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Etiqueta: Hotah ‘Lekwaa’ Teikweidí

  • LA SECTA DE LOS ESPIRITUS

    HENRY L. CROWE TESLA

    Terra – Noche

    El contraste entre luz y oscuridad nos pillo por sorpresa, dejando claro que no solo los mundos estaban anclados en diferentes periodos de la historia, sino que el tiempo era diferente en cada uno.

    La plaza estaba concurrida de gente por lo que nadie se percato de nuestra llegada por arte de magia. Pensaba que este mundo iba a ser diferente por lo que había leído y escuchado por Noah, pero no había ni rastro de tecnología.

    El repiquetear de las sirenas me sobresalto, en cuanto la gente las escucho comenzaron a moverse todos hacia el mismo punto pasando entre nosotros, así que nos pegamos para no ser arrastrados por la marabunta de personas.

    – [Ezra]¿Te encuentras bien?.-[/Ezra] Lekwaa tenía mal aspecto, el rostro le brillaba por las perlas de sudor en su frente.

    – [Henry]Quizás deberíamos de salir de las calles.-[/Henry] Propuse. Buscar un sitio tranquilo en el que esperar a que se desarrollaran los acontecimientos y esperar a que Lekwaa se recuperara.

    – [Lekwaa]No demasiado. Ha debido ser el teletransporte.[/Lekwaa] – Era una suposición acertada. La gente solía marearse cuando las llevaba a algún sitio por primera vez con mi poder. Esperaba que fuera eso y no ninguna enfermedad por cambios de épocas, ya que él venía de un lugar diferente.

    – [Julia]¿Soy yo o esta ropa me hace tetazas?[/Julia]- Julia se llevo las manos a sus pechos y aparte la mirada.- [Julia]Qué coño, es que las tengo[/Julia].

    – [Ezra]Seguid a la gente hasta el refugio más cercano y no os separéis.-[/Ezra] Ezra se paso el brazo de Lekwaa por el cuello y lo ayudo a caminar. Julia se agarro de mi brazo para no perderse entre la gente y ayudarse a caminar. A pesar de las curas en la nave aun persistía una ligera cogerá en su pierna.

    – [Julia]¿Qué posibilidades tenemos de sobrevivir a una bomba?[/Julia]- De entre las calles aparecía cada vez más gente. La plaza en la que habíamos aparecido se encontraba intacta, pero según avanzamos comenzamos a vislumbrar los estragos de esa guerra con varias fachadas de edificios derruidas.

    – [Henry]Depende de si es solo una bomba o es química.-[/Henry] Pensaba que se trataba de lo primero al ver solo los escombros  en las calles, pero los soldados comenzaron a repartir mascaras de gas entre la gente. Si alguien tenía ocasión de hacer el mayor daño posible lo iba a hacer.

    – [Julia]En el peor de los casos, Cerebro[/Julia].- Bromeo para aliviar el momento de tensión que estábamos teniendo. Ezra caminaba con Lekwaa tras nosotros, vigilando que ninguno de los dos nos perdiéramos entre la gente.

    – [Ezra]Ponte esto.-[/Ezra] Añadió ayudando a Lekwaa colocarse su máscara. Le costaba respirar pero parecía que le ayuda un poco.

    En el cielo se escucharon los aviones sobrevolar la ciudad ocultos entre la oscuridad de la noche. La alarma había cesado, así que el bombardeo era inminente.

    – [Julia]Yo pensaba que esto iba a ser una bacanal con tres chicos atractivos, pero no, me ha tenido que tocar un mundo en guerra[/Julia].- Añadió quejándose mientras la ayudaba a bajar por las escaleras del refugio. Me dio miedo lo bien organizado que había estado la evacuación sin atropellos entre personas y grandes apelotonamientos de personas. Eso solo podía significar que ya habían pasado por esto incontables veces.

    Apenas se podía vislumbrar algo en el refugio, Ezra se coloco delante de nosotros, su vista era mejor que la nuestra, pero nos impidió avanzar más estirando los brazos. Eche un vistazo por encima de su hombro. La gente se arrodillaba formando un circulo, daba la sensación de que estaban rezando, pero había algo más, algo más que no alcanzábamos a ver y Ezra sí.

    – [Henry]¿Y si buscamos otro sitio?.-[/Henry] Pregunte recibiendo un leve asentimiento de Ezra. Retrocedimos de espaldas, pero cuando llegamos a las escaleras escuchamos la puerta del refugio cerrarse.

    – [b]¿Qué ocurre?[/b] – Nos pregunto el soldado que acababa de bajar. Llevaba una linterna antigua dejándonos ver con algo más de claridad lo que estaba sucediendo, mientras con la otra mano aferraba su arma preparado para usarla por si íbamos a ocasionar problemas.

    – [Julia]Que un soldado nos acaba de encerrar con unos de una secta[/Julia].- Resumió Julia a lo que todos estábamos pensando. El soldado entrecerró los ojos.

    – [b]Es normal que dudéis en los últimos minutos, pero ya estamos todos muertos.[/b] – Explico como si no fuéramos los primeros que dudábamos a fuera lo que fuera que iba a ocurrir allí abajo. – [b]Ahora serán nuestros espíritus los que luchen y se enfrenten a nuestros asesinos.[/b]

    Lekwaa se quito la máscara y se retorció gritando de dolor. En su cara aparecieron unas llamas fantasmales. . – [Lekwaa]Demasiada muerte….demasiada muerte…[/Lekwaa] – Murmuro con un tono de voz diferente, más grave.

    – [Ezra]Henry, ya sabes lo que tienes que hacer.-[/Ezra] Antes de partir me dejo claro que en algún punto tendríamos que hacer uso de mi poder y ese momento era ahora. A nuestras espaldas se escuchaban zumbidos. Ahora con un poco más de claridad pude ver un pentagrama en el suelo y como los cuerpos de esas personas caían fulminadas al suelo, dejando en el aire un remolino de espíritus.

    Julia se aferro a mi brazo con fuerza, mientras yo hacía lo propio con Lekwaa. En cuanto note la mano de Ezra en el hombro nos saque de allí. No fuimos a parar muy lejos, cargar con varias personas era agotador y terminamos en una de las calles bombardeadas.

    Los aviones surcaban el cielo, se escuchaban los disparos de ametralladoras contra ellos y los silbidos de las bombas cayendo.

    – [Julia]Salta otra vez Enrique, por tus muertos[/Julia].- Apremio Julia, pero estaba agotado y no sabía a dónde enviarnos. No podía regresar a la nave y no conocía ningún otro sitio de ese lugar al que llevarnos.

    Observe varios folletos en el suelo con imagenes de maquinarias en el, pensé en esa imagen, ese lugar que no debía de estar muy lejos de nuestra posición y saltamos de nuevo. Por lo general me suelo mover en una fracción de segundos, pero la bomba debía de estar tan cerca de caer sobre nosotros que la onda expansiva nos golpeo y la mano que se aferraba a mi hombro se soltó por el impacto.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.

  • NOTAS DE UNA SINFONÍA

    NOAH ARKKAN

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – MAÑANA

    Me levanté bastante temprano aquella mañana. Era difícil seguir el ritmo del tiempo en un sistema solar cuyo ritmo no conoces, pero para mi cuerpo, debían ser cerca de las siete de la mañana.

    Lo primero que hice fue dirigirme a la cocina mientras en mi cabeza daban vueltas una y otra vez las teorías que intentaban dar un sentido y una guía a todo lo que pasaba en estos mundos.

    Por una parte, en algún momento, nos enfrentaríamos a nuestras propias Pruebas, porque cada uno de nosotros tenía ya una esfera con los elementos que le identificaban, esferas, que por lo que parecía, permitían comunicarse con Daë de ese mismo macrogrupo elemental, tanto con los del Cúmulo como con los Moondies.

    Nuestro trabajo era reunir a los Daë del Cúmulo, o al menos protegerlos hasta que se encontrasen. Por lo que nos enseñaron los Daesdi, había catorce mundos y teniendo en cuenta que había catorce Daë en esa generación – quince si contábamos por separado a los de Géminis – encontraríamos uno por mundo.

    Hasta ahí venía la parte sencilla, pero después empezó el caos con diferentes civilizaciones en diferentes periodos en cada uno de los mundos. Parecían anclados en una época de la humanidad determinada, sin ser conscientes de lo que ocurría en el resto de mundos excepto los que llegaban aquí, a esta luna que se había convertido en una especie de ciudad libre con un enorme mercado negro.

    Por lo que había dicho Eldric, los mundos habían sido antes muy diferentes, pero el Arquitecto lo había cambiado todo. Su magia había roto las leyes de la física en este lugar, distorsionando el tiempo y el espacio, creando un lugar donde no había tiempo, como esta luna, y portales entre los diferentes mundos en objetos corrientes.

    Esa clase de magia me recordaba a alguien que, pese a no haber conocido nunca, siempre había estado presente en nuestras vidas. Según las historias, el Soberano ya había sido encerrado una vez y enviado al Vacío con ‘La del Pelo Rojo’, por estos mismos Daë a los que ahora intentábamos reunir. Por si fuera poco, lo habíamos visto en carne y hueso en el mundo prehistórico, aunque con ropa diferente y menos afectado por la tortura de ‘Ella’.

    Pero, si el Soberano era aquél que vimos en Daonna y era a él a quien iban a expulsar los Daë del Cúmulo, ¿qué pasaba con el Arquitecto? ¿Es que después de su sacrificio los mundos de este Cúmulo iban a quedarse así?

    De todas formas, parecía que el Arquitecto había hecho esa distribución en los mundos porque sacaba provecho de ello. Ezra había escuchado conversaciones del Nigromante con alguien que parecía estar por encima. Teniendo todo eso en cuenta, personas como el Soberano, el Nigromante y los que controlaran el resto de mundos tenían que rendir cuentas al Arquitecto.

    Y ahí llegaba mi teoría. El Soberano manipulaba la realidad con su magia a su antojo y se había presentado a los Moondies con muchas caras, hasta la de una trabajadora de Fenris. ¿Podía ser el Arquitecto también el Nigromante y el Soberano? Parecía demasiado pensar que estuviera en varios sitios a la vez, algo que ni siquiera el Soberano creo que hiciera.

    Me pasé una mano por la frente. Estaba pensando demasiado. Al final la respuesta más sencilla sería que el Soberano se rebelaría contra el Arquitecto y se convertiría en la principal amenaza. Pero no quise desechar del todo la teoría de que fuera un grupo de malos.

    Cuando llegué a la cocina, me encontré con Amy. Estaba tomándose un café, pálida como la luna. Había tenido una misión sobre los siguientes mundos, así que había muchos planes que hacer.

    Me puse un poco nervioso y empecé a moverme rápidamente por la nave sin saber muy bien por dónde empezar. A Lexie no le iba a hacer mucha gracia salir de este refugio y quizá ni siquiera consiguiéramos que lo hiciera. Yo la entendía, no podíamos pretender que todo el mundo tuviese vocación de salvar el mundo y ahora que teníamos un lugar donde quedarnos hasta que todo acabase, no veía el problema en que algunos se quedaran en la Kvasir.

    Amy y yo no íbamos a hacer los planes solos, así que me encaminé hasta las personas que sabía con certeza que querrían emprender la misión. No tenía sentido preocupar a los demás con planes cuando ni siquiera sabíamos si querrían ir.

    Les llamé uno a uno hasta que finalmente, tras lo que pareció una eternidad, todos aparecieron en la biblioteca. Estábamos Amy, Elle, Xander, Jane, Henry, Kaylee y yo.

    – [Noah]Estamos aquí porque Amy ha tenido una visión.[/Noah] – les expliqué. Las manos me temblaban ligeramente, pero sabía que era pura inquietud por lo que iba a pasar.

    – [Elle]¿Y el resto?[/Elle] – preguntó Elle, mirando a nuestro alrededor. En el momento en el que lo dijo, supe que me había equivocado.

    – [Noah]Pensé que sería mejor si lo comentábamos nosotros antes.[/Noah] – intenté aclarar. Cuanto más lo pensaba, menos claro estaba el plan inicial. – [Noah]Coordinar a todos…[/Noah] – habría sido difícil, habríamos perdido tiempo decidiendo quién iba y quién no, sin haber escuchado aún las visiones.

    – [Kaylee]Elle tiene razón[/Kaylee].- replicó Kaylee. – [Kaylee]Estás acostumbrado a ser demasiado práctico, Noah CHRISTOPHER, pero si somos un grupo, no puedes convocar a unos cuantos aparte[/Kaylee]. – asentí con la cabeza. No había sido la mejor idea por mi parte. Estaba muy acostumbrado a hacer las cosas solo, a mi velocidad, que era demasiada. Ahora teníamos que ser un grupo. Me había centrado solo en reunir a unos pocos para hacer los planes porque había decidido de antemano que Lexie y Niall probablemente no querrían ir, que Vera y Elliot serían demasiado pequeños, que Mike preferiría estar en la retaguardia y que los nuevos no confiarían en nosotros.

    – [Jane]Vamos a perder el tiempo, pero que vengan[/Jane].- replicó Jane encogiéndose de hombros. Parecía estar de acuerdo en mi idea, pero Jane también pecaba de ser excesivamente práctica.

    Amy hizo una mueca, le daba lo mismo una opción que otra. Bastante tenía con cargar con esas visiones.

    – [Henry]Mejor explicarlo todo una vez que varias veces luego.-[/Henry] resumió Henry. Era un enfoque más lógico, pero yo había estado cegado. Una persona sola no puede cargar con las responsabilidades de todo el grupo por mucho que quiera, porque les estaría quitando la libertad de decidir. Eran sus vidas, aunque quisiera lo mejor para ellos, la decisión no era mía.

    – [Xander]Para poder estar todos, todo el mundo tendría que escuchar al menos a una persona.[/Xander] – apuntó Xander. Miraba fijamente a su hermana. Xander y yo habíamos estado hablando al poco de llegar a la Kvasir. Parecía que estaba claro que tendríamos que convertirnos en un grupo unido y fuerte para resistir, igual que los Moondies, una suerte de New Moondies. Pero para eso necesitábamos una líder como había sido Sarah, y solo se nos ocurría una persona, que casualmente era la que no quería mandar.

    – [Kaylee]Pajeros y pajeras de la nave Kvasir: os esperemos en la biblioteca[/Kaylee].- anunció Kaylee amplificando su voz para que resonase por toda la nave. Cada vez se la veía más segura y confiada con la magia y con la vuelta de ella, se notaba más completa, más ella misma. Ni la ‘Queen B’ que habíamos conocido en el instituto, ni la que se flagelaba continuamente que había llegado después. Ésta era Kaylee de verdad, renacida como un fénix.

    Después del llamamiento, caminé hasta la pizarra en la que había colgado todas mis anotaciones hasta el momento. Allí tenía un dibujo del sistema planetario que había sacado de la memoria genética después de que los Daesdi lo mostraran, marcando en cada mundo los Daë conocidos y las civilizaciones. También tenía una lista de cada uno de nosotros y la teoría sobre los elementos que teníamos, junto a los de los Moondies, para tratar de establecer patrones de comunicación.

    Los demás fueron llegando poco a poco y evité mirarlos directamente. Ahora me avergonzaba haber tomado esa estúpida decisión por ir demasiado deprisa. Cuando ya estuvieron todos, vi que Lexie me miraba con una sonrisa y sentí un escalofrío. ¿Cómo podía no haberla incluido pensando que sería mejor?

    Por suerte la biblioteca de la nave era muy grande y todos los presentes cabíamos con holgura. Éramos casi el doble que los Moondies y todos teníamos una esfera, así que había echado mis propias cuentas y aún debía faltarnos alguna incorporación más, pero no sabía exactamente cuántos porque dependía de la figura del catalizador, que sería la que nos salvase la vida al igual que a los Moondies. No quería pensar mucho en ello, porque eso significaría que perderíamos a alguien sin más remedio. Pero quizá, al ser tantos, no hiciera falta y todos saliésemos sanos y salvos.

    Se generó un murmullo de las múltiples conversaciones que estaban teniendo lugar en pequeños grupos.

    – [Xander]Sigue haciendo falta alguien que dirija todo esto.[/Xander] – escuché repetir a Xander.

    – [Jane]Dirige tú, pesao[/Jane].- le soltó Jane. Xander la miró y vi que no sabía qué responderle durante una fracción de segundo, pero entonces sus miradas se cruzaron y supongo que vieron que no era de malas.

    – [Xander]No se me daría bien. En eso no me parezco a mi madre.[/Xander] – aseguró. Sabía que Elle tenía miedo a no estar a la altura de Sarah, a no ser como ella. Pero quizá no necesitásemos a una Sarah. Ella recibió el poder de la Kvasir, Elle había nacido con él. Sarah había liderado a un grupo, esto era casi un ejército.

    – [Lexie]¿Quién ha organizado esto a espaldas del resto que le parto la cara?[/Lexie] – preguntó Lexie. Se hizo un silencio incómodo y los que habían estado reunidos al principio evitaron mirarme. Nadie quería darnos problemas, pero no quería una relación con Lexie basada en ocultarle cosas. Eso ya lo habíamos vivido durante mucho tiempo.

    – [Noah]Culpable.[/Noah] – dije levantando la mano. La miré y vi que estaba molesta, pero esperaba que no le durase mucho tiempo. – [Noah]Solo por desgranar las visiones, no quería que decidiéramos por…[/Noah] – seguí explicando.

    – [Ezra]…Todos.-[/Ezra] terminó Ezra.

    – [Idris]Vaya con Lisa…[/Idris] – escuché a Idris reírse. Cuando le miré, me guiñó un ojo, al menos él no se lo había tomado mal.

    – [Noah]Me equivoqué. Lo siento mucho.[/Noah] – dije con sinceridad.

    – [Jane]Esto no es práctico. Lo digo y lo vuelvo a repetir[/Jane].- se quejó Jane.

    – [Mike]Solo hay que organizarse bien.[/Mike] – intervino Mike. Más voces se sumaron en un susurro que terminó siendo ensordecedor. Éramos muchos y ninguno escuchaba a nadie en concreto.

    – [Kaylee]¡SILENCIOOOOOOOO![/Kaylee]- la voz amplificada de Kaylee reverberó en la sala.- [Kaylee]El que quiera hablar que levante la mano o Lexie le espera a la salida con una navaja[/Kaylee] – puntualizó. Jane alzó las cejas como si quisiera decir que eso ya lo había visto venir.

    – [Dante]Esto va a durar toda la vida.[/Dante] – escuché quejarse a Dante, apoyado en una parte más alejada.

    – [Jane]Es que la idea de Noah era la buena[/Jane].- se sumó Jane.

    – [Lexie]La idea de Noah era mejor porque a ti no te había excluido, petarda[/Lexie].- replicó Lexie. Me llevé una mano a la cara, todo aquello era culpa mía y estábamos perdiendo el tiempo, además de echando tierra sobre el propio grupo.

    – [Jane]No voy a perder el tiempo discutiendo contigo[/Jane].- respondió Jane cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco.

    – [Lexie]¿Te crees mejor que yo?[/Lexie] – le espetó Lexie.

    Vi que Elle perdía pie y terminaba colocada en el centro. Kay tenía la mano estirada tras ella, después de haberla empujado. – [Elle]Es…estamos…aquí…reunidos…[/Elle]- empezó a decir con voz amplificada, mirando fijamente el suelo. Se notaba que lo estaba pasando mal, pero ninguno podía cumplir ese papel como ella.

    – [Lexie]Para unir en santo matrimonio, no te jode[/Lexie].- respondió Lexie. Kaylee le hizo una peineta y cuando fue a replicar, no se la escuchaba. Acababa de bajarle el volumen. Mientras todo el mundo se fijaba en Elle, me acerqué hacia Lexie para ayudarla a tranquilizarse. Parecía que le iba a dar algo y aunque no podía escucharla, por su boca debían estar pasando más palabrotas de las que yo conocería jamás.

    – [Elle]No puedo hacerlo[/Elle].- escuché decir a Elle. Parecía triste y se la notaba muerta de miedo. En ese momento miré a Lexie y vi que la miraba fijamente, más tranquila. Lexie era una buena persona y estaba sintiendo la presión que tenía Elle encima.

    – [Noah]Todo el mundo necesita confiar en alguien, seguir a alguien a quien valore, a quien aprecie.[/Noah] – la animé.

    – [Ezra]Solo son palabras y nos conoces a todos, decidas lo que decidas te seguiremos. Mi apoyo ya lo tienes.-[/Ezra] añadió Ezra, sorprendiéndome, porque no había hablado mucho hasta el momento, aunque supongo que con Elle sí. Ella era capaz de llegar a todo el mundo.

    – [Idris]Cuenta con mi falo, digo con mi hacha.[/Idris] – bromeó Idris. Me fijé en que Elle le miraba, algo había debido pasar entre ellos y no me había dado cuenta hasta el momento. Siempre estaban tan unidos que eran los últimos a los que me imaginaba peleados.

    – [Jane]Si lo intentas, puedes ser todavía más ordinario[/Jane].- le reprendió Jane delante de todos.

    – [Idris]¿Nabo? ¿Máquina del amor? ¿Drisín?[/Idris] – Idris se lo tomó como un reto y parecía a punto de darle un ataque de risa.

    – [Jane]Kaylee, ponle el mute también a este[/Jane].- escuché que le pedía a Kaylee. Lexie frunció el ceño, molesta.

    – [Dante]Dejad hablar a Elle, coño.[/Dante] – intervino Dante.

    Elle tomó aire y cerró los ojos. Kaylee se colocó a su lado y le dio la mano. Jane entrecerró los ojos y se colocó al otro lado, dándosela también, como si quisiera dejar claro que la mejor amiga era ella. Elle las miró y sonrió. Quise creer que empezaba a ser consciente de que contaba con el apoyo de todos.

    – [Elle]Amy ha tenido una visión: se acerca la siguiente fase de las pruebas[/Elle]. – por fin empezaba el tema en cuestión.

    Amy se acercó y escuché con atención. Le di la mano a Lexie y noté lo suave que la tenía. – [Amy]Los mundos son los siguientes: Egipto, Japón feudal, Revolución Industrial, Vikingos y USA de los 50 a los 90[/Amy].- enumeró con voz monocorde, distanciada emocionalmente. Las visiones le pasaban factura y parecía que estaba de ellas hasta las narices, por no decir algo más ordinario.

    – [Jane]Podemos preparar una hoja de celdas[/Jane].- propuso Jane. No era mala idea, necesitábamos algo para mantener las cosas anotadas y organizadas.

    – [Henry]Tenemos algo más avanzado que las hojas de celdas.-[/Henry] intervino Henry. Caminó hasta el ordenador de la biblioteca, en el que había estado trabajando para recuperar los libros digitales que contenía, y después de un rato se formó una imagen en mitad de la sala. Allí estaban los rostros de cada uno de nosotros. Elle alargó la mano y tocó su imagen, arrastrándola en el aire.

    Jane se cruzó de brazos, molesta porque no usaran su idea.

    – [Noah]Por lo que sabemos del mundo de los vikingos, es donde estaba Onoskelis y el aesir Alastair el Azul.[/Noah] – empecé a explicar, colocándome cerca del holograma. – [Noah]Los Moondies vieron a Elliot en ese mundo.[/Noah] – recordé. Bill lo había visto allí, pero con el tiempo aquella visión se había perdido en las notas de mi padrino.

    – [Jane]¿Onoskelis es la cadena malvada? Mi hermano pequeño no puede ir[/Jane].- intervino Jane.

    – [Noah]En teoría, ya ha ido.[/Noah] – respondí. Yo tampoco estaba muy a favor de ponerles en peligro, pero ya lo habían estado antes y si la historia se había contado así, no podíamos cambiarla. – [Noah]No podemos cambiar las cosas.[/Noah] – añadí. Además, Onoskelis había sido un demonio puro pero a Alastair y a Bill les había ayudado. De hecho ahora llevaba una vida adolescente perpetua bastante asentada.

    – [Jane]No debería ir[/Jane].- Jane se mantenía en sus trece. Era un problema, pero también era admirable como protegía a sus hermanos. Esos eran el resumen de sus motivos para no ser la líder pese a que por naturaleza lo pareciera. Era demasiado protectora y también muy práctica.

    – [Owen]Te voy a ahorrar trabajo y voy a ir con él. ¿Te parece bien? -[/Owen] sugirió Owen dando un paso adelante. Jane parecía más conforme.

    – [Ruby]Yo les protegeré[/Ruby].- apuntó Ruby, con orgullo. Era toda una heroína, Jane podía estar segura de que le protegería en todo caso.- [Ruby]¿Dónde pensabais ir los dos solos?[/Ruby] – preguntó, sonriendo con seguridad.

    – [Elle]Owen, Ruby, Elliot.[/Elle] – Elle empezó a mover las caras de cada uno a los grupos y miró a Jane mientras lo hacía. Asintió con pesar, sabiendo que no quedaba más remedio. – [Elle] Xander y Dante van al mundo vikingo también[/Elle].- decidió. Era una buena idea, los aesir en el mundo poblado por seidr.

    Xander asintió, conforme y Dante no objetó nada.

    – [Noah]Vale. Egipto. La Daë creo que era Na’amah, la diosa demonio.[/Noah] – la Guardiana a la que se había enfrentado mi padrino. No iba a ser un mundo fácil porque de ella se decía que había sido destronada por una diosa mayor.

    – [Idris]Venga, vamos a lo obvio. Tiene que ir gente tostadita.[/Idris] – bromeó Idris. Lo cierto es que no le faltaba razón, pese a que fuese extraño tener que pensar así. – [Idris]Pero a mí el calor no me viene muy bien, salvo el humano.[/Idris] – añadió, esperando quitarse del medio. Lo cierto es que para el poder de Idris, no era muy buen mundo. Aunque el hielo les habría venido bien, usarlo allí le habría producido mucho desgaste.

    Elle se paró a pensar.- [Elle]Niall…Nate…[/Elle]- Henry se ocupó de ayudarla a mover las imágenes de cada uno.

    – [Kaylee]Sophie, Mike y Zahra[/Kaylee].- resolvió finalmente. Ninguno se conocía en exceso, pero las habilidades de teriántropo de Mike y Niall podrían venirles bien. Zahra era una superviviente en un entorno hostil y la magia y los poderes de Sophie rematarían el equipo. Elle no quería tomar el mando, pero una vez lo había hecho, estaba tomando unas decisiones ideales.

    – [Noah]Japón feudal. La daë de escorpio era de allí, una hechicera llamada Qiu Lanying.[/Noah] – añadí.  La madre de Sophie, Aphrodite, se había enfrentado a ella y era una oponente a tener en cuenta. De ella se sabía poco.

    – [Elle]¡Cole![/Elle]- llamó con alegría. Él asintió y sonrió haciendo una reverencia.

    Lexie se acercó sigilosamente y puso una mano en el hombro de Kaylee, que la miró sorprendida antes de deshacer el hechizo.

    – [Lexie]¡TE VOY A ARRANCAR LOS PELOS DE CUAJO![/Lexie]- espetó, enfadada.

    – [Kaylee]¿Quieres quedarte muda otra vez?[/Kaylee] – Lexie la fulminó con la mirada, pero no dijo nada. Las dos habían aprendido a respetarse después de sus problemas en el pasado.

    Entonces, sin decir nada, delante de todos, Lexie abandonó su aspecto original y se presentó ante nosotros como una muchacha de rasgos asiáticos a la que aún no conocía. Lexie tenía tantos aspectos gracias a su genética de tanuki que dudaba sobre si algún día los conocería todos. Había visto casi una docena de ellas y, aunque no me atrevía a decírselo personalmente, no podía evitar encontrarlas a todas atractivas, especialmente sabiendo que era ella misma.

    – [Elle]Pues Lexie también[/Elle].- indicó Elle, dedicándole una sonrisa a la que Lexie correspondió, volviendo a su aspecto original.

    – [Noah]El idioma puede ser un problema.[/Noah] – comenté. Lexie tenía ascendencia asiática, pero su padre nunca había estado presente y se había criado sin saber nada de sus «raíces». Sí, el audífono que ahora llevaba con bastante más alegría, tenía funciones de traducción, pero eso no le permitiría hablarlo con fluidez.

    – [Elle]Bowie puede ir[/Elle].- propuso.- [Elle]Y tú si quieres[/Elle] – añadió. Elle sabía lo que se hacía. No quería elegir sitio, pero se había dado cuenta de que quería ir con Lexie. Le sonreí y asentí.

    – [Laura]Me gustaría ir a Japón[/Laura].- propuso Laura de pronto.- [Laura]Y alejarme de la gente que conozco[/Laura]. – Henry mantuvo la mirada fija en las imágenes mientras lo decía. Entre ellos había pasado algo complicado.

    Elle asintió y con eso se terminó el grupo de Japón. Ése, el de Egipto y el de los Vikingos iban a resultar difíciles. En Japón teníamos a una persona que lo entendería y otra que lo hablaría, pero solo una que encajaría bien físicamente. En Egipto más o menos podrían encajar todos, pero ninguno entendería nada. Y en la era de los Vikingos, los aesir pasarían desapercibidos, aunque Ruby llamaría la atención, pero tampoco ninguno sabía hablar el idioma.

    – [Noah]Tenemos un problema con el idioma en Egipto y la era Vikinga también.[/Noah] – expliqué. Nos quedamos todos en silencio unos minutos, pensándolo. Eran mundos peligrosos para Vera que no tenía poderes.

    Finalmente Henry, más en silencio de lo habitual, se acercó a Elle y le tendió unos aparatos similares a los audífonos de Lexie. – [Henry]Esto traducirá, como el de Lexie pero sin mejoras de audición.[/Henry] – explicó brevemente. Elle entregó uno a cada equipo, guardando el tercero para el mundo al que no fuera Vera, por si acaso. Más tarde Henry me explicaría que no había podido conseguir más con los materiales que teníamos allí. Aquello ya era todo un milagro y se lo debíamos a él, pero viendo que le pasaba algo con Laura, no quise decirle nada allí para que las miradas no se centraran en él.

    – [Noah]La…eh. El mundo que parece la segunda guerra mundial por lo que ha visto Amy. No estoy seguro de quién será Daë.[/Noah] – confesé. Era un mundo complejo. Por el aspecto, habría dicho que Julia, pero también podría haber sido el mundo de Géminis, el del demonio al que se enfrentó mi padre…cualquiera de los que quedaban salvo el de Ofiuco quizá.

    – [Chloe]APUNTA A MI HERMANO EN ESE MUNDO Y NO PREGUNTÉIS, PRETTY PLEASE[/Chloe].- gritó Chloe a toda velocidad. Vi que tenía los ojos muy abiertos.

    – [Julia]Yo voy donde vaya mi culito prieto favorito[/Julia].- se unió Julia. Ezra evitó mirarla, sonrojado. Chloe fijó la mirada en ella alzando una ceja.

    – [Elle]Henry, ¿te ves en ese mundo?[/Elle]- preguntó Elle, después de que este moviese a los demás.

    – [Henry]Sí… puede estar bien.-[/Henry] era el hombre de la tecnología, si alguien podía encajar, era él.

    – [Lekwaa]Yo puedo ser el cuarto. Si queréis.[/Lekwaa] – se ofreció Lekwaa. Era un hombre muy enigmático, hasta el momento no había tenido oportunidad de hablar con él, pero lo intentaría en el futuro.

    – [Julia]Pues parece que voy a tener trabajo[/Julia].- replicó Julia, chasqueando la lengua. También tenía ganas de hablar con ella. A fin de cuentas, venía de nuestro futuro y esta nave había sido una vez su hogar.

    Ya solo quedaban dos mundos. – [Noah]USA. Desde los 50 a los 90 parece ser. Amy vio una zona residencial pero también vio detalles culturales mezclados por…ciudades.[/Noah] – era un mundo complejo, una época con muchos cambios y todos metidos en un espacio tan pequeño. Parecía una olla exprés a punto de reventar.

    – [Elle]Jane, Chloe y yo[/Elle].- propuso Elle. Chloe dio un salto, seguramente alguna de esas épocas habría vuelto a estar de moda en el futuro.- [Elle]Con Idris[/Elle] – añadió.

    – [Idris]Yuju.[/Idris] – sonrió, a punto de hacer un chiste.

    – [Owen]Bien rectificado a tiempo.-[/Owen] dijo Owen. Me quedé pensativo un momento mientras movían las imágenes. Entonces entendí el chiste y por qué no lo dijo.

    – [Noah]Eso nos dejaría con la revolución industrial. Tampoco tengo claro al Daë. [/Noah] – me encogí de hombros, sintiendo no ser de más utilidad. Lexie me agarró del brazo y sentí una reconfortante sensación golpearme, poniendo patas arriba mi estómago.

    – [Kaylee]Leo y yo[/Kaylee].- sugirió Kaylee. Él no dijo nada, seguía en silencio como casi todo el tiempo. Me pareció buena idea, mi hermano y Kaylee necesitaban urgentemente solucionar lo que les pasaba. – [Kaylee]Y mis hermanas por si nos venimos arriba[/Kaylee]. – añadió. Traté de quitarme la imagen de la cabeza.

    – [Idris]Voy a ir imprimiendo preservativos.[/Idris] – dijo Idris. Estuve a punto de gritar, pero intenté no pecar de «mojigato». A fin de cuentas mi casa siempre había sido muy libre.

    – [Noah]Hablando de imprimir. Henry y yo hemos preparado una cosa.[/Noah] – comenté, esperando cambiar de tema mientras terminaban de colocar toda la información en el panel visual.

    El día anterior habíamos arrastrado a todos ellos, algunos con menos ganas, otros con mucha resaca, hasta el escáner de la impresora de ropa para que sacase los trajes con las medidas exactas.

    Eché a correr y los recogí todos del armario del gimnasio donde los habíamos dejado, después de un día entero imprimiéndolos. Fui mirando los colores y haciendo memoria del color que había dicho cada uno. Para cuando se dieron cuenta, tenían los trajes en la mano.

    – [Noah]Son una especie de armaduras que os protegerán bastante y apenas se notan debajo de las ropas de época.[/Noah] – desde luego no eran como la Piel de Fafnir de mi tía Sarah, pero eran una buena marca blanca. Nos mantendrían protegidos e identificados. Además, un equipo tenía que tener un traje.

    Dejamos un rato para que algunos fueran a probarse los trajes mientras que otros simplemente los guardaron para más tarde. Yo me puse el mío en un parpadeo. Era flexible, pero muy resistente. Estaba esperando escuchar la voz de Idris diciendo «Es como si no llevara nada…llevara nada». Porque lo cierto es que….bueno, no se notaba.

    – [Jane]Como Elle no lo va a decir, lo digo yo: hace falta un/a líder en cada grupo[/Jane].- empezó a decir Jane. Hizo una seña a Henry que empezó a probar formas de marcar cuál era el de cada grupo. Al final optó por ponerle un borde dorado a la imagen.- [Jane]Por cuestiones de tiempo, los he elegido yo: en la usa 50-90 será Elle, en egipto Nate, en los vikingos Xander, en la revolución industrial Kaylee, el mundo en guerra para Ezra y japón para Lexie[/Jane].- explicó. Me tomé un momento para valorar las decisiones y me sorprendió que Jane hubiera sido tan correcta.- [Jane]Es orientativo y podéis hablarlo[/Jane]. – añadió.

    – [Xander]Si alguien no está de acuerdo, que levante la mano.[/Xander] – preguntó Xander.

    – [Jane]Eso, levantad la mano si no estáis de acuerdo con el trabajo[/Jane].- replicó frunciendo el ceño. Nadie lo hizo, no porque le tuvieran miedo, que también, si no porque estaba muy bien hilado. Había evitado ponerse a ella de líder en el suyo, había elegido al «mayor» en egipto, confiado en Xander en el que iban sus hermanos, nombrado a Ezra que tenía experiencia en la guerra, elegido a Kay en el suyo y a Lexie, que no aceptaría muy bien las órdenes del resto pero sabría mandar, en el de japón.

    – [Owen]Es como si no llevara nada, llevara nada, llevara nada…-[/Owen] escuché decir a Owen, ya con su traje puesto. Movió el culo como en el ya histórico ‘gif’ y Amy fingió tener arcadas. Eso sí, el azul le sentaba bien.

    Xander carraspeó para hacerse oír. – [Xander]Y necesitamos…nombres clave.[/Xander] – comentó. Hubo algunas risas, Xander y yo ya estábamos acostumbrados a los trajes y los nombres en clave, tanto por utilidad como por…bueno, placer culpable. – [Xander]El que controla todo esto habrá empezado a escuchar hablar de nosotros. No es seguro y más si tiene algo que ver con el Soberano.[/Xander] – no le faltaba razón, lo que menos necesitábamos era darles pistas sobre el futuro o llevarlos directamente a la Tierra. El futuro del Soberano era nuestro futuro, así que no podíamos cambiarlo si queríamos seguir aquí.

    – [Idris]Drizz porque Coquito Fresco es muy largo y Menta Fresca también.[/Idris] – comentó Idris. Llevaba años intentando que le llamaran ‘Drizz’ por el juego de palabras con su nombre y el del elfo oscuro, pero no había tenido éxito. Ahora se iba a asegurar.

    – [Leo]Aslan.[/Leo] – dijo mi hermano. Kaylee le miró fijamente.

    – [Kaylee]Freya[/Kaylee].- respondió con una sonrisa en los labios. Se miraron fijamente y Amy puso los ojos en blanco. Me estaba perdiendo algún chiste.

    – [Amy]A ver si folláis ya, porque me estáis dando angustia[/Amy].- se quejó. – [Amy]Luperca[/Amy]. – dijo con un gesto de la mano.

    – [Xander]Balder.[/Xander] – dijo Xander. Muy apropiado en el mundo en el que iba ahora.

    – [Dante]Ford.[/Dante] – dijo Dante, bastante discreto.

    – [Mike]Raphael.[/Mike] – dijo Mike. Me pregunté por quién había elegido ese nombre.

    – [Elliot]Edmond.[/Elliot] – el de Elliot si estaba más claro, le gustaba ‘El Conde de Montecristo’. Era como Jane Eyre para su madre.

    – [Lekwaa]Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo él.

    – [Lexie]Este no lo ha pillado[/Lexie].- se burló Lexie.

    – [Lekwaa]Ya tenía uno y estoy acostumbrado a él.[/Lekwaa] – reafirmó. Estaba claro que ‘Lekwaa’ era un alias ya de por sí. A mí se me había presentado como ‘Hotah’.

    – [Jane]Yuna[/Jane].- replicó Jane con orgullo. Pillé a Xander mirándola entusiasmado, pero disimuló antes de que nadie más lo viera.

    – [Lexie]Chanel[/Lexie].- respondió Lexie.

    – [Elle]Luperca es muy largo, Cactus. Piensa otra cosa[/Elle].- le sugirió Elle, sonriendo tímidamente.

    – [Amy]Tengo uno: Luperca[/Amy].- dijo ella, cruzándose de brazos. Elle debía estar intentando que se pusieran los apodos de cuando eran pequeñas, pero Amy no se estaba dando cuenta.

    – [Elle]Es muy largo[/Elle].- suspiró.

    – [Amy]L…Luperca[/Amy].- añadió. – [Amy]Loba[/Amy].- dijo finalmente.- [Amy]Y no lo cambio más[/Amy]. – sentenció. Elle dejó de intentarlo, poniéndose a pensar uno para sí misma, algo decepcionada.

    – [Noah]Drake.[/Noah] – dije, por el dragón.

    – [Ezra]Rainer.-[/Ezra] eligió Ezra.

    – [Cole]Kosa.[/Cole] – se sumó Cole.

    – [Ruby]Jade[/Ruby].- dijo Ruby. Es curioso, pensaba que Ruby ya era un apodo, pero al parecer no.

    – [Niall]Amadeus. Mejor, Gaga. No espera, Rupaul.-[/Niall] Niall cambió varias veces de apodo, pero todos le pegaban. Dejé salir una sonrisa.

    – [Nate]Belair[/Nate] – dijo Nate, el mayor fan del ‘Príncipe’ que existía en el mundo.

    – [Bowie]Bowie[/Bowie].- propuso ella. Nadie la contradijo, mientras no la llamaran Rainbow Echolls, su existencia era bastante desconocida e inesperada.

    – [Sophie]Afrodita[/Sophie].- eligió Sophie. Sonreí, me gustó que eligiera algo en honor a su madre.

    – [Julia]Dildo[/Julia].- escuché decir. Al principio pensé que era Idris pero la voz no encajaba y él ya había elegido.

    – [Jane]No pienso dejar que te pongas ese nombre[/Jane]. – replicó Jane, mirando a Julia.

    – [Julia]Vibrador[/Julia].- dijo. Jane volvió a negar.

    – [Julia]Conso…lador[/Julia].- siguió.

    – [Jane]Julia dice que se va a llamar Tifa[/Jane].- decidió Jane.

    – [Julia]No he dicho eso[/Julia]. – se quejó.

    – [Idris]Eso es por las tetas, que se te ve el plumero Jane.[/Idris] – intervino Idris, riéndose a carcajada limpia.

    – [Jane]Claro que sí, Tifa. Apunta, Henry[/Jane].- dijo. Vi cómo le guiñaba un ojo a Idris.

    – [Elle]Estabas entre eso y Lara[/Elle].- bromeó Elle.

    – [Julia]Mierda, me podía haber puesto TIJERA[/Julia].- pensó en voz alta, haciéndoles un símbolo bastante gráfico con las manos a Jane y Elle, que la ignoraron.

    – [Henry]Tesla.-[/Henry] dijo Henry.

    – [Chloe]Yo quería ser Chanel[/Chloe].- se quejó Chloe, molesta. Seguramente se habría quejado más si no hubiera idolatrado a Lexie.

    – [Owen]Yo también.-[/Owen] se unió Owen.

    – [Vera]Sansa[/Vera].- intervino Vera, después de pensarlo.

    – [Lexie]Puedes ser Prada[/Lexie].- le recomendó Lexie. Chloe asintió, encantada. – [Lexie]Y tú Lobo[/Lexie]. – dijo mirando a Owen.

    – [Amy]No puede ser Lobo porque no es un lobo. Yo no hago las reglas[/Amy].- se apresuró a decir Amy. Todo el mundo sabía ya lo que pasaba entre ellos y las terribles implicaciones de aquella visión.

    – [Jane]Leo tampoco es un león[/Jane].- respondió Jane. Leo las observaba fijamente con unos ojos que siempre habían parecido bastante felinos.

    – [Amy]Se llama Leo. De Leo a león…[/Amy]- se defendió Amy. Era una suerte que volvieran a llevarse medio bien. Si no, mi hermano habría acabado muy solo.

    – [Owen]Morningstar.-[/Owen] dijo Owen.

    – [Jane]Te pega como a un santo un par de pistolas, hijo mío[/Jane].- le soltó su hermana.

    – [Owen]¿Prefieres Lucifer?-[/Owen] preguntó él.

    – [Xander]Cambiadme el mío por Lugh, acabo de recordar que había un Balder en la Iniciativa.[/Xander] – comentó Xander, incómodo por molestarles. Henry iba cambiando los apodos como podía. Jane y Owen estaban absortos debatiendo el apodo de éste y no preguntaron quién era Balder, que era una especie de «tiastro».

    – [Jane]Snake[/Jane].- propuso Jane.- [Jane]Pero me gustaba Lobo[/Jane].- admitió.

    – [Owen]Solid.-[/Owen] dijo Owen.

    – [Julia]Mira que me lo ponéis fácil…[/Julia]- dijo Julia mordiéndose el labio.

    – [Idris]Así estabas en el armario.[/Idris] – bromeó.

    – [Owen]A callar Liquid.-[/Owen] le replicó. Al final se quedó como Solid.

    – [Elle]Yo seré Coco[/Elle].- dijo ella.

    – [Jane]¿Como la del Crash?[/Jane]- preguntó Jane sonriendo. Idris la miraba esperanzado.

    Elle se encogió de hombros. – [Elle]Estos labios están sellados[/Elle]. – dijo sonriendo.

    – [Julia]¿Y los de abajo cielo, cómo están?[/Julia] – preguntó Julia.

    – [Elle]A ti te lo voy a decir, chata.[/Elle]- respondió echándose a reír.

    Zahra se acercó a Elle y le susurró algo al oído, seguramente su apodo. Al cabo de un rato, en la pantalla apareció «Zahir».

    Cuando por fin conseguimos organizarlo todo, Elle decidió descansar y se retiró a un lado a hablar con Jane y Kaylee. Volvieron a formarse varias conversaciones a la vez en un murmullo que esta vez sonaba menos ensordecedor. En lugar de ruido, empezábamos a parecer las notas de una sinfonía.

  • UNA EXTRAÑA BANDA

    HOTAH TEIKWEIDÍ ‘LEKWAA’

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – NOCHE

    Poco podía imaginar que mi vida daría un giro tan abismal en unos años. Tenía todo lo que quería, un buen trabajo que disfrutaba, un día a día sin ataduras y a mi familia no demasiado cerca para criticar mi modo de vivir.

    Después todo eso se había ido por la borda cuando comenzó «La Putrefacción«. Las noticias empezaron a estar ocupadas por aún más catástrofes y llegó todo a un punto tan extremo que en cualquier canal podías consultar el número de personas que quedaban vivas en el mundo. Ese camino me llevó de nuevo hasta mi familia, solo para encontrar que iba a convertirme en el avatar de mi pueblo, cuyas costumbres siempre había rechazado.

    Apenas pude utilizar aquellos nuevos dones en mi mundo, porque me vi arrastrado a este sistema planetario remoto, en un tiempo que desconocía. Cómo podía llevar todo aquello a salvar mi mundo lo desconocía, pero estaba claro que en aquél mundo anclado en el lejano Oeste no iba a ser. Me apenó alejarme de la protección que me ofrecía la tribu, sin embargo, no tenía más opciones. Esos nuevos y extraños visitantes de otro tiempo tenían que ser parte de mi destino.

    Los Daë, como ellos los llamaban, aparecieron. Uno de ellos era un elfo que parecía sacado de una de esas películas de fantasía que siempre eran un éxito rotundo y que nunca solía ver. La otra era una chica joven y menuda, parecía frágil, pero mi visión mostraba un aura capaz de mover montañas. Ugg’Krah se unió a su grupo, tal y como habían predicho, así que yo seguí a aquellos dos muchachos que ni siquiera debían ser mayores de edad hasta esta…nave espacial, donde se reencontraron con todos los demás, incluidos Owen y Jane.

    Traté de ayudar con los trabajos de reparación para convertir aquella nave en un hogar improvisado, pero poco podía hacer más allá de limpiar lo que podía. No conocía a nadie de allí, salvo los Williams y Vera, con los que había intercambiado unas pocas palabras. Me encontraba perdido, sin un propósito claro, esperando continuamente una señal, algo que hacer. Mi nuevo nombre significaba «espíritu guerrero», pero sin una guerra, no entendía mi propósito.

    Una parte de mí, la que había quedado enterrada por Lekwaa, quiso unirse cuando empezaron aquél desenfadado e improvisado juego. Para Hotah habría sido divertido, habría reído, bromeado y habría intimado con gente guapa, pero para Lekwaa no había tiempo para ese tipo de cosas, no cuando había tanto en juego.

    Así que me senté allí cerca, aprovechando al menos para saber algo más de las personas con las que ahora convivía, personas con las que lucharía codo con codo. Pese al poder que ostentaban la mayoría de ellos, se notaba que aún eran jóvenes y tenían mucho que vivir. Había tensiones entre ellos, personalidades muy polarizadas, romances, tensiones sexuales, miedos e inseguridades.

    Al principio luché contra las voces en mi mente que me decían que aquello era perder el tiempo. Poco a poco se fueron convenciendo de que ese juego tenía un propósito, una estrategia. Un grupo desunido no tiene oportunidades y aquello estaba empezando a unirles. Incluso para voces tan arcaicas como las que convivían en mí, el cambio en el aura de la sala era más que evidente.

    Al cabo de un rato, cuando Kaylee entró buscando a su hermana mayor, Amy, por un asunto que parecía serio, el juego se paró y el ambiente se convirtió en varios grupos de conversación y de baile al son de un aparato rectangular de Lexie que parecía un teléfono, pero también reproducía música.

    Conseguí reunir convicción para acercarme a los demás, argumentando que eso me haría conocerles más a fondo y quizá, poder asegurarme de que todos eran personas de confianza. Hasta el momento había usado mi poder en algunos de ellos y, aunque los había más blancos que otros, hasta ahora había ido bien.

    Cuando caminaba hacia los demás, un chico que estaba bailando en la pista con total efusividad dio un paso atrás inesperado y me choqué con él. – [Lekwaa]Perdona.[/Lekwaa] – mi mente aún no era capaz de concebir aquella escena tan propia de una noche de fiesta en una discoteca en lugar de en una nave espacial estrellada, en un planeta lejano, esperando para salvar el mundo. El chico se giró y me miró. Su piel oscura estaba adornada por unas marcas iridiscentes que a juzgar por cómo brillaban los labios de Lexie y media cara de Xander, debían ser del pintalabios de la primera. Traté de acordarme del nombre, pero eran tantos que solo conocía el de los que más hablaban o a los que más nombraban.

    – [Niall]Si querías hablar conmigo no hacia falta que hicieras como que chocabas.-[/Niall] respondió. Tenía una bonita sonrisa y un aire desenfadado que habría sido la garantía de atraer mi atención. Además, el chico era guapo, pero con ese mero pensamiento sentí algo removerse en mi cabeza.

    Esbocé una sonrisa tímida, mientras luchaba en mi interior. – [Lekwaa]Soy Lekwaa, creo que no nos conocemos.[/Lekwaa] – ése era parte del problema, Lekwaa. No se encontraba cómodo allí, Hotah, sí.

    – [Niall]Niall.-[/Niall] se presentó, colocando la mejilla para darnos dos besos. – [Niall]Nos faltan tres más y podemos hacer una banda de rock ochentera.[/Niall] – reconozco que tardé un poco en pillar la indirecta y mi cara debió estar seria en los segundos en los que pensé que se refería a que era de ascendencia nativa y todo en mí se removió de una forma no muy positiva. Pero comprendí que no, era más sencillo que todo eso, se refería a que era gay, como él, lo daba por hecho. En parte no le faltaba razón. Había tenido relaciones con mujeres y seguían atrayéndome, pero mayoritariamente las había tenido con hombres.

    – [Lekwaa]Eres…[/Lekwaa] – me di cuenta de que preguntarle por su orientación sexual no era la mejor forma de presentarnos, y además acababa de decírmelo. – [Lekwaa]…hermano de aquellos dos, ¿no?[/Lekwaa] – señalé hacia dos chicos de pelo claro que estaban hablando juntos con una chica joven que hacía unos minutos estaba encaramada encima del más robusto de los dos, devorándose mutuamente.

    – [Niall]¿Esos dos que estan cuchicheando como entrarle a la rubia y a la del pelo plateado? Sí.-[/Niall] sonrió. Había observado durante toda mi estancia en la nave a aquellas personas y trataba de mantenerme al día en sus parentescos, que eran bastantes.

    – [Lekwaa]Eres el guapo de la familia entonces.[/Lekwaa] – conseguí decir. Mi cara se ensombreció al instante pero traté de luchar con ello.

    – [Niall]¿Me estás tirando los trastos? Mi gaydar debe de estar fallando… o tal vez estoy demasiado centrando en conseguir lo inalcanzable. -[/Niall] dijo, probablemente pensando en voz alta porque no estaba seguro de a quién se refería. Pensé durante un momento y entonces me di cuenta del chico que faltaba, el que se había levantado del juego y que parecía gustarle a todo el mundo. La verdad es que era para mirarle dos veces.

    – [Lekwaa]Hace unos años ya lo habría conseguido hace rato.[/Lekwaa] – comenté, dedicándole otra sonrisa.

    – [Niall]Te lo tienes bien creído ¿eh? -[/Niall] replicó, sin ocultar una risa.

    No conseguí contener la risa. Esa respuesta no me la esperaba y me había venido bien. – [Lekwaa]Solo recordaba viejos tiempos.[/Lekwaa] – que parecía que eran muy viejos. – [Lekwaa]Cuando me presentaba como Hotah.[/Lekwaa] – o más bien, como Hunter, pero no me apetecía entrar en tanto detalle. Mi trabajo, las fiestas, los ligues de una noche en mi ático. De todo eso ya no había nada.

    – [Niall]Pero que viejos tiempos si tienes mi edad.-[/Niall] rió él.

    – [Lekwaa]Algún día te contaré a qué me refiero.[/Lekwaa] – respondí. Antes de hacerlo tenía que lidiar conmigo mismo.

    – [Niall]Seguramente también vengas del futuro. Parece ser un tema recurrente en esta gente.-[/Niall] movió la mano y vi a la muchacha rubia de antes hablando ahora con el chico de pelo rubio tostado y aire melancólico. Tenía entendido que eran hermanos, pero no se conocían porque ella venía del futuro y él y de otro futuro alternativo. Me paré un segundo a pensar si de verdad estaba viviendo todo eso, o si era incluso verdad lo que contaban. Pero a mí me habían creído, así que no era quien para dudar de nadie.

    – [Lekwaa]Casi. Mundo alternativo. Creo que unos años más atrasado que el vuestro, pero igual fue porque todo se echó a perder.[/Lekwaa] – respondí. Dejando a un lado que no sabía qué tecnología habían conseguido en esa nave y qué no, por las cosas que hablaban a veces, me había hecho a la idea de que eran unos cuantos años más avanzados. – [Lekwaa]Antes me resultaba más fácil hablar con la gente.[/Lekwaa] – aseguré. Antes de ser Lekwaa.

    – [Niall]Claro, los nativos no es que te dieran mucha conversación.-[/Niall] trató de bromear.

    – [Lekwaa]Por desgracia tengo demasiada conversación en mi cabeza.[/Lekwaa] – me di cuenta al instante de que parecía un esquizofrénico. Quizá, al menos sería una respuesta más racional que lo que habitaba en mí.

    – [Niall]Yo a veces también pienso demasiado.-[/Niall] continuó él, mirándome a los ojos.

    Volvió a conseguir que riera. Me ayudaba bastante que se lo tomase así, sin darle importancia. – [Lekwaa]Tengo que dejarte. Pero nos veremos por aquí. Esto no es tan grande.[/Lekwaa] – no me apetecía irme, pero tenía que meditar y pensar acerca de mí, acerca de Lekwaa, acerca de Hotah.

    – [Niall]Ten cuidado por donde andas, no te vayas a chocar con nadie más.-[/Niall] respondió, mirándome de una forma bastante sugerente.

    Pensé dar la vuelta y besarle sin detenerme, pero no quería que las complicaciones empezasen después. Primero tenía que ordenar mi mente. – [Lekwaa]No lo tengo pensado.[/Lekwaa] – dije simplemente.

    Eché a andar sin rumbo fijo y pensé en seguir aprovechando la noche para hablar y observar a los demás. Empezaba a sentirme menos como un espectador y más como parte de aquella extraña banda.

  • NO ME GRUÑAS QUE NO TE ENTIENDO

    OWEN WILLIAMS

    ESFERA KOURAS

    Íbamos con prisa y apenas había podido disfrutar de mi estancia en el viejo oeste más allá de ser capturado y dejado en una tienda que parecía una sauna. No me había dado tiempo de probar esa pipa que iban pasándose unos a otros en un reducido corrillo, aunque por las risillas más que tabaco me daba a mí que era otra cosa.

    Gracias a Lekwaa, ya podría la gente ponerse nombre más normales, habíamos conseguido algo de ropa para no llamar tanto la atención en este mundo, cosa que ya habíamos hecho. A Vera el rollito india le quedaba bien, pero yo con el chaleco marrón con el pecho al descubierto parecía más un stripper que otra cosa.

    En la caminata por la montaña para dar con el Daë de nombre impronunciable empecé a pensar en lo que haría cuando saliera de allí. Una buena hamburguesa, una ducha para apaciguar este calor y una charla con Amy, debía ser el calor porque me imagine a ambos en una ducha comiendo hamburguesas.

    Pero esto no iba a ser tan fácil como estaba pensando y en cuanto pensé en cómo le iría a los demás algo me vino a la mente.  – [Owen]He estado echando cuentas, y si los Daesdi nos han dividido en equipo de cuatros… me parece que esto no va a terminar aquí.[/Owen]

    – [Vera]Tienes razón.-[/Vera] Lo mismo era por Lekwaa, pero parecía más callada que antes, lo mismo le gustaba.

    – [Hotah]¿Cuántos sois?[/Hotah] – Pregunto Lekwaa mientras iba a la cabeza guiándonos el camino. Estas cuestas montañosas le tenían que proporcionar buenos glúteos a esta gente.

    [Owen]Pues veamos…-[/Owen] Estire los brazos y me dispuse a enumerar en voz alta. – [Owen]…esta mi crush, mi hermana, mi hermano, el que le hizo daño a mi crush, un primo del futuro de mi crush, una ex que es hermana de mi crush y Vera…-[/Owen] Me fije en que Vera tenía los ojos como platos pero no tenía tiempo de decirle nada que entonces perdía la cuenta y tenía que empezar de nuevo. –[Owen]…Speedy, la que tiene mucha pechonalidad, mi hermano de otra madre, su hermana ultra sexy salida de la nada, míster y miss simpatía…-[/Owen] Lapsus mental porque me ha venido a la mente Elle subiendo la montaña. –[Owen]…mi otro hermano de otra madre, el hermano de este que es ninja, el otro hermano de este que canta o algo así…-[/Owen] Por las caras de ambos me parece que estaba empezando a perderlos. –[Owen]…los tres de la isla que están de Erasmus, el único con carrera de todos y futuro… ah y Nate.[/Owen]

    – [Hotah]Sois…unos cuantos. ¿Y dices que hay…catorce mundos?[/Hotah] – Medite un segundo, porque tampoco soy muy de pensar las cosas, cuanto podía decirle. No es que lo conociéramos muy bien, podía ser uno de los malos. O peor, que se le fuera la olla cuando descubriera los demás mundos.

    – [Owen]Bueno, eso aquí. En realidad el espacio es infinito.-[/Owen] Me sentía un poco sabelotodo al decirle esto. Seguro que su mente estaba explotando por dentro.

    – [Hotah]Owen, que también vengo del futuro.[/Hotah] – Vale igual no estaba explotando tanto.

    – [Owen]Eso se te había pasado mencionarlo.-[/Owen] Me dirigí a los dos pero ambos pasaron de mi. Ya tienen que estas las cosas jodidas en el futuro como para acabar en mitad del oeste o en un presente un tanto precario. – [Owen]¿Qué pasa, estaban de descuento los viajes al pasado?[/Owen]

    – [Hotah]Llevo casi cuatro meses aquí.[/Hotah] – Comento encogiéndose de hombros. – [Hotah]Me guiaron hasta un portal mágico y me encontré en mitad del desierto.[/Hotah]

    – [Owen]Si están cansado de la vida en el desierto puedes venir con nosotros si quieres. No creo que los demás pongan pegas.-[/Owen] En su día nuestros padres acogieron a Nate y acabo siendo como un padre para todos. Seguro que ahora a algunos no les importaba tener un hijo más.

    – [Hotah]Creo que mi destino era encontraros. Por eso nos hemos cruzado.[/Hotah] – que mala leche tiene el destino para echarte por un portal mágico y dejarte a tu suerte con unos indios que te podrían haber arrancado la cabellera. – [Hotah]¿Cuál es vuestra misión exactamente?[/Hotah]

    – [Vera]Reclutar Daë.-[/Vera] Vera debía de estar en piloto automático, o tal vez tenía un cortocircuito en su poder que le impedía articular más de dos palabras.

    – [Hotah]¿Para qué? ¿Qué son?.-[/Hotah] Intente buscar algún símil con superhéroes, pero al venir del futuro lo mismo se enteraba de menos.

    – [Owen]Entre todos deben enfrentarse a un gran mal que podría consumir los 14 mundos del nexus.-[/Owen] Evite la parte en la que mueren salvándolos. No sabía cuánto podría aguantar guardándome esa información, lo mismo se me escaba a alguno de los Daë, pero siendo algo que está escrito dudo que cambiase nada.

    – [Vera]Y también el nuestro.-[/Vera] Siempre olvidaba que el nuestro también estaba en peligro, como si no fuera suficiente con la versión corrupta de mi hermana.

    – [Hotah]Supongo que después de perder mi hogar tiene sentido que os ayude a salvar el vuestro.[/Hotah] – Espera, eso quiere decir que el futuro del que viene es de uno de los planetas del nexus. No tuve tiempo de preguntarle porque se adentro en una cueva.

    Al cabo de unos minutos que resumiré en que me destroce el trasero en una roca enorme esperando, Lekwaa reapareció seguido por una figura enorme que le sacaba otro cuerpo.

    – [Hotah]Este es Ugg’Krah.[/Hotah] – Me limite a asentir, no pensaba ni intentar pronunciar su nombre no fuera a mosquearse. Parecía un gatito asustado, un gatito enorme oculto tras Lekwaa.

    – [Vera]Te necesitamos.-[/Vera] La siguiente conversación está traducida por Vera, pero en su momento todo eran gruñidos de tener la rabia y demás ruidos de cavernícola.- [Vera]Por favor.[/Vera]

    – [Uggkrah]No puedo marcharme, humanos malos vienen por piedras preciosas y atacan pueblo de Hotah.-[/Uggkrah] Puede que no le entendiera, pero ahora comprendía los gestos hacia la cueva y Lekwaa.

    – [Vera]El destino de quince mundos depende de ti.-[/Vera]

    – [Hotah]Hay un gran grupo dirigiéndose hacia aquí. Y…dos personas un poco más adelante.[/Hotah] – Mire hacia la dirección que se dirigía él. Solo veía una enorme nube de polvo.

    – [Owen]¿Si te ayudamos a vencer a esos hombres malos, vendrás con nosotros?.-[/Owen] Vera se dispuso a traducir lo que había dicho, pero por como me observaba diría que me había entendido.

    – [Uggkrah]Pueblo de Hotah libre. Ugg’Krah no tener a nadie. Ugg’Krah ir con vosotros si ayudar.-[/Uggkrah] Así que lo único que teníamos que hacer para que viniera con nosotros era zurrarle a un par de vaqueros.

    Jane y Elliot llegaron a la carrera hasta donde nos encontrábamos, tras casi echar el hígado recuperándose nos contaron que básicamente casi toda la ciudad había salido a dar caza al bueno de Ugg.

    Mi ayuda consistió en lanzar llamas por el terreno elevado impidiendo así el avance de los vaqueros. Por muy mezquinos que fueran no eran más que simples humanos. Lewkaa y Ugg por su parte no pensaban igual. El primero lanzaba una flecha detrás de otra acertando mortalmente en todas. El segundo se abalanzo por la ladera levantando una nube de polvo y tierra, lanzando por los aires a todo el que se encontraba por su camino.

    Unos cuantos vaqueros flanquearon la montaña y llegaron por detrás. A Jane no le pillo por sorpresa y le soltó tal puñetazo a uno que le volaron dos dientes. Tampoco es que tengan muy buena higiene bucal. Mi hermana se había estado entrenando desde pequeña con mi padre en boxeo, no quería que ningún gamberro le hiciera daño a su princesa.  – [Jane]Aún a riesgo de parecer un cliché: gracias, papi.[/Jane]

    Encendí un par de flechas que Lekwaa lanzo sobre los carruajes cargados de dinamita haciéndolos estallar por los aires. La cuesta estaba repleta de cuerpos inertes y de lamentos agonizantes.

    Aviamos conseguido reclutar a nuestro primer Daë, ahora solo faltaba lo más importante que nadie había pensando. ¿Cómo leches salimos de allí?. Una pena no tener en marcación rápida a los Daesdi en el móvil.

  • ESPÍRITU GUERRERO

    HOTAH ‘LEKWAA’ TEIKWEIDÍ

    ESFERA KOURAS

    Lo primero que pensé cuando Kohana entró a llamarme a mi tienda diciendo que habían llegado unos forasteros fue que querían que hiciese de traductor para algún intercambio de productos. Pero cuando dijo que teníamos que ir a ver a Ptaysanwee primero, supe que era más grave.

    Por el camino Kohana dijo que tenían a dos forasteros cautivos. Les habían divisado ya a las afueras de Dodge y eso no significaba nada bueno. La ciudad de Dodge era la más cercana a aquél territorio y de allí casi nunca venía nadie a comerciar. Aquella ciudad era una representación viva del clásico Viejo Oeste, un lugar de vicios, muerte y codicia, donde los forajidos campaban a sus anchas y las mujeres no eran más que un objeto.

    Cuando llegué frente a Ptaysanwee vi una modesta preocupación en su rostro. Era la líder de aquella tribu y uno de los motivos por los que había elegido quedarme en aquél poblado Sioux en lugar de otra de las tribus hermanas que ocupaban la zona. Mi madre era una líder Tlingit, una tribu de Alaska. Aquella mujer me recordaba a ella, transmitía la misma calma.

    Ptaysanwee me explicó que habían cogido a los forasteros cerca de la entrada de la tribu. No habían hablado todavía con ellos, pero una de los dos, una chica joven y pelirroja, hablaba su lengua. A los que les habían capturado les llamaron la atención sus ropas, que no se parecían a ningunas que habían visto antes, salvo las que yo mismo llevaba cuando me encontraron. También les llamó la atención que no oliesen como los vaqueros. Mientras que las tribus se bañaban y aseaban a diario, los vaqueros no, y eso junto a llevar prendas menos aptas para aquél clima, hacía que a veces se les percibiese desde lejos.

    Caminé en dirección a las tiendas en las que los tenían. Estaba acostumbrado a tratar con ese tipo de asuntos de vez en cuando. Por mis capacidades, me había convertido en una especie de chamán no solo para aquella tribu sioux, si no para las tribus aliadas de toda aquella zona, ya fuesen sioux, apache, cheyenne o cualquier otra.

    Lo hacía sin protestar. A fin de cuentas, ellos me habían salvado la vida y me habían dado un lugar al que llamar hogar después de haber perdido el mío.

    Kohana me señaló la tienda de la muchacha. Empezaría por ella y por su conocimiento de la lengua sioux. Entré y vi una figura menuda sentada en el suelo. Tenía las manos a la espalda y su cabello cobrizo caía libre por sus hombros. Al verme, alzó la mirada, podría decir que desafiante. Iba vestida con unos pantalones de esos con bolsillos laterales, una camiseta y lo que parecía un chubasquero atado a la cintura, sin duda una ropa poco apropiada para aquél clima.

    – [Lekwaa]Dicen que hablas nuestra lengua.[/Lekwaa] – pregunté en sioux. En el tiempo que llevaba entre ellos había aprendido el suficiente sioux como para expresarme como uno de ellos. Tenía que dar gracias a la insistencia de mi madre por aprender Tlingit, porque de lo contrario, me habría resultado casi imposible.

    – [Vera]Y tienen razón.[/Vera]- respondió en un perfecto sioux. Lo hablaba mejor que yo, sin el más mínimo acento. Me resultó extraño.

    – [Lekwaa]¿Y tu compañero?[/Lekwaa] – pregunté a continuación.

    – [Vera]No lo sé.[/Vera]- respondió ella, esta vez en un perfecto tlingit, que era en lo que acababa de hablarle.

    – [Lekwaa]¿Eres consciente de que ahora te estoy hablando en Tlingit?[/Lekwaa] – pregunté. Ella pareció no inmutarse.

    – [Vera]Sí.[/Vera]- aseguró. Era mucho asumir, pero por la forma en la que lo hacía, parecía que los idiomas no eran una barrera para ella.

    – [Lekwaa]Llevais ropa del futuro. ¿Qué hacéis en este mundo?[/Lekwaa] – dije, sentándome frente a ella. No me gustaba la sensación de estar de pie y ella allí, sentada sin posibilidad de levantarse.

    – [Vera]¿Cómo sabes que es ropa del futuro y no de otro continente?[/Vera] – replicó, inquisitiva. Le estaba dando la vuelta a la conversación, pero me dejé llevar.

    – [Lekwaa]Porque yo también llegué aquí desde el futuro.[/Lekwaa] – afirmé, sin dar demasiados detalles. No me parecía que decirle eso me pudiera perjudicar más de lo que ya lo hacía estar en el pasado.

    – [Vera]¿Eres un Daë?[/Vera] – continuó interrogando.

    – [Lekwaa]No entiendo esa palabra.[/Lekwaa] – respondí, hablando ya en inglés. No tenía sentido seguir hablando en otros idiomas cuando los dos hablábamos inglés y para mí era más cómodo. Era extraño hablarlo en voz alta, las únicas veces que lo había hecho desde que estaba allí era para hacer intercambios, por lo general se reservaba para mis pensamientos.

    – [Vera]Entonces no lo eres.[/Vera]- sentenció firmemente. Lo dejé estar, tenía otros asuntos que cumplir antes de preguntarle a qué se refería.

    – [Lekwaa]¿Eres de la Tierra?[/Lekwaa] – dije.

    – [Vera]Sí. De Moondale.[/Vera]- explicó ella. Si la historia hubiese sido diferente, no habría tenido que conocer ese nombre de una ciudad de un condado remoto de Estados Unidos, pero en mi historia, ese nombre era importante.

    – [Lekwaa]¿Moondale? Ahí se inicio «La Putrefacción».[/Lekwaa] – dije, tratando de no recordar demasiado. Desde allí habían saltado las primeras alertas, la cuarentena. El mundo civilizado se lo tomó como un evento climático. Yo acepté esa mentira sin dudar, mi madre y su tribu, no. Decían que era algo más, algo oscuro y antigüo como el mundo. Tenían razón.

    – [Vera]Me parece que vienes de una realidad alternativa.[/Vera] – afirmó ella. Os contaré una cosa, normalmente uno no espera que le digan eso, si no decirlo.

    – [Lekwaa]¿Realidades diferentes?[/Lekwaa] – pregunté. Me llevé una mano a la frente. Mi vida había sido perfectamente normal hasta hacía algo menos de un año. Desde entonces había visto espíritus, magia, seres sobrenaturales, viajes en el tiempo y ahora…realidades alternativas. – [Lekwaa]¿Tu mundo está…bien? ¿No sabes quien es «El Acechante»?[/Lekwaa] – pregunté tratando de centrarme. Tenía muchos nombres y ninguno. Mi pueblo lo llamaba así.

    – [Vera]En mi mundo están las cosas regular, pero las estamos arreglando.[/Vera] – respondió. Asentí.

    – [Lekwaa]Entiendo.[/Lekwaa] – respondí, pensativo. En realidad no lo entendía, ¿por qué mi realidad si mientras que en la suya ni siquiera habían oído hablar de él? ¿Quizá todavía no había pasado? – [Lekwaa]¿Qué hacéis en este mundo?[/Lekwaa] – le pregunté. Al principio lo había tomado por el pasado de mi Tierra, pero cuando las dos lunas se alzaron al caer la noche, supe que estaba aún más lejos de mi hogar de lo que pensaba.

    – [Vera]Tenemos algo que hacer.[/Vera]- dijo de forma escueta. Aquella muchacha era muy ágil de mente. No parecía dispuesta a contar mucho.

    – [Lekwaa]Puedo hablar con los demás para dejaros libres, pero necesito que me mires a los ojos un instante.[/Lekwaa] – le ofrecí. Aquella parte era complicada de explicar, especialmente porque no lo comprendía aún lo suficiente y porque no estaba dispuesto a que todo el mundo lo supiera.

    – [Vera]Eso es un poco extraño.[/Vera] – admitió, pero se encogió de hombros y fijó sus ojos en mí.

    Eran bonitos, pero pronto dejé de verlos porque ante mí estaba todo su vibrante ser espiritual. Sabía cómo lo veían otros, mis ojos centelleaban con un fulgor espectral, como una llama muerta, mientras que yo entraba a aquél mundo lleno de color. Al menos en algunos casos, cuando las intenciones de a quien estaba mirando eran las de una buena persona. – [Lekwaa]Está bien. Podemos ir con tu amigo.[/Lekwaa] – dije apartando la mirada.

    – [Vera]No es mi amigo.[/Vera]- puntualizó ella.- [Vera]Es el hermano de mi amigo.[/Vera] – añadió.

    – [Lekwaa]Sea como sea, necesito comprobar que él también tiene buenas intenciones.[/Lekwaa] – le expliqué. No era una habilidad que me hiciese sentir cómodo, pero tenía su utilidad. Si pasaban la prueba, no tendría problema en pedir a la tribu que los liberase.

    – [Vera]Lo único que puede pasar es que le gustes.[/Vera]- comentó, encogiéndose de hombros. Me imaginé que bromeaba.

    – [Lekwaa]Deja que te libere. Y vamos.[/Lekwaa] – me coloqué tras ella y saqué un cuchillo del cinto para cortar las cuerdas.

    – [Vera]Gracias.[/Vera]- dijo ella incorporándose y frotándose las muñecas.- [Vera]Me llamo Vera, ¿y tú?[/Vera] – preguntó.

    – [Lekwaa]Hotah…Hotah Teikweidí.[/Lekwaa] – respondí. Hacía no mucho tiempo habría respondido simplemente Hunter Travis. – [Lekwaa]Pero me llaman ‘Lekwaa'[/Lekwaa] – era el nombre con el que me había bautizado por segunda vez mi madre, significaba «espíritu guerrero«.

    – [Vera]Un placer conocerte, Lekwaa.[/Vera] – dijo con una sonrisa.

    – [Lekwaa]Lo mismo digo, Vera.[/Lekwaa] – repliqué.

    – [Vera]Lo normal es sonreír cuando te sonríen.[/Vera]- dijo ella. La miré. Los sioux se habían acostumbrado a mi forma de ser, no preguntaban cosas como aquella, así que me sorprendió.

    – [Lekwaa]Solía sonreír. Antes de todo lo que pasó.[/Lekwaa] – resumí. A veces parecía que habían pasado años, otras, segundos.

    – [Vera]Vaya.[/Vera]- dijo, apartando la mirada.- [Vera]Lo siento.[/Vera] – añadió. Parecía sentirlo de verdad. Era buena persona, aunque eso ya lo había visto.

    – [Lekwaa]Gracias.[/Lekwaa] – respondí. – [Lekwaa]No te preocupes por lo de antes. Solo he visto las intenciones de tu alma.[/Lekwaa] – añadí, para despejar las dudas que pudiese tener sobre lo que veía. Alguno había huido pensando que le robaba el alma, por suerte no era una buena persona y eso le mantendría alejado de la tribu.

    – [Vera]Espero que hayas visto que soy una persona horrible.[/Vera] – comentó.

    – [Lekwaa]Por suerte para ti, no.[/Lekwaa] – estuve a punto de sonreír. Ya había estado más cerca de hacerlo de lo que había estado en años. Ella sonrió abiertamente y salimos al exterior.

    El sol aún golpeaba fuerte, necesitaría cambiarse de ropa para seguir por allí, pero aún faltaba su compañero. Por el camino, la gente la miraba, extrañados y curiosos. Por suerte, como habían dicho, no olía como los vaqueros, olía a lavanda, a almendras y algo picante.

    Continuamos caminando hacia la tienda en la que estaba su compañero. Abrí y ella entró primero. Pensé que sería una mejor muestra de buena voluntad.

    – [Owen]Veo que has hecho un nuevo amigo.-[/Owen] dijo al verme entrar. Era algo mayor que ella. Tenía una constitución atlética, marcada por su camiseta apretada. Llevaba unos pantalones vaqueros clásicos y unas deportivas similares a las que yo llevaba cuando llegué aquí.

    – [Vera]Soy muy sociable.[/Vera] – replicó ella despreocupadamente.

    – [Lekwaa]Necesito que me mires a los ojos un momento.[/Lekwaa] – le dije, sentándome frente a él.

    – [Owen]¿Estas intentando ligar conmigo? Me siento halagado pero… oh que ojos tan profundos. – [/Owen] sonrió, fijándose en mis ojos.

    – [Hotah]Tenias razón.[/Hotah] – dije a Vera. Entonces volví a conectar con mi habilidad y el iris de aquél joven me mostró plenamente su alma. Cuando estuve seguro, aparté la mirada.

    – [Vera]Es rarito.[/Vera]- escuché decir a Vera. No tenía claro a quién de los dos se refería.

    – [Hotah]Está bien, hablaré con la tribu. Sois libres.[/Hotah] – aclaré, poniéndome en pie.

    – [Vera]Gracias.[/Vera]- dijo Vera. Me acerqué al chico y le solté las cuerdas.

    – [Owen]Muy amable. ¿Le has preguntado por eso?-[/Owen] escuché preguntarle crípticamente.

    Ella asintió.- [Vera]No sabe nada[/Vera] – me imaginé que se trataba de todo aquél asunto del «Daë».

    – [Hotah]No puedo ayudaros con ese «Daë».[/Hotah] – lo sentía, pero sin más información, no podía hacer nada. A fin de cuentas, seguía siendo un extraño en ese mundo. – [Hotah]Pero en la tribu os pueden conseguir ropa y alojamiento mientras tanto.[/Hotah] – ofrecí. La ropa la necesitarían y algo de comida y agua no les vendría mal seguramente.

    – [Owen]La ropa nos vendrá bien, pero no podemos quedarnos.-[/Owen] aseguró él.

    – [Hotah]Debéis tener cuidado con las ciudades. Las tribus son el único sitio seguro.[/Hotah] – le respondí. La ficción había tratado a las tribus de salvajes, pero la realidad era bastante diferente y en aquél mundo más. Los vaqueros eran aún más violentos.

    – [Owen]No deberíamos habernos separado[/Owen]. – comentó, preocupado.

    – [Vera]Tenemos que ir a buscar a Jane y a Elliot.[/Vera] – le dijo la chica, Vera. Así que no eran los únicos que habían venido.

    – [Hotah]¿Están en la ciudad?[/Hotah] – pregunté, verdaderamente preocupado. Las buenas personas apenas tenían cabida en la ciudad. Vera asintió.

    – [Hotah]Las ciudades son peligrosas, pero en Dodge vive el «Banquero».[/Hotah] – les expliqué, saliendo ya de la tienda. Él era la principal preocupación de las tribus. – [Hotah]Forajidos y gente normal trabajan para él. Solo le interesan los metales preciosos y están dispuestos a cualquier cosa.[/Hotah] – añadí. Los forajidos eran peligrosos, pero solían trabajar en solitario, el Banquero tenía la ley de su lado y además organizaba a los forajidos para su provecho. Era fácil imaginarse que nadie se iba a arriesgar a oponerse a él para salvar a un puñado de «indios». – [Hotah]Esta tribu y las vecinas protegen la zona y sus habitantes desde que sus hombres acabaron con casi todos los gigantes de piedra.[/Hotah] – aclaré. Aquello aún se recordaba entre las tribus cada año. Yo lo tenía muy presente pese a que había sido muchísimo antes de mi llegada. Había sido una masacre.

    – [Vera]El Daë.[/Vera]- comentó Vera. Vi cómo miraba a Owen.

    – [Hotah]¿Quién, el banquero?[/Hotah] – pregunté, sorprendido. Si era así no podía ayudarles, salvo que su destino fuera matarle.

    – [Vera]No, el gigante de piedra.[/Vera]- aclaró. ¿Él era el Daë?

    – [Hotah]¿Ugg’Krah? Es el último que queda. Está solo en la montaña, protegiendo el hogar de su tribu.[/Hotah] – era el último de su especie. Vivía sobre un cementerio de los suyos y los ataques no iban a menos porque el hogar ancestral de esa tribu de gigantes de piedra estaba sobre un enorme yacimiento de oro. – [Hotah]Los gigantes de piedra siempre han defendido a las tribus y ahora ellos le defienden también a él.[/Hotah] – añadí. Ellos habían sido los guardianes desde tiempos remotos, así que ahora le devolvían el favor. – [Hotah]Si ese es vuestro Daë, os ayudaré.[/Hotah] – sentencié. Ugg’Krah era un amigo, a veces iba a verle para que estuviera tan solo. En el fondo, los dos lo estábamos.

    – [Vera]Muchas gracias.[/Vera]- dijo Vera. Asentí y les conduje ante Ptaysanwee para explicarle todo y pedirle ayuda. La jefa enseguida mandó buscarles ropa y Vera y Owen se marcharon a cambiarse mientras yo preparaba el viaje.

    Cuando volví a unirme a ellos, ya estaban vestidos con ropas sioux tradicionales. Vera incluso llevaba el cabello recogido en una coleta que le había ayudado a hacer la hija de Ptaysanwee. Lo cierto era que incluso con la ropa, llamaban la atención.

    – [Vera]En un rato tendrían que volver al punto de encuentro. Si no lo hacen, iremos a por ellos.[/Vera] – comentó, preocupada, al poco de salir del poblado. La vi llevarse la mano a una bolsa y coger un pequeño orbe de cristal resplandeciente.

    No sé exactamente qué pasó, pero de pronto, Vera fijó la mirada al frente.  – [Vera]Elliot, ¿estáis bien?[/Vera]- preguntó con visible preocupación. Según lo que había captado en su conversación, Elliot era uno de los dos que habían venido con ellos. – [Vera]Sí, ya sé que no es la hora que habíamos acordado y que estáis investigando.[/Vera]- puso los ojos en blanco y esperó un momento, como si estuviera manteniendo una conversación. Miré a Owen, que parecía tan perdido como yo. Vera nos miró y notó que no estábamos viendo nada, pero no le dio importancia y siguió hablando. – [Vera]Sí, también sé que no deberías estar usando eso en esta época…[/Vera] – replicó con un suspiro de exasperación.

    Pasaron unos segundos en los que se cruzó de brazos. – [Vera]¿Quieres dejar de quejarte?[/Vera] – sentenció, alzando un poco la voz.- [Vera]Jane y tú tenéis que venir al punto de encuentro ya.[/Vera] – añadió. Fuera lo que fuera, era una suerte poder avisarles de que abandonaran esa ciudad condenada cuanto antes. También estaba la parte de mi mente que no estaba acostumbrada a todo lo sobrenatural, que pensaba que a aquella muchacha le estaba dando una alucinación por el calor. Por suerte, teniendo en cuenta que íbamos a ver a mi amigo el gigante de piedra, me forcé a pensar que era real. – [Vera]¿Eso que se oye es Jane discutiendo con vaqueros?[/Vera] – preguntó, colocándose para tratar de ver más cerca algo. – [Vera]¿Les está pegando?[/Vera] – añadió, conmocionada.  Me llevé una mano a la nuca, las cosas podían salir muy mal. – [Vera]¿Jane está intentando crear una sociedad feminista?[/Vera] – gritó.- [Vera]Dile que haga el favor de venir antes de que líe una paradoja.[/Vera] – sentenció. Aunque si la otra muchacha era capaz de estar pegándose por lograr el feminismo en un lugar tan lleno de machismo como el Viejo Oeste, dudaba que le hiciera caso.- [Vera]Bueno, pues echa andar y ya te seguirá. O roba un caballo. Uno que veas que no está muy enfermo.[/Vera] – sugirió. – [Vera]¿Cómo que no puedes robar un caballo?[/Vera] – añadió, poniendo de nuevo los ojos en blanco. – [Vera]Pues ven andando.[/Vera]- se quejó. – [Vera]Para cuando llegues seremos todos de piedra como el Daë.[/Vera] – gesticulaba, así que me imaginé que los dos se estarían viendo. – [Vera]Os esperamos…[/Vera]- empezó a decir. Entonces me miró y tardé un momento en darme cuenta de lo que quería.

    – [Hotah]En la cima de aquella montaña.[/Hotah] – le dije. No sabía si el muchacho me escuchaba o no.

    – [Vera]En la cima de esa montaña.[/Vera]- repitió. Después se quedó callada, esperando.- [Vera]Roba un caballo.[/Vera] – añadió antes de volver hacia nosotros.

    – [Owen]Te seguimos.-[/Owen] indicó Owen, haciendo que nos pusiéramos en marcha.

    Caminamos juntos por la senda de tierra, bajo el sol abrasador. Hacía unos meses no sabía todo lo que iba a cambiar la vida para mí, igual que en ese momento no sabía que mi destino iba unido al de aquellos extraños viajeros.