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Etiqueta: Ivan Bershov

  • CUÉNTAME ALGO QUE NO SEPA

    CUÉNTAME ALGO QUE NO SEPA

    Diana | Casa de las Echolls

    TARDE

    elizabethechollsyoung

    Volví a la realidad y me metí el tenedor rebosante de ensalada César como si hiciera años que no comía. Saboreé el pollo crujiente, la salsa César y la lechuga a punto de llorar de felicidad. Mi madre ya había terminado de comer y me miraba sin poder disimular una sonrisa, no porque se alegrase de que comiera, sino porque por fin alguien conocía su historia con Luke, aunque todavía tenía la sensación de que estaba inconclusa.- [Elizabeth]¿Qué has visto ahora?[/Elizabeth]- me resultaba curioso que en ningún punto le había dicho «oye mamá, estoy viendo tu pasado». Simplemente, lo sabía. Por suerte, Jaime estaba ese día aprendiéndose todos los recovecos de la ciudad para poder plasmarlos en su libro, porque no creía que le fuera a hacer mucha gracia enterarse de que el gran amor de la vida de mi madre era un macizo con las gafas de Harry Potter que llevaba unos cuantos años criando malvas.

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  • ¿ESO ES LO QUE HACE FALTA PARA GUSTARTE?

    ¿ESO ES LO QUE HACE FALTA PARA GUSTARTE?

    Diana | Casa de las Echolls

    MEDIODÍA

    lizecholls

    Cuando llegamos a casa, después de pasarnos el resto del viaje cantando ‘Without you’ de Mariah Carey (juraría que antes de estar preñada esa canción me parecía una cursilada), mi madre me ayudó a bajar del coche y yo la ayudé a cargar con las trescientas bolsas de ‘Walmart’ que había traído con comida para el próximo Apocalipsis Zombi, como mínimo. Vale que Cara y Daakka comían como limas y a mí me apetecía hacer segundo desayuno, pero eso no significaba que tuviera que acabar con las existencias de la cadena de supermercados.

    Estaba segura de que la historia estaba todavía a medias, porque todavía no habíamos visto a Luke quitarse las gafas y que mi madre se diera cuenta de que estaba macizo, por lo que cuando fui al váter tuve cuidado de no acabar con la cabeza metida dentro y al volver, me la encontré colocando la comida en los estantes con la cabeza en otra parte. Seguramente, estuviera pensando en el culo de Luke. No la culpaba.

    – [Elizabeth]¿Qué quieres saber?[/Elizabeth]- me preguntó enarcando una ceja. Me sorprendía que el pelo no se le hubiese cardado eternamente.

    – [Diana]¿Luke y tú mojasteis el churro o hubo sólo toqueteos?[/Diana]- noté una patada de la meona. Ella también estaba de acuerdo en que su abuela y Luke habían tenido rollo.

    Mi madre soltó una carcajada.- [Elizabeth]No pienso responderte a eso[/Elizabeth].

    – [Diana]¿Por qué? Estoy embarazada y sensible. Ahora mismo podría echarme a llorar[/Diana].- en cuanto pensé en llorar, se me llenaron los ojos de lágrimas. No sólo tenía las tetas enormes, sino que podía abrir el grifo cuando me apeteciera (el de arriba y el de abajo, en realidad).

    – [Elizabeth]¡No te atrevas a chantajearme![/Elizabeth]- sabía que se estaba riendo.

    – [Diana]No es chantaje, es que ahora me he puesto a pensar en todas las cosas que no sé del mundo y…es horrible[/Diana].- vale, quizás había empezado a llorar de verdad. Me recordaba a aquella vez en la que lloré porque Christopher no ordeñó a las vacas de mi granja virtual cuando se lo había dicho.- [Diana]¡Soy una foca monje y me escondéis cosas![/Diana]- me llevé las manos a la cara.- [Diana]¡Esto es humillante![/Diana]- era como si hubiera abierto un grifo.

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  • EL MACIZO CON LAS GAFAS DE HARRY POTTER

    EL MACIZO CON LAS GAFAS DE HARRY POTTER

    Diana | Universidad

    MEDIODÍA

    lizziehollis

    La meona se había pasado toda la noche bailando flamenco sobre mi vejiga, cosa que me habría parecido incluso razonable si el despertador no hubiese sonado a las siete de la mañana para recordarme que, a pesar de tener los tobillos del tamaño de dos columnas dóricas, me debía a mi obligación como consejera. Estaba un poco hasta las narices del embarazo, qué queréis que os diga, sería muy gratificante cuando mi preciosa vagina se desgarrase y diese paso a un melón de (esperaba) poco más de tres kilos, pero estaba cansada de vivir prácticamente a dieta, de revisiones médicas y de pilates para embarazadas. Era la versión preñada de Hulk y quería ser la versión madre de mí misma.

    Hablando de mi vagina, hacía una temporada que no la veía y empezaba a preocuparme que se hubiese convertido en territorio salvaje. Tendría que comentárselo a Christopher, que por cierto, me había llamado para decirme que le pidiera a mi madre que fuera a recogerme por la bruma extraña que me había puesto las pilas durante una centésima de segundo. Estoy segura de que cuando le dije que pasara a recogerme estuvo a punto de echarse a llorar.

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