Moondale

Etiqueta: Jane Williams ‘Yuna’

  • CONFIANZA

    XANDER ECHOLLS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    Mis pisadas resonaron en el pasillo vacío que conducía a la segunda entrada de la nave, ahora activa gracias a haberla conseguido levantar de la tierra.

    A lo largo de la mañana había visto a varias personas cruzarse y en cuanto supe que sus conversaciones eran privadas, solucionando asuntos entre ellos y ellas, había ido alejándome, sin saber muy bien que hacer salvo no molestar. Hasta que al final había pensado dirigirme hacia el exterior y tomar un poco de aire fresco mientras seguía mis rutinas de tai chi, pero cuando iba a cruzar la puerta vi que alguien entraba por ella.

    — [Xander]No esperaba encontrarte aquí.[/Xander] — dije al ver la silueta de una mujer cuyo rostro no estaba acostumbrado a ver, pero que reconocía perfectamente por el contexto de llegar cargada de bolsas, con una ropa que no estaba hecha para fundirse con el entorno, salvo en Louna quizá.

    — [Lexie]Vengo cargada, así que agradecería menos charla y más ayuda.[/Lexie] — respondió, cambiando en un parpadeo a su aspecto original. La primera vez que la vi regresar de la ciudad me sorprendí, pero ahora yo, al igual que la mayoría, me había acostumbrado a que usara una de sus otras caras para ir allí fuera. Me tendió una bolsa y una mochila, tenía bastante fuerza pese a no alardear de ella.

    — [Xander]No sé cómo consigues todo esto. Yo sólo encontré negativas y miradas raras.[/Xander] — recordé mientras caminábamos hacia la cocina. Teníamos un almacén, pero al final todo lo de «uso rápido» acababa ahora en la cocina. Al principio, cuando Lexie consiguió mantas y otros objetos de necesidad, sí que los llevábamos al almacén, donde se quedaban los que no usábamos, pero ahora ya era casi siempre comida y algún que otro capricho ocasional.

    — [Lexie]No te lo voy a contar.[/Lexie] — replicó ella tendiéndome una bolsa más con cara de picardía.

    Me encogí de hombros, había verdades ocultas en la naturaleza de cada ser y una de las de Lexie es que no conseguirías que te contara algo que no quería. — [Xander]Un misterio más. Pero gracias, no tendríamos casi nada de no ser por ti[/Xander]. — admití. Pese a todo lo malo que sufríamos aquí, trataba de centrarme en los pequeños milagros que conseguíamos estando unidos. Lexie, pese a sus quejas, era un pilar fundamental de nuestro ecosistema.

    — [Lexie]Es que si te lo cuento te va a parecer mal.[/Lexie] — comentó, cruzando el umbral de la puerta la primera.

    — [Xander]Tengo algunas ideas y mejor no me lo cuentes, sí.[/Xander] — sonreí, era un intento de broma.

    — [Lexie]A ver si te crees que me dedico a la extorsión, colega.[/Lexie] — replicó ella alzando una ceja, mientras depositaba las bolsas.

    — [Xander]No, no. Pero tus poderes dan mucho margen.[/Xander] — aclaré. Con sus ilusiones podía conseguir lo que quisiera, solo tenía que plantarse en la ciudad y hacer que vieran cualquier cosa mientras ella cogía lo que necesitara.

    Al ver que ella no se lo había tomado mal, empecé a sacar las cosas de las bolsas. El olor de la fruta fresca me inundó las fosas nasales.

    — [Lexie]Le he hecho creer a la gente del mercado que soy una tía importante.[/Lexie] — dijo mientras sacaba un par de cajas con unos bollos que olían a reciente. La miré, arrepentido de haberle sacado un tema del que no le apetecía hablar y que al final se había visto forzada a aclarar.

    — [Xander]Y te regalan la comida ¿no?[/Xander] — respondí, con una sonrisa calculada que transmitiera mi comprensión. — [Xander]Ah, ésta fruta es como lima, verás cuando Jane sepa que podemos hacer guacamole.[/Xander] — le enseñé una fruta de un vívido color rosa pero que olía como una lima y tenía aspecto cítrico. Quería devolverle su ánimo, demostrar que su trabajo era agradecido y que confiaba en su forma de conseguirlo a pesar de haberme explicado tan mal.

    — [Lexie]La mayoría es de regalo y la otra parte, la compro con mis derechos de imagen.[/Lexie]  — añadió. Me la imaginé como a la Comandante Shepard del Mass Effect haciendo publicidad en todas las tiendas diciendo que eran su favorita, pero no lo expliqué porque sabía que Lexie no era tan fan de la ciencia ficción.

    — [Xander]Había opciones peores.[/Xander] — dije con una sonrisa. Yo no habría tenido las agallas para llevar adelante el engaño, pero su capacidad era sorprendente.

    — [Lexie]La otra opción era robar y me parecía peor.[/Lexie] — admitió. Me pregunté si en cualquier otro orden de acontecimientos habría podido conocer a Lexie como en ese momento, siendo consciente de que, pese a la apariencia que tratase de mostrar, tenía un corazón de lo más noble.

    — [Xander]Has hecho bien. [/Xander]— reconocí. — [Xander]Con ésta comida tenemos para antes de volver a irnos.[/Xander]— le sonreí, era un alivio tener un asunto menos por el que preocuparse cuando había tantos pendientes.

    — [Lexie]Muy pronto piensas que vamos a volver.[/Lexie] — replicó sentándose a comer una aranzana tras lavarla. Sus dientes traspasaron su corteza, similar a una manzana pero de un azul oscuro como la noche, y arrancó un trozo revelando un interior blanco como la nieve. Casi podía sentir su suave sabor a arándanos.

    — [Xander]Decía al resto de la misión. Si todo sale bien nos queda poco[/Xander]—  dije, pensativo. Una parte de mí lidiaba con el temor a que algo saliese mal, junto con una parte que temía que eso no fuera el final, que algo más nos estuviese esperando. Trataba de no pensar demasiado en ello la mayor parte del tiempo, me hacía más sencillo seguir adelante y parecer tranquilo ante el resto, que podían necesitar esa calma.

    Lexie no lo rebatió, pero no parecía confiar en que después de esos dos mundos más llegase la vuelta a casa. Lo cierto era que una parte de mí no era capaz de visualizarlo. Aunque ella parecía pensar que íbamos a estar aún más tiempo en ese lugar. Para pensar de esa manera, lo llevaba con entereza.— [Lexie]¿Sabes? No me quedé solo por Noah. Me quedé porque sin mí estaríais muertos en dos días.[/Lexie]— explicó, orgullosa. Ya conocía esa parte de ella, la que renegaba de ser una heroína desinteresada pero adoraba la sensación de ser útil para el resto y salvar el día.

    Asentí. — [Xander]Puede que seas más altruista de lo que pensabas[/Xander]. — sugerí. Había notado un cambio bastante importante en ella desde el momento en el que se le presentó la decisión de irse o quedarse y ayudarnos y decidió lo último. Era como si esa decisión lo hubiese cambiado todo para ella, como si todo el rechazo hubiese venido del hecho de tener que sufrir con algo impuesto, sin capacidad para elegir.

    Su respuesta fue sacarme la lengua y el gesto me hizo sonreír acordándome de todas las veces que Amy lo hacía de pequeña. Por aquél entonces le resultaba más fácil sonreír. La depresión y las visiones aún no le habían hecho mella.

    Un torbellino de melena castaña oscura atravesó el umbral de la puerta, colocándose un delantal a toda prisa para empezar a cocinar. Sentí una sensación en el pecho, una comodidad propia de estar en casa.

    — [Jane]Lexie, dime que has traído lo que te he puesto en la nota. [/Jane]— fue lo primero que dijo. Era tan entregada que a veces se olvidaba de tomarse un respiro. Tenía que entender que eso no era su obligación, ella ayudaba a todos cocinando, pero no era su responsabilidad. Aun así, hasta que ella misma no quisiera entenderlo, sería como luchar contra el mar.

    — [Lexie] Te he traído el mejor producto de toda la luna para que tú lo destroces con el rancho que nos cocinas.[/Lexie]— un escalofrío me recorrió la columna. Conocía a Jane desde hacía mucho tiempo, más de lo que conocía a muchas personas. Había llegado a desarrollar un sentido arácnido después de nuestra discusión respecto a lo que podía molestarle y lo que acababa de decir Lexie era sin duda una de ellas. Alcé la vista, esperando cualquier cosa. Jane hacía como si no la hubiese oído y Lexie me guiñó un ojo con picardía. Estaba provocándola, pero no sabía muy bien con qué propósito.

    — [Jane]Xander, corta las verduras pequeñitas, por favor.[/Jane]— me pidió, leyendo el menú o con toda probabilidad, haciendo como que lo leía, porque seguramente lo sabía de memoria. — [Jane] Hoy nos toca ensalada y macarrones. Para los vegetarianos van con pisto y el resto con chorizo.[/Jane]— resumió. Hizo una pausa que me extrañó, pero más tarde supe que estaba esperando a que Lexie apuntillara algo.

    — [Lexie]Se viene cagalera.[/Lexie]— replicó ella sin dejar pasar la oportunidad. Se hizo el silencio, roto solo por los crujidos de la aranzana. Cogí el cuchillo que no permitía usar a nadie más y me coloqué en la tabla con las verduras, rompiendo el silencio con el rítmico golpeteo del filo contra la madera.

    — [Jane]Pues no comas si tanto te disgusta mi comida.[/Jane]— dijo Jane tras meditarlo. Me sorprendió gratamente lo mucho que había madurado, parándose todo ese tiempo a pensar antes de replicarle con toda la molestia inicial. Puso una olla a hervir y parecía que en aquél instante habría podido hacerlo con su misma fuerza de voluntad.

    — [Xander]A todo el mundo le gusta. Solo bromeaba. [/Xander]— intervine, cuando ya empecé a tener claro que no iban a entenderse con facilidad. — [Xander]¿verdad Lexie?[/Xander]— comenté, mirándola con un gesto. Nunca era un buen momento para pelearse entre amigas, ni por una tontería como esa ni por ninguna otra, pero más aún si le sumábamos nuestra situación.

    — [Lexie]Por supuesto, ¿quién no querría deleitarse con tus viandas?[/Lexie] — suspiré mientras veía a Lexie parpadear, disfrutando de la reacción que estaba provocando en Jane.

    Negué con la cabeza, era consciente de que Lexie no lo estaba haciendo por hacerle pasar un mal rato, pero Jane no lo iba a entender así, porque Lexie no estaba empatizando con su vida, con el esfuerzo que ponía en todo y las pocas veces que la vida la había recompensado. — [Xander]Te está tomando el pelo[/Xander]— aclaré, mirando a Jane, que evitó cruzar sus ojos con los míos. Para ella, que ponía toda su alma en ello, era un ataque hacia su ánimo.

    — [Jane]Pues que le tome el pelo a otra, porque yo estoy harta ya de hacer el idiota.[/Jane]— en una fracción de segundo se quitó el delantal, lo hizo una bola y lo tiró en la encimera de la isla ante de salir por la puerta.

    — [Xander]Jane, espera…[/Xander] — le pedí, caminando tras ella, pero antes de salir por la puerta lo pensé mejor. De nada servía si yo iba detrás pero la situación con Lexie se enquistaba. — [Xander]¿No deberías hablar con ella?[/Xander]— le sugerí, girándome.

    — [Lexie]Solo le he dicho que su comida no es mi favorita del mundo y en realidad, se lo digo más por molestar que por otra cosa…[/Lexie]— aclaró, pasándose una mano por el pelo. Hacía ver que no le preocupaba, pero percibí una ligera incomodidad, como si la situación hubiera ido más allá de lo que ella pensaba.

    Escuché un sollozo atenuado. Sabía que era Jane, se había alejado de la cocina para no estallar delante de nosotros, pero no se había ido muy lejos para volver a lo que consideraba su deber de hacer la comida. Necesitaba empezar a delegar y disfrutar, pero en ese momento la que tenía que hacer algo no era ella.

    — [Xander]Ya pero ella se lo cree y le afecta.[/Xander] — le expliqué, sabiendo que la había escuchado tan bien como yo. Solo había sido una vez, porque seguramente en ese momento estaba reprimiendo futuros sollozos para que no la escuchásemos. — [Xander]Imagina que te pidiera que le hagas un cambio de look y te dijera que es horrible[/Xander]— le planteé. Lexie tenía que meterse en su piel, entenderla, para evitar hacerle daño sin querer.

    — [Lexie]Eso no podría pasar.[/Lexie]— replicó, encogiéndose de hombros.

    — [Xander]Imagina que sí.[/Xander] —insistí, sabiendo que Lexie se resistía levemente a hacer lo que sabía que era lo correcto.

    — [Lexie]Puede que me molestase un poco.[/Lexie]— admitió.

    — [Xander]Pues ahora que sabes lo que es, queda en tu mano, si crees que es lo correcto deberías hablar con ella.[/Xander]— no podía decirle qué hacer, no era quién para dirigir a nadie, para dictar sus relaciones. Los New Moondies solo llegaríamos a serlo si nuestras relaciones eran verdaderas, no forzadas ni guiadas por nadie que tirase de los hilos.

    — [Lexie]Creo que te odio muchísimo ahora mismo.[/Lexie] — replicó, poniéndose en pie frente a mí. No sé si era su vena lounie o su naturaleza en sí, pero Lexie intimidaba. Por suerte para mí, pesaba más el hecho de ayudarla a hacer lo correcto con Jane.

    — [Xander]¿Sí? Pensé que era de tus favoritos.[/Xander] — comenté sonriendo.

    — [Lexie]En realidad, llevas bebiendo mi pis desde que llegamos aquí.[/Lexie]— entrecerró los ojos, poniendo un gesto tan serio que resultaba creíble. Era bastante tétrico pensar que nada de lo que sintiéramos fuera real. Era una suerte que confiásemos en ella, porque de lo contrario la temería.

    — [Xander]Te he visto beber de la misma botella.[/Xander] — respondí.

    — [Lexie]Eso crees tú.[/Lexie]— sentenció, manteniéndose firme en su farol. Aun así, tras una última mirada desafiante, se dirigió a la puerta y giró en la misma dirección que había tomado Jane.

    No necesitaba la telepatía de mi mejor amiga para saber que iba a hablar con ella y arreglar las cosas, porque ahora que conocía mejor a Lexie, confiaba en ella. Y por sorprendente que pareciera, me daba la impresión de que ella también confiaba en mí.

  • ABSORBIENDO LA PENA

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tras todo lo que nos había sucedido en ese breve periodo de tiempo, decidimos esperar antes de cruzar a los últimos mundos, así los demás tendrían también un merecido descanso. Y digo los demás porque yo fui incapaz.

    En mi mente se repetían los combates, el miedo a perder al resto, los pactos y los conflictos que nos dividían y sobre todo, la muerte. No dejaba de darle vueltas a las cosas que me habría gustado hacer por última vez con la abuela, pero además, no paraba de tener miedo a que cualquiera de las cosas que ahora tenía en espera se quedasen así si perdía a alguien más.

    Tenía una lista cada vez más larga en mi cabeza: hablar con mi padre de que me sentía inferior; pedir consejo a mi madre; decirle a Sasha que también era y sería siempre mi madre también; pasar el tiempo con mis tíos y tías, con todos los que habían quedado en la Tierra; pasar tiempo con Bowie; hablar con Elle como en los viejos tiempos; dar ánimos a Henry; charlar con Owen y Dante; y … seguir pasando el rato con Jane, aunque nunca llegase a más, pero si podía ser, siendo otra cosa.  Esto último me rondaba la mente una y otra vez, tenía miedo a perder la oportunidad de decirle lo que sentía, algo que no había sido capaz de afrontar la noche en que me enteré de lo que había pasado con la abuela Elizabeth.

    Unos días antes

    Acababa de hablar con mi padre y me sentía vacío. Vagué por toda la nave evitando encontrarme con mis primas. Tenía que esperar a que mi tío Toph y mi tía Diana pudieran hablar con ellas en cuanto mi tía se repusiera, pero no me veía capaz de mirarlas a los ojos y ocultárselo. Tampoco podía estar con Elle, mi hermana estaba superando la información como podía y no quería interferir en su proceso. Y a Bowie…aún la veía pequeña para hablarle de eso, pero tendría que afrontarlo en las siguientes horas.

    Así que huyendo de todo el mundo, llegué a la cocina, donde Jane estaba batiendo nata hasta montarla, probablemente. Quería estar solo, pero por alguna razón, con ella sentía que podía estar, aunque di gracias de que no pudiera leerme también el pensamiento.

    – [Xander]Esa tarta parece muy grande.[/Xander] – le dije, esperando que entendiese a qué me refería. Seguíamos hablándonos cuando Jane descubrió que hacer postres la relajaba, o al menos la mantenía entretenida. El mecanismo se había quedado con ella de forma permanente con toda la ansiedad que había sufrido en la separación de sus padres.

    – [Jane]Puede ser.[/Jane]- comentó. No me miró, así que sentí que algo iba mal conmigo.

    – [Xander]No te voy a engañar, me da miedo preguntarte, pero tampoco quiero que se quede ahí si es conmigo.[/Xander] – me sentía sin fuerzas para afrontar una discusión con Jane. No podía ir todo mal, necesitaba que al menos nuestra amistad siguiera funcionando ahora que parecíamos haberla recuperado.

    – [Jane]No estoy enfadada contigo, ¿por qué iba a estarlo?[/Jane] – paró la batidora y mezcló la nata con otros ingredientes que tenía en un bol, removiendo hasta que se integrase. La observé, pensando qué decir, porque sus palabras despejaban toda duda de que lo que le pasaba algo.

    – [Xander]Sabes que haces postres cuando estás molesta o nerviosa.[/Xander] – dije. – [Xander]Y quiero creer que si no fuera conmigo ya me lo habrías contado.[/Xander] – quizá no, puede que aún no hubiéramos recuperado tanta confianza, pero también estaba ahí esa desazón que me hacía pensar que era entre nosotros.

    Metió la tarta en la nevera y evitó responder.- [Jane]A lo mejor debería hacer un bizcocho para el café.[/Jane] – dijo para sí.

    – [Xander]Jane, por favor…[/Xander]- le pedí. Quería que supiera lo cansado y maltrecho que me encontraba por la pérdida que acababa de sufrir, pero tampoco podía decírselo estando enfadada. No solo porque no quisiera por orgullo, si no porque le estaría arrebatando la opción de estar molesta conmigo.

    – [Jane]¿Qué?[/Jane] – preguntó. Tenía las cejas enarcadas y sus fosas se habían acentuado.- [Jane]Es que actúas como si fueras el líder y yo creía que aquí no había líderes.[/Jane] – espetó, mirando alguna otra receta en su InfiniBand a la que no debía estar prestando atención porque estaba pensando en todo lo que quería decir.

    Yo puse en práctica las teorías que conocía, en especial las que me funcionaban. Respiré despacio y la miré, aunque ella no me devolvía la mirada. – [Xander]¿En serio crees que hago de líder? ¿Por qué?[/Xander] – pregunté.

    – [Jane]Porque no has parado de hablar en la reunión y de dirigir el cotarro como si fueras una Kvasir.[/Jane]- sentenció, ahora sí mirándome. Estaba molesta, estaba seguro de que por algo más que por eso, pero prefería solucionar los problemas que tuviera conmigo antes.- [Jane]Y, que yo sepa, las Kvasir son chicas.[/Jane] – aquello me dolió bastante. Sabía reconocer mis propios sentimientos, mis emociones y mis defectos, siempre había sido una de las pocas cosas que se me daban bien. Entre mis defectos estaba el complejo de héroe, sí, pero no de líder, más bien del héroe que se sacrifica aunque los demás no lo sepan. No me interesaba estar en mitad de todo ni dirigir nada, yo solo quería que todos estuvieran bien y aligerar la carga que llevaban. Y me hacía daño que pensara así, que me tuviera por un machista, cuando eso en mi casa nunca había tenido cabida.

    Negué con la cabeza y traté de reunir las palabras recordando bien la última vez que nos habíamos peleado y no había sido capaz de controlar mis propias emociones, aislándome y apartándome de ella. – [Xander]He hablado porque trabajo como psicólogo en la escuela legado y todos acabábamos de pasar por un trauma, en especial los que aceptaron. ¿Cómo quieres que intente que no se desmorone una nave con treinta personas, la mitad desconocidos, después de algo así? [/Xander]- tenía que entenderlo, no era ciega. Sí, parte de nosotros nos conocíamos de toda la vida y las cosas eran más fáciles, pero luego estaban todos los demás, por no mencionar el hecho de que incluso conociéndose desde siempre, era la primera vez que teníamos que convivir, convivir y salvar el mundo. Solo con una de las dos cosas cualquier otro grupo ya se habría peleado hasta no hablarse. Hacía falta mucho trabajo. – [Xander]Tenía que hacer algo.[/Xander]

    – [Jane]Supongo.[/Jane]- replicó, sin parecer muy convencida. Estaba dolido y en otras condiciones lo habría llevado mejor, pero con lo de la abuela me sentía solo, desamparado y desesperanzado.

    – [Xander]Pensé que me conocías lo suficiente como para no tomarme por un machista.[/Xander] – le dije. No quería sonar molesto, pero me di cuenta de que había sido así y paré. – [Xander]Quién quiera ser líder que lo coja, yo no puedo con ese peso, mi madre está hecha de otra pasta y aunque no lo sepa, Elle también.[/Xander] – resumí, sentándome en una silla y desviando la mirada hacia el suelo.

    – [Jane]Gracias por aclararlo.[/Jane]- farfulló entre dientes. Al menos me había escuchado, pero parecía que su enfado seguía ahí y ella misma no era capaz de echarse atrás.

    Me quedé en silencio, esperando no sé muy bien a qué. Nunca me habían gustado los silencios después de una discusión, era distinto si hubiésemos estado viendo algo o leyendo, pero así…me sentía violento, como si sobrase en esa habitación pero a la vez, no pudiera levantarme para no interferir en la escena.

    Me sentí sobrecogido, la abuela, los tratos faustianos, Omega, la marcha de Laura, Jane enfadada conmigo porque pensaba que quería liderar. ¿Líder yo? Solo quería que todos estuvieran bien y a salvo porque por mi culpa estaban aquí. Tenía que decírselo, pero me sentía sin fuerzas, con miedo a quedar vulnerable. – [Xander]No quiero ser el líder, pero no voy a dejar de preocuparme por todas las personas de esta nave porque es mi culpa que la mayoría estén aquí. Yo decidí ir a por Omega y por eso estamos…aquí.[/Xander] – la voz me tembló, no quería hablarle demasiado de Omega para que no se sintiera mal, pero no podía pensar con claridad, eran demasiadas cosas, tantas que apenas conseguí terminar la frase y aparté la vista para frenar el picazón que sentía en los ojos.

    – [Jane]¿Estás bien?[/Jane] – la voz de Jane había dejado atrás el enfado y sonaba más dulce, preocupada.

    – [Xander]No.[/Xander] – confesé. No podía guardar el secreto más, a esas alturas su enfado ya no se vería afectado y si no decía lo que me rondaba por la cabeza, pensaría que era por lo que me había dicho. Fui a decir algo más pero no supe cómo reunir las palabras que harían verdad lo que había pasado.

    – [Jane]¿Es por mi culpa? Lo… lo siento.[/Jane]- dijo acercándose. Por el rabillo del ojo vi su torso inmóvil, se había quedado petrificada y en ese momento pensé que quizá ella tenía tanto miedo a perder nuestra relación como yo.

    – [Xander]No, pero no pensaba que… trataba de ayudar, entender los sentimientos del resto sí se me da bien y…era lo único que podía hacer.[/Xander] – traté de aclarar una vez más cómo me comportaba. Había pasado mucho tiempo con mi madre como para saber cómo era una auténtica líder.

    – [Jane]Lo siento mucho.[/Jane] – dijo sentándose a mi lado. – [Jane]Ha sido muy duro lo de Caitriona…[/Jane] – empezó a disculparse, pero la detuve, no quería que lo hiciera, porque no era culpa suya. Se había sentido así y lo habíamos hablado, pero yo no estaría así de no ser por lo de mi abuela, ella no podía echarse esa responsabilidad encima.

    – [Xander]No es culpa tuya. Ni siquiera de Caitriona.[/Xander] – le expliqué. – [Xander]Es… muy duro, muchas personas de las que preocuparse, demasiadas pérdidas.[/Xander] – fijé la vista en la pared que tenía frente a mí, en cada pequeña imperfección de la pintura, aunque había pocas. Era curioso, siempre me había imaginado el interior de las naves como metal por todas partes y en el exterior sí lo era, de un metal tan precioso como nunca había visto, pero por dentro, imitaba en todo lo posible a un hogar, como si quienes hubieran estado en ella hubiesen necesitado pensar que estaban en una casa en lugar de en un transporte.

    – [Jane]¿Ha pasado algo…?[/Jane] – preguntó. Me conocía, incluso tras los años separados, no necesitaba la telepatía para meterse en mi cabeza.

    Me llevé una mano a la cabeza y me masajeé las sienes. Me dolía, supuse que por el sufrimiento. – [Xander]No se lo cuentes a nadie, por favor. Mi tío está esperando a mi tía Diana para contarlo a Amy, Kaylee y Vera.[/Xander] – le pedí, antes de contarle la verdad que tenía atascada en el pecho, quitándome el aire. Jane asintió, por su mente estarían pasando toda suerte de posibilidades después de decirle lo de mis primas. – [Xander]Elle y yo hablamos con mi padre antes. Mi abuela ha muerto.[/Xander] – lo dije sin pausas, sin pensar, porque si lo hacía me echaría a llorar y no sería capaz de articular palabra.

    – [Jane]¿Delia ha muerto? No sabía que estuviera enferma.[/Jane] – preguntó. Sentí un escalofrío al pensar en eso, esperaba que la abuela Delly viviese, ella y el abuelo Arthur eran los únicos que tenía ahora, y él estaba bastante mayor.

    – [Xander]No, no…[/Xander] – expliqué. Entendía la confusión, con mis primas compartía dos abuelas, aunque técnicamente Delia era abuela adoptiva, nunca nos había tratado diferente de Amy, Kaylee o Vera, pero lo había dicho tan rápido para no pensarlo que no había especificado qué abuela. – [Xander]La abuela Elizabeth. La abuela Delly está bien, viajando hacia Moondale.[/Xander] – aclaré, sintiendo el dolor al decir su nombre.

    – [Jane]¿Elizabeth ha muerto? Dios mío…[/Jane]- se tapó la boca, conmocionada.- [Jane]Lo siento. [/Jane]- dijo mirándome. Me giré hacia ella y vi una pena que no tenía ganas de ver, se suponía que yo tenía que cuidar del resto, tenía que recomponerme.

    – [Xander]Sé que pensabas que había sido Delly por edad, pero ha sido por…enfermedad.[/Xander] – era duro hablar de ello, sabía que me estaba forzando a ser demasiado fuerte, a responsabilizarme en exceso de lo que sentían los demás mientras reprimía lo mío.

    – [Jane]¿Elizabeth estaba enferma?[/Jane] – Jane seguía mirándome y sus ojos transmitían un cariño que me reconfortó. Quizá sí podía sentirme derrotado alguna vez, apoyarme en Jane para poder volver con todas las fuerzas.

    – [Xander]Nadie lo sabía.[/Xander] – le expliqué. Lo había intentado superar a solas, más centrada en lo que iban a pasar sus hijas que ella misma. Noté las lágrimas abriéndose camino por mis mejillas, calientes. – [Xander]Cáncer. No le dieron muchas opciones y no dijo nada a nadie, salvo a Jaime.[/Xander] – omití llamarle abuelo Jaime, toda la vida lo había hecho, para rehuir de ese lazo que me unía a Jane de una forma diferente a la que yo quería.

    – [Jane]Qué horror.[/Jane]- dijo con una tristeza evidente. La belleza de Jane, además de la obvia, radicaba en que con ella no había medias verdades, lo que sentía lo hacía con toda la intensidad de la que era capaz.- [Jane]Mi padre me contó lo de mi tía y es una enfermedad terrorífica.[/Jane] – comentó.

    Asentí, tragando un poco el nudo que tenía aún en la garganta y que las lágrimas habían hecho un poco más pequeño. – [Xander]Vinimos hasta aquí buscando a Omega y ahora que nos necesitan es ella la que está allí.[/Xander] – dije, pensativo. Eran muchos problemas, no habían aguantado los Moondies todas esas veces.

    – [Jane]Volveremos cuando todo esté encaminado aquí.[/Jane]- dijo ella. – [Jane]Si conseguimos trabajar como un equipo, si nos dejamos de tonterías: estaremos pronto en casa.[/Jane] – Jane era muy práctica, tenía buenas ideas pero se olvida de que para todos los demás esto no era un trabajo pendiente, de que podían necesitar otras cosas para poder conseguir sacarlo adelante.

    – [Xander]¿Y cuanta gente más perderemos?[/Xander] – le pregunté. El miedo llevaba instalado en mí desde que vi cómo podía Omega con todos nosotros con tanta facilidad y había ido a más con cada peligro, con cada enemigo acechando en las sombras. – [Xander]Allí el tiempo es más lento, pero aquí no, podría pasarle algo a cualquiera y luego tendríamos que ir allí sin esas personas, decírselo a sus familias…[/Xander] – era tierra de pesadillas para mí, solo el hecho de pensar en volver sin alguna de esas personas, o de volver quién sabe dentro de cuantos años, con nuestras familias igual pero nosotros totalmente distintos.

    Jane hizo algo que no me esperaba, pero necesitaba. Me rodeó con sus brazos y me estrechó contra su cuerpo cálido, que parecía absorber cada pena del mío y reemplazarlo por alegría. Dejé de contener las lágrimas, no tenía sentido ya y cayeron una tras otra mientras pensaba lo que había perdido.

    – [Jane]Elizabeth era una mujer maravillosa.[/Jane]- escuchar su nombre en su boca me hizo pensar que de alguna manera, seguía viviendo, no solo en mis recuerdos y los de mi familia, si no en los de otras.- [Jane]La vida no es justa y siempre duele cuando alguien muere, pero al menos tienes que ser consciente de que os quería muchísimo y que ella, de haber podido elegir, habría querido irse así, sin hacer mucho ruido y mientras el resto del mundo sigue girando.[/Jane] – no sabía qué decir, las palabras de Jane me habían calado.

    – [Xander]Supongo que tienes razón.[/Xander] – apoyé una mano en la rodilla cuando nos separamos. Ansiaba volver a sentir ese contacto, esa descarga que parecía llevarse todo sufrimiento. Entonces ella puso una mano sobre la mía.

    Me giré y la vi tan cerca, tanto que sentía la calidez de su piel, la suavidad de su aliento al escaparse de sus rosados y carnosos labios. Mis ojos no hacían más que ir hacia ellos, ansiarlos. Nos acercamos a escasos centímetros.

    – [Jane]Voy a hacer un bizcocho.[/Jane]- dijo levantándose de pronto. Tragué saliva e intenté no ponerme rojo de vergüenza. – [Jane]¿Me ayudas?[/Jane] – preguntó.

    – [Xander]Eh si, si, necesito tener las manos ocupadas…[/Xander]- dije siguiéndola, entonces caí en lo que acababa de decir. – [Xander]Ya me entiendes.[/Xander] – aclaré. Ella se rió. A veces echaba en falta tener su poder para saber qué había pensado en ese momento, si quería ese beso tanto como yo o solo era yo. Tanto tiempo después seguía sin saber qué pensar.

    – [Xander]Lo que decías de los líderes.[/Xander] – dije mientras le buscaba los ingredientes que pedía y que conocía en su mayoría por las etiquetas que habían puesto después, porque casi todo era de la luna. – [Xander]Es verdad que somos todos iguales, pero cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a la muerte, a la desesperación, está bien tener a alguien a quien mirar y que nos guíe. Mi madre no mandaba, pero era el pilar sobre el que el resto añadía su parte. Todos juntos, pero con alguien que los unía.[/Xander] – expliqué. Yo no era ese alguien, yo buscaba los problemas y les ayudaba con ellos, planificaba, hablaba, pero la gente no acudía a mí, sin embargo si lo hacían con Elle e incluso con Jane.

    – [Jane]El problema es que este grupo es demasiado grande.[/Jane]- comentó. Éramos muchos, sí, no podíamos compararnos con los Moondies, para cuando fueron Daë ya estaban muy unidos y eran la mitad. Si ahora tantos lo éramos, no podía imaginar el peligro que íbamos a enfrentar. Aunque era cierto que la mayoría de los recién llegados no tenían orbe Daë así que quizá no lo fueran. Y ese Ezequiel, por ejemplo, decía ser un Daë pero tampoco la tenía, podía ser todo un engaño.

    – [Xander]Entonces quizá no sea solo una persona.[/Xander] – comenté, cuando me llegó la idea. Éramos muchos, quizá Elle necesitase ayuda adicional. – [Xander]Sé que Elle tiene eso dentro, pero también lo tienes tú aunque lo trates de esconder. Y Kaylee. [/Xander]- comenté, mirándola. Sentía orgullo al ver la persona que era.

    – [Jane]No sé. Tiempo al tiempo.[/Jane] – dijo, algo cohibida, como si leyese mis pensamientos a través de mi mirada.

    Asentí. – [Xander]Si. [/Xander]- aún me rondaba el dolor, pero Jane lo había hecho llevadero. Trabajamos juntos en aquél bizcocho y llegó un punto en el que estaba tan concentrado que no la sentí cerca hasta que me dio un beso en la mejilla. Podía sentir perfectamente la silueta de sus labios por el calor residual en mi piel.

    – [Jane]Cuando volvamos a casa, te acompañaré al cementerio para que puedas cerrar el ciclo.[/Jane] – me ofreció.

    – [Xander]Gracias Jane.[/Xander] – dije mirando esos preciosos ojos cuyo iris tenía heterocromía central, la parte del iris cercana a la pupila era de tono entre bronce y dorado mientras que la externa era zafiro. Tan únicos como ella. – [Xander]Por todo.[/Xander]

    Jane sonrió.

    Presente

    Recordar aquella sonrisa y las fuerzas que ella me había dado me hicieron ponerme en pie y empezar a atajar mi lista de cosas pendientes.

    La primera, hablar con Ellie, como hermano como en los viejos tiempos y como New Moondie para aconsejarla en un papel que ya estaba cumpliendo.

  • SI LA SUERTE ME SONRÍE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

     

    No había sido una mañana tranquila. El rumor que había escuchado Lexie había corrido como la pólvora y tras los problemas que habíamos vivido hasta ahora, con el cambio de cuerpos y el ataque de la noche anterior aún fresco en nuestras mentes, ya habían empezado a sonar más nombres para volver a la Tierra.

    Estaba en uno de los estudios de la biblioteca con la puerta abierta cuando escuché un ruido. Esperaba que no fuera Dante, porque no me veía con fuerzas para validar su decisión de irse ni tampoco podía evitar comprender que él había elegido esto y no podía obligarse a estar.

    Para mi sorpresa, era Jane. Nada más verla se me iluminó la cara. – [Xander]Hola[/Xander]. – la saludé, pensando en moderar mi reacción. Ya era obvio para casi todo el mundo lo que sentía y no quería asustarla. Ella me sonrió para devolverme el saludo, pero no habló, parecía pensativa. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – le pregunté.

    – [Jane]Sí, ¿por?[/Jane]- replicó ella. Conocía lo suficiente a casi todas las personas de aquella nave como para saber cuándo me estaban esquivando.

    – [Xander]Pareces preocupada.[/Xander] – ella entró al estudio en el que guardaba todas mis anotaciones sobre la «misión» y se sentó a un lado.

    – [Jane]Es que Owen se está equivocando y es como ver cómo va a descarrilar un tren a cámara lenta[/Jane]. – admitió al final. Me senté frente a ella. Jane se sentía demasiado responsable por todo el mundo y cuando se trataba de su familia, todo iba más allá. No digo que Dominic y Rebecca lo hicieran con un mal propósito, pero el caos que habían tenido sus vidas habían hecho caer todo ese peso en sus hombros.

    – [Xander]Supongo pero sabes que si está equivocando, tratándose de amor lo único que puedes hacer es apoyarle, ¿verdad?[/Xander] – aunque la situación era distinta, no podía evitar pensar en apenas un par de años atrás, cuando Jane no me hablaba y lo que me decían era que me olvidara de lo que sentía.

    – [Jane]Está poniendo su vida en peligro[/Jane].- se la notaba tensa, pero tras tanto tiempo separados no me atrevía a un gesto tan íntimo como masajearle los hombros.

    – [Xander]Owen no es tonto, aunque la quiera evitará arriesgarse.[/Xander] – traté de aconsejarle. Con Jane no era un camino directo, mucho menos teniendo en cuenta que nuestra pelea original vino a raíz de defender a Owen.

    – [Jane]No digo que mi hermano sea tonto, pero es muy impulsivo[/Jane].-  aclaró ella. Evité sonreír porque ella estaba preocupada, pero me agradó ver lo mucho que había cambiado. Aquella era la Jane que yo conocía. Estar lejos de sus padres y sus preocupaciones le venía bien.

    – [Xander]A veces es mejor seguir un impulso que razonar algo durante años y no hacerlo por miedo.[/Xander] – admití. Estaba claro que hablaba de mí y no me iba a molestar en negarlo. Desde que Jane había vuelto a hablar conmigo había decidido ser sincero con mis sentimientos. – [Xander]Yo pensé hablar contigo muchas veces, pero no me atreví. Fue un error. Hay mucho tiempo que no vamos a recuperar.[/Xander] – añadí. Ese tiempo siempre me iba a pesar, pero si valía para que yo hubiese cambiado y no volviese a cometer esos errores, al menos habría servido para algo.

    – [Jane]La diferencia es que tú y o no nos íbamos a morir por estar juntos[/Jane].- se echó hacia delante y, aprovechando que en los primeros asientos del estudio la mesa no estaba en medio, me puso un dedo en el pecho y luego lo llevó al suyo.

    No pude evitar esbozar una sonrisa. Estaba hablando de ser sincero con mis sentimientos y me ponían esa conversación en bandeja. No quedaba más remedio. – [Xander]Bueno, pero por no estarlo quizá sí.[/Xander] – le aseguré. Siempre había tapado bastante lo que sentía por Jane, sabía que poca gente lo comprendería, en especial después de pasar tantos años separados. Nadie podría entender que sintiera por ella algo que me afectara de manera tan profunda.

    – [Jane]Eso ha sido bonito[/Jane].- respondió ella con una sonrisa. Me alegré, Jane a veces era como un cervatillo, capaz de asustarse sobre todo cuando se mencionaba el amor. Ella no había tenido muy buenas experiencias sobre lo que significaba.- [Jane]Pero volviendo al tema, no me gustaría que mi hermano se muriese por una noche loca[/Jane]. – añadió. Contuve un suspiro, no me apetecía volver a hablar de Owen ahora que estábamos hablando de nosotros, pero si le preocupaba era mejor seguir con el tema que quería discutir en lugar de agobiarla.

    – [Xander]Por lo que sé, Amy le ha visto mordido por ella, muriéndose por la incompatibilidad. Pero no muerto.[/Xander]  – planteé. Se trataba de mi mejor amigo y mi prima, yo también le había dado vueltas a la situación. El futuro era incierto en las visiones, sin ir más lejos nuestro futuro no se había convertido en el de Ezra. E incluso así, Amy no le había visto morir en concreto, solo el «proceso» por decirlo de alguna forma.

    – [Jane]Entre estar muriéndose y estar muerto hay poca diferencia[/Jane].- replicó ella alzando una ceja.

    – [Xander]Va a estar bien. Solo tiene que aguantar hasta llegar a la Tierra. Una vez allí, mi tío Toph puede ayudarle, ya tienen experiencia.[/Xander] – ellos ya habían pasado por eso, tenía que haber una forma de curarle y la encontraríamos en caso de que no pudiéramos directamente evitar que le pasara. Coloqué las manos sobre sus hombros para tratar de infundirle tranquilidad.

    – [Jane]Pero Amy…[/Jane]- no terminó de decirlo y tragué saliva. Prefería no saber en concreto que iba a decir porque no quería abrir un frente entre nosotros.

    – [Xander]Amy lleva todo este tiempo siendo desagradable con él aunque le guste para evitar que le pase eso, confía en ella.[/Xander] – respondí, esperando que lo entendiera. Amy se había esforzado en distanciarse emocional y físicamente de Owen, pero al final parecían atraerse como si recorrieran un sendero circular.

    – [Jane]No[/Jane].- sentenció cruzándose de brazos. Que…tenaz era a veces. No podía reprochárselo, eso no era necesariamente un mal rasgo, pero en momentos como este me dejaba sin argumentos.

    – [Xander]Pues confía en mí. Aunque sé que en estos años no te he dado muchos motivos.[/Xander] – me di cuenta de que aún seguía con las manos en sus hombros y me eché hacia atrás, pero al hacer ese movimiento poco calculado rocé la piel de su cuello. Al principio mi mente pensó en lo que toda la vida había pensado, la descarga, la absorción del poder, pero en ese momento toda mi mente se nubló con la sensación del calor de su cuerpo y la suavidad de si piel.

    – [Jane]Preferiría que me hicieran caso[/Jane].- replicó, triste.

    – [Xander]¿Estás segura de que no lo ha hecho?[/Xander] – le pregunté. Porque podíamos estar debatiendo algo que en realidad no estaba pasando.

    Como si le hubiéramos invocado, Owen pasó por delante de la puerta del estudio en dirección al gimnasio. Ni siquiera nos vio, caminaba cabizbajo, pensativo.

    – [Jane]Me ha hecho caso[/Jane]. – dijo Jane al cabo de unos segundos. Quizá en su caso ver lo que pensaba la gente no era una especie de maldición si no más bien una ventaja.

     – [Xander]No le des muchas vueltas. Estoy aquí para ayudaros. No tienes que hacerlo todo sola.[/Xander] – añadí. Ahora las cosas podían ser diferentes. De hecho, lo eran tanto que Jane se puso en pie y se acercó a mi para estrecharme en un abrazo. Me vi colapsado por la sensación de sentir su cuerpo contra el mío y percibir el aroma a fruta fresca en su pelo. Tragué saliva.

     

    – [Jane]Gracias[/Jane].- repitió al separarse.

    – [Xander]Gracias a ti por…intentarlo.[/Xander]  – confesé. Sabía que para ella todo este esfuerzo de volver a hablar conmigo no había sido fácil. – [Xander]¿Vas a quedarte?[/Xander] – le pregunté, volviendo a sentarnos. Me refería a quedarse allí, en la «misión».

    Ella asintió y sentía que la tensión en mi interior se aflojaba un poco.- [Jane]No podría hacer otra cosa[/Jane]. – añadió. Mentiría si dijera que no había tenido alguna duda, pero venían del miedo a separarnos. Sabía que Jane era perfeccionista y responsable, no podía dejar algo así sin terminar.

    – [Xander]Ya. Te conozco.[/Xander] – respondí. – [Xander]Me alegra saberlo.[/Xander] – añadí. No podía dejar de mirarla, estaba tan….guapa allí pese a la horrible luz de la sala.

    – [Jane]¿Tú…te vas a quedar?[/Jane]- sus ojos se cruzaron con los míos, pero tardó poco en bajar la vista. No sé qué vio en lo míos, quizá demasiado

    – [Xander]Sí. Es culpa mía que acabásemos aquí así que no voy a irme. Por todos vosotros y porque tenemos que ayudar a que nuestro futuro exista.[/Xander] – eran dos factores que por separado ya me habrían convencido y juntos hacían que ni me lo plantease. Tenía una responsabilidad, pero también un destino, que si no se cumplía, podría hacer que ni siquiera existiéramos.

    – [Jane]No es culpa de nadie. No digas tonterías[/Jane].- dijo ella. Oír eso de sus labios me tranquilizó

    – [Xander]Mía sí.[/Xander] – insistí. Yo me creí a Omega porque decía lo que quería escuchar.  Yo me cegué en castigarla cuando supe la verdad y arrastré a todos detrás. – [Xander]Y hablando de eso…cuando me poseyó el licántropo…[/Xander] – recordé. Me avergonzaba pensar que la había perseguido como un demente, aunque…bueno, en realidad había sido en su cuerpo.

    – [Jane]Deja de culparte por todo[/Jane].- se sentó a mi lado y apoyó la cabeza en mi hombro. No me avergüenza decir que me habría quedado así.

    – [Xander]Ya, no. Ahora quería decirte otra cosa.[/Xander] – tenía que dar el paso en algún momento, aclarar las cosas para que la relación fuera como tuviese que ser. – [Xander]Sé que lo sabes, lo que quiero decir. No necesitas telepatía para saberlo. Es obvio.[/Xander] – tuve que decirlo así, dando rodeos, para evitar sonrojarme o titubear. La quería, muchísimo, en más de un sentido. Esa era la realidad.

    Jane me miró y el rubor empezó a cubrirle el rostro. Estaba claro que no sabía qué decir, pero no sabía si eso era bueno o malo.

    – [Xander]Pero no insistiré, no me pondré pesado. Soy tu amigo antes de todo y no quiero arriesgarlo por nada.[/Xander] – añadí, dejando claro que estaría ahí fuera cual fuera nuestra relación.

    Jane seguía sin saber qué decir. No podía imaginar qué estaba pasando por su cabeza, pero estaba casi seguro de que la relación de sus padres era uno de los factores que rondaban por ella. – [Jane]No eres pesado[/Jane]. – dijo al final. No sabía si tomármelo como positivo o negativo. Tenía pinta de lo primero, pero quedaba en el limbo, sin respuesta, como hasta el momento, pero tampoco con una negativa.

    – [Xander]Después tenemos que vernos con los demás. Noah ha ido a la ciudad a confirmarlo todo y tenemos que ver quién se va a marchar.[/Xander] – comenté, cambiando de tema. – [Xander]Pero…podemos leer o ver un capítulo de algo juntos antes.[/Xander] – propuse. Pensar demasiado no iba a solucionar que Dante, Lexie o Niall se quedaran.

    – [Jane]¿Por qué no vemos algo en mi habitación?[/Jane]- preguntó ella. Mi rostro debió quedarse lívido, porque mi mente estaba llena de posibles significados.

    – [Xander]Eh, sí, bueno, si quieres, sí claro.[/Xander] – tragué saliva de nuevo. No estaba junto a ella en su cuarto desde que éramos preadolescentes y por aquél entonces no éramos conscientes de lo que significaba esa clase de intimidad.

    – [Jane]No me refería…a nada raro. Solo…eh…[/Jane]- intentó explicar, pero acabó tapándose la cara, avergonzada.

    – [Xander]Bueno ya, si tampoco…me iba a quejar.[/Xander] – admití, se me estaba soltando la lengua, asumí que me gustaba tanto y tenía tantas ganas de que lo nuestro existiera que mis filtros y mis miedos se habían desconectado temporalmente.

    – [Jane]¡EH! Has dicho que éramos amigos[/Jane].- replicó ella saliendo de su escondite muerta de risa.

    – [Xander]Pero…se puede subir de nivel.[/Xander] – bromeé.

    – [Jane]Al final has perdido la opción de ver la serie en mi cama[/Jane].- sentenció, aunque parecía una amenaza que todavía estaba en el aire.

    Aquél «rifirafe» que había aparecido entre nosotros, esa nueva posibilidad de flirtear que acababa de manifestarse, era un pequeño alivio para mí, un rayo de esperanza que iluminaba toda la oscuridad de preocupaciones y miedos que me agobiaban. Aún quedaba un rato para ir con el resto así que ya fuera viendo una película en su cuarto juntos o allí simplemente hablando, sabía que pasaríamos ese tiempo juntos. Y si la suerte me sonreía, mucho más.

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.

  • UNA PESADA CARGA

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Jane y yo recorrimos con cuidado la nave. Caminábamos despacio, con cautela, tratando de forzar un poder no era mío y no controlaba, para asegurarnos de que no nos tendían una emboscada.

    La regla de mantenerse por parejas había funcionado demasiado bien y los pasillos estaban vacíos. De no haber sido por el valle que se vislumbraba a través de las ventanas el aire de nave espacial abandonada me habría puesto los pelos de punta. Pero en aquél momento teníamos problemas más graves.

    Habíamos salido para buscar a Elle y Ezra, pero por el camino habíamos escuchado un grito y nos habíamos desviado un poco. Sin embargo al llegar al pasillo de las habitaciones no vimos nada. Quedaba la opción de ir cuarto a cuarto, preguntando, una alternativa que nos exponía demasiado. Estábamos en clara desventaja, prácticamente ninguno tenía poderes a su control o habilidades que le permitieran ayudar. Quizá Ruby, Zahra o Ezra que estaban entrenados y en cuerpos que podían responder. Cole también lo estaba pero Kaylee no tenía musculatura de lucha.

    Pensándolo así, tenía todo el sentido del mundo. Anulaban nuestros poderes, sembraban la confusión y nos hacían incapacces de distinguir entre nosotros. Sin el poder de Jane no habríamos llegado a oponer resistencia de ningún tipo.

    – [Xander]No va a ser nada fácil. Los pasillos están vacíos. Pueden sorprendernos en cualquier sitio.[/Xander]

    – [Jane]Concéntrate en escuchar[/Jane].- dijo ella. Su voz habría sonado más tranquilizadora y habría tenido más eco en mí si no fuera la mía propia.

    Aun así, me esforcé, traté de captar esas señales, esos ruidos de fondo, como conversaciones de una mesa cercana que no alcanzas a escuchar. El problema estaba en que había demasiadas conversaciones, demasiadas mesas y al final solo conseguía estar rodeado de un murmullo creciente e indescriptible que me confundía cada vez más.

    – [Xander]Hay demasiadas voces.[/Xander]

    Sentí cómo posaba sus manos, las mías, en mis hombros, los suyos. No sabía ni siquiera qué decir, porque no me sentía con permisos para hacer nada en su cuerpo, ni siquiera dejarme llevar por lo que sentía por ella.- [Jane]¿A quién quieres escuchar?[/Jane]- preguntó.- [Jane]Imagina que es…un rastro de olor que tienes que seguir[/Jane]. – era una buena sugerencia, a fin de cuentas así funcionaban las esferas Daë, no sería raro que su poder pudiera conducirse así.

    Me concentré en Ezra y Elle, eran el objetivo lógico, si nos perdíamos en el problema general, en ese grito, en ir habitación por habitación, estaríamos vulnerables y desunidos. Pensé en mi hermana, en el lazo que nos unía desde el mismo momento en el que la vi al lado de mamá en el hospital. Tan pequeña, tan indefensa, pero con tanta facilidad para llevar la alegría a su alrededor. Entonces lo sentí, solo que no fue a Elle a quien localicé, si no a quien estaba en su cuerpo en ese momento. – [Xander]Tengo a Ezra.[/Xander] – le dije. Su mente estaba opaca, apenas vislumbraba algunas puertas a mi alrededor y ecos de sus pensamientos en ese momento.

    De pronto le vi, allí en medio, serio, silente, observando una puerta de pomo oscuro a cuyo alrededor se acumulaba la maleza. En ese instante la puerta estaba parada, pero por lo general algo la golpeaba tratando de abrirla. Otra puerta se abrió a mi lado y entré sin poder evitarlo. Era más joven, estaba malherido, los pocos médicos a los que podíamos consultar me habían dado por muerto, una baja más en aquella guerra eterna. Ella no, Amy no. Nos quedamos solos, sus dientes fueron como dos agujas, pero después se convirtieron en dos cuchillos al rojo vivo, como si hubiese podido sentir la maldición entrando en mi cuerpo. – [Xander]Me están viniendo recuerdos a la cabeza de cuando Amy me transformó…todavía siento el dolor del mordisco….[/Xander] – una voz que no era ninguna de las mías habló para que Jane la escuchase.

    – [Jane]Así es. Lo haces mejor que yo. Sigue buscando[/Jane]. – respondió ella. La tenía delante de mí, pero yo estaba en otro lugar. ¿Quién era yo? ¿Xander? ¿Ezra? No podía saberlo, solo era un muchacho que había estado a punto de morir.

    Una puerta distinta se abrió, oscura, profunda como una cicatriz. Jane estaba en mitad de una zona cavernosa, como unas alcantarillas, iba enfundada en un traje de cuero con puntas de acero y llevaba el pelo peinado hacia atrás. Parecía más pálida y su pelo aún más oscuro.. En el suelo frente a ella había una figura femenina, delgada, con el rostro mitad lupino volviendo a su forma humana. Jane alargó su mano y la alzó en el aire. No pude moverme. Amy se movía tratando de liberarse pero las fuerzas la abandonaron a medida que Jane absorbía su fuerza vital. Cuando terminó la dejó caer con un sonido sordo. Corrí hacia ellas.

    – [Xander]Tú la mataste…tú mataste a Amy.[/Xander] – le dije. La tenía frente a mí, pero su imagen fluctuaba. Tan pronto estaba en su traje de cuero como era un joven alto de cabello rubio ceniza corto, Xander se llamaba.

    – [Jane]¿Amy está muerta?[/Jane]- preguntó el chico. Parecía afectado, pero sabía que dentro de ese cuerpo estaba ella, la misma que había visto matar a Amy.

    – [Xander]Nos perseguiste…Amy se enfrentó a ti y…la mataste, absorbiste su poder hasta el final…[/Xander] – noté cómo me temblaban las manos, pero al verlas vi que eran más pequeñas de lo que recordaba. Estaba en el cuerpo de la asesina, sí, eso era.

    – [Jane]Yo…[/Jane]- ella se quedó en silencio, su cuerpo se sacudía pese a que intentaba controlarlo.

    El mundo se dio la vuelta y caí por otra puerta cercana. De nuevo ella, en su traje, pero ahora había otro. Un chico joven de pelo oscuro como ella, también en un traje completo de cuero.

    – [Xander]Verónica Preston…tu gemelo Victor y tú erais los perros de presa del Escuadrón V.[/Xander] – me llevé una mano a la cabeza y noté un pelo que no reconocía, pero daba igual, el dolor estaba ahí, como una esquirla ardiente.

    Jane, Verónica, temblaba frente a mí. Quizá por haberla descubierto. – [Jane]¿Víctor?[/Jane] – preguntó. Como si la hubiese escuchado, el muchacho iluminó la oscuridad con sus llamas, envolviendo los cuerpos de amigos y conocidos. Sus gritos llenaron mi cabeza una y otra y otra vez.

    – [Xander]El pirokinético. Quemó a muchos amigos.[/Xander] – conseguí decir. – [Xander]Erais como nosotros, ¿por qué? ¿por qué lo hacíais?[/Xander] – pregunté agarrándola por los brazos. Me superaba en físico, pero ahora tenía yo su cuerpo, sus poderes. – [Xander]Perseguidos, marcados como animales, viviendo como ratas…[/Xander] – llevábamos tanto tiempo escondiéndonos que no percibía el olor de las alcantarillas, estaba acostumbrado al olor de los restos humanos porque habían hecho que nosotros ya no fuéramos más que criaturas inmundas.

    – [Jane]Yo…yo…no[/Jane].- consiguió soltarse y echó a correr. Era rápida, pero mi cuerpo era más menudo y más ágil. Aunque ella estuviera en un cuerpo con constitución de aesir, yo estaba en uno de disir.

    ¿Pero cómo lo sabía? Cerré la siguiente puerta antes de caer por ella. ¿Cómo sabía que estábamos cambiados? ¿Cómo sabía que era una disir? Me di cuenta de que corría tras ella, pero no era tan ágil como esperaba, ¿cómo podía ser con esa constitución y habiendo sido entrenada para perseguir sobrenaturales? Verónica era más rápida, recordaba ser perseguido por ella. ¿Cómo? No. No era Verónica, era Jane. Jane. ¿Y yo? ¿De qué la conocía? Esa chica no venía de un mundo en guerra como yo…pero….yo no venía de un mundo en guerra, no conocía la guerra. ¿Quién era yo? Yo…Xander…Xander con el que ella había cambiado cuerpos. Xander, su amigo. Xander, el que la amaba desde hacía mucho tiempo.

    Tenía que hacer algo, me había metido demasiado de lleno en la cabeza de Ezra y no sabía salir. Así que me concentré y traté de conectar con Elle, pero esta vez de verdad, no solo con quien habitaba su cuerpo. La busqué, la rastreé y la encontré, pero cuando lo hice, me arrepentí al instante. Mi hermana estaba en una especie de jaula en mitad de aquél lugar y gritó para advertirme. Lo siguiente que noté fue un gruñido a mi espalda.

    Mi cuerpo, el cuerpo de Jane, corría. De pronto estaba libre de la cárcel en la que me había metido la que olía a plata. Delante de mí corría una presa, solo sabía eso. Pero cada vez era más torpe. Donde la gacela asustada cometía un error, el depredador que ahora era acortaba espacio. Para cuando llegó al pasillo de las habitaciones ya estaba a menos de un metro así que con un saltó caí sobre ella.

    Coloqué mis patas sobre sus brazos. Tenía fuerza en ellos, músculos que no serían muy agradables de masticar, pero no sabía usarlos, tenía demasiado miedo a responder.

    – [Jane]¡ATRÁS![/Jane] – gritó la presa. Vi una vena palpitar en su cuello y mi instinto me pidió acabar con su resistencia.

    Mis fosas nasales se expandieron, reaccionando a lo que estaba a punto de disfrutar. Pero entonces un olor a fresa me llegó. Estaba sobre la presa, pero también sobre mí. Una presencia empezó a hacerse más manifiesta y me arrancó, devolviéndome a la cárcel de plata mientras él tomaba el control y se echaba a un lado.

    Me agarré la cabeza, el dolor me atenazaba y me impedía ver bien, pero era el hecho de saber lo que había estado a punto de pasar lo que me hacía temblar estando allí sentado a su lado. – [Xander]Dios Jane, lo siento, lo siento…intenté huir de la mente de Ezra y busqué a Elle…yo…no sé qué ha pasado.[/Xander] – daba igual cuanto buscara, no había palabras que borrasen lo que le había hecho pasar.

    – [Jane]No te preocupes.[/Jane]- Jane se incorporó e hizo algo que no habría esperado. Se acercó a mí y me rodeó con los brazos. Un gesto que, aún siendo con mi propio cuerpo, me hizo sentirme un poco mejor.

    – [Xander]He estado a punto de morderte…[/Xander] – me lamenté. Sentirla tan cerca me hacía difícil evadirme de mi propio cuerpo. Aquello era confuso cuanto más lo pensaras, así que me dejé llevar, como si en lugar de nuestros cuerpos cambiados los que se estuvieran abrazando fueran nuestros espíritus.

    – [Jane]No eras tú[/Jane].

    – [Xander]Lo de Omega…no tenías por qué escucharlo.[/Xander] – me disculpé cuando nos separamos. Jane era consciente de la historia general de lo que su versión alterna había hecho en su mundo, pero conocerlo tan al detalle iba a resultarle una carga durante una buena temporada.

    – [Jane]Yo no soy ella[/Jane]. – dijo para sí, como si quisiera convencerse.

    – [Xander]Lo sé, pero si hubiera controlado esto mejor no tendrías por qué haberlo visto.[/Xander] – no, claro que no era ella. Se había criado de una forma completamente diferente, sin el menor atisbo de amor. Dominic y Rebecca podían haber sido un desastre, pero sí la querían y sus hermanos también.

    – [Jane]Da igual. En serio, no te fustigues[/Jane]. – añadió poniéndose en pie.

    Me quedé callado y después de observarla unos segundos aparté la mirada y me puse en pie. – [Xander]Será mejor que vayamos al almacén con Ezra y Elle.[/Xander] – dije. Sabía el impacto que tendría en ella ese momento, la conocía mejor de lo que pensaba y podía ponerme en su piel. Así que lo único que podíamos hacer era mantenernos ocupados.

     

  • APRENDIENDO A IR DESPACIO

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Pasé la página pero mis ojos se desviaron hacia el reloj que había en una pared. No sabíamos si era correcto porque la Kvasir había estado parada una buena temporada, pero aunque no calculara la hora exacta, sí que permitía saber el tiempo que había pasado.

    – [Noah]Es desesperante.[/Noah] – dije llevándome una vez más una mano al pelo, que debía estar alborotado y mi hermano no lo aprobaba. Pero no podía contenerlo, aquella investigación me estaba llevando más que ninguna otra, y parecía que no avanzaba. A esa velocidad tardaría meses en dar con una respuesta.

    – [Leo]Tranquilo, trabaja con lo que tienes.[/Leo] – respondió Leo. Era extraño escuchar esas palabras viniendo de mi propia voz.

    – [Noah]No puedo, me está llevando muchísimo encontrar algo y el tiempo no deja de avanzar.[/Noah] – señalé el reloj, habían pasado ya más de tres horas y apenas había mirado una cuarta parte de los libros que había seleccionado. Antes habría sido más fácil, mi mente se movía a una velocidad mas rápida que el resto del mundo y eso me daba siempre tiempo de sobra, pero ahora todo era lento, dolorosamente lento.

    – [Leo]No solo depende de ti. Todos estamos buscando.[/Leo] – dijo. Era cierto en parte, no todos estaban buscando una respuesta, algunos se limitaban a esperar mientras los demás, los que siempre lo hacíamos, dábamos con una solución.

    Me sorprendí pensando así. Todo el mundo lo hacía lo mejor que podía, algunos teníamos más facilidades que otros como yo había tenido. No sé qué me pasaba, pero desde que estaba en el cuerpo de Leo me sentía de mal humor constante. Quizá era por la frustración de que todo fuera tan despacio.

    – [Noah]Ya, pero mira tu pila. Eso es lo que habría hecho yo antes.[/Noah] – dije, sintiendo una punzada de envidia. Leo ahora tenía mi velocidad y era mitad Rakkthathor como siempre había querido ser. Seguro que estaba disfrutando del cambio al menos en parte.

    – [Leo]Habrías hecho más, seguramente.[/Leo] – respondió, intentando hacerme sentir mejor. Me llevé una mano a la cabeza, sintiéndome mal por haberme enfadado. – [Leo]Sé que lo echas de menos pero si te sirve de consuelo, te lo devolveré encantado. No me acostumbro.[/Leo] – ¿cómo podía pensar que era un paseo para Leo? No estaba pensando claramente, ese mal humor me estaba nublando el juicio.

    – [Noah]Supongo que depende de la perspectiva.[/Noah] – dije tratando de calmar esa pulsión oscura, esa ira que me hacía constantemente querer tirar los libros al suelo y soltar un grito. Alcé la vista y vi que Leo me observaba. – [Noah]No estoy acostumbrado a que nadie me mire mientras pienso.[/Noah] – le repliqué, más serio de lo que pretendía. Leo permaneció impasible, quise sacudirlo a ver si reaccionaba de una vez y se daba cuenta de la mala situación en la que estábamos.

    – [Leo]No sé, tómalo como algo positivo, una oportunidad de ver que no solo dependes de tu poder.[/Leo] – me centré en sus palabras. En ese momento no me describiría como positivo precisamente. Me rasqué la barba, picaba y me molestaba, pero más de lo que debería, como todo desde el cambio.

    – [Noah]Supongo, es que también me siento…enfadado. Como si tuviera una especie de ira dentro de mí que no se va. No sé si será la frustración o…[/Noah] – quise contárselo, esperando que él me diera una respuesta, que lo que estaba sintiendo tuviera una explicación razonable.

    – [Leo]Es la licantropía. En la luna siempre estoy a punto de transformarme si me dejo llevar.[/Leo] – respondió. Me di cuenta de lo poco que había pensado en los cambios de estar viviendo en una luna para los lican del grupo. En aquél Cúmulo había dos lunas y estábamos sobre una de ellas, con su influencia continua. Se sabía poco de los lican y su relación con el satélite más allá de lo que estaba establecido. ¿Pasaría con cualquier cuerpo celeste? Al parecer por lo que él decía, al menos esta Luna influía en ello, así que por un instante eterno temí lo que pasaría si la otra se hacía visible una noche.

    – [Noah]O sea que además de perder mi velocidad estoy en peligro de dejar libre una bestia salvaje.[/Noah] – respondí. No era capaz de reconocer el tono de mi voz, no solo por ser la de Leo si no por esa amargura y esa seriedad que me carcomían. Si seguía así terminaría convirtiéndome y sin experiencia, sería incapaz de controlarme.

    – [Leo]Si sabías no estar siempre a máxima velocidad sabrás mantenerlo a raya hasta que lo solucionemos.[/Leo]

    – [Noah]¿Crees que lo conseguiremos? Yo no tengo mi velocidad, Kaylee no tiene su magia…[/Noah]

    – [Leo]¿Tú crees que lo mejor que tenéis que dar son vuestros poderes y vuestra magia?[/Leo]

    Me quedé en silencio. Confiaba en mis capacidades para solucionar los problemas, pero siempre había estado acostumbrado a que mi velocidad y la memoria genética me respaldaran. Quizá había confiado en exceso en ello más que en mí mismo y por eso ahora teníamos esa crisis.

    Estaba casi seguro de que Kaylee podría terminar haciendo magia desde otro cuerpo, pero tardaría mucho en acostumbrarse a uno que no tuviera el talento natural. No es que no confiara, es que había mucha prisa.

    – [Leo]He repasado todos estos libros buscando lo que me has dicho, lo he hecho rápido, sí, pero no creas que me he enterado de mucho.[/Leo] – añadió, tratando de dar peso a su razonamiento. Miré la pila de libros que había apartado y las hojas que había garabateado, incluso la que había hecho arder por la fricción. Por suerte me había puesto nervioso y había puesto la mano sobre las llamas sin darme cuenta de que había adquirido las propiedades del material del que estuviera hecha la mesa, que por suerte, era ignífugo. Si llega a ser madera habría ardido como un muñeco y Leo habría quedado encerrado para siempre en mi cuerpo. – [Leo]He compuesto dos canciones, sí, pero he probado y no soy capaz ni de tararearlas para que suenen a algo que no sea ruido. El sonido cambia con la velocidad y me cuesta ir al ritmo.[/Leo] – dijo. Tenía sentido, si, nuestros poderes y capacidades por si solos no eran nada sin nosotros.

    – [Noah]Sí, tienes razón, salvo por la memoria Rakkthathor.[/Noah] – le respondí. Sin la velocidad habría ido despacio, pero tampoco tenía los recuerdos de mi padre y mis antepasados para apoyarme en ellos. Era como sentirme solo de pronto, totalmente solo con una criatura que acechaba en la oscuridad.

    – [Leo]Puedo buscar por ti lo que me digas.[/Leo] – escuché decir a mi hermano.

    – [Noah]No habrá nada de la última vez que cambiamos porque yo ya había nacido y creo que nunca les había pasado antes. [/Noah] – teoricé, imaginando que mis pensamientos eran una barrera mágica que me protegía de eso. – [Noah]Pero puedes probar. Eso si no…[/Noah] – pese a ser como eran mis padres, yo nunca había sido tan extrovertido como ellos o incluso como Leo. Tenía bastante más timidez en todo lo relativo a la desnudez y por eso me costaba decirle que evitase los recuerdos para mayores de 18.

    – [Leo]Dime.[/Leo] – me instó Leo.

    – [Noah]Bueno que no…no pienses en Lexie porque…bueno, es privado.[/Noah] – le recordé. No me gustaba mucho que pudiera ver conversaciones personales. No tenía nada que ocultar a mi hermano pero una cosa era eso y otra que me hiciera gracia que viera de primera mano lo que sentía por ella. Y luego estaban otras cosas que habían pasado desde que estuvimos en la prehistoria, cosas con menos ropa.

    – [Leo]Tranquilo, me concentraré, creo que más o menos ya sé hacerlo.[/Leo] – me aseguró. Confié en él, toda la vida lo había hecho. Aunque Leo siempre había tenido complejo por no ser Rakkthathor, cuando yo era pequeño sabía disimularlo muy bien y para mi era todo un héroe. Hasta que no fui mayor no lo comprendí del todo y eso me permitió también ser capaz de entenderlo.

    – [Noah]Tampoco te aconsejo pensar en mamá y papá. Probablemente verías antes lo suficiente como para evitar llevarte un susto pero…como aún no estás acostumbrado…mejor no lo hagas.[/Noah] – era normal que quisiera ver a papá o a mamá pero podría ver cosas que no le apetecerían. Yo lo había aprendido a tiempo por pura suerte, recuperando de la memoria una conversación que cada vez se volvía más vergonzosa. Ese día aprendí cómo salir de un recuerdo antes de verlo por completo, y menos mal.

    – [Leo]Tranquilo. Tú sigue, sé que encontrarás una forma.[/Leo] – entonces apoyó la espalda en la pared opuesta a la entrada del estudio y dobló las piernas como si fuera a meditar. Vi como sus ojos se movían tras los párpados, estaba visualizando recuerdos. Sabía que mi poder no lo echaría de menos, pero aquello quizá sí.

    Yo me volqué a aquellos libros agradeciendo el silencio para poder concentrarme. Antes nunca había tenido problema porque el sonido iba más despacio que yo. Me resultó tan tedioso que agradecí ver dos figuras familiares en la puerta de cristal. Xander se verificó en el panel y la puerta se elevó dejándoles pasar.

    – [Xander]Noah, necesito que hablemos.[/Xander] – algo debía preocuparle bastante.

    – [Noah]Sí, dime Ja…Xander, perdón.[/Noah] – dije maldiciendo para mi recién descubierta lentitud. Otra de las ventajas de mi poder era que me ayudaba a meter menos la pata a veces. – [Noah]Hola, Jane.[/Noah] – dije mirando la extraña postura que tenía el cuerpo de Xander. Ella me devolvió el saludo con una ligera sonrisa.

    – [Xander]Necesito que pienses en la primera vez que salimos a patrullar. Dónde fue, qué pasó.[/Xander] – intervino Xander sin dar tiempo a charlas cotidianas.

    – [Noah]¿Por qué necesitas comprobar que soy yo?[/Noah] – le pregunté. Parecía obvio que era lo que quería, preguntándome algo que solo podíamos saber él o yo.

    – [Xander]Confía en mí.[/Xander] – me pidió. Me costaba aferrarme a algo para brindarle mi confianza llevando una cara que, con todo el respeto a Jane, también llevaba Omega. Aquello podía ser una estrategia para después hacerse pasar por mí.

    Ellos esperaron en silencio mientras pensaba, tratando de no observarme. El manojo de sentimientos negativos que hacía más fuerte la tensión del licántropo no me estaba dejando ver con claridad. Lo de Omega era demasiado rebuscado y no explicaría que los dos estuvieran allí, ella trabajaba sola.

    Al final me coloqué frente a Xander y asentí. Jane se sentó en uno de los sofás del estudio mientras esperaba, tratando de acomodar bien sus piernas.

    Traté de volver a aquella noche y desde el principio sentí la frustración y la añoranza de tener a mano la memoria  genética. Sin ella, algunos detalles estaban más desdibujados y mi afán de tener una visión clara de todo hacía que tardase mucho en «pintar» la escena en mi cabeza.

    – [Xander]Ve a lo básico.[/Xander] – pidió con voz calmada.

    Estábamos en la Escuela Legado. Yo, era yo solo. Estaba en la biblioteca y escuché a una chica hablando con un grupo de amigas en voz baja. Cuando supe que estaba hablando de que la habían asaltado agudicé el oído y me concentré. Hablaban suficientemente bajo para un humano, pero no para un medio Rakkthathor. A medida que lo escuchaba supe que era más grave de lo que había pensado en un principio, aquella chica había sido violada por alguien de la Escuela.

    Había pasado media mañana pensando en todo aquello, tratando de buscar algo que hacer para luchar contra la ira que me provocaba que hubiera pasado delante de todos nosotros y ella ni siquiera se pudiera sentir segura como para contarlo. Tampoco me atrevía yo mismo a hablarlo con nadie, pero comiendo con Xander se dio cuenta de que pasaba algo. Terminé contándoselo y nos decidimos a vigilar la Escuela por la noche.

    Tras cuatro noches de patrulla nocturna, le vi. Recuerdo señalarle a Xander cada detalle que me hizo sospechar pensando que estaba paranoico y el alivio cuando éste me dijo que tenía mala pinta. Le seguimos y nos dimos cuenta de que seguía a otra chica.

    Esa noche no hizo nada, ni tampoco las dos siguientes. A la tercera aprovechó una zona oscura y poco concurrida para abalanzarse sobre ella. Incluso ahora sin la memoria genética recordaba perfectamente la ira que sentí. Cuando nos quisimos dar cuenta, Xander y yo, con la cara cubierta como si fuéramos dos monstruos más como él, estábamos plantándole cara.

    Él contraatacó. Podía endurecer su piel y eso le daba más fuerza que sus víctimas. No lo pensamos demasiado, y estoy seguro de que volveríamos a hacerlo igual, pero con lo que había hecho y la amenaza que suponía, Xander y yo le golpeamos hasta que tuvo que dejar de usar su poder. No voy a negar que quise seguir y Xander me dijo más tarde que él también lo pensó, pero nos detuvimos. Xander fue a hablar con la chica para asegurarse de que se encontraba bien y le aconsejó hablar con los psicólogos de la Escuela, concretamente con su tía Diana.

    Obligamos a aquél tipo a grabar un vídeo admitiendo lo que había hecho a la otra chica y lo que había estado a punto de hacer. Resultó increíble y repulsivo ver cómo parecía no mostrar ningún remordimiento y su miedo era solo a que le golpeáramos o le cogiera la policía. Entregamos el vídeo anónimo y la madre de Xander le expulsó y tomó las medidas necesarias para que estuviera controlado el resto de su vida.

    Aun así, su daño iba a perdurar. La chica a la que había violado al final habló con la tía Sarah como otra chica y estuvo viendo a Diana también bastante tiempo. No podíamos hacer más por desgracia, solo confiar en que ella la ayudaría.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dijo Xander. Desvió la mirada a Leo sin añadir nada más. Los dos sabíamos que después de aquél tipo habíamos encontrado otros, en la Escuela, en la Universidad y en las calles. Habíamos parado a algunos, pero era imposible que lo hiciéramos con todos. Había algo malo en la sociedad, algo oscuro y terrible que una sociedad machista solo iba a proteger. – [Xander]¿Leo está meditando?[/Xander] – preguntó.

    – [Noah]Buscando información en la memoria genética. Pero es él. Ha escrito dos o tres canciones.[/Noah] – señalé su lado de la mesa. Había escrito una canción completa y no había podido contener el exceso de energía de mi cuerpo, así que había salido a correr. Había recorrido media ciudad y a la vuelta compuso otras dos, pero sin poder tocarlas nunca las daría por terminadas.

    – [Xander]Jane también es ella.[/Xander] – dijo. Seguía sin saber qué estaba pasando y mi paciencia no estaba en su mejor momento.

    – [Noah]¿Me vas a decir qué ha pasado de verdad?[/Noah]

    – [Xander]Se ha intercambiado con nosotros gente que no era de la nave. No estoy seguro pero creo que los mismos que estuvieron aquí mientras estábamos de misión.[/Xander] – le había pedido a Noah al volver que revisara toda la nave, pero no encontramos nada que nos diera una pista de quién había sido. Ruby había conseguido saber que habían sido al menos cinco personas.

    – [Noah]¿Quién?[/Noah] – pregunté, deseando estar en una situación más fácil en la que no tuviera que ser más lento y con más amenazas de las que estaba acostumbrado.

    – [Xander]De momento en Lekwaa, que debería estar James, hay alguien que intenta no levantar sospechas. Por suerte no sabrían lo de Jane.[/Xander] – se llevó una mano a la sien. Jane no había hablado demasiado sobre el poder que había conseguido en Valantis, pero Elle me lo había contado. No sabía a ciencia cierta quién lo sabía, pero no era el único que sabría que el poder de Jane solo le permitía absorber poderes de una forma. Quizá por eso se negaba a mencionarlo, porque pensaba que la veríamos como una amenaza cada vez más cerca de convertirse en Omega. Pero conocerla implicaba saber, sin necesidad de explicaciones, que ella no habría arrebatado a nadie su poder y su vida voluntariamente. Su nuevo poder había sido un último regalo de alguien.

    – [Noah]Tiene sentido. Nos han dejado débiles para poder contraatacar y pueden aprovechar la confusión.[/Noah] – comenté. Con el cambio estábamos todos más ocupados en hacernos a nuestro «cuerpo temporal» que en sospechar, cosa que era más difícil cuando no conocíamos a todos. Y si terminábamos sospechando, la mayoría no controlábamos esos cuerpos como los propios. – [Noah]Los que tenemos historia común lo tenemos más fácil, pero hay mucha gente a la que apenas conocíamos hasta hace poco.[/Noah] – añadí. Ya había relaciones poco tratadas entre los que habíamos venido desde la Tierra, pero con los nuevos había aún más. Sin ir más lejos no recordaba haber cruzado más de dos palabras con Zahra, Ruby, James, Lekwaa, Robin, Chloe o simplemente, Laura. Tomé nota para hacerlo, pero para entonces ya era tarde.

    – [Xander]Tampoco podemos dejar que se siembre la paranoia. Somos un equipo y algunas sospechas y acusaciones podrían no olvidarse fácilmente.[/Xander] – hablando así me habría resultado fácil saber que era Xander incluso encapsulado en el físico de Jane. No solo se preocupaba del problema si no de cómo se iban a sentir aquellos de los que dudásemos injustamente.

    – [Jane]Alguien debería ir a por Lekwaa y sacarle información.[/Jane] – propuso Jane, tan práctica como de costumbre, y también igual de acertada.

    – [Noah]Yo creo que es buena idea. Siempre que no se de cuenta nadie en el que no podamos confiar.[/Noah] – la apoyé. – [Noah]Tendríamos que descartar algunos más. Ir sobre seguro.[/Noah] – añadí. Empezar a desmadejar todo aquél lío y confirmar que todo el mundo era quien decía ser. Sería difícil pero el poder que ahora estaba al alcance de Xander lo facilitaba un poco.

    – [Xander]Leo y tú podéis ir a hablar con Cole y Kaylee y Jane y yo iremos con Elle y Ezra. Mejor poco a poco para no levantar sospechas. [/Xander] – comentó él, mirando a Jane para ver qué opinaba. Jane asintió.

    – [Noah]Vale. Nos vemos dentro de una hora más o menos.[/Noah] – le dije, tratando de pensar el siguiente paso, los próximos que comprobaríamos, pero por desgracia, mi mente no aceptaba tan bien el multitarea como antes.

    Xander y Jane se despidieron y se marcharon de camino al almacén donde estaban Ezra y Elle. Cogí una de las tabletas de escritura y empecé a trazar un plan. Lo borré varias veces. Anoté los nombres de todos y lo que sabía de cada uno, las personas que podrían conocerles mejor, pero aun así, había huecos. Al cabo de un rato empecé a ver puntos clave, personas alrededor de las que orbitaban otras. Los más «sociables», los que se habían llevado con más gente. No me sorprendió descubrir que pese a todo, Kaylee era una de ellas, así que necesitábamos comprobar que era ella misma. Elle era otra, el instinto no nos había fallado en eso al menos.

    – [Leo]No he encontrado nada útil.[/Leo] – me sorprendió escuchar mi propia voz, con el aire taciturno de mi hermano..

    – [Noah]Yo sí.[/Noah] – procedí a explicarle todo lo que me había contado Xander y a enseñarle lo que había descubierto. Me frustraba saber que era más lento explicándolo que él entendiéndolo, pero al final quedó todo bien aclarado.

    – [Leo]A Kaylee podré distinguirla sin problema, pero de Cole no estoy tan seguro. Nunca le traté mucho.[/Leo] – explicó.

    – [Noah]Yo le he conocido más en estas semanas en Nara, puedo reconocerle.[/Noah] – le aseguré. Yo mismo había pensado en mi tiempo allí que era una pena no haberme parado a hablar más con él hasta ese momento. Me daba la sensación de que había vivido muy deprisa la mayor parte del tiempo. Quizá ir despacio no era tan malo para algunas cosas.

    – [Leo]Vale. [/Leo]

    – [Noah]Vamos entonces. Creo que entraron hace un rato a uno de los despachos.[/Noah] – me había parecido captar un pelo rojo como el fuego y no había ninguno que destacara tanto como el de Kaylee.

    Leo salió delante y yo me di la vuelta un momento para coger la tableta de escritura y repasar aquellos nombres:

    Elle

    Kaylee

    Xander

    Owen

    Noah

    Idris

     

  • UNA DUCHA FRÍA

    Jane – Nave

    Mañana

    Éramos los hijos y las hijas del grupo Moondie, pero yo no estaba preparada para ocupar el cuerpo de Alexander. Me miré al espejo varias veces intentando acostumbrarme a lo que veía reflejado por si era permanente y quise echarme a llorar. No es que no fuera agradable tener más músculos de los que creía posibles, pero notaba raro hasta el latido de su (¿mi?) corazón.

    – [Xander]No sabía que no podías leerme.[/Xander] – escuché mi propia voz a mi espaldas. Estábamos en la que era mi habitación en la nave. Tenía la misma poca gracia que siempre, a excepción del trozo de espejo que Lexie nos había donado arriesgándose a siete años de mala suerte por pedazo. Era una estancia funcional con dos camas de sábanas blanquísimas, paredes de metal y una falta preocupante de decoración. Si tu sueño era vivir en la Galactica, ahora podías cumplirlo.

    – [Jane]Pensé que lo sabías, porque eres inmune a todos los poderes[/Jane].- le expliqué sin dejar de mirarme. Los testículos empezaban a picarme. ¿Debería rascarme con la mano o buscar un tenedor?

    – [Xander]En realidad, solo lo había comprobado con las visiones de Amy y con tu poder.[/Xander] – me explicó. Observé los pantalones de tejido vaquero y la blusa suelta de color negro, que ahora le (¿me) quedaban más holgados. Mi cuerpo estaba adelgazando.

    Asentí y pasé los dedos por la incipiente barba. – [Xander]Jane, voy a ser sincero. Necesito confiar en ti antes de poder contarte una cosa. Necesito estar seguro de que eres tú.[/Xander]

    Noté que me tensaba. Era parte de la poca gracia de mi carácter. A veces, el torrente de mala leche era algo instintivo, que ni siquiera podía controlar.- [Jane]¿Y eso a qué viene?[/Jane]- espeté molesta.

    – [Xander]No te lo puedo decir hasta que no esté del todo seguro.[/Xander] – se explicó. – [Xander]Normalmente me valdría con mirarte pero…no sé leer mi cara.[/Xander]

    – [Jane]En fin[/Jane].- me crucé de brazos y vi cómo se me marcaban los bíceps con aquella camiseta verde botella.

    – [Xander]Dime algo que solo supieras tú. Lo que sea.[/Xander]- me pidió.

    – [Jane]No tengo nada especial que contarte[/Jane].- me ajusté los vaqueros a ver si aquel picor infernal cesaba. ¿Alexander tendría ladillas?

    – [Xander]¿Qué rpg era tu favorito?[/Xander]

    – [Jane]Esto es absurdo, Alexander[/Jane].- bufé.

    – [Xander]Jane, por favor, responde.[/Xander] – me pidió mi propia cara.

    – [Jane]Pues…[/Jane]- me rasqué la barba. El cuerpo de este hombre era una mina de picores desconocidos.- [Jane]Los Sims, diría yo[/Jane].

    – [Xander]Solo tú podías dar esa respuesta.[/Xander] – sonrió y vi todas las arrugas que tendría en unos años si seguía sonriendo. Nota: dejar de sonreír. – [Xander]Perdona por haber dudado, pero no todos hemos cambiado por parejas.[/Xander] – comento. – [Xander]Hay al menos alguien desconocido entre nosotros, haciéndose pasar por James en el cuerpo de Lekwaa.[/Xander]

    – [Jane]Al menos, el topo no está en mi cabeza[/Jane].- medité.- [Jane]Habría tenido las de ganar[/Jane].

    – [Xander]Pero no sé controlarlo. Seguro que a ti se te daba mejor.[/Xander]

    – [Jane]Aún no lo tengo controlado y tú eres más zen. Te irá bien[/Jane].- me senté a su lado, en la cama de Elle. Lo bueno del futuro es que las camas no tenían muelles.

    – [Xander]Tú eres más metódica y más perfeccionista.[/Xander] – vi cómo mi cara se sonrojaba un poco al mirarme.

    – [Jane]No me hagas la pelota[/Jane].- alcé un dedo.

    – [Xander]Es cierto. Aunque es un poco raro decírselo a mi cara.[/Xander] – continuó. – [Xander]Supongo que porque tus padres, bueno, tienen sus virtudes pero…no fueron muy perfeccionistas.[/Xander]

    Mis padres. Los peores Moondies. La pareja que nadie sabía de dónde había salido y que, por si fuera poco, se había reproducido no una, sino tres veces.

    – [Jane]Mi padre es un desastre y mi madre está amargada, porque se equivocó enamorándose de un tío con el que solo tenía en común lo mucho que les gustaba el sexo[/Jane].-  solté de forma seca.

     [Xander]Sé que no estuve a la altura pero siempre que necesites hablar, aquí estaré. A veces solo hace falta desahogarse.[/Xander]- le di un abrazo y no sé qué fue lo que pasó, pero el miembro de Alexander reaccionó al olor del champú de mi cuerpo y se endureció.

     

    – [Jane]¿Qué…?[/Jane]- chillé avergonzada y me puse en pie dándole golpecitos.

    – [Xander]Tenemos que encontrar una forma de…revertirlo.[/Xander] – se cruzó de brazos y al ver que se tocaba las tetas, los colocó a lo largo de su cuerpo.

    – [Jane]Abajo, maldita sea. ABAJO. SIT[/Jane].- le grité al miembro, que estaba con la bandera alzada.

    – [Xander]Deja de darle golpes…[/Xander].- puso cara de dolor.

    – [Jane]¡ES QUE NO ME OBEDECE![/Xander]- volví a darle.

    – [Xander]Cuanto más le des, peor[/Xander].- nunca entendería el funcionamiento de los penes.- [Xander]Piensa en algo no…bueno, en algo que no te…guste.[/Xander] – dice.

    – [Jane]Suciedad, desorden, Owen hablando sin parar de cosas que no vienen a cuento, mis padres discutiendo…[/Jane]-  enumeré.

    Nada. Aquello seguía como una piedra.

    –  [Jane]Sospecho que tienes alguna enfermedad[/Jane].

    – [Xander]¡Eso es que estoy sano![/Xander]

    – [Jane]¿Tú crees? Porque a mí no me lo parece[/Jane].

    Me estaba agobiando. No quería tener que manipular algo que no era mío.- [Jane]Creo…creo…que me voy a ir a leer para no estar muy cerca…[/Jane]- propuse y agarré el manoseado ejemplar de ‘Reino de ladrones’ de la mesita. El libro era gordo, quizás si lo dejaba caer sobre el pene…

    – [Xander]Ni se te ocurra. Por favor…[/Xander]- me pidió con un hilo de voz.-[Xander]Tenemos que buscar la forma de cambiarlo.[/Xander] – propuso. – [Xander]Pero por el momento solo podemos confiar el uno en el otro. Intentaré usar tu poder para sonsacar algo.[/Xander]

    Asentí y él salió de la habitación. Intenté leer, pero aquello no se bajaba y tuve que optar por lo menos ortodoxo, pero también necesario.

    Una ducha fría.

  • PROMESAS

    IDRIS SOLO-NOVAK ‘DRIZZ’

    TARDE – VALANTIS

    En cuanto Elle aparcó enfrente de una casa vacía y nos bajamos del coche, vi que nos habíamos adentrado en otro mundo, uno que también existía en la Tierra, el mundo de los barrios residenciales que parecían sacados de una película de Tim Burton, pero que en realidad, existía.

    No sé muy bien cuando empezó a pasar, porque no soy ningún experto en historia, pero llegó un punto en el que básicamente los «blancos ricos» formaron sus áreas residenciales para vivir en casas clónicas con su mujer, los dos coches, dos hijos y medio y un perro mientras que en las ciudades se concentraban los barrios «malos«.

    Mientras caminaba al lado de Elle, con Jane y Chloe caminando justo detrás de nosotros, repasé un poco nuestros planes. En el cine al que nos habíamos acercado en los ochenta no habíamos conseguido nada, pero de camino a comer algo Jane había empezado a captar un rumor en las cabezas de la gente que les tenía alarmados. Al parecer en la ciudad de los noventa una chica se había enamorado de su «sombra» y pretendía tratarla como a uno de ellos.

    Todo encajaba bastante bien y no es que tuviéramos muchas pistas más, pero ahora estábamos allí, buscando una aguja en un pajar un pelín más pequeño. Básicamente la imagen mental que había conseguido Jane era la de una chica delgada, de piel clara y melena rubia a lo Reese Witherspoon. Su «sombra» era un tipo vestido con ropas oscuras, piel clara de no ver mucho el sol y pelo estilo melenita de Keanu Reeves. O sea, estábamos buscando el Bangel de aquél mundo.

    – [Elle]Una relación tóxica de manual[/Elle].- comentó Elle cuando escuchó mi comparación.

    – [Idris]No te gusta ninguna de mis ships.[/Idris] – bromeé. Sí, no le faltaba razón, las cosas no se veían en el siglo XXI como en el XX. El mundo era más complejo y enrevesado, a veces en exceso, pero en muchos sentidos, mejor.

    – [Elle]El Janelle sí[/Elle].- replicó ella sonriendo. Me guiñó un ojo que compensó la mirada fulminante de ceja alzada de Jane.

    – [Idris]Esa es imbatible.[/Idris] – repliqué. Evité pensar, cree un lienzo en blanco en mi mente. Lo que pasa que como no sé estarme quieto ni siquiera en mi mente, empecé a pintar en él un perrito. – [Idris]Así que estamos en una peli de Tim Burton. O en el barrio ese de los magos ingleses blancos.[/Idris] – añadí. Mis comparaciones no iban a servir de mucho pero sí para aliviar tensiones de no saber qué coño teníamos que hacer, porque por si todo el lío que habíamos tenido durante casi una semana no había sido suficiente, encima acabábamos de enterarnos de que todos los demás ya habían vuelto.  Eso me tocaba bastante la moral, no es que sea competitivo, es que no me gusta perder. Y os aseguro que a Jane mucho menos.

    – [Chloe]Me recuerda a la peli esta de…¿Iron Man? Esa vieja en la que sale un Pingüino[/Chloe]. – me llevé una mano a la cara al escuchar esa afrenta.

    – [Idris]Le dejaré el trabajo a mi yo futuro.[/Idris] – comenté, tomando nota en mi mente de pagarle una suscripción a InfiniTV a esa muchacha para que viera más cine.

    – [Jane]Hay más mugre en este mundo que en el piso de ‘Being Human'[/Jane]- se quejó Jane mirando hacia un solar en el que habían debido estar unos vagabundos hasta hacía poco. Recordé al malo de la película de acción de Daniel el Travieso que de pequeño siempre me había dado bastante miedo con su comida enlatada y su forma de comerse una manzana con navaja.

    – [Idris]Principios de los noventa, preparaos para la ropa.[/Idris] – bromeé. El cuadro no funcionaba, había empezado a pintar un bosquejo de Elle con ropa de los noventa así que lo rasgué y me centré en bromear, para eso no necesitaba cerebro.

    – [Elle]Aaahora escucha la historia de mi vida…[/Elle]- empezó a cantar Elle mirándome. Una pena que no estuviera allí Nate para vivirlo.

    – [Idris]Televisión de calidad.[/Idris] – repliqué uniéndome a ella. Nos callamos al ver a un grupo de adolescentes pasar cerca de nosotros. Parecía que acababan de salir del Bronx, pero les había dado poco el sol.

    – [Chloe]¿Aquí no hay gente racializada?[/Chloe] – preguntó Chloe. Si para mí los noventa quedaban lejanos, para ella debían ser una reliquia.

    – [Idris]No. Y empiezo a sentirme como el personaje del grupo inclusivo.[/Idris] – bromeé. Elle me dio la mano y seguimos caminando.

    Hice acopio de todo mi conocimiento sobre los noventa en las series y el cine para tratar de hacerme una idea de cómo buscar a los malditos Daë sin nombre, pero volví a divagar acordándome de un traje de Kelly Kapowski, salvo que en lugar de ella estaba Elle.

    – [Jane]Idris, por favor…[/Jane]- se quejó Jane. Mierda, me había visto. Puse mentalmente un cartel delante de aquella Elle a la que le menguaba la ropa como si estuviera en una secadora.

    – [Idris]Estaba haciendo un repaso de cosas famosas de los noventa.[/Idris] – me disculpé. No pude evitar mirar detrás del cartel y encontrarme a Elle agachada mostrando la ropa interior por encima de los vaqueros, era bastante escueta.

    – [Jane]Eso en lo que estás pensando es posterior[/Jane].- aclaró ella apareciendo detrás de mí. Es decir, no físicamente, si no en mi mente. Era un poco extraño pero estábamos teniendo esa conversación en mi cabeza y no de viva voz.

    – [Idris]Bien que lo sabes, ¿eh?[/Idris] – bromeé. Jane se desvaneció y conseguí contener mi imaginación inquieta durante un rato, hasta que vimos una gran iglesia blanca.

    – [Idris]Bueno, a ver, esa Iglesia que parece una secta igual es un buen sitio.[/Idris] – comenté mirándola desde un sitio seguro. Había una gran congregación de gente fuera, algún gran evento.

    – [Elle]El líder te quiere, te quiere a ti…[/Elle] – canturreó Elle. Desde allí tan cerca podía oler su perfume, era como estar en casa, incluso estando a millones de kilómetros.

    – [Idris]Mira, los que van de negro se quedan todos fuera. En la Iglesia se ve solo gente vestida de blanco.[/Idris] – dije agudizando la mirada. No sé qué se celebraba en el interior, pero era solo para los de blanco.

    – [Jane]En este mundo ganaron los nazis, ¿no?[/Jane] – se quejó Jane. Me fijé cuando lo dijo y me di cuenta de que entre los que vestían de blanco apenas había tres o cuatro pares de personas de tez más oscura, mientras que entre los de negro abundaban más. Qué maravilla, la humanidad reinterpretándose en el espacio profundo había conseguido mantener la esclavitud. Me llamó la atención que Jane se diese cuenta antes que yo, como algo bueno quiero decir.

    – [Idris]Es un barrio residencial en los noventa, la segregación ya no está oficialmente pero la sociedad seguía teniendo el veneno que dar a la comunidad negra.[/Idris] – respondí después de meditarlo un poco. No solía hablar a menudo así de serio y no sé si las demás se sorprendieron. Elle me conocía más y se limitó a colocar su mano sobre la mía, sin decir nada.

    Era consciente de que había nacido en un mundo lleno de privilegios y aunque sí que me había afectado el color de mi piel, no era nada comparado con lo que sufrían otros. Por eso empecé a rondar por los barrios desfavorecidos de Louna, para ver con mis propios ojos el «veneno», la droga que mantenía todo como estaba, a los pobres con los pobres, sufriendo miserias y a los demás separados por un muro de fuerzas de seguridad que contenían la «infección» de la pobreza para que no se propagase. El mundo era injusto y sabía que yo no podía ser un defensor de la justicia económica porque vivía con muchas comodidades. De todos nosotros quizá Niall era el único que había pasado más dificultades económicas.

    Nos quedamos esperando y me sobresalté al ver la puerta de la Iglesia abrirse a toda velocidad. Una pareja compuesta por una chica rubia vestida de blanco y una sombra de pelo oscuro vestida de negro salieron perseguidos por una muchedumbre que aumentó al reunirse las sombras con sus «amos«.

     

    – [Idris]Creo que llegamos justo a tiempo.[/Idris] – les dije. Echamos a correr por la calle paralela a la de los muchachos y tratamos de adelantarlos. Llegado un punto entramos en un callejón y vimos que seguían persiguiéndoles. Moví la mano y la humedad del aire descendió hasta convertirse en una escarcha que cubrió el suelo. No duraría mucho, porque el sol pegaba fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que algunos de los perseguidores y perseguidoras resbalasen.

    Por desgracia, un grupo había ido por otra de las calles y ahora les cortaba el paso desde el frente.

    – [b]Somete ahora mismo a esa Sombra, niña insolente.[/b] – gritó una mujer cuya ropa blanca estaba rematada por ribetes dorados.

    – [b][i]No, le quiero así.[/i][/b] – dijo la chica colocándose sobre su sombra. Él le susurró algo, impasible y ella negó con la cabeza.

    – [b]Entonces serás sentenciada a vivir una vida solitaria.[/b] – replicó. Murmuró unas palabras y la Sombra de la muchacha profirió un grito. De su piel empezaban a emanar volutas de humo y una de sus manos estaba en llamas. Era como si de pronto el sol hubiese comenzado a hacerle efecto, pero solo a él.

    Antes de darme cuenta siquiera, Elle ya estaba corriendo hacia ellos y cuando llegó, le echó a la Sombra una manta sobre el cuerpo, protegiéndole de los efectos del sol. El corazón me dio un vuelco al verla rodeada de todos esos fanáticos y salí de mi escondite para unirme a ella.

    – [Elle]Cierra los ojos.[/Elle] – me susurró al oído. Tengo que reconocer que tardé un poco en entender sus palabras porque se me había puesto el pelo de punta. No necesité decir nada a Jane y Chloe porque los tenían cerrados, quizá se habían comunicado telepáticamente.

    Los cerré e incluso con ellos cerrados sentí el calor de la luz que emanaba del cuerpo de Elle, cegándolos a todos con un fogonazo. Su mano aferró mi muñeca para que echaramos a correr y la seguí. Para cuando pude abrir los ojos, estábamos corriendo por un callejón, varias calles más allá de la Iglesia. Jane y Chloe iban con nosotros y también los Daë. Sinceramente, sé que no era el momento de pensarlo, pero así, corriendo por esas calles, tapado con una manta, parecía que habíamos rescatado a E.T.

    Llegamos cerca del coche y nos subimos todos bastante apretados. Elle cogió el volante y despegó alejándose de aquél pueblo. No se detuvo hasta estar varias manzanas más allá. Pensé que huiríamos más lejos, pero Elle había sido lista, no podía alejarlos mucho para que los Daë les encontraran.

    Escondimos el coche y encontramos una casa vacía que ocupar, mientras pensábamos y trazábamos un plan. Esa noche supimos algo más de los Daë. Al parecer al llegar a la mayoría de edad todos los «vinculadores» pasaban un rito por el que hacían que sus Sombras les sirvieran para siempre, perdiendo cualquier resto de humanidad que les quedase. Pero ella no podía hacerlo y huyó. No nos dijeron sus nombres, porque temían que alguien los escuchara y a través de ellos, tuviera control sobre ambos, así que lo dejamos estar.

    A la mañana siguiente Jane volvió de peinar la zona con Chloe y trajo buenas noticias. Había captado los pensamientos de la gente hablando de los chicos, pero también de un grupo de extraños al que habían visto en el centro comercial. Así que disimuladamente les acompañamos allí y esperamos a que el Destino se desentrelazase por sí mismo. Me alegró ver a los Daë tan unidos, aceptando a aquellos dos chicos sin familia en la suya, pero también sentí una punzada de pánico al pensar que todos ellos darían sus vidas por salvar esos mundos, incluso aquellos en los que les habían odiado y perseguido.

    Saqué la esfera Daë y la observé durante el camino de vuelta al portal. Si aquella esfera era una promesa de que nosotros también tendríamos que pasar por las Pruebas, no iba a permitir que terminásemos igual. Miré a Elle e hice un juramento conmigo mismo. Si alguien tenía que sacrificarse, no seríamos todos.

  • DEUDA A LOS OCHENTA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    VALANTIS, CIUDAD DE LOS 80 – MAÑANA

    En los años 20 Jack Trice, segundo jugador negro de fútbol universitario, murió en su primer partido cuando tres jugadores fueron directamente a atacarle, partiéndole la clavícula, después de otros tantos golpes a lo largo del partido. A finales de los 70 hubo un movimiento para hacer un estadio en su nombre. A mediados de los 80, se le puso su nombre al campo de juego mientras que el estadio pasó a llamarse «Cyclone Stadium» o algo igual de ridículo. A finales de los 80 quisieron hacerle una estatua ya que lo del estadio no había salido bien. No se consiguió hasta finales de los 90. Ese era solo un ejemplo.

    Supongo que entenderéis que la historia nunca ha sido algo que me haya entusiasmado revivir. Sí, en la ficción hecha para hombres blancos cis y heterosexuales todo parece de color de rosa, pero para mí, en la vida real, no iba a serlo.

    En aquél momento, cruzando en coche la frontera hacia la vecina ciudad sumida en plenos años 80, sabía qué clase de mundo me esperaba. Los 80 eran una época maravillosa en muchos sentidos, adoraba sus películas con ese aire familiar y el encanto de sus bandas sonoras. Recordaba ver muchas de ellas con mis padres y por eso tenía mucho que agradecer a aquellos tiempos que nos dieron joyas de Eddie Murphy como ‘El Príncipe de Zamunda‘ o ‘Superdetective en Hollywood‘, maravillas de ciencia ficción ‘Cortocircuito‘, ‘Terminator‘ , ‘Gremlins‘ y ‘Regreso al futuro‘ y auténticas maravillas como ‘Dirty Dancing‘ y ‘Blade Runner‘.  Qué leches, hasta había disfrutado viendo los ‘Caballeros – Blancos – del Zodiaco‘.

    Pero aun con todo eso, la sociedad aún tenía un racismo interiorizado del que aún no se había liberado del todo ni siquiera en mi tiempo. Ya no estaba socialmente aceptado, había leyes, había beneficios, pero había racistas claros y gente que les apoyaba, igual que pasaba con la transfobia, la homofobia y el machismo. La triste realidad es que tan solo medio siglo en el pasado, tenía que seguir teniendo miedo de la policía y de alguna gente, dudando primero y confiando después.

    Aun así, no iba a dejar que eso interfiriese en la misión o en el tiempo que estaba pasando con Coquito después de todas las cosas raras que habían pasado. Miré por el retrovisor y vi que aún estaba dormida, igual que Chloe. Jane iba a mi lado, despierta, vigilante. Me pregunté si habría escuchado todo lo que había estado pensando en ese rato. Había evitado hablar de su nuevo poder durante todo el camino.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – la escuché decir. Al principio me sobresaltó escuchar una voz entre todo aquél silencio.

    – [Idris]¿Sí qué?[/Idris] – pregunté, evitando desviar la mirada de la carretera. En aquella época los coches eran muy bonitos pero también trampas mortales

    – [Jane]Que sí he oído lo que pensabas.[/Jane]  – respondió sin apartar la mirada de la carretera.

    – [Idris]Vale.[/Idris] – había evitado pensar en cosas vergonzosas todo el camino, no me apetecía que me tomase por un pervertido, pero claro, tanto tiempo acompañado sin un momento de intimidad no me dejaban en la mejor disposición y cuando más trataba de no pensar en cosas eróticas más pensaba en cosas eróticas.

    – [Jane]No está funcionando y cada vez me llegan más pensamientos que no me gustaría estar viendo.[/Jane]- aseguró. No sabía si era una indirecta, pero ante la duda me forcé a pensar en cosas no vergonzosas. Venga Idris, no pienses en Coquito ahí atrás, piensa en…Bill en bata a las cinco de la mañana, Jaheem comiendo pollo frito…

    – [Idris]Al menos solo estoy yo despierto.[/Idris] – respondí después de un rato de silencio del que no me había percatado. Era un poco difícil pensar por un lado y hablar por otro así que intenté enfocarme en la conversación aunque a Jane le llegase todo por duplicado.

    – [Jane]Los sueños también me llegan, pero la frecuencia es distinta.[/Jane] – comentó. O sea que podía decirme si Coquito estaba teniendo sueños cochinotes conmigo. Pero claro, no me lo iba a decir y no estaría bien que le preguntara, aunque probablemente ya supiera que se me había pasado por la cabeza. Mierda, odiaba la telepatía.

    – [Idris]No te envidio, ese poder es una putada.[/Idris] – confesé. Para el resto también, pero en el fondo nadie quería estar en la cabeza del resto de personas. Un 95% de las cosas que se me pasaban por la mente eran completas chorradas que prefería que nadie viera nunca y si el resto era mínimamente parecido, el poder nuevo de Jane le haría ver a la gente de distinta forma. – [Idris]Pero supongo que es como el oído, podrás aprender a apuntarlo a donde quieras.[/Idris] – comenté. Igual con esa nave cañera Henry podía construirle un ‘Cerebro’ o algo así, pero dudaba que Jane quisiera ir toda la vida con un casco.

    – [Jane]Eso espero.[/Jane]

    – [Idris]Por mi bien, espero que sí.[/Idris] – bromeé.

    – [Jane]Y por el mío. [/Jane]- respondió ella. No la vi porque era una persona formal con los ojos en la carretera, pero creo que sonrió.

    Al cabo de unos minutos paramos en el arcen y después de regar las plantas de secano que había por allí me pasé al asiento del copiloto mientras Jane cogía el volante.

    Me quedé dormido con la cabeza contra la ventanilla. Al cabo de lo que parecieron cinco segundos un bache me despertó, pero ya era de día, así que había dormido como mínimo unas cuantas horas. Me quité la saliva de la comisura de los labios, porque los héroes también babean, y me estiré para desentumecerme.

    Jane estaba frenando para dejar el coche donde pudiera. Tenía cara de cansada y que la calle estuviese llena de gente a la que ahora podía escuchar pensar no debía dejarla descansar mucho mejor. Pasamos la entrada de un cine donde estaban anunciadas unas cuantas películas de las que no había oído hablar pero que se parecían mucho a algunas que sí. Por ejemplo ‘La Princesa y el Pirata‘ que se daba un aire a ‘La Princesa Prometida‘.

    Miré hacia atrás y vi que Elle me devolvía una sonrisa. Debía llevar ya despierta un rato, no como Chloe que seguía dormitando.

    Mientras Jane buscaba un sitio moviéndose con cuidado entre aquellas carreteras llenas de locos al volante, me fijé en el cambio en la gente. Era todo extraño porque parecía sacado tal cual de las clásicas películas con las que había crecido, pero había una gran diferencia, todo el mundo, hombres y mujeres, iban acompañados de otra persona, un esclavo o esclava como en las otras ciudades.

    Ahí es donde empecé a ver que aún seguíamos en los ochenta. La mayor parte de los dúos eran hombre/mujer o viceversa, apenas se veían parejas del mismo sexo, solo una o dos y de lo que no había rastro era de parejas de distinto color de piel. Después de que Jane entrase por una callejuela, empecé a ver a parejas de color y las calles parecían más peligrosas, más guetto. Hice una señal a Jane y giró para salir de aquél barrio.

    Toda mi vida había estado entre dos mundos. Pese a vivir a medio siglo de ese tiempo, todavía había sentido los efectos del racismo, tanto por ser negro como por tener una madre blanca. Me llevó un tiempo ganarme la confianza de los chicos del barrio ‘Crown’, era demasiado rico, con una vida muy diferente a la suya. Lo que tardé en conseguir que entendieran es que no importaban las diferencias, si no las similitudes. Al final algunos de aquellos chicos y chicas se convirtieron en Drow. Les ayudé como pude a salir de una mala vida, de drogas y bandas que no les iban a ayudar. Pero no lo conseguí con todos y siempre se me encogía el pecho cuando pasaba por ‘Crown’ o escuchaba hablar de alguno de ellos, esperando siempre malas noticias.

    No me iba a volver positivo sobre el futuro viendo que en los 80 las cosas eran peores, pero sí que me tranquilizaba un poco, aunque hubiese mucho que mejorar. Todavía hacía poco tuve una larga discusión con los ‘Drow’, algunos no entendían que quisiera hacerme policía. En su vida la mayor parte de ellos habían sido enemigos, como si el mundo se hubiera vuelto al revés, atacados por los que debían defendernos.

    Pensaba hacer las cosas bien si conseguía ser negociador, pero eso era antes de todo esto. Ahora para cuando volviésemos a la Tierra ya habrían pasado meses, o quien sabe, años. Un tiempo que no podía justificar porque ninguno de ellos se creería la excusa. «Mire usted es que un agujero espaciotemporal me llevó a la otra punta de la galaxia para salvar unos mundos sumidos en diferentes épocas que encima son en nuestro pasado«. Con lo que me había costado decidirme, ahora tendría que buscarme otra cosa. Y peor aún, Elle había confiado en que lo iba a conseguir. Temía tanto desilusionarla que no me había atrevido a sacar el tema.

    – [Elle]¿Podemos parar? Me estoy haciendo pis[/Elle].- escuché decir a Elle con cuidado de no despertar a Chloe.

    – [Idris]Sí, pero con cuidado, todos hemos visto el Príncipe de Zamunda y esto parece Queens en los ochenta.[/Idris] – comenté. No penséis que me creía mejor por venir de una familia de dinero y aquél fuese un barrio con aspecto pobre. Había pasado mucho tiempo en zonas que otros solían evitar en Louna. La realidad era que gran parte de aquellos barrios se veían sumidos en la pobreza por el racismo y la falta de oportunidades que acababan generando como respuesta en los jóvenes recurrir al tráfico o las bandas para conseguir lo que les faltaba. Sí, había problemas en aquellos barrios, y había ayudado a algunos chicos y chicas a salir de ellos, pero por el camino me había encontrado a gente increíble, gente que ponía en valor lo que de verdad importaba en la vida, y no era el dinero.

    – [Elle]Si no encuentras ningún sitio en el que parar: lo hago detrás de un contenedor[/Elle]. – se notaba en la voz que iba apretada. No era raro, a ver, por cómo lo cuento parecerá que las ciudades estaban a tiro de piedra una de otra, pero no, había enormes carreteras que atravesaban la nada, a veces salpicada por uno o dos clubs nocturnos o algún pueblo con pinta de salir de una «slasher». Así que fueron horas entre cada ciudad. Lo que sí me hizo gracia es que según la brújula planar en todo momento fuimos en sentido de las agujas del reloj recorriendo el planeta, así que me pregunté si yendo al revés iríamos a barrios más atrás en el tiempo.

    – [Jane]No vas a hacer eso[/Jane].- sentenció Jane. Elle no replicó, llevaban tanto tiempo siendo amigas que ya se conocían de sobra.

    – [Idris]No te metas a la izquierda, hay demasiada policía.[/Idris] – dije al ver una comisaría con varios coches desplegados fuera. Sí, mi padre y mi padrino habían sido policías, pero estábamos en los 80 y prácticamente todo eran enemigos. Los policías podían darme una paliza por ‘negro’, los ‘negros’ por ir con ‘blancas’, los ‘blancos’ por lo mismo. Mira, podían unirse todos con un frente común de darme una paliza. Solté una risa y Jane desvió ligeramente la mirada, seguro que me había leído la mente. – [Idris]Mira ahí hay un estadio y el parking está casi vacío.[/Idris] – señalé. Había algunos coches aquí y allá pero no debía haber ningún evento porque eran muy pocos.

    Jane condujo con cuidado y aparcó el coche, bastante grande, perfectamente alineado en la plaza. Nos bajamos y Chloe se quedó durmiendo en el coche, así que yo me quedé vigilando mientras Elle echaba a correr hacia el estadio arrastrando con ella a Jane.

    Mientras esperaba, como venía de una generación que estaba acostumbrada a matar los tiempos muertos mirando el teléfono, me dio tiempo a memorizar todo lo que había a mi alrededor, hasta que vi un cartel en una farola y me acerqué, procurando no alejarme del coche donde estaba Chloe.

    Era el anuncio de un cantante famoso un tal ‘The King’. El póster se centraba en él mientras que en el fondo una silueta pálida estaba marcada como ‘The King’s Shadow’, sentada en el piano. «El maestro de la voz y su esclava, la mejor pianista del mundo tenebroso».

    Cuando volvieron seguía mirando el póster, Elle parecía más aliviada así que me imaginé que los baños del estadio estarían abiertos.

    – [Elle]Vaya sitio…[/Elle]- se quejó, mirando el póster que les había señalado.

    – [Idris]Aquí la esclavitud nunca se ha abolido para los no muertos.[/Idris] – habían pasado de esclavizar a los que tenían un color de piel diferente para hacerlo con los que no eran humanos. – [Idris]Noah dijo que era magia, ¿no? Nigromancia.[/Idris] – uno de los Daë era vampiro, pero el caso es que la muchacha del poster parecía una demonio de alguna raza muy humanoide.

    – [Jane]En este sitio vamos a tener problemas[/Jane].- sentenció Jane, preocupada.

    – [Idris]En todos. Hasta ahora me miraban más a mí. Ahora empezarán a fijarse en que no llevamos «sombras».[/Idris] – la idea se me acababa de cruzar por la mente y parecía tan obvia que no sabía cómo no lo había pensado antes. Todo el mundo tenía sus «sombras» pero nosotros no. Tardarían poco en hacerse preguntas.

    – [Elle]Tendremos que darnos prisa[/Elle].- dijo Elle.

    – [Idris]Por si acaso, yo haré de demonio.[/Idris] – dije, confiando en mi aspecto de elfo oscuro para camuflarme. – [Idris]Y una de vosotras.[/Idris] – añadí, estaba claro que pretendía ser el esclavo de Elle, pero pensar en eso hizo que mi mente hiciera click y miré a Jane esperando que no me estuviese leyendo.

    – [Chloe]Jane es la que más cara de muerta tiene[/Chloe]. – replicó Chloe recién levantada. Se notaba que necesitaba un café y en ese momento precisamente era ella la que más cara de muerta tenía.

    – [Jane]Eso no es verdad[/Jane].- replicó Jane cruzándose de brazos.

    – [Idris]En realidad te está llamando guapa, ¿no ves que voy a hacer yo también de muerto?[/Idris] – le sonreí, intentando que no la acuchillara allí mismo.

    – [Jane]Aún así no veo muchas parejas del mismo sexo ni de distinto tono de piel.[/Jane] – desde luego con Jane en el equipo no se nos iba a olvidar nada que pudiera salir mal. Sí, parecía que las relaciones con las sombras tenían bastante que ver con la sociedad. Aunque estuvieran casados y con familias, los hombres tenían mujeres sombra y las mujeres hombres. Apenas había dúos del mismo sexo ni interraciales.

    – [Elle]Tenemos que conseguir alguna pista de los Daë, pero no tenemos ni su nombre.[/Elle] – comentó Elle siendo práctica. Era nuestro principal problema, que no sabíamos ni por donde empezar. A esos Daë se les llamaba «Humana» y «Vampiro», ni siquiera los otros Daë sabían su nombre real aparentemente. Así que sí, estábamos jodidas, sin ninguna pista y con muchos kilómetros a las espaldas y ciudades muy grandes que recorrer.

    – [Idris]No tengo ni idea de por dónde empezar.[/Idris] – confesé. Pensar antes de hablar nunca había sido mi fuerte y ya sabéis que mi padre tenía un problema con la sinceridad que habíamos heredado sus hijos.

    – [Jane]Deberíamos movernos por los círculos de personas y ‘sombras’.[/Jane]- propuso Jane apoyándose en el coche.- [Jane]Pero será muy peligroso.[/Jane] – añadió masajeándose las sienes.

    – [Elle]¿Hace frío o es cosa mía?[/Elle] – Elle se cruzó los brazos para coger calor y vi el vaho colarse entre sus sonrojados labios. Los trajes que habían hecho Noah y Henry protegían un poco de la temperatura, pero tampoco podían hacer milagros. Yo no me había dado cuenta porque con mi poder venía la resistencia al frío. Si no, menuda diversión habría sido. Hola si, voy a hacer una bola de hielo, pum, las manos se te han congelado, lo sentimos, vamos a tener que cortártelas.

    – [Idris]No me había dado cuenta entre lo mío y el traje, pero sí. ¿Te doy calorcito?[/Idris] – le sonreí y ella me sonrió de vuelta con la misma complicidad que teníamos en los viejos tiempos. Por un momento me relajé pensando que todo volvía a la normalidad, al menos para estar en el otro mundo en los años ochenta con una telépata y la hija adulta de Ed y Lucy.

    – [Elle]No es mala idea, pero ya en serio, esto es raro.[/Elle]- respondió, aprovechando que Chloe se estaba despertando para coger unas chaquetas del asiento trasero que habíamos comprado en los 70. ¿Con qué dinero? Pues con el que había mangado Chloe por segunda vez en el bar del demonio. En realidad era justo, bastante nos había hecho el demonio del baile frenético. Aquello era la indemnización.

    – [Idris]Tenemos que buscar un sitio donde haya gente. ¿Qué hacía todo el mundo en los 80?[/Idris]

    – [Jane]En los ochenta las drogas estaban a la orden del día.[/Jane]- comentó Jane alzando una ceja. Desde que el frenesí del baile había estado a punto de tentarnos nos vigilaba con una mirada férrea.

    – [Idris]Estaba pensando en algo menos chungo.[/Idris] – dije tratando de tranquilizarla.

    – [Elle]También había muchas películas.[/Elle]- sugirió Elle.

    – [Idris]Bien pensado Coquito. Podemos buscar un cine y quizá allí puedas sintonizar algo.[/Idris] – la gente no iba a hablar con nosotros así como así, pero Jane podía tratar de sacar algo de información de lo que estaban pensando, si es que no se volvía loca habiendo tanta gente cerca.

    – [Chloe]Las películas de los ochenta están súper desfasadas. [/Chloe]- comentó Chloe saliendo del coche ya abrigada.

    – [Idris]Seguro que ninguna de las que hayas visto no es un remake o giro de tuerca de alguna peli del siglo XX.[/Idris] – todo el mundo sabía que las ideas originales habían muerto con la crisis del siglo XXI. Cuando era pequeño casi todo eran secuelas, continuaciones de sagas, adaptaciones de libros o juegos o remakes y con Infinity comprándolo casi todo, eso solo fue a peor.

    – [Chloe]El siglo XX está overrated. [/Chloe]- replicó chasqueando la lengua. Fingí mirarla mal pero al final me reí. Dudaba que en veinte años fuera a arreglarse la cosa, pero como ella era lo único que había conocido no echaría de menos otra cosa.

    – [Idris]Mira que me estabas empezando a caer bien.[/Idris] – me quejé mientras nos alejábamos del coche. Jane se había puesto el abrigo y yo me había colocado también el mío para disimular. Los bordes de la carretera estaban cubiertos de nieve sucia y se veía la escarcha en los charcos.

    – [Elle]Bueno, ¿cine entonces?[/Elle] – preguntó Elle.

    – [Idris]¿Pero podemos ver la peli? Esa de Robot Wars tiene buena pinta.[/Idris] – si, vale, que igual no teníamos tiempo para ver una película por aquello de salvar el mundo o los mundos o lo que fuera, pero si vosotros fuerais a un mundo del pasado lleno de películas de los ochenta que no hubiérais visto, ¿no estaríais tentados?

    Así que atravesámos las calles con cuidado, evitando a la policía y disimulando para parecer sombras. Imité a las que veía y me coloqué detrás de Coquito, sin quejarme demasiado por ver como se movía ese culazo delante de mí.

    Al pasar cerca de un puente vimos que debajo había varios bidones en llamas, con indigentes rodeándolos para mantenerse vivos. Suspiré resignado, no podíamos hacer mucho por aquella gente, solo seguir adelante, hasta que llegamos al cine. Como imaginábamos, estaba hasta arriba.

    La verdad es que pese a todo lo malo que estaba ocurriendo, cuando miré la marquesina de aquél cine clásico y sentí la mano de Elle aferrar la mía, disfruté como un niño.