Moondale

Etiqueta: Ezra Walker ‘Rainer’

  • UN BUEN CONSORTE

    EZRA WALKER

    TERRA

     

    Llevaba desde el primer día intentando contactar con el resto sin resultado, además el tótem por el que habíamos regresado a la Kvasir había sido destruido. Tampoco había sido capaz de proyectarme con mi poder, era como si estuviéramos encerrados en este planeta y perdido toda comunicación con el resto de mundos para siempre.

    Pasaron varias Lunas y anduvimos de una ciudad a otra. Robin había visto los estragos que Antailtire causo a su  mundo, guerra entre humanos, maquinas y espíritus, aunque estos últimos parecían haber desaparecido tras perder la conexión que los unía con Antailtire.

    Sin la mano oculta que había manejado los hilos de su mundo durante tanto tiempo la guerra se detuvo, pero el más mínimo conflicto podría reactivarla, gente que quería ganar a toda costa. Desde las sombras, Robin actuaba evitando que ciertos eventos detonaran de nuevo la guerra.

    – [Robin]Según parece, vamos a tener unos días de paz[/Robin].- Añadió alejándose de la ventana tras usar su poder. Los siguientes días no habría conflictos entre los lugareños o intentos de saqueos a las provisiones de alimentos.

    – [Ezra]Bien, podemos regresar a tu pueblo si quieres. Debes estar deseando ver a tu hermana.- [/Ezra] Nos habíamos refugiado en un edificio derruido, la fachada aun resistía pero entraba frio por el enorme hueco del techo ocasionado por una de las bombas.

    – [Robin]No creo que sea buena idea[/Robin].- Robin se recoloco su abrigo y alzo las manos hacia la pequeña hoguera para entrar en calor.

    – [Ezra]Sigo sintiéndome culpable por lo ocurrido. Por mi culpa abandonaste tu reino, tal vez puedas volver ahora.-[/Ezra] Robin me ayudo a volver con mi grupo cuando quede atrapado en su reino y en el proceso se vio arrastrada con nosotros sin poder regresar a su hogar, ahora que no había guerra tal vez pudiera regresar a su reino.

    – [Robin]No quiero volver. Creo que puedo hacer mucho más fuera que allí[/Robin].- En su estancia en la Kvasir se informo de el resto de mundos, de como estaban sucumbiendo ante una mano oscura que manejaba los hilos a su antojo como en el suyo. También le hable del mío, de como no solo había guerras entre sobrenaturales, sino entre humanos por culpa de la codicia o el poder.

    – [Ezra]Tienes una habilidad innata para resolver conflictos.-[/Ezra] Robin echo un vistazo al cielo, parecía que iba a caer una tormenta de un momento a otro, pero las nubes se fueron disipando hasta dejar un cielo anaranjado bañado por el atardecer.

    – [Robin]Tuve a mi reino en una burbuja durante demasiado tiempo. No soy tan buena como crees[/Robin].- La sonrisa de Robin había desaparecido desde que llegamos. Si bien sonreía a la gente que se cruzaba con nosotros, era una sonrisa triste.

    – [Ezra]Estabas protegiendo a tu pueblo de los peligros del mundo exterior.-[/Ezra] Yo intente proteger al mío en las cloacas juntos a las ratas y aun así nos dieron caza.

    – [Robin]Quizás. A lo mejor solo estaba siendo cobarde[/Robin].- No esta siendo cobarde, simplemente estaba protegiendo a su familia, si hubiese podido habría hecho lo mismo que ella.

    – [Ezra]Conozco bien la cobardía y tú no lo eres.-[/Ezra] La gente que se escondía en las cloacas junto a nosotros. Ese miedo en los ojos, acurrucados en una esquina simplemente esperando a morir.

    – [Robin]Tú no eres un cobarde[/Robin].

    – [Ezra]Lo intento, pero no dejo de pensar que habiendo actuado en alguna ocasión todo habría sido diferente.-[/Ezra] Desde que perdí mis recuerdos buenos solo podía sentir que no había hecho suficiente, como mis miedos se apoderaban de mi en los peores momentos, en la perdida de mi familia.

    – [Robin]El pasado no se puede cambiar y el futuro no existe. Ahora mismo, estás haciendo las cosas bien[/Robin].- Tenía razón, debía de dejar de vivir en el pasado y empezar a centrarme en el ahora.

    – [Ezra]Siempre se me ha dado bien ayudar.-[/Ezra] Las salidas furtivas con Amy en busca de provisiones, buscar a sobrenaturales en una Moondale en ruinas, incluso cuando desperté en este mundo cuando hice aquella campaña de ropa con mi madre.

    – [Robin]¿Y eso te parece poca cosa? Si todo el mundo ayudara…[/Robin]

    – [Ezra]No habría guerras.-[/Ezra] Bajo su capucha esbozo una sonrisa. Nos quedamos un rato en silencio escuchando el chasquido del fuego.

    – [Robin]¿Por qué crees que acabamos en este mundo? Yo tengo excusa, porque es mi casa. Pero tú…[/Robin]- Sus ojos se posaron en mi fijamente, con el resto del mundo solía mantenerme en guardia, con ella no era necesario.

    – [Ezra]Cuando ese agujero nos trago sabía que acabarías aquí por la conexión que tienes con este mundo. Simplemente no quería que te quedaras sola varada en este lugar.-[/Ezra] Una sonrisa se dibujo en su rostro, parecía feliz de verdad en mucho tiempo.

    – [Robin]Habrías sido un buen consorte[/Robin].- Añadió entre risas. Siempre me había negado el ser feliz al ver como el mundo sucumbía a mi alrededor, pero empezaba a creer que Robin era la persona de la que hablaba Chloe en su futuro. Algo en ella me transmitía una sensación de serenidad.

    – [Ezra]Mi lady…-[/Ezra] Me incline hacia delante para hacer una reverencia y al incorporarme observe como me miraba enarcando una ceja.

    – [Robin]Siento decirte que no está del todo bien hecha[/Robin].- Ella se dejo caer un poco hacia abajo e inclino un poco la cabeza sin perder contacto visual, después de todo era una reina.

    – [Ezra] …me concede este baile.-[/Ezra] Añadí haciendo de nuevo la pose algo más acertada entre las carcajadas de Robin.

    – [Robin]Solo un necio o un loco bailaría entre los escombros de una guerra[/Robin].- Dijo acercándose hasta donde me encontraba.- [Robin]Y dime, ¿cuál eres de los dos?[/Robin]

    – [Ezra]La gente baila y celebra cuando la guerra termina. Supongo que todo el mundo está un poco loco.-[/Ezra] Ella agarro mi mano y la otra la pose en su cintura. No tenía ni idea de bailar, menos bailes de salón, así que deje que ella llevara el compas.

    Por el hueco del techo comenzó a caer una fina capa de nieve, mientras a lo lejos, en la zona de los refugiados sonaba una melodía de lo más apropiada para el baile, sin duda era cosa de ella. Durante ese instante no había preocupación alguna, solo éramos dos personas disfrutando del momento.

  • NO SOY UN HÉROE

    DANTE VILLIERS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Después de que Kaylee me pusiera verde, decidí que necesitaba un cambio de aires. Ezra había comentado que quizá su hermana estuviera en la piscina, así que dejé la bisagra del portón de descarga que estaba arreglando y fui hacia allí.

    Por el camino me encontré a Owen. Le saludé, pero estaba como una viñeta de manga, inmóvil y pensativo, solo le faltaban las líneas verticales en la cara y la sala ensombreciéndose a su alrededor. Lo segundo podía hacerlo.

    Le dejé tranquilo, seguro que tenía que ver con Amy, no se había buscado un interés romántico fácil, pero yo no era quien para hablar porque iba de camino a hablar con una chica a la que sacaba veinte años, con suerte.

    Cuando entré a la piscina noté que la humedad y la subida de temperatura. Si era ella quien estaba allí, había activado la climatización que Henry había arreglado hacía poco para calentar la piscina. No estaba pensando en el resto, así que quizá era ella, o Lexie. No me quejaría en cualquier caso de ver a ninguna en bikini.

    Fui a las taquillas y abrí la mía para ponerme un bañador y una camiseta de propaganda en un idioma que ni conocía, por la pinta sería algo que sabía horrible. Al acercarme a la piscina vi que en efecto, era Chloe. Estaba tumbada con un par Earfinity conectados a alguna música que tenía en su InfiniBand. Si la cosa estaba como en mi tiempo, seguramente algún grupo viejo. Al escuchar pasos se giró y me miró bajando sus gafas de sol.- [Chloe]Dante[/Chloe]. –  me saludó, cortante. En bikini se notaba aún más que era menuda pero bien proporcionada. Esperaba por mi bien que no se pusiera en pie y me dejara ver su culo, porque con el calor que se filtraba por la ventana, sumado a la humedad de la piscina y a esas vistas, no sabía si la ropa me duraría mucho puesta.

    – [Dante]Chloe.[/Dante] – la imité. Ella frunció el ceño, molesta. Recordé que venía a arreglar un poco las cosas así que le sonreí para que viera que bromeaba. – [Dante]Te he estado buscando.[/Dante]- admití.

    – [Chloe]Como siempre[/Chloe].- replicó ella con una sonrisa de satisfacción.

    Veía las pequeñas gotas de sudor acumularse sobre su piel, así que decidí ir al grano. – [Dante]Probablemente me vaya con Lexie y los demás. De vuelta a casa.[/Dante] – expliqué. Me imaginé que a esas alturas todo el mundo sabía ya lo que había descubierto. Lo que no sé es donde se había metido. – [Dante]No quería que nos quedásemos de malas.[/Dante] – supuse que tendría que tratar de hablar también con Kaylee, pero puede que ella no tuviese muchas ganas de verme.

    – [Chloe]¿Cómo que te vas?[/Chloe]- preguntó, incorporándose.

    Asentí, sentándome cerca. – [Dante]Hay un tipo que nos puede enviar a casa.[/Dante] – le expliqué, asumiendo que me había adelantado pensando que todo el mundo lo sabía. Quizá Lexie si que se había ido a dormir antes de hablar con los demás.

    – [Chloe]¿Y vas a dejar todo esto para volver a casa?[/Chloe]- Chloe no tenía ningún problema en dejar claro que le parecía mal.

    Tenía un mechón de pelo que se me colocaba frente a los ojos así que me lo aparté. – [Dante]No soy ningún héroe.[/Dante] – en ese momento me di cuenta de que no era la primera vez que lo decía hoy, tenía que recordar no volver a repetirlo o empezarían a pensar que tenía algún tipo de complejo. No era así, simplemente no había nacido para esa vida, Logan había sido un héroe, un Daë, si aceptaban a gente como él yo no quería tener nada que ver.

    – [Chloe]Si te vas, quedarás como un fracasado[/Chloe].- replicó mirándome.

    – [Dante]No me importa lo que piensen los demás.[/Dante] – admití, cabreado por su acusación. – [Dante]Los demás pueden arreglárselas sin nosotros y sé que volverán a casa. Prefiero tomar el atajo.[/Dante] – allí había héroes de verdad, descendientes de héroes de verdad y gente con vidas dignas de elogio. Yo era un mecánico huérfano hijo del típico malote de peli de los noventa que nunca debía haber tenido hijos.

    – [Chloe]Si lo tuvieras tan claro, no habrías venido a contármelo[/Chloe].- mis ojos recorrieron el movimiento de sus labios mientras marcaban cada palabra. Admiraba su confianza.- [Chloe]Has venido para que te diga lo que te estoy diciendo: FRA-CA-SA-DO[/Chloe]. – borrad lo que había dicho antes de la admiración, ahora estaba cabreado.

    – [Dante]No, he venido porque cuando vuelva a casa tú serás una recién nacida y no volveremos a vernos, al menos en veinte años.[/Dante] – me hervía la sangre y se me había soltado la lengua demasiado. Vale, sí, la situación no me hacía ni puta gracia. Si pasaba algo entre nosotros, luego sería yo el que tendría que volver a casa y ver que era un bebé. Desde que había tenido tiempo para detenerme a pensar, esa mierda de diferentes tiempos me estaba jodiendo vivo.

    – [Chloe]¿Cómo se llama esa película vieja? Esa del licántropo que se enamora de una niña recién nacida[/Chloe]- fruncí el ceño. Conocía la referencia, Elle había insistido en ponerla en InfiniTV hacía años.

    – [Dante]¿Me estás comparando con Crepúsculo?[/Dante] – pregunté, ofendido. Con el puto licántropo descamisado y hormonado. – [Dante]Das por hecho que estoy enamorado. Ni siquiera nos hemos besado.[/Dante] – en la versión porno en mi cabeza en la que tenía dieciocho años, era de mi mundo y se tomaba de forma literal mi referencia a no habernos besado. La vida real era mucho más jodida siempre.

    – [Chloe]Era broma, pero viendo lo mal que te ha sentado, seguiré con ella[/Chloe].

    – [Dante]Supongo que lo dices porque estás deseando que sea verdad.[/Dante]

    – [Chloe]Eres demasiado viejo para mí[/Chloe].- ya estaba otra vez. No debíamos llevarnos más de cinco o seis años, en ese momento claro, en mi tiempo…en fin, mejor no pensarlo para no terminar imaginándomela en pañales.

    – [Dante]Tienes razón. Si pasa algo luego no me atrevería a volver a casa.[/Dante]

    -[Chloe]No pienso besar a un tío que se larga cuando sus amigues le necesitan[/Chloe].- espetó levantándose. Eso sonaba a chantaje.- [Chloe]Ni siquiera ahora que me pareces ligeramente hot[/Chloe]. – reconozco que eso hizo un poco de daño a mi orgullo. Estaba acostumbrado a que se me resistieran pocas personas.

    – [Dante]Mejor así. No soy buena influencia.[/Dante] – me puse en pie preparado para alejarme. Ella me dijo adiós con la mano y volvió a colocarse los auriculares. Apenas di un par de pasos antes de encontrarme el rostro serio de Ezra. Marcó una sonrisa para la que hacía falta una lupa a modo de saludo.

    – [Dante]Al final la encontré.[/Dante] – comenté pasando a su lado.

    -[Ezra]¿Y por qué parece que la cosa no ha ido bien?-[/Ezra] respondió él. Para ser un tío con un pasado tan traumático, parecía bastante impasible.

    – [Dante]Estoy acostumbrado, sobre todo hoy. No es la primera persona a la que le parece mal que me vaya.[/Dante] – aclaré. Poco sentido tenía ocultarlo, ya me pondrían verde cuando me fuera.

    – [Ezra]Puedes marcharte si quieres, pero no hagas ninguna tontería. Como ir tras Omega tú solo.-[/Ezra] le miré a los ojos y no pude evitar que mi cara estuviera más seria.

    – [Dante]No puedo prometer nada.[/Dante] – le dije. Si me la cruzaba en cualquier momento usaría cualquier cosa en mi mano para acabar con ella, incluido este maldito poder.

    Noté una sombra detrás y me giré. Chloe me estaba imitando.

    – [Dante]Muy madura.[/Dante]

    – [Ezra]Me voy a la ducha[/Ezra].- Chloe y yo manteníamos un duelo de miradas. Se dirigió a las duchas de la piscina. La verdad es que eso de ser de un futuro chungo le había debido dar un buen físico, pero tantos años congelado le habían dejado en los huesos. Por suerte parecía que estaba volviendo a su ser. Aun así si tenía que elegir un MacLay me quedaba con Chloe, él ya parecía muy entretenido con la reina de la navidad.

    – [Chloe]Seré una inmadura, pero al menos hago lo que tengo que hacer[/Chloe].- no parecía dispuesta a dejarlo estar.

    – [Dante]No tengo ningún contrato con los Daë.[/Dante] – repliqué.

    – [Chloe]¿Y con el resto tampoco?[/Chloe]- estaba tan enfadada que su voz salió más chillona que de costumbre.

    – [Dante]Eso depende de vosotros, no de mí. Yo vine a hacer otra cosa.[/Dante] – a matar a esa hija de perra que me había robado a mi madre.

    – [Chloe]TE-ESTOY-DICIENDO-QUE-SI-LAS-DEMÁS-PERSONAS-QUE-ESTAMOS-EN-ESTA-NAVE-TE-IMPORTAMOS-UNA-MIERDA[/Chloe]. – gritó, plantándose frente a mí.

    – [Dante]No, pero también podéis venir. Que se encarguen los otros de encontrar a los que faltan.[/Dante] faltaban dos o tres Daë de ese mundo, en lo que para nosotros habían sido semanas, para ellos habían sido años de experiencia luchando allí, estaban más preparados que unos postadolescentes que ni siquiera habíamos solucionado nuestros problemas internos.

    – [Chloe]¿Pero tú estás delusional o cómo va lo tuyo? Yo he venido aquí por algo y cuando me vaya, en tu mundo seré una niña que no tendrá ni dientes aún[/Chloe].- parecía una rabieta digna de una chiquilla. En ese momento la vi más pequeña de lo que debía ser.

    – [Dante]No tiene sentido que discutamos esto.[/Dante]- hice un gesto con la mano, dejándola por imposible, no quería decir nada de lo que me fuera a arrepentir.

    – [Chloe]¡Pues claro que tiene sentido![/Chloe] – exclamó.

    – [Dante]No, Chloe, no lo tiene.[/Dante] – no era capaz de quedarme callado si no paraba de una vez. – [Dante]Si vuelvo, no volveré a verte, o peor que eso. Si me quedo, moriré, tú misma lo dijiste. Incluso puede que si vuelvo muera de todas formas. Tengo los días contados, para que me voy a preocupar.[/Dante] – mierda, ya había vuelto a hablar de más. No quería que pensaran que me preocupaba por una pseudoprofecía. Si iba a morir al menos que fuera haciendo lo que me daba la gana.

    – [Chloe]Mi mundo es solo una posibilidad. Puede que haya a hundred en los que estés vivo[/Chloe].- ella misma debía ser consciente de que no sonaba muy convencida.

    – [Dante]Para ser una posibilidad yo te veo muy real.[/Dante] – sin pensarlo le toqué el brazo. Tenía la piel suave, pero su pelo se erizó.

    Ella se quedó mirándome. Reconocía esa mirada, pero supo controlarla.- [Chloe]Alguien me dejó una nota diciéndome que viniera a buscarte[/Chloe].- confesó.- [Chloe]Si te vas ahora, no sé qué pretendía esa persona, pero no lo habré conseguido[/Chloe].

    – [Dante]Si no me voy ahora tendrás que irte tú, porque no creo que haya nave bastante para los dos.[/Dante] – ya tenía poco sentido mentir. No iba a ser capaz de vivir en el mismo sitio que ella mucho tiempo más sin meter la zarpa.

    – [Chloe]¿Tanto te molesto?[/Chloe] – preguntó ella, ofendida.

    – [Dante]Se te han puesto los pelos de punta cuando te he tocado el brazo y sé que yo no tengo cabeza.[/Dante] – admití.

    – [Chloe]Es que hay corriente[/Chloe].- apartó por un momento la mirada. Los dos sabíamos que mentía. Tenía tantas ganas como yo, por eso tenía que irme ya, antes de que las cosas tuvieran que terminar de una forma rara.

    – [Dante]No te lo crees ni tú.[/Dante] – repliqué. – [Dante]O me voy o empezará algo que no va a acabar bien.[/Dante] – le dije. Escuché el sonido de un cuerpo sumergiéndose al agua. Ezra ya había salido de la ducha. Esperaba que no me hubiese oído hablar sobre lo que podía pasar con su hermana pequeña.

    – [Chloe]Me voy yo a la ducha[/Chloe].- dijo ella.- [Chloe]Nos vemos dentro de veinte años[/Chloe]. – se giró, tan ofendida que su coleta ondeó.

    – [Dante]Suerte lidiando con ella los próximos 20 años. [/Dante] – grité para que Ezra me escuchase, pero también ella. Estaba enfadado, pero antes de darme la vuelta no pude apartar la mirada mientras ella se alejaba. Su maldito bikini alegraba demasiado la vista.

    Me di la vuelta, deseando estar a solas arreglando esa puta bisagra hasta el momento de irme de allí. Mejor que pensaran que era un cobarde a que pensaran que era Jacob Black. Y sí, me sé hasta el puto nombre. A Elle le gustaban y siempre ha sido adorable.

  • DOS FUEGOS

    DANTE VILLIERS

    LA KVASIR – MAÑANA

    Era una mañana extraña. Para empezar, había madrugado. No es algo que fuera muy común en mí, pero supongo que me sentía con ganas de volver a trabajar con mis propias manos. Al principio dudé,  era demasiado temprano y empezaba a notarme de mal humor por un sueño más corto de lo habitual, pero después vino la recompensa cuando me crucé con Lexie, que acababa de llegar con provisiones de la ciudad y un rumor muy jugoso.

    Asentí, casi dormido, mientras me lo contaba con una energía que yo desconocía en ese momento y me fui a trabajar en el portón de la la Nave. Mis manos sabrían donde ir al principio y las diferencias con la mecánica del futuro terminarían llamando mi interés y despertándome.

    Tras media hora disfrutando de la soledad y el hecho de tener una tarea cercana y asequible que solucionar, la puerta que daba al gimnasio se abrió y entró Ezra. Tenía la frente perlada de sudor y bebía agua de una botella hecha del cristal resistente del futuro, que no se rompía al caer al suelo.

    Le saludé con la cabeza y el pasó por mi lado en silencio. Era un tipo bastante taciturno y eso que yo me consideraba solitario. Con su vida, de todas formas, estaba justificado. Me recordé a mi mismo que lo malo de mi vida me lo había traído la misma persona que había llevado la pérdida muchas veces a la suya. Intenté no ponerle cara porque Jane no tenía culpa de ello y me forcé a pensar solo en su nuevo nombre: Omega.

    Sentí el arrebato de hablar con él y romper ese silencio, pero no me apetecía hablar de penurias así que elegí en su lugar otra mujer que teníamos en común. – [Dante]Ey, ¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. Apenas la había visto desde antes de irnos por último vez a los mundos, con lo poco que la conocía, era capaz de seguir enfadada por aquello.

    – [Ezra]No. Puede que esté en la piscina.[/Ezra] – replicó. Sus ojos transmitían mucho más de lo que él mismo dejaba ver, aunque yo no era un gran conocedor del lenguaje no verbal. Solo se me daba bien cuando se trataba de saber si alguien me correspondía o no a nivel físico.

    – [Dante]Ah, quizá luego me pase.[/Dante] – comenté volviendo a trabajar en una junta. Aquella nave era una maravilla para nosotros, pero llevaba mucho tiempo abandonada, se notaba en el óxido que corroía algunas de sus piezas. Por suerte era capaz de imprimir duplicados de cualquier pieza que necesitase y llevaba un tiempo sustituyendo las que podía. Me pregunté cómo sería surcar el espacio en ella. Solo con pensarlo me sentí encerrado, imaginándome años y años dentro de aquellas paredes de metal que de pronto parecían muy finas para separarme de la inmensidad de un espacio que solo me daría una muerte silenciosa.

    – [Ezra]No te gustan los sitios cerrados.[/Ezra] – escuché decir a Ezra. Jodidos licántropos, huelen el miedo demasiado bien.

    – [Dante]Si lo elijo yo, puede que me pasara un día entero trabajando en un coche, pero obligado… no llevo bien que me digan qué hacer.[/Dante] – para mí  «El Recogimiento» era un dolor de huevos cada año. Me buscaba cosas que hacer constantemente pero en los últimos días estaba ya que me subía por las paredes esperando salir y ser libre.

    – [Ezra] Yo no entiendo de coches, de hecho no tengo ni carné. Tampoco es que hiciera mucha falta[/Ezra] – reconoció. Futuro postapocalíptico, cierto. Ezra era como Kyle Reese, solo que sin venir a procrear para ser el padre del salvador. En su futuro no había llegado a haber «Recogimiento» porque los que éramos como nosotros vivíamos esclavizados directamente.

    – [Dante]Si volvemos recuérdame que te preste uno para dar una vuelta[/Dante] – le ofrecí. No era millonario precisamente, mi madre se había encargado de que Sarah pudiera ayudarme a gestionar mis finanzas en lo referente a su herencia y eso conseguía que no despilfarrase mucho. Pero en cuanto al dinero que entraba del taller, eso sí que podía invertirlo en lo que quisiera y una de mis aficiones era comprar coches viejos. Pequeñas joyas abandonadas por gente que no sabía arreglarlas pero que en mis manos volvían a la vida. Había cierta paz en devolver las cosas a su antigua gloria.

    – [Ezra]Vamos a volver, tenlo por seguro.[/Ezra] – no sonaba esperanzado, si no completamente convencido. Supongo también que para alguien como él, esto era un pequeño paraíso comparado con su otra vida.

    – [Dante]Puede ser. No tengo mucha fé en ese rumor de Lexie[/Dante] – admití. Los rumores al final son humo, a veces si lo sigues puedes llegar a una avería, pero otras veces simplemente te pierdes en algo que no tiene nada que ver. Prefería no poner todas mis esperanzas en ello y si aparecía la oportunidad, cogerla.

    – [Ezra] Tal vez lo mejor sea centrarse en acabar por reunir a los Daë y después volver a casa.[/Ezra] – respondió. Lo sabía entonces, había debido encontrarse con Lexie antes que yo, pero él no sería de los que tomaría esa opción. Era un guerrero, estaba acostumbrado al sacrificio, a la vida heroica. Yo no.

    Me encogí de hombros. – [Dante]Algunos no tenemos madera de héroe [/Dante] – le aseguré. Él se quedó mirándome con esos ojos suyos, verdes como el fondo de un mar tropical. Estaba tan calmado que aparté la mirada. No me apetecía imaginarme sus ojos clavados en mí cada vez que pensara en irme. Volví a mi trabajo y él se despidió y siguió su camino, sin intentar convencerme.

    Sustituí varias piezas, paré, comí un bollo que me había llevado de la cocina al que llamaría desayuno y  seguí trabajando. Un par de horas después alguien bajó las escaleras, pero aquellos pasos eran femeninos, no era Ezra. Vi las puntas de su melena pelirroja antes que nada. Ninguno de los que habíamos llegado aquí ni de los que habían venido más tarde sabía cortar el pelo, así que como consecuencia a Kaylee le llegaba ya por los omóplatos.

    – [Dante]Dichosos los ojos. [/Dante] – me limpié el sudor de la frente con la muñeca y le sonreí. – [Dante]Qué poquito se te ve desde que Leo y tu os lleváis bien.[/Dante] – alcé una ceja. Desde que había terminado por entender que el odio que se parecían tener toda la vida eran las ganas ocultas que tenían de fornicar por todas las esquinas, debían estar haciendo, bueno, eso, fornicar en todas las esquinas.

    – [Kaylee]¿Es envidia lo que noto en tu voz?[/Kaylee]- replicó sonriendo. ¿Envidia? Bueno un poco, Chloe pasaba de mí, la nave estaba llena de gente guapa y no eran solo Kaylee y Leo los que parecían pasárselo bien a diario. Y sin embargo yo ahí estaba, como un concursante de ‘Too Hot to Handle’ pero sin nadie con quien mover ficha.

    – [Dante]Despecho, desde el primer día no habéis querido invitarme.[/Dante] – me reí, recordándole el día en que les interrumpí en la cabaña para chincharla un poco. Con Leo no lo habría intentado, ya parecía odiarme de por sí desde ese día. Bueno, quizá venía de antes.

    – [Kaylee]Te entiendo. Somos irresistibles[/Kaylee].- respondió con una sonrisa. Me alegraba verla sonreír después de lo mal que lo había pasado. En el fondo todo esto, todos los problemas que habíamos tenido desde que decidieron meterse en Infinity, le había sentado bien, le había dado un propósito y se había olvidado de unos errores de juventud de los que no tenía culpa.

    – [Dante]Pensé que el irresistible era yo.[/Dante] – repliqué. Me fijé en que llevaba un cubo con cosas de jardinería. Se encargaba del invernadero desde hacía una temporada y lo cierto es que se le debía estar dando bien, pero todavía quedaba tiempo para empezar a ver crecer nada. – [Dante]¿Vienes de cuidar las plantas? A este paso vamos a fundar un ciudad antes de volver a casa.[/Dante] – algunos se estaban acostumbrando a la situación, haciéndose a ella como mejor podían. Yo era incapaz, no me veía esperando a ver aquellas frutas y verduras crecer, esperaba irme mucho antes.

    – [Kaylee]Me gusta mantenerme ocupada. Tener demasiado tiempo libre me hace ponerme nerviosa y si me pongo nerviosa, mal asunto[/Kaylee].- aclaró. Al final su jardinería era como mi afán de arreglar la nave pese a no querer quedarme mucho allí. Solo que donde ella calmaba los nervios, yo calmaba la ira que me corroía desde que había conocido a Omega.

    – [Dante]Mientras no te dé por echar maldiciones.[/Dante] – Kay era un bruja buena por suerte, pero la loca de antes nos había hehco una buena jugarreta. Casi no lo contamos y estar en el cuerpo de Mike con ese gato arañando continuamente la parte de atrás de mi cabeza había sido molesto. Era una suerte que Kay hubiera podido pararla con la ayuda de Sophie, Chloe y Robin. – [Dante]¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. No sabía por qué seguía preguntándolo pero no iba a verla. Miedo supuse, a enfrentar la realidad. A fin de cuentas ella había venido aquí por voluntad propia desde el futuro y yo estaba deseando irme y si lo hacía, no la vería más. Hasta dentro de veinte años al menos, viéndola como un bebé, como una niña. No, eso no era para mí.

    – [Kaylee]La verdad es que no[/Kaylee].- admitió encogiéndose de hombros.- [Kaylee]Quizás está en su habitación[/Kaylee]. – añadió.

    – [Dante]Supongo.[/Dante] – repliqué, quitándole importancia. Tampoco me apetecía meterme en el cuarto de Chloe, me conocía demasiado bien y ahora mismo me costaba pensar con la cabeza. Kay no dijo nada, no quería meterse en mi vida y lo agradecí. Era una buena amiga, supongo que nunca me habría imaginado que seríamos tan cercanos, pero ella lo valía. – [Dante]¿Ya te has recuperado del trauma de ser mi hermano?[/Dante] – me hice gracia a mí mismo, trataba de hacer ver que me importaba todo bastante poco y sonaba tan convincente que la gente era lo primero que asumía de mí. Mejor eso que dejar ver las cicatrices.

    – [Kaylee]Tuve bastante suerte, porque Cole es un tío muy calmado y, aunque viera algo, nunca se lo dirá a nadie[/Kaylee].- respondió sonriendo. Asentí, mi hermano era un diez. Otro motivo más por el que odiar a Logan, por aquellos años que pasamos separados.

    – [Dante]¿Ya te ha llegado el rumor que ha oído Lexie?[/Dante] -comenté. El pensamiento llevaba un rato rondándome la cabeza y no sabía como dejarlo salir. Kaylee no iba a ser de las que opinasen como Lexie y yo, de eso estaba seguro.

    – [Kaylee]¿Un rumor? No[/Kaylee].- tenía cara de sorpresa. Quizá Lexie no había tenido tiempo de hablar con mucha gente antes de irse a dormir.

    – [Dante]Seguro que es un timo pero escuchó en el mercado de la ciudad que hay un tipo que puede mandar a la gente a otros sitios.[/Dante] – le expliqué. Solo había un sitio al que nos interesase ir, de vuelta a casa. Al parecer ese tipo podía enviarnos a nuestro hogar, a nuestro tiempo. Quizá incluso podría pedirle que me mandara al de Chloe. En veinte años seguirían estando todos ellos, más viejos y yo más joven, pero allí estarían. Aunque para eso tenían que pasar por esta misión solos, sin los que nos fuéramos. – [Dante]Si van, yo iré.[/Dante] – dije. No sé por qué, supongo que esperaba que me diera su aprobación.

    – [Kaylee]¿Vas a volver a la Tierra sin haber acabado la misión?[/Kaylee]- sonaba a estar molesta. Aparté la mirada hacia la pieza que estaba cambiando.

    – [Dante]No tengo puestas muchas esperanzas, pero si es posible, soy un mecánico. Que tenga alas y pueda meterme dentro de la oscuridad no implica que pueda salvar el mundo. Eso solo son cartas que me han tocado.[/Dante] – le expliqué. Había entrado a Infinity porque ellos estaban en peligro, había ido al Pico Tantree por venganza, pero nada de esto era lo mío. – [Dante]Dudo que solo nos lo pensemos Lexie y yo.[/Dante] – me defendí. Serían más los que querrían irse. Niall, seguro, tal vez Laura, Vera y Elliot podrían irse, Jane les obligaría, seguro.

    – [Kaylee]Qué egoísta eres[/Kaylee].- me espetó. Valoraba la sinceridad de Kaylee, pero en ese momento estaba diciéndome puramente lo que yo mismo sabía y a veces la verdad duele, así que noté cómo empezaba a enfadarme.- [Kaylee]A ver si te crees que el resto estamos aquí por lo mucho que nos gustan las vistas[/Kaylee]. – ella también parecía enfadada.

    Negué con la cabeza. – [Dante]De momento porque no hay otra opción.[/Dante]

    – [Kaylee]Me estás tocando las narices, Dante. Te dejo antes de que me plantee transformarte en cerdo[/Kaylee]. – se giró, a punto de irse. Su pelo se movió en el aire con brusquedad, como si le prendiera fuego.

    – [Dante]Puedes enfadarte si quieres, Kaylee, pero tienes que entender que no todos queremos salvar un mundo que no se preocupa de nosotros.[/Dante] – ahí seguía yo, intentando defender mis motivos. Que los tenía, sí, no me faltaba razón. Vale sí, estaban ellos, eran importantes, pero podríamos irnos todos, ya encontrarían a otros que hicieran el trabajo que se suponía que teníamos que hacer. – [Dante]Los Daë son nueve por lo menos, se bastan de sobra para encontrar  a tres más.[/Dante] – sugerí. El trabajo estaba casi terminado. Quien sabe si la forma de salir de allí no era precisamente encontrar a ese tipo.

    – [Kaylee]No es una cuestión de lo que queramos hacer, sino de lo que HAY que hacer[/Kaylee].- fijó sus ojos en mí y noté el calor que encerraban. Su ira era como un fuego, intenso, fugaz. La mía era oscura, como una llama oscura que nunca se apaga.

    – [Dante]¿Y yo tengo que tener obligaciones con un mundo que miró para otro lado cuando asesinaron a mi madre?[/Dante] – maldije para mí mismo por dejar ver esa parte de mí. Pero ya que estaba, la dejé ir. – [Dante]Nos pusieron a esa cabrona delante, fuimos altruistas, vengativos o lo que te de la gana, pero nos reunimos para acabar con ella y en lugar de eso nos mandaron a otra punta del mundo a un problema que no nos va ni nos viene, mientras ella corre por ahí.[/Dante] – toda la ira puesta en mis palabras no permitió que disminuyera la que sentía, solo la dejó salir a la luz.

    – [Kaylee]Lo de tu madre fue un asesinato. El mundo en general no tiene la culpa[/Kaylee].

    – [Dante]Omega sí, y los Daë permitieron que viajara al pasado en lugar de morir congelada en esa puta cápsula. Mientras ella escapaba, Ezra se quedaba allí encerrado. Si hubiera justicia habría sido al revés y nadie la habría buscado.[/Dante] – así tendría que haber sido. Ezra llegando a un mundo en paz y Omega congelada y sola, abandonada en un sótano.

    – [Kaylee]¿Crees que los Daë tienen esa clase de poder?[/Kaylee]- me preguntó.- [Kaylee]No pueden intervenir[/Kaylee]. – me enfadó que los defendiera. Tenían que tener la culpa, alguien tenía que tenerla.

    – [Dante]Pues yo nos veo aquí, ¿quién nos ha traído?[/Dante] – dije más enfadado de lo que pretendía.

    – [Kaylee]Vale, Dante. Tú ganas. Vete si quieres[/Kaylee].-  se dio la vuelta y se marchó. Me gustaría decir que no me dejó tiempo a responder, pero sí lo tuve. Lo que lo impidió fue mi orgullo y mi enfado. Como no sabía qué decir, volví a trabajar con las manos. Era lo único que se me daba bien. No era ni un héroe ni un buen amigo. Tenía que hacerme a la idea si iba a coger el camino rápido y dejarles allí. Al menos mientras trabajase no tendría que pensar en qué decisión iba a tomar.

     

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.

  • NO ES MALA IDEA

    EZRA WALKER RAINER

    Terra – Noche

    No resultaba extraño que la magia de Robin pudiera hacerme reaparecer junto a mis compañeros. Alguien que dio la vuelta para ayudarme, en mi mundo seguramente hubiese muerto congelado. Y tuvo la amabilidad de dejar que me quedara con ellas mientras me recuperaba de mis heridas. Me hacia preguntarme si hubiese hecho lo mismo por cualquier otra persona o simplemente percibió que no era ninguna amenaza, que era una buena persona.

    Tenía la impresión de que habían pasado varias semanas, pero estaban tal y como los recordaba antes de la explosión. Iban cubiertos de polvo y tenían las ropas raídas, sin duda estaban pasando por una guerra. Por suerte ninguno parecía herido.

    – [Lekwaa]Si, es él. No es ningún reanimado como los que usa el otro bando.[/Lekwaa] – Les confirmo Lekwaa a Henry y Julia tras echar un vistazo a mi aura, con todo lo que había hecho en el futuro.. pasado… no podía evitar pensar como seria.

    – [Ezra]Lo lamento chicos, me he entretenido por el camino.[/Ezra] – Observe como Julia hacia un gesto obsceno con las manos y note calor en las mejillas, seguramente por el contraste del frío. – [Ezra]Ella es Robin, me ha ayudado a llegar hasta vosotros.[/Ezra]

    – [Robin]Encantada. Espero que tengáis suerte con la misión, pero yo debo irme, mi pueblo me necesita.[/Robin]

    No quería despedirme de ella y hubiese agradecido algo que lo retrasara, pero no precisamente ese destacamento de soldados por tierra  y aire que aparecieron.

    – [Lekwaa]Corred, creen que somos infiltrados de la otra nación.[/Lekwaa] – Echamos a correr sin un rumbo fijo, tampoco sabía donde podríamos escondernos. En mi vida pase muchos años siendo perseguido y no había ningún lugar seguro. Los bosques te hacían demasiado vulnerable y la ciudad era demasiado peligrosa.

    – [Julia]Estoy hasta el…[/Julia] Julia no tuvo tiempo de poder maldecir, una bomba nos corto el paso e hizo volar escombros en nuestra dirección. La otra vez no pude experimentar esto, casi que fue mejor, por uno minutos lo único que podía oír era un zumbido que no dejaba de martillear en la cabeza, al lobo no le gustaba nada.

    – [Lekwaa]Pensábamos que no nos seguirían fuera de sus fronteras.[/Lekwaa] – Nos refugiamos en uno de los edificios que a duras penas se mantenía en pie. Lo único que podíamos oír por encima de nuestras voces eran los aviones, bombas y disparos en la calle, no había ni rastro de vida salvo por nosotros.

    – [Robin]No me había imaginado que esto fuera así.[/Robin] – Robin miraba horrorizada a través de lo que quedaba de una ventana. Quería decirle que todo esto era pasajero, que algún día terminaría. Pero no era así, cuando una guerra termina empieza otra, y luego otra.

    – [Lekwaa]Hay muerte por todas partes, en este bando, en el otro. La guerra solo trae muerte.[/Lekwaa] – Lekwaa se dejo caer contra una pared cerrando los ojos. Apenas lo conocía, en realidad apenas los conocía a todos, pero por como lo había dicho daba la impresión de que había pasado por algo parecido a mi.

    – [Robin]En mi país todo está bien y aquí… aquí nada lo está.-[/Robin] En el tiempo que había pasado con Robin nunca la había visto así. Era una persona alegre por naturaleza, siempre con una sonrisa en la cara, y ahora su rostro era de dolor.

    – [Ezra]Estoy cansado de todo esto.-[/Ezra] Allá donde iba solo había caos y destrucción, empezaba a pensar que nunca tendría esa paz y tranquilidad que viví en el reino de Robin.

    – [Julia]Debes estar molido con los 3 minutos 52 segundos que llevas de guerra.[/Julia]- Añadió Julia. Lekwaa observaba a su alrededor extrañado. Agudice mi oído pero lo único que percibía eran lo disparos de la calle.

    – [Henry]Ezra viene de un futuro en el que llevan años en guerra humanos y supernaturales.- [/Henry] No había mencionado nada de mi pasado a Henry, los demás debían de habérselo contado.

    – [Julia]Qué casualidad.[/Julia]- Se quejo.

    – [Robin]¿Esta guerra lleva mucho tiempo?[/Robin] – El mundo de Robin vivía aislado del resto, era como si vivieran en una burbuja.

    – [Henry]Por la destrucción yo diría que décadas.-[/Henry] Robin se tapa la boca horrorizada. Seguramente estaría pesando que con su poder podría haber terminado con todo esto.

    – [Lekwaa]No hagáis rui…[/Lekwaa]- La advertencia de Lekwaa se vio interrumpida. Una sombra se abalanzo sobre nosotros golpeando a Lekwaa y lanzandolo por los aires. Cuando se reincorporo tenía un arañazo visible en el brazo.

    – [b]He decidido cortar por lo sano esta charla, porque me estabais dando dolor de cabeza.[/b]- Solo alcazaba a ver sus ojos dorados entre la oscuridad de la noche – [b]Mi nombre es Iulia. Normalmente no me presentaría, pero hoy me ha apetecido.[/b]

    – [Henry]Es la Daë que hemos venido a buscar. Julia.-[/Henry] Nos informo Henry.

    – [Julia]¿Qué?[/Julia] – Pregunto Julia. Ya era casualidad que ambas se llamarán igual.

    – [b]Eh… era conmigo.[/b]- La Daë parecía tan confundida como nuestra Julia.

    – [Julia]No, aquí Julia soy yo.[/Julia]- Me puse delante de ella porque como siguiera así se plantaba delante de ella y tendríamos problemas – [Julia]Este es Ezra, este Licua, la de allí Robin y el sosias se llama Henry.[/Julia]

    – [Lekwaa]¿La Dae intenta matarnos?[/Lekwaa] – Lekwaa parecía extrañado, hasta ahora ninguno nos había atacado. – [Lekwaa]¿De qué tenemos que protegerla entonces.[/Lekwaa]

    El estruendo de las armas era cada vez más atronador, las balas golpeaban contra la fachada del edificio. Una bomba cayo sobre el edificio y una pila de escombros sobre la Daë. – [Ezra]De ellos.-[/Ezra]

    – [Julia]Pero es mala.[/Julia]- A mi tampoco me apasionaba la idea, pero si no la ayudábamos tal vez nunca saliéramos de ese mundo.

    – [Robin]Quizás no sea mala. Quizás sea… su naturaleza.[/Robin]- Intento mediar Robin.

    – [Henry]Solo será buena cuando se una al resto de daes.[/Henry]- Tal vez ni siquiera eso. El vinculo de Julia con otra de las Daë le impedía atacar a nadie, pero tal vez en el fondo seguía siendo mala.

    – [Julia]Siempre podemos matarla ahora que está medio muerta y decir que no la hemos encontrado.[/Julia]- Propuso Julia mientras le daba un par de golpes con el pie con cuidado por si estaba fingiendo.

    – [Ezra]La cosas no funcionan así. Si muere los otros dae no podrían llegar a cumplir su misión.-[/Ezra]Todos ellos estaban destinados a morir, pero si faltaba alguno de ellos en ese momento el gran mal al que debían enfrentarse tal vez no fuera erradicado.

    – [Robin]¿Podríamos intentar volver a mi Palacio?[Robin] – Propuso Robin. No me gustaba la idea de poner en peligro a su hermana, pero veía donde quería llegar. Quizás su poder podía ayudar a que no atacara a nadie más.

    – [Lekwaa]Esperad, allí abajo. [/Lekwaa]- Los disparos en la calle habían cesado. Lekwaa señalaba a un grupo que andaba por la calle. Reconocí a la bruja del bosque que nos hechizo con el té de la verdad.

    – [Henry]Son los dae.-[/Henry] La Daë se removió en el suelo, comenzaba a volver en si.

    – [Julia]Lo mejor es dejarla allí tirada y que se la encuentren.[/Julia]- Propuso Julia.- [Julia]Habremos cumplido nuestro cometido y el problema será de otros.[/Julia]

    – [Ezra]Eso… No es mala idea. Ayúdame a cargar con ella.-[/Ezra] Lekwaa la cogió de un brazo y yo del otro. Henry observaba desde una esquina y nos hizo una señal de que se acercaban. La dejamos en mitad de la calle y nos escondimos en un callejón cercano.

    Julia sonrió orgullosa.- [Julia]Soy carne del Mensa.[/Julia]

    Elric se arrodillo frente a Julia para ver como se encontraba. La vampiresa pillo por sorpresa al elfo y lo sobrepaso lanzándose sobre Eleanor. Un campo de fuerza le impidió atacarla, Geraldine estaba pronunciando un encantamiento y los ojos de Julia se iluminaron. La vampiresa cayo de rodillas sobrepasada, su expresión cambio por completo, como si fuera consciente de todo el mal que había causado en esa vida.

    Los Daë le dieron la bienvenida a su nuevo miembro, tras pasar un rato conociéndose un poco más entre ellos y a su nueva incorporación se pusieron de nuevo en camino. El grupo se marcho y y era hora de volver con el nuestro.

     

  • EL LOBO Y EL UNICORNIO

    EZRA WALKER RAINER

    Terra – Noche

     

    La mayoría de mis despertares solían venir acompañados por un sobresalto, el miedo y temor a seguir soñando, pero en esta ocasión fue más tranquilo y doloroso. La luz que puede ver cuando conseguí abrir los ojos no era la de un sol abrasador, pero notaba como me dañaban a la vista igual.

    Note unas punzadas en el costado, debía de tener un par de costillas rotas y la pierna entumecida, nada por lo que no hubiese pasado antes. Lo peor era la cabeza, notaba como la habitación me daba vueltas o al menos lo que alcanzaba a ver. Me guíe por mis otros sentidos, los lamentos y gemidos de las demás personas que alcance a oír o el olor a sangre en el aire. Debía de encontrarme en un hospital de campaña en el que trataban a los heridos de guerra.

    – [b]¿Ya estás despierto?.[/b]– Una mujer de mediana edad se paro junto a mi cama ataviada con un traje de enfermera, tras pasarme una luz por los ojos puede ver mejor que su uniforme era diferente, más antiguo que los de la actualidad.

    [Ezra]- ¿Qué…día es hoy?.[/Ezra]– Me encontraba confuso, no recordaba el día que era en nuestro mundo y por lo que mi respectaba esta gente podía tener otro tiempo por lo que desconocía cuanto tiempo había pasado inconsciente.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando.[/b]- la enfermera descorrió las cortinas, los tejados comenzaban a verse blancos y los copos de nieve caían con delicadeza en la ausencia de viento.

    – [Ezra]¿Mis compañeros?¿Donde están?.-[/Ezra] Recordé la bomba caer sobre nosotros. La onda expansiva me hizo soltar a Henry, tras eso nada más.

    – [b]Te encontraron medio muerto en el campo de batalla[/b].- Dando a entender que nadie más había sobrevivo a aquella explosión, pero yo era el único que se había soltado, Henry podía haber conseguido ponerse a salvo junto a Julia y Lekwaa.

    – [Ezra]Debo encontrarlos.-[/Ezra] Hice un amago de incorporarme pero la mano de la enfermera se poso en mi pecho recostándome de nuevo.

    – [b]¿Pero adónde te crees que vas? Quédate aquí que voy a traerte un zumo para ver cómo admites los líquidos[/b]- Añadió seria, pero del modo en el que una madre se preocuparía por un hijo.

    En cuanto escuche la puerta cerrarse me incorpore y arranque la aguja del brazo, no podía quedarme allí recostado sabiendo que los demás podían correr peligro, además el estar rodeado de tantos heridos empezaba a avivar viejos recuerdos de los refugiados a los que no pude proteger.

    Como el resto de mundos este era peculiar, era una mezcla entre antiguo por sus fachadas y modernos por su ligera tecnología. Las calles estaban adornadas por luces de navidad y en un escaparate de una tienda varias televisiones viejas daban reportes de la guerra.

    Sin embargo nadie a mi alrededor se veía preocupado por lo que estaba ocurriendo, paseaban tranquilos con una sonrisa en la cara y cargados con bolsas de regalos. Me percate de que nadie andaba solo, todo el mundo iba acompañado por alguien más que los hacía parecer una familia. El repicar de las campanas no pareció alertar a nadie, debía de tratarse de un mero recordatorio de que era cierta hora del día.

    Camine sin rumbo intentando percibir el olor de alguno de mis compañeros, pero estaba demasiado centrado  viendo caer la nieve del cielo, lo más parecido que había visto era la ceniza cubrirlo todo. Iba tan ensimismado que choque contra alguien. Con el impacto la capucha que cubría el rostro de la joven cayo hacia atrás.

    – [Robin]Perdón[/Robin] . Note como sus ojos me echaban un vistazo de arriba a abajo, pero yo no pude apartar los míos de los suyos, unos pequeños copos de nieve se posaron en sus pestañas. – [Robin]¿No deberías estar en la enfermería?[/Robin]

    – [Ezra]No es nada, me encuentro mejor de lo que parece.-[/Ezra] Debía de tener una pinta horrible, entre mis heridas y la ropa raída,  seguro que tenía pinta de vagabundo, pero el uniforme de Noah y Henry que llevaba debajo mantenía el calor corporal.

    Parpadeo un par de veces, la nieve comenzaba a acumularse en su pelo, pero no de una manera tan exagerada como la que debía de tener yo encima.- [Robin]Pues menos mal[/Robin].

    -[b]Majestad espere. N0 puede salir de palacio sola.-[/b] Dos personas ataviadas con ropas de soldados corrían hacia nosotros de manera teatral, casi caricaturesco.

    – [Robin]Tengo que dejarte[/Robin].- Volvió a colocarse la capucha ocultando su rostro y devolviendo me a la realidad. Escuche como silbaba con delicadeza y un caballo de un blanco como la nieve apareció trotando acercándose a ella. De manera grácil se subió al caballo y lo espoleo cabalgando adentrándose en un bosque.

    Cuando los guardias pasaron por delante de mí pude ver que llevaban bordados un unicornio en el pecho, eso y que iban corriendo con la lengua fuera faltandoles el aire. Me disponía a seguir mi camino cuando algo brillando en el suelo llamo mi atención, era un colgante con un unicornio que debió haberse caído tras el impacto.

    – [Ezra]Espera.-[/Ezra] Pero había desaparecido, parecía ridículo pero opte por hacer lo mismo que ella y silbe esperando que apareciera un caballo. En mi caso el caballo que apareció era negro como la noche. Eran dos caballos con una gran diferencia entre si pero perfectos para ocultarse en aquella noche nevada.

    Pase junto a los guardias que saltaron hacia los lados hincando el culo en la nieve. El galope del caballo me estaba matando el costado, cada galope era una punzada de dolor que combatía apretando los dientes. Conseguí llegar hasta su altura pero no se detenía.

    – [Robin]¿Por qué me persigues?[/Robin]- Pregunto espoleando al caballo para que corriera más.

    – [Ezra]Se… te… ha… caido… esto.-[/Ezra] Conseguí articular entre trote y punzada de dolor mientras le mostraba el colgante con una mano.

    Al verlo freno su caballo y bajo de él. – [Robin]Oh, muchas gracias. Tiene mucho valor sentimental para mí[/Robin].- Añadió sonriendo.

    – [Ezra]No es nada.-[/Ezra]  Su sonrisa me descoloco por completo dando un traspiés al bajar del caballo, lo que me hizo caer en sus brazos. – [Ezra]Perdona.[/Ezra]

    – [Robin]¿Estás bien?[/Robin]- Pregunto ayudándome a recomponerme. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, pero no parecía avergonzada porque casi hubiese caído sobre ella, más bien era del frío.

    – [Ezra]Si. Es la primera vez que monto a caballo y he trastabillado al bajar.-[/Ezra] Añadí por no decir que había caído cautivo de esa sonrisa.

    – [Robin]¿Nunca habías montado a caballo?.-[/Robin] Pregunto extrañada mientras le devolvía su colgante.

    – [Ezra] No. Aunque mi madre tiene uno en su establo.-[/Ezra] Era el caballo de Sarah, el descendiente de uno que le regalaron hace años.

    -[Robin] Gracias por devolvérmelo.[/Robin]- Dijo con una sonrisa mientras intentaba ponerse el colgante. Nunca había visto a una persona sonreír tanto, rezumaba felicidad y me daba una sensación de paz que nunca había sentido.
    – [Ezra]¿Te ayudo a…?.-[/Ezra] Le pregunte señalando el colgante.
    – [Robin] Sí, por favor.[/Robin]- Se quito el abrigo dejándolo sobre su caballo dejando al descubierto un vestido de princesa. Eramos dos personas de mundos completamente diferentes, no solo de manera literal, ella era una dama y yo un vagabundo.
    – [Ezra] ¿Porque huías de esos dos?.- [/Ezra] Ella aparto su pelo para que resultara más fácil colocar el colgante y me envolvió el aroma a galletas recién horneadas.
    – [Robin]No te lo voy a decir. [Robin]- Giro la cabeza dejándome ver solo su perfil mientras aun se sujetaba el pelo y sonrió. Con cada sonrisa me descolocaba más.
    – [Ezra]Puedo ayudarte también con eso.-[/Ezra] Me ofrecí como si fuera un caballero, pero en realidad era una bestia.
    – [Robin]Me lo pensaré.[/Robin]- Añadió subiendo de nuevo a su caballo – [Robin]Nos vemos.[/Robin]

    Volví a notar una nueva punzada de dolor mientras veía como se marchaba, pero no era en el costado, era en el pecho. Un dolor que me hacia preguntarme si volvería a verla de nuevo.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.

  • LA SECTA DE LOS ESPIRITUS

    HENRY L. CROWE TESLA

    Terra – Noche

    El contraste entre luz y oscuridad nos pillo por sorpresa, dejando claro que no solo los mundos estaban anclados en diferentes periodos de la historia, sino que el tiempo era diferente en cada uno.

    La plaza estaba concurrida de gente por lo que nadie se percato de nuestra llegada por arte de magia. Pensaba que este mundo iba a ser diferente por lo que había leído y escuchado por Noah, pero no había ni rastro de tecnología.

    El repiquetear de las sirenas me sobresalto, en cuanto la gente las escucho comenzaron a moverse todos hacia el mismo punto pasando entre nosotros, así que nos pegamos para no ser arrastrados por la marabunta de personas.

    – [Ezra]¿Te encuentras bien?.-[/Ezra] Lekwaa tenía mal aspecto, el rostro le brillaba por las perlas de sudor en su frente.

    – [Henry]Quizás deberíamos de salir de las calles.-[/Henry] Propuse. Buscar un sitio tranquilo en el que esperar a que se desarrollaran los acontecimientos y esperar a que Lekwaa se recuperara.

    – [Lekwaa]No demasiado. Ha debido ser el teletransporte.[/Lekwaa] – Era una suposición acertada. La gente solía marearse cuando las llevaba a algún sitio por primera vez con mi poder. Esperaba que fuera eso y no ninguna enfermedad por cambios de épocas, ya que él venía de un lugar diferente.

    – [Julia]¿Soy yo o esta ropa me hace tetazas?[/Julia]- Julia se llevo las manos a sus pechos y aparte la mirada.- [Julia]Qué coño, es que las tengo[/Julia].

    – [Ezra]Seguid a la gente hasta el refugio más cercano y no os separéis.-[/Ezra] Ezra se paso el brazo de Lekwaa por el cuello y lo ayudo a caminar. Julia se agarro de mi brazo para no perderse entre la gente y ayudarse a caminar. A pesar de las curas en la nave aun persistía una ligera cogerá en su pierna.

    – [Julia]¿Qué posibilidades tenemos de sobrevivir a una bomba?[/Julia]- De entre las calles aparecía cada vez más gente. La plaza en la que habíamos aparecido se encontraba intacta, pero según avanzamos comenzamos a vislumbrar los estragos de esa guerra con varias fachadas de edificios derruidas.

    – [Henry]Depende de si es solo una bomba o es química.-[/Henry] Pensaba que se trataba de lo primero al ver solo los escombros  en las calles, pero los soldados comenzaron a repartir mascaras de gas entre la gente. Si alguien tenía ocasión de hacer el mayor daño posible lo iba a hacer.

    – [Julia]En el peor de los casos, Cerebro[/Julia].- Bromeo para aliviar el momento de tensión que estábamos teniendo. Ezra caminaba con Lekwaa tras nosotros, vigilando que ninguno de los dos nos perdiéramos entre la gente.

    – [Ezra]Ponte esto.-[/Ezra] Añadió ayudando a Lekwaa colocarse su máscara. Le costaba respirar pero parecía que le ayuda un poco.

    En el cielo se escucharon los aviones sobrevolar la ciudad ocultos entre la oscuridad de la noche. La alarma había cesado, así que el bombardeo era inminente.

    – [Julia]Yo pensaba que esto iba a ser una bacanal con tres chicos atractivos, pero no, me ha tenido que tocar un mundo en guerra[/Julia].- Añadió quejándose mientras la ayudaba a bajar por las escaleras del refugio. Me dio miedo lo bien organizado que había estado la evacuación sin atropellos entre personas y grandes apelotonamientos de personas. Eso solo podía significar que ya habían pasado por esto incontables veces.

    Apenas se podía vislumbrar algo en el refugio, Ezra se coloco delante de nosotros, su vista era mejor que la nuestra, pero nos impidió avanzar más estirando los brazos. Eche un vistazo por encima de su hombro. La gente se arrodillaba formando un circulo, daba la sensación de que estaban rezando, pero había algo más, algo más que no alcanzábamos a ver y Ezra sí.

    – [Henry]¿Y si buscamos otro sitio?.-[/Henry] Pregunte recibiendo un leve asentimiento de Ezra. Retrocedimos de espaldas, pero cuando llegamos a las escaleras escuchamos la puerta del refugio cerrarse.

    – [b]¿Qué ocurre?[/b] – Nos pregunto el soldado que acababa de bajar. Llevaba una linterna antigua dejándonos ver con algo más de claridad lo que estaba sucediendo, mientras con la otra mano aferraba su arma preparado para usarla por si íbamos a ocasionar problemas.

    – [Julia]Que un soldado nos acaba de encerrar con unos de una secta[/Julia].- Resumió Julia a lo que todos estábamos pensando. El soldado entrecerró los ojos.

    – [b]Es normal que dudéis en los últimos minutos, pero ya estamos todos muertos.[/b] – Explico como si no fuéramos los primeros que dudábamos a fuera lo que fuera que iba a ocurrir allí abajo. – [b]Ahora serán nuestros espíritus los que luchen y se enfrenten a nuestros asesinos.[/b]

    Lekwaa se quito la máscara y se retorció gritando de dolor. En su cara aparecieron unas llamas fantasmales. . – [Lekwaa]Demasiada muerte….demasiada muerte…[/Lekwaa] – Murmuro con un tono de voz diferente, más grave.

    – [Ezra]Henry, ya sabes lo que tienes que hacer.-[/Ezra] Antes de partir me dejo claro que en algún punto tendríamos que hacer uso de mi poder y ese momento era ahora. A nuestras espaldas se escuchaban zumbidos. Ahora con un poco más de claridad pude ver un pentagrama en el suelo y como los cuerpos de esas personas caían fulminadas al suelo, dejando en el aire un remolino de espíritus.

    Julia se aferro a mi brazo con fuerza, mientras yo hacía lo propio con Lekwaa. En cuanto note la mano de Ezra en el hombro nos saque de allí. No fuimos a parar muy lejos, cargar con varias personas era agotador y terminamos en una de las calles bombardeadas.

    Los aviones surcaban el cielo, se escuchaban los disparos de ametralladoras contra ellos y los silbidos de las bombas cayendo.

    – [Julia]Salta otra vez Enrique, por tus muertos[/Julia].- Apremio Julia, pero estaba agotado y no sabía a dónde enviarnos. No podía regresar a la nave y no conocía ningún otro sitio de ese lugar al que llevarnos.

    Observe varios folletos en el suelo con imagenes de maquinarias en el, pensé en esa imagen, ese lugar que no debía de estar muy lejos de nuestra posición y saltamos de nuevo. Por lo general me suelo mover en una fracción de segundos, pero la bomba debía de estar tan cerca de caer sobre nosotros que la onda expansiva nos golpeo y la mano que se aferraba a mi hombro se soltó por el impacto.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.