Moondale

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  • UNA HERIDA SANGRANTE

    XANDER ECHOLLS

    PICO TANTREE – NOCHE

    El día había llegado y con él, el peso del mundo empezaba a recaer sobre mis hombros. Nunca sabría cómo había sido capaz de sobrellevarlo mi madre. Me sentía responsable de todas y cada una de las personas que habían ido allí conmigo, por no mencionar del conflicto con los demás, que seguramente apareciesen para evitar nuestro plan. La realidad de salvar al mundo era más difícil de lo que vendía la ficción.

    Caminaba en silencio por el sendero de la montaña que llevaba al lago subterráneo del Pico Tantree. Era una suerte que por la noche y con el frío otoñal que ya empezaba a notarse, no hubiese gente en los alrededores.

    Miré a los demás, que iban siguiendo la marcha hablando entre ellos, todos cargados con mochilas aunque algunos las llevaban demasiado ligeras mientras que la mía era una de las más grandes, solo superada por la de Elle. Si la tía Diana leyera eso último…

    – [Lexie]Odio esto. Odio salvar el mundo. Yo tendría que estar en mi casa haciéndome las uñas. [/Lexie]- se quejó Lexie por enésima vez. Había estado tan desconectado del mundo real planificando todo esto que me había resultado sorprendente ver allí a Allie, la amiga de Noah, solo para descubrir que era la hija de Karen y Fenris, que también era Lexie y que era una tanuki con múltiples caras. Eso para quien crea haberlo visto todo.

    – [Idris]Si no salvamos el mundo nadie hará pintauñas. [/Idris]- le replicó Idris. Gracias a él habíamos conseguido tres de los discos. Ya solo faltaban los que tenían Noah, Leo, Jane y Kaylee, junto con el del tío Ed, que imaginábamos que también tendrían.

    – [Owen]Yo también, pero es como dice Idris.-[/Owen] se unió Owen. Me vino a la mente una imagen de Owen en plena moda Lounie.

    – [Lexie]Te las puedo pintar yo. Llevo unos cuantos esmaltes en la mochila.[/Lexie]- aseguró con orgullo. Ya me los imaginaba sentándose allí a punto de arriesgar sus vidas para salvar el mundo pero con las uñas perfectas.

    – [Xander]Hablando de eso, ¿lleváis todo lo que podáis necesitar?[/Xander] – pregunté. Yo me había asegurado de echar ropa limpia y todos los artículos de supervivencia que había podido imaginar, además de mi espada, Ocaso..

    – [Amy]Menos charla y más andar.[/Amy] – nos apremió Amy, que lideraba la marcha. Parecía estar muy cómoda en un lugar tan cercano a la naturaleza y con una brisa tan fresca. Sabía que debía estar concentrada para no ceder a los impulsos de la luna llena.

    Elle se puso a mi altura. Solté un paquete alargado que llevaba enganchado a un lateral de la mochila y se lo tendí. Su mochila era enorme, pero era la que mejor podía cargar con ello, especialmente desde que había empezado a entrenar con el tío Ed.

    Ella lo abrió un poco y vio el mango de su espada, Albor.- [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió con una sonrisa. La pobre se había encargado de cargar con tiendas de campaña y un montón de cosas necesarias y me imaginé que se habría olvidado de llevar algo para protegerse.

    – [Xander]Yo también llevo la mía. [/Xander]- le dije. Papá nos las había dado cuando fuimos mayores de edad. Para él era muy importante que estuviéramos juntos porque él había perdido su infancia con la tía Cara.

    – [Owen]Oye, gracias por salvarme de la versión maligna de mi hermana.-[/Owen] – escuché decir a Owen, acercándose a la altura de mi prima.

    – [Amy]Nada.[/Amy]- respondió ella, mirando fijamente sus pies. La había notado algo más inquieta con Owen que en su día. Desde el principio no le había sorprendido mi idea de usar las Pruebas, así que debía haber visto algo, quizá algo que le incluyese a él.

    – [Idris]¿Han puesto el sitio este más lejos? [/Idris]- escuché quejarse a Idris, que llevaba puesta la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en modo altavoces de su InfiniBand.

    – [Amy]Ya he dicho antes que menos hablar y más andar.[/Amy]- le recordó, apurando el paso y dejando a Owen atrás.

    – [Idris]A alguien Le sienta mal la luna llena [/Idris]- replicó Idris. Miré a Ezra, que iba también de los primeros y le vi concentrado, parecía estar costándole bastante contenerse.

    – [Cole]Hay más calor en el sitio al que vamos.[/Cole] – dijo Cole de pronto. Me paré un instante a pensar en lo que acababa de decir. Cole y yo nunca nos habíamos llevado especialmente bien de pequeños, era el típico niño al que te dirían que no te acerques, salvo que mis padres no eran así. Por suerte había vuelto cambiado, muy cambiado.

    – [Lexie]No sé qué hago aquí si no entiendo lo que dice el místico este ni soy amiga de nadie.[/Lexie]- se quejó de nuevo Lexie.

    – [Cole]Gente. [/Cole]- le explicó con calma. Cole tenía una variación del poder de su padre respecto a la energía, básicamente era una batería viviente y era capaz de detectar fuentes de energía. – [Cole] Y me caes bien. [/Cole]- añadió.

    – [Ezra]No me gusta el calor-[/Ezra]  comentó Ezra, a destiempo. Se notaba que estaba lidiando con el licántropo pugnando por salir.

    – [Idris]¿No es mejor que el frío Capi? [/Idris]- le preguntó Idris. Vaya, me habría gustado ser el Capitán América, pero hay que reconocer que la forma de encontrar a Ezra se lo adjudicaba perfectamente.

    – [Lexie]Y tú estás muy bueno. [/Lexie]- replicó Lexie, por encima de Idris.

    Cole le devolvió la sonrisa y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad por Noah. A lo largo de la caminata Elle se había encargado de explicarme que Noah y Lexie se habían peleado porque bueno, él no sabía que Lexie y Allie eran la misma persona.

    – [Idris]Villiers que te vigilo. [/Idris]- sentenció Idris.

    Continuamos durante algo más de un cuarto de hora y finalmente llegamos al final del camino. Allí, cerca del cartel del Lago Marmalade, estaban Jane, Nate, Kaylee, Noah, su amigo Niall, Leo, Michael, Sophie y Laura, la amiga de Henry.

    – [Owen]Bueno. La cagamos.[/Owen] – resumió Owen. Caminamos lentamente hasta colocarnos frente a ellos. Estaban en inferioridad numérica, pero evidentemente no íbamos a dejar que las cosas llegasen a ese extremo. Esto no iba a ser como cuando dos superhéroes se cruzan en los cómics.

    – [Jane]Te dije que no iba a permitir que te pasara nada.[/Jane]- respondió Jane, mirándonos fijamente. Nuestras miradas se cruzaron un instante, pero la apartó.

    – [Owen]Un poco excesivo, ¿no crees?[/Owen] – respondió su hermano.

    – [Xander]Solo hemos venido a pasear un grupo de amiguitos.[/Xander] – respondí, haciendo énfasis en lo de «amiguitos». Sí, quizá me había sentado un poco mal.

    – [Henry]Sí, vamos de acampada.-[/Henry] añadió Henry.

    – [Laura]Si no llega a ser por Jane, no me entero de que estás aquí.[/Laura] – espetó Laura. No había tenido demasiado trato con ella pero sabía que con Jane sí, además de evidentemente, con Henry y Sophie, que también venían de la isla. Supuse que Jane no había dudado en buscar apoyos.

    – [Jane]Estáis siendo ridículos e inconscientes.[/Jane]- espetó, cruzándose de brazos.- [Jane]Spoiler: no sois los Moondies.[/Jane] – sabía dónde dar si se lo proponía. El estigma de nuestros padres siempre iba a estar presente en nosotros. Ellos eran un grupo, nosotros apenas nos manteníamos juntos y a la vista estaba que no estábamos todos de acuerdo.

    – [Ezra]Los Moondies tampoco lo eran cuando empezaron.-[/Ezra] – replicó. Le miré, es extraño no crecer con alguien y saber que es tu primo. El tío Ed siempre había estado muy cerca de nosotros y en ese momento, por primera vez desde que le conocí, me había recordado mucho a él.

    Por el rabillo del ojo vi a Noah mirando a Lexie. Mi primo no conseguía decir nada, apenas mantenía la mirada.

    – [Kaylee]¿Sabéis por qué me llamo Kaylee?[/Kaylee] – preguntó mi prima. Verla así,  llena de tanta seguridad, decidida a detenernos, no pudo más que alegrarme por ser consciente de sus renovadas fuerzas. Habría preferido que esa fuerza estuviera de mi lado, pero no podía más que estar contento porque esta situación le hubiera dado un motivo para dar un paso al frente.

    – [Ezra]Lo sé perfectamente. Por eso hacemos esto.-[/Ezra] dijo la fuerte voz de Ezra. Él sabía mejor que nadie la historia de Kaylee. Aunque la tía Lucy no hablase mucho de eso, todo el mundo lo sabía, y quizá en el futuro de Ezra sí lo había hecho.

    – [Xander]No va a morir nadie. [/Xander]- le respondí. Si alguien tenía que hacerlo, sería yo. Esta había sido mi  idea y el coste de llevarla a cabo sería mío. Pero sinceramente, no me apetecía dar mi vida así como así y esto iba a resolverse con todo el mundo a salvo.

    – [Kaylee]¿Te atreves a garantizarlo?[/Kaylee] – insistió Kaylee. Sabía que tenía pocas pruebas que darle más allá de mi voluntad y unos estudios que no garantizaban ni siquiera que el portal se abriese.

    – [Leo]No va a morir nadie porque no vais a ninguna parte.[/Leo] – escuché decir a mi primo. Su voz resonó también con fuerza, me pregunté si sería por la luna llena y el licántropo que trataban de contener.

    Iba a responderle, pero Elle se colocó entre los dos grupos. – [Elle]Vale, ya.[/Elle]- pidió, haciendo señas. – [Elle]Fin. Escuchadme: estamos aquí porque si no detenemos a Omega, podemos acabar como Mia.[/Elle]- explicó. Su mirada fue hacia Dante y Cole a modo de disculpa por mencionar a su madre. La mía la siguió. Cole parecía sereno y decidido, emanaba un aura de tranquilidad. Sin embargo Dante tenía una cara de enfado que no veía desde un tiempo después de venirse a vivir con nosotros. Se le había reabierto una vieja herida que dolía ahora más que nunca. – [Elle]Es la única opción que tenemos contra ella. La única.[/Elle]- suspiró mi hermana, resignada. Elle odiaba los enfrentamientos, sin por ella fuera todo el mundo se llevaría bien. Era una energía que se contagiaba y daba esperanza en los peores momentos. Se notaba que estando divididos lo estaba pasando mal.- [Elle]Es tan poderosa que yo misma podría ser ella en este momento.[/Elle] – añadió. Desconocíamos el alcance de los poderes de Omega, excepto los que había mostrado. – [Elle]No hemos venido a fastidiar, ni de fiesta. Hemos venido a salvar el mundo y a salvarte a ti, Jane.[/Elle] – añadió, mirándola fijamente.

    – [Noah]Lo siento, pero no podemos permitirlo. [/Noah]- escuché decir a mi primo. Con Noah no había tiempo de reacción. Apenas pude moverme del sitio cuando Noah apareció frente a nosotros, con todos los discos en su mano.

    – [Lexie]Te dije hace mucho que no te fiaras del mapache, Noah.[/Lexie] – dijo Lexie en voz alta. Noah ató cabos rápidamente. Miró sus manos y la ilusión de los discos se desvaneció, mostrando tan solo unas piedras.

    – [Noah]No sabes lo que está en juego. [/Noah]- replicó, mirándola, enfadado. No habíamos tenido un plan útil contra Noah hasta que ella se unió a nosotros.

    Las miradas estaban fijas en Noah, por si volvía a intentarlo, pero capté a Kaylee y Sophie mirarse entre sí y empezar a murmurar unas palabras. – [Kaylee] Ahora, Noah.[/Kaylee] – El disco de mi madre salió del bolsillo interior de mi chaqueta y flotó hacia ellos. Lo agarré rápidamente, pero se escapó entre mis dedos. Mi prima había vuelto a recuperar una parte de sí misma que siempre se le había dado muy bien.

    Estábamos perdiendo, pero no podía más que elogiar el plan. Noah recogió los discos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo, pero se detuvo mirando hacia un punto alejado de nosotros. Seguí su mirada y vi que un disco salía de entre unos arbustos. Noah lo recogió también y en un parpadeo apareció ante nosotros con tres invitados inesperados: Bowie, Vera, Elliot y Tina. – [Noah]Habéis estado a punto de arrastrarlos con vosotros[/Noah] – por mucho que me sorprendiera ver a Tina allí, que nunca había estado interesada en lo sobrenatural y por eso siempre parecía pasar por alto lo extraño que sucedía a su alrededor, ver a Vera, Bowie y Elliot me dejó helado. Con ellos allí no podíamos correr riesgos.

    – [Amy]No venían con nosotros.[/Amy]- replicó Amy con una voz intensa que parecía instar a seguir sus órdenes. Miró a su hermana, orgullosa. Mis primas MacLeod compartían todas una vena rebelde que no me quedaba claro de quién venía, aunque quizá fuese tan marcada porque venía de los dos.

    – [Jane]¿Elliot? Pero si tú eras el único normal de la familia…[/Jane] – dijo Jane, visiblemente preocupada. Si había entrado en todo esto para proteger a Owen, con Elliot allí estaría muy afectada. Todo en mí me pedía hablarle, pero no lo conseguía.

    – [Xander]Bowie, no deberías estar aquí.[/Xander] – le recordé a mi hermana pequeña. Físicamente era una adulta, pero aún le faltaba mucho para poder valerse por sí misma en el mundo exterior, más aún para estar en un lugar tan peligroso como ese.

    – [Bowie]Tus posibilidades de morir son más altas que las mías y más si tenemos en cuenta que está Jane aquí y…[/Bowie]- Elle corrió a taparle la boca. No necesitábamos un análisis estadístico de las probabilidades de morir con todos aquellos inocentes allí. Teníamos que irnos.

    – [Noah]Ya no hay problema, porque me llevo esto.[/Noah]- Noah tenía todos los discos en una bolsa, seguramente también los de los que iban con él para no correr riesgos. Desapareció y supe que se los llevaría lejos, escondidos hasta que pasara la luna de sangre.

    Pero un segundo después escuché un ruido. Miré hacia atrás y vi que Noah se había detenido. Fue apareciendo en distintos puntos a nuestro alrededor, como si algo evitase que se fuera. Miré a Lexie.

    – [Lexie]Esta vez no he sido yo.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Es como… La telekinesis de Dom. [/Noah]- explicó Noah, con cara de terror. Eso solo podía significar…

    Tina se apartó de Vera, Elliot y Bowie y sonrió de una forma en la que jamás la había visto sonreír.- [Omega]Hola, Elliot.[/Omega] – saludó al pequeño de los Williams.

    – [Idris]¿Esa chica siempre ha sonreído como una psico? [/Idris]- preguntó Idris. Él nunca había tratado demasiado con Tina, especialmente desde empezó a estar más distanciada poco después del cumpleaños de los gemelos. Había vuelto hacía unos meses y el secreto que llevábamos guardando toda la vida con ella se desveló cuando ella confesó que también tenía poderes. ¿Todo este tiempo había sido Omega?

    – [Omega]Desde hace unos meses.[/Omega]- respondió, sonriente. Temí por Tina.

    – [Idris]Al menos no te has marcado un Luke y Leia. It’s something.[/Idris] – bromeó Idris, seguramente tratando de ayudar a que no nos quedásemos allí paralizados.

    – [Kaylee]¿Qué has hecho con Tina? [/Kaylee] – preguntó Kaylee. Una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

    – [Omega] Tina se fue y… no volvió.[/Omega] – sonrió de manera perversa y no supe que sentir. Quería odiarla, quería vengarme, quería tomarme la justicia en mi mano, pero seguía teniendo la cara de Jane. No podía odiar esa cara.

    Mi mente bloqueó lo de Tina, volvería con fuerza cuando hubiese un momento de calma, pero en ese instante lo más importante era que consiguiéramos salir con vida de allí. Omega debía haber esperado a que nos reuniéramos todos para conseguir todos nuestros poderes. Se lo habíamos puesto en bandeja de plata.

    Un destello emanó de la bolsa que llevaba Noah. La luna empezaba a alzarse, roja y amenazante, iluminando la escena.

    – [Omega]Podría haber sido cualquiera, incluso Jane.[/Omega]- se jactó, mirándonos. Estaba tranquila, jugaba con nosotros porque podía, porque lo disfrutaba.- [Omega]La última vez Xander estuvo encantado.[/Omega] – espetó. Me quedé quieto, no podía mirar a Jane a la cara. Había evitado hablar de lo que pasó, había tratado de rechazar y enviar a mi subconsciente el beso que habíamos compartido y las esperanzas que había tenido momentáneamente.

    Analicé la zona buscando qué hacer, buscando una salida. Los discos brillaban y todo el mundo estaba quieto, hasta que dejó de estarlo. Dante fue el primero en abalanzarse sobre ella, impulsándose con sus alas para golpearla. Ella ni siquiera se movió. Se giró hacia él y en el último momento usó el poder de su padre para lanzarle contra una roca. Contuve la respiración hasta que le vi moverse.

    – [Omega]Dejad de intentarlo, en serio.[/Omega] – sonrió. Un licántropo cubierto de plata se lanzó sobre ella y le hizo un corte a lo largo de la garganta.Ni siquiera tuve tiempo a tener esperanzas de que Leo hubiese acabado con el problema, porque Omega no perdió la sonrisa y su herida se cerró en segundos. Tenía el poder de regenerarse, Noah tenía razón.

    Leo dudó un segundo, confuso. Ella no, alzó su mano y le aferró por la garganta. Su puño se convirtió también en plata y elevó a Leo en el aire. Trató de moverse y liberarse, pero ella no le soltaba.

    – [Noah]Leo, no. [/Noah] – Noah se transformó en Rakkthathor a la velocidad del rayo y cargó contra ella, pero no consiguió moverla del sitio y del choque, la bolsa con los discos salió despedida y se desperdigaron contra el suelo, brillando cada vez con mayor intensidad. Pero al menos consiguió que soltase a Leo, que abandonó su cuerpo de plata para respirar con dificultad.

    Llamas, hielo, luz, oscuridad, magia y todo tipo de fuerzas se unieron contra ella, que no cedía y ni siquiera daba atisbos de estar cansada o esforzándose. No la venceríamos con nuestros poderes. No estábamos entrenados para trabajar en equipo y Omega se había criado como cazadora de potenciados. Veía perfectamente las debilidades entre nosotros y la falta de compenetración y la aprovechaba.

    Jane, Michael y algunos de los que menos poderes ofensivos tenían, estaban apartados, tratando de proteger a Bowie, Elliot y Vera. No había otra opción, era nuestra única salida, así que corrí hacia los discos y los fui reuniendo.

    Corría tan rápido que mi cuerpo parecía moverse por instinto. La piedra me rasgaba la piel de las manos y la sangre se mezclaba con el polvo. Cuando conseguí reunir todos los discos, brillaron intensamente y un rayo salió disparado hacia el lago Marmalade.

    – [Xander]El portal está abierto, es nuestra única oportunidad.[/Xander] – les dije, señalando el lago. No podíamos hacer otra cosa que correr y encomendarnos al destino.

    Noah consiguió alejar a Omega de nosotros y echamos a correr todos juntos. Estábamos ya cerca de saltar cuando ella se colocó frente a nosotros lanzando a un Noah en forma humana que por suerte respiraba.

    Omega sonrió y se preparó para acabar con nosotros. Los discos brillaban. La luna se alzaba como una herida sangrante en el cielo. Y entonces nos desvanecimos.

  • LA SOLEDAD COMO ALGO COMUN

    Elliot Williams – Casa de los Williams

    Noche

    La fiesta de Jane y Owen se vio brevemente interrumpida. Típico  de los Williams, dando la nota siempre allá donde vamos, como todas las familias supongo. Por un lado quería que se arreglaran las cosas, que mi padre y mi madre volvieran juntos, después de todo estaban separados por mi culpa. Pero por otro lado no quería que Jane siguiera sufriendo por ellos.

    Todo el mundo estaba comentando lo que estaba ocurriendo dentro de casa y no quería convertirme en el centro de atención. No podía hacerme invisible aunque a veces lo parecieráa, así que podía esconderme dentro de la piscina o sacar la carne de la barbacoa antes de que se quemara. Opte por lo segundo.

    Me la estaba jugando dando la vuelta a la carne, solo con el calor que desprendían las brasas podía quemarme sin notarlo. Por lo general ni siquiera me dejaban usar los cuchillos de la cocina.

    – [Tina]Deja, ya saco yo la carne[/Tina].- Se ofreció Tina quitándome las pinzas de la mano. Le dio un par de vueltas para terminar de hacerlas y se preparo para sacarlas.

    – [Elliot]Gracias.-[/Elliot] Para no salir corriendo me quede allí a su lado poniéndole el plato para que fuera sacando toda la carne. Owen tenía un serio problema con la carne.

    – [Tina]¿Tus padres no estaban divorciados?[/Tina]- Deje el plato de carne en la mesa y Tina cogió una de las bebidas previamente enfriadas por Idris con el simple toque de un dedo. Si os lo estáis preguntando si, tampoco noto si un alimento está demasiado frio o demasiado caliente cuando lo ingiero.

    – [Elliot]Es lo que suele pensar la gente. Se separaron, pero nunca se llegaron a divorciar.-[/Elliot] En la época que mis padres se separaron mi madre se dedico a ver de nuevo una de sus series favoritas, y yo la vi con ella. En dicha serie dos de sus personajes se daban un descanso entre ellos.

    – [Tina]Jo, pues están recuperando bien el tiempo[/Tina].- Añadió riendo e inmediatamente intente sacar de mi cabeza la idea de mis padres intimando.

    – [Elliot]Poco les va a durar. Jane los va a matar.-[/Elliot] A Tina le hizo gracia el comentario, debió tomarlo a broma, cosa que no solía hacer.

    –  [Tina]Tu hermana es muy seria[/Tina].- Dijo acercándose a mí en voz baja. Era lo más cerca que había tenido a una chica obviando a Jane y Vera. -[Tina]Demasiado[/Tina].

    – [Elliot]Ha pasado por mucho… como todos.-[/Elliot] Recordé que Tina no tenía ni idea de lo que le rodeaba. Para ellas las alas que llevaba Dante no eran más que una prenda decorativa que le recordaría a su madre.

    – [Tina]Claro, has debido tener una vida muy dura[/Tina].- Añadió ella asintiendo de forma sarcástica.

    – [Elliot]No te haces una idea.-[/Elliot] Nos sentamos al borde de la piscina, debía de estar helada porque Tina hizo un par de muecas con la cara.

    – [Tina]Anda ya[/Tina].- Chocamos los hombros y nos balanceamos al compas unos segundos. – [Tina]Mis padres me compraron y me paso la vida sola.[/Tina]- Agacho la cabeza y movió los pies jugueteando con el agua. Recuerdo que Tina era popular en el instituto como Kaylee y Owen, pero resulta que teníamos la soledad como algo común.  –[Tina] Supera eso.[/Tina]

    – [Elliot]Soy incapaz de sentir nada físicamente. Podría quemarme con la barbacoa y no notarlo. Cortarme con algo y no sentirlo.-[/Elliot] Solté de golpe. Era la primera vez que me sinceraba con alguien ajeno al grupo de los moondies, supongo que nos estábamos sincerando entre ambos.

    – [Tina]¿Si te besan tampoco lo sientes?.-[/Tina] Pregunto observando su reflejo en el agua. Observe el mío, tenía las mejillas encendidas, rojas como un tomate.

    – [Elliot]Eh… no.-[/Elliot] Respondí nervioso con la voz entrecortada y un nudo en la garganta.

    – [Tina]¿Cuántos años tienes?.-[/Tina] Volvió a preguntar con la mirada perdida en el agua, parecía triste.

    – [Elliot]Casi 18…-[/Elliot] Respondí.

    – [Tina]Eso suena a que tienes diecisiete.-[/Tina] Dijo forzando una medio sonrisa.

    – [Elliot]Si, bueno. Pero cumplo 18 en Octubre.-[/Elliot] No sé porque me estaba defendiendo, supongo que estaba cansado de que todo el mundo pensará en mí como un niño pequeño.

    – [Tina]Estamos en junio.-[/Tina] Fijo sus ojos castaños en mí, como si me viera por primera vez. [Tina]- Eres menor aún.[/Tina]

    – [Elliot]¿A qué viene tanto interés por mi edad?.-[/Elliot] Le pregunte extrañado. Ella se recogió un poco el pelo y mordisqueo la pajita de su refresco con una sonrisilla.

    – [Tina]No quiero que me metan en la cárcel por besarte.[/Tina]- No pude evitar fijarme en sus labios ligeramente rosados sin pintalabios.

    – [Elliot]¿Qué?.-[/Elliot] Balbucee. Tina me guiño un ojo y se levanto para volver con el resto a la fiesta. Yo tarde un ratos más en volver intentando asimilar lo que me acababa de decir. Pensando si era una broma como todo el mundo solía hacer. O si realmente una chica guapa y popular queria besar al raro del grupo.

  • EN EL PUNTO DE PARTIDA

    Jane – ‘Hannibal’s

    Mediodía

    Era el día de nuestro cumpleaños y como regalo, mi padre, además de su tradicional estuche de colonia, nos había invitado a comer al ‘Hannibal’s’. No voy a decir que estuviese muy emocionada por la idea, porque sería mentir como una bellaca, pero a mi papi le encantaba aquel sitio porque le recordaba cuando todavía éramos una familia y bueno, las patatas con tres salsas estaban ricas, aunque el sitio se hubiera pasado de moda antes de estarlo siquiera.

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  • EL DOLOR NO ES SOLO FISICO

    Elliot Williams – Casa de los Williams

    Tarde

    Si he tardado tanto tiempo en empezar mi diario es porque no tengo nada especial que contar. Solo soy un chico normal como tú, o tal vez no como tú, seguramente cualquiera que lea esto tendrá alguna clase de habilidad sorprendente. Nunca salvare al mundo como mi padres y sus amigos o seré tan guay como Owen, Jane y el resto de hijos de los Moondies. Solo soy… Elliot.

    Siempre me ha interesado la historia desde pequeño, no eran ansias de conocimiento, era buscar respuestas a porque era diferente a mi padre y Owen, porque no era un Aesir como ellos. Al final llegue a la conclusión de que Owen lo era gracias a Jane, mientras que lo mío fue más bien un instinto de supervivencia para contrarrestar la habilidad de mi madre.

    Ser incapaz de sentir tiene algunas ventajas. Soy capaz de tocar la batería bastante bien y darle el tempo que tanto ansiaba al personaje de J.K. Simmons en Whiplash. Tengo una mayor resistencia ya que prácticamente no me canso y sin duda se encajar un golpe. Creedme, he recibido unos cuantos.

    Por lo contrario soy incapaz de sentir el calor. El frio. El cómo se siente el viento más allá de cómo lo percibe la gente a mí alrededor. La percepción de los objetos, cargar con algo y no ser consciente de que lo tienes. Aprender a escribir fue una odisea.

    Desde pequeño siempre he sido el raro, aquel del que reírse por lo bajo o huir en cuanto me ven. En preescolar jugando con el resto de niños tropecé y me disloque el brazo. Seguí jugando como si nada, hasta que los demás comenzaron a gritar y huir asustados. Ese fue el principio.

    Que sea incapaz de sentir nada físicamente no implica que no sea capaz de percibirlo mentalmente. Como he dicho soy capaz de encajar una paliza o que me tiren bolas de papel en clase o por los pasillos. Sin embargo que se rían de mi, los insultos, los cuchicheos. En mi caso duelen más las palabras que los golpes.

    Por suerte estoy rodeado de gente maravillosa. A pesar de los problemas, tanto mi madre como mi padre muestras su cariño hacia mí, ambos de manera completamente diferente. Cuando compartíamos centro, Jane y Owen siempre me defendían de los abusones. Y compartir clases con Vera siempre ha sido de gran ayuda.

    Vera es una de esas personas a la que me gusta observar, y no de un modo depravado como estaréis pensando. Me gusta ver como el viento juega con su pelo. Como entrecierra los ojos cuando observamos las nubes y el sol le molesta. Básicamente me gusta ver como ella percibe el mundo desde una manera que yo soy completamente incapaz de percibir.

    Hace unas horas escuche sobre un hechizo de sinceridad que había afectado a algunas personas. Ese hechizo en concreto había conseguido que Jane y Owen volvieran a hablarse y arreglaran esos problemas que llevaban años separándolos. Me alegre por ellos. Me hubiese gustado haber estado bajo ese hechizo también, sincerarme sobre un par de cosas. Pero por el momento creo que solo iba a hacer una de ellas.

    Baje las escaleras con cuidado, ya que uno de los tablones estaba suelto y el día menos pensado me partía el cuello. Mi madre estaba en el salón rodeada de libros estudiando. Me gustaba pensar que había heredado esa pasión por los libros de ella, que había muchas cosas buenas que había sacado de ambos más allá de… esto.

    – [Elliot]Mamá, ¿podemos hablar?.-[/Elliot] Le pregunte sentándome enfrente de ella en la mesa. La de veces que había empezado una conversación así seguidas por un, no quiero ir más al colegio, soy un bicho raro, papá y tú estáis peleados por mi culpa.

    – [Rebecca]Claro[/Rebecca].- Ella levanto la vista de los libros y se quito las gafas dejándolas por la pagina en la que iba. Me sabia fatal molestarla ya que este era el único momento que tenía para estudiar, pero si no se lo decía ahora no lo haría nunca.

    – [Elliot]Me gustaría dejar los tratamientos.-[/Elliot] Solté de carrerilla como si no llevara horas preparando esa frase en frente del espejo del baño. Las tiritas tienen que quitarse de golpe y no poco a poco. – [Elliot]Nunca van a surtir efecto y estamos tirando el dinero.[/Elliot]

    Mi madre se quedo mirándome fijamente, como si aun estuviera intentando procesar lo que acababa de decir. Soltó un leve suspiro y añadió. – [Rebecca]Eso lo dices porque estás un poco desanimado, pero estamos cada vez más cerca de encontrar la cura[/Rebecca].

    – [Elliot]No, no lo estamos. Esto es algo que no se puede curar, no al menos por la ciencia.-[/Elliot] Era consciente de que la ciencia no me iba a ayudar. Al igual que tampoco me iba ayudar el rezarle a cualquiera de los supuestos dioses que coexistían en el mundo. Ni la ciencia ni la fe iban a conseguir que fuera capaz de sentir algo. Eso es algo que solo quizás la magia podría hacer, y posiblemente a un alto precio.

    – [Rebecca]¿Has hablado con tu padre?[/Rebecca]- Pregunto serie y visiblemente dolida, lo que hizo sentirme mal. Para alguien que no siente nada se me da especialmente bien hacer sufrir a los demás.

    – [Elliot]No, es algo que llevo pensando mucho tiempo.-[/Elliot] Dentro de poco seria mayor de edad, iría a la universidad, seguramente a la de Moondale que es la más barata. Si iba a seguir siendo una carga económica prefería que esos ingresos fueran hacia mis estudios más que hacia sueños inalcanzables.

    Volvió a hacerse el silencio. Estaba visiblemente molesta y en su cabeza seguramente seguiría pensando que todo esto era culpa de mi padre. – [Rebecca]Si dejas los tratamientos ahora, todo lo que hemos hecho habrá sido en vano[/Rebecca].

    – [Elliot]Mamá, siempre lo ha sido.-[/Elliot] Estire un brazo para que agarrara mi mano en busca de una muestra de afecto, pero no lo hizo. Desconozco como es el dolor físico, pero si se parece en algo a esta tristeza no lo quiero. – [Elliot]Por favor. Coge el dinero, termina tu carrera y haz lo que siempre has querido.[/Elliot]

    – [Rebecca]Lo que quiero es que te cures y puedas ser feliz[/Rebecca].- Intente no prestar atención a esto último. Ella tenía también una habilidad que podía ser perjudiciar para el resto y aun asi era feliz, al menos hasta que llegue yo.

    – [Elliot]¿Y qué ocurre con tu felicidad?. Yo soy feliz. Te tengo a ti, a Jane, Owen… papá.-[/Elliot] Pronuncié esto último en voz bajo. No solía hablar de papá con ella. También obvie a ciertas personas que me alegraban el día, que hacían las mañanas menos grises.

    – [Rebecca]Mi obligación es preocuparme por vosotros, no que vosotros os preocupéis por mí[/Rebecca].- Si me había oído mencionar a papá está claro que lo ignoró. – [Rebecca]Así que si lo que quieres es dejar los tratamientos, así se hará[/Rebecca].

    Se volvió a colocar las gafas dando por finalizada la conversación. Me marche a mi habitación sin saber muy bien como sentirme. Estaba claro que había decepcionado a mi madre.

    Pero por otro lado me había quitado un peso de encima, me sentía más ligero, aliviado. Se acabaron las agujas, lo brazos como un colador, la horas interminables en el hospital sufriendo por algo que no tenía remedio.

    Por primera vez en mi vida nadie había decidido por mí. Nadie tenía porque seguir preocupándose por mis problemas. Por primera vez podría ser simplemente yo. Elliot.

  • EN LA LIGA INFANTIL

    Vera – Instituto

    Mañana

    Basajaun. Txantxigorri. Belagile. 

    El eco de mis padres charlando sin parar, de la vieja radio en la que sonaba una canción de Bruno Mars y de Kaylee trasteando su móvil, no era para mí más que eso: un eco. El café con leche se estaba enfriando y con las tostadas podría acabar sujetando la pata de una silla coja de lo duras que estaban ya, pero no podía parar de leer. Estaba enfrascada en mi última aventura, que era leer en español el libro «El guardián invisible», de Dolores Redondo. El libro no era gran cosa, pero estaba ambientado en la Comunidad Foral de Navarra y tenía bastantes palabras en euskera, otro de los idiomas co-oficiales de España. Disfrutaba cada palabra como si estuviera ante un festín, porque de algo me tenía que servir haber heredado la habilidad de mi padre, el omnilingüismo.

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  • EL MURO

    Jane Jess JJ – Instituto

    Mañana

    Si había algo en lo que los Williams habíamos ido perfeccionando nuestro estilo, era a la hora de ignorarnos. Desde el divorcio de mis padres, nuestra relación familiar se había ido resintiendo de tal forma, que a estas alturas éramos unos cuantos desconocidos que compartían techo. A mí no me importaba, porque ni mi madre ni Owen me caían especialmente bien. Ella, porque parecía que estaba resentida con nosotros por no haber cumplidos sus sueños y él porque era, con toda seguridad, la persona más superficial y ridícula que había tenido la desgracia de conocer. Como digo, todo esto a mí no me afectaba, pero me daba pena por Elliot, que no había conocido cómo éramos los Williams antes de que todo se fuera a la mierda.  Eso ocurrió más o menos cuando empezó a tener conciencia de su propio cuerpo y descubrimos que su enfermedad era mucho más grave que la mía.

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