Moondale

Etiqueta: Idris Solo-Novak ‘Drizz’

  • SOLO EN LA OSCURIDAD

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NOCHE

     

    Algo me despertó del sueño. Abrí los ojos en duermevela, esperando ver el triángulo que formaba la luz que se colaba a partir de la puerta entreabierta de mi habitación, señal de que mis padres estaban despiertos.

    Me había acostumbrado a ese retazo de luz para calmarme, para saber que si el escalofrío que me provocaba la oscuridad me asaltaba, ellos estarían ahí para protegerme.

    Pero ese día, no estaba. No había ni un solo ruido en la casa, solo el del árbol frente al apartamento, el que daba contra mi ventana y me hacía despertarme llorando en los días de mucho viento. Ese día había tormenta, por eso estaba despierto. La lluvia apenas se escuchaba pero el árbol arañaba el cristal cada vez más fuerte, hasta hacerse ensordecedor.

    ¿Por qué no estaban allí? ¿Por qué no había venido ella ya corriendo? ¿O él con cara de cansado? Cara. Su cara. No podía recordar su cara. Cuanto más lo intentaba más pequeño me volvía y más grande se hacían las sombras de la habitación.

    Era un sueño recurrente, una sombra oscura que crecía hasta el infinito y me perseguía sin detenerse. La sombra estaba allí, en la habitación, y nadie venía. Tenía que ser un sueño, una pesadilla horrible. Normalmente me despertaba sobresaltado, pero ahora no lo conseguía, mi corazón se aceleraba, mis ojos no veían a través de la oscuridad como estaba acostumbrado.

    Me tapé con la sábana, sentía que algo me vigilaba y di gracias a no ver a través de la oscuridad para no saber qué se encontraba en ella. El agobio me estaba dominando. Había algo que no encajaba en todo aquello, una extraña sensación de que pertenecía a otro momento, a otra vida.

    Me sentía pequeño, solo, pero era un adulto, tenía amigos, tenía familia, tenía a Elle. Y sin embargo todo ese conocimiento se esfumó al ver la puerta de la habitación abrirse.

    Se filtró por ella la anaranjada luz de la farola de la calle que daba al pasillo, marcando una silueta oscura que se detuvo en el umbral. Pareció una eternidad lo que estuvo allí parado. Esa silueta me hizo volver a sentirme pequeño, su visión estaba grabada a fuego en mi subconsciente, incluso aunque tardé mucho tiempo en comprender lo que significaba, el cambio que había provocado en mi vida. Incluso aunque no tenía una mala vida.

    Aquella figura había matado a mis padres y ahora observaba fijamente mi cuna, decidiendo si matarme o alimentarse de ese miedo tan jugoso toda la vida. Decidiría la segunda opción, pero no dejaba de temer que en ese momento decidiera la primera, que todo lo que había vivido después no llegase a pasar.

    Esa silueta representaba todo el miedo que había en mí. Era demasiado pequeño para saber la amenaza que suponía cuando le vi, para saber que acababa de matar a unos padres a los que apenas recordaba, de borrar su rostro de mi memoria y hacerme sentir culpable toda la vida por no hacerles justicia al menos en eso. Pero no era solo la muerte de mis padres lo que ese monstruo negro significaba. Era la amenaza incierta de que cualquier día podría volver y llevarse de nuevo a mi familia: a mamá, a papá, a Mike, a Ellie, a Lexie…a todos ellos, sin que pudiera ni siquiera moverme.

    La silueta oscura dio media vuelta y se internó en el pasillo, alejándose de mi habitación. Me sentí seguro por un instante, pero aquello era lo que había pasado de verdad, lo que me había provocado ese miedo durante toda una vida, esa sensación de que en cualquier instante podía pasar lo peor.

    No podía permitirlo, tenía que hacer algo distinto. En aquél entonces era un bebé, no podía hacer nada, pero ahora podía ir tras él, podía detenerle, salvarles a todos. Y sin embargo era incapaz de moverme, solo pensaba y pensaba en lo que podía pasar, en el temor que me infundía, en lo que podía hacerles a los demás.

    Me lo imaginaba caminando hacia la siguiente habitación, solo que ahora no estaba en la cuna del piso que apenas recordaba, si no en mi cama en el ático de Louna. Mis padres gritaron, por muy Moondies que fueran, no podían enfrentarse a ese miedo absoluto. Más pisadas, Mike estaría durmiendo en su habitación. Tenía que levantarme, pero estaba paralizado, solo veía el tiempo pasar como si estuviera fuera de mi cuerpo y en consecuencia no pudiera hacerlo reaccionar.

    Cuando dejé de escuchar a Mike, los pasos volvieron a resonar. Una voz me llamó desde el pasillo: – [Elle]¿Idris? ¿Estás bien?[/Elle] – los pasos aceleraron y cambiaron de dirección para seguir la voz. Ellie estaba en peligro.

    ¿Cuánto le iba a dejar arrebatarme? ¿Cuántos futuros iban a morir a manos de ese mal encarnado? ¿El de Elle no, no podía permitirlo. Así que me puse en pie y caminé hacia la puerta.

    El espacio no parecía seguir una ley lógica, la puerta parecía más lejana, la habitación más grande y sobrecogedora. Pero al final, me adentré en aquél pasillo oscuro donde reinaba un silencio sepulcral.

  • LAS PROFECÍAS ME PONEN NERVIOSO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – VALANTIS

    Lo mejor de frustrarte en tu pisito de alquiler por no encontrar un portal a otro mundo tenía que ver con la noche loca para recuperarse del bajón. Alguna ventaja tenía que tener estar perdidos en unos años noventa de otro mundo en el que los los remake con los que habíamos crecido aún estaban en «make».

    Al día siguiente me desperté con los primeros rayos de sol. Era sábado y Elle se había dado la vuelta para seguir durmiendo, así que después de admirar su maravilloso culo, me levanté y preparé el desayuno antes de ponerme un capítulo de Dragon Ball.

    Para cuando Elle se levantó, Krilin había muerto un par de veces y ya había terminado la hora oficial de la televisión para niños. Cuánto habían cambiado las cosas que en el futuro ya no tenías que tragarte lo que te pusieran en los cuatro o cinco canales y en su lugar había televisión a la carta y canales solo para los pequeños de la casa. Y yo, claro.- [Idris]No soporto este canal.[/Idris]- dije mirando de reojo el supuesto programa de actualidad en el que se dedicaban a incitar el odio contra cualquier ser vivo. Que no fuera hombre, cis, hetero o blanco.

    – [Elle]No te gusta nada últimamente. Te estás amargando, Dris.[/Elle]- bromeó, dándome un beso en la mejilla. La estreché contra mí apoyando la mano en su cintura y miré esos ojos que parecían un mar en calma. A su lado las molestias de vivir en un tiempo intolerante parecían una nimiedad. Al menos eran los noventa y no cualquier época anterior.

    – [Idris]Demasiados anuncios. [/Idris]- repliqué sin separarme. – [Idris]Y ésta productora tiene que ser de un cerdo. No hacen más que meter problemas entre vivos y sombras.[/Idris] – añadí, quitándole el volumen. Sus palabras de odio eran muy parecidas a algunas que ya conocía, solo que dirigidas a otro colectivo. En este caso lo tenían aún más fácil, habían muerto, ¿por qué no iban a ser sus esclavos?

    – [Elle]Estás a nada de convertirte en la Rosa Parks de los señores de aquí.[/Elle]- dijo ella, dando un sorbo a su café matinal. Bien cargado, me había hecho un experto de la máquina de espresso que habíamos conseguido en una ganga. A falta de las comodidades del futuro, me había buscado la vida y ya me salían formas más o menos firmes con la espuma. Vale, mis corazones acababan pareciendo penes, pero la intención es lo que cuenta.

    – [Idris]Y señoras, que aquí hay una poquita de homofobia, machismo, racismo y sombrafobia.[/Idris] – técnicamente el racismo era un tema del pasado, sin embargo por mucho que aquí tuvieran la esclavitud de los Sombras, seguía siendo la época de los negros arquetípicos en televisión. Los graciosos, los de vida turbia relacionada con las drogas, los raperos…

    – [Elle]¿Sabes lo único que me gusta de este mundo?[/Elle] – comentó, levantando la vista de su desayuno.

    – [Idris]¿Idris el Guapo?[/Idris] – pregunté, sentándome a su lado para darle un beso en la mejilla. Apoyé los codos en la barra de la cocina y la miré. El piso que habíamos conseguido alquilar era pequeño y viejo, pero siempre lo recordaría como el primer sitio en el que habíamos vivido juntos.

    – [Elle]Que estás tú en él.[/Elle]- confirmó, guiñándome un ojo.

    – [Idris]Lo sabía.[/Idris] – le di un beso en los labios, podía notar el toque de chocolate que añadía a su café.

    – [Elle]Bueno, cómo salimos de aquí? Estoy cansada de vivir en Wandavision.[/Elle] – pensé en lo viejos que éramos, haciendo referencia a series que eran un éxito cuando nacimos, aunque aquí serían aún más años en el futuro que en nuestro pasado.

    Me apoyé más firme en la mesa, pensativo. Lo peor de pensar en irnos no era no saber cómo, si no ser consciente de que seguro que lo conseguíamos y tras vivir meses juntos, siendo por fin un «algo», cualquiera volvía a la Tierra a estar separados cada uno en la casa de sus padres. Pero tampoco me atrevía a plantearle eso. Oye Elle, he pensado que si salimos vivos de esta y atravesamos el espacio-tiempo hasta la Tierra podríamos irnos a vivir juntos. Visto en perspectiva no era lo más raro de nuestra situación.

    – [Idris]Lo único que no hemos probado es esto. [/Idris]- rebusqué en la chaqueta que había llevado el día anterior al trabajo y saqué un panfleto un poco más arrugado de como lo recordaba. – [Idris]No se parece a Melinda pero tiene buenas referencias.[/Idris] – aunque quizá no llorase igual de bien. Y pensar que 9-1-1 me parecía bizarro.

    En el panfleto aparecían unas constelaciones y superpuesta sobre ella en un estilo muy noventero, el nombre «Madame Vastra», junto al número de contacto y la dirección, oh, y una joya de correo: «madamevastra8@hotmail.com». De cuando todavía no había monopolio de Infinity.

    – [Elle]Pues vamos ahora mismo.[/Elle] – dijo levantándose de la silla, por suerte habiéndose terminado el desayuno, porque nada da más rabia que la forma en la que dejan la comida en la ficción para hacer cualquier cosa. ¿Es que nadie les ha enseñado modales?

    – [Idris]¿Me voy a tener que quitar la bata un domingo?[/Idris] – pregunté, con un poco de apego, se estaba tan calentito.

    – [Elle]Deberías, sí.[/Elle] – dijo dándose la vuelta y respondiendo a mi reticencia con una imagen de su espalda desnuda tras tirar la parte de arriba del pijama al suelo. Estúpido Idris, por qué eres tan básico.

    – [Idris]Es una pena, es muy suave, como si no llevara nada…. llevara nada.[/Idris] – dije siguiéndola mientras me deshacía de todas las prendas que podía rápidamente. – [Idris]llevara nada.[/Idris] – añadí contoneándome.

    Un rato más tarde. Bastante rato. Un par de horas más tarde al menos. El caso es que ya estábamos en la calle, vestidos para matar a la moda de los noventa. Eso sí, sin gorra, pero con colores y estampados que parecían sacados de la intro de ‘Salvados por la Campana’.

    Caminando por la calle del brazo de Elle me hacía ir más erguido de lo habitual y sonreír todavía más ampliamente cuando me cruzaba con caras conocidas, casi siempre del mismo tono de piel que yo.

    – [Elle]Es como vivir con Mahersala Ali.[/Elle] – me halagó, ya sabía que era mi ídolo de la infancia. El barrio en el que habíamos alquilado no era un sitio de ricos, si no el típico lleno de gente humilde.

    – [Idris]Soy un tío de barrio, que le vamos a hacer. [/Idris]- comenté saludando a DeShawn, que iba directo a abrir la peluquería. Solía ir allí a que me cortaran el pelo mientras me enteraba un poco del sitio en el que vivíamos y trataba de coger pistas para salir del mundo. Por suerte aunque estaba lleno de espontáneos que iban a dar charla, ninguno de ellos era Eddie Murphy haciendo chistes hirientes.

    – [Elle]De barrio rico.[/Elle] – puntualizó ella.

    – [Idris]Eh, la cuestión no es la pasta que tienes. [/Idris]- me defendí. Había tenido que pelear para que los del barrio dejaran de verme como el tío rico, ajeno a lo duras que eran sus vidas, sus luchas por conseguir salir adelante cuando el mundo no deja de ponerte la zancadilla porque ya has empezado la partida con saldo negativo. – [Idris]Soy negro, hasta de elfo, y estoy orgulloso. [/Idris]- afirmé. Me habría sentido un poco engañado si mis padres hubieran sido elfos claros. Hubiera tenido siempre la duda de si estaba haciendo «whitewashing» o «blackface».

    Ella asintió y me apretó la mano para darme apoyo. – [Idris]Cuando tu madre es blanca como la leche y tú padre negro como el café, la gente te intenta clasificar mucho, normalmente tirando hacia el latte. [/Idris]- admití sonriendo. Desde pequeño fui consciente de que mi tono de piel era más oscuro que el de cualquiera de mis padres, por suerte ellos fueron siempre sinceros y las cosas encajaron pronto. Pero cuando vi lo que hacía el mundo, decidí estar orgulloso de mi piel y mi herencia, sin dejar de estarlo nunca de mi maravillosa madre.

    – [Elle]¿De pequeño te dabas cuenta de esas cosas?[/Elle] – preguntó, intrigada.

    – [Idris]¿De qué era el negro oficial de mi colegio?[/Idris] – repliqué sin tapujos. Había tenido que lidiar con todo tipo de personas sin que fueran conscientes de que positiva o negativa, era discriminación igual. – [Idris]Sí, desde pequeño. Luego con Mike ya éramos dos pero él, ya sabes..[/Idris] – admití, suponiendo que todo el mundo se había dado cuenta.

    – [Elle]¿Él qué?[/Elle] – preguntó, mirándome.

    – [Idris]Es como un huevo Kinder, negro por fuera, blanco por dentro.[/Idris] – resumí, echándome a reír.

    – [Elle]No es gracioso.[/Elle]- defendió ella, negando con la cabeza mientras se aguantaba la risa. No pasaba nada, Mike había decidido vivir su vida tratando de ser ajeno a las diferencias. Era otra clase de lucha, nada que ver con mi perspectiva.

    – [Idris]¿Qué no? Todo lo que digo es: a) verdad y b) divertido. [/Idris]- repliqué frotando mi nariz con la suya.  – [Idris]Mike pasa del debate racial y yo intento aportar desde mi posición algo más privilegiada.[/Idris] – resumí. O al menos lo intentaba, desde aquí solo podía tener fe en que a los Drow les fuera bien. Mi lucha allí era más cercana a lo mundano, aunque terminara dándoles un propósito como luchadores contra el mal. Aquí, enfrentándome a entidades capaces de cumplir cualquier deseo o cambiar lo que desearan, me sentía insignificante.

    – [Elle]A lo mejor me he equivocado de hermano…[/Elle] – bromeó ella. Fingí mirarla mal. Era curioso que a la hora de la verdad las parejas de Mike tendiesen más a compartir su tono de piel mientras que a mí me daba igual.

    – [Idris]Eh, yo no discrimino y menos a alguien tan maciza.[/Idris] – alcé una ceja y le silbé, quizá demasiado alto porque ella pareció sonrojarse. – [Idris]Siento ponerme intenso es que en este mundo la policía me mira como lo hacían muchos antes de saber quién era mi padre.[/Idris] – aseguré. Hacía cinco minutos había empezado a caminar más despacio al cruzarme con un coche patrulla para que no pensaran que tramaba algo.

    – [Elle]Espero que nos vayamos pronto de aquí.[/Elle] – me apretó la mano y se pegó a mí. Por malo que fuese todo lo demás, estar con ella no tenía precio.

    – [Idris]Con lo bien que me lo estaba pasando jugando a las casitas, seguro que sí, tengo esa suerte. [/Idris]- suspiré, no quería que se acabara, pero tampoco iba a dejar que mi inseguridad nos lastrara. Todavía teníamos mucho que disfrutar en la Kvasir y en la Tierra, estaba seguro.

    En ese momento llegamos a la dirección. Era un edificio no muy nuevo. Nos acercamos al portal y llamamos al timbre. Subimos en un estrecho ascensor que me dio ideas lascivas, como casi todo en el mundo, y cuando salimos al descansillo vimos que una de las puertas estaba abierta y de ella emanaba un aroma a incienso y alguna hierba más que no reconocí. No era licántropo, ¿vale?

    Pedí a Elle que entrase ella primero porque mi masculinidad no es nada frágil y me daba miedo que la señora fuera  a descuartizarnos. Si era el caso, Elle estaba más cachas.

    La realidad que nos encontramos involucraba muchos tapetes de ganchillo, una tetera echando humo, un loro y dos o tres gatos.

    – [b]¿Venís para saber si será niño o niña?[/b] – preguntó una señora bajita, con aspecto de haber estado preparándose un té en lugar de planificar su engaño. De hecho en ese instante estaba . Al hablarnos no nos miró y parecía que no le interesábamos mucho.

    – [Idris]No, eso está decidido, vamos a tener octillizos, así seguro que hay de todo. [/Idris]- bromeé.

    – [Elle]Esto no va a salir bien…[/Elle]- murmuró ella. Entonces la señora se giró al escucharla y la miró fijamente.

    Caminó hacia nosotros renqueando un poco de una cadera. Bien, si resultaba ser un zombie o una bruja caníbal no iba a ser de las rápidas. Acercó una mano arrugada de dedos finos y tomó la de Elle, observando su palma.

    – [b]Niña, mi niña, tú si tienes un destino grandioso.[/b] – tiró de ella para sentarla al otro lado de una mesa redonda, sin soltarle la mano. – [b]Y terrible. En tu mano están las decisiones que guiarán uno u otro camino.[/b] – me acerqué a ellas y le puse una mano a Coquito en el hombro.

    – [Elle]Eh…Gracias.[/Elle] – comento respecto a lo primero, mientras se guardaba para sí la segunda parte, sin duda pensando en lo que Xander y Owen habían escuchado en Dagrknot acerca de los Vanir.

    La mujer se levantó y colocó una taza de su té hirviendo frente a Elle. – [Idris]Supongo que para mí no hay té.[/Idris] – me quejé. Fuera era verano puro, pero me sentía un poco abandonado.

    Ella me respondió fulminándome con la mirada. Su rostro estaba surcado de arrugas y sus ojos me atravesaron haciéndome creer que no era la típica embustera. – [b]Me gusta tu lengua ligera, pero cuidado con hablar de más. Los elfos oscuros habláis demasiado.[/b] – sentenció, sin apartar la vista de mí. Ahora sí que me acababa de creer sus poderes. Elle se terminó el té y la mujer cogió la taza para observar las hojas. – [b]Vuestro destino está lejos de esta tierra, cruzando un portal a otro mundo.[/b] – empezó a decir.

    – [Idris]No tendrás un GPS en esas hojas ¿eh?[/Idris] – bromeé, las profecías y el destino me ponían nerviosillo.

    – [Elle]¿Usted podría decirnos cómo cruzar el portal?[/Elle] – preguntó Coquito, siempre tan amable. La mirada asesina que me había dirigido a mí la Baba Yaga cambió a una más dulce, como si Elle fuera Caperucita y ella la abuela, la de verdad, no el lobo haciendo drag.

    – [b]Andando chiquilla.[/b] – y luego la vieja se quejaba de mí. – [b]Pero encontrar a su guardián y liberarlo, ah, eso es distinto.[/b] – puntualizó. Entonces todavía quedaba un portal activo, protegido por un guardián al que había que liberar. Hasta ahí, captado, pero si acabábamos de ayudar a vencer a Antailtire, ¿qué había sometido a un guardián ancestral del portal entre mundos?

    – [Elle]Muchas gracias.[/Elle] – que bonica era mi Coquito, siempre tan educada.

    – [Idris]¿Tenemos que seguir al conejo blanco?[/Idris] – si la experiencia de los Moondies nos decía algo era que la palabra guardián iba asociada a unos seres que hacían que la verdadera fantasía diese comienzo.

    – [b]Conejo no, cerdo más bien, o eso era antes de que fuera corroído por la oscuridad.[/b] – aclaró. ¿El guardián era un cerdo? ¿Íbamos a luchar con Porco Rosso? – [b]No veo que será ahora, pero sí qué hace.[/b] – añadió, igual de críptica. Por eso las profecías me ponían nervioso, porque acababan siendo un galimatías en el que podías terminar entendiendo cualquier cosa.

    – [Elle]¿Y qué hace?[/Elle] – menos mal que estaba Coquito para ir al grano.

    – [b]Tejer sus mentiras y manipular.[/b] – ¿Un cerdo araña? – [b]Y aquí ha encontrado su sitio.[/b] – cogió el mando de la televisión y puso una de las tertulias que tanto detestaba, en ese momento alguien estaba soltando una perla de por qué las mujeres no eran buenas teniendo Sombra a su cargo. Espera, ¿estaba diciendo que el guardián cerdo tenía algo que ver con el programa?

    – [Idris]¡Sabía que era un cerdo![/Idris] – grité sin darme cuenta.

    – [Elle]¡Vamos! Muchas gracias por ayudarnos.[/Elle] – replicó Ellie levantándose.

    – [b]Cuidado pequeña Vanir. El poder es un arma de doble filo.[/b] – replicó la mujer levantándose. – [b]Y atenta a los más cercanos, pueden no ser quienes creemos.[/b] – ya sabía yo que no nos íbamos a conseguir marchar sin un mal augurio.

    – [Idris]No podía dejarnos ir sin una profecía chunga.[/Idris] – dije mientras bajábamos en el ascensor. Coquito se había quedado pensativa, así que intenté distraerla. – [Idris]¿Sabes dónde producen esto? [/Idris]- en casa habría sido tan fácil como buscarlo en Infinity pero allí no me apetecía ir a un sitio con internet para conectarme.

    – [Elle]Este pueblo no es muy grande.[/Elle]- respondió tirando de mí para salir a la calle. Al menos parecía más animada, cuanto más vueltas le diese a las palabras de la vieja, mejor, bastantes mal rollo le daba ya su legado maldito.

    Después de un par de calles, encontramos una tienda de electrónica de esas que solo podía haber en el pasado, donde varias televisiones estaban sintonizadas en el programa de Babe el guardián valiente. Le señalé a Coquito las imágenes.

    – [Idris]Y aun así seguro que toca irse lejos.[/Idris] – cinturones de tachuelas, mechas, bronceado falso, chándal, vaquero y ombligos al descubierto con piercing evidentes. Solo podía ser una época. – [Idris]Esa ropa, esos gritos, ese cringe y esas locuras… tiene que ser en los 2000.[/Idris]

    – [Elle]Prepárate para los pantalones cagaos.[/Elle] – replicó ella, sonriendo. Tocaba preparar un viaje a los 2000, que al parecer eran la cuna de la telebasura que tanto gustaba en los 90. Ya podían haberse fijado más en los 80 o en su propia época. ¿Veis? Por eso las décadas del siglo veinte tienen que jugar separadas. Moraleja, no juguéis con el espacio-tiempo.

    – [Idris]¿Me tiño el pelo de rubio y me pongo un montón de piercing?[/Idris] – evidentemente estaba pensando en la película biográfica sobre Dennis Rodman y sus clásicas pintas.

    – [Elle]Por favor.[/Elle] – respondió ella.

    Con la esperanza de su sonrisa como último recuerdo bonito en mi mente, saqué la brújula y le eché todo mi espíritu. Si alguna vez iba a funcionar y a entenderla en ese maldito Cúmulo, sería esta. Y sí, di un salto al ver un punto a lo lejos, tenue, difuminado, eso explicaba por qué no lo había visto otras veces, porque apenas estaba activo.

    – [Idris]Venga, tenemos un cerdo totémico que liberar.[/Idris] – y como no podía ser menos, en lugar de echar a correr, después de darle un beso bien largo, la arrastré a una tienda de ropa porque cualquier excusa era buena para comprarse un disfraz.

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • FRIO POR FUERA Y CALIENTE POR DENTRO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS

    Corrimos y corrimos atravesando callejones, solo recuperando el aliento cuando nos cruzábamos con gente y teníamos que disimular caminando más despacio. Tenía una sensación bestial de deja vu, solo que en aquél sitio, lo que destacaba no era el color de mi piel, si no mi aspecto de elfo, que por suerte y por desgracia, mantenía oculto.

    El único alivio que tenía era que por suerte, me había tocado con Elle al escapar de los policías. No era por desmerecer a Henry o a Zahra, pero había salido ganando con el reparto. Aunque se hubiera tenido que pasar casi una hora hablando por la esfera con los demás, usando a otros de los que estaban en otros mundos de puente para comunicar con los que no tenía línea directa porque no eran coleguitas elementales.

    – [Elle]Te noto cansado de correr.[/Elle] – me dijo cuando volvimos a estar en un callejón oscuro. Era curioso que hubiera tantas calles por las que no pasaba nadie, supongo que para darles la falsa sensación de peligro que algunos necesitarían.

    – [Idris]No es físico. Estoy cansado de correr de la policía.[/Idris] – confesé. Por mucho que fuera hijo de gente que vivía bien, en cuanto abría la boca cuando no debía, me miraban por mi color de piel y poco más, salvo que alguno conociera a mi padre.

    – [Elle]¿Qué se te ocurre?[/Elle] – preguntó. Se quitó la capucha y dejó al descubierto esa melena rubia. Nunca había sido muy de oro, pero el suyo sacaba mi urraca interior.

    – [Idris]Poco, esta gente odia a los sobrenaturales, la mitad nos delatara si nos ve.[/Idris] – razoné. Como asomara mis orejas puntiagudas o mi piel negra como la noche, hasta la persona más amable de allí llamaría a la policía. No los culpaba, tenían todo lo que necesitaban y la única amenaza a la vista eran los seres como yo, contra los que les habían aleccionado toda su vida. – [Idris]Tenemos que llegar a esa catedral y rezar porque el resto lleguen con los otros Daë.[/Idris] – el plan parecía mejor cuando era…eso, un plan.

    – [Elle]Un sitio muy apropiado para rezar.[/Elle]- comentó ella sonriendo. Me habría quedado allí, mirándola todo el día, pero luego habríamos muerto todos o no nacido, así que tenía motivos para seguir moviéndome.

    Le devolví la sonrisa. – [Idris]Con lo bien que habríamos estado en Grecia con nuestras togas.[/Idris] – repliqué, con mi imaginación volando como era habitual. Le quedaría muy bien esa prenda, no podía negarse.

    – [Elle]O sin ellas.[/Elle] – respondió con una sonrisa pícara. Cómo podía estar tan tentadora cuando era mala. Para qué nos vamos a engañar, también me volvía loco cuando era buena.

    – [Idris]Siempre me ha gustado como piensas.[/Idris] – admití, soltando una risa que reverberó en el callejón. Por suerte no había nadie escondido que nos acorralase. Ni ratas, no sabéis lo que agradecía que no hubiera ratas.

    – [Elle]Siempre te he gustado. Punto.[/Elle]- bromeó ella. No le faltaba razón.

    – [Idris]Vas a conseguir que me olvide de la misión y me de cuenta de que estamos en un callejón oscuro.[/Idris] – repliqué. A los dos nos gustaba nuestro tira y afloja constante. Ella tenía miedo de que teniendo algo más formal lo perdiésemos, pero yo lo dudaba.

    – [Elle]No, primero la misión.[/Elle]

    Resoplé. – [Idris]Sin Coquito y sin fiesta Idris pierde no sé qué y no sé cuanto.[/Idris] – imité. Una pena tener que salvar el mundo siempre. – [Idris]La plaza está ahí, pero está llena de polis ya.[/Idris] – dije cuando nos asomamos al final del callejón. Aquella plaza era enorme y junto a la gente de a pie, caminaban sin disimulo policías y guardias armados.

    – [Elle]¿Y si haces un Elsa?[/Elle] – preguntó mi confirmada alma gemela.

    – [Idris]Llevo toda la vida esperando que alguien me pida eso.[/Idris] – sonreí, frotándome las manos. Quitando algún apaño aquí y allá de la nave y un par de refriegas, la misión había sido más de infiltración que de acción y sentía que me estaba oxidando. – [Idris]¿Esperamos al resto?[/Idris] – pregunté, antes de lanzarme. También es cierto que tenía un poco de miedo a toda la atención que podíamos desatar, pero era un bocazas y me costaba echarme atrás a lo que decía.

    Elle se puso a mi lado y miró. Noté su olor y vi su cuello tan cerca que con solo moverme un poco podría besarlo, pero quizá no era el mejor momento.

    – [Elle]Lo mejor es empezar y que se vayan uniendo.[/Elle]- comentó. Su voz, todo en ella era maravilloso. Releyendo, sueno un poco enamorado, pero que le voy a hacer, lo estaba.- [Elle]Un poco de caos.[/Elle] – añadió, con una sonrisa cargada de picardía.

    – [Idris]Creo que me estoy enamorando de ti…más.[/Idris] – admití. Lo que os decía, no suele haber mucho filtro entre lo que pienso y lo que digo. Me dejé llevar por el calor de su cuerpo cerca del mío y no me di cuenta de lo que estaban viendo mis ojos. – [Idris]¿Eso es un unicornio?[/Idris] – pregunté. En mitad de la plaza había un unicornio de colores menta y rosa que atacaba a los policías con golpes y magia. Una imagen muy bizarra que parecía sacada de una serie de Netflix, de no ser porque un gigante de ébano luchaba a su lado, solo faltaba la banda sonora del Príncipe para rematarlo todo.

    – [Elle]Lo siento, Dris, pero sea quien sea la persona que se puede transformar en unicornio, debería ser mi pareja.[/Elle] – bromeó, con una sonrisa amplia. Estúpido y sensual unicornio.

    Alcé una ceja, era un tipo con miedos, pero si me tocaban el orgullo o a Coquito, los miedos se quedaban en segundo plano. – [Idris]Me siento atacado.[/Idris] – entrecerré los ojos y le di un beso en los labios antes de lanzarme a la pista. De forma literal, porque en cuanto entré la temperatura de la plaza se puso a la altura de la Plaza Roja de Moscú.

    No me paré a mirar a los policías que resbalaban con el hielo, solo hacia atrás, para ver como Elle emergía del callejón iluminando todo a su alrededor, cegando enemigos y lanzando haces de luz que los mandaban varios metros atrás.

    Creé hielo bajo mis pies y empecé a deslizarme como si todo fuera una pista, solo que lanzando bolas de hielo que derribaban a gente a mi paso. Cuando llegué al lado de Nate y Robin, frené con una pose que me habría dado al menos una plata y seguí dando helada a la policía, abriendo camino, sin que lo necesitara, para que Coquito se uniera a nosotros.

    Con un chasquido que me habría puesto el pelo de punta si lo tuviera, Henry apareció a nuestro lado trayendo consigo a Zahra y Ezequiel. Éste último se metió en mitad de un grupo de policías armados y empezó a lanzar tajos a diestro y siniestro con su espada, sin preocuparse mucho de sus propias heridas, que tampoco eran demasiadas.

    Viendo todos los que venían a atacarnos, empezaba a cuadrarme por qué el Antailtire este se dedicaba a llevarse los mejores guerreros y guerreras de cada mundo, y es que salían de cada esquina, ya no solo polis, si no también soldados vestidos como gladiadores, samurais, pistoleros….

    Después de un rato de preocupación, en la otra punta de la plaza empezó a sonar una música que no dejaba lugar a dudas, Lexie acababa de llegar, acompañada de Noah como dios lo trajo al mundo pero en versión escamosa y de Bowie, que había encontrado un palo y estaba repartiendo golpes como una máquina, sin dobles sentidos.

    Les ayudamos a llegar hasta nosotros y cuando estuvimos todos reunidos, Elle pidió que nos fuéramos retirando hacia las puertas de la catedral porque los enemigos seguían llegando. Nate las abrió de par en par a pesar de que eran gigantescas y antes de que volviera a cerrarlas con ayuda de Elle, levanté un muro de hielo delante, para que resistieran un poco más.

    – [Idris]Ahora tenemos que aguantar hasta que venga el resto.[/Idris] – comenté. No es que fuera a ser fácil, pero al menos teníamos un objetivo claro y se me daba mejor trabajar con malas situaciones que con cosas abstractas.

    Lo peor era que no sabíamos cuánto tendríamos que esperar y mirando a Coquito no se me podía quitar una idea de la cabeza, pero no sabía si esa Catedral del Arquitecto contaría para que me excomulgaran.

  • EL MUNDO NO VA A SALVARSE SOLO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS – NOCHE

    Vestidos ya como mamarrachos de un futuro que esperaba que no fuera el nuestro, salimos del callejón y nos internamos en una muchedumbre que parecía estar de fiesta nocturna a lo largo de toda aquella zona.

    Había demasiadas luces y la altura de los edificios daba claustrofobia, pero había una parte en mí que encontraba paz en el hecho de saber que la noche no sería oscura y silenciosa. Además, tenía que admitir que algunos de los cortes de la ropa dejaban ver partes de la suave piel de Coquito muy interesantes como punto a favor.

    – [Elle]¿Qué tal os ha ido?[/Elle] – preguntó ella cuando hubo distancia suficiente como para que fuera una conversación privada. Lexie cerraba el grupo, junto a Noah, y por el medio el resto caminaban sin ninguna afinidad especial entre ellos. Me recordaba a los primeros tiempos de los Drow, cuando no tenían mucho más en común que unas vidas turbias marcadas, de forma activa o pasiva, por las adicciones.

    – [Idris]Lexie casi la lía con su problemilla, pero al final ha salvado la situación.[/Idris] – comenté. Necesitaba compartirlo con ella. Como buena Drow, Lexie también tenía una adicción, pero la suya venía marcada por su herencia, que la hacía buscar mentir, fingir, engañar. Por suerte tenía fuerza de voluntad e inventiva y nos habíamos librado.

    – [Elle]Entonces ha sido un éxito.[/Elle]- verla sonreír hizo que la nube negra que me rodeaba se despejase. Hasta aquellas calles demasiado avanzadas parecían más amigables.

    – [Idris]Menos mal que le pones alegría a la misión hasta vestida de cyberpunk.[/Idris] – alcé  una ceja señalando uno de los cortes de su traje. Tenía que guardarme esa ropa para más tarde.

    – [Elle]Todos los mundos son malos, pero aquí hay más higiene que en el de los piratas.[/Elle] – sentenció. Dyavol no era precisamente el mundo con más personas voluntarias, de hecho, al final solo el pobre Xander se había ofrecido. En parte también porque Jane no quería dejar solo a Owen después de sus problemas amorosos.

    – [Idris]También estamos en la boca del lobo, sin saber qué buscamos exactamente.[/Idris] – había carteles de marcas que no me sonaban de nada, salvo de alguna bebida que hubiera llegado a la luna Viltis. Entre ellos había alguno de la Iglesia del Constructor, cuyo símbolo era una especie de círculo. En ninguno se veía la cara de Antailtire, aunque viendo que tomaba múltiples formas como había hecho, bueno, haría, siendo el Soberano.

    Elle asintió, pensativa.- [Elle]No es la misión más fácil del mundo.[/Elle]

    – [Idris]Por eso nos llevamos a la líder.[/Idris] – confesé. Nuestro equipo era el táctico, el que tenía que abrir camino para que los Daë pudieran terminar la misión y proteger nuestro futuro, o sea, los que lo teníamos más jodido. Este tipo de campañas eran más divertidas en Endless, con maná ilimitado y las armas legendarias. – [Idris]¿Qué tal ves al «Equipo Nexus»?[/Idris] – pregunté. Quería ayudarla en su tarea porque sabía que era muy perfeccionista y estaría deseando que todos nos lleváramos tan bien como los Moondies. Eso iba a ser difícil.

    – [Elle]Todos los equipos están bastante equilibrados.[/Elle]- dijo, mirándoles de reojo. Vi que le preocupaba, pero estábamos rodeados de gente desconocida así que no era el mejor sitio para ponerse a tener un acercamiento. Bastante era que seguíamos juntos entre todo aquel revuelto de pendientes, colores chillones e implantes inhumanos.

    – [Idris]Quizá Robin pueda sentir el portal con su magia.[/Idris] – pensé, tras ver que era la que caminaba más alejada. Poco sabíamos de ella más allá de que había vivido en una película de navidad de InfiniTV toda su vida y que era su magia, bueno la de su madre, la que les había protegido. No sabía muy bien como funcionaba lo suyo, pero era distinta a la de Kaylee, tenía que ver con las probabilidades o algo así, como los de ‘La Puerta de la Muerte’.

    – [Elle]Tiene una magia bastante poderosa, pero parece incómoda aún.[/Elle]- admitió. Elle no quería presionar a nadie, pero aparte de saber que Antailtire estaba teniendo pesadillas con nosotros, no habíamos conseguido nada espiando allí.

    – [Idris]Quizá contigo hable. No sé, tenemos pocas opciones más.[/Idris] – sugerí. – [Idris]Parece que Antailtire está nerviosete por lo que estamos haciendo, pero nadie habla de…no sé, un lugar prohibido o algo así.[/Idris] – parecía más prometedor en la teoría, que los habitantes supieran algo más de eso, pero estos NPC no estaban muy por la labor. Metí la mano en el bolsillo y noté algo duro. Luego saqué del otro bolsillo el disco metálico que era la brújula planar.- [Idris]Si supiera usar esto aquí.[/Idris]

    A Bowie le poseyó la vena urraca y se acercó a ver lo que teníamos entre manos.- [Bowie]¿Me la dejas? ¿Me la dejas? ¿Me la dejaaaas?[/Bowie] – pidió, con una ilusión en los ojos que mira, tuve que decirle que sí.

    – [Idris]Si sabes usarla, todo tuyo.[/Idris] – dije tendiéndosela. Me quedé mirando, Bowie era en parte una niña y en parte una genio, así que podía salir con cualquier cosa. Noah se acercó también y al poco, estábamos todos medio apiñados. Lexie me guiñó un ojo y me enseñó brevemente qué veían los que no rodeaban, un grupo de fiesteros tomando bebida y bailando a un ritmo infernal.

    Bowie trasteó y consiguió que se moviera, mostrando los portales. Estaba acostumbrado a que en la Tierra fueran pocos y eso me hacía fácil seguirlos, pero allí había cientos.- [Bowie]Esto parece un mapa. Debemos estar aquí.[/Bowie] – señaló. Noah y Henry parecían seguirle el ritmo, así que ya me explicarían luego cómo habían llegado a esa conclusión.

    – [Noah]Pero le falta información del planeta, quizá eso ayudaría.[/Noah] – comentó Noah. Miré a nuestro alrededor, pero Elle se me adelantó, señalando una especie de pilar sobre el que había una figura femenina aún más psicodélica que los habitantes de la Flecha. Me sentía como en Blade Runner, pero sin quedarme dormido. Que sea nuestro secreto, tengo una fama que mantener.

    Nos acercamos cuando no había nadie cerca. Parecía un panel de información así que puede que tuviera un mapa, al menos. – [Bowie]Pon el mapa de la brújula sobre ese.[/Bowie]- propuso Bowie.

    Henry empezó a trastear el aparato mientras al resto de la gente Lexie le mostraba una proyección en la que se arrancaba a hacer un ‘beatbox’ bastante chocante. Al cabo de un rato se mostró una proyección en 3D del planeta. Unos minutos de jerga tecnológica entre Bowie y Henry acabaron con una proyección superpuesta a la de la brújula, que indicaba un punto más brillante. – [Idris]¿Y la traducción de eso? Creo que Infinimaps no lo va a tener mapeado.[/Idris] – bromeé, desventajas de vivir en el futuro, se hace uno vago.

    Miré con detalle, igual que el resto, pero no tenía puntos de referencia más que para saber que era en algún punto de la ciudad. El portal estaba allí, no en las «zonas salvajes» como las llamaban los cyberhipster.- [Bowie]Creo que está en la catedral. En el centro de la ciudad.[/Bowie] – comentó, haciendo que la terminal la obedeciese con unos gestos, al parecer en el futuro tampoco eran muy fans de que mucha gente tocase lo mismo. Salió información de una enorme catedral que salía muy bien en las fotos pero tenía de estar muy vigilada. Catedral del Arquitecto la llamaban, el núcleo del Culto al Constructor. Elle muy cabrone se las había ingeniado para construir un lugar sagrado sobre el sitio donde podían destruirle, rodearlo con una ciudad futurista alimentada de todo lo que robaba a los mundos que había anclado en el pasado para servirse, llena de todo lo necesario para que la gente le adorase y le protegiese. Había expuesto su mayor debilidad delante de todos.

    – [Idris]¿Estamos seguros de que ese es el portal al Axis Mundi?[/Idris] – pregunté, por asegurarme. Había más puntos en ese mapa que en un cómic viejo.

    – [Bowie]Es un portal, pero este portal tiene algo diferente.[/Bowie]- explicó. Se veía algo distinto al resto, como si brillara más intensamente, pero era fácil pensar que eran imaginaciones de uno.- [Bowie]Lo sé porque soy un genio.[/Bowie] – sentenció. Me eché a reír, tenía debilidad por su lado infantil, una parte de mí estaba deseando ver a un pequeño Aesircillo o una pequeña Vanir de piel tostada.

    – [Idris]Y modesta.[/Idris] – repliqué.

    – [Bowie]La modestia es un rasgo bastante inútil.[/Bowie]- una verdad aplastante.

    – [Noah]Se acerca gente.[/Noah] – intervino Noah. Señaló a lo lejos, donde la muchedumbre se acalló un poco abriendo paso a un grupo de media docena de personas vestidas con una especie de armaduras ligeras, con casco de azul brillante que evitaba verle la cara.

    – [Elle]Dispersaos.[/Elle] – pidió Elle. El resto empezó a alejarse disimuladamente, pero nuestra zona se iluminó en rojo y la atención se centró en nosotros.

    – [b]Atención central, nos acercamos a un grupo de individuos de clase inferior, preparen refuerzos.[/b] – la voz salía distorsionada tras el casco, pero se escuchaba incluso estando lejos. – [b]Identifíquense.[/b] – nos ordenó. Alguna gente dudó de si iba con ellos, pero yo sabía con quién era. Un sexto sentido desarrollado por el miedo a esos policías de gatillo rápido ante los que había tenido que prepararme desde pequeño, pero más aún cuando empecé a andar con los Drow.

    Lexie trató de usar su poder para hacerles ver algo diferente, había aprendido a distinguir su arruga de concentración en la frente. A eso y a no decírselo para que no se pasara un mes en pánico.

    – [b]El escáner indica algún mecanismo de camuflaje. [/b]- dijo la voz de otro de los agentes. Mierda, estaban preparados. – [b]Identifíquense y muéstrense sin holograma. [/b]- seis armas se alzaron. No eran iguales que las de mi tiempo, pero tenían una forma parecida y el mismo poder fatal. Compartían la misma amenaza clara y patente, la misma facilidad para acabar con una vida. En esta ocasión podía esconder que era un elfo, pero en otras no podía tapar mi color de piel.

    – [Lexie]Corred.[/Lexie]- pidió Lexie, al ver que sus ilusiones habían sido detectadas. Echamos a correr y me invadieron los nervios cuando escuché el sonido de las armas al dispararse.

    – [Elle]Nos vemos en el punto de encuentro.[/Elle] – era un caos y corrimos en direcciones distintas, traté de ver que los demás estuvieran a salvo, pero me tuve que contentar con no ver a ninguno capturado o herido en el suelo.

    La mano de Ellie se cerró alrededor de la mía y su calor me reconfortó. Me di cuenta de que estaba temblando por el miedo. No era la primera vez que me apuntaban con un arma o veía apuntar, incluso disparar, a otros. Me llevó hasta un callejón vacío en el que ya no se escuchaba los ruidos de la gente ni los disparos, solo el sonido de amartillar un arma que resonaba en mi cabeza. – [Idris]Va a ser difícil entrar en esa iglesia y más con todos los Daë[/Idris] – dije en un susurro. Era una suerte que no fuéramos humanos, porque en esa carrera habría tosido un pulmón.

    – [Elle]Lo conseguiremos.[/Elle]- dijo, colocándose frente a mí. Por un momento, con los ojos abiertos, lo único que veía era su cara. Una visión que agradecí.- [Elle]O eso espero.[/Elle] – me apretó la mano y le di un beso suave en los labios

    Después usamos las orbes para asegurarnos de que el resto estaban a salvo y esperamos para dirigirnos a la Plaza de la Organización, donde la Catedral del Arquitecto se alzaba imponente en el centro. Nos escondimos al lado de una tienda de oxígeno con sabores.

    Ellie era mi otra mitad, la luz que apartaba mis tinieblas. Con ella a mi lado me creía capaz de cualquier cosa, incluso de la misión que teníamos por delante. Aunque no me habría quejado de haber podido seguir en la nave con el sexting o disfrutando de mi playa nudista particular. En fin, el mundo no iba a salvarse solo.

  • DISFRUTANDO POR EL CAMINO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    PLAYA CERCA DE LA KVASIR

    Después de despedirme del señor badajo antes de que la cosa degenerase más, volví donde estaba Elle mientras le daba vueltas en mi cabeza, divertido, a la idea de contarle a mamá qué tal se lo estaba pasando el bueno de Mike en la otra punta.

     – [Elle]¿Es cosa mía o le he visto el culo a tu hermano?[/Elle]- preguntó ella sonriendo. Me apetecía tanto estar con ella al cien por cien de mi atención que deseché la idea de fastidiar a mi hermanito. Además, Elle estaba pasando por un momento muy duro que yo mismo había sufrido hacia unos cuantos años.

    – [Idris]Estoy intentando borrarme esa imagen.[/Idris] – sonreí, disfrutando de verla alegre aunque fuese un rato. – [Idris]Rápido, desnúdate.[/Idris] – bromeé. El hielo estaba muy bien pero mi verdadero superpoder era animar a la gente, «superpayaso». Tenía la contra de que podían no tomarme en serio, a veces ni yo mismo, pero compensaba con ver la risa de Coquito.

    – [Elle]Ja, ja. No[/Elle].- replicó fingiendo ser sarcástica.- [Elle]Es guapo Mike[/Elle]. – añadió. Sabía que era parte de nuestro tira y afloja, que era muy divertido y excitante pero mi cabeza seguía luchando por ese «algo más». Que además si las cosas se enfriaban algún día en la cama dejando a un lado los juegos con mi poder, siempre estaba la opción de jugar a roles. Yo estaba acostumbrado a otro tipo de rol pero no era un territorio que me fuese a molestar explorar.

    – [Idris]Si te van altos, musculosos, carismáticos y hermanos pequeños de alguien más guapo, musculoso, alto y carismático sí, supongo que sí.[/Idris] – repliqué mientras cruzábamos el sendero por la arena que conducía a las escaleras de la pequeña cala a la que yo había bautizado «Cala Nudista», pero en la que en realidad nadie había llegado a desnudarse que yo supiera. No podía decir lo mismo de la otra en la que Mike y Sophie estarían ya haciendo un san jacobo bien rebozado.

    – [Elle]Te ha dolido[/Elle].- me pinchó ella, sin dejar de reír. Qué bonita era, la verdad, me sorprendía a menudo pensando eso, pero no bonita de físico, aunque estuviera muy muy bien, si no bonita como ser vivo. Era la mejor forma que se le ocurría a mi cerebro extraño resumir sus muchas virtudes.

    – [Idris]Profundamente.[/Idris] – respondí. – [Idris]Pero con un beso se me quita.[/Idris] – iba camuflado de broma pero no perdía nada por intentarlo.

    – [Elle]Luego le digo a Mara que te mande uno por el orbe[/Elle].- puse una mueca. Estaba encantado de dar besos y abrazos a mi madre, pero no buscaba uno de esos precisamente. Al pensar en la Tierra una sombra cruzó por sus ojos aunque trató de disimularlo.

    Al llegar a la orilla extendió la toalla y se sentó, mirando al horizonte, a un mar al que ya llegaba el ocaso. La Luna no era una maravillosa fuente de vitamina D, pero al parecer, según Henry, la Kvasir se las ingeniaba para captar toda la luz solar posible y emitir esos preciosos rayos cargados de vitaminas durante bastantes horas del día a través de la iluminación interna. Dios, adoraba esa nave. Estaba claro que la habían hecho para durar, para un viaje muy largo, y ahí estaba aún, pero sin rastro de tripulación.

    – [Idris]Pareces la portada de un disco de Amy y Leo.[/Idris] – dije mirándola. Entre su silueta – y qué silueta – recortada contra el mar atardeciendo y su introspección, encajaba en el perfil lacónico de los Daë más cantantes. – [Idris]¿Qué te pasa? ¿Es por tu abuela?[/Idris] – pregunté, la respuesta era obvia pero me gustaba considerarme el rey de lo obvio y no dejar nada nunca sin aclarar.

    – [Elle]Un disco de Amy y Leo se acercaría más a Pimpinela, pero sé a qué te refieres[/Elle].- no me había imaginado un disco juntos, quedaba ahí tanta animadversión que se me hacía imposible. Y por eso niñes no podéis dejar que las ganas de fornicar se caduquen si son mutuas y consentidas. Las cosas se ponen raras y al final no aguantas a la otra persona. – [Elle]La verdad es que sí estoy bastante triste por la muerte de mi abuela, pero me imagino que después de la cena de despedida me encontraré mejor[/Elle]. – añadió, mirando hacia la arena apoyando el mentón en su rodilla. Parecía muy frágil en esa postura, pero no lo era en absoluto, podría partirme como una ramita física y mentalmente.

    – [Idris]Yo todavía me acuerdo de mi abuelo.[/Idris] – dije acercándome a ella. –  [Idris]Parecía serio pero siempre se moría de risa conmigo.[/Idris] – me encantaba el acento de mi abuelo y lo fácil que tenía siempre sacar una sonrisa de la manga hasta en el peor momento. Fue un palo cuando nos enteramos, y hoy por hoy seguía echándolo de menos.

    Ella esbozó una sonrisa triste. Vi que sus ojos estaban brillantes por las lágrimas que estaban a punto de caer.- [Elle]También me preocupa la misión, que cada vez parece que va a durar más[/Elle]. – añadió. Sabía que estaba buscando algo en lo que mantenerse ocupada y preocupada, así que la ayudé a seguir por ese camino.

    – [Idris]No sé, en teoría terminamos con los tres próximos. El grupo estará reunido.[/Idris] – tampoco es que tuviéramos una información maravillosa y detallada, pero hay que jugar con las cartas que nos dan. – [Idris]Los Daë irán a sacrificarse y tal cerrando el círculo y nosotros…pues no sé, con todo esto de que también somos Daë supongo que tendremos que cruzar las Pruebas.[/Idris] – no me gustaba recordar que estábamos ayudando a juntarse a unas personas que iban a sacrificarse. Que para nosotros ya lo hubieran hecho no hacía más fácil mirarles a la cara. – [Idris]No sé si prefiero que me den a elegir la Kvasir o una clon de Elle que odie la ropa. Espera…¿estoy hablando en voz alta?[/Idris]  – bromeé redigiriendo el curso de mi mente. Tampoco me fascinaba pasar las Pruebas, la mitad de la generación de los Moondies había palmado en ellas, ¿pero quién no fantasea con un premio que satisfaga lo que más quiere?

    Elle apoyó su cabeza en mi hombro y yo le puse una mano en la cintura para que pudiera acercarse más.- [Elle]El grupo está reunido, pero no está unido[/Elle]. – respondió. Pensé que se refería a los Daë del cúmulo, pero era por nosotros, había entendido que nuestro grupo estaba reunido. Bueno, podía decirse que sí, al menos bajo un mismo techo, aunque hubiera abismos entre nosotros.

    – [Idris]No, si decía el otro, esos sí que van bien.[/Idris] – admití echándome a reír. A veces viene bien un poco de autocrítica. Aunque ya os digo que formar un grupo no es fácil, la mitad de los Drow se odiaban entre sí, algunos incluso con odio a primera vista. – [Idris]Nosotros acabamos de empezar, más de la mitad no habían ni imaginado luchar en su vida, es un milagro que sigamos vivos.[/Idris] – comenté dándole un beso en el pelo. – [Idris]Y he visto cómo te miran, cómo les inspiras.[/Idris] – la animé. Ella no había admitido ningún papel de líder, pero si teníamos que coger a alguien a quien valorase practicamente toda la nave bien, era a ella. El resto le caí mal a alguno o tenía alguna tara. En mi caso por ejemplo, pese a mi carisma maravilloso y que seguro que todos me querían con locura, no parecía tomarme las cosas con seriedad.

    – [Elle]No me veo mandando. Mejor que lo haga Jane que tiene más carácter[/Elle].- replicó encogiéndose de hombros. Había un subtexto en sus palabras, mi instinto me decía que no se creía merecedora de ello, que tenía miedo de la responsabilidad pero en el fondo sabía que tenía que cogerla. Y lo camuflaba tratando de ser indiferente.

    – [Idris]La mitad de los libros de fantasía coinciden en que para ser buena líder tienes que no quererlo.[/Idris] – comenté. La ventaja de ser un consentido de mis papis era que tenía una buena biblioteca de todos los libros que me había apetecido leer. – [Idris]La otra mitad nos tendría caminando por el bosque con erótico resultado. Y unos corpiños muy cucos.[/Idris] – alcé las cejas una y otra vez y ella se rió.

    – [Elle]El erótico resultado ya lo están teniendo Soph y tu hermano[/Elle].- comentó señalando la otra cala con la cabeza. Mis oídos de elfo oscuro eran buenos, pero por suerte no tanto como los de un lican o como los de ella, así me ahorraba escuchar nada.

    – [Idris]Rápido, vamos a ver quien grita más alto.[/Idris] – cambié de tercio. Vale, todas mis bromas iban hacia Coquito y yo intimando, pero en mi defensa diré que me atraía demasiado y que una luna es un lugar muy solitario donde hace falta mucho cariño. – [Idris]Es broma, estoy aquí para lo que necesites. Y no esquives, eres la líder. Lo sé. Me gustan las personas con poder.[/Idris] – sonreí, aquella nave estaba de personas con poder así que era una suerte que solo tuviera ojos para ella.

    – [Elle]¿Sabes? Hay alguien que me ha dicho lo de ser la líder antes que tú[/Elle].- explicó misteriosamente.

    – [Idris]Si es el Sr Cabinas, al menos tiene buen ojo.[/Idris] – respondí cuando me di cuenta de que había ido a saludar al nuevo inquilino. Vale, tampoco tenía nada en su contra más allá de la desconfianza sana de que acababa de llegar y no lo conocíamos, pero la cabina era mi safe place. Vale, tenía mi cuarto, pero ahora ya no podía cumplir mi fantasía de trincar en una cabina de una nave espacial a menos que él se mudara a otro sitio antes de irnos.

    – [Elle]Zeke. No le he preguntado si le gusta el apodo, pero es lo que hay[/Elle].- aclaró, sacudiéndose un polvo imaginario de los hombros. – [Elle]Privilegios de líder[/Elle]. – añadió fingiendo una soberbia que nunca tendría, por eso mismo merecía el puesto, porque no se le iba a subir a la cabeza.

    – [Idris]Ya le vas cogiendo el gustillo a eso de mandar ¿eh?[/Idris] – bromeé guiñándole un ojo.

    – [Elle]Si tengo que hacerlo, voy a necesitar ayuda[/Elle].- me agarró la mano con la suya y mi corazón dio un latido más fuerte.

    – [Idris]Monta una especie de consejo, nadie va a ofenderse.[/Idris] – le sugerí. Éramos los 101 dálmatas, una persona sola no daba para vigilar todos los problemas que había allí y los que estarían por salir. – [Idris]Kaylee tiene cabeza, te sería útil.[/Idris] – añadí. Tampoco era una novedad, Kay había llevado el rescate de Infinity y lo había hecho bien así que era la mejor candidata a segunda al mando.

    –  [Elle]Sigue dándome ideas. Luego fingiré que son todas mías[/Elle]. – rió ella fingiendo que tomaba nota.

    – [Idris]Me encanta hacer listas.[/Idris] – admití, demasiado, tenía muchas acumuladas de mis tiempos opositando. Aunque visto que ahora estábamos en otra punta de la galaxia y cuando volviéramos ya estaría más que graduada mi promoción, mejor invertirlo en entretenerme. – [Idris]A Jane tendrás que aprovecharla de tu lado, es como la oposición del Gobierno, mejor de apoyo. Y además es buena tía y se preocupa por todos. Hay que compensar un poco lo lógica que es a veces en exceso pero…[/Idris] – era otra decisión básica, a Jane le gustaba mandar pero también cuidaba del resto.

    – [Elle]Todos los días discute con Lexie porque critica su comida[/Elle].- me recordó ella. A veces se las escuchaba en media nave pero creo que en el fondo a las dos les gustaba tener algo o alguien de quién quejarse.

    – [Idris]Lexie es ‘echá palante’ pero no le gustaría mandar. Tampoco obedecer, pero sentirse útil y valorada sí.[/Idris] – vamos que le gustaba que le dorasen un poco la píldora pero no tener muchas obligaciones y desde luego la «niña perro tanuki» no quería mandar, aunque si se lo decías puede que intentara hacerlo por llevar la contraria.

    – [Elle]¿Y qué opinas de mi hermano?[/Elle]- preguntó. Xander, era heroico, tenía muchas cualidades, no habría sido mal líder, pero le faltaba una, en el fondo no lo quería, las preocupaciones se lo habrían comido. Pero como asesor sería una buena decisión.

    – [Idris]Xander te puede aconsejar bien, es estratégico y empático.[/Idris] – admití, no había mucho que decir, era otra opción lógica que nadie discutiría, como Kaylee.

    – [Elle]¿Alguien más con quien creas que puedo contar? Dos cabezas piensan mejor que una sola[/Elle].- comentó, tomando notas en su cabecita tan bien amueblada.

    Sonreí ampliamente, con mil respuestas para esa frase a la que ella misma se había dado cuenta que era muy fácil dar un doble sentido. – [Idris]Me voy a guardar el chiste para cuando termine con esto.[/Idris] – dije guiñándole un ojo, esperando que en su mente se dibujase tan fácil como en la mía nuestro «monstruo de dos cabezas». – [Idris]Noah porque sabe de casi todo lo que vamos a necesitar y Ezra porque ya ha vivido una guerra.[/Idris] – sugerí, dos opciones más que tampoco se salían de la zona sin riesgo. Pensé añadir a Nate pero se preocupaba demasiado por nosotros, quizá no le viniese bien. – [Idris]De los demás creo que nadie querría esas responsabilidades. Aunque si necesitas un líder experto estoy yo, pero prefiero darte consejos a cambio de sexo.[/Idris] – si había suerte, eso que me llevaba. Y ya en la parte seria, tenía experiencia con los Drow.

    – [Elle]Me gustaría tenerte a mi lado[/Elle].- dijo sonrojándose. Me hizo mucha gracia verla así, porque significaba…muchas cosas.

    – [Idris]¿Aquí mismo? Vaaaale.[/Idris] – bromeé. Dudaba que el sonrojo tuviese que ver con eso porque a fin de cuentas ya nos conocíamos en ese sentido. Quizá eran imaginaciones mías pero por primera vez parecía estar admitiendo ir camino de algo más. – [Idris]Ya en serio, igual se toman a mal que tu novio esté en el «consejo».[/Idris] – dejé caer la palabra con mi locuacidad habitual, ahora solo había que esperar, era igual que la pesca con el tío Bill, pero con menos maldiciones.

    – [Elle]¿Quién ha dicho que seas mi novio? Además, estarían mi hermano, mi prima, mi mejor amiga…[/Elle]- tampoco le dio mucho peso a la pregunta así que no le había «ofendido» la idea. Esta es tu oportunidad Drisín.

    – [Idris]Estaba esperando que no te dieras cuenta del detalle y ya estuviéramos casados y eso.[/Idris]

    La respuesta fue más agradable y cálida que cualquier palabra, porque acorde a mi locuacidad os diré que me plantó un beso en los labios que despertó en mi interior ese tocadiscos con la canción de la piña colada.- [Elle]Corres mucho.[/Elle] – dijo al separarse. Pero parecía tener más ganas que todas las veces anteriores de ser algo más. Solo había hecho falta viajar en el espacio y el tiempo, tampoco me iba a quejar.

    – [Idris]No para todo.[/Idris] – respondí alzando una ceja. Aún seguíamos cerca así que acorté distancia siendo yo esta vez el que inicio el beso, disfrutando del tacto.

    – [Elle]Voy a dejar de besarte porque estoy intentando pensar.[/Elle]- se apartó, pero como estaba muerta de risa me lo tomé estupendamente.

    – [Idris]Pensar está sobrevalorado[/Idris] – y lo decía un experto.

    – [Elle]Quiero que toda la nave se participe en la fiesta en honor a mi abuela. Quizás eso favorezca la cohesión del grupo.[/Elle] – sugirió.

    – [Idris]Es una buena idea.[/Idris] – admití. – [Idris]Ahí si que te puede ayudar Lexie, es lo suyo[/Idris]. – comenté, mirándola a esos ojos tan impresionantes. Yo tenía un encanto natural y había reunido a los Drow, pero en cuanto a fiestas, no había nadie que se pusiera por encima de Lexie – guiño guiño -. La tía era un hacha, te aparecía la primera, se iba la última y había sacado la vena generosa de su padre, que a fin de cuentas le había regalado el edificio principal de la escuela a los padres de Coquito y una granja a los de Ezra y Chloe.

    – [Elle]Le pediré ayuda[/Elle]- asintió.- [Elle]Y de paso le diré que me arregle con un look a lo Louna para dar más miedo.[/Elle]

    – [Idris]Estoy deseando ver cómo te arregla[/Idris] – reconocí. Al look de Louna podían acusarlo de muchas cosas, choni, escaso de ropa, llamativo, pero nunca podrían decir que te tapaba mucho. Y mira, me moría por cada centímetro de esa piel tostada en Merelia antes de venir de Coquito.

    – [Elle]Nada de look Lounie.[/Elle]- negó ella, pinchándome. Qué poco duran los sueños.

    – [Idris]Una pena, a ti todo te sienta bien.[/Idris] – la animé. – [Idris]¿Qué jefa, hacemos esta playa nudista entonces? [/Idris] – ya habíamos acabado el trabajo así que era un buen momento para empezar por lo de abajo.

    – [Elle]Creo que la playa nudista es la de al lado.[/Elle] – dijo mirándome.

    – [Idris]Hacemos todas nudistas y listo[/Idris]. – estábamos muy cerca, a un chasquido de lanzarnos el uno sobre la otra. O eso quería creer.

    – [Elle]Empieza tú.[/Elle] – dijo, apoyando el mentón en la mano mientras me observaba. No es que me fuera a cohibir eso, pero veía un brillo divertido en los ojos de Ellie que me hizo sospechar.

    – [Idris]No me fío, te vas a llevar mi ropa y darme un escarmiento por picantón.[/Idris]

    – [Elle]Pero si yo soy buena…[/Elle] – dijo aguantándose la risa. La había pillado por completo.

    – [Idris]A mi no me engañas señorita Echolls[/Idris] – aclaré.

    Nos quedamos un buen rato más en la playa y como buen caballero aliado deconstruido, no desvelaré qué hicimos o dejamos de hacer, pero sí que diré que con el mero hecho de pasar el tiempo con ella mereció la pena.

    Aunque las desgracias estaban ancladas a nuestros hombros, estábamos demostrando ser unos expertos y expertas en descubrir el amor en cualquier esquina y usarlo para arrojar luz sobre toda esa oscuridad. Así que con esas fuerzas ahora teníamos que afrontar todo lo que teníamos por delante, formar un grupo, cumplir la misión y volver a casa. Eso sin olvidarnos de disfrutar por el camino.

  • OPORTUNIDAD PERDIDA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    No tuve tiempo a pensar en nada cuando empecé a sentir que perdía la consciencia, pero cuando desperté en aquella cama con un colchón bastante deficiente que a saber quién había sudado, lo primero que pensé fue en que tenía razón.

    – [Idris]Mierda, mira que lo dije.[/Idris] – las dos opciones principales eran que hubiera muerto o que estuviera en alguna movida chunga sacada de la cabeza de Jordan Peele. – [Idris]Aunque si esto es el cielo me falta playa y Coquito.[/Idris] – comenté, mirando a mi alrededor. Y me sobraban los grilletes en la pared, salvo que los llevara puestos Coquito o yo y con propósitos nada siniestros. – [Idris]Y me sobra mal rollo.[/Idris] – reconocí en voz alta. Estuviera vivo o muerto, apareciendo en la cabaña del terror aunque alguien me escuchara dudo que me tomara por loco. Y si era así, en una peli de miedo mejor ser el loco.

    – [Caitriona]Hola, Idris[/Caitriona].- dijo una voz de apariencia femenina con un toque meloso, seductor. Como alguien a quien describirían como camelador, supe reconocer a otra de los míos. Estaba parada unos pasos más allá de la puerta frontal. Llevaba una toga, griega, romana, celta, no sabía distinguirla. Aquello parecía una escena de Spartacus, pero sin que nadie dejase caer la ropa. Su actitud y su media sonrisa tenían unas intenciones que nada tenían que ver con los placeres de la carne.- [Caitriona]Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Me llevé una mano a la frente, eso cada vez tenía más tufo a infierno.

    – [Idris]Espera, ¿estoy vivo y eres una especie de Elizabeth Hurley en «Al Diablo con el Diablo»? Porque he visto esa peli muchas veces para caer.[/Idris] – la segunda parte de la pregunta me importaba bastante menos que la primera.

    -[Caitriona]Supongo que es una referencia a algo de tu mundo[/Caitriona].- comentó, algo perdida. No es que no me lo esperase, pero podía haberme respondido a la parte crucial. No me hacía ninguna gracia dejar atrás un mundo sin Coquito Fresco.

    – [Idris]Lo importante es si estoy muerto y esto es el infierno o otra cosa.[/Idris] – insistí, acompañando mis palabras de un gesto con la mano para enfatizar. Que no diga que estoy muerto y el trato es servirla para volver a la vida o algo así, por favor. Soy demasiado joven y guapo para morir, y dejaría el mundo sin Solo-Echolls-Novak, un pecado capital.

    – [Caitriona]No estás muerto[/Caitriona].- sentenció, materializando una silla para sentarse. Fue extraño, como si empezase a brotar del propio suelo. Después de decirme que no estaba muerto me alegró bastante su presencia, no lo voy a negar.- [Caitriona]Estás aquí, al igual que el resto de personas de tu grupo, para escuchar lo que tengo que ofrecerte[/Caitriona]. – eso era una sorpresa.

    – [Idris]¿Ya hemos pasado las Pruebas o esto es un extra?[/Idris] – pregunté. Quizá me ofrecieran algo como la Kvasir, pero la mujer había empezado definiéndolo como un trato, así que mi mente divagó enseguida a los «malus» de algunos servidores de Endless de los Reinos Olvidados. La cosa consistía en que si por ejemplo te ponías que eras el mejor ladrón de los Reinos, tenías que compensar con algo malo, como tener solo tres dedos. Eso daba lugar a situaciones bastante cómicas, pero yo nunca había jugado en esos servidores concretos, me gustaba la épica más heroica. Si el trato me pedía algo a cambio en ese estilo bien podría ser la Kvasir a cambio de no tener manos para tripularla, o quedarme ciego y no volver a verla. Vete a saber.

    – [Caitriona]Idris, escúchame, por favor[/Caitriona].- pidió ella. Reconocí que estaba divagando más de la cuenta y no me convenía tocarle la moral.

    – [Idris]Vale, sí, echo el cierre, cuéntame.[/Idris] – puse mi mejor mueca de concentración, aunque mi cabeza estuviese aún ideando posibles tratos.

    – [Caitriona]Puedo traer a unas personas de vuelta a tu vida por un módico precio[/Caitriona].- dijo directamente, resquebrajando cualquier posible fantasía que hubiera en mi cabeza. Resucitar a los muertos, todos sabemos lo que el Genio habría dicho.

    – [Idris]No te voy a mentir, eso suena a trato chungo, pero dime qué personas y qué precio.[/Idris] – razoné. El precio sería seguro mucho, pero sentía curiosidad por ver a quién pretendía traer de vuelta a mi vida. ¿Mis abuelos? ¿La muchacha que había muerto a ojos de Elle? ¿O iba a traer de vuelta Robin Williams?…o espera, ¿a Michael? ¿Cómo que qué Michael? Jordan, ¿quién si no? A ver si os creéis que mi hermano se llama Michael Solo-Novak por el ángel Miguel. Eso lo cree mi madre porque le vendí la idea así, pero ahora tú también sabes la verdad.

    – [Caitriona]Puedo traer de vuelta a Abel y a Rashawn[/Caitriona].- dijo. Al principio no supe de quién hablaba. Las personas que acababa de nombrar no eran otras que mis padres biológicos, los que habían muerto porque Z era la viva imagen de que no hay más ciego que el que no quiere ver y había permitido a un psicópata como el Rey Negro seguir con vida.

    – [Idris]¿A cambio de qué?[/Idris] – pregunté. No es que fuera una persona inocente, me imaginaba lo que pediría a cambio si había acertado con ese aire tan tétrico – uy casi pongo tético, jajajaja, ojalá hubiera un aire tético en la sala, o cúlico –  pero al menos les debía a aquellas dos personas que solo conocía como dos nombres y un par de fotos estáticas.

    – [Caitriona]Recuperarías a tu familia sanguínea a cambio de tu familia adoptiva[/Caitriona].- esas palabras fueron como una hostia literal. Vale que la mujer era del pasado y no sabía cómo iban las adopciones allí, pero tenía que revisarse el verdadero concepto de familia.

    – [Idris]No te lo tomes a mal, pero tienes que deconstruirte un poco.[/Idris] – dije con sinceridad. Igual tampoco sabía qué era deconstruirse. En nuestro tiempo era un término que había que usar a menudo porque igual quela sociedad cambia con el tiempo, también tienen que cambiar las opiniones de cada persona, al menos hasta el punto de aceptar a los demás y no tocarles las narices. – [Idris]Mis padres son mis padres, los que me criaron. No renunciaría a ellos por nada del mundo.[/Idris] – añadí. Lo sentía por Abel y Rashawn, pero nunca había llegado a conocerlos y aunque me quisieran, cosa que no dudaba, no podría cambiar nunca a mis padres, era un precio demasiado alto para cualquier cosa. Yo no era Idris Moreau, era Idris Solo-Novak.

    – [Caitriona]Tendrías de vuelta a tu verdadera familia[/Caitriona].- puntualizó ella. Me llevé la mano a la frente y negué con la cabeza, otra persona habría pensado que era una mujer del pasado y no iba a entenderlo, pero a mí me perdía siempre la boca.

    – [Idris]Eso es hiper retorcido.[/Idris] – resumí. – [Idris]Parece que sabes mucho de mí vida así que no tengo que entrar en detalles de lo que les pasó. Si pudiera hacer algo por ellos lo habría hecho, pero no cambiando mi pasado.[/Idris] – expliqué. Si tenía el poder de hacer ese tipo de tratos, conocía mi nombre, el de mis padres biológicos, a mis padres…era fácil adivinar que sabía todo lo relevante. – [Idris]No quiero otros padres, soy como soy gracias a ellos, lo han dado todo por mí.[/Idris] – admiti, delante de ella y de cualquiera. Otros se habrían dado por vencidos cientos de veces, habrían dicho que no todas las veces que tuve que pedirles dinero prestado para ayudar a algún Drow a salir de un apuro. No tenía problema en reconocer que siempre me habían consentido y educado a partes iguales y me querían como poca gente podría hacerlo. – [Idris]¿Tú cambiarías a tus padres por unos que no conoces?[/Idris] – le pregunté. Igual me pasaba de cercano teniendo en cuenta que podía cambiar mi realidad en un suspiro, pero no me salía de otra forma.

    – [Caitriona]No estoy aquí para hablar de mi vida, Idris[/Caitriona].- dijo ella.

    – [Idris]Ya que hablamos de la mía…[/Idris] – repliqué, encogiéndome de hombros.

    – [Caitriona]¿Quieres ver cómo podría ser tu vida?[/Caitriona]- preguntó, en un último intento de vender su trato.

    – [Idris]No, no.[/Idris] – respondí, negando también con la cabeza. – [Idris]Ya tengo una vida con la que estoy contento, no me van mucho las realidades alternativas.[/Idris] – a ver en la teoría, si, las realidades alternativas le gustan a todo el mundo, pero no me hacía ninguna gracia ver un mundo en el que me hubieran criado otros padres, sin Mike siendo mi hermano. – [Idris]Y con cambio de familia menos.[/Idris] – repetí. No quería pasarme luego la vida echando de menos a unas personas que por una desgracia no había podido conocer. Yo era yo, con mi vida, mis errores y las maravillosas personas que había tenido la suerte de que me acogieran.

    Caitriona asintió, aceptándolo. No hubo cambios de cara monstruosos, gritos, ni maldiciones, así que la cosa era bastante light, no podía llamar a aquella mujer «mala», aunque algo sacara de esos tétricos tratos. Tenía aspecto de ser esclava de su propio trato, uno que aún no habría acabado y que le daba algo a cambio de arrastrar a otros. Fuera lo que fuera lo que estuviese detrás de los tratos, era el verdadero mal. – [Caitriona]Entonces, me voy[/Caitriona].- respondió poniéndose en pie. Su silla se volvió a hundir en la tierra y las losas se restauraron.

    – [Idris]Oye espera, que si tengo que esperar a que se decidan todos voy a pasar aquí mucho rato solo.[/Idris] – la llamé. – [Idris]¿Están bien? Cuéntame algún chisme, ¿ha aceptado alguno?[/Idris] – sonreí, muerto de curiosidad. Podía adivinar unos cuantos que dirían que no casi seguro, pero de todos los que conocía poco no podía saberlo.

    – [Caitriona]No puedo decirte nada[/Caitriona].- agarró el pomo de la puerta y me dedicó una leve sonrisa.

    – [Idris]Pero asentir sí. ¿Dante ha cambiado un coche antiguo que viaje entre mundos por su alma?[/Idris] – pregunté. Igual no sabía qué era un coche, pero si conocía a Dante lo sabría seguro.

    Caitriona se rió, puede que no conociera a Dante en persona pero fijo que ya tenía en mente su pacto. – [Caitriona]¿Volveremos a vernos?[/Caitriona] – preguntó ella. Noté algo tras su mirada acerada y su apariencia fría. Con todo lo que debía ganar sirviendo a su maestra o maestro, una parte de ella anhelaba la libertad que yo mismo había tenido al decir que no quería aceptar el trato.

    – [Idris]Si no te llevas nada muy tétrico de algune, siempre puedes unirte a nuestra nave de inadaptados. Está muy bien equipada.[/Idris] – le ofrecí. Había echado las «cuentas de la vieja» que decía mi madre y para encajar bien los números faltaba al menos una persona más.

    Ella cerró la puerta tras de sí, dejándome sumido en mis fantasías de volver a la Kvasir a salvo con los demás y mis pensamientos de que había dejado pasar una gran oportunidad. La de grabarme mientras alababa a mi padre y mi madre, habría sido muy útil cuando les dijera que había pensado cambiar lo de negociador por un chiringuito en la playa.

  • EL ALOCADO DÍA DE IDRIS

    IDRIS SOLO-NOVAK

    TARDE – LA KVASIR

    No me habría imaginado nunca que me iba a encontrar en la otra punta de la galaxia, en el pasado, futuro o vete a saber qué tiempo, con todos cambiados de cuerpos en una nave estrellada que nos servía de refugio. Y menos me habría imaginado que iba a resultar aburrido.

    Después del consejo de Xander de mantenernos por parejas con quien habíamos cambiado, me había pasado toda la tarde aburrido, sacándole conversación a Elliot, que prefería estar más entretenido leyendo un libro de su InfiniBand.

    Seguro que Xander lo había propuesto porque él había cambiado de cuerpo con Jane y ahora podían hacer ‘roleplay’ con cambio de cuerpos y todo tipo de fetiches y perversiones. Sabía que me engañaba, esas ideas retorcidas se me habrían ocurrido a mí estando cambiado con Elle, pero no, me había tocado cambiar de cuerpo con Elliot. Que no tenía nada de malo el chaval, aunque evidentemente, no era Coquito.

    – [Idris]Podemos ver la Patrulla Canina.[/Idris] – comenté. No es que tuviera mucho más descargado en la InfiniBand. Ya me había leído una cuarta parte de los cómics que tenía descargados en la Band, empezando por los más cutres, como el del crossover en el que los multiversos se están en peligro y hacen un grupo de Vengadores con uno de cada mundo: Batman, Capitán América, X-23, el Rey Mickey, Frozono y Lisa. No fue mi mejor elección pero la nostalgia y Frozono pudieron conmigo.

    – [Elliot]Eso es más de mi hermano.-[/Elliot] respondió, desviando la mirada del libro un segundo. Carraspeó al notarse la voz grave, no se había acostumbrado aún a una voz potente y vibrante como la mía.

    – [Idris]Pues ya me dirás algo porque noto como se me va la inspiración. Sin mi cuerpo no soy lo que era.[/Idris] – me eché hacia atrás en la cama de Elliot y observé el techo. Notaba como se me escapa el mojo, me estaba volviendo introspectivo y me costaba encontrar bromas. ¿En qué me estaba convirtiendo?

    – [Elliot]¿No se te hace raro? El no sentir nada.-[/Elliot] preguntó. Sonreí, aliviado, por fin algo de conversación.

    – [Idris]En realidad ahí fuera he bromeado contigo porque estoy cagado de miedo. No sé cómo puedes vivir con esto.[/Idris] – admití. Cada paso me ponía los pelos de punta. Estaba en manga corta y aunque llevaba parado un buen rato y veía que tenía la piel de gallina, no era capaz de sentirlo. En ese mismo instante, al tumbarme en la cama, ni siquiera había notado la suave comodidad de la sábana y el colchón debajo de mí.

    – [Elliot]Es lo único que he conocido. Estoy experimentando el frío por primera vez y me tiembla todo el cuerpo. ¿Es normal?-[/Elliot] – estaba confuso y me daba pena no estar a la altura para poder tranquilizarlo.

    – [Idris]Supongo que al final te acostumbras, apenas recuerdo tener frío pero puede que al principio sí.[/Idris] – respondí. El frío me afectaba menos, supongo que por algún poder secundario de mi propia habilidad. Pero para él que no lo había sentido nunca sería normal, era probable que tuviera mal cuerpo por el shock psicológico.

    – [Elliot]¿Qué ha podido pasar para que cambiemos de cuerpos? Jane me contó que de pequeño todos cambiasteis de cuerpo con vuestros padres por culpa del señor Edward.-[/Elliot] – me recordó. La situación era parecida pero diferente a la vez. La sensación era distinta y esta vez habíamos cambiado con los que estábamos más cerca, parecía, por aquel entonces había sido con nuestros padres en un intento de Edward de encontrar a Ezra.

    Me senté en una de las sillas/sofá, a su lado.

    – [Idris]Es verdad, yo fui mi madre. Todavía aparece el tío detrás de una esquina, ha estado escondido aquí desde que supo que su hija estaba cerca de Dante.[/Idris] – le di un golpe suave con el codo para ver si se reía, pero Elliot no tenía esa picardía como la que había tenido yo a su edad. Bueno, quizá nadie la había tenido. Reconozco que la pubertad me golpeó fuerte.

    Elliot no respondió y como no sabía llevar muy bien el silencio, decidí estirar un poco las piernas. Podía ir a la cocina a picar algo, ya se preocuparía él más tarde y de todas formas, era un chico delgado, tampoco es que le fuera a hacer mal.

    Cuando toqué el panel y abrí la puerta, medio atontado por la reclusión, tardé unos segundos en procesar lo que tenía delante de mí. Jane, o sea, Xander en el cuerpo de Jane, estaba tirado encima de Jane en su cuerpo, con la nariz enterrada en su cuello. Igual me equivocaba con las ideas perversas de cada uno.

    Cerré la puerta antes de que se dieran cuenta ellos o Elliot. – [Idris]Me lo he pensado mejor, aquí estamos bien, sin traumas y eso.[/Idris] – Elliot levantó la vista del libro y me miró sin entender nada. O puede que esa fuera mi cara habitual y parecía estar en la inopia.

    Esperé a que volviera a centrar la atención en la InfiniBand y me acerqué hasta la puerta para conectar la pantalla que mostraba lo que se veía fuera, mucho más útil que esas cutres «mirillas» en las que todo estaba nublado. Ahora estaban sentados juntos y mucho más vestidos de lo que había imaginado. Xander, o sea, Jane, parecía estar consolándole. Te entiendo hermano. Una cosa es que te guste la otra persona y otra que no vayas a tener un bajón al tratar de liarte con tu propio cuerpo. Pero también era una desgracia que les hubiera dado por intimar ahora que las cosas estaban tan raras.

    Me acerqué a la ventana y me senté en un pequeño…como se llama, el alféizar que es por dentro, bueno, en el hueco de la ventana. El cielo estaba empezando a tornarse gris y tenía pinta de oscurecerse más pronto. En mi cuerpo las cosas habrían sido diferentes, habría notado el cambio de temperatura enseguida gracias a mi poder. Y también habría visto gracias a mi vista de elfo oscuro, que cuatro figuras a las que no conocía corrían hacia la nave, seguidos de una más alejada.

    Volví a tratar de sacar conversación a Elliot con un tema universal, el tiempo. – [Idris]¿No has notado el cambio de…?[/Idris] – no pude terminar la frase, claro, ni siquiera sé lo que pasó con mi cuerpo, porque de pronto sentí cómo me arrastraban y aparecía en otro lugar y oh sí, con mi cuerpo.

    Esto ya os lo sabréis porque seguro que Xander lo ha contado al detalle, pero usando el poder de Jane me había arrastrado a la mente de Coquito para que dejara de ser tan salvaje. Allí disfruté de un rato de esparcimiento en mi propio cuerpo, un merecido chocolate y una sonrisa bobalicona instalada de forma perenne en mi cara al ver a Ellie. Dios, sentía que hacía meses que no roleaba…hablaba con ella.

    Cuando decidimos volver a enfrentarnos a la dura realidad, Xander nos envió de vuelta. Lo primero que pensé al abrir los ojos y ver mi cara mirándome fue que por qué no habríamos aprovechado para tener un rato «agradable» allí dentro. Tampoco hacía falta todos juntos, que Xander y Elle eran hermanos y la cosa se ponía rollo Alabama, pero Coquito tenía algunos cuartos en su cabaña muy aprovechables.

    – [Elliot]¿Te encuentras bien? Pensaba que te habías muerto en mi cuerpo.-[/Elliot] preguntó. Jane tenía razón, a su hermano no se le veía muy nervioso, solo un poco, teniendo en cuenta que pensaba que me había MUERTO en su cuerpo. Si hubiera sido solo que me hubiese cagado encima en su cuerpo habría entendido sus ligeros nervios.

    – [Idris]Sí, lo normal, Xander en el cuerpo de tu hermana ha usado su poder para meterme en la mente de Elle que ahora es una licántropa en el cuerpo de Ezra.[/Idris] – resumí ante su mirada atónita. Se le veía preocupado, me observaba fijamente, repasando mi cuerpo, su cuerpo. –  [Idris]Tranquilo, no se me han soltado los esfínteres.[/Idris]- bromeé. Al final resultó que el repaso era porque no había podido sujetarme a tiempo y caí al suelo. Como no podía sentirlo, no sabía si tenía ningún dolor, así que me senté y me estuvo repasando unos minutos para asegurarse de que no había ninguna herida oculta.

    – [Elliot]¿Deberíamos ir a ver como están los demás?[/Elliot] – sugirió.

    Me levanté y fuimos hasta la puerta juntos.  – [Idris]Sí, total, ¿qué más puede pasar?[/Idris] – mi bocaza siempre va por delante, así que cuando íbamos a cruzar la puerta se cerró automáticamente y se encendieron unas luces rojas muy poco tranquilizadoras. – [Idris]Mierda Elliot, para qué dices nada.[/Idris]

    Él me miró, sin saber qué decir, así que le di un leve codazo que iba dirigido a las costillas pero con nuestra diferencia de altura se quedó casi en la cintura, para que supiera que bromeaba. Aquí el gafe parecía yo, así que tocaba buscar la forma de salir de ahí, porque no pensaba quedarme todo el día volviendo a leer a Mickey con la  llave espada y el escudo del Capitán América.

    Nos pasamos un rato probando combinaciones en el teclado, tanto Elliot como yo. Fuera se escuchaban ecos de ruido lejano. Bastante, debía ser. Nos quedamos pensando y de pronto, la puerta se abrió sola de nuevo y las luces de emergencia se apagaron. Alguien más lo había arreglado mientras estábamos encerrados sin poder hacer nada. – [Idris]¿En serio? ¿Por qué nunca me dejáis ser el héroe?[/Idris] – me quejé. Miré a Elliot y salimos de la habitación.

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.