Moondale

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  • DOS FUEGOS

    DANTE VILLIERS

    LA KVASIR – MAÑANA

    Era una mañana extraña. Para empezar, había madrugado. No es algo que fuera muy común en mí, pero supongo que me sentía con ganas de volver a trabajar con mis propias manos. Al principio dudé,  era demasiado temprano y empezaba a notarme de mal humor por un sueño más corto de lo habitual, pero después vino la recompensa cuando me crucé con Lexie, que acababa de llegar con provisiones de la ciudad y un rumor muy jugoso.

    Asentí, casi dormido, mientras me lo contaba con una energía que yo desconocía en ese momento y me fui a trabajar en el portón de la la Nave. Mis manos sabrían donde ir al principio y las diferencias con la mecánica del futuro terminarían llamando mi interés y despertándome.

    Tras media hora disfrutando de la soledad y el hecho de tener una tarea cercana y asequible que solucionar, la puerta que daba al gimnasio se abrió y entró Ezra. Tenía la frente perlada de sudor y bebía agua de una botella hecha del cristal resistente del futuro, que no se rompía al caer al suelo.

    Le saludé con la cabeza y el pasó por mi lado en silencio. Era un tipo bastante taciturno y eso que yo me consideraba solitario. Con su vida, de todas formas, estaba justificado. Me recordé a mi mismo que lo malo de mi vida me lo había traído la misma persona que había llevado la pérdida muchas veces a la suya. Intenté no ponerle cara porque Jane no tenía culpa de ello y me forcé a pensar solo en su nuevo nombre: Omega.

    Sentí el arrebato de hablar con él y romper ese silencio, pero no me apetecía hablar de penurias así que elegí en su lugar otra mujer que teníamos en común. – [Dante]Ey, ¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. Apenas la había visto desde antes de irnos por último vez a los mundos, con lo poco que la conocía, era capaz de seguir enfadada por aquello.

    – [Ezra]No. Puede que esté en la piscina.[/Ezra] – replicó. Sus ojos transmitían mucho más de lo que él mismo dejaba ver, aunque yo no era un gran conocedor del lenguaje no verbal. Solo se me daba bien cuando se trataba de saber si alguien me correspondía o no a nivel físico.

    – [Dante]Ah, quizá luego me pase.[/Dante] – comenté volviendo a trabajar en una junta. Aquella nave era una maravilla para nosotros, pero llevaba mucho tiempo abandonada, se notaba en el óxido que corroía algunas de sus piezas. Por suerte era capaz de imprimir duplicados de cualquier pieza que necesitase y llevaba un tiempo sustituyendo las que podía. Me pregunté cómo sería surcar el espacio en ella. Solo con pensarlo me sentí encerrado, imaginándome años y años dentro de aquellas paredes de metal que de pronto parecían muy finas para separarme de la inmensidad de un espacio que solo me daría una muerte silenciosa.

    – [Ezra]No te gustan los sitios cerrados.[/Ezra] – escuché decir a Ezra. Jodidos licántropos, huelen el miedo demasiado bien.

    – [Dante]Si lo elijo yo, puede que me pasara un día entero trabajando en un coche, pero obligado… no llevo bien que me digan qué hacer.[/Dante] – para mí  «El Recogimiento» era un dolor de huevos cada año. Me buscaba cosas que hacer constantemente pero en los últimos días estaba ya que me subía por las paredes esperando salir y ser libre.

    – [Ezra] Yo no entiendo de coches, de hecho no tengo ni carné. Tampoco es que hiciera mucha falta[/Ezra] – reconoció. Futuro postapocalíptico, cierto. Ezra era como Kyle Reese, solo que sin venir a procrear para ser el padre del salvador. En su futuro no había llegado a haber «Recogimiento» porque los que éramos como nosotros vivíamos esclavizados directamente.

    – [Dante]Si volvemos recuérdame que te preste uno para dar una vuelta[/Dante] – le ofrecí. No era millonario precisamente, mi madre se había encargado de que Sarah pudiera ayudarme a gestionar mis finanzas en lo referente a su herencia y eso conseguía que no despilfarrase mucho. Pero en cuanto al dinero que entraba del taller, eso sí que podía invertirlo en lo que quisiera y una de mis aficiones era comprar coches viejos. Pequeñas joyas abandonadas por gente que no sabía arreglarlas pero que en mis manos volvían a la vida. Había cierta paz en devolver las cosas a su antigua gloria.

    – [Ezra]Vamos a volver, tenlo por seguro.[/Ezra] – no sonaba esperanzado, si no completamente convencido. Supongo también que para alguien como él, esto era un pequeño paraíso comparado con su otra vida.

    – [Dante]Puede ser. No tengo mucha fé en ese rumor de Lexie[/Dante] – admití. Los rumores al final son humo, a veces si lo sigues puedes llegar a una avería, pero otras veces simplemente te pierdes en algo que no tiene nada que ver. Prefería no poner todas mis esperanzas en ello y si aparecía la oportunidad, cogerla.

    – [Ezra] Tal vez lo mejor sea centrarse en acabar por reunir a los Daë y después volver a casa.[/Ezra] – respondió. Lo sabía entonces, había debido encontrarse con Lexie antes que yo, pero él no sería de los que tomaría esa opción. Era un guerrero, estaba acostumbrado al sacrificio, a la vida heroica. Yo no.

    Me encogí de hombros. – [Dante]Algunos no tenemos madera de héroe [/Dante] – le aseguré. Él se quedó mirándome con esos ojos suyos, verdes como el fondo de un mar tropical. Estaba tan calmado que aparté la mirada. No me apetecía imaginarme sus ojos clavados en mí cada vez que pensara en irme. Volví a mi trabajo y él se despidió y siguió su camino, sin intentar convencerme.

    Sustituí varias piezas, paré, comí un bollo que me había llevado de la cocina al que llamaría desayuno y  seguí trabajando. Un par de horas después alguien bajó las escaleras, pero aquellos pasos eran femeninos, no era Ezra. Vi las puntas de su melena pelirroja antes que nada. Ninguno de los que habíamos llegado aquí ni de los que habían venido más tarde sabía cortar el pelo, así que como consecuencia a Kaylee le llegaba ya por los omóplatos.

    – [Dante]Dichosos los ojos. [/Dante] – me limpié el sudor de la frente con la muñeca y le sonreí. – [Dante]Qué poquito se te ve desde que Leo y tu os lleváis bien.[/Dante] – alcé una ceja. Desde que había terminado por entender que el odio que se parecían tener toda la vida eran las ganas ocultas que tenían de fornicar por todas las esquinas, debían estar haciendo, bueno, eso, fornicar en todas las esquinas.

    – [Kaylee]¿Es envidia lo que noto en tu voz?[/Kaylee]- replicó sonriendo. ¿Envidia? Bueno un poco, Chloe pasaba de mí, la nave estaba llena de gente guapa y no eran solo Kaylee y Leo los que parecían pasárselo bien a diario. Y sin embargo yo ahí estaba, como un concursante de ‘Too Hot to Handle’ pero sin nadie con quien mover ficha.

    – [Dante]Despecho, desde el primer día no habéis querido invitarme.[/Dante] – me reí, recordándole el día en que les interrumpí en la cabaña para chincharla un poco. Con Leo no lo habría intentado, ya parecía odiarme de por sí desde ese día. Bueno, quizá venía de antes.

    – [Kaylee]Te entiendo. Somos irresistibles[/Kaylee].- respondió con una sonrisa. Me alegraba verla sonreír después de lo mal que lo había pasado. En el fondo todo esto, todos los problemas que habíamos tenido desde que decidieron meterse en Infinity, le había sentado bien, le había dado un propósito y se había olvidado de unos errores de juventud de los que no tenía culpa.

    – [Dante]Pensé que el irresistible era yo.[/Dante] – repliqué. Me fijé en que llevaba un cubo con cosas de jardinería. Se encargaba del invernadero desde hacía una temporada y lo cierto es que se le debía estar dando bien, pero todavía quedaba tiempo para empezar a ver crecer nada. – [Dante]¿Vienes de cuidar las plantas? A este paso vamos a fundar un ciudad antes de volver a casa.[/Dante] – algunos se estaban acostumbrando a la situación, haciéndose a ella como mejor podían. Yo era incapaz, no me veía esperando a ver aquellas frutas y verduras crecer, esperaba irme mucho antes.

    – [Kaylee]Me gusta mantenerme ocupada. Tener demasiado tiempo libre me hace ponerme nerviosa y si me pongo nerviosa, mal asunto[/Kaylee].- aclaró. Al final su jardinería era como mi afán de arreglar la nave pese a no querer quedarme mucho allí. Solo que donde ella calmaba los nervios, yo calmaba la ira que me corroía desde que había conocido a Omega.

    – [Dante]Mientras no te dé por echar maldiciones.[/Dante] – Kay era un bruja buena por suerte, pero la loca de antes nos había hehco una buena jugarreta. Casi no lo contamos y estar en el cuerpo de Mike con ese gato arañando continuamente la parte de atrás de mi cabeza había sido molesto. Era una suerte que Kay hubiera podido pararla con la ayuda de Sophie, Chloe y Robin. – [Dante]¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. No sabía por qué seguía preguntándolo pero no iba a verla. Miedo supuse, a enfrentar la realidad. A fin de cuentas ella había venido aquí por voluntad propia desde el futuro y yo estaba deseando irme y si lo hacía, no la vería más. Hasta dentro de veinte años al menos, viéndola como un bebé, como una niña. No, eso no era para mí.

    – [Kaylee]La verdad es que no[/Kaylee].- admitió encogiéndose de hombros.- [Kaylee]Quizás está en su habitación[/Kaylee]. – añadió.

    – [Dante]Supongo.[/Dante] – repliqué, quitándole importancia. Tampoco me apetecía meterme en el cuarto de Chloe, me conocía demasiado bien y ahora mismo me costaba pensar con la cabeza. Kay no dijo nada, no quería meterse en mi vida y lo agradecí. Era una buena amiga, supongo que nunca me habría imaginado que seríamos tan cercanos, pero ella lo valía. – [Dante]¿Ya te has recuperado del trauma de ser mi hermano?[/Dante] – me hice gracia a mí mismo, trataba de hacer ver que me importaba todo bastante poco y sonaba tan convincente que la gente era lo primero que asumía de mí. Mejor eso que dejar ver las cicatrices.

    – [Kaylee]Tuve bastante suerte, porque Cole es un tío muy calmado y, aunque viera algo, nunca se lo dirá a nadie[/Kaylee].- respondió sonriendo. Asentí, mi hermano era un diez. Otro motivo más por el que odiar a Logan, por aquellos años que pasamos separados.

    – [Dante]¿Ya te ha llegado el rumor que ha oído Lexie?[/Dante] -comenté. El pensamiento llevaba un rato rondándome la cabeza y no sabía como dejarlo salir. Kaylee no iba a ser de las que opinasen como Lexie y yo, de eso estaba seguro.

    – [Kaylee]¿Un rumor? No[/Kaylee].- tenía cara de sorpresa. Quizá Lexie no había tenido tiempo de hablar con mucha gente antes de irse a dormir.

    – [Dante]Seguro que es un timo pero escuchó en el mercado de la ciudad que hay un tipo que puede mandar a la gente a otros sitios.[/Dante] – le expliqué. Solo había un sitio al que nos interesase ir, de vuelta a casa. Al parecer ese tipo podía enviarnos a nuestro hogar, a nuestro tiempo. Quizá incluso podría pedirle que me mandara al de Chloe. En veinte años seguirían estando todos ellos, más viejos y yo más joven, pero allí estarían. Aunque para eso tenían que pasar por esta misión solos, sin los que nos fuéramos. – [Dante]Si van, yo iré.[/Dante] – dije. No sé por qué, supongo que esperaba que me diera su aprobación.

    – [Kaylee]¿Vas a volver a la Tierra sin haber acabado la misión?[/Kaylee]- sonaba a estar molesta. Aparté la mirada hacia la pieza que estaba cambiando.

    – [Dante]No tengo puestas muchas esperanzas, pero si es posible, soy un mecánico. Que tenga alas y pueda meterme dentro de la oscuridad no implica que pueda salvar el mundo. Eso solo son cartas que me han tocado.[/Dante] – le expliqué. Había entrado a Infinity porque ellos estaban en peligro, había ido al Pico Tantree por venganza, pero nada de esto era lo mío. – [Dante]Dudo que solo nos lo pensemos Lexie y yo.[/Dante] – me defendí. Serían más los que querrían irse. Niall, seguro, tal vez Laura, Vera y Elliot podrían irse, Jane les obligaría, seguro.

    – [Kaylee]Qué egoísta eres[/Kaylee].- me espetó. Valoraba la sinceridad de Kaylee, pero en ese momento estaba diciéndome puramente lo que yo mismo sabía y a veces la verdad duele, así que noté cómo empezaba a enfadarme.- [Kaylee]A ver si te crees que el resto estamos aquí por lo mucho que nos gustan las vistas[/Kaylee]. – ella también parecía enfadada.

    Negué con la cabeza. – [Dante]De momento porque no hay otra opción.[/Dante]

    – [Kaylee]Me estás tocando las narices, Dante. Te dejo antes de que me plantee transformarte en cerdo[/Kaylee]. – se giró, a punto de irse. Su pelo se movió en el aire con brusquedad, como si le prendiera fuego.

    – [Dante]Puedes enfadarte si quieres, Kaylee, pero tienes que entender que no todos queremos salvar un mundo que no se preocupa de nosotros.[/Dante] – ahí seguía yo, intentando defender mis motivos. Que los tenía, sí, no me faltaba razón. Vale sí, estaban ellos, eran importantes, pero podríamos irnos todos, ya encontrarían a otros que hicieran el trabajo que se suponía que teníamos que hacer. – [Dante]Los Daë son nueve por lo menos, se bastan de sobra para encontrar  a tres más.[/Dante] – sugerí. El trabajo estaba casi terminado. Quien sabe si la forma de salir de allí no era precisamente encontrar a ese tipo.

    – [Kaylee]No es una cuestión de lo que queramos hacer, sino de lo que HAY que hacer[/Kaylee].- fijó sus ojos en mí y noté el calor que encerraban. Su ira era como un fuego, intenso, fugaz. La mía era oscura, como una llama oscura que nunca se apaga.

    – [Dante]¿Y yo tengo que tener obligaciones con un mundo que miró para otro lado cuando asesinaron a mi madre?[/Dante] – maldije para mí mismo por dejar ver esa parte de mí. Pero ya que estaba, la dejé ir. – [Dante]Nos pusieron a esa cabrona delante, fuimos altruistas, vengativos o lo que te de la gana, pero nos reunimos para acabar con ella y en lugar de eso nos mandaron a otra punta del mundo a un problema que no nos va ni nos viene, mientras ella corre por ahí.[/Dante] – toda la ira puesta en mis palabras no permitió que disminuyera la que sentía, solo la dejó salir a la luz.

    – [Kaylee]Lo de tu madre fue un asesinato. El mundo en general no tiene la culpa[/Kaylee].

    – [Dante]Omega sí, y los Daë permitieron que viajara al pasado en lugar de morir congelada en esa puta cápsula. Mientras ella escapaba, Ezra se quedaba allí encerrado. Si hubiera justicia habría sido al revés y nadie la habría buscado.[/Dante] – así tendría que haber sido. Ezra llegando a un mundo en paz y Omega congelada y sola, abandonada en un sótano.

    – [Kaylee]¿Crees que los Daë tienen esa clase de poder?[/Kaylee]- me preguntó.- [Kaylee]No pueden intervenir[/Kaylee]. – me enfadó que los defendiera. Tenían que tener la culpa, alguien tenía que tenerla.

    – [Dante]Pues yo nos veo aquí, ¿quién nos ha traído?[/Dante] – dije más enfadado de lo que pretendía.

    – [Kaylee]Vale, Dante. Tú ganas. Vete si quieres[/Kaylee].-  se dio la vuelta y se marchó. Me gustaría decir que no me dejó tiempo a responder, pero sí lo tuve. Lo que lo impidió fue mi orgullo y mi enfado. Como no sabía qué decir, volví a trabajar con las manos. Era lo único que se me daba bien. No era ni un héroe ni un buen amigo. Tenía que hacerme a la idea si iba a coger el camino rápido y dejarles allí. Al menos mientras trabajase no tendría que pensar en qué decisión iba a tomar.

     

  • UN MANIQUÍ DE AMAZON COMO ESPECTADOR

    Lucy | Taller

    Mañana

    Por los ventanales del escaparate del taller se colaban unos rayos de sol que invitaban más a ir a la playa que a estar rematando unos patrones, pero no podía quejarme, porque empezaba a tener una clientela fija y pronto podría dejar los arreglos para dedicarme a lo que más me gustaba: diseñar, confeccionar y dar clase. Ed meneaba la cabeza ligeramente al ritmo de ‘Jillian’ de Within Temptation, mientras me ayudaba a montar un maniquí nuevo que habíamos pedido por Amazon. Estaba deseando que llegase mi turno para controlar Spotify y poner algo de música que no implicase a una persona desgañitándose, pero el amor es así, de esa manera.

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  • EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    EL TUBO CALEIDOSCÓPICO

    Sarah | Éter

    ¿TARDE?

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    Me desperté desorientada, como si hubiera dormido una siesta de tres horas o quizás, de tres meses. Lo último que recordaba era que Ed había realizado un ritual, el ritual para intentar librarme de Beatrix, pero parecía tan lejano que ya ni siquiera era capaz de perfilar correctamente la escena en mi cabeza, así que no pidáis que suene congruente.

    Cuando caímos sobre la hierba, Ed aseguraba que acabábamos de pasar por una especie de tubo caleidoscópico al más puro estilo Doctor Who. Pero nada, mi cerebro estaba apagado o fuera de cobertura. A veces, parecíamos vivir a toda velocidad y otras, el tiempo se dilataba y los días parecían meses. Esta era una de esas veces, por lo que tardé un poco en ubicarme. Especialmente, porque a mi alrededor se estaba construyendo el pabellón infantil de mi colegio de Moondale y me dio por pensar en esa curiosa sensación de pertenencia que sientes hacia tu colegio, que es inversamente proporcional al asco que te da el instituto al que fuiste.

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  • SHINY HAPPY PEOPLE

    SHINY HAPPY PEOPLE

    Sarah | Hotel White Candle

    TARDE – NOCHE | 19 DE ABRIL

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    Tomé aire una vez y  miré fijamente a los asientos en los que ya estaban los invitados y el altar, que quedaba al fondo, con una funcionaria regordeta y sonriente, que seguramente, estuviera deseando irse cuanto antes. Habíamos decidido que cada persona se sentara donde quisiera olvidando eso de dividir a las personas por bandos. Si hoy se unían dos familias, tenía poco sentido hacerlo.

    Hacía un día cálido de primavera y, aunque la tarde estaba cayendo, la temperatura se mantenía agradable. Lucy iba y venía corriendo como una loca con un pinganillo en la oreja izquierda, mientras parloteaba sin cesar con todo bicho viviente que se encontraba. Tres veces estuvo a punto de pisar la cola de su vestido y partirse la crisma, pero lo solventó con una sonrisa – y obligando a Ed a alejarse de ella para que no la distrajera-.

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  • LUCY IN THE SKY WITH DIAMONDS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Sarah Echolls | Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Sala de los Campeones | Parte III

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    Al ver a mi hermana girarse para ir en dirección a su pedestal, noté cómo me flaqueaban las piernas. ¿Qué habíamos hecho? ¿Cómo habíamos dejado esto en manos de Los Grandes Poderes? En lugar de sentarnos a esperar a que el Doctor fuera cada vez más poderoso y confiar en un milagro, tendríamos que habernos preparado y actuado, como hicimos en el caso de Mason, a pesar de que por nuestra culpa, Alexander Fenris continuaba en coma y difícilmente saldría de ésta. Ni siquiera sabía cuál de las dos era la opción correcta, porque en las dos ocasiones alguien había salido mal parado por mi culpa.

    Mi mirada se cruzó con la Ed, cuyo rostro estaba surcado por las lágrimas y pensé en por qué tenía que pasarnos esto a nosotros. Por qué no podíamos volver atrás en el tiempo y quedarnos ahí, cuando la mayor preocupación que teníamos era el examen para el que no habíamos estudiado. Sabía que la infancia que había pasado junto a Ed no era más que un regalo de los Grandes Poderes, pero me costaba recordar otra cosa. Siempre habíamos estado los cuatro juntos y ahora Kaylee caminaba en dirección al pedestal. No pude evitar pensar en que Los Grandes Poderes nos habían regalado una vida juntos para que su pérdida nos resultase más dolorosa.[/SIZE]

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  • UNA VIDA A CAMBIO DE SALVAR EL MUNDO

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Edward MaClay | Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Sala de los Campeones | Parte II

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    Mientras me acercaba hasta la salida eche un último vistazo al tótem, pase un dedo por la hendidura del centro, no era muy profundo, probablemente sería en el donde debería verter mi sangre.

    Guarde el tótem en la mochila y pase la puerta, tras dar un ligero traspié mire a mi alrededor ligeramente desorientado, me encontraba en una sala circular, pude ver que ya había gente hablando y entre ellos había algunos pilares. A mi espalda observe como por la puerta que había pasado se encontraba un portal que se estaba cerrando, al otro lado puede ver por última vez aquella montaña nevada.

    Nadie parecía haberse percatado aun de mi presencia, todos miraban hacia Sarah y Diana que se fundían en un tierno abrazo.

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  • UNA SENSACIÓN QUE ME HABÍA CALADO HASTA LOS HUESOS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Vincent Solo | Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Sala de los Campeones | Parte I

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    Cuando crucé la puerta que la Guardiana había abierto para mí, llegué a una enorme sala circular en la que no había nadie, pero que me hacía imaginar que pronto habría muchos más, porque había otros trece huecos similares a puertas a lo largo de toda la pared, iguales que el que yo había cruzado. La pared esta vez estaba formada por una roca lisa, sin más bordes ni juntas que la enorme cantidad de grabados que la surcaban de principio a fin, con formas y lenguajes que no alcanzaba ni alcanzaría nunca a comprender.

    Las paredes se alzaban hasta donde debía estar el techo, lugar que estaba ocupado por una abertura hacia…bueno, algo que no sabría definir mejor que «infinito», un universo en continuo cambio sobre mi cabeza. Esa sensación de amplitud me hacía sentir abrumadoramente pequeño, así que agaché la cabeza y me di cuenta de que el suelo continuaba la pared, de nuevo sin juntas visibles, como si hubieran construido esa sala a partir de un único bloque del mineral del que estuviese hecha la pared.

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  • LA VERDAD DUELE, MISS CELOFÁN

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Kaylee Echolls| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba de Virtud

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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    Caminaba al lado de Cara, pero no era capaz de mirarla a la cara, a pesar de su incesante parloteo que me daba dolor de cabeza. Ni siquiera sabía qué decía, porque no me apetecía nada perder el tiempo. Cada minuto que pasaba estaba más cerca de mi muerte y sí, puede que fuera una obviedad, porque cada minuto que pasa cualquiera está más cerca de la suya, pero la diferencia estaba en que la mía era inminente, además del hecho de que yo no era nada, sólo un recipiente que contenía la fórmula secreta para salvar el mundo.

    Las antorchas volvieron a apagarse y la perdí de vista. Por una parte, fue un alivio, porque pude disfrutar del silencio, pero por otra, si tanto mi colgante como el suyo estaban completos, carecía de sentido que nos separasen, salvo…que ya hubiera llegado el momento.

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  • EL MIEDO TE RECUERDA QUE SIGUES VIVA

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Cara Arkkan| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba de la Vida

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

    akasha-2

    Las luces se apagaron y la voz de Daakka se perdió en la negrura. Tragué aire con fuerza y avancé a tientas sin detenerme. Cuanto más ocupada estuviera, menos pensaría en que no había nadie. No sabía lo que estaba haciendo, pero tampoco lo sabía cuando las antorchas estaban encendidas, así que me guié por mi instinto y corrí como cuando a Éowyn y a Freya les quitábamos las correas para tirarles pelotas hasta que me di un golpe contra una puerta en la frente, porque se me había olvidado ir con los brazos estirados.

    Después de que soltase unas cuantas palabrotas aprovechando que Elizabeth no me oía, las luces se encendieron y me toqué el chichón que tenía en la frente, pero como no tenía sangre ni nada asqueroso, me paré a mirar las gigantescas puertas de madera con grabados de flores ensangrentadas.- [b][i][color=#7E6368]La puerta tiene flores y las flores no dan miedo[/SIZE][/i][/b].- Dije en voz alta al escuchar unas pisadas que venían de mi izquierda. Cuando has pasado gran parte de tu vida en el Vacío, te vuelves muy sensible a los ruidos.

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