Moondale

Etiqueta: Mors Mordre

  • EN LA BOCA DE LA LOBA

    Alice Byron |El Nido

    NOCHE

    alicebyron65

    Me aburría como una ostra, ni siquiera me animaban las revistas en las que salían chicos y chicas‘mordisqueables’. Naga daba gritos en su dormitorio, golpeándose contra las paredes y lo único que me apetecía era que se estacase lo antes posible, como hizo Max. Hal, como el mueble que era, estaba sentado jugando al dominó y Mors, que tampoco es que fuera mucho más divertido, leía un libro, como si estuviéramos en 1950 (otra vez). Observé la escena atentamente y carraspeé un par de veces para ver si se daban cuenta de que éramos tres vampiros medianamente atractivos (bueno, una muy atractiva y dos feos, pero con mi belleza se compensaba el resto) y en lugar de estar desgarrando cuellos de jovencitos indefensos. Me puse en pie, observando el vestido largo de color rojo, atado cuello, que me dejaba la espalda al descubierto y me di cuenta de que estaba perdiendo el tiempo: Z me había dado largas, Dylan se había ido y los únicos que  me acompañaban eran dos tíos que tenían una vida social idéntica a la de un «vivo» de más de setenta años.

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  • LA DECADENCIA DE UNA PRINCESA

    Alice Byron | MansiÓn de Z

    NOCHE

    alicebyron65

    El coche de Mors apestaba a tabaco y aunque no quería que eso estropease la impresión de mi jefe, podía soportarlo. Esa noche podía soportar cualquier cosa, incluso la presencia de Hal, . Desde que Dylan se había marchado con la esperanza de hacerse famoso después de que Maxilian se estacase a sí mismo con el cabecero de la cama, me sentía sola, ya ni siquiera me divertía jugar con Naga.  A estas alturas todo era aburrido y rutinario, porque conocía cada recoveco de su cuerpo como si fuera el mío. Necesitaba un nuevo juguete y estaba claro que no lo iba a encontrar en Mors (demasiado viejo) ni en Hal (demasiado protestón), aunque todo era cuestión de planteárselo según el grado de aburrimiento al que llegase.

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  • A VECES UN VAMPIRO SOLO TIENE QUE PARARSE A DISFRUTAR DE LAS PEQUEÑAS COSAS

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Mors Mordre | Calles, Moondale

    [color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b][/align]

    mors

    [SIZE=2]
    La luz de una farola parpadeo en las solitarias calles de Moondale, acompañada enseguida de una llama pasajera, la de su mechero, encendido para dar vida a su puro, que a la vez daba una pequeña chispa de vida a su aburrida eternidad en la muerte.

    Mors Mordre estaba esperando, apoyado en la pared, a que Alice volviese del intercambio de sangre, pero a juzgar por lo mucho que tardaba y por lo vacías que estaban las calles y llenos los hospitales, lo que volvería era de muy mal humor.

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  • NAVIDAD EN EL NIDO

    [align=center][b]Diarios de Destino | Nido de Alice [/b]

    alice1

    [spoiler]+18 por vocabulario soez, escenas para mayores…etc[/spoiler]

    No muy lejos de la casa de las Echolls, una cena no muy diferente se estaba celebrando. Alrededor de una mesa con un mantel negro y servilletas rojas estaba sentado un grupo de personas…o al menos eso parecían.

    El mayor de ellos, rondaba los trescientos años, pero no aparentaba más de treinta. Tenía el pelo negro corto, perfectamente peinado con gomina y su ropa era mucho más moderna de lo que cabría esperar e incluso se atrevía a colgar unas Ray-Ban de su camisa. Fumaba sin parar, pero a nadie parecía importarle que las ventanas estuvieran cerradas a cal y canto y que aquel salón tan perfectamente decorado fuese un caldo de cultivo inmejorable para todas las enfermedades habidas y por haber, porque al fin y al cabo, todos deberían estar muertos.

    También había una chica pelirroja que tenía tanto de guapa como de loca y un chico rubio que llevaba con ese mismo aspecto muchos más lustros de los que nadie se podía imaginar. Los tres parecían mantener una conversación que sólo ellos entendían, pero se quedaron en silencio cuando una chica morena y preciosa, que llevaba un vestido que posiblemente era más caro que todo lo que había dentro de la habitación (incluidos ellos) irrumpió en la estancia con una bandeja de plata con tapadera seguida de un humano que no tendría que estar allí a no ser que fuera el plato principal. Se llamaba Alice Byron y era la descendiente de una larga estirpe de aristócratas ingleses o al menos, eso decía ella.

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