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Etiqueta: Idris es un pieza

  • CONSEJO MATERNAL

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA, DÚPLEX DE LOS SOLO-NOVAK

    Últimamente tengo bastantes cosas que contar. Me he enganchado a esto de los diarios de mala manera y ya no hay quien me desintoxique, así que lo siento si saturo a la audiencia.

    La realidad es que con todo este tiempo libre me sentía como en el ojo de la tormenta, como si toda mi vida estuviera en pausa, esperando que tomase una decisión para ver si mi futuro se echaba sobre mí con rayos y granizo o si caían cuatro gotas y salía el sol.

    Tenía decisiones pendientes en el terreno romántico y en el profesional. Ya había hablado con Mike esa mañana mientras echábamos una partida en Endless en el mundo de Dragones y Mazmorras – mi avatar era Drizz Do’Urden, me había costado llorarle a mamá y a papá pero como era un consentido, lo había conseguido -. Mi hermano era un tío asertivo y quizá más ahora que estaba metido en las bacanales universitarias, así que me lo dejó claro y coincidía con Coquito, bueno, en una de las dos cosas, porque la otra iba sobre ella precisamente.

    Así que decidí pedir un poco más de ayuda y comentarlo con mis queridísimos padres, que si están leyendo esto quiero que sepan que los adoro y que me vendría bien la nueva InfiniBand. Cuando volví de dar un paseo y nadar por la playa, vi a mi madre en la terraza.

    – [Idris]¿Mami?[/Idris] – pregunté con una sonrisa.

    – [Mara]¿Qué quieres, Idris? [/Mara]- respondió con una media sonrisa. Allí estaba, con su sombrero de paja, regando las plantas de la terraza. Eché un vistazo para asegurarme de que la albahaca siguiera viva, era una pieza clave en mi cocina.

    – [Idris]Necesito tu ayuda.[/Idris] – comenté, observando mientras cogía unas tijerillas para podar. Mi madre era precisa con sus plantas como si estuviera operando a una persona. – [Idris]Temas del corazón.[/Idris] – añadí. Mi madre era muchas cosas: buena, paciente, seria, lacónica,  perseverante… y entre todas ellas, cotilla para los amoríos de sus hijos. A veces era tan práctica que parecía que iba a sacar el recetario y mandarte dos polvos por la mañana y dos por la noche. Es broma, porque cuando le pedí que me hiciera una receta así se negó.

    – [Mara]Espero que sea una metáfora.[/Mara]- replicó, dejando la regadera en el suelo y las tijerillas perfectamente colocadas en su sitio, donde nadie pudiera hacerse daño. Se sentó en uno de los sofás de mimbre de la terraza y me hizo una seña para que me sentase con ella.

    Me eché en una tumbona cerca de ella, despatarrado, me definiría mi madre. Hipo salió de su escondite y saltó a mi regazo para que lo acariciase. Ese gato llevaba con nosotros toda la vida y lo que le quedaba: era uno de los animales que les habían confiado los Daesdi y entre otras cosas, eran inmortales.

    – [Idris]Me gusta una chica.[/Idris] – confesé. Bueno, igual me he venido arriba con lo de confesé. Tampoco voy a extenderme pero había tenido escarceos con todo tipo de personas y mis padres los habían llevado todos bien, porque tampoco es que me los callase. Pero llevaba ya unos años muy calmado en ese aspecto, había una chica en concreto que me tenía comido el coco…el coco sexual.

    – [Mara]Siéntate bien.[/Mara]- hizo una seña y me incorporé. La cruz de oro blanco que llevaba al cuello se movió y la sentí fría al pegarse de nuevo contra mi cuerpo.- [Mara]¿Una chica que se llama Elle?[/Mara] – preguntó, perspicaz como ella sola en asuntos de amor.

    – [Idris]Qué bien me conoces, jodía.[/Idris] – le repliqué, sonriendo. La verdad es que había que armarse de paciencia para tenerme a mí de hijo.

    – [Mara]¿Y cuál es el problema?[/Mara] – me escaneó con su mirada. Aunque no hubiese luna en ese momento, sus ojos seguían pareciendo los de una loba. Me paré a pensar en su pregunta.

    – [Idris]Que no quiero estropear las cosas y no sé si ella pensará igual.[/Idris] – respondí. Hasta el momento Coquito y yo habíamos disfrutado de nuestra compañía y de nuestras bromas. Nos gustaba pasar tiempo juntos, pero igual era demasiado asumir que ella quisiera algo más. – [Idris]No sé cómo decírselo. Solo me sale bromear descaradamente.[/Idris] – añadí. En mi casa la sinceridad estaba a la orden del día. A mi madre le gustaba y por eso siempre se esforzaba en ser comprensiva.

    – [Mara]Déjate llevar, sé tú mismo y…que sea lo que Dios quiera.[/Mara]- me aconsejó, con cariño. Mi madre no era la mejor para dar muestras de afecto muy llamativas, pero siempre sabías que estaba ahí y pese a todo intentaba darlas. Tuvo mala suerte porque yo era todo un peluche abrazador. Me acuerdo que de pequeño, al poco de ser consciente de que era adoptado, rezaba todas las noches porque no se cansaran de mí.

    – [Idris]¿A ti te parece bien?[/Idris] – le pregunté. Habíamos tenido una charla hacía unos años respecto a eso mismo. Vale, de aquella ella era menor de edad, pero me había quedado la duda de que también le preocupase por ser hija de una de sus mejores amigas.

    – [Mara]Ahora sois dos adultos.[/Mara]- aclaró con su habitual paciencia. Añadió una diminuta sonrisa para que supiera que no había otras dudas ni peros.

    Sonreí ampliamente. – [Idris]A ver cómo me declaro…[/Idris] – fingí pensar, aunque en ese momento mi mente estaba bloqueada por la presión. – [Idris]Puedo aparecer envuelto en papel de regalo.[/Idris] – comenté.

    – [Mara]Idris…[/Mara]- mi madre negó con la cabeza. No quise decirle que eso ya lo había hecho en el dieciocho cumpleaños de Coquito.

    – [Idris]Mamá, relájate.[/Idris] – sentencié, riendo. – [Idris]Te veo tensa, ¿vamos a la calle? ¿a la calle?[/Idris] – bromeé. Mi madre ya estaba acostumbrada y las bromas con perros ya no le hacían efecto, salvo gracia…a veces….pocas.

    Sonrió, pero su cara volvió a su estado neutro al poco. – [Mara]Tienes que dejar de utilizar las bromas para camuflar tus sentimientos.[/Mara]- me aconsejó. Me conocía bien, pero en mis años no había conocido aún una forma mejor de hacerlo. Era parte de mi personalidad.

    – [Idris]Pero sé que a ti te da igual porque sabes que soy un peluche adorable relleno de caramelo.[/Idris] – le sonreí y la alcé en brazos, dándole un abrazo. La dejé en el suelo y miré hacia abajo para mirarla a la cara.

    – [Mara]Pero Elle querrás que te quiera por quien eres, no por lo que aparentas ser.[/Mara]- explicó, recolocándose el sombrero.

    – [Idris]No sé si le va a atraer mucho un niño lleno de miedos.[/Idris] – confesé, dejando salir la realidad, la duda que me atormentaba. Yo era bastante distinto cuando me conocías de verdad. Era un cachondo igual, sí, me gustaba reirme de la seriedad de la vida, pero eso no significaba que a veces no me alcanzase también. En la calle había visto cosas muy feas y el fantasma de Máscara Negra siempre me acechaba.

    Como elfo de la luna, podía ver perfectamente en la oscuridad, así que no le temía. A lo que si le tenía miedo era a lo que pudiera encontrar en ella. Tiene gracia, lo sé, y es absurdo, como muchos de los miedos.  – [Mara]Todo el mundo le teme a algo y tú no eres un niño.[/Mara]- me pasó una mano por el hombro, con cariño.

    – [Idris]¡Pero quiero teta igual![/Idris] – repliqué, echándome a reír.

    – [Mara]Cariño, te estoy hablando en serio.[/Mara] – respondió ella, intentando no reírse.

    – [Idris]Ya, perdón.[/Idris] – me disculpé, antes de darle un beso en la mejilla por su santa paciencia. – [Idris]No sé, a veces pienso que no me atrevo a decírselo porque está mejor sin mí.[/Idris] – aseguré. Ya está, ya lo había dicho. ¿Y si estropeaba el blanco de Coquito con mi gris tirando a negro? Nunca me lo perdonaría. Además, no solo es lo que yo fuera, si no lo que la gente pensara de mí. Nunca me habían afectado las valoraciones de otros demasiado, pero quizá a Elle sí, y a esas alturas de mi vida ya me habían tomado muchas veces por ladrón, pandillero y vete a saber qué más. – [Idris]Tengo mucha maleta y ella es feliz y buena…no quiero que se entristezca o se compadezca de mí.[/Idris] – el asesinato de mis padres biológicos no definía del todo mi vida, porque me había criado con una familia maravillosa, pero evidentemente me había afectado, había creado un trauma que me acompañaba de manera subconsciente, un miedo a la pérdida que me nublaba el juicio. Supongo que la historia de los Moondies también influyó, igual que el trabajo de mi padre, pero si me había dedicado a salir por las noches desde que era joven para luchar contra los seres oscuros era porque uno de ellos había matado a gente inocente y no quería que nadie más pasara por eso.

    – [Mara]Solo ella puede decidir si está mejor contigo o sin ti.[/Mara]- sentenció mi madre, mirándome fijamente. Razón no le faltaba, pero eso no hacía más fácil imaginarse el «no» en sus labios. – [Mara]Yo no quería ser madre hasta que te conocí.[/Mara] – explicó. Como soy un payaso, al sentir que me emocionaba lo que acababa de decir, se me soltó la lengua.

    – [Idris]Ya sé que soy tu favorito.[/Idris] – repliqué sonriendo mientras me acercaba a la neverilla de fuera para sacar una cola light y un vaso de agua con menta y cosillas verdes del que le gustaba a mi madre.

    – [Mara]Eres uno de mis dos hijos favoritos.[/Mara]- le dio un sorbo y lo dejó en la mesa.

    – [Idris]Mike no está, puedes confesarlo.[/Idris] – bromeé, guiñándole un ojo con complicidad.

    – [Mara]Eh, quiero hablar con mi hijo.[/Mara]- me puso un dedo en el corazón, con su habitual precisión, era como la ‘Érase una vez el cuerpo humano’ convertida en madre. – [Mara]Sin coraza.[/Mara] – sentenció.

    Cuando apartó el dedo, me cubrí el torso de una coraza de hielo. El frío no me incomodaba, al contrario, ese día hacía aún bastante calor y me reconfortó. Chasqueé los dedos y la hice romperse. Hipo se puso a lamer un trozo de hielo. – [Idris]Vale. Dime.[/Idris] – no sé de quién había sacado el talento dramático. De Karen quizá.

    – [Mara]Sé tú mismo y si a Elle no le gusta, es que no es tu Selardi.[/Mara]- dijo con una sonrisa que casi se convierte en risa. No creía lo que acababa de pasar y lamenté no haber estado grabando la conversación. De nuevo, eché de menos mi sueño adolescente de tener un loro al que enseñar a decir «Fue Vincent. Fue Vincent«.

    – [Idris]Vale, si mi madre intenta bromear es que voy detrás de la chica adecuada.[/Idris] – afirmé, echándome a reír.

    – [Mara]Intenta y lo consigue, quieres decir.[/Mara]-  alzó una ceja y cogió un trozo de limón de la nevera que exprimió en su agua.

    – [Idris]Eres mi maestra.[/Idris] – le hice un gesto y con la mano libre aferré la lata y la enfrié un poco más. Ella me acarició el poco pelo que tenía. Para ella eso era como un beso.

    – [Idris]Si al final tengo hijos con Elle…[/Idris] – empecé a decir, esperándome la inminente charla sexual de mi madre. Puse mi ímpetu en que pareciera una frase seria, dándome cuenta sobre la marcha de que sí me veía teniéndolos. – [Idris]Me gustaría que salieran tan guapos como los tuyos.[/Idris] – añadí, partido de risa.

    – [Mara]Estoy muy orgullosa de ti.[/Mara]- me miró a los ojos y fue como si me atravesara el alma con ellos. Mi madre siempre se aseguraba de que Mike y yo supiéramos que estaba feliz con nosotros, incluso con todas las que yo había armado. Aunque en mi defensa diré que cuando me detenía la policía normalmente era patrullando por la noche. Negro, armado y con una banda…blanco y en botella.

    Le dediqué una sonrisa sincera antes de que volviera a sus plantas. – [Idris]Mamá…[/Idris] – la llamé. – [Idris]…te quiero.[/Idris] – confesé. Mis padres me lo habían dado todo, se lo debía todo y siempre estaban ahí cuando les necesitaba.

    – [Mara]A ver si vas a estar malo de verdad…[/Mara]- replicó guiñándome un ojo.

    – [Idris]Para una vez que se pone uno serio…[/Idris] – respondí. Si, vale, mi defecto era esconder cómo me sentía, aunque con las cosas positivas no tendía a hacerlo tanto. Pero a veces uno se olvida de pequeños detalles muy importantes, dando por hecho que las personas que queremos lo saben, cuando a veces necesitan escucharlo.

    – [Mara]Yo también te quiero.[/Mara]- respondió ella, antes de volver a coger las tijeras para dejar las plantas como nuevas.

    Me levanté y la dejé disfrutar de su rato de tranquilidad mientras me iba a ver al calvo de Saitama en InfinityTV, tenía mucho en lo que pensar aunque mi madre me había ayudado a calmar algunas dudas. La realidad era que temía el rechazo con todo mi ser y el de Elle, más.

    Así que yo, que soy como soy, no tardé en empezar a imaginarme conversaciones en la cabeza. Quedaba con Elle en uno de los restaurantes de Louna que le encantaban, ‘Tuscany‘. Comíamos bien y en el postre me decidía a contarle lo que sentía:

    – [Idris]Coquito, quiero contarte algo…[/Idris] – decía yo, vestido casi de traje pero sin corbata, con mi voz grave y sexy.

    – [Elle]Yo también. Las cosas con Blue van en serio, vamos a salir juntas.[/Elle] – explicó, sonriente.

    – [Idris]Mierda, ¿y no hay sitio para un sandwich de Idris? A tus padres les va bien.[/Idris] – sentenció mi yo imaginado, tan payaso como el real.

    Ella negó con la cabeza, así que borré la situación y volví a empezar.

    – [Idris]Coquito, estás muy guapa esta noche.[/Idris] – esta vez iba con un polo rosa y unos chinos, más informal. Al principio me imaginé con gafas de sol pero luego me di cuenta de que me había imaginado todo siendo de noche.

    – [Elle]Gracias. Es que luego he quedado con Mike, estamos juntos.[/Elle] – explicó, de nuevo sonriente.

    – [Idris]¿Con Mike? No, caca, caca. Hermano equivocado.[/Idris] – repliqué. Perra imaginación.

    – [Elle]Pero Idris, tú no me gustas de esa manera.[/Elle] – joder, mi mente iba en mi contra la cabrona.

    Venga, siguiente toma, vamos a ver si arrancamos algo bueno.

    – [Idris]Ellie yo…[/Idris] – empecemos con algo más suave.

    – [Elle]Dris, me gusta tu amigo. Jaheem.[/Elle] – sentenció.

    – [Idris]¿¿EL TRONAO??[/Idris] – pregunté. No esperé la respuesta.

    Vamos a por una, venga, positivismo.

    – [Idris]Coquito, te quiero, no puedo vivir sin ti. Desde que paso más tiempo contigo, no sé estar solo, te echo de menos cada minuto.[/Idris] – a vaciarse como una jibia.

    – [Elle]Oh Dris, por fin, no puedo resistirme más a tus encantos. Desnudémonos y hagámoslo en la mesa para celebrarlo.[/Elle] – respondió ella, subiéndose a la mesa para empezar a quitarse la camiseta.

    Aquí voy a cortar porque creo que no os interesa. Una de cuatro, bueno, si tenía un 25% de posibilidades de estar con Elle – con erótico resultado –  tenía que lanzarme a la piscina. Ellie era lo blanco de mi huevo kinder, no podíamos estar separados.

     

     

     

  • SIN JUSTICIA NI ESPERANZA

    SIN JUSTICIA NI ESPERANZA

    Idris Moreau | Refugio, Antigua Iniciativa

    NOCHE

    drizzfuturoiniciativa

    Cuando Henry consiguió reunir fuerzas para salir a bailar con su cenicienta, me alejé de la pista observándoles con una sonrisa.

    Ella movía su cuerpo de forma alocada intentando imitar pasos de todo el mundo, a veces con menos acierto. Él sin embargo miraba a todas partes y trataba de no moverse demasiado. La cara se le debía estar tiñendo de un divertido rojo fluorescente.


    No pude evitar sonreír de corazón. Quedaba poca inocencia en el mundo en el que vivíamos, sobre todo entre los de nuestra «especie», y quedaba aún menos esperanza. Viéndoles, parecía que todavía podía haberla, pero solo era una tenue sensación antes de volver a la cruda realidad.

    Continué caminando, alejándome más de la pista, hacia la puerta del Little Nicky. Saludé a Nick con la mano antes de salir, pero cuando estaba a punto de hacerlo me encontré de frente con Xandra.

    – [Xandra]¿Ya te vas?[/Xandra]- preguntó apoyada en el marco de la puerta. Me costó unos segundos asociar a la Xandra que podía concentrarse para abrir una cerradura entre una docena de soldados disparando con esa muchacha que llevaba un vestido negro que marcaba sus caderas y tenía una melena negra que caía sobre su espalda.

    – [Idris]Estoy un poco mayor para tantos trotes.[/Idris] – sonreí llevándome una mano a la espalda. – [Idris]Disfruta la fiesta.[/Idris] – añadí mirándola de arriba a abajo. Solté un silbido y moví las cejas mientras la miraba intentando contener la risa.

    Ella respondió entrecerrando los ojos y mostrándome el dedo corazón. Apartó la vista hacia la sala, si no la conociese habría podido pensar que quizá se había sonrojado.- [Xandra]Henry está ligando[/Xandra].- comentó al verle moverse. Parecía divertirse.

    – [Idris]Más bien están ligando con él.[/Idris] – aclaré. El bueno de Henry era extremadamente tímido, quizá por eso prefería la compañía de gatos y máquinas. Pero ella era diferente, era consciente, era una chica inocente, real, y eso debía desconcertarle, especialmente el hecho de que estuviera loca por sus huesos. – [Idris]No es justo para ella, todo eso de La Mesías.[/Idris] – comenté dejando salir mis pensamientos. Nunca me había gustado el nombre que le habían atribuido al conocer sus capacidades y lo que podía significar para nosotros. No debíamos perder de vista el hecho de que tenía apenas un año y ya había gente que quería embarcarla en una lucha que ellos no eran capaces de llevar a cabo, para salvarles.

    No era justo. Pero el mundo tampoco lo era. Si lo hubiese sido, mis padres no habrían sido asesinados por ese maldito loco. A veces pensaba que ese había sido el inicio de todo. Lo que hizo que los de Z perdiesen y las cosas se volviesen terribles para todos los «diferentes«.

    – [Xandra]Si es verdad eso de que puede pensar por sí misma, que lo decida ella[/Xandra].- replicó sin apartar la mirada de ella. La confianza de Xandra no era algo que se ganase con facilidad, a veces dudaba incluso de tenerla yo mismo. Era escurridiza, indiferente a los demás, pero si la acosaban, agresiva como nadie, como un mapache.

    – [Idris]Es una persona, Xandra. No quiero esa clase de cosas aquí.[/Idris] – le recordé. Si queríamos seguir sobreviviendo, teníamos que continuar cooperando. Las cosas ya estaban suficientemente mal para que hubiese rencillas internas. Lo peor de todo es que ya las había, especialmente con esa muchacha inocente que intentaba bailar un twist. Siempre habrá gente que nos odie y nos adore, no podemos caer bien a todo el mundo.

    – [Xandra]Una persona que funciona con baterías[/Xandra].- apuntó. La miré con el ceño fruncido. Los que cuchicheaban por los pasillos que La Mesías podía ser una espía, que la llamaban engendro y cosas peores, no eran gente a la que me gustaría caerle bien. Tenía ganas de que hiciesen un movimiento en falso para ir a saludarles.

    – [Idris]Eres medio demonio, yo congelo cosas…no entres por ahí.[/Idris] – respondí con una ligera sonrisa. Xandra era una buenaza en el fondo, pero desconfiaba primero y preguntaba después. Era lo que le había demostrado la vida. – [Xandra]Podría ser una espía o que un día su balanza moral fallase[/Xandra].- argumentó frunciendo el ceño.

    – [Idris]Podrías decir lo mismo de cualquiera de nosotros.[/Idris] – respondí observando a toda la gente del bar, algunos tratando de disfrutar y alejarse de la dura realidad, otros intentando ahogarla en alcohol destilado. – [Idris]Y ella es la que menos motivos tiene. ¿No ves la ilusión que tiene en la mirada? Eso está perdido para los demás, y algunos darían todo para recuperarlo.[/Idris] – la avisé. No hay nada peor que alguien que no tiene nada que perder y algo que ganar. Muchos de los que estaban allí nos venderían al mejor postor si con ello conseguían salir de este mundo, como el calvo de Matrix.

    Ella se limitó a encogerse de hombros. Nos quedamos en silencio unos segundos. La miré de reojo, su mirada acerada se cruzó con la mía y solté una carcajada que hizo que ella también sonriese. La Mesías debió escucharme porque miró hacia nosotros y nos saludó agitando la mano con una enorme sonrisa.

    – [Idris]Pásalo bien y no seas dura con ella.[/Idris] – traté de animarla. Le puse una mano en el hombro antes de despedirme.

    Ella suspiró. – [Xandra]Qué manía tenéis…[/Xandra] – se quejó. No le gustaba mucho el contacto tan cercano. Aunque de joven habíamos estado bastante cerca, bueno, no con Xandra concretamente, a Xandra nunca la había visto desnuda.

    – [Idris]Eres un poco erizo.[/Idris] – bromeé sonriendo. – [Idris]Sonríe, baila, disfruta….[/Idris] – le cogí los brazos y empecé a moverlos animadamente, como si bailase.

    Ella negó con la cabeza y se alejó, adentrándose entre la multitud. En un parpadeo, la Xandra que conocía dio paso a otra un poco más alta, de melena castaña y curvas generosas a la que llamaba Alex. Mirando como se movía recordé cuando éramos más jóvenes e impulsivos, aunque lo último no había terminado de irse. Alex se mezcló entre la gente, bailando, divirtiéndose. Era como si Xandra necesitase cambiar su aspecto para cambiar su forma de actuar, como un disfraz, una máscara. El problema es que a veces las máscaras nos devoran.

    Lo nuestro no había llegado a nada más que a divertirnos juntos de vez en cuando. Mi medio coco debía estar en algún lugar. Quizá algún día la encontrase, si no se la habían llevado los bastardos del Gobierno.

    Cuando en pleno baile los ojos de Alex se cruzaron con los míos, di la espalda a la pista con una última sonrisa y caminé por los pasillos, pensativo.

    Todo lo que teníamos, lo que nos permitía subsistir, venía de nuestros propios poderes. Vivíamos en una comunidad autosostenible, pero terriblemente frágil. Manuela, a la que algunos seguían llamando Manna, no podría vivir eternamente, y era ella quien nos daba la comida que necesitábamos. Sin Irina y su hija Laura los escombros nos habrían enterrado vivos. Sin Blackgrave las heridas y las enfermedades habrían acabado con todos.

    Observé las luces brillando intensamente. La energía era un bien preciado que estuvimos a punto de perder cuando tres escuadrones le rodearon y consiguieron acabar con él a duras penas. Pero todo seguía funcionando desde entonces. Las mentes pensantes decían que se había convertido en energía y se había fundido con el complejo. Nadie sabía cuánto duraría, pero si Logan desaparecía, casi todo dejaría de funcionar. Los generadores de reserva durarían un par de meses pero después, oscuridad total, y la gente empezaría a perder la cabeza.

    Escuché unos pasos ligeros y miré hacia delante para encontrarme con Sophie, una chica joven de cuerpo menudo y rostro afable que a la vuelta de cada misión se las arreglaba para encontrarme y preguntarme por su familia. Por desgracia todavía no los había encontrado. – [Sophie]Idgris, ¿has encontrgado a mis padgres?[/Sophie]- preguntó con evidente preocupación. Se colocó un mechón detrás de la oreja y me sonrió.

    – [Idris]Sophie. Todavía no, lo siento.[/Idris] – dije mirándola a los ojos. – [Idris]Pero seguiré buscando, te lo prometo.[/Idris] – le aseguré mientras le pasaba el dorso de un dedo por la barbilla tratando de animarla. Ese lugar era un nido de huérfanos y sabía lo que se sentía.

    Ella agachó la cabeza.- [Sophie]Prgonto[/Sophie].- dijo alzando la vista para mirarme a los ojos. Era bastante guapa y ese acento siempre me había gustado. Quizá con las ganas de vivir de hacía unos años habríamos acabado en alguna de nuestras habitaciones.

    – [Idris]No descansaré, te lo aseguro.[/Idris] – le prometí pasando por su lado y apoyando una mano en su hombro. Me di cuenta de lo que eso había provocado en Xandra y esperé, pero a Sophie no pareció importarle. Contuve un impulso.

    – [Sophie]Lo sé[/Sophie].- me aseguró mirándome muy de cerca. Aparté la mano y ella se marchó después de dedicarme una sonrisa.

    La miré mientras se alejaba, no podíamos seguir viviendo de esa forma, seguir sobreviviendo. Necesitábamos un cambio, un alzamiento. Era hora de que nos convirtiésemos en una resistencia.

    Me gustaría describir de forma épica cómo crucé el pasillo y le aseguré a Sophie que empezaría a prepararlo todo para lanzar una guerra de guerrillas más activa que desestabilizase a la Iniciativa antes de acabar con ellos, pero ese plan se desarrolló en mi cabeza. Mi cuerpo se limitó a ver como se contoneaba su culo mientras se alejaba.