Moondale

Etiqueta: Mercy Sheppard

  • LA NUEVA RECTORA

    [align=center][SIZE=5][font=Bookman Old Style][b]Diarios de destino[/b][/SIZE][/font]

    [font=Bookman Old Style] 15 de Enero de 2010[/font] [/align]

    La persona que se iba a hacer cargo de la dirección de la Universidad de Moondale llegó una hora antes de lo previsto porque adoraba la puntualidad. Lo primero que hizo al llegar allí fue saludar a todos con un apretón de manos firme que indicaba que estaban ante alguien que iba a cambiar el rumbo de la Universidad para mejor.

    Cuando por fin llegó al que iba a ser su despacho fue quitar las placas de la puerta y del escritorio en las que ponía ‘Margaret Cleaver’ y colocar las suyas en las que podía verse su nombre con claridad:

    [align=center][SIZE=5][font=Bookman Old Style][b]Mercy Sheppard[/b][/SIZE][/font]

    [i]Unos minutos más tarde…[/i]

    mercy1

    – [b][i]Hola a todos.[/b][/i] – McLeod se acercó al micro y habló. – [b][i]Mi nombre es Christopher McLeod, profesor de esta universidad, aunque la mayoría me conoceréis como el bibliotecario.[/b][/i] – bromeó haciendo que algunos se riesen y que una alumna gritase ‘guapo’ sin venir a cuento. – [b][i]Todos sabéis que hemos pasado tiempos difíciles, hemos perdido mucho, pero es hora de que empecemos a recuperar. Es hora de iniciar un cambio.[/b][/i] – pausa. – [b][i]Por eso, me complace presentaros a la nueva Rectora de la Universidad de Moondale. [/b][/i]

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  • FUERA DEL RADAR

    [b][ Zoe Cooper | Club Silver ][/b]

    zoecooper

    No me gustaba esconderme. No me gustaba tener que ser discreta y mantenerme fuera del radar. No era precavida, nunca lo había sido, y no me gustaba medir mis actos, los lugares a los que iba o lo que decía. O la sensación de que si se proponían venir a por mí, la Colt que llevaba permanentemente escondida en el bolso iba a servir de bien poco. La inseguridad, no llevar el control de la situación; [i]eso[/i] era lo que me estaba matando, devorándome por dentro.

    La primera noche había sido desconcertante, sobre todo porque no entendía nada. Tenía una vida. Un trabajo, un buen sueldo, un mundo fascinante por descubrir. Y un mamonazo por jefe. Y de repente, le había disparado y me había dejado a mí misma a merced de un grupo de desconocidos con habilidades recién sacadas de la última temporada de Heroes. Habíamos escapado, me odiaban, uno de ellos había prometido que respondería por mis actos. ¿Qué actos, de todas maneras? Si creían que sabía mucho más de todo aquello que ellos mismos, es que se habían pasado de la ralla con el LSD.

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