Moondale

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  • MENTE CONTRA CORAZÓN

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – BOSQUE DE LOS SUSURROS. UCM

    Treinta y seis horas, cuarenta y ocho minutos y trece segundos para que la luna de sangre alcanzase su cénit en el cielo de Ripper. Me sentía como si el segundero sonase en el interior de mi cabeza, como una cuenta atrás hacia el fin del mundo.

    Estaba claro que no podía permitir que abriesen el portal. No estaba claro que hubiese forma de hacerlo con los discos, aunque la teoría decía que sí, pero no estaba dispuesto a asumir el margen de error. Había otras formas de detener a Omega, si la Iniciativa la había retenido en su día y le había hecho el suficiente daño como para estar oculta veinte años, es que se podía, sin recurrir a un plan que pudiese terminar en el sacrificio de uno de ellos. Por no mencionar el hecho de que en las propias Pruebas cualquiera podía morir, sin garantía de volver.

    Los Daë de la generación de nuestros padres habían sido preparados por los Daesdi, nosotros no e incluso estándolo, siete murieron, temporalmente, salvo Kaylee, pero murieron. Lo más probable era que no consiguieran pasar las Pruebas y eso significaba que no podrían salir de allí o que morirían por el camino. Todo, absolutamente todo, podía salir mal.

    Ese peso llevaba agobiándome ya desde el día en el que Xander vino a hablar conmigo, pero reconozco Destina, que desde que había discutido con Lexie ya no encontraba la manera de liberarme de la nube negra que me perseguía, más rápida incluso que yo.

    Esa mañana ya había visto la última temporada completa de RuPaul y había estado escribiendo planes y teorías en la pizarra. Nada me entretenía, así que busqué la compañía de alguien para ver si mi mente se ralentizaba un poco. Pensar a toda velocidad es una bendición casi siempre, pero cuando estás preocupado, resulta una maldición, porque la espera es muchísimo más larga.

    – [Noah]Hola, papá.[/Noah] – saludé al entrar en la cabaña principal, la de mis padres. Mi madre no estaba, pero mi padre sí, estaba preparando baba ganoush y alguna otra cosa en el horno. Llevaba puesto su delantal de mujer en bikini que le había comprado mi madre hacía tiempo.

    – [Daakka]Irasil.[/Daakka] – me saludó, acercándose para estrecharme en un abrazo. A mi padre lo tomaban por muchas cosas a primera vista, pero en ninguna de sus caras se imaginaba la gente lo cercano que era. Nunca temía las muestras de cariño. ‘Irasil’  era mi nombre Rakkthathor, significaba algo así como ‘campo estrellado’. Lo habían elegido juntos, al igual que el de Leo. Mi nombre «humano» estaba más dividido, mi madre me había puesto Noah y mi padre, Christopher. – [Daakka]Cara triste, ¿pensando Selardi?[/Daakka]. – preguntó. Me costaba ocultarles lo que sentía, era una persona a la que se le notaba rápidamente, pero además después de llegar de la «cita» con Allie les conté lo que había pasado entre lágrimas. No me gustaba haber estado así con ellos porque no quería que la tomasen con ella, pero ellos no le dieron importancia.

    – [Noah]No lo sé.[/Noah] – respondí con sinceridad. Sí lo sabía, no me quitaba de la cabeza lo de Lexie. Había repasado mi memoria genética exhaustivamente y lo había visto todo muy distinto, como cuando vuelves a ver una película en la que ya sabes el giro final, como en El Club de la Lucha. – [Noah]Ya no sé nada. Creía conocer bien a dos personas y en realidad no conocía a ninguna.[/Noah] – admití. Estaba frustrado, lo reconozco, no era mi mejor momento y mi habitual positivismo estaba completamente opacado por la situación.

    – [Daakka]Irasil dejar de buscar respuesta aquí.[/Daakka] – llevó su gran mano a mi cabeza y la posó con cuidado sobre mi pelo. Recordé cuando de pequeño me alborotaba el pelo con cariño. – [Daakka]Respuesta estar aquí.[/Daakka] – señaló la posición de mis dos corazones, aunque en ese momento, como humano, tenía uno.

    – [Noah]Pero han sido cinco años mintiéndome, primero como amiga, luego como…algo más.[/Noah] – probablemente me estuviera defendiendo de mí mismo. Veréis, más que una lucha contra Lexie, eso era un debate conmigo mismo, con dos partes enfrentadas. Mi corazón sabía perfectamente que quería a Lexie, pero ya no me atrevía a admitir esa afirmación porque tenía miedo, y el miedo hacía a mi mente protegerse de lo que más deseaba.

    Mi padre mostró sus dientes en una amplia sonrisa y cambió de apariencia. La afable cara de Duke Rivera me devolvió la mirada. Siempre había pensado en lo mucho que se parecía Leo a él. Eso siempre le había hecho sentirse diferente, porque mi madre prefería a mi padre como Rakkthathor y él, parecido a Duke y nacido humano, se veía distinto. Yo en cambio era mitad Rakkthathor y todos decían que me parecía a mamá, por eso me esforzaba en ayudar a mi hermano a conectar con nosotros todo lo que podía. – [Duke]A veces las personas tenemos inseguridades que nos llevan a tomar malas decisiones.[/Duke] – aseguró, mirándome fijamente. La indirecta estaba clara, mi padre estaba inseguro de poder llevar una vida normal con mi madre y de que ella le quisiera de verdad con su aspecto de demonio, así que cuando descubrió que podía convertirse en humano por su genética de laboratorio, trató de asegurarse, presentándose a mi madre como Duke Rivera, una identidad que todavía usaba para llevar los alquileres de las cabañas y llevar sus trabajos de ilustración y de fotografía. La verdad es que visto así, no sabía cómo no me había dado cuenta antes de lo de Lexie y Allie, pero es que no se parecían en nada.

    – [Noah]Pero lo vuestro fue unos meses. Esto es…mucho tiempo, mucho tiempo confundido en decidir a quién quería de las dos.[/Noah] – respondí. Quizá estaba culpando a Lexie de mi propia indecisión. Me había sentido como un tonto por pasarme tanto tiempo decidiendo entre dos personas que en realidad eran la misma. Allie ni siquiera era una ilusión creada por Lexie, era una de sus caras, de sus muchas caras. Eran tan real una como la otra.

    – [Duke]El tiempo es relativo, ese año fue muy intenso y pareció casi una vida.[/Duke] – afirmó mi padre. Había sido el año de la Guerra de Ripper, cuando los Moondies casi se separan. Nosotros lo teníamos muy fácil, siempre podíamos recurrir a ellos y en su caso, no tenían a nadie, el peso recaía en sus hombros. Xander se sentía así ahora mismo, no quería cargar el peso en ellos después de tantos años de paz y eso estaba nublando su juicio. – [Duke]A tu madre tampoco le hizo mucha gracia, no te creas. Quizá deberías preguntarle a ella.[/Duke] – me sugirió. Si quería dejar paso a lo que sentía por ella, me vendría bien saber cómo lo había hecho mi madre. Era buena idea.

    – [Noah]¿Dónde está?[/Noah] – le pregunté, mientras él volvía a la isla de la cocina.

    – [Duke]Ha ido a por madera.[/Duke] – respondió. Sus manos cogieron el cuchillo y se transformaron. Prefería cocinar como Rakkthathor y en general, casi todo. Pocas veces se veía a Duke, solo fuera de casa. De hecho de pequeño yo había tenido una perreta legendaria porque había ido a recogerme mi padre y cuando salí y le vi, no quería irme con él. Para mí era distinto, mi dos caras eran parte de mí, para él, Duke era un disfraz.

    Salí de la casa y crucé la distancia del bosque a velocidad humana normal, de todas formas, la plantación de mi madre estaba muy cerca, ventajas de tener un gran bosque como ese medio deshabitado por los seres oscuros que solían vivir allí. Ellos se habían ido en su mayoría en tiempos de cuando mi tío se mudó a Moondale, pero las costumbres seguían y nadie quería esos terrenos.

    Cuando llegué la vi talando un grueso árbol con un par de golpes de un hacha más alta que ella. La había hecho mi tío Daniel y sabía que la hoja estaba encantada para el filo nunca se perdiese. El árbol cayó al suelo y mi madre cortó una de las ramas.

    Me acerqué, caminando tranquilamente, mientras ella plantaba la rama en un hueco que ya tenía preparado en la tierra. Entonces se agachó y empezó a murmurar algo con sus manos colocadas sobre el terreno. Vi el destello verdoso habitual, obra de la magia de mi madre. Ese árbol volvería a estar en su plenitud en un par de semanas. Toda aquella plantación servía para sustentar de madera las cabañas, incluso para construir nuevas. Mi madre iba rotando las talas, un plan perfecto para evitar la deforestación.

    – [Cara]Noah, ¡Hola![/Cara] – me saludó con entusiasmo nada más verme.

    – [Noah]Mamá, deja, lo hago yo.[/Noah] – saqué las manos de los bolsillos y fui a coger el árbol, me apetecía trabajar con las manos.

    – [Cara]No.[/Cara]- replicó. Mi padrino siempre se reía cuando escuchaba sus «no», decía que le recordaba a cuando la conocieron, que fue de las primeras palabras que dijo y que la había repetido durante mucho tiempo. Mi madre siempre tendría un lado salvaje que le daba su «muchedad».- [Cara]Lo hago yo.[/Cara] – explicó después, sonriendo. Alzó el árbol y se lo echó al hombro sin dificultad.

    – [Noah]Papá me ha dicho que venga a hablar contigo. Por lo de Lexie y Allie…y Duke y Daakka.[/Noah] – le dije, caminando junto a ella.

    – [Cara]Duke era Daakka, pero no era guapo.[/Cara]- comentó, encogiéndose de hombros. Me reí, mi madre siempre sería única.- [Cara]Es como querer a alguien con joroba.[/Cara] – añadió. Se echó a reir y por primera vez desde hacía unos días, yo también lo hice. Tenía suerte de ser su hijo.

    – [Noah]¿Pero cómo superaste que se hiciera pasar por otra persona?[/Noah] – le pregunté. Tenía que superarlo para poder perdonar a Lexie, pero no conseguía saber cómo, lo único que hacía era repasar el pasado con ellas dos y buscar algo que tenía delante de mis propias narices.

    – [Cara]El que lo tenía que superar era él, no yo.[/Cara]- afirmó, mirándome.- [Cara]Si se hacía pasar por otro, es que no le gustaba lo que era.[/Cara] – añadió.

    Me quedé en silencio, repasando las palabras de mi madre. No era un secreto que Allie tenía muchas inseguridades con su problema auditivo, pero pensé que le había demostrado que no era importante, que no iba a sentir lástima por ella ni a gustarme menos. Pero quizá el problema no es lo que pensara yo, si no lo que pensaba ella misma. Y como Lexie sabía que la habían acosado en el instituto, en teoría por eso nunca hablaba de su pasado y tras un tiempo, dejé de preguntarle para no traerle malos recuerdos. Quizá Lexie Fenris no se sentía cómoda en ninguno de sus cuerpos y por eso no podía creerse que yo la quisiera tal y como era. Por eso se había esforzado tanto en asegurarse.

    – [Noah]¿Debería hacer lo mismo con Allie…con…Lexie?[/Noah] – le pregunté.

    – [Cara]Deberías hacer lo que quieras.[/Cara]- respondió, mirándome fijamente. – [Cara]No lo que yo te diga.[/Cara] – añadió. Asentí, pero era más complicado que eso, no buscaba que me dijera qué hacer, solo su consejo, porque yo tenía miedo a equivocarme.

    – [Noah]Ya. Pero habéis vivido mucho, vuestro consejo es importante.[/Noah] – comenté. Eran leyendas vivas, por eso siempre buscaba aprender de ellos todo lo que pudiera.

    – [Cara]Mucho no, pero intenso[/Cara] – replicó ella. Casi nunca hablaba de ello, pero la infancia de mi madre había sido muy dura, quizá por eso había puesto mucho empeño en que la nuestra no lo fuera. Quizá había estado un poco consentido incluso, no lo niego, pero lo más importante es que en todo momento había sabido que una cosa no iba a cambiar, el amor que ella sentía por mí.

    – [Noah]Tengo miedo a perderla por estar enfadado, pero a la vez me duele que me haya mentido tanto tiempo.[/Noah] – continué, dejando salir todo con sinceridad, sin filtros.

    – [Cara]Deja que se explique y luego, decide.[/Cara] – me aconsejó ella. Y con eso, bastaba para volver a encender mi positivismo y reactivar mi esperanza. Tenía un objetivo, otro, hablar con Lexie, con todas las complicaciones que eso conllevaba, especialmente ahora que ella se había unido al bando de Xander. Pero tenía un objetivo y con eso, tenía suficiente, mi madre me había devuelto la confianza.

    – [Noah]Gracias, mamá. Por estar siempre ahí[/Noah] – dije. Nunca podría corresponder lo que habían hecho por mí, así que hacía lo que podía, admirándoles.

    – [Cara]No me queda otro remedio, porque me rajaron el pepe para sacarte.[/Cara]- replicó, tan gráfica como siempre. Me acercó hacia ella con la mano libre y me estrechó en un abrazo, sin soltar el tronco. – [Cara]Te quiero.[/Cara] – dijo. No lo voy a negar, los ojos me brillaron por las lágrimas que estaba conteniendo. Toda esa situación me había dejado muy emocional. Pero no pasaba nada, ellos me lo habían enseñado, reír es estupendo, pero a veces toca llorar.

    – [Noah]Y yo a ti.[/Noah] – le respondí. Seguimos caminado hasta llegar a la cabaña, donde nos recibió mi padre con su delantal. – [Noah]Os veo después, he quedado con Niall.[/Noah] – me despedí. Mi madre tiró el tronco a un lado para cortarlo luego.

    Atravesé el bosque ignorando el empinado descenso por la ladera de la montaña y seguí corriendo, tratando de cruzar calles poco concurridas hasta llegar a la UCM. La vida real no es como en los cómics y mi velocidad podía provocar algún accidente, por no mencionar otros inconvenientes como estropear el escaparate de una pobre florista como cuando empecé a correr.

    Caminé por los pasillos de la residencia y fui al cuarto de Niall, que por suerte no implicaba pasar por delante del de Lexie, uno de los más alejados y de los pocos que eran para una sola persona. Él me abrió la puerta, al parecer su compañera no estaba.

    – [Noah]Sé que no te va a hacer gracia.[/Noah] – dije al poco de entrar. Había quedado con él para comentar algo importante, algo que sabía que no le iba a gustar.

    – [Niall]Déjame adivinar. Quieres que te ayude a evitar que los demás se marchen.-[/Niall]  sentenció. Sonreí, me había calado.

    – [Noah]Llevamos mucho tiempo siendo amigos.[/Noah] – respondí, jugueteando con una púa entre los dedos. Nuestro «contraequipo» no era excesivamente grande, pero al menos éramos más que al principio. Leo había estado conmigo desde el principio; después había convencido a Nate, no de que se sumara a nosotros si no de que no se lo contase a los demás para no meterles en un problema; Jane no había dudado en buscar la forma de evitar que hiciesen esa locura y con la críptica llamada de Kaylee, confiaba en que ella y su amiga Sophie terminasen sumándose también. No éramos una barbaridad, pero tendríamos tres discos con nosotros sin los que no podrían abrir el portal.

    – [Niall]No puedo ayudarte a detenerles. Ni siquiera por la parte de Cole y Dante. Están convecidos de ir.-[/Niall] aseguró. Sabía que Dante no iba a ceder después de descubrir que Omega había sido la asesina de su madre, al menos en teoría. Y Cole le ayudaría.

    – [Noah]Tenemos que hacer todo lo que sea posible. Y si hace falta…me llevaré los discos.[/Noah] – respondí. De hecho, ya lo había intentado, pero no sabía dónde los guardaban. Seguramente en algún sitio que no me esperase, porque Xander se habría imaginado que lo haría. Si hablar con ellos no funcionaba, les quitaría los discos a toda velocidad y los alejaría del Pico antes de que ocurriese el desastre.

    – [Niall]¿Por que me estás metiendo en el saco ya? Son mayorcitos Noah, van a hacer lo que quieran, quieras o no.-[/Niall] comentó, terminando de hacer su cama.

     – [Noah]No sé qué más hacer.[/Noah] – confesé, preocupado. Mi corazón no aceptaba la idea de tener que luchar contra ellos para evitar que lo hiciesen, pero mi mente estaba preparándose para la posibilidad y estábamos en inferioridad. Niall estaba demasiado alejado del mundo sobrenatural como para saber lo que estaba en juego. Prácticamente nunca le había vuelto a ver usar sus poderes desde que nos rescataron y nunca le había visto transformarse en ave, así que tenía que mostrárselo. – [Noah]Esto es lo que puede pasar.[/Noah] – metí la mano en el bolsillo y cogí el disco de mi padre antes de estrechar la mano de Niall.

    Cuando el disco estuvo en contacto con los dos, mi voluntad lo activó. Acostumbrado, navegué por los recuerdos grabados en él y pasamos rápidamente por las Pruebas de mi padre hasta llegar al final, el sacrificio de Kaylee. En cada uno de los discos podía verse, como si los Daesdi hubiesen querido que no se olvidase. No dejaba de tomármelo como una advertencia.

    La visión se desvaneció y Niall se apartó, nervioso. – [Niall]Maldito seas Noah.-[/Niall] dijo, dando vueltas por la habitación, preocupado. – [Niall]Tú y tu culo inquieto.[/Niall] – Niall era buena persona. Sabía que cuando viese lo que podía pasar haría lo que tenía que hacer. No sabía que me arrepentiría durante mucho tiempo de haberlo hecho.

    – [Noah]Sabes que tengo razón. Sé que no te gusta ese mundo, pero no queda más remedio.[/Noah] – estaba desesperado y al final acabé arrastrando a Niall al mundo que no le interesaba en absoluto. Él quería mostrar su arte al mundo, no salvarlo.

    – [Niall]Está bien, está bien. Te acompañaré, pero de apoyo moral.-[/Niall] aseguró. Asentí y le puse una mano en el brazo para darle las gracias.

    – [Noah]Será rápido. Seguramente planeen atraernos allí para usar nuestros discos, pero lo que haré será llevarme los suyos.[/Noah] – contaban con atraernos allí para tener todos los discos en un mismo sitio. Habría bastado en teoría con llevarme a la otra punta de la tierra uno de ellos, pero no terminaba de estar seguro de que no pudieran abrir el portal si no estaban todos y no podía correr el riesgo, así que tenía que volver la trampa en mi beneficio y llevármelos todos en ese preciso momento.

    Después de eso solo tenía que confiar en que me perdonasen y conseguir hablar con Lexie para tratar de arreglar lo nuestro. Claro que lo que ninguno esperábamos es que Omega ya conociese nuestro plan porque se había hecho pasar por uno de nosotros y estaba preparada para aprovechar y llevarse todos nuestros poderes, junto a nuestras vidas.

  • MONSTRUOS

    LEO ARKKAN

    TARDE – MOONDALE

    No soy una persona a la que le guste mucho la televisión, de hecho en mi cabaña lo único similar que puede encontrarse es el monitor del ordenador en el que veo lo que me apetezca en InfiniTV, además del equipo de inmersión a Endless, pero eso ya es otro nivel.

    Pero uno no puede controlar siempre las cosas y si tenemos que ver algo, aunque no queramos, terminaremos por hacerlo. Esa tarde había decidido disfrutar del otoño en ciernes saliendo a tomar algo en un café local. Rehuí específicamente el InfiniCoffee por lo que había pasado en la sede de Infinity. Seguía usando Endless y otros de sus productos, para no levantar demasiadas sospechas. A fin de cuentas, los que más localizados estaban eran los que habían entrado y lo que supieran de nosotros, ya lo conocerían hacía mucho tiempo.

    Estaba disfrutando de un café con leche de almendras y panela cuando en la televisión me llamó la atención una canción. Me giré y vi que estaban hablando de ‘Wolf’s Bane’  y de cómo uno de sus integrantes había desaparecido del todo. Estaba acostumbrado a ello y había empezado a lidiar poco a poco con la gente que me reconocía por la calle y me preguntaba por qué lo había dejado. «Había decidido centrarme en la música» era la respuesta estándar, a la que no le faltaba razón. El mundo de la fama frivoliza todo lo demás y convierte a la música en una mera herramienta. Pero el motivo no era ese.

    Había empezado a desconectar mientras hablaban de ello, hasta que escuché un nombre «Freddie«.

    ‘Freddie Malik, anterior componente de esta banda, se ha lanzado al estrellato rebautizándose como Freddie Galaxy, situado en el top cinco de ventas de InfiniMusic y convirtiéndose en el más visto en InfiniClips gracias a sus actuaciones que imitan a las del grandioso Freddie Mercury’.

    Llevaba mucho tiempo esperando escuchar su nombre en las noticias, pero no así. Miré hacia la pantalla y vi un fragmento de uno de sus conciertos. Había cambiado, iba vestido con una capa y una corona, con el torso al descubierto y unos pantalones de color llamativo. Ahora llevaba el pelo corto y engominado y un bigote muy cuidado le adornaba el rostro. Estaba muy diferente, pero seguía vivo.

    No sabía cómo tomármelo. Una parte de mí se alegraba de que no hubiese muerto por mi culpa, pero a otra le preocupaba que conociese mi secreto, aunque si hubiese querido divulgarlo, ya lo habría hecho. Pagué el café y salí al exterior, pensativo.

    Solo mis padres y Noah sabían lo que había pasado para que dejase ‘Wolf’s Bane’. Si, no habría durado mucho tiempo en la banda porque aquello ya no me entusiasmaba y apenas soportaba a nadie del grupo. Freddie ya había empezado a cambiar por la influencia del resto. Quizá no era justo culpar a los demás, porque cada uno tenía su libre albedrío, pero cuando ves que todo el mundo hace lo mismo y que tienes unos recursos y libertad únicos en la vida, es fácil que pierdas los objetivos.

    Fuera como fuese, todo cambió de un día para otro. Estábamos celebrando el inicio de una nueva gira. Esa noche estaban especialmente insistentes respecto a que me tomase algo: alcohol, pastillas, polvo dorado. Daba igual, lo intentaron todo, pero la respuesta fue la misma. Estaba a punto de irme, cuando Freddie me pidió que me quedase. Había demasiado ruido y me distraje, incapaz de ver que echaba algo en mi bebida.

    ‘Jinx’. Así se llamaba. Normalmente una pastilla de color violeta intenso. Vaciaron su contenido en mi copa. No tardó demasiado en hacer efecto. La realidad se desdibujó y me sentí libre, pero no fui el único que lo hizo. La droga afectó a mi conexión con el licántropo y comencé a transformarme delante de todos ellos. Aún consciente, conseguí huir, pero Freddie vino detrás de mí y lo que se encontró era más bestia que hombre. A la mañana siguiente supe que estaba hospitalizado y lo dejé todo.

    Por mi mente habían pasado muchas opciones: haberle matado; haberle convertido; haberle dejado marcado para toda la vida. Pero ahí estaba, vivo, sano, aunque eso no impedía que le hubiese convertido.

    Saqué mi móvil y empecé a buscar detalles de sus conciertos y los comparé con el calendario lunar. Había noches de luna llena en las que había actuado, así que no podía ser eso. En mis tiempos en ‘Wolf’s Bane’ habíamos creado la leyenda urbana de que todos éramos licántropos. No me había costado venderles la idea. Así que por eso no actuábamos nunca en luna llena. Los problemas para compatibilizar las girar se compensaron con que a los fans les encantaba.

    Así que Freddie estaba vivo, sano a juzgar por cómo se movía y no era un licántropo. Quizá ni siquiera recordaba quién le había atacado aquella noche. Tras irme, había enviado un mensaje oficial a la banda para decir que lo dejaba para buscar de nuevo la ilusión, aprovechando de paso para dejar claros sus problemas con las drogas. Así que quizá mi secreto seguía a salvo. Fuera como fuese, no irían a buscarme allí, a Moondale.

    Con un problema menos a la espalda, me entraron ganas de hablar con Freya, aunque últimamente parecía que le rondaba la cabeza algo importante y no hablaba demasiado conmigo. No le había dicho nada de lo que había estado a punto de ocurrir con Kaylee, porque tampoco había conseguido llegar a formalizar nada con Freya, ni siquiera conocer su nombre real. Pero aun así, seguía sintiendo una conexión con ella.

    Kaylee no me había dirigido la palabra desde aquella noche y no quise intentarlo, probablemente fuera mejor para ella si me mantenía fuera de su vida. Me habría gustado hablar con ella ahora que Noah y yo nos veíamos en el lado opuesto a Xander en todo ese asunto de reabrir el Axis Mundi. Sabía que ella había decidido no formar parte y quizá pudiera ayudarnos a impedir que cometiesen esa locura. Pero no podía ser.

    Las Pruebas de los Daesdi y el Axis Mundi eran uno de los terrenos en los que sabía casi tanto como el propio Noah con las memorias de nuestro padre, porque desde el principio mis padres me habían dejado ver sus discos para que no me sintiera de menos respecto a Noah. Los peligros que habían pasado todos allí eran evidentes, por no mencionar el sacrificio de Kaylee. No podíamos permitir que ninguno se sacrificase para expulsar a Omega, tenía que haber otra forma.

    Quizá fue liberarme de la carga de Freddie o quizá la preocupación, pero acabé buscando el nombre del videoclub en el que trabajaba Jane y caminando hasta allí.

    Cuando entré me maravillé de que algo así siguera existiendo, mantenido solamente por la nostalgia y por una crisis creativa que llevaba más de veinte años lastrando al mundo. Esperé a que se marchase la gente mientras ojeaba la portada de ‘Los Inmortales’, de la que solo recordaba la banda sonora.

    – [Jane]Leo, ¿a qué has venido?[/Jane] –  me preguntó en cuando el videoclub quedó vacío, saliendo de detrás del mostrador. Agradecía que Jane no andase con formalidades. Era directa y lo respetaba.

    – [Leo]¿Te han contado lo que piensan hacer?[/Leo] – le pregunté. Miré la cámara de seguridad y Jane negó con la cabeza, quitandole importancia. No debía tener audio.

    – [Jane]Sabes que Owen es mi hermano, ¿no?[/Jane]- respondió. Owen no mantenía demasiado el misterio, era muy distinto a su hermana, pero también respetaba que en él todo fuese lo que parecía, sin medias tintas, excepto que se hiciese más el tonto de lo que en realidad era.

    Me encogí de hombros. – [Leo]Noah y yo queremos impedírselo. Tú también puedes si consigues el disco de tu padre antes que tu hermano.[/Leo] – resumí, no tenía tiempo que perder en explicaciones. En un par de días sería la luna de sangre y aunque Noah y yo tuviéramos los discos de nuestros padres, los demás aún podían conseguirlos de alguna forma.

    – [Jane]No quiero volver a discutir con mi hermano[/Jane].- aseguró con un deje de tristeza. Algo me decía que estaba tan deprimida que no se molestaba en ocultarlo. ¿Verse reflejada en Omega habría apagado su fuerza dejando solo la tristeza?

    – [Leo]¿Prefieres que muera intentando enviar al vacío a tu doppleganger?[/Leo] – repliqué sinceramente, quizá demasiado. La gente tendía evitar hablar de la muerte, pero a todos nos acecha en una carrera que algún día perderemos. Y para nosotros, en el mundo que vivíamos, la carrera era más acentuada que para los mortales.

    – [Jane]Eres un borde de cojones, Leo[/Jane].- sentenció, molesta. Se marchó a limpiar las portadas de algunas películas, en aparente concentración, aunque estaba claro que estaba perdida en sus pensamientos.

    – [Leo]Ya, bueno, pero eso no hace que sea mentira. A veces hay que ser desagradable para proteger a la gente.[/Leo] – le expliqué. No servía de nada evitar herir sus sentimientos porque no había tiempo y después sería demasiado tarde para lamentarse.

    – [Jane]Ser desagradable no es excusa para nada.[/Jane] – respondió, con las cejas arqueadas mientras fruncía el ceño sin siquiera darse cuenta.

    Me quedé callado, estaba acostumbrado a que me lo dijesen y no podía negar que tenía razón esta vez. – [Leo]No debería haberlo dicho así, pero es peligroso.[/Leo] – me gustaba ser sincero y directo, así que intentaba esforzarme también con las disculpas, aunque a veces sonasen frías.

    – [Jane]Sé que es peligroso, pero son adultos y van a hacer lo que quieran.[/Jane]- continuó, relajando ligeramente el ceño.- [Jane]Nadie me hace caso nunca. Esto no va a ser una excepción.[/Jane] – apostilló. Jane se había dado por vencida. Era cierto que eran bastantes los que se habían reunido y teníamos poco que hacer para contradecirles, pero aun así, necesitaban los discos. Noah no tenía claro que pudiesen abrir un portal al Axis Mundi con eso, porque ni se habían enfrentado a sus miedos ni a sus deseos, ni ningún Daesdi se había presentado ante ellos para decir que eran los nuevos Daë. Ni siquiera había una Kvasir entre nosotros. Pero el riesgo era demasiado como para dejar lugar a error.

    – [Leo]Es tu decisión y la respeto.[/Leo] – asentí y me giré dispuesto a irme. Aún contabamos con Nate, sin tener que llegar a meter a los Moondies en todo aquello. Pero si llegaba el momento de hacerlo, no quedaría más remedio.

    Jane suspiró a mi espalda.- [Jane]Intentaré quitarle el disco, pero no sé si saldrá bien.[/Jane] – dijo finalmente.

    Me detuve y me giré. Parecía derrotada, pero no le habían abandonado las fuerzas, solamente estaban ahí, cubiertas por la oleada de acontecimientos que habían sacudido su vida.

    – [Leo]Haremos lo que podamos. Cómo salga no depende solo de nosotros.[/Leo] – comenté. No podíamos controlar el destino, solo podíamos hacer lo que estuviera en nuestra mano. No tenía sentido preocuparse, porque no controlábamos todo.

    – [Jane]Una pena lo del libre albedrío.[/Jane] – sentenció ella, que sí parecía querer controlarlo todo. Era demasiado protectora.

    – [Leo]Sé lo que es sentirse un monstruo.[/Leo] – moví la mano derecha, resumiendo mi discurso en solo eso. Se me habría dado mejor cantarlo, pero no era el lugar ni el momento, igual que en el Bosque de los Lobos. Jane me miró fijamente durante un instante. Sabía lo que le había pasado por la cabeza al ver a Omega, al ser consciente del alcance real de sus poderes y por qué durante toda su vida solo la habían dejado jugar sin vigilancia con Xander.

    Me tendió una caja. – [Jane]Te dejabas la película.[/Jane] – asentí y la cogí. ‘Los Goonies’. Era un paralelismo directo con lo demás y el lío en el que estaban a punto de meterse por llegar a encontrar el tesoro que tenían localizado en su mapa.

    Solo nosotros podíamos impedirlo. Pero ninguno podíamos impedir el Destino, que para entonces ya había sido escrito en su libro.

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.

  • UNA NOCHE FUERA DE LO COMÚN

    LEO ARKKAN

    CABAÑA, BOSQUE DE LOS SUSURROS – NOCHE

    Llevaba algo más de un mes refugiado en mi cabaña del Bosque de los Susurros, oculto completamente de los medios, que se preguntaban si Leo Rivera, el guitarrista de Wolf’s Bane, se había desvanecido en el aire.

    Al principio había resistido la tentación de buscar información sobre mi viejo grupo y lo que se decía de mí. Había de todo, desde conspiraciones muy elaboradas hasta especulaciones sobre los excesos que se cometían dentro del grupo. Wolf’s Bane se había desbandado al poco de irme, supuestamente por tensiones de Rod Chan con el resto, pero no había comentarios de Freddie, ni positivos ni negativos.

    El mundo de la fama no era para mí, lo había tenido claro desde hacía mucho tiempo. Lamentaba haber tenido que esperar a que sucediera el desastre para darme cuenta de ello. Ya era tarde, de todas formas.

    Las primeras semanas había disfrutado de la soledad. Los ligeros sonidos del Bosque volvían a mí, revitalizándome, como si hubiera sido un animal que había estado en un zoológico durante años y por fin volviese a su hábitat.

    Solo había tenido contacto con mis padres, con Noah y bueno, con ‘Freya‘. Con ella hablaba todas las tardes y seguía sintiendo que conectábamos. Era uno de los momentos que más esperaba al cabo del día, la notificación de que ella estaba en el servidor del ‘Mundo Mágico’.

    Mi localización era un secreto, especialmente después de que la gente que estaba detrás de Wolf’s Bane apareciera allí para buscarme y la prensa intentase hablar con mis padres. Quizá por eso me sorprendió tanto cuando olfateé un olor conocido en el exterior que no pertenecía a nadie de mi familia a esas horas de la noche y resultó ser nada menos que Kaylee MacLeod.

    Estar cerca de ella me ponía en tensión de una forma inconsciente y el hecho de que acabase de mencionar que Noah estaba en peligro no contribuía a convertirme en una persona de lo más accesible. Pese a todo, forzado a esperar a que apareciese Dante con el resto, descubrí que su compañía era más agradable de lo que recordaba en nuestros años de instituto. Quizá Noah tenía razón y la vida la había cambiado, pero aún tenía mis reservas, era bastante más cínico que mi hermano.

    No podía dejar de pensar en Noah. No sabía los detalles de cómo había llegado a cometer la imprudencia de entrar a un sitio como ese, sabiendo él mejor que nadie la historia que tenían los Moondies con el lugar. Miré la InfiniBand, no sabía cuando llegaría Dante y esperar sin saber hasta cuando no era uno de mis fuertes.

    – [Leo]¿Va a tardar mucho en venir?[/Leo] – pregunté, inquieto. Kaylee me miró y paró la lista que tenía reproduciendo en su InfiniBand.

    – [Kaylee]No lo sé[/Kaylee].- respondió, algo seca. Me sorprendió su gusto, nunca había tenido tiempo de hablar con ella en el pasado de música y no me esperaba ese estilo, si no más bien algo tipo…electro latino.- [Kaylee]Si te molesto, me voy a la cabaña de Noah[/Kaylee]. – añadió. Me di cuenta de que quizá la había ofendido, pero ambos teníamos gente importante en peligro y no había tiempo para sutilezas

    – [Leo]No hace falta. Pero no me gusta esperar.[/Leo] – expliqué. La paciencia no era una de mis virtudes y era de las pocas cosas que el lobo y yo compartíamos. Me levanté, nervioso, y recurrí a lo que siempre me calmaba. Como Kaylee había parado la música, me senté en el piano y dejé que mis dedos arrancaran los primeros acordes de una melodía.

    – [Kaylee]Al menos, estamos de acuerdo en algo.[/Kaylee] – sentenció ella.

    – [Leo]No es lo habitual.[/Leo] – afirmé, el tacto de las teclas siempre me anclaba, me recordaba que tenía el control.

    – [Kaylee]¿Te caigo mal, Leo?[/Kaylee] – preguntó. Mis dedos se separaron de las teclas lentamente, mientras pensaba una respuesta.

    – [Leo]¿Qué te hace pensar eso?[/Leo] – tenía curiosidad por saber cómo se le había pasado por la cabeza.

    – [Kaylee]Es lo que parece.[/Kaylee] – dijo simplemente, mirándome. Sentí que sus ojos castaños me atravesaban y desvié la vista al piano. Toqué la primera parte de ‘La chica del pelo rojo‘ en su versión original.

    – [Leo]Me decepcionó un poco tu adolescencia. Eras cruel.[/Leo] – decidí que lo mejor era que lo supiera, de todas formas, hacía mucho tiempo que apenas teníamos trato. No había nada que perder. Reconozco que pequé de sincero, pero en aquél momento, creí que era lo mejor, aunque nada me daba derecho a juzgar cómo se había comportado Kaylee, especialmente teniendo en cuenta mis propios errores. En parte creo que se lo dije porque me habría gustado que alguien me lo hubiese dicho a mí también.

    – [Kaylee]A mí también.[/Kaylee] – aseguró, apartando la mirada.

    Paré de tocar y la miré, parecía que el mundo se le había caído encima. Conocía a Kaylee desde la infancia y pese a los cambios, siempre había tenido mucha vitalidad. Sin embargo ahora parecía simplemente derrotada. No era la respuesta que esperaba de la Kaylee que había asimilado. – [Leo]Noah me había dicho algo. Pero me cuesta creerlo.[/Leo] – confesé. Mi hermano veía casi siempre el lado positivo en todo, éramos un contrapunto el uno del otro, así que me imaginé que estaba creando una excusa para perdonarla.

    – [Kaylee]Noah perdona rápido y no todo el mundo es así.[/Kaylee] – aseguró ella. Asentí en silencio. Cuando le conté a Noah la verdad de lo que me había hecho volver, trató de restarle importancia, pero no lo consiguió. Había luchado con algo toda la vida y en una milésima de segundo, todo había cambiado.

    – [Leo]No te falta razón. [/Leo] – me levanté del piano y me acerqué a ella para llevarme la taza de café que ya estaba vacía.

    – [Kaylee]No estoy orgullosa de lo que hecho, pero tampoco lo puedo cambiar.[/Kaylee] – sentí su voz muy cerca, embriagado por su olor a vainilla salpicado de su aroma natural a pimienta y uvas frescas. Bajo esos, distinguía el olor de la hierba cubierta del rocío nocturno, un aroma que atraía con locura a mi lobo interno porque gritaba a voces libertad. Su olor siempre me había atraído demasiado, por eso me inquietaba su presencia, porque no había estado acompañado de una personalidad a juego.

    Cuando me quise dar cuenta, aún estaba frente a ella, con la taza vacía en la mano. – [Leo]Eres muy valiente por cambiar.[/Leo] – dije, pugnando por controlar mi olfato.

    – [Kaylee]Me convertí en alguien a quien odiaba.[/Kaylee] – sentenció, dejando salir las palabras con dificultad. Se notaba de todas maneras que quería hablar de ello, pero me temía que quizá demasiado. Parecía que se estaba castigando en exceso y por eso quería que todo el mundo, incluso alguien como yo, supiera que era consciente de sus errores.

    – [Leo]No eres la única persona que lo ha hecho mal. Pero lo fácil habría sido seguir siendo la misma.[/Leo] –  comenté. Conocía de primera mano un caso parecido. ‘Freya‘, fuera cual fuera su nombre real, había pasado una etapa dura porque había hecho cosas en el instituto de las que no estaba orgullosa.

    – [Kaylee]No he hecho nada digno de alabanzas.[/Kaylee]- replicó. Vi un atisbo de su ‘fuerza’ habitual y pensé que se había tomado mal mis palabras, así que me encogí de hombros y fui a llevar la taza.

    La escuché suspirar un par de veces y al girarme vi que fruncía ligeramente el ceño, así que le pregunté. – [Leo]¿Qué?[/Leo]

    – [Kaylee]Parece que te da todo igual.[/Kaylee] – dijo, como si fuese una realidad o supiese algo de mí.

    – [Leo]Si me diera todo igual no estaría inquieto por ir a salvar a mi hermano.[/Leo] – le recordé, molesto y sin ganas de ocultarlo. Que intentase llevar la vida tal y como me viniese no significaba que no me preocupasen las cosas. Con el tiempo había llegado a la conclusión de que no merecía la pena hacerse mala sangre. Mi licantropía, por ejemplo, no podía cambiarla. Y lo que había pasado me había hecho darme cuenta de que tampoco podía vivir como si no existiese.

    – [Kaylee]Pero no lo demuestras.[/Kaylee] – replicó.

    – [Leo]No tengo por qué exhibir lo que siento como todo el mundo espera.[/Leo] – afirmé, caminando hacia el vestidor. La música te permite transmitir cosas que las palabras no son capaces de manifestar. Da igual la rabia que sientas, dar un puñetazo a una pared no lo va a cambiar, solo vas a parecer fuera de control. Pero en la música puedes plasmar toda tu alma, al desnudo y quien sepa y quiera escuchar, lo entenderá. – [Leo]Voy a cambiarme para salir. Si te molesta puedes esperar fuera.[/Leo] – mi cabaña era distinta a la de mi hermano y más parecida a la de mis padres. Espacios abiertos y grandes ventanales, quería sentirme parte del Bosque, no en una pequeña jaula dentro de él.

    – [Kaylee]¿Pretendes que me vaya a la calle, con el frío que hace porque no te dio la gana poner paredes?[/Kaylee] – preguntó, mirándome fijamente. Me encogí de hombros y empecé a cambiarme, no me importaba demasiado si me veía o no, siendo hijo de mis padres y licántropo, resulta difícil ser tan pudoroso.

     

    Pese a todo, me giré para ver que ella no estaba mirando, me había picado la curiosidad.

    – [Leo]Siento si he sido brusco antes.[/Leo] – me disculpé, subiéndome los vaqueros negros.

    – [Kaylee]No pasa nada. Yo tampoco soy Miss Simpatía.[/Kaylee] – aseguró ella, aunque lo cierto es que empezaba a caerme mejor ahora que su descaro tendía hacia la sinceridad en lugar de a encumbrarse como reina del instituto.

    – [Leo]De pequeña eras mi favorita.[/Leo] – comenté, cogiendo una camiseta gris con el logotipo de Queen. Había sido un regalo de Noah, era su grupo favorito y me parecía lo apropiado para ir a rescatarle.

    – [Kaylee]Y lo sigo siendo. No hace falta que disimules.[/Kaylee]- escuché el ligero sonido del sofá cuando se giró.

    Me giré también mientras me ponía la camiseta. – [Leo]Ya veremos.[/Leo] – dije, conteniendo una sonrisa. Era cierto que de pequeños me había hecho a la idea de que podía encontrar en ella alguien que compartiese mis aficiones. Yo no había nacido licántropo y Amy sí, así que a ella le apasionaba esa parte de sí misma y yo la rechazaba, sin embargo siempre me había llamado la atención la magia y Kaylee era la más interesada en eso. Además, resultaba fácil hablar con ella, era más madura, hasta que todo cambió en el instituto.

    – [Kaylee]¿Puedo lavar mi camiseta en tu barriga?[/Kaylee] – preguntó. Sonreí sin poder evitarlo. No me lo esperaba, de hecho, siempre había pensado que más bien la repelía.

    – [Leo]No hay nada de malo en tener sexo si quieres.[/Leo] – pregunté. Ella abrió los ojos y me miró, sorprendida. No me toméis por alguien que se ha criado en la selva. Mis padres habían tenido que aprender de cero las costumbres sociales y había algunas que no había terminado por adoptar, pero tampoco era su influencia la que me hacía ver el sexo como algo natural, porque entonces Noah también habría sido así y era todo lo contrario. Simplemente me negaba a tener que reprimir un deseo por mero estigma social, cuando no tenía nada de malo. En el fondo sabía que mi forma de ser no era más que mi empeño y cruzada por demostrar que iba a ser quien quisiera ser y no quien la gente esperase que fuera, tanto por la manera de comportarme como por mis deseos.

    – [Kaylee]¿Qué?[/Kaylee] – preguntó.

    Me encogí de hombros. – [Leo]Que no tiene importancia si te apetece. Ayuda a aliviar los nervios.[/Leo] – aclaré. No era mal modo de esperar a que llegase Dante, porque me notaba cada vez más inquieto y tenía miedo de que ni ponerme a tocar lo solventase.

    – [Kaylee]¿En serio?[/Kaylee] – preguntó de nuevo, como si pensara que se trataba de alguna clase de broma. Me imaginé que no estaba interesada.

    – [Leo]No tiene nada de malo. El mundo tiene muchos tabú.[/Leo] – le expliqué. Si no le apetecía, no pasa nada, claro. Un no siempre es y debe ser un no. Si se lo preguntaba era porque la había notado interesada y porque mi olfato lobuno parecía notar algunas hormonas en el ambiente.

    – [Kaylee]¿Me estás diciendo que te quieres acostar conmigo?[/Kaylee] – repitió, incrédula.

    – [Leo]Si no te apetece no le des más vueltas.[/Leo] – dije, restándole importancia. No le apetecía, estaba claro, pero tampoco me iba a avergonzar por preguntarle.

    – [Kaylee]¿Pero quién no va a querer…comerte entero?[/Kaylee] – soltó después de un interminable silencio. La miré fijamente y le tendí la mano para ayudarla a levantarse. Cuando lo hizo, nos quedamos frente a frente. Su aroma me inundaba, después de tanto tiempo molesto por la atracción que me producía esa sensación, la tenía frente a frente.

    – [Kaylee]Esto es un fic porno, ¿verdad?[/Kaylee] – preguntó. Parecía nerviosa.

    Me encogí de hombros y disfruté de la cercanía, pensando. Había conectado a un nivel muy profundo con ‘Freya’, de hecho habíamos llegado a intimar todo lo que se podía a través de algo tan frío como ‘Endless’, pero hacía ya unos días que no sabía nada de ella. Por mucho que había tratado de ponerme en contacto con ella, no había encontrado señal. Quizá se había cansado y había pasado a encontrar algo en el mundo real. No podía culparla. Frente a frente con Kaylee, no podía pensar en otra cosa.

    – [Leo]¿Puedo?[/Leo] – pregunté, tocando la punta de uno de sus mechones.

    – [Kaylee]Nos caemos mal…[/Kaylee] – dijo ella, dudando.

    Nuestros ojos conectaron durante unos instantes. – [Leo]No siempre fue así.[/Leo] – confesé. – [Leo]La chica del pelo rojo.[/Leo] -le recordé.

    – [Kaylee]Amy.[/Kaylee] – sentenció. Me lo imaginaba, todo el mundo daba por hecho que era Amy, pero ella y yo éramos solo hermanos de colmillo, no teníamos nada físico entre nosotros.

    – [Leo]Te equivocas de hermana.[/Leo] – le aclaré.

    – [Kaylee]Pero…[/Kaylee] – respondió, sin saber qué decir. Me di cuenta de que mis canciones eran menos obvias de lo que parecían.

    – [Leo]Quizá sea mejor que lo dejemos para otro momento. Ahora tenemos mucho en lo que pensar.[/Leo] – comenté. Estábamos a punto de meternos en un problema bastante serio y el miedo a lo que pudiera pasarles a cualquiera de ellos estaba en el ambiente. No era el mejor momento para pensar en frío.

    – [Kaylee]Ni de coña.[/Kaylee]- dijo ella. Sus labios se pegaron con fuerza contra los míos en un beso apasionado. Llevé una mano a su espalda para atraerla hacia mí, pero ella se había lanzado tan aprisa que perdió pie y retrocedí hasta dar con la espalda en la chimenea, por suerte, apagada.

    Mis manos sintieron su cuerpo contra el mío y ardí en deseos de quitarnos toda aquella ropa. Kaylee me mordía el labio por el ímpetu y nuestros cuerpos actuaban como si tuviesen vida propia. Nuestras prendas fueron cayendo al suelo, como si estuviésemos en plena metamorfosis. Era algo digno de una canción, hasta que nos interrumpieron.

     

    – [Dante]Joder…¿os dejo unos minutos?[/Dante] – preguntó Dante, girándose tras aparecer en mitad de mi cabaña.

    – [Leo]Primero sal de mi casa. Ahora hablamos.[/Leo] – espeté, molesto. En realidad estaba siendo modesto, me habría apetecido clavarle las garras en ese momento, tanto por entrar sin ser invitado como por llegar en ese preciso momento. Me calmé un poco porque desapareció en una sombra, pero para entonces Kaylee ya se había apartado.

    – [Kaylee]Pues… voy a vestirme. [/Kaylee] – comentó, sonrojada y apresurada.

    Gruñí por lo bajo, el deber nos llamaba. Cuando los dos terminamos de vestirnos en silencio, salimos.

    – [Dante]Vosotros sí que sabéis.[/Dante] – comentó Dante, riéndose. Había venido solo, en un rato nos explicaría que los demás . – [Dante]No os costaba nada haberme invitado.[/Dante] – bromeó. Le miré fijamente, serio.

    – [Leo]Ni una palabra.[/Leo] – aclaré. Kaylee no volvió a mirarme ni a dirigirme la palabra en el resto de la noche, ni en los días siguientes.

    Con ganas de volver a estar solo, esperé que Dante abriese un portal con su poder secreto y lo cruzamos de camino al Bosque de los Lobos. Esa noche iba a ser fuera de lo común.

     

  • INMERSIÓN

    LEO ARKKAN

    NOCHE – EUROPA

    Mientras tenía la guitarra en mis manos y dejaba fluir la música a través de mis dedos, todo fue bien. El problema vino, como siempre, cuando dejamos de tocar después del segundo bis y el vocalista empezó a dar las gracias antes de que nos marcháramos.

    Normalmente, siempre terminábamos con una de las canciones de Rod para evitar precisamente que me tocase a mí dar la despedida, aunque a los fans no parecía encantarles, algunas de las canciones favoritas eran las que habían salido de mi puño y letra.

    Entonces fui consciente de la marea de personas que, como hormigas, se aglutinaban frente al escenario, pugnando por ver más de nosotros, por pasar un rato, aunque fuera efímero, con los ídolos que ellos mismos habían creado.

    Caminé junto al grupo, adentrándonos en el backstage mientras reían, llenos de energía. La adrenalina que corría por sus venas después de la actuación no podía compartirla. Quizá se debía a que no ansiaba tanto como ellos el desenfreno que seguía al concierto.

    Como siempre, intentarían convencerme de que lo celebrase con ellos, aunque no solían tener éxito. Sí, algunas veces había tratado de dejarme llevar y festejarlo, ser como los demás. Había disfrutado del cariño breve de los fans y las fans, pero normalmente me acababa yendo cuando insistían en que pasase de una cerveza a una raya, buscando que me uniese al despertar que les inspiraba.

    Las drogas, el sexo y los baquetes dignos de ‘Los Juegos del Hambre‘, estaban aún a la orden del día entre las estrellas. En el fondo, eso era algo que no había cambiado desde hacía años, porque todo en esa industria pugnaba para el desenfreno y la vida alocada.

    Hacías dinero, sí, pero si te dejabas llevar por ella, te lo gastabas en lujos que ni siquiera necesitabas, por no mencionar el que se llevaban los que habían orquestado el grupo y aún tiraban de todos los hilos. Yo había conseguido forjarme unos ahorros que me servirían de colchón, preparado para caer en cualquier momento del top 10 a la lista de los olvidados.

    Cuando llegamos a la altura de los camerinos, Freddie, el batería, se acercó. Era el más nuevo, un reemplazo de Jason después de las peleas que tuvo con Rod. Era un chico bastante agradable y tímido, aunque estaba entrando poco a poco en lo que la industria esperaba de él. Ya había cambiado su apariencia siguiendo los consejos de la productora y sus escarceos con las drogas eran cada vez más frecuentes.

    – [b]Tío quedate, deberías venir a la fiesta de esta noche. Empieza a dar la sensación de que hay distanciamiento entre los miembros de cara al público.[/b] – una de las cosas que no me gustaban  de ese mundo era fingir. Era músico y compositor, no un actor, no iba a compartir mi vida como una parte de mi trabajo. En parte por eso el mundo me conocía como Leo Rivera. Por eso y por el Juthrbog.

    – [Leo]Así tienen algo de lo que hablar.[/Leo] – comenté de pasada. Rod ya estaba entrando por la puerta del camerino. Era la clásica estrella: ególatra, adicto a todo lo que se podía ser adicto, fiestero y un baboso para cualquier persona con tetas. Habitualmente pensaba en grabar alguna de sus conversaciones en las que se vanagloriaba de sus ligues por internet con chicas jóvenes, pero siempre terminaba dándome cuenta de que eso no podría usarlo nadie en un juicio. – [Leo]Seguro que al de marketing se le ocurre algo.[/Leo] – añadí. Incluso destapando la mierda que era Rod Chan, poco podría conseguir, muchos de sus fans le defenderían y todo el circo mediático le exculparía como buena estrella, blanca y hetero, por mucho que intentase vender que tenía ascendencia asiática y nuestro grupo era multicultural.

    – [b]Te sacará una novia modelo con la que saldrás dos días. Vamos Leo, será divertido.-[/b] insistió Freddie. Era un buen tío, pero no iba a hacerle más caso que el que él me hizo a mí cuando le aconsejé pasar de esas bacanales.

    – [Leo]Otro día.[/Leo] – respondí simplemente.  – [Leo]Vosotros disfrutad.[/Leo] – le dediqué una sonrisa y seguí caminando hasta el aparcamiento, donde esperaban los guardaespaldas y los chófer. Habría preferido conducir yo mismo, pero era lo que tocaba, así que le indiqué que me llevase al hotel.

    Entré y saludé de la forma más amable que pude a la gente que me reconoció, aunque viviera siendo consciente de que nadie me conocía realmente. Di gracias de que el ascensor estuviese vacío y colgué en la puerta el cartel de no molestar. Darían por hecho que me había llevado al hotel a alguna seguidora, mientras que en realidad lo que hacía era buscar con ansia unos minutos de tranquilidad hablando con «ella».

    «Ella» se hacía llamar «Freya«. Llevábamos hablando casi un par de meses y se había convertido en el motivo por el que me conectaba a Endless, el juego de Infinity en el que te sumergías en cualquier mundo de ficción o no. Nos conocimos en el mundo de Harry Potter, en Hogsmeade, la zona común en la que estaba el offtopic: ella era una Hufflepuff de segundo y yo un Ravenclaw de cuarto.

    Me senté en la silla y abrí el maletín donde guardaba uno de los pocos caprichos que me había permitido, un set de inmersión para poder conectarme a Endless. Había varias formas: en móvil, usando la cámara a modo de realidad virtual; en escritorio, como los videojuegos clásicos y los primeros mundos virtuales; y con un set de inmersión que era lo más habitual, porque entrabas directamente en la piel de tu personaje. Después de la sorpresa y la emoción inicial de la fama, empecé a necesitar una forma de evadirme y no encontré ninguna mejor que irme a un sitio donde nadie supiera quién era. Si iba a hacerlo, tenía que hacerlo bien, así que me compré el set.

    Cuando estuve cómodo, lo encendí y noté la sensación del set activando los receptores que me harían tener los cinco sentidos activos en Endless. Seleccioné el Mundo Mágico en la lista de mundos favoritos y me vi transportado al cuerpo de mi avatar, que se había quedado en Hogsmeade.

    Llevaba mi avatar básico, el que creas cuando te unes a Endless y usas en los mundos no temáticos y en las zonas offtopic de los mundos temáticos. Era un león humanoide como el de Digimon pero de pelaje blanco. Mi alias era Aslan. Sí, me gustaba mi nombre.

    Vi pasar a gente de todo tipo con sus avatares base: orcos, elfos, animales humanoides, personajes de videojuegos, alienígenas… Entonces la vi, urgando en un jarrón para ver si encontraba Infinicash, la moneda del juego.

    Era una osa de pelaje marrón con motas más oscuras. Me había confesado que intentó hacerse el avatar de su mascota, pero no le salió nada mejor y no tenía dinero para cambiarlo. Antes de nada, dejadme que os explique algo, no nos iba el furry, de hecho, descubrí que existía poco después de entrar a Endless, pero desde luego, si nos hubiese gustado, habríamos encontrado algún mundo o sala en el que aprovecharlo, porque allí había de todo, igual que había sido internet.

    Me acerqué a ella y me vio al instante: – [Kaylee]Te has hecho de rogar hoy.[/Kaylee] – sentenció, frunciendo el ceño. Era curioso ver a una osita fruncir el ceño, pero ella era así.

    – [Leo]Llevo un día horrible, pero merece la pena por venir a hablar contigo.[/Leo] – respondí. Todo el mundo podía ser otra persona aprovechando el anonimato y mi persona parecía más lo que yo era en realidad que la que te encontrabas en carne y hueso. Era más fácil hablar con sinceridad y ser uno mismo sin enfrentarse cara a cara al rechazo, sin ver la cara de otra persona cuando digas algo importante.

    – [Kaylee]Muy gracioso.[/Kaylee] – replicó ella. Así era, tenía una coraza que la hacía incapaz de creerse que de verdad me pasase el día esperando hablar con ella, incluso siendo prácticamente desconocidos.

    – [Leo]Lo digo en serio.[/Leo] – insistí. Endless era uno de los pocos sitios en los que mi personalidad no destacaba tanto. Mi familia era bastante especial y eso me había hecho chocar con lo que otra gente esperaba, pero allí no, allí había cosas mucho más raras.

    – [Kaylee]Vale, digamos que te creo.[/Kaylee] – respondió, aunque no estaba muy seguro de que me creyese de verdad.

    – [Leo]Eres mi oso favorito.[/Leo] – bromeé, aunque de verdad me gustaba mucho pasar tiempo con ella. Me apetecía saber cosas más concretas de su vida, pero en un sitio donde se valora tanto el anonimato, existe el miedo a presionar al otro a decirte algo que quizás no quiera decir.

    – [Kaylee]Tu oso deforme favorito.[/Kaylee] – replicó, desviando la atención mientras agitaba una planta, que le dejó caer una misera infinicash.

    – [Leo]No eres tan deforme. [/Leo]- dije, echándome a reír. Me hacía bastante gracia su avatar porque me imaginaba lo que había querido conseguir. Sobre todo le faltaba ponerse una melena más larga y unos ojos menos de dibujo. – [Leo]Seguro que en la vida real eres preciosa.[/Leo] – añadí. Me apetecía una barbaridad ver cómo era en realidad. Solo sabía de ella que era una mujer porque nos habíamos enseñado la verificación.

    – [Kaylee]Deberíamos entrar a una sala en la que se permitieran apariencias humanas, porque parece que nos va el furry.[/Kaylee] – sentenció ella. En Endless había dos verificaciones para evitar las «estafas». El juego te registraba completamente con tu identidad y tenías que verificar tus rasgos biológicos en un escaneo en la Endless Store. A partir de ahí podías enseñar cualquiera de tus descripciones a otro jugador en privado, verificando por ejemplo tu identidad sexual completa. Eso también te dejaba acceso a un avatar con tu misma apariencia que podías usar para interactuar con la gente en los mundos y secciones «Reales«. Bueno, y también se usaba para el ciber sexo.

    La verdad es que no pude evitar reírme con lo del furry, se había convertido en una broma recurrente entre nosotros porque ninguno sabíamos que gran parte de la gente elegía los avatares con forma animal para eso. – [Leo]¿Y desvelar el misterio?[/Leo] – pregunté, riéndome. Quería verla, pero el miedo a que viese quién era en realidad y eso lo cambiase todo me superaba.

    – [Kaylee]Tienes razón.[/Kaylee]- respondió. Era bastante tímida al respecto así que no le pareció mal. Siguió paseando por las calles, sacudiendo toda la decoración a ver si conseguía algo y repitiendo los hechizos que controlaba para conseguir bonus de misiones.

    La acompañé, sonriendo. Tenía unos cuantos infinicash en mi cuenta gracias a que el chico de la Endless Store era fan y me hizo una oferta especial cuando compré el set de inmersión. – [Leo]Si quieres te consigo infinites.[/Leo] – así llamábamos de forma abreviada a la moneda. Yo apenas había gastado los míos y de hecho tenía algunos más porque había comprado las ofertas especiales por menos de un dólar. Había invertido algo en personalizar mi avatar base y en conseguirme una mascota dragón.

    – [Kaylee]¿Estás comprando mis servicios pornOsos?[/Kaylee] – preguntó. Nos echamos a reír, porque intentó poner una pose sexy con ese avatar.

    – [Leo]Es que estás demasiado seductora.[/Leo] – respondí, riendo.

    – [Kaylee]Por cierto, te he hecho caso y he empezado a arreglar las cosas.[/Kaylee]- comentó, sin mirarme directamente. Freya y yo habíamos estado muchas veces conversando hasta las tantas de la madrugada sobre nuestras vidas. Ella no estaba contenta con cómo había llevado algunas cosas y quería cambiar, dejar de fingir ser otra persona. Empaticé rápido con ella porque yo vivía así, podía ponerme instantáneamente en su piel, así que le aconsejé que fuera ella misma sin importar nada más, un consejo que me habría gustado que alguien me dijera. Pero no tenía a nadie al que contar lo que me pasaba, ni siquiera a ella, porque temía exponer quién era en realidad.

    – [Leo]Me alegro. Todo el mundo debería ver lo maravillosa que eres.[/Leo] – afirmé. Hablar despojados de cualquier ápice de historia personal nos había permitido conocernos de verdad, y la chica que había visto me atraía enormemente, aunque no estaba seguro de si era recíproco.

    – [Kaylee]Soy muy hermOsa.[/Kaylee]- bromeó. Alcé una ceja, era el segundo chiste con osa, digno de Lewis.- [Kaylee]Mátame.[/Kaylee] – espetó, poniendo una cara que me hizo echarme a reír.

    – [Leo]Podemos ir al castillo.[/Leo] – propuse, allí podíamos hacer alguna misión juntos para conseguir dinero o experiencia y así no tendríamos que hablar con los aspectos base, pasaríamos a ser nuestros avatares de alumnos de Hogwarts.

    – [Kaylee]Vaaaale.[/Kaylee]- aceptó. Abrí el menú y la invité a una sala cerca de la oficina de Dumbledore.

    Al momento aparecimos allí. Ahora yo era un alumno vestido con la ropa de Ravenclaw, algo parecido a mí fisicamente, salvo por el pelo, que era plateado. ‘Freya‘ apareció al poco, una chica de piel negra y melena oscura vestida con las ropas de Hufflepuff. Antes de poder hacer nada, me saltó el aviso de estudiante que indicaba la posición en la Copa de las Casas y mi contribución personal.

    – [Leo]Estáis arrasando en la copa.[/Leo] – comenté, cerrando el mensaje. En los libros casi siempre ganaba Gryffindor o Slytherin pero en Endless casi siempre estaba dividido entre Ravenclaw y Hufflepuff. A Gryffindor se habían ido los cafres, solían ir armados, saltarse las normas y eran un poco sobrados y en Slytherin la unión grupal estaba un poco diluida, porque había de todo, pero normalmente, preferían no interactuar mucho con otros.

    – [Kaylee]A los Huffie nos gusta lo duro.[/Kaylee]- dejó caer un chiste sexual. No sé si en la vida real lo habría hecho, pero lo que sí sé es que yo no le habría devuelto un alzamiento de cejas como respuesta.

     – [Leo]¿Has escuchado la canción nueva? [/Leo]- pregunté. Esto es un poco triste. Cuando nos conocimos en Hogsmeade, estábamos en una taberna de discusión del último disco de Wolf’s Bane, mi grupo. ‘Freya‘ era fan así que una de las mentiras de nuestra «relación» era que yo también lo era.

    – [Kaylee]Sí.[/Kaylee]- respondió, emocionada.- [Kaylee]Las canciones de ese grupo me dejan siempre tocada.[/Kaylee] – admitió. Vale, me enorgullecía saber que de los dos vocalistas, yo era su favorito, así que a veces dejaba caer el tema.

     – [Leo]Seguro que escribirían sobre ti si te conocieran.[/Leo] – aseguré. Ya había escrito una vez sobre una chica con la que tuve una conexión y se había vuelto una de las canciones más famosas. Una de mis luchas internas fue asegurarme de que la productora no pudiera quedarse con los derechos de mis canciones. Si me iba, eran mías, salvo las que me hacían firmar una cesión expresa, pero ya me aseguraba de no poner la misma alma en esas.

    – [Kaylee]Alarma: detector de ligue chungo.[/Kaylee]- replicó, partida de risa. Me la imaginé sonriendo en la vida real, saliendo los dos de nuestras fachadas y pudiendo estar juntos. Pero quizá ella no quisiera más de lo que teníamos, quizá era solo un entretenimiento pasajero.

    – [Leo]Soy un poco obvio. No puedo resistir tus encantos.[/Leo] – aseguré. A ver cómo lo explico sin entrar en detalles. Una persona, aunque no sepas como es físicamente, puede llegar a atraerte a nivel «físico» aunque sea una conexión mental la que compartís.

    – [Kaylee]Por eso siempre me voy a la sala furry.[/Kaylee]- respondio ella.

    – [Leo]Si ligas allí es más problemático. [/Leo]- afirmé, sonriendo. Allí darían por hecho ciertas…cosas. Como licántropo, me resultaba algo perturbador.

    – [Kaylee]Mañana tengo partido de quidditch a las cinco.[/Kaylee]- me recordó, mirándome fijamente.- [Kaylee]Te quiero en la grada gritando mi nombre.[/Kaylee] – aseguró. Como necesitaba dinero, también jugaba a gobstones, echaba turnos en la enfermería y coleccionaba ranas de chocolate. Últimamente le daba las mías si no las tenía.

    – [Leo]Hasta quedar afónico.[/Leo] – aseguré. Al día siguiente no tenía concierto y todavía quedaban un par de días para la luna llena. Por el momento, había conseguido disimular mis ausencias esos días con excusas. Sabía que no era más que paranoia pensar que podría llegar a sospechar algo, porque Endless había ayudado a contribuir a la creencia colectiva de que los sobrenaturales eran solo fantasía.

    Nos quedamos en silencio, mirándonos y con una sonrisa, nos fuimos a hacer algunas misiones juntos. Como había aprovechado el tiempo antes de conocerla en subir de nivel, ahora nos apuntábamos a misiones de mi nivel para que ella se fuese catapultando cada vez a niveles más altos. Me dediqué a lanzar incendio contra inferius mientras ella me cubría la espalda, literalmente.

    – [Leo]¿Mañana estarás aquí a la hora de siempre? [/Leo]- pregunté cuando ya se hizo tarde. Parecía que el tiempo era eterno entre conexiones, lo peor eran los días en los que no coincidíamos, ese mundo se quedaba vacío para mí.

    – [Kaylee]Te dejo, que creo que mi madre piensa que estoy haciendo manualidades con el Endless Porn.[/Kaylee] – comentó, despidiéndose de mí con un beso que me transmitió el set de inmersión.

    Había tenido mis cosas, sobre todo con fans que habían tomado la iniciativa, pero ese beso era mucho más intenso incluso siendo virtual, porque iba dirigido a mí, no a Leo Rivera.


    En otro lugar

    – [Diana]Kay, deja la manivela y vente a cenar.[/Diana]- dijo Diana. Kaylee se despidió de su amigo y se desconectó de Endless. Freya estaba en el banco del ventanal del comedor, ladrando a algún perro que se había cruzado en su camino. Cuando Kaylee la llamó, fue corriendo con ella. ¿Por qué tuvo que salirme una osa?

  • NI LOBO NI DEMONIO NI HUMANO

    LEO ARKKAN

    CABAÑAS ARKKAN

    Recuerdo perfectamente que era una noche de un otoño que estaba llegando rápido. El viento golpeaba con fuerza, pero aún era cálido. Las nubes cubrían el cielo, apagando el brillo de una luna a la que le quedaban unos días para estar llena.

    Atravesé los estrechos caminos que conducían a casa, bañados tétricamente por la luz de los faros de mi jeep de segunda mano. Lo había comprado recientemente, después de ahorrar algo de dinero de los últimos conciertos, no pude resistirme a ese tono obsidiana de su carrocería, además, estaba cansado de que tuvieran que recogerme o de cruzar el Bosque de los Susurros andando. Una de las últimas veces me había recogido Noah con su supervelocidad, un viaje bastante incómodo al ir medio en brazos de mi hermano menor. Creo que esa vez fue la que me convenció, no se lo contéis a nadie.

    Aparqué frente a mi cabaña, situada a la izquierda de la de mis padres. La luz de la cabaña de Noah estaba apagada, así que aún no debía haber llegado, pero la de mis padres estaba encendida. Me bajé y me aseguré, no había ningún cartel en la puerta, así que no les pillaba en mal momento.

    Mi familia no era de lo más habitual. Poco después de nacer, mis padres construyeron una cabaña al lado de la suya y la convirtieron en mi sala de juegos hasta que a los catorce años me dieron la llave y la amueblaron para que pudiese dormir y hacer vida independiente si quería. Con Noah hicieron lo mismo, como si fuéramos los tres cerditos pero siendo todas de madera. Ahora cada uno vivía en su cabaña y teníamos un código. Mi familia no tenía problema con la desnudez, pero sabían que Noah y yo preferiríamos no verles intimar ni ellos a nosotros, bastante tenía ya Noah con la memoria genética de papá. Así que el código era sencillo, si queríamos intimidad, en cada cabaña había un cartel. Sin preguntas, sin excepciones.

    Cuando entré me los encontré con las manos en la masa. Mi padre sonrió ampliamente y siguió amasando rosquillas en su forma de demonio. Mi madre me miró buscando una excusa para librarse de ello. Le encantaban las rosquillas, como al resto, pero odiaba darles forma en esa masa pegajosa, siempre lo decía.

    – [Leo]Necesito contaros algo.[/Leo] – les dije, serio, algo habitual en mí. Eowyn ladró y corrió hacia mí moviendo el rabo. Cuando era pequeño me había rehuido durante un par de semanas después de que Amy me mordiera, pero desde entonces habíamos vuelto a ser los mejores amigos.

    – [Cara]Eso suena mal.[/Cara]- replicó mi madre, lavándose las manos y acercándose hasta mí. Dejé la chaqueta en el perchero de la entrada y me senté en el sofá. Éowyn saltó a mi lado y se acurrucó mientras le rascaba el lomo.

    – [Leo]No es una mala noticia tampoco.[/Leo] – le tranquilicé. Mi madre se sentó cerca, el rosa de su pelo era más oscuro esta vez. Siempre había sido la moderna de los Moondies, la más trasgresora. – [Leo]Se ha acercado a mí un cazatalentos en el último concierto.[/Leo] – respondí, sin mirarles directamente. Sentí que mi madre se giraba y vi que estaba mirando a mi padre, que parecía serio.

    – [Daakka]No tengas miedo. Habla.[/Daakka] – me animó. Mi padre era muy buena persona, siempre había jugado con nosotros aunque a veces entrase a su modo ‘Buda verde’ y mamá tuviera que sacarle de él. Estaba acostumbrado a verle como demonio, era su forma natural y sin embargo, a veces me resultaba más fácil hablar con Duke Rivera, quizá porque verle en forma humana no hacía que tuviera presente lo diferente que era de ellos.

    – [Leo]Me quieren para un grupo. Habría una gira de presentación y parece que sería un contrato largo.[/Leo] – comenté, sin irme por las ramas. Después de la actuación, mientras Amy y los dos nuevos me esperaban para tomar algo, se me acercó un tipo de pelo color platino y un moreno muy marcado. Al principio pensé que era un fan, pero me tendió una tarjeta de ‘Queen Records‘ y me dijo que me quería para un nuevo proyecto donde mi música llegaría a más gente.

    Hablamos un buen rato, no penséis que me iba a creer de buenas a primeras lo que dijese cualquier desconocido. Al final, nos despedimos y me dio su número, tenía 48 horas para pensarlo. Me reuní con los demás pero me despedí rápidamente de ellos. No estaba seguro de poder estar con Amy mientras pensaba en todo eso.

    – [Cara]¿Ya no quieres estudiar?[/Cara]- me preguntó. Pensaréis que lo normal sería un juicio implícito, pero mi madre era, como dicen, un espíritu libre. Durante toda mi vida había tenido que tomar elecciones por mí mismo, sabiendo que decidiera lo que decidiera, ellos estarían de acuerdo. A fin de cuentas, los dos estudiaron en casa en unas circunstancias muy especiales.

    – [Leo]Podría terminar el instituto, se encargarían los promotores.[/Leo] – expliqué. No quería cerrarme opciones, en caso de que todo saliese mal, no quería quedarme sin los estudios básicos para hacer cualquier otra cosa, aunque no me imaginase haciendo nada que no fuera relacionado con la música.

    – [Cara]¿Es lo que te haría feliz?[/Cara] – preguntó, acercándose más a mí. Mis padres valoraban nuestra felicidad por encima de todo, podría decirse que éramos un poco hedonistas, pero con bastantes matices. En mi casa se miraba por uno mismo y su felicidad, siempre teniendo en cuenta no afectar a los otros y poder ayudarles en la medida de lo posible.

    Pensé en la pregunta de mi madre. ‘Red Riding Wolf‘ iba bien, teníamos pequeños conciertos aquí y allá pero tampoco se ganaba mucho dinero como para vivir de ello. Teóricamente el proyecto que me ofrecían sería fuera del Condado de Ripper, pero podría volver entre concierto y concierto. Me había dejado escuchar al resto de miembros del supuesto grupo y eran todos muy buenos, ni siquiera sabía si estaría a la altura, pero desde luego era algo grande, ‘Queen Records‘ era muy conocida, una creadora de estrellas.  – [Leo]Mi vida es la música. No sé si tendría otra oportunidad.[/Leo] – respondí con sinceridad. En ese momento no me di cuenta, pero había un matiz en lo que acababa de decir que lo cambiaba todo.

    – [Cara]¿Qué piensa Daakka de esto?[/Cara]- preguntó a mi padre. Cuando hablaban entre ellos, mi madre hablaba diferente. El tío Daniel decía que mi madre había usado esa forma de hablar como defensa por la horrible situación que vivió en el Vacío y antes, con su abuelo paterno. Con nosotros nunca hablaba así, pero con el resto de adultos parecía ya una costumbre.

    Mi padre pensó durante unos instantes, amasando rosquillas. – [Daakka]Selardi y Daakka no estudiaron. Hicieron lo que les llenaba, aquí.[/Daakka] – cruzó los brazos sobre el pecho, señalando sus dos corazones. Siempre me había maravillado su forma de demonio, supongo que lo que no puedes tener es lo que más curiosidad te da al final. – [Daakka]Leo tiene que perseguir sueños y si se equivoca, siempre tendrá su hogar.[/Daakka] – añadió. Mi padre hablaba fluido cuando estaba en forma humana, pero cuando estaba en su forma original, aún tenía dejes de las estructuras de la lengua Rakkthathor. A Noah ya no le pasaba lo mismo, porque primero aprendió nuestro idioma y luego tuvo acceso a la memoria genética para aprender el idioma ancestral de mi padre.

    – [Cara]Siempre vas a tener una casa a la que volver, porque se me da muy bien contar dinero y que no falte.[/Cara]- respondió mi madre, orgullosa. Era toda una prodigio de las finanzas, no había más que preguntarle a cualquiera de los cuatro fundadores de la Escuela Legado: ella misma, Dominic y mis tíos Daniel y Sarah. Ya estaba preparando un proyecto del que encargarse a la vez que la Escuela, un complejo de cabañas en un claro a unos cinco kilómetros en el que pudieran entrar todos los seres vivos y fuese nudista.

    Les miré, la generación de mis padres había logrado mucho. Conocía todas las historias heroicas, porque me las habían contado ellos y los demás, para no hacerme de menos al no tener la memoria genética. Sin embargo, su huella seguía viva en Moondale, no solo salvaron a la ciudad y a sus habitantes, si no que dieron un hogar para todos aquellos diferentes con la Escuela Legado. Siempre habían intentado que los hijos nos lleváramos también bien entre nosotros, pero supongo que no habíamos llegado a tener un nexo tan fuerte como para llegar a considerarnos todos familia como hacían ellos, al menos no todos. – [Leo]Sería sin Amy.[/Leo] – añadí. Era lo que de verdad me preocupaba, para tratar de perseguir mi sueño, tenía que dejar atrás a Amy. Era mi mejor amiga y siempre habíamos estado unidos, desde antes de que me mordiera, incluso después de que me mordiera.

    – [Cara]Es que Amy no es tu Selardi.[/Cara]- resumió mi madre. En mi casa ‘Selardi’ no era un nombre que se utilizara a la ligera. Era la forma en la que mi padre se dirigía a mi madre, la máxima expresión de lo que sentía por ella. No pensaba en Amy de esa forma, nuestra relación era una amistad, entre personas de distinto sexo, sí, habría muchas ideas heteronormativas preconcebidas que no lo entenderían, pero era de verdad.- [Cara]A lo mejor ella cree que sí, pero se equivoca.[/Cara]- añadió mi madre, terriblemente sincera. El problema es que sentía que estaba fallando a Amy. Tenía miedo a hacerle daño. En cierto modo, ella me había elegido para su manada, y yo nunca había terminado de estar muy cómodo con mi condición. Lo que para ella era un regalo, para mí era una maldición. Mi madre me dio un abrazo con toda la fuerza de su genética de disir.- [Cara]Es fácil hacer las cosas bien. Lo difícil es saber cómo.[/Cara] – argumentó. Tenía toda la razón y en ese momento, me pareció que hacer las cosas bien era irme y perseguir mis sueños. Por desgracia estaba equivocado y me quedaban años por delante para aprender de mis errores.

    – [Leo]Gracias, a los dos.[/Leo] – respondí con sinceridad, empezando a hacerme a la idea de irme de Moondale, de dejar atrás el Condado de Ripper.

    – [Daakka]No des. Es nuestro trabajo.[/Daakka] – mi padre apareció a mi lado con su inusual velocidad y me abrazó contra él. Aguanté el tipo, pese a que sus escamas raspaban un poco.

    Cuando nos separamos, me quedé con ellos un rato para que no pensaran que me pasaba algo y les ayudé con las rosquillas. Tenía suerte de tener la familia y los amigos que tenía, no los merecía, así que en el fondo estaba bien que me alejara, así podrían llevar mejor sus vidas. Amy, mis padres, Noah, todos me habían dado mucho y a ninguno de ellos les había devuelto el favor. Era demasiado diferente a todos ellos: ni lobo, ni demonio, ni humano.

    Más tarde, después de que Noah volviese y se lo contase, me retiré a mi cabaña. No tenía aún mucho sueño así que me senté al piano y toqué la versión original de ‘La herida invisible‘.

    La cárcel de plata encierra mi alma
    una herida invisible que hiere y desgarra
    Viviendo sumido en un silencio sin calma
    observando una vida que solo se narra.

    Un destello rojizo despierta el letargo,
    su melena brilla y abro los ojos,
    mis palabras se llenan de un sabor amargo,
    tan cerca, tan juntos, tan lejos.

    El profundo anhelo se muestra con hielo
    te busco, te encuentro y te aparto de nuevo
    observo tu frágil muro de fuego
    no temo a las llamas…
    temo a lo que siento.

    Me alejo y me escudo en mi cárcel de plata
    nadie me escucha pero por dentro ruego
    vuelvo al frío que me escuda y me mata
    con el profundo anhelo de tu cabello de fuego
     

  • QUÍMICA CON LEO

    Owen Williams – De Farra

    INSTITUTO HEDY LAMARR

    Cuando no me quedo en la residencia suelo ser el último en llegar a casa todas las noches, ya sea por haber salido de fiesta o por echar horas en el pub sirviendo copas para conseguirme algo de dinero. Cuando llego a casa a horas intempestivas, (menudo palabro, Kaylee estaría orgullosa), siempre suelo encontrar a mi madre dormida en el sofá con uno de los libros que está estudiando encima de ella. Ha renunciado a mucho a lo largo de su vida y la carrera Filología Inglesa es una de esas cosas, ahora tiene un trabajo de mierda por las mañanas y hace lo que puede con sus estudios por la tarde.

    Tras llevar a mi madre a su habitación pase por el cuarto de Elliot. Siempre encendía una luz por las noches que inundaba su cuarto de estrellas. No era por miedo a la oscuridad, Elliot le temía a pocas cosas en la vida, simplemente le relajaban a la hora de dormir. En una esquina tras su batería tenía colgado de la pared varios posters de grupos, entre ellos uno de una banda local que dio bastante que hablar hace años, Red Riding Wolf.

     

    Hace menos años que la vez anterior…

     

    Seguro que estáis pensando que en mi etapa estudiantil era el típico cachas popular sin cerebro que se dedicaba a acosar a los demás, bueno no vais mal desencaminados. La pubertad me había bendecido con un buen cuerpo que utilice para el futbol americano de donde nació mi popularidad, pero no era un acosador, no mangoneaba ni pegaba a los empollones de la clase, eso implicaría ser un capullo como los que acosaban a Elliot y me negaba a ser así.

    Tampoco era el mejor estudiante del mundo, de hecho de no ser por la beca deportiva y el copiarme descaradamente de Xander no hubiese ido a la universidad. Química era una de esas asignaturas que no aguantaba, la tabla periódica presidia la clase escoltada por un puñado de fotos de tíos barbudos con nombres raros. También tenía el típico esqueleto el cual a día de hoy sigo sin comprender que pintaba en una clase de química.

    Aquel día el profesor de química decidió mandar trabajos por parejas, lo que vendría a ser Xander haciendo el trabajo mientras yo le animaba con la tarea. Pero todo se fue al traste cuando el profesor decidió montar el mismo las parejas. Jane se separo todo lo que pudo de Xander cuando se sentó con ella, era como si tuviera la peste.

    Mientras que a mí me toco con Leo, con el cual nunca había tenido mucho trato. Ni de pequeños, ni por aquel entonces, ni en la actualidad. Pero por alguna extraña razón aquella clase sirvió para cambiar la percepción que teníamos de ambos.

    – [Owen]Espero que la química se te de tan bien como a tu hermano.-[/Owen] No era ningún secreto que Noah había heredado el cerebro en esa familia. Leo era el apuesto de ellos, tenía un rollete melancólico que hacia suspirar a las chicas, y chicos. Y mientras el resto teníamos una pelusilla de mierda por la cara él tenía lo que venía a ser los primeros brotes de una barba perfecta.

    – [Leo]Algo.[/Leo] – Se le notaba en la mirada que estaba tan emocionado como yo de trabajar juntos, es decir nada.

    – [Owen]Pues estamos apañados.-[/Owen] Tras un rato mirando la roña acumulada en las ventanas, y tamborilear con dos bolígrafos que seguramente estarían haciendo sangrar los oídos de Leo recordé que era un apasionado de la música. – [Owen]Por cierto os he escuchado tocar, sois bastante buenos.[/Owen]

    Creo que rompí a Leo porque soltó el bolígrafo y se me quedo mirándome unos segundos. – [Leo]¿Qué canción escuchaste?[/Leo] – Había conseguido sacarle más de dos palabras a Leo. Recordad que habéis leído esto aquí primero.

    – [Owen]Esa de una chica de cabellos rojos y una cárcel de plata.-[/Owen] La recuerdo muy bien porque la tocaron en acústico, Leo solo a la guitarra y poniendo los coros mientras Amy cantaba. Quién iba a decir también que Amy ocultara semejante voz. La gente del local saco los mecheros y se movían balanceándose, parecían una banda profesional.

    – [Leo]’La herida invisible’.[/Leo] – Se incorporo en su asiento y parecía que se le hinchaba el pecho de orgullo. Había despertado a la bestia. – [Leo]Es una de mis favoritas.[/Leo]

    – [Owen]Se nota, no he visto tanta pasión en un escenario desde que la profesora de música nos hiciera tocar Titanic con la flauta al principio de curso.-[/Owen] Fue lamentable, había más pitidos de flautas que otra cosa. Por suerte después salió un amigo de Noah que tocaba el violín para arreglar el estropicio que hicimos. Leo hizo una mueca con la boca, parecía el atisbo de una sonrisa.

    – [Leo]Quizá saquemos algunas nuevas ahora que empiezan a contratarnos.[/Leo] – Me alegre por él, Leo era un tío con las ideas claras que sabía lo que quería en la vida.

    – [Owen]Pues con estos dos lo mismo se te ocurre alguna.-[/Owen] Con las confianzas le di un codazo, el cabrón estaba fuerte, y le señale con la cabeza a Xander intentando dialogar con Jane – [Owen]Acuérdate de mí cuando seáis famosos, por si necesitáis un guardaespaldas, porque para científico desde luego no voy.[/Owen]

    Leo se quedo mirando a Xander y Jane cuando esta ultima se levanto marchandose. Xander salió pocos segundos después tras ella.  – [Leo]¿Has intentado hablar con ella?[/Leo] – La pregunta del millón, en alguna ocasión lo había intentando pero era como hablar con una pared, Leo estaba resultaba más accesible que mi propia hermana.

    – [Owen]Es difícil hablar con alguien que no quiere escuchar.-[/Owen] Intente centrarme en el trabajo porque era algo de lo que no quería hablar.

    – [Leo]No sé, a veces vemos a las personas de una forma que no es.[/Leo] – Note como me observaba Leo, parecía que podía ver a través mi alma, pero era perturbador también porque el tío no pestañeaba.

    – [Owen]¿Tengo algo en la cara?.-[/Owen] Me frote la cara por si me había manchando con el bolígrafo o con alguna de las mierdas que estábamos estudiando.

    – [Leo]Un moco.[/Leo] – Mi infancia de sacamocos me perseguiría para siempre, en mi defensa diré que no era el único crio que lo hacía, no daré nombres. – [Leo]Disimula.[/Leo] – Leo toco uno de los materiales y la punta, de su dedo no pensemos mal, se convirtió en lo mismo que el material. Era un poder que molaba, imaginaos a este tío cubierto de oro, Dios dorado.

    – [Owen]Leo haciendo una broma, el infierno se acaba de congelar.-[/Owen] Deje de reir cuando observe que me miraba fijamente serio.

    – [Leo]Apunta.[/Leo] – Hice caso y fui anotando todas las palabras que me iba diciendo que sonaban a chino.

    – [Owen]Dime, utilizar nuestras habilidades se consideraría hacer trampas o utilizar todos nuestros recursos para aprobar la materia.-[/Owen] Intentaba ir de guay calentando una de las probetas para que viera que mi poder también era la caña y casi la hago reventar.

    – [Leo]No creo que haya nada de malo en aprovechar algo con lo que nacimos.[/Leo] – El profesor solía dejar salir de clase a los que terminaban los trabajos antes de tiempo así que entre eso y la habilidad de Leo fue motivación más que suficiente para tomarme en serio la materia, al menos por aquel día. Fue maravilloso ver la cara del profesor, evidentemente saque a relucir mi mejor sonrisilla de suficiencia mientras le dejaba nuestro trabajo, Leo simplemente hizo una inclinación de cabeza y salió de clase.

    – [Owen]Bueno, creo que esto ha sido gratificante para ambas partes. Te he dado algo con lo que trabajar en tu próxima canción y tú me has ayudado con este sopor de clase. Ha sido… satisfactorio.[/Owen]- Leo asintió ligeramente, le había vuelto a comer la lengua el lobo.

    – [Leo]Hasta otra entonces.[/Leo] – Lo cierto es que no volvería a saber de él hasta un tiempo después. – [Leo]Por cierto, probablemente escriba: ‘Hermanos separados’.[/Leo]

    – [Owen]Otro éxito seguro. Recuerda, quien fue otra de tus musas para cuando el éxito llame a tu puerta.-[/Owen] Le di un manotazo en el hombro, seguía pareciendo de mármol, y me marche. Cerca de la salida Jane volvió a entrar con los ojos llorosos, no se percato de mi presencia y entro en el baño de chicas. Sabéis eso que dicen de la conexión que tienen los mellizos, pues bueno, era bastante doloroso ver a mi hermana sufrir sin poder hacer nada por ella más allá que dejarla que se desahogara todo lo que quisiera conmigo ignorándome.

  • UN LOBO DISFRAZADO DE SERPIENTE

    Kaylee | Casa de la madrina

    Estaban todos como locos con lo del diario cuando escribir era lo más normal del mundo. Al menos para mí, que estaba acostumbrada a ir siempre con un cuaderno (sin espiral, para no clavármela en la mano) y un bolígrafo a todas partes, porque papá decía que había demasiadas ideas por el mundo como para dejarlas escapar. Supongo que era una metáfora. Me gustaba hablar con papá porque no me trataba como si tuviera el cerebro del tamaño de un cacahuete por ser pequeña.

    (más…)

  • DE TAL PALO…

    Owen Williams | De Farra

    Hacia como una hora que Xander y Dante se habían marchado dejándome tirado solo en el bar. Les quería, eran mis mejores amigos, pero tenían menos aguante que Elliot, y mira que Elliot salía poco, solo salía cuando quería jugar la baza del hermano preocupado y responsable.

    Me termine mi sexta copa de roncola, cualquiera a estas alturas iría de bruces de un lado a otro buscando bronca, a mi apenas me afecta, bendita genética aesir. El DJ se vino arriba y soltó la espuma en el centro de la pista, la gente saltaba como loca, porque saltar no es precisamente bailar. Por mi parte prefería permanecer en la barra, esa noche iba de misterioso seductor.

    En el otro extremo de la barra toda una señora mujer bebía de su copa con la ayuda de una pajita mientras pasaba de los buitres que le rodeaban, reconocí la bebida por su color rosa, la madre de Dante la puso de moda e incluso hizo algún que otro anuncio de la bebida. Mantuve contacto visual con ella un segundo y parte la vista.

    -[Owen] Caliente…-[/Owen] Balbucee en un paupérrimo español, después de todo la de los idiomas era mi hermana. Me recoloque mi cazadora negra, estaba un poco raída de todos los años que tenía encima, y si lo estáis pensando si, es la de mi padre. Pase por su lado sin mirarle pero asegurándome de que se fijaba en mi tropezando con algunos de esos lamebotas que tenía alrededor. Me escondí en el baño un par de segundos para darle suspense a la situación y cuando me dispuse a salir la encontré delante de la puerta. Tenía el pelo corto moreno a la altura de los hombros con unos mellones rubios casi blancos y unos ojazos azules cristalinos. Llevaba unos pantalones de cuero que debían de estar cortándole la circulación en las piernas con un corsé negro a juego y una chaqueta blanca. Me agarro por el cuello de la camisa y tiro de mí hacia el callejón del local, donde comenzaron los toqueteos y los morreos esos en los que parece que te van a arrancar los labios. Durante cierto momento me palpo las muñecas como buscando algo. Coloco uno de sus brazos contra mi cuello, era sorprendentemente fuerte, y en cuestión de segundos adiós a toda la magia, sus ojos se tornaron en un amarillo pis y su cara paso a parecer la de una setentona.

    -[b] ¿Tus últimas palabras?.-[/b] Me pregunto relamiéndose los colmillos con una sonrisilla de superioridad.

    -[Owen] ¿No tendrás un cigarrillo?.-[/Owen] Ella se echo a reír y saco un paquete del bolsillo de sus pantalones, estire el brazo y cogí uno llevándomelo a la boca –[Owen]¿Por casualidad no tendrás fuego?. Espera déjalo, ya lo enciendo yo.[/Owen]

    De mi dedo índice salió una llama y encendí el cigarrillo, ella retrocedió un par de pasos chocando con unos contenedores de basura. Le di una caladita pequeña al cigarro y lo tire, mi madre me había educado bien, fumar es malo. La vampiresa echo a correr por el callejón intentando huir, le lance dos bolas de fuego, la horrible música del local ahogo sus gritos y en cuestión de segundos solo quedaron sus cenizas.

    -[Owen]¿Porque siempre a las macizas?. ¿Por qué?.-[/Owen] No hacia frio pero note un escalofrío – [Owen]…Dejavu.[/Owen]

    Se lo que estáis pensando, esta historia me suena. Bueno quizás habéis oído hablar de mis padres y de los padres de los demás. Esta historia no empieza aquí, ni es nueva, es una continuación y me acaba de venir a la mente una historia muy divertida.

    No hace muchos años, que tampoco soy tan viejo…

    La Escuela Legado era como una segunda casa para nosotros, probablemente pasáramos más tiempo allí que en nuestras propias casas. Merendábamos, jugábamos y hacíamos los deberes del colegio allí.

    – [Elle]Mi mamá va a salvar el mundo otra vez[/Elle].- Elle era la niña más adorable que te podían tirar a la cara y bueno, actualmente lo seguía siendo solo que había ganado con los años como el buen vino y tenía una sonrisa que podía matarte.

    – [Xander]Ellie, te va a escuchar todo el mundo.-[/Xander] Recuerdo al mini Xander y esos choques entre dedos de nerviosismo.

    – [Elle]¿Estás paranótico?[/Elle]- Aun puedo escuchar esas eses como zetas por la falta de una de sus paletas.

    – [Kaylee]Se dice «paranoico», no «paranótico»[/Kaylee].- Kaylee era la más pequeña del grupo por aquel entonces y ya tenía más vocabulario que todos nosotros juntos. Llevaba unas gafas que le ocupaban toda la cara, ahora había cambiado sus gafas por lentillas y en su cara solo había un maquillaje muy cuidado.  – [Kaylee]No cuesta nada hablar correctamente[/Kaylee].

    – [Owen]Eso… eres un parasonico.-[/Owen] Yo tampoco es que fuera un genio de la palabra por aquel entonces.

    – [Noah]Bueno, realmente es un hecho que el gobierno nos escucha. –[/Noah] Ahora que recuerdo esto quizás es Noah el que debería estar en modo ermitaño en un bosque con papel de aluminio en la cabeza y no su hermano Leo, aunque miradlo, tirado en el sofá con los cascos de música puestos pasando de todos.

    – [Amy]Deberíais casaros y tener un montón de bebés empollones[/Amy].- Es sorprendente como Amy no ha cambiado nada con los años, sigue siendo más sosa que un bocadillo de aspirinas. Y no lo digo solo yo, lo dice todo el mundo. Por cierto, este comentario me dolió en su día porque era yo el que quería casarse con Kaylee.

    – [Idris]¿No deberíais estar jugando o algo?[/Idris] – El puñetero Idris. No me entendáis mal, es un tío que me cae de puta madre vulgarmente hablando, pero es otro de esos que podrían matarte con una sonrisa, no sé si me entendéis.

    .- [Amy]Hablamos de lo que nos da la gana[/Amy].- Amy era sosa sí, pero tenía más valor que cualquiera de nosotros, nadie osaba meterse con Idris, ni siquiera Cole.- [Amy]Vete a meterte con gente de tu edad[/Amy].

    – [Idris]Siempre has sido de mis favoritas.[/Idris] – Idris tenía un sentido del humor innato, era como un supepoder y siempre se partía de risa, era la felicidad echa persona.  Amy por su parte siempre parecía estar enfada con el mundo y le dedico una gloriosa peineta a Idris. Mi hermana y Elle se tapaban la boca para reírse por lo bajo siempre que veían algo obsceno.

    –  [Cole]¿Jugar a qué? Estamos en una puta biblioteca.-[/Cole] Dicen que soy la viva imagen de mi padre cuando era joven, bueno, Cole siempre se ha parecido a su padre incluso desde pequeño.

    – [Kaylee]¿Es necesario que seáis tan soeces?[/Kaylee]- Cada vez que Kaylee se enfurruñaba, las gafas se le iban hacia delante y las mejillas se le sonrojaban.

    Noah combatía el aburrimiento montando y desmontando piezas de Lego a toda velocidad. Dante se entretenía viendo los dibujos, una serie animada en la que salía su madre, sorprendentemente no sexsualizaron su dibujo, igual de sorprendente era esa tele cuadrada, por aquel entonces ya viejas y obsoletas.

    – [JJ]Si no os vais, le diré a mi papá que nos estáis molestando[/JJ].- Si yo me parezco a mi padre, JJ es clavada a mi madre, sus gestos a tan temprana edad eran igual que los suyos. Elliot por otro lado no se parece en nada a ellos, sin embargo ha sacado lo mejor de ambos.

    – [Nate]¿También me vas a delatar a mí?.-[/Nate] Nate tenía una voz tan ronca que parecía que se había pasado la vida fumando cartones de tabaco, sin embargo nunca le había visto con un cigarrillo. Nate era buena gente, ninguno sabíamos de donde había salido pero se convirtió en un miembro más de la familia de los Moondies y en segurata de la nave y niñero ocasional.

    – [Cole]Nate, ¿me has traído lo mío?.-[/Cole] El nerviosismo no solía ser algo habitual en Cole, pero eso que le pedía con tantas ganas a Nate no era más que un batido de chocolate. Al parecer el chocolate estaba muy racionalizado en casa de los Villiers por Mia, por esa leyenda urbana de que producían granos. Nate alzo por los aires a mi hermana y se la llevo a los hombros.

    – [JJ]Si los mayores nos siguen molestando: te quedas sin trabajo[/JJ].- A JJ le gustaba utilizar la calva de Nate a modo de tambor.

    Nate le dedico una sonrisa y nos pregunto a todos echándonos un vistazo. [Nate]- ¿Que estáis tramando?.-[/Nate] Nate le paso una mano por la cabeza a Michael pero no separo la vista de su libro, juro que ese tochazo de libro que tenía delante ya era de medicina.

    Nadie le hizo caso a Nate, a Cole se le quedo un bigote de chocolate por el batido. Mi hermana le tapaba los ojos a Nate para que no viera por donde iban entre risas con Elle. Xander cual alma en pena iba detrás de Nate con las manos en alto preparado por si el gigantón se caía de espaldas, lo que su cerebro no supo procesar es que si esto ocurría lo aplastaría. A mí me picaba tanto la nariz que me saque un moquete, no me lo iba a comer, eso era asqueroso, mejor pegárselo a la niña que te gusta, cosas de críos.

     

    Es ahora donde la cosa se puso bizarra. Un temblor sacudió la habitación, Nate nos metió bajo la mesa por si se trataba de un terremoto. Conocéis esa sensación de estar a punto de quedarte dormido y notas un sobresalto como si alguien te hubiese tocado, pues más o menos fue eso lo que sentí. Algo o alguien nos había cambiado de cuerpo al lugar de nuestros padres.

     

    – [Dante]¿Dónde están mis tetas?[/Dante].- La voz de Dante sonaba distante al estar en la habitación de al lado, pero no paraba de repetir esta frase una y otra vez.

    – [Mia]¡TENGO TETAS![/Mia]- Nunca olvidare la reacción de felicidad de Mia al mirar hacia abajo y ver sus pechos, solo que claro, no era Mia sino Dante, y esto me acaba de confundir aun más.- [Mia]Mierda, pero son las de mi madre[/Mia].

    – [Owen]¿Porque tengo un moco en el dedo?.-[/Owen] Era mi voz gritando pero yo aun no había abierto la boca.
    – [Dom]Oh… DIOS…MIO.-[/Dom] Delante de mí estaba mi padre tocándose los bíceps con un dedo con la boca abierta. A Sarah le brillaban los ojos de felicidad y Daniel comenzó a brillar de emoción. Cara sacudía las manos alterada y Daakka se rascaba todas las escamas con nerviosismo.

    – [Rebecca]Me duele la barriguita…-[/Rebecca] Mi voz sonaba aguda, más que la mía propia de niño. Del dolor me senté en la silla y os tengo que decir una cosa, una patada en los huevos no es nada comparado a que te baje la regla en el cuerpo de tu madre.

     

    Tal vez otro debería de continuar con esta fascinante historia de cambios de cuerpo, porque yo me estoy poniendo malo solo de recordarlo…