Moondale

Etiqueta: Jack

  • LA SONRISA DEL LADRÓN DE CUERPOS

    HOTAH TEIKWEIDÍ ‘LEKWAA’

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Miré mis manos una vez más. Yo mismo en un cuerpo extraño. Y sin embargo, seguía sin estar solo. Los espíritus que me acompañaban y me convertían en ‘Lekwaa’ parecían estar unidos a mi espíritu y habían saltado conmigo a ese nuevo cuerpo. Discutían entre sí, preocupados por aquella aberración de magia, pero estaba demasiado ocupado pensando como para escucharles. No dejaba de dar vueltas a la idea de que igual que me habían seguido a este cuerpo, podrían estar conmigo mientras fuese consciente, quizá también en la otra vida si es que había algo. Sin un momento de soledad, sin un segundo de paz.

    Fijé la vista en el chico nuevo, el que ahora ocupaba mi cuerpo. No le conocía de nada, pero para ser sinceros tampoco conocía en exceso a ningún otro como para haberme sentido más cómodo con el cambio. Quizá hubiera sido mejor incluso así.

    – [Lekwaa]¿Cómo lo llevas?[/Lekwaa] – le pregunté. Estaba perdido en sus propios pensamientos, supongo que todos lo estábamos teniendo en cuenta las circunstancias.

    – [Jack]Es extraño. No sabría describirlo. ¿Y tú?[/Jack] – respondió él. Desde el principio me había parecido un muchacho simpático y agradable. En otro tiempo quizá habría comprobado su espíritu antes para saberlo a ciencia cierta, pero me parecía una falta de confianza respecto a Vera y los demás que habían estado en su mundo. Ellos habían decidido que era de fiar así que yo no podía ponerlo en duda. Y de todas formas, no habría dado tiempo a hacerlo antes del cambio.

    – [Lekwaa]Más o menos lo mismo. Y lo de estar encerrados no ayuda.[/Lekwaa] – en mí habían cambiado muchas cosas respecto a mi yo pasado. Una de ellas era que desde mi tiempo con la tribu, necesitaba pasar ratos al aire libre. Tranquilizaban mi alma.

    – [Jack]Podemos salir si quieres.[/Jack] – sugirió él.

    Negué con la cabeza. – [Lekwaa]Nos han pedido que nos quedemos por parejas mientras dure esto, y creo que tienen razón.[/Lekwaa] – expliqué. Éramos muchos en aquella nave y había que entender que para ellos algunos éramos desconocidos unos cuantos. Con el caos habría muchas cosas que podrían salir mal, secretos que nadie quería que se supiesen, cambios negativos en las relaciones…

    – [Jack]Ya, pero si esto dura mucho va a ser horrible seguir aquí dentro sin nadie más con quien hablar.[/Jack] – razonó él. No le faltaba razón. – [Jack]¿No echas a nadie en falta?[/Jack] – preguntó al poco, antes de que me diese tiempo a responder. Al final resultó que no era tan tímido como parecía.

    Sentí un eco rondar mi cabeza y decidí ignorarlo, los espíritus llevaban alterados desde Terra, primero por la magia oscura de un bando, luego por las armas que sesgaban un sin fin de vidas en el otro y ahora por este cambio.

    Decidí pensar en la pregunta de James. – [Lekwaa]La verdad es que apenas conozco a nadie. Solo en las misiones y no demasiado.[/Lekwaa] – resumí. Henry era un buen tipo, me caía bastante bien, pero apenas habíamos hablado. Con Ezra había coincidido muy poco, mucho menos con Robin. Julia era simpática pero me provocaba un poco de miedo, especialmente cuando me miraba como si fuese comestible. Owen había estado ocupado casi todo el tiempo que estuvimos en la nave la última vez. Así que supongo que se podía decir que mi mejor amiga era Vera.

    – [Jack]¿No tienes más relación con nadie?[/Jack] – insistió, no me lo tomé a mal, tendría curiosidad, en especial siendo él uno de los más nuevos. Pensé en la fiesta, con el único con el que me había parado a hablar un poco más había sido con Niall. Me había llamado la atención al momento, pero estaba demasiado aturdido tratando de controlar la opinión de los espíritus. Volví a sentirlo, un eco, como si estuvieran llamando a la puerta de mi cabeza. Lo rechacé, pensar en Niall me había traído malos recuerdos de ellos.

    – [Lekwaa]No mucha. Quizá iría a intentar hablar con Niall, pero suele estar siempre con más gente y es difícil.[/Lekwaa] – confesé, evitando decirle que me acompaban los espíritus de los grandes líderes de mi pueblo y no estaban de acuerdo en aceptar mi orientación.

    James asintió, pensé que quizá estaría pensando en alguien. – [Jack]Puedo acompañarte y entretener a la persona con la que ha cambiado.[/Jack] – sugirió sin mirarme. Le observé y el me miró y me dedicó una sonrisa.

    Pensé en su propuesta, no era descabellado tampoco, seríamos cuatro y sería fácil identificar quien era quien. Además tampoco podría pasar nada grave. – [Lekwaa]Supongo que es mejor que quedarse aquí no sabemos cuanto.[/Lekwaa] – admití, aliviado. – [Lekwaa]Se ha cambiado con Henry creo, que es buen tipo.[/Lekwaa] – me escuché decir con aquella voz que no reconocía. Era desagradable que mi rostro y mi voz estuvieran delante de mí.

    – [Jack]¡Estupendo![/Jack] – sonrió, levantándose. – [Jack]Así puedo aprovechar para conocer mejor a todos.[/Jack] – así que eso era lo que le pasaba, no quería ser un desconocido. Lo entendía bien, pero yo era más solitario, podía acostumbrarme a serlo porque de todas formas, no solía estar solo nunca.

    Asentí y resistí un impulso de mirarme en un espejo antes de ir a ver a Niall. No habría servido de mucho y casi que prefería que no le gustase demasiado esa cara. – [Lekwaa]Son buena gente por lo que he podido ver. Son muy diferentes, pero buenas personas.[/Lekwaa] – dije acercándome a la puerta.

    Escuché cómo cogía algo y lo siguiente que noté fue un golpe punzante en la nuca. Fue tan fuerte que caí al suelo. Los parpados me pesaban y el dolor empezó a ser lo único que percibía. Notaba un zumbido, un eco en mi cabeza, esperando que fueran los espíritus, les dejé entrar.

    – [b]¡Traidor! ¡Ladrón de cuerpos![/b] – dijo la voz de un viejo líder del clan Wooshkeetaan. En mi mano, la de mi cuerpo real, estaba mi arco, partido ahora en dos después del golpe que me había propinado con él y que para el cuerpo del chico pelirrojo había sido demasiado.

    – [b][i]Otro ha tomado el lugar de ese pobre muchacho. [/i][/b] – dijo la voz de mi madre. Dejé que los espíritus concedieran más visión a los ojos de aquél chico cuyo cuerpo había ocupado y del que ahora no sabía que habría sido.

    Su cuerpo estaba ocupado en ese momento palpando en una de las paredes hasta dar con un mecanismo que hizo que esta se deslizara mostrando un compartimento oculto. Parecía conocer la nave mejor que nosotros. Vi su aura, intensa, con una forma extraña, como un ardor que se extendía hacia el exterior con un núcleo más oscuro. No era del todo malvado, pero tampoco inocente.

    – [Jack]Ningún villano se ve a sí mismo como uno.[/Jack] – dijo arrodilándose sobre mí. La musculatura de mi cuerpo evitó que pudiera librarme. Aquél chico no era especialmente fuerte.

    Mis ojos se inundaron de pánico cuando vi que en su mano derecha empuñaba una jeringuilla que pinchó en mi cuello. Empecé a ver borroso y la consciencia se me escapó de entre las manos. Esperé que aquél líquido solo me durmiera y no fuera mortal, confié en que de querer matarme, lo habría hecho de otra forma, pero no podía estar seguro. Me despedí del mundo con el corazón encogido, dejando todo en manos del resto. Pero nadie me conocía tanto, el impostor podría hacerse pasar por mí incluso si deshacían el cambio.

    Lo último que vi fue la sonrisa de aquél ladrón de cuerpos, que de pronto, ya no parecía tan amable.

  • CAMBIO DE CORAZÓN

    4×09 – A CHANGE OF HEARTS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALLE DE LA CAÍDA, LUNA VILTIS

    En el «Valle de la Caída» como lo llamaban los habitantes de la Luna Viltis había aparecido hacía varios días un refugio excavado en la pared de una ladera. A primera vista nadie era capaz de distinguirlo en aquellas vastas tierras, tal y como pretendían los que lo habían hecho.

    La magia de Violet había horadado la piedra y mantenía ahora oculta también la entrada. De esa manera habían podido permanecer más o menos cerca de la nave estrellada que daba nombre al valle, cerca de aquellos aspirantes a héroes que se interponían en el camino de Antailtire.

    Cinco de los seis miembros de la mano que habían ido a la Luna como parte de su misión estaban allí dentro. – [Asia]Ya han vuelto todos.[/Asia] – indicó Asia, con sus ojos perdidos en la inmensidad de la información que tenía en su cabeza. Cuando la Nave había estado vacía había aprovechado para conectarse al sistema interno de cámaras y había ido monitorizando quiénes entraban y salían hasta que al fin estuvieron todos. Dos más de los que habían identificado anteriormente. – [Asia]Les he escuchado hablar, la llamada Ruby ha descubierto que hemos estado allí.[/Asia] – explicó. – [Asia]Alguien no ha tenido cuidado.[/Asia] – añadió mirando hacia Violet sin disimulo.

    – [Violet]¿Me estás mirando a mí?[/Violet] – le espetó la nigromante. Estaba lista para descargar toda la ira que acumulaba contra aquella mujer mitad máquina.

    – [Jack]Deberíais haber purgado vuestros problemas antes de venir.[/Jack] – comentó Jack sin alzar la mirada, dando vueltas entre los dedos a un rosario.

    – [Snake]No es el momento.[/Snake] – intervino el frío asesino conocido como «The Snake». – [Snake]Hay que prepararlo todo.[/Snake] – añadió.

    – [Hector]Ahriman no está. No sé dónde ha ido.[/Hector] – les recordó Héctor, el enorme caballero del yelmo astado. Ahriman, aquél engendro sacado de las profundidades de Dyavol, se había marchado hacía unos días. No trabajaba en equipo y la mayoría de los presentes agradeció que se fuera. Ya lidiaría Antailtire con él por desobedecer las órdenes.

    – [Jack]»Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos.»[/Jack] – recitó Jack. Violet puso los ojos en blanco como cada vez que citaba su libro santo. – [Jack]Aún así me alegro de que hayamos separado nuestros caminos.[/Jack] – añadió.

    – [Asia]Antailtire lo envió como seguro. Si fallamos, él se encargará.[/Asia] – les corrigió Asia, pese a no estar tampoco demasiado segura. Le costaba admitir que aquél ser pudiera encargarse de algo de lo que los otros cinco, especialmente ella, no pudiera.

    – [Violet]Mi magia no falla.[/Violet] – sentenció Violet.

    – [Asia]Tampoco mi plan.[/Asia] – le replicó Asia. – [Asia]¿Tienes claros los objetivos?[/Asia] – le preguntó, cambiando de tema.

    Violet la observó con desdén. – [Violet]Afectará a todos los de la Nave y todos los de aquí, excepto a mí.[/Violet] – explicó una vez más, como si recitara una lección del colegio. – [Violet]Y los que tenéis que tener claros los objetivos sois vosotros.[/Violet] – añadió. – [Violet]Yo me limitaré a lanzar el conjuro y vosotros tendréis que estar pensando en la persona con la que vais a cambiar.[/Violet] – puntualizó. La magia permitiría sacar el alma misma de cada uno de ellos y traspasarla al cuerpo de otro. Cuando los demás estuvieran allí dentro, llevando caras conocidas, sacarían toda la información que pudieran y acabarían con ellos de manera rápida. Asia había perfeccionado el plan, por mucho que Violet odiara admitirlo, pidiendo que los de allí dentro cambiaran también entre sí, así aprovecharían la confusión para que no les detectaran.

    – [Asia]¿Todos listos?[/Asia] – preguntó. Hector, The Snake y Jack asintieron.

    – [Violet]Eso siempre.[/Violet] – dijo Violet. Los demás se apoyaron cada uno en una columna de metal macizo y Asia ocupó su lugar en la cuarta. Entonces Violet procedió a atarlos a todos uno a uno, de manos y de pies, inmovilizándolos contra las columnas.

    Entonces empezó a recitar unas extrañas palabras y un  halo se alzó desde el mismo suelo cubriendo el refugio y extendiéndose hasta cubrir por completo la nave. – [Violet]Sayonara, baby.[/Violet] – se despidió. Segundos más tarde, las almas empezaron a bailar.


    OWEN Y AMY

    Owen se acercó a Amy, llevaban el suficiente tiempo separados y había muchas cosas de las que hablar, pero Amy no se sentía en ese momento con la fuerza necesaria como para hacerlo. Cuando le vio, buscó la manera de poner una excusa, pero entonces sintió como si su ser, toda su esencia, le fuera arrebatada de su cuerpo. No tuvo tiempo de ver que a Owen le pasaba lo mismo. Le percibió más cerca que nunca, con sus almas orbitando entre sí hasta que algo tiró de ellas de nuevo y las ancló a la tierra, a un cuerpo, solo que esta vez no era el suyo propio. Amy se miró las manos y las notó más grandes, pero mucho antes que eso percibió, o más bien dejó de sentir, a su otro yo. Ya no estaba conectada a la loba, estaba más sola que nunca. Echó a correr hacia la zona común sin dejar tiempo a que Owen fuera consciente de lo que pasaba.

    XANDER Y JANE

    En la cocina, mientras tanto, Xander cocinaba, brindando a Jane de un silencio que necesitaba , no solo en sus oídos si no en su propia cabeza. Ella se afanaba en convertir los pocos productos que tenía a mano en algún postre que le llevase un tiempo, para acallar los recuerdos del hombre que había muerto para que ella tuviera ese nuevo y temible poder. En ese momento ambos sintieron el tirón y sus almas formaron brevemente una esfera brillante en mitad de aquella cocina, hasta que intercambiaron sus cuerpos. Nada más verse en el cuerpo de Jane, Xander tragó saliva y mantuvo la vista al frente, sin saber que hacer.

    JULIA Y NATE

    Julia conversaba con Nate mientras movía sus cosas al cuarto. Ella había propuesto dormir con Nate aunque a ella le habían dicho que podía dormir con Zahra ahora que iba a haber menos espacio y casi todos tenían que compartir habitación. Zahra no parecía entusiasmada y Julia le había ahorrado que nadie invadiese su espacio vital aprovechando para acercarse al silente y gigantesco Nate. Él la sujetó cuando el alma abandonó su cuerpo, pero solo durante unos segundos, el tiempo que tardó en ser arrancado también de su propio cuerpo. Cuando sus esencias se desenredaron, ambos se sorprendieron al estar en el cuerpo del otro y trastabillaron al tratar de levantar sus nuevos físicos del suelo.

    MIKE Y DANTE

    Mike acababa de terminar de revisar una herida en un ala que Dante había sufrido en el rescate del Daë. Aplicó un gel antiséptico en su bíceps secundario y aseguró de que con eso y la rápida curación de Dante fuera suficiente. Aprovechó para hablar con su viejo amigo y tratar de no estar siempre tan distanciado del resto, pero su conversación se vio interrumpida por la extracción de sus almas y el consecuente cambio de cuerpo. Mike comprobó en sus nuevas «carnes», que el antiséptico era lo único que necesitaba.

    JAMES, LEKWAA Y JACK

    James sonreía tímidamente mientras Lekwaa le enseñaba la distribución de la nave. Vera había querido hacerlo pero al ser Lekwaa uno de los más «nuevos» había pensado que era uno de los que mejor podía conocer su experiencia de primera mano. James vio el alma abandonar el cuerpo de Lekwaa y sintió como algo tiraba de la suya propia, pero tardó en hacerlo más que en ninguno. No supo qué le pasaba y se preguntó si tendría algo que ver con ser hijo de quien era, pero sus pensamientos se suspendieron cuando su alma finalmente salió a la luz. Ambas esencias giraron hasta que una tercera, desconocida y de un halo diferente, se unió a ellas. Entonces una de las dos sintió el tirón y fue arrastrada de la nave hasta un cuerpo más lejano, el del conocido simplemente como «Jack«. Las otras dos tomaron posesión de los cuerpos que tenían cerca, sin saber ninguno que el otro, en lugar de la persona que habían tenido enfrente, era ahora Jack.

    CHLOE Y BOWIE

    Chloe parecía animada mientras se llevaba los últimos y escasos objetos personales de Ruby al cuarto de Bowie. Había preferido hacerlo ella misma en contra de lo habitual porque estaba deseando compartir cuarto con alguien con más afinidad y sin duda, su futura cuñada era la mejor candidata, aunque aún no sabía como sería en el pasado. Bowie parecía estar meditando, ajena a todo. A Chloe no dejaba de resultarle extrañatodavía muy robótica. Pero cuando el conjuro las alcanzó, el alma de Bowie salió de su cuerpo igual que la de Chloe, intercambiadas de pronto.

    VERA, LAURA Y THE SNAKE

    Vera y Laura estuvieron a punto de chocarse cuando ésta última salió distraída y apresuradamente de su cuarto. Desde lo que sea que les hubiera pasado, Laura huía del cuarto que compartía con Henry cuando antes y se pasaba el día intentando saber que hacer en aquella nave dejada de la mano de todo. Laura se disculpó con una sonrisa y entonces ambas sintieron el tirón. Pero una tercera esencia, violenta y amenazadora, se colocó entre ellas, reemplazando a una de las dos, que se vio arrastrada al cuerpo inmovilizado del asesino ‘The Snake’, en el refugio en el que estaban las Manos del Pensaer. Una de las dos era uno de los enemigos, pero la otra no lo sabía.

    HENRY, NIALL Y HECTOR

    Henry y Niall coincidieron al salir de los baños de la planta superior, Henry saludó y agachó la mirada mientras se lavaba las manos, sin saber qué decir. Niall agradeció que los baños tuvieran cada uno su intimidad, nunca le habían gustado los urinarios de pared y se alegraba de que en el futuro pudieran haberse extinguido. Henry cedió el paso a Niall y cuando estuvieron fuera de la sala, sus esencias se unieron a una tercera que reemplazó a uno de los dos. Uno de ellos despertó en el cuerpo del gigantesco y fornido Hector, mientras que él tomaba posesión de uno de sus cuerpos. Niall, donde quiera que estuviese, al comprender lo que había pasado, agradeció que hubiera pasado después de ir al baño.

    IDRIS Y ELLIOT

    La carcajada de Idris resonó en la piscina después de un chiste que había sonrojado a Elliot. El muchacho aún recordaba el terror de verse en el agua incapaz de hacer nada y había decidido tratar de mejorar como nadador. Aquella mañana Idris había decidido ir también a darse un chapuzón y al ver a Elliot, había intentado que se soltara un poco y se sintiera menos preocupado. De pronto la esencia de Elliot abandonó su cuerpo, que se hundió en el agua y la de Idris hizo lo mismo, cayendo cerca del borde. Cuando sus espíritus se intercambiaron, Idris abrió la boca y tragó agua. Trató de nadar hacia la superficie y vio una mano conocida ayudarle a salir. Al ver su cuerpo llevado por otro soltó una maldición que reverberó por todas partes.

    LEO Y NOAH

    Leo y Noah estaban sentados en la biblioteca, en el cubículo de estudio de Noah, después haber conseguido hablar con su padre – y su madre a través de éste -. Era cada vez más difícil y más raro hablar con ellos porque para lo que ellos habían sido semanas, pronto meses, en su mundo eran apenas días. Acababan de cortar la comunicación cuando sus espíritus se intercambiaron y Noah se despertó en un mundo que de pronto iba mucho más despacio.

    LEXIE Y ZAHRA

    Alguien le había sugerido a Lexie que intentara hablar con la solitaria Zahra para que se sintiera más cómoda. No sabía a quién demonios había escupido para que le tocara a ella una misión más justo cuando había una pequeña pausa, ni por qué habían pensado en ella concretamente. Quizá era una forma de torturarla o alguien había pensado que como las dos podían cambiar de aspecto ya tenían mucho de lo que hablar. Pues no, estaban en silencio, Zahra no tenía la más remota idea de moda ni de casi nada de lo que Lexie conocía. El único momento en el que se sintió más cercana a ella fue cuando sus cuerpos se intercambiaron y Lexie, ahora como Zahra, se pasó maldiciendo casi media hora.

    ELLE Y EZRA

    Elle estaba sentada en la sala común junto a Ezra. Todavía le resultaba abrumador que su primo de otra realidad, el que había sufrido demasiado en un mundo en guerra y no hablaba apenas con nadie, tuviera confianza con ella como para contarle lo que había pasado en su último viaje. Pero desde luego, agradecía poder sentírse útil y le gustaba tener aquellas conversaciones, Elle nunca tendría demasiados primos. Era algo que tenía la suerte de poder decir, porque con ninguno de ellos tenía mala relación. Ambos se quedaron callados en mitad de su conversación, en la que en los últimos minutos quien más hablaba era Elle, y cuando despertaron ella se sintió extraña y perdida, pero notó que no estaba sola.

    RUBY Y SOPHIE

    Ruby subía las escaleras desde la planta inferior, habiendo terminado ya su entrenamiento matinal. Se encontró con Sophie, que bajaba para salir un rato a disfrutar del exterior y vio que perdía el control de su cuerpo y caía por las escaleras. Ruby la cogió a tiempo, justo antes de que ella misma perdiera el conocimiento. Cuando ambas abrieron los ojos, sus roles habían cambiado.

    KAYLEE Y COLE

    Kaylee y Cole se encontraron en la biblioteca. Kaylee estaba investigando los libros de magia que allí había, en papel y digitalizados, mientras que Cole revisaba los tomos en papel en busca de algo de lo que ni él mismo estaba seguro de querer encontrar, algo sobre su parte demoníaca. Kaylee notó la magia flotar en el aire antes de que sus cuerpos se cambiaran, pero no tuvo tiempo a lanzar un contrahechizo. Ahora estaba en el cuerpo de Cole y tampoco tenía armas para deshacerlo.

    ROBIN Y ASIA

    Robin estaba fuera, sentada sobre la nave, allí donde su magia la había transportado. No sabía aún si su decisión de ir con aquellas personas tenía sentido y si su reino no sufriría por ello. Se había dicho que no pasaría nada, que no podía seguir haciendo oídos sordos a los problemas del mundo mientras su reino estaba en paz, ajeno incluso al paso del tiempo. Supo por los demás que la guerra no era solo cosa de las dos naciones rivales, si no de un ser que estaba detrás de todo, un ser llamado Antailtire. Pensó que su destino era ayudar a aquellas personas a derrotarlo, pero una vez allí, lejos de lo que conocía, se sentía perdida. Su alma abandonó su cuerpo y no encontró una con la que emparejarse hasta que otra llegó, de más lejos. Notó que la arrastraban largo rato hasta que abrió los ojos en un cuerpo extraño. Se dio cuenta al instante de que veía las cosas de forma diferente y su cabeza funcionaba distinta. Estaba atada, junto a otros tres y una mujer frente a ella la miraba con una sonrisa de suficiencia. Sin esperarlo, en sus propios ojos aparecieron unas letras «Violet Death». Trató de leer el resto pero la mujer movió una mano. – [Violet]Ahora duerme, a Asia no le gustaría que juguetearas con sus cacharritos.[/Violet] – y sintió que el sueño la arrastraba.

  • LAS MANOS

    DIARIOS DE DESTINO

    PALACIO DE ANTAILTIRE – LA FLECHA

    Antailtire esperó, jugueteando con un orbe de metal pulido entre sus dedos. Cuando estaba a punto de caer al suelo, lo recogía con su magia y tras una cabriola, volvía a bailar entre ellos.

    Así mató el tiempo hasta que llegaron los sirvientes a los que había llamado. El hecho de «matar el tiempo» le había resultado muy divertido, especialmente en los asuntos que iban a tratar, porque su propia magia había matado el tiempo en la Luna Viltis, curiosamente impidiéndose a sí mismo entrar y ofreciendo un refugio para los rebeldes a su utopía.

    Las puertas de su gran salón de inmaculadas paredes de mármol se abrieron de par en par y aquellos a los que había mandado llamar fueron colocándose frente a él uno a uno, tras una aprendida reverencia.

    – [Arquitecto]Ya estáis todos.[/Arquitecto] – dijo dejando la esfera a un lado por un momento para apoyarse sobre sus rodillas mientras los observaba. Eran seis miembros de su cuerpo de élite conocido como «Las Manos».

    Normalmente, los miembros de la «Mano Derecha» actuaban juntos, al igual que los de la «Mano Izquierda», pero esta vez la situación requería mezclar talentos. Ni la fuerza física ni la mental por sí mismas solucionarían el trabajo.

    Su mirada se detuvo en cada uno de ellos: Violet Death, la mortal hechicera de Valantis, conocida por la poca importancia que daba a la muerte y a la vida; Asia la última elegida de entre las gentes de su maravillosa urbe paradisíaca, equipada con implantes de alta gama que la mejoraban física y mentalmente; Ahriman, una oscura criatura que había vivido durante siglos en las profundidades de la pérfida Dyavol, alimentándose del miedo que sembraba otro ser enterrado mucho más adentro; Héctor, el experto líder de la Hermandad de Tauro de la región sur de Kardas; ‘The Snake’, el silencioso espadachín tan mortífero como la legendaria espada que empuñaba y cuya fama era bien conocida en Nara; y por último ‘Jack’ el predicador, perseguidor de apóstatas nacido en Artisan.

    Violet tenía la mirada perdida. Estaba apoyada en una columna del gran salón y susurraba respuestas a las voces que solo ella escuchaba. Era tan poderosa como impredecible.

    – [Arquitecto]Hay un peligros en todos los mundos. Un grupo de terroristas ha llegado hace poco y está causando estragos[/Arquitecto] – explicó. La obra de toda su vida, siglos de preparación para que cada uno de aquellos mundos funcionase por sí mismo, se mantuviese en la época que había deseado, produciendo así los mejores bienes que necesitaba de cada esfera, la grandiosidad de ‘La Flecha‘, todo ello amenazado por una absurda profecía y un grupo de jóvenes que no sabían lo que estaban haciendo.

    Los ojos de Asia, cubiertos por una capa de nanotecnología mientras procesaba información, pasaron a su estado normal, retrayendo los nanitas al iris metálico en señal de que estaba prestándole atención.

    Aquellos, al igual que el resto susmis súbditos, le profesaban la mayor de las lealtades. Era su dios, aunque cada uno le interpretase en sus términos. La diferencia estaba en que ellos en concreto eran el resultado de la producción selecta de cada esfera.

    Si, las esferas le enviaban una producción continua de materiales, gemas, artefactos mágicos, consumibles y metales, pero tambien criaturas, seres sobrenaturales y soldados para su ejército: Selas producía héroes a las órdenes de Hyllus, que en esa ocasión no había sido llamado, éste era su Olimpo; Senatus tenía los soldados más disciplinados bajo el mando de Desdémona, una antigua gladiadora; Dagrknot, el mundo acuático proveía de guerreros berseker que le tomaban por Odín y lucharían hasta la muerte de las muertes, tomando ‘La Flecha’ como el Valhalla; Nara este producía los mejores samurai, mientras que Nara oeste nos daba los mejores asesinos en las sombras, ‘The Snake’, su líder, era una mezcla entre ambos; Kardas tenía a la Hermandad de Tauro, sirvientes de la ‘Llama Blanca’, nada menos que él mismo. Esos eran los principales proveedores de almas para su ejército, con algunas excepciones puntuales en el resto como sacerdotes y sacerdotisas de Karnak, hechiceros y hechiceras de Gwiddon o pistoleros y pistoleras de Kouras, además de los esclavos del ‘Soberano’ de Daonna.

    – [Arquitecto]Por lo que sabemos son muchos y vienen de otro mundo.[/Arquitecto] – aclaró. Para ‘Antailtire’ el número no habría sido un problema, porque su magia era la mayor de cualquier reino conocido. Pero en el pasado había cometido excesos y la balanza se había equilibrado dotando a aquél lugar de sus propias reglas sobre las que no podía interceder, pese a que sus vastos poderes le dejaban moldear la realidad a su antojo. Parte de esas reglas habían sido resultado de su propia magia desbocada, con consecuencias imprevistas. Otra parte era obra de aquellos seres rastreros que se escondían bajo sus adalides, los Daesdi y sus marionetas Daë.

    – [Snake]Nuevos conquistadores.-[/Snake] respondió ‘The Snake’. Antailtire asintió. No eran los primeros Daë que surgían para traer el caos, ‘Las Manos’ ya se habían encargado antes de detener a otros como ellos.

    Se puso en pie y su rostro dejó atrás la edad, el género, la sexualidad y la raza. No quedó rastro del anciano, varón, blanco, heterosexual y en su lugar, ‘Antailtire’ surgió de nuevo. Una mujer de mediana edad bisexual de tez olivácea. Todas aquellas etiquetas no significaban nada para ‘Antailtire’ pues solo una se le podía aplicar, la de su propio nombre.

    – [Hector]Han mancillado Kardas, pero escaparon de la Hermandad de Tauro.[/Hector] – replicó el valiente caballero. En su mundo las mujeres habían sido durante mucho tiempo la fruta prohibida y le llevó un tiempo acostumbrarse a la idea de que su omnipotente ‘dios’ también podía ser una diosa.

    Antailtire sonrió. – [Arquitecto]Están lanzando una rebelión que se extiende como la peste.[/Arquitecto] -explicó, creando átomos de arena que moldeó hasta formar imágenes tridimensionales de los incursores y de aquellos a los que habían alzado: los ‘Daë’. Observó uno a uno los que se habían reunido: Eldric Northwood, el viejo líder rebelde de los elfos claros de Nexus; Eleanor Asheby, una kvasir forjada en las mentiras de Senatus; Ugg’Krah, el último gólem de piedra del clan Lignito de Kouras; Richard Crane, un caballero renegado de la Hermandad de Tauro tras convertirse en licántropo; Geraldine Cecereau, una peligrosa hechicera de Gwiddon; y Rlia, una mujer leona salvaje de Daonna que había escapado de los grilletes del ‘Soberano’.

    – [Arquitecto]La otra mitad está encargándose ahora de ellos.[/Arquitecto] – el resto de ‘Las Manos’ estaba ya desplegado para enfrentarse a aquellos nuevos Daë antes de que tomasen más fuerza.  – [Arquitecto]Son suficientes, pero para vosotros tengo otra misión. Los incursores se han refugiado lejos de mi alcance.[/Arquitecto] – los Daë eran seis y la historia le había demostrado varias veces que eran tan mortales como cualquier otro. Pero aquellos incursores eran un grupo mayor, no sabía de dónde venían y parecían tener la misión de proteger y dirigir a esos Daë a su destino. Eran si cabe mucho más peligrosos que los propios Daë.

    – [Asia]¿Lejos de su…?[/Asia]- Asia empezó a hablar pero Violet la cortó. – [Violet]Me encargaré de ellos[/Violet]. – aseguró.

    – [Arquitecto]Lo agradezco Violet, pero son demasiados. Por eso os he llamado.[/Arquitecto] – ella dejó escapar un chasquido de desaprobación, pero había aprendido a no cuestionar al dios de la muerte que había dado sus poderes a toda su esfera.

    – [Jack]Si la hermandad de Tauro no ha podido con ellos no tienen salvacion.-[/Jack] sentenció Jack, haciendo una plegaria.

    Héctor se limitó a asentir y colocarse en posición con su alabarda.

    – [Violet]Infravaloras mi poder, Maestro[/Violet].- replicó Violet, molesta. En aquél momento podría haberla reducido a nada, haber hecho cualquier cosa que se me pasara por la mente, pero no era un villano de una historia y no llegaría a ninguna parte matando a más súbditos que sus enemigos.

    – [Ahriman]Seguid hablando. Vuestra inseguridad me está llenando la panza.[/Ahriman] – la sombra oscura que había danzado por la sala, escuchando pero sin tomar ni siquiera forma, salió de entre sus propias formas esgrimiendo el rostro de un hombre adulto.

    Violet parecía estar a punto de responderle, pero en ese momento se dobló sobre sí misma y gritó de dolor. Sus susurros se intensificaron y pareció haber perdido completamente el control de sí misma.

    – [Asia]Los débiles no deberían tener cabida en este equipo[/Asia]. – inquirió Asia. Pese a su debilidad, Violet tenía muchas fortalezas. Antailtire chasqueó un dedo y Violet volvió a tomar las riendas de su persona.

    – [Arquitecto]Estáis aquí porque sois los mejores de cada mundo, los líderes de cada uno de mis ejércitos.[/Arquitecto] – les recordó. – [Arquitecto]Por eso os hice inmortales. No me hagáis replantearme esa decisión.[/Arquitecto] – era un aviso, con misericordia, con consideración. Antailtire no era una deidad cruel, era benevolente, obtenía beneficios de los mundos pero también les había llevado un orden, una estabilidad. – [Arquitecto]Necesito que vayáis a la Luna Viltis y los busquéis. Sacad toda la información que podáis y traedlos. Si no podéis, matadlos.[/Arquitecto] – ordenó. Los prefería vivos, pero si tenía que elegir, prefería quedarse con la curiosidad y seguir controlando su mundo como hasta el momento.

    – [Asia]A sus órdenes[/Asia].- replicó Asia de manera ceremonial.

    – [Arquitecto]Asia será la responsable del equipo.[/Arquitecto]

    Ella asintió, orgullosa.

    – [Arquitecto]Aunque los otros seis dedos tienen la misión de sofocar la rebelión…[/Arquitecto] – aquellos seis Daë no serían un estorbo para sus soldados de élite. – [Arquitecto]…estad alerta de vuestros mundos natales.[/Arquitecto] – aclaró. Él se encargaría de que los líderes de los mundos estuvieran pendientes. Ya habían cometido bastantes errores, haciendo dudar a Antailtire.

    – [Violet]Así se hará[/Violet].- sentenció Violet.

    Antailtire asintió y uno a uno abandonaron la sala de un blanco inmaculado.