Moondale

Etiqueta: Jade Roman

  • SIN UN DURO

    NIALL

    CARAVANA

     

    No recordaba que la cama de la nave fuera tan incomoda, tal vez mi cuerpo se había acostumbrado a dormir en mitad del suelo en un futón, gracias por tanto Japón feudal. Me tumbe boca arriba y el corazón se me acelero al ver el colchón de la litera de arriba. Me levante corriendo pero con cuidado de no dejarme la cabeza con las barras de la litera. En la cama de arriba encontré a mi madre aun dormida.

    Gire alrededor mía para confirmar donde me encontraba. No podía ser real. Acabábamos de regresar a la nave con el resto. ¿Acaso todo había terminado y habíamos regresado a  nuestro mundo, a casa?.

    Eche un vistazo a la caravana, estaba más destartalada de lo que la recordaba. Entre algunas de las fotos colgadas en la pared se intuían grietas del desgaste del metal. En el fregadero había dos platos con su respectiva pareja de vasos. ¿Cuánto tiempo llevaba aquí y porque no podía recordar nada de esto?.

    En la mini nevera simplemente había un bote de leche ya pasado de fecha por el hedor que desprendía el bote. No había ni rastro de comida, por lo general cuando acababa su turno mi madre se llevaba lo que había sobrado de comida del turno en la cafetería. Mire entre las cortinas raídas hacia el exterior, no había ni rastro de la gasolinera y la cafetería en la que la caravana solía estar aparcada en la parte de atrás, en su lugar había otras caravanas.

    Encima de la encimera había un montón de cartas desordenadas, en su mayoría por impagos y últimos avisos de desalojo del terreno en el que nos encontrábamos actualmente.

    – [B]Buenos días cielo.-[/B] Escuche a mi madre por detrás mía. Al girarme la vi aun en su cama desperezándose.

    – [Niall]Buenos… días.-[/Niall] Me lleve la mano a la garganta aterrado. Mi voz sonaba diferente, más grave. Carraspee varias veces por si se trataba de algún resfriado, pero físicamente parecía encontrarme bien.

    – [B]Nate, ¿estas bien?. Parece que has visto un fantasma.-[/B] A pesar de todo, de apenas tener lo justo para comer, mi madre siempre había poseído una belleza natural. Pero ahora se le marcaban las ojeras y se le acentuaba la clavícula. A pesar de la holgada camiseta vieja se notaba que había perdido peso.

    [Niall]- Yo… no. Esto no puede estar pasando.-[/Niall] Mi voz sonaba extraña en mí. Nada de esto podía estar sucediendo. Había echo un trato, se suponía que no iba a faltarle de nada a mi madre. Si esa gitana espacio temporal me había engañado no iba a tener dimensión en la que esconderse.

    – [B]Déjame que busque algo para comer, debes estar hambriento.-[/B] Añadió abriendo los armarios buscando alguna lata o algo que no necesitara ser calentado previamente ya que nos habían cortado el gas.

    – [Niall]¿Dónde esta mi móvil?.-[/Niall] Pregunte buscando entre las cosas. Necesita hablar con Lexie o Noah. Necesitaba una voz familiar que me calmara y me ayudara a procesar que todo esto no estaba pasando, que era una ilusión o algo por el estilo.

    – [B]¿Móvil? Lo vendiste el mes pasado junto con el violín para pagar parte del alquiler del terreno de la caravana.-[/B] No. Por mi mal que fueran las cosas nunca me habría dejado vender el violín. Era un regalo de los abuelos, siempre podía sacar un par de dólares tocando en la calle.

    – [Niall]Tengo… tengo que tomar algo de aire… esto…-[/Niall] Salí al exterior con lo puesto. Hacía tanto frío que había dormido con un abrigo puesto.

    – [B]Nate, cariño…-[/B] Fue lo último que escuche a mi espada antes de acelerar el paso.

    Había dado mi poder por una vida de lujos, una vida en la que a mi madre no le faltara de nada. Acoso esa perra me había engañado y se había quedado con mi voz como Ursula en la Sirenita. Maldita bruja cara de merluza, como te encuentre… yo…

    Fui a parar frente a una vieja cabina telefónica. Descolgué y gracias a Dios aun daba señal. Rebusque entre los bolsillos buscando alguna moneda, pero estaba pelado, sin un duro encima. De todos modos a quién iba a llamar, no sabía el teléfono de Lexie o Noah de memoria. – [Niall]Mierda de tecnología moderna.[/Niall]

     

     

     

  • PERDER SIN HABER CONOCIDO

    COLE ROMAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Despertar en un lugar desconocido tras haber cruzado un laberinto mágico y ser atacados tras haber cambiado de cuerpos entre nosotros podría catalogarse como demasiadas emociones para un mismo día. Así que al ver que no podía salir por la puerta ni la ventana de la cabaña, decidí sentarme en el suelo y meditar para relajarme y poner mis ideas en orden.

    En ese estado pude escuchar enseguida la puerta abrirse y la serpiente que yacía en mí sintió la oscuridad arrastrarse a través de ella casi en el mismo instante.

    – [Caitriona]Hola, Cole.[/Caitriona]- dijo una voz femenina con un acento que no pude reconocer.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona] – añadió. Abrí los ojos y vi a una bella mujer con oscura melena ataviada con una toga marrón. Unas ropas sencillas que sin embargo llevaba alguien que caminaba como una misma diosa.

    Mi interior siseaba ante la oscuridad que sin embargo, ahora nos rodeaba a ambos. No provenía de ella, pero la acompañaba. Antes de permitirle ofrecerme un trato, me aseguré de la situación del resto. Si era verdad lo que contaba, el conjuro de Kaylee había conseguido sacarnos del peligro pero nos había transportado a sus dominios y cualquiera que los cruzara debía escuchar una de sus propuestas. Una cosa a cambio de otra. No tuve más remedio que confiar en su palabra de que cuando terminase sus ofertas, podríamos irnos.

    En el tiempo que pasé con el tío Hiroshi, en Japón especialmente, había conocido toda clase de criaturas cuya misma existencia constituía una amenaza y sin embargo, en muchas ocasiones me había encontrado con que no eran los culpables que buscaba, porque se regían por un código, una moral perversa a veces, pero que permitía saber a que atenerse. Caitriona parecía tener un código así, una regla sagrada que sentí que no rompería, cuando los tratos estuviesen aceptados o rechazados, nos podríamos ir. Me atreví a preguntar a cuántos había ofrecido ya su pacto, pero ella se limitó a responder que a más de la mitad.

     – [Cole]¿Que clase de trato?[/Cole] – mientras ella se colocaba en la silla que había alzado de la tierra, yo me senté en la cama para estar a su altura en lugar de en el suelo.

    – [Caitriona]Puedo traer de vuelta a tu madre.[/Caitriona] – cada una de sus palabras cayeron como un peso sobre mí. En el fondo había esperado una oferta menos trascendental, algo como poder, riquezas o inmortalidad, algo que fuera sencillo de rechazar.

    – [Cole]¿Sin peros? ¿Sin engaños?[/Cole] – indagué, con los seres sobrenaturales había que tener mucho cuidado y con los que hacían tratos a menudo, como los faerie, mucho más. Ella parecía ser una de ellos, aunque nada en su aspecto lo delataba, era más bien una impresión, algo que mi mitad demonio sabía mejor que yo.

    – [Caitriona]Con una condición, pero sin engaños.[/Caitriona]- puntualizo ella. Ahí estaría sin duda la parte dolorosa de esta situación, lo que exigiría a cambio.

    – [Cole]¿Que condición? [/Cole]- pregunté, preparándome para el sacrificio que exigiera y para estar dispuesto a darlo o rechazarlo y arrepentirme toda una vida.

    – [Caitriona]Una madre por una hija.[/Caitriona]- dijo con la mirada fija en mí. ¿Una hija? Quizá estaba tratando con el Villiers equivocado, era mi padre quien había sembrado descendientes a lo largo de sus viajes.

    – [Cole]No tengo ninguna hija.[/Cole] – afirmé. Lo pensé bien durante unos instantes, si era posible que en alguna relación hubiese llegado a ocurrir, pero no podía ser, tanto con hombres como con mujeres siempre había utilizado preservativos, un consejo de mi padre que quizá él mismo había aprendido tarde. Ya se sabe lo que se suele decir, haz lo que digo, no lo que hago.

    – [Caitriona]¿Sabes cómo funciona el tiempo, Cole?[/Caitriona] – comentó ella, sonriendo. No estaba hablando entonces de una niña que tuviera ya. Futuro, nunca me había gustado jugar con esas fuerzas, saber qué me deparaba me hacía pensar que estaba condenado a cambiarlo o a repetirlo.

    – [Cole]¿Una hija futura? ¿Como en el cuento… en el que tenías que decir el nombre al revés? [/Cole]- no recordaba el nombre, solo que era uno de los muchos que estaban en la sala en la que los hijos de los Moondies jugábamos mientras ellos se reunían. Contaba la historia de un ser mágico que hacía un pacto a cambio de llevarse a su primogénita, pero le derrotaba diciendo el nombre al revés, que era un trabalenguas que Noah se había entretenido en memorizar. No quería pensar en la idea de tener siempre acechando sobre mí esa decisión, llegar a tener una hija y que me fuese arrebatada siendo solo mi culpa.

    – [Caitriona]No conozco bien la mitología de tu mundo, lo siento.[/Caitriona]- explicó ella, excusándose.- [Caitriona]No sería un robo.[/Caitriona] – aclaró, como si sintiera mis dudas. Puede que la oscuridad se lo hubiese contado.

    – [Cole]¿Llegaría a conocerla? ¿Sería…solo mía?[/Cole] – tantas preguntas agolpándose en mi mente. La vida de mi madre estaba en juego, pero a cambio de entregar una parte de mí, una parte que aún no conocía.

    – [Caitriona]Nuestra. [/Caitriona]- replicó ella.- [Caitriona]Pero el vínculo sería mágico, no sexual.[/Caitriona] – aclaró al ver mi mirada.

    Suspiré aliviado, no es que no la considerase atractiva, pero no habría podido llevar adelante ese acto con la frialdad de saber lo que entregaba y por qué lo hacía.

    – [Cole]¿Estará bien? ¿La niña, quiero decir? ¿Estará segura?[/Cole] – dije. Con aquella presencia malvada, no me atrevía a dejar a la niña en sus manos, convertida en quién sabe qué, solo para cumplir sus designios.

    – [Caitriona]Yo la cuidaré.[/Caitriona]- sentenció ella sin dejar de mirarme y de algún modo, supe que era cierto, que ni siquiera aquella presencia le haría nada.- [Caitriona]Te dejo elegir su nombre si quieres.[/Caitriona] – comentó ella. Me paré a pensarlo, alguna vez se me había pasado por la cabeza la idea de si algún día tendría niños. Me gustaban, me parecería antinatural lo contrario, pero no había llegado a meditarlo fríamente, veía mi vida poco asentada y yo poco preparado frente a mis demonios.

    Al final negué con la cabeza, ponerle nombre haría que el dolor estuviera presente día a día. – [Cole]¿Será feliz?[/Cole] – pregunté. Decidí que si no iba a serlo, si mi decisión iba a hacer que su vida fuera mala aunque fuera poco tiempo, no lo haría. Pero también estaba el hecho de que si no lo hacía, ella ni siquiera llegaría a nacer. La magia la haría a partir de Caitriona y de mí, un encuentro que de otra manera nunca habría pasado. Visto de esa perspectiva, estaba decidiendo si la niña venía al mundo o no.

    – [Caitriona]Eso depende de ella, Cole.[/Caitriona] – replicó, esquiva. Tenía que insistir, llevarme al menos ese trocito de paz.

    – [Cole]Si tienes poder para hacer esto y para saber lo que sabes de mí podrás saber si llevará una buena vida.[/Cole] – dije. No sabía cuentos de mi mundo, pero sí que conocía lo que ocultaba mi corazón, podría saber eso. No en todo momento, claro, había ido demasiado lejos pensando en una felicidad continua, nadie es feliz en cada instante de su vida, pero sí podía saber si su vida sería buena en general.

    – [Caitriona]Haré todo lo que esté en mi mano.[/Caitriona]- respondió. Parecía como si algo le impidiese decirme algo en firme, pero con su mirada demostró su intención. Aquella niña estaría a salvo. Mi hija.

    Asentí, suspirando profundamente. – [Cole]Mi madre por una hija.[/Cole] – dije tendiéndole la mano. Casi podía imaginarme abrazando a mi madre, contándole todo lo que se había perdido después de su trágica muerte.

    – [Caitriona]¿Aceptas el trato?[/Caitriona] – preguntó ella de nuevo, para cerciorarse de mi decisión.

    – [Cole]Si, acepto. Con dos condiciones.[/Cole] – dije, aún con la mano extendida.

    – [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona] – dijo ella. Retiré la mano a la espera de reunir las palabras.

    – [Cole]Quiero hablar con ella cuando regrese a la vida.[/Cole] – pedí. Para asegurarme de que no había sido todo en vano y que aquella niña, la niña sin nombre, no había llegado al mundo sin conocer a su padre por un buen motivo. – [Cole]Y quiero saber su nombre.[/Cole] – accedí. No me sentía digno de ponerle nombre, pero quería saberlo. Aunque era probable que aquella presencia que se agitaba con profusión cuanto más dudaba y me debatía, se alimentara de todas las veces que volvería a esa cabaña, a esa decisión.

    – [Caitriona]Tu madre estará en la Tierra cuando vuelvas. Es muy probable que os esté esperando en casa, así que esa condición no es tal cosa. Te dejo que pidas algo diferente.[/Caitriona]- respondió ella. Agradecí que intentase ser justa conmigo.

    – [Cole]Pensé que volvería ya. Sin esperar a que yo regrese.[/Cole]- no podía estar seguro de que regresara a la Tierra, podían pasar demasiadas cosas y no me fiaba de que nuestro trato dependiera de eso.

    – [Caitriona]¿Quieres hablar con ella ahora? No sé si he entendido bien tu petición.[/Caitriona] – comentó. Nunca había sido del todo bueno explicándome. El don de la palabra lo tenían otros New Moondies como Kaylee con increíble inteligencia, Noah con su sabiduría, Xander con su habilidad para entenderse con los demás, Owen con sus halagos sinceros o Lexie con su habilidad para engañar y manejar la situación.

    – [Cole]En cuanto sellemos el pacto[/Cole] – dije asintiendo.

    – [Caitriona]De acuerdo.[/Caitriona] – dijo ella.

    – [Cole]Y la segunda condición…[/Cole] – le recordé. El nombre de la niña.

    – [Caitriona]Su nombre es Jade.[/Caitriona] – dijo sin atisbo de duda. Asentí y nuestras manos se fundieron en un apretón de manos. Sus dedos ascendieron por mi antebrazo hasta convertirse en rayos que atravesaron todo mi cuerpo como una descarga. Me la estaban quitando, se estaban llevando a Jade.

    Acabé casi arrodillado en el suelo, dolorido, sintiendo un vacío en el pecho que correspondía a ella. No la había conocido, pero ya la estaba echando de menos. Aquella carga iba a ser más pesada de lo que había pensado, pero había sido por una buena causa.

    – [Caitriona]Como deferencia hacia nuestro trato, añadiré a tu madre al pacto que hice con tu amigo Noah antes.[/Caitriona]- comentó de forma misteriosa. No sabía que clase de trato había aceptado Noah, pero tenía que preguntarle. – [Caitriona]Y ahora, te dejo solo unos minutos.[/Caitriona] – se alejó y al abrir la puerta la vi agacharse sobre una especie de cunita de ratán para recoger un bebé envuelto cuidadosamente en una mantilla de color verde.

    La puerta se cerró y sentí que no volvería a ver a esa pequeña más. Pero no podía derrumbarme. Un orbe apareció en mitad de la sala y creció hasta convertirse en una gran esfera que parecía como si el tejido mismo del mundo estuviera rasgado.

    Ella estaba al otro lado, primero vi su melena rubia y cuando se giró, su inconfundible sonrisa.

    – [Cole]Mamá…[/Cole]- la llamé. No podía llegar hasta ella aunque lo intentó, extendió aquellas alas blancas como para arroparme con ellas, pero no pudo. Solo podíamos hablar.

    Y así lo hicimos, le conté todo lo que había pasado, con papá, con Dante, conmigo. Cómo había vuelto y con un nudo en el pecho, el coste que había tenido. Los dos terminamos llorando, pero ese dolor que me atenazaba se hizo un poco más pequeño al compartirlo. Mi madre vivía y en algún lugar, Jade también lo haría, sin un padre a su lado quizá, pero mi amor por ella llegaría hasta donde se encontrase para protegerla.