Moondale

Etiqueta: Kaylee MacLeod

  • SIN NECESIDAD DE MAGIA

    Kaylee – Artisan

    Mediodía

    El pelirrojo nos llevó a su casa y le pidió a su cocinera que nos hiciera algo para reponer fuerzas. Después, nos sentamos en la mesa a comer. La comida, a priori, no es que fuera muy apetecible, porque la buena señora nos había preparado una especie de guiso de col con bacon, zanahorias y patatas. Vi que James nos miraba nervioso, puesto que intentaba agradarnos a toda costa, pero es que entre que Leo era vegetariano y que los demás no queríamos llenar la casa de flatulencias, costaba animarse a meter la cuchara en aquel mejunje.

    La primera en servirse una cucharada fue Amy, que siempre ha sido capaz de comerse un puñado de tierra. Dio un trago del vino que le sirvieron y se metió la cuchara hasta el gaznate.- [Amy]Pues está muy bueno[/Amy].- apuntó llevándose otra a la boca. La cocinera sonrió complacida y Vera se sirvió un poco, evitando el bacon, porque según ella «no era comida de verdad». James estaba tan nervioso que parecía que iba a vomitar en cualquier momento.

    – [Kaylee]No sé cómo tomarme que creas que somos unos delincuentes[/Kaylee].- comencé diciendo mientras me servía un poco de caldo y unas cuantas zanahorias. Prefería empezar poco a poco para no dejarme nada en el plato.

    – [James]L-lo siento….como la señorita preguntó por Barnes…[/James] – el chico bajó la vista azorado.

    – [Vera]¿Señorita? Me llamo Vera[/Vera]- mi hermana pequeña negó con la cabeza y pidió agua en lugar de vino.

    – [b]El agua en exceso no es buena, señorita. Puede usted oxidarse[/b].- murmuró la cocinera, que después de traer la jarra con agua, se fue a otra estancia.

    – [James]P-perdón. Yo soy James. James Barnes.[/James] – se disculpó el hijo del dueño de la casa.

    – [Leo]¿Eres hijo del patrón?[/Leo] – preguntó Leo, que esquivaba el bacon como podía, mientras daba cuenta de las verduras.

    – [James]Sí, mi señor padre es el patrón.[/James] – nos explicó. – [James]Por eso me cogieron[/James].

    – [Amy]Tienes pasta, ¿no?[/Amy]- Amy le dio un mordisco a un trozo de pan. Eleganza, extravaganza. 

    James la miró confundido. – [Leo]¿Te atacaron por tu padre?[/Leo] – intervino Leo.

    – [James]Mi señor padre está cambiando las cosas y hay muchos patrones que están cerrando porque él lo hace mejor, más rápido y más barato. Y no les gusta.[/James] – el chico mostró sus brazos llenos de moratones y todos contuvimos el aliento.

    – [Kaylee]James, ¿tienes habitaciones libres?[/Kaylee]- desvié la atención.

    – [James]Ah-ah…sí, sí. Disculpad mis modales.[/James] – titubeó. – [James]Luego os muestro vuestros aposentos[/James].

    – [Kaylee]Necesitamos tu ayuda, James. Estamos buscando a un clérigo y necesitamos una casa para comer, hacer pipí y esas cosas[/Kaylee].

    Vi que se sonrojaba una vez más. – [James]C-claro.[/James]

    Me puse de pie y le di un abrazo.- [Kaylee]Gracias, bonito[/Kaylee].

    Nos quedamos en silencio mientras yo volvía a mi sitio ante la atenta mirada de Leo. – [James]¿C-cómo has hecho….?[/James]- se refería al hechizo.

    – [Kaylee]Te enseño luego[/Kaylee].- parpadeé varias veces.

    – [James]¿D-de de verdad?[/James]- James estaba muy emocionado y me alegraba ver a alguien sentir eso por la magia.

    Estuvimos callados hasta que el pelirrojo volvió a hablar.- [James]No parecéis…de aquí.[/James]

    – [Amy]Coño, eres un lince[/Amy].- el humor de Amy era imposible.

    – [James]¿Sois…todos hombres lobo?[/James]

    – [Amy]MUJER lobo. Y no, no lo somos[/Amy].- sentenció mi hermana mayor con la boca llena de pan.

    – [James]M-mujer lobo.[/James] – parecía que Amy le daba miedo – [James]Venís del…de Avalon?[/James]

    – [Vera]Venimos de la Tierra[/Vera].- intervino Vera con su dulce voz- [Vera]Leo y Kaylee son licans, Kaylee hechicera y yo soy una humana potenciada[/Vera].

    – [James]P-pero esto es la Tierra.[/James]- nos miró de hito en ito.

    – [Vera]Otra Tierra[/Vera].

    James abrió mucho los ojos.- [James]N-nunca creí que pasaría.[/James]

    – [Amy]James, ¿la cocinera y su marido son esclavos?[/Amy]- nos cortó Amy.

    El chico deseó que un agujero se lo tragase. – [James]S-si. Eran…sus padres eran esclavos de mis abuelos, junto con otros más.[/James] – intentó explicarle.- [James]Mi padre les dejó ir. Algunos trabajan con él en la fábrica, pero ellos quisieron quedarse.[/James]

    – [Amy]Si tienes a un perro atado con una correa toda la vida, el día que lo sueltes permanecerá como si siguiera atado. Tu padre no es ningún héroe.[/Amy].

    – [James]Mi…mi padre no quería que se quedaran.[/James] – vi que el hijo de Barnes bajaba la vista al suelo. – [James]Pero de pequeño estuve malo y nana quiso quedarse.[/James]

    Amy quiso decir algo, pero Vera la detuvo.- [Vera]No tienes que dar explicaciones[/Vera].

    El chico la miró agradecido.- [James]P-podéis quedaros cuanto necesitéis.. Hay habitaciones para todos.[/James]

    Dejamos la mesa como estaba y acompañamos a James a hacer un pequeño tour por la casa. «Villa Barnes» me conquistó al momento, porque era amplia, tenía jardín y todo estaba distribuido en dos plantas. Había un exceso de muebles y de colores oscuros y sobrios que yo habría modificado, pero estábamos en otra época.

    Llegamos al salón principal en el que había una biblioteca de tamaño considerable. Al ver tanta hospitalidad, tuve que darle un abrazo.- [Kaylee]Gracias, James[/Kaylee].

    El chico se puso del color de su pelo.- [James]Tengo muchos libros de magia.[/James] – me tendió un ejemplar de «El maravilloso mago de Oz» y si las cuentas no me fallaban, ese libro no debía ser de su época, pero todo parecía mezclado.- [James]Pero pensé que era todo fantasía.[/James]

    – [Kaylee]En la fantasía, a veces, hay parte de verdad[/Kaylee].- le expliqué.- [Kaylee]Pero si quieres aprender magia, puedo enseñarte. Lo que no sé es si tendrás talento para ella[/Kaylee].

    – [James]¿Lo dices de verdad? ¿P-podría aprender magia?[/James] – sonrió.

    – [Kaylee]Todo el mundo puede aprender. La magia no es elitista[/Kaylee].

    ***

    – [Leo]¿Podemos hablar un momento?[/Leo] – me preguntó Leo cuando estaba ayudándome a llevar los platos a la cocina ante la atenta mirada de la señora que se encargaba de eso.

    – [Kaylee]Lo que me tengas que decir, me lo puedes decir delante de todos[/Kaylee].-  dejé los platos en la pila de lavar y le miré.

    Leo me devolvió la mirada como si se viera acorralado. No era un tío al que se le diera bien hablar en público y estaba forzando su paciencia, que era escasa de por sí.

    La mujer que estaba fregando, dejó los platos en el balde y nos dejó espacio. Él, entonces, se lo pensó un par de veces y habló.- [Leo]Quería darte las gracias por quedarte conmigo.[/Leo] – empezó diciendo mirando al suelo y al final, me miró a os ojos. – [Leo]Y pedirte perdón. Nada más.[/Leo]

    Una vez dijo eso, se fue en dirección al dormitorio de la planta baja que James le había asignado y pasó al lado de Amy, que estaba sentada en la salita con los ojos en blanco por nuestra conversación.

    Vi que dejaba la puerta abierta, así que me lo tomé como una invitación para seguirle. Sin pedir permiso, entré. La habitación tenía una ventana pequeña que daba al jardín, una cama, un armario y un tocador. Era acogedora y sin estridencias, como el resto de la casa. La familia Barnes tenía dinero, pero no hacía alarde de ello.

    – [Kaylee]No tienes que darme las gracias[/Kaylee].- cerré tras pasar.

    Me miró desconcertado – [Leo]No tendrías que haberte quedado después de haberme comportado como…un animal.[/Leo]

    – [Kaylee]No tenía por qué, pero me apetecía verte dormir[/Kaylee].-  sonreí de medio lado y vi cómo se desarmaba.

    – [Leo]Era más fácil siendo Aslan y Freya.[/Leo] – comentó. – [Leo]Estar delante de ti físicamente me hace estar menos en control.[/Leo] – mi padre y mi hermana eran licántropos, por lo que algo sabía. No pasaba siempre, pero si la parte humana y la animal se sentían atraídas por la misma persona, el vínculo era más fuerte.

    – [Kaylee]¿Eso es un halago?[/Kaylee]-  me hice la tonta para que confesara.

    – [Leo]Y una disculpa.[/Leo] – apuntó – [Leo]Aquella noche no querías y yo…no debí intentarlo.[/Leo] – se refería al día en el que Dante nos interrumpió.

    – [Kaylee]Tú no me obligaste a nada[/Kaylee].- le recordé.- [Kaylee]Cuando quise parar, paramos[/Kaylee].

    – [Leo]Después de eso empezaste a evitarme. Asumí que no querías nada. Que lo habías pensado mejor y me había equivocado al hacer ese movimiento.[/Leo] – confesó. Parecía nervioso.

    Me quedé callada. No sabía muy bien cómo seguir con la conversación, así que él lo hizo por mí.- [Leo]Hay algo salvaje y primitivo dentro de mí. Algo que te busca tanto como lo hace mi mente humana.[/Leo] – se acercó y aguanté que el espacio entre nosotros se recortase. – [Leo]Y no debí dejar que aquél día diese un paso. Es mejor que estés lejos de mí. No soy una buena influencia para las MacLeod.[/Leo]

    – [Kaylee]Si crees que la solución a esto es que nos mantengamos alejados, no voy a ser yo la que te lleve la contraria[/Kaylee].- mis ojos se cruzaron con los suyos, que echaban chispas.

    Su mirada se relajó. – [Leo]El problema es que no quiero. Y no sé si soy solo yo o eso me influencia.[/Leo] – expresó. – [Leo]No quería estar contigo sin estar seguro de que te quería por mí mismo.[/Leo] – fruncí el ceño al escucharle.- [Leo]Tengo miedo al licántropo. Siempre lo tuve y siempre lo tendré, quizá desde que volví, más.[/Leo] – llevó una mano hacia delante y acarició la mía con timidez. – [Leo]Acercarme a ti es tener que mirarle a él frente a frente. Pero estoy dispuesto a hacerlo. No puedo…no quiero seguir corriendo.[/Leo]

    – [Kaylee]Leo, qué intenso eres, joder[/Kaylee].- me quejé.

    – [Leo]Ya.[/Leo]

    Nos quedamos callados. La conversación había llegado a un punto muerto. Él estaba siendo tan sincero y yo estaba tan asustada, que no sabíamos cómo continuar.

    Leo tomó mi mano y fuimos hasta la sala de la biblioteca en la que había un piano. Descubrió la tapa con cuidado y empezó a tocar los primeros acordes de ‘De las dudas infinitas’. Ahora sé que la canción es esa, pero en ese precios momento, nadie la había escuchado. Era para mí. Era mi canción.

    Vengo a decirte lo mismo
    Que tantas veces te he dicho
    Eso que poco me cuesta
    Y que tú nunca has oído
    Pequeña de las dudas infinitas
    Aquí estaré esperando mientras viva

    – [Kaylee]¿Quieres que luego me tenga que quitar las bragas con un cincel?[/Kaylee]- le pregunté sentándome a su lado y viendo cómo sus dedos largos acariciaban las teclas. Se estaba tirando a un piano.

    Vengo a decirte que el tiempo
    Que ya llevamos perdido
    Es sólo un punto pequeño
    En el cielo del olvido
    Que todo el daño que tengo
    De lo que ya hemos sufrido
    Tiene que servir de algo
    Para que hayas aprendido

     

    – [Kaylee]Leo, joder…[/Kaylee]- me limpié las lágrimas con el dorso de la mano y él siguió tocando.- [Kaylee]Estás provocando una paradoja temporal, porque esta canción no va a existir hasta dentro de doscientos años[/Kaylee].

    Que como yo a veces sueño
    Nadie ha soñado contigo
    Que como te echo de menos
    No hay en el mundo un castigo

    Pequeña de las dudas infinitas
    Aquí estaré esperando mientras viva
    No dejes que todo esto quede en nada
    Porque ahora estés asustada.

    La canción terminó y yo no era capaz de articular una palabra.- – [Leo]Nunca fui muy bueno expresando lo que sentía. Hasta que tuve un instrumento entre las manos.[/Leo] – comenzó a decir.- [Leo]La Chica del Pelo Rojo siempre fuiste tú. Durante un tiempo pensé que me había equivocado, que había visto otra persona mejor de lo que eras, pero no, siempre has sido la que vi aquél entonces.[/Leo]

    – [Kaylee]La adolescencia no fue mi mejor momento[/Kaylee].- me excusé.

    – [Leo]El mío tampoco. Creo que aún no he tenido mi mejor momento.[/Leo] – se acercó hasta donde estaba.- [Leo]Porque no estaba contigo.[/Leo]

    Abrí mucho los ojos. [Kaylee]Menos mal que no sabes hablar[/Kaylee].- y tiré de él para besarle. Fue un beso ansioso y hambriento, pero también bonito, que decía más que miles de palabras.

    – [Kaylee]Me encantas[/Kaylee].- confesé cuando nos separamos.

    – [Leo]A mí me encantaste hace mucho sin necesidad de magia.[/Leo]

  • OS ESTOY OYENDO, IDIOTAS

    Kaylee – Nave

    Mañana

    No pasé toda la noche con Leo. Me habría gustado, pero de madrugada empezó a removerse y sentí la necesidad de salir corriendo para no darle explicaciones. Al salir, me crucé con Owen, que venía de limpiar la cocina. Los hijos de Rebecca estaban todos un poco tocotó, para qué nos vamos a engañar.- [Kaylee]¿Adónde vas con eso, Don Limpio?[/Kaylee]- solté cerrando la puerta de la habitación de Leo tras de mí.

    – [Owen]¿ME ESTÁS LLAMANDO CALVO?[/Owen]- gritó y le hice una seña para que bajara la voz.- [Owen]¿Qué le ha pasado, hipotermia por bañarse en pelotas?[/Owen]

    – [Kaylee]Se ha transformado[/Kaylee].- resumí.

    – [Owen]No me había parado a pensarlo. Después de todo estamos en una luna, lo mismo les afecta[/Owen].- se quedó pensativo. Owen estaba guapo, siempre lo había sido. Incluso con un bañador a modo de pijama y una camiseta de publicidad de una bebida japonesa. No dudaba que mi yo de quince años quisiera enrollarse con él.  En cualquier otra circunstancia, habría sido un buen tío con el que salir, pero aunque de físico iba sobrado y tenía un carácter afable, sentía que nos faltaba lo más importante: la conexión mental. – [Owen]No ha habido ningún problema ¿verdad?.-[/Owen]

    – [Kaylee]No ha sido por eso[/Kaylee].- le aclaré.- [Kaylee]Leo no debería haber dicho de jugar. Se ha enfadado, primero cuando le han preguntado por mí y después con el casi beso a Dante[/Kaylee].

    En la cara de Owen apareció una sonrisa triste.- [Owen]Me ha dolido que no me consideraras el más atractivo con la ausencia de Leo.-[/Owen]- su boca decía eso, pero sabía que estaba hablando de otra cosa.

    – [Kaylee]Tenemos demasiada historia juntos[/Kaylee].- empecé diciendo. Aún no le había pedido perdón por salir corriendo aquella noche.- [Kaylee]No quería remover el pasado[/Kaylee].

    – [Owen]Bien pensando[/Owen].- supe que no hacía falta que le pidiera perdón de manera directa, pero se lo merecía.- [Owen]No quiero que me beses y te enamores de mí. Menudo drama entonces.[/Owen]

    – [Kaylee]Es que eres irresistible[/Kaylee].- bromeé y solté una carcajada.

    – [Owen]Calla, que te va a oír tu hermana. Tiene súper oído.[/Owen]- me recordó.

    Nos quedamos en silencio y supe que tenía que cerrar ese capítulo.- [Kaylee]Me gustaría decirte algo[/Kaylee].- tragué saliva.- [Kaylee]Del instituto[/Kaylee].

    Sus ojos, casi siempre brillantes, se tornaron un poco más oscuros.- [Owen]Una época turbia de mi vida, pero dime[/Owen].

    – [Kaylee]Yo a ti te gustaba de verdad y…[/Kaylee]- tomé aire. Qué pequeño parece el mundo a veces. ¿Habrá aire para todos? – [Kaylee]Yo…me dejaba querer. Me hacía gracia saber que estabas ahí para adorarme[/Kaylee].- tomé una bocanada de aire.- [Kaylee]Me porté fatal contigo. No te merecías que fuera tan mezquina[/Kaylee].

    – [Owen]Perdonada[/Owen].- me dijo con rapidez.- [Owen]Ahora adoro a otra persona[/Owen].

    Respiré con normalidad.- [Kaylee]No te olvides de ti mismo por el camino[/Kaylee].- le pedí. Quise darle un abrazo, pero no fui capaz. Solo pude despedirme con un leve «hasta mañana» y me fui a dormir.

    Cuando me desperté, supe que había dormido mal. Me dolía todo el cuerpo y seguía teniendo sueño, pero si volvía a echarme en la cama, sería peor, así que me puse en pie y me duché para despejarme. Después desayuné y me fui a dar vueltas por la nave evitando encontrarme a Leo.

    En esas estaba cuando pasé delante de la habitación de Idris. Me lo encontré tumbado en la cama viendo La Patrulla Canina en un Inpad.- [Idris]Vamos Everest, tú puedes.[/Idris] – le dijo a la pantalla.

    Toqué a la puerta, aunque estaba abierta.- [Idris]Kay, pasa.[/Idris]

    – [Kaylee]No seré yo la que juzgue a nadie, pero no tiene pinta de que vayas a salir de la cueva.[/Kaylee]- comencé diciendo.

    – [Idris]Estaba de maratón.[/Idris]- confesó. Llevaba un pantalón viejo a modo de pijama y una camiseta raída. La ropa que estaba robando Lexie no era ninguna maravilla.

    – [Kaylee]¿Sin Elle?[/Kaylee]- enarqué una ceja.

    – [Idris]Sí, bueno, está intentando acostumbrarse a todo esto.[/Idris] – era bueno bromeando, pero disimular no era lo suyo.

    – [Kaylee]Ya…[/Kaylee]- me senté en el borde de la cama.- [Kaylee]Mientes de pena[/Kaylee].

    – [Idris]Meh, no es nada. Esto es un cambio muy gordo.[/Idris] – le restó importancia.

    – [Kaylee]Es una mierda[/Kaylee].- confirmé.

    – [Idris]Ya solo nos quedan unos cuantos planetas.[/Idris] – intentaba ser positivo, pero le salía regulín.

    – [Kaylee]Eso no lo sabes[/Kaylee].- le recordé estirándome la camiseta tres tallas más grande que llevaba a modo de vestido con un cinturón viejo para darle un toque moderno.- [Kaylee]A saber cuánto tiempo nos espera aquí[/Kaylee].

    Vi que Idris asentía y continué.- [Kaylee]Yo me lo intento tomar de forma positiva, porque estoy con todos vosotros de vacaciones pagadas[/Kaylee].-

    – [Idris]Amén hermana.[/Idris] – levantó una mano y la movió. – [Idris]Muy bien llevado el juego ayer[/Idris]

    – [Kaylee]Sé que nadie nos ha pedido opinión para venir aquí, pero somos jóvenes y tenemos la oportunidad de hacer LO QUE QUERAMOS[/Kaylee].- hablaba como si supiera lo que decía, pero en realidad, actuaba por impulsos.- [Kaylee]¿El precio? Salvar el mundo, pero si nos han elegido, es que podemos hacerlo[/Kaylee].

    – [Idris]Mira, no me imaginaba hasta venir aquí que me ibas a caer tan bien.[/Idris] – me sonrió.

    – [Kaylee]Soy majísima[/Kaylee].- apunté.

    – [Idris]No me cabe duda. A ver, hablando seriamente, somos lo más simpático de la nave.[/Idris] – afirmó y me reí.- [Kaylee]Competimos con gente como Leo, así que no es tan difícil[/Kaylee]

    – [Idris]Tenemos el peso de que esto no sea un muermo sobre nuestros bellos hombros.[/Idris]

    – [Kaylee]Hay que cambiar la forma de ver esto para que cada vez que volvamos a la Kvasir, sea una fiesta[/Kaylee].- le propuse.

    – [Idris]Con tu magia, nuestro cerebro y mis ideas perversas, eso va a ser fácil.[/Idris] –  confesó mucho más alegre que al principio.

    – [Kaylee]Lo malo pasará y lo que recordaremos será todo lo que hayamos reído, follado y abrazado[/Kaylee].- cada palabra que dije, me imaginé compartiéndola con una persona y siempre era la misma.

    Él dejó escapar una carcajada. – [Idris]Eres mi pelirroja favorita.[/Idris]

    – [Kaylee]La tuya y la de todo el mundo[/Kaylee].- le guiñé un ojo.

    – [Owen]Yo soy tan Marshall…[/Owen].- escuché decir a Owen, que había entrado en la habitación y miraba el Inpad que continuaba con el capítulo parado.

    – [Kaylee]¿Por patoso?[/Kaylee]- le sonreí.

    – [Owen]Obvio.[/Owen]

    – [Idris]Yo estoy dividido: Everest, Rocky…[/Idris] – enumeró Idris – [Idris]Me encantaba el helicóptero.[/Idris]

    Viendo que la conversación se estaba yendo por otros derroteros, cambié el rumbo.- [Kaylee]Idris y yo estábamos hablando de convertir cada vez que estemos en la Kvasir en una fiesta[/Kaylee].

    – [Owen]El premio a un trabajo bien hecho.[/Owen]

    – [Idris]Ni confirmo ni desmiento que ahora mismo un 90% de muchedad de la nave está en este cuarto.[/Idris] – apuntó Idris.

    – [Kaylee]Id pensando qué podemos hacer[/Kaylee].- propuse.

    – [Idris]Idris mira a Owen. Caperucita ha tenido la idea de «planear» fiestecillas para desconectar entre «incursiones»[/Idris].

    – [Owen]La gente trabaja mejor con recompensas[/Owen].- Owen nos dio la razón.

    – [Kaylee]Tenemos la oportunidad de que esto sea nuestro viaje de estudios[/Kaylee].- me froté las manos.

    – [Idris]Somos guapes, jóvenes y lejos de casa.[/Idris] – nos recordó el mayor de los Novak.- [Idris]¿Alguna idea, cerilla?[/Idris]

    – [Owen]Fiesta en la piscina. Si no se tiene bañador no importa[/Owen].- miré a Owen con los ojos abiertos de par en par.

    – [Idris]Me gusta como piensas.[/Idris] – guardó el Inpad. El bajón parecía superado.

    – [Kaylee]Yo lo de la fiesta en la piscina lo veo, pero lo de ir desnudos…mejor que sea opcional[/Kaylee].- no pensaba desnudarme en presencia de nadie que no fuera Leo.

    – [Idris]Ya lo solucionaremos con alcohol alienígena.[/Idris] – enarqué una ceja.- [Idris]Tampoco vendría mal no tener que compartir cuarto con mi hermano.[/Idris] – fingió un ataque de tos.

    – [Kaylee]Eso es fácil[/Kaylee].- sonreí.- [Kaylee]Decidme lo que queréis y se os concederá[/Kaylee].

    – [Owen]¿Eres como un genio?. Vale, mi primer deseo es que nadie folle en las zonas comunes[/Owen].- Owen se había quedado traumatizado con lo de sus padres. No tenía pruebas, pero tampoco dudas.

    – [Kaylee]Denegado[/Kaylee].- negué con la cabeza.- [Kaylee]Estoy deseando que Leo me empotre contra la encimera[/Kaylee].

    – [Idris]Puedes pedir una neverita para tu habitación o salir con una venda en los ojos.[/Idris] – propuso Idris.

    – [Owen]Sí, la nevera me vendría bien. Por mucho froti froti que le diera a la cocina, yo no vuelvo a entrar allí[/Owen].- simuló un escalofrío y nos tuvimos que reír.

    – [Kaylee]Yo te condeno a que Amy y tú zumbéis contra la nevera y se te quiten las tonterías[/Kaylee].-  y estallé en carcajadas.

    Lo que no sabíamos es que Amy pasaba por la puerta en ese momento.- [Amy]Os estoy oyendo, idiotas[/Amy].-  y volvimos a reírnos.

     

  • NI SIQUIERA LEO

    Kaylee – Nave

    Noche

     

    Me lo estaba pasando muy bien. No recordaba la última noche así. Quizás es que no había otra. Desventajas de ser una imbécil durante mi adolescencia.

    Aunque todo el mundo sabía que era yo la que controlaba la botella, tampoco era plan de ser injusta, así que dejé que se posara en Sophie. De un tiempo a esta parte, nuestra amistad había crecido. Al principio, solo era la hija simpática de una amiga de mi madre, pero con su infinita paciencia me ayudó a superar mis miedos con la magia, aunque no fue un camino de rosas ni algo rápido. No me malinterpretéis, cuando digo magia, hablo de la de verdad, de conjuros, pociones y hechizos. Entre nosotras no había nada sexual. Sophie era muy guapa y yo tampoco soy un orco de las mazmorras, pero no todo el mundo sueña con enrollarse con su mejor amiga. No todas somos Elle y Jane. (más…)

  • CON LAS MANOS ENTRELAZADAS

    Jane – Nave

    Noche

    La botella daba vueltas sin control. Kaylee intentaba disimular lo bien que se lo estaba pasando siendo la titiritera, pero un atisbo de sonrisa delataba sus intenciones. Me ponía nerviosa saber que carecía de control sobre esta situación, porque no teníamos tan buena relación como para pedirle que me tocara algo fácil.

    Tardó lo que pareció una eternidad en dejar de girar y se quedó apuntando a Xander. Me removí incómoda y volvió a rotar. Estaba tan convencida de lo que iba a pasar, que cuando vi el tapón señalando en mi dirección, solo pude murmurar un «lo sabía».

    Me miré las palmas de las manos, cubiertas por los guantes y moví los dedos, intentando recordar que todavía había cosas que controlaba. Levanté la vista y Alexander parecía estar buscándome con la mirada. – [Xander]¿Reto?[/Xander] – me encogí de hombros. ¿Qué mas daba una cosa que la otra? Éramos un blanco fácil, porque ninguno de los dos quería admitir lo que de verdad estaba pasando.

    (más…)

  • UNA PIEDRA EN EL CAMINO

    LEO ARKKAN

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – NOCHE

    No sé exactamente por qué me dejé arrastrar a aquél juego adolescente. Siempre había rehuído cuando intentaban usar la presión de grupo para incluirme en cosas que no quería hacer, pero esta vez no había sido igual. Supongo que una parte de mi veía en eso la oportunidad de acercarme más a Kaylee, aunque habiendo encantado ella la botella lo más probable es que diese un salto antes de acercarse a mí.

    Se hizo el silencio cuando empezó a girar sola y veía sonrisas impacientes cuando estaba a punto de detenerse. Quizá no solo era Kaylee la que me ataba a ese juego, quizá también fuese la oportunidad de enmendar mi marcha y acercarme un poco más a aquella enorme familia rota que siempre habíamos tenido. Nunca me había faltado familia pese a ser alguien solitario y taciturno. ¿Pero cómo no serlo? Mi hermano era el hijo que merecían, el verdadero Arkkan hijo de Daakka y Cara, no un hijo de Duke que se convirtió en licántropo y vendió a su familia por unos años de fama.

    Moví los dedos con impaciencia. Cuando me asaltaban las emociones, me relajaba volcarlas en la música, pero allí no tenía ninguno de mis instrumentos. Habría dado cualquier cosa por estar frente a un piano y poder dejarme llevar, desahogar todo aquello, despejar mi cabeza.

    No me hacía gracia jugar a ese juego con toda la magia envuelta asegurándose de que no mentíamos ni dejábamos de cumplir los retos, pero ya estaba allí sentado y no quería quedar como un cobarde. Pero pensándolo bien, con el hervidero de pensamientos que tenía en ese momento, quizá no fuera la mejor idea.

    Tampoco tuve mucho tiempo para pensar. Aquella botella en cuyas manos, o más bien las de Kaylee, estaba el desenlace de nuestra noche, se detuvo primero en Dante y luego en Chloe. Miré a la chica de reojo, era el elefante en la habitación, todo el mundo sabía que era la hija de nuestro futuro de Ed y Lucy, pero nadie se atrevía a preguntar ni saber nada más. En el fondo todos temíamos saber qué nos deparaba el futuro.

    – [Dante]Mira por donde.[/Dante] – vi que Dante sonreía abiertamente. Siempre había sido un tipo muy directo, muy abierto con su sexualidad y su atracción por la gente, pero saltaba a la vista aún más de lo habitual que le atraía la chica.

    – [Lexie]Verdad o reto.[/Lexie]- preguntó Lexie. No dejaba de resultarme extraño ver a la mejor amiga desde hace años de mi hermano siendo también su interés romántico más reciente. En ese momento parecía un poco cabreada y miraba a Idris por el rabillo del ojo.

    – [Dante]Reto.[/Dante] – respondió con tranquilidad. Dante era una persona a la que, en términos profanos, le importaba todo una mierda, o al menos lo parecía de una forma muy convincente. A ratos me molestaba bastante su actitud, quizá porque quería llegar a interiorizar la despreocupación como él, pero sabía que no sería capaz.

    – [Chloe]Te reto a que me digas cuál es el tío más atractivo de esta nave para ti.[/Chloe] – dijo la chica después de pensarlo durante un rato. Aproveché para observar sus rasgos. Se parecía mucho a su madre, desde el físico hasta la personalidad, pero había un aroma a Ed continuo en ella, algo en sus rasgos, en sus movimientos.

    – [Dante]Pfft, eso es fácil. Leo.[/Dante] – respondió echándose a reír. Me giré al escuchar mi nombre, un poco perdido hasta que conseguí ubicarme. Me daba igual gustarle o no a Dante, porque no era recíproco, pero me incomodó que las miradas se centraran en mí.

    – [Idris]Vamos a tener que hacer que los retos los diga otro.[/Idris] – abucheó Idris echándose a reír a carcajadas como era habitual en él. Lo agradecí, porque las miradas pasaron a él y después al ceño fruncido de Chloe.

    – [Chloe]Pues dilos tú, listo.[/Chloe]- replicó cruzándose de brazos, sin querer aparentar que no le había parecido mal. Aparentaba ser bastante más joven que el resto, más cercana a la línea de edad de Vera y Elliot. Al acordarme de ellos vi que estaban sentados en la mesa del comedor, en la esquina más alejada del juego, apoyados en la ventana, hablando de sus cosas. Al menos Elliot, porque Vera miraba de refilón al círculo. Siempre le había gustado ser mayor de lo que era y eso había hecho que acabasen aquí con nosotros, malgastando su vida.

    – [Idris]Solo era broma, no te enfades. La idea fue de Lexie así que…[/Idris] – miró a la chica de piel broncínea que tenía a su lado. Estaba completamente desorientado al estar frente a ella en vivo. Noah me había enseñado fotos y jamás me habría imaginado que era la misma persona, pero estando allí, su olor natural lo dejaba claro. Casi todos los seres teníamos un olor único, diferenciador, como la huella dactilar o el iris, con algunos detalles comunes a sus parientes más cercanos, pero nunca coincidía completamente. El de Lexie en ese cuerpo apenas cambiaba del que estaba acostumbrado, apenas lo alteraba ligeramente su colonia, que acentuaba más con esta apariencia.

    – [Lexie]El bocazas eres tú.[/Lexie]- espetó Lexie. Parecía enfadada de verdad e Idris no lo debió pasar por alto, porque, raro para él, no respondió. La botella volvió a girar sola y para cuando me quise dar cuenta me apuntaba a mí. Entrecerré los ojos y vi que Kaylee apartaba la mirada. En el fondo era ella la que llevaba el juego. Volvió a girar y esta vez apuntó hacia Dante, que se frotó las manos y sonrió.

    – [Leo]Verdad.[/Leo] – respondí con tranquilidad. Sabía que Dante quería reto después de su respuesta anterior, igual que los demás, pero como ya he dicho, Dante no me atraía. En mi casa siempre había habido total libertad respecto a la sexualidad y la expresión de la misma, por eso nunca me lo había tomado como un tabú o algo que esconder. Si me apetecía tener un encuentro sexual con alguien y era recíproco, no había nada de malo en ello aunque fuese algo de solo una vez. En mis años con el grupo, había tenido varios encuentros de una noche con personas de cualquier sexo, pero siempre habían sido con gente que despertaba mi interés físico e intelectual. Para mí Dante era demasiado directo y tenía un excesivo aire de chico malo. Además, en aquél momento no conseguía que me atrayese físicamente nadie porque en mi mente solo estaba Kaylee.

    – [Dante]¿Has tenido algo con alguien de esta sala? ¿Y con quién?[/Dante] – preguntó, entrecerrando los ojos. En teoría, sabía que no iba a hacer daño, pero con esa pregunta lo consiguió. Acababa de ponerme en un aprieto.

    – [Leo]Sí. Con…[/Leo] – traté de contenerme, pero aquella magia no me iba a dejar mentir. Repasé a todos con la mirada, pero nunca había estado demasiado conectado al grupo cuando era joven y eso anulaba cualquier posibilidad de haber tenido nada esporádico con ninguno. La única cercana había sido Amy y nunca había pasado nada entre nosotros. – [Leo]Kaylee.[/Leo] –  añadí entre dientes. Mi enfado hizo que mis uñas se alargasen y afilasen, tomando además la composición del metal de la nave. Cuando me quise dar cuenta, había dejado una pequeña marca en el suelo.

    – [Dante]Eso pasa por no haber tenido nada conmigo.[/Dante] – miré a Kaylee, que no me devolvía la mirada y después a Dante, que se reía. No aguanté el cúmulo de emociones y decidí levantarme y apartarme del círculo antes de que aquél conjuro de la verdad terminase convirtiendo el juego en un enfrentamiento.

    – [Owen]Meh, yo ya lo sabía.[/Owen]- escuché decir a Owen. Sabía que los demás me estaban mirando porque notaba sus ojos clavados en mi espalda, pero me senté cerca de los que no se habían unido al juego. Nate me dirigió una sonrisa y traté de devolvérsela. Me fijé en Owen, que había seguido hablando y había conseguido distraer a los demás. Si lo había hecho para echarme una mano o no, no lo sabía con certeza, pero lo había conseguido.

    Observé distraídamente el juego durante un rato, dándome cuenta de que a Kaylee no le había tocado hasta el momento. En ese preciso instante Sophie estaba respondiendo una pregunta de Chloe sobre si había tenido alguna pareja en la isla. Su respuesta fue negativa, sonriendo al decir que allí eran cuatro gatos. Al parecer la natalidad aún no había ido en auge en aquella micronación.

    Aquella rueda del destino siguió girando pero esta vez Sophie le dijo algo a Kaylee al oído y se levantó en mi dirección. Me imaginé lo que iba a intentar, pero no me apetecía volver a jugar y exponerme más al resto.

    – [Sophie]¿No vas a volver a jugar, mi niño?[/Sophie] – se sentó a mi lado. Olía a playa, a cítricos y a fresas de gominola. Tengo que reconocer que como licántropo, los olores también influyen en tu relación con las personas. Sophie olía de una forma agradable para mí, así que de base tenía buena predisposición hacia ella. Dante olía a aceite de motor y eso me echaba un poco para atrás, lo reconozco.

    – [Leo]Ya he tenido bastante sinceridad para una temporada.[/Leo] – no sabía si ella estaba al tanto de cómo habían mejorado las cosas con Amy. En ese caso, tenía que dar las gracias a Geraldine por conseguir que dijese lo que de otra manera no me atrevía a decir, pero lo del juego era diferente. Sé que Dante no pretendía ofender, y no lo habría hecho si mi relación con Kaylee no estuviese tan cercenada.

    – [Sophie]No has dicho nada que los demás no supieran[/Sophie] – trató de animarme.

    – [Leo]No sabía que era de dominio público.[/Leo] – miré hacia Dante, preguntándome si habría sido él la raíz de los rumores. Por mucho que me hubiera enfadado antes sabía que no. Le gustaba tan poco meterse en la vida de nadie como que los demás se metieran en la suya. Kaylee había debido hablarlo con alguien en confianza y la cosa se había extendido. – [Leo]No me parecía justo para Kaylee.[/Leo] – aclaré, al ver que Sophie me observaba.

    – [Sophie]A Kaylee le da igual.[/Sophie] – trataba de quitarle importancia. El enfado seguía ahí, solo que no era enfado. En el fondo nunca lo había sido, si no frustración por no saber cómo hablar con Kaylee y ver que ella me evitaba. – [Sophie]El sexo es solo…sexo.[/Sophie] – dijo ella. La miré, tenía unos ojos muy bonitos, embellecidos por su perenne sonrisa.

    – [Leo]Pensamos igual. Pero ella…no.[/Leo] – respondí. Aun así, pese a que el sexo era solo sexo y no tenía nada que ocultar, con Kaylee era una cuestión que trascendía mi interés físico por ella. – [Leo]Si no, no me evitaría.[/Leo] – añadí. No conseguía explicarme qué pasaba. De pronto estábamos a punto de acostarnos, llegó Dante y desde entonces no me hablaba. Quizá por eso tenía un poco más de aversión a Dante últimamente.

    – [Sophie]A lo mejor no sabe manejar lo que siente por ti.[/Sophie] – comentó ella. Era su mejor amiga así que si alguien podía aconsejarme, era ella.

    – [Leo]No creo que sienta nada.[/Leo] – repliqué. Estaba acostumbrado a que en la vida las cosas no fueran lo que esperaba de ellas. Sí, Kaylee me gustaba, mucho, pero si ella no sentía lo mismo no había sentido en alargar la agonía. No todos teníamos la paciencia de mi primo Xander ni la resistencia para aguantar ese sufrimiento. – [Leo]Deberías estar pasándolo bien con los demás.[/Leo] – le recordé. Eran momentos de relax y diversión y sabía que sentada allí conmigo no era precisamente lo que iba a tener.

    – [Sophie]Lo estoy pasando bien contigo.[/Sophie]- su respuesta me sorprendió. Sophie era una persona muy agradable. Apenas nos habíamos cruzado algunas palabras desde que la conocía y empezaba a darme cuenta de lo que me había perdido.- [Sophie]Además, mientras yo no esté no le va a tocar a Mike.[/Sophie] – sonrió con picardía.

    – [Leo]Me imaginé que estaba trucado.[/Leo] – respondí, a punto de sonreír.

    – [Sophie]Todo está trucado.[/Sophie]- añadió con un gesto de la mano. ¿Por qué a aquella chica tan agradable y despreocupada le habían encomendado una tarea como salvar el mundo, solo por acompañar a su amiga a evitar que los demás hiciéramos una locura?

    – [Leo]¿Cómo lo llevas?[/Leo] – le pregunté. Sus estudios, los planes que hubiera hecho cuando se fue de la isla, estarían pausados hasta que consiguiéramos volver, si es que podíamos. Alguien había presionado el botón de ‘standby’ a nuestras vidas.

    – [Sophie]Me dejo llevar. Solo… fluyo.[/Sophie]- movió las manos acompasando sus palabras. – [Sophie]Ahora mismo, Kaylee cree que me necesita para hacer magia y yo le sigo el juego.[/Sophie] – la miré, sorprendido. Había muchas cosas que habían cambiado desde que me fui. Ver a Kaylee tal y como estaba, hecha un manojo de nervios e inseguridades después de conocer a aquella Kaylee reina del instituto que se reía del resto, fue impactante. Ni siquiera confiaba del todo en sus habilidades cuando siempre había tenido el intelecto y la intuición para ser una hechicera increíble. Sophie demostraba no solo ser buena amiga, si no también ser muy observadora.

     [Leo]Eres una buena amiga.[/Leo] – le dije. Miraba a Kaylee, riéndose en ese momento. – [Leo]Es fuerte, como Diana. Pero ha estado muy desanimada. Se boicotea.[/Leo] – esperaba que nadie me escuchase hablar de ella. A Kaylee la había conocido bien de pequeños, después había creído perder cualquier conexión con ella. A Freya la conocía muy bien y no era más que Kaylee siendo ella misma.

    – [Sophie]Se culpa por lo que hizo en el instituto, pero no se da cuenta de que eso hace mucho que pasó.[/Sophie] – añadió Sophie. El instituto suele ser una de las peores fases, donde muchos perdemos cualquier parecido con nuestro verdadero yo y caemos presa de la jungla social.

    – [Leo]Todos cometemos errores. Algunos más graves que otros.[/Leo] – asentí. – [Leo]Gracias por venir a hablar conmigo. Sé que no parezco muy accesible.[/Leo] – añadí. Sabía perfectamente lo que todos pensaban de mí, pero prefería eso a que me conocieran de verdad. Siempre me había resultado más fácil lidiar con eso que desnudarme ante los demás.

    – [Sophie]No eres nada accesible.[/Sophie]- afirmó ella sonriendo.

    – [Leo]Lo sé.[/Leo] – era uno de mis mayores problemas. Intentaba llegar a la gente con mi música, pero no podía hacerlo directamente con mis palabras. – [Leo]Hizo falta que una Daë me forzase a ser sincero para volver a hablarme con mi mejor amiga.[/Leo] – miré a Amy, que parecía estar más relajada. Aunque ella me perdonase y las cosas volvieran más o menos a la normalidad, yo mismo iba a tardar mucho tiempo en perdonarme.

    – [Sophie]Sé lo que pasó más o menos, porque me lo dijo Kaylee.[/Sophie] – escuché su voz como un susurro y volví al presente. – [Sophie]En parte, quizás por eso te rehuye.[/Sophie] – añadió. No le faltaban motivos. Hasta hacía poco no había llegado a ser consciente del daño que le había hecho a Amy. Siempre pensé que estaría mejor sin mí y me equivoqué en algo en lo que debí hacerlo. Me imaginé cómo me vería Kaylee, poco más que un monstruo, y con motivo.

    – [Leo]Quizá sea mejor dejar estar las cosas. Mejor para Kaylee, mejor para todos.[/Leo] – añadí. Si pasaba cualquier cosa y le hacía daño también a Kaylee no podría soportarlo. Amy lo había dicho, le faltaba razón. Mi destino no podía ser amargar la vida de todas las MacLeod.

    – [Sophie]Yo no te puedo decir cómo vivir tu vida, pero hablas como un perdedor.[/Sophie] – trataba de darme ánimos, pero todas las dudas y fantasmas del pasado me asaltaban a la vez. Habría matado por un piano o una guitarra.

    – [Leo]En la vida tiene que haber ganadores y perdedores.[/Leo] – confesé. Prefería perder para que Kaylee ganase.

    Sophie abrió mucho los ojos y me miró. – [Sophie]Haz lo que quieras, Leo.[/Sophie]- respondió.- [Sophie]Pero es guapa, simpática y muy inteligente. No creo que tarde mucho en encontrar a otra persona que lo sepa apreciar.[/Sophie] – aquellas palabras dolían como cuchillas, pero no conseguía encontrar motivos para pensar que yo mereciese ser esa persona. Apreciarla, sí, pero por lo demás solo sabía ser una decepción y una desgracia para los que me rodeaban.

    – [Leo]Y seguramente sea mejor para ella.[/Leo] – suspiré y Sophie me miró una vez más. Chasqueó la lengua y volvió a sentarse en el círculo, mirándome una vez más de reojo.

    No quería rendirme con Kaylee, por supuesto que no. ¿Pero cómo podía saber que nuestra vida juntos iba a ser buena para ella? ¿Cómo podía garantizarme que jamás le haría daño como se lo hice a Amy? Y además, era un monstruo, el más mínimo arañazo la convertiría en alguien como yo, si sobrevivía. Yo solo era una piedra en su camino y lo mejor que podía hacer era apartarme.

  • UNA LUNA SIN TIEMPO

    NOAH ARKKAN

    Pasó todo tan deprisa que solo gracias a mi poder llegué a verlo. Eleanor, la Kvasir de ese grupo de Daë, cogió uno de los artefactos de los brujos y lo utilizó para teletransportarnos a todos a otro lugar.

    Estábamos en una zona alejada, más elevada, desde la que se veía el pueblo y el ejército de máquinas a lo lejos.

    A mi alrededor, casi todos estábamos desperdigados por el suelo, culpa del cambio súbito de localización. A mi me estaba costando levantarme por el dolor de la pierna, que ya había empezado a curar y dolía aún más.

    El artefacto estaba en mitad de nuestra posición, destrozado completamente. Comprobé que Lexie, Kaylee, Sophie, Mike y Niall estuviesen bien. Eleanor estaba allí de pie, asegurándose de que sus compañeros, que ya eran Eldric, Ugg’Krah y Richard, además de Rlia.

    – [Noah]¿Eres Eleanor?[/Noah] – pregunté, cuando se acercó a mí para ayudarme a levantarme. Sus compañeros se acercaron a los demás y les ayudaron también.  – [Noah]¿Y Xander?[/Noah] –  hacía apenas unas horas que Lexie había hablado con mi primo y Eldric aún no había aparecido por allí.

    – [Eleanor]Hace meses que no sé nada de él.[/Eleanor] – respondió. Seguía pareciendo una muchacha dulce tal y como la mostraban los recuerdos de mi tío Daniel, pero se la notaba curtida por la batalla.

    – [Noah]Pero si…estaba contigo cuando hablamos hace unas horas[/Noah] – dejé salir mis pensamientos mientras trataba de ordenarlo en mi cabeza. Por aquél grupo no habían pasado unas horas, llevaban meses unidos, como ella decía, se notaba en su familiaridad, en su forma de coordinarse. Me empezó a preocupar lo que eso podía significar.

    – [Kaylee]¿Dónde estamos?[/Kaylee] – escuché preguntar a Kaylee.

    – [Sophie]La pregunta no es dónde, mi amor. Es cuándo.[/Sophie] – le respondió Sophie, que parecía haber estado atenta a lo que estaba hablando con Eleanor.

    – [Eldric]Los portales entre mundos no existen en un mismo tiempo.[/Eldric] – el Daë de Sagitario lucía impresionante en su brillante armadura. Sus ojos nos observaban a todos con sabiduría. Una de las teorías era que su poder eran las visiones del futuro y por eso conocía su camino hasta Eleanor.

    – [Kaylee]¿Eso quiere decir que puede que nos encontremos jamás?[/Kaylee] – se me instaló un nudo en el pecho cuando Kaylee verbalizó el miedo que llevaba un rato dando vueltas. Era un problema reunirnos con los demás estando perdidos en aquellos mundos. La existencia de portales como el que habían encontrado Niall y Mike daba esperanzas, pero saber que usándolos no solo saltábamos en el espacio si no en el tiempo no hacía más que complicar las cosas.

    Por suerte, Eldric negó con la cabeza serenamente. – [Eldric]Los demás han ido al refugio.[/Eldric] – alzó una mano apuntando a una de las dos lunas que apenas se veían en ese momento en el cielo despejado. – [Eldric]Algo ocurrió en el pasado y provocó la aparición de los portales entre mundos. Eso mismo hizo que allí no haya tiempo.[/Eldric] – explicó. Ni siquiera con lo que mi padre había aceptado como regalo de los Daesdi teníamos suficiente información de los Daë, ni, sobre todo, de ese cúmulo de mundos.

    – [Kaylee]Somos los más tontos…[/Kaylee] – se quejó Kaylee. No sabía en cuántos grupos nos habíamos dividido, pero aún quedaban al menos nueve.

    – [Lexie]Nos vamos a la luna, ¿te vienes?[/Lexie] – me giré y vi que Lexie se dirigía a Rlia, que parecía encantada con la idea de seguirnos.

    – [Noah]Se supone que…Rlia se va con ellos.[/Noah] – comenté, tratando de mantener la integridad del pasado. Por suerte había poca información de ello en el futuro, porque por cada acción que lleváramos a cabo podíamos provocar un desastre. Si Rlia no se iba con ellos, no podrían derrotar al mal de este mundo. Por si fuera poco, el líder de aquellos brujos era ‘El Soberano’, aunque estaba muy cambiado. Su cara no se borraría jamás de mi memoria genética, mi padre se había asegurado de recordarlo.

    – [Eleanor]¿Vendrías con nosotros?[/Eleanor] – escuché que le preguntaba Eleanor. Cuando mi tía habló con Rlia en sus Pruebas, recuerdo que dejó ver que estaba enamorada de otra de las Daë. Por su forma de hablar con ella, parecía que sería Eleanor.

    – [Eldric]Nos vendría muy bien tu ayuda para acabar con esta tiranía.[/Eldric] -la animó Eldric. Ugg’krah asintió y murmuró guturalmente algo que imagino que serían palabras de ánimo.

    – [Rlia]Voy por ti, rubia.[/Rlia] – la vi alejarse de Lexie y guiñar un ojo a Eleanor, que parecía cohibida. Aún tenían mucho que pasar en sus vidas. Esperaba que Rlia mantuviese su espíritu durante mucho tiempo, pero en las Pruebas parecía más derrotada.

    Me destrozó pensar que estaban tan llenos de esperanzas por salvar sus mundos y que pese a que lo consiguieran, no llegarían a verlo jamás.

    Lexie se encogió de hombros y caminó en la dirección que nos había indicado Eldric. Allí en algún lugar encontraríamos unas pintadas rupestres que nos conducirían a aquella Luna.

    – [Noah]Mucha suerte.[/Noah] – les miré, eran auténticos Daë. Me forcé a recordarles, porque su historia no podía volver a perderse.

    – [Eleanor]Gracias.[/Eleanor] – respondió Eleanor, con una sonrisa cálida. Continuaron su camino a pie. Parecía que aún no iban a abandonar ese mundo y me pregunté cuánto más habrían pasado en sus vidas antes incluso de realizar las Pruebas. No parecían limitarse solo a cruzar de mundo en mundo reclutando nuevos miembros, si no preocupándose de las gentes de esos mundos y tratando de ayudarles. Todo en ellos parecía indicar eso y me hizo tenerles aún en mayor estima.

    Podían no tener una misión clara, no conocer qué les deparaba el futuro ni su papel en toda la historia, pero seguían adelante con el propósito de ayudar a los demás.

    Mike me inmovilizó mejor la pierna mientras una impaciente Lexie nos esperaba para irse de aquél mundo. Después de un rato caminando, un nuevo teletransporte nos llevó a aquella sorprendente luna.

    Frente a nosotros, una enorme ciudad llenaba el horizonte, rodeada solamente de naturaleza sin fin. Nuestro camino no estaba en aquella ciudad, si no en un punto concreto que el Daë nos había indicado.

    A esas alturas uno cabría pensar que nos podríamos esperar cualquier cosa. Pero no, que nuestro refugio en aquella luna sin tiempo iba a ser una nave espacial estrellada, era lo que menos me esperaba.

    Lo que sí tenía claro era que si queríamos ser unos verdaderos Daë y salvar también nuestra Tierra, teníamos que dejar de lado la misión y centrarnos en lo verdaderamente importante, las personas. Y si queríamos hacer eso, primero necesitábamos tomarnos un descanso y solucionar nuestros propios problemas.

  • MALA ELECCION DE PALABRAS

    NATE «NIALL» ALLEN

    ESFERA DAONNA

    Debía de existir algún modo de viajar más seguro que este porque estaba empezando a estar cansado de salir volando por los aires y aterrizar con el culo o hacer la croqueta por el suelo. Seguro que los demás eran mejores en esto y aterrizaban hincando la rodilla en el suelo como los superhéroes.

    Al menos el suelo estaba más mullido por una cantidad ridícula de vegetación. Cuando eche un vistazo alrededor era lo mismo, vegetación por todos lados apenas se alcanzaba a ver algo más allá de dos metros.

    Me moví junto a Mike intentando buscar un sendero o camino que pudiéramos usar para movernos sin extraviarnos mucho. Algo cerca de nosotros comenzó a moverse entre la vegetación, solo esperaba que no fuera otro licántropo o machirulos con armadura porque no tenía más ganas de correr. De entre la maleza aparecieron Sophie y Kaylee las cuales iban agarradas del brazo para no caerse entre tantos matorrales.  [Sophie]- ¿Pero qué hacen ustedes aquí?[/Sophie]

    – [Mike]¿Dónde es aquí, exactamente?[/Mike] – Me pregunte lo mismo. Pensaba que alguien nos había cogido desprevenidos y nos había lanzado algún hechizo para alejarnos del resto.

    – [Sophie]En la Prehistoria, mi niño.-[/Sophie] Fue decir esto y se escullo el graznido de un pájaro, pero no un pájaro pequeñito y mono, no, un pajarraco enorme con un pico igual de grande que mi pierna el cual surco el cielo.

    – [Mike]Hace un segundo estábamos en…la edad media.[/Mike] – Mike se encontraba igual de superado que yo, pero de maneras diferentes. El era un hombre de ciencia, yo solo quería irme a casa.

    – [Niall]Ya te dije que esos huesos parecían raros.-[/Niall] Cuando me llamo para recoger unas hierbas nos encontramos con unos huesos bastantes grandes. La verdad es que dimos por hecho que podrían tratarse de alguna clase de licántropo o criatura de este tipo por cómo se las gastaban en ese mundo.

    – [Kaylee]¿Hay forma de moverse entre mundos?[/Kaylee] – Pregunto con un brillo de emoción en los ojos.

    – [Mike]Eso parece.[/Mike] – Parece no Mike, lo es. Que hemos ido a parar al mundo de los dinosaurios. – [Mike]Íbamos a coger una planta extraña y al lado había unos huesos como garras.[/Mike]

    – [Kaylee]Pues voy a ver si toco algo y aparezco en mi casa, porque no hay quien aguante a Alexandra Fenris.-[/Kaylee] Se cruzo de brazos y me identifique mucho con ella, en lo de salir de aquí, porque mi mapachito es amor.

    – [Niall]¿Lexie también está aquí?.-[/Niall] La emoción me invadió el cuerpo, me estire todo lo que daba de mi, que era poco, para mirar por detrás de Kaylee y Sophie.

    – [Kaylee]Sí.-[/Kaylee] Añadió escuetamente. Alarma, espero que no estén de bronca otra vez estas dos, que la última vez casi se arrancan las pelucas.

    – [Mike]¿Y dónde está?[/Mike] – Mike me quito la pregunta de la boca.

    – [Sophie]No sabemos.-[/Sophie] Sophie se encogió de hombros y el pelo le cayó hacia delante con esas puntas rosas. Nota mental, teñirme media cabeza de rubio en un acto de pura locura.

    – [Niall]Tía, ¿donde estas?.-[/Niall] Dije en voz alta esperando que mis palabras se las llevara el viento y dieran con ella.

    – [Lexie]¿Niall? ¿Me estoy volviendo loca y ya oigo voces?[/Lexie].- Me sobresalte al escuchar su voz y no a ella a mi alrededor. Los demás me miraban extrañados. Pues claro, juzguemos a Niall que se acaba de volver loca.

    – [Niall]Yo también te oigo. Debe de ser cosa de ese souvenir que nos han dejado, mira en tus bolsillos.-[/Niall] Me di cuenta que su voz salía de mis pantalones, vale, no es la mejor forma de expresarlo. De mi bolsillo saque una piedra de color rojo y amarillo, por el centro se entremezclaban los colores dándole un efecto bastante chulo.

    – [Lexie]Estoy con Noah que se ha hecho mierda y ahora no puede correr .-[/Lexie] Explico. Maldito Noah, es como con Lexie, se le pone un dinosaurio delante y no piensa.

    – [Niall]Busca un sitio en el que podáis esconderos y vamos a ayudaros, tengo a Mike el médico conmigo.-[/Niall] Un poco ridículo lo de Mike el médico, pero apenas lo conocíamos y tenía que hacer el énfasis en que era médico.

    – [Lexie]Creo que hay una cochambre ahí un poco más adelante.[/Lexie]- Mire delante de mí  como si estuviera a mi lado y todo era árboles. A mi izquierda en un claro a lo lejos pude divisar a lo que Lexie se refería. – [Lexie]Cuatro casas que son más pequeñas que mi baño.[/Lexie]

    – [Niall]Recibido. Ten esta cosa a mano por si tenemos que hablar más.-[/Niall] Si esto se patentaba menuda locura, piedras de colorines por móviles. – [Niall]Tenemos que movernos, han herido a Noah.[/Niall]

    – [Mike]¿Dónde van a estar?[/Mike] – Mike se recoloco la mochila en la que llevaba todos sus utensilios de medicina, o lo que buena mente había entrado en ella. ¿Me lo imagine rollo vigilantes de la playa listo para entrar en acción y salvar a alguien de un tiburón? Me lo imagine.

    – [Niall]Un poblado hacia el norte de aquí.-[/Niall] Me quite la gorra que había olvidado por completo que llevaba, hacia demasiada humedad y empezaba a notar los sudores.

    – [Mike]¿Ese?[/Mike] – Señalo a lo lejos y asentí. Justo por detrás se levantaba una columna de humo que antes no estaba.

    – [Sophie]Lo mejor será que vayan ustedes y nosotras nos quedemos aquí.-[/Sophie] Propuso Sophie. Tía es que nunca has visto una peli de terror, nunca separarse, y menos si eres negro… Y SOMOS TRES.

    – [Kaylee]No, lo mejor es que vayamos todos juntos.-[/Kaylee] Dijo la única blanca del grupo, vale que no estábamos en una peli de terror, pero fijo que los dinosaurios venían antes a por nosotros que a por ella.

    – [Mike]Y rápido.[/Mike] – Dicho y ello echamos a correr en dirección al poblado con cuidado de no llamar la atención de los dinosaurios. Y los dinosaurios no eran nuestra única preocupación, los mosquitos eran del tamaño de mi cabeza y otros insectos terrestres parecían pequeños chiguaguas. Para colmo esa columna de humo también se dirigía hacia nuestro punto de destino.

    El poblado estaba más hecho mierda de lo que parecía a lo lejos. Las chabolas apenas se mantenían en pie y el suelo estaba quemado como si hubiera intentando prenderles fuego varias veces.

    – [Niall]¿Hola?¿Queda alguien con vida aquí?.-[/Niall] No tenía pinta la verdad, pero solo necesitábamos esperar a Lexie y Noah para que Mike le echara un vistazo.

    – [Mike]El poblado parece haber tenido gente hace poco.[/Mike] – Mire hacia donde el observaba. Había bandejas de comida tiradas y lo que parecían muñecos de paja y madera.

    – [Rlia]Aquí solo estoy yo[/Rlia].- El susto no fue pequeño. Una mujer con el pelo alborotado y las ropas raídas y sucias llenas de hollín como su cara se paro frente a nosotros.

    – [Kaylee]Pues si solo quedas tú y eres la Daë, te vienes  y chimpún[/Kaylee].- La mujer no pareció tomarselo muy bien ya que se acerco hasta Kaylee y la empujo haciéndole caer de culo. Sophie rapimente la agarro del brazo y le ayudo a levantarse.

    – [Niall]Tranquila. Solo estamos de paso, estamos esperando a unos amigos que vienen hacia aquí.-[/Niall] De nuevo, tal vez no la mejor frase que decir, la mujer observo como la nube de humo estaba cada vez más cerca, ahora si se podían divisar algunas figuras. Si nosotros desentonábamos en un lugar como aquel, esas maquinas futuristas cargadas de demonios y señores con túnica desentonaba más.

    – [Rlia]¡FUERA![/Rlia]- La voz le cambio por completo a una más gutural. No me fije en sus uñas antes y si las tenía tan largas, pero le hacía falta una manicura. Mike se puso delante de nosotros y sus uñas también crecieron un poco.

    – [Lexie]Coño, hemos llegado al festival del Furry[/Lexie].- Nunca me había alegrado más de ver a estos dos. Lexie iba cargando de Noah por un brazo, y si no hubiese visto la herida de Noah pensaría que se estaba haciendo el tonto para tener la cabeza a la altura de las tetas de Lexie. – [Lexie]Lo tuyo, Kay[/Lexie].

    Los rumores vuelan y más si los esparce Lexie, por lo visto Kaylee y Leo habían tenido o tienen rollito. Y algo de que fue virtual, no sé, no me entere muy bien porque fue escuchar sexo hetero y desconecte.

    Me acerque hasta Lexie y nos dimos dos besos al aire. La muy hija de tanuki tenía el maquillaje intacto incluso en un clima de mierda como este y sin embargo a mí las líneas de los ojos empezaba a corrérseme.

    – [Noah]Rlia, no. No tenemos nada que ver con la gente de los grilletes. No queremos llevarnos tus habilidades.[/Noah] – Como buena enciclopedia humana Noah nos dio el nombre de la mujer leona y mira que cosas si era la Daë que buscábamos.

    – [Rlia]¿Entonces qué queréis de mí?[/Rlia]- Pregunto aun desafiante lista para darle un zarpazo a quien se acercara más de la cuenta.

    – [Noah]Ayudarte. A salir de este mundo y a salvarlo.[/Noah] – Que bien elige las palabras Noah, pero yo no había firmado para salvar nada.

    – [Rlia]¿Y vosotros vais a salvarlo?[/Rlia]- Pregunto con desprecio y no le faltaba razón. Quiero decir, cualquiera que nos viera pensaría lo mismo. Más de la mitad estaba deseando marcharse a casa. Noah miro a Kaylee en busca de ayuda, que pena no tener un bol de palomitas encima.

    – [Kay]Vamos a intentarlo, que ya es más de lo que vas a hacer tú, por lo que se ve[/Kay].- Joder tía, no la provoques, que hace 5 segundos te ha tirado de culo.

    – [Rlia]Eres muy insolente[/Rlia].- Rlia no pareció tomárselo muy mal porque estaba sonriendo de medio lado. Los malos estaban cada vez más cerca llevaban dinosaurios y demonios, seguramente controlados por los tipos de las túnicas, amaestrar un dinosaurio debe de ser imposible. Las jaulas que llevaban iban repletas de sobrenaturales con grilletes y me dio muy mal rollo.

    – [Lexie]Mi Kaylee ve un león y se pone de un tonto…[/Lexie]- Y pensar que hace no mucho se llevaban a matar y ahora serian capaces de ir a mear juntas gracias en parte por Noah.

    – [Kaylee]Calla coño, que estaba pensando la frase épica[/Kaylee].- Se quejo. Si fuera cualquier otro dejaría esto aquí para terminar de manera épica.

    – [Niall]Podemos decidir rápido. No me gustan las pintas de la comitiva que se acerca hacia nosotros.-[/Niall] Y llevaba rato haciendome pis. ¿Que hace uno en estas situaciones, se espera a que pase todo? ¿Se va detras de unos matorrales? ¿Le pide a la anfitriona leona si puede usar su baño o por consguiente agujero donde depositar excrementos?

    – [Rlia]¿Qué gano yo si me voy con vosotros?[/Rlia]- Es que acaso no lo ve ella misma. No sé, que no nos maten esos monstruos que van echando espuma por la boca que se dirigen hacia nosotros.

    – [Soberano]Eterna esclavitud.[/Soberano] – Un día me da un infarto y me quedo en el sitio. Un pavo con pintas militares de finales de 1900 se apareció junto a nosotros junto a otros tantos que llevaban túnicas. El que había hablado era el único que se reflejaba a diferencia del resto, no estaba físicamente aquí.

    – [Kaylee]¿Tenemos pinta de esclavistas?[/Kaylee]- Tú no cariño, pero él señor con cara de pocos amigos que acaba de aparecer sí.

    – [Soberano]De esclavos sí. Lleváoslos a todos.[/Soberano] – Los de las túnicas sacaron unos grilletes y se fueron acercando hacia nosotros.

    – [Niall]Ponme eso encima y te arranco la cabeza de un picotazo.-[/Niall] No soy una persona violenta, no me gusta pelear, pero si nos metemos en temas de esclavitud, vamos a tener un problema.

    Una piedra enorme salida de la nada se lleve por delante a varios de los típicos en túnica. Una figura enorme de roca apareció corriendo con un gruñido y se ensaño con los dinosaurios que teníamos ya encima de nosotros.

    -[Lexie] Menos mal que soy rica, porque no voy a ganar para psicólogos.-[/Lexie] Yo no era rico como para pagármelos, así que necesitaba algo suavecito para tranquilizarme, una tila sí.

    Una mujer de pelo rubio apareció también a la carrera seguida de un elfo con pelazo rubio y un arco que lanzaba flechas de luz.

    – [Noah]Son los otros Daë.[/Noah] – Nos explico Noah, mientras los tres se dedicaban a acabar con las fuerzas invasoras del mal que venían a por Rlia y nosotros.

    – [Lexie]Además de sorda debo ser gilipollas, porque yo no sabía quiénes eran.-[/Lexie] Ni tú, ni yo hermana. Somos los dos pringados del equipo que están aquí por error.

    Tras la batalla, en la que el esclavista había desaparecido en un visto y no visto, hubo un fundido a negro. Pero no el típico fundido a negro del final de una obra de teatro, no. El fundido a negro de aquí viene otra hostia en el culo como no aprenda a aterrizar de una vez en condiciones.

  • DESTINOS ENTRELAZADOS

    INTERLUDIO

    CHRISTOPHER MACLEOD

    MADRUGADA – BIBLIOTECA SECRETA DE LA ESCUELA LEGADO

    Me estiré durante unos segundos en la silla y escuché mi espalda crugir. Dejé las gafas a un lado en la mesa y me froté los ojos, cansado. Era mi segunda noche sin dormir, exceptuando dos cabezadas que había dado mientras repasaba todo lo que sabíamos sobre los Daë, las Pruebas y los discos.

    Por una parte,  la visión de Diana había resultado tranquilizadora. Al menos sabíamos dónde estaban nuestros niños y podíamos descartar una fatalidad que no quería ni siquiera imaginar cómo habríamos llevado.

    Pero eso no evitaba que estuvieran en peligro y que no pudiéramos quedarnos sentados de brazos cruzados mientras ellos cargaban el peso del mundo a sus espaldas.

    La primera noche apenas sabía qué hacer, así que empecé a rememorar todo lo que nos había ocurrido a nosotros y creé un mapa de los sucesos relacionados con Verónica Preston, que de acuerdo a lo que decía mi hija, llevaba con nosotros desde la noche en la que escapamos de la Iniciativa por primera vez, hace más de veinticinco años.

    Cuando llegó la mañana me detuve para avisar en la Universidad de que tenía que tomarme el día. Y fue entonces, después de darme una ducha para despejarme, cuando encontré mi disco. Estaba allí, donde siempre lo había guardado, en una caja de metal labrada encima de una cajonera de nuestra habitación. Había acudido a ella por mero instinto, como una especie de corazonada. Y allí estaba.

    Lo cogí entre las manos y lo primero que hice fue llamar a los demás para ver si ellos también tenían los suyos. Contuve el miedo mientras lo hacía. Ser padre te cambia completamente. No es algo que pase de la noche a la mañana, pero para cuando te vas a dar cuenta, eres consciente de que hay seres nuevos en el mundo que dependen de ti y a los que quieres más de lo que podrías haber imaginado.

    El mero pensamiento de que a una de mis niñas le hubiese pasado algo hacía que cada uno de los tonos del teléfono me golpease como un martillo. Apenas me mantenía entero. Diana descolgó el teléfono y se marchó corriendo a comprobarlo en su bolso. El disco estaba allí. Uno a uno los fui llamando a todos y la respuesta fue la misma. Todos los discos habían vuelto.

    La visión de Diana era tranquilizadora, así que hice a un lado la idea de que les hubiera pasado algo a todos. Tenía que dejar a un lado los miedos y ser lógico. No fue fácil, como os digo, tener hijos te cambia. Hacía más de veinte años que había sobrevivido al Demonio del Miedo y era consciente de que en ese momento no sería capaz de repetirlo. Tenía demasiadas cosas que perder, empezando por Diana y las niñas. Finalmente, me aferré a la respuesta lógica, que era que los Daesdi habían devueltos los discos a su lugar después de que los niños fueran al Axis Mundi.

    Desde ese momento había estado casi sin descanso estudiando el disco en la biblioteca privada de los Moondies, casi todo el tiempo acompañado por alguno de los demás. Hacía ya tres horas que había mandado a Diana a descansar. Había ido poco después a la sala común y la había encontrado dormida, así que la arropé. Me quedé unos minutos con ella, sin ganas de quedarme solo de nuevo con mis pensamientos.

    Poco después de volver había dado dos cabezadas sobre el libro que tenía delante y eso me llevaba al presente, donde llevaba diez minutos dándole vueltas al disco, buscando detalles que nunca había encontrado.

    Dicen que la fé está ahí para cuando estamos desesperados. Para no perder la esperanza cuando no hay nada más a lo que aferrarse. Nunca había estado demasiado implicado en la fé. Era un hombre práctico, que había visto demasiadas cosas: demonios, magia, espectros, muertos que se alzan en vida, entidades de la misma naturaleza. Todo eso era tangible. Incluso habíamos visto a los Daesdi, que no eran más que tres entidades con poderes muy superiores a los nuestros, pero no dioses. Ante todo eso, ponía la fé en mí mismo y en los demás. Pero en ese momento no sabía qué hacer, así que con el disco en la mano, recé y pensé en mis niñas.

    Recordé su inocencia cuando eran pequeñas. Recorrer la casa a caballito con Vera a la espalda. Las risas de Amy, que conseguían arrancarte una sin que pudieras evitarlo. Las primeras palabras de Kaylee después de ‘Mami’, ‘Mima’ y ‘Papa’ diciendo ‘Eyaa’ para referirse a Freya.

    – [MacLeod]Por favor, que mis niñas estén bien. Por favor, no dejes que les pase nada…[/MacLeod] – rogaba mentalmente, esperando que mi mera fuerza de voluntad sirviese para cambiar las cosas.

    – [Leo]¿Quién es? ¿A quién estoy escuchando?[/Leo] – dijo una voz que resonaba en mi mente. Abrí los ojos sobresaltado. Sinceramente, un escalofrío recorrió mi espalda y en ese momento me planteé mi falta de fé.

    – [MacLeod]Christopher MacLeod. ¿Y tú?[/MacLeod] – busqué la entereza de la que carecía en ese momento para parecer calmado

    – [Leo]¿Christopher? Soy Leo, Leo Arkkan.[/Leo] – dijo la voz. Me había resultado conocida, pero no esperaba escuchar a Leo hablando en mi mente.

    – [MacLeod]¿Leo? ¿Cómo es posible? ¿Dónde estáis? ¿Estáis todos bien?[/MacLeod] – pregunté. Demasiadas preguntas. Tenía que ordenar mis pensamientos. Fuese lo que fuese la conexión que estaba teniendo con Leo, podía agotarse.

    – [Leo]Estaba tratando de dormir. Me desperté con un impulso de coger el disco, pero ya no estaba. En su lugar encontré un orbe como de cristal y al tocarlo te escuché.[/Leo] – explicó. – [Leo]Los Daesdi nos han enviado a otro lugar del universo, a un grupo de planetas que llaman Cúmulo Nexus, para guiar a los Daë de aquí. Estamos bien, pero estamos separados.[/Leo] – continuó. Era mucha información que procesar, así que tomé nota de lo que me estaba diciendo con mucho cuidado de no perder la concentración ni soltar el disco.

    – [MacLeod]No sé cuando tiempo tenemos, así que necesito que seas conciso. ¿Estás solo? ¿Cómo es el lugar en el que estás? ¿Qué más han dicho los Daesdi?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Leo]Estoy con Amy y Ezra. Estamos en un mundo que parece la vieja Escocia.[/Leo] – comentó. Contuve a duras penas el impulso de pedirle que me pasara con mi niña. Sabía que tenía que conseguir más información y podía perder el contacto antes de conseguir saber más. – [Leo]Fuimos a impedir que los demás entrasen a las Pruebas, pero Omega apareció con la apariencia de Tina. Es igual que Jane, parece igual de joven.[/Leo] – añadió. Hizo una pausa muy breve y siguió. – [Leo]Huimos y aparecimos con los Daesdi. Nos dijeron que antes de pasar nuestras Pruebas debemos reunir a los Daë del Cúmulo. Son los que conocéis: el demonio Oriax, el elfo…no recuerdo como se llama, el de mi madre.[/Leo] – trató de aclarar.

    – [MacLeod]¿Os han enviado al pasado?[/MacLeod] – pregunté, más para mí que para él, que emitió un sonido que significaba que no lo tenía claro. – [MacLeod]Dime como es el orbe.[/MacLeod] – tenía muchas más preguntas que me apetecía hacer en ese momento, pero lo principal era mantener la comunicación con ellos. Era cosa de mi disco y su orbe, así que necesitaba saber cómo funcionaba, por qué había conectado con Leo y no con otro.

    – [Leo]Parece una gema, pero de dos colores que se mezclan entre sí, moviendose continuamente. Es del tamaño de la palma de mi mano.[/Leo] – describió.

    – [MacLeod]Dime los colores.[/MacLeod] – pedí.

    – [Leo]Azul celeste, frío. Y el otro es verde agua. [/Leo] – dijo él, finalmente.

    – [MacLeod]Son los colores de mi disco. Gelus Terram. Puede que sean tus elementos de daë.[/MacLeod] – teoricé. – [MacLeod]Llama a Amy, dile que coja su orbe. Voy a intentar comunicar con ella. No pierdas la tuya de vista por si no lo consigo.[/MacLeod] – pedí, temiendo cortar aquella frágil conexión que me unía a ellos. – [MacLeod]Espera, ¿en qué pensabas cuando cogiste la orbe?[/MacLeod] – la duda me asaltó, no solo debía haberse puesto a la escucha, tenía que haber algo más.

    – [Leo]En Kaylee.[/Leo] – dijo, sin más detalles.

    – [MacLeod]Oh. De acuerdo. Dile a Amy que piense en mí. Y Leo, si no volvemos a hablar, cuida de ellas, por favor.[/MacLeod] – de pronto su imagen se manifestó delante de mí, más clara, como si nuestra conexión fuera más intensa en ese momento. Asintió, mirándome. Él también podía verme.

    Cortamos la conexión y me aferré al disco. Él me escuchó después de que pensara en las niñas, en mi pequeña Kay, cuando él también pensaba en ella. Su alegría cuando era pequeña, su fuerza, que pareció apagarse cuando Leo se marchó. Todos aquellos años sufriendo, perdiendo una parte de nosotros mismos viendo a nuestra hija pasarlo mal.

    Entonces la sentí. – [MacLeod]¿Amy? Por favor dime que estás ahí.[/MacLeod] – pedí. Mi corazón iba a toda velocidad y estaba a punto de llorar, pero siempre había sido un hombre muy práctico. Dejaría las lágrimas para cuando no tuviera que ayudar a mi pequeña a estar a salvo.

    – [Amy]¿Qué quieres, brasas?[/Amy] -replicó mi hija mayor. La habría reconocido en cualquier condición, aunque tengo que reconocer que no era exactamente la respuesta que esperaba.

    – [MacLeod]¿Me estás diciendo que llevo dos noches sin dormir porque habéis desaparecido y cuando por fin hablamos me llamas brasas?[/MacLeod] – le repliqué. Estaba convirtiendo mi preocupación en una reprimenda, así que traté de concentrarme.

    – [Amy]Sep.[/Amy]- sentenció. Su imagen empezó a aparecer delante de mí y vi que se reía. Hacía mucho que no la veía reirse. Solo con verla me sentí mejor.

    – [MacLeod]A veces eres igual que tu madre.[/MacLeod] – respondí, suspirando. – [MacLeod]Amy, necesito que me digas de qué colores es tu orbe.[/MacLeod] – pregunté, odiándome por tener que ser práctico y conciso. No era un momento para la lógica, era un momento para alegrarme de ver a mi niña sana y salva. Pero ni eso podía disfrutar con normalidad.

    – [Amy]Azul y verde.[/Amy]- resumió. Dicen que los niños se parecen a sus padrinos y sin duda Amy había salido tan parca en palabras como el suyo.- [Amy]¿Cómo estáis?[/Amy] – añadió. Poder mirarla a los ojos sabiendo que ella también me veía era un milagro. Con Leo había costado más tiempo verle directamente, quizá porque no teníamos un vínculo tan intenso.

    – [MacLeod]Ahora mejor, estábamos muy preocupados. Tu madre tuvo una visión.[/MacLeod] – resumir en pocas palabras el desasosiego de los últimos días era imposible y Amy no necesitaba saber lo mal que lo habíamos pasado. – [MacLeod]¿Estás a salvo, tesoro?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Amy]Estoy con Leo.[/Amy]- se quejó. Que Leo se fuera había sido el catalizador de la depresión de Amy, pero como buen padre, sabía que había algo más, algo que no estaba contando, pero aprendí a tener paciencia y a esperar que algún día lo contase todo, por muy difícil que fuese.

    – [MacLeod]Lo sé. Pero sé que estarás bien. [/MacLeod] – dije tratando de darle confianza, pese a que yo mismo careciera de ella. – [MacLeod]No sé si preocuparme de haber conectado primero con él porque estaba pensando en tu hermana.[/MacLeod] – comenté cuando el pensamiento se me pasó por la cabeza.

    – [Amy]Lo que nos faltaba…[/Amy]- se quejó de nuevo. Me asaltó el miedo de no saber cuánto tiempo más podríamos estar hablando.

    – [MacLeod]Escucha, cariño. Sé poco de esto, pero te explico mi teoría, por si se corta la conexión.[/MacLeod] – dije, gesticulando ahora que sabía que me veía. – [MacLeod]Leo dice que el orbe estaba donde desapareció el disco, que ahora volvemos a tener nosotros. El de Leo tiene los mismos colores que el mío, y el tuyo tiene el azul, que seguramente será claro.[/MacLeod] – expliqué, aprovechando para ordenar mis ideas. – [MacLeod]Voy a hacer pruebas para comprobarlo, pero creo que solo puedo comunicarme con los que tengan alguno de mis elementos de Daë, porque no respondió nadie hasta que di con Leo.[/MacLeod] – era una teoría, quizá podía hablar con cualquiera, pero era demasiada coincidencia.

    – [Amy]Tiene sentido[/Amy] – replicó mi hija. La vi tan decidida y tan sabia allí delante de mí, enfrentándose a lo desconocido de forma tan estoica. Habían crecido mucho. Quizá no nos necesitaban tanto ya como nosotros a ellas.

    – [MacLeod]No vamos a apartarnos de los discos.[/MacLeod] – le prometí, sin saber quién necesitaba más esa promesa. – [MacLeod]Cuando nos necesitéis, estaremos aquí. Y si no nos necesitáis…llamadnos igual.[/MacLeod] – le pedí. No eran unas vacaciones así que estaba justificado pedirles que nos llamaran a diario sin parecer un padre loco.

    – [Amy]Por favor, papá. Qué cursi eres[/Amy].- replicó llevándose una mano a la cara, avergonzada, pero la vi sonreír. Hacía tanto que no podíamos hablar en condiciones. Me pregunté si no les habríamos dado por sentado demasiado pronto. Había hecho falta todo esto para poder estar más unidos.

    – [MacLeod]No soy cursi. Me preocupo por vosotras.[/MacLeod] – me quejé. Había intentado siempre ser un padre a la altura de las circunstancias y conectar siempre con ellas, pero tres hijas son muchas hijas y me había pasado diez años cansado. – [MacLeod]Eso no es ser cursi. Simplemente os quiero mucho.[/MacLeod] – añadí. No está mal decir que quieres a tus hijos, había sido una herencia de masculinidad tóxica durante años. Quería a mi padre y sabía que él también a mí, pero nunca nos lo habíamos dicho. Y eso era un error que debía continuar. – [MacLeod]Pero no soy cursi. Soy…guay. ¿Soy cursi?[/MacLeod] – pregunté.

    – [Diana]No eres guay desde 2015.[/Diana]- escuché decir a otra voz, una que siempre conseguía dar calidez a mi corazón. Me giré y vi a Diana en el umbral de la puerta, con cara de cansada.

    – [MacLeod]Voy a intentar pasarte con tu madre, a ver si funciona. Si se corta, volveré a llamarte mañana.[/MacLeod] .- dije mirando una vez más a mi pequeña. Diana se puso donde la dije mirándome extrañada. No había visto a Amy.

    Le tendí mi disco y le dije que pensara en Amy, pero no llegó a contactar con ella.

    – [MacLeod]Cariño, era Amy, podemos hablar con ellos, con los discos.[/MacLeod] – le cogí las manos, conteniendo a duras penas las lágrimas. Había pasado mucho miedo por ellas.

    – [Diana]¿Estás perdiendo la cabeza?[/Diana]- me preguntó, mirándome fijamente.

    Negué con la cabeza, dándome cuenta de que quizá había sonado un poco loco con el disco en la mano mirando hacia un punto en el que solo yo veía a Amy.

    – [MacLeod]Podemos comunicarnos a través de los discos, con los que tengan un elemento en común con nosotros. Hablé con Leo, que es Terram Gelus, y luego con Amy que es Gelus. Tú no pudiste hablar con ella porque no tenéis elemento en común.[/MacLeod] – le señalé las anotaciones de lo que había ido diciendo Leo.

    – [Diana]Pues vaya mierda de sistema.[/Diana] – espetó, creyéndome.

    Me encogí de hombros, no podía decirle mucho más porque tenía poca información. Iba a ser imposible saber de base qué elementos tenía cada uno de los niños, así que tocaría hacer prueba y error. – [MacLeod]Tiene que ver con la conexión entre elementos. En teoría Lucy conecta con todos nosotros, así que quizá ella podría hablar con todos los niños.[/MacLeod] – teoricé, recordando aquella vez en la que Lucy nos hizo ver los recuerdos de las personas cercanas. Al cabo de unos segundos me di cuenta de que me había perdido en mis pensamientos. Vi a Diana sentada a mi lado, con cara de cansada. Siempre parecía fuerte, pero era frágil, todos lo éramos. Me percaté de que apenas la había visto los últimos días, aunque estuviese a mi lado. Así que la abracé y le di un largo beso en los labios.

    – [Diana]Habrá que dormir, ¿no?[/Diana] – dijo ella, mirando el reloj que tenía sobre la mesa. Era tarde, sí.

    – [MacLeod]Primero tengo que avisar a los demás. No podemos perder los discos de vista.[/MacLeod] – me puse en pie, con renovadas fuerzas.

    – [Diana]Son las cinco de la mañana.[/Diana]- se quejó Diana, con un gesto igual que el que había hecho Amy hacía unos minutos.- [Diana]He tenido tres hijas y merezco dormir.[/Diana] – sentenció.

    Le sonreí, había estado despierta hasta muy tarde ayudándome. – [MacLeod]Tú ve a descansar, cariño.[/MacLeod] – la acompañé a la sala común y la tapé con un par de mantas.

    – [Diana]Van a estar bien.[/Diana]- dijo cubriéndose hasta la cabeza con la manta.- [Diana]Son mis hijas.[/Diana] – añadió.

    – [MacLeod]Lo sé. Te quiero cariño.[/MacLeod] – le di un beso en la mínima parte que tenía descubierta y me fui hacia la biblioteca, dispuesto a llamar a los demás. La primera sería Sarah, sabía que estaría despierta.

    Por fin tenía buenas noticias. Por poco que pudiéramos hacer, teníamos contacto con los niños y eso significaba que podíamos aferrarnos a resultarles útiles, a ayudarles con lo que necesitaran. No era mucho, pero era suficiente.

     

     

    Os dejo un enlace a los diferentes «cluster» de comunicación. http://biblioteca.moondale.es/2019/01/18/clusters/

  • ESCISIÓN

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    La vida a veces te hace replantearte ciertas cosas, aunque en nuestro caso, en el mundo en el que vivíamos y con las cosas a las que estábamos expuestos, eso iba al extremo.

    Yo siempre había sido un completo «friki» de los dinosaurios. Os podéis imaginar que con su parecido a mi forma de Rakkthathor, era algo habitual, además, era lo más cercano a los dragones que habíamos tenido según lo que contaba la historia «humana», pese a que en la realidad los dragones existiesen y no fuesen todos tan malos, pero eso es algo que descubrí bastante tiempo después.

    Evidentemente eso hacía que imaginarme ver a esos seres caminando por la Tierra sería impresionante. Recuerdo ver muchas veces toda la franquicia de Jurassic Park y releer los libros. Pero nada de eso me preparó para verlos caminar frente a mí.

    Mi llegada a ese mundo había sido, como muchas cosas en mi vida, apresurada. Primero estaba en el mundo de los Daesdi y luego estaba en un inmenso espacio natural donde todo parecía magnificado al no haber sido tocado por la mano del hombre. La nieve se veía cercana, cubriendo las montañas que nos rodeaban.

    Al principio no lo supe, claro está, pero cuando mis ojos se acostumbraron al entorno empecé a fijarme en enormes figuras animales que sobresalían en el horizonte. Un ruido me sobresaltó y vi que una estaba detrás de mí. Al menos pensé que era una, en realidad era una manada que se acercaba a nuestra zona. Un escalofrío me recorrió la columna y todo pareció ir más despacio a medida que yo iba más rápido.

    Me fijé en uno de los saurios, no medía más de tres metros de largo y parecía algo más bajo que yo. Tenía una cresta entre la nariz y los ojos. Eran una manada de unos siete u ocho, probablemente algún tipo de Coelophysis. Así que no, no eran herbívoros. Cualquier duda que tuviese quedó despejada cuando vi a cámara lenta cómo se fijaban sus ojos en mi zona.

    Miré a mi alrededor y vi que no había llegado solo: Lexie, Kaylee y Sophie habían llegado conmigo. No me lo pensé dos veces, cambié a mi apariencia Rakkthathor y las cargué a las tres, corriendo a cualquier sitio lejos de aquellos predadores.

    A medida que avanzaba, mis ojos no daban crédito a las maravillas que veía. Formaciones de gemas y piedras preciosas a plena vista, paisajes de colores y formas que nunca había visto ni en fotografías. Contuve el impulso de detenerme y sacar la cámara de su funda, que esperaba que siguiese intacta. Cuando estuve a punto de detenerme cerca de un riachuelo de color rubí, vi a un enorme ‘Allosaurus’ y lo esquivé, dirigiéndome a las montañas donde esperaba encontrar menos amenazas.

    Allí, en la base de un gran pico nevado, me detuve al ver una entrada. Dejé a las demás allí un momento y me interné en la caverna para asegurarme de que estaríamos a salvo. Después de inspeccionarla con detalle, volví a por ella y nos quedamos a unos metros de la entrada, por si algo nos sorprendía.

    Mis corazones latían a plena potencia. Mi cabeza era un hervidero. Estábamos en la prehistoria, pero no en la de la Tierra o al menos no como decía la arqueología, porque las especies de dinosaurios que había visto por el camino pertenecían tanto al cretácido como al jurásico. Aún no había visto ninguno del triásico pero no podía descartarlo.

    Estaba deseando hablar con alguien de todo lo que pasaba por mi cabeza, pero ellas parecían estar inconscientes. Respiraban, lo había comprobado cada cinco minutos, pero el viaje debía haberles afectado. Yo me había librado porque mi metabolismo iba más acelerado para paliar los daños que pudiera provocarme la propia electricidad de mi cuerpo.

    Un par de veces salí al exterior y tomé fotografías. La cámara había sobrevivido a todo el trayecto y parecía estar bien y funcional. Usando el teleobjetivo de la cámara exploré la distancia sin alejarme de la entrada de la caverna.

    Vi una enorme laguna de agua rosada, el río de color rubí que nos habíamos cruzado, especies de dinosaurios de todo tipo, incluso del triásico, confirmando que no estábamos en la Tierra, si no en el Cúmulo Nexus y probablemente en el pasado, en el tiempo de los Daë anteriores a nuestros padres. Aquél lugar era asombroso. A lo lejos se distinguían playas donde la arena y piedras eran puras gemas.

    Las montañas contenían mi capacidad de visión y no quería alejarme de la cueva por si pasaba algo. Tras las montañas se divisaban estelas de humo que llamaron mi atención. Traté de ver más, pero me fue imposible. Continué observando un buen rato hasta que di con una especie de aldea que no encajaba con aquél tiempo. Parecía sacada del pasado, sí, pero no de un tiempo tan remoto. No llegué a ver si había personas, estaba demasiado lejos, pero si había un daë allí, habría sobrenaturales o humanos.

    No podía hacer mucho más así que volví con las demás después de recoger lo necesario para hacer un fuego. No fue difícil crear fricción con mi velocidad, pero para cuando terminé de poner a punto las llamas, ya se estaban despertando.

    – [Lexie]Por un momento he pensado que estaba muerta y me ha parecido bien.[/Lexie] – se quejó Allie…Lexie, poniéndose en pie. Aún no terminaba de conciliar su verdadero nombre con su verdadera apariencia. Allí estaba, poniéndose en pie, con el ceño fruncido y una ropa imposible para vivir cualquier tipo de aventura, pero eso era lo que menos parecía importarle.

    – [Noah]Ha debido ser el teletransporte. Y tener que moveros tan rápido no ha ayudado.[/Noah] – traté de explicar. Lexie me oyó, pero no pareció querer responderme. Había pensado durante el rato en el que había estado solo que quizá fuese un buen momento para arreglar las cosas, pero la vida real era más difícil que lo que uno podía imaginar en su cabeza.

    Kaylee se incorporó en ese momento y tuvo que quedarse sentada.- [Kaylee]Me encuentro fatal.[/Kaylee]- se sujetaba la cabeza y parecía algo mareada.

    – [Noah]Bebe un poco.[/Noah] – le tendí una botella de agua. No era demasiado grande. Me había llevado algunas cosas de primera necesidad para llegar al lago, pero no había contado con que nuestro camino terminase dejándonos tan lejos de casa, de lo contrario habría preparado una mochila como habían hecho los del otro grupo.

    Kaylee lo agradeció y bebió poco a poco. Al cabo de un rato pareció estar mejor, porque se puso a comprobar cómo se encontraba Sophie, aún «dormida». Era la única de todos que no tenía nada de sobrenatural.

    – [Noah]En parte es culpa mía. Me desperté antes y nos iban a atacar, así que os moví.[/Noah] – expliqué, mirando a ambas pero recibiendo una mirada cortante por parte de Lexie. Ni siquiera la apartó, simplemente me observó, desafiante.

    – [Lexie]¿Dónde estamos y cómo salimos de aquí?[/Lexie] – preguntó. En ese momento no me cabía duda de que si hubiera podido evitar preguntarme, lo habría hecho. Me pregunté si Xander se habría sentido así durante todos estos años y comprendí el dolor que había cargado mi primo.

    Suspiré, tratando de tener paciencia. Si sumaba lo que sabía de Lexie y Allie, llegaba a saber bastantes cosas de ella, aunque prácticamente no hubiese contado nada de sí misma. – [Noah]Estamos probablemente en un mundo del Cúmulo Nexus. Un mundo…prehistórico.[/Noah] – expliqué. Había buscado en los recuerdos de mi padre algún tipo de información sobre ese lugar, esperando que en los conocimientos que había ganado de las Pruebas hubiese algo de la historia de los daë, pero de su pasado no había nada. Había algunos que podía descartar por sus apariencias, como los de Géminis o Piscis, pero corría riesgo de equivocarme.

    – [Kaylee]No es la peor opción.[/Kaylee]- comentó Kay, sacando su lado más positivo. – [Kaylee]Pero tenemos que buscar comida.[/Kaylee] – añadió. Agradecí tenerla allí conmigo, era un gran apoyo no solo por su capacidad si no porque desde que había cambiado, era una persona increíble con la que sabía que podía contar para cualquier cosa.

    – [Noah]Sí, pero va a ser difícil no ser «la comida».[/Noah] – repliqué, casi hablando solo para ella. – [Noah]He visto un poblado cerca.[/Noah] – aclaré. Cuando Sophie se recuperase podría ser uno de los primeros sitios que nos convendría visitar. Pero teníamos varios problemas: uno era la ropa y otro el idioma.

    – [Lexie]Yo me voy de aquí. Vosotros jugad a las casitas.[/Lexie] – espetó Lexie cortando la conversación. Cogió su mochila y fue derecha hacia la entrada sin contemplaciones.

    – [Noah]Lexie, no puedes irte. No creo que tus ilusiones vayan a funcionar con los dinosaurios.[/Noah] – dije dando un par de pasos en su dirección, preocupado. La conocía lo suficiente como para saber que sería imposible convencerla de nada, pero estábamos en un caso de fuerza mayor.

    – [Kaylee]No había dinosaurios en la prehistoria.[/Kaylee]- puntualizó Kaylee.

    – [Noah]Lo sé, y he visto especies de diferentes periodos.[/Noah] – aseguré, encantado de poder discutirlo con alguien. Ese mundo era una mezcla de periodos mesozoicos junto con elementos de la prehistoria humana, al menos. Aunque todo eran conjeturas y teorías basadas en lo que había visto, no había rastros de grandes civilizaciones. – [Noah]Por eso creo que sí estamos en el Cúmulo.[/Noah] – añadí. No tenía sentido que el pasado de la Tierra fuese así, ni siquiera teniendo en cuenta la presencia de los demonios.

    – [Lexie]Me importa una mierda.[/Lexie]- replicó Lexie de malos modos. No entendía cómo era posible querer tanto a una persona y que a la vez, pudiera sacarte de quicio. Lexie no atendía a razones y me resultaba muy frustrante.

    – [Noah]No puedes irte. Tenemos que mantenernos unidos.[/Noah] – le pedí. Miré hacia Kaylee, suplicando su ayuda. En ese momento mi relación con Lexie no me ponía en el mejor lugar para convencerla.

    – [Kaylee]No te vayas.[/Kaylee]- lpidió Kay, poniéndose en pie.- [Kaylee]A un mordisco de Rex dudo que sobrevivas.[/Kaylee] – añadió, pero Lexie no escuchaba, ya había salido de la cueva con paso apurado. Hice una seña a Kaylee y la seguí.

    En el exterior hacía mucho frío y aunque llevábamos ropa de abrigo, no estábamos preparados para tanto.

    – [Lexie]No me sigas.[/Lexie]- dijo Lexie al verme detrás.- [Lexie]Yo me tengo que ir de aquí.[/Lexie] – añadió. La había visto otras veces así, pero nunca con tanto empeño. Había discutido con los Daesdi porque no soportaba que nadie decidiese por ella y no había podido hacer nada por evitarlo.

    – [Noah]Lexie la única forma de salir de aquí es ayudar a los daë.[/Noah] – traté de explicarle, serio.

    – [Lexie]¿Los dae me van a ayudar cuando el audífono se me quede sin pilas?[/Lexie] – replicó, girándose hacia mí. Su piel bronceada parecía más sonrojada de lo habitual por el frío y quizá también por la ira que desprendía.

    – [Noah]Encontraremos la forma. Te lo prometo.[/Noah] – dije, acercándome un poco. En mi mente seguía la fantasía de arreglar las cosas y volver a ser tan cercanos como antes. Henry aún tenía en sus manos el prototipo que me había llevado de Infinity, pero no sabía si ya lo habría logrado hacer funcionar.

    – [Lexie]La voy a encontrar yo sola ahora mismo.[/Lexie] – afirmó, tensa. Fue a girarse pero le cogí la mano en el último instante.

    – [Noah]Por favor. No hay otra forma, no puedes salir de aquí. Estamos a millones de kilómetros de la Tierra, ni siquiera sabemos si en el presente.[/Noah] – no era consciente en ese momento, pero a Lexie poco le importaba la lógica de la situación. Era un volcán en plena erupción y podía haber dicho cosas diferentes que sí la hubieran convencido. O quizá no, nunca lo sabría, al final las cosas ocurren como tienen que ocurrir.

    – [Lexie]Que me da igual.[/Lexie] – se soltó de mi mano y caminó, alejándose.

    – [Noah]No puedes escapar siempre.[/Noah] – ya se lo había dicho otras veces y sabía que no le gustaba escucharlo de mí, pero la desesperación nubla el juicio.

    – [Lexie]Vaya que no. Madre mía, te digo yo a ti que sí.[/Lexie] – aseguró, sin darse la vuelta.

    Caminé tras ella y fui a responderle, pero un estruendo como nunca había escuchado reverberó en el helado aire de la montaña. Miré hacia arriba y vi una enorme figura alada. Al principio lo tomé por un ‘pteranodon’ o algún dinosaurio volador de algún tipo, pero cuando lo vi lanzarse en picado hacia la llanura y rociar con su aliento de fuego un grupo de herbívoros antes de llevarse uno entre sus fauces hacia la cima de la montaña, lo supe. – [Noah]¿U-un dragón?[/Noah] – sin terminar de creérmelo. Aquél lugar era aún más peligroso de lo que parecía.

    – [Lexie]Joder.[/Lexie] – replicó ella.

    La miré y vi en sus ojos que no iba a volver con nosotros. Sabía que me odiaría si me la llevaba de aquél lugar, pero todo en mí temblaba de miedo ante de la idea de verla contra cualquiera de aquellas criaturas.

    – [Noah]Lo siento.[/Noah] – aferré su cuerpo tratando de no ser demasiado personal para no invadir su espacio teniendo en cuenta el enfado que tenía conmigo y volvimos a la cueva.

    – [Lexie]¿Pero tú no estás bien de la cabeza?[/Lexie] – me gritó. – [Lexie]Que te he dicho que me voy. No tienes derecho a nada. ¿Sabes quién soy yo? ¿Tú sabes quién es mi padre?[/Lexie] – espetó, cada vez más cerca. Ante sus palabras, me iba viniendo abajo. No soportaba la idea en la práctica de que estuviese enfadada conmigo. Nos conocíamos desde hacía mucho tiempo y lo que sentía por ella seguía ahí. Pese al dolor de saber que me había mentido, seguía ahí. Quizá esa era la peor parte, saber que quizá ella no volviese a querer acercarse a mí nunca, pero yo si seguiría queriéndola. Así que el dolor y la pena dieron paso a la frustración y el enfado.

    – [Noah]¿Me estás diciendo en serio que quieres salir sola a un mundo donde hay dinosaurios y dragones?[/Noah] – me sentía tenso. Quería llegar a ella y arreglar las cosas pero sencillamente, no podía, como si fuera incapaz de contener la frustración que me provocaba todo aquello. No dejaba de pensar en que me había mentido durante años y ahora prefería ponerse en peligro a sabiendas con tal de tener la razón.

    – [Lexie]Sí.[/Lexie]- sentenció, más seria de lo que nunca la había visto. No sabía si estaba enfadada conmigo, con los daesdi o con todo a la vez. Negué con la cabeza, dándome por vencido. Me estaba dejando llevar demasiado rápido por la derrota, pero aquella batalla no la iba a ganar. Mi fuerza de voluntad no era tan buena.

    Lexie no perdió el tiempo y se marchó de nuevo hacia la puerta, pero se topó con algo que la retuvo, una especie de muro invisible. Su grito de rabia me dejó aturdido.

    – [Kaylee]Te quedas aquí.[/Kaylee]- aseguró Kay, ayudando a incorporarse a Sophie.- [Kaylee]Y chimpún.[/Kaylee] – sentenció. Lexie volvió a soltar un grito de rabia. Volvieron a mi los recuerdos de un tiempo en el que Lexie era mi apoyo y Kay la que estaba perdida. Eso puso en perspectiva para mí lo mucho que cambian las cosas.

    – [Kaylee]Cuando te canses, hay que pensar cómo vamos a sobrevivir a la noche.[/Kaylee] – replicó, mirándola. Desde lo de Infinity, Kaylee había empezado a recuperar las fuerzas que le habían flaqueado y ahora cada vez parecía más su verdadero yo.

    Lexie estaba fuera de sí, golpeando el muro, arañándolo. Su enfado y su frustración no hacían más que aumentar a medida que el mundo seguía impidiéndole hacer lo que ella había pensado. Mi mirada se cruzó de nuevo con la suya y no pude soportarlo.

    – [Noah]Voy a salir a por comida.[/Noah] – dije, poniéndome en pie. Era una de las primeras cosas que debíamos conseguir para estar a salvo, pero en ese momento concreto más que por una decisión lógica y meditada, lo hice porque no podía seguir en el mismo espacio que una Lexie que me detestaba.

    – [Lexie]Ojalá te coma un dinosaurio.[/Lexie]- maldijo ella, cuando pasé a su lado.- [Lexie]O un dragón. O un dragón dinosaurio. [/Lexie] – no fueron las palabras, si no la ira que puso en ellas, las que mermaron aún más mis fuerzas. Sinceramente, y ya sé que no queda muy heroico, lo único que me apetecía en ese momento era llorar.

    – [Kaylee]Cállate ya, Lexie.[/Kaylee]- intervino Kaylee. Se puso en pie y se acercó a mí, desactivando el conjuro.- [Kaylee]Voy contigo.[/Kaylee] – quise decirle que iría más rápido yo solo y que ellas necesitaban su ayuda, pero verdaderamente, no me sentía con ánimos de estar solo.

    – [Sophie]Váyanse, que yo vigilo al chacal.[/Sophie]- confirmó Sophie, ganándose una mirada airada de Lexie.

    Como no podíamos tenerla encerrada para siempre y, sinceramente, pensaba que su principal problema era conmigo, Kaylee no volvió a conjurar el muro, supongo que siendo consciente también de que Sophie podría hacer algo parecido.

    Kay caminó conmigo en silencio por la zona. La llevé hasta una especie de bosque de árboles gigantescos donde había varios arbustos. Tardamos un buen rato en decidir qué frutos podían ser comestibles, observando a algunos de los herbívoros de la zona.

    Finalmente volvimos y cuando me acercaba a la cueva, sentí que algo no iba bien. No tardé en confirmar mi corazonada. Sophie estaba allí con el ceño fruncido, maldiciendo para sí. No había rastro de Lexie. No me hacía falta pensar a gran velocidad para saber que ella era la causa del enfado de Sophie y que se había ido. Sola en ese mundo lleno de peligros.