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Etiqueta: Kaylee es adorable

  • EL CABALLERO Y LA BRUJA

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Desde el momento en el que me desperté en aquella cabaña supe que algo no iba bien. Tras la ventana se apreciaba un bosque que se perdía en el horizonte, pero tanto mis sentidos agudizados como el hecho de haber vivido toda mi vida en un bosque, me hacían sentir que aquél no era uno normal. Guardaba secretos y olía a magia en todas partes, pero no una magia melódica y apasionada como la que surgía de Kaylee, si no una más profunda y ancestral, la clase de magia que puede cambiar el mundo.

    – [Leo]¿Donde está Kaylee? ¿Y Noah?¿Donde están los demás?[/Leo] – pregunté cuando vi a esa mujer cruzar la puerta de entrada. Imaginé lo que me habrían dicho los otros, que tenía delante a alguien que no conocía y mi mejor oportunidad era ser cauto y agradable para jugar mejor mis cartas. Pero a mi nunca me había gustado el póker o los juegos de mesa basados en engaños, prefería ser directo.

    – [Caitriona]Hola, Leo.[/Caitriona]- me saludó como si me conociera de toda la vida y eso me escamó, la misma magia que había en el bosque se apreciaba sobre ella, compartían algo, pero también había marcadas diferencias.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]- explicó. Preferí que fuera al grano, pero toda aquella situación no tenía sentido. El ataque, el laberinto y ahora esto, separados.- [Caitriona]El resto del grupo está bien y podrás verles cuando me hayáis escuchado.[/Caitriona] – aclaró. Era obvio que no podía fiarme del todo de sus palabras, pero con el tiempo había sacado partido a las capacidades como licántropo para diferenciar cuando mentía la gente. Ella no lo hacía, aunque tenía una duda razonable, también podía ser una muy buena mentirosa.

    – [Leo]No necesito nada.[/Leo] – respondí, siendo sincero. Y por mucho que lo necesitara, no iba a aceptar un trato viniendo de alguien que retiene a los demás contra su voluntad.

    Ella, Caitriona había dicho que se llamaba, rió y se sentó en una silla que materializó del mismo suelo. Las raíces nudosas que la formaban parecían estar hechas del mismo bosque. Esperé, pensando, valorando las opciones. Contra la magia no tenía nada que hacer, prácticamente ninguno de nosotros tenía opción salvo Kaylee, Robin y según lo que se decía, mi prima Elle.

    – [Caitriona]Puedo cambiar tu pasado.[/Caitriona]- comentó, casi en un susurro. Reconocí al instante la persuasión por la facilidad con la que lo dejó caer. Conocía de sobra el peso de sus palabras y lo dejó ir como si no tuviera importancia. Aquella mujer sabía mucho sobre mí y seguro que también sobre el resto y tenía maestría a la hora de manipular esa información.

    – [Leo]¿De qué estás hablando? [/Leo]

    – [Caitriona]Si aceptas mi propuesta, tu amiga Amy nunca te habrá mordido.[/Caitriona]- respondió. Ahí estaba, un deseo oculto que me ofrecía en bandeja.- [Caitriona]Habrás nacido Rakkthathor, como tu hermano y tu padre.[/Caitriona] – todo perfecto, todo tal y como lo soñaba cuando era más pequeño. Era fácil manipular a alguien usando su sensación de pertenencia, pero mi desarraigo había empezado a sanar hacía poco, cuando las circunstancias de mi vida me hicieron darme cuenta de quién era yo y cuál era mi sitio.

    – [Leo]No creo que cambiar todo mi pasado tenga buenas consecuencias. [/Leo]- razoné. El efecto mariposa de una decisión como esa podría hacer que todo ahora fuera diferente.

    – [Caitriona]Te lo mostraré entonces.[/Caitriona]- insistió. No le había servido con mi primer no, estaba segura de que su oferta tenía valor y podía llegar a conseguir un trato. Manifestó ante nosotros una enorme esfera que se volvió como un espejo y después, como un nítido vídeo de mi vida, salvo que no era la mía, en la imagen había otro Leo muy distinto a quien era yo en realidad. Parecía feliz, pero nunca se puede fiar uno de las apariencias, la mayor parte de la gente me tomaba por alguien triste, taciturno, pero ahora mismo estaba en mi mejor momento, incluso dadas las circunstancias.

    – [Leo]¿Y el precio?[/Leo] – pregunté. Era la pieza que faltaba, algo tenía que ganar, salvo que fuera una consecuencia de ese mismo cambio. – [Leo]Estas cosas tienen un coste.[/Leo]

    – [Caitriona]Ella.[/Caitriona]- dijo simplemente, sin adornos, sin detalles y aun así, se me heló la sangre. No es que me viese tentado a aceptar si no que el mismo hecho de que la quisiera a ella me atemorizaba.

    – [Leo]No.[/Leo] – dije, con el semblante serio. No solo era un no a la oferta, si no a que no la tendría para sus oscuros planes y haría todo lo que fuera posible para evitarlo. Los padres de Kaylee habían sido transparentes con nosotros desde siempre para que lo que ellos habían sufrido no lo tuviéramos que padecer también. Sus adicciones, tanto la de Christopher como la de Diana, eran bien sabidas, al igual que el hecho de que Diana Echolls era ‘El Fénix’. Había sido elegida por aquella entidad primordial que le otorgaba más poder, hasta que cuando nació Kaylee, esa chispa disminuyó un poco. Ahora las dos lo eran y seguro que era una de las razones por las que la buscaba, quizá pretendía desequilibrar su balanza y hacer que Kaylee se decantase por el lado oscuro.

    – [Caitriona]Dejarías de ser diferente.[/Caitriona]- insistió ella, sabía de qué debilidad tirar, pero había aprendido a sacar mis fuerzas de ello.

    – [Leo]No importa.[/Leo]- respondí, poniéndome en pie en mitad de aquella cabaña. – [Leo]Ya he encontrado mi sitio, me da igual ser diferente[/Leo]. – en otro tiempo su oferta quizá habría tenido más peso, pero a ese tiempo pertenecía un Leo que no era capaz de admitir lo que sentía por Kaylee porque estaba tan cegado por las apariencias que no sabía ver la realidad de qué clase de persona era, un Leo que no había tenido miedo de hacer tanto daño a su mejor amiga dejándola atrás, al igual que a toda su familia, para una vida de fama superflua.

    – [Caitriona]¿Estás seguro?[/Caitriona] – preguntó de nuevo. Su mirada demostraba saber más de mí de lo que me gustaría, pero la mantuve.- [Caitriona]A Kaylee le he ofrecido poder ilimitado.[/Caitriona] – explicó. Su cara formó una mueca burlona. Sin duda estaba tratando de hacerme pensar que ella ya lo había aceptado, pero entonces no habría tenido necesidad de hacerme esa oferta, habría pedido otra cosa. Incluso dejando eso de lado, solo tenía que escuchar mi corazón para saber que Kaylee jamás aceptaría esa oferta, ella era buena y muy lista, sabía defenderse perfectamente y no la iban a engañar.

    – [Leo]Y no ha aceptado.[/Leo] – aseguré. Su máscara de seguridad no tembló. – [Leo]La conozco bien.[/Leo] – añadí. Por suerte, era lo único que quizá tuviera que agradecer a esa enfermiza compañía llamada Infinity, haber podido conocer de verdad a Kaylee cada uno sin nuestras máscaras, no como Leo el serio, Leo la estrella ni Leo el solitario, si no como Leo a secas. La quería con tanta intensidad que tenía miedo de esos mismos sentimientos, de que ella pudiera terminar cansándose de mí, de que le sucediera algo. Siempre había protegido mucho a mi familia y Kaylee era…parte de mí, así que eso hacía que tuviese más miedos que nunca.

    Caitriona se rió.- [Caitriona]Espero que tengas razón.[/Caitriona] – replicó, disimulando todavía.

    Me di la vuelta y me acerqué a la ventana. Ya había ido a visitar a algunos, al menos a ella, así que esperaría hasta que estuvieran todos y nos iríamos de aquél lugar.

    – [Caitriona]¿Tu respuesta definitiva es «no»? [/Caitriona]- preguntó ella alejándose.

    Asentí, girándome brevemente para mirarla. – [Leo]Nada de lo que pudieras darme haría que te entregara lo que siento por ella.[/Leo] – afirmé rotundamente. Me pareció percibir algo en sus ojos, pero fue tan rápido y tenue que no me dio tiempo a identificarlo.

    – [Caitriona]Los humanos a veces sois muy literales.[/Caitriona]- respondió ella. Así que no era humana, era algo más. Por lo que sabía, tanto las brujas como las hechiceras se consideraban humanas, aunque las segundas nacieran ya con poder y fueran diferentes a todos los efectos.- [Caitriona]No te he pedido lo que sientes por ella. Te he pedido que me la entregues.[/Caitriona] – puntualizó. De nuevo se me heló la sangre, solo que la furia ardiente que me consumía y trataba de mantener a raya para no despertar al lobo, hizo que me mantuviese alerta y pendiente de estar calmado.

    – [Leo]La respuesta es la misma. Y si intentáis llevárosla, me enfrentaré sin descanso.[/Leo] – repetí, enfatizando cada palabra.

    Desde la puerta hizo que aquella silla suya volviera a la tierra y abrió la puerta, a través de la que solo vi bosque. – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona]

    La observé y esperé que no fuera así, porque eso solo significaría peligro para Kaylee y pondría toda mi alma en evitar que nadie la forzase a atravesar un camino donde su propia magia tomase el control. Sabía que ella jamás querría verse así porque en las últimas noches que pasamos juntos, hablando hasta que salía el sol, me había confesado ese temor nacido de la historia de su propia madre. Ella sabía protegerse a sí misma mejor que nadie, pero yo me encargaría de ayudarla. Aquél día, en la cabaña, más que nunca hasta el momento, tuve claro que estaba enamorado de Kaylee MacLeod.

  • ESCISIÓN

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    La vida a veces te hace replantearte ciertas cosas, aunque en nuestro caso, en el mundo en el que vivíamos y con las cosas a las que estábamos expuestos, eso iba al extremo.

    Yo siempre había sido un completo «friki» de los dinosaurios. Os podéis imaginar que con su parecido a mi forma de Rakkthathor, era algo habitual, además, era lo más cercano a los dragones que habíamos tenido según lo que contaba la historia «humana», pese a que en la realidad los dragones existiesen y no fuesen todos tan malos, pero eso es algo que descubrí bastante tiempo después.

    Evidentemente eso hacía que imaginarme ver a esos seres caminando por la Tierra sería impresionante. Recuerdo ver muchas veces toda la franquicia de Jurassic Park y releer los libros. Pero nada de eso me preparó para verlos caminar frente a mí.

    Mi llegada a ese mundo había sido, como muchas cosas en mi vida, apresurada. Primero estaba en el mundo de los Daesdi y luego estaba en un inmenso espacio natural donde todo parecía magnificado al no haber sido tocado por la mano del hombre. La nieve se veía cercana, cubriendo las montañas que nos rodeaban.

    Al principio no lo supe, claro está, pero cuando mis ojos se acostumbraron al entorno empecé a fijarme en enormes figuras animales que sobresalían en el horizonte. Un ruido me sobresaltó y vi que una estaba detrás de mí. Al menos pensé que era una, en realidad era una manada que se acercaba a nuestra zona. Un escalofrío me recorrió la columna y todo pareció ir más despacio a medida que yo iba más rápido.

    Me fijé en uno de los saurios, no medía más de tres metros de largo y parecía algo más bajo que yo. Tenía una cresta entre la nariz y los ojos. Eran una manada de unos siete u ocho, probablemente algún tipo de Coelophysis. Así que no, no eran herbívoros. Cualquier duda que tuviese quedó despejada cuando vi a cámara lenta cómo se fijaban sus ojos en mi zona.

    Miré a mi alrededor y vi que no había llegado solo: Lexie, Kaylee y Sophie habían llegado conmigo. No me lo pensé dos veces, cambié a mi apariencia Rakkthathor y las cargué a las tres, corriendo a cualquier sitio lejos de aquellos predadores.

    A medida que avanzaba, mis ojos no daban crédito a las maravillas que veía. Formaciones de gemas y piedras preciosas a plena vista, paisajes de colores y formas que nunca había visto ni en fotografías. Contuve el impulso de detenerme y sacar la cámara de su funda, que esperaba que siguiese intacta. Cuando estuve a punto de detenerme cerca de un riachuelo de color rubí, vi a un enorme ‘Allosaurus’ y lo esquivé, dirigiéndome a las montañas donde esperaba encontrar menos amenazas.

    Allí, en la base de un gran pico nevado, me detuve al ver una entrada. Dejé a las demás allí un momento y me interné en la caverna para asegurarme de que estaríamos a salvo. Después de inspeccionarla con detalle, volví a por ella y nos quedamos a unos metros de la entrada, por si algo nos sorprendía.

    Mis corazones latían a plena potencia. Mi cabeza era un hervidero. Estábamos en la prehistoria, pero no en la de la Tierra o al menos no como decía la arqueología, porque las especies de dinosaurios que había visto por el camino pertenecían tanto al cretácido como al jurásico. Aún no había visto ninguno del triásico pero no podía descartarlo.

    Estaba deseando hablar con alguien de todo lo que pasaba por mi cabeza, pero ellas parecían estar inconscientes. Respiraban, lo había comprobado cada cinco minutos, pero el viaje debía haberles afectado. Yo me había librado porque mi metabolismo iba más acelerado para paliar los daños que pudiera provocarme la propia electricidad de mi cuerpo.

    Un par de veces salí al exterior y tomé fotografías. La cámara había sobrevivido a todo el trayecto y parecía estar bien y funcional. Usando el teleobjetivo de la cámara exploré la distancia sin alejarme de la entrada de la caverna.

    Vi una enorme laguna de agua rosada, el río de color rubí que nos habíamos cruzado, especies de dinosaurios de todo tipo, incluso del triásico, confirmando que no estábamos en la Tierra, si no en el Cúmulo Nexus y probablemente en el pasado, en el tiempo de los Daë anteriores a nuestros padres. Aquél lugar era asombroso. A lo lejos se distinguían playas donde la arena y piedras eran puras gemas.

    Las montañas contenían mi capacidad de visión y no quería alejarme de la cueva por si pasaba algo. Tras las montañas se divisaban estelas de humo que llamaron mi atención. Traté de ver más, pero me fue imposible. Continué observando un buen rato hasta que di con una especie de aldea que no encajaba con aquél tiempo. Parecía sacada del pasado, sí, pero no de un tiempo tan remoto. No llegué a ver si había personas, estaba demasiado lejos, pero si había un daë allí, habría sobrenaturales o humanos.

    No podía hacer mucho más así que volví con las demás después de recoger lo necesario para hacer un fuego. No fue difícil crear fricción con mi velocidad, pero para cuando terminé de poner a punto las llamas, ya se estaban despertando.

    – [Lexie]Por un momento he pensado que estaba muerta y me ha parecido bien.[/Lexie] – se quejó Allie…Lexie, poniéndose en pie. Aún no terminaba de conciliar su verdadero nombre con su verdadera apariencia. Allí estaba, poniéndose en pie, con el ceño fruncido y una ropa imposible para vivir cualquier tipo de aventura, pero eso era lo que menos parecía importarle.

    – [Noah]Ha debido ser el teletransporte. Y tener que moveros tan rápido no ha ayudado.[/Noah] – traté de explicar. Lexie me oyó, pero no pareció querer responderme. Había pensado durante el rato en el que había estado solo que quizá fuese un buen momento para arreglar las cosas, pero la vida real era más difícil que lo que uno podía imaginar en su cabeza.

    Kaylee se incorporó en ese momento y tuvo que quedarse sentada.- [Kaylee]Me encuentro fatal.[/Kaylee]- se sujetaba la cabeza y parecía algo mareada.

    – [Noah]Bebe un poco.[/Noah] – le tendí una botella de agua. No era demasiado grande. Me había llevado algunas cosas de primera necesidad para llegar al lago, pero no había contado con que nuestro camino terminase dejándonos tan lejos de casa, de lo contrario habría preparado una mochila como habían hecho los del otro grupo.

    Kaylee lo agradeció y bebió poco a poco. Al cabo de un rato pareció estar mejor, porque se puso a comprobar cómo se encontraba Sophie, aún «dormida». Era la única de todos que no tenía nada de sobrenatural.

    – [Noah]En parte es culpa mía. Me desperté antes y nos iban a atacar, así que os moví.[/Noah] – expliqué, mirando a ambas pero recibiendo una mirada cortante por parte de Lexie. Ni siquiera la apartó, simplemente me observó, desafiante.

    – [Lexie]¿Dónde estamos y cómo salimos de aquí?[/Lexie] – preguntó. En ese momento no me cabía duda de que si hubiera podido evitar preguntarme, lo habría hecho. Me pregunté si Xander se habría sentido así durante todos estos años y comprendí el dolor que había cargado mi primo.

    Suspiré, tratando de tener paciencia. Si sumaba lo que sabía de Lexie y Allie, llegaba a saber bastantes cosas de ella, aunque prácticamente no hubiese contado nada de sí misma. – [Noah]Estamos probablemente en un mundo del Cúmulo Nexus. Un mundo…prehistórico.[/Noah] – expliqué. Había buscado en los recuerdos de mi padre algún tipo de información sobre ese lugar, esperando que en los conocimientos que había ganado de las Pruebas hubiese algo de la historia de los daë, pero de su pasado no había nada. Había algunos que podía descartar por sus apariencias, como los de Géminis o Piscis, pero corría riesgo de equivocarme.

    – [Kaylee]No es la peor opción.[/Kaylee]- comentó Kay, sacando su lado más positivo. – [Kaylee]Pero tenemos que buscar comida.[/Kaylee] – añadió. Agradecí tenerla allí conmigo, era un gran apoyo no solo por su capacidad si no porque desde que había cambiado, era una persona increíble con la que sabía que podía contar para cualquier cosa.

    – [Noah]Sí, pero va a ser difícil no ser «la comida».[/Noah] – repliqué, casi hablando solo para ella. – [Noah]He visto un poblado cerca.[/Noah] – aclaré. Cuando Sophie se recuperase podría ser uno de los primeros sitios que nos convendría visitar. Pero teníamos varios problemas: uno era la ropa y otro el idioma.

    – [Lexie]Yo me voy de aquí. Vosotros jugad a las casitas.[/Lexie] – espetó Lexie cortando la conversación. Cogió su mochila y fue derecha hacia la entrada sin contemplaciones.

    – [Noah]Lexie, no puedes irte. No creo que tus ilusiones vayan a funcionar con los dinosaurios.[/Noah] – dije dando un par de pasos en su dirección, preocupado. La conocía lo suficiente como para saber que sería imposible convencerla de nada, pero estábamos en un caso de fuerza mayor.

    – [Kaylee]No había dinosaurios en la prehistoria.[/Kaylee]- puntualizó Kaylee.

    – [Noah]Lo sé, y he visto especies de diferentes periodos.[/Noah] – aseguré, encantado de poder discutirlo con alguien. Ese mundo era una mezcla de periodos mesozoicos junto con elementos de la prehistoria humana, al menos. Aunque todo eran conjeturas y teorías basadas en lo que había visto, no había rastros de grandes civilizaciones. – [Noah]Por eso creo que sí estamos en el Cúmulo.[/Noah] – añadí. No tenía sentido que el pasado de la Tierra fuese así, ni siquiera teniendo en cuenta la presencia de los demonios.

    – [Lexie]Me importa una mierda.[/Lexie]- replicó Lexie de malos modos. No entendía cómo era posible querer tanto a una persona y que a la vez, pudiera sacarte de quicio. Lexie no atendía a razones y me resultaba muy frustrante.

    – [Noah]No puedes irte. Tenemos que mantenernos unidos.[/Noah] – le pedí. Miré hacia Kaylee, suplicando su ayuda. En ese momento mi relación con Lexie no me ponía en el mejor lugar para convencerla.

    – [Kaylee]No te vayas.[/Kaylee]- lpidió Kay, poniéndose en pie.- [Kaylee]A un mordisco de Rex dudo que sobrevivas.[/Kaylee] – añadió, pero Lexie no escuchaba, ya había salido de la cueva con paso apurado. Hice una seña a Kaylee y la seguí.

    En el exterior hacía mucho frío y aunque llevábamos ropa de abrigo, no estábamos preparados para tanto.

    – [Lexie]No me sigas.[/Lexie]- dijo Lexie al verme detrás.- [Lexie]Yo me tengo que ir de aquí.[/Lexie] – añadió. La había visto otras veces así, pero nunca con tanto empeño. Había discutido con los Daesdi porque no soportaba que nadie decidiese por ella y no había podido hacer nada por evitarlo.

    – [Noah]Lexie la única forma de salir de aquí es ayudar a los daë.[/Noah] – traté de explicarle, serio.

    – [Lexie]¿Los dae me van a ayudar cuando el audífono se me quede sin pilas?[/Lexie] – replicó, girándose hacia mí. Su piel bronceada parecía más sonrojada de lo habitual por el frío y quizá también por la ira que desprendía.

    – [Noah]Encontraremos la forma. Te lo prometo.[/Noah] – dije, acercándome un poco. En mi mente seguía la fantasía de arreglar las cosas y volver a ser tan cercanos como antes. Henry aún tenía en sus manos el prototipo que me había llevado de Infinity, pero no sabía si ya lo habría logrado hacer funcionar.

    – [Lexie]La voy a encontrar yo sola ahora mismo.[/Lexie] – afirmó, tensa. Fue a girarse pero le cogí la mano en el último instante.

    – [Noah]Por favor. No hay otra forma, no puedes salir de aquí. Estamos a millones de kilómetros de la Tierra, ni siquiera sabemos si en el presente.[/Noah] – no era consciente en ese momento, pero a Lexie poco le importaba la lógica de la situación. Era un volcán en plena erupción y podía haber dicho cosas diferentes que sí la hubieran convencido. O quizá no, nunca lo sabría, al final las cosas ocurren como tienen que ocurrir.

    – [Lexie]Que me da igual.[/Lexie] – se soltó de mi mano y caminó, alejándose.

    – [Noah]No puedes escapar siempre.[/Noah] – ya se lo había dicho otras veces y sabía que no le gustaba escucharlo de mí, pero la desesperación nubla el juicio.

    – [Lexie]Vaya que no. Madre mía, te digo yo a ti que sí.[/Lexie] – aseguró, sin darse la vuelta.

    Caminé tras ella y fui a responderle, pero un estruendo como nunca había escuchado reverberó en el helado aire de la montaña. Miré hacia arriba y vi una enorme figura alada. Al principio lo tomé por un ‘pteranodon’ o algún dinosaurio volador de algún tipo, pero cuando lo vi lanzarse en picado hacia la llanura y rociar con su aliento de fuego un grupo de herbívoros antes de llevarse uno entre sus fauces hacia la cima de la montaña, lo supe. – [Noah]¿U-un dragón?[/Noah] – sin terminar de creérmelo. Aquél lugar era aún más peligroso de lo que parecía.

    – [Lexie]Joder.[/Lexie] – replicó ella.

    La miré y vi en sus ojos que no iba a volver con nosotros. Sabía que me odiaría si me la llevaba de aquél lugar, pero todo en mí temblaba de miedo ante de la idea de verla contra cualquiera de aquellas criaturas.

    – [Noah]Lo siento.[/Noah] – aferré su cuerpo tratando de no ser demasiado personal para no invadir su espacio teniendo en cuenta el enfado que tenía conmigo y volvimos a la cueva.

    – [Lexie]¿Pero tú no estás bien de la cabeza?[/Lexie] – me gritó. – [Lexie]Que te he dicho que me voy. No tienes derecho a nada. ¿Sabes quién soy yo? ¿Tú sabes quién es mi padre?[/Lexie] – espetó, cada vez más cerca. Ante sus palabras, me iba viniendo abajo. No soportaba la idea en la práctica de que estuviese enfadada conmigo. Nos conocíamos desde hacía mucho tiempo y lo que sentía por ella seguía ahí. Pese al dolor de saber que me había mentido, seguía ahí. Quizá esa era la peor parte, saber que quizá ella no volviese a querer acercarse a mí nunca, pero yo si seguiría queriéndola. Así que el dolor y la pena dieron paso a la frustración y el enfado.

    – [Noah]¿Me estás diciendo en serio que quieres salir sola a un mundo donde hay dinosaurios y dragones?[/Noah] – me sentía tenso. Quería llegar a ella y arreglar las cosas pero sencillamente, no podía, como si fuera incapaz de contener la frustración que me provocaba todo aquello. No dejaba de pensar en que me había mentido durante años y ahora prefería ponerse en peligro a sabiendas con tal de tener la razón.

    – [Lexie]Sí.[/Lexie]- sentenció, más seria de lo que nunca la había visto. No sabía si estaba enfadada conmigo, con los daesdi o con todo a la vez. Negué con la cabeza, dándome por vencido. Me estaba dejando llevar demasiado rápido por la derrota, pero aquella batalla no la iba a ganar. Mi fuerza de voluntad no era tan buena.

    Lexie no perdió el tiempo y se marchó de nuevo hacia la puerta, pero se topó con algo que la retuvo, una especie de muro invisible. Su grito de rabia me dejó aturdido.

    – [Kaylee]Te quedas aquí.[/Kaylee]- aseguró Kay, ayudando a incorporarse a Sophie.- [Kaylee]Y chimpún.[/Kaylee] – sentenció. Lexie volvió a soltar un grito de rabia. Volvieron a mi los recuerdos de un tiempo en el que Lexie era mi apoyo y Kay la que estaba perdida. Eso puso en perspectiva para mí lo mucho que cambian las cosas.

    – [Kaylee]Cuando te canses, hay que pensar cómo vamos a sobrevivir a la noche.[/Kaylee] – replicó, mirándola. Desde lo de Infinity, Kaylee había empezado a recuperar las fuerzas que le habían flaqueado y ahora cada vez parecía más su verdadero yo.

    Lexie estaba fuera de sí, golpeando el muro, arañándolo. Su enfado y su frustración no hacían más que aumentar a medida que el mundo seguía impidiéndole hacer lo que ella había pensado. Mi mirada se cruzó de nuevo con la suya y no pude soportarlo.

    – [Noah]Voy a salir a por comida.[/Noah] – dije, poniéndome en pie. Era una de las primeras cosas que debíamos conseguir para estar a salvo, pero en ese momento concreto más que por una decisión lógica y meditada, lo hice porque no podía seguir en el mismo espacio que una Lexie que me detestaba.

    – [Lexie]Ojalá te coma un dinosaurio.[/Lexie]- maldijo ella, cuando pasé a su lado.- [Lexie]O un dragón. O un dragón dinosaurio. [/Lexie] – no fueron las palabras, si no la ira que puso en ellas, las que mermaron aún más mis fuerzas. Sinceramente, y ya sé que no queda muy heroico, lo único que me apetecía en ese momento era llorar.

    – [Kaylee]Cállate ya, Lexie.[/Kaylee]- intervino Kaylee. Se puso en pie y se acercó a mí, desactivando el conjuro.- [Kaylee]Voy contigo.[/Kaylee] – quise decirle que iría más rápido yo solo y que ellas necesitaban su ayuda, pero verdaderamente, no me sentía con ánimos de estar solo.

    – [Sophie]Váyanse, que yo vigilo al chacal.[/Sophie]- confirmó Sophie, ganándose una mirada airada de Lexie.

    Como no podíamos tenerla encerrada para siempre y, sinceramente, pensaba que su principal problema era conmigo, Kaylee no volvió a conjurar el muro, supongo que siendo consciente también de que Sophie podría hacer algo parecido.

    Kay caminó conmigo en silencio por la zona. La llevé hasta una especie de bosque de árboles gigantescos donde había varios arbustos. Tardamos un buen rato en decidir qué frutos podían ser comestibles, observando a algunos de los herbívoros de la zona.

    Finalmente volvimos y cuando me acercaba a la cueva, sentí que algo no iba bien. No tardé en confirmar mi corazonada. Sophie estaba allí con el ceño fruncido, maldiciendo para sí. No había rastro de Lexie. No me hacía falta pensar a gran velocidad para saber que ella era la causa del enfado de Sophie y que se había ido. Sola en ese mundo lleno de peligros.

  • UN LOBO DISFRAZADO DE SERPIENTE

    Kaylee | Casa de la madrina

    Estaban todos como locos con lo del diario cuando escribir era lo más normal del mundo. Al menos para mí, que estaba acostumbrada a ir siempre con un cuaderno (sin espiral, para no clavármela en la mano) y un bolígrafo a todas partes, porque papá decía que había demasiadas ideas por el mundo como para dejarlas escapar. Supongo que era una metáfora. Me gustaba hablar con papá porque no me trataba como si tuviera el cerebro del tamaño de un cacahuete por ser pequeña.

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