[align=center][SIZE=3][b]Cecil Anwalt | Escocia[/b][/SIZE] [SIZE=3][b](Con casi todos)[/SIZE][/b]
[SIZE=2]Varios de nosotros intentamos dormir mientras duraba el trayecto del viaje, pero no todos lo conseguimos. Algunos, como Sarah o Diana, espachurraban las manos de sus respectivas parejas durante un largo rato, nerviosas y seguramente, impacientes porque llegásemos lo antes posible. Otros hablaban, otros podían estar mirando por la ventana el cielo y el océano, o quizás podían estar concentrados en algún libro o cualquier actividad que pudiera entretener, como Liad.
Habíamos madrugado bastante, siendo algo a lo que ya estaba acostumbrado y no me era ningún problema. Por otro lado, había tenido que hacer este mismo trayecto tantas veces en el pasado, que el aburrimiento se había convertido en algo secundario y procuraba hacer algo que impidiese un largo viaje aburrido. Intenté dormir, lo conseguí a ratos, hablé en otros momentos, incluso me estiré y le hice ojitos a una azafata que estaba demasiado ocupada en su trabajo – como debe ser – como para prestarme atención. Pero de todas formas, lo mejor de todo es que, cuando uno comienza a “acostumbrarse” a estar en ese espacio tan pequeño, el viaje termina, llegando a lo que sería, durante las siguientes dos semanas, nuestra casa.