Moondale

Etiqueta: Mike Solo-Novak

  • MAGIA DEL AGUA

    Sophie – Dyavol

    Noche

    De pronto, el caos. Montones de refugiados corrían en dirección al barco. Era, con toda probabilidad, su única esperanza. Estaba cansada. Sin ser la mayor fan de mi islita, empezaba a echarla de menos. Su ritmo pausado, la ausencia de enfermedades y ¿por qué no?, el saber que no podía pasarnos nada porque no existíamos de manera oficial.

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  • LA RELACIÓN MÁS VIVA QUE NUNCA

    Jane – Dyavol

    Noche

     

    Noté su aliento contra mi rostro. La boca me sabía a hierro por la sangre y empezaba a notar el costado entumecido. No pude evitar sonreír ante la ironía de todo esto.

    (…)

    Lo último que alcancé a ver antes de desmayarme de dolor fue a Francis y Xander cortar las cuerdas que conectaban ambos barcos.

    Odiaba los barcos. Odiaba a los piratas. Apoyada en el mástil, volví a vomitar ante el incesante vaivén. El corte de las cuerdas había provocado movimientos más bruscos y eso se traducía en más náuseas para mí.

    Entre toda aquella maraña de pensamientos desordenados, detecté que Owen estaba pensando en los tres Williams cuando éramos pequeños. Podría haber sido un viernes cualquiera en el que ni él ni yo habíamos salido para quedarnos con Elliot. Un viernes de película de Disney, palomitas y refrescos.

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  • DOCTOR AMOR

    Sophie – Kvasir

    Mañana

    Era por la mañana tempranito cuando me encontré con Mike en la cocina. Yo estaba apoyada en la isla de la cocina desayunando unas tostadas con crema de cacahuete, fresas, plátanos y arándanos, además de un zumo de naranja. Aún no me había arreglado y llevaba un pijama de pantalón corto y camiseta de tirantes con flores.- [Sophie]Mike, mi niño, me gusta cómo llevas el pelo.[/Sophie]- dije a modo de saludo y pedí permiso para tocarle el cabello. Me gustaban sus rizos y la forma en que se lo peinaba. Aquel día, además, estaba especialmente guapo con un sencillo pantalón de deporte en color claro y una camiseta de un tono similar.

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  • QUIZÁS ERA HENRY

    Laura – Nave

    Noche

    Cuando todo pasó, Mike me vendó las manos, me dio unos calmantes y decidió que me quedaría en aquella enfermería del futuro a pasar la noche en observación. No me quejé. En la isla no había enfermedades, ni dolores. Vira se encargaba de ello. ¿Recordáis la pandemia de 2020? Nosotros no.

    Sophie pasó a verme a través del cristal y se fue con rapidez. No podía enfadarme. Nuestra relación era poco más que cordial. Por puro aburrimiento, cerré los ojos e intenté descansar. Me pregunté qué estaría haciendo Henry y por qué no se había acercado a dedicarme una mirada y marcharse por donde había venido. Lo más probable es que estuviera jugueteando con su Infiband para evitar enfrentarse a mí.

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  • COMPAÑERAS DE HABITACIÓN

    Bowie – Nave

    Mañana

    En el cuerpo de Chloe me encontraba demasiado humana. Veía peor (¿necesitaba gafas?), oía peor, era bajita y mis movimientos estaban más limitados. Ella acababa de terminar de traer sus cosas a la habitación cuando todo pasó.- [Bowie]Deberías usar gafas[/Bowie].- comenté dándome una vuelta por aquella estancia de paredes de metal y falta de decoración.

    – [Chloe]Jaja, nope[/Chloe].- se rio de una forma que asumí que era sarcástica, porque sus facciones no delataban que nada le hiciera especial gracia. Era raro ver mi cuerpo con aquellos leggins negros y la sudadera de color granate, pero que no los llevara puesto yo.

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  • EL CONSEJO DE DOMINIC

    MIKE SOLO-NOVAK

    MAÑANA – LUNA VILTIS, LA KVASIR

    Me levanté bastante temprano aquella mañana. Ni Idris ni yo habíamos conseguido descubrir como bajar las persianas o tapar de alguna forma las ventanas, así que después de unas seis horas de sueño, la luz del sol me despertó completamente.

    Aproveché que muchos seguían dormidos para darme una ducha que me despejase. En cuanto el agua me empezó a caer por la cara me sentí mucho más despejado. Aún era muy pronto así que decidí estrenar el gimnasio de la planta inferior durante un rato, prefería hacerlo en ese momento que no habría nadie. El ejercicio terminó de despejarme y un rato más tarde había vuelto ya a darme una ducha y me encontraba relajado en la biblioteca de la planta baja frente a un té de hierbas cuya combinación no conocía exactamente. Por suerte me había asegurado antes de hacérmelo de que no tuviese rastro de té negro, aquello era veneno para el cuerpo, parecido a las bebidas energéticas que ya estaban empezando a dar problemas a algunos adultos.

    Pasé un rato revisando distraídamente algunos de los libros en papel impreso. Todavía no me había familiarizado con la biblioteca digital que tenía la nave y Henry había dicho que seguía trabajando en restaurar los errores de corrupción de información en la «inteligencia» de aquél aparato. Así que me mantuve apartado, sin que me costase demasiado, para leer, nada se comparaba con la magia del papel impreso, por muy cómodas que fuesen otras opciones.

    Entre todos aquellos libros distinguí varios relacionados con biología humana y sobrenatural. Estuve tentado de abrirlos, si volvía a la tierra con esos conocimientos, podría avanzar la medicina siglos, pero jugar a ser dios nunca había ayudado a nadie. A veces hay que tener fé en que las cosas son como son por una razón.

    Me senté en una de las mesas aisladas, las que estaban en una especie de cabinas de cristal insonorizadas. Desplegué allí las anotaciones que llevaba encima cuando me vi inmerso en toda aquella odisea. Me tomé unos minutos para colocarlo todo como en mi propia oficina, de todas maneras no tenía pinta de que fuéramos a irnos de allí muy pronto y había espacio suficiente como para que Noah y  alguno de los demás tuviese su propio rincón.

    Cuando todo estuvo listo, saqué el último objeto que me quedaba en el bolsillo interior del maletín, uno que sabía que estaba allí pero con el que no había interactuado a ese momento: la esfera Daë. La coloqué sobre la mesa y observé cómo se mezclaban el azabache y el marfil en una danza sin fin, regalando tonos de un color plata muy llamativo. Noah nos había dado a todos una clase rápida de lo que significaban. A grandes rasgos, pertenecía a ‘Auros’ y ‘Umbros’, pero si comparabas mi disco con el de Elle por ejemplo, se notaban diferencias. El azabache no era oscuro, ni profundo, tenía matices rojizos y el marfil no era níveo, aunque sí uniforme y pulcro. Lo más probable es que mi esfera significase que era ‘Orden’ y ‘Caos’, como mi madre, mientras que Elle era ‘Luz’ y ‘Oscuridad’ como sus padres.

    Meditándolo bien, tenía sentido. Siempre había impuesto bastante orden en mi vida y lo había conseguido en cierta manera, sabiendo disfrutar de momentos de improvisación. Pero con el ataque de aquél animal, el caos se había hecho parte de mí y ahora éramos dos caras de una misma moneda. Una que había costado mucho trabajo equilibrar.

    Llevé una mano sobre la esfera y me dejé llevar por los pensamientos. Me apetecía hablar con mi madre, mis padres siempre habían sido una referencia a la que acudir cuando hacía falta y ahora resultaba incómodo tener que recurrir a ese artefacto para hacerlo.

    La teoría nos la habían explicado ya a todos los que lo habían usado ya. Te centrabas en pensar en algo y aquello te conectaba a alguien de tu grupo elemental. No siempre era directo, a veces pensabas en algo y te conectaba con alguien que pensase en lo mismo, como a Xander con la Daë.

    Aquello me recordaba más a rezar que a llamar por teléfono. Ponías tu fé en ello y esperabas una respuesta, solo basándote en tu fuerza de voluntad. A veces le había preguntado a mi madre cómo conservaba la fé después de todo lo que sabía sobre biología. Ella siempre me decía que todos necesitamos algo a lo que aferrarnos y que esa fuerza de voluntad, esa fé en algo más grande que todos, la había salvado de ser un monstruo. Hasta hace poco no lo había entendido. Me había reconciliado con la fé después de poner mis oraciones en no convertirme en una bestia sedienta de sangre, funcionó. La fé no cura, los milagros mágicos no existen, pero sí he visto milagros. La fé no es un ser mágico que alce la mano y te sane, actúa a través de nosotros, nos da esperanza, nos hace seguir intentándolo cuando todo parece perdido. Si no, todo sería caos.

    Al cabo de un rato, noté que había alguien más allí. Es extraño, porque como humanos nos acostumbramos a algunas sensaciones de nuestros cuerpos de manera que no nos damos cuenta de que están ahí. Una de ellas es la sensación de estar cerca de otra persona, de la que perdemos noción porque los percibimos con otros sentidos más prioritarios. Pero con aquello, notaba su presencia, sin saber muy bien quién era.

    – [Mike]¿Quién hay ahí?[/Mike]

    – [Dom]Dominic. ¿Mike, eres tú? – [/Dom] la voz llegaba perfecta a mis oídos, solo que nadie más podía escucharla. Me resultaba desconcertante tratar de pensar en cómo se producía aquello, quizá hablaba directamente en mi mente, pero no conseguía diferenciarlo.

    – [Mike]¿Señor Williams?[/Mike] – pregunté. Traté de hacer memoria y fijé en mi mente el plano que había dibujado Noah. El padre de los gemelos estaba en ‘Orden’, igual que yo. – [Mike]Estaba tratando de contactar con mi madre para hablar de Jane.[/Mike] – pensé en voz alta. Eso debía habernos reunido, pensar en su hija.

    – [Dom]Puedes llamarme Dom.  -[/Dom] su imagen se hizo más visible delante de mí. Seguía teniendo una constitución robusta, sin que los años hubiesen hecho demasiada mella en él por su genética de aesir. En su día, sin conocerle, debía haber hecho cruzar de acera a mucha gente. Pero lo cierto es que era una persona muy agradable. Me fijé en que aferraba en la mano una cadena de oro con un pequeño crucifijo. Quizá no era solo Jane lo que teníamos en común. – [Dom]¿Se encuenta bien? ¿le ha pasado algo a mi niña?-[/Dom] lo decía con la determinación de cruzar el espacio-tiempo que nos separaba y arreglarlo por sí mismo.

    – [Mike]No, no. En principio estamos todos bien. Seguimos en la nave.[/Mike] – los demás ya se habían encargado de avisar a los Moondies que habían podido. Sabíamos por experiencia propia que los años no habían mermado su unión porque habíamos asistido a muchas reuniones entre ellos. Como los ‘Runaways’ pero con héroes en lugar de villanos. – [Mike]Quería seguir con la investigación, el poder de Jane es clave para todo lo que sabemos sobre poderes y con Omega allí, puede ser la solución pacífica.[/Mike] – sí, ahora mismo estábamos al otro lado del universo, en un lugar donde el tiempo no seguía ninguna ley racional, pero eventualmente el objetivo era volver a casa y cuando lo hiciéramos, tendríamos que enfrentar otro problema. ¿De verdad teníamos que recurrir a la violencia para detenerla?

    – [Dom]¿Necesitas algo en concreto?. Puedo hablar con tu madre y pasarte la información.-[/Dom] preguntó, tratando de ayudar.

    – [Mike]No, solo dile que tiene una «llamada» perdida. ¿Quieres que le diga algo a Jane, Owen o Elliot?[/Mike] – era una pena no poder hablar con ellos  en cualquier momento y depender de esa suerte de azar, además de que solo pudiéramos hablar con los de nuestros grupos elementales.

    Dominic se paró a pensarlo. Por un momento recordé su imagen saliendo de la ventana de la casa de los Williams tapándose como podía. Temí que me diera la buena nueva y tuviese que decirles que tendríanun nuevo hermano. – [Dom]Que tengan cuidado y cuiden de ellos.-[/Dom]  dijo finalmente. Respiré aliviado.

    – [Mike]Señor Will… Dominic. ¿Cómo llevasteis ser Daē? [/Mike]- cuando tienes la vida de una persona delante de ti, haces lo que sabes hacer lo mejor que puedes, y aprendes que a veces, no se puede hacer más. Pero ahora estábamos hablando de millones de vidas. Era demasiado para cualquiera.

    – [Dom]Bueno, no fuimos Daës solos. Éramos un equipo.-[/Dom]

    – [Mike]No estoy seguro de que nosotros lo seamos aún.[/Mike] – confesé. Siendo sincero, podía dar ejemplo empezando por mí mismo. Más allá de Idris, Elle, Lexie, Sophie y Dante, no me sentía demasiado vinculado al resto. Sí, habíamos pasado ratos juntos de pequeños y algunos veranos hacía unos pocos años, pero por lo general la cosa se había enfriado y no habíamos mantenido viva la llama. Al final, todos habíamos tenido nuestras vidas y habíamos tomado nuestros caminos.

    – [Dom]Ninguno lo es al principio. Yo no estaba muy integrado en los moondies por aquella época. Dale tiempo.-[/Dom] me quedé pensando. Como hijo de moondies, siempre les había visto tal y como eran, un grupo inseparable, más que amigos, familia. Pero escuchar que en un tiempo no fue así me daba la dosis de realidad que necesitaba para tranquilizarme.

     – [Mike]Lo tendré en cuenta. Tened cuidado por allí. [/Mike]- le recordé. Su rostro se ensombreció un poco, lo de Omega no era fácil para él, no era un enemigo cualquiera.

    – [Dom]Vosotros también.-[/Dom] fue lo último que dijo antes de que su presencia se desvaneciera.

    Volví a guardar la esfera en la maleta y dejé los papeles allí, colocados.

    Salí de la biblioteca esperando encontrarme con alguien, o más bien, no encontrarme con nadie para así no forzarme a interactuar. Pero tenía que hacerlo en algún momento, Dominic tenía razón. Estaba cayendo sin darme cuenta en la clásica personalidad de los profesionales de medicina que no me gustaba, curas a la persona físicamente pero te da lo mismo cómo se sienta antes, durante y después. No quería convertirme en alguien así.

    Pasé la puerta de cristal y me llegó el ruido del gimnasio que hasta ese momento no había percibido por la insonorización de la biblioteca. Elle estaba golpeando un saco que resistía sorprendentemente su fuerza sobrehumana.

    – [Mike]Estas máquinas del futuro son increíbles.[/Mike] – prácticamente no había un solo ejercicio que no pudieras realizar con ellas, era sorprendente. Parecía que quien diseñó aquella nave estaba preparado para que sus ocupantes pasasen una larga temporada en el espacio. Aquél gimnasio sería uno de los pocos sitios donde combatir el atrofiamiento.

    – [Elle]La verdad es que sí.[/Elle]- vi que sonreía pero no dejaba de golpear el saco. El físico de Elle era el máximo a lo que podía aspirar un ser completamente humanoide. Sí, existían otros demonios con mayor fuerza por ejemplo, pero tenían un cuerpo mucho mayor. Los más resistentes tenían un cuerpo más pesado, los más veloces eran más frágiles. Pero Elle y sus madres aunaban todo eso en un recipiente «menor». – [Elle]¿Cómo va todo, Mike? En el juego estuviste ausente.[/Elle] – la escuché preguntar sin distraerse.

    – [Mike]Tienes razón. He estado pensando que quizá tendría que hablar más con el resto.[/Mike]

    Ella se detuvo y cogió una botella de agua que tenía en una esquina. Habíamos encontrado varias precintadas y almacenadas junto a otros elementos del gimnasio en los armarios de la pared frontal.

    – [Elle]Eso será si te sale de manera natural. Tampoco lo fuerces.[/Elle]

    – [Mike]Iré improvisando. La primera ha sido fácil.[/Mike] – a ella ya la conocía bastante gracias a mi hermano y facilitaba las cosas. Con otros no sabría por dónde empezar.

    – [Elle]No sabía que ya había empezado el experimento.[/Elle]- se rió. Elle era una persona muy alegre, así que cuando se juntaba con mi hermano, parecía que Vine Cleveland estaba cerca.

    – [Mike]Es más fácil sin mi hermano por aquí.[/Mike]

    – [Elle]Estamos en una pausa.[/Elle]

    – [Mike]¿Cuándo le habíais dado al play?[/Mike] – pregunté en un intento de acercamiento entre nosotros. Después me di cuenta de que podía sonar mal, pero ya era tarde.

    – [Elle]Oye, eso es un golpe bajo.[/Elle]- replicó ella riéndose. Menos mal que Elle no se tomaba a mal las cosas.

    – [Mike]Si necesitas contarme algo…Idris no es muy claro a veces con sus sentimientos.[/Mike] – le ofrecí. Mi hermano era muy buena persona, pero muchas veces le tomaban por quien no era. En ese sentido éramos opuestos, yo tendía a escuchar y él solía hablar porque los silencios le incomodaban.

    – [Elle]No estoy en mi mejor momento.[/Elle]- explicó. Su alegría se ocultó en algún lugar donde no podía verse. -[Elle] Y no quiero arrastrar a nadie conmigo.[/Elle] – añadió.

    – [Mike]¿Es por esa mujer?[/Mike] – había escuchado que el grupo del «Imperio Romano» había conseguido proteger a la Daë pero habían tenido problemas. La hermana mayor de la Daë, una muchacha que les había ayudado, había muerto. Elle había heredado el don de su padre y había tratado de curarla, pero no había sido capaz. Era perfectamente normal que un suceso así pudiera con ella.

    – [Elle]Es… por todo.[/Elle]- replicó encogiéndose de hombros. Por esa respuesta supe que aquella muerte había sido el detonante de cómo se encontraba ahora y después habían venido una serie de agobios que en otro momento habría podido soportar.

    – [Mike]Elle, yo no estuve allí, pero estoy seguro de que hiciste todo lo que podías por evitarlo.[/Mike]- no me consideraba muy bueno con las palabras, un hueso roto es más fácil de sanar que un sentimiento de pérdida, pero sí que sabía cómo se sentía porque sabía lo que era perder a un paciente, no por mis estudios si no por la clínica de mi madre. – [Mike]Es horrible, pero a veces hay que resignarse a que no podemos salvar a todo el mundo.[/Mike] – era una desgracia, pero parte de la vida. Para llegar a esa posición hace falta mucho camino. La diferencia estaba en que yo había elegido esa vía con todas sus consecuencias, Elle no.

    – [Elle]No me gusta esta vida.[/Elle]- aseguró. – [Elle]Yo no quiero cargar con el peso del mundo sobre mis hombros.[/Elle]- me fijé en sus ojos, parecía cansada, con menos energía de lo habitual.- [Elle]Mi familia aún tiene secuelas de todo lo que tuvieron que hacer para que la historia vuelva a repetirse.[/Elle] -asentí. Mi madre siempre había sido muy cercana a la suya y sabía bien cómo era Sarah.

    – [Mike]Hay cosas en la vida sobre las que no tenemos control. Y lo mejor que podemos hacer en esos casos es ser fiel a quien somos.[/Mike] – me apoyé en una de las máquinas y desvié la mirada al suelo. – [Mike]Eres buena persona Elle, te afecta mucho lo que le pase a los demás y la parte más difícil de ver morir a alguien es decidir entre convertirte en alguien que rechaza esa empatía o seguir siendo quien eres pese a que duela[/Mike] – el perfecto ejemplo de lo que decía antes. Puedes convertirte en un profesional de la medicina que ve algo que curar y cuando sale de su oficina esa persona deja de existir o resistir las emociones negativas y tratar de ayudarles y lidiar tú mismo con llevarte ese peso a casa o conseguir contenerlo.

    – [Elle]No sé qué es, pero siento que este no es mi sitio, que estoy llevando la vida de mi madre, no la mía.[/Elle]- suspiró con una clara presión sobre su espalda.

    – [Mike]Eso es porque tu madre ha sido una gran persona. No tengas miedo en ser como ella.[/Mike]

    – [Elle]Mis madres son maravillosas y mi padre también, pero me siento encerrada y obligada a vivir una vida que no encaja conmigo.[/Elle]- reconocía perfectamente lo que le estaba pasando.- [Elle]No he sido capaz de comprometerme a tener una relación seria con Idris y llevamos juntos desde hace mil años.[/Elle] – añadió. Respecto a mi hermano iba a ser mucho más difícil decirle nada, porque evidentemente, iba a defenderle y eso sería una presión en contra a lo que ella sentía.

    – [Mike]Es normal sufrir un cuadro de ansiedad en una situación como la que has pasado.[/Mike] – admití. Me di cuenta de que estaba siendo demasiado «médico» y Elle no necesitaba un diagnóstico, solo alguien que la escuchase. – [Mike]Yo tengo muchas cosas en común con mi madre, pero no creo que nadie piensa que sea Mara. ¿Habría preferido seguir en la Tierra y no dejar mi trabajo de ayudar a la gente? Sí. Pero ya estamos aquí y lo mejor que puedo hacer para seguir siendo Mike es atender a los que pueda en este nuevo lugar.[/Mike] – hay cosas superiores a nosotros mismos que no podemos controlar. Cuando pasan, solo podemos acostumbrarnos y hacerlo lo mejor posible.

    – [Elle]Es diferente.[/Elle]- dijo.- [Elle]Tu madre decidió ser una moondie.[/Elle]- añadió. No lo tenía tan claro por los retazos de historia que había escuchado. Mi madre nunca había sido una heroína clásica. Ella salvaba vidas de otra forma, sin luchar, sin grandes hazañas, y siempre la había respetado por eso.- [Elle]Mi madre no tuvo elección.[/Elle] – apartó la mirada, con pesar.

    – [Mike]Mi madre no decidió ser vampiresa ni licántropa, Elle. Ella decidió ser humana y no tuvo opción.[/Mike]

    – [Elle]Lo de tu madre fue una desgracia.[/Elle]- razonó. – [Elle]A mi madre la forzaron a ser la elegida.[/Elle] – tenía razón en parte, pero Sarah no parecía haberse convertido en la persona en la que era obligada por nadie. El altruismo que se veía en ella y que contaban las historias y las miradas de todos los que la conocían demostraba que era por su propia voluntad.

    – [Mike]Quizá deberías hablar con ella. Al principio puede que se viese obligada, pero después…[/Mike]

    – [Elle]Me dirá algo que no quiero escuchar.[/Elle]

    – [Mike]Si no quieres liderar. ¿Por qué lo valoras? Somos muchos.[/Mike] – no iba a ser yo quien la convenciese de qué camino llevar. Ni yo ni nadie, evidentemente, pero yo la conocía aún menos. De todas formas, quería que al menos se parase a pensar por qué veía esa presión si podía delegar en el resto. Mi hermano había bautizado a esta nave la Kvasir para cumplir ese papel entre todos, pero sin embargo ella parecía estar peleando consigo misma.

    – [Elle]No lo sé.[/Elle]- admitió.- [Elle]A veces me siento como Amy, que convive con otro ser dentro que también toma decisiones.[/Elle]

    – [Mike]Tal y como lo veo, tu madre fue elegida porque una fuerza mayor sabía que cumpliría su papel. Tú naciste tal y como eres. Así que la decisión es solo tuya.[/Mike] – no podía darle muchos más consejos. Del mundo sobrenatural tenía conocimientos de biología principalmente, el misticismo se me escapaba y mi fé no estaba basada en magia y milagros.

    – [Elle]¿Sabes cuál es mi mayor miedo? [/Elle]- preguntó, mirándome con esos profundos ojos claros. Negué con la cabeza para dejarla hablar. –  [Elle]Convertirme en alguien del que mi familia no pudiera estar orgullosa[/Elle]

    – [Mike]No puedo hablar por nadie pero yo diría que no puedes cambiar tanto como para que no estén orgullosos. Y si no lo estuvieran, quizá el problema no sería tuyo.[/Mike] – mi madre siempre me había transmitido que la presencia de la familia en nuestras vidas tenía que ser para darnos apoyo y buenos momentos, y si se convertía en una fuente de problemas, lo mejor era cortar lazos. Quizá se debía a que ella misma había pensado años como vampiresa sintiendo que sería una decepción, prefiriendo que la tomasen por muerta. Hasta poco después de adoptar a Idris no se atrevió a volver a aparecer en sus vidas.

    Ella se sentó en el suelo, aún apesadumbrada. – [Elle]Estoy tan sobrepasada por la situación que le he hecho daño a Idris[/Elle].

    – [Mike]Idris se hace el tonto pero no lo es.[/Mike] – traté de animarla como mejor se me ocurría. – [Mike]Habla con él. Lo entenderá[/Mike]

    – [Elle]No quiero[/Elle].

    -[Mike] No te voy a convencer de nada.[/Mike] – en aquello no podía, sabía ni debía meterme. – [Mike]Una cosa, vigila la curva de la muñeca, con tu fuerza casi nada de lo que hay en el gimnasio podría lesionarte pero allí fuera, quien sabe.[/Mike]- no tenía nada que decir de la técnica de lucha de Elle porque de eso sabía mucho más que yo, pero sí me había fijado en que estando acostumbrada a ser más resistente que lo que golpeaba, había cogido una postura de golpear que podía hacerle daño en la muñeca si golpeaba algo extremadamente resistente.

    Me disponía a irme cuando sentí que me agarraba con firmeza y me estrechaba en un abrazo, por suerte no con mucha fuerza. Cuando se separó, no supe qué hacer, así que sonreí y eché a andar hacia la planta principal. Quizá el consejo de Dominic no había estado tan mal.

  • UNA LUNA SIN TIEMPO

    NOAH ARKKAN

    Pasó todo tan deprisa que solo gracias a mi poder llegué a verlo. Eleanor, la Kvasir de ese grupo de Daë, cogió uno de los artefactos de los brujos y lo utilizó para teletransportarnos a todos a otro lugar.

    Estábamos en una zona alejada, más elevada, desde la que se veía el pueblo y el ejército de máquinas a lo lejos.

    A mi alrededor, casi todos estábamos desperdigados por el suelo, culpa del cambio súbito de localización. A mi me estaba costando levantarme por el dolor de la pierna, que ya había empezado a curar y dolía aún más.

    El artefacto estaba en mitad de nuestra posición, destrozado completamente. Comprobé que Lexie, Kaylee, Sophie, Mike y Niall estuviesen bien. Eleanor estaba allí de pie, asegurándose de que sus compañeros, que ya eran Eldric, Ugg’Krah y Richard, además de Rlia.

    – [Noah]¿Eres Eleanor?[/Noah] – pregunté, cuando se acercó a mí para ayudarme a levantarme. Sus compañeros se acercaron a los demás y les ayudaron también.  – [Noah]¿Y Xander?[/Noah] –  hacía apenas unas horas que Lexie había hablado con mi primo y Eldric aún no había aparecido por allí.

    – [Eleanor]Hace meses que no sé nada de él.[/Eleanor] – respondió. Seguía pareciendo una muchacha dulce tal y como la mostraban los recuerdos de mi tío Daniel, pero se la notaba curtida por la batalla.

    – [Noah]Pero si…estaba contigo cuando hablamos hace unas horas[/Noah] – dejé salir mis pensamientos mientras trataba de ordenarlo en mi cabeza. Por aquél grupo no habían pasado unas horas, llevaban meses unidos, como ella decía, se notaba en su familiaridad, en su forma de coordinarse. Me empezó a preocupar lo que eso podía significar.

    – [Kaylee]¿Dónde estamos?[/Kaylee] – escuché preguntar a Kaylee.

    – [Sophie]La pregunta no es dónde, mi amor. Es cuándo.[/Sophie] – le respondió Sophie, que parecía haber estado atenta a lo que estaba hablando con Eleanor.

    – [Eldric]Los portales entre mundos no existen en un mismo tiempo.[/Eldric] – el Daë de Sagitario lucía impresionante en su brillante armadura. Sus ojos nos observaban a todos con sabiduría. Una de las teorías era que su poder eran las visiones del futuro y por eso conocía su camino hasta Eleanor.

    – [Kaylee]¿Eso quiere decir que puede que nos encontremos jamás?[/Kaylee] – se me instaló un nudo en el pecho cuando Kaylee verbalizó el miedo que llevaba un rato dando vueltas. Era un problema reunirnos con los demás estando perdidos en aquellos mundos. La existencia de portales como el que habían encontrado Niall y Mike daba esperanzas, pero saber que usándolos no solo saltábamos en el espacio si no en el tiempo no hacía más que complicar las cosas.

    Por suerte, Eldric negó con la cabeza serenamente. – [Eldric]Los demás han ido al refugio.[/Eldric] – alzó una mano apuntando a una de las dos lunas que apenas se veían en ese momento en el cielo despejado. – [Eldric]Algo ocurrió en el pasado y provocó la aparición de los portales entre mundos. Eso mismo hizo que allí no haya tiempo.[/Eldric] – explicó. Ni siquiera con lo que mi padre había aceptado como regalo de los Daesdi teníamos suficiente información de los Daë, ni, sobre todo, de ese cúmulo de mundos.

    – [Kaylee]Somos los más tontos…[/Kaylee] – se quejó Kaylee. No sabía en cuántos grupos nos habíamos dividido, pero aún quedaban al menos nueve.

    – [Lexie]Nos vamos a la luna, ¿te vienes?[/Lexie] – me giré y vi que Lexie se dirigía a Rlia, que parecía encantada con la idea de seguirnos.

    – [Noah]Se supone que…Rlia se va con ellos.[/Noah] – comenté, tratando de mantener la integridad del pasado. Por suerte había poca información de ello en el futuro, porque por cada acción que lleváramos a cabo podíamos provocar un desastre. Si Rlia no se iba con ellos, no podrían derrotar al mal de este mundo. Por si fuera poco, el líder de aquellos brujos era ‘El Soberano’, aunque estaba muy cambiado. Su cara no se borraría jamás de mi memoria genética, mi padre se había asegurado de recordarlo.

    – [Eleanor]¿Vendrías con nosotros?[/Eleanor] – escuché que le preguntaba Eleanor. Cuando mi tía habló con Rlia en sus Pruebas, recuerdo que dejó ver que estaba enamorada de otra de las Daë. Por su forma de hablar con ella, parecía que sería Eleanor.

    – [Eldric]Nos vendría muy bien tu ayuda para acabar con esta tiranía.[/Eldric] -la animó Eldric. Ugg’krah asintió y murmuró guturalmente algo que imagino que serían palabras de ánimo.

    – [Rlia]Voy por ti, rubia.[/Rlia] – la vi alejarse de Lexie y guiñar un ojo a Eleanor, que parecía cohibida. Aún tenían mucho que pasar en sus vidas. Esperaba que Rlia mantuviese su espíritu durante mucho tiempo, pero en las Pruebas parecía más derrotada.

    Me destrozó pensar que estaban tan llenos de esperanzas por salvar sus mundos y que pese a que lo consiguieran, no llegarían a verlo jamás.

    Lexie se encogió de hombros y caminó en la dirección que nos había indicado Eldric. Allí en algún lugar encontraríamos unas pintadas rupestres que nos conducirían a aquella Luna.

    – [Noah]Mucha suerte.[/Noah] – les miré, eran auténticos Daë. Me forcé a recordarles, porque su historia no podía volver a perderse.

    – [Eleanor]Gracias.[/Eleanor] – respondió Eleanor, con una sonrisa cálida. Continuaron su camino a pie. Parecía que aún no iban a abandonar ese mundo y me pregunté cuánto más habrían pasado en sus vidas antes incluso de realizar las Pruebas. No parecían limitarse solo a cruzar de mundo en mundo reclutando nuevos miembros, si no preocupándose de las gentes de esos mundos y tratando de ayudarles. Todo en ellos parecía indicar eso y me hizo tenerles aún en mayor estima.

    Podían no tener una misión clara, no conocer qué les deparaba el futuro ni su papel en toda la historia, pero seguían adelante con el propósito de ayudar a los demás.

    Mike me inmovilizó mejor la pierna mientras una impaciente Lexie nos esperaba para irse de aquél mundo. Después de un rato caminando, un nuevo teletransporte nos llevó a aquella sorprendente luna.

    Frente a nosotros, una enorme ciudad llenaba el horizonte, rodeada solamente de naturaleza sin fin. Nuestro camino no estaba en aquella ciudad, si no en un punto concreto que el Daë nos había indicado.

    A esas alturas uno cabría pensar que nos podríamos esperar cualquier cosa. Pero no, que nuestro refugio en aquella luna sin tiempo iba a ser una nave espacial estrellada, era lo que menos me esperaba.

    Lo que sí tenía claro era que si queríamos ser unos verdaderos Daë y salvar también nuestra Tierra, teníamos que dejar de lado la misión y centrarnos en lo verdaderamente importante, las personas. Y si queríamos hacer eso, primero necesitábamos tomarnos un descanso y solucionar nuestros propios problemas.

  • MALA ELECCION DE PALABRAS

    NATE «NIALL» ALLEN

    ESFERA DAONNA

    Debía de existir algún modo de viajar más seguro que este porque estaba empezando a estar cansado de salir volando por los aires y aterrizar con el culo o hacer la croqueta por el suelo. Seguro que los demás eran mejores en esto y aterrizaban hincando la rodilla en el suelo como los superhéroes.

    Al menos el suelo estaba más mullido por una cantidad ridícula de vegetación. Cuando eche un vistazo alrededor era lo mismo, vegetación por todos lados apenas se alcanzaba a ver algo más allá de dos metros.

    Me moví junto a Mike intentando buscar un sendero o camino que pudiéramos usar para movernos sin extraviarnos mucho. Algo cerca de nosotros comenzó a moverse entre la vegetación, solo esperaba que no fuera otro licántropo o machirulos con armadura porque no tenía más ganas de correr. De entre la maleza aparecieron Sophie y Kaylee las cuales iban agarradas del brazo para no caerse entre tantos matorrales.  [Sophie]- ¿Pero qué hacen ustedes aquí?[/Sophie]

    – [Mike]¿Dónde es aquí, exactamente?[/Mike] – Me pregunte lo mismo. Pensaba que alguien nos había cogido desprevenidos y nos había lanzado algún hechizo para alejarnos del resto.

    – [Sophie]En la Prehistoria, mi niño.-[/Sophie] Fue decir esto y se escullo el graznido de un pájaro, pero no un pájaro pequeñito y mono, no, un pajarraco enorme con un pico igual de grande que mi pierna el cual surco el cielo.

    – [Mike]Hace un segundo estábamos en…la edad media.[/Mike] – Mike se encontraba igual de superado que yo, pero de maneras diferentes. El era un hombre de ciencia, yo solo quería irme a casa.

    – [Niall]Ya te dije que esos huesos parecían raros.-[/Niall] Cuando me llamo para recoger unas hierbas nos encontramos con unos huesos bastantes grandes. La verdad es que dimos por hecho que podrían tratarse de alguna clase de licántropo o criatura de este tipo por cómo se las gastaban en ese mundo.

    – [Kaylee]¿Hay forma de moverse entre mundos?[/Kaylee] – Pregunto con un brillo de emoción en los ojos.

    – [Mike]Eso parece.[/Mike] – Parece no Mike, lo es. Que hemos ido a parar al mundo de los dinosaurios. – [Mike]Íbamos a coger una planta extraña y al lado había unos huesos como garras.[/Mike]

    – [Kaylee]Pues voy a ver si toco algo y aparezco en mi casa, porque no hay quien aguante a Alexandra Fenris.-[/Kaylee] Se cruzo de brazos y me identifique mucho con ella, en lo de salir de aquí, porque mi mapachito es amor.

    – [Niall]¿Lexie también está aquí?.-[/Niall] La emoción me invadió el cuerpo, me estire todo lo que daba de mi, que era poco, para mirar por detrás de Kaylee y Sophie.

    – [Kaylee]Sí.-[/Kaylee] Añadió escuetamente. Alarma, espero que no estén de bronca otra vez estas dos, que la última vez casi se arrancan las pelucas.

    – [Mike]¿Y dónde está?[/Mike] – Mike me quito la pregunta de la boca.

    – [Sophie]No sabemos.-[/Sophie] Sophie se encogió de hombros y el pelo le cayó hacia delante con esas puntas rosas. Nota mental, teñirme media cabeza de rubio en un acto de pura locura.

    – [Niall]Tía, ¿donde estas?.-[/Niall] Dije en voz alta esperando que mis palabras se las llevara el viento y dieran con ella.

    – [Lexie]¿Niall? ¿Me estoy volviendo loca y ya oigo voces?[/Lexie].- Me sobresalte al escuchar su voz y no a ella a mi alrededor. Los demás me miraban extrañados. Pues claro, juzguemos a Niall que se acaba de volver loca.

    – [Niall]Yo también te oigo. Debe de ser cosa de ese souvenir que nos han dejado, mira en tus bolsillos.-[/Niall] Me di cuenta que su voz salía de mis pantalones, vale, no es la mejor forma de expresarlo. De mi bolsillo saque una piedra de color rojo y amarillo, por el centro se entremezclaban los colores dándole un efecto bastante chulo.

    – [Lexie]Estoy con Noah que se ha hecho mierda y ahora no puede correr .-[/Lexie] Explico. Maldito Noah, es como con Lexie, se le pone un dinosaurio delante y no piensa.

    – [Niall]Busca un sitio en el que podáis esconderos y vamos a ayudaros, tengo a Mike el médico conmigo.-[/Niall] Un poco ridículo lo de Mike el médico, pero apenas lo conocíamos y tenía que hacer el énfasis en que era médico.

    – [Lexie]Creo que hay una cochambre ahí un poco más adelante.[/Lexie]- Mire delante de mí  como si estuviera a mi lado y todo era árboles. A mi izquierda en un claro a lo lejos pude divisar a lo que Lexie se refería. – [Lexie]Cuatro casas que son más pequeñas que mi baño.[/Lexie]

    – [Niall]Recibido. Ten esta cosa a mano por si tenemos que hablar más.-[/Niall] Si esto se patentaba menuda locura, piedras de colorines por móviles. – [Niall]Tenemos que movernos, han herido a Noah.[/Niall]

    – [Mike]¿Dónde van a estar?[/Mike] – Mike se recoloco la mochila en la que llevaba todos sus utensilios de medicina, o lo que buena mente había entrado en ella. ¿Me lo imagine rollo vigilantes de la playa listo para entrar en acción y salvar a alguien de un tiburón? Me lo imagine.

    – [Niall]Un poblado hacia el norte de aquí.-[/Niall] Me quite la gorra que había olvidado por completo que llevaba, hacia demasiada humedad y empezaba a notar los sudores.

    – [Mike]¿Ese?[/Mike] – Señalo a lo lejos y asentí. Justo por detrás se levantaba una columna de humo que antes no estaba.

    – [Sophie]Lo mejor será que vayan ustedes y nosotras nos quedemos aquí.-[/Sophie] Propuso Sophie. Tía es que nunca has visto una peli de terror, nunca separarse, y menos si eres negro… Y SOMOS TRES.

    – [Kaylee]No, lo mejor es que vayamos todos juntos.-[/Kaylee] Dijo la única blanca del grupo, vale que no estábamos en una peli de terror, pero fijo que los dinosaurios venían antes a por nosotros que a por ella.

    – [Mike]Y rápido.[/Mike] – Dicho y ello echamos a correr en dirección al poblado con cuidado de no llamar la atención de los dinosaurios. Y los dinosaurios no eran nuestra única preocupación, los mosquitos eran del tamaño de mi cabeza y otros insectos terrestres parecían pequeños chiguaguas. Para colmo esa columna de humo también se dirigía hacia nuestro punto de destino.

    El poblado estaba más hecho mierda de lo que parecía a lo lejos. Las chabolas apenas se mantenían en pie y el suelo estaba quemado como si hubiera intentando prenderles fuego varias veces.

    – [Niall]¿Hola?¿Queda alguien con vida aquí?.-[/Niall] No tenía pinta la verdad, pero solo necesitábamos esperar a Lexie y Noah para que Mike le echara un vistazo.

    – [Mike]El poblado parece haber tenido gente hace poco.[/Mike] – Mire hacia donde el observaba. Había bandejas de comida tiradas y lo que parecían muñecos de paja y madera.

    – [Rlia]Aquí solo estoy yo[/Rlia].- El susto no fue pequeño. Una mujer con el pelo alborotado y las ropas raídas y sucias llenas de hollín como su cara se paro frente a nosotros.

    – [Kaylee]Pues si solo quedas tú y eres la Daë, te vienes  y chimpún[/Kaylee].- La mujer no pareció tomarselo muy bien ya que se acerco hasta Kaylee y la empujo haciéndole caer de culo. Sophie rapimente la agarro del brazo y le ayudo a levantarse.

    – [Niall]Tranquila. Solo estamos de paso, estamos esperando a unos amigos que vienen hacia aquí.-[/Niall] De nuevo, tal vez no la mejor frase que decir, la mujer observo como la nube de humo estaba cada vez más cerca, ahora si se podían divisar algunas figuras. Si nosotros desentonábamos en un lugar como aquel, esas maquinas futuristas cargadas de demonios y señores con túnica desentonaba más.

    – [Rlia]¡FUERA![/Rlia]- La voz le cambio por completo a una más gutural. No me fije en sus uñas antes y si las tenía tan largas, pero le hacía falta una manicura. Mike se puso delante de nosotros y sus uñas también crecieron un poco.

    – [Lexie]Coño, hemos llegado al festival del Furry[/Lexie].- Nunca me había alegrado más de ver a estos dos. Lexie iba cargando de Noah por un brazo, y si no hubiese visto la herida de Noah pensaría que se estaba haciendo el tonto para tener la cabeza a la altura de las tetas de Lexie. – [Lexie]Lo tuyo, Kay[/Lexie].

    Los rumores vuelan y más si los esparce Lexie, por lo visto Kaylee y Leo habían tenido o tienen rollito. Y algo de que fue virtual, no sé, no me entere muy bien porque fue escuchar sexo hetero y desconecte.

    Me acerque hasta Lexie y nos dimos dos besos al aire. La muy hija de tanuki tenía el maquillaje intacto incluso en un clima de mierda como este y sin embargo a mí las líneas de los ojos empezaba a corrérseme.

    – [Noah]Rlia, no. No tenemos nada que ver con la gente de los grilletes. No queremos llevarnos tus habilidades.[/Noah] – Como buena enciclopedia humana Noah nos dio el nombre de la mujer leona y mira que cosas si era la Daë que buscábamos.

    – [Rlia]¿Entonces qué queréis de mí?[/Rlia]- Pregunto aun desafiante lista para darle un zarpazo a quien se acercara más de la cuenta.

    – [Noah]Ayudarte. A salir de este mundo y a salvarlo.[/Noah] – Que bien elige las palabras Noah, pero yo no había firmado para salvar nada.

    – [Rlia]¿Y vosotros vais a salvarlo?[/Rlia]- Pregunto con desprecio y no le faltaba razón. Quiero decir, cualquiera que nos viera pensaría lo mismo. Más de la mitad estaba deseando marcharse a casa. Noah miro a Kaylee en busca de ayuda, que pena no tener un bol de palomitas encima.

    – [Kay]Vamos a intentarlo, que ya es más de lo que vas a hacer tú, por lo que se ve[/Kay].- Joder tía, no la provoques, que hace 5 segundos te ha tirado de culo.

    – [Rlia]Eres muy insolente[/Rlia].- Rlia no pareció tomárselo muy mal porque estaba sonriendo de medio lado. Los malos estaban cada vez más cerca llevaban dinosaurios y demonios, seguramente controlados por los tipos de las túnicas, amaestrar un dinosaurio debe de ser imposible. Las jaulas que llevaban iban repletas de sobrenaturales con grilletes y me dio muy mal rollo.

    – [Lexie]Mi Kaylee ve un león y se pone de un tonto…[/Lexie]- Y pensar que hace no mucho se llevaban a matar y ahora serian capaces de ir a mear juntas gracias en parte por Noah.

    – [Kaylee]Calla coño, que estaba pensando la frase épica[/Kaylee].- Se quejo. Si fuera cualquier otro dejaría esto aquí para terminar de manera épica.

    – [Niall]Podemos decidir rápido. No me gustan las pintas de la comitiva que se acerca hacia nosotros.-[/Niall] Y llevaba rato haciendome pis. ¿Que hace uno en estas situaciones, se espera a que pase todo? ¿Se va detras de unos matorrales? ¿Le pide a la anfitriona leona si puede usar su baño o por consguiente agujero donde depositar excrementos?

    – [Rlia]¿Qué gano yo si me voy con vosotros?[/Rlia]- Es que acaso no lo ve ella misma. No sé, que no nos maten esos monstruos que van echando espuma por la boca que se dirigen hacia nosotros.

    – [Soberano]Eterna esclavitud.[/Soberano] – Un día me da un infarto y me quedo en el sitio. Un pavo con pintas militares de finales de 1900 se apareció junto a nosotros junto a otros tantos que llevaban túnicas. El que había hablado era el único que se reflejaba a diferencia del resto, no estaba físicamente aquí.

    – [Kaylee]¿Tenemos pinta de esclavistas?[/Kaylee]- Tú no cariño, pero él señor con cara de pocos amigos que acaba de aparecer sí.

    – [Soberano]De esclavos sí. Lleváoslos a todos.[/Soberano] – Los de las túnicas sacaron unos grilletes y se fueron acercando hacia nosotros.

    – [Niall]Ponme eso encima y te arranco la cabeza de un picotazo.-[/Niall] No soy una persona violenta, no me gusta pelear, pero si nos metemos en temas de esclavitud, vamos a tener un problema.

    Una piedra enorme salida de la nada se lleve por delante a varios de los típicos en túnica. Una figura enorme de roca apareció corriendo con un gruñido y se ensaño con los dinosaurios que teníamos ya encima de nosotros.

    -[Lexie] Menos mal que soy rica, porque no voy a ganar para psicólogos.-[/Lexie] Yo no era rico como para pagármelos, así que necesitaba algo suavecito para tranquilizarme, una tila sí.

    Una mujer de pelo rubio apareció también a la carrera seguida de un elfo con pelazo rubio y un arco que lanzaba flechas de luz.

    – [Noah]Son los otros Daë.[/Noah] – Nos explico Noah, mientras los tres se dedicaban a acabar con las fuerzas invasoras del mal que venían a por Rlia y nosotros.

    – [Lexie]Además de sorda debo ser gilipollas, porque yo no sabía quiénes eran.-[/Lexie] Ni tú, ni yo hermana. Somos los dos pringados del equipo que están aquí por error.

    Tras la batalla, en la que el esclavista había desaparecido en un visto y no visto, hubo un fundido a negro. Pero no el típico fundido a negro del final de una obra de teatro, no. El fundido a negro de aquí viene otra hostia en el culo como no aprenda a aterrizar de una vez en condiciones.

  • INMACULADO

    COLE ROMAN

    CASTILLO DE LA HERMANDAD DE TAURO, KARDAS – TARDE

    Nos vimos obligados a pasar gran parte del camino junto a los Caballeros en silencio, temiendo que pudieran escuchar nuestra conversación y acabar con nosotros allí mismo sin que tuviésemos demasiadas oportunidades.

    El Castillo era visible desde bastante lejos, pero la caminata se hizo larga y me dio mucho tiempo para pensar y plantear el lugar en el que estábamos. Mi padrino me había enseñado el valor de guardar silencio y observar, así que eso fue lo que hice, durante todo el camino.

    Cruzamos el puente que daba con el castillo, tuve el valor de mirar hacia abajo y vi que el abismo terminaba en unas aguas oscuras y turbulentas. Atravesamos la entrada del pueblo, parecida en cierta medida a algunas de las películas de la Edad Media más logradas, aunque lo que nunca percibías en una película era el olor. Aquél lugar era un hervidero de olores, desde humanos hasta los de las comidas del mercado.

    Entramos al castillo bajo la atenta mirada de los lugareños, una mezcla entre temor y asco se veía en sus ojos. Por alguna razón, asocié en mi mente lo que no debía asociar y me sentí demasiado vinculado a esas miradas, demasiado tocado por ellas. Era el reflejo de cómo llevaba sintiéndome gran parte de mi vida, de las etiquetas que siempre había llevado colgadas: el delincuente, el mal estudiante, un asesino, una serpiente, un desviado.

    Teniendo eso en cuenta, podréis imaginar que los estandartes del toro y la cruz cristiana colgando de las paredes me hicieron pensar que aquél no era un lugar donde aceptaran nada de lo que yo era. Subimos una interminable sucesión de escaleras de piedra estrechas, siempre guardados por los Caballeros, hasta llegar a la cima de uno de los torreones. Allí abrieron una pesada puerta de madera y entramos a una gran sala que parecía una Iglesia.

    Estandartes del toro blanco a un lado, la cruz al otro. Bancos de madera apuntando hacia el final de la sala, donde dos lonas más grandes mostraban de nuevo los dos símbolos reverenciados. Al igual que en las Iglesias cristianas, había un altar y un púlpito al lado izquierdo. Al lado opuesto había algo que no encajaba, una especie de brasero dorado, apagado en ese momento. No había pila bautismal. Parece ser que aquella Iglesia se había decidido por el fuego en lugar del agua.

    Los Caballeros nos dejaron allí, a un par de metros del altar, separados de él por una barandilla de madera. Después se retiraron, tomando posiciones alrededor de los bancos.

    – [Cole]Tenemos que intentar escapar.[/Cole] – les dije a los demás, una frase demasiado obvia, la verdad, podéis decirlo, lo admito.

    – [Niall]¿E ir adónde? No tenemos ni idea de dónde está el Daë de este mundo.-[/Niall] respondió Niall. Medité unos segundos. Ser los hijos de Logan implicaba que no éramos precisamente los más versados en todo el tema de los Daë. Mi padre había odiado siempre aquél recuerdo y por eso se había desecho del disco. No me atrevería a decirlo delante de Dante, pero en parte, tenía sus motivos para sentirse así. Me lo había contado una noche, unos cuantos meses antes de que me fuera con Hiroshi.

    – [Logan]¿Quieres saberlo?[/Logan] – preguntó. Había salido el tema de su disco y por qué mi padrino si lo guardaba. – [Logan]Porque lo que hicimos no valió una mierda. Solo para que una chica perdiera la vida y me dieran una puta espada maldita.[/Logan] – dijo tras un trago de su cerveza. – [Logan]A la hora de la verdad estás solo y muere gente.[/Logan] – fueron las últimas palabras que mencionó sobre el tema.

    – [Cole]Tengo una teoría.[/Cole] – susurré. – [Cole]¿Habéis visto el símbolo de los caballeros?[/Cole] – todos y cada uno de los Caballeros llevaban unas armaduras distintivas, todas con un casco astado y todas con un toro de color blanco en la capa y algunos puntos de la armadura, además del toro blanco por todas partes del castillo. Si en ese sitio había un Daë, parecía lógico pensar que era el de mi padre, un caballero con un casco astado.

    – [Dante]El Daë de Logan era un caballero con un yelmo de toro.[/Dante] – les explicó mi hermano a mi otro hermano y a Mike.

    – [Niall]Por lo que podría ser uno de estos «caballeros». ¿Cómo vamos a dar con él?[/Niall] – preguntó Niall.

    – [Mike]¿Sin nombre? Difícil.[/Mike] – respondió Mike. Intenté recordarlo pero no fui capaz, mi memoria no era tan buena.

    – [Cole]Le reconocería si lo viera.[/Cole] – aseguré. Mi mirada se cruzó con la de Dante. Él no había visto nunca el disco de nuestro padre, pero yo sí. Había pasado por sus recuerdos de aquél lugar y había vuelto a hacerlo poco antes de iniciar la subida del Pico, gracias a que Henry me lo había prestado durante unos minutos.

    – [Niall]Pues atento porque aquí vienen.-[/Niall] nos indicó Niall. Al parecer a mi hermano se le daba bien la música porque también tenía muy buen oído. Los Caballeros que nos habían acompañado se arrodillaron en sus posiciones cuando la puerta tras el altar se abrió y dio paso a un hombre mayor, de pelo cano, vestido con una sotana azul, negra y blanca con el símbolo del toro. Iba acompañado de tres Caballeros, dos se quedaron a su lado y uno de ellos se colocó al nuestro.

    – [b]Detrás de la baranda.[/b] – nos ordenó. – [b]Manos sobre ella.[/b] – obedecimos, teníamos las de perder porque ni siquiera sabíamos a qué nos enfrentábamos. Miré al Caballero, su rostro estaba cruzado por una cicatriz que le cegaba un ojo. No era el Daë, ni tampoco los otros dos, así como ninguno de los que nos había acompañado, pude verles bien porque, arrodillados, todos se habían quitado el casco. Los demás me miraron y negué con la cabeza.

    – [Cardenal]’Sagrada Hermandad de Tauro’, alzaos.[/Cardenal] – el hombre, al que llamaré «Cardenal» de ahora en adelante porque mi mente solo podía pensar en los Tres Mosqueteros, abrió los brazos con las palmas hacia nosotros y vi que en ellas tenía tatuados los dos símbolos de nuevo, la cruz y el toro.

    Los Caballeros se pusieron en pie, con el casco astado en sus manos. El sonido del metal sincronizado perfectamente ponía los pelos de punta.

    – [b]Traemos a cuatro víctimas que esperan liberar su alma.[/b] – dijo el que estaba a nuestro lado. Me imaginé que las víctimas éramos nosotros. La parte de liberar el alma no me gustaba demasiado, la prefería donde estaba, cerca de mi cuerpo, aún móvil y con la sangre circulando. – [b]Los hermanos Dayne y Everett están en camino con otra alma perdida.[/b] – añadió. Mis transcripciones puede que no sean lo más fiables que os encontréis, pero hablaban en un inglés muy arcaico, no como en una feria medieval, y había cosas que solo entendía por el contexto.

    Acto seguido, todos juntos rompieron a cantar, de una forma, de hecho, bastante notable.

    – [Niall]Menuda secta tienen estos montada…-[/Niall] susurró Niall. Por suerte, perdidos en su salmo, no podían escucharle.

    – [Mike]El Daë puede ser uno de los dos que faltan.[/Mike] – comentó Mike. Dayne y Everett no me sonaban. No recordaba el nombre completo del Daë y tampoco es que mi padre se hubiera matado a hacerle preguntas, pero no era Dayne ni Everett. Volví a aprovechar para echar un vistazo alrededor, a los bancos individuales que estaban contra la pared. Todos llevaban un nombre inscrito. Había cuatro libres, pero estaban demasiado lejos como para poder leerlos. Dos serían Dayne y Everett y uno sería el del que estaba a nuestro lado. Pero el otro, quizá era el de nuestro Daë.

    Terminado el salmo, el Cardenal caminó hasta la barandilla que nos separaba y nos miró. El Caballero a nuestro lado nos hizo un gesto para que alzásemos la mirada.

    Se fijó uno a uno en nuestros ojos. – [Cardenal]Vuestros ojos tienen alma.[/Cardenal] – recitó, como si fuese parte de un discurso ya aprendido. Me imaginé que sería una forma arcaica de saber si alguien era demonio, por tener unos ojos inusuales. No me habría extrañado que muchos hubiesen muerto por tenerlos de un color poco habitual. – [Cardenal]Di tu nombre, súbdito del Señor.[/Cardenal] – añadió, colocándose frente a Dante, que le observó, desafiante, algo habitual en mi hermano.

    – [Dante]Henry Ford.[/Dante] – dijo. Tengo que reconocer que suspiré aliviado, Dante era demasiado temerario y teníamos que seguirles el rollo si queríamos encontrar una forma de escapar.

    – [b]De Gondor.[/b] – puntualizó uno de los Caballeros que nos habían escoltado.

    – [Cardenal]Henry Ford, de Gondor.[/Cardenal] – afirmó el Cardenal, cogiendo una enjoyada pluma para escribir el nombre en una libreta del atril.

    – [Cole]Nicholas…Templeton.[/Cole] – lo mío no era la improvisación, la verdad, ni la sutilidad tampoco. Lo de Nicholas era obvio de dónde venía. Resistí decir Flamel por si resultaba que había existido, así que mi cabeza tiró de un crush de mi adolescencia, Templeton Peck. El actor del remake, no penséis que me atraía alguien que llevaba ya años criando malvas.

    – [Cardenal]Nicholas Templeton de Gondor.[/Cardenal] – sentenció el Cardenal. Al menos habían asumido que éramos todos de Gondor, así no tenía que inventarme también un lugar ficticio. Anotó mi nombre y pasó a mi hermano Niall, que estaba a mi derecha.

    – [Niall]Ludwig Amadeus.-[/Niall] replicó encogiéndose ligeramente de hombros.

    – [Cardenal]Ludwig Amadeus, de Gondor.[/Cardenal] – repitió el Cardenal, anotando su nombre.

    Por último le tocó a Michael. – [Mike]Michael…Jackson.[/Mike] – dijo. Me sentí un poco mejor, no era el peor inventando nombres ficticios.

    – [Cardenal]Michael Jackson, de Gondor.[/Cardenal] – anotó el último nombre y nos miró.

    – [Cardenal]Cuando llegue la última alma procederemos al ‘Juicio de la Llama‘.[/Cardenal] – no era por ser mal pensado, pero no sonaba excesivamente bien. – [Cardenal]¿Con vuestra alma en la mano, tenéis algo que confesar antes de él?[/Cardenal] – nos observó fijamente. Sus ojos tenían algo, como si pudiesen ver demasiado. Me sentí expuesto y terriblemente incómodo.

    – [Dante]Este tipo es un vendemotos, no va a saber nada.[/Dante] – susurró mi hermano Dante, tratando de tranquilizarnos.

    Como si le hubiese escuchado, tras unos minutos de silencio, movió sus manos y murmuró unas palabras que encendieron una enorme llama blanca en el brasero. Me di cuenta, por desgracia, de que era suficientemente grande como para que entrase una persona. Miré de nuevo a nuestro alrededor, demasiados Caballeros como para salir libres. Ese fuego blanco me hacía tener mis reservas, de otra forma hubiera esperado a que me mandaran a él para absorberlo y aprovechar la nueva fuerza para librarnos de ellos. Pero no parecía un fuego normal.

    La sala se abrió y entraron los dos Caballeros que faltaban, portando una figura menuda cubierta con la capucha de una capa ajada. La colocaron a nuestro lado y le descubrieron el rostro.

    Me sorprendí al reconocerla. No sabía de qué, pero había visto a esa chica antes. Los demás parecían más sorprendidos, como si la conocieran. Cuando el Cardenal le pidió su nombre, ella permaneció callada unos segundos.

    – [Ruby]Alejandra Roberta Fernanda.[/Ruby]- replicó.

    – [b]¿De Gondor?[/b] – preguntó el Caballero que estaba a nuestro lado, que empezaba a pensar que era el líder militar de esa Hermandad.

    – [Ruby]Casi.[/Ruby]- replicó mirándole.- [Ruby]Lenox Hill.[/Ruby] – añadió. Esa chica irradiaba confianza, algo que no parecía encajar mucho en un tiempo tan arcaico y machista como aquél.

    – [Cardenal]Alejandra Roberta…Fernanda, de Lenox Hill.[/Cardenal] – de nuevo escribió el nombre en el atril, pero esta vez tomó los cinco papeles y los arrojó a la pira de fuego blanco, que centelleó en un azul intenso. – [Cardenal]Ahora impondré las manos sobre vosotros. Los inmaculados serán libres ciudadanos de estas tierras. Los demás que no teman, pues serán purificados en las llamas del Señor.[/Cardenal] – nos explicó. El resumen venía a ser que si no éramos sobrenaturales podíamos vivir allí con ellos en ese castillo prohumano y si no, a las llamas. No me molesté en preguntarme si tus preferencias sexuales también te hacían  sobrenatural porque conocía la respuesta.

    – [Ruby]Señor cardenal, ¿usted es más de carne o de pescado?[/Ruby] – preguntó la muchacha. Tengo que reconocer que me dejó a cuadros.

    El Cardenal la miró fijamente. Nosotros sabíamos a qué se refería, pero obviamente él no. – [Cardenal]¿Te encuentras bien hija mía?[/Cardenal] – preguntó.

    – [Ruby]Es que noto que hace mucho calor aquí.[/Ruby] – cuando lo dijo, me pareció extremadamente sugerente. De pronto mi cabeza empezó a estar en un segundo plano a medida que me fijaba en un caballero de cabello oscuro y barba afeitada  y en aquella chica de melena plateada.

    Pensé que era un momento extraño para sentirse tan animado, pero entonces empecé a darme cuenta de que no era el único. A mi alrededor los Caballeros se removían, incómodos, el que nos custodiaba se apartó de la joven, confuso y mis compañeros parecían estar perdidos en sus pensamientos.

    Todos menos el Cardenal, que miraba fijamente a la joven. Ella le devolvía la mirada, esperando que su poder obrase efecto, pero no parecía hacerlo. – [Cardenal]Hermanos, resistid la tentación. Tenemos un súcubo entre nosotros.[/Cardenal] – dijo al cabo de un rato. No le había afectado pero lo había sabido, había algo en aquél hombre, algo sobrenatural.

    – [Dante]Sé de sobra que hay erecciones incómodas pero esto no me debería estar pasando. No soy de sotanas ni armaduras.[/Dante] – se quejó Dante. La chica le guiñó un ojo y el gesto me pilló en medio. Tragué saliva, costaba pensar en algo que no fuesen cuerpos desnudos rozándose. Dante le sonrió y alzó una ceja, parecía darle igual. Todo lo abierto sexualmente que era mi hermano, lo compensaba yo siendo lo opuesto.

    – [Niall]Alejandra Roberta… ¿cómo has podido? -[/Niall] dramatizó Niall, mirándola. De los presentes era de los pocos que no la miraban «así», aunque capté a un par de Caballeros que tampoco lo hacían.

    – [Cole]Supongo que esto se lleva por delante todo eso de pasar desapercibidos.[/Cole] – ya no tenía sentido esperar, teníamos una distracción y había que aprovecharla. Que sí, que no descarto que había otras opciones como esperar allí sentados a que matasen a esa chica como unos completos cobardes, pero seamos sinceros, por mucho que uno no esté metido en la vida idílica y fantasiosa de ser un héroe, no íbamos a dejar que eso pasase. Me «tragué» el fuego de las dos velas que tenía más cerca y salté la barandilla para colocarme justo detrás del Cardenal, sujetando su cuello con mi mano. Cuando mi piel tocó la suya volví a sentir esa sensación incómoda de estar desnudo y expuesto.

    – [Cardenal]La Serpiente me sostiene. Acabad con este demonio, traed la paz al alma torturada de este joven con monstruos en su interior.[/Cardenal] – pidió a la Hermandad. Me había llamado la ‘Serpiente’, así que sí, podía ver lo que éramos. – [Cardenal]Deja que el fuego te consuma, en el Etéreo tu alma no buscará esos deseos impuros.[/Cardenal] – supe a qué se refería, lo supe desde que empezó a hablar. La cuestión es que me distrajo lo suficiente como para que una cuchilla se me clavara en el brazo.

    Me aparté del Cardenal y corrí hacia mis compañeros, no teníamos nada que hacer contra la Hermandad de Tauro, solo podíamos huir. Mike ayudó a Dante a soltarse las alas mientras éste lanzaba un candelabro contra la cristalera y se subía al alféizar.

    – [Dante]Creo que puedo con dos.[/Dante] – nos dijo. La chica, cuyo nombre real aún no sabíamos, seguía sembrando la confusión entre la Hermandad con su poder. Luchó con uno de ellos con un estilo que parecía coger toda la agilidad del ballet y convertirla en algo agresivo en lugar de artístico.

    Mike se transformó en un ser mitad hombre mitad leopardo de las nieves y golpeó, haciendo que la Hermandad retrocediera para esquivarle. Aproveché la confusión para fijarme en los asientos de la Hermandad. Me puse nervioso pero conseguí encontrar el asiento vacío. ‘Hermano Richard Crane’. Eso era, Richard Crane, así se llamaba el Daë. Entonces sí era un miembro pero no estaba allí.

    – [Niall]Para que salir por la puerta como las personas normales.-[/Niall] mi hermano Niall se acercó a Dante y con un gañido de dolor su cuerpo empezó a cambiar hasta convertirse en un ser mitad hombre, mitad ave.

    – [Cole]Las águilas están aquí.[/Cole] – bromeé, para algo de ficción que conocía… Niall se encaramó al lado de Dante y yo me subí a su espalda.

    – [Dante]Si vas a venir apaga el cachondinator, necesito concentrarme para no estamparnos.[/Dante] – le dijo a la muchacha, mientras aferraba un leopardo de las nieves, ya sin forma humanoide.

    – [Ruby]Pero si hace un rato que no funciona: eso lo traerás tú de serie.[/Ruby] – sentenció mientras se agarraba de su mano y en una fracción de segundo, nos precipitábamos al vacío.

    Miré hacia atrás y vi una llamarada blanca azotar la ventana por la que habíamos saltado. Los cristales cercanos estallaron y cayeron sobre nosotros. Nos habíamos librado por segundos.

    Dante y Niall consiguieron remontar el vuelo con el peso que llevaban a cuestas y se dirigieron hacia el bosque. Tragué saliva cuando pasamos sobre el muro del castillo y vi el abismo profundo debajo de mí. Por suerte, unos minutos más tarde, volvimos a tierra firme. Perseguidos, odiados y perdidos, pero con una nueva compañera y un nombre al que agarrarnos.

    Por suerte, la chica había apagado su poder, pero os confesaré una cosa, yo no era como mi hermano Dante, a mí si me iban los caballeros. Las sotanas la verdad es que no.