Cuando dije de invitarla a cenar no pensé que sería tan pronto. Al día siguiente, me llamo alegando que no tenía ningún plan esa noche y en visto de que yo tampoco tenía nada en mente acepte la propuesta. No sabía donde llevarla, así que al final opte por ir al centro comercial de Louna y picamos un poco en varios sitios, si no recuerdo mal Kaylee me enseño que a eso le llamaban tapear en España.
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Sam se sentía incomodo en aquel local, era el único humano rodeado de un grupo de demonios. La mayoría de las miradas se paseaban entre él y el escenario en el que algunos demonios cantaban karaoke, sin duda ya lo había visto todo.
Pero el trabajo era el trabajo. Ya se había encargado de un amplio numero de esos expedientes, bueno, pongámosle un 15%. Había empezado por algunos de los que parecían ser una mayor amenaza, pero esa noche necesitaba un descanso, necesitaba algo que no fuera a complicársele.
Observo al demonio de color verde y ropa llamativa, era el dueño del establecimiento y no había resultado difícil encontrarlo, no comprendía porque la Iniciativa aun no se había presentado allí, hasta que el comienzo de una pelea termino abruptamente tras una especie de choque de escudos invisibles, la violencia estaba prohibido en ese edificio, inteligente.
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En la sede de los Búhos se estaba llevando a cabo una importante batalla…de parchís, que se había vuelto el juego de moda después de que Walter fuese de vacaciones a España y trajese uno.
Olivia Dunham y Lincoln Lee aprovechaban esa calurosa tarde para disfrutar del aire acondicionado que les proporcionaba aquella sala de decoración minimalista con aires militares en la que podían desconectar de las obligaciones. Estaban sentados en el sofá de piel negro, con la mesa de café frente a ellos sobre la que reposaba el juego.
Lincoln dio un sorbo al refresco de cola. Estaba perdiendo de una manera estrepitosa a un juego para niños de seis años, pero no podía dejar de mirarla. El chico miró a Olivia, cuya ficha acababa de comer una de las suyas y estaba contando veinte casillas. No pudo evitar echar un vistazo a prominente vientre de embarazada, que cubría con un vestido de premamá azul y eso le hizo sonreír, porque ella no era mujer de vestidos, pero había tenido que resignarse.
[b]William Anderson[/b]
[SIZE=2]El último mes había resultado eterno. Durante varios días Nathan reconstruyó, a partir de los datos que él mismo había añadido a su impronta, los perfiles que tenía la Iniciativa sobre sujetos sobrehumanos que había observado.
Después de dejar a un lado a los chicos a los que había ayudado a escapar, trabajó junto a los Búhos para seleccionar el equipo perfecto y rastrearlo, aunque esto último tardó más tiempo del esperado y cada día se le hacía eterno.
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[SIZE=2]Me había vuelto a despertar cuando el sol caía. No estaba muy seguro de ello, para qué negarlo, pero el reloj interno que toda persona lleva en su interior a veces lo siente. Se estaba volviendo una costumbre. Dormir de día y trabajar de noche, como si yo mismo me tratase de otro integrante más del Club del Colmillo. Si ya de por sí en el pasado había sido de piel clara, ahora mismo estaba alcanzando límites que perfectamente podría pasar por un vampiro. Aunque claro, eso de poner la cara fea, los colmillos y todos esos asuntos de morder y tal no es que sean mi parte favorita, por supuesto.
La zona “nuestra” de la Iniciativa usualmente se mostraba tranquila, o al menos, en comparación con el resto de las instalaciones, quizás de forma más concreta con la Dollhouse. Al ser tan grande, más que el resto de las Dollhouse (o al menos, eso era lo que me habían dicho), habíamos asignado esas zonas a los refugiados. Era cierto que no podían tener mucha intimidad, pero al menos podían dormir y estar seguros todos allí, en esas capsulas que ahora nunca se cerraban o en los sacos de dormir que algunos llevaban con ellos. En cualquiera de las casos, estar tanto tiempo aquí abajo estaba pasando factura. Las tensiones se encontraban a flor de piel, había discusiones a cada rato y en algunas ocasiones, algunos de los Búhos tuvimos que intervenir para que el asunto no llegara a más.