Moondale

Etiqueta: Kaylee está perdida

  • JERARQUÍA

    NOAH ARKKAN | INSTITUTO HEDY LAMARR

    Hola, Destina. Estaba esperando para empezar este nuevo diario a que ocurriese algo importante, y hoy ha pasado. No tengas miedo, el resto de tus memorias están en mi habitación, en el estante reservado para los diarios. Sé que Leo también los guarda, pero los suyos no están a la vista.

    Voy a volver a ponerte al día por el tiempo que ha pasado desde la última vez. Me quedan dos años de enseñanza secundaria en el Instituto Hedy Lamarr, este y el siguiente. Estoy deseando liberarme ya de la monotonía de permanecer durante horas sentado en unas clases en las que se hablan cosas que ya he aprendido o memorizado en una fracción de segundo. Además, los Institutos son civilizaciones en miniatura, caldos de cultivo en los que podría observarse a la humanidad tal y como nosotros observamos a otras especies. Se crean y se mantienen estratos sociales peligrosos, pero es lo que dice la tía Sarah, al final todo pasa, hay que tener paciencia.

    El caso es que en parte estaba deseando llegar a la Universidad. Si conseguía beca, podría intentar apuntarme en dos carreras de las que me gustaban. No me haría falta ir a las clases completas y si lo hacía, podía aprovechar el tiempo que me sobrase para hacer cosas de la otra asignatura.

    La última vez que te conté mi historia todavía tenía problemas con la tecnología. Ahora ya he aprendido a no sobrecargarlos y a controlar la estática que sale de mi cuerpo. Alguna vez me he pasado tecleando demasiado rápido y he terminado por saturar el equipo, pero me estoy acostumbrado, me ayudará bastante para el plan de las dos carreras. He conseguido reducir la lista a estudiar fotografía, escritura, historia o arquitectura. Por el momento he visto que hay una carrera que ofertan en la Universidad de Moondale que se llama Artes Creativas y según dice el padrino, fotografía y escritura vendrían a estar contenidas. Así que quedaría decidir entre las otras dos, pero creo que arquitectura va ganando. Los juguetes de piezas marcaron mi infancia, eran los únicos que conseguían entretenerme.

    No pensé que el inicio de curso fuese a diferenciarse en nada del de otros años, salvo por el hecho de que Amy había tenido que repetir curso en lugar de graduarse y ahora estaba en la clase de mi hermano. Me sentía mal por ella, pero no estaba seguro de cómo acercarme lo suficiente como para darle ánimos, así que preferí no molestarla.

    Esta mañana estaba probando mi nueva taquilla y guardando algunas cosas que me podían hacer falta cuando la vi aparecer. Era nueva, me aburría tanto en las clases y los pasillos que conocía todas y cada una de las caras del instituto. Definitivamente la suya no la habría olvidado, sus ojos parecían de otro mundo, un azul celeste que te dejaba clavado en el sitio. Por suerte, como era rápido, a mí no se me había notado.

    Caminaba buscando algo que tenía anotado, probablemente la clase o la taquilla. Inmediatamente pensé en ayudarla, pero vi a un par de tipos grandotes de último año con el chacal en sus chaquetas de fútbol americano, listos para hacer su papel de babosos oficiales.

    No tardó en impresionarme, pasando de ellos abiertamente mientras seguía buscando ella sola. Sonreí, distraído, se lo tenían merecido. Que fuese una chica guapa no les daba ningún derecho, a absolutamente nada. Así que decidí no molestarla intentando ayudarla.

    Aquí es donde me golpeó tu padre, el Destino. Estaba tan metido en mis pensamientos mientras cerraba la taquilla que no me di cuenta de que ella apuraba el paso. Acostumbrado a no usar mi poder en público, no pude evitar que chocásemos aunque conseguí que ninguno de los dos perdiera el equilibrio y se cayese.

    — [Lexie]Lo siento.[/Lexie]— se disculpó, mirándome directamente con esos ojos que parecía atravesarme. No conseguí aguantarle la mirada mucho tiempo.— [Lexie]Es que soy nueva y no encuentro nada.[/Lexie] – explicó. De cerca era todavía más guapa, pero me sentí mal parándome a pensarlo porque seguramente era así como la viese todo el mundo, sin querer saber más.

    – [Noah]P-perdona, la culpa es mía.[/Noah] – respondí. Podía haber evitado que chocásemos, era suficientemente rápido como para hacerlo sin problemas y quizá sin que nadie me viese, pero ya estaba acostumbrado a ser simplemente el friki, el raro con hiperactividad. – [Noah]Puedo ayudarte si q…si quieres.[/Noah] – ofrecí. Había querido ayudarla desde el principio y ahora tenía la excusa perfecta para que no pareciera que solo lo hacía por su aspecto. Tampoco sé cómo explicartelo, Destina, para que no suene ofensivo. Era muy guapa y también muy…explosiva.

    — [Lexie]Genial.[/Lexie]— sonrió con timidez. — [Lexie]Estoy buscando la clase de primero de bachillerato…C[/Lexie] – afirmó, después de comprobarlo en la nota. No pude evitar sonreír, aunque por suerte, evite soltar una risa.

    – [Noah]Ah, vamos a la misma clase.[/Noah] – respondí intentando disimular un poco el hecho de haberme alegrado en exceso.

    — [Lexie]¡Qué puntería![/Lexie]— replicó. Me quedé un instante observándola, más rápido de lo que ella pensaba, tratando de recomponer un retazo de su persona a través de lo que veía. No obstante había cosas confusas, pistas que llevaban en direcciones opuestas. Lo que sí me quedó claro en su forma de vestir y en sus movimientos, es que detestaba que le prestasen atención por su físico.— [Lexie] Me llamo Alexandra, pero me dicen Alex, Lexa, Lexie, Xandra… ¿y tú?[/Lexie] – se presentó. Me sentí un poco avergonzado por no haberme presentado hasta ese momento, aunque eso no evitó que me asombrase la cantidad de nombres.

    – [Noah]Soy Noah y me llaman…eh, bueno…eso…[/Noah] – expliqué, de una forma bastante lamentable. Ya sabes que las relaciones sociales no siempre terminan de ser lo mío. Que pienses rápido no garantiza que no metas la pata igualmente. – [Noah]¿Cómo prefieres que te llame?[/Noah] – pregunté, mientras caminábamos juntos por el pasillo.

    — [Lexie]Lexie.[/Lexie]— aseguró, apretando la carpeta contra el pecho. Era amarilla, pero llevaba pegada lo que parecía la portada de un libro. Mostraba a un caballo de color rojo sangre. No lo conocía. — [Lexie]Creo que me pega más.[/Lexie] – me extrañó esa forma de decirlo, pero tampoco le di demasiadas vueltas. Pensándolo ahora, sé por qué. Temía que fuese una de esas personas que tienen que fingir ser de otra forma para sobrevivir a una fauna como la del instituto.

    – [Noah]Lexie entonces. Encantado.[/Noah] – repliqué, tendiéndole la mano. No quería crear tensión con un acercamiento forzado típico como era tener que dar dos besos si era una mujer. Mis padres me habían enseñado desde pequeño que no tenía que besar a nadie si no quería, así que aplicaba eso a todo el mundo.

    Lexie miró mi mano extendida y se rió.— [Lexie]Eres raro, Noah.[/Lexie]— sentenció, mirándome. Aparté la mano, algo cohibido. Tenía miedo de caerle mal, todavía soy demasiado joven y algo inexperto en las relaciones sociales «normales». A fin de cuentas, en la memoria genética de mi padre estaba su experiencia y la de cientos de demonios antiguos, y mi madre había llevado una vida…poco habitual.— [Lexie]Me vas a caer bien.[/Lexie] – apuntó. Eso me tranquilizó, no voy a negarlo.

    – [Noah]Me lo dicen mucho, lo de raro, no lo otro.[/Noah] – le aclaré. Y desde hacía mucho tiempo, como bien sabes. Ya no me importaba, prefería ser diferente, ser algo inesperado, algo que esas jerarquías sociales del instituto no supieran calificar y por eso fuera simplemente «raro». Como os decía antes, con unos padres que nunca habían ido al instituto y los recuerdos de unos antepasados que vivían en tribus, poca experiencia podía tener de antemano. – [Noah]¿De dónde eres?[/Noah] – pregunté, intentando hablar de algo.

    — [Lexie]Eh…de por aquí.[/Lexie]— respondió, visiblemente incómoda. Estupendo, primera cosa que le decía después de presentarnos y ya la había cagado.

    – [Noah]Lo siento, pregunto mucho.[/Noah] – me disculpé.

    — [Lexie] No, no.[/Lexie]— replicó ella, quitándole importancia. Lexie parecía una chica muy maja, muy accesible. No sé explicarlo, porque aún no la conozco lo suficiente.

    – [Noah]Nuestra clase no está mal.[/Noah] – empecé a decir lo que me habría gustado escuchar. – [Noah]Lo típico: una reina de la clase, una seguidora…está Niall que es amigo mío, es buena gente.[/Noah] – aclaré. La jerarquía que ya había mencionado. Pensar en ello no me parecía muy agradable, pero al menos era algo pasajero.

    — [Lexie]Me conformo con pasar desapercibida.[/Lexie]— sentenció ella. Le dediqué una sonrisa.

    – [Noah]Entonces Niall y yo somos la apuesta segura.[/Noah] – comenté. No éramos populares, pero nos llevábamos más o menos bien con todo el mundo, aunque a veces teníamos que aguantar a otros. Ella me sonrió y volvió a pasarme lo que últimamente me estaba persiguiendo. Desde hacía una temporada, controlaba mejor mis poderes, pero a veces, en momentos puntuales de nervios, mis manos temblaban. Esto no sería muy grave si no lo hicieran a una velocidad sobrehumana. Por suerte, conseguí esconderlo.

    En ese momento, para contribuir a tranquilizar mis nervios, apareció Kaylee con su corte. — [Kaylee]Eh, rarito.[/Kaylee]— chasqueó los dedos. Sabía que estaba hablando conmigo, pero la ignoré. ¿Recuerdas lo que decía de la «reina» de la clase y sus seguidores? Pues era Kaylee, aquella niña inteligente y madura había sucumbido a la jerarquía y llevaba siendo así desde principios del instituto. Supongo que se cansó de que se metieran con ella y tomó las riendas, creando un papel que ha terminado por comérsela.— [Kaylee]¿Te has tomado la medicación? Porque te veo hablando solo.[/Kaylee] – se burló. Preferí no hacerle caso, aunque la risa de Tina y de Blue e Indigo, los hermanos Stevens, me hizo sentirme mal.

    Igualmente la ignoré, Kaylee y yo nos conocíamos desde hacía mucho tiempo y aprovechaba esa confianza para burlarse, sabía perfectamente que yo no le haría caso. Miré a Lexie esperando no ver pena o vergüenza en su mirada. Lo que vi no fue ninguna de las dos cosas, si no una mirada acerada en dirección a Kaylee.— [Lexie]Está hablando conmigo.[/Lexie] – le espetó.

    – [Noah]No le hagas mucho caso.[/Noah] – intervine, esperando restarle importancia a la situación. No me apetecía estropear las cosas con Lexie ni tampoco que pensase que Kaylee era así, aunque hiciese poco por demostrar lo contrario.

    — [Kaylee]Anda mira, si las tetas te dejan hablar.[/Kaylee] – replicó. Vi la cara que puso Lexie y me enfadé, de verdad.

    – [Noah]¿Quién te crees que eres, Kaylee?[/Noah] – le espeté. Tengo paciencia e intento vivir siempre pensando en que mis actos tienen consecuencias y que está en mi mano mantener el equilibrio y ser fiel a mí mismo. Lo que decían de mí no me importaba, pero Kaylee se había pasado y no podía, ni quería, permitirlo.

    Índigo se acercó a mí en actitud beligerante. No retrocedí, podía esquivarle sin llamar la atención. No me iba a enfrentar abiertamente a él solo porque tenía de mi lado el físico de mi lado demoníaco y la velocidad de mi poder. Tener poder no implica tener que utilizarlo a la ligera. No estaba en una película superhéroes adolescentes.

    Kaylee le detuvo.— [Kaylee]No te molestes.[/Kaylee] – añadió. Me quedé mirándola, esperando que respondiese. Quise volver a conectar con ella como hacía años que era incapaz, como amigos, como familia, teniendo en cuenta que su padre era mi padrino y siempre habíamos sido muy cercanos. Pero me topé con la pared de siempre.

    — [Lexie]No me das miedo, Barbie.[/Lexie]— le espetó Lexie, colocándose frente a ella. No me atreví a detenerla, no era quien para privarla de defenderse, pero tampoco me apetecía que las cosas se salieran de madre. Kaylee, ¿qué estás haciendo con tu vida? Un coro de gente murmuró, cada vez estábamos llamando más la atención.— [Lexie]No sé quién te ha hecho creer que mandas, pero estás muy equivocada.[/Lexie] – añadió. Kaylee esbozó una sonrisa, dispuesta a liberar su ira con Lexie.

    – [Noah]Déjala tranquila.[/Noah] – le pedí, serio. Apelaba a la Kaylee que se ocultaba detrás de la máscara.

    — [Kaylee]Escúchame bien, friki.[/Kaylee]— me replicó. Trató de convertir eso en un ataque, pero conmigo no iba a tener resultado. No sé qué la hacía querer apartarse de esa forma de todos nosotros, pero con muchos funcionaba.— [Kaylee]Tu amiga no sabe aún cómo funciona la cosa, así que más te vale que se lo enseñes.[/Kaylee] – sentenció. La observé fijamente.

    – [Noah]¿Quieres que hable de todo esto con mi padrino?[/Noah] – le advertí, intentando hablar de la forma más críptica que pude, teniendo en cuenta toda la gente que nos observaba. La mayoría no tenía ni idea de la relación que teníamos, porque Kaylee no se hablaba con casi ninguno desde que empezó el instituto, salvo con Owen.

    — [Lexie]Que me hables a mí, estropajo.[/Lexie]— le espetó Lexie, que no se andaba por las ramas.

    — [Kaylee]¿Pero qué dices, Michelín?[/Kaylee] — le insultó Kaylee. La miré, enfadado, mientras se llevaba una mano a la sien teatralmente. Ahí pasó algo que no me esperaba, Lexie le dio un tortazo a Kaylee con la mano abierta, que se echó hacia atrás, dolorida. Me giré hacia Lexie para apartarlas antes de la que cosa fuera a más.

    — [Lexie]Déjanos en paz, abusona.[/Lexie] – añadió, sin apartar la vista de ella. No sabía cómo decirle a alguien que acababa de conocer que no estaba bien lo que había hecho, por muchos motivos que le hubiese dado Kaylee.

    — [b]La nueva, al despacho.[/b]— se escuchó decir a la señora Kent, la profesora de física. Lexie seguía enfadada, pero se alejó, caminando lentamente.

    Kaylee aprovechó la situación para dramatizar.— [Kaylee]Me ha pegado.[/Kaylee]— se quejó, con lágrimas en los ojos.

    – [Noah]No sé cómo has cambiado tanto.[/Noah] – reconozco que no es la mejor forma de habérselo dicho, pero ya no sé cómo hablar con Kaylee. Ojalá pudiera quitarse la máscara.

    Fui detrás de Lexie, que iba murmurando por lo bajo. Antes de que la alcanzara se giró y le hizo un gesto a Kaylee para dejarle claro que la vigilaba, pero Kaylee fingió ignorarla mientras se pintaba los labios.

    Cuando la alcancé, Lexie llevaba los puños apretados e iba maldiciendo. Era un mal momento para decirle que había otras formas de solucionar las cosas y no teníamos la confianza suficiente, pero aun así, me sentí mal por callármelo.

    – [Noah]No le hagas caso, no merece la pena.[/Noah] – comenté, intentando decirle lo que pensaba por otra vía. – [Noah]La señora Kent lo entenderá cuando se lo expliquemos.[/Noah] – añadí, tratando de quitarle peso.

    — [Lexie] A la salida le arranco los pelos.[/Lexie]— espetó ella. La miré de nuevo a los ojos. Tras ellos vi el dolor de alguien que lo ha pasado muy mal. Lo que había pasado con Kaylee no parecía ser solo con Kaylee si no con lo que representaba.

    – [Noah]Kaylee está muy equivocada. Antes no era así.[/Noah] – comenté. De lo que había sentido de pequeño por Kaylee quedaba ya solo una amistad muy fracturada. Por mucho que hiciera por evitarlo, día a día se iba rompiendo un poco más y tenía miedo de que al final no quedase nada. – [Noah]Vales más que eso.[/Noah] – le aseguré. Lexie parecía una buena persona, no se merecía empañar eso con peleas así.

    — [Lexie]Antes no era así, ¿entonces cómo era, peor?[/Lexie] — preguntó, enfadada. Me preocupó que al final ese enfado y esa mala situación se volviesen contra nosotros. Me apetecía conocerla de verdad. Sí, vale, me parecía increíblemente guapa, sería absurdo negar que si me había llamado la atención desde lejos era por otra cosa que no fuera su aspecto, pero tenía claro que me quería saber más de ella, conocerla bien. La verdad es que suena bastante irracional viéndolo así escrito, pero no dejo de ser un adolescente con las hormonas revolucionadas que no ha tenido novia. A ver, no pienses mal, Destina, no es sexo, o sea, podría ser, pero ahora no hablo de eso. Simplemente me gustaría tener a alguien, igual que mis padres se tienen entre sí, o el padrino y la tía Diana, o el tío Daniel y la tía Sarah. Creo que algo así no tiene precio.

    – [Noah]Entiendo que estés enfadada.[/Noah] – dije, intentando mantener la conversación en un ambiente tranquilo. – [Noah]Pero le has plantado cara, eso ya es motivo para estar orgulloso.[/Noah] – le dediqué una sonrisa para darle ánimos.

    — [Lexie]Podría matarla mientras duerme.[/Lexie]— propusó. Me miró, algo más tranquila. Me dolían los ojos de lo guapa que era. No entendía cómo le podía haber dicho Kaylee esas barbaridades, salvo envidia, quizá, o que la perspicacia que siempre había tenido ahora, estando tan perdida, la utilizaba para saber dónde dar.

    – [Noah]Tendría que sacarte de la cárcel y no me veo con ganas de tatuarme.[/Noah] – ya me conoces, Destina, ser demasiado rápido implica tener demasiado tiempo libre, así que tenía tiempo de sobra para verme series viejas en Infinity TV en velocidad cuádruple. – [Noah]En serio, Lexie. No está bien que le hayas pegado. Te hace más daño a ti que a ella.[/Noah] – al final no pude evitarlo. Quería conocer a Lexie, me parecía buena persona y muy divertida, pero no podía presentarle a un Noah diferente. Si le caía bien, tendría que ser por cómo era en realidad, sin engaños, sin «cortejos» como un pavo real que luego es un pollo con tocado.

    — [Lexie]No voy a dejar que me pisotee.[/Lexie]— suspiró, resignada. Pensé que no le había gustado lo que acababa de decirle y me vine un poco abajo, la verdad.— [Lexie]Voy al despacho.[/Lexie] – sentenció, apurando el paso en dirección a jefatura.

    Me fui quedando atrás, así que me detuve para dirigirme de vuelta a clase. – [Noah]Suerte. Nos vemos en clase.[/Noah] – me despedí. Ya me estaba dando la vuelta, sumido en mis pensamientos y la preocupación de haber fastidiado el inicio de nuestra amistad, cuando Lexie se giró y me sacó la lengua, guiñándome un ojo. Mi día mejoró con solo un gesto.

    Y por eso he decidido que era un buen momento de retomar nuestra conversación, Destina. Lexie me cae muy bien. Hemos hablado más a lo largo del día y he podido confirmarlo, es muy simpática, extrovertida y sincera. Niall parece llevarse con ella de maravilla. Es una lástima tener que ocultarle parte de quien soy, pero no queda más remedio, la sorpresa cuando le hablase del mundo sobrenatural podía ser tan positiva como negativa, y no podíamos arriesgarnos a ser descubiertos.

    Mi padrino me contó que hubo un tiempo en el que el mundo estuvo a punto de abrir los ojos, cuando la ‘Guerra de Moondale’ con el discurso de la madre de Dante. Pero el gobierno se encargó de taparlo todo. Si tanto miedo tenían de que el mundo supiera el secreto, podían estar dispuestos a cualquier cosa por ocultarlo. Conocía la Iniciativa, la había sufrido como si fuera en mis propias carnes gracias a los recuerdos de mi padre, y sabía que la tía Sarah aún hoy en día tenía pesadillas con ella, no podíamos cometer una imprudencia que les diese el impulso necesario para volver a invertir en ella.

    Pero no voy a terminar con algo negativo. Volvamos a lo importante, tengo una nueva amiga que es estupenda y pocas cosas me amargarán hoy el día.