LEO ARKKAN
SELAS
La mera visión de la loba de color caoba despertó en mi algo que esperaba, aletargado pero siempre alerta, esa parte de mí que llevaba una vida reprimiendo y que finalmente había sido el desencadenante para empezar a llevar una vida que no esperaba pero me llenaba de una forma que me sorprendía cada día.
Acompañé sus señas de mis palabras y las de Ezra para que el resto del grupo echase a correr. Mientras Amy lideraba en su forma lupina la comitiva atravesando el bosque, Ezra y yo nos dividimos a los demás para protegerlos. Él se mantuvo cerca de Elliot, Jamie y Vera, mientras que yo me mantuve al lado de Dante, Chloe, Julia y Kaylee. Los tres héroes habían desaparecido antes de convertirse Amy, por suerte, porque mi lado más salvaje recelaba de ellos.
Me aseguraba de tener en mi campo de visión la melena pelirroja de Kaylee en todo momento, mientras usaba el olfato para seguir el camino que trazaba Amy. Me obligué a ir detrás de todos ellos, porque la sensación de que los lobos se acercaban me invadía como un sudor frío.
Después de un rato corriendo empecé a ver figuras moviéndose entre las sombras, agitando las hojas en su carrera por alcanzarnos. Cuando el rumor del bosque comenzó a ser ensordecedor y el olor de los licántropos era imposible de ignorar, me entregué a lo inevitable.
Es difícil describir la sensación, quizá la vez que más cerca había estado había sido con ‘Shattered Bones’, pero lo había intentado varias veces sin conseguir captarlo del todo. El dolor empezaba en mi caso en la columna, haciéndose más pronunciada arañando mi piel, que se expandía y se hacía más densa y resistente. Pero mi atención siempre se iba a lo que más temía, al dolor de mis falanges partiéndose y deformándose. Unas manos que ahora eran garras y no podrían tocar jamás.
Mantuve el control todo lo que pude y fui capaz de dejar la transformación a medias, porque si me convertía en un hombre lobo completo no era capaz de retenerlo. En esa forma simiesca en la que me encontraba, busqué la melena pelirroja y di con apenas un destello.
Corrí y mis piernas explotaron de placer al ser presionadas, necesitaba correr, quemar esa energía que atormentaba mi cuerpo a ser contenido. Por el camino un hombre lobo se cruzó, iniciando la persecución de Kaylee. Habrían notado que era la más fuerte, o que más de uno teníamos un lazo vital con ella.
Sea como fuere, le di alcance y él trató de golpearme al llegar a su altura. Me zafé y usé esas mismas garras que hacían esas manos incapaces de tocar para rasgar su costado. La sangre brotó y sentí que me embargaba un éxtasis salvaje y primitivo. Mi yo humano detestaba esa sensación, pero ahora no era del todo humano y necesitaba esa fuerza.
Mis garras abrieron camino, entonando un cántico de salvaje destrucción que se contraponía a la fuerza creadora que acarreaban cuando acariciaban las teclas de un piano, las cuerdas de una guitarra o la suave piel de Kaylee.
Al final, llegué a un claro con el pelaje salpicado de sangre, envuelto en un frenesí que reprimí en cuanto les vi a todos, en especial a ella. Mis huesos se recompusieron y volví a mi ser. Miré mis manos y estiré los dedos para comprobar la movilidad.
– [Kaylee]¿Y ahora qué?[/Kaylee] – preguntó Kaylee. Parecía ilesa. Salvo Amy, Ezra y yo mismo, los demás no tenían ni una salpicadura de sangre y la nuestra, a excepción de algunas magulladuras, era de los otros.
Alguien se abrió camino a través de las ramas y entró al claro. No bajé la guardia al ver que eran los dos héroes y la heroína, parecía que también habían luchado, pero ellos tenían más arañazos. Apenas hubo tiempo de hablar cuando más figuras entraron y entraron al claro. Algunas estaban en forma de hombre lobo completa mientras que otras tomaron forma humana. El pudor que pudieran tener los demás era inexistente en ellos, que se presentaban sin ninguna ropa. Era más práctico para cambiar entre formas.
– [b]Una manada con sólo tres lobos, doncellas, una bruja y un… pájaro.[/b] – dijo uno de ellos con voz burlona y ronca. Tenía una cicatriz en el pecho, la piel curtida por las peleas y el pelo salpicado de canas.
– [Dante]Mira a ver a quién llamas pájaro, perra.[/Dante] – replicó Dante, dando un paso adelante. Ezra le puso una mano en el pecho para evitar que avanzase y se ganó un coro de gruñidos entre los licántropos.
– [Kaylee]Casi como en Narnia, pero sin armario.[/Kaylee]- comentó Kaylee, desviando la atención al convocar un viento tan fuerte que les hizo retroceder. Surgieron más lobos de otros puntos del claro, acercándose de forma amenazadora hacia nosotros.
Amy se dispuso a colocarse frente a los demás y hacer de intermediaria, pero los héroes no la dejaron actuar y se lanzaron a pelear. Cuando el primer lobo cayó al suelo con una herida de espada plateada en el vientre, la situación se escapó de su control.
Hicimos un círculo dejando a Elliot, Jamie, Vera y Chloe en el interior. No fue necesario defendernos, porque un trueno retumbó como si acabase de caer en el mismo claro. – [Oriax]¿Qué héroe se atreve a cruzar mis dominios?[/Oriax] – preguntó una voz grave, pero serena y respetable a la vez.
Al otro lado del claro una figura de dos metros de alto y aspecto imponente se dejó ver. Su imagen me transportó a otro tiempo, a una tarde lluviosa, a la vera de la chimenea encendida, con un reluciente disco de metal entre mis manos. Aquella fue la primera vez que vi esa figura, la del Daë Oriax.
– [b][i]Nosotros, que venimos a librar al mundo de ti.[/i][/b] – dijo el héroe que parecía liderar a los otros dos. No recordaba muy bien sus nombres.
– [Leo]¿Quién ha dicho nada de eso? [/Leo] – repliqué dejándome oír.
– [b][i]Aléjate, ya he visto que no sois más que monstruos que pretendían engañarnos. [/i][/b]- levantó su espada apuntando hacia nosotros. El brillo que emitía el filo no dejaba dudas, era plata.
– [Amy]¿Pero qué…?[/Amy] – intervino Amy, encarándose.
– [b]Nos engañasteis con la hidra, pero seguro que era una riña entre seres como vosotros.[/b] – dijo la heroína. Aunque poco podía llamárseles así.
– [Kaylee]Bueno, vamos a ver, yo creo que aquí ha habido un error, porque nosotras somos las buenas.[/Kaylee]- aclaró Kaylee. Teníamos dos frentes abiertos y aquí no había duda de dónde tenía que estar nuestro bando.
– [Oriax]Basta. Habéis entrado en mis dominios. [/Oriax]- sentenció Oriax, acercándose. – [Oriax]Y os atrevéis a amenazarme.[/Oriax] – abrió las alas y en un parpadeo se colocó frente al héroe. Su espada voló por los aires hasta clavarse en el suelo y cuando alcé la vista, el Daë lo tenía cogido por el cuello.
– [b]Cantarán mi nombre como el primero en morir hoy, pero alguno de nosotros acabará contigo. [/b] – replicó el héroe con dificultad, señalando unas luces en el exterior del claro. Eran antorchas, decenas. Aquellos tres héroes eran los primeros de un ataque a gran escala. Y nosotros estábamos en medio de todo eso, con la misión de protegerle.
– [Leo]Tenemos que proteger al Dae. [/Leo] – les recordé, pese a que Oriax no parecía necesitarla en ese momento. Su expresión no cambió cuando vio las antorchas.
– [Vera]¿Qué deberíamos hacer?[/Vera] – preguntó Vera, sin dejar de mirar con preocupación la tensa garra que sujetaba el cuello del héroe.
– [Jamie]Va a matarlo. [/Jamie]- dijo Jamie, asustada. Oriax parecía calmado, pero en su interior se percibía una atronadora furia que amenazaba con arrasar todo.
– [Dante]Eh, ¿y si lo sueltas?[/Dante] – se atrevió a decir Dante. – [Dante]No puede hacer nada contra ti.[/Dante] – añadió.
Oriax pareció meditarlo, porque poco podían hacer en realidad contra él, pero el héroe y la heroína libres atacaron. Entonces en tres golpes certeros, acabó con todos. – [Oriax]¿Queréis ser los siguientes?[/Oriax] – preguntó, girándose hacia nosotros dejando atrás los cuerpos de los héroes.
– [Kaylee]Evidentemente, no. Solo queremos que esto acabe con el menor número de muertes y mutilaciones a ser posible.[/Kaylee] – respondió Kaylee. Me sorprendía su valentía, la fuerza que emanaba pese a encontrarse en desventaja contra un ser tan ancestral y poderoso como Oriax.
El demonio camino despacio hacia ella y se colocó delante. Me tensé. – [Oriax]Cuánto tiempo sin ver a una de las tuyas.[/Oriax] – dijo, como si mirara más allá, a través de su alma.
– [Kaylee]Explícame eso, por fi.[/Kaylee] – pidió, cargada de inocencia.
– [Oriax]Una hija del fénix.[/Oriax] – respondió el Daë. Una chispa pareció bailotear en el iris de Kay.
– [Kaylee]Mi madre es que es una leyenda.[/Kaylee] – replicó. Él entrecerró los ojos, como si no la comprendiera, algo me decía que él debía estar refiriéndose a que Kay era como su madre, capaz de renacer de sus cenizas por el extraordinario poder de su magia.
– [Oriax]Os daré una oportunidad.[/Oriax]- concedió finalmente, dándonos la espalda. – [Oriax]¿Por qué veníais con ellos?[/Oriax] – preguntó con firmeza.
– [Dante]Más bien nos los encontramos de camino.[/Dante] – replicó Dante. No solía coincidir con él muy a menudo, pero había dado en el clavo.
– [Leo]Veníamos buscando a alguien, para protegerlo.[/Leo] – añadí. El Daë se acercó a la manada y les hizo varias señas. Después de un rato, abandonaron el claro.
– [Oriax]Seguidnos.[/Oriax] – dijo Oriax.
– [Jamie]Los héroes vienen de camino. [/Jamie]- le respondió Jamie, señalando las antorchas que se acercaban.
– [Oriax]Encontrarán obstáculos. Tardarán en llegar, si es que lo consiguen.[/Oriax] – replicó, aún sereno.
Con cautela, manteniendo las distancias, les seguimos. Sería un Daë pronto, un salvador de mundos, pero todavía era un poderoso demonio, muy antiguo, capaz de acabar con quien se interpusiera en su camino. Casi instintivamente le di la mano a Kay para caminar juntos. Mientras avanzábamos, parte de mí parecía sentir ese fuego que emanaba de ella.