Moondale

Etiqueta: friends: Leo y Amy

  • NI LOBO NI DEMONIO NI HUMANO

    LEO ARKKAN

    CABAÑAS ARKKAN

    Recuerdo perfectamente que era una noche de un otoño que estaba llegando rápido. El viento golpeaba con fuerza, pero aún era cálido. Las nubes cubrían el cielo, apagando el brillo de una luna a la que le quedaban unos días para estar llena.

    Atravesé los estrechos caminos que conducían a casa, bañados tétricamente por la luz de los faros de mi jeep de segunda mano. Lo había comprado recientemente, después de ahorrar algo de dinero de los últimos conciertos, no pude resistirme a ese tono obsidiana de su carrocería, además, estaba cansado de que tuvieran que recogerme o de cruzar el Bosque de los Susurros andando. Una de las últimas veces me había recogido Noah con su supervelocidad, un viaje bastante incómodo al ir medio en brazos de mi hermano menor. Creo que esa vez fue la que me convenció, no se lo contéis a nadie.

    Aparqué frente a mi cabaña, situada a la izquierda de la de mis padres. La luz de la cabaña de Noah estaba apagada, así que aún no debía haber llegado, pero la de mis padres estaba encendida. Me bajé y me aseguré, no había ningún cartel en la puerta, así que no les pillaba en mal momento.

    Mi familia no era de lo más habitual. Poco después de nacer, mis padres construyeron una cabaña al lado de la suya y la convirtieron en mi sala de juegos hasta que a los catorce años me dieron la llave y la amueblaron para que pudiese dormir y hacer vida independiente si quería. Con Noah hicieron lo mismo, como si fuéramos los tres cerditos pero siendo todas de madera. Ahora cada uno vivía en su cabaña y teníamos un código. Mi familia no tenía problema con la desnudez, pero sabían que Noah y yo preferiríamos no verles intimar ni ellos a nosotros, bastante tenía ya Noah con la memoria genética de papá. Así que el código era sencillo, si queríamos intimidad, en cada cabaña había un cartel. Sin preguntas, sin excepciones.

    Cuando entré me los encontré con las manos en la masa. Mi padre sonrió ampliamente y siguió amasando rosquillas en su forma de demonio. Mi madre me miró buscando una excusa para librarse de ello. Le encantaban las rosquillas, como al resto, pero odiaba darles forma en esa masa pegajosa, siempre lo decía.

    – [Leo]Necesito contaros algo.[/Leo] – les dije, serio, algo habitual en mí. Eowyn ladró y corrió hacia mí moviendo el rabo. Cuando era pequeño me había rehuido durante un par de semanas después de que Amy me mordiera, pero desde entonces habíamos vuelto a ser los mejores amigos.

    – [Cara]Eso suena mal.[/Cara]- replicó mi madre, lavándose las manos y acercándose hasta mí. Dejé la chaqueta en el perchero de la entrada y me senté en el sofá. Éowyn saltó a mi lado y se acurrucó mientras le rascaba el lomo.

    – [Leo]No es una mala noticia tampoco.[/Leo] – le tranquilicé. Mi madre se sentó cerca, el rosa de su pelo era más oscuro esta vez. Siempre había sido la moderna de los Moondies, la más trasgresora. – [Leo]Se ha acercado a mí un cazatalentos en el último concierto.[/Leo] – respondí, sin mirarles directamente. Sentí que mi madre se giraba y vi que estaba mirando a mi padre, que parecía serio.

    – [Daakka]No tengas miedo. Habla.[/Daakka] – me animó. Mi padre era muy buena persona, siempre había jugado con nosotros aunque a veces entrase a su modo ‘Buda verde’ y mamá tuviera que sacarle de él. Estaba acostumbrado a verle como demonio, era su forma natural y sin embargo, a veces me resultaba más fácil hablar con Duke Rivera, quizá porque verle en forma humana no hacía que tuviera presente lo diferente que era de ellos.

    – [Leo]Me quieren para un grupo. Habría una gira de presentación y parece que sería un contrato largo.[/Leo] – comenté, sin irme por las ramas. Después de la actuación, mientras Amy y los dos nuevos me esperaban para tomar algo, se me acercó un tipo de pelo color platino y un moreno muy marcado. Al principio pensé que era un fan, pero me tendió una tarjeta de ‘Queen Records‘ y me dijo que me quería para un nuevo proyecto donde mi música llegaría a más gente.

    Hablamos un buen rato, no penséis que me iba a creer de buenas a primeras lo que dijese cualquier desconocido. Al final, nos despedimos y me dio su número, tenía 48 horas para pensarlo. Me reuní con los demás pero me despedí rápidamente de ellos. No estaba seguro de poder estar con Amy mientras pensaba en todo eso.

    – [Cara]¿Ya no quieres estudiar?[/Cara]- me preguntó. Pensaréis que lo normal sería un juicio implícito, pero mi madre era, como dicen, un espíritu libre. Durante toda mi vida había tenido que tomar elecciones por mí mismo, sabiendo que decidiera lo que decidiera, ellos estarían de acuerdo. A fin de cuentas, los dos estudiaron en casa en unas circunstancias muy especiales.

    – [Leo]Podría terminar el instituto, se encargarían los promotores.[/Leo] – expliqué. No quería cerrarme opciones, en caso de que todo saliese mal, no quería quedarme sin los estudios básicos para hacer cualquier otra cosa, aunque no me imaginase haciendo nada que no fuera relacionado con la música.

    – [Cara]¿Es lo que te haría feliz?[/Cara] – preguntó, acercándose más a mí. Mis padres valoraban nuestra felicidad por encima de todo, podría decirse que éramos un poco hedonistas, pero con bastantes matices. En mi casa se miraba por uno mismo y su felicidad, siempre teniendo en cuenta no afectar a los otros y poder ayudarles en la medida de lo posible.

    Pensé en la pregunta de mi madre. ‘Red Riding Wolf‘ iba bien, teníamos pequeños conciertos aquí y allá pero tampoco se ganaba mucho dinero como para vivir de ello. Teóricamente el proyecto que me ofrecían sería fuera del Condado de Ripper, pero podría volver entre concierto y concierto. Me había dejado escuchar al resto de miembros del supuesto grupo y eran todos muy buenos, ni siquiera sabía si estaría a la altura, pero desde luego era algo grande, ‘Queen Records‘ era muy conocida, una creadora de estrellas.  – [Leo]Mi vida es la música. No sé si tendría otra oportunidad.[/Leo] – respondí con sinceridad. En ese momento no me di cuenta, pero había un matiz en lo que acababa de decir que lo cambiaba todo.

    – [Cara]¿Qué piensa Daakka de esto?[/Cara]- preguntó a mi padre. Cuando hablaban entre ellos, mi madre hablaba diferente. El tío Daniel decía que mi madre había usado esa forma de hablar como defensa por la horrible situación que vivió en el Vacío y antes, con su abuelo paterno. Con nosotros nunca hablaba así, pero con el resto de adultos parecía ya una costumbre.

    Mi padre pensó durante unos instantes, amasando rosquillas. – [Daakka]Selardi y Daakka no estudiaron. Hicieron lo que les llenaba, aquí.[/Daakka] – cruzó los brazos sobre el pecho, señalando sus dos corazones. Siempre me había maravillado su forma de demonio, supongo que lo que no puedes tener es lo que más curiosidad te da al final. – [Daakka]Leo tiene que perseguir sueños y si se equivoca, siempre tendrá su hogar.[/Daakka] – añadió. Mi padre hablaba fluido cuando estaba en forma humana, pero cuando estaba en su forma original, aún tenía dejes de las estructuras de la lengua Rakkthathor. A Noah ya no le pasaba lo mismo, porque primero aprendió nuestro idioma y luego tuvo acceso a la memoria genética para aprender el idioma ancestral de mi padre.

    – [Cara]Siempre vas a tener una casa a la que volver, porque se me da muy bien contar dinero y que no falte.[/Cara]- respondió mi madre, orgullosa. Era toda una prodigio de las finanzas, no había más que preguntarle a cualquiera de los cuatro fundadores de la Escuela Legado: ella misma, Dominic y mis tíos Daniel y Sarah. Ya estaba preparando un proyecto del que encargarse a la vez que la Escuela, un complejo de cabañas en un claro a unos cinco kilómetros en el que pudieran entrar todos los seres vivos y fuese nudista.

    Les miré, la generación de mis padres había logrado mucho. Conocía todas las historias heroicas, porque me las habían contado ellos y los demás, para no hacerme de menos al no tener la memoria genética. Sin embargo, su huella seguía viva en Moondale, no solo salvaron a la ciudad y a sus habitantes, si no que dieron un hogar para todos aquellos diferentes con la Escuela Legado. Siempre habían intentado que los hijos nos lleváramos también bien entre nosotros, pero supongo que no habíamos llegado a tener un nexo tan fuerte como para llegar a considerarnos todos familia como hacían ellos, al menos no todos. – [Leo]Sería sin Amy.[/Leo] – añadí. Era lo que de verdad me preocupaba, para tratar de perseguir mi sueño, tenía que dejar atrás a Amy. Era mi mejor amiga y siempre habíamos estado unidos, desde antes de que me mordiera, incluso después de que me mordiera.

    – [Cara]Es que Amy no es tu Selardi.[/Cara]- resumió mi madre. En mi casa ‘Selardi’ no era un nombre que se utilizara a la ligera. Era la forma en la que mi padre se dirigía a mi madre, la máxima expresión de lo que sentía por ella. No pensaba en Amy de esa forma, nuestra relación era una amistad, entre personas de distinto sexo, sí, habría muchas ideas heteronormativas preconcebidas que no lo entenderían, pero era de verdad.- [Cara]A lo mejor ella cree que sí, pero se equivoca.[/Cara]- añadió mi madre, terriblemente sincera. El problema es que sentía que estaba fallando a Amy. Tenía miedo a hacerle daño. En cierto modo, ella me había elegido para su manada, y yo nunca había terminado de estar muy cómodo con mi condición. Lo que para ella era un regalo, para mí era una maldición. Mi madre me dio un abrazo con toda la fuerza de su genética de disir.- [Cara]Es fácil hacer las cosas bien. Lo difícil es saber cómo.[/Cara] – argumentó. Tenía toda la razón y en ese momento, me pareció que hacer las cosas bien era irme y perseguir mis sueños. Por desgracia estaba equivocado y me quedaban años por delante para aprender de mis errores.

    – [Leo]Gracias, a los dos.[/Leo] – respondí con sinceridad, empezando a hacerme a la idea de irme de Moondale, de dejar atrás el Condado de Ripper.

    – [Daakka]No des. Es nuestro trabajo.[/Daakka] – mi padre apareció a mi lado con su inusual velocidad y me abrazó contra él. Aguanté el tipo, pese a que sus escamas raspaban un poco.

    Cuando nos separamos, me quedé con ellos un rato para que no pensaran que me pasaba algo y les ayudé con las rosquillas. Tenía suerte de tener la familia y los amigos que tenía, no los merecía, así que en el fondo estaba bien que me alejara, así podrían llevar mejor sus vidas. Amy, mis padres, Noah, todos me habían dado mucho y a ninguno de ellos les había devuelto el favor. Era demasiado diferente a todos ellos: ni lobo, ni demonio, ni humano.

    Más tarde, después de que Noah volviese y se lo contase, me retiré a mi cabaña. No tenía aún mucho sueño así que me senté al piano y toqué la versión original de ‘La herida invisible‘.

    La cárcel de plata encierra mi alma
    una herida invisible que hiere y desgarra
    Viviendo sumido en un silencio sin calma
    observando una vida que solo se narra.

    Un destello rojizo despierta el letargo,
    su melena brilla y abro los ojos,
    mis palabras se llenan de un sabor amargo,
    tan cerca, tan juntos, tan lejos.

    El profundo anhelo se muestra con hielo
    te busco, te encuentro y te aparto de nuevo
    observo tu frágil muro de fuego
    no temo a las llamas…
    temo a lo que siento.

    Me alejo y me escudo en mi cárcel de plata
    nadie me escucha pero por dentro ruego
    vuelvo al frío que me escuda y me mata
    con el profundo anhelo de tu cabello de fuego