Moondale

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  • SIN PIEDAD

    MICHAEL SOLO-NOVAK

    ESFERA KARDAS – MAÑANA

    Mi mundo había cambiado completamente de la noche a la mañana. Mi vocación siempre había sido curar a otros, encontrar en la ciencia las explicaciones a lo sobrenatural y curar con ellas a los que lo necesitaran.

    Pero de pronto, por evitar que Idris hiciese una locura, unos discos de metal me habían teletransportado a un limbo donde nos habían encomendado la misión de guiar a unos nuevos Daë que terminarían muriendo en sus Pruebas, por lo que habían dado a entender sus «espíritus» cuando hablaron con los Moondies.

    Y de aquél limbo, habíamos aparecido en un bosque, cerca de un arroyo de agua clara. Noté una sensación desagradable por todo el cuerpo y corrí al arroyo a refrescarme la cara. Cuando remitió, miré hacia el resto.

    – [Dante]Odio la magia.[/Dante] – maldijo Dante poniéndose en pie con dificultad. Tenía esa cara que ponía cuando algo le molestaba especialmente. Acabar de descubrir a la asesina de su madre y tener que hacer una pausa para salvar el mundo no era algo que fuese a dar muchas alegrías a Dante.

    – [Niall]Me duele el culo. No penséis mal, es que he caído así.[/Niall] – comentó el amigo de Noah, Niall. Le había conocido recientemente, cuando Noah me lo había presentado porque iba a ayudarnos a tratar de convencer a los demás.

    – [Cole]¿Dónde estamos?[/Cole] – preguntó el hermano de Dante. Hacía tiempo que no le había visto y parecía mucho más centrado. Se acercó a Niall y le ayudó a levantarse. Noah me lo había presentado como medio hermano de Dante, evidentemente, por parte de padre. Conocía perfectamente la historia de Logan, concretamente también la historia que había tenido con mi madre, y no me caía especialmente bien.

    – [Dante]No sé, a mí todos los bosques me parecen el mismo.[/Dante] – confesó Dante, al que todo lo ajeno a la mecánica no le interesaba demasiado.

    Miré a mi alrededor. Todo lo que alcanzaba la vista era el bosque, excepto el cielo. Mi vista se detuvo en una planta que crecía poco más allá. Me acerqué a ella y la miré bien, dudando.

    – [Michael]No estamos en casa.[/Michael] – les dije cuando ya estuve seguro.

    – [Niall]¿Has deducido eso por unas plantas? – [/Niall] preguntó Niall, sorprendido.

    Corté la planta con una navaja suiza que llevaba en el bolsillo y la guardé en mi bolsa. Esa planta llevaba extinta cientos de años. Normalmente, no habría reconocido cualquier planta si me la ponías delante de las narices, pero aquella precisamente aparecía en varios libros antigüos de medicina por sus propiedades abortivas y de tratamiento de problemas gástricos. – [Michael]Es una planta medicinal que está extinta en nuestro tiempo…en nuestro mundo.[/Michael] – expliqué. Según lo que había podido captar de todo lo que habían dicho los Daesdi, iban a mandarnos a otro lugar del universo para ayudar a esos Daë, que en tiempos de los Moondies ya eran pasado. Aquél lugar se parecía demasiado a la Tierra, pero si los Daë vivían allí, no era descabellado pensar que fuera habitable. Aunque ser tan parecido era extraño.

    – [Cole]Entonces es verdad que nos han mandado a otro mundo. O al pasado. O ambas.[/Cole] – comentó Cole, mirándome fijamente. Asentí, aunque resultaba difícil saberlo. Habían dicho que estaríamos separados, pero ahora que era una realidad, no dejaba de preguntarme cómo estarían los demás.

    – [Niall]Esto… chicos.[/Niall] – escuché decir a Niall. Se oyeron algunos ruidos cerca, apresurados. Me giré y segundos después una bestia peluda apareció en mi rango de visión.

    – [Cole]¡Corred![/Cole] – gritó Cole. Instintivamente ninguno dudamos y echamos a correr. Miré hacia atrás con cuidado un par de veces, a la criatura que nos perseguía sin cesar. No parecía un animal salvaje cualquiera, parecía un licántropo, pero era distinto, alguna especie diferente de teriántropo.

    – [Dante]Iríamos mejor volando, pero no me…da tiempo a desatar las alas.[/Dante] – escuché decir a Dante, con la respiración entrecortada por la manera en la que estábamos corriendo. Me fijé en su espalda. Normalmente la gente le tomaba por alguien que se había tomado su tiempo en el gimnasio, pero la realidad era que llevaba sus alas atadas a la espalda. Me preocupaba su solución por temas de circulación, pero aseguraba que no le dolía y sus alas parecían bastante flexibles y resistentes.

    – [Niall]No puedes llevarnos a todos, pero me has dado una idea. ¿y si nos ocultamos en la copa de algún árbol?[/Niall] – sugirió Niall, que no parecía muy aficionado a correr e iba en la cola del grupo. Cole iba a su altura, seguramente había bajado el ritmo para mantenerse porque su genética de demonio cruzado y su poder de «batería solar» le habrían puesto en la cabecera.

    – [Cole]Está muy cerca, subid.[/Cole] – nos indicó, señalando los árboles. Dante se precipitó contra un árbol bastante grande y los demás le seguimos, trepando lo más rápido que podíamos mientras meditaba si podríamos aguantar mucho allí.

    Casi todos estábamos arriba, pero Niall iba el último y el teriántropo estaba muy cerca. Consiguió trepar pero él también trataba de agarrarse al tronco y su boca estaba a escasos centímetros de su pie.

    – [Niall]Aparta, lárgate.[/Niall] – dijo Niall, moviendo la pierna para evitarlo. Tiramos de él para ayudarle a subir. Al hacerlo, vi más cerca al teriántropo. No tenía demasiada experiencia con la biología del reino animal. Para identificar en qué me convertía había pedido ayuda a mi madre. Pero parecía una especie de perro salvaje.

    Consiguió trepar un poco más y entonces de detuvo. Mi mirada y la suya se cruzaron segundos antes de que emitiese un chillido que ponía los pelos de punta. De pronto, comenzó a bajar, como si algo tirase de él a juzgar por cómo peleaba.

    Cuando bajó lo suficiente vi algo plateado y afilado clavado en su pierna, enganchado a una cadena de la que alguien estaba tirando abajo. Al final de la cadena, un caballero de brillante armadura blanca y plateada tiraba con fuerza hasta que el teriántropo cayó al suelo, revolviéndose salvajemente para liberarse.

    Por mucho que lo intentó, fue inútil. Al caballero se sumaron otros más que lo inmovilizaron y en cuestión de segundos, lo ejecutaron allí mismo atravesándole con una espada.

    – [b]Los del árbol, bajad.[/b] – indicó el verdugo, mirando hacia nosotros. Parecía el cabecilla del grupo.

    – [Niall]No, gracias. Estamos bien aquí.[/Niall] – comentó Niall. Después de verles asesinar a sangre fría a ese teriántropo, compartía sus reservas. El cuerpo estaba volviendo ya a la forma humana de un hombre de mediana edad.

    Mi corazón dio un vuelco cuando escuché el ruido de un impacto y un grito de Niall. Vi que estaba bien, pero un cuchillo de filo brillante estaba clavado en el árbol, cerca de él. Era una advertencia.

    – [Cole]Será mejor que bajemos.[/Cole] – sugirió Cole. Niall asintió y descendimos con cuidado.

    Cuando toque tierra de nuevo, vi que eran un total de siete caballeros con brillantes juegos de armaduras completas en color blanco y plata. Llevaban  las armas en la mano, junto algunas en el cinto y la espalda. Uno de ellos tenía dos cuchillos y otros tantos en una bandolera. El de la espada nos miraba fijamente mientras dos de los caballeros se llevaban el cuerpo del hombre hasta una pira improvisada. Ni siquiera tenía derecho a un funeral. Recé en silencio una pequeña plegaria por él.

    – [b]Quedaos ahí.[/b] – nos indicó con voz grave el líder. – [b]¿Marcas?[/b] – preguntó. Viendo el tratamiento del teriántropo no me quedó duda de lo que le interesaba saber. Si nos había mordido seguramente correríamos la misma suerte. Sentí un escalofrío pensando en que descubrieran las marcas de mi transformación.

    – [Michael]No nos ha mordido.[/Michael] – respondí con sinceridad. Era cierto, él no lo había hecho.

    Dirigió su mirada a Niall. – [b]Muestra el tobillo.[/b] – le ordenó.

    – [Niall]No es nada. Sólo ha desgarrado la ropa.[/Niall] – confesó él levantando el pantalón para mostrárselo.

    Nos observó con detalle y asintió. – [b]¿Qué hacíais en el bosque? ¿De dónde venís?[/b] – preguntó, señalando nuestras ropas con una mano enguantada. Caí en la cuenta de que nuestras ropas debían destacar muchísimo para aquella época, algo que sin duda jugaba en nuestra contra.

    – [Dante]De Gondor.[/Dante] – mintió Dante. Le miré, parecía tan despreocupado que el caballero se lo creyó.

    – [b]¿Está fuera del Confín?[/b] – preguntó, serio. No saber nada de aquellos mundos nos ponía en peligro constante. Los caballeros sin duda parecían templarios, pero el hecho de que no se hubieran lanzado directamente contra Niall o contra mí me hacía pensar que este mundo no era exactamente igual que nuestra Edad Media.

    – [Niall]¿Noooooo….. siiii?[/Niall] – respondió Niall, dudando. Cualquiera de las respuestas podía ser mala para nosotros.

    – [Dante]Sí, cerca de…Hogwarts.[/Dante] – añadió Dante. Si Kaylee hubiese estado allí se habría avergonzado, pero al parecer para el caballero sonaba bien.

    – [b]Solo un extranjero se internaría en el bosque con esos ropajes.[/b] – replicó el caballero, guardando su espada. – [b]Vendréis con nosotros. Si estáis inmaculados, tendréis refugio en el castillo.[/b] – nos indicó. Los siete caballeros se reunieron de nuevo tras quemar el cuerpo y se colocaron a nuestro alrededor, escoltándonos y evitando que escapásemos al mismo tiempo.

    ‘Inmaculados’ visto lo visto, solo podía referirse a una cosa. Si descubrían que cualquiera de nosotros era algo distinto, nos esperaba la misma sentencia que al teriántropo, sin ningún atisbo de piedad.

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.

  • CAMBIOS Y RETORNOS

    Mike Solo-Novak

    Casa de los Williams – Noche

    Volver a Moondale después de estar unos años lejos de todo estaba resultando más fácil de lo que había creído posible. Habían cambiado muchas cosas en mí desde que dejé Louna para irme a estudiar mi vocación y desde luego, no había vuelto exactamente como había pretendido.

    Sí, mi tiempo en la Universidad había ido sobre ruedas al principio, al menos como se suponía que debía irme. Llevaba mis asignaturas al día, pero no dejaba de lado la vida social universitaria, conocí mucha gente nueva, intimé con bastantes personas y tuve alguna que otra pareja.

    Era un poco frustrante estudiar algo a sabiendas de que no cuenta con la fisiología de una gran variedad de seres, por el mero hecho de desconocerlos, pero como ya iba sabiendo eso, me centré en aprender en base a los seres humanos para después poder aplicar y combinar esos conocimientos para curar a todo tipo de personas.

    Todo siguió bien durante un tiempo, hasta que hacía poco más de unos meses me había visto arrastrado a algo que cambió parte de mis planes. De la noche a la mañana ya no era un humano con vocación por ayudar a los sobrenaturales aprendiendo sobre su biología, era uno de ellos.

    Mi condición trastocó bastante mi vida al principio. Me afectaba por las noches, mi mejor momento para el estudio. Así que durante unas horribles semanas, mis notas tuvieron un bache. Por suerte la mayoría de mis profesores me ofrecieron una oportunidad que no desaproveché. Mi vida había dado un giro y mi nueva condición no era algo que pudiese elegir, así que tuve que decidir entre la vida social y los estudios, y lo tuve claro.

    El día a día para mí se convirtió en asistir a clases, realizar las comidas diarias, estudiar por las tardes y estudiar formas para mantener a raya mi condición. Probé técnicas de todo tipo: medicaciones, infusiones, acupresión…al final, lo que dio resultado fue lo más simple, seguir el consejo de mi madre.

    No sabíamos muy bien como, pero en su día ella había conseguido mantener el control como vampiresa y también había controlado su licantropía. Había algo en ella que era diferente, y yo había heredado ese algo. Después de unas semanas, conseguía transformarme y ser consciente y racional.

    No me atribuyáis más mérito de lo que había. No era un Alexander Fenris o una Mara Novak. Por el momento me controlaba y evitaba salir salvaje por los alrededores y eso gracias a la genética, no a ningún trabajo duro que pudiera atribuirme.

    Mi hermano, mi madre y mi padre siempre estaban ahí para ayudarme. Nadie más sabía mi secreto, ni siquiera Dante. Creo que mi madre estuvo bastante preocupada al principio, igual que mi padre. Drizz siempre intentó quitarle importancia diciendo que era una pena que no fuese una pantera para hacer la gracia completa en lugar de…lo que era.

    Supongo que estoy siendo demasiado misterioso, pero tengo miedo a escribirlo y que pueda llegar a manos de algún estudiante. Aun así, necesito escribirlo en detalle y no es que nada del resto de mi diario le fuera a hacer pensar que esto cuerdo, hablando y teorizando sobre seres sobrenaturales.

    Lo que me atacó aquella noche después de una fiesta no fue un licántropo, fue un Irbis, un leopardo de las nieves. Al principio pensé que era simplemente un animal salvaje de los bosques cercanos a la ciudad, pero luego vino la fiebre y la primera transformación. No diré que la primera fue dolorosa, porque absolutamente todas lo eran.

    Después de todos esos meses tan inmerso en mis estudios y mi condición, controlando cada sentimiento, cada emoción, era abrumador llegar a aquella fiesta, pero por el momento, todo había ido bien y resultaba agradable volver a ver a los New Moondies.

    Mientras los demás bailaban, decidí atracar un poco la carne que había dejado Owen en la mesa. Su olor había atraído mi olfato agudizado desde hacía un buen rato. Cogí un par de trozos de carne que no estaban muy hechos y un poco de ensalada de patata. Siempre me había gustado bastante la comida sana, pero en casa no habíamos abandonado del todo la carne, simplemente se comía de una forma casual. Cuando lo hacíamos, a mí me gustaba bastante hecha, pero desde la transformación mi paladar le había cogido el gusto a que estuviera poco hecha.

    En ese momento, vi a una chica muy guapa acercarse hacia donde estaba. Le devolví una sonrisa cordial.

    – [Sophie]Hola mi niño, ¿eres Owen?[/Sophie]- me preguntó. No pude evitar sonreír, especialmente para mí mismo, no quería que me tomase por alguien que se reía de alguien que estaba perdida claramente.

    – [Mike]No, soy Michael.[/Mike] – respondí, tendiéndole la mano. Ella se acercó para darme un par de besos y su colorida melena me hizo cosquillas en el cuello. Su olor me recordó al verano. -[Mike]Owen es el de la barbacoa.[/Mike] – expliqué, señalándole. En ese momento estaba intentando reconducir la fiesta después de que sus padres salieran volando en pelotas como en una versión porno de Peter Pan.

    – [Sophie]Ay, gracias[/Sophie].- replicó, colocándose un mechón detrás de la oreja. Tenía un deje de las islas Loverd, pero no me pareció apropiado preguntarle. En lugar de eso asentí para dejar claro que no tenía que darlas y ella fue hasta Owen para entregarle un par de paquetes. JJ no estaba a la vista en ese momento, no debía haber llevado muy bien lo de sus padres. La última vez que la había visto había sido hablando con esa muchacha y su trajeado acompañante.

    Owen asentía y sonreía a la muchacha, dirigiendo de paso alguna mirada a su llamativo físico. Después de un rato, la chica volvió hacia la mesa donde estaba toda la comida y la bebida y se quedó delante de las botellas, como si nada le sonase en absoluto.

    – [Mike]¿Puedo ayudarte con algo?[/Mike] – le pregunté. – [Mike]Te veo un poco perdida.[/Mike] – aclaré. Quizá tenía que haber omitido eso último, pero la costumbre de vivir toda la vida con mi padre no se quitaba con unos cuantos años de universidad.

    – [Sophie]¿Esencia de unicornio?[/Sophie]- preguntó agitando una botella de vivos colores.

    – [Mike]Eso creo que es cosa de Dante. Ginebra rosa con refrescos de colores.[/Mike] – le expliqué. Dante siempre había tenido un pequeño toc con lo que bebía: evitaba la cerveza, que es lo que solía beber su padre, y se tomaba siempre al menos una ginebra rosa, como su madre.

    – [Sophie]En casa es todo más fácil[/Sophie].- suspiró, buscando qué beber, después de volver a dejar la botella en su sitio.

    – [Mike]¿Loverd?[/Mike] – pregunté, pensé que al mencionar su casa ya no estaría mal preguntarle si era de las islas. Había ido unas cuantas veces con mis padres y mi hermano cuando éramos más pequeños. Recuerdo que a mis padres les encantaba relajarse en sus playas de arena negra.

    – [Sophie]Casi[/Sophie].-respondió ella, arrugando la nariz de una forma adorable. El felino que había en mí olió su perfume a fresas de gominola.

    – [Mike]No se me da bien lo de adivinar.[/Mike] – reconocí. La intuición me la reservaba para cuando me encontraba frente a un paciente. Esperaba que se me diera tan bien frente a un caso real como se me daba en los casos que habíamos visto en la carrera, porque cuando el próximo curso terminase las cuatro asignaturas que no me habían dado opción a recuperar, me tocaría empezar como interno. Hasta entonces, mi madre me había ofrecido trabajar con ella en la clínica y la Escuela Legado, un trabajo que acepté con gusto. – [Mike]¿Conoces a alguien?[/Mike] – no lo parecía, por cómo buscaba a alguien que no parecía estar por allí. Pensé que quizá sería también una amiga de JJ.

    – [Sophie]A Kaylee[/Sophie].- respondió. Bueno, ya dije que no se me daba bien adivinar. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de Kaylee, pero sabía por mi hermano que había pasado por una etapa oscura y ahora sufría por eso mismo, culpándose demasiado. Me habría gustado verla, pero se había ido por un ataque de pánico un rato antes de que llegase. – [Sophie]Pero me ha plantado[/Sophie]. – añadió.

    – [Mike]Ah, verás, Kaylee ha tenido que irse.[/Mike] – le expliqué. – [Mike]Le dio un ataque de ansiedad.[/Mike] – añadí. Lexie, que al parecer seguía haciéndose llamar Allie por sus líos con Noah, me había explicado lo que había pasado después de ponernos al día. – [Mike]Pero estaba bien. La llevaron a ver a sus abuelos.[/Mike] – había sido la mejor opción.

    – [Sophie]Espero que esté bien[/Sophie].- respondió, preocupada.

    Asentí para intentar quitarle algo de preocupación. – [Mike]Lo pasó muy mal en el instituto, pero sí, con el tiempo seguro que está mejor.[/Mike] – comenté. Me sentía raro hablando de algo que me quedaba un poco lejano. Yo no había estudiado en Moondale así que no la había visto en primera persona comportándose como una abusona, pero por lo que me habían contado los demás, el abuso que se estaba haciendo ahora por culpabilizarse era mucho peor que el que hubiera podido hacer al resto.

    Viendo el sufrimiento de Kaylee tenía claro que había heredado lo mejor de mis padres: tanto la calma y la sinceridad de mi padre, como la practicidad y el autocontrolo de mi madre. Así no era de extrañar que cuando empecé a escuchar la música mi cuerpo se empezó a mover sin la menor preocupación. Me encantaba bailar.

    – [Sophie]¿Y eso?[/Sophie]- le escuché preguntarme. La miré y vi que sonreía, tenía unos labios preciosos.

    – [Mike]Si suena música me cuesta parar los pies.[/Mike] – respondí. Dejé la copa en la mesa y le tendí una mano para que se uniese a mí. Resultaba liberador volver a bailar, no lo hacía desde que me habían salido garras.

    Ella asintió y comenzó a bailar a mi lado.- [Sophie] I’m gonna pop some tags…Only got twenty dollars in my pocket[/Sophie].- cantaba.

    – [Mike]…this is fucking awesome.[/Mike] -me uní. A unos pasos de nosotros mi hermano estaba dándolo todo en la pista, moviéndose como si fuera un hombre de hojalata.

    La canción duró menos de lo que recordaba y JJ, que acababa de volver y colocarse tras el portátil, puso la siguiente.

    – [Sophie]La mejor DJ de la historia[/Sophie]. – sonreí. Era curioso cómo nuestros padres podrían haber estado en aquella fiesta y saberse perfectamente las canciones. Nuestro tiempo estaba plagado de innovaciones tecnológicas que no tenían en el suyo, pero la cultura había implosionado y seguíamos escuchando su música, viendo sus películas y sus series remasterizadas y jugando a sus viejos videojuegos en realidad aumentada.

    – [Mike]Es la otra cumpleañera. Jane, Owen es su mellizo.[/Mike] – le expliqué.

    – [Sophie]No se parecen. [/Sophie]- replicó.

    – [Mike]Y en carácter menos. Pero son buena gente.[/Mike] – JJ parecía estar animada tras su portátil, pero tenía el ceño fruncido. Lo de sus padres había sido un poco fuerte y teniendo en cuenta que Xander no estaba por allí, aquello todavía era un problema. – [Mike]¿De qué conoces a Kay? Si no es meterme donde no me llaman.[/Mike] – pregunté, porque me apetecía hablar un poco más con ella.

    – [Sophie]Nuestras madres son amigas. [/Sophie]- respondió, acercándose para que la escuchase a pesar del ruido.- [Sophie]Luego resultó que íbamos a la misma Universidad. [/Sophie] – aclaró. Su olor me abrumaba y no de una forma negativa. Mi amigo felino estaba muy despierto, habíamos llegado a conocernos recientemente y cada vez confiábamos más el uno en el otro, pero yo seguía siendo la personalidad dominante, al igual que mi madre con ‘Marauder‘.

     – [Mike]¿Estás en Biología?[/Mike] – le pregunté.

    – [Sophie]Fisioterapia[/Sophie]- comentó, moviendo las manos. Me fijé en que tenía las uñas cortas y pintadas. Sus dedos eran finos pero parecían fuertes.

    – [Mike]Tienes buenos dedos.[/Mike] – comenté, se me fue demasiado la vena médica y la vena sincera.

    Ella se echó a reír.- [Sophie]Déjalo, corazón[/Sophie].- comentó negando con la cabeza.

    – [Mike]Lo siento, deje de oficio, soy médico.[/Mike] – confesé, o casi. Tenía ganas de empezar mi residencia pero por el momento solo había trabajado con gente frente a frente en la clínica de mi madre. – [Mike]Y mi familia tiene un problema con decir la verdad.[/Mike] – repliqué, aunque yo lo había heredado con más fuerza que Idris, que era un pícaro redomado.

    Ella le quitó importancia.- [Sophie]Por cierto, soy Sophie[/Sophie]. – se presentó.

    – [Mike]Menos mal, ya me veía disimulando hasta ver si alguien dejaba caer tu nombre.[/Mike] – admití, sincero, nunca sabía cómo preguntar a alguien su nombre, especialmente después de un rato hablando sin que saliese el tema.

    – [Sophie]Soy muy despistada[/Sophie].- se disculpó. De nuevo sonreía, parecía que nunca se quedaba sin ganas.

    – [Mike]No te preocupes. Si se te olvida algo, pregúntame, cuando quieras.[/Mike] – le devolví la sonrisa y extendía la muñeca. Ella se quedó mirando el gesto y me estrechó la mano, al principio pensé que no quería intercambiar nuestros contactos pero después vi que no tenía InfiniBand en su muñeca.

    – [Mike]Ah, perdona, no me fijé que no tenías.[/Mike] – me disculpé, retirando la mano después de unos minutos extraños. Su piel era suave.

    – [Sophie]De la vieja escuela[/Sophie].- replicó sacando un móvil del bolsillo. Era uno de esos modelos que aún se vendían, tenían acceso a algunas aplicaciones pero a nada de Infinity.

    Le dicté mi número porque iba a ser vergonzoso verme intentar escribírselo yo mismo sin reconocer nada. – [Mike]¿Vienes de la isla?[/Mike] – pregunté. Después de comentar que su madre y Diana eran amigas y todo lo que había ido observando de ella, me hizo dudar si sería de la Isla de Z.

    – [Sophie]No sé de qué me estás hablando[/Sophie].- replicó, intentando disimular. Miró la InfiniBand con sus ojos oscuros y luego los fijó en mí. Capté el mensaje, no me equivocaba demasiado y tenía sentido, los mellizos habían invitado a gente a su fiesta que conocía el lado secreto del mundo. Era de imaginar al ver a Dante paseándose sin camiseta con sus alas a la vista, pero tampoco era la primera vez que lo hacía y le tomaban por un anuncio en vivo como a su madre.

    – [Mike]Bueno, cuando quieras un tour por la zona, avísame, aunque vivo en Louna.[/Mike] – comenté. Tenía alquilado un apartamento cerca de la playa. Mis padres habían pagado la fianza pero yo me encargaría de los gastos en cuanto empezase a cobrar por el trabajo en la clínica y en la Escuela.

    – [Sophie]Cuando quieras, siempre y cuando no lleves eso[/Sophie].- añadió, señalando la InfiniBand.

    – [Mike]Dicho y hecho.[/Mike] – respondí, quitándomela para guardarla en la mochila. Sonrió una vez más, mostrando sus blancos dientes. Tenía los dos incisivos superiores algo más grandes pero eso hacía su sonrisa aún más bonita.

    JJ puso una nueva canción y nuestros cuerpos se entregaron al baile.

  • ELFO DE LA LUNA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    CASA DE ED Y LUCY

    Bueno, como parece que está de moda y al final todo el mundo ha empezado con el diario, voy a empezar yo también. No sé muy bien desde donde tengo que empezar a contar, pero como mi madre siempre dice, hay que ser educados, así que voy a presentarme en condiciones.

    Me llamo Idris Solo-Novak, soy hijo de Vincent Solo y Mara Novak – bueno mezclaron sus apellidos y eso cuando mamá resucitó pero eso seguro que ya os lo han contado ellos – y hermano de Mike Solo-Novak. Soy medio elfo oscuro, que parece un concepto un poco racista por aquello de que mi piel humana también es oscura, pero no me ofendo porque mi madre siempre me ha enseñado a estar orgulloso de quien soy. Dicho esto, prefiero ‘Elfo de la noche‘ o ‘Elfo de la luna‘, quedan mejor y a la hora de ligar seguro que se nota.

    Mi padre es humano, más o menos, y mi madre una licántropa ex vampiresa – en mi familia no nos aburrimos, siempre tenemos anécdotas para el coche: «Eh, ¿te acuerdas de cuando era una vampiresa? Qué días más perros.» ¿Lo pilláis? ¿Eh? Por lo de que ahora es una licántropa. – así que diréis, ¿de dónde saca lo del elfo de la luna. Bueno, mis padres son mis padres adoptivos, me acogieron cuando mis padres biológicos fueron asesinados antes de la Guerra de Moondale. Mi padre se llamaba Abel Moreau y era El Consejero de Z, el tipo ese que la lió gorda. De mi madre sé menos, porque no la conocía nadie del círculo de Z. La tía Sarah se encargó de comunicarse con gente de la isla para preguntar y me contó que ella era la elfa de la luna y que mi padre confiaba en el sueño de Z por conseguir un sitio seguro para ambos, porque a ella la habían perseguido toda su vida.

    No suelo contárselo a mamá ni a papá, pero recuerdo más al asesino que a ellos. A veces sueño que corro mientras una sombra me persigue, cubriendo cada vez más espacio, hasta que me despierto sobresaltado. Sé que era el Rey Negro, por eso nunca he querido ir a la Isla para saber más de mis padres, no quiero saber nada de la gente que confió en su asesino.

    Seguro que os parece que soy muy sincero, contando así todo esto. Mi padre no puede mentir, por mucho que lo intente, es imposible, por una cosa que le hicieron cuando nació, en su mundo – ya os dije que teníamos muchas conversaciones para el coche – y cuando se ponía nervioso empezaba a decir todo lo que se le pasara por la cabeza, así que al final yo había acabado acostumbrándome a decir la verdad. Bueno, alguna vez la decía un poco a medias porque mamá siempre decía que le había salido un poco rebelde. Para calmado ya estaba Mike, yo le añadía un poco de especia a nuestra vida. Vale, sí, hay algo que no os he contado, mamá me está ayudando a escribir, quería parecer culto.

    Me acuerdo de cuando nació Mike, todo el mundo estaba nervioso y me observaba, sobre todo cuando me lo enseñaron por primera vez. Tengo recuerdos tenues, pero sé por las fotos que alguien había llorado y todo cuando lo cogí en brazos y le sonreí. En aquél momento no tenía ni idea, claro, pero ahora sí sabía por qué. Todo el mundo tenía miedo de que por ser adoptado tendría miedo de que Mike me quitase el sitio o lo quisieran más. La verdad es que sería dramatizar decir que alguna vez lo pensé, para mí la llegada de Mike fue una alegría, tenía un hermano, un amigo con el que jugar. Nos habíamos peleado alguna vez por la consola, pero por norma general me gustaba ser el hermano mayor guay de Mike que cuidaba de él. También me hacía sentir especial el orgullo que tenía mamá cuando me veía con él. Bueno y la verdad es que Mike era un hermano menor de lujo, así que lo hacía más fácil.

    Tampoco os penséis que todo es fácil, que a mí me de igual salir de mamá no quiere decir que a los otros niños no. Por desgracia había niños que me miraban diferente por mi piel y niños que se burlaban de ser adoptado, porque yo nunca me había avergonzado. Pero al final, aunque algún día terminase afectado, aprendí a ser como soy ahora y a reírme de lo seria que era la vida a veces. Al final la familia la eliges, igual que todo, y la sangre dice poco o nada. Lo que cuenta son las cosas que compartimos y que estén ahí cuando los necesitas. Para mí habían estado ahí desde el momento en el que me conocieron y ese amor vale más que mil litros de sangre. Por cierto, mamá no llora a menudo pero creo que ahora lo está haciendo.

    Bueno, pues eso, ése soy yo. Qué más, a ver. Vivo en Louna, pero acompaño muchas veces a mis padres a Moondale cuando van a ver a sus amigos o cuando mamá tiene que ir a hacer algo a la Escuela Legado. Así aprovecho para ver a los demás, que también son diferentes y me caen bastante bien. Vale, y hay chicas guapas, bueno y chicos, soy un hombrecito libre y adolescente, ¿qué esperáis?

    Este día ha estado bastante bien, ha sido toda una aventura cambiar de cuerpo con mi madre. La pena es que no conseguí ligar con nadie. Mamá deja de mirarme mal, es raro verme frunciendo el ceño. No tengo la culpa de que el mundo esté lleno de gente guapa.

    No sé qué más contaros. A ver, ah sí, tengo un poder, puedo congelar cosas, lo descubrí hace poco pero hizo que el último verano fuese la caña. De mayor me gustaría ser como los Moondies y luchar contra los malos para salvar el día. Si consigo que el tío Daniel me regale dos katanas sería como Drizzt Do’Urden, solo me faltaría tener una pantera negra de compañero. Mi madre era una loba de color negro así que estaba cerca. Además, me llamaba Idris, la gente podría llamarme Drizz fácilmente. Tenía que empezar a convencerlos, luego tendría que convencer a Daniel de que me hiciera las katanas, sería más fácil que convencerlo de casarme con su hija. Era una suerte contar con mi carisma natural.