DIARIOS DE DESTINO
NEXUS
La sala de audiencias del Palacio de la Flecha estaba sumida en un silencio, apenas roto por los débiles murmullos de las once personas presentes, hasta que los pasos de la número doce empezaron a resonar sobre el mármol y los susurros se desvanecieron.
Antailtire, creadora y arquitecto del Cúmulo. Temida por muchos, adorado por más incluso. – [Antailtire]Las once personas que formáis parte ahora de mis Manos estáis aquí para resolver este asunto antes de que la enfermedad se extienda.[/Antailtire] – dijo mirándoles tras el rostro de un joven de cabello y ojos oscuros. Solo se presentaba con la misma forma ante los habitantes de La Flecha, pero por lo general ante sus seguidores de confianza se dejaba fluir. Aun así, pese a tener distintos rostros, sabían quién era, su presencia se hacia notar. Esos cambios eran algo que no permitía a sus retazos de ser enviados a otros mundos para que todo funcionase correctamente, porque como sabía desde que era consciente, si algo necesitaba salir bien, tenía que hacerlo en persona.
– [Antailtire]Reuní a la mitad para acabar con esa revolución que amenaza nuestro orden, pero han fallado. Y no solo eso, si no que otras fuerzas están en juego contra nuestro equilibrio.[/Antailtire] – unos cuantos miembros se removieron. Asia y Jack trataron de defender su derrota pero una mirada de Antailtire les cortó. Algunos veneraban su papel en el funcionamiento del Cúmulo, otros aún pensaban que era una deidad y algunos simplemente temían el alcance de su poder.
– [Antailtire]Ahora llegará el turno de las explicaciones.[/Antailtire] – sentenció sin obtener réplica. – [Antailtire]He dicho once personas porque hemos perdido un apéndice. Ahriman se ha vuelto contra todo lo que defendemos.[/Antailtire] – la presencia entre ellos era notable. Ahriman era un ser de pesadilla, nadie echaría en falta su presencia pero tampoco agradecerían tenerlo en su contra. – [Antailtire]Hector. Informe de lo sucedido.[/Antailtire] – le cedió la palabra a su «apéndice» más leal y organizado. Caminó hasta su asiento y dejó fluir su aspecto para acomodarse a cómo se sentía.
Hector dio un paso adelante y se colocó donde todos pudiesen verle. – [Hector]Nuestro equipo – Violet, Jack, Snake, Asia, Ahriman y yo mismo – se infiltró con éxito en la nave espacial que utilizan como refugio nuestros enemigos.[/Hector] – pese a que los detalles de la misión no fuesen de conocimiento público, Antailtire sabía que los chismes viajaban rápido, incluso entre sus fuerzas de élite. Todos sabían ya la misión de ese grupo y su fracaso. – [Hector]Dado que su poder colectivo superaba el nuestro, decidimos optar por una solución que nos permitiera suplantarles aprovechando un cambio de cuerpos, que les dejaría desconcertados y nos permitiría obtener información y terminar con ellos.[/Hector] – añadió. Habían conjurado un intercambio de cuerpos que en un principio había salido bien y habrían ganado de no haberse conocido mejor entre ellos y tener más recursos de los que pensaban. – [Hector]Ahriman desapareció antes de llevar a cabo el plan. Éste se vio…frustrado por nuestros enemigos. Descubrieron nuestra infiltración, se liberaron y forzaron revertir la magia.[/Hector] – aclaró. Violet se removió, deseando hablar pero sabiendo que era mejor no llamar la atención. Era su magia la que había cedido ante la hechicera pelirroja y la ilusionista.
Antaitire sintió la ira crecer y su aspecto fluctuó delante del resto.
– [Hector]Nos refugiamos y les observamos, reunimos fuerzas y atacamos una vez más, pero una tercera fuerza intervino el conjuro de la Hechicera y se los llevó a un reino al que no pudimos seguirles.[/Hector] – Hector parecía impasible, consciente de asumir cualquier castigo que tuviera preparado Antailtire por sus errores. Antailtire observó, valorando lo que sabía de ese ser que había entrado al juego, el que se alimentaba del arrepentimiento y el sufrimiento, de las malas decisiones y de las buenas. – [Hector]En mitad del caos Ahriman apareció y desató su poder contra nosotros, obligándonos a huir tras resultar la mayoría gravemente heridos.[/Hector] – algunas heridas se habían curado ya. Antailtire podría haberles sanado inmediatamente con su magia pero aquello era parte de su castigo.
– [Antailtire]¿Habéis conseguido saber al menos por qué nos ha traicionado Ahriman?[/Antailtire] – preguntó, con una molestia visible.
– [Hector]Violet ha sentido un fuerte enlace de Ahriman con su mundo natal.[/Hector] – Violet sonrió, como si se supiera consciente de que hubiera fallado o no, el plan y las pequeñas victorias que hubiera supuesto eran suyas. – [Hector]Creemos que está relacionado con la oscuridad que despertó en ese mundo hace un siglo.[/Hector] – añadió. Un viejo enemigo de Antailtire, que hasta ahora había permanecido tranquilo, en su pequeño reino caótico. – [Hector]El dios oscuro.[/Hector] – añadió Hector. Antailtire sintió crecer la ira y se puso en pie, con una nueva forma más acorde a su estado de ánimo.
– [Antailtire]No es ningún dios, solo una mancha que tendría que haber eliminado hacía mucho tiempo. Pero en aquél entonces mi poder estaba disminuido después de crear nuestra sociedad.[/Antailtire] – con un gesto de la mano mostró el Cúmulo tal y como estaba cuando él había llegado. Una oscuridad campaba por todos ellos hasta que cambiaron bajo su magia y la oscuridad se vio encerrada y relegada al mundo de Dyavol, latiendo como si del corazón de ese planeta se tratase. – [Antailtire]Meditaré sobre ese asunto más tarde. ¿Habéis averiguado al menos algo útil sobre ellos o los «Daë»?[/Antailtire] – preguntó. No deseaba discutir de ese enemigo resurgido con sus Manos, le haría parecer débil por no haberlo eliminado. Pero era una entidad ancestral con demasiado poder como para hacerlo.
– [Hector]Sí. Tenemos información de cada persona, sus poderes, sus razas, su misión.[/Hector] – aclaró, presentándole un artefacto de cristal con forma de estrella. – [Hector]Están decididos a reunir a esos «Daë» para desencadenar algo conocido como «Las Pruebas».[/Hector] – Antailtire arqueó el labio superior con disgusto. Aquella maldita profecía, el empeño de esas entidades conocidas como los Daesdi por desterrarle de su paraíso.
– [Antailtire]Ya suponíamos parte de eso. ¿Algo más?[/Antailtire]
– [Hector]Solían hablar sobre la posibilidad de ser también Daë, pero no está confirmado.[/Hector]
– [Antailtire]Eso significa que tenemos que acabar con los dos grupos antes de que destruyan nuestro paraíso.[/Antailtire] – afirmó.
– [Asia]Nos encargaremos los selenitas por usted.[/Asia] – intervino Asia, dando un paso adelante. Antailtire la fulminó con la mirada. Asia ansiaba ser su mano derecha y en muchos factores lo era, pero su fallo la había hecho caer en desgracia.
– [Antailtire]No. Ya habéis fallado dos veces. Tres si contamos a Ahriman[/Antailtire] – sentenció. Se incomodaron, esperando un castigo ejemplar. – [Antailtire]Asia, Violet, Hector, Snake y Jack os encargaréis de los «Daë», según los escritos les faltan dos personas más. Evitad que las consigan. [/Antailtire] – dijo, sintiéndose como un ser magnánimo. Ellos y ellas se arrodillaron, agradeciendo su misericordia, aunque no todos en igual grado. – [Antailtire]Por la información que tenemos parece que los selenitas se dirigirán a Selas y Dyavol a continuación. Luc, Astrid, Desdémona, Ezequiel, Rama e Hyllus. Les estaréis esperando.[/Antailtire] – el resto asintió, conforme. – [Antailtire]Yo buscaré la entrada al Axis Mundi en nuestro Cúmulo.[/Antailtire] – añadió. La había buscado otras veces, buscando quitar esa amenaza de su creación, sin éxito. Pero quizá ahora se mostraría al estar los Daë en camino.
El silencio volvió a reinar en la sala.
– [Antailtire]Podéis marcharos.[/Antailtire] – ordenó. Las Manos abandonaron la sala y el silencio reinó una vez más.