Moondale

Etiqueta: La crisis cultural

  • CAMBIOS Y RETORNOS

    Mike Solo-Novak

    Casa de los Williams – Noche

    Volver a Moondale después de estar unos años lejos de todo estaba resultando más fácil de lo que había creído posible. Habían cambiado muchas cosas en mí desde que dejé Louna para irme a estudiar mi vocación y desde luego, no había vuelto exactamente como había pretendido.

    Sí, mi tiempo en la Universidad había ido sobre ruedas al principio, al menos como se suponía que debía irme. Llevaba mis asignaturas al día, pero no dejaba de lado la vida social universitaria, conocí mucha gente nueva, intimé con bastantes personas y tuve alguna que otra pareja.

    Era un poco frustrante estudiar algo a sabiendas de que no cuenta con la fisiología de una gran variedad de seres, por el mero hecho de desconocerlos, pero como ya iba sabiendo eso, me centré en aprender en base a los seres humanos para después poder aplicar y combinar esos conocimientos para curar a todo tipo de personas.

    Todo siguió bien durante un tiempo, hasta que hacía poco más de unos meses me había visto arrastrado a algo que cambió parte de mis planes. De la noche a la mañana ya no era un humano con vocación por ayudar a los sobrenaturales aprendiendo sobre su biología, era uno de ellos.

    Mi condición trastocó bastante mi vida al principio. Me afectaba por las noches, mi mejor momento para el estudio. Así que durante unas horribles semanas, mis notas tuvieron un bache. Por suerte la mayoría de mis profesores me ofrecieron una oportunidad que no desaproveché. Mi vida había dado un giro y mi nueva condición no era algo que pudiese elegir, así que tuve que decidir entre la vida social y los estudios, y lo tuve claro.

    El día a día para mí se convirtió en asistir a clases, realizar las comidas diarias, estudiar por las tardes y estudiar formas para mantener a raya mi condición. Probé técnicas de todo tipo: medicaciones, infusiones, acupresión…al final, lo que dio resultado fue lo más simple, seguir el consejo de mi madre.

    No sabíamos muy bien como, pero en su día ella había conseguido mantener el control como vampiresa y también había controlado su licantropía. Había algo en ella que era diferente, y yo había heredado ese algo. Después de unas semanas, conseguía transformarme y ser consciente y racional.

    No me atribuyáis más mérito de lo que había. No era un Alexander Fenris o una Mara Novak. Por el momento me controlaba y evitaba salir salvaje por los alrededores y eso gracias a la genética, no a ningún trabajo duro que pudiera atribuirme.

    Mi hermano, mi madre y mi padre siempre estaban ahí para ayudarme. Nadie más sabía mi secreto, ni siquiera Dante. Creo que mi madre estuvo bastante preocupada al principio, igual que mi padre. Drizz siempre intentó quitarle importancia diciendo que era una pena que no fuese una pantera para hacer la gracia completa en lugar de…lo que era.

    Supongo que estoy siendo demasiado misterioso, pero tengo miedo a escribirlo y que pueda llegar a manos de algún estudiante. Aun así, necesito escribirlo en detalle y no es que nada del resto de mi diario le fuera a hacer pensar que esto cuerdo, hablando y teorizando sobre seres sobrenaturales.

    Lo que me atacó aquella noche después de una fiesta no fue un licántropo, fue un Irbis, un leopardo de las nieves. Al principio pensé que era simplemente un animal salvaje de los bosques cercanos a la ciudad, pero luego vino la fiebre y la primera transformación. No diré que la primera fue dolorosa, porque absolutamente todas lo eran.

    Después de todos esos meses tan inmerso en mis estudios y mi condición, controlando cada sentimiento, cada emoción, era abrumador llegar a aquella fiesta, pero por el momento, todo había ido bien y resultaba agradable volver a ver a los New Moondies.

    Mientras los demás bailaban, decidí atracar un poco la carne que había dejado Owen en la mesa. Su olor había atraído mi olfato agudizado desde hacía un buen rato. Cogí un par de trozos de carne que no estaban muy hechos y un poco de ensalada de patata. Siempre me había gustado bastante la comida sana, pero en casa no habíamos abandonado del todo la carne, simplemente se comía de una forma casual. Cuando lo hacíamos, a mí me gustaba bastante hecha, pero desde la transformación mi paladar le había cogido el gusto a que estuviera poco hecha.

    En ese momento, vi a una chica muy guapa acercarse hacia donde estaba. Le devolví una sonrisa cordial.

    – [Sophie]Hola mi niño, ¿eres Owen?[/Sophie]- me preguntó. No pude evitar sonreír, especialmente para mí mismo, no quería que me tomase por alguien que se reía de alguien que estaba perdida claramente.

    – [Mike]No, soy Michael.[/Mike] – respondí, tendiéndole la mano. Ella se acercó para darme un par de besos y su colorida melena me hizo cosquillas en el cuello. Su olor me recordó al verano. -[Mike]Owen es el de la barbacoa.[/Mike] – expliqué, señalándole. En ese momento estaba intentando reconducir la fiesta después de que sus padres salieran volando en pelotas como en una versión porno de Peter Pan.

    – [Sophie]Ay, gracias[/Sophie].- replicó, colocándose un mechón detrás de la oreja. Tenía un deje de las islas Loverd, pero no me pareció apropiado preguntarle. En lugar de eso asentí para dejar claro que no tenía que darlas y ella fue hasta Owen para entregarle un par de paquetes. JJ no estaba a la vista en ese momento, no debía haber llevado muy bien lo de sus padres. La última vez que la había visto había sido hablando con esa muchacha y su trajeado acompañante.

    Owen asentía y sonreía a la muchacha, dirigiendo de paso alguna mirada a su llamativo físico. Después de un rato, la chica volvió hacia la mesa donde estaba toda la comida y la bebida y se quedó delante de las botellas, como si nada le sonase en absoluto.

    – [Mike]¿Puedo ayudarte con algo?[/Mike] – le pregunté. – [Mike]Te veo un poco perdida.[/Mike] – aclaré. Quizá tenía que haber omitido eso último, pero la costumbre de vivir toda la vida con mi padre no se quitaba con unos cuantos años de universidad.

    – [Sophie]¿Esencia de unicornio?[/Sophie]- preguntó agitando una botella de vivos colores.

    – [Mike]Eso creo que es cosa de Dante. Ginebra rosa con refrescos de colores.[/Mike] – le expliqué. Dante siempre había tenido un pequeño toc con lo que bebía: evitaba la cerveza, que es lo que solía beber su padre, y se tomaba siempre al menos una ginebra rosa, como su madre.

    – [Sophie]En casa es todo más fácil[/Sophie].- suspiró, buscando qué beber, después de volver a dejar la botella en su sitio.

    – [Mike]¿Loverd?[/Mike] – pregunté, pensé que al mencionar su casa ya no estaría mal preguntarle si era de las islas. Había ido unas cuantas veces con mis padres y mi hermano cuando éramos más pequeños. Recuerdo que a mis padres les encantaba relajarse en sus playas de arena negra.

    – [Sophie]Casi[/Sophie].-respondió ella, arrugando la nariz de una forma adorable. El felino que había en mí olió su perfume a fresas de gominola.

    – [Mike]No se me da bien lo de adivinar.[/Mike] – reconocí. La intuición me la reservaba para cuando me encontraba frente a un paciente. Esperaba que se me diera tan bien frente a un caso real como se me daba en los casos que habíamos visto en la carrera, porque cuando el próximo curso terminase las cuatro asignaturas que no me habían dado opción a recuperar, me tocaría empezar como interno. Hasta entonces, mi madre me había ofrecido trabajar con ella en la clínica y la Escuela Legado, un trabajo que acepté con gusto. – [Mike]¿Conoces a alguien?[/Mike] – no lo parecía, por cómo buscaba a alguien que no parecía estar por allí. Pensé que quizá sería también una amiga de JJ.

    – [Sophie]A Kaylee[/Sophie].- respondió. Bueno, ya dije que no se me daba bien adivinar. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de Kaylee, pero sabía por mi hermano que había pasado por una etapa oscura y ahora sufría por eso mismo, culpándose demasiado. Me habría gustado verla, pero se había ido por un ataque de pánico un rato antes de que llegase. – [Sophie]Pero me ha plantado[/Sophie]. – añadió.

    – [Mike]Ah, verás, Kaylee ha tenido que irse.[/Mike] – le expliqué. – [Mike]Le dio un ataque de ansiedad.[/Mike] – añadí. Lexie, que al parecer seguía haciéndose llamar Allie por sus líos con Noah, me había explicado lo que había pasado después de ponernos al día. – [Mike]Pero estaba bien. La llevaron a ver a sus abuelos.[/Mike] – había sido la mejor opción.

    – [Sophie]Espero que esté bien[/Sophie].- respondió, preocupada.

    Asentí para intentar quitarle algo de preocupación. – [Mike]Lo pasó muy mal en el instituto, pero sí, con el tiempo seguro que está mejor.[/Mike] – comenté. Me sentía raro hablando de algo que me quedaba un poco lejano. Yo no había estudiado en Moondale así que no la había visto en primera persona comportándose como una abusona, pero por lo que me habían contado los demás, el abuso que se estaba haciendo ahora por culpabilizarse era mucho peor que el que hubiera podido hacer al resto.

    Viendo el sufrimiento de Kaylee tenía claro que había heredado lo mejor de mis padres: tanto la calma y la sinceridad de mi padre, como la practicidad y el autocontrolo de mi madre. Así no era de extrañar que cuando empecé a escuchar la música mi cuerpo se empezó a mover sin la menor preocupación. Me encantaba bailar.

    – [Sophie]¿Y eso?[/Sophie]- le escuché preguntarme. La miré y vi que sonreía, tenía unos labios preciosos.

    – [Mike]Si suena música me cuesta parar los pies.[/Mike] – respondí. Dejé la copa en la mesa y le tendí una mano para que se uniese a mí. Resultaba liberador volver a bailar, no lo hacía desde que me habían salido garras.

    Ella asintió y comenzó a bailar a mi lado.- [Sophie] I’m gonna pop some tags…Only got twenty dollars in my pocket[/Sophie].- cantaba.

    – [Mike]…this is fucking awesome.[/Mike] -me uní. A unos pasos de nosotros mi hermano estaba dándolo todo en la pista, moviéndose como si fuera un hombre de hojalata.

    La canción duró menos de lo que recordaba y JJ, que acababa de volver y colocarse tras el portátil, puso la siguiente.

    – [Sophie]La mejor DJ de la historia[/Sophie]. – sonreí. Era curioso cómo nuestros padres podrían haber estado en aquella fiesta y saberse perfectamente las canciones. Nuestro tiempo estaba plagado de innovaciones tecnológicas que no tenían en el suyo, pero la cultura había implosionado y seguíamos escuchando su música, viendo sus películas y sus series remasterizadas y jugando a sus viejos videojuegos en realidad aumentada.

    – [Mike]Es la otra cumpleañera. Jane, Owen es su mellizo.[/Mike] – le expliqué.

    – [Sophie]No se parecen. [/Sophie]- replicó.

    – [Mike]Y en carácter menos. Pero son buena gente.[/Mike] – JJ parecía estar animada tras su portátil, pero tenía el ceño fruncido. Lo de sus padres había sido un poco fuerte y teniendo en cuenta que Xander no estaba por allí, aquello todavía era un problema. – [Mike]¿De qué conoces a Kay? Si no es meterme donde no me llaman.[/Mike] – pregunté, porque me apetecía hablar un poco más con ella.

    – [Sophie]Nuestras madres son amigas. [/Sophie]- respondió, acercándose para que la escuchase a pesar del ruido.- [Sophie]Luego resultó que íbamos a la misma Universidad. [/Sophie] – aclaró. Su olor me abrumaba y no de una forma negativa. Mi amigo felino estaba muy despierto, habíamos llegado a conocernos recientemente y cada vez confiábamos más el uno en el otro, pero yo seguía siendo la personalidad dominante, al igual que mi madre con ‘Marauder‘.

     – [Mike]¿Estás en Biología?[/Mike] – le pregunté.

    – [Sophie]Fisioterapia[/Sophie]- comentó, moviendo las manos. Me fijé en que tenía las uñas cortas y pintadas. Sus dedos eran finos pero parecían fuertes.

    – [Mike]Tienes buenos dedos.[/Mike] – comenté, se me fue demasiado la vena médica y la vena sincera.

    Ella se echó a reír.- [Sophie]Déjalo, corazón[/Sophie].- comentó negando con la cabeza.

    – [Mike]Lo siento, deje de oficio, soy médico.[/Mike] – confesé, o casi. Tenía ganas de empezar mi residencia pero por el momento solo había trabajado con gente frente a frente en la clínica de mi madre. – [Mike]Y mi familia tiene un problema con decir la verdad.[/Mike] – repliqué, aunque yo lo había heredado con más fuerza que Idris, que era un pícaro redomado.

    Ella le quitó importancia.- [Sophie]Por cierto, soy Sophie[/Sophie]. – se presentó.

    – [Mike]Menos mal, ya me veía disimulando hasta ver si alguien dejaba caer tu nombre.[/Mike] – admití, sincero, nunca sabía cómo preguntar a alguien su nombre, especialmente después de un rato hablando sin que saliese el tema.

    – [Sophie]Soy muy despistada[/Sophie].- se disculpó. De nuevo sonreía, parecía que nunca se quedaba sin ganas.

    – [Mike]No te preocupes. Si se te olvida algo, pregúntame, cuando quieras.[/Mike] – le devolví la sonrisa y extendía la muñeca. Ella se quedó mirando el gesto y me estrechó la mano, al principio pensé que no quería intercambiar nuestros contactos pero después vi que no tenía InfiniBand en su muñeca.

    – [Mike]Ah, perdona, no me fijé que no tenías.[/Mike] – me disculpé, retirando la mano después de unos minutos extraños. Su piel era suave.

    – [Sophie]De la vieja escuela[/Sophie].- replicó sacando un móvil del bolsillo. Era uno de esos modelos que aún se vendían, tenían acceso a algunas aplicaciones pero a nada de Infinity.

    Le dicté mi número porque iba a ser vergonzoso verme intentar escribírselo yo mismo sin reconocer nada. – [Mike]¿Vienes de la isla?[/Mike] – pregunté. Después de comentar que su madre y Diana eran amigas y todo lo que había ido observando de ella, me hizo dudar si sería de la Isla de Z.

    – [Sophie]No sé de qué me estás hablando[/Sophie].- replicó, intentando disimular. Miró la InfiniBand con sus ojos oscuros y luego los fijó en mí. Capté el mensaje, no me equivocaba demasiado y tenía sentido, los mellizos habían invitado a gente a su fiesta que conocía el lado secreto del mundo. Era de imaginar al ver a Dante paseándose sin camiseta con sus alas a la vista, pero tampoco era la primera vez que lo hacía y le tomaban por un anuncio en vivo como a su madre.

    – [Mike]Bueno, cuando quieras un tour por la zona, avísame, aunque vivo en Louna.[/Mike] – comenté. Tenía alquilado un apartamento cerca de la playa. Mis padres habían pagado la fianza pero yo me encargaría de los gastos en cuanto empezase a cobrar por el trabajo en la clínica y en la Escuela.

    – [Sophie]Cuando quieras, siempre y cuando no lleves eso[/Sophie].- añadió, señalando la InfiniBand.

    – [Mike]Dicho y hecho.[/Mike] – respondí, quitándomela para guardarla en la mochila. Sonrió una vez más, mostrando sus blancos dientes. Tenía los dos incisivos superiores algo más grandes pero eso hacía su sonrisa aún más bonita.

    JJ puso una nueva canción y nuestros cuerpos se entregaron al baile.