Moondale

Etiqueta: Moondies

  • UN MUNDO QUE SALVAR

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, EDIFICIO CENTRAL

    El tiempo, cuando estás nervioso y preocupado, trascurre mucho más deprisa. Sin apenas poder pararme a pensarlo, el verano había llegado y se estaba marchando ya, mientras mi mente debatía día tras día las amenazas que teníamos ahora encima: Infinity y Omega.

    Supongo que es hablar demasiado bien de mí dejando pensar que mis únicas preocupaciones eran referentes a peligros trascendentales para todos los seres vivos y para mis seres queridos concretamente, así que voy a aclarar que no había sido eso lo único que había rondado mi mente.

    Durante un breve instante, en un lugar sacado del infierno, con todo el mundo en peligro, me había sentido como el héroe que siempre había querido ser, como los Moondies. Todo había parecido resuelto, las cosas con Jane estaban arregladas e iban incluso mejor de lo que jamás habría esperado. Nos habíamos besado y mi corazón albergaba solo esperanza por el futuro que teníamos por delante. Creía que todo, absolutamente todo, podía conseguirse con fuerza de voluntad. Y entonces mis esperanzas se vieron aplastadas delante de mis propias narices por nunca había sido Jane, solo Omega, jugando conmigo.

    No quería hablar de ello con nadie. Mis problemas con Jane habían sido públicos durante mucho tiempo y me avergonzaba confesarle a nadie Omega me había engañado con tanta facilidad porque me había dado lo que quería, el amor de Jane.

    Así que en lugar de hablarlo, me concentré en la preocupación que era común para todos. Usaba la InfiniBand con recelo, pese a las modificaciones que había hecho Henry a todas las nuestras. No había vuelto a conectarme a Endless, en su lugar, si conseguía concentrarme, usaba alguna de las viejas consolas de mi padre. No había vuelto a hablar con Jane desde la mañana siguiente, cuando ya estaba completamente recuperada, de hecho, ni siquiera hablamos en ese momento, solo me miró y desviamos la mirada.

    Mi tiempo, en resumen, se trataba principalmente de mi trabajo en la Escuela Legado, pasar tiempo con mi familia, incluida la nueva miembro a la que todos tratábamos de dar el mayor apoyo, y entrenarme con Owen para estar a la altura de lo que pudiera pasar.

    – [Xander]¿Qué tal está tu hermana?[/Xander] – pregunté, golpeando uno de los muñecos de Wing Chun, que en nuestro gimnasio privado eran de piedra y acero para soportar los golpes. Owen y yo los acolchábamos un poco, mis madres y Elle no lo necesitaban, de hecho, eran la fuente de ingresos de la empresa que los proporcionaba para la Escuela.

    – [Owen]¿La repostera o la malvada?[/Owen]. – trató de quitarle importancia, pero los dos sabíamos que no colaba. Ver a su hermana así, aunque fuese una versión malvada y psicópata, le había afectado profundamente. Yo también habría llevado mal enterarme de que estaba suelta por el mundo una Elle que me había matado. – [Owen]Bien supongo. Ya sabes como es se encierra en si misma.[/Owen] – comentó. Parecía acostumbrado a cómo lidiaba Jane con sus problemas. Se conformaba más que yo, por suerte eso le quitaba frustraciones.

    Asentí, serio. Bowie tenía razón pese a su «corta edad». Me habría gustado arreglarlo con Jane, especialmente ahora que podía necesitar ayuda una vez más para lidiar con la revelación de sus poderes. Pero una barrera invisible me lo impedía. – [Xander]No sé cómo pudo engañarnos.[/Xander] – comenté en voz alta. Cada día lo repasaba en mi cabeza, era exactamente igual.

    – [Owen] Jane siempre ha sido muy buena actriz. Supongo que eso se extiende a cualquiera de sus versiones.[/Owen]. – respondió. Cuando éramos pequeños siempre estaba apuntada a todas las obras que había en el colegio y se le daba bien. No dejaba de dar vueltas a la noche de los recreativos, ya no sabía quién de las dos me había encontrado. En su día me había parecido demasiado «punk» para ser Jane, pero estaba confuso y no quería hacerme ilusiones.

    – [Xander]Ya, pero me engañó la que es una asesina y una psicópata.[/Xander] – y que tenía casi tantos años como nuestros padres y madres. Noah había teorizado que Omega había debido conseguir el poder de un potenciado que no envejeciese o que tuviese regeneración celular. Con los Moondies había huido una chica que tenía regeneración y no volvieron a saber de ella, así que era una opción. Tenía un tablón en su cabaña con otras teorías de los asesinatos de potenciados que había habido en los últimos años, como Magnolia o la madre de Dante, junto a los que sabía que había matado en su futuro por los recuerdos que tenía su padre. Evidentemente, el poder de Owen y el de su padre eran preocupantes, pero el de la Amy de su mundo, que no estábamos seguros de si lo había conseguido o no, era uno de los más peligrosos, junto con la telepatía que había conseguido de la April de su mundo.

    – [Owen]Nos engañó a todos. Y no eres el único que cometió una estupidez por ella.[/Owen] – dijo, dejando el muñeco por un momento.

    Me detuve y le miré. Owen no me había dicho nada hasta ese instante,  pero saltaba a la vista que lo que fuese, le preocupaba. – [Xander]¿Qué hiciste?[/Xander] – pregunté sin juicios.

    – [Owen]Destruir las muestras de sangre.[/Owen] – aclaró, apartando la mirada. – [Owen]No me pareció bien que tuvieran algo con lo que pudieran hacer daño a Jane. Y ahora no podemos detener a su versión Killer Queen.[/Owen] – añadió.

    Volví a golpear el muñeco mientras pensaba. Las muestras habrían venido bien para encontrar la forma de detenerla, porque de una mala Infinity podría encargarse de ella. Golpeé demasiado fuerte el muñeco en una zona no acolchada y me quité el guante para ver si tenía la mano bien. Parecía que solo era el golpe, pero aun así, descansé.

    Owen lo había hecho por un buen motivo y de todas formas, seguro que Infinity habría intentando controlar a Omega o crear un ejército con su poder.

    – [Xander]No podemos dejarla libre otros veinte años.[/Xander] – llevaba mucho tiempo en las sombras. Según la teoría de Noah, recuperándose del viaje o de algo que le hubiesen hecho en la Iniciativa. Los Moondies sabían que estaba aquí porque en un futuro iba a tratar de controlar la utopía de Z después de reemplazar a mi madre, pero no había hecho acto de aparición y aunque ellos seguían alerta, no parecía una amenaza.

    Con Ezra por allí estaban más preocupados, se les notaba. Se habían reunido más veces, pero no tenían ningún atisbo de presencia de Omega por ninguna parte. No podíamos decírselo, era nuestra responsabilidad, nosotros le habíamos dado lo que quería y nosotros teníamos que librarnos de ella antes de que fuera tarde.

    – [Owen]¿Se te ocurre alguna idea?[/Owen] – preguntó. Dejé de divagar y volví a la realidad. Nos hacía falta un plan, algo para poder enfrentarnos a ella pese a que nos superase abismalmente en poder. – [Owen]Porque por muy versión malvada que sea, sigue siendo mi hermana. Y no me siento cómodo si la opción es matarla.[/Owen] – añadió. Le miré. Acababa de darme una idea con eso de no matarla.

    – [Xander]Vamos un momento a la biblioteca.[/Xander] – le dije, quitándome los guantes. Él me siguió y cerré la puerta detrás de nosotros. Esa biblioteca del edificio original de la Escuela era solo para Moondies e hijos. En su día había sido una biblioteca común para los alumnos con libros de demonología y ocultismo, pero ahora tenía su propio edificio con más colecciones y esta se había quedado para libros prohibidos y anotaciones de los propios Moondies, especialmente de mi tío Christopher.

    Empecé a repasar los tomos en busca de uno en concreto. Owen me ayudó, pero sin saber qué buscaba exactamente iba más lento. Tampoco yo recordaba cómo se llamaba, solo sabía que tenía que estar allí.

    Al final lo encontré, el tomo de los «Daë». Tenía como título Axis Mundi en sus tapas de cuero y en el interior recordaba perfectamente las ilustraciones de los Guardianes del tío Daakka. Eso era lo que buscaba. Los Moondies nunca tomaban a la ligera la solución violenta. Mason se devoró a sí mismo en la oscuridad y a Z se recluyó en su isla. Pero no eran ellos los que me habían dado la idea. Pasé las páginas y encontré la ilustración. Un vórtice arrastrando al Soberano a la Nada mientras los demás lloraban la pérdida de la tía Kaylee.

    – [Xander]Esto. Pero no sé cómo, ni si saldrá bien.[/Xander] – le indiqué, señalando la ilustración.

    – [Owen]¿Estás seguro? ¿Y si la cagamos y liberamos a ya sabes quién?[/Owen] – replicó. El sacrificio de la tía Kaylee les había marcado a todos. Incluso veinte años después, seguían recordando el día en el que pasó todo, porque la tía Lucy era ella pero no era ella. Para mi madre y mi tía Diana, Lucy era otra hermana, pero no Kaylee, ella se había perdido para siempre en el Axis Mundi. Por eso muchos no querían nombrar al Soberano, como si fuera nuestro propio Lord Voldemort.

    – [Xander]Según el tío Toph solo va en una dirección.[/Xander] – le expliqué, leyendo por encima las anotaciones. – [Xander]Él se escapó cuando fueron a buscar al tío Ed. Es el único arma que nos dejaron los Daesdi.[/Xander] – tenía dudas. Había muchas cosas que podían salir mal. En su día, los Daesdi habían preparado a los Daë para enfrentarse a ello y a nosotros no. Ellos tenían las piedras, nosotros no. Ellos eran un equipo, nosotros no. Pero aun así, no teníamos más opciones.

    – [Owen]Bueno. Si estas seguro me apunto. Es la única opción que no desemboca en un derramamiento de sangre.[/Owen] – aseguró, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]No sé, no es un gran plan, pero no se me ocurre nada más.[/Xander] – respondí con sinceridad. Tenía más cabos sueltos que atados e implicaba hacer muchas cosas a espaldas de los Moondies y de Nate. Traté de empezar a hilar un poco más las cosas. Nadie querría ayudarnos si presentábamos el plan así. – [Xander]Cuando ellos entraron había un evento cósmico.[/Xander] – pensé en voz alta, al ver la ilustración de la superluna de la cosecha, con su resplandor naranja tiñendo el pico Tantree. Volví a una de las estanterías para comprobar los calendarios de eventos astronómicos.

    Los eventos cósmicos afectaban de muchas formas al mundo sobrenatural, no solo por las lunas llenas de los licántropos. Después de un rato, encontré lo que buscaba, lo más parecido que encontraría ese año. – [Xander]Hay uno en nueve días.[/Xander] – le expliqué. Al menos era algo.

    – [Owen]Me encanta que siempre haya poco tiempo de preparación para estas cosas.[/Owen] – comentó con una sonrisa sarcástica.

    – [Xander]Ni siquiera sé si valdrá.[/Xander] – respondí. – [Xander]Se supone que será una luna de sangre.[/Xander] – le expliqué. No sería una superluna de la cosecha, pero la luna se teñiría de rojo y parece que se vería más grande y más nítida desde nuestra zona del mundo. – [Xander]Y no tenemos piedras como ellos, son discos.[/Xander] – comenté, volviendo al tomo de los Daë donde bocetos de los discos más toscos que debía haber hecho el tío Toph, a juzgar por el hecho de que tenían anotaciones y el nombre de sus dueños.

    – [Owen]Siempre podemos cogerlos «prestados».[/Owen] – propuso, haciendo unas comillas con sus dedos. No era lo más correcto moralmente hablando, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

    – [Xander]¿Puedes conseguir el de tu padre?[/Xander] – le pregunté.

    – [Owen]¿Bromeas? Se pasa más tiempo sin ropa que con ella. Está tirado.[/Owen] – Owen le quitaba importancia pero seguía afectando bastante en su casa la acalorada reconciliación que estaban teniendo sus padres.

    Esbocé una sonrisa, no podía sonreír más con la preocupación que tenía encima, pero al menos ahora tenía un propósito. – [Xander]Tenemos que convencer al resto para conseguirlos.[/Xander] – dice.

    – [Owen]Te dejo eso a ti. Tu eres el de la labia.[/Owen] – respondió. Por un momento pensé que lo decía bromeando.

    – [Xander]Sí, como me ha ido tan bien…[/Xander] – le respondí.

    Volvimos a dejar los libros en su sitio para no despertar sospechas en los Moondies y terminamos el entrenamiento. Tenía muchas personas con las que hablar para reunir un grupo suficiente como para pasar las Pruebas. Como mínimo, necesitábamos todos los discos y una persona que lo llevase.

    Había algunos con los que contaba con más facilidad: Amy probablemente dijera que sí, y así tendríamos el del tío Christopher o la tía Diana; de Kaylee no estaba seguro, pero Amy podía coger ambos y otro usaría el que sobrase; Elle seguramente estuviese conmigo, entre los dos teníamos los de nuestros padres; Idris iría donde fuese Elle y podía conseguir dos discos, uno para él y otro para alguien más; Noah tenía acceso a los de sus padres incluso si Leo no quería venir; con Ezra no había hablado demasiado en este tiempo, era un tipo silente, no hablaba mucho de cómo se sentía y me costaba llegar a él, no sabía si nos ayudaría o no, pero de hacerlo, tenía acceso a otros dos discos; y eso nos dejaba con el de Logan, el de Bill, el de Aphrodite y el de Hiroshi, que no tenía ni idea de cómo conseguir.

    Con la primera con la que hablé esa mañana fue con Elle, que me apoyó. Tenía suerte de tenerla como hermana, era un auténtico regalo que ahora también compartía Bowie. Idris estaba con ella así que tuve también mi respuesta e incluso iba a intentar conseguir el de Bill además de los de sus padres, porque sabía que Mike no querría tener nada que ver.

    Después de hablar con ellas y comer algo mientras revisaba el plan, fui a casa de mis tíos a ver a Amy y a Kaylee. Ellos por suerte no estaban, pero Amy sí.

    – [Amy]Hueles a ese[/Amy].- replicó arrugando la nariz, apoyada en el marco de la puerta.

    – [Xander]Algún día tendrás que enfrentarte a ello.[/Xander] – respondí sin acritud, los dos sabíamos hablar entre nosotros sin tomárnoslo a mal. Se hizo a un lado y pasé. – [Xander]Pero vengo a hablarte de otra cosa.[/Xander] – empecé a explicarle, dudando de si ya lo habría visto o no.

    – [Amy]Pues dilo[/Amy].- me animó. Llevaba una ropa sencilla de estar en casa, pero seguía siendo tan magnética como siempre. Llenaba la habitación.

    – [Xander]Quiero abrir la puerta al Axis Mundi para expulsar a Omega igual que al Soberano.[/Xander] – resumí, intentando parecer seguro de mí mismo.

    – [Amy]Si tú vas, yo voy contigo.[/Amy]- ella también sintetizó. Con Amy las cosas eran bastante fáciles, era directa, sin complicaciones.

    – [Xander]Va a ser peligroso. Voy a intentar hablar con todos porque necesitaremos los discos.[/Xander] – expliqué, pese a saber que la respuesta sería la misma.

    – [Amy]Jane va a decir que no[/Amy].- me miró fijamente, así que sí sabía ya algo del plan. Me esperaba lo de Jane.

    – [Xander]Le he pedido a Owen que hablase con ella. De todas formas en su casa solo hay un disco.[/Xander] – respondí, casi para mí mismo más que para ella.

    Amy se quedó en silencio, mencionar a Owen no era la mejor forma de sacarle las palabras desde que tuvo la visión. Conocía bien a mi prima y sabía que le estaba sobreprotegiendo, al igual que a sí misma, pero de momento no podía hacer nada por evitarlo.

    – [Xander]¿Está tu hermana?[/Xander] – le pregunté. Sabía que me refería a Kaylee, Vera era demasiado pequeña como para meterla en ese lío.

    Ella asintió, mientras se ponía la chaqueta para salir.- [Amy]Está en su habitación[/Amy]. – dijo, cogiendo las llaves.

    Asentí. – [Xander]Luego hablamos. Tienes que conseguir un disco y si Kay no quiere, dos.[/Xander] – le aclaré. En su caso no sería difícil, el tío Toph y la tía Diana no los escondían demasiado, igual que mi padre y mi madre.

    Amy me guiñó un ojo y se fue, seguramente porque tenía turno. Subí las escaleras y llegué a la puerta que tenía un cartel de madera donde se leía ‘Kaylee’. Llamé a la puerta y me dijo que pasase. Cuando la abrí vi que tenía varios libros desperdigados por la cama. Las clases aún no habían empezado y lo que vi en uno de los libros antes de que lo cerrase me dejó claro que estaba volviendo a la magia.

    – [Xander]Hola, Kay. ¿Molesto?[/Xander] – le pregunté.

    – [Kaylee]No, pasa.[/Kaylee]- respondió. Se quitó las gafas y se rascó los ojos, cansada. Sabiendo como era en los estudios, debía estar tomándose esto también muy en serio.

    – [Xander]¿Cansada?[/Xander] – le pregunté, sentándome en la silla del escritorio. Me pregunté si seguiría usando Endless como antes o ahora tendría recelos como algunos de los demás.

    – [Kaylee]Sobreviviré.[/Kaylee]- replicó, tratando de sonreír.

    – [Xander]Tengo que hablarte de algo…relacionado con aquella noche.[/Xander] – le expliqué. No sabía cómo decirlo, porque no quería añadir más preocupaciones a las que ella ya tenía encima.

    – [Kaylee]¿Qué mierda te ha dicho Leo? [/Kaylee]- preguntó, visiblemente nerviosa. Le temblaban las piernas cuando se levantó la cama a pasear por la habitación.

    La miré, probablemente con los ojos como platos. – [Xander]¿¿¿Leo y tú???[/Xander] – pregunté. No conseguía creérmelo, tenía que ser que había entendido algo mal. Kaylee había sido la que le había convencido de ir, pero…no podía ser. Si se odiaban.

    – [Kaylee]No, no, no, no.[/Kaylee]- negó con la cabeza y casi solté un suspiro. No sé cómo había podido pensar en que Leo y ella hubiesen tenido algo, era una locura.- [Kaylee]Bueno, sí.[/Kaylee] – corrigió después. No tuve la más remota idea de qué decir.

    – [Xander]¿Quieres…hablar de ello?[/Xander] – se me estaba yendo el motivo por el que había ido allí, pero era más importante ayudar primero a mi prima.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- respondió ella, aún nerviosa. Decidí dejar el tema como un tabú hasta que ella quisiera.

    Asentí para dejárselo ver y volví al tema principal. – [Xander]He venido a hablarte del rescate. De Omega.[/Xander] – aclaré.

    – [Kaylee]Ahora mismo no os puedo ayudar.[/Kaylee] – respondió. Fue tan rápida su respuesta que supe que sus problemas personales estaban aún bloqueándola. Ella había montado el rescate y convencido a todo tipo de gente cercana para ayudarnos. No era por desmerecer a Dante, pero no tenía el don de gentes necesario como para reclutar a alguien que no fuera Cole y al recién descubierto hijo de Logan, Niall, el amigo de Noah. Él mismo lo había admitido, Kaylee había convencido a Lexie, a Leo, a Mike y había recurrido a Nate y Jane. Ella nos había protegido en el peor momento con su magia. Pero al parecer aún se veía poca cosa.

    – [Xander]Si no quieres, lo entiendo. Amy puede coger los discos de tus padres.[/Xander] – respondí. Para alguien tan inteligente como Kaylee la mención a los discos bastaba para dejar claro mi plan.

    – [Kaylee]Lo veo justo.[/Kaylee]- respondió casi automáticamente. Estaba muy tensa, pero no era solo por lo que había ido a decirle. No sabía que decir así que empecé a darme la vuelta, pensando cómo despedirme después de esa jarra de agua fría. – [Kaylee]No deberíais ir.[/Kaylee]- dijo, sin mirarme fijamente.

    – [Xander]No hay otra forma. Ya la viste.[/Xander] – le respondí. Omega tenía más poder del que ninguno de nosotros tenía, ni siquiera los Moondies. Temía perderles después de todo lo que habían luchado. – [Xander]Será mejor que vaya a hablar con los demás.[/Xander] – añadí, despidiéndome. No quería presionarla. Sabía que era capaz, pero no podía obligarla.

    – [Kaylee]Siento no estar a la altura.[/Kaylee]- replicó apenada, girándose para volver a sus estudios.

    – [Xander]Nos salvaste la vida.[/Xander] – le respondí, con una chispa de esperanza, pero ella ni se inmutó, así que salí de su cuarto.

    Casi me tropecé con Vera cuando cerraba la puerta.

    – [Xander]Hola, Vera.[/Xander] -la saludé. Estaba muy cerca, así que empecé a preguntarme si había escuchado nuestra conversación. Ella y el tío Toph estaban muy unidos y tenía miedo de que se lo pudiera contar.

    – [Vera]Uy, hola.[/Vera]- saludó ella, sonriente. Miró su móvil, en el que tenía abierto el InfiniChat. Seguramente no se hubiese enterado de nada, solo iba despistada mirando la pantalla.

    – [Xander]¿Qué tal?[/Xander] – le pregunté.

    – [Vera]Bien.[/Vera]-  dijo con una amplia sonrisa .- [Vera] ¿Y tú?[/Vera] – preguntó.

    Disimulé lo mejor que pude, no me gustaba mucho mentir, siempre me dejaba una sensación desagradable en el estómago. – [Xander]Bien bien. Hoy tengo un poco de prisa, a ver si el próximo día vengo con más tiempo y pasamos un rato juntos.[/Xander] – me despedí demasiado rápido.

    – [Vera]Estoy deseando pasar tiempo con vosotros.[/Vera]- se despidió ella, sonriendo. Hacía tiempo que no pasaba mucho rato con la pobre Vera y me dio pena, pero cuando todo estuviese arreglado las cosas serían más fáciles.

    Pero por el momento aún había muchos planes que hacer y un mundo que salvar. Y aun así, no conseguía quitarme una cosa de la cabeza. ¿¿¿Kaylee y Leo???

  • VIVE LA REVOLUTION

    Diarios de Destino | Edificio Lenora

    La azotea del Edificio Lenora bullía vida. Los trajes y vestidos de gala adornaban una majestuosa sala como pinceladas de una obra maestra en movimiento, danzando al son que tocaba una orquesta de un solo hombre, que no necesitaba de instrumentos para crear su arte.

    La flor y nata de la sociedad de Zeon estaba reunida allí ese día para celebrar, pese a todo lo que se gestaba a su alrededor, la victoria de sus principios hacía ya veinticinco años.

    Ese día era el único en el que el Consejo se reunía en un mismo punto para algo que no fuese tratar asuntos de estado. Todos estaban allí. ‘Petra‘, acompañada por ‘Bagheera‘; el Rey y la Reina blancos, casados desde hacía unos años; la Reina Gris acompañada de ‘Briar‘; el Rey Gris iba junto a ‘Death Jr.’, que ya distaba mucho de ser una pequeña «inocente»; el Rey y la Reina negros iban solos y no se mezclaban demasiado con el resto, excepto entre ellos o con otros miembros del bando negro en veladas conversaciones; ‘Faust‘ caminaba junto a una mujer rubia, de piel pálida como la nieve, su resucitada difunta esposa; ‘Vira‘ conversaba con ‘Shinken‘; ‘Surt‘ hablaba con su mujer en nórdico antiguo; los Malephar dialogaban en ese momento con el Rey Negro; la enigmática Joker, intercambiaba conversaciones con varias personas, conversaciones en las que seguramente no dejaba saber nada de su desconocido pasado antes de que se convirtiese en la heroína que les salvó de Valcranneo Logoon y consiguió así que muchos detractores del régimen lo apoyasen de pronto, consiguiendo un puesto de honor en el Consejo pese a no haber sido una miembro original de Gambit. Por último, el líder del Consejo, Z, ataviado con un traje de un blanco cegador, caminaba junto a su esposa, Beatrix, que ese día llevaba a Sarah Echolls enfundada en un vestido negro.

    La fiesta transcurría con normalidad y frenesí, con el Consejo mezclándose con las más altas esferas de Zeon mientras todo el evento se retransmitía al pueblo, absorto también en las celebraciones.

    Todo era normal, hasta que dejó de serlo. Z lo presentía, tenía una extraña sensación en el cuerpo que le hacía sentir que se avecinaba algo importante, y no se equivocaba. Minutos antes del discurso oficial, las luces empezaron a tintinear y se escuchó el eco de una alarma persistente. Uno de los ‘mentes‘ le comunicó telepáticamente que la seguridad de todo el edificio Lenora se había visto comprometida y que los ‘magis‘ estaban detectando apariciones inesperadas por todo el edificio.

    Iniciaron un protocolo de evacuación, pero Z sabía que eso solo podría resolverse cara a cara. No dudaba del origen del ataque, ni necesitó un Omnilens para reconocer al hijo de Dominic aterrizando en una de las terrazas cubierto en llamas junto a su padre, que llevaba con él a varios miembros de aquél grupo al que llamaron ‘Satellites‘.

    Varias puertas se abrieron y ‘Moondies‘, sus hijos, ‘Satellites‘ y enemigos del gobierno empezaron a entrar. Z buscó con la mirada al resto de miembros del Consejo, que se prepararon para luchar junto a las fuerzas de seguridad. La mano de Siegfried, que había estado en cientos de batallas, tembló mientras aferraba la de su alma, Beatrix. Ella se limitó a sonreír.

  • OTRA CLASE DE MAGIA

    OTRA CLASE DE MAGIA

    CHRISTOPHER MACLEOD | LA NAVE

    MAÑANA

    macleodvaquera

    Aproveché el tiempo que tardaba el portón del garaje de la nave en elevarse para comprobar el móvil de forma casi compulsiva. No había nada importante, ningún aviso de Diana ni Ed y eso podía ser bueno o malo, no sabía exactamente qué pensar. Dejé el teléfono en el asiento del copiloto y aparqué el coche.

    Mi cerebro y mi corazón confiaban en Diana completamente, la conocía bien y sabía que los problemas entre Ed y ella se solucionarían, pero no siempre era fácil pensar fríamente. A veces entraban en juego inseguridades más difíciles de controlar, el miedo a una consecuencia que queremos evitar con tanto ahínco que nos hace dudar constantemente incluso de lo que más seguros estamos.

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  • UNA ASTILLA EN EL CORAZON DE MOONDALE

    UNA ASTILLA EN EL CORAZON DE MOONDALE

    NOAH RIVERA | CABAÑA ARKKAN

    MAÑANA

    Noah Rivera

    Tuve miedo de que la mano con la que me agarraba a la chica rubia me empezase a sudar y ella se apartase asqueada. En el fondo, pese a todo lo que nos había pasado, había detalles en el carácter que nunca se iban, detalles inherentes a nosotros mismos.

    Mientras Henry se preparaba para rasgar el tejido espacial a su alrededor y teletransportarnos a todos, pensé en cómo sería el mundo si conseguíamos que Ezra volviese atrás. En cómo sería yo.

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  • NO LO SUFICIENTEMENTE RÁPIDO

    NO LO SUFICIENTEMENTE RÁPIDO

    Noah Rivera | Alcantarillas, Moondale

    noche

    Noah Rivera

    Caminamos en silencio durante lo que pareció una eternidad. Una vez más habíamos perdido a un ser querido delante de nuestras propias narices y lo único que habíamos podido hacer era correr y escondernos.

    Por mi mente pasaban toda clase de argumentaciones al hecho de haberme quedado paralizado sin hacer nada. Que no sabría si mis poderes fallarían por culpa del Obelisco y quedaría también a merced de ellos, que no podía arriesgarme a perder también a Kaylee, que ya era demasiado tarde… Pero ninguna servía para nada, sabía que debía haberlo intentado, porque al menos así habría muerto haciendo lo que debía en lugar de vivir escondido como una rata.

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  • UN VIGILANTE VIGILANDO

    UN VIGILANTE VIGILANDO

    Christopher MacLeod | Universidad de Moondale

    TARDE

    macleod-1

    Después de que Diana colgase el teléfono para ir al baño urgentemente y echarse una merecida siesta, me quedé unos minutos procesando todo lo que acababa de contarme. Quizá parezca una tontería, pero saber que tu ‘suegra’ (una palabra bastante desafortunada porque parecía más un término peyorativo que una relación familiar) tuvo una juventud un poco rebelde jugueteando con la magia y que tuvo un ‘affair’ con el padrino de Diana, que podría ser el padre de Kaylee en lugar de Robert Echolls, terminando todo en una tragedia de proporciones épicas, le añadía mucha sabiduría a Elizabeth cuando aconsejaba a Diana en contra del abuso de la magia, pero también resultaba…raro.

    Es decir, la mente humana es increíblemente simplista a veces, todos somos conscientes de que gente a la que conocemos existía antes de que la conociésemos, pero cuesta trabajo imaginárselos, especialmente distintos a como son ahora mismo.

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  • CONECTADOS. SEGUNDA PARTE

    CONECTADOS. SEGUNDA PARTE

    DIARIOS DE DESTINO | CONDADO DE RIPPER

    MEDIODÍA

    dreameater

    La bruma se había disipado, al menos en apariencia, porque permanecía en el interior de todos los Campeones y sus efectos todavía perduraban.

    Karen, Mara y Ed llevaban horas pendientes de Lucy, que parecía sumida aún en su profundo sueño, y poco podían hacer para despertarla. Mientras tanto Bill y Vincent habían estado tratando de sonsacar información a la demonio acerca de lo que había pasado. El problema era, que ella estaba tan desconcertada como ellos, nunca le había pasado nada parecido con esa magia, y tenía una amplia experiencia en la condición de Lucy porque ella misma había sido la causante.

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  • EL IMPULSO DEFINITIVO

    Cordelia Chase | Plano Superior

    Flashforward | Noche, 30 de diciembre

    queenc

    Por todos era sabido que, cuando Cordelia Chase se aburría, se dedicaba a enviarles regalos a los Moondies. Los Oráculos no la entendían, pero a ella no le importaba, lo que pensaba, lo decía y lo que decía, lo hacía.

    A pesar de que, por su condición de Ascendida, estaba más allá del tiempo y del espacio, la Navidad era un momento especial para ella. En parte porque echaba de menos las lujosas Navidades cuando era una niña rica de Sunnydale, pero sobre todo, por las que pasó en Los Ángeles: ¿Quién iba a pensar que un vampiro y un friki iban a ser los mejores amigos que iba a tener en su vida? ¿Quién le iba a decir que su vida no iba llegar hasta los treinta? Seguramente por eso, se sentía responsable de ese grupo de chicos y chicas que ahora estaban pasando por un mal momento.

    No era Navidad, pero ¿acaso no era más divertido que fuese, por ejemplo, un 30 de diciembre cuando les enviase algo importante?

    Avanzó hasta la sala que parecía hecha del propio Vacío, sin paredes ni techos y se concentró en todos y cada uno de ellos: Daniel, Sarah, Christopher, Diana, Edward, Dominic, Rebecca, Daakka y Cara. Los Moondies.

    Una vez visualizó sus caras, se concentró para que todos cayeran plácidamente dormidos, sin pensar en que en algunos casos, podía ser peligroso. Y entonces, la magia empezó a brotar, era un sueño, el más maravilloso de todos:

     Era el cumpleaños de Daniel y todos estaban en casa de las Echolls, en la que no cabía un alfiler. Sólo faltaba una persona, pero tenía que llegar, estaban seguros. Elizabeth corría de un lado a otro llevando bandejas de comida que había preparado Mara, todo tenía que ser perfecto. Daniel sonreía avergonzado con el gorrito que le habían puesto en el que podía leerse «cumpleañero», mientras que Diana se acariciaba su abultado vientre rondando el árbol de Navidad en el que había regalos para todos, porque aunque fuera el cumpleaños de Daniel, era un día especial.

    Christopher terminaba de poner la mesa con ayuda de Dominic y Rebecca, mientras Daakka y Cara encendían las luces del árbol y del Belén, porque Moondale había sido una colonia española.

    Y entonces, como por arte de magia, alguien tocó a la puerta: Éowyn y Freya empezaron a ladrar a coro. ¡Había llegado, ya sí que iba a ser todo perfecto!

    – [Diana]¡Ya vaaa![/Diana]- exclamó Diana echando a correr en dirección a la puerta. Al abrirla, su rostro se iluminó.- [Diana]Justo a tiempo[/Diana].- comentó dándole un abrazo, pero no venía solo, una chica rubia de enorme sonrisa estaba también ahí.

    – [Edward]Familia, os presento a mi…a…Lucy[/Edward].- comentó el chico sonriente.

    – [Lucy]Encantada de conoceros, Edward me ha hablado mucho de vosotros[/Lucy].- sin saber por qué, Sarah y Diana corrieron a abrazarla. Olía a melocotones.- [Diana]¿Se puede saber por qué tienes esos dientes tan blancos?[/Diana]- comentó entre risas.

    – [Daniel]¡Venga rápido, que por aquí hay hambre![/Daniel]- recordó el pelirrojo saludando a su amigo.

    Impulsados por lo que había dicho Daniel, se fueron sentando y entre risas, lágrimas de alegría y conversaciones a media voz, sin darse cuenta, fueron poco a poco conscientes de que era Navidad. Porque en Navidad es cuando estás con tu familia.

    Y ellos eran una.

    Una vez acabó el sueño, Cordelia asintió satisfecha. Vaya, se le habían escapado unas lágrimas de emoción, pero es que esos chicos y chicas se merecían ser felices.

    ¿Sería este regalo el impulso definitivo para ellos? Sólo el tiempo lo diría.

    Feliz Cumpleaños, Dani. 

  • EXPUESTO

     Duke Rivera | La Nave, Moondale

    MEDIODIA

    DUKERIVERA

     

    El sol se filtraba a través de un minúsculo hueco entre las nubes, proyectándose hacia los ventanales del estudio y bañándolo de su clara luz pero sin ningún ápice de la radiación ultravioleta. No dejaba de ser curiosa esa elección de ventanas, esa inversión de dinero  en que todas y cada una de ellas, excepto la recepción, fuese necrotemplada. 

    Lo normal era pensar que alguno de ellos tenía una enfermedad de la piel extremadamente grave que impedía que le tocase el más mínimo rayo de sol, pero también surgían preguntas sobre sus contactos, sus fondos, porque ahora no parecía sobrarles el dinero y sin embargo esas ventanas…ni siquiera sabía que existían hasta que las vi.

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