Moondale

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  • PERSPECTIVAS

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – MAYO – MERELIA

    Apuré el paso para recorrer los últimos metros que me separaban de la estación de tren. Cuando llegué al andén, Amy ya se estaba bajando con su maleta y me buscaba sin muchas ganas. – [Xander]Siento no venir en coche.[/Xander] – me disculpé, quitándome las gafas de sol. Se notaba que en Moondale había amanecido un día fresco porque ella iba vestida de una primavera otoñal y yo del más puro verano, con pantalones cortos y una camiseta de tejido ligero. Nuestras pieles contrastaban, la suya nívea y la mía morena ya por el sol, como llevaba siendo habitual desde los últimos meses, ya llevaba casi un año en Merelia.

    – [Amy]Da igual.[/Amy]- respondió casi en un hilo de voz.- [Amy]Gracias por venir.[/Amy] – añadió sin mirarme directamente. No le di dos besos ni la mano porque no parecía tener muchas ganas de que nadie invadiese su zona de confort.

    – [Xander]No las des. Me alegra que podamos pasar algo de tiempo juntos.[/Xander] – reconocí. Estaba verbalizando lo que de verdad sentía para tratar de ayudarla a la vez. Normalmente no solía hablar tan directamente de mis sentimientos, salvo que me ayudasen a animar a gente que me importaba de verdad.

    Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y tiró de su maleta. – [Xander]Deja que te lo lleve.[/Xander] – me ofrecí. Me negaba a arrastrarla y hacer tanto ruido así que la cogí por el asa, de todas maneras para mí y para cualquier Seidr, apenas pesaba.

    – [Amy]Mis padres me han pedido que venga, porque dicen que no estoy bien.[/Amy]- comentó cuando salimos al deslumbrante sol de Merelia. – [Amy]Supongo que ya lo sabes.[/Amy] – aclaró. No era el único que lo sabía ni el único que estaba preocupado. Amy siempre había tenido una personalidad diferente, pero cuando Leo se marchó de una forma poco ética, terminó cayendo en una depresión que a ratos le afectaba de forma muy intensa.

    Asentí. – [Xander]La verdad es que les pedí que te lo comentasen. Puedes tomártelo como unas vacaciones[/Xander] – me sinceré. Mis tíos estaban preocupados, querían lo mejor para Amy, pero a veces es difícil darte cuenta de que alguien tan cercano solo se preocupa por lo mejor para ti, sin juzgarte. Pensé que podía hacer algo por ella y además me apetecía que volviéramos a retomar el trato. Mis problemas con Jane habían hecho que el tiempo pasara demasiado rápido y para cuando me quise dar cuenta, mi prima y yo éramos casi extraños.

    – [Amy]No me gusta la playa.[/Amy]- replicó arrugando la nariz mientras caminábamos por el paseo. – [Amy]Soy más de bosque, de lluvia y de frío.[/Amy] – sentenció. Amy siempre había sido así, totalmente clara para sus gustos.

    Le dediqué una sonrisa. Mi prima siempre había emanado un aura…agradable. Si estaba en un día normal, seguramente terminarías pensando lo genial que era. Pero eso funcionaba en los dos extremos, cuando estaba alterada por algo, lo convertía en su único foco. En resumen, era una persona con un carácter magnético y una ira incendiaria que formaba parte de ella sin restarle un ápice de buena persona.

    – [Xander]Si prefieres hacer cualquier otra cosa, tienes la casa a tu disposición.[/Xander] – le ofrecí. La idea era que se pasara una temporada. Ahora mismo no se encontraba con ánimo de estudiar y lo había dejado hacía algo más de un año. Iba pasando por empleos de corta duración. Mis tíos estaban de acuerdo en que si quería pasar una temporada sabática no le faltaría de nada, solo querían que pudiera encontrarse a sí misma. – [Xander]Como me encanta nadar asumo que a todo el mundo le pasa igual.[/Xander] – me disculpé.

    – [Amy]Me quedaré en casa leyendo y esperando a que mis padres dejen de pensar que me voy a tirar por el balcón.[/Amy]- sentenció agarrando el asa del bolso contra su hombro. Al ver a Amy y conocer su día a día te podían pasar por la cabeza muchos juicios y muchos miedos, especialmente siendo sus padres y temiendo por ella y su felicidad. Personalmente, no creía que Amy fuera a hacer algo así, pero si era cierto que tampoco podía seguir con la misma situación. Se le notaba un aura de tristeza que iba desde su pálida piel, pasando por sus ropas oscuras y una delgadez que casaba con su constitución menuda.

    – [Xander]No creo que piensen eso. Pero lo estarán pasando mal por verte así.[/Xander] – intentar explicar lo que otros sienten respecto a una situación no es fácil, ni creíble. Sabía que mis tíos lo estaban pasando mal, que sus hermanas también y que mucha gente la echaba de menos, pero no iba a frivolizar las cosas, Amy era dueña de sus decisiones, tener una depresión no la invalidaba.

    – [Amy]Estoy bien.[/Amy]- respondió. En cierto modo, era verdad. Podía estar mejor, pero todos podríamos estarlo si ciertas cosas que no podemos controlar dejasen de suceder.- [Amy]Sobreviviré.[/Amy] – anunció, restándole importancia.

    – [Xander]Lo sé. No se lo dije para darte la lata.[/Xander] – le aclaré. No quería que pensara que esto era una especie de intervención, Amy no necesitaba eso en ese momento. Lo único que intentaba darle era un respiro. – [Xander]Se lo dije para darte un sitio en el que desconectar.[/Xander] – añadí.

    – [Amy]San Xander.[/Amy]- replicó sonriendo ligeramente. Por pequeña que fuera la sonrisa, fue como si el sol de Merelia estuviese más brillante.

    – [Xander]Si, ya, todo un modelo a seguir.[/Xander] – me burlé, devolviendo la sonrisa. – [Xander]¿Sabes que la casa de Merelia está llena de juegos de mesa?[/Xander] – comenté. De pequeños Amy, Ellie, Kay y yo dormíamos muchas veces en las casas de unos u otros y nuestro momento favorito era la hora de los juegos de mesa.

    – [Amy]Una pena que no tengas amigos.[/Amy]- replicó, burlándose de mí. Parecía estar ganando algo de confianza. Lo agradecí, no solo por sí misma, si no porque en el fondo, pese a que veía a Owen, Noah y Ellie a diario y a Dante y Kay de vez en cuando, yo también la necesitaba. La casa de Merelia se me estaba haciendo demasiado grande.

    – [Xander]Pero tengo una prima que siempre ganaba.[/Xander] – le recordé. Entre ella y Kay se solían repartir las victorias, por eso si hacíamos equipo yo siempre iba con Kay y ella con Ellie.

    Amy no respondió. Caminamos durante un rato y la noté pensantiva. No tardé en saber el motivo. – [Amy]¿Qué tal está Ellie?[/Amy] – preguntó, sin fijar en mí sus ojos. Habíamos caído en lo mismo. Ellie y Amy habían sido uña y carne prácticamente desde que nació mi hermana, pero con los años llegó un punto en el que empezaron a alejarse como si siguieran trayectorias diferentes y creo que ni ellas mismas sabían el motivo, pero ambas se echaban de menos. Creo que Ellie se protegía, pensando que molestaría a Amy si hablaba con ella.

    Le dirigí una mirada cercana. – [Xander]Bien, parece que Idris la hace feliz, aunque con Ellie nunca se sabe, siempre es feliz.[/Xander] – dije, poniéndola al día. Idris y ella pasaban mucho tiempo juntos, tanto en persona como a través de otros medios. Aún no habían confirmado nada entre ellos, pero era como repetir lo de mis padres, evidente para todos menos para ellos porque tenían miedo. – [Xander]Si quieres hablar con ella, seguro que tiene ganas de verte.[/Xander] – añadí. Como ya había dicho, mi hermana era una persona muy centrada y feliz. Quizá sonaba a adoración pero así era, era de las mejores personas que podía tener en mi vida. Sabía que estaría deseando volver a llevarse bien con ella.

    – [Amy]No, no…la quiero molestar con mi nube negra.[/Amy]- esquivó mirando al frente. Me sentí mal por verla así, pero me contuve, no convenía presionar. – [Amy]Me vale con saber que está bien.[/Amy] – añadió. Eso me sonó a lo mismo que me decía yo respecto a Jane. No era más que una mentira repetida mil veces.

    – [Xander]Amy, no molestas. A nadie.[/Xander] – le dejé claro. Una cosa es que no controles lo que alguien piensa y otra que te pueda gustar ver cómo se menosprecian. Amy merecía saber que era importante. – [Xander]Cuando te veas con ganas Elle va a estar ahí, igual que todos[/Xander] – añadí, para que supiera que no había prisa.

    – [Amy]Ya…[/Amy]- respondió, suspirando.

    – [Xander]Y yo no te voy a dar la tabarra pero si quieres hablar de algo, aquí me tienes.[/Xander] – dije, pensando que no haría falta repetirlo, pero a la hora de la verdad terminé diciéndoselo más veces. Alguna de ellas hablamos, otras no.

    – [Amy]Owen está muy enamorado de ti.[/Amy]- me miró, fingiendo estar muy seria.- [Amy]Deberías darle una oportunidad.[/Amy] – añadió.

    – [Xander]Lo sé, pero el pobre no es correspondido.[/Xander] – dije encogiéndome de hombros. La realidad era que Owen tenía tanto miedo al amor como Amy a socializar. – [Xander]Creo que lo va llevando, me ha dicho un pajarito que pasa bastante tiempo con mi prima.[/Xander] – comenté. Sabía que habían quedado alguna que otra vez como amigos para comer en algún sitio y pasar el rato. Conocía a Owen lo suficiente como para saber que no lo hacía como caridad, si no porque de verdad le interesaba pasar ratos con ella. Me pregunté si Amy lo sabría. Aun así, agradecí que le ofreciera una amistad más a la que aferrarse para superar el bache. Cuando estamos en un mal momento, necesitamos cosas que siempre vayan a estar ahí, pase lo que pase. Owen era una de esas personas.

    – [Amy]¿Owen y yo?[/Amy]- preguntó, negando con la cabeza. – [Amy]Ni de coña.[/Amy] – sentenció. Me reí al ver su respuesta.

    – [Xander]Créeme, tengo ojo para esas cosas.[/Xander] – añadí mirándola, sin dejar claro si estaba bromeando o no. A mí me parecía que hacían buena pareja, pero ellos no tenían por qué opinar lo mismo y al final, eran los que decidían. Por parte de Owen me parecía saber la opinión, pero Amy en ese momento no estaba lista para planteárselo siquiera.

    – [Amy]Pues con JJ no te ha funcionado muy bien.[/Amy]- replicó. Sé que no lo dijo por mal, pero pese a todo, pese a haberme alejado y no verla a diario, pese a lo que dijo aquél día cuando me sinceré, todavía pensaba en Jane y en cómo podría haber sido. La realidad tras haberme ido fue que después de los primeros meses en los que duró el enfado, vino el frío sentimiento de no verla siquiera. A veces me engañaba a mí mismo pensando que Jane no parecía ella misma aquella noche.

    – [Amy]Eh, lo siento.[/Amy]- se disculpó al ver mi cara.- [Amy]No quería herirte.[/Amy] – añadió. Debí poner un gesto que daba pena, porque eso era lo que veía en sus ojos. Muchas veces pensaba si para la gente sería Xander el penas, el que lleva toda la vida llorando por una chica que no le quiere. No quería que nadie me colocase una etiqueta, pero tampoco iba a ser diferente a cómo me sentía.

    – [Xander]No, no te preocupes. No se puede huir siempre.[/Xander] – admití. Huir no fue la mejor de las opciones. Tenía cosas buenas, pero había sido duro separarme de las personas que me importaban, incluso teniendo medios para verlas en una fracción de segundo. Al final, no siempre quería molestar a Noah pidiéndome llevarle y terminé recurriendo al portal que usaban mis padres, que estaba a media hora andando.

    – [Amy]Te equivocas: sí se puede.[/Amy]- respondió, completamente convencida.- [Amy]Lo que no se puede es sufrir eternamente.[/Amy] – añadió. Tenía razón en parte. Ojalá hubiera podido hablar con Leo para que enmendase las cosas. Llevaba algo más de un mes desaparecido del mapa, tanto a nivel familiar, como a nivel de prensa. La gente ya empezaba a hablar de que se había separado del grupo. Al principio me preocupé, pero sus padres y su hermano seguían en contacto. Había pasado algo grave, pero no querían quitarle el derecho a contarlo él mismo.

    – [Xander]No se olvida, Amy, sigue doliendo cuando lo recuerdas. Pero menos.[/Xander] – confesé. Pensé que Amy y yo podríamos ayudarnos mutuamente, pero no había sido consciente de cuánto se parecían nuestras situaciones hasta ese momento. – [Xander]Es aprender a vivir con ello. Lo de Leo no fue culpa tuya.[/Xander] – le aseguré.

    – [Amy]Sí lo fue.[/Amy]- replicó, mirando al horizonte. – [Amy]Pensé que sería feliz si yo le daba una familia en la que no se sintiera diferente y me equivoqué.[/Amy] – aclaró. Mi primo siempre fue taciturno y serio, le gustaba más la música que las personas o al menos eso parecía. Le daba muchas vueltas a no haber nacido Rakkthathor como Noah, se sentía demasiado diferente a su propia familia y al final lo interiorizó de una manera que parecía creer que no merecía estar con ellos. Amy lo mordió siendo muy pequeño, siempre pensé que había sido un accidente pero ahora estaba reconociendo que lo hizo por darle una familia y que no se sintiera diferente. La duda que me queda es, si Leo empezó a sentirse diferente siendo más mayor, ¿cómo lo sabía Amy por aquél entonces? Quizá solo se había confundido, justificándose. O quizá fuera otra cosa.

    – [Xander]Amy, eras pequeña, querías ayudarle.[/Xander] – respondí, estudiando su reacción. Ella no se inmutó, parecía segura de lo que había dicho. – [Xander]Leo no se fue por ser un licántropo, se fue por la música. Y fue él el que se equivocó al no mantenerse en contacto, seguramente por miedo a haberte fallado.[/Xander] – mi primo adoraba la música y cuando se le presentó la oportunidad, siguió su sueño sin mirar atrás. El problema estaba en que su oportunidad se presentó siendo muy joven y la forma en la que se fue no había sido la mejor. Había mantenido más o menos el contacto con todos en el grupo familiar, pero con Amy no, sus relaciones se habían cortado. Supongo que se pelearon y él no quiso hacerle más daño, se extirpó de su vida pensando que eso era lo mejor y se equivocó totalmente. No quería pensar en otras opciones.

    – [Amy]Prefiero no hablar más de él.[/Amy]- respondió. Asentí, si necesitaba un respiro, Merelia le vendría bien. Leo nunca había estado allí. Además, Amy había nacido en Merelia, estaba conectada a ese lugar.- [Amy]Mi vida ha girado mucho tiempo a su alrededor[/Amy] – sentenció. Deseé que así de fácilmente pudiera pasar página, pero a veces no podemos dejar a algunas personas atrás. Es más sencillo cuando ninguna de las dos personas está ya interesada en lo que puede aportar la relación o cuando sabes que la otra persona no merece la pena. Por desgracia, ni Amy estaba segura de que Leo fuese mala persona ni yo conseguía quitarme de la cabeza mi amistad con Jane.

    – [Xander]Pues ya sabes, empieza una nueva. Preferiblemente en la que podamos pasar algo de tiempo juntos si no es mucho pedir.[/Xander] – repliqué con una sonrisa. Me emocionaba la idea de poder llevarnos bien, como hijo de los Moondies, siempre había querido que los demás pudiéramos tener algo así, pero no había podido ser.

    – [Amy]Os ha dado por mí.[/Amy]- replicó ella. Supe que lo decía por mí y por Owen, con el que pasaba también bastante tiempo. Parecía disfrutar de su compañía.

    – [Xander]Es que tienes encanto natural.[/Xander] – admití. El carisma que había comentado antes, esa sensación de ser magnética.

    Ella me hizo una peineta y me acordé de esa Amy que siempre nos hacía reír.- [Amy]Soy irresistible.[/Amy] – replicó.

    – [Xander]Vas a tener Merelia a tus pies.[/Xander] – añadí, disfrutando de verla sonreír. La verdad es que no solo ella lo estaba haciendo. Sentía que Amy me entendía completamente respecto a Jane, sin juicios, sin peros.

    – [Amy]¿Y si me caso contigo? [/Amy]- preguntó. Un par de ancianos nos miraron con cara ilusionada mientras hacían su paseo de la mañana. Me sonrojé, había entendido la referencia.

    – [Xander]No te burles del pequeño Xander.[/Xander] – le repliqué. De pequeños Amy y yo pasábamos bastante tiempo juntos y antes de saber lo que significaba, siempre le pedía que nos casáramos, pensaba que era una forma de no separarse de una persona.

    – [Amy]»Si no le decimos a nadie que somos primos: podemos casarnos».[/Amy]- respondió, imitándome mientras ponía caras. Mi rostro seguía rojo.

    – [Xander]Eh, vale.[/Xander] – me defendí, echándome a reír. Eché de menos que mi hermana estuviese con nosotros. Quería mucho a Amy, siempre la había idolatrado.

    – [Amy]»Tu pelo es taaaaan rojo»[/Amy]- continuó. Con los años el de Kay y el de Vera eran los que se habían quedado de un rojo intenso mientras que el de Amy era cobrizo.

    Negué con la cabeza, a Amy le encantaba avergonzarme. – [Xander]Todavía no sabía de lo que hablaba. Ni que los primos no se casaban…normalmente.[/Xander] – aclaré, por si alguna pareja de primos casados me escuchaba y le parecía mal que dijera lo contrario. Uno nunca tiene que meterse en lo que decida cada uno para su vida.

    – [Amy]No tengo pensando casarme con ninguno de mis primos.[/Amy]- aseguró, pensativa. – [Amy]Bueno, con Ellie quizás sí.[/Amy] – sentenció, antes de echarse a reír.

    – [Xander]Seguro que a Idris no le importa.[/Xander] – admití riendo con ella. Durante un momento, habíamos vuelto a ser nosotros mismos.

    Al final, Amy se quedó en Merelia más tiempo del que pensábamos cualquiera de los dos y creo que los dos agradecimos tener a alguien que nos entendiera y que nos acompañase en nuestra soledad.


    UN AÑO MÁS TARDE

    MAÑANA, JUNIO – ESCUELA LEGADO

    El tiempo pasa increíblemente rápido. Gracias a la compañía de Amy, la estancia en Merelia se hizo mucho más llevadera. Nos ayudábamos cuando lo necesitábamos y nos dejábamos espacio cuando queríamos estar solos. Owen y Noah venían de vez en cuando y jugábamos a juegos de mesa, a veces también con una chica con la que mi primo parecía estar muy encariñado. Otras veces venía solo Owen e íbamos al cine o a dar una vuelta.

    Amy trabajaba en los chiringuitos de la playa en verano y en invierno había encontrado trabajo en un italiano de la zona bastante famoso. No parecía un trabajo que le llenase pero por el momento le había mantenido entretenida.

    Al final, la tediosa carrera de Psicología se terminó y llegó el momento de buscar trabajo, algo que no me resultó especialmente difícil siendo hijo de los dueños de la mitad de la Escuela Legado. Pese a todo, especifiqué claramente a mis padres que quería un puesto bajo y ellos lo aceptaron. Prefería ascender ganándomelo.

    – [Sarah]Estás moreno, Oruga[/Sarah].- replicó mi madre estrujándome con sus fuertes brazos. Guardé las gafas de sol en la mochila y disfruté de su cariño. Les había echado de menos.

    – [Xander]Mamá no me llames Oruga que te puede oír la gente.[/Xander] – respondí. Era el mote que me habían puesto desde pequeño porque se suponía que era un poco dramático y me parecía a una «orugrita». Por suerte Amy no había llegado aún para sumarse a mi madre. Me había acompañado en el viaje, pero había pasado por casa para saludar a sus padres antes de venir a la Escuela. Había pensado hablar con mis padres y buscarle también a ella un hueco.

    – [Sarah]Después de parirte durante catorce horas, te pienso llamar como me dé la gana[/Sarah].- respondió con una sonrisa. Eso era más o menos lo que le decía también a mi padre y mi otra madre cuando se quejaban por tener que hacer algo.

    – [Xander]Mamá Sasha va a ser mi favorita.[/Xander] – le respondí, picándola, pero mi madre era inmune a los celos, incluso de broma. Supongo que en parte era el secreto de su maravillosa relación, que ninguno de ellos había pensado nunca que alguno quisiera más a otro. Simplemente se querían todos de una forma inspiradora. – [Xander]Ya no vais a volver a echarme de menos.[/Xander] – comenté. Antes les seguía viendo pero con las clases y las obligaciones de todos, era más difícil. Ahora iba a trabajar allí a diario aunque viviera en la casa de Merelia así.

    – [Sarah]No voy a llorar, no voy a llorar…[/Sarah]- sonrió, emocionada. A veces me paraba a pensar si todas las madres querrían tanto a sus hijos y serían tan maravillosas como la mía. Mamá Sasha también nos quería mucho, pero lo demostraba de una forma menos evidente que ella.

    – [Xander]Tengo ganas de ayudar a esos niños y niñas.[/Xander] – admití. La Escuela Legado ayudaba a continuar con los estudios formales a personas que por su condición no podían o no querían estar en los colegios, institutos o universidades habituales, pero también a aceptar y controlar las condiciones especiales de cada uno. Por fin iba a poder trabajar con personas que necesitasen mi ayuda, asesorarles para poder convivir con algo con lo que habían nacido.

    – [Sarah]Lo vas a hacer muy bien[/Sarah].- respondió, orgullosa, colocándome el cuello del polo, que se había torcido por la mochila.

    – [Xander]He tenido una buena maestra.[/Xander] – admití, mirándola. – [Xander]¿Qué…? No, lo digo por la tía Diana.[/Xander] – nos echamos a reír. – [Xander]Es broma, mamá. Te quiero.[/Xander] – le pasé una mano por los hombros y empezamos a subir las escaleras hasta la sala de reuniones.

    – [Sarah]Yo también te quiero[/Sarah].- respondió mi madre.- [Sarah]¿Vas a ir a la fiesta?[/Sarah] – preguntó al cabo de un rato. «La fiesta» era la celebración del cumpleaños de Owen. En otra situación, no habría habido nada que evitase que fuese a la fiesta de mi mejor amigo, pero Jane era su melliza así que la fiesta era para ambos, y no quería fastidiarle un día especial.

    – [Xander]No, voy a ir echando un vistazo a los expedientes de los niños.[/Xander] – comenté, intentando parecer despreocupado. – [Xander]Mañana lo celebro con Owen. Vamos a ir de tapas por Merelia. Amy viene también.[/Xander] – le expliqué. Me gustaba hacer las cosas bien en parte porque mi madre SIEMPRE hacía las cosas bien, así que se lo aclaré porque no quería que pensara que iba a hacerlo mal con mi mejor amigo.

    – [Sarah]¿Estás huyendo de Jane?[/Sarah]-  preguntó ella. Después de mí y no sé si Jane, mi madre había sido la persona que más había sufrido con nuestra pelea. Me dolía no poder contentarla, pero en su día lo intenté y no salió demasiado bien.

    – [Xander]No quiero forzar una situación tensa para nadie. Es mejor así.[/Xander] – aseguré, mientras nos separábamos para entrar a la sala.

    – [Sarah]Es una pena que estéis así.[/Sarah]- dijo, encendiendo la luz de un pequeño despacho anexo a la sala de reuniones. Tenía una amplia ventana tras el escritorio, la luminosidad me vendría muy bien.

    – [Xander]Ya. He aprendido a aceptarlo.[/Xander] – le aseguré, para que no se preocupase por mí. Me pasó una mano por el hombro antes de ir a buscar los expedientes.

    Me quedé solo en la sala, pensativo. Mi situación respecto a Jane había cambiado bastante en el último año. No la relación en sí, si no mi pensamiento al respecto. Amy me había ayudado mucho, esperaba haberla ayudado yo a ella tanto como ella a mí. Gracias a su apoyo, había decidido enviarle un regalo de cumpleaños y pensar una manera de arreglar nuestros problemas. Ella no quería que estuviésemos juntos, pero podíamos hablarnos. Solo me faltaba reunir las fuerzas para hacerlo.

    Mi madre volvió al cabo de un rato. – [Xander]¿Qué, ya tenéis las maletas listas para la «luna de miel»?[/Xander] – pregunté mientras los colocaba ordenadamente en mi nueva mesa.

    – [Sarah]No me hace mucha gracia que las dos dejemos Moondale[/Sarah].- comentó, preocupada. Ese día, en unas horas, los tres cogían un vuelo a Roma para pasar una semana de viaje por Italia y las islas del Mediterráneo. Había costado el esfuerzo aunado de toda la familia convencerles de tomarse un respiro merecido después de tantos y tantos años aguantando el tipo. Si no llega a ser porque entre todos les pagamos el viaje como regalo de cumpleaños de los tres, creo que nunca se habrían atrevido a marcharse.

    – [Xander]No pasa nada. Siempre decís que lleva años tranquilo, no pasará nada por unas noches.[/Xander] – la tranquilicé. – [Xander]Y los demás se quedan.[/Xander] – añadí. Si pasaba algo, entre todos podríamos arreglárnoslas para solucionarlo. Dom ya estaba preparado para patrullar y los demás ya se habían ofrecido también. Para no romper la costumbre, a mí me habían mantenido al margen.

    – [Sarah]Ya[/Sarah].- replicó. Hasta que no se viese allí no estaría menos preocupada y aun así, seguramente se pasaría la semana pensando que se iba a encontrar un cráter al volver a Moondale.

    – [Xander]Anda mamá, disfrutad. Lleváis muchos años aguantando por los demás.[/Xander] – le di un beso en la frente.

    – [Sarah]¿Y tú, cuándo te vas a permitir ser feliz?[/Sarah]- preguntó, mirándome. Con mi madre no había disimules, ni corazas, ni nada de nada. Sabía con solo mirarme a los ojos que mi corazón siempre iba a latir por Jane.

    – [Xander]Soy feliz. Estoy bien.[/Xander] – aseguré sonriendo. No mentía, había aprendido a ser feliz con lo que tenía. ¿Preferiría llevarme bien con Jane? Por supuesto. ¿Me habría encantado estar junto a ella? Claro. Pero si no podía ser, tampoco podía hundirme. Tenía mucha gente que me quería y se preocupaba por mí y no podía permitirme hacer caso omiso de su cariño centrando mi vida solo en lo que no tenía.

    – [Sarah]Eso espero[/Sarah].- me pasó una mano por la mejilla con cariño. Asentí y le dediqué una sonrisa.

    Mi padre y mi otra madre se unieron unos minutos después y terminé sumido en un abrazo repleto de amor Echolls que invocó a Ellie, que no se podía perder una reunión familiar emotiva. Aprovechamos para pasar un rato todos juntos antes de que Ellie les llevase al aeropuerto con instrucciones expresas de obligarles a pasar el control.

    Cuando me quedé solo, me puse a trabajar, intentando atar mi mente a cada uno de aquellos chicos y chicas que necesitaban mi ayuda. Comí con Nate, Owen y Amy en el restaurante que quedaba frente a la Escuela y disfruté de mi regreso a Moondale. A veces la felicidad es más sencilla de lo que parece.

  • NATE

    NATE ROGERS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO

    Terminé de preparar los huevos revueltos y el bacon y me senté a desayunar en mi silencioso apartamento. Desde el cristal necrotemplado de la cocina observé mientras desayunaba a los jóvenes y no tan jóvenes estudiantes de la Escuela Legado aprovechar los tempranos rayos de sol de julio.

    Era aún muy pronto para revisar la seguridad y hacer ronda de vigilancia, así que disfruté viéndolos sonreír y viviendo sus amores al aire libre.

    Terminé de comer y fregué el plato y los cubiertos, pensativo. En toda mi vida no había conocido aún lo que era el amor de primera mano. Sabía perfectamente el impacto de ese sentimiento porque mi propia naturaleza me hacía fortalecerme de los sentimientos positivos y ese sin duda, era uno de los que más poder proporcionaba.

    Muchas veces volvía a recordar aquella noche de hacía un año, justo cuando estaba cambiando el apartamento del edificio central de la Escuela, el que había sido de Sasha pero ya no necesitaba porque su relación con Daniel y Sarah había salido a la luz y en ese momento me habían ofrecido a mí.

    – [Sarah]Nate, ¿te vienes a cenar a casa?[/Sarah]- preguntó Sarah. Esa noche estaba más jovial que de costumbre, parecía que desde que su secreto ya no era tan secreto, estaba más alegre. Por desgracia como bien sé, la alegría no es eterna y la felicidad no es un estado final. A veces la tienes y a veces no. Por eso yo mismo tenía días más fuertes y más débiles. Normalmente, por suerte, conseguía alimentarme de las esperanzas de todos los alumnos y alumnas de la Escuela por encajar en un lugar y usaba esas fuerzas para protegerlos. Pero en su día hubo momentos duros en los que flaquearon las fuerzas y solo con la ayuda de los Moondies pudimos mantenernos estoicos.

    – [Nate]Llegaría muy tarde y tengo turno de noche.[/Nate] – le recordé. Para ser alguien que se alimenta de emociones positivas, no suelo ser una persona que refleje demasiado las suyas. Por regla general, era feliz con mi vida, así que no creía necesario recordarlo a menudo con una sonrisa. – [Nate]Pero muchas gracias, Sarah.[/Nate] – le respondí. Para mí, mi trabajo era mi vida, en él había conocido a mi familia y mi vocación, que era defender a los que más lo necesitaban. Si Sarah, Daniel y Sasha no me hubiesen encontrado aquella noche bajo la tormenta y me hubieran dado un propósito, no sabía qué habría sido de mí en el mundo. Estaba en un lugar desconocido, sin saber nada de si existían siquiera más como yo en el universo ni por qué había llegado a la Tierra nada más nacer en las profundidades del cosmos.

    – [Sarah]Daniel ha preparado fajitas[/Sarah].- insistió ella, acercándose.- [Sarah]Noche mexicana[/Sarah]. – aclaró. Agradecí que se preocuparan por mí. Siempre lo habían hecho. Me enseñaron con paciencia, me dieron acceso a lo más valioso que tenían y me ayudaron a elegir un nombre, Nathaniel Rogers, Nate. Mi verdadero nombre no era transcribible a dialectos escritos, era más bien una sensación, la del amanecer visto desde el espacio exterior.

    – [Nate]Tentador.[/Nate] – respondí. Sarah sabía que eran uno de mis platos favoritos. En general, todo lo picante no me afectaba, así que tenía cierta predilección por los sabores fuertes y condimentados. – [Nate]Por cierto, no te lo he podido decir antes porque han sido unos días locos. Enhorabuena.[/Nate] – le felicité. Los últimos días con la mudanza habían sido muy ajetreados y no había estado a solas con Sarah para poder hablarlo, sabía que no le gustaría recibir las felicitaciones en público.

    – [Sarah]Calla, que me da vergüenza[/Sarah].- replicó ella, algo sonrojada.

    – [Nate]¿Por qué? Sois felices. Ya se notaba y ahora sois libres.[/Nate] – como ya he dicho, yo lo sabía bien, para mí no era un misterio si la gente estaba feliz o deprimida. Cuando me encontraron, los tres estaban muy juntos, ni siquiera lo pensé en aquél entonces, solo percibí sus buenas sensaciones. Con el tiempo supe que era un secreto y que se suponía que en este mundo lo normal es tener solo una pareja. A mí, que era un completo extraño a toda la cultura y las normas sociales establecidas, nunca terminaría de parecerme lógica esa restricción, por mucho que hubiera aprendido a comportarme como se esperaba y a guardarles el secreto.

    – [Sarah]Si alguna vez nos hace falta una rueda más: te llamamos[/Sarah].- bromeó Sarah. Alcé una ceja, algo extrañado. Tenía un problema todavía, después de veinte años, captando las bromas, pero ya había hecho mis pinitos con alguna. Me sabía unas cuantas que contaba Karen Reed, hay una de una sandía y un cuento, que está Cenicienta de fiesta y cenan sandía…espera, lo estoy contando mal. – [Sarah]Estaba de broma, Nate. Perdón[/Sarah]. – añadió. Me quedé serio unos instantes y dejé escapar una risotada que la hizo reír.

    – [Nate]Lo sé, tenéis el triángulo cerrado.[/Nate] – respondí, siguiendo la broma. Quería a Sarah, a Sasha y a Daniel, pero no de una forma física. Ese amor, el que no era romántico, sí que lo conocía bien. – [Nate]Y yo he ganado un apartamento.[/Nate] – añadí. Hasta el momento, había «compartido» el apartamento con Sasha, aunque prácticamente lo tenía todo el día solo para mí y dormía en el dormitorio principal porque Sasha dormía con ellos. Ahora, como ya no necesitaba la «tapadera» era todo para mí. Os diré algo, visto desde fuera, los seres humanos podéis ser muy rebuscados.

    – [Sarah]¿De verdad que no quieres venir a cenar? Me sabe mal que te quedes aquí[/Sarah].- preguntó de nuevo. Se sentía mal viendo que el edificio central estaba vacío y el apartamento me esperaba a mí solo. Pero a mí no me molestaba en absoluto. Era el guardían de la Escuela, bajo mi vigilancia, ninguno de esos muchachos y muchachas, niños y niñas, saldría herido física o mentalmente.

    – [Nate]Los niños me necesitan.[/Nate] – aclaré. – [Nate]Y Xander me ha regalado una nueva expansión de los Sims.[/Nate] – añadí. Un día antes Xander había venido a comunicarme que se iba una temporada a Merelia a terminar los estudios. Sentí flaquear mis fuerzas cuando me lo dijo, estaba muy afectado por Jane. Es horrible ver a personas a las que quieres tanto sentirse así entre ellos. Estuvimos charlando un rato y se animó un poco, volvería por la Escuela gracias a Noah y terminó regalándome el juego porque se sentía mal.

    – [Sarah]Gran juego[/Sarah].- respondió. Ella y Daniel me lo habían dado a conocer y ahora Xander me encontraba las expansiones porque se lo habían llevado a ese tal Endless que nunca me había llamado la atención. Era un poco anticuado pese a tener la misma edad exacta que cuando me encontraron a las puertas de ese mismo edificio.

    – [Nate]El próximo día voy.[/Nate] – le aseguré, para que se sintiera bien. – [Nate]Prometido.[/Nate] – una de las cosas que marcaban mi caracter es que mis promesas se cumplían siempre.

    – [Sarah]Te tomo la palabra[/Sarah]. – respondió ella, sonriendo.

    Asentí. – [Nate]¿Te puedo preguntar algo?[/Nate] – pregunté después de que cogiera el bolso y las llaves para irse.

    – [Sarah]Claro[/Sarah].- respondió, mirándome.

    Medité mis palabras. – [Nate]Nunca he estado enamorado.[/Nate] – confesé. Si lo había estado a través de otros y llegaba a ser adictivo, pero nunca lo había sentido en mis propias carnes. A veces resultaba demasiada carga no tener a nadie con quien compartir el mundo. – [Nate]¿Cómo es?[/Nate] – pregunté. Sabía que podía ser un sufrimiento, como Xander pasaba con Jane, pero sin embargo, no renunciaba a ello, así que tenía que ser algo que valiese la pena.

    – [Sarah]Es… bonito.[/Sarah]- dijo ella después de unos segundos.- [Sarah]También es duro, porque no todos los días son buenos.[/Sarah]- comentó, mirándome. Sabía que Sarah no me mentiría, que no lo dulcificaría, porque luego se sentiría culpable. Esa pequeña mujer que estaba frente a mí había llevado y llevaría siempre, la carga del mundo, solo que ahora la compartía, porque también tenía unos hijos de los que preocuparse.- [Sarah]Son risas, confianza, abrazos.[/Sarah]- se dejó ir un poco, pensando en sus dos amores, Sarah empezó a sentirse feliz. Noté crecer en ella las ganas de verles, de abrazarles y quedarse así sin separarse. Me maravilló, siempre lo hacía.- [Sarah]Es sexo, pero también es un beso en la frente cuando los niños no paran.[/Sarah]- se colocó el pelo detrás de la oreja y noté que también tenía ganas de verles por otros motivos. Eso era algo que aún no conocía. Ni siquiera sabía cómo era para los míos eso.- [Sarah]Es tu mejor amigo o amiga, tu familia y tu amante en una sola persona…o en dos.[/Sarah]- finalizó, sonriendo. Lo de ellos tres era amor sin dudarlo, creo que parte de mí se quedaría siempre buscando tener algo así.

    – [Nate]Espero encontrar algún día algo como lo que tenéis. [/Nate] – repliqué sinceramente.

    – [Sarah]La oferta sigue en pie[/Sarah].- añadió ella bromeando. Esperé unos segundos y al ver que sonreía me eché a reír durante varios minutos.

    – [Sarah]Lo encontrarás[/Sarah].- replicó ella, convencida.

    – [Nate]Dale un beso a todos de mi parte.[/Nate] – respondí como despedida.

    De eso hacía ya una buena temporada. Por el momento, no había conocido aún un amor como el suyo, pero sí lo había vivido a través de ellos y lo felices que se les veía. Por desgracia, los amores que sí conocía, los que tenía para mis niños, a los que había visto desde pequeños en algunos casos y desde que nacieron en otros, estaban ahora separados, desbandados. Y eso dolía de una forma que me hacía temer otro tipo de amor.

     

  • LA VERDAD DUELE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, CASA DE TINA

    Dicen que hay días en los que vale más no levantarse de la cama. Ese día, claramente, fue para mí el mejor ejemplo, ya casi desde principios de la mañana. Lo peor de todo es que ese día había parecido empezar con buen pie.

    Me levanté temprano, como siempre y saqué a Xena a pasear. A la vuelta, mi madre nos llamó a todos a la cocina para desvelar el secreto mejor guardado de la casa. La sorpresa no fue mayúscula porque Ellie, Dante y yo lo habíamos comentado alguna vez, pero aun así fue impactante por las implicaciones de lo mucho que debían haber sufrido los tres para mantenerlo en secreto. Me sentí mal porque hubiesen tenido que vivir disimulando, fingiendo ser algo distinto. Ahí fue cuando empezó todo.

    Tenía un hueco bastante amplio entre clases porque tocaba repaso para el examen de recuperación y yo por suerte había pasado, pese a aburrirme bastante la asignatura. Al final, para quitármela de encima, había optado por memorizar y escupir en el examen, sin más.

    Estaba bastante frustrado con mi carrera y eso que solo estaba en mi segundo año. No tenía nada que ver con la idea que tenía en mente de la psicología. Yo quería ayudar a las personas a sentirse mejor consigo mismas y no dejaba de ver gente a mi alrededor a la que no le importaba nada de eso en absoluto, gente con más problemas todavía que las personas a las que se suponía que debían ayudar.

    Sí, quizá influye que yo era una de esas personas. Llevaba dándole vueltas desde bien temprano, cuando me crucé con Jane y ella me esquivó cambiando a otro pasillo. Al principio intenté no sentirme mal, pero no era capaz y más tarde mi mente empezó a hervir con la idea de hablar con ella. Sabía que no era otra cosa que el poder del amigo de Idris intentando hacer salir la verdad.

    Mientras caminaba hacia la Escuela Legado no podía dejar de pensar en cómo podrían haber sido las cosas si yo hubiese obrado diferente.

    Crucé las puertas de cristal del edificio principal de la Escuela Legado. Era el núcleo original de la escuela y todavía se conservaban allí algunas clases, pero la mayoría se realizaban ya en los edificios anexos, construidos hacía algo más de diez años.

    Cada vez que entraba allí me sobrecogía la presión. Los Moondies habían conseguido dar una escuela para todas las personas diferentes, un lugar al que pertenecer independientemente de cómo seas. El boom les llegó después de la guerra, cuando alguna gente sí creyó en que los sobrenaturales existían y apuntó a sus hijos e hijas a la escuela para ayudarles.

    Con el tiempo y la manipulación mediática, los sobrenaturales volvieron a ser un secreto, excepto para algunos, los que recordaban. Eso permitió que la escuela viviera en el secretismo, como una especie de centro privado que llegaba hasta coexistir con los estudios en la Universidad de Moondale, compatibilizando asignaturas y recibiendo alumnos especiales de la misma. Fue cuestión de tiempo que no solo se aceptasen a sobrenaturales, si no también a todas aquellas personas con necesidades especiales que se presentaban a sus puertas.

    La gestión de la Escuela era increíblemente difícil, pero de alguna forma, conseguían mantener los secretos apartados y seguían sin fallar a su propósito. Hoy en día, la mayoría de la gente pensaba que o bien era una escuela para enfermos y personas con necesidades especiales o que era una escuela privada para la élite. Al final decidieron venderse como ambas para asegurar la discreción.

    Saludé a Nate, que iba vestido con su uniforme de seguridad de la Escuela. Si tenía que llegar a actuar, se bastaba con su fuerza y su poder para separar a cualquiera. Era una auténtica fuerza de la naturaleza. Bueno, del espacio más bien. Por lo que sé, hubo problemas alguna vez por gente de mente cerrada que cometió vandalismo solo por el hecho de ser diferentes.

    Subí a la segunda planta y le di un beso a la tía Cara cuando pasé por delante de su despacho, un lugar curioso, que combinaba la armonía y el metodismo de una genio de la contabilidad con los peculiares gustos de mi tía, como una colección de muñecos cabezones de sus personajes favoritos y cuadros de las Pruebas hechos por el tío Daakka. No os preocupéis por palabras como «extraño», «peculiar» o «raro», en mi familia son un cumplido. Las diferencias son las que nos hacen ser lo que somos.

    Crucé el pasillo de vidrieras necrotempladas, observando al fondo el edificio residencial de la Escuela. Allí residían algunos de los estudiantes con poderes más complicados o trasfondos más complejos, hasta que pudieran defenderse por sí mismos.

    Caminé directo hacia el gimnasio privado. Al principio había sido común para los estudiantes pero con el crecimiento de edificios, habían optado por intentar dejar una zona común de reunión para los Moondies, aunque ya no había grandes amenazas desde la guerra.

    Necesitaba hablar con alguien cercano. Mi madre tenía clase en ese momento y mi padre tenía entrenamiento de poderes con el tío Dom y el grupo Equidna. La tía Cara estaba ocupada echando números. Pero sabía de alguien a quien encontraría entrenando en el gimnasio en soledad.

    Cuando entré, escuché el sonido del saco de boxeo encajando los golpes. Sasha llevaba su ropa de entrenamiento y golpeaba el saco, que apenas aguantaba. Estaba usando el duro, el que estaba hecho para ella y para mi madre, otro habría estallado con un golpe serio de cualquiera de las dos.

    – [Xander]Hola, Sash.[/Xander] – la saludé. Con el tiempo, a medida que nos hicimos mayores el «tía Sasha» empezó a desaparecer según nos íbamos dando cuenta de que pasaba bastante tiempo en casa. Desde lo que había desvelado mi madre aquella mañana, no estaba seguro de cómo llamarla. Prácticamente toda la vida había sido ‘Sash‘, pero ahora que sabía que había tenido que vivir en la sombra tanto tiempo, no quería utilizar ninguna formula que la hiciese sentirse lejana.

    – [Sasha]Dime, enano.[/Sasha]- replicó ella. Siempre nos había hecho mucha gracia porque tenía un mote para cada uno: a mi madre la llamaba S; a mi padre, pelirrojo; a mí enano, cosas de ser el primogénito; a Ellie la llamaba bichito porque de pequeña era un polvorín; y a Dante le había tocado pajarraco, un mote que provocaba siempre que sonriera.

    – [Xander]Necesito hablar con alguien.[/Xander] – le respondí, completamente afectado por esa sinceridad. No podía estar molesto con Elle pese a todo, la sinceridad de por sí no era mala, todo sería mucho más fácil si todos dijéramos lo que sentíamos en cada momento. La mayor parte de los problemas venían por malentendidos o miedos, no había más que vernos a Jane y a mí. La realidad era que, por mucho que me doliese que me evitara, yo también la evitaba a ella en parte. Llevaba sin hablar con ella desde aquella clase de química por puro miedo a ver odio o decepción en sus ojos. No soportaba no estar a la altura de lo que se esperaba de mí.

    – [Sasha]Pues siéntate y hablamos.[/Sasha]- dejó el saco balanceándose y fue hasta la fuente de agua antes de sentarse a mi lado en los bancos.

    – [Xander]No sé qué hacer.[/Xander] – empecé a decir. Lo que me rondaba la cabeza tenía que ver con Jane, por supuesto, pero a la vez no, tenía más que ver conmigo mismo. – [Xander]Con Tina.[/Xander] – confesé. El poder, fuera el que fuese, dejaba ir las cosas con bastante facilidad. Por lo que dijo Elle, solo te hacía confesar lo que deseabas que se supiera.

    – [Sasha]¿Eso no era solo sexo? Pensé que lo teníais claro.[/Sasha] – sentenció Sasha, que era sincera de forma habitual, mucho más ahora bajo los efectos del poder. No era la primera vez que hablaba con ella, con mi madre, con Elle, con Owen, con la tía Diana o con la tía Cara de lo de Tina. Al principio me había dejado llevar, estaba dolido y había dejado por imposible arreglar las cosas con Jane, pero dejé entrar a Tina en mi vida para tapar ese dolor y eso no estaba bien. Con el tiempo fue más fácil, lo pasábamos bien juntos, era una buena chica y me quería. Pero solo tenía que entrar Jane en escena en un pasillo, una clase o la cafetería para que la herida se reabriese y surgieran las dudas. No podía seguir sometiendo a Tina a eso, a un segundo plano.

    Me limité a negar con la cabeza. Al final nada era tan fácil como «solo sexo», al menos no para mí. – [Xander]Tina me quiere. Y yo…me dejé querer y quería quererla, de verdad.[/Xander] – respondí, sintiendo el dolor de admitir mi error en voz alta. Tenía miedo a que Sasha me juzgara, ella y cualquiera.

    – [Sasha]Esas cosas nunca salen bien.[/Sasha]- replicó, mirándome. Sasha era bastante cerrada respecto a sus sentimientos, era su manera de protegerse por todo lo malo que le había pasado. Pero con el tiempo llegabas a descubrir su lenguaje oculto. Con su mirada me estaba dando un apoyo que necesitaba desesperadamente.

    – [Xander]Sigo sintiendo algo por Jane. No puedo seguir con Tina, no es justo para ella.[/Xander] – parecía que me lo decía a mí mismo.

    – [Sasha]Nunca ha sido justo para Tina.[/Sasha]- replicó. Era terriblemente sincera en ocasiones. Guardó silencio unos segundos y entonces suspiró. – [Sasha]Mira, al principio, intenté dejar de pensar en tu madre, pero cuando te has acostado con tres rubias diminutas en quince días, te das cuenta de que eso no vale para nada.[/Sasha] – explicó. Capté al momento qué era lo que me estaba queriendo decir. Bueno, al momento no, intenté apartar de mi mente la imagen real de los ligues clónicos.

    – [Xander]¿Estás diciendo que no me rinda?[/Xander] – pregunté, mirándola a los ojos. Me pregunté si siempre habría sido así, cómo eran cada uno de ellos antes de que entrásemos en sus vidas. No sabía si había costado más o menos, si habían peleado o si habían sufrido, pero por nosotros habían mantenido oculta su relación con Sasha, era un sacrificio que iba a intentar no olvidar.

    – [Sasha]Estoy diciendo que hagas lo que quieras hacer, pero de verdad, sin gilipolleces.[/Sasha]- me dedicó una de sus medias sonrisas.- [Sasha]Al principio, con tus padres, era solo lo que todo el mundo se imagina… vale, demasiadas información.[/Sasha]- soltó una breve risa, probablemente al ver mi cara de pánico intentando disociar de mi mente la imagen de los tres…intimando.- [Sasha]La cuestión es que yo no me rendí y al final, conseguí mi sitio. Para mucha gente, ese sitio es una puta mierda, porque no dejo de ser la tercera rueda de un carro que tiraba de sobra con dos, pero era lo que yo quería.[/Sasha]- comentó, pensativa. Dándole vueltas me di cuenta de lo poco que sabíamos de cómo se llevaban. Cuando éramos pequeños, Sasha simplemente estaba por allí, a veces estaba por las mañanas, como si hubiera dormido en casa, pero no sabíamos exactamente dónde, en el sofá asumíamos. Al ir haciéndonos mayores fuimos viendo cada vez más cosas, más pistas, pero eran solo eso, pistas. Eso implicaba pasar años conteniendo cualquier muestra de cariño. Solo esperaba que con lo que había provocado el amigo de Idris las cosas fueran más fáciles para ellos.- [Sasha]Si tu madre tuviera un harén, querría estar en él y si fuera, no sé, la líder de una secta, llevaría veinte años en ella.[/Sasha] – añadió, sin reparos. Me sentí comprendido, Sasha entendía perfectamente cómo me sentía respecto a Jane.

    – [Xander]Gracias Sash, mamá Sash.[/Xander] – repliqué, más animado, guiñándole un ojo.

    – [Sasha]Peloteos los justos, renacuajo.[/Sasha]- respondió ella, sin conseguir tapar una sonrisa.

    – [Xander]No, es en serio, vengo aquí a contarte mis problemas pero…[/Xander] – empecé a decir. Ella me había ayudado y ahora quería hacerlo yo. Sentía que le debía algo por todo ese sacrificio. – [Xander]No lo sabíamos del todo pero siempre has sido importante para nosotros.[/Xander] – añadí. Sabía que Sasha no era de muestras de afecto, así que intenté ser escueto.

    – [Sasha]Vale, vale, déjate de ñoñerías, que no somos Los Brady[/Sasha].- que lo que le había dicho le había llegado habría pasado desapercibido para cualquiera, pero nos conocíamos desde hacía mucho y con los entrenamientos habíamos llegado a conocernos más.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije, antes de levantarme para darle un abrazo. Sabía lo que tenía que hacer y prefería no esperar demasiado para hacerlo, porque le daría muchas vueltas. Tenía que aprovechar el poder que habían impuesto sobre nosotros para contar la verdad a Tina.

    – [Sasha]Los Echolls-Arkkan sois unos sobones[/Sasha].- se quejó, bromeando. La dejé volviendo al entrenamiento, aunque la vi teclear en el InPhone de la que salía, seguramente contándoselo todo a sus tercias naranjas.

    Cada paso que di alejándome de la seguridad de la Escuela en dirección a la casa de Tina fue un suplicio. Repasaba en mi cabeza una y otra vez las formas de decírselo pero todas tenían contras: o sonaban a machista, a frío, a insensible, a manual de rupturas o directamente no conseguía dejarlo.

    Tras una eternidad, llegué frente a su puerta y se me instaló un nudo en el estómago, pero conseguí reunir las fuerzas para tocar al timbre. Ella abrió la puerta y me recibió con una sonrisa radiante.

    – [Xander]Hola. [/Xander] – la saludé, serio. Me alegra de verla y me gustaba pasar tiempo con ella, pero a partir de ese día seguramente sería más difícil.

    – [Tina]Hola, cielete[/Tina].- se echó hacia delante y me besó en los labios. No supé cómo esquivarla, de hecho, me quedé paralizado. Sus labios eran suaves y parte de mí pugnaba por dejar que me besaran continuamente, por encerrar la verdad en una esquina y rendirme a sus muestras de cariño. Habría sido más fácil si no fuera el hijo de Sarah Echolls, si no hubiera mamado un sentido de la responsabilidad que me mataba a veces.

    – [Xander]Tina…tengo que decirte algo. Importante.[/Xander] – dije cuando cerró la puerta tras nosotros.

    – [Tina]¿Has visto un fantasma?[/Tina]- replicó, sonriendo. Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el sofá.

    – [Xander]Espera. Es algo serio. No…quiero hacerte daño.[/Xander] – dije, soltando su mano sin seguir avanzando. No quería parecer frío, pero no podía dejarme llevar por el amor que desprendía Tina. Se merecía a alguien mejor que yo.

    – [Tina]¿No me lo puedes contar en el salón mientras tomamos algo? No puede ser tan grave[/Tina].- me miró a los ojos y empezó a darse cuenta de que sí pasaba algo.

    – [Xander]Sí, lo es, porque no me he portado bien contigo.[/Xander] – no es fácil admitirlo, os lo puedo asegurar.

    – [Tina]Es verdad[/Tina].- me miró y se rió.- [Tina]Eres el mejor novio del mundo, mi vida[/Tina]. – se acercó hasta mí para darme un abrazo y besarme, pero me aparté.

    – [Xander]Tina, no. No puedo seguir así. Te estoy engañando a ti y a mí mismo.[/Xander] – confesé. Ella frunció el ceño, observándome. – [Xander]No podemos seguir juntos.[/Xander] – sentencié, algunas de las palabras más duras que había dicho en toda mi vida.

    – [Tina]¿A qué viene esto ahora?[/Tina]- me preguntó.

    – [Xander]Lo he pensado muchas veces, pero me gustaba estar contigo. Me sentía…bien.[/Xander] – el poder me estaba haciendo dejarlo ir todo, aliviando la presión que tenía sobre mí desde hacía tiempo. Pero eso no hacía que el desenlace fuese a ser más fácil. – [Xander]Pero no es justo para ti. Te mereces mucho más.[/Xander] – añadí. Quería a ti, pero no de la forma que ella me quería a mí.

    – [Tina]No puede ser verdad que hayas venido a dejarme a mi casa[/Tina].- respondió, afectada. Aún estaba conteniéndose, procesando lo que estaba pasando.

    – [Xander]Eres una persona muy importante para mí. Y siempre te querré, pero de otra forma.[/Xander] – traté de explicarle para que me entendiera, para darle menos importancia a lo que estaba pasando, pero no había forma de hacerlo, porque la tenía. Jamás debimos empezar juntos, así no habría habido que pasar por eso.

    – [Tina]¿Es por JJ?[/Tina]- preguntó, herida.

    – [Xander]Jane y yo llevamos tantos años sin hablarnos que no sé si volveremos a hacerlo alguna vez.[/Xander] – respondí. Me dolió saber que lo hacía con sinceridad. No sabía si alguna vez volvería a hablar con Jane, había pasado demasiado tiempo y el dolor y la distancia dan paso a la frialdad. – [Xander]Pero en parte, sí. No puedo estar contigo si sigo sintiendo algo por ella.[/Xander] – intenté ser fiel al consejo de Sasha, al menos en parte. Necesitaba despejar de mi mente lo que pasaba con Jane antes de poder estar de verdad con alguien. Por ahora, aún la quería, aún sentía que la había defraudado y que tras toda esa coraza, solo era una buena persona sufriendo.

    – [Tina]Vete a la mierda, Xander[/Tina].- espetó ella. Ni siquiera me paré a pensar si sus palabras estaban cargadas de odio. Ojalá lo hubieran estado, me lo merecía, pero la triste realidad es que creía que no.

    – [Xander]Lo entiendo. Sí quieres me vaya, lo haré.[/Xander] – respondí. – [Xander]Si quieres que no vuelva a hablarte, lo respetaré. Aunque me gustaría seguir siendo amigos.[/Xander] – añadí. Estaba pidiendo de más, lo sé, pero era lo que sentía y las palabras salían solas. – [Xander]Eres una persona maravillosa, Tina. Te mereces alguien mejor.[/Xander] – le deseé.

    – [Tina]¿Te quieres callar?[/Tina]- replicó, yendo hacia mí para empujarme hacia la puerta. Al ver lo que hacía, me moví y me marché en dirección a la puerta sin replicar. No tenía derecho a ello.

    Cuando la puerta se cerró detrás de mí, escuché a Tina apoyarse contra ella y llorar. No sabía qué decirle, pero sí que no podía irme de allí sin intentar ayudarla.

    – [Xander]Tina, por favor, no llores por mí.[/Xander] – le pedí, sintiéndome como un egocéntrico por cómo lo había formulado. No penséis mal, o hacedlo, me lo merezco igualmente, pero no lo decía porque yo no soportase llorar, si no porque yo no merecía la pena.

    – [Tina]No lloro por ti. Lloro por mí[/Tina].- replicó ella, dolida, triste. Os explicaré algo, por si no lo sabéis. Tanto mi madre como mi tía Diana, eran dos personas con una empatía extraordinariamente desarrollada. Elle y yo habíamos heredado también esa empatía, así que estaba sintiendo todo el dolor que sentía. Y cuando sabes que lo has causado tú, se hace difícil de soportar.

    – [Xander]Llora de alegría, mira de lo que te acabas de librar.[/Xander] – intenté darle un punto de vista positivo, reírnos de la situación por absurdo que sonase.

    – [Tina]No intentes que me sienta mejor con ese tipo de frases[/Tina].- me pidió. No sabía cómo actuar.

    – [Xander]¿Y qué hago, Tina? Soy una mierda de persona.[/Xander] – repliqué. Sí, ya sé que me he comparado un par de veces con mi madre, pero no soy ella ni de lejos. Mi madre es una heroína, no solo por haber sido elegida como Kvasir y tener todos esos poderes, si no más bien por lo humana que es: empática, buena, cariñosa. Mi madre no habría cometido el error que yo cometí, ni con Tina ni con Jane. – [Xander]Fui un egoísta empezando contigo y he sido un egoísta desde entonces.[/Xander] – la sinceridad impuesta me ayudó a dejarlo ir. A la larga, sería mucho más sano, pero en ese momento, me estaba matando. – [Xander]No sé otra opción. No voy a dejar que pierdas tu vida conmigo.[/Xander] – ahí estaba, todo lo que pensaba. Ya no quedaba más sin decir.

    – [Tina]Ya[/Tina].- escuché un suspiro al otro lado y la puerta se abrió.

    – [Xander]Tienes carta blanca para odiarme. Lo raro sería que no lo hicieras.[/Xander] – le aclaré. Me sentía un poco incómodo con Tina mirándome a unos ojos hinchados y brillantes.

    – [Tina]No te odio, pero tampoco quiero que vayamos de colegas[/Tina].- aclaró ella. No puedo decir que no lo mereciera, ni que esperase más, todo lo contrario, pero aún así, tuve una sensación amarga. Siempre queremos más.

    – [Xander]Ya.[/Xander] – respondí. – [Xander]Con eso no puedo hacer nada.[/Xander] – comenté. Quería irme a algún lugar donde estuviese solo, pero primero quería asegurarme de que ella se quedase todo lo bien que pudiera estar.

    Ella se acercó a mí y me abrazó.- [Tina]Siempre he sabido que no íbamos a durar, pero duele igual[/Tina]. – sentenció. Era demasiado buena persona como para que le hiciesen daño. Esta vez agradecí su abrazo, pero no fue tan reconfortante porque sabía perfectamente que sería uno de los últimos.

    – [Xander]Lo sé.[/Xander] – respondí. No pasamos mucho más tiempo juntos. Nos despedimos y cada uno fue a lamerse las heridas por separado. Las suyas por su sufrimiento, las mías por saber que lo había provocado.

    Recorrí los escasos metros que separaban la casa de Tina de la nuestra en automático. La rosada silueta de la casa victoriana que habían comprado mis padres hacía ya más de veinte años se alzaba, bonita y acogedora.

    Abrí la puerta y una parte de mí esperó que no hubiese nadie. El salón estaba vacío y la mayoría de las luces estaban apagadas, pero se escuchaba música en la habitación de mi hermana.

    Subí a la segunda planta con la esperanza de cruzarnos más tarde, cuando ya estuviera más recuperado. No quería que Ellie me viera así, era muy empática y no me apetecía verla sufrir. Pero como si tuviera un radar, la puerta de su habitación se abrió y asomó la cabeza.

     

    – [Ellie]Xan, ¿qué te pasa?[/Ellie]- preguntó nada más verme. Os lo dije, empatía muy desarrollada.

    – [Xander]Le he dicho a Tina la verdad.[/Xander] – respondí. Mis ojos, rojos y acuosos, no contribuirían a intentar negar lo evidente. Entré a mi habitación y Ellie me siguió.

    – [Ellie]Uf…[/Ellie].- exclamó ella, sentándose en mi cama.

    – [Xander]Lo ha llevado lo mejor que ha podido. Al menos creo que no me odia.[/Xander] – comenté, jugueteando con un muñeco cabezón de Vegeta que me había regalado la tía Cara.

    – [Ellie]Es culpa mía[/Ellie].- sentenció. Me giré hacia ella.

    – [Xander]No. Tú solo diste un empujón y lo necesitaba.[/Xander] – le puse una mano en el hombro. Quizá tenían que habernos preguntado antes de hacerlo, pero no pensaba decirle eso a mi hermana, no quería que se sintiera culpable y mamá ya se lo había dicho por la mañana. Había hecho lo que había creído mejor para todos. – [Xander]La culpa es mía por haber estado con ella.[/Xander] – expliqué, sentándome a su lado.

    – [Ellie]Te gustaba y te hacía feliz, ¿qué tiene de malo?[/Ellie]- mi hermana me pasó un brazo por encima de los hombros. No sé qué sería de mi sin ellos. Mi padre había perdido a toda su familia en un día y había tardado años en saber que tenía una hermana y conocerla. Él sobrevivió a todo eso, pero estaba hecho de otra pasta, yo no era tan fuerte. Siempre había soñado con ser un héroe, pero por mucho que entrenase, jamás sería como él, no solo hacía falta fuerza física.

    – [Xander]Que la estaba engañando.[/Xander] – respondí. En mi familia nos lo contábamos casi todo, existía una confianza implícita, salvo en algunas excepciones, como la verdad de la relación de mis padres y Sasha. En ese caso era comprensible, pero mentirle a Tina, no. – [Xander]No era feliz Ellie. Llevaba muchos años sin serlo.[/Xander] – era algo difícil de confesar. No me hacía falta terminar la carrera para autodiagnosticarme una personalidad al borde de la depresión. Me encargaba de luchar día a día para no caer, pero eso implicaba también ser consciente de que no había sido feliz per sé con Tina. Me llevaría algo más de tiempo y de madurez darme cuenta de que en ese momento, afectado por lo que acababa de pasar, estaba tratando la felicidad como algo que se obtiene todo el tiempo, y no era así. Sí, había sido feliz por momentos con Tina, era feliz con una familia que se quería y me quería a mí, era feliz con mis amigos. Pero no era feliz sintiéndome mala persona y eso llevaba haciéndolo desde que le fallé a Jane. Me faltaban años para ser consciente de que tenía que atesorar los momentos individuales de felicidad y a saber que la tristeza es parte de la vida y que no sirve de nada fustigarse eternamente por los errores del pasado.

    – [Ellie]¿Por Jane? No puedes ser infeliz porque alguien no te quiera, por muy duro que sea.[/Ellie].- respondió ella. En Ellie se notaba mucho con qué personas había tenido mucha relación. Tenía mucho de mi madre, bromeaba como la tía Diana, era un alma libre como la tía Cara y a veces era directa como Sasha.

    – [Xander]Pero ahora mismo no puedo cambiar cómo me siento.[/Xander] – era consciente de mi problema, pero en este caso, no podía cambiarlo, mis sentimientos estaban ahí, seguían ahí. – [Xander]La conocía de verdad. Aún lo hago, sigo viendo a la persona que hay detrás de ese muro. Eso es lo que duele, saber que no eres capaz de llegar a ella, saber que si te resignas, la abandonas una vez más con todos sus problemas.[/Xander] – aseguré. No es solo que no pudiese pasar página, es que no quería hacerlo.

    – [Ellie]Jane está destrozada. Ahora mismo sería incapaz de querer a nadie[/Ellie].- intentó explicar. Mi pobre hermana, durante años en medio de lo que había pasado entre Jane y yo.

    – [Xander]No necesito que me quiera. Me vale con que no me odie.[/Xander] – le aseguré. No puedes obligar a nadie a quererte, si no lo hace, no lo hace y punto, no hay más vueltas que darle ni otra cosa que esperar, es la libertad de cada uno lo que sienta por otro. Lo que me afectaba no era eso si no el hecho de perderlo todo, de no poder ni siquiera estar en la misma sala después de haber estado siempre juntos de pequeños. – [Xander]Con poder pasar a su lado sin que cambie de dirección…[/Xander] – empecé a decir, sabiendo que solo con eso no sería suficiente. También me gustaría recuperar la confianza que habíamos tenido.

    – [Ellie]Lo está pasando muy mal y es incapaz de ser feliz, porque no se lo permite[/Ellie].- continuó explicando. Uno de los problemas era saber perfectamente qué era lo que le pasaba y la teoría de cómo ayudarla.

    – [Xander]Sé la teoría. Pero la realidad es más difícil.[/Xander] – confesé, sabía que mi hermana no me culpaba por lo que había pasado a Jane, ni tampoco a ella. Lo que único que le había preocupado siempre era que pudiéramos arreglarnos y que cada uno fuese feliz, pero ni Jane ni yo reuníamos nunca las fuerzas suficientes para hablar con el otro y la última vez que sí lo habíamos conseguido, no había salido bien.

    – [Ellie]¿Y si no es el amor de tu vida?[/Ellie].- pregunté, mirándome a los ojos. Aparté la mirada, pensativo, no quería que Elle leyera mis pensamientos. Había debatido esa cuestión a menudo conmigo mismo. Sasha lo había entendido, ¿y si sí lo era aunque no fuese correspondido? – [Ellie]El amor no duele o al menos, no debería doler[/Ellie]. – añadió. Alcé la mirada hacia ella.

    – [Xander]¿Tú crees?[/Xander] – le pregunté. Yo pensaba diferente, para mí el mundo de los sentimientos era algo muy complejo que casi siempre estaba equilibrado. Hay días buenos y días malos, días felices y días tristes. Ninguno sería tal sin contrastar con el otro.

    Se me ocurrían muchos casos en los que no había sido así: La tía Diana lo había pasado mal porque el tío Toph no quería estar con nadie por su licantropía. Mis padres habían sufrido por mantener la relación entre los tres como un secreto por nosotros. El tío Daakka había sufrido pensando que Cara no le querría por ser un demonio. El tío Ed había visto morir a la persona de la que estaba enamorado. El tío Dominic seguía enamorado de su ex mujer pese a todo lo que habían pasado. El amor era sacrificado, pero en su propia definición, compensaba. La parte de sacrificio con Jane habría estado clara, el tema estaba en saber si compensaría.

    – [Ellie]No quiero verte sufrir más por ella[/Ellie].- respondió, sincera, sin necesitar el poder del amigo de Idris. Os preguntaréis cómo se explica que pudiera querer aún a una persona con la que hacía años que no hablaba y con la que estaba peleado. La respuesta es muy fácil. No lo sé. – [Ellie]Quiero que seáis felices. Juntos o separados[/Ellie]. – aseguró.

    Le revolví el pelo como cuando éramos pequeños. Por aquél entonces todo era más fácil. Yo tenía a Jane, ella tenía a Amy, que a su vez tenía a Leo, Kaylee nos tenía a todos y Dante y Cole tenían a su madre. Pero la vida no estaba destinada a ser fácil para ninguno de nosotros, por desgracia. Conocía a pocas personas para las que la vida fuese fácil y normalmente, no solían ser las mejores personas.

    – [Xander]Tranquila, los males no duran eternamente.[/Xander] – repliqué forzando una sonrisa. Necesitaba superarlo, en ese momento, aún no podía, pero sí podía relegarlo a un rincón donde mi hermana no tuviera que preocuparse por ello. – [Xander]Encontraré una solución.[/Xander] – la animé. Aún me quedaba un tiempo con el poder de la sinceridad. Quizá podía aprovecharlo. Y si no, siempre estaba el plan de emergencia que llevaba un tiempo madurando. Ya lo había hablado con mis padres por si acaso, pero los demás no lo sabían.

    – [Ellie]Jane es mi mejor amiga y tú eres mi hermano[/Ellie].- suspiró, aún no había colado mi intento de quitarle importancia.- [Ellie]¿No hay un hechizo que lo arregle todo para que podáis ser felices?[/Ellie] – preguntó.

    – [Xander]No pasa nada, hermanita.[/Xander] – le di un abrazo que quizá me reconfortase a mí más que a ella. – [Xander]Es que este poder trastoca un poco.[/Xander] – comenté. La sinceridad había abierto viejas heridas y me había hecho tomar decisiones que a la larga agradecería.

    La vida no es un camino de rosas. Los problemas en nuestras relaciones eran solo el principio de los sufrimiento de todos nosotros en nuestro camino para convertirnos en Daë. Pero por aquél entonces, era todo nuestro mundo.

  • EL AMOR LO SUPERA TODO

    XANDER ECHOLLS – CASA DE JANE

    Sábado

    Futuros hijos e hijas y nietos y nietas y lo que sigue. Hoy me ha pasado algo raro. Estaba con los demás en la Escuela Legado y de pronto estaba en el cuerpo de papá y papá en el mío.

    Estoy intentando que se entienda la letra, pero no controlo las manos de papá. Ya he roto dos bolis y tengo miedo de estropear el diario nuevo. Iba a empezar el diario hablando de Jane Jessica Williams, vuestra madre o abuela, pero ahora es el tío Dom y no sé si podremos tener hijos.

    Esta mañana ya había empezado mal, os cuento: Jane y yo estábamos su casa, jugando a la consola hasta que el tío Dom nos llevase a la Escuela Legado.

     

    – [Xander]Yo te curo.[/Xander] – dije, buscando el conjuro de mi personaje, un guerrero arcano de nivel 56 que se transformaba en dragón. De mayor siempre había querido tener un dragón.

    — [JJ]No, no.[/JJ] — dijo Jane, haciendo que su personaje se tomase una poción. Ella tenía una maga de nivel 57. No le gustaba que la salvase porque eso era un pareado apatriado que era cosa de hombres que hacen de menos a las mujeres, o eso decía mamá. Ya he hecho borrones en la libreta nueva. Bueno, a Jane no le gustaba que la salvase y estaba bien. También cogía los mejores objetos pero no pasaba nada porque las parejas comparten. Cuando fuéramos mayores si no arreglábamos el cambio de cuerpo tendríamos que compartir cuchilla de afeitar.

    – [Xander]Vale, entonces me encargo de esa sala.[/Xander] – respondí, moviendo mi personaje a una de esas salas que siempre tienen cosas ocultas. Lancé una lluvia de fuego y me sentí como la madrina.

    Al pasar el nivel, Jane pausó el juego. — [JJ]Mi papi hace los bocadillos de Nutella más ricos del mundo.[/JJ]— dijo comiéndose uno mientras subía de nivel a Janessica. Yo subí la fuerza de Xarkkan el elfo y di un salto, por fin pude ponerle dos espadas.

    – [Xander]Mi mamá los hace de mantequilla de cacahuete casera y chocolate blanco.[/Xander] – dije con una sonrisa. Mamá siempre decía que tenía los gustos de papá y eso me hacía reír. Quería comer como papá para ser un héroe fuerte y valiente. Mamá era más fuerte, pero el padrino siempre decía que hay que soñar con realismo.

    Jane sonrió. Lo recuerdo porque era muy guapa cuando sonreía.— [JJ]No están tan ricos.[/JJ] – respondió. Tenía manchas de chocolate en los labios.

    – [Xander]A mí me gustan.[/Xander] – dije, algo triste. Si íbamos a estar siempre juntos y no le gustaban, tendría que comer siempre nutella.

    — [JJ]Eh, no te pongas triste.[/JJ]— respondió dejando el mando en el sofá. Book pegó un salto, asustado, y se fue.— [JJ]Están ricos, pero no son de chocolate normal.[/JJ] – dijo ella, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]Ya, a mí mamá y a Elle les gusta el negro. A mí me sabe a tierra.[/Xander] – confesé. Los matrimonios no tienen secretos. Jane se echó a reír y yo me reí también, aunque no sabía de qué.

    — [JJ]Cuando sea mayor no me voy a casar nunca porque me voy a ir de viaje con mi papá a ver Europa.[/JJ]— explicó mientras volvíamos a jugar.— [JJ]Bueno, y con mamá.[/JJ] – la tía Rebecca era más seria que el tío Dom. Si diera la vuelta al mundo con alguien sería con el tío Dom, seguro que compraba muchos helados y nos dejaba comer hamburguesas y patatas fritas. Una vez me dejó cenar patatas fritas con bacon encima, un cuenco entero para mí.

    – [Xander]Yo quiero casarme y tener un jardín con siete perros.[/Xander] – Xena estaba bien, pero siete Xenas eran mejor.

    — [JJ]A mí me dan miedo los perros.[/JJ]— dijo con cara triste. No sabía que los perros daban miedo, adoro a los perros, son lo mejor junto con las patatas fritas, los viedojuegos videojuegos y Jane.

    – [Xander]Puedes venir a ver a Xena. Es como un peluche gigante.[/Xander] – la invité. Cuando nos casáramos me llevaría a Xena. Podía tener perritos inmortales. Siete.

    Ella se quedó callada.— [JJ]Sí, algún día.[/JJ]— dijo, volviendo a estar triste.

    Saqué una bolsa de patatas fritas que me estaba guardando y se la ofrecí. Cuando estaba triste las patatas me animaban. – [Xander]¿Quieres?[/Xander] – pregunté.

    — [JJ]No, gracias.[/JJ]— dijo, aún triste. Seguimos jugando sin hablar un rato. A veces la miraba, parecía triste.

    Entonces un monstruo dejó caer un arma con un brillo dorado y sonreí por mi buena suerte. Se lo iba a decir a Jane pero seguía seria. – [Xander]Mira, una legendaria. Cógela.[/Xander] – me había tocado, pero Jane no se lo pensó y la cogió para ponérsela. Volvió a sonreír. Sentí un poco de envidia cuando se cargó a una horda de un golpe, pero no pasaba nada.

    – [Xander]Jane…[/Xander] – la llamé. Quería preguntarle algo superimportante.

    — [Jane]¿Digamelóoooon?[/Jane]— respondió, riéndose. Jane es muy graciosa.

    – [Xander]Nunca vamos a dejar de ser mejores amigos, ¿verda’?[/Xander] – tenía miedo de perder nuestros ratos juntos.

    — [Jane]Claro que no. Hicimos un juramento de escupitajos y sabes que eso es super sagrado.[/Jane]— me acuerdaba de eso. Me dio miedo coger una enfermedad pero era la saliva de Jane así que no pasaba nada.— [Jane]Voy a ser tu padrina cuando te cases.[/Jane] – añadió. Me asusté un poco y un enemigo me atacó por detrás.

    – [Xander]Si nos casamos no puedes ser padrino. [/Xander] – me reí. Owen tendría que ser el padrino y Elle la madrina y cuando ellos se casaran, nosotros seríamos sus padrinos. Era lógico.

    Jane puso la cara que pone la tía Cara cuando come pescado.- [Jane]Ughhhh.[/Jane]- dijo. – [Jane]Los amigos no se casan. No funciona así.[/Jane] – explicó.

    – [Xander]Pero mi papá dice que él y mamá son mejores amigos. [/Xander] – dije. Papá siempre me lo decía, ‘pórtate bien con mamá, que es muy buena y quiere lo mejor para nosotros’. La gente decía que Papá miraba a Mamá con amor, así que yo miraba a Jane también así. El tío Daakka y la tía Cara habían sido amigos de pequeños y ahora eran matrimonio.

    – [Jane]Imposible.[/Jane]- dijo. Le iba a llevar la contraria pero a Jane no le gustaba y no quería que se enfadara después de haber vuelto a sonreír, así que seguimos jugando hasta que el tío Dom nos llevó a la Escuela Legado.

    Y eso, cambiamos de cuerpo. Ahora era mi padre y ella el tío Dom. Íbamos en un autobús de la Escuela Legado, con el resto y con nuestros padres. El tío Nate conducía para llevarnos a casa.

    Miré a Jane a los ojos de su padre y ella sonrió con más dientes y más pelos en la cara. Si no nos podíamos casar por ser amigos, no sabía que iba a pensar de ser nuestros padres. Pero Papá siempre decía que el amor lo supera todo.

  • EL MIEDO NUNCA LLEVA A NADA BUENO

    DIARIO DE NATE EVANS | SANCTUARY, ALMACÉN

    TARDENOCHE

    natethink

    Después de hablar durante unos minutos con Niall y descubrir algunos detalles de la historia de Zeon y la Resistencia, tuve que volver al almacén para mantener las apariencias.

    Al parecer, cualquier Moondie o asociado estaba bajo una estricta vigilancia y no podían reunirse nunca más de unos pocos en un mismo lugar sin que éste se llenase de ojos u oídos. Niall me había contado que en más de una ocasión se había encontrado con algún ‘camaleón‘ oficial del Gobierno haciéndose pasar por alguno de los suyos.

    No me había quedado demasiado claro mi papel en todo eso, y probablemente nadie salvo la propia Kaylee lo tuviese. Kuruk había terminado su turno, así que decidí meterme en mi papel y empezar apilando un par de barriles de ‘pseudosangre‘.

    Estaba observando, intrigado, la etiqueta de uno de los barriles (Sangre fresca hecha a mano por uno de los mejores hemokinéticos), cuando escuché abrirse la puerta que daba a la barra. Levanté la mirada y vi a la camarera de antes, Jane. Ella dibujó una leve sonrisa y se estiró para coger una caja a la que no llegaba. Me acerqué a su lado y se la bajé.

     – [Nate]Soy Nate, el nuevo. ¿Estás bien?[/Nate] – le pregunté, a sabiendas de que no lo estaba. Su aura estaba turbia, había en ella mucha tristeza, acompañada de ira, frustración y miedo.

    – [Jane]Sí, ¿por qué no iba a estarlo? Me han asignado el trabajo más adecuado para mis habilidades y vivo de acuerdo a las normas de Zeon. Todo es maravilloso[/Jane].- replicó con amargura, guardando silencio mientras abría la caja y sacaba unos paquetes. – [Jane]Perdona, tú no tienes la culpa de nada[/Jane]. – añadió cabizbaja.

    Me quedé callado unos instantes, meditando, analizando lo que veía. – [Nate]No sé mucho sobre este sitio. Pero no parece una utopía. Algo no encaja, algo está, mal.[/Nate] – respondí con sinceridad. No era una camaleón, así que no tuve miedo a decirle la verdad de lo que opinaba de ese lugar. Había percibido a mucha gente desde que había cruzado la frontera y la conclusión era la misma, ese sitio no estaba bien. – [Nate]Te he visto, triste, enfadada, dolida. Es mi habilidad.[/Nate] – confesé.

    – [Jane]Tu habilidad no es muy útil. Eso lo ve cualquiera[/Jane].- replicó, dibujando ahora una sonrisa ligeramente más real. Todo lo que podía sonreír en ese momento. Frunció ligeramente el ceño y entonces vi algo más de ella, un secreto que quería guardar y que no saldría de mis labios.

    – [Nate]También veo que no has tirado del todo la toalla. Esperanza. Ambición por un mundo mejor.[/Nate] – añadí, asintiendo para que se diese cuenta de que lo sabía y que el secreto estaba a salvo conmigo. – [Nate]Tienes alguna cosa que aprecias en este mundo, por eso la Resistencia.[/Nate] – continué, cambiando de tema. Echaba de menos a su pareja, siempre lo hacía cuando se enfrentaba a las miradas cuando servía las mesas. – [Nate]Niall me lo ha contado, por qué me enviaron aquí.[/Niall] – le aseguré, sabiendo que ella no quería añadir nada. Era una persona reservada, lo respetaba.

    – [Jane]La Resistencia es lo único que vale la pena de este mundo[/Jane].- respondió ella con convicción.

    – [Nate]No me queda muy claro qué puedo hacer yo. Pero te digo lo mismo que le dije a él, quiero ayudar.[/Nate] – afirmé. Dentro de lo que podía percibir, había una sensación, algo en la raíz de cada persona que me hacía pensar que no estaba correcto, que no era la vida que les debía haber tocado vivir. Era una sensación tan generalizada, que me rondaría la cabeza durante un tiempo.

    – [Jane]Cuando se reúnan todos, te dirán qué puedes aportar[/Jane].- dijo ella, encogiéndose de hombros. No era una de las líderes, sin embargo, sí iba con ella serlo. Una piedra golpeó fugazmente a una Jane niña en la frente, mientras la llamaban ‘monstruo‘, ‘rata de laboratorio‘. Miré su frente en el presente y vi allí, escondida tras un mechón de pelo, la cicatriz de la pedrada.

    – [Nate]No es culpa tuya cómo se comporte la gente.[/Nate] – dije con sinceridad. Nadie se merecía que le tratasen así, la culpa solo era de los que lo perpetraban, aunque a veces nuestras mentes intentasen buscar una explicación, un motivo por el que nos lo hubiéramos merecido.

    – [Jane]En un mundo en el que se premia ser diferente, yo lo soy demasiado[/Jane].- respondió ella con ironía, pero aliviada por poder hablar con alguien.

    – [Nate]Puedes contármelo. Yo no vengo de aquí, no tengo prejuicios.[/Nate] – no iba a despreciarla porque los poderes de su madre hubiesen sido fruto de un experimento. Era una auténtica locura. Pero había algo más que lo de su madre, algo que tenía que ver con la naturaleza exacta de sus poderes.

    – [Jane]Si te tocara, aunque fuera accidentalmente, robaría tu poder y después, te mataría[/Jane].- explicó. Un recuerdo doloroso tiñó su aura completamente. Después de ver «el accidente», me quedé en silencio durante unos segundos.

    – [Nate]Te odian porque te tienen miedo. Cuando a ellos les odian ahí fuera por lo mismo.[/Nate] – era una obviedad, pero no pude dejar de comentarlo.

    – [Jane]Esta utopía es una farsa. Permiten que haya gente de las altas esferas que tiene hobbies como coleccionar caras humanas[/Jane].- espetó con rabia. Compuse una mueca de asco al ver el rostro de esa pesadilla viviente que se sentaba en el Consejo, esos ojos oscuros, terribles. Cuanto más veía, más razón tenía para darle a Jane.

    – [Nate]Las cosas malas de los seres vivos siempre están ahí. Pero las buenas también.[/Nate] – comenté intentando animarla. Su aura se reconfortó al pensar en su pareja. – [Nate]Eres buena persona.[/Nate] – le aseguré. Ella me miró a los ojos durante un minuto, luego apartó la mirada.

    – [Jane]Según el Omnilens, soy del bando del gris[/Jane].- explicó. Recordaba algo de los bandos de lo que Niall me había contado. La sociedad estaba dividida en tres bandos y las personas, según cómo fuesen, entraban en uno u otro, una especie de buenos, malos y neutrales en un supuesto intento de mantener el equilibrio.

    – [Nate]No es más que una máquina que te enseña unos datos.[/Nate] – respondí con sinceridad. Me apenaba ver cómo se había tomado como algo normal el hecho de depender de una invención para saber cómo tratar a una persona. – [Nate]Ahí fuera me conectaron a muchas, pero ninguna veía lo que yo.[/Nate] – razoné. Aún me dolían los ojos de una de esas máquinas, que producía descargas para ver si mi poder se localizaba en mis ojos. Ninguna lo consiguió, no entendieron que el cuerpo que veían no era más que una charada.

    – [Jane]Parece que el mundo no es mejor ahí fuera[/Jane].- meditó ella.

    Negué con la cabeza, se avecinaban malos tiempos. – [Nate]No llegué a ver mucho de él, pero la tensión…la gente tiene demasiado miedo. Y eso nunca lleva a nada bueno.[/Nate] – aseguré. Cuando el miedo dirige tus acciones, termina llevándote por el camino del que pueda alimentarse más de ti.

    Jane asintió, dándome la razón, y se quedó pensativa. La observé, pero su aura se enturbió cuando llegó un grito de la sala de un impresentable pidiendo su comida. Le dirigí una mirada de ánimo y ella suspiró, despidiéndose con un gesto amistoso con la cabeza.

    Le dirigí una sonrisa mientras salía. Una sonrisa que se desdibujó cuando volví a quedarme solo en el almacén. ¿Qué era la Escuela Legado?

  • FRIEND ON ME

    FRIEND ON ME

    Daniel Arkkan | Casa de las Echolls

    MEDIODIA | 18 DE ABRIL

    daniellong

    Hacía un día soleado pero no demasiado caluroso, perfecto para una primavera reciente que había empezado con lluvias y temperaturas bajas. Si el tiempo se mantenía hasta el día de la boda de Elizabeth y Jaime, que según las predicciones del tiempo, y más acertadamente las de Diana, lo haría, sería todo un milagro.

    Por suerte, parecíamos vivir en una época de milagros. Durante los últimos meses, tanto la Iniciativa como la gente de Palacio estaban tranquilos, aunque estaba seguro de que estaban tramando algo después de haber medido inicialmente sus fuerzas en Andem.

    Pero al menos eso nos había dejado tiempo para prepararnos y para centrarnos en otros problemas más mundanos, como las remodelaciones en la Nave para adecuarla a la futura Escuela Legado. Por suerte los primeros alumnos nos habían ayudado con algunas de las modificaciones, especialmente Nicholas con su útil habilidad para levantar y derribar muros. Mi hermana estaba encantada con el dinero que nos habíamos ahorrado.

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  • LEGADO

    LEGADO

    Daakka | La Nave

    MAÑANA

    lanave

    Me estiré y algunos de mis huesos humanos crugieron. Observé la espalda desnuda de Selardi mientras se levantaba y se estiraba como un gato. Caminó sin coger la ropa hasta el ventanal del estudio y se quedó parada frente a él. A Cara le encantaba que desde fuera no pudiesen ver lo que pasaba en el interior para poder ir «como había venido al mundo», como decía Elizabeth.

    Su cuerpo, bañado por la blanquecina y pura luz del sol que dejaba pasar el cristal necrotemplado, era una maravilla. Era todavía joven cuando la llamé Selardi por primera vez, pero no me había equivocado. Era toda una diosa, una bendición de la naturaleza.

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  • UN MUNDO CAMBIANTE

    UN MUNDO CAMBIANTE

    Christopher MacLeod | Residencia MacLeod-Echolls

    book

    Hace tiempo que este diario, al igual que el resto como él, no recoge la gran historia que nos acontece. El mundo ha cambiado mucho, quizá demasiado, y por eso mismo hay que volver a las viejas costumbres, al papel y a la tinta. Ya son más de quince años, es increíble como pasa el tiempo.

    Como iba diciendo, el mundo ha cambiado mucho en estos años, aunque la esencia sea la misma, pero para saber los motivos que nos llevan a escribir de nuevo en estos diarios debo remontarme a cuando empezó todo, cuando los ‘Moondies’ nos reunimos por primera vez.

    En aquél entonces, el país se recuperaba de una gran crisis que había asolado medio mundo, una crisis de la que eventualmente se salió, pero que solo fue un aviso de la que estaba por venir.

    Pensaréis que ahora voy a contaros acerca de la crisis económica que asoló nuestro país, teniendo en cuenta que acabo de decir que fue mucho peor que la anterior, pero no fue así, la recuperación fue rápida y las secuelas, al menos económicas, no se llegaron a percibir. De hecho, la economía mejoró.

    Os preguntaréis cómo, y la respuesta es muy sencilla: Internet y las grandes compañías. La mayor compañía de internet del momento, que había empezado en un simple buscador de internet, se presentó en la puerta de la Presidenta con una oferta tan tentadora como si la presentase el mismo diablo. Aunque la diferencia no era mucha.

    El dinero de la compañía salvó la economía, pero evidentemente querían algo a cambio. Consiguieron el permiso para extender sus redes por todo el país, convirtiéndose en el principal proveedor de servicios de internet, con el plus de derivar parte de sus beneficios para la propia economía interna del país.

    A partir de ahí, la cosa fue a más. Casi todo el mundo utilizaba sus servicios por sus precios más bajos y la ventaja de ayudar al país, y todos los datos de esas personas pasaban por sus redes. Después vino la reforma del documento de identificación, a partir de su aprobación, a todo el mundo se le concedía una cuenta de correo electrónico en la compañía junto a la obtención del documento, con la finalidad de hacer las transmisiones oficiales hacia esa cuenta. La gente se acostumbró con el tiempo y empezaron a utilizar solo esa cuenta, y a partir de entonces los correos electrónicos de toda esa gente, muchos todavía inexpertos en el uso de internet, pasaron por los servidores de la gran compañía nacional de telecomunicaciones, que había pasado a llamarse Infinity Corp.

    Fue una época de grandes avances, los recursos económicos de Infinity beneficiaban a la «nación» afianzando su posición de superpotencia. Se crearon nuevos prototiopos de transportes con la tecnología de Infinity , dando facilidades enormes a la gente, que se acomodó, mientras Infinity recopilaba más y más datos para ofrecerles publicidad dirigida.

    Gracias a los sistemas de seguridad de Infinity , cesaron los ataques terroristas, salvo aquél de hace seis años. Los terroristas eran detenidos antes de hacer «honor» a su nombre, antes de ser culpables, gracias al análisis de información.

    La cultura del miedo se había disparado hasta límites insospechados. La gente se preocupó porque sus datos estuvieran en manos de Infinity , y el Gobierno intervino para defender a su compañía, pero aprobó leyes de protección de datos personales que tranquilizaron a los que no sabían que sus datos seguían siendo recopilados y tratados, aunque con más «cuidado» para que no hubiese filtraciones.

    Infinity había extendido sus ramas por todas partes, incluso en el Condado de Ripper, ventajas de un precio bajo, ser parte del Gobierno y dar un «buen servicio». Pero el Condado de Ripper escondía muchos secretos, secretos que no debían salir a la luz sobre nosotros, los sobrenaturales, los metahumanos. Por eso empezamos a dejar de utilizar sus redes, porque nuestros secretos no podían desvelarse y arriesgarnos a su departamento de investigación se centrase en nuestras ventajas, en tener a gente como Daakka conectada a un reactor para proveer energía a toda una ciudad.

    Estaba seguro de que tenían información al respecto de otros puntos del estado, pero todavía no tenían una unión, no querían verlo, y no podíamos ser los que le diesen esa conexión final. Así que teníamos que volver a los diarios para contar nuestra historia.

    Hace mucho tiempo y han pasado muchas cosas, buenas y malas. Pero seguimos aquí, seguimos resistiendo y luchando contra la oscuridad, salvando el mundo un día más, tanto por la noche, como por el día en la Escuela Legado.

    Moondale vive.

    Pero todavía quedan unas temporadas por el medio, esto es para ir dando perspectiva de a dónde nos dirigimos.