Moondale

Etiqueta: Hotah ‘Lekwaa’ Teikweidí

  • VUELTA AL DULCE HOGAR TEMPORAL

    Amy – Nexus

    Tarde

    Noté una punzada en el pecho cada vez más intensa. No le di mayor importancia, pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me lo hubiesen roto y entonces lo entendí: algo le había pasado a mi otra mitad. Algo le había pasado a Jane.

    Vi a Owen llevarse una mano al pecho y pensé que solo estaba siendo melodramático, pero cuando la pantomima empezó a durar más de lo que se considera aceptable, me preocupé. Supe que no era abroma porque cayó de rodillas. Entonces, alargué mi mano para ayudarle y llamé a nuestro otro compañero de aventuras.- [Amy]Lekwaa, ayúdame, por favor[/Amy].

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  • EL CORAZON ROTO

    OWEN WILLIAMS

    NEXUS

    Que no os engañe mi sensual foto del encabezado, me encuentro en un estado lamentable y vivir en la edad media no ayuda. Yo que siempre había sido asiduo a un buen afeitado casi toda las mañanas y ahora no podía porque francamente no me iba a jugar el cuello a que un desconocido me pasara la navaja por el. Además la única zona de aseo era un lago en el que me frotaba un par de hojas por el cuerpo para no oler demasiado, con esto de ser medio perro ahora me daba la impresión de que siempre apestaba. Además aprovechaba para hacer mis necesidades en el bosque, que eso de tirar la mierda por las ventanas es bastante guarro.

    Por suerte Lewkaa, que el muy bastardo se había pasado un mes retozando en un vórtice espacio temporal con sus espíritus, menuda juerga se habrá metido, apareció con la buena noticia de que había un modo de salir de este lugar. Así que nos despedimos de esas personas que tan bien nos habían tratado a pesar de ser unos desconocidos y nos marchamos. En todo este tiempo no me había alejado mucho del poblado más allá del bosque, por lo que me resulto rarísimo que esta diera paso a una jungla, aunque no había nada más raro en este mundo que esa ciudad flotante futurista.

    – [Lekwaa]Se supone que hay un guardián ancestral vinculado al portal principal de cada mundo.-[/Lekwaa] Habíamos dado por hecho que estaríamos atrapados aquí para siempre al encontrar el portal destruido. Como nos podíamos haber dado por vencido tan pronto, esta claro que todo tiene su salida de emergencia, incluso los mundos.

    – [Amy]¿Eso te lo han dicho los espíritus?.-[/Amy]Pregunto Amy mientras por mi parte me preguntaba si mi espíritu se vincularía al de Lewkaa cuando muriera, lo mismo podía seguir por aquí con el resto a pesar de no ser corpóreo.

    – [Lekwaa]No, Laura.-[/Lekwaa] Estaba tan extraído intentando evitar el dolor que por un momento pensé que Laura había muerto y era uno de esos espíritus. -[Lekwaa]Y a ella tú padre.[/Lekwaa]

    – [Amy]Eso es trampa, ¿eh?.-[/Amy] No sé si le molestaba más que Lekwaa hubiese acudido a su padre para que nos ayudaran o que no sé le hubiese ocurrido antes a ella.

    – [Lekwaa]Anoche habló conmigo a través de la esfera.-[/Lekwaa] La mía parecía mas un pisapapeles que otra cosa, no podía hablar con Jane o Elliot por ella. – [Lekwaa]Yo les confirmé qué es lo que despertó cuando Antailtire desapareció.[/Lekwaa]

    – [Owen]¿Y que pinta tiene ese guardián?.-[/Owen] Pregunte notando como me costaba cada vez más moverme, demasiada humedad en este lugar.

    – [Lekwaa]El mono. Como en el zodiaco chino.-[/Lekwaa] Buena suerte al equipo que le tocara el dragón,  aunque ese lo mismo era más fácil de encontrar por tamaño.

    – [Amy]Pues entonces que vaya Owen que son familia.-[/Amy] De cualquier otra persona hubiese tomado eso como un cumplido, pero tratándose de Amy supongo que podría aludir al gran intelecto que compartía con ellos.

    – [Owen]Perdona pero estos días soy más un lobo por muy mono que sea.-[/Owen] Le mostré mi mejor cara sensual empapada en sudor.

    – [Lekwaa]Creo que dos lobos ganan a un mono, aunque a saber que nos encontramos.-[/Lekwaa] Añadió apartando un par de lianas por el camino, ya podríamos haber cogido un par de machetes para abrirnos paso.

    – [Amy]Una loba y un moribundo en realidad.-[/Amy] Intentaba mantener el ritmo de ambos pero me costaba. No quería ralentizar la marcha, en parte quería salir de allí cuanto antes, ver a Jane y Elliot por última vez, incluso a mi padre y madre.

    – [Owen]Aún me defiendo bien.-[/Owen] Las llamas se arremolinaron alrededor de mi mano. Desde el ataque del lobo sentía mi poder de otra manera, como si el fuego fuera una extensión más de mi.

    – [Lekwaa]El viaje será largo, al menos cinco o seis días.-[/Lekwaa] Cinco días caminando, este pavo quería matarme antes de que la licantropía acabara conmigo. [Lekwaa]- ¿Estarás bien?.[/Lekwaa]

    – [Owen]De maravilla, lo mismo la palmo antes, estas maldiciones son una lotería, nunca sabes cuando te va a tocar.-[/Owen] Ya podría haberme tocado la lotería, o un amor correspondido, yo soy de cosas simples.

    – [Amy]Ni que la muerte normal pudiera predecirse.-[/Amy] En parte tenía razón, lo mismo me daba un chungo en la patata de tanto caminar y me moría antes que por la licantropía.

    – [Lekwaa]Ha habido mucha aquí, muertes mucho antes de su tiempo.-[/Lekwaa] Pobre hombre, debe ser duro estar todo el día rodeado de fantasmas. Por el lado bueno nunca estas solo, pero por el malo ni cagar puedes tranquilo, y no hablemos del sexo, menudos corta rollos.

    – [Amy]Que agradable.-[/Amy] A su lado Amy parecía la alegría de la huerta.

    – [Lekwaa]Antes hablaba de cosas normales…-[/Lekwaa] Añadió con una sonrisilla melancólica.

    – [Owen]Chicos, deportes, caballos…-[/Owen] No era ningún secreto que a Lekwaa le gustaban los caballos… y los chicos.

    – [Lekwaa]Laura me ha dicho que ha contactado con más.-[/Lekwaa] Quise preguntarle por los demás para ver como les iba, echaba de menos los días que pasamos en la nave.

    – [Amy]Me imagino que habrán visto que sin ayuda no íbamos a salir de aquí.-[/Amy] Teniendo en cuanta que llevo un mes aporreando hierro y ella correteando por el bosque, si, si no llegan a intervenir seguimos durmiendo en camas de paja con el culo al raso.

    – [Lekwaa]Siempre viene bien un empujón en la dirección correcta.-[/Lekwaa] Añadió señalando una pendiente descendente cubierta de barro y raíces de árboles.

    – [Amy]¿Es una indirecta?.-[/Amy] Por si acaso retrocedí un poco, si hubiese estado al lado de ella fijo que me habría lanzado por esa pendiente.

    – [Lekwaa]Sin empujón… literal.-[/Lekwaa] Añadió mientras bajaba con agilidad entre las raíces.

    – [Owen]Puedes agarrarte a mí, el terreno esta desnivelado…-[/Owen] De poco me sirvió la caballerosidad cuando caí de culo al suelo y baje un par de metros de barranco con el trasero.

    – [Amy]Lo siento, no debería reírme de un moribundo.-[/Amy] Por encima de mí resonaba la risa de Amy, bueno al menos aun era capaz de sacarle una sonrisa aunque fuera a costa de mi integridad física.

    – [Owen]Tienes un humor retorcido, te ríes de las desgracias ajenas.-[/Owen] Intente quitarme el barro de los brazos pero solo conseguí esparcirlo más, al menos me quedaría un cutis divino.

    – [Amy]No me río de que te vayas a morir.-[/Amy] Agarre su mano y tiro de mí ayudándome a levantarme, o yo estaba más flojo de lo habitual o ella tenía una fuerza sobrehumana por parecía un muñeco en sus manos. -[Amy] Pero no quiero que te lo tomes demasiado en serio.[/Amy]

    – [Owen]A pesar de mi característico sentido del humor no puedo dejar de pensar en que estoy condenado.-[/Owen] Todos vamos a morir, es una realidad. Pero en mi caso siempre pese que sería de viejo, aun viviendo en el mundo que vivimos y a las criaturas que nos enfrentamos nunca pensé que caería ante ellas. Y al final voy a sucumbir a algo por mi condición de aesir.

    – [Amy]No creo, pero por si acaso: ¿hay algo que quieras hacer antes de dejar este mundo?.-[/Amy] Pregunto clavándome esos profundos ojos verdes.

    – [Owen]En este ya está todo hecho, en los otros no lo sé.-[/Owen] Joder que profundo me ha quedado esto ¿no?.

    – [Amy]Me refería a antes de morirte, so palurdo.-[/Amy] Añadió arreándome una colleja que casi me desencaja la cabeza.

    – [Owen]Pues claro que hay cosas que quiero hacer antes de morirme.-[/Owen] La primera de ellas no morirme por una conmoción cerebral después de semejante leche.

    – [Amy]Pues di una, coño.-[/Amy] Añadió resoplando.

    – [Owen]Ser padre, pero lo veo complicado a corto plazo. Tal vez probar algo peligroso como el pez globo, si voy a morir igual…-[/Owen] Parece que estoy pensando con la barriga en vez de con el cerebro, pero que voy a hacer ¿paracaidismo?, salte dentro de una montaña para llegar hasta estos mundo y he viajado a través del espacio tiempo entre mundos, el paracaidismo ya se queda corto.

    – [Amy]¿Ser padre?. ¿Te vas a morir y quieres dejar a un pobre bebé que aun no ha nacido huérfano?. Tu crueldad no tiene limites.[/Amy]

    – [Owen]Eh que yo no he dejado preñada a nadie… que yo sepa.-[/Owen] Ni que fuera el padre de Dante que iba dejando churumbeles allá por donde pasaba.

    – [Amy]Tienes a Anne por ahí que ya te viene con hijo.[/Amy]

    – [Owen]No quiero que el crío se encariñe conmigo y después darle el disgusto cuando ya no este, bastante con perder a un padre.-[/Owen] Me pregunto como reaccionara el mío cuando ya no este. Parece que en nuestra familia nos persigue la muerte.

    – [Amy]La madre puede que también se encariñe. Yo lo dejo caer.-[/Amy] Anne era graciosa y sorprendentemente directa.

    – [Owen]Es complicado, es feliantropa. No se cómo funcionaría eso en mi. Una maldición ya es bastante no crees.-[/Owen] Tal vez me curara la licantropía o a lo mejor empezaba a escupir bolas de pelo.

    – [Amy]Te persiguen las tías con pelo.[/Amy]

    – [Owen]Parece que tengo un tipo después de todo.-[/Owen] Amy me volvió a mirar con sus penetrantes ojos verdes y no dijo nada más.

    Note una punzada en el pecho cada vez más intensa, no le di mayor importancia pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, era como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me hubiesen roto el corazón, y entonces lo entendí, algo le había pasado a mi otra mitad, algo le había pasado a Jane.

  • CON OWEN TODO ES FÁCIL

    Amy – Nexus

    Mañana

    Dejé a los cachorros jugueteando entre ellos, me interné en la maleza y me puse la ropa del lugar. Una vez salí, vi que en la plaza de aquel poblado de madera que ahora era mi hogar, Lekwaa miraba a Owen como el que acaba de ver a un fantasma.

    Me costaba creer que ya lleváramos un mes en este sitio y mi relación con el que había sido un buen amigo, pareciera rota para siempre. Al principio, estaba convencida de que no me hablaba porque no quería nada romántico con él y, aunque quizás en parte fuera cierto, Owen estaba lidiando con algo que le atormentaba y a mi nariz no se la podía engañar.

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  • BAJO EL CONTROL DE LOS ESPÍRITUS

    LEKWAA

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    – [Caitriona]Hola Lewkwaa, soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – la voz cálida de aquella mujer me sacó a rastras del mundo espiritual, donde, comulgando con las almas de mis ancestros, había podido enterarme mejor de donde me encontraba.

    Permanecí conectado a ellos y mis ojos, mejorados para ver el reino de los espiritus, vislumbró su alma y la amenaza oscura que danzaba entorno a ella, como si todo fuera un juego, teñida del color granate del ansia apaciguada de su sed, que ya había debido empezar a saciar, sin duda con el resto de mis nuevos compañeros, que según había averiguado, estaban en otros planos de aquel bosque místico. – [Lekwaa]Has sufrido mucho. [/Lekwaa]- dije viendo su atormentada aura. Aquella mujer no era una humana, si no una faerie y su conexión natural con la tierra y las criaturas que la rodeaban estaba rodeada de frías cadenas de ardiente poder que manaba de aquel otro ser, uno tan grande que no alcanzaba a divisar los límites de su aura. Una deidad oscura, Yehl lo llamaron mis ancestros. – [Caitriona]Todo el mundo sufre.[/Caitriona]- dijo ella restándole importancia mientras materializaba una silla.

    – [Lekwaa]El sufrimiento no conduce a todo el mundo a servir a un ser que se alimenta de la duda, el dolor, la pena y los remordimientos[/Lekwaa] – pese a que no debía hacerlo, tenía miedo a esa deidad que se arraigaba en el poder de las mujeres y se alimentaba de la pérdida de otros, pero debía hacerle frente.

    – [Caitriona]¿Quieres escuchar lo que quiero ofrecerte o prefieres que me vaya? [/Caitriona]- preguntó ella.

    – [Lekwaa]Te escuchamos.[/Lekwaa] – di je tras discutirlo con el resto. Solo por escuchar no perdía nada y tenía que tener fe en mi voluntad ante la tentación que pudiera surgir.

    – [Caitriona]Puedo conseguir que te libres de las voces que escuchas en tu cabeza.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Lekwaa]¿Los espíritus de la tribu de mi madre?[/Lekwaa] – pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

    Ella asintió.- [Caitriona]Puedes volver a ser Hotah a cambio de darme a Lekwaa.[/Caitriona] – era incómodo que supiera tanto de mí, pero supuse que eso equilibraba a la visión que me daba ser Lekwaa, el ‘espíritu guerrero’.

    – [Lekwaa]Hotah vivía en un mundo que ya no existe[/Lekwaa] – razoné. Todo fue devorado por la corrupción, mi círculo de amistades se había desvanecido ya antes de convertirme en Lekwaa.

    – [Caitriona]Podrías vivir en el mundo en el que quisieras, porque Hotah no tiene ese lastre en su cabeza.[/Caitriona]  – trataba de tentarme. Era cierto que yo nunca había querido esa vida, había dejado la tribu e incluso el nombre de Hotah atrás y vivía bien, con comodidades, con fiestas y parejas sin que nada en mi cabeza lo sometiera a juicio.

    En el instante en el que empecé a pensarlo, los espíritus comenzaron a hablarme, pero esta vez, por su propio miedo a dejar de interactuar con el mundo y volver al frío hogar de los muertos, se pisaban y hablaban sin esperarse, tratando de convencerme con sus palabras. La única que no hablaba era mi madre, aunque sentía su juicio sobre el de los demás.

    – [Lekwaa]Callad, dejadme tranquilo. [/Lekwaa]- les pedí. Las voces cesaron, esperando, con miedo a provocar mi reacción. Caitriona tampoco habló, esperaba, paciente, que todo se resolviera.  – [Lekwaa]Se que me arrepentiré, esta situación no es nada agradable y más de una vez desearé haber aceptado, pero no puedo hacerlo. Tengo un deber.[/Lekwaa] – expliqué, pese a que no era del todo cierto.

    – [Caitriona]¿Entonces rechazas el trato?[/Caitriona] – preguntó.

    – [Lekwaa]Si, tengo que hacerlo.[/Lekwaa] – el «deber», una curiosa palabra que me ataba por razones distintas a las que estaba diciendo. Sí, «tenía» una misión para mi pueblo y para el mundo, pero en este caso el deber al que aludía era con mi propia madre y mis ancestros. Si entregaba a Lekwaa les estaría diciendo adiós sin permitirles siquiera cumplir su misión con los demás.

    Caitriona asintió y su silla desapareció mientras ella se levantaba.- [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    – [Lekwaa]Espero que sí y que tú si puedas librarte de las voces de los muertos.[/Lekwaa] – repliqué con mis mejores deseos. Al igual que mis antepasados me daban fuerza para seguir mi camino, los muertos de la vida de Caitriona le había hecho cambiar el suyo.

  • UN OVILLO EN EL SUELO

    Lexie – Nave

    Tarde

    Encerrada en la Nave, atrapada en un cuerpo que no era el mío, empecé a pensar en la crisis de la pandemia del CoVid-19 que sucedió allá por 2020. Después de que todo pasara, hubo un cambio progresivo en la sociedad. Yo no lo viví, porque eso significaría que soy un vejestorio, pero mi madre y mi padre me lo contaron. Según parece, «El Recogimiento» no existía. Los gobiernos de los países más decentes lo impusieron para evitar que la sanidad de los mismos colapsara y el planeta, pareció responder con agradecimiento: el aire estaba más limpio, volvía a haber patos en los estanques de manera natural y hasta se veían peces en los canales de Venecia.

    A partir de ese momento, sucedió lo que sabéis: una quincena al año, que iba rotando en función de no sé qué, nos quedábamos en nuestras casas y dejábamos respirar a la naturaleza. Era una forma de mostrar respeto a las personas que habían muerto, pero también a las que habían dado el callo en semejante marrón y por supuesto, a la Tierra.

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  • LA SONRISA DEL LADRÓN DE CUERPOS

    HOTAH TEIKWEIDÍ ‘LEKWAA’

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Miré mis manos una vez más. Yo mismo en un cuerpo extraño. Y sin embargo, seguía sin estar solo. Los espíritus que me acompañaban y me convertían en ‘Lekwaa’ parecían estar unidos a mi espíritu y habían saltado conmigo a ese nuevo cuerpo. Discutían entre sí, preocupados por aquella aberración de magia, pero estaba demasiado ocupado pensando como para escucharles. No dejaba de dar vueltas a la idea de que igual que me habían seguido a este cuerpo, podrían estar conmigo mientras fuese consciente, quizá también en la otra vida si es que había algo. Sin un momento de soledad, sin un segundo de paz.

    Fijé la vista en el chico nuevo, el que ahora ocupaba mi cuerpo. No le conocía de nada, pero para ser sinceros tampoco conocía en exceso a ningún otro como para haberme sentido más cómodo con el cambio. Quizá hubiera sido mejor incluso así.

    – [Lekwaa]¿Cómo lo llevas?[/Lekwaa] – le pregunté. Estaba perdido en sus propios pensamientos, supongo que todos lo estábamos teniendo en cuenta las circunstancias.

    – [Jack]Es extraño. No sabría describirlo. ¿Y tú?[/Jack] – respondió él. Desde el principio me había parecido un muchacho simpático y agradable. En otro tiempo quizá habría comprobado su espíritu antes para saberlo a ciencia cierta, pero me parecía una falta de confianza respecto a Vera y los demás que habían estado en su mundo. Ellos habían decidido que era de fiar así que yo no podía ponerlo en duda. Y de todas formas, no habría dado tiempo a hacerlo antes del cambio.

    – [Lekwaa]Más o menos lo mismo. Y lo de estar encerrados no ayuda.[/Lekwaa] – en mí habían cambiado muchas cosas respecto a mi yo pasado. Una de ellas era que desde mi tiempo con la tribu, necesitaba pasar ratos al aire libre. Tranquilizaban mi alma.

    – [Jack]Podemos salir si quieres.[/Jack] – sugirió él.

    Negué con la cabeza. – [Lekwaa]Nos han pedido que nos quedemos por parejas mientras dure esto, y creo que tienen razón.[/Lekwaa] – expliqué. Éramos muchos en aquella nave y había que entender que para ellos algunos éramos desconocidos unos cuantos. Con el caos habría muchas cosas que podrían salir mal, secretos que nadie quería que se supiesen, cambios negativos en las relaciones…

    – [Jack]Ya, pero si esto dura mucho va a ser horrible seguir aquí dentro sin nadie más con quien hablar.[/Jack] – razonó él. No le faltaba razón. – [Jack]¿No echas a nadie en falta?[/Jack] – preguntó al poco, antes de que me diese tiempo a responder. Al final resultó que no era tan tímido como parecía.

    Sentí un eco rondar mi cabeza y decidí ignorarlo, los espíritus llevaban alterados desde Terra, primero por la magia oscura de un bando, luego por las armas que sesgaban un sin fin de vidas en el otro y ahora por este cambio.

    Decidí pensar en la pregunta de James. – [Lekwaa]La verdad es que apenas conozco a nadie. Solo en las misiones y no demasiado.[/Lekwaa] – resumí. Henry era un buen tipo, me caía bastante bien, pero apenas habíamos hablado. Con Ezra había coincidido muy poco, mucho menos con Robin. Julia era simpática pero me provocaba un poco de miedo, especialmente cuando me miraba como si fuese comestible. Owen había estado ocupado casi todo el tiempo que estuvimos en la nave la última vez. Así que supongo que se podía decir que mi mejor amiga era Vera.

    – [Jack]¿No tienes más relación con nadie?[/Jack] – insistió, no me lo tomé a mal, tendría curiosidad, en especial siendo él uno de los más nuevos. Pensé en la fiesta, con el único con el que me había parado a hablar un poco más había sido con Niall. Me había llamado la atención al momento, pero estaba demasiado aturdido tratando de controlar la opinión de los espíritus. Volví a sentirlo, un eco, como si estuvieran llamando a la puerta de mi cabeza. Lo rechacé, pensar en Niall me había traído malos recuerdos de ellos.

    – [Lekwaa]No mucha. Quizá iría a intentar hablar con Niall, pero suele estar siempre con más gente y es difícil.[/Lekwaa] – confesé, evitando decirle que me acompaban los espíritus de los grandes líderes de mi pueblo y no estaban de acuerdo en aceptar mi orientación.

    James asintió, pensé que quizá estaría pensando en alguien. – [Jack]Puedo acompañarte y entretener a la persona con la que ha cambiado.[/Jack] – sugirió sin mirarme. Le observé y el me miró y me dedicó una sonrisa.

    Pensé en su propuesta, no era descabellado tampoco, seríamos cuatro y sería fácil identificar quien era quien. Además tampoco podría pasar nada grave. – [Lekwaa]Supongo que es mejor que quedarse aquí no sabemos cuanto.[/Lekwaa] – admití, aliviado. – [Lekwaa]Se ha cambiado con Henry creo, que es buen tipo.[/Lekwaa] – me escuché decir con aquella voz que no reconocía. Era desagradable que mi rostro y mi voz estuvieran delante de mí.

    – [Jack]¡Estupendo![/Jack] – sonrió, levantándose. – [Jack]Así puedo aprovechar para conocer mejor a todos.[/Jack] – así que eso era lo que le pasaba, no quería ser un desconocido. Lo entendía bien, pero yo era más solitario, podía acostumbrarme a serlo porque de todas formas, no solía estar solo nunca.

    Asentí y resistí un impulso de mirarme en un espejo antes de ir a ver a Niall. No habría servido de mucho y casi que prefería que no le gustase demasiado esa cara. – [Lekwaa]Son buena gente por lo que he podido ver. Son muy diferentes, pero buenas personas.[/Lekwaa] – dije acercándome a la puerta.

    Escuché cómo cogía algo y lo siguiente que noté fue un golpe punzante en la nuca. Fue tan fuerte que caí al suelo. Los parpados me pesaban y el dolor empezó a ser lo único que percibía. Notaba un zumbido, un eco en mi cabeza, esperando que fueran los espíritus, les dejé entrar.

    – [b]¡Traidor! ¡Ladrón de cuerpos![/b] – dijo la voz de un viejo líder del clan Wooshkeetaan. En mi mano, la de mi cuerpo real, estaba mi arco, partido ahora en dos después del golpe que me había propinado con él y que para el cuerpo del chico pelirrojo había sido demasiado.

    – [b][i]Otro ha tomado el lugar de ese pobre muchacho. [/i][/b] – dijo la voz de mi madre. Dejé que los espíritus concedieran más visión a los ojos de aquél chico cuyo cuerpo había ocupado y del que ahora no sabía que habría sido.

    Su cuerpo estaba ocupado en ese momento palpando en una de las paredes hasta dar con un mecanismo que hizo que esta se deslizara mostrando un compartimento oculto. Parecía conocer la nave mejor que nosotros. Vi su aura, intensa, con una forma extraña, como un ardor que se extendía hacia el exterior con un núcleo más oscuro. No era del todo malvado, pero tampoco inocente.

    – [Jack]Ningún villano se ve a sí mismo como uno.[/Jack] – dijo arrodilándose sobre mí. La musculatura de mi cuerpo evitó que pudiera librarme. Aquél chico no era especialmente fuerte.

    Mis ojos se inundaron de pánico cuando vi que en su mano derecha empuñaba una jeringuilla que pinchó en mi cuello. Empecé a ver borroso y la consciencia se me escapó de entre las manos. Esperé que aquél líquido solo me durmiera y no fuera mortal, confié en que de querer matarme, lo habría hecho de otra forma, pero no podía estar seguro. Me despedí del mundo con el corazón encogido, dejando todo en manos del resto. Pero nadie me conocía tanto, el impostor podría hacerse pasar por mí incluso si deshacían el cambio.

    Lo último que vi fue la sonrisa de aquél ladrón de cuerpos, que de pronto, ya no parecía tan amable.

  • NO ES MALA IDEA

    EZRA WALKER RAINER

    Terra – Noche

    No resultaba extraño que la magia de Robin pudiera hacerme reaparecer junto a mis compañeros. Alguien que dio la vuelta para ayudarme, en mi mundo seguramente hubiese muerto congelado. Y tuvo la amabilidad de dejar que me quedara con ellas mientras me recuperaba de mis heridas. Me hacia preguntarme si hubiese hecho lo mismo por cualquier otra persona o simplemente percibió que no era ninguna amenaza, que era una buena persona.

    Tenía la impresión de que habían pasado varias semanas, pero estaban tal y como los recordaba antes de la explosión. Iban cubiertos de polvo y tenían las ropas raídas, sin duda estaban pasando por una guerra. Por suerte ninguno parecía herido.

    – [Lekwaa]Si, es él. No es ningún reanimado como los que usa el otro bando.[/Lekwaa] – Les confirmo Lekwaa a Henry y Julia tras echar un vistazo a mi aura, con todo lo que había hecho en el futuro.. pasado… no podía evitar pensar como seria.

    – [Ezra]Lo lamento chicos, me he entretenido por el camino.[/Ezra] – Observe como Julia hacia un gesto obsceno con las manos y note calor en las mejillas, seguramente por el contraste del frío. – [Ezra]Ella es Robin, me ha ayudado a llegar hasta vosotros.[/Ezra]

    – [Robin]Encantada. Espero que tengáis suerte con la misión, pero yo debo irme, mi pueblo me necesita.[/Robin]

    No quería despedirme de ella y hubiese agradecido algo que lo retrasara, pero no precisamente ese destacamento de soldados por tierra  y aire que aparecieron.

    – [Lekwaa]Corred, creen que somos infiltrados de la otra nación.[/Lekwaa] – Echamos a correr sin un rumbo fijo, tampoco sabía donde podríamos escondernos. En mi vida pase muchos años siendo perseguido y no había ningún lugar seguro. Los bosques te hacían demasiado vulnerable y la ciudad era demasiado peligrosa.

    – [Julia]Estoy hasta el…[/Julia] Julia no tuvo tiempo de poder maldecir, una bomba nos corto el paso e hizo volar escombros en nuestra dirección. La otra vez no pude experimentar esto, casi que fue mejor, por uno minutos lo único que podía oír era un zumbido que no dejaba de martillear en la cabeza, al lobo no le gustaba nada.

    – [Lekwaa]Pensábamos que no nos seguirían fuera de sus fronteras.[/Lekwaa] – Nos refugiamos en uno de los edificios que a duras penas se mantenía en pie. Lo único que podíamos oír por encima de nuestras voces eran los aviones, bombas y disparos en la calle, no había ni rastro de vida salvo por nosotros.

    – [Robin]No me había imaginado que esto fuera así.[/Robin] – Robin miraba horrorizada a través de lo que quedaba de una ventana. Quería decirle que todo esto era pasajero, que algún día terminaría. Pero no era así, cuando una guerra termina empieza otra, y luego otra.

    – [Lekwaa]Hay muerte por todas partes, en este bando, en el otro. La guerra solo trae muerte.[/Lekwaa] – Lekwaa se dejo caer contra una pared cerrando los ojos. Apenas lo conocía, en realidad apenas los conocía a todos, pero por como lo había dicho daba la impresión de que había pasado por algo parecido a mi.

    – [Robin]En mi país todo está bien y aquí… aquí nada lo está.-[/Robin] En el tiempo que había pasado con Robin nunca la había visto así. Era una persona alegre por naturaleza, siempre con una sonrisa en la cara, y ahora su rostro era de dolor.

    – [Ezra]Estoy cansado de todo esto.-[/Ezra] Allá donde iba solo había caos y destrucción, empezaba a pensar que nunca tendría esa paz y tranquilidad que viví en el reino de Robin.

    – [Julia]Debes estar molido con los 3 minutos 52 segundos que llevas de guerra.[/Julia]- Añadió Julia. Lekwaa observaba a su alrededor extrañado. Agudice mi oído pero lo único que percibía eran lo disparos de la calle.

    – [Henry]Ezra viene de un futuro en el que llevan años en guerra humanos y supernaturales.- [/Henry] No había mencionado nada de mi pasado a Henry, los demás debían de habérselo contado.

    – [Julia]Qué casualidad.[/Julia]- Se quejo.

    – [Robin]¿Esta guerra lleva mucho tiempo?[/Robin] – El mundo de Robin vivía aislado del resto, era como si vivieran en una burbuja.

    – [Henry]Por la destrucción yo diría que décadas.-[/Henry] Robin se tapa la boca horrorizada. Seguramente estaría pesando que con su poder podría haber terminado con todo esto.

    – [Lekwaa]No hagáis rui…[/Lekwaa]- La advertencia de Lekwaa se vio interrumpida. Una sombra se abalanzo sobre nosotros golpeando a Lekwaa y lanzandolo por los aires. Cuando se reincorporo tenía un arañazo visible en el brazo.

    – [b]He decidido cortar por lo sano esta charla, porque me estabais dando dolor de cabeza.[/b]- Solo alcazaba a ver sus ojos dorados entre la oscuridad de la noche – [b]Mi nombre es Iulia. Normalmente no me presentaría, pero hoy me ha apetecido.[/b]

    – [Henry]Es la Daë que hemos venido a buscar. Julia.-[/Henry] Nos informo Henry.

    – [Julia]¿Qué?[/Julia] – Pregunto Julia. Ya era casualidad que ambas se llamarán igual.

    – [b]Eh… era conmigo.[/b]- La Daë parecía tan confundida como nuestra Julia.

    – [Julia]No, aquí Julia soy yo.[/Julia]- Me puse delante de ella porque como siguiera así se plantaba delante de ella y tendríamos problemas – [Julia]Este es Ezra, este Licua, la de allí Robin y el sosias se llama Henry.[/Julia]

    – [Lekwaa]¿La Dae intenta matarnos?[/Lekwaa] – Lekwaa parecía extrañado, hasta ahora ninguno nos había atacado. – [Lekwaa]¿De qué tenemos que protegerla entonces.[/Lekwaa]

    El estruendo de las armas era cada vez más atronador, las balas golpeaban contra la fachada del edificio. Una bomba cayo sobre el edificio y una pila de escombros sobre la Daë. – [Ezra]De ellos.-[/Ezra]

    – [Julia]Pero es mala.[/Julia]- A mi tampoco me apasionaba la idea, pero si no la ayudábamos tal vez nunca saliéramos de ese mundo.

    – [Robin]Quizás no sea mala. Quizás sea… su naturaleza.[/Robin]- Intento mediar Robin.

    – [Henry]Solo será buena cuando se una al resto de daes.[/Henry]- Tal vez ni siquiera eso. El vinculo de Julia con otra de las Daë le impedía atacar a nadie, pero tal vez en el fondo seguía siendo mala.

    – [Julia]Siempre podemos matarla ahora que está medio muerta y decir que no la hemos encontrado.[/Julia]- Propuso Julia mientras le daba un par de golpes con el pie con cuidado por si estaba fingiendo.

    – [Ezra]La cosas no funcionan así. Si muere los otros dae no podrían llegar a cumplir su misión.-[/Ezra]Todos ellos estaban destinados a morir, pero si faltaba alguno de ellos en ese momento el gran mal al que debían enfrentarse tal vez no fuera erradicado.

    – [Robin]¿Podríamos intentar volver a mi Palacio?[Robin] – Propuso Robin. No me gustaba la idea de poner en peligro a su hermana, pero veía donde quería llegar. Quizás su poder podía ayudar a que no atacara a nadie más.

    – [Lekwaa]Esperad, allí abajo. [/Lekwaa]- Los disparos en la calle habían cesado. Lekwaa señalaba a un grupo que andaba por la calle. Reconocí a la bruja del bosque que nos hechizo con el té de la verdad.

    – [Henry]Son los dae.-[/Henry] La Daë se removió en el suelo, comenzaba a volver en si.

    – [Julia]Lo mejor es dejarla allí tirada y que se la encuentren.[/Julia]- Propuso Julia.- [Julia]Habremos cumplido nuestro cometido y el problema será de otros.[/Julia]

    – [Ezra]Eso… No es mala idea. Ayúdame a cargar con ella.-[/Ezra] Lekwaa la cogió de un brazo y yo del otro. Henry observaba desde una esquina y nos hizo una señal de que se acercaban. La dejamos en mitad de la calle y nos escondimos en un callejón cercano.

    Julia sonrió orgullosa.- [Julia]Soy carne del Mensa.[/Julia]

    Elric se arrodillo frente a Julia para ver como se encontraba. La vampiresa pillo por sorpresa al elfo y lo sobrepaso lanzándose sobre Eleanor. Un campo de fuerza le impidió atacarla, Geraldine estaba pronunciando un encantamiento y los ojos de Julia se iluminaron. La vampiresa cayo de rodillas sobrepasada, su expresión cambio por completo, como si fuera consciente de todo el mal que había causado en esa vida.

    Los Daë le dieron la bienvenida a su nuevo miembro, tras pasar un rato conociéndose un poco más entre ellos y a su nueva incorporación se pusieron de nuevo en camino. El grupo se marcho y y era hora de volver con el nuestro.

     

  • LA TIERRA CORRUPTA

    HOTAH ‘LEKWAA’ TEIKWEIDI

    MAÑANA – TERRA, NACIÓN ARMILO

    Los párpados me pesaban como si unos dedos invisibles me obligasen a mantenerlos cerrados. Entré y salí del sueño varias veces, escuchando la voz de Henry y de Julia pero sin recordar nada de lo que decían.

    Al final conseguí abrirlos y mantenerme despierto. Parecía que mi cuerpo se había recuperado del trauma físico y espiritual, pero mi mente todavía se estaba adaptando en aquellos momentos. Me sentí desorientado y perdido. Inicialmente busqué algún punto en la orografía del terreno de los que conocía en Kouras y eso agravó la desorientación, pero al cabo de unos minutos me di cuenta de dónde estaba y de la misión que nos había llevado allí.

    Tan desorientado me había levantado que hasta ese preciso momento no me había dado cuenta de que mi cuerpo se movía, apoyado en un Henry Crowe apenas capaz de sostenerse ya a sí mismo.

    – [Lekwaa]¿Q-Qué ha pasado[/Lekwaa] – pregunté. Vi los grandes ojos de Julia centrarse en mí. En aquél momento no bromeó, debía estar cansada como para ocultar su preocupación.

    – [Henry]Una bomba casi cae encima de nosotros.-[/Henry] explicó. Su voz salía por mera fuerza de voluntad, pero se le notaba ya no cansado, si no exausto. Después del primer teletransporte fuera de la sala de los espíritus, ya se le veía afectado por cargar con todos y justo en ese momento había tenido que volver a hacerlo de emergencia. Y a eso había que sumarle que hubiese cargado conmigo quién sabe cuanto camino. Busqué a Ezra con la mirada, extrañado de que el líder del equipo no hubiera sido el que me hubiera llevado.

    – [Lekwaa]¿Dónde está Ezra?[/Lekwaa]

    – [Henry]No lo sé…-[/Henry]

    Miré a Julia, que seguía en silencio. Empezaba a temerme lo peor. – [Henry]La onda expansiva nos golpeo y Ezra se soltó. Pudo quedarse atrás… o caído en alguna parte de esta zona.[/Henry] – aclaró. No sonaba muy convencido, estaba preocupado y se dejaba ver.

    – [Lekwaa]Deja que intente caminar yo. Ya he sido bastante lastre y ahora es Ezra el que está en peligro.[/Lekwaa] – desde que había puesto un pie en ese mundo no había hecho más que ser un problema. Aquella fuerza espiritual trastocó por completo todo en lo que me había convertido. Cada espíritu dentro de mí quería seguir la espiral hacia la que conducían a los muertos, con sus almas usadas como armas.

    – [Julia]Yo creo que la coja y el inconsciente estábamos mejor en un sitio seguro en el que no fuéramos un incordio[/Julia]. – sentenció finalmente Julia. La forma de dirigirse a sí misma dejaba claro que se sentía como yo.

    – [Lekwaa]Tienes razón. No debí venir con vosotros, pero no esperaba…eso.[/Lekwaa] – expliqué. Mi experiencia con el mundo espiritual no era muy extensa. Conocía las costumbres de mi pueblo porque me había criado con ellos y mi madre era la que era, pero mi vida me había llevado por un camino distinto. Si me hubiese convertido en alguien con poder para hacer reformas, habría sabido de inmediato cómo aplicarlo. Pero esto…no.

    – [Henry]Ahora mismo estamos en una zona sin gente y espiritus, estamos a salvo.-[/Henry] Henry trataba de tranquilizarnos. Quedaba claro que sin Ezra por allí, él era el siguiente en la lista para liderar, al fin y al cabo ni Julia ni yo éramos del grupo original ni teníamos dotes de liderazgo. Miré a nuestro alrededor, parecía un páramo de tierra seca y montañas en la gran distancia. Había restos de hierba en algunos puntos, pero era como si algo se la hubiera llevado.

    Me agaché y toqué la tierra, estaba perturbada, dañada. Algo había alterado su orden natural. Julia se detuvo también, pero se sentó en un montículo de tierra con mal aspecto.

    – [Julia]Yo no he venido aquí a ver cómo se muere mi Culito Prieto[/Julia].- se quejó. Parecía desanimada y por primera vez pensé que podía hacer algo por ayudarla.

    Mientras Henry se sentaba cerca de ella, pensando qué decirle, yo me senté al otro extremo y cerré los ojos. Llegué a una zona con montañas cubiertas de nieve, con tiendas desperdigadas por la pradera virgen enmarcada en la Bahía de los Glaciares. Todo mi clan y mis antepasados salieron de sus cabañas, rodeándome. Sus miradas estaban fijas en mí, juzgándome. Me miré, ya no era Lekwaa, ni siquiera Hotah, era Hunter Travis, una deshonra. Pero aun así, tenía una pregunta para ellos.

    – [Lekwaa]Necesito saber si Ezra está vivo.[/Lekwaa] – pregunté. No necesitaba darles más detalles, sus espíritus convivían con el mío, así que conocían a Ezra, conocían mi misión.

    Sus miradas me valoraban, atravesaban mi alma a la que ya conocían bien. Pero no cedí, no podía hacerlo. Estaba a punto de volver a preguntarlo cuando una mujer de mediana edad salió de entre el grupo y se acercó a mí. Su mano, cálida tal y como había sido en vida, se apoyó en mi rostro. Mi madre siempre había tenido fé en mí.

    – [b]Tu amigo está en el mundo de los vivos.[/b] – susurró, antes depositarme un beso en la mejilla.

    Al abrir los ojos ninguno estaba ya allí, en aquél páramo desolado.

    – [Lekwaa]No sé cómo es de fiable, pero si Ezra sigue en esta esfera…no creo que esté muerto.[/Lekwaa] – les dije, entrelazando los dedos de las manos como solía hacer de pequeño.

    – [Henry]¿Como lo sabes?-[/Henry] preguntó Henry.

    – [Julia]¿Crees que puede estar vivo? Nuestro amor es tan grande que lo sobrevive todo[/Julia].- añadió Julia, visiblemente más animada.

    – [Lekwaa]Os lo enseñaré.[/Lekwaa] – dije después de pensarlo unos minutos. Poco sentido tenía ya guardar demasiados secretos sobre mi pasado. Si yo tenía que confiar en ellos, que no me habían ocultado nada y me habían acogido sin desconfiar en su refugio, para poder luchar codo con codo, ellos tenían que tener también una idea de cuáles eran mis capacidades.

    Me coloqué delante de ellos y dejé manifestarse a través de mí los espíritus de la tribu. Para ellos debió ser un espectáculo ver aquellos espiritus sobreponerse a mí. Decenas. – [Lekwaa]Los espíritus de todo mi pueblo están conmigo y eso me conecta con el más allá de alguna forma que desconozco.[/Lekwaa] – expliqué. Los espíritus sí lo sabían, yo no. – [Lekwaa]En aquél lugar había tantos espíritus que perdí el control[/Lekwaa]

    – [Henry]¿Y no sientes el espiritu de Ezra?[/Henry]

    – [Julia]Entre tanta gente como para encontrar algo[/Julia].- murmuró Julia.

    Negué con la cabeza. – [Lekwaa]Lo conozco, así que debería ser más fácil. Y no encuentro nada.[/Lekwaa] – aseguré. Confiaba en las capacidades de los espíritus para saberlo.

    – [Julia]¿Entonces dejamos a Culo Prieto por ahí y seguimos con la misión?[/Julia]- preguntó Julia. Miré a Henry. Yo no sabía cómo seguir, qué hacer.

    – [Henry]Ezra ha pasado por mucho y sabe cuidar de si mismo.-[/Henry] explicó. En mi tiempo en la nave había visto que era un tipo reservado. Tenía relación familiar con algunos de los demás, pero sin embargo estaba distante, incluso con su propia hermana. Seguramente ahí había más de lo que sabía. – [Henry]Él nos encontrara a nosostros, mientras tanto continuaremos con la mision.[/Henry]

    Asentí y nos levantamos para seguir caminando. Tras casi una hora, vimos humo en la distancia. – [Lekwaa]Hay muerte más adelante.[/Lekwaa]

    Apuramos el paso, esta vez preparados. Para encajar con esta gente, no me había traído mi arco y estaba empezando a echarlo en falta. La nave tenía mecanismos para imprimir toda clase de ropa y artículos de primera necesidad, pero en aquél momento un arma también lo habría sido, y de eso no había impresora. Henry iba desarmado, Julia también y yo solo llevaba un viejo cuchillo oculto en una bota.

    Tras otro buen rato caminando nos encontramos con cuerpos en el suelo. Tenían agujeros de disparos en la ropa y sus rostros estaban sucios por la tierra. Cerré los ojos a los que pude y me fijé en que todos sus uniformes llevaban el mismo distintivo, que no era el del «bando de los espíritus». No se veía ningún cuerpo de con quien estuviesen luchando. Quizá aquello era obra de los fantasmas.

    Allí, agachado sobre uno de los cuerpos fue cuando empecé a ver las líneas irregulares en el terreno. Eran trincheras, pero para entonces fue tarde. Un grupo de soldados vestidos con los mismos uniformes que los que yacían en el suelo nos rodearon, apuntándonos con armas de fuego.

    – [b]Identificaos de inmediato o abriremos fuego.[/b] – dijo uno de ellos. Por los distintivos, diferentes a los de mi Tierra, pensé que sería el de mayor rango. Rondaba los cuarenta años y tenía el pelo color arena salpicado de canas. La mano con la que sujetaba el arma no temblaba. Me fijé en ésta, parecía un arma común de las que se veían en ‘Comando’, pero era como más avanzada. Apenas se percibían diferencias en el metal que la componía y a juzgar por como la sujetaba, era más ligera de lo que hacía ver. No deseé comprobar cómo disparaba.

    – [Henry]Tifa, Lekwaa y Tesla.-[/Henry] nos presentó Henry. Estaba acostumbrado a mi nuevo nombre, pero sus apodos me resultaban extraños aún. No sabía qué significaba Tifa y me imaginé que Tesla sería por el inventor. – [Henry]No estamos armados ni venimos a atacaros.-[/Henry] trató de mantener la calma, pero se acercó más a nosotros en caso de que tuviera que hacer un salto de emergencia.

    – [Julia]Así, bien pegaditos…[/Julia]- susurró Julia.

    – [b]¿Sois pentrales?[/b] – preguntó sin dejar de apuntar con el arma. Julia estuvo a punto de decir algo, pero imaginándome el juego de palabras le hice un gesto para que lo evitara. Entonces un soldado se acercó a nosotros y nos pasó una especie de escáner de mano por delante.

    – [b][i]Señor, no son armilanos.[/i][/b] – respondió después de comprobar los resultados. Las armas amartillaron de una forma mecánica, automática. Me imaginé que ellos serían esos armilanos.

    – [Lekwaa]No somos enemigos.[/Lekwaa] – respondí al ver que se acercaban.

    Entonces se detuvieron. Tardé unos segundos en darme cuenta de que estaban escuchando algo. Agudicé el oído y capté una especie de silbido inhumano, pero no supe lo que era hasta que los espíritus empezaron a chillar dentro de mí y me tuve que llevar una mano al rostro, sumido en un dolor profundo, inmaterial, «dolor de alma».

    – [b][i]¡Ataque pentral![/i][/b] – gritó un soldado.

    Unas manos firmes tiraron de mí y nos arrastraron a los tres mientras un torbellino de espíritus se chocaba contra la tierra que teníamos delante. Durante unos segundos hubo silencio, después los cuerpos de los soldados caídos se empezaron a levantar y buscaron armas para atacar.

    Las armas de fuego dispararon a una velocidad endiablada, atravesando los cuerpos de los muertos que avanzaban sin cesar hasta que un aluvión de balas les ponía de nuevo en la tierra.

    Eran muchos y aunque los soldados disparaban sin pausa, los cuerpos poseídos aguantaban mucho. Demasiado. Aquello era totalmente perverso. Mi unión con los espíritus de mi pueblo había sido aceptada. Sí, no sabía aquél entonces que no sería solo a mi madre a la que daría cobijo, pero aun así, lo acepté. En aquél caso, aquellos espíritus de los muertos que nosotros mismos habíamos visto suicidarse para convertirse en kamikazes, estaban tomando el control de los muertos, mancillando su recuerdo y lo que habían dejado atrás.

    Julia se agachó aprovechando que los soldados estaban defendiéndose y rebuscó al lado de un soldado que acababa de morir de un disparo de un reanimado. Se cubrió en la trinchera y empezó a disparar a los muertos. Parecía que no hacía nada, pero al final uno de ellos cayó. Así que siguió disparando.

    Henry la imitó, cogió un arma de al lado y empezó a disparar. Debió sorprenderle el uso de aquél arma porque al principio sus tiros daban al aire, hasta que alguno alcanzó a los cuerpos.

     

    Al final se hizo el silencio. El último de los reanimados cayó y los espíritus abandonaron la tierra, exhaustos, desintegrándose finalmente en el éter o quizá al néter, después de cómo había sido su muerte.

    – [Lekwaa]¿Qué ha sido eso?[/Lekwaa] – pregunté. El líder estaba ocupado ordenando quemar los cuerpos de los otros soldados junto con los que acababan de morir en aquél momento.

    – [b][i]Soldados reanimados por los pentrales. ¿De dónde venís?[/i][/b] – respondió un soldado joven, incrédulo. Por mucho que nuestras ropas intentasen encajar, estaba claro que no sabíamos nada de aquellos mundos.

    – [b]Lleváoslos de aquí.[/b] – replicó el hombre al mando. Hizo una señal y varios soldados nos aferraron con fuerza y nos llevaron andando hasta un aparato con un aspecto a medio camino entre un coche y un avión. Henry lo llamó aerodeslizador. Una vez nos subieron, aquél aparato se elevó del suelo y surcó el páramo a gran velocidad.

    Esposado, sin poder hablar con los demás, miré por la ventana cómo quedaban atrás las trincheras y en el horizonte nos acercábamos a una gran urbe. Parecía la ciudad de Nueva York de mi tiempo, antes del desastre, pero muchísimo mayor. La rodeaba un muro altísimo que se perdía en la distancia.

    Ezra podía estar en cualquier parte y ahora nosotros, sin nada que nos vinculase a ese mundo, estábamos en manos de uno de los bandos de esa temible guerra.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.