muy bien cuando empezó a pasar, porque no soy ningún experto en historia, pero llegó un punto en el que básicamente los «blancos ricos» formaron sus áreas residenciales para vivir en casas clónicas con su mujer, los dos coches, dos hijos y medio y un perro mientras que en las ciudades se concentraban los barrios «malos«.

    Mientras caminaba al lado de Elle, con Jane y Chloe caminando justo detrás de nosotros, repasé un poco nuestros planes. En el cine al que nos habíamos acercado en los ochenta no habíamos conseguido nada, pero de camino a comer algo Jane había empezado a captar un rumor en las cabezas de la gente que les tenía alarmados. Al parecer en la ciudad de los noventa una chica se había enamorado de su «sombra» y pretendía tratarla como a uno de ellos.

    Todo encajaba bastante bien y no es que tuviéramos muchas pistas más, pero ahora estábamos allí, buscando una aguja en un pajar un pelín más pequeño. Básicamente la imagen mental que había conseguido Jane era la de una chica delgada, de piel clara y melena rubia a lo Reese Witherspoon. Su «sombra» era un tipo vestido con ropas oscuras, piel clara de no ver mucho el sol y pelo estilo melenita de Keanu Reeves. O sea, estábamos buscando el Bangel de aquél mundo.

    – [Elle]Una relación tóxica de manual[/Elle].- comentó Elle cuando escuchó mi comparación.

    – [Idris]No te gusta ninguna de mis ships.[/Idris] – bromeé. Sí, no le faltaba razón, las cosas no se veían en el siglo XXI como en el XX. El mundo era más complejo y enrevesado, a veces en exceso, pero en muchos sentidos, mejor.

    – [Elle]El Janelle sí[/Elle].- replicó ella sonriendo. Me guiñó un ojo que compensó la mirada fulminante de ceja alzada de Jane.

    – [Idris]Esa es imbatible.[/Idris] – repliqué. Evité pensar, cree un lienzo en blanco en mi mente. Lo que pasa que como no sé estarme quieto ni siquiera en mi mente, empecé a pintar en él un perrito. – [Idris]Así que estamos en una peli de Tim Burton. O en el barrio ese de los magos ingleses blancos.[/Idris] – añadí. Mis comparaciones no iban a servir de mucho pero sí para aliviar tensiones de no saber qué coño teníamos que hacer, porque por si todo el lío que habíamos tenido durante casi una semana no había sido suficiente, encima acabábamos de enterarnos de que todos los demás ya habían vuelto.  Eso me tocaba bastante la moral, no es que sea competitivo, es que no me gusta perder. Y os aseguro que a Jane mucho menos.

    – [Chloe]Me recuerda a la peli esta de…¿Iron Man? Esa vieja en la que sale un Pingüino[/Chloe]. – me llevé una mano a la cara al escuchar esa afrenta.

    – [Idris]Le dejaré el trabajo a mi yo futuro.[/Idris] – comenté, tomando nota en mi mente de pagarle una suscripción a InfiniTV a esa muchacha para que viera más cine.

    – [Jane]Hay más mugre en este mundo que en el piso de ‘Being Human'[/Jane]- se quejó Jane mirando hacia un solar en el que habían debido estar unos vagabundos hasta hacía poco. Recordé al malo de la película de acción de Daniel el Travieso que de pequeño siempre me había dado bastante miedo con su comida enlatada y su forma de comerse una manzana con navaja.

    – [Idris]Principios de los noventa, preparaos para la ropa.[/Idris] – bromeé. El cuadro no funcionaba, había empezado a pintar un bosquejo de Elle con ropa de los noventa así que lo rasgué y me centré en bromear, para eso no necesitaba cerebro.

    – [Elle]Aaahora escucha la historia de mi vida…[/Elle]- empezó a cantar Elle mirándome. Una pena que no estuviera allí Nate para vivirlo.

    – [Idris]Televisión de calidad.[/Idris] – repliqué uniéndome a ella. Nos callamos al ver a un grupo de adolescentes pasar cerca de nosotros. Parecía que acababan de salir del Bronx, pero les había dado poco el sol.

    – [Chloe]¿Aquí no hay gente racializada?[/Chloe] – preguntó Chloe. Si para mí los noventa quedaban lejanos, para ella debían ser una reliquia.

    – [Idris]No. Y empiezo a sentirme como el personaje del grupo inclusivo.[/Idris] – bromeé. Elle me dio la mano y seguimos caminando.

    Hice acopio de todo mi conocimiento sobre los noventa en las series y el cine para tratar de hacerme una idea de cómo buscar a los malditos Daë sin nombre, pero volví a divagar acordándome de un traje de Kelly Kapowski, salvo que en lugar de ella estaba Elle.

    – [Jane]Idris, por favor…[/Jane]- se quejó Jane. Mierda, me había visto. Puse mentalmente un cartel delante de aquella Elle a la que le menguaba la ropa como si estuviera en una secadora.

    – [Idris]Estaba haciendo un repaso de cosas famosas de los noventa.[/Idris] – me disculpé. No pude evitar mirar detrás del cartel y encontrarme a Elle agachada mostrando la ropa interior por encima de los vaqueros, era bastante escueta.

    – [Jane]Eso en lo que estás pensando es posterior[/Jane].- aclaró ella apareciendo detrás de mí. Es decir, no físicamente, si no en mi mente. Era un poco extraño pero estábamos teniendo esa conversación en mi cabeza y no de viva voz.

    – [Idris]Bien que lo sabes, ¿eh?[/Idris] – bromeé. Jane se desvaneció y conseguí contener mi imaginación inquieta durante un rato, hasta que vimos una gran iglesia blanca.

    – [Idris]Bueno, a ver, esa Iglesia que parece una secta igual es un buen sitio.[/Idris] – comenté mirándola desde un sitio seguro. Había una gran congregación de gente fuera, algún gran evento.

    – [Elle]El líder te quiere, te quiere a ti…[/Elle] – canturreó Elle. Desde allí tan cerca podía oler su perfume, era como estar en casa, incluso estando a millones de kilómetros.

    – [Idris]Mira, los que van de negro se quedan todos fuera. En la Iglesia se ve solo gente vestida de blanco.[/Idris] – dije agudizando la mirada. No sé qué se celebraba en el interior, pero era solo para los de blanco.

    – [Jane]En este mundo ganaron los nazis, ¿no?[/Jane] – se quejó Jane. Me fijé cuando lo dijo y me di cuenta de que entre los que vestían de blanco apenas había tres o cuatro pares de personas de tez más oscura, mientras que entre los de negro abundaban más. Qué maravilla, la humanidad reinterpretándose en el espacio profundo había conseguido mantener la esclavitud. Me llamó la atención que Jane se diese cuenta antes que yo, como algo bueno quiero decir.

    – [Idris]Es un barrio residencial en los noventa, la segregación ya no está oficialmente pero la sociedad seguía teniendo el veneno que dar a la comunidad negra.[/Idris] – respondí después de meditarlo un poco. No solía hablar a menudo así de serio y no sé si las demás se sorprendieron. Elle me conocía más y se limitó a colocar su mano sobre la mía, sin decir nada.

    Era consciente de que había nacido en un mundo lleno de privilegios y aunque sí que me había afectado el color de mi piel, no era nada comparado con lo que sufrían otros. Por eso empecé a rondar por los barrios desfavorecidos de Louna, para ver con mis propios ojos el «veneno», la droga que mantenía todo como estaba, a los pobres con los pobres, sufriendo miserias y a los demás separados por un muro de fuerzas de seguridad que contenían la «infección» de la pobreza para que no se propagase. El mundo era injusto y sabía que yo no podía ser un defensor de la justicia económica porque vivía con muchas comodidades. De todos nosotros quizá Niall era el único que había pasado más dificultades económicas.

    Nos quedamos esperando y me sobresalté al ver la puerta de la Iglesia abrirse a toda velocidad. Una pareja compuesta por una chica rubia vestida de blanco y una sombra de pelo oscuro vestida de negro salieron perseguidos por una muchedumbre que aumentó al reunirse las sombras con sus «amos«.

     

    – [Idris]Creo que llegamos justo a tiempo.[/Idris] – les dije. Echamos a correr por la calle paralela a la de los muchachos y tratamos de adelantarlos. Llegado un punto entramos en un callejón y vimos que seguían persiguiéndoles. Moví la mano y la humedad del aire descendió hasta convertirse en una escarcha que cubrió el suelo. No duraría mucho, porque el sol pegaba fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que algunos de los perseguidores y perseguidoras resbalasen.

    Por desgracia, un grupo había ido por otra de las calles y ahora les cortaba el paso desde el frente.

    – [b]Somete ahora mismo a esa Sombra, niña insolente.[/b] – gritó una mujer cuya ropa blanca estaba rematada por ribetes dorados.

    – [b][i]No, le quiero así.[/i][/b] – dijo la chica colocándose sobre su sombra. Él le susurró algo, impasible y ella negó con la cabeza.

    – [b]Entonces serás sentenciada a vivir una vida solitaria.[/b] – replicó. Murmuró unas palabras y la Sombra de la muchacha profirió un grito. De su piel empezaban a emanar volutas de humo y una de sus manos estaba en llamas. Era como si de pronto el sol hubiese comenzado a hacerle efecto, pero solo a él.

    Antes de darme cuenta siquiera, Elle ya estaba corriendo hacia ellos y cuando llegó, le echó a la Sombra una manta sobre el cuerpo, protegiéndole de los efectos del sol. El corazón me dio un vuelco al verla rodeada de todos esos fanáticos y salí de mi escondite para unirme a ella.

    – [Elle]Cierra los ojos.[/Elle] – me susurró al oído. Tengo que reconocer que tardé un poco en entender sus palabras porque se me había puesto el pelo de punta. No necesité decir nada a Jane y Chloe porque los tenían cerrados, quizá se habían comunicado telepáticamente.

    Los cerré e incluso con ellos cerrados sentí el calor de la luz que emanaba del cuerpo de Elle, cegándolos a todos con un fogonazo. Su mano aferró mi muñeca para que echaramos a correr y la seguí. Para cuando pude abrir los ojos, estábamos corriendo por un callejón, varias calles más allá de la Iglesia. Jane y Chloe iban con nosotros y también los Daë. Sinceramente, sé que no era el momento de pensarlo, pero así, corriendo por esas calles, tapado con una manta, parecía que habíamos rescatado a E.T.

    Llegamos cerca del coche y nos subimos todos bastante apretados. Elle cogió el volante y despegó alejándose de aquél pueblo. No se detuvo hasta estar varias manzanas más allá. Pensé que huiríamos más lejos, pero Elle había sido lista, no podía alejarlos mucho para que los Daë les encontraran.

    Escondimos el coche y encontramos una casa vacía que ocupar, mientras pensábamos y trazábamos un plan. Esa noche supimos algo más de los Daë. Al parecer al llegar a la mayoría de edad todos los «vinculadores» pasaban un rito por el que hacían que sus Sombras les sirvieran para siempre, perdiendo cualquier resto de humanidad que les quedase. Pero ella no podía hacerlo y huyó. No nos dijeron sus nombres, porque temían que alguien los escuchara y a través de ellos, tuviera control sobre ambos, así que lo dejamos estar.

    A la mañana siguiente Jane volvió de peinar la zona con Chloe y trajo buenas noticias. Había captado los pensamientos de la gente hablando de los chicos, pero también de un grupo de extraños al que habían visto en el centro comercial. Así que disimuladamente les acompañamos allí y esperamos a que el Destino se desentrelazase por sí mismo. Me alegró ver a los Daë tan unidos, aceptando a aquellos dos chicos sin familia en la suya, pero también sentí una punzada de pánico al pensar que todos ellos darían sus vidas por salvar esos mundos, incluso aquellos en los que les habían odiado y perseguido.

    Saqué la esfera Daë y la observé durante el camino de vuelta al portal. Si aquella esfera era una promesa de que nosotros también tendríamos que pasar por las Pruebas, no iba a permitir que terminásemos igual. Miré a Elle e hice un juramento conmigo mismo. Si alguien tenía que sacrificarse, no seríamos todos.

  • DEUDA A LOS OCHENTA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    VALANTIS, CIUDAD DE LOS 80 – MAÑANA

    En los años 20 Jack Trice, segundo jugador negro de fútbol universitario, murió en su primer partido cuando tres jugadores fueron directamente a atacarle, partiéndole la clavícula, después de otros tantos golpes a lo largo del partido. A finales de los 70 hubo un movimiento para hacer un estadio en su nombre. A mediados de los 80, se le puso su nombre al campo de juego mientras que el estadio pasó a llamarse «Cyclone Stadium» o algo igual de ridículo. A finales de los 80 quisieron hacerle una estatua ya que lo del estadio no había salido bien. No se consiguió hasta finales de los 90. Ese era solo un ejemplo.

    Supongo que entenderéis que la historia nunca ha sido algo que me haya entusiasmado revivir. Sí, en la ficción hecha para hombres blancos cis y heterosexuales todo parece de color de rosa, pero para mí, en la vida real, no iba a serlo.

    En aquél momento, cruzando en coche la frontera hacia la vecina ciudad sumida en plenos años 80, sabía qué clase de mundo me esperaba. Los 80 eran una época maravillosa en muchos sentidos, adoraba sus películas con ese aire familiar y el encanto de sus bandas sonoras. Recordaba ver muchas de ellas con mis padres y por eso tenía mucho que agradecer a aquellos tiempos que nos dieron joyas de Eddie Murphy como ‘El Príncipe de Zamunda‘ o ‘Superdetective en Hollywood‘, maravillas de ciencia ficción ‘Cortocircuito‘, ‘Terminator‘ , ‘Gremlins‘ y ‘Regreso al futuro‘ y auténticas maravillas como ‘Dirty Dancing‘ y ‘Blade Runner‘.  Qué leches, hasta había disfrutado viendo los ‘Caballeros – Blancos – del Zodiaco‘.

    Pero aun con todo eso, la sociedad aún tenía un racismo interiorizado del que aún no se había liberado del todo ni siquiera en mi tiempo. Ya no estaba socialmente aceptado, había leyes, había beneficios, pero había racistas claros y gente que les apoyaba, igual que pasaba con la transfobia, la homofobia y el machismo. La triste realidad es que tan solo medio siglo en el pasado, tenía que seguir teniendo miedo de la policía y de alguna gente, dudando primero y confiando después.

    Aun así, no iba a dejar que eso interfiriese en la misión o en el tiempo que estaba pasando con Coquito después de todas las cosas raras que habían pasado. Miré por el retrovisor y vi que aún estaba dormida, igual que Chloe. Jane iba a mi lado, despierta, vigilante. Me pregunté si habría escuchado todo lo que había estado pensando en ese rato. Había evitado hablar de su nuevo poder durante todo el camino.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – la escuché decir. Al principio me sobresaltó escuchar una voz entre todo aquél silencio.

    – [Idris]¿Sí qué?[/Idris] – pregunté, evitando desviar la mirada de la carretera. En aquella época los coches eran muy bonitos pero también trampas mortales

    – [Jane]Que sí he oído lo que pensabas.[/Jane]  – respondió sin apartar la mirada de la carretera.

    – [Idris]Vale.[/Idris] – había evitado pensar en cosas vergonzosas todo el camino, no me apetecía que me tomase por un pervertido, pero claro, tanto tiempo acompañado sin un momento de intimidad no me dejaban en la mejor disposición y cuando más trataba de no pensar en cosas eróticas más pensaba en cosas eróticas.

    – [Jane]No está funcionando y cada vez me llegan más pensamientos que no me gustaría estar viendo.[/Jane]- aseguró. No sabía si era una indirecta, pero ante la duda me forcé a pensar en cosas no vergonzosas. Venga Idris, no pienses en Coquito ahí atrás, piensa en…Bill en bata a las cinco de la mañana, Jaheem comiendo pollo frito…

    – [Idris]Al menos solo estoy yo despierto.[/Idris] – respondí después de un rato de silencio del que no me había percatado. Era un poco difícil pensar por un lado y hablar por otro así que intenté enfocarme en la conversación aunque a Jane le llegase todo por duplicado.

    – [Jane]Los sueños también me llegan, pero la frecuencia es distinta.[/Jane] – comentó. O sea que podía decirme si Coquito estaba teniendo sueños cochinotes conmigo. Pero claro, no me lo iba a decir y no estaría bien que le preguntara, aunque probablemente ya supiera que se me había pasado por la cabeza. Mierda, odiaba la telepatía.

    – [Idris]No te envidio, ese poder es una putada.[/Idris] – confesé. Para el resto también, pero en el fondo nadie quería estar en la cabeza del resto de personas. Un 95% de las cosas que se me pasaban por la mente eran completas chorradas que prefería que nadie viera nunca y si el resto era mínimamente parecido, el poder nuevo de Jane le haría ver a la gente de distinta forma. – [Idris]Pero supongo que es como el oído, podrás aprender a apuntarlo a donde quieras.[/Idris] – comenté. Igual con esa nave cañera Henry podía construirle un ‘Cerebro’ o algo así, pero dudaba que Jane quisiera ir toda la vida con un casco.

    – [Jane]Eso espero.[/Jane]

    – [Idris]Por mi bien, espero que sí.[/Idris] – bromeé.

    – [Jane]Y por el mío. [/Jane]- respondió ella. No la vi porque era una persona formal con los ojos en la carretera, pero creo que sonrió.

    Al cabo de unos minutos paramos en el arcen y después de regar las plantas de secano que había por allí me pasé al asiento del copiloto mientras Jane cogía el volante.

    Me quedé dormido con la cabeza contra la ventanilla. Al cabo de lo que parecieron cinco segundos un bache me despertó, pero ya era de día, así que había dormido como mínimo unas cuantas horas. Me quité la saliva de la comisura de los labios, porque los héroes también babean, y me estiré para desentumecerme.

    Jane estaba frenando para dejar el coche donde pudiera. Tenía cara de cansada y que la calle estuviese llena de gente a la que ahora podía escuchar pensar no debía dejarla descansar mucho mejor. Pasamos la entrada de un cine donde estaban anunciadas unas cuantas películas de las que no había oído hablar pero que se parecían mucho a algunas que sí. Por ejemplo ‘La Princesa y el Pirata‘ que se daba un aire a ‘La Princesa Prometida‘.

    Miré hacia atrás y vi que Elle me devolvía una sonrisa. Debía llevar ya despierta un rato, no como Chloe que seguía dormitando.

    Mientras Jane buscaba un sitio moviéndose con cuidado entre aquellas carreteras llenas de locos al volante, me fijé en el cambio en la gente. Era todo extraño porque parecía sacado tal cual de las clásicas películas con las que había crecido, pero había una gran diferencia, todo el mundo, hombres y mujeres, iban acompañados de otra persona, un esclavo o esclava como en las otras ciudades.

    Ahí es donde empecé a ver que aún seguíamos en los ochenta. La mayor parte de los dúos eran hombre/mujer o viceversa, apenas se veían parejas del mismo sexo, solo una o dos y de lo que no había rastro era de parejas de distinto color de piel. Después de que Jane entrase por una callejuela, empecé a ver a parejas de color y las calles parecían más peligrosas, más guetto. Hice una señal a Jane y giró para salir de aquél barrio.

    Toda mi vida había estado entre dos mundos. Pese a vivir a medio siglo de ese tiempo, todavía había sentido los efectos del racismo, tanto por ser negro como por tener una madre blanca. Me llevó un tiempo ganarme la confianza de los chicos del barrio ‘Crown’, era demasiado rico, con una vida muy diferente a la suya. Lo que tardé en conseguir que entendieran es que no importaban las diferencias, si no las similitudes. Al final algunos de aquellos chicos y chicas se convirtieron en Drow. Les ayudé como pude a salir de una mala vida, de drogas y bandas que no les iban a ayudar. Pero no lo conseguí con todos y siempre se me encogía el pecho cuando pasaba por ‘Crown’ o escuchaba hablar de alguno de ellos, esperando siempre malas noticias.

    No me iba a volver positivo sobre el futuro viendo que en los 80 las cosas eran peores, pero sí que me tranquilizaba un poco, aunque hubiese mucho que mejorar. Todavía hacía poco tuve una larga discusión con los ‘Drow’, algunos no entendían que quisiera hacerme policía. En su vida la mayor parte de ellos habían sido enemigos, como si el mundo se hubiera vuelto al revés, atacados por los que debían defendernos.

    Pensaba hacer las cosas bien si conseguía ser negociador, pero eso era antes de todo esto. Ahora para cuando volviésemos a la Tierra ya habrían pasado meses, o quien sabe, años. Un tiempo que no podía justificar porque ninguno de ellos se creería la excusa. «Mire usted es que un agujero espaciotemporal me llevó a la otra punta de la galaxia para salvar unos mundos sumidos en diferentes épocas que encima son en nuestro pasado«. Con lo que me había costado decidirme, ahora tendría que buscarme otra cosa. Y peor aún, Elle había confiado en que lo iba a conseguir. Temía tanto desilusionarla que no me había atrevido a sacar el tema.

    – [Elle]¿Podemos parar? Me estoy haciendo pis[/Elle].- escuché decir a Elle con cuidado de no despertar a Chloe.

    – [Idris]Sí, pero con cuidado, todos hemos visto el Príncipe de Zamunda y esto parece Queens en los ochenta.[/Idris] – comenté. No penséis que me creía mejor por venir de una familia de dinero y aquél fuese un barrio con aspecto pobre. Había pasado mucho tiempo en zonas que otros solían evitar en Louna. La realidad era que gran parte de aquellos barrios se veían sumidos en la pobreza por el racismo y la falta de oportunidades que acababan generando como respuesta en los jóvenes recurrir al tráfico o las bandas para conseguir lo que les faltaba. Sí, había problemas en aquellos barrios, y había ayudado a algunos chicos y chicas a salir de ellos, pero por el camino me había encontrado a gente increíble, gente que ponía en valor lo que de verdad importaba en la vida, y no era el dinero.

    – [Elle]Si no encuentras ningún sitio en el que parar: lo hago detrás de un contenedor[/Elle]. – se notaba en la voz que iba apretada. No era raro, a ver, por cómo lo cuento parecerá que las ciudades estaban a tiro de piedra una de otra, pero no, había enormes carreteras que atravesaban la nada, a veces salpicada por uno o dos clubs nocturnos o algún pueblo con pinta de salir de una «slasher». Así que fueron horas entre cada ciudad. Lo que sí me hizo gracia es que según la brújula planar en todo momento fuimos en sentido de las agujas del reloj recorriendo el planeta, así que me pregunté si yendo al revés iríamos a barrios más atrás en el tiempo.

    – [Jane]No vas a hacer eso[/Jane].- sentenció Jane. Elle no replicó, llevaban tanto tiempo siendo amigas que ya se conocían de sobra.

    – [Idris]No te metas a la izquierda, hay demasiada policía.[/Idris] – dije al ver una comisaría con varios coches desplegados fuera. Sí, mi padre y mi padrino habían sido policías, pero estábamos en los 80 y prácticamente todo eran enemigos. Los policías podían darme una paliza por ‘negro’, los ‘negros’ por ir con ‘blancas’, los ‘blancos’ por lo mismo. Mira, podían unirse todos con un frente común de darme una paliza. Solté una risa y Jane desvió ligeramente la mirada, seguro que me había leído la mente. – [Idris]Mira ahí hay un estadio y el parking está casi vacío.[/Idris] – señalé. Había algunos coches aquí y allá pero no debía haber ningún evento porque eran muy pocos.

    Jane condujo con cuidado y aparcó el coche, bastante grande, perfectamente alineado en la plaza. Nos bajamos y Chloe se quedó durmiendo en el coche, así que yo me quedé vigilando mientras Elle echaba a correr hacia el estadio arrastrando con ella a Jane.

    Mientras esperaba, como venía de una generación que estaba acostumbrada a matar los tiempos muertos mirando el teléfono, me dio tiempo a memorizar todo lo que había a mi alrededor, hasta que vi un cartel en una farola y me acerqué, procurando no alejarme del coche donde estaba Chloe.

    Era el anuncio de un cantante famoso un tal ‘The King’. El póster se centraba en él mientras que en el fondo una silueta pálida estaba marcada como ‘The King’s Shadow’, sentada en el piano. «El maestro de la voz y su esclava, la mejor pianista del mundo tenebroso».

    Cuando volvieron seguía mirando el póster, Elle parecía más aliviada así que me imaginé que los baños del estadio estarían abiertos.

    – [Elle]Vaya sitio…[/Elle]- se quejó, mirando el póster que les había señalado.

    – [Idris]Aquí la esclavitud nunca se ha abolido para los no muertos.[/Idris] – habían pasado de esclavizar a los que tenían un color de piel diferente para hacerlo con los que no eran humanos. – [Idris]Noah dijo que era magia, ¿no? Nigromancia.[/Idris] – uno de los Daë era vampiro, pero el caso es que la muchacha del poster parecía una demonio de alguna raza muy humanoide.

    – [Jane]En este sitio vamos a tener problemas[/Jane].- sentenció Jane, preocupada.

    – [Idris]En todos. Hasta ahora me miraban más a mí. Ahora empezarán a fijarse en que no llevamos «sombras».[/Idris] – la idea se me acababa de cruzar por la mente y parecía tan obvia que no sabía cómo no lo había pensado antes. Todo el mundo tenía sus «sombras» pero nosotros no. Tardarían poco en hacerse preguntas.

    – [Elle]Tendremos que darnos prisa[/Elle].- dijo Elle.

    – [Idris]Por si acaso, yo haré de demonio.[/Idris] – dije, confiando en mi aspecto de elfo oscuro para camuflarme. – [Idris]Y una de vosotras.[/Idris] – añadí, estaba claro que pretendía ser el esclavo de Elle, pero pensar en eso hizo que mi mente hiciera click y miré a Jane esperando que no me estuviese leyendo.

    – [Chloe]Jane es la que más cara de muerta tiene[/Chloe]. – replicó Chloe recién levantada. Se notaba que necesitaba un café y en ese momento precisamente era ella la que más cara de muerta tenía.

    – [Jane]Eso no es verdad[/Jane].- replicó Jane cruzándose de brazos.

    – [Idris]En realidad te está llamando guapa, ¿no ves que voy a hacer yo también de muerto?[/Idris] – le sonreí, intentando que no la acuchillara allí mismo.

    – [Jane]Aún así no veo muchas parejas del mismo sexo ni de distinto tono de piel.[/Jane] – desde luego con Jane en el equipo no se nos iba a olvidar nada que pudiera salir mal. Sí, parecía que las relaciones con las sombras tenían bastante que ver con la sociedad. Aunque estuvieran casados y con familias, los hombres tenían mujeres sombra y las mujeres hombres. Apenas había dúos del mismo sexo ni interraciales.

    – [Elle]Tenemos que conseguir alguna pista de los Daë, pero no tenemos ni su nombre.[/Elle] – comentó Elle siendo práctica. Era nuestro principal problema, que no sabíamos ni por donde empezar. A esos Daë se les llamaba «Humana» y «Vampiro», ni siquiera los otros Daë sabían su nombre real aparentemente. Así que sí, estábamos jodidas, sin ninguna pista y con muchos kilómetros a las espaldas y ciudades muy grandes que recorrer.

    – [Idris]No tengo ni idea de por dónde empezar.[/Idris] – confesé. Pensar antes de hablar nunca había sido mi fuerte y ya sabéis que mi padre tenía un problema con la sinceridad que habíamos heredado sus hijos.

    – [Jane]Deberíamos movernos por los círculos de personas y ‘sombras’.[/Jane]- propuso Jane apoyándose en el coche.- [Jane]Pero será muy peligroso.[/Jane] – añadió masajeándose las sienes.

    – [Elle]¿Hace frío o es cosa mía?[/Elle] – Elle se cruzó los brazos para coger calor y vi el vaho colarse entre sus sonrojados labios. Los trajes que habían hecho Noah y Henry protegían un poco de la temperatura, pero tampoco podían hacer milagros. Yo no me había dado cuenta porque con mi poder venía la resistencia al frío. Si no, menuda diversión habría sido. Hola si, voy a hacer una bola de hielo, pum, las manos se te han congelado, lo sentimos, vamos a tener que cortártelas.

    – [Idris]No me había dado cuenta entre lo mío y el traje, pero sí. ¿Te doy calorcito?[/Idris] – le sonreí y ella me sonrió de vuelta con la misma complicidad que teníamos en los viejos tiempos. Por un momento me relajé pensando que todo volvía a la normalidad, al menos para estar en el otro mundo en los años ochenta con una telépata y la hija adulta de Ed y Lucy.

    – [Elle]No es mala idea, pero ya en serio, esto es raro.[/Elle]- respondió, aprovechando que Chloe se estaba despertando para coger unas chaquetas del asiento trasero que habíamos comprado en los 70. ¿Con qué dinero? Pues con el que había mangado Chloe por segunda vez en el bar del demonio. En realidad era justo, bastante nos había hecho el demonio del baile frenético. Aquello era la indemnización.

    – [Idris]Tenemos que buscar un sitio donde haya gente. ¿Qué hacía todo el mundo en los 80?[/Idris]

    – [Jane]En los ochenta las drogas estaban a la orden del día.[/Jane]- comentó Jane alzando una ceja. Desde que el frenesí del baile había estado a punto de tentarnos nos vigilaba con una mirada férrea.

    – [Idris]Estaba pensando en algo menos chungo.[/Idris] – dije tratando de tranquilizarla.

    – [Elle]También había muchas películas.[/Elle]- sugirió Elle.

    – [Idris]Bien pensado Coquito. Podemos buscar un cine y quizá allí puedas sintonizar algo.[/Idris] – la gente no iba a hablar con nosotros así como así, pero Jane podía tratar de sacar algo de información de lo que estaban pensando, si es que no se volvía loca habiendo tanta gente cerca.

    – [Chloe]Las películas de los ochenta están súper desfasadas. [/Chloe]- comentó Chloe saliendo del coche ya abrigada.

    – [Idris]Seguro que ninguna de las que hayas visto no es un remake o giro de tuerca de alguna peli del siglo XX.[/Idris] – todo el mundo sabía que las ideas originales habían muerto con la crisis del siglo XXI. Cuando era pequeño casi todo eran secuelas, continuaciones de sagas, adaptaciones de libros o juegos o remakes y con Infinity comprándolo casi todo, eso solo fue a peor.

    – [Chloe]El siglo XX está overrated. [/Chloe]- replicó chasqueando la lengua. Fingí mirarla mal pero al final me reí. Dudaba que en veinte años fuera a arreglarse la cosa, pero como ella era lo único que había conocido no echaría de menos otra cosa.

    – [Idris]Mira que me estabas empezando a caer bien.[/Idris] – me quejé mientras nos alejábamos del coche. Jane se había puesto el abrigo y yo me había colocado también el mío para disimular. Los bordes de la carretera estaban cubiertos de nieve sucia y se veía la escarcha en los charcos.

    – [Elle]Bueno, ¿cine entonces?[/Elle] – preguntó Elle.

    – [Idris]¿Pero podemos ver la peli? Esa de Robot Wars tiene buena pinta.[/Idris] – si, vale, que igual no teníamos tiempo para ver una película por aquello de salvar el mundo o los mundos o lo que fuera, pero si vosotros fuerais a un mundo del pasado lleno de películas de los ochenta que no hubiérais visto, ¿no estaríais tentados?

    Así que atravesámos las calles con cuidado, evitando a la policía y disimulando para parecer sombras. Imité a las que veía y me coloqué detrás de Coquito, sin quejarme demasiado por ver como se movía ese culazo delante de mí.

    Al pasar cerca de un puente vimos que debajo había varios bidones en llamas, con indigentes rodeándolos para mantenerse vivos. Suspiré resignado, no podíamos hacer mucho por aquella gente, solo seguir adelante, hasta que llegamos al cine. Como imaginábamos, estaba hasta arriba.

    La verdad es que pese a todo lo malo que estaba ocurriendo, cuando miré la marquesina de aquél cine clásico y sentí la mano de Elle aferrar la mía, disfruté como un niño.