Moondale

Etiqueta: Kaylee MacLeod

  • UNA HERIDA SANGRANTE

    XANDER ECHOLLS

    PICO TANTREE – NOCHE

    El día había llegado y con él, el peso del mundo empezaba a recaer sobre mis hombros. Nunca sabría cómo había sido capaz de sobrellevarlo mi madre. Me sentía responsable de todas y cada una de las personas que habían ido allí conmigo, por no mencionar del conflicto con los demás, que seguramente apareciesen para evitar nuestro plan. La realidad de salvar al mundo era más difícil de lo que vendía la ficción.

    Caminaba en silencio por el sendero de la montaña que llevaba al lago subterráneo del Pico Tantree. Era una suerte que por la noche y con el frío otoñal que ya empezaba a notarse, no hubiese gente en los alrededores.

    Miré a los demás, que iban siguiendo la marcha hablando entre ellos, todos cargados con mochilas aunque algunos las llevaban demasiado ligeras mientras que la mía era una de las más grandes, solo superada por la de Elle. Si la tía Diana leyera eso último…

    – [Lexie]Odio esto. Odio salvar el mundo. Yo tendría que estar en mi casa haciéndome las uñas. [/Lexie]- se quejó Lexie por enésima vez. Había estado tan desconectado del mundo real planificando todo esto que me había resultado sorprendente ver allí a Allie, la amiga de Noah, solo para descubrir que era la hija de Karen y Fenris, que también era Lexie y que era una tanuki con múltiples caras. Eso para quien crea haberlo visto todo.

    – [Idris]Si no salvamos el mundo nadie hará pintauñas. [/Idris]- le replicó Idris. Gracias a él habíamos conseguido tres de los discos. Ya solo faltaban los que tenían Noah, Leo, Jane y Kaylee, junto con el del tío Ed, que imaginábamos que también tendrían.

    – [Owen]Yo también, pero es como dice Idris.-[/Owen] se unió Owen. Me vino a la mente una imagen de Owen en plena moda Lounie.

    – [Lexie]Te las puedo pintar yo. Llevo unos cuantos esmaltes en la mochila.[/Lexie]- aseguró con orgullo. Ya me los imaginaba sentándose allí a punto de arriesgar sus vidas para salvar el mundo pero con las uñas perfectas.

    – [Xander]Hablando de eso, ¿lleváis todo lo que podáis necesitar?[/Xander] – pregunté. Yo me había asegurado de echar ropa limpia y todos los artículos de supervivencia que había podido imaginar, además de mi espada, Ocaso..

    – [Amy]Menos charla y más andar.[/Amy] – nos apremió Amy, que lideraba la marcha. Parecía estar muy cómoda en un lugar tan cercano a la naturaleza y con una brisa tan fresca. Sabía que debía estar concentrada para no ceder a los impulsos de la luna llena.

    Elle se puso a mi altura. Solté un paquete alargado que llevaba enganchado a un lateral de la mochila y se lo tendí. Su mochila era enorme, pero era la que mejor podía cargar con ello, especialmente desde que había empezado a entrenar con el tío Ed.

    Ella lo abrió un poco y vio el mango de su espada, Albor.- [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió con una sonrisa. La pobre se había encargado de cargar con tiendas de campaña y un montón de cosas necesarias y me imaginé que se habría olvidado de llevar algo para protegerse.

    – [Xander]Yo también llevo la mía. [/Xander]- le dije. Papá nos las había dado cuando fuimos mayores de edad. Para él era muy importante que estuviéramos juntos porque él había perdido su infancia con la tía Cara.

    – [Owen]Oye, gracias por salvarme de la versión maligna de mi hermana.-[/Owen] – escuché decir a Owen, acercándose a la altura de mi prima.

    – [Amy]Nada.[/Amy]- respondió ella, mirando fijamente sus pies. La había notado algo más inquieta con Owen que en su día. Desde el principio no le había sorprendido mi idea de usar las Pruebas, así que debía haber visto algo, quizá algo que le incluyese a él.

    – [Idris]¿Han puesto el sitio este más lejos? [/Idris]- escuché quejarse a Idris, que llevaba puesta la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en modo altavoces de su InfiniBand.

    – [Amy]Ya he dicho antes que menos hablar y más andar.[/Amy]- le recordó, apurando el paso y dejando a Owen atrás.

    – [Idris]A alguien Le sienta mal la luna llena [/Idris]- replicó Idris. Miré a Ezra, que iba también de los primeros y le vi concentrado, parecía estar costándole bastante contenerse.

    – [Cole]Hay más calor en el sitio al que vamos.[/Cole] – dijo Cole de pronto. Me paré un instante a pensar en lo que acababa de decir. Cole y yo nunca nos habíamos llevado especialmente bien de pequeños, era el típico niño al que te dirían que no te acerques, salvo que mis padres no eran así. Por suerte había vuelto cambiado, muy cambiado.

    – [Lexie]No sé qué hago aquí si no entiendo lo que dice el místico este ni soy amiga de nadie.[/Lexie]- se quejó de nuevo Lexie.

    – [Cole]Gente. [/Cole]- le explicó con calma. Cole tenía una variación del poder de su padre respecto a la energía, básicamente era una batería viviente y era capaz de detectar fuentes de energía. – [Cole] Y me caes bien. [/Cole]- añadió.

    – [Ezra]No me gusta el calor-[/Ezra]  comentó Ezra, a destiempo. Se notaba que estaba lidiando con el licántropo pugnando por salir.

    – [Idris]¿No es mejor que el frío Capi? [/Idris]- le preguntó Idris. Vaya, me habría gustado ser el Capitán América, pero hay que reconocer que la forma de encontrar a Ezra se lo adjudicaba perfectamente.

    – [Lexie]Y tú estás muy bueno. [/Lexie]- replicó Lexie, por encima de Idris.

    Cole le devolvió la sonrisa y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad por Noah. A lo largo de la caminata Elle se había encargado de explicarme que Noah y Lexie se habían peleado porque bueno, él no sabía que Lexie y Allie eran la misma persona.

    – [Idris]Villiers que te vigilo. [/Idris]- sentenció Idris.

    Continuamos durante algo más de un cuarto de hora y finalmente llegamos al final del camino. Allí, cerca del cartel del Lago Marmalade, estaban Jane, Nate, Kaylee, Noah, su amigo Niall, Leo, Michael, Sophie y Laura, la amiga de Henry.

    – [Owen]Bueno. La cagamos.[/Owen] – resumió Owen. Caminamos lentamente hasta colocarnos frente a ellos. Estaban en inferioridad numérica, pero evidentemente no íbamos a dejar que las cosas llegasen a ese extremo. Esto no iba a ser como cuando dos superhéroes se cruzan en los cómics.

    – [Jane]Te dije que no iba a permitir que te pasara nada.[/Jane]- respondió Jane, mirándonos fijamente. Nuestras miradas se cruzaron un instante, pero la apartó.

    – [Owen]Un poco excesivo, ¿no crees?[/Owen] – respondió su hermano.

    – [Xander]Solo hemos venido a pasear un grupo de amiguitos.[/Xander] – respondí, haciendo énfasis en lo de «amiguitos». Sí, quizá me había sentado un poco mal.

    – [Henry]Sí, vamos de acampada.-[/Henry] añadió Henry.

    – [Laura]Si no llega a ser por Jane, no me entero de que estás aquí.[/Laura] – espetó Laura. No había tenido demasiado trato con ella pero sabía que con Jane sí, además de evidentemente, con Henry y Sophie, que también venían de la isla. Supuse que Jane no había dudado en buscar apoyos.

    – [Jane]Estáis siendo ridículos e inconscientes.[/Jane]- espetó, cruzándose de brazos.- [Jane]Spoiler: no sois los Moondies.[/Jane] – sabía dónde dar si se lo proponía. El estigma de nuestros padres siempre iba a estar presente en nosotros. Ellos eran un grupo, nosotros apenas nos manteníamos juntos y a la vista estaba que no estábamos todos de acuerdo.

    – [Ezra]Los Moondies tampoco lo eran cuando empezaron.-[/Ezra] – replicó. Le miré, es extraño no crecer con alguien y saber que es tu primo. El tío Ed siempre había estado muy cerca de nosotros y en ese momento, por primera vez desde que le conocí, me había recordado mucho a él.

    Por el rabillo del ojo vi a Noah mirando a Lexie. Mi primo no conseguía decir nada, apenas mantenía la mirada.

    – [Kaylee]¿Sabéis por qué me llamo Kaylee?[/Kaylee] – preguntó mi prima. Verla así,  llena de tanta seguridad, decidida a detenernos, no pudo más que alegrarme por ser consciente de sus renovadas fuerzas. Habría preferido que esa fuerza estuviera de mi lado, pero no podía más que estar contento porque esta situación le hubiera dado un motivo para dar un paso al frente.

    – [Ezra]Lo sé perfectamente. Por eso hacemos esto.-[/Ezra] dijo la fuerte voz de Ezra. Él sabía mejor que nadie la historia de Kaylee. Aunque la tía Lucy no hablase mucho de eso, todo el mundo lo sabía, y quizá en el futuro de Ezra sí lo había hecho.

    – [Xander]No va a morir nadie. [/Xander]- le respondí. Si alguien tenía que hacerlo, sería yo. Esta había sido mi  idea y el coste de llevarla a cabo sería mío. Pero sinceramente, no me apetecía dar mi vida así como así y esto iba a resolverse con todo el mundo a salvo.

    – [Kaylee]¿Te atreves a garantizarlo?[/Kaylee] – insistió Kaylee. Sabía que tenía pocas pruebas que darle más allá de mi voluntad y unos estudios que no garantizaban ni siquiera que el portal se abriese.

    – [Leo]No va a morir nadie porque no vais a ninguna parte.[/Leo] – escuché decir a mi primo. Su voz resonó también con fuerza, me pregunté si sería por la luna llena y el licántropo que trataban de contener.

    Iba a responderle, pero Elle se colocó entre los dos grupos. – [Elle]Vale, ya.[/Elle]- pidió, haciendo señas. – [Elle]Fin. Escuchadme: estamos aquí porque si no detenemos a Omega, podemos acabar como Mia.[/Elle]- explicó. Su mirada fue hacia Dante y Cole a modo de disculpa por mencionar a su madre. La mía la siguió. Cole parecía sereno y decidido, emanaba un aura de tranquilidad. Sin embargo Dante tenía una cara de enfado que no veía desde un tiempo después de venirse a vivir con nosotros. Se le había reabierto una vieja herida que dolía ahora más que nunca. – [Elle]Es la única opción que tenemos contra ella. La única.[/Elle]- suspiró mi hermana, resignada. Elle odiaba los enfrentamientos, sin por ella fuera todo el mundo se llevaría bien. Era una energía que se contagiaba y daba esperanza en los peores momentos. Se notaba que estando divididos lo estaba pasando mal.- [Elle]Es tan poderosa que yo misma podría ser ella en este momento.[/Elle] – añadió. Desconocíamos el alcance de los poderes de Omega, excepto los que había mostrado. – [Elle]No hemos venido a fastidiar, ni de fiesta. Hemos venido a salvar el mundo y a salvarte a ti, Jane.[/Elle] – añadió, mirándola fijamente.

    – [Noah]Lo siento, pero no podemos permitirlo. [/Noah]- escuché decir a mi primo. Con Noah no había tiempo de reacción. Apenas pude moverme del sitio cuando Noah apareció frente a nosotros, con todos los discos en su mano.

    – [Lexie]Te dije hace mucho que no te fiaras del mapache, Noah.[/Lexie] – dijo Lexie en voz alta. Noah ató cabos rápidamente. Miró sus manos y la ilusión de los discos se desvaneció, mostrando tan solo unas piedras.

    – [Noah]No sabes lo que está en juego. [/Noah]- replicó, mirándola, enfadado. No habíamos tenido un plan útil contra Noah hasta que ella se unió a nosotros.

    Las miradas estaban fijas en Noah, por si volvía a intentarlo, pero capté a Kaylee y Sophie mirarse entre sí y empezar a murmurar unas palabras. – [Kaylee] Ahora, Noah.[/Kaylee] – El disco de mi madre salió del bolsillo interior de mi chaqueta y flotó hacia ellos. Lo agarré rápidamente, pero se escapó entre mis dedos. Mi prima había vuelto a recuperar una parte de sí misma que siempre se le había dado muy bien.

    Estábamos perdiendo, pero no podía más que elogiar el plan. Noah recogió los discos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo, pero se detuvo mirando hacia un punto alejado de nosotros. Seguí su mirada y vi que un disco salía de entre unos arbustos. Noah lo recogió también y en un parpadeo apareció ante nosotros con tres invitados inesperados: Bowie, Vera, Elliot y Tina. – [Noah]Habéis estado a punto de arrastrarlos con vosotros[/Noah] – por mucho que me sorprendiera ver a Tina allí, que nunca había estado interesada en lo sobrenatural y por eso siempre parecía pasar por alto lo extraño que sucedía a su alrededor, ver a Vera, Bowie y Elliot me dejó helado. Con ellos allí no podíamos correr riesgos.

    – [Amy]No venían con nosotros.[/Amy]- replicó Amy con una voz intensa que parecía instar a seguir sus órdenes. Miró a su hermana, orgullosa. Mis primas MacLeod compartían todas una vena rebelde que no me quedaba claro de quién venía, aunque quizá fuese tan marcada porque venía de los dos.

    – [Jane]¿Elliot? Pero si tú eras el único normal de la familia…[/Jane] – dijo Jane, visiblemente preocupada. Si había entrado en todo esto para proteger a Owen, con Elliot allí estaría muy afectada. Todo en mí me pedía hablarle, pero no lo conseguía.

    – [Xander]Bowie, no deberías estar aquí.[/Xander] – le recordé a mi hermana pequeña. Físicamente era una adulta, pero aún le faltaba mucho para poder valerse por sí misma en el mundo exterior, más aún para estar en un lugar tan peligroso como ese.

    – [Bowie]Tus posibilidades de morir son más altas que las mías y más si tenemos en cuenta que está Jane aquí y…[/Bowie]- Elle corrió a taparle la boca. No necesitábamos un análisis estadístico de las probabilidades de morir con todos aquellos inocentes allí. Teníamos que irnos.

    – [Noah]Ya no hay problema, porque me llevo esto.[/Noah]- Noah tenía todos los discos en una bolsa, seguramente también los de los que iban con él para no correr riesgos. Desapareció y supe que se los llevaría lejos, escondidos hasta que pasara la luna de sangre.

    Pero un segundo después escuché un ruido. Miré hacia atrás y vi que Noah se había detenido. Fue apareciendo en distintos puntos a nuestro alrededor, como si algo evitase que se fuera. Miré a Lexie.

    – [Lexie]Esta vez no he sido yo.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Es como… La telekinesis de Dom. [/Noah]- explicó Noah, con cara de terror. Eso solo podía significar…

    Tina se apartó de Vera, Elliot y Bowie y sonrió de una forma en la que jamás la había visto sonreír.- [Omega]Hola, Elliot.[/Omega] – saludó al pequeño de los Williams.

    – [Idris]¿Esa chica siempre ha sonreído como una psico? [/Idris]- preguntó Idris. Él nunca había tratado demasiado con Tina, especialmente desde empezó a estar más distanciada poco después del cumpleaños de los gemelos. Había vuelto hacía unos meses y el secreto que llevábamos guardando toda la vida con ella se desveló cuando ella confesó que también tenía poderes. ¿Todo este tiempo había sido Omega?

    – [Omega]Desde hace unos meses.[/Omega]- respondió, sonriente. Temí por Tina.

    – [Idris]Al menos no te has marcado un Luke y Leia. It’s something.[/Idris] – bromeó Idris, seguramente tratando de ayudar a que no nos quedásemos allí paralizados.

    – [Kaylee]¿Qué has hecho con Tina? [/Kaylee] – preguntó Kaylee. Una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

    – [Omega] Tina se fue y… no volvió.[/Omega] – sonrió de manera perversa y no supe que sentir. Quería odiarla, quería vengarme, quería tomarme la justicia en mi mano, pero seguía teniendo la cara de Jane. No podía odiar esa cara.

    Mi mente bloqueó lo de Tina, volvería con fuerza cuando hubiese un momento de calma, pero en ese instante lo más importante era que consiguiéramos salir con vida de allí. Omega debía haber esperado a que nos reuniéramos todos para conseguir todos nuestros poderes. Se lo habíamos puesto en bandeja de plata.

    Un destello emanó de la bolsa que llevaba Noah. La luna empezaba a alzarse, roja y amenazante, iluminando la escena.

    – [Omega]Podría haber sido cualquiera, incluso Jane.[/Omega]- se jactó, mirándonos. Estaba tranquila, jugaba con nosotros porque podía, porque lo disfrutaba.- [Omega]La última vez Xander estuvo encantado.[/Omega] – espetó. Me quedé quieto, no podía mirar a Jane a la cara. Había evitado hablar de lo que pasó, había tratado de rechazar y enviar a mi subconsciente el beso que habíamos compartido y las esperanzas que había tenido momentáneamente.

    Analicé la zona buscando qué hacer, buscando una salida. Los discos brillaban y todo el mundo estaba quieto, hasta que dejó de estarlo. Dante fue el primero en abalanzarse sobre ella, impulsándose con sus alas para golpearla. Ella ni siquiera se movió. Se giró hacia él y en el último momento usó el poder de su padre para lanzarle contra una roca. Contuve la respiración hasta que le vi moverse.

    – [Omega]Dejad de intentarlo, en serio.[/Omega] – sonrió. Un licántropo cubierto de plata se lanzó sobre ella y le hizo un corte a lo largo de la garganta.Ni siquiera tuve tiempo a tener esperanzas de que Leo hubiese acabado con el problema, porque Omega no perdió la sonrisa y su herida se cerró en segundos. Tenía el poder de regenerarse, Noah tenía razón.

    Leo dudó un segundo, confuso. Ella no, alzó su mano y le aferró por la garganta. Su puño se convirtió también en plata y elevó a Leo en el aire. Trató de moverse y liberarse, pero ella no le soltaba.

    – [Noah]Leo, no. [/Noah] – Noah se transformó en Rakkthathor a la velocidad del rayo y cargó contra ella, pero no consiguió moverla del sitio y del choque, la bolsa con los discos salió despedida y se desperdigaron contra el suelo, brillando cada vez con mayor intensidad. Pero al menos consiguió que soltase a Leo, que abandonó su cuerpo de plata para respirar con dificultad.

    Llamas, hielo, luz, oscuridad, magia y todo tipo de fuerzas se unieron contra ella, que no cedía y ni siquiera daba atisbos de estar cansada o esforzándose. No la venceríamos con nuestros poderes. No estábamos entrenados para trabajar en equipo y Omega se había criado como cazadora de potenciados. Veía perfectamente las debilidades entre nosotros y la falta de compenetración y la aprovechaba.

    Jane, Michael y algunos de los que menos poderes ofensivos tenían, estaban apartados, tratando de proteger a Bowie, Elliot y Vera. No había otra opción, era nuestra única salida, así que corrí hacia los discos y los fui reuniendo.

    Corría tan rápido que mi cuerpo parecía moverse por instinto. La piedra me rasgaba la piel de las manos y la sangre se mezclaba con el polvo. Cuando conseguí reunir todos los discos, brillaron intensamente y un rayo salió disparado hacia el lago Marmalade.

    – [Xander]El portal está abierto, es nuestra única oportunidad.[/Xander] – les dije, señalando el lago. No podíamos hacer otra cosa que correr y encomendarnos al destino.

    Noah consiguió alejar a Omega de nosotros y echamos a correr todos juntos. Estábamos ya cerca de saltar cuando ella se colocó frente a nosotros lanzando a un Noah en forma humana que por suerte respiraba.

    Omega sonrió y se preparó para acabar con nosotros. Los discos brillaban. La luna se alzaba como una herida sangrante en el cielo. Y entonces nos desvanecimos.

  • EL COSTE DE HACER LAS COSAS BIEN

    Kaylee – Cabaña de Noah

    Tarde

    Estábamos en la cabaña de Noah el susodicho y yo intentando avanzar en la investigación para encontrar algo que pudiera parar al otro grupo, ya que quedaba claro que las palabras no eran suficientes. Hacía una tarde de sol brillante que invitaba a liberar las domingas al sol, pero claro, si el post fuera sobre eso, nos subirían a InfiniPorn.

    Por los altavoces de la vieja radio (esto de luchar contra Infinity nos tenía en el Paleolítico) empezó a sonar «Bien por ti» de Viva Suecia, así que me levanté, me estiré la falda y cambié de canción de malas formas.- [Kaylee]Sorry not sorry[/Kaylee].- solté volviendo a sentarme, pero la música a Noah se la debía buscar su hermano, porque los primeros acordes de «Home» me taladraron los oídos.- [Kaylee]Pues sin música, coño[/Kaylee].- la apagué y mi amigo enarcó las cejas.

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  • EL OSCURO CAMINO

    DOS DÍAS ANTES DE LA LUNA DE SANGRE

    DANTE VILLIERS

    TARDE – TALLER

    Pisé el acelerador y disfruté de la tierra suelta alzándose a mi alrededor. Mi Chevrolet Convertible del ’60 rugió bajo el capó. Su motor original había desaparecido hacía mucho tiempo para se sustituido por un motor eléctrico obligatorio, por normativa y porque los combustibles fósiles habían dejado de venderse hacía tiempo. Había vuelto a cambiar el motor hacía poco y ésta era la primera prueba. Me había costado bastante encontrar uno bueno que no fabricase Infinity, pero aún quedaban algunas compañías extranjeras, eso sí, a bastante precio.

    El viento me azotaba la cara y me sentía igual que cuando volaba. Miré el cronómetro y pisé más a fondo el acelerador. Después de unas cuantas vueltas sonreí, el nuevo motor no defraudaba.

    Conduje de vuelta al taller y aparqué el coche en mi plaza. Apenas un par de pasos fuera del coche y los pensamientos que me llevaban dando la paliza los últimos meses volvieron a estar ahí.

    Me costaba contener la ira y la frustración. No tenía nada que ver con lo de Infinity, porque a fin de cuentas, no me afectaba demasiado: no había vuelto a entrar a Endless, mi InfiniBand estaba tirada en un cajón del taller y apenas hablaba con los demás usando el móvil ni las aplicaciones de ellos. Ni siquiera me gustaban sus cafés.

    Lo que de verdad me llevaba presionando todo ese tiempo era ella, Omega. Desde el momento en el que la vi desplegar las alas para huir de allí, lo supe. No podría olvidar esas alas. Ella se las había robado, le había robado su poder y ahora se paseaba por el mundo impune.

    Traté de buscarla al principio. Quería matarla, no podía pensar en otra cosa. Cole trató de detenerme, pero no hizo falta, porque no había ni rastro de ella. Desde entonces había esperado una señal, hasta que Xander me llamó hacía unos días.

    Tenían un plan. Después de todo el puto verano tenían un plan para librarnos de esa asesina. Para Xander y Owen era la única opción que pasaba por no matarla. Me hizo gracia que se tomaran contemplaciones después de lo que había hecho. Pero para mí no dejaba de ser un plan magnífico, porque garantizaba algo peor que la muerte. Esa asesina iba a sufrir toda la eternidad en un vacío en el que no había nada más que tortura y locura.

    Para eso hacía falta encontrar los discos de los Daë. Bastante gracioso teniendo en cuenta que el inútil de mi padre era uno de ellos y en el único momento en que me podía hacer falta, volvía a fallar. El del tío Hiroshi era una suerte que lo tuviese Cole, pero el de Logan estaba perdido, de hecho, él mismo lo había perdido hacía unos años.

    En teoría los demás se iban a encargar de buscar todos los discos y darnos a los que no lo tuviéramos uno para pasar las Pruebas. Quizá ni siquiera hiciese falta hacerlo, y solo con abrir el portal podríamos mandarla allí. Lo que más le preocupaba a Xander era el sacrificio de su tía Kaylee, la que ahora era Lucy más o menos. Supuestamente no iba a hacer falta, pero si fuera necesario, no tenía problema en ofrecerme para castigar a esa asesina para toda su vida.

    Di un golpe a una viga del garaje e intenté calmarme, había demasiadas cosas que me gustaban en la vida como para morir. Nadie iba a morir, solo ella iba a sufrir por lo que había hecho.

    Tratando de despejar la mente, pensé en ir a ver a Kaylee. Xander me había dicho que no iba a participar y sin duda su magia nos había resultado muy útil, además ella sola había montado el grupo de rescate.

    Cogí el coche y me presenté en su casa. Tardó un rato en abrir y ya me estaba dando la vuelta cuando abrió. Parece que estaba sola en casa. Me sentí como en una película porno, salvo que esto no iba a acabar así.

    – [Dante]Menos mal que esta vez no está Leo aquí.[/Dante] – bromeé. No voy a negar que me habría gustado meterme entre ellos dos aquella noche, pero había que salvarles la vida a los demás y bla bla, además no parecía ninguno muy por la labor.

    Kaylee empezó a murmurar y unas pequeñas esferas de luz chocaron contra mí. Picaban como si fueran mosquitos. Entré a la casa y ella se sentó en un sofá de la sala de estar.

    – [Kaylee]¿Te da envidia?[/Kaylee] – preguntó, sonriendo. Parecía que estaba mejor que hacía unos meses, pero todavía se le veía cara de cansancio por las preocupaciones. Envidia no era la palabra, me daba pena la oportunidad perdida pero hay que aprovechar la vida en el momento.

    – [Dante]Venga, ¿con lo que te he visto hacer me vas a decir que no vas a venir con nosotros a echar a ese monstruo?[/Dante] – le pregunté, sentándome en un sillón.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- negó rotundamente, sin ganas de dar más detalles.- [Kaylee]¿Quieres un café o algo?[/Kaylee] – añadió. Pensé si se refería a un café o a un «café». Tenía pinta d ser lo primero, por desgracia.

    – [Dante]No, venía solo a ver si te convencía.[/Dante] – confesé. Ninguno de los que íbamos por el momento a abrir el portal estaba muy versado en magia. Hasta ahora solo sabíamos seguro que íbamos: Cole y yo, Xander, Owen, Amy, Idris y Elle. Siete, y había catorce discos, aunque aún no los tuviéramos todos localizados. El mayor problema lo habían puesto Noah y Leo, que no querían participar en el plan y tenían los discos de sus padres. Quise ir yo a hablar con él, pero Xander no me dejó.

    – [Kaylee]¿Seguro? [/Kaylee]- insistió, alzando una ceja. Volví a pensar en qué tipo de café se refería, pero no, era el de beber. Antes de poder responderle, mi mirada se detuvo en él y la de Kaylee, tan aguda como siempre, me siguió.

    – [Kaylee]¿Quieres que te eche de cada como si yo fuera el tío Phil y tú Jazz? [/Kaylee]- amenazó al verme observar el disco.

    – [Dante]¿Tu amiga es la hija de Aphrodite?[/Dante] – le pregunté, disimulando. Ese disco era uno de los que no teníamos localizados y no lo iba a dejar escapar. Había visto un par de veces a la chica que compartía casa con Kaylee, otro dúo en el que habría participado con ganas. Sabía que era hija de una amiga de Diana pero no había pensado en qué amiga sería. Sophie no estaba por allí, pero al parecer se había dejado el disco allí.

    – [Kaylee]Sí.[/Kaylee]- replicó ella, seria. No me iba a dejar llevármelo ni iba a poder engañarla, era más lista que yo.

    Asentí y me di la vuelta. – [Dante]Ya, en fin. Tengo que irme, tenemos mucho que planear.[/Dante] – fui hacia la puerta y Kaylee me habló cuando estaba cruzando el umbral.

    – [Kaylee]Tened cuidado.[/Kaylee]- me deseó. Parecía apenada y preocupada, pero aun así, no quería actuar.

    – [Dante]No me apetece mucho ver a esos bichos que dibujó Daakka, pero a ver cómo sale.[/Dante] – comenté. No sabíamos si tendríamos que repetir las Pruebas que ellos pasaron, pero haríamos lo que fuese necesario.

    – [Kaylee]Puedes no ir.[/Kaylee] – me recordó. Eso no era una opción. Era mi única oportunidad.

    – [Dante]Quiero que esa asesina sufra como hemos sufrido los demás. Se merece algo peor que la muerte.[/Dante] – repliqué, conteniendo apenas la ira que crecía en mí cuando lo recordaba. Kaylee agachó la cabeza y no respondió.

    – [Dante]Ya nos veremos. Supongo.[/Dante] – me despedí. Subí al coche y di la vuelta a la manzana. Volví a la casa y me deseé suerte a mí mismo. Llamé a la puerta y al no abrir al momento, supe que Kaylee había vuelto a su habitación. Cuando llegó a abrir la puerta, usé mi poder una vez más y aparecí en su salón. Busqué el disco y lo cogí a toda velocidad. Escuché la puerta cerrarse a toda prisa. La sala de estar estaba cerca de la entrada así que volvía a teletransportarme. Mientras me internaba en la oscuridad escuché la voz de Kaylee.

    – [Kaylee]Dante, como cojas el disco, te mato.[/Kaylee]- gritaba. Ya era demasiado tarde. El disco estaba en mis manos. No tenía de qué preocuparse, lo devolvería en cuanto todo eso hubiese terminado, pero no antes.

     

  • UN MUNDO QUE SALVAR

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, EDIFICIO CENTRAL

    El tiempo, cuando estás nervioso y preocupado, trascurre mucho más deprisa. Sin apenas poder pararme a pensarlo, el verano había llegado y se estaba marchando ya, mientras mi mente debatía día tras día las amenazas que teníamos ahora encima: Infinity y Omega.

    Supongo que es hablar demasiado bien de mí dejando pensar que mis únicas preocupaciones eran referentes a peligros trascendentales para todos los seres vivos y para mis seres queridos concretamente, así que voy a aclarar que no había sido eso lo único que había rondado mi mente.

    Durante un breve instante, en un lugar sacado del infierno, con todo el mundo en peligro, me había sentido como el héroe que siempre había querido ser, como los Moondies. Todo había parecido resuelto, las cosas con Jane estaban arregladas e iban incluso mejor de lo que jamás habría esperado. Nos habíamos besado y mi corazón albergaba solo esperanza por el futuro que teníamos por delante. Creía que todo, absolutamente todo, podía conseguirse con fuerza de voluntad. Y entonces mis esperanzas se vieron aplastadas delante de mis propias narices por nunca había sido Jane, solo Omega, jugando conmigo.

    No quería hablar de ello con nadie. Mis problemas con Jane habían sido públicos durante mucho tiempo y me avergonzaba confesarle a nadie Omega me había engañado con tanta facilidad porque me había dado lo que quería, el amor de Jane.

    Así que en lugar de hablarlo, me concentré en la preocupación que era común para todos. Usaba la InfiniBand con recelo, pese a las modificaciones que había hecho Henry a todas las nuestras. No había vuelto a conectarme a Endless, en su lugar, si conseguía concentrarme, usaba alguna de las viejas consolas de mi padre. No había vuelto a hablar con Jane desde la mañana siguiente, cuando ya estaba completamente recuperada, de hecho, ni siquiera hablamos en ese momento, solo me miró y desviamos la mirada.

    Mi tiempo, en resumen, se trataba principalmente de mi trabajo en la Escuela Legado, pasar tiempo con mi familia, incluida la nueva miembro a la que todos tratábamos de dar el mayor apoyo, y entrenarme con Owen para estar a la altura de lo que pudiera pasar.

    – [Xander]¿Qué tal está tu hermana?[/Xander] – pregunté, golpeando uno de los muñecos de Wing Chun, que en nuestro gimnasio privado eran de piedra y acero para soportar los golpes. Owen y yo los acolchábamos un poco, mis madres y Elle no lo necesitaban, de hecho, eran la fuente de ingresos de la empresa que los proporcionaba para la Escuela.

    – [Owen]¿La repostera o la malvada?[/Owen]. – trató de quitarle importancia, pero los dos sabíamos que no colaba. Ver a su hermana así, aunque fuese una versión malvada y psicópata, le había afectado profundamente. Yo también habría llevado mal enterarme de que estaba suelta por el mundo una Elle que me había matado. – [Owen]Bien supongo. Ya sabes como es se encierra en si misma.[/Owen] – comentó. Parecía acostumbrado a cómo lidiaba Jane con sus problemas. Se conformaba más que yo, por suerte eso le quitaba frustraciones.

    Asentí, serio. Bowie tenía razón pese a su «corta edad». Me habría gustado arreglarlo con Jane, especialmente ahora que podía necesitar ayuda una vez más para lidiar con la revelación de sus poderes. Pero una barrera invisible me lo impedía. – [Xander]No sé cómo pudo engañarnos.[/Xander] – comenté en voz alta. Cada día lo repasaba en mi cabeza, era exactamente igual.

    – [Owen] Jane siempre ha sido muy buena actriz. Supongo que eso se extiende a cualquiera de sus versiones.[/Owen]. – respondió. Cuando éramos pequeños siempre estaba apuntada a todas las obras que había en el colegio y se le daba bien. No dejaba de dar vueltas a la noche de los recreativos, ya no sabía quién de las dos me había encontrado. En su día me había parecido demasiado «punk» para ser Jane, pero estaba confuso y no quería hacerme ilusiones.

    – [Xander]Ya, pero me engañó la que es una asesina y una psicópata.[/Xander] – y que tenía casi tantos años como nuestros padres y madres. Noah había teorizado que Omega había debido conseguir el poder de un potenciado que no envejeciese o que tuviese regeneración celular. Con los Moondies había huido una chica que tenía regeneración y no volvieron a saber de ella, así que era una opción. Tenía un tablón en su cabaña con otras teorías de los asesinatos de potenciados que había habido en los últimos años, como Magnolia o la madre de Dante, junto a los que sabía que había matado en su futuro por los recuerdos que tenía su padre. Evidentemente, el poder de Owen y el de su padre eran preocupantes, pero el de la Amy de su mundo, que no estábamos seguros de si lo había conseguido o no, era uno de los más peligrosos, junto con la telepatía que había conseguido de la April de su mundo.

    – [Owen]Nos engañó a todos. Y no eres el único que cometió una estupidez por ella.[/Owen] – dijo, dejando el muñeco por un momento.

    Me detuve y le miré. Owen no me había dicho nada hasta ese instante,  pero saltaba a la vista que lo que fuese, le preocupaba. – [Xander]¿Qué hiciste?[/Xander] – pregunté sin juicios.

    – [Owen]Destruir las muestras de sangre.[/Owen] – aclaró, apartando la mirada. – [Owen]No me pareció bien que tuvieran algo con lo que pudieran hacer daño a Jane. Y ahora no podemos detener a su versión Killer Queen.[/Owen] – añadió.

    Volví a golpear el muñeco mientras pensaba. Las muestras habrían venido bien para encontrar la forma de detenerla, porque de una mala Infinity podría encargarse de ella. Golpeé demasiado fuerte el muñeco en una zona no acolchada y me quité el guante para ver si tenía la mano bien. Parecía que solo era el golpe, pero aun así, descansé.

    Owen lo había hecho por un buen motivo y de todas formas, seguro que Infinity habría intentando controlar a Omega o crear un ejército con su poder.

    – [Xander]No podemos dejarla libre otros veinte años.[/Xander] – llevaba mucho tiempo en las sombras. Según la teoría de Noah, recuperándose del viaje o de algo que le hubiesen hecho en la Iniciativa. Los Moondies sabían que estaba aquí porque en un futuro iba a tratar de controlar la utopía de Z después de reemplazar a mi madre, pero no había hecho acto de aparición y aunque ellos seguían alerta, no parecía una amenaza.

    Con Ezra por allí estaban más preocupados, se les notaba. Se habían reunido más veces, pero no tenían ningún atisbo de presencia de Omega por ninguna parte. No podíamos decírselo, era nuestra responsabilidad, nosotros le habíamos dado lo que quería y nosotros teníamos que librarnos de ella antes de que fuera tarde.

    – [Owen]¿Se te ocurre alguna idea?[/Owen] – preguntó. Dejé de divagar y volví a la realidad. Nos hacía falta un plan, algo para poder enfrentarnos a ella pese a que nos superase abismalmente en poder. – [Owen]Porque por muy versión malvada que sea, sigue siendo mi hermana. Y no me siento cómodo si la opción es matarla.[/Owen] – añadió. Le miré. Acababa de darme una idea con eso de no matarla.

    – [Xander]Vamos un momento a la biblioteca.[/Xander] – le dije, quitándome los guantes. Él me siguió y cerré la puerta detrás de nosotros. Esa biblioteca del edificio original de la Escuela era solo para Moondies e hijos. En su día había sido una biblioteca común para los alumnos con libros de demonología y ocultismo, pero ahora tenía su propio edificio con más colecciones y esta se había quedado para libros prohibidos y anotaciones de los propios Moondies, especialmente de mi tío Christopher.

    Empecé a repasar los tomos en busca de uno en concreto. Owen me ayudó, pero sin saber qué buscaba exactamente iba más lento. Tampoco yo recordaba cómo se llamaba, solo sabía que tenía que estar allí.

    Al final lo encontré, el tomo de los «Daë». Tenía como título Axis Mundi en sus tapas de cuero y en el interior recordaba perfectamente las ilustraciones de los Guardianes del tío Daakka. Eso era lo que buscaba. Los Moondies nunca tomaban a la ligera la solución violenta. Mason se devoró a sí mismo en la oscuridad y a Z se recluyó en su isla. Pero no eran ellos los que me habían dado la idea. Pasé las páginas y encontré la ilustración. Un vórtice arrastrando al Soberano a la Nada mientras los demás lloraban la pérdida de la tía Kaylee.

    – [Xander]Esto. Pero no sé cómo, ni si saldrá bien.[/Xander] – le indiqué, señalando la ilustración.

    – [Owen]¿Estás seguro? ¿Y si la cagamos y liberamos a ya sabes quién?[/Owen] – replicó. El sacrificio de la tía Kaylee les había marcado a todos. Incluso veinte años después, seguían recordando el día en el que pasó todo, porque la tía Lucy era ella pero no era ella. Para mi madre y mi tía Diana, Lucy era otra hermana, pero no Kaylee, ella se había perdido para siempre en el Axis Mundi. Por eso muchos no querían nombrar al Soberano, como si fuera nuestro propio Lord Voldemort.

    – [Xander]Según el tío Toph solo va en una dirección.[/Xander] – le expliqué, leyendo por encima las anotaciones. – [Xander]Él se escapó cuando fueron a buscar al tío Ed. Es el único arma que nos dejaron los Daesdi.[/Xander] – tenía dudas. Había muchas cosas que podían salir mal. En su día, los Daesdi habían preparado a los Daë para enfrentarse a ello y a nosotros no. Ellos tenían las piedras, nosotros no. Ellos eran un equipo, nosotros no. Pero aun así, no teníamos más opciones.

    – [Owen]Bueno. Si estas seguro me apunto. Es la única opción que no desemboca en un derramamiento de sangre.[/Owen] – aseguró, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]No sé, no es un gran plan, pero no se me ocurre nada más.[/Xander] – respondí con sinceridad. Tenía más cabos sueltos que atados e implicaba hacer muchas cosas a espaldas de los Moondies y de Nate. Traté de empezar a hilar un poco más las cosas. Nadie querría ayudarnos si presentábamos el plan así. – [Xander]Cuando ellos entraron había un evento cósmico.[/Xander] – pensé en voz alta, al ver la ilustración de la superluna de la cosecha, con su resplandor naranja tiñendo el pico Tantree. Volví a una de las estanterías para comprobar los calendarios de eventos astronómicos.

    Los eventos cósmicos afectaban de muchas formas al mundo sobrenatural, no solo por las lunas llenas de los licántropos. Después de un rato, encontré lo que buscaba, lo más parecido que encontraría ese año. – [Xander]Hay uno en nueve días.[/Xander] – le expliqué. Al menos era algo.

    – [Owen]Me encanta que siempre haya poco tiempo de preparación para estas cosas.[/Owen] – comentó con una sonrisa sarcástica.

    – [Xander]Ni siquiera sé si valdrá.[/Xander] – respondí. – [Xander]Se supone que será una luna de sangre.[/Xander] – le expliqué. No sería una superluna de la cosecha, pero la luna se teñiría de rojo y parece que se vería más grande y más nítida desde nuestra zona del mundo. – [Xander]Y no tenemos piedras como ellos, son discos.[/Xander] – comenté, volviendo al tomo de los Daë donde bocetos de los discos más toscos que debía haber hecho el tío Toph, a juzgar por el hecho de que tenían anotaciones y el nombre de sus dueños.

    – [Owen]Siempre podemos cogerlos «prestados».[/Owen] – propuso, haciendo unas comillas con sus dedos. No era lo más correcto moralmente hablando, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

    – [Xander]¿Puedes conseguir el de tu padre?[/Xander] – le pregunté.

    – [Owen]¿Bromeas? Se pasa más tiempo sin ropa que con ella. Está tirado.[/Owen] – Owen le quitaba importancia pero seguía afectando bastante en su casa la acalorada reconciliación que estaban teniendo sus padres.

    Esbocé una sonrisa, no podía sonreír más con la preocupación que tenía encima, pero al menos ahora tenía un propósito. – [Xander]Tenemos que convencer al resto para conseguirlos.[/Xander] – dice.

    – [Owen]Te dejo eso a ti. Tu eres el de la labia.[/Owen] – respondió. Por un momento pensé que lo decía bromeando.

    – [Xander]Sí, como me ha ido tan bien…[/Xander] – le respondí.

    Volvimos a dejar los libros en su sitio para no despertar sospechas en los Moondies y terminamos el entrenamiento. Tenía muchas personas con las que hablar para reunir un grupo suficiente como para pasar las Pruebas. Como mínimo, necesitábamos todos los discos y una persona que lo llevase.

    Había algunos con los que contaba con más facilidad: Amy probablemente dijera que sí, y así tendríamos el del tío Christopher o la tía Diana; de Kaylee no estaba seguro, pero Amy podía coger ambos y otro usaría el que sobrase; Elle seguramente estuviese conmigo, entre los dos teníamos los de nuestros padres; Idris iría donde fuese Elle y podía conseguir dos discos, uno para él y otro para alguien más; Noah tenía acceso a los de sus padres incluso si Leo no quería venir; con Ezra no había hablado demasiado en este tiempo, era un tipo silente, no hablaba mucho de cómo se sentía y me costaba llegar a él, no sabía si nos ayudaría o no, pero de hacerlo, tenía acceso a otros dos discos; y eso nos dejaba con el de Logan, el de Bill, el de Aphrodite y el de Hiroshi, que no tenía ni idea de cómo conseguir.

    Con la primera con la que hablé esa mañana fue con Elle, que me apoyó. Tenía suerte de tenerla como hermana, era un auténtico regalo que ahora también compartía Bowie. Idris estaba con ella así que tuve también mi respuesta e incluso iba a intentar conseguir el de Bill además de los de sus padres, porque sabía que Mike no querría tener nada que ver.

    Después de hablar con ellas y comer algo mientras revisaba el plan, fui a casa de mis tíos a ver a Amy y a Kaylee. Ellos por suerte no estaban, pero Amy sí.

    – [Amy]Hueles a ese[/Amy].- replicó arrugando la nariz, apoyada en el marco de la puerta.

    – [Xander]Algún día tendrás que enfrentarte a ello.[/Xander] – respondí sin acritud, los dos sabíamos hablar entre nosotros sin tomárnoslo a mal. Se hizo a un lado y pasé. – [Xander]Pero vengo a hablarte de otra cosa.[/Xander] – empecé a explicarle, dudando de si ya lo habría visto o no.

    – [Amy]Pues dilo[/Amy].- me animó. Llevaba una ropa sencilla de estar en casa, pero seguía siendo tan magnética como siempre. Llenaba la habitación.

    – [Xander]Quiero abrir la puerta al Axis Mundi para expulsar a Omega igual que al Soberano.[/Xander] – resumí, intentando parecer seguro de mí mismo.

    – [Amy]Si tú vas, yo voy contigo.[/Amy]- ella también sintetizó. Con Amy las cosas eran bastante fáciles, era directa, sin complicaciones.

    – [Xander]Va a ser peligroso. Voy a intentar hablar con todos porque necesitaremos los discos.[/Xander] – expliqué, pese a saber que la respuesta sería la misma.

    – [Amy]Jane va a decir que no[/Amy].- me miró fijamente, así que sí sabía ya algo del plan. Me esperaba lo de Jane.

    – [Xander]Le he pedido a Owen que hablase con ella. De todas formas en su casa solo hay un disco.[/Xander] – respondí, casi para mí mismo más que para ella.

    Amy se quedó en silencio, mencionar a Owen no era la mejor forma de sacarle las palabras desde que tuvo la visión. Conocía bien a mi prima y sabía que le estaba sobreprotegiendo, al igual que a sí misma, pero de momento no podía hacer nada por evitarlo.

    – [Xander]¿Está tu hermana?[/Xander] – le pregunté. Sabía que me refería a Kaylee, Vera era demasiado pequeña como para meterla en ese lío.

    Ella asintió, mientras se ponía la chaqueta para salir.- [Amy]Está en su habitación[/Amy]. – dijo, cogiendo las llaves.

    Asentí. – [Xander]Luego hablamos. Tienes que conseguir un disco y si Kay no quiere, dos.[/Xander] – le aclaré. En su caso no sería difícil, el tío Toph y la tía Diana no los escondían demasiado, igual que mi padre y mi madre.

    Amy me guiñó un ojo y se fue, seguramente porque tenía turno. Subí las escaleras y llegué a la puerta que tenía un cartel de madera donde se leía ‘Kaylee’. Llamé a la puerta y me dijo que pasase. Cuando la abrí vi que tenía varios libros desperdigados por la cama. Las clases aún no habían empezado y lo que vi en uno de los libros antes de que lo cerrase me dejó claro que estaba volviendo a la magia.

    – [Xander]Hola, Kay. ¿Molesto?[/Xander] – le pregunté.

    – [Kaylee]No, pasa.[/Kaylee]- respondió. Se quitó las gafas y se rascó los ojos, cansada. Sabiendo como era en los estudios, debía estar tomándose esto también muy en serio.

    – [Xander]¿Cansada?[/Xander] – le pregunté, sentándome en la silla del escritorio. Me pregunté si seguiría usando Endless como antes o ahora tendría recelos como algunos de los demás.

    – [Kaylee]Sobreviviré.[/Kaylee]- replicó, tratando de sonreír.

    – [Xander]Tengo que hablarte de algo…relacionado con aquella noche.[/Xander] – le expliqué. No sabía cómo decirlo, porque no quería añadir más preocupaciones a las que ella ya tenía encima.

    – [Kaylee]¿Qué mierda te ha dicho Leo? [/Kaylee]- preguntó, visiblemente nerviosa. Le temblaban las piernas cuando se levantó la cama a pasear por la habitación.

    La miré, probablemente con los ojos como platos. – [Xander]¿¿¿Leo y tú???[/Xander] – pregunté. No conseguía creérmelo, tenía que ser que había entendido algo mal. Kaylee había sido la que le había convencido de ir, pero…no podía ser. Si se odiaban.

    – [Kaylee]No, no, no, no.[/Kaylee]- negó con la cabeza y casi solté un suspiro. No sé cómo había podido pensar en que Leo y ella hubiesen tenido algo, era una locura.- [Kaylee]Bueno, sí.[/Kaylee] – corrigió después. No tuve la más remota idea de qué decir.

    – [Xander]¿Quieres…hablar de ello?[/Xander] – se me estaba yendo el motivo por el que había ido allí, pero era más importante ayudar primero a mi prima.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- respondió ella, aún nerviosa. Decidí dejar el tema como un tabú hasta que ella quisiera.

    Asentí para dejárselo ver y volví al tema principal. – [Xander]He venido a hablarte del rescate. De Omega.[/Xander] – aclaré.

    – [Kaylee]Ahora mismo no os puedo ayudar.[/Kaylee] – respondió. Fue tan rápida su respuesta que supe que sus problemas personales estaban aún bloqueándola. Ella había montado el rescate y convencido a todo tipo de gente cercana para ayudarnos. No era por desmerecer a Dante, pero no tenía el don de gentes necesario como para reclutar a alguien que no fuera Cole y al recién descubierto hijo de Logan, Niall, el amigo de Noah. Él mismo lo había admitido, Kaylee había convencido a Lexie, a Leo, a Mike y había recurrido a Nate y Jane. Ella nos había protegido en el peor momento con su magia. Pero al parecer aún se veía poca cosa.

    – [Xander]Si no quieres, lo entiendo. Amy puede coger los discos de tus padres.[/Xander] – respondí. Para alguien tan inteligente como Kaylee la mención a los discos bastaba para dejar claro mi plan.

    – [Kaylee]Lo veo justo.[/Kaylee]- respondió casi automáticamente. Estaba muy tensa, pero no era solo por lo que había ido a decirle. No sabía que decir así que empecé a darme la vuelta, pensando cómo despedirme después de esa jarra de agua fría. – [Kaylee]No deberíais ir.[/Kaylee]- dijo, sin mirarme fijamente.

    – [Xander]No hay otra forma. Ya la viste.[/Xander] – le respondí. Omega tenía más poder del que ninguno de nosotros tenía, ni siquiera los Moondies. Temía perderles después de todo lo que habían luchado. – [Xander]Será mejor que vaya a hablar con los demás.[/Xander] – añadí, despidiéndome. No quería presionarla. Sabía que era capaz, pero no podía obligarla.

    – [Kaylee]Siento no estar a la altura.[/Kaylee]- replicó apenada, girándose para volver a sus estudios.

    – [Xander]Nos salvaste la vida.[/Xander] – le respondí, con una chispa de esperanza, pero ella ni se inmutó, así que salí de su cuarto.

    Casi me tropecé con Vera cuando cerraba la puerta.

    – [Xander]Hola, Vera.[/Xander] -la saludé. Estaba muy cerca, así que empecé a preguntarme si había escuchado nuestra conversación. Ella y el tío Toph estaban muy unidos y tenía miedo de que se lo pudiera contar.

    – [Vera]Uy, hola.[/Vera]- saludó ella, sonriente. Miró su móvil, en el que tenía abierto el InfiniChat. Seguramente no se hubiese enterado de nada, solo iba despistada mirando la pantalla.

    – [Xander]¿Qué tal?[/Xander] – le pregunté.

    – [Vera]Bien.[/Vera]-  dijo con una amplia sonrisa .- [Vera] ¿Y tú?[/Vera] – preguntó.

    Disimulé lo mejor que pude, no me gustaba mucho mentir, siempre me dejaba una sensación desagradable en el estómago. – [Xander]Bien bien. Hoy tengo un poco de prisa, a ver si el próximo día vengo con más tiempo y pasamos un rato juntos.[/Xander] – me despedí demasiado rápido.

    – [Vera]Estoy deseando pasar tiempo con vosotros.[/Vera]- se despidió ella, sonriendo. Hacía tiempo que no pasaba mucho rato con la pobre Vera y me dio pena, pero cuando todo estuviese arreglado las cosas serían más fáciles.

    Pero por el momento aún había muchos planes que hacer y un mundo que salvar. Y aun así, no conseguía quitarme una cosa de la cabeza. ¿¿¿Kaylee y Leo???

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.

  • NO TE HAGAS ILUSIONES

    Lexie – Residencia Universitaria ‘Fenris’

    Noche

    Me estaba costando horrores concentrarme. Navegaba por el catálogo de InfiniTV con la esperanza de dar con el vacía cocos perfecto. Gossip Girl, Élite y Pretty Little Liars. Nada, no era capaz de aguantar más de cinco minutos. ¿Y si probaba con Friends? La comedia más famosa de los noventa seguía teniendo gracia cuarenta años después, pero el problema era yo.

    Desconecté la tele decidida a escuchar música, pero no me animaba ni Ariana Grande. Esa debía ser la señal inequívoca de que algo iba mal, pero no quería admitirlo. La culpa de todo la tenía Noah. Si no se hubiera empeñado en jugar a los héroes, no habría tenido que negarme. ¿Tan difícil era de entender que no me apetecía salvar el mundo? ¿Qué había hecho el mundo por mí?

    El problema estaba en que, por muy igual que me diera el destino de la humanidad, porque total, era la hija de un magnate y seguro que había algún búnker en el que nos acogerían, no me pasaba lo mismo con Noah.- [Kaylee]Sé que soy la persona que peor te cae de todo el mundo, pero Noah te necesita[/Kaylee].- en algún punto, había abierto la puerta y ante mí estaba la versión desmejorada de Kaylee MacLeod en peto.

    (más…)

  • UNA NOCHE FUERA DE LO COMÚN

    LEO ARKKAN

    CABAÑA, BOSQUE DE LOS SUSURROS – NOCHE

    Llevaba algo más de un mes refugiado en mi cabaña del Bosque de los Susurros, oculto completamente de los medios, que se preguntaban si Leo Rivera, el guitarrista de Wolf’s Bane, se había desvanecido en el aire.

    Al principio había resistido la tentación de buscar información sobre mi viejo grupo y lo que se decía de mí. Había de todo, desde conspiraciones muy elaboradas hasta especulaciones sobre los excesos que se cometían dentro del grupo. Wolf’s Bane se había desbandado al poco de irme, supuestamente por tensiones de Rod Chan con el resto, pero no había comentarios de Freddie, ni positivos ni negativos.

    El mundo de la fama no era para mí, lo había tenido claro desde hacía mucho tiempo. Lamentaba haber tenido que esperar a que sucediera el desastre para darme cuenta de ello. Ya era tarde, de todas formas.

    Las primeras semanas había disfrutado de la soledad. Los ligeros sonidos del Bosque volvían a mí, revitalizándome, como si hubiera sido un animal que había estado en un zoológico durante años y por fin volviese a su hábitat.

    Solo había tenido contacto con mis padres, con Noah y bueno, con ‘Freya‘. Con ella hablaba todas las tardes y seguía sintiendo que conectábamos. Era uno de los momentos que más esperaba al cabo del día, la notificación de que ella estaba en el servidor del ‘Mundo Mágico’.

    Mi localización era un secreto, especialmente después de que la gente que estaba detrás de Wolf’s Bane apareciera allí para buscarme y la prensa intentase hablar con mis padres. Quizá por eso me sorprendió tanto cuando olfateé un olor conocido en el exterior que no pertenecía a nadie de mi familia a esas horas de la noche y resultó ser nada menos que Kaylee MacLeod.

    Estar cerca de ella me ponía en tensión de una forma inconsciente y el hecho de que acabase de mencionar que Noah estaba en peligro no contribuía a convertirme en una persona de lo más accesible. Pese a todo, forzado a esperar a que apareciese Dante con el resto, descubrí que su compañía era más agradable de lo que recordaba en nuestros años de instituto. Quizá Noah tenía razón y la vida la había cambiado, pero aún tenía mis reservas, era bastante más cínico que mi hermano.

    No podía dejar de pensar en Noah. No sabía los detalles de cómo había llegado a cometer la imprudencia de entrar a un sitio como ese, sabiendo él mejor que nadie la historia que tenían los Moondies con el lugar. Miré la InfiniBand, no sabía cuando llegaría Dante y esperar sin saber hasta cuando no era uno de mis fuertes.

    – [Leo]¿Va a tardar mucho en venir?[/Leo] – pregunté, inquieto. Kaylee me miró y paró la lista que tenía reproduciendo en su InfiniBand.

    – [Kaylee]No lo sé[/Kaylee].- respondió, algo seca. Me sorprendió su gusto, nunca había tenido tiempo de hablar con ella en el pasado de música y no me esperaba ese estilo, si no más bien algo tipo…electro latino.- [Kaylee]Si te molesto, me voy a la cabaña de Noah[/Kaylee]. – añadió. Me di cuenta de que quizá la había ofendido, pero ambos teníamos gente importante en peligro y no había tiempo para sutilezas

    – [Leo]No hace falta. Pero no me gusta esperar.[/Leo] – expliqué. La paciencia no era una de mis virtudes y era de las pocas cosas que el lobo y yo compartíamos. Me levanté, nervioso, y recurrí a lo que siempre me calmaba. Como Kaylee había parado la música, me senté en el piano y dejé que mis dedos arrancaran los primeros acordes de una melodía.

    – [Kaylee]Al menos, estamos de acuerdo en algo.[/Kaylee] – sentenció ella.

    – [Leo]No es lo habitual.[/Leo] – afirmé, el tacto de las teclas siempre me anclaba, me recordaba que tenía el control.

    – [Kaylee]¿Te caigo mal, Leo?[/Kaylee] – preguntó. Mis dedos se separaron de las teclas lentamente, mientras pensaba una respuesta.

    – [Leo]¿Qué te hace pensar eso?[/Leo] – tenía curiosidad por saber cómo se le había pasado por la cabeza.

    – [Kaylee]Es lo que parece.[/Kaylee] – dijo simplemente, mirándome. Sentí que sus ojos castaños me atravesaban y desvié la vista al piano. Toqué la primera parte de ‘La chica del pelo rojo‘ en su versión original.

    – [Leo]Me decepcionó un poco tu adolescencia. Eras cruel.[/Leo] – decidí que lo mejor era que lo supiera, de todas formas, hacía mucho tiempo que apenas teníamos trato. No había nada que perder. Reconozco que pequé de sincero, pero en aquél momento, creí que era lo mejor, aunque nada me daba derecho a juzgar cómo se había comportado Kaylee, especialmente teniendo en cuenta mis propios errores. En parte creo que se lo dije porque me habría gustado que alguien me lo hubiese dicho a mí también.

    – [Kaylee]A mí también.[/Kaylee] – aseguró, apartando la mirada.

    Paré de tocar y la miré, parecía que el mundo se le había caído encima. Conocía a Kaylee desde la infancia y pese a los cambios, siempre había tenido mucha vitalidad. Sin embargo ahora parecía simplemente derrotada. No era la respuesta que esperaba de la Kaylee que había asimilado. – [Leo]Noah me había dicho algo. Pero me cuesta creerlo.[/Leo] – confesé. Mi hermano veía casi siempre el lado positivo en todo, éramos un contrapunto el uno del otro, así que me imaginé que estaba creando una excusa para perdonarla.

    – [Kaylee]Noah perdona rápido y no todo el mundo es así.[/Kaylee] – aseguró ella. Asentí en silencio. Cuando le conté a Noah la verdad de lo que me había hecho volver, trató de restarle importancia, pero no lo consiguió. Había luchado con algo toda la vida y en una milésima de segundo, todo había cambiado.

    – [Leo]No te falta razón. [/Leo] – me levanté del piano y me acerqué a ella para llevarme la taza de café que ya estaba vacía.

    – [Kaylee]No estoy orgullosa de lo que hecho, pero tampoco lo puedo cambiar.[/Kaylee] – sentí su voz muy cerca, embriagado por su olor a vainilla salpicado de su aroma natural a pimienta y uvas frescas. Bajo esos, distinguía el olor de la hierba cubierta del rocío nocturno, un aroma que atraía con locura a mi lobo interno porque gritaba a voces libertad. Su olor siempre me había atraído demasiado, por eso me inquietaba su presencia, porque no había estado acompañado de una personalidad a juego.

    Cuando me quise dar cuenta, aún estaba frente a ella, con la taza vacía en la mano. – [Leo]Eres muy valiente por cambiar.[/Leo] – dije, pugnando por controlar mi olfato.

    – [Kaylee]Me convertí en alguien a quien odiaba.[/Kaylee] – sentenció, dejando salir las palabras con dificultad. Se notaba de todas maneras que quería hablar de ello, pero me temía que quizá demasiado. Parecía que se estaba castigando en exceso y por eso quería que todo el mundo, incluso alguien como yo, supiera que era consciente de sus errores.

    – [Leo]No eres la única persona que lo ha hecho mal. Pero lo fácil habría sido seguir siendo la misma.[/Leo] –  comenté. Conocía de primera mano un caso parecido. ‘Freya‘, fuera cual fuera su nombre real, había pasado una etapa dura porque había hecho cosas en el instituto de las que no estaba orgullosa.

    – [Kaylee]No he hecho nada digno de alabanzas.[/Kaylee]- replicó. Vi un atisbo de su ‘fuerza’ habitual y pensé que se había tomado mal mis palabras, así que me encogí de hombros y fui a llevar la taza.

    La escuché suspirar un par de veces y al girarme vi que fruncía ligeramente el ceño, así que le pregunté. – [Leo]¿Qué?[/Leo]

    – [Kaylee]Parece que te da todo igual.[/Kaylee] – dijo, como si fuese una realidad o supiese algo de mí.

    – [Leo]Si me diera todo igual no estaría inquieto por ir a salvar a mi hermano.[/Leo] – le recordé, molesto y sin ganas de ocultarlo. Que intentase llevar la vida tal y como me viniese no significaba que no me preocupasen las cosas. Con el tiempo había llegado a la conclusión de que no merecía la pena hacerse mala sangre. Mi licantropía, por ejemplo, no podía cambiarla. Y lo que había pasado me había hecho darme cuenta de que tampoco podía vivir como si no existiese.

    – [Kaylee]Pero no lo demuestras.[/Kaylee] – replicó.

    – [Leo]No tengo por qué exhibir lo que siento como todo el mundo espera.[/Leo] – afirmé, caminando hacia el vestidor. La música te permite transmitir cosas que las palabras no son capaces de manifestar. Da igual la rabia que sientas, dar un puñetazo a una pared no lo va a cambiar, solo vas a parecer fuera de control. Pero en la música puedes plasmar toda tu alma, al desnudo y quien sepa y quiera escuchar, lo entenderá. – [Leo]Voy a cambiarme para salir. Si te molesta puedes esperar fuera.[/Leo] – mi cabaña era distinta a la de mi hermano y más parecida a la de mis padres. Espacios abiertos y grandes ventanales, quería sentirme parte del Bosque, no en una pequeña jaula dentro de él.

    – [Kaylee]¿Pretendes que me vaya a la calle, con el frío que hace porque no te dio la gana poner paredes?[/Kaylee] – preguntó, mirándome fijamente. Me encogí de hombros y empecé a cambiarme, no me importaba demasiado si me veía o no, siendo hijo de mis padres y licántropo, resulta difícil ser tan pudoroso.

     

    Pese a todo, me giré para ver que ella no estaba mirando, me había picado la curiosidad.

    – [Leo]Siento si he sido brusco antes.[/Leo] – me disculpé, subiéndome los vaqueros negros.

    – [Kaylee]No pasa nada. Yo tampoco soy Miss Simpatía.[/Kaylee] – aseguró ella, aunque lo cierto es que empezaba a caerme mejor ahora que su descaro tendía hacia la sinceridad en lugar de a encumbrarse como reina del instituto.

    – [Leo]De pequeña eras mi favorita.[/Leo] – comenté, cogiendo una camiseta gris con el logotipo de Queen. Había sido un regalo de Noah, era su grupo favorito y me parecía lo apropiado para ir a rescatarle.

    – [Kaylee]Y lo sigo siendo. No hace falta que disimules.[/Kaylee]- escuché el ligero sonido del sofá cuando se giró.

    Me giré también mientras me ponía la camiseta. – [Leo]Ya veremos.[/Leo] – dije, conteniendo una sonrisa. Era cierto que de pequeños me había hecho a la idea de que podía encontrar en ella alguien que compartiese mis aficiones. Yo no había nacido licántropo y Amy sí, así que a ella le apasionaba esa parte de sí misma y yo la rechazaba, sin embargo siempre me había llamado la atención la magia y Kaylee era la más interesada en eso. Además, resultaba fácil hablar con ella, era más madura, hasta que todo cambió en el instituto.

    – [Kaylee]¿Puedo lavar mi camiseta en tu barriga?[/Kaylee] – preguntó. Sonreí sin poder evitarlo. No me lo esperaba, de hecho, siempre había pensado que más bien la repelía.

    – [Leo]No hay nada de malo en tener sexo si quieres.[/Leo] – pregunté. Ella abrió los ojos y me miró, sorprendida. No me toméis por alguien que se ha criado en la selva. Mis padres habían tenido que aprender de cero las costumbres sociales y había algunas que no había terminado por adoptar, pero tampoco era su influencia la que me hacía ver el sexo como algo natural, porque entonces Noah también habría sido así y era todo lo contrario. Simplemente me negaba a tener que reprimir un deseo por mero estigma social, cuando no tenía nada de malo. En el fondo sabía que mi forma de ser no era más que mi empeño y cruzada por demostrar que iba a ser quien quisiera ser y no quien la gente esperase que fuera, tanto por la manera de comportarme como por mis deseos.

    – [Kaylee]¿Qué?[/Kaylee] – preguntó.

    Me encogí de hombros. – [Leo]Que no tiene importancia si te apetece. Ayuda a aliviar los nervios.[/Leo] – aclaré. No era mal modo de esperar a que llegase Dante, porque me notaba cada vez más inquieto y tenía miedo de que ni ponerme a tocar lo solventase.

    – [Kaylee]¿En serio?[/Kaylee] – preguntó de nuevo, como si pensara que se trataba de alguna clase de broma. Me imaginé que no estaba interesada.

    – [Leo]No tiene nada de malo. El mundo tiene muchos tabú.[/Leo] – le expliqué. Si no le apetecía, no pasa nada, claro. Un no siempre es y debe ser un no. Si se lo preguntaba era porque la había notado interesada y porque mi olfato lobuno parecía notar algunas hormonas en el ambiente.

    – [Kaylee]¿Me estás diciendo que te quieres acostar conmigo?[/Kaylee] – repitió, incrédula.

    – [Leo]Si no te apetece no le des más vueltas.[/Leo] – dije, restándole importancia. No le apetecía, estaba claro, pero tampoco me iba a avergonzar por preguntarle.

    – [Kaylee]¿Pero quién no va a querer…comerte entero?[/Kaylee] – soltó después de un interminable silencio. La miré fijamente y le tendí la mano para ayudarla a levantarse. Cuando lo hizo, nos quedamos frente a frente. Su aroma me inundaba, después de tanto tiempo molesto por la atracción que me producía esa sensación, la tenía frente a frente.

    – [Kaylee]Esto es un fic porno, ¿verdad?[/Kaylee] – preguntó. Parecía nerviosa.

    Me encogí de hombros y disfruté de la cercanía, pensando. Había conectado a un nivel muy profundo con ‘Freya’, de hecho habíamos llegado a intimar todo lo que se podía a través de algo tan frío como ‘Endless’, pero hacía ya unos días que no sabía nada de ella. Por mucho que había tratado de ponerme en contacto con ella, no había encontrado señal. Quizá se había cansado y había pasado a encontrar algo en el mundo real. No podía culparla. Frente a frente con Kaylee, no podía pensar en otra cosa.

    – [Leo]¿Puedo?[/Leo] – pregunté, tocando la punta de uno de sus mechones.

    – [Kaylee]Nos caemos mal…[/Kaylee] – dijo ella, dudando.

    Nuestros ojos conectaron durante unos instantes. – [Leo]No siempre fue así.[/Leo] – confesé. – [Leo]La chica del pelo rojo.[/Leo] -le recordé.

    – [Kaylee]Amy.[/Kaylee] – sentenció. Me lo imaginaba, todo el mundo daba por hecho que era Amy, pero ella y yo éramos solo hermanos de colmillo, no teníamos nada físico entre nosotros.

    – [Leo]Te equivocas de hermana.[/Leo] – le aclaré.

    – [Kaylee]Pero…[/Kaylee] – respondió, sin saber qué decir. Me di cuenta de que mis canciones eran menos obvias de lo que parecían.

    – [Leo]Quizá sea mejor que lo dejemos para otro momento. Ahora tenemos mucho en lo que pensar.[/Leo] – comenté. Estábamos a punto de meternos en un problema bastante serio y el miedo a lo que pudiera pasarles a cualquiera de ellos estaba en el ambiente. No era el mejor momento para pensar en frío.

    – [Kaylee]Ni de coña.[/Kaylee]- dijo ella. Sus labios se pegaron con fuerza contra los míos en un beso apasionado. Llevé una mano a su espalda para atraerla hacia mí, pero ella se había lanzado tan aprisa que perdió pie y retrocedí hasta dar con la espalda en la chimenea, por suerte, apagada.

    Mis manos sintieron su cuerpo contra el mío y ardí en deseos de quitarnos toda aquella ropa. Kaylee me mordía el labio por el ímpetu y nuestros cuerpos actuaban como si tuviesen vida propia. Nuestras prendas fueron cayendo al suelo, como si estuviésemos en plena metamorfosis. Era algo digno de una canción, hasta que nos interrumpieron.

     

    – [Dante]Joder…¿os dejo unos minutos?[/Dante] – preguntó Dante, girándose tras aparecer en mitad de mi cabaña.

    – [Leo]Primero sal de mi casa. Ahora hablamos.[/Leo] – espeté, molesto. En realidad estaba siendo modesto, me habría apetecido clavarle las garras en ese momento, tanto por entrar sin ser invitado como por llegar en ese preciso momento. Me calmé un poco porque desapareció en una sombra, pero para entonces Kaylee ya se había apartado.

    – [Kaylee]Pues… voy a vestirme. [/Kaylee] – comentó, sonrojada y apresurada.

    Gruñí por lo bajo, el deber nos llamaba. Cuando los dos terminamos de vestirnos en silencio, salimos.

    – [Dante]Vosotros sí que sabéis.[/Dante] – comentó Dante, riéndose. Había venido solo, en un rato nos explicaría que los demás . – [Dante]No os costaba nada haberme invitado.[/Dante] – bromeó. Le miré fijamente, serio.

    – [Leo]Ni una palabra.[/Leo] – aclaré. Kaylee no volvió a mirarme ni a dirigirme la palabra en el resto de la noche, ni en los días siguientes.

    Con ganas de volver a estar solo, esperé que Dante abriese un portal con su poder secreto y lo cruzamos de camino al Bosque de los Lobos. Esa noche iba a ser fuera de lo común.

     

  • SUMERGIDO EN LA OSCURIDAD

    DANTE VILLIERS

    NOCHE – TALLER

    El taller estaba vacío, silente salvo por el ruido de mis manos y mis herramientas bajo el Shelby del ’67. Me encantaba ese coche, quizá porque era muy parecido al Mustang Fastback del mismo año de Daniel, y debería estar disfrutando al arreglarlo para un cliente que no se preocupaba por el grueso de la factura ni por el tiempo, pero en lugar de eso estaba siendo torturado por el maldito ruido de las agujas del reloj.

    Salí de debajo y me limpié las manos en un trapo. Miré el reloj y fruncí el ceño. Ya habían pasado más de cuatro horas para lo que en teoría iba a ser entrar y salir rápidamente.

    Suspiré. En teoría yo me había quedado en la retaguardia para asegurarnos de que había un plan para que pudieran salir. La realidad es que esa era la excusa que el propio Xander me había dado, a sabiendas de que no me interesaba meterme en una situación así por gente a la que no conocía de nada.

    Pero ahora los que estaban dentro me importaban y mucho, eran de la poca familia que me quedaba, y no podía permitirme el lujo de quedarme allí y dejar que se me escaparan de entre las manos como mi madre.

    De pronto me vi allí, al lado de aquél coche, mientras los demás corrían peligro, y me pareció absurdo. Al principio no había querido ir porque una parte de mí disfrutaba de la adrenalina de una lucha así, pero la rehuía para no ser como él. Y al final estaba haciendo algo más propio de él todavía, que era mirar sólo para mí. Pensarlo me dio un escalofrío.

    Empecé a darle vueltas. No podía sacarles de allí yo solo si ellos no había conseguido hacerlo, y no era un genio de la estrategia, así que necesitaba ayuda. Mi cabeza asoció enseguida genio con ayuda y pensó en Kaylee, el problema es que Noah se la había llevado a Escocia y no tenía tiempo para vuelos.

    Respiré profundamente e intenté calmarme. No, en realidad le pegué una patada a un cubo de metal que quedó tirado en el suelo a unos metros. Tenía medios para ir a por Kaylee, pero no quería usarlos, en mi vida había querido.

    Era mi secreto mejor guardado. En el exterior, me importaba todo más bien poco, hacía gala del orgullo de mis alas siempre que podía y no ocultaba mi atracción por las personas para aprovechar la vida. La verdad era que llevaba mucho tiempo guardando un secreto que no sabían ni siquiera los Echolls, un secreto que solo conocía mi hermano Cole, porque fue el que me encontró.

    Fue un día, poco después de empezar la pubertad, en parte eso tuvo mucho que ver. Estaba en el supermercado de la esquina, cerca de casa. Había ido a comprarme un refresco pero me quedé mirando la sección de revistas X. Pensé que nadie me veía y me escondí una. No es que me diera vergüenza que me pillasen en casa con una revista porno, mi padre era bastante abierto en sus gustos con las mujeres. Pero en esta, no solo salían mujeres. Al poco rato de cogerla vi al guardia de seguridad venir a por mí. Me puse nervioso, no sabía qué hacer, así que corrí entre dos pasillos hasta toparme con uno sin salida. Me refugié en una esquina y cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, estaba en un lugar que no me atrevo a describir.

    Pasé allí varias horas, solo, muerto de miedo con las cosas que veía, hasta que conseguí volver, apareciendo justo en el salón de casa. No recuerdo cuanto tiempo estuve en el suelo. Cole me encontró, sé que tenía fiebre. Cuando desperté se lo conté todo, él me había escondido la revista. Con el paso del tiempo me di cuenta de que podía manipular la oscuridad, que mi poder no eran solo las alas de mi madre. Nunca llegué a practicar, siempre me horrorizaba el recuerdo de aquél frío que me devoraba por dentro en ese lugar.

    Me senté y empecé a pelear conmigo mismo buscando excusas para no hacerlo. En el fondo esperaba un mensaje de Xander diciendo que ya habían salido, pero no llego nada. Silencio total. Cuando no pude soportarlo más, hice que la oscuridad se abriera a mi alrededor.

    El frío reptó por mi columna como si una mano estuviese a punto de arrancármela y entonces, me engulló. Temí por unos segundos lo que iba a ver, así que fijé la vista en la salida y corrí sin mirar a ambos lados de ese Reino de la Oscuridad.

    Lo siguiente que vi fueron los árboles de los Bosques del Lobo. Tardé en ubicarme y cuando lo hice me acerqué a la linde para ver la sede de Infinity. Vi soldados patrullando alrededor del edificio y entrando y saliendo por las principales salidas, armados. No tenía buena pinta. Volví a sumergirme en las sombras.

    Aparecí en la verde pradera en la que estaba la casa de los MacLeod, la de sus parientes y un poco más allá la del tío abuelo de Owen. Había estado allí una vez, los Moondies habían decidido recordar viejos tiempos y nos habían llevado de vacaciones. Fue algo menos de una semana y hacía muchos años, pero recordaba cuál era la casa de los MacLeod, así que llamé.

    Delia MacLeod abrió la puerta. Le pregunté por Kaylee al instante, sin dejar casi hablar a la pobre mujer.

    – [Delia]Hija, ha venido un chico a verte.[/Delia] – la llamó, marcando bien lo de chico. Sonreí ligeramente, Kaylee y yo éramos tan improbables como ella y…Leo. – [Delia]Pasa, no te quedes ahí. ¿Quieres un café?[/Delia] – me ofreció. Estaba mayor de lo que la recordaba, pero se la veía bien. El que estaba más avanzado de edad era Arthur, por eso Noah la había llevado allí, para verlo.

    – [Dante]No gracias, tengo un poco de prisa.[/Dante] – confesé, pasando al cálido interior de la casa. Fuera hacía una bruma fría que me había helado por culpa del sudor del viaje. Dentro se estaba bien, se escuchaba una televisión con murmullos como de un concurso.

    – [Delia]Me sabe mal que te quedes ahí…[/Delia] – comentó, preocupada. Me encogí de hombros y le sonreí cordialmente, no sabía qué decir. Kaylee bajo en ese momento.

    – [Kaylee]¿¿Dante??[/Kaylee] – preguntó, casi gritando. Delia nos miró una vez más y se fue a la sala contigua a seguir limpiando mientras tarareaba, seguramente para que no pensáramos que nos escuchaba.

    – [Dante]Tenemos un problema. Gordo.[/Dante] – primero hablé y luego pensé, quizá no era lo mejor que podía decirse a alguien que se había tenido que ir de la fiesta por una crisis de ansiedad. Se escuchó una puerta en la sala de al lado.

    – [Arthur]Voy a ir a arrancar la furgoneta porque con este frío se va a estropear el motor…[/Arthur] – escuché decir a Arthur MacLeod. Sonaba a tener unos cuantos años a sus espaldas, pero se le oía bien.

    – [Delia]Calla ya, Arthur. [/Delia]- escuché reñirle a Delia, mandándole callar.

    – [Dante]Buenas, Sr. MacLeod[/Dante] – saludé, asomándome a la habitación. Si la cosa iba bien no ibamos a tardar en irnos y no me apetecia que pensaran que era un desagradable o que solo saludaba a Delia.

    Kaylee tiró de mí y caminamos hacia fuera. – [Kaylee]¿Ha pasado algo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada e impaciente por mi respuesta.

    – [Dante]Unos cuantos han entrado a Infinity porque tienen a una hija clonada de tu tía Sarah y tu tía Sasha y a un primo tuyo de otra realidad.[/Dante] – el resumen era un poco raro para cualquiera, pero a nosotros, pese a que los Moondies habían intentado que lleváramos una vida normal, nada nos pillaba por sorpresa.

    – [Kaylee]Mi familia no es normal. [/Kaylee]- replicó negando con la cabeza. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó. Tenía el ceño fruncido.

    – [Dante]Están tardando mucho. Fui al bosque y se ve mucho revuelo.[/Dante] – le expliqué. – [Dante]Así que va a hacer falta un grupo de rescate.[/Dante] – añadí. Nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente.

    – [Kaylee]Una cosa: ¿Cómo has llegado hasta aquí?[/Kaylee] – preguntó de pronto.

    – [Dante]Necesito que me prometas que no se lo vas a contar a nadie.[/Dante] – era lo único que podía pedir, a fin de cuentas, si venía conmigo iba a tener que enseñarle mi poder.

    – [Kaylee]Odio prometer cosas que me va a costar cumplir, pero vale.[/Kaylee] – asintió. A Kay le gustaban los chismes pero con un poco de suerte pasaría desapercibido. Llamé una vez más a la oscuridad y aparecí al otro lado. El frío era insoportable.

    – [Kaylee]Es un poder de villano.[/Kaylee]- replicó con una sonrisa.

    Asentí, como si no tuviera importancia. Ella no podía saberlo de todas formas. – [Dante]No quiero que nadie lo sepa.[/Dante] – le aseguré.

    – [Kaylee]Tranquilo.[/Kaylee] – respondió. Supe que decía la verdad. Se marchó de nuevo a la casa para avisar a sus abuelos.

    – [Kaylee]Abuela, me voy a salvar el mundo con Dante.[/Kaylee] – gritó desde la puerta. Tardó unos segundos más en los que tuvo que decir varias veces a Delia que no necesitaba llevarse nada y se marchó con un beso. Cuando llegó a mi lado, me agarró de la mano.

    – [Delia]Arthur y yo también eramos así antes…[/Delia] – comentó su abuela con un suspiro. – [Delia]Pasadlo bien y tened cuidado.[/Delia] – nos animó. Kay me miró, esperando. No sabía si podía hacerlo delante de su abuela pero por sus señales, eso era un sí. La oscuridad nos engulló una vez más. Era algo habitual en mi vida.

     

  • ALGUIEN QUE NO ERA

    Kaylee – Casa de los Echolls

    Mañana

    Sentía como si mi cerebro, que tantas alegrías me había dado en el terreno académico durante el colegio y el instituto, me hubiera abandonado. Vamos, que los apuntes de Genética no me iban a entrar en la cabeza salvo que me la abriera en canal y los hiciera una bola. Desde que había entrado en la Universidad, no daba pie con bola. A lo mejor me había creído que era una Noah Arkkan de la vida y lo de intentar terminar la carrera en dos años era venirse MUY arriba, pero claro, la Orientadora del Heidi Lamarr me había dicho algo parecido a: «por supuesto Kaylee, eres la Einstein pelirroja, ¿qué puede salir mal?». Os lo digo en un resumen breve: TODO. Y no os creáis que esto se debía a mi vida de fiestas y desenfreno, porque desde que me había vuelto buena no me llamaban ni las pulgas. Salvo Owen, que me había perdonado hasta que echase a correr del hotel en el que nos lo íbamos a montar después del baile de graduación (mi vida era como un cliché de película adolescente en la que todo sale al revés del guion).

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