IDRIS SOLO-NOVAK
MAÑANA – BOSQUE DEL CREPÚSCULO
No tuve tiempo a pensar en nada cuando empecé a sentir que perdía la consciencia, pero cuando desperté en aquella cama con un colchón bastante deficiente que a saber quién había sudado, lo primero que pensé fue en que tenía razón.
– [Idris]Mierda, mira que lo dije.[/Idris] – las dos opciones principales eran que hubiera muerto o que estuviera en alguna movida chunga sacada de la cabeza de Jordan Peele. – [Idris]Aunque si esto es el cielo me falta playa y Coquito.[/Idris] – comenté, mirando a mi alrededor. Y me sobraban los grilletes en la pared, salvo que los llevara puestos Coquito o yo y con propósitos nada siniestros. – [Idris]Y me sobra mal rollo.[/Idris] – reconocí en voz alta. Estuviera vivo o muerto, apareciendo en la cabaña del terror aunque alguien me escuchara dudo que me tomara por loco. Y si era así, en una peli de miedo mejor ser el loco.
– [Caitriona]Hola, Idris[/Caitriona].- dijo una voz de apariencia femenina con un toque meloso, seductor. Como alguien a quien describirían como camelador, supe reconocer a otra de los míos. Estaba parada unos pasos más allá de la puerta frontal. Llevaba una toga, griega, romana, celta, no sabía distinguirla. Aquello parecía una escena de Spartacus, pero sin que nadie dejase caer la ropa. Su actitud y su media sonrisa tenían unas intenciones que nada tenían que ver con los placeres de la carne.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Me llevé una mano a la frente, eso cada vez tenía más tufo a infierno.
– [Idris]Espera, ¿estoy vivo y eres una especie de Elizabeth Hurley en «Al Diablo con el Diablo»? Porque he visto esa peli muchas veces para caer.[/Idris] – la segunda parte de la pregunta me importaba bastante menos que la primera.
-[Caitriona]Supongo que es una referencia a algo de tu mundo[/Caitriona].- comentó, algo perdida. No es que no me lo esperase, pero podía haberme respondido a la parte crucial. No me hacía ninguna gracia dejar atrás un mundo sin Coquito Fresco.
– [Idris]Lo importante es si estoy muerto y esto es el infierno o otra cosa.[/Idris] – insistí, acompañando mis palabras de un gesto con la mano para enfatizar. Que no diga que estoy muerto y el trato es servirla para volver a la vida o algo así, por favor. Soy demasiado joven y guapo para morir, y dejaría el mundo sin Solo-Echolls-Novak, un pecado capital.
– [Caitriona]No estás muerto[/Caitriona].- sentenció, materializando una silla para sentarse. Fue extraño, como si empezase a brotar del propio suelo. Después de decirme que no estaba muerto me alegró bastante su presencia, no lo voy a negar.- [Caitriona]Estás aquí, al igual que el resto de personas de tu grupo, para escuchar lo que tengo que ofrecerte[/Caitriona]. – eso era una sorpresa.
– [Idris]¿Ya hemos pasado las Pruebas o esto es un extra?[/Idris] – pregunté. Quizá me ofrecieran algo como la Kvasir, pero la mujer había empezado definiéndolo como un trato, así que mi mente divagó enseguida a los «malus» de algunos servidores de Endless de los Reinos Olvidados. La cosa consistía en que si por ejemplo te ponías que eras el mejor ladrón de los Reinos, tenías que compensar con algo malo, como tener solo tres dedos. Eso daba lugar a situaciones bastante cómicas, pero yo nunca había jugado en esos servidores concretos, me gustaba la épica más heroica. Si el trato me pedía algo a cambio en ese estilo bien podría ser la Kvasir a cambio de no tener manos para tripularla, o quedarme ciego y no volver a verla. Vete a saber.
– [Caitriona]Idris, escúchame, por favor[/Caitriona].- pidió ella. Reconocí que estaba divagando más de la cuenta y no me convenía tocarle la moral.
– [Idris]Vale, sí, echo el cierre, cuéntame.[/Idris] – puse mi mejor mueca de concentración, aunque mi cabeza estuviese aún ideando posibles tratos.
– [Caitriona]Puedo traer a unas personas de vuelta a tu vida por un módico precio[/Caitriona].- dijo directamente, resquebrajando cualquier posible fantasía que hubiera en mi cabeza. Resucitar a los muertos, todos sabemos lo que el Genio habría dicho.
– [Idris]No te voy a mentir, eso suena a trato chungo, pero dime qué personas y qué precio.[/Idris] – razoné. El precio sería seguro mucho, pero sentía curiosidad por ver a quién pretendía traer de vuelta a mi vida. ¿Mis abuelos? ¿La muchacha que había muerto a ojos de Elle? ¿O iba a traer de vuelta Robin Williams?…o espera, ¿a Michael? ¿Cómo que qué Michael? Jordan, ¿quién si no? A ver si os creéis que mi hermano se llama Michael Solo-Novak por el ángel Miguel. Eso lo cree mi madre porque le vendí la idea así, pero ahora tú también sabes la verdad.
– [Caitriona]Puedo traer de vuelta a Abel y a Rashawn[/Caitriona].- dijo. Al principio no supe de quién hablaba. Las personas que acababa de nombrar no eran otras que mis padres biológicos, los que habían muerto porque Z era la viva imagen de que no hay más ciego que el que no quiere ver y había permitido a un psicópata como el Rey Negro seguir con vida.
– [Idris]¿A cambio de qué?[/Idris] – pregunté. No es que fuera una persona inocente, me imaginaba lo que pediría a cambio si había acertado con ese aire tan tétrico – uy casi pongo tético, jajajaja, ojalá hubiera un aire tético en la sala, o cúlico – pero al menos les debía a aquellas dos personas que solo conocía como dos nombres y un par de fotos estáticas.
– [Caitriona]Recuperarías a tu familia sanguínea a cambio de tu familia adoptiva[/Caitriona].- esas palabras fueron como una hostia literal. Vale que la mujer era del pasado y no sabía cómo iban las adopciones allí, pero tenía que revisarse el verdadero concepto de familia.
– [Idris]No te lo tomes a mal, pero tienes que deconstruirte un poco.[/Idris] – dije con sinceridad. Igual tampoco sabía qué era deconstruirse. En nuestro tiempo era un término que había que usar a menudo porque igual quela sociedad cambia con el tiempo, también tienen que cambiar las opiniones de cada persona, al menos hasta el punto de aceptar a los demás y no tocarles las narices. – [Idris]Mis padres son mis padres, los que me criaron. No renunciaría a ellos por nada del mundo.[/Idris] – añadí. Lo sentía por Abel y Rashawn, pero nunca había llegado a conocerlos y aunque me quisieran, cosa que no dudaba, no podría cambiar nunca a mis padres, era un precio demasiado alto para cualquier cosa. Yo no era Idris Moreau, era Idris Solo-Novak.
– [Caitriona]Tendrías de vuelta a tu verdadera familia[/Caitriona].- puntualizó ella. Me llevé la mano a la frente y negué con la cabeza, otra persona habría pensado que era una mujer del pasado y no iba a entenderlo, pero a mí me perdía siempre la boca.
– [Idris]Eso es hiper retorcido.[/Idris] – resumí. – [Idris]Parece que sabes mucho de mí vida así que no tengo que entrar en detalles de lo que les pasó. Si pudiera hacer algo por ellos lo habría hecho, pero no cambiando mi pasado.[/Idris] – expliqué. Si tenía el poder de hacer ese tipo de tratos, conocía mi nombre, el de mis padres biológicos, a mis padres…era fácil adivinar que sabía todo lo relevante. – [Idris]No quiero otros padres, soy como soy gracias a ellos, lo han dado todo por mí.[/Idris] – admiti, delante de ella y de cualquiera. Otros se habrían dado por vencidos cientos de veces, habrían dicho que no todas las veces que tuve que pedirles dinero prestado para ayudar a algún Drow a salir de un apuro. No tenía problema en reconocer que siempre me habían consentido y educado a partes iguales y me querían como poca gente podría hacerlo. – [Idris]¿Tú cambiarías a tus padres por unos que no conoces?[/Idris] – le pregunté. Igual me pasaba de cercano teniendo en cuenta que podía cambiar mi realidad en un suspiro, pero no me salía de otra forma.
– [Caitriona]No estoy aquí para hablar de mi vida, Idris[/Caitriona].- dijo ella.
– [Idris]Ya que hablamos de la mía…[/Idris] – repliqué, encogiéndome de hombros.
– [Caitriona]¿Quieres ver cómo podría ser tu vida?[/Caitriona]- preguntó, en un último intento de vender su trato.
– [Idris]No, no.[/Idris] – respondí, negando también con la cabeza. – [Idris]Ya tengo una vida con la que estoy contento, no me van mucho las realidades alternativas.[/Idris] – a ver en la teoría, si, las realidades alternativas le gustan a todo el mundo, pero no me hacía ninguna gracia ver un mundo en el que me hubieran criado otros padres, sin Mike siendo mi hermano. – [Idris]Y con cambio de familia menos.[/Idris] – repetí. No quería pasarme luego la vida echando de menos a unas personas que por una desgracia no había podido conocer. Yo era yo, con mi vida, mis errores y las maravillosas personas que había tenido la suerte de que me acogieran.
Caitriona asintió, aceptándolo. No hubo cambios de cara monstruosos, gritos, ni maldiciones, así que la cosa era bastante light, no podía llamar a aquella mujer «mala», aunque algo sacara de esos tétricos tratos. Tenía aspecto de ser esclava de su propio trato, uno que aún no habría acabado y que le daba algo a cambio de arrastrar a otros. Fuera lo que fuera lo que estuviese detrás de los tratos, era el verdadero mal. – [Caitriona]Entonces, me voy[/Caitriona].- respondió poniéndose en pie. Su silla se volvió a hundir en la tierra y las losas se restauraron.
– [Idris]Oye espera, que si tengo que esperar a que se decidan todos voy a pasar aquí mucho rato solo.[/Idris] – la llamé. – [Idris]¿Están bien? Cuéntame algún chisme, ¿ha aceptado alguno?[/Idris] – sonreí, muerto de curiosidad. Podía adivinar unos cuantos que dirían que no casi seguro, pero de todos los que conocía poco no podía saberlo.
– [Caitriona]No puedo decirte nada[/Caitriona].- agarró el pomo de la puerta y me dedicó una leve sonrisa.
– [Idris]Pero asentir sí. ¿Dante ha cambiado un coche antiguo que viaje entre mundos por su alma?[/Idris] – pregunté. Igual no sabía qué era un coche, pero si conocía a Dante lo sabría seguro.
Caitriona se rió, puede que no conociera a Dante en persona pero fijo que ya tenía en mente su pacto. – [Caitriona]¿Volveremos a vernos?[/Caitriona] – preguntó ella. Noté algo tras su mirada acerada y su apariencia fría. Con todo lo que debía ganar sirviendo a su maestra o maestro, una parte de ella anhelaba la libertad que yo mismo había tenido al decir que no quería aceptar el trato.
– [Idris]Si no te llevas nada muy tétrico de algune, siempre puedes unirte a nuestra nave de inadaptados. Está muy bien equipada.[/Idris] – le ofrecí. Había echado las «cuentas de la vieja» que decía mi madre y para encajar bien los números faltaba al menos una persona más.
Ella cerró la puerta tras de sí, dejándome sumido en mis fantasías de volver a la Kvasir a salvo con los demás y mis pensamientos de que había dejado pasar una gran oportunidad. La de grabarme mientras alababa a mi padre y mi madre, habría sido muy útil cuando les dijera que había pensado cambiar lo de negociador por un chiringuito en la playa.