DIARIOS DE DESTINO | PALACIO KVINNEBY
MADRUGADA
El Palacio Kvinneby se iluminó poco a poco con la luz del amanecer, señal de que era hora de despertar y volver a poblar los pasillos sumidos en un silencio sepulcral. Un silencio, que no tardó en ser roto con un agudo grito cuando la protegida más madrugadora llegó a una de las grandes salas comunes de camino a las cocinas, dispuesta a prepararlo todo para los demás, como había decidido que era su cometido, y en lugar del vacío habitual lo que encontró fue un cuerpo con grises alas de ave y ojos vacíos y sin vida, clavado sobre la chimenea por sus alas, con una punta de metal firmemente clavada en cada una de ellas.