Moondale

Etiqueta: Maximilien

  • LOCA

    [b] [align=center]~ Dylan Marc James | Piso compartido | Con Alice & Maximilien ~[/b]

    dylan

    [spoiler] No contiene sexo explícito, pero si palabras hardcore, y en la escena se huele mucho ust. Solo lo aviso.[/spoiler]

    Yo seguía jugando con aquella pelota de tenis, lanzándola hacia la pared y recibiéndola. Llevaba así un largo tiempo, y me estaba dando cuenta de que cada vez hacía más ruido, de que la lanzaba con mucha más fuerza que al principio. No me hubiese sorprendido si hubiese hecho un agujero. Y es que no podia aguantar aquel olor, aquella sensación de hambre, aquellas ganas inmensas de morder. Me sentía como un vagabundo que pasa frente al [i]McDonald’s[/i] y ve las hamburguesas de tres pisos llamándole. Como un niño pequeño que para en la tienda de golosinas y su madre se niega a comprarle la piruleta de colorines. O como una obesa en operación bikini, muriéndose de ganas de comerse una pizza cuatro estaciones. Igual, exactamente igual, pero modificando un detalle: la sangre.

    Tener a una humana en la misma habitación que Dylan M. James solo puede significar que la pobre víctima no vería la luz del dia siguiente, pero lo tenia prohibido, al menos con aquella humana. Aquella situación era peor que un mal polvo.

    Vi a Alice moviéndose por la habitación, como buscando algo. Iba radiante como siempre, sea de dia, sea de noche, esté lloviendo o soleado, Alice nunca repetía conjunto. Y eso me gustaba en ella, por lo demás, nuestra relación se basaba en un odio-amor insoportable. Pero preferia aquello a no tener nada, dato que la susodicha no conocería jamás.

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  • PASEO Y DISFRUTE

    [b][Maximilien|| Su casa][/b][/align]

    callemoondale113

    El vaso de cristal estaba literalmente vacío, y mis dedos parecían aburrirse, dado que no lo soltaban en absoluto. Con la mano libre, me apreté los ojos, intentando liberar una frustración que venía carcomiéndome desde horas atrás. Maldita Alice, si no hubiese aparecido anoche, no estaría con una calentura continua esta mañana. Me levanté del sofá hacia la barra, agarré la botella de cristal y rellené mi vaso con escocés puro de anda a saber de que año. Observé mi inexistente rostro en el líquido ámbar, agradeciendo no poder verme; no estaba de humor para saber si me veía fatal. Que de seguro estaba viéndome fatal. Me bebí el escocés de un solo trago, disfrutando ese ardor bajar por mi garganta.

    Seguía teniendo sed, pero no de bebidas añejas del Reino Unido. Era esa sed que llamaba al cazador que vivía debajo de mi piel cada día desde hace doscientos años. Y mi comida me esperaba en una habitación, bastante cuidada. Dejé el vaso en la barra, crují los huesos de mi espalda y cuello, preparándome para un desayuno de unos veinte años, rubia y ojos verdes. Delicioso.

    La chica en cuestión estaba acurrucada y temblando en la esquina de la habitación, sollozando compulsivamente y abrazando sus piernas. Se acurrucó más al percibir mi entrada en el lugar. Me sonreí, acercándome hacia ella, a una distancia no mayor de cincuenta centímetros, lo suficiente para no atacarla así como así (que tengo modales a la hora de comer) y para intimidarla un poco más. Me acuclillé, sin dejar de mirarla; piel pálida, cubierta de pecas, cabellos rubios, una mezcla entre platino y dorado y ojos enrojecidos que resaltaban más ese verde aguamarina. Seguramente tenía ascendencia sueca u holandesa o alemana, ¿quien sabe?.

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  • MALPENSADA

    Diana Echolls| Club Silver

    dianasilver

    El Silver a esas horas era todavía un sitio tranquilo en el que sonaba la [URL=http://www.youtube.com/watch?v=Ll7UFxqI2pM]música perfecta[/URL] para que pudieras escuchar la conversación de quien estuviera a tu lado sin necesidad de hablar como si estuvieras en un concierto de U2.

    Me encontraba en ese punto en el que el alcohol parece el aliado perfecto de cualquier fiesta. Acababa de enviarle un mensaje a Ann, mi nueva amiga para que pasase por allí y Dominic era realmente divertido. Se podía decir que estaba encantada y lo estaba pasando francamente bien, hasta que alguien nos interrumpió.

    – [i]¿Puedo invitarte un trago, mein Liebe?[/i] – Preguntó una voz masculina desde mi espalda.

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  • PALIDA CENA

    [align=center]

    [b][Maximilien || Calles de Moondale][/b][/align]

    nowrps

    Había abandonado el bar Satan’s Skirt, dejando a Ben por su propia cuenta, porque a mí me apetecía una segunda cena (o un almuerzo, hablando humanamente). El frío caló en mis huesos, avivando mis energías para cazar una cena suculenta, que me lo merecía de verdad de la buena. Entre el encuentro con la licántropa y la conversación con Ben, mis ánimos estaban un poco mustios. Agilicé mi olfato en busca de sangre caliente y latiendo contra el pulso de un cuello níveo y sedoso. Hoy me apetecía algo pálido, seguramente por culpa de la licántropa.

    A una distancia de la que calculé que eran poco menos de diez metros de distancia, percibí un latido irregular pero lo suficientemente vivo como para hacerme agua la boca. Amplié mis instintos de cazador, tratando de localizar la presa, llevándome por todos los callejones de Moondale, hasta llegar a la zona más céntrica de la ciudad. Eso era un problema de por sí, pero si me mantenía al margen y siguiendo ese latido irregular, nadie tenía porqué saber de la desaparición de una chica.

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  • MONSTRUOS CON ROSTRO HUMANO

    [b][ Ben McBeth | Satan’s Skirt [color=green]{ con Max }[/color] ][/b]

    benjaminmcbeth

    Satan’s Skirt: ése sitio que sabía que encontraría en Moondale incluso antes de recalar allí. Estaba en todas partes, aunque no en todas partes se llamara así. Las grandes ciudades tenían muchos, las más humildes se conformaban con uno, pero incluso ese pequeño pueblo al pie de la ruta 66 en el que no encontrarías ni un McDonald’s tiene un lugar como el Satan’s Skirt: un antro lleno de demonios, vampiros y brujas desviadas del camino del Señor que intentan llevarse monstruos verdes a la cama. [i]Encantador.[/i]

    No era que no me gustase el sitio, pero no estaba precisamente lleno de chicas guapas y gente con clase. Eso sí, estaba lleno de contactos, era el centro neurálgico de la red de asesinos y maleantes sobrenaturales. Entrar allí era como anunciar en la portada del New York Times tu llegada a la ciudad, y era plenamente consciente cuando puse el primer pie en el antro de Moondale. Nadie se giró a mirarme, pero dos segundos después ya sabía de dos tipos que me habían reconocido. Y también sabía de un tipo que yo había reconocido.

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  • VAMPIROS Y CHUCHOS

    [b][Maximilien || Calles de Moondale || {Con Suzanne Sommerville}][/b]

    nowrps

    Las épocas que más me gustaban, eran el otoño y el invierno. Muchos preguntarían porqué, yo sonreiría tranquilamente, me les acercaría en tono confidente, y antes de encajarles mis colmillos en sus cuellos, respondería en un suave susurro: ‘Porque los días son más cortos’. Y era la absoluta verdad; ya que en primavera y verano tengo que aguantarme esos días largos, casi ayunando, con lo cual me produce constante mal humor y estrés. Nadie debería ayunar ridículamente, por eso es que no entiendo a las descerebradas de las modelos que apenas comen para estar más delgadas, lo que en mi opinión hace que su sangre tenga sabor a asco.

    Agradecía que estuviéramos a principios de diciembre, cerca del invierno; el frío me gustaba, me mantenía vivo y ágil. Aunque confieso que las cacerías invernales eran más difíciles de concretar, dado que la comida no solía salir con frecuencia en las noches de pleno invierno. Uno debía rebuscárselas para no morir de ayuno, aunque eso incluyese beber sangre de indigentes perdidos por ahí. Mi paladar es bastante exquisito, debo admitirlo; me gusta más la sangre de chicas rubias, morenas, castañas, pelirrojas, etc. Pero conseguir una de ellas en las noches invernales de principios de diciembre era una tarea ardua. y si las conseguía, era cómo ganarse la lotería.

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  • GIGOLO

    [b][Maximilien|| Alrededores del cementerio][/b]

    mpost
    Las cosas iban bastante bien con aquella morena, había conseguido sacarla del bar con palabras mezcladas entre lo dulce y lo caliente. Oía su risita coqueta, mientras jugueteaba con el borde mi campera de cuero; sonreí de lado, mientras olía el cuello y sentía el pulso de la sangre latir a toda velocidad contra mis labios. Joder, se me hacía agua la boca. Saqué los colmillos, para sentir como la piel de la chica se iba rajando y llenando de ese líquido espeso y rojo y no pude acabar porque un idiota sin dos dedos de frente se atravesó en mi momento especial de la noche.

    La morena chilló tanto que entrecerré los ojos, soltándola y dejándola escaparse. Dios, cómo odio cuando las mujeres chillan de esa manera, que hacen daño al oído y es un sentido hipersensible del que no me apetece perder, gracias. Era parte de mi supervivencia, vamos. Aún sentía el sabor metálico en mis labios, y joder, era deliciosa esa sangre. Y me cabreé.

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