Moondale

Etiqueta: Elliot pasando de todo

  • EL ALOCADO DÍA DE IDRIS

    IDRIS SOLO-NOVAK

    TARDE – LA KVASIR

    No me habría imaginado nunca que me iba a encontrar en la otra punta de la galaxia, en el pasado, futuro o vete a saber qué tiempo, con todos cambiados de cuerpos en una nave estrellada que nos servía de refugio. Y menos me habría imaginado que iba a resultar aburrido.

    Después del consejo de Xander de mantenernos por parejas con quien habíamos cambiado, me había pasado toda la tarde aburrido, sacándole conversación a Elliot, que prefería estar más entretenido leyendo un libro de su InfiniBand.

    Seguro que Xander lo había propuesto porque él había cambiado de cuerpo con Jane y ahora podían hacer ‘roleplay’ con cambio de cuerpos y todo tipo de fetiches y perversiones. Sabía que me engañaba, esas ideas retorcidas se me habrían ocurrido a mí estando cambiado con Elle, pero no, me había tocado cambiar de cuerpo con Elliot. Que no tenía nada de malo el chaval, aunque evidentemente, no era Coquito.

    – [Idris]Podemos ver la Patrulla Canina.[/Idris] – comenté. No es que tuviera mucho más descargado en la InfiniBand. Ya me había leído una cuarta parte de los cómics que tenía descargados en la Band, empezando por los más cutres, como el del crossover en el que los multiversos se están en peligro y hacen un grupo de Vengadores con uno de cada mundo: Batman, Capitán América, X-23, el Rey Mickey, Frozono y Lisa. No fue mi mejor elección pero la nostalgia y Frozono pudieron conmigo.

    – [Elliot]Eso es más de mi hermano.-[/Elliot] respondió, desviando la mirada del libro un segundo. Carraspeó al notarse la voz grave, no se había acostumbrado aún a una voz potente y vibrante como la mía.

    – [Idris]Pues ya me dirás algo porque noto como se me va la inspiración. Sin mi cuerpo no soy lo que era.[/Idris] – me eché hacia atrás en la cama de Elliot y observé el techo. Notaba como se me escapa el mojo, me estaba volviendo introspectivo y me costaba encontrar bromas. ¿En qué me estaba convirtiendo?

    – [Elliot]¿No se te hace raro? El no sentir nada.-[/Elliot] preguntó. Sonreí, aliviado, por fin algo de conversación.

    – [Idris]En realidad ahí fuera he bromeado contigo porque estoy cagado de miedo. No sé cómo puedes vivir con esto.[/Idris] – admití. Cada paso me ponía los pelos de punta. Estaba en manga corta y aunque llevaba parado un buen rato y veía que tenía la piel de gallina, no era capaz de sentirlo. En ese mismo instante, al tumbarme en la cama, ni siquiera había notado la suave comodidad de la sábana y el colchón debajo de mí.

    – [Elliot]Es lo único que he conocido. Estoy experimentando el frío por primera vez y me tiembla todo el cuerpo. ¿Es normal?-[/Elliot] – estaba confuso y me daba pena no estar a la altura para poder tranquilizarlo.

    – [Idris]Supongo que al final te acostumbras, apenas recuerdo tener frío pero puede que al principio sí.[/Idris] – respondí. El frío me afectaba menos, supongo que por algún poder secundario de mi propia habilidad. Pero para él que no lo había sentido nunca sería normal, era probable que tuviera mal cuerpo por el shock psicológico.

    – [Elliot]¿Qué ha podido pasar para que cambiemos de cuerpos? Jane me contó que de pequeño todos cambiasteis de cuerpo con vuestros padres por culpa del señor Edward.-[/Elliot] – me recordó. La situación era parecida pero diferente a la vez. La sensación era distinta y esta vez habíamos cambiado con los que estábamos más cerca, parecía, por aquel entonces había sido con nuestros padres en un intento de Edward de encontrar a Ezra.

    Me senté en una de las sillas/sofá, a su lado.

    – [Idris]Es verdad, yo fui mi madre. Todavía aparece el tío detrás de una esquina, ha estado escondido aquí desde que supo que su hija estaba cerca de Dante.[/Idris] – le di un golpe suave con el codo para ver si se reía, pero Elliot no tenía esa picardía como la que había tenido yo a su edad. Bueno, quizá nadie la había tenido. Reconozco que la pubertad me golpeó fuerte.

    Elliot no respondió y como no sabía llevar muy bien el silencio, decidí estirar un poco las piernas. Podía ir a la cocina a picar algo, ya se preocuparía él más tarde y de todas formas, era un chico delgado, tampoco es que le fuera a hacer mal.

    Cuando toqué el panel y abrí la puerta, medio atontado por la reclusión, tardé unos segundos en procesar lo que tenía delante de mí. Jane, o sea, Xander en el cuerpo de Jane, estaba tirado encima de Jane en su cuerpo, con la nariz enterrada en su cuello. Igual me equivocaba con las ideas perversas de cada uno.

    Cerré la puerta antes de que se dieran cuenta ellos o Elliot. – [Idris]Me lo he pensado mejor, aquí estamos bien, sin traumas y eso.[/Idris] – Elliot levantó la vista del libro y me miró sin entender nada. O puede que esa fuera mi cara habitual y parecía estar en la inopia.

    Esperé a que volviera a centrar la atención en la InfiniBand y me acerqué hasta la puerta para conectar la pantalla que mostraba lo que se veía fuera, mucho más útil que esas cutres «mirillas» en las que todo estaba nublado. Ahora estaban sentados juntos y mucho más vestidos de lo que había imaginado. Xander, o sea, Jane, parecía estar consolándole. Te entiendo hermano. Una cosa es que te guste la otra persona y otra que no vayas a tener un bajón al tratar de liarte con tu propio cuerpo. Pero también era una desgracia que les hubiera dado por intimar ahora que las cosas estaban tan raras.

    Me acerqué a la ventana y me senté en un pequeño…como se llama, el alféizar que es por dentro, bueno, en el hueco de la ventana. El cielo estaba empezando a tornarse gris y tenía pinta de oscurecerse más pronto. En mi cuerpo las cosas habrían sido diferentes, habría notado el cambio de temperatura enseguida gracias a mi poder. Y también habría visto gracias a mi vista de elfo oscuro, que cuatro figuras a las que no conocía corrían hacia la nave, seguidos de una más alejada.

    Volví a tratar de sacar conversación a Elliot con un tema universal, el tiempo. – [Idris]¿No has notado el cambio de…?[/Idris] – no pude terminar la frase, claro, ni siquiera sé lo que pasó con mi cuerpo, porque de pronto sentí cómo me arrastraban y aparecía en otro lugar y oh sí, con mi cuerpo.

    Esto ya os lo sabréis porque seguro que Xander lo ha contado al detalle, pero usando el poder de Jane me había arrastrado a la mente de Coquito para que dejara de ser tan salvaje. Allí disfruté de un rato de esparcimiento en mi propio cuerpo, un merecido chocolate y una sonrisa bobalicona instalada de forma perenne en mi cara al ver a Ellie. Dios, sentía que hacía meses que no roleaba…hablaba con ella.

    Cuando decidimos volver a enfrentarnos a la dura realidad, Xander nos envió de vuelta. Lo primero que pensé al abrir los ojos y ver mi cara mirándome fue que por qué no habríamos aprovechado para tener un rato «agradable» allí dentro. Tampoco hacía falta todos juntos, que Xander y Elle eran hermanos y la cosa se ponía rollo Alabama, pero Coquito tenía algunos cuartos en su cabaña muy aprovechables.

    – [Elliot]¿Te encuentras bien? Pensaba que te habías muerto en mi cuerpo.-[/Elliot] preguntó. Jane tenía razón, a su hermano no se le veía muy nervioso, solo un poco, teniendo en cuenta que pensaba que me había MUERTO en su cuerpo. Si hubiera sido solo que me hubiese cagado encima en su cuerpo habría entendido sus ligeros nervios.

    – [Idris]Sí, lo normal, Xander en el cuerpo de tu hermana ha usado su poder para meterme en la mente de Elle que ahora es una licántropa en el cuerpo de Ezra.[/Idris] – resumí ante su mirada atónita. Se le veía preocupado, me observaba fijamente, repasando mi cuerpo, su cuerpo. –  [Idris]Tranquilo, no se me han soltado los esfínteres.[/Idris]- bromeé. Al final resultó que el repaso era porque no había podido sujetarme a tiempo y caí al suelo. Como no podía sentirlo, no sabía si tenía ningún dolor, así que me senté y me estuvo repasando unos minutos para asegurarse de que no había ninguna herida oculta.

    – [Elliot]¿Deberíamos ir a ver como están los demás?[/Elliot] – sugirió.

    Me levanté y fuimos hasta la puerta juntos.  – [Idris]Sí, total, ¿qué más puede pasar?[/Idris] – mi bocaza siempre va por delante, así que cuando íbamos a cruzar la puerta se cerró automáticamente y se encendieron unas luces rojas muy poco tranquilizadoras. – [Idris]Mierda Elliot, para qué dices nada.[/Idris]

    Él me miró, sin saber qué decir, así que le di un leve codazo que iba dirigido a las costillas pero con nuestra diferencia de altura se quedó casi en la cintura, para que supiera que bromeaba. Aquí el gafe parecía yo, así que tocaba buscar la forma de salir de ahí, porque no pensaba quedarme todo el día volviendo a leer a Mickey con la  llave espada y el escudo del Capitán América.

    Nos pasamos un rato probando combinaciones en el teclado, tanto Elliot como yo. Fuera se escuchaban ecos de ruido lejano. Bastante, debía ser. Nos quedamos pensando y de pronto, la puerta se abrió sola de nuevo y las luces de emergencia se apagaron. Alguien más lo había arreglado mientras estábamos encerrados sin poder hacer nada. – [Idris]¿En serio? ¿Por qué nunca me dejáis ser el héroe?[/Idris] – me quejé. Miré a Elliot y salimos de la habitación.

  • NUESTRA SEGUNDA OPORTUNIDAD

    Rebecca – Casa de los Williams

    Noche

    Dejé de escribir en estos diarios cuando me separé de Dom y, por consiguiente, de los Moondies. No me parecía justo obligar a nadie a elegir bando y yo decidí por todos. La decisión de separarnos también fue unilateral, porque me cansé de discutir con Dominic sobre si lo mejor para Elliot era intentar curarse o aprender a vivir con su condición. Si no hubiera sido tan obstinada, si no me hubiera empeñado en luchar contra la propia naturaleza de mi hijo menor, quizás mi hija no me odiaría ahora mismo. O quizás sí, porque Jane Jessica se parece demasiado a mí y los polos iguales se repelen.

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