Moondale

Etiqueta: Nate adora a los New Moondies

  • LA CAÍDA DEL ÁGUILA

    NATE ROGERS

    MAÑANA – SENATUS

    Aquella mañana me despertaron temprano, lo que nunca era buena señal. Fui arrastrado fuera de mi celda, encadenado de manos y pies hasta ser conducido a la zona de lavado, donde tuve que desnudarme frente a los soldados para que me lanzasen cubos de agua fría a los que tendría que llamar baño. Después me arrojaron las ropas que esperaba, un peto de cuero que apenas cubría mi torso y una máscara a juego. Era día de arena.

    Caminé, siguiendo la ruta que marcaban los soldados. Ya había intentado liberarme los primeros días y desde entonces dos brujos del imperio iban siempre junto a elos, esperando para anular mis movimientos.

    – [b]Presentamos ante todos vosotros, ciudadanos, libertos y esclavos, a la Bestia de la Arena, el Berseker. [/b]- gritó la voz amplificada por la magia del Maestro de Ceremonias, en cuya mano se balanceaba el cetro con el que manipulaba mi esencia, eliminando cualquier filtro que pudiera tener ante las emociones que captaba. – [b]Hoy se enfrentará su mayor combate.[/b] – un arrebato de emoción me sobrecogió mientras el público gritaba con ánimo y en su interior, su sangre hervía pidiendo violencia que tapase sus lamentables vidas.

    Los soldados se retiraron tras dejarme un estante con armas al lado. Debía ser el principio, porque les gustaba que me ensuciase las manos hacia el final.

    Sin hacerse esperar demasiado, abrieron las fosas para liberar media docena de bestias salvajes. No eran leones, aunque debían ser una especie de felinos con algún antepasado demoníaco. Pasé de largo las armas de filo y cogí una vara. Al Maestro de Ceremonias no le gustó y sentí una avalancha de ira hasta casi cegarme.

    Traté de calmarme como pude y luché contra las bestias sin herirlas de gravedad. Recordé los primeros días en la arena, cuando había usado mi empatía para estrechar lazos con las bestias y evitar que nos atacáramos, pero entonces liberaron algo peor, algo que las mató a todas. Era mejor un poco de dolor pero seguir vivas un poco más.

    Cuando retiraron las bestias, el público sintió rabia por no haber visto sangre. Sus corazones palpitaban por más y más violencia y yo no dejaba de sentirlo. Entonces una de las fosas se abrió y varios esclavosarrastraron una caja tapada con una lona de la que tiraron cuando llegaron al centro, abriéndola. Dentro estaba Julia, totalmente desarmada.

    Me acerqué a ella pero me detuve en seco cuando pensé que el juego podía tratarse de saturarme de rabia y lanzarme contra ella. Julia me había mantenido a salvo todo este tiempo, a salvo de mí mismo, de hundirme en un pozo del que no podría salir. Perderla a mis manos me destrozaría sin remedio.

    – [Julia]NATE, he hablado con Laura y tenemos que salir de aquí.[/Julia] – mi mente tardó en organizar la información al principio. Laura parecía tan lejana en el tiempo y sin embargo solo habían pasado…ni siquiera lo sabía.

    No pude reaccionar porque todas las fosas se abrieron de pronto, liberando lo que parecían gladiadores, solo que no eran humanos, parecían cruzados aunque tenían más de demonio que otra cosa.

    Luché contra ellos, armados con espadas, mazas y martillos. La vara se rompió en uno de los golpes y sentí una ira cegadora tomar control de mí. Golpeé al contrario en el pecho y lo lancé inconsciente contra el público. Lo peor fue que me sentí bien, solo quería acabar con todos y si podía, con el público también. Solo había una persona allí que me importaba.

    Julia se acercó a mí y sentí cambiar mis emociones, traté de centrarme en ella, solo en ella. Empecé a recordar lo que estábamos hablando. Había comunicado con alguien de fuera, con …

    – [Nate]¿Con Laura?[/Nate] – pregunté. Me coloqué cerca de ella, luchando por alejar a los gladiadores sobrenaturales.

    – [Julia]Sí. Laura ahora va de buena y nos está ayudando.[/Julia] – replicó mordaz.

    – [Nate]Esos sentimientos no me ayudan mucho. [/Nate]- admití, cayendo brevemente en el hilo del que el Maestro de Ceremonias esperaba tirar. A ratos me dejaba llevar por la ira, pero conseguía volver a centrarme. Seguía muriendo gente a mis manos, teñidas de una sangre que nunca se iría. – [Nate]No voy a poder sacarnos de aquí, me están manipulando, hay demasiado odio, demasiada ansia e ira.[/Nate] – dije mientras ella usaba sus poderes por primera vez arrancando el júbilo del público.

    – [Julia]Pero si yo soy todo amor.[/Julia] – replicó.

    – [Nate]Pues aférrate a ello porque vas a ser mi ancla. [/Nate]- le pedí, mirándola de reojo. En mi corta vida había sentido las emociones de muchas personas, mis propias emociones, incluso las de otros hacia mí, pero al mirarla no solo sentía el deseo que yo producía en ella, si no también el mío propio.

    – [Julia]Puedo ser lo que tú quieras que sea, macizo.[/Julia] – la ropa de esclava le sentaba bien, no podía dejar de pensar en ello igual que ella estaba dejando campar su deseo por mí. Éramos como un ciclo sin fin, la serpiente que se muerde la cola.

    En cada ciclo fui tomando más y más energía, empecé a brillar, incapaz de contener el brillo de cada una de mis partículas de polvo estelar hasta que me vi forzado a dirigirla hacia el Coliseo. Por suerte Julia se adelantó y asustó al público con unos fuegos artificiales un poco antes de que la explosión de mi poder abriera un hueco que amenazó con colapsar el edificio entero.

    En el caos, Julia me cogió la mano y echamos a correr hacia el agujero. Me sentía agotado, incapaz de captar más emociones, aunque no duraría mucho.

    Ella nos guió hacia la más alta de las siete colinas, donde según Laura residía la entidad superior conocida como el Águila, la protectora de los portales de ese mundo.- [Nate]Espero que Laura no se equivoque.[/Nate] – no sabía cómo había llegado a enterarse de tanto y más estando tan lejos, pero según ella Chernobog, el ser maligno que mató a Sarah, había corroído los corazones de esos seres poderosos, incomunicando los mundos. Inspirado por el ánimo de Julia, pensé que Chernobog tenía todas las de perder, había matado a Sarah, sí, pero solo temporalmente y eso había traído a Sasha a su vida.

    – [Julia]¿Y qué más da si se equivoca? Te he visto los abdominales.[/Julia] – replicó con una mirada centrada en mi torso, aún poco cubierto por el cuero de la ropa de gladiador. Su deseo avivó el mío.

    Por desgracia nos perseguían, habían enviado una centuria tras nosotros después de lo que había pasado, dudaba que para llevarnos sanos y salvos.

    – [Nate]Siento su ira desde aquí, podrían convertirme en esa bestia de nuevo.[/Nate] – la advertí. – [Nate]Y tenemos que conseguirlo, juntos.[/Nate]

    – [Julia]¿Y qué propones, un maratón de sexo?[/Julia]

    Me reí, y le apreté suavemente la mano. Era un momento agradable, pero la sensación desapareció cuando percibí de fondo una oscuridad tan negra que no tenía fin, un abismo insondable. Conseguí escuchar el silbido de la flecha y el ansia del cazador a tiempo para detenerla por el asta antes de que impactara en el pecho de Julia, directa al corazón.- [b]No arruines mi caza, bárbaro.[/b] – dijo una voz entre los árboles. La corrupción emanaba de ella, era el Águila, convertida en poco más que un Buitre por Chernobog.

    – [Julia]¿Quieres reventarme las tetas?[/Julia] – le espetó Julia. Me anclé a su esperanza, sus ganas de vivir. Algo había sucedido en su vida que le había hecho coger cada minuto con la fuerza que todos deberíamos tener.

    – [b]Solo cazo piezas apetecibles.[/b] – una figura apareció entre los árboles y sonrió antes de desaparecer. Tenía unos ojos tan afilados como la punta de sus flechas. – [b]¿Ya sientes la ira? ¿Cuánto vas a tardar en perder la concentración?[/b] – lanzó varias flechas tan rápido que apenas tuve tiempo a detenerlas todas. El objetivo siempre era el mismo, Julia.

    Le pedí que se quedase detrás de mí, pero el Águila se movía por el bosque que nos rodeaba con tanta facilidad como si pudiera teletransportarse de copa a copa.

    – [b]No aguantarás eternamente elemental. Y la humana será mía.[/b] – escuché una risa y sentí una avalancha de ira atravesarme de manera sobrecogedora. Solo quería destrozar a ese malnacido. Me vi convertido en una bestia tal y como me llamaban en el Coliseo, un animal salvaje y rabioso incapaz de sentir por sí mismo.

    Pero aún quedaba una luz en ese bosque, detrás de mí, lanzando tantos fuegos artificiales que sabrían dónde estábamos hasta desde otro planeta. – [Nate]No voy a ceder a la ira, no lo conseguirás.[/Nate]

    – [b]¿Y qué? ¿Me tomas por un Guardián de los Daesdi? Esto no es una Prueba, estás en mi coto de caza en el que llevo milenios haciendo lo que mejor sé hacer.[/b] – lanza una serie de flechas que cubre el cielo y masacra a la centuria.

    – [Julia]¿Si tan importante eres por qué te ha comido el coco Chernobog?[/Julia] – espetó Julia, ganándose un arrebato de orgullo en el corazón de ese ser. Eso me hizo pensar en algo, quizá funcionase.

    Abrí mi empatía tal y como me había obligado a hacer el Maestro de Ceremonias una y otra vez. Dejé acercarse a mí esa oscuridad, esa corrupción ponzoñosa y cuando estuvo cerca, tiré de ella y volqué un torrente de todo lo bueno que recordaba: las Echolls ayudándome, acabar enterrado bajo Eowyn, Freya y Xena, los New Moondies de pequeños, los grandiosos adultos en los que se habían convertido, Julia haciéndome sonreír cuando pensaba que todo estaba acabado.

    Y entonces la oscuridad se fue como una mancha arrastrada por un chorro de agua a presión y solo quedó el Águila, orgullosa, salvaje, pero honrada. Cumplió su pacto y Julia y yo cruzamos hacia la Luna, de vuelta con los demás.

  • DESCIFRANDO A CAITRIONA

    NATE ROGERS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Estaba preocupado por los demás, a fin de cuentas, eran mi responsabilidad. Entendía que todo esto fuera parte de su camino y lo respetaba como parte de su crecimiento, pero eso no iba impedir que lo recorriese junto a ellos para protegerles. No podía regresar a casa sin ellos, así que tenía que escuchar lo que ofrecía esa mujer y esperar, ya había tratado de escapar sin éxito y sentía a los demás en alguna parte de ese «bosque».

    – [Nate]Te escucho. [/Nate]- le dije, pendiente de analizar sus emociones. Lo primero que encontré fue un muro de hielo, una frialdad con la que se había acostumbrado a protegerse. Sabía reconocer esa clase de escudos emocionales, había varios así en la Kvasir y en la Escuela Lega do.

    – [Caitriona]No voy a andarme por las ramas: puedo decirte de dónde vienes y que tú mismo lo recuerdes.[/Caitriona] – ofreció.

    – [Nate]Y seguro que tiene un buen precio.[/Nate]- había visto varias veces «Al Diablo con el Diablo» durante mi fase fan de Brendan Fraser, me imaginaba perfectamente recordando el lugar del que vengo para que al final resultara ser horrible, u olvidarme de como controlar los esfínteres.

    – [Caitriona]Quiero una pizca de tu poder.[/Caitriona]- fue sincera. Sentí palpitar un ansia de poder tras su muro de hielo, pero esa sed venía de un sentimiento enterrado en la profundidad, uno que llevaba día a día consigo, porque de otra manera no lo habría percibido. Una pena profunda y arraigada, rodeada de resentimiento y culpa, envenenada con venganza e ira.

    – [Nate]No, por mucho que quiera saber de dónde vengo, la humanidad también lleva milenios buscando esa respuesta.[/Nate] – le respondí. Mi origen no me hacía ser quien era, me habría enseñado algo más de mí pero no más de lo que ya sabía. – [Nate]Soy responsable de mi poder, no puedo entregar nada.[/Nate]  – le aseguré. Mi poder era parte de mí, pero también era su guardián.

    – [Caitriona]¿Prefieres vivir sin saber la verdad?[/Caitriona] – preguntó, tratando de convencerme.

    – [Nate]No, pero no me lo vas a dar gratis. [/Nate]- esbocé una sonrisa, pero no tenía el encanto del Príncipe.

    – [Caitriona]No soy tan buena.[/Caitriona]- dijo ella sonriendo.

    – [Nate]Ni tan mala. [/Nate]- afirmé. Mis sentidos habían calado en la profundidad de sus intrincadas emociones hasta llegar a hacerme una idea de qué la había llevado al punto en el que estaba.

    – [Caitriona]¿Rechazas el trato entonces?[/Caitriona] – preguntó y yo asentí. – [Caitriona]Volveremos a vernos.[/Caitriona] – se despidió.

    Guardé silencio, esperando a que tras irse, pudiera reunirme con el resto. Tenía ganas de comprobar que todos estaban bien porque una sensación desagradable me acechaba desde las sombras. Algo malo iba a pasar.

  • BASTONES, SONRISAS Y BAILES

    NATE ROGERS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    – [Julia]Estoy deseando meterme mano[/Julia].- esas palabras fueron suficientes como para ser consciente de lo bizarro que era todo. Y eso, teniendo en cuenta que era un ser nacido en el espacio profundo que había llegado a la tierra y había sido encontrado por un trimonio y ahora estaba en otra punta del espacio y del tiempo para ayudar a que sus hijos e hijas volviesen a salvo, era decir mucho.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – pregunté. Mi cara me devolvió una sonrisa amplia que me quedaba francamente rara.

    – [Julia]Por supuesto. ¿Has visto qué tetas?[/Julia]- comentó, sorprendiéndome todavía más. Pensaba que se refería a mi cuerpo, pero se refería al suyo y al decirlo no pude evitar desviar la vista hacia un amplio escote que ahora formaba parte de mí.

     – [Nate]No sabía que te podían gustar tus propias…eh…partes.[/Nate] – respondí tratando de pensar en otra cosa. Los…eh…atributos de Julia eran bastante sugerentes y no me sentía muy bien teniendo el «delito» tan a mano.

    – [Julia]Solo tienes que mirarme: soy un prodigio[/Julia]. – admitió ella, aún con esa sonrisa. Me di cuenta de lo grande que debía parecer a la gente, visto desde la altura de Julia.

    – [Nate]Me alegra ver a alguien con tanta confianza.[/Nate] – le aseguré. Era refrescante, incluso estando en un cuerpo en el que el estado emocional de los demás no me afectaba. Los «New Moondies» como se hacían llamar no eran las personas con menos problemas y más autoconfianza. Habían llegado a la nave repletos de conflictos internos y aunque ya habían empezado a solucionar algunos, todavía les quedaba mucho camino.

    Julia se quedó pensativa hasta que me miró y preguntó. – [Julia]¿Te duele la pierna?[/Julia]

    Me pasé una mano por su pierna como acto reflejo, pero me arrepentí al instante al pensar que eso podía ser una invasión de intimidad. Lo cierto es que aquél dolor era como un eco constante. – [Nate]La verdad es que sí. No sé cómo puedes aguantar de pie sin quejarte.[/Nate] – admití. Ni cómo podía estar casi siempre alegre y bromeando.

    – [Julia]No tengo otro remedio[Julia].

    – [Nate]¿No has pensado llevar algún apoyo?[/Nate]

    – [Julia]¿Te refieres a un bastón?[/Julia]-

    – [Nate]Apoyado parece que duele menos.[/Nate] – dije buscando el borde de la «cómoda», si es que se podía llamar así a esa cosa con cajones que teníamos en nuestro cuarto.

    – [Julia]¿Lo dices por experiencia?[/Julia]- ella esbozó una gran sonrisa que fue lo primero que vi y luego vi que su mano señalaba hacia su…mi…miembro.

    Me quedé inmediatamente sin palabras y sentí como la sangre circulaba hasta las mejillas del cuerpo de Julia. – [Nate]No…ejem…no lo trastees mucho.[/Nate] – dije, viendo su mano bastante cerca.

    – [Julia]Tranquilo, solo un «sí» significa consentimiento[/Julia].- dejó a un lado la sonrisa, esto lo decía en serio y agradecí que en el futuro una cosa estuviera clara. Al menos para ella, claro, no podía saber cómo lo hacía el resto de personas.

    Sonreí con su rostro y me sentí cómodo, era un acto al que sus músculos estaban acostumbrados. – [Nate]En serio, un bastón te ayudaría. Si no quieres no digo nada, pero si necesitas que te ayude a conseguirlo, solo tienes que decirlo.[/Nate] – pensé en quién podría ayudar. En la tierra habría acudido a Daniel para que tratara de forjar algo que pudiera resultar útil en nuestras «aventuras», pero aquí…no sabía si Xander alguna vez había hecho encantamientos rúnicos solo.

    – [Julia]Un bastón me haría parecer vieja y decrépita[/Julia].- susurró ella, como si no quisiera que nadie lo escuchara siquiera.

    – [Nate]A ver como lo dirías tú.[/Nate] – dije observándola.  Coloqué las manos en sus caderas y puse mi mejor sonrisa. – [Nate]Con este cuerpo no parecería vieja ni con un andador.[/Nate]

    Pero ella se quedó pensativa, así que no supe si era porque sabía que de verdad lo necesitaba y no lo quería o porque mi imitación era penosa.

    Fuera como fuese, cambié de tema. – [Nate]Oye, no te he preguntado por qué quisiste cambiar de habitación conmigo.[/Nate] – no habíamos hablado mucho hasta entonces y de pronto, a la vuelta de esta misión, cuando algunos cuartos se habían recolocado un poco para admitir a los nuevos, había pedido compartir el cuarto conmigo.

    – [Julia]Porque me pareces un señor de lo más atractivo[/Julia].- lo dijo de una forma tan formal que me lo creí y creo que me sonrojé.

    – [Nate]Pensé que era por mi labia.[/Nate] – dije. Me sorprendí sonriendo de nuevo, hacia tiempo que no estaba tan relajado. Quería mucho a mis niños y niñas, pero ya no eran pequeños y sus miedos y preocupaciones me afectaban demasiado por mi poder y mi conexión con ellos. Era agradable estar desconectado de esa parte de mí y poder hablar con una persona a la que no conocía desde pequeña.

    – [Julia]También es verdad que debes ser la única persona que aparenta más o menos mi edad[/Julia].

    – [Nate]Te entiendo.[/Nate] – era fácil para mí compartir ese sentimiento. – [Nate]No sé exactamente cuantos años tengo, pero he visto crecer a la mayoría de estos chicos y chicas. Y está bien poder ser…solo yo.[/Nate] – sin tener que hacer el papel de padre o madre de cada uno. Los ‘Moondies’ estaban hechos de otra pasta, no podía ni soñar con hacerles sombra.

    – [Julia]Y probablemente los veas morir[/Julia].- vi en mi cara que a Julia se le había escapado ese pensamiento, pero no pude evitar que la idea me resultase terrible. Eran todo lo que conocía, mi familia, sin ellos no sabía quien era.

    – [Nate]¿Te has enterado entonces de lo que soy?[/Nate] – pregunté, evitando pensar más de la cuenta. No sabía cuánto conocía Julia de cada uno de nosotros ni si se había parado a hablar en detalle con alguien.

    – [Julia]¿Eres como el tío ese del pene azul de la peli esa horrorosa del 2009?[/Julia]- dijo ella. No tenía ni idea de quién era pero me resultaba curioso que también se hubiera fijado en su miembro.

    – [Nate]Creo que no la he visto. Pero no creo, soy un elemental de polvo estelar. Vine del espacio, vamos.[/Nate] – resumí.

    – [Julia]DE POLVO[/Julia].- parecía que mi cara iba a reventar en una risotada.

    – [Nate]No eres la primera a la que le hace gracia.[/Nate] – Diana había tenido ese honor. Ella me había enseñado a tomarme la vida menos en serio. – [Nate]El padre y las madres de Xander, Elle y Bowie me recogieron y me dieron un hogar.[/Nate] – le expliqué.

    – [Julia]Tuviste suerte entonces[/Julia].

    Asentí. – [Nate]No te quiero preguntar mucho, sé que vienes del futuro, del de esta nave al menos.[/Nate]

    – [Julia]No preguntes, porque acabaré respondiendo[/Julia].- la creí.

    – [Nate]Si necesitas contarme algo, soy todo oídos.[/Nate] – me imaginé que sería raro para ella estar en un lugar tan vinculado a su pasado, pero con ninguna persona conocida.

    – [Julia]Quiero un bastón con una espada dentro[/Julia].- respondió, sorprendiéndome por el cambio de rumbo. – [Julia]Así de grande[/Julia]. – colocó su mano a mi lado para que me hiciera una idea.

    Sonreí, volviendo a pensar en quién lo haría bien. Hablaría con Xander, con Noah y con Henry. – [Nate]Te lo conseguiré, tengo contactos.[/Nate]

    – [Julia]¿Podré volver a tocar el piano cuando tenga el bastón?[/Julia]

    – [Nate]Igual de bien que antes.[/Nate] – me quedé mirándome a los ojos. Era distinto verlos fijos en mí sabiendo que no llevaba yo esa cara. – [Nate]Esto no lo sabe nadie, pero no tienes por qué seguir siendo yo.[/Nate] – dije finalmente. Me apetecía compartir ese secreto con ella ya que desde ese momento siempre sería la persona con la que había compartido el cuerpo.

    Ella me miró completamente sorprendida. Suspiré, no se lo había explicado a ninguno de los demás, salvo a algunos de los ‘Moondies’.

    – [Nate]Puedo cambiar de aspecto. Porque en el fondo soy…bueno, de otra forma. Lo que pasa que cuando llegué a la Tierra tomé ese y … no me gusta cambiar[/Nate] – si, era consciente de que podían tratarme de «blackface» en teoría, pero hay que tener en cuenta que yo originalmente soy un puñado de polvo estelar consciente, ni era blanco ni de ningún tono de piel. Cuando llegué, tomé ese aspecto sin ni siquiera pensarlo. Los demás me ayudaron a buscar por si lo había «cogido prestado» de alguien, pero no encontraron nada, así que ese era mi aspecto, humano al menos.

    Julia cerró los ojos y puso cara de concentración durante un rato.- [Julia]Si sigo así, solo voy a conseguir cagarme encima[/Julia]. – esperaba que no, tiene que ser extraño volver a tu cuerpo y encontrarte una sorpresa así en los pantalones.

    – [Nate]Intenta imaginarte a ti misma, cada detalle y probablemente lo consigas.[/Nate] – no tenía excesiva experiencia haciéndolo, no quería cambiar quién era y para mí era instintivo, pero reconozco que alguna vez me había cambiado con el Príncipe y me había puesto a cantar delante del espejo.

    Julia siguió mi consejo y al cabo de un rato empezó a fluctuar entre su aspecto y el mío.

    – [Nate]Ya casi lo tienes.[/Nate]

    – [Julia]Pero esta vez no voy a ser coja[/Julia].- dijo ella sonriendo. – [Julia]Se te va a caer la mandíbula al suelo[/Julia].- vi retazos de mi forma real de elemental y entonces Julia, con su aspecto verdadero se apareció delante de mí, salvo que en lugar de lucir una ropa como la que había llevado cuando nos la encontramos, llevaba un vestido que…bueno, impresionaba.- [Julia]Por si te lo estás preguntando: sí, se desanuda tan fácilmente como parece[/Julia]. – añadió. Tragué saliva.

    – [Nate]Estás…lo has hecho muy bien. Estás muy guapa.[/Nate] – dije buscando las palabras que no resultasen objetificantes ni de pervertido pero también fueran un halago.

    Dejó fluctuar de nuevo su aspecto y esta vez llevaba una ropa más cotidiana, salvo que no pasé por alto el hecho de que llevaba tacones. Debía marcarle mucho su cojera.

    – [Nate]Le estás cogiendo el gusto.[/Nate] – dije, alegrándome por ella. Era una pena que con todo el poder contenido en aquella nave del futuro, nada ni nadie tuviese la capacidad para curar algo así.

    Julia asintió con una sonrisa que me resultó mucho más agradable en su rostro y después volvió a dejarse caer en mi apariencia.

    – [Nate]Puedes quedarte en tu forma. No me molesta.[/Nate] – dije con sinceridad. – [Nate]Mi cuerpo es todo tuyo.[/Nate] – no sé si pensé bien en cómo iba a sonar o simplemente me dio igual. No podía negar que me atraía esa mujer pero no éramos dos adolescentes para dejarnos llevar así, la atracción no lo era todo, pero era una parte. Aunque tenía que admitir que no solo era atracción física. Me sentía cómodo cerca de ella, pero aún era pronto, podía equivocarme.

    – [Julia]Prefiero jugar con las mismas reglas que el resto[/Julia].- dijo ella.

    – [Nate]Eso dice bastante de ti.[/Nate] – asentí para remarcar mi afirmación.

    –  [Julia]No le digas a nadie mi verdadera alineación moral[/Julia].

    – [Nate]Será nuestro secreto, compañera de cuarto.[/Nate] – compartimos una sonrisa mutua.

    Y de pronto, con total tranquilidad, abrió un cajón y sacó una botella que no le había visto guardar. No podía leer su etiqueta así que tenía que ser algo de la ciudad de ese mundo. Abrió el tapón y dio un trago.

    – [Julia]Y ahora, vamos a montarnos una fiesta como debe ser[/Julia].- encendió los altavoces del cuarto y trasteó una pantalla táctil de la pared hasta que empezó a sonar ‘What is Love’.

    Me sonrió y empezó a mover mi cuerpo haciendo el robot. Me dio envidia y me puse en pie para hacer el ‘Carlton’, pero tuve que hacerlo con menos ganas de lo habitual porque Julia tenía un par de…senos…que dolían al botar de esa manera.

  • LLEGANDO A NUESTRO DESTINO

    NATE ROGERS

    SENATUS – TARDE

    Viviendo solo desde que puse un pie en la Tierra, me había acostumbrado a la compañía de las series y las películas. Había consumido bastante ficción a esas alturas, y como todos, tenía mis gustos. Entre ellos no estaba la antigua Roma, más allá de Asterix y Obelix. Y claramente, ellos no estaban allí.

    Después de colocarnos aquellas togas y sandalias, con las que me sentía como un auténtico payaso, seguimos andando a la comitiva de la mujer que había intercedido por nosotros. Se llamaba Calliope Asheby, así que a estas alturas si habéis leído el resto de los diarios, os podréis imaginar por qué no nos separamos de ella. Por si no es así, os lo diré, una de las Daë se llamaba Eleanor Asheby, la Kvasir de ese grupo, a la que se había enfrentado Daniel.

    Pese al peligro, necesitábamos reunir a los Daë, porque estaba claro que ningún otro camino nos llevaría a escapar de ese mundo. Así que después de discutirlo, tuve que admitir que era lo mejor que podíamos hacer y cargar con el peso de sacar a aquellos chicos a salvo de la ciudad.

    Estábamos a punto de llegar a ‘Nova Pompeya’. Calliope se mostró bastante sorprendida al escuchar a Bowie mencionar a Roma. De manera escueta conseguimos enterarnos de la supuesta historia de aquellos romanos perdidos en otra punta del universo, concretamente en la Galaxia del Ojo Negro, aunque no había querido dar detalles a los demás para no abrumarles con la distancia a la que nos encontrábamos.

    Aparentemente, en algún lugar alejado del último de los muros que protegían a la civillización, podían encontrarse los restos de las grandes ciudades romanas, arrasadas por la mano de los sobrenaturales. La primera de ellas, fue Pompeya. Uno de sus habitantes huyó de la devastación creada por un demonio y avisó a la ciudad de Roma, pero no le escucharon y la capital fue la siguiente. Los romanos que sobrevivieron huyeron y fundaron una ciudad llamada Nova Pompeya, resguardada por muros contra la amenaza sobrenatural.

    Al parecer las patrullas fuera de las murallas eran algo habitual y por norma general, se acababa con todos los sobrenaturales. Vi la primera muralla poco después de salir del campamento. Era impresionante, al menos triplicaba mi altura y las puertas tenían que ser movidas por un grupo de varias personas. Tras ella, había interminables campos de cultivo y granjas. Caminamos durante horas, con solo un poco de pan de trigo y vino diluido en agua,  hasta llegar a la segunda muralla, aún más imponente, al menos el doble de gruesa que la anterior.

    Cuando la cruzamos, seguimos un camino guardado por la visión de templos cercanos a diversos dioses. La senda empedrada ascendía hasta una colina, sobre la que se asentaba la ciudad.

    Me gusta el arte, como persona observadora del mundo, me maravilla la capacidad de creación de la raza humana. Pero tengo que admitir que no sé mucho de arte. Seguramente no haga justicia con mis descripciones a la belleza arquitectónica de aquella ciudad. Las murallas cumplían su cometido, no eran bonitas porque no debían serlo. Pero los templos y aquél portal de entrada a la ciudad desbordaban la visión con sus labrados y sus figuras.

    En los campos habíamos visto unas pocas personas. En los templos, a lo lejos, se veían bastantes aglutinándose en la entrada. La ciudad, sin embargo, era un hervidero. No daba tiempo a procesar lo que veía. El bullicio del mercado, las calles repletas de gente en sus quehaceres. Bowie nos iba dando indicaciones, por suerte ya en voz baja después de que Elle se lo pidiera. Sus explicaciones ayudaban a distinguir a los ciudadanos en base a algunos de los colores que llevaban, especialmente si vestían de rojo o morado.

    Vimos personas de todos los estratos: ricos, pobres, esclavos. Todos juntos en el mismo espacio, algunos siendo vendidos allí mismo, otros comprando. Pasamos por delante de prostitutas a plena luz del día en calles principales. Recuerdo la imagen de una mujer semidesnuda al lado de una estatua impresionante que en nuestro tiempo estaría en un museo.

    Todo era extraño, cautivador en su medida. O casi todo. Lo que no llega a través de los libros de historia es que los mercados de productos frescos, huelen, igual que las gentes y los animales, aunque pasado el mercado, empezó a difuminarse a medida que nos acercábamos a una enorme plaza cuyo centro estaba marcado por una fuente dominada por la estatua de dos bebés alimentándose de una loba. Desde allí, a lo lejos, se veía un coliseo enorme. Al parecer, estábamos frente al Senado.

    Calliope se marchó y los soldados nos condujeron a un edificio grande, cercano al mismo. Parecían unas dependencias para los altos cargos militares. Nos llevaron a una sala sin salidas y se quedaron fuera, escoltando la puerta.

    En cuanto lo hicieron, Bowie sonrió y se acercó a una zona que parecía un escalón. Cruzó las piernas en postura de meditación y cerró los ojos. En el tiempo que llevaba con nosotros, habíamos aprendido algunas cosas sobre Rainbow y su biología que por lo general, eran un misterio. Bowie no necesitaba dormir de forma continuada, su mente funcionaba de una forma diferente y al igual que no olvidaba, no tenía que dormir y soñar para asimilar la información. Ella lo hacía a voluntad, con momentos de pausa como aquél, en los que se sumía en una especie de trance al que Elle llama a veces «la siesta».

    Ese tipo de cosas me hacían pensar en lo poco que sabíamos de lo que habían hecho con ella. Mis aptitudes habían sincronizado más de una vez con ella y sus emociones estaban muy dirigidas aún, muy lógicas, pero en todas había sentido algo oscuro subyacente: dolor. A veces me paraba a pensar en que, pese a que lo habíamos aceptado como parte de sí misma y ella parecía estar bien, saber que han modificado tu propio cuerpo de formas que desconoces, es aterrador.

    Con Bowie sumida en la «siesta», Xander se apoyó en una de las paredes con aspecto de cansado. –  [Xander]Tenemos que salir de aquí en cuanto podamos. Solo espero que Calliope sea de verdad la hermana de la Daë.[/Xander] – sincronicé sus sentimientos y empecé a sentir que el peso del mundo pesaba sobre mis hombros. Todo resultaba preocupante y había muchas cosas que podían salir mal.

    – [Elle]¿Qué te pasa, seta?[/Elle] – preguntó Elle con su habitual ánimo. Solo escuchar esas palabras me devolvió un ápice de luz y esperanza en el mundo. Si seguía existiendo alguien como él, entonces no todo iba tan mal.

    Xander esbozó una sonrisa, sintiendo exactamente lo mismo que yo, o más bien, al revés. – [Xander]Demasiadas preocupaciones.[/Xander] – aseguró. Había tanta preocupación que Xander no podía estar haciendo otra cosa que pensar en todos los demás.

    – [Elle]¿Qué te preocupa?[/Elle] – preguntó su hermana, acercándose.

    – [Xander]Son muchos y somos extranjeros y sobrenaturales.[/Xander] – empezó a decir, sus argumentos calaban en mi mente, influenciada por su estado de ánimo. Teníamos todo en contra, no había ninguna salida fácil. – [Xander]No sabemos donde están los demás, Omega sigue libre…[/Xander] – añadió. ¿Por qué nada podía salir bien? Absolutamente nada, no importaba cuanto lo planeases.

    – [Elle]¿Que te preocupes va a ayudar en algo? ¿Omega se muere por exceso de preocupaciones?[/Elle]
    añadió, sonriendo. Xander levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con la sonrisa de su hermana. Se quedó callado un momento, debatiéndose, seguía preocupado, pero Elle no, y tenía sentido. Una chispa de determinación le sacudió y se incorporó, más erguido.

    – [Xander]Menos mal que me han enviado contigo.[/Xander] – admitió sonriendo. Podía decir lo mismo, el enlace emocional que tenía con ellos ponía un límite a mis poderes. Si hubiera tenido que ir de misión con Xander, Jane, Amy y Leo, habría tenido menos fuerza que una mosca.

    – [Elle]Es que molo.[/Elle] – se pavoneó. Elle irradiaba seguridad y autoconfianza, aunque en el fondo, tuviese dudas muy arraigadas. Pero ella era así, había aprendido a llevarlo de una forma muy distinta a su hermano y a su madre.

    – [Xander]Estás encantada porque siempre has querido ir de toga.[/Xander] – bromeó Xander. Elle había disfrutado desde pequeña los carnavales y la noche de Halloween. Quizá cuando consiguieramos volver a casa pudiese ir a Rio.

    – [Elle]Siempre me han gustado los de disfraces.[/Elle]- aseguró. Cuando la vi guiñarle un ojo entendí el doble sentido. – [Elle]Que te diga Idris.[/Elle] – aunque Elle lo dejó bien claro.

    Me forcé a mí mismo a quitarme esa imagen de la mente. Era mi pequeña Elle, pero había crecido tanto. Todos lo habían hecho. – [Xander]Demasiada información.[/Xander] – afirmó Xander. Elle se echó a reír y solté una carcajada, sincronizado con ella.

    – [Elle]Vas a ser el oruga toda la vida.[/Elle]- replicó, pinchándole con un dedo en el costado.

    – [Xander]Qué le vamos a hacer.[/Xander] – respondió Xander sonriendo. Su infancia iba a pasar al recuerdo de sus padres porque había sido un niño terriblemente bueno, pero muy inconformista y decidido. Cuando Xander quería algo, ya fuera que lo durmieran en brazos, comer solo lo que él quería o que alguien en concreto le acompañase, no se detenía hasta conseguirlo. – [Xander]Vale, entonces qué propones ‘Joy’?[/Xander] – trató de devolverle el apodo, pero no cuajó mucho porque todos sabíamos que ese no era uno de los apodos de infancia de Ellie.

    – [Elle]Disfrutar la experiencia.[/Elle]- sentenció, sonriente.

    – [Nate]Por eso me gusta estar cerca de Elle.[/Nate] – intervine, también sonriendo. Elle me provocaba un subidón anímico que me daba fuerzas suficientes como para derribar una de aquellas paredes.

    – [Elle]Seríamos OTP si no fuera una idea horrible.[/Elle] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda y los dos nos reímos. Por muy grandes que fueran ya y muy poco que envejeciese yo, aquellos eran mis niños, nunca los vería de otra forma.

    Escuchamos ruidos en la puerta y Bowie abrió los ojos, colocándose a nuestro lado. Alguien se acercaba, así que teníamos que estar preparados. Sentí la sensación de urgencia de Xander, la absoluta concentración de estar preparado para todo. Curiosamente, pese a ser despreocupada, Elle también estaba preparada.  – [Elle]Piensa que estamos en el Assassins Creed.[/Elle]- susurró a su hermano.- [Elle]Estos son generales de nivel alto a los que es mejor no enfrentarse.[/Elle] – añadió. Ella y su hermano habían estado enganchados hacía unos años a un remake de un juego de asesinos ubicado en la Grecia de la antigüedad. Jugaban a dobles, cada uno con el control de uno de los dos hermanos de la historia. En el juego, si te cogían haciendo algo «turbio», enviaban mercenarios contra ti. Xander y Elle les habían llamado generales desde el principio y así se habían quedado, como una broma entre ellos.

    Xander asintió y lo sentí más relajado. Al final no importan las preocupaciones, estarás preparado para lo que pueda ocurrir, preocupado o no.

    La puerta se abrió y entró un hombre vestido como un soldado de alto rango, con su vestimenta escarlata adornada en algunos puntos de morado. Era un hombre de edad avanzada, cerca de los sesenta. Llevaba corto su pelo plateado, níveo en algunos puntos. A su lado se colocó Calliope y media docena más entraron en la sala.

    – [b]Soy el Legatus Tulio Quinto Lucilio.[/b] – se presentó con una voz poderosa, acostumbrada a mandar. – [b]Me han dicho que uno de mis hombres intentó acabar con vosotros. Y que sobrevivisteis.[/b] – las traducciones de Bowie nos estaban salvando. De otra forma, habríamos estado condenados, porque una de las cosas que más valoraba el pueblo romano junto con sus habilidades militares, era su lengua.

    Xander miró a Elle, contenido. Ella solía tomar las decisiones en los juegos donde éstas importaban, así que estaba aplicando la misma máxima.

    – [Elle]Así es.[/Elle]- replicó ella con un tono formal que Bowie imitó perfectamente.

    – [b]Tenemos que resolver unos asuntos, pero el responsable será castigado.[/b] – afirmó. Aquél hombre tenía un porte regio, honorable, quizá. Pero no conseguía conectar con sus emociones y eso no me gustaba. – [b]Mientras tanto quedaréis bajo la tutela de Calliope.[/b] – añadió. Calliope, sin hacer apenas un gesto, asintió, y nosotros hicimos lo mismo. – [b]Son días aciagos, así que si mostráis valía y aprendéis la lengua ilustrada podríais ayudar al imperio. Tú serías un buen soldado. O un gladiador si te place.[/b]- aseguró, mirándome. Traté de no mostrar el desagrado que sentía en realidad por lo que me estaba diciendo. La gloria de ser un gladiador estaba bien para un juego, pero no me apetecía que mis manos estuvieran cubiertas de la sangre de otros por mera diversión de nadie. Además en un lugar como ese, tan lleno de tantas emociones negativas, contaría, como mucho, con la fuerza de un humano cualquiera.

    – [Calliope]Seguidme.[/Calliope] – nos indicó Calliope. Empezamos a caminar y el Legatus nos observó inmutable.

    – [b]Adelantaos un momento mientras discuto un asunto con Calliope.[/b] – salimos de la sala y del edificio. Bowie nos hizo una señal y empezamos a caminar más despacio. Estaba escuchando la conversación.

    – [Bowie]Está pidiendo que nos mate. Somos una amenaza para su pueblo.[/Bowie] – añadió. Por los retazos de historia que habíamos ido escuchando, su gente se defendía de los sobrenaturales por cuestión de supervivencia. En las altas esferas debían ser conscientes de que todos los no humanos no eran malos, pero debían tener algún interés en que la gente siguiera pensándolo y por eso era un problema dejarnos con vida.

    Calliope salió del recinto con gesto aún más serio de lo habitual y dirigió una mirada de soslayo al Legatus, que se dirigía al edificio más grande de la plaza, el Senado probablemente. Noté su conflicto interno sin ni siquiera intentarlo, era una llamada a gritos.

    Caminamos en silencio un buen tramo, bajando por un camino diferente al que habíamos tomado antes. Era increíble estar en mitad de un paraje natural en la ladera de una colina minutos después de estar en una plaza tan impresionante.

    Calliope se despidió de los soldados que la acompañaban y nos quedamos solos, descendendiendo aquella silenciosa ladera.

    – [Bowie]¿Nos vas a matar?[/Bowie] – preguntó Bowie con tono neutral mientras los demás ya estaban suficientemente alejados.

    – [Calliope]Puede.[/Calliope]- replicó tratando de no darle importancia. Trataba de parecer fría y dura, pero todos sentimos algo aunque nos empeñemos en esconderlo.

    – [Bowie]Eso no está bien.[/Bowie]- le reprendió. Bowie era un eterno contraste entre niña y adulta, aún no conseguía encajar en mi mente cómo tratarla.

    Calliope se encogió de hombros, pero noté que su debate interno se intensificaba. Estaba preocupada y había dolores pasados que estaban resurgiendo. – [Nate]No lo harás. Estás confusa. Traicionada.[/Nate] – expliqué. No podíamos dejar pasar la oportunidad de encontrar en ella una aliada. Era posible que Eleanor fuera pariente de ella, así que teníamos que arriesgarnos a descubrir nuestras cartas.

    Ella respondió en un arrebato de ira que me tomó por sorpresa. Usó toda la fuerza de su entrenado cuerpo para llevarme contra un árbol. Para cuando me quise dar cuenta, el filo de su espada estaba en mi cuello.

    – [Nate]No me vas a matar. Te ha defraudado. Tienes dudas.[/Nate] – continué diciendo. Estaba conectado a sus sentimientos y la entendía. No era una psicópata, no me mataría así como así. Calliope mataba para defender, para proteger, no para cubrir mentiras. Podría haberme zafado de ella, pese a que sus sentimientos me hacían débil, tenía sentimientos positivos de Xander y Elle de los que sacar fuerzas. Pero estaba esperando.

    – [Calliope]¿Qué eres?[/Calliope] – preguntó, mirándome a los ojos.

    – [Elle]Sí quieres que te conteste, es mejor que lo trates con delicadeza.[/Elle] – intervino Elle, seria. Supe que cualquiera de ellos estaba preparado para detenerla. Pero no haría falta.

    Movió su mano para hacer presión y en un rápido movimiento imbuido por la determinación de los Echolls, di la vuelta a la situación y ella quedó contra el árbol, con la espada inmovilizada.

    – [Calliope]No eres humano.[/Calliope]- replicó. Eso era peligroso, era el argumento de su gente para defenderse. No eras humano así que eras peligroso. Mostrarme en una situación de poder no ayudaría a mi defensa.

    – [Nate]No somos humanos, pero no somos malos.[/Nate] – solté la presa y me eché dos pasos hacia atrás, abriendo los brazos en señal de desprotección. Si quería matarme, podía.

    – [Calliope]Debería matarte.[/Calliope]- sentenció, molesta.

    – [Xander]¿Vas a hacer lo que te ordenan?[/Xander] – preguntó Xander, acercándose. – [Xander]Te han dicho toda la vida que los sobrenaturales son malvados. Ya ves que no. Que vivías una mentira.[/Xander] – trató de hacerla entrar en razón. La batalla de Calliope iba en aumento. Se estaba dando cuenta de muchas cosas que no cuadraban en la historia que había escuchado siempre.

    – [Calliope]Puede ser un truco.[/Calliope]- aseguró.

    – [Xander]Igual que todo lo que te han contado.[/Xander] – replicó Xander. Ella se quedó pensativa y continuó el camino por la colina. – [Xander]Eleanor también hace cosas que no puede hacer un humano cualquiera.[/Xander] – añadió, mientras caminábamos tras ella. Era una jugada arriesgada, obligaba a asumir que Eleanor era pariente de verdad y lo dejaba a la suerte. Aun así, era buena idea, Xander sabía bien cómo era la vida de una Kvasir y las preocupaciones que podía acarrear.

    – [Calliope]¿Cómo sabes de Eleanor?[/Calliope] – respondió, girándose. Sentí todo su instinto protector desplegarse. Fuera quien fuera Eleanor en su vida, era importante.

    – [Xander]Venimos de un tiempo donde ella ya ha salvado este mundo.[/Xander] – confesó. No le faltaba razón, pero había un problema. Había salvado al mundo, a costa de su vida.

    – [Calliope]Suena a brujería.[/Calliope]- aseguró.

    – [Nate]Todo lo que no entendemos parece brujería.[/Nate] – intervine. En aquellos tiempos había muchos fenónemos que se atribuían a los dioses cuando en nuestro tiempo eran física básica.

    Calliope pareció pensarlo y echó a andar de nuevo. Hizo una mueca de dolor y movió la pierna en una postura diferente. Apenas se le notaba segundos después, pero noté su dolor y se lo dije a los demás.

    – [Elle]¿Estás bien? ¿Quieres parar?[/Elle] – le preguntó Ellie, acercándose más. A esas alturas el miedo a que acabase con nosotros ya había pasado. Aunque no por eso íbamos a perder de vista nuestras espaldas.

    – [Calliope]Es una vieja lesión.[/Calliope]- explicó, suspirando.- [Calliope]Me caí del caballo cuando era pequeña.[/Calliope] – añadió. Pese al dolor que sentía, trataba de ocultarlo con mucho empeño. Me imaginé que en una sociedad donde el talento para el combate es uno de los puntos clave, mostrar una debilidad no era lo más recomendable.

    – [Elle]¿Quieres algo para el dolor?[/Elle] – le preguntó.

    – [Calliope]El dolor no se arregla.[/Calliope]- afirmó ella.

    Bowie se acercó a ellas sonriente.- [Bowie]Yo soy fisioterapeuta.[/Bowie] – dijo.

    – [Elle]¿Desde cuándo?[/Elle] – le preguntó Elle, sorprendida.

    – [Bowie]Desde ahora.[/Bowie]- replicó con orgullo. – [Bowie] Puedo echarte un vistazo.[/Bowie] – se ofreció.

    Calliope dudó, pero al final el miedo a vivir para siempre con ese dolor era tan intenso que cedió a la oportunidad. Xander y yo nos quedamos cerca de ellas, mientras Bowie se colocaba cerca de ella y Elle se mantenía al lado, por si necesitaba ayuda.

    – [Calliope]No sé qué dices que eres.[/Calliope]- dijo, mirando a Bowie fijamente.- [Calliope]¿Curandera?[/Calliope] – preguntó.

    – [Bowie]Sí.[/Bowie]- resumió Bowie. Se colocó al lado de su pierna y empezó a realizar una serie de estiramientos. Sentir el dolor de Calliope durante esos momentos no era muy agradable, pero con el último crugido, sentí un alivio sin igual. – [Bowie]Cuando lleguemos la granja, te enseñaré una rutina de yoga y ya no tendrás nunca más dolor.[/Bowie] – añadió, ya levantándose mientras ella y Elle le tendían una mano a Calliope.

    – [Calliope]Gracias.[/Calliope] – dijo, sorprendida, moviendo la pierna en varias posturas, sin dolor.- [Calliope]Llevo enferma toda mi vida.[/Calliope] – añadió.

    – [Xander]Supongo que eso significa que no vas a matarnos.[/Xander] – comentó Xander.

    – [Calliope]Ya veremos.[/Calliope]- replicó ella, volviendo a su habitual máscara. Era una mujer firme y decidida. Le habían dado una misión y valoraba el honor por encima de muchas cosas, pero no del suyo propio ni de su familia.

    Tras un rato, volvimos a la caballeriza y Calliope se subió a su caballo, al que esta vez engancharon un carro de madera al que nos subimos. No era lo más cómodo de este mundo, pero era mejor que volver a viajar durante horas a pie.

    Elle dio una cabezada apoyada en el hombro de su hermano y yo estuve a punto de caer rendido, pero para cuando iba a cerrar los ojos, un bache me despertó y vi que estábamos yendo más despacio. Miré hacia la cabecera y vi a lo lejos una granja. En un exterior que parecía sacado de una ensoñación, una joven de cabello rubio largo estaba tendiendo la ropa. Eleanor Asheby.

    Habíamos llegado a nuestro destino.

  • NATE

    NATE ROGERS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO

    Terminé de preparar los huevos revueltos y el bacon y me senté a desayunar en mi silencioso apartamento. Desde el cristal necrotemplado de la cocina observé mientras desayunaba a los jóvenes y no tan jóvenes estudiantes de la Escuela Legado aprovechar los tempranos rayos de sol de julio.

    Era aún muy pronto para revisar la seguridad y hacer ronda de vigilancia, así que disfruté viéndolos sonreír y viviendo sus amores al aire libre.

    Terminé de comer y fregué el plato y los cubiertos, pensativo. En toda mi vida no había conocido aún lo que era el amor de primera mano. Sabía perfectamente el impacto de ese sentimiento porque mi propia naturaleza me hacía fortalecerme de los sentimientos positivos y ese sin duda, era uno de los que más poder proporcionaba.

    Muchas veces volvía a recordar aquella noche de hacía un año, justo cuando estaba cambiando el apartamento del edificio central de la Escuela, el que había sido de Sasha pero ya no necesitaba porque su relación con Daniel y Sarah había salido a la luz y en ese momento me habían ofrecido a mí.

    – [Sarah]Nate, ¿te vienes a cenar a casa?[/Sarah]- preguntó Sarah. Esa noche estaba más jovial que de costumbre, parecía que desde que su secreto ya no era tan secreto, estaba más alegre. Por desgracia como bien sé, la alegría no es eterna y la felicidad no es un estado final. A veces la tienes y a veces no. Por eso yo mismo tenía días más fuertes y más débiles. Normalmente, por suerte, conseguía alimentarme de las esperanzas de todos los alumnos y alumnas de la Escuela por encajar en un lugar y usaba esas fuerzas para protegerlos. Pero en su día hubo momentos duros en los que flaquearon las fuerzas y solo con la ayuda de los Moondies pudimos mantenernos estoicos.

    – [Nate]Llegaría muy tarde y tengo turno de noche.[/Nate] – le recordé. Para ser alguien que se alimenta de emociones positivas, no suelo ser una persona que refleje demasiado las suyas. Por regla general, era feliz con mi vida, así que no creía necesario recordarlo a menudo con una sonrisa. – [Nate]Pero muchas gracias, Sarah.[/Nate] – le respondí. Para mí, mi trabajo era mi vida, en él había conocido a mi familia y mi vocación, que era defender a los que más lo necesitaban. Si Sarah, Daniel y Sasha no me hubiesen encontrado aquella noche bajo la tormenta y me hubieran dado un propósito, no sabía qué habría sido de mí en el mundo. Estaba en un lugar desconocido, sin saber nada de si existían siquiera más como yo en el universo ni por qué había llegado a la Tierra nada más nacer en las profundidades del cosmos.

    – [Sarah]Daniel ha preparado fajitas[/Sarah].- insistió ella, acercándose.- [Sarah]Noche mexicana[/Sarah]. – aclaró. Agradecí que se preocuparan por mí. Siempre lo habían hecho. Me enseñaron con paciencia, me dieron acceso a lo más valioso que tenían y me ayudaron a elegir un nombre, Nathaniel Rogers, Nate. Mi verdadero nombre no era transcribible a dialectos escritos, era más bien una sensación, la del amanecer visto desde el espacio exterior.

    – [Nate]Tentador.[/Nate] – respondí. Sarah sabía que eran uno de mis platos favoritos. En general, todo lo picante no me afectaba, así que tenía cierta predilección por los sabores fuertes y condimentados. – [Nate]Por cierto, no te lo he podido decir antes porque han sido unos días locos. Enhorabuena.[/Nate] – le felicité. Los últimos días con la mudanza habían sido muy ajetreados y no había estado a solas con Sarah para poder hablarlo, sabía que no le gustaría recibir las felicitaciones en público.

    – [Sarah]Calla, que me da vergüenza[/Sarah].- replicó ella, algo sonrojada.

    – [Nate]¿Por qué? Sois felices. Ya se notaba y ahora sois libres.[/Nate] – como ya he dicho, yo lo sabía bien, para mí no era un misterio si la gente estaba feliz o deprimida. Cuando me encontraron, los tres estaban muy juntos, ni siquiera lo pensé en aquél entonces, solo percibí sus buenas sensaciones. Con el tiempo supe que era un secreto y que se suponía que en este mundo lo normal es tener solo una pareja. A mí, que era un completo extraño a toda la cultura y las normas sociales establecidas, nunca terminaría de parecerme lógica esa restricción, por mucho que hubiera aprendido a comportarme como se esperaba y a guardarles el secreto.

    – [Sarah]Si alguna vez nos hace falta una rueda más: te llamamos[/Sarah].- bromeó Sarah. Alcé una ceja, algo extrañado. Tenía un problema todavía, después de veinte años, captando las bromas, pero ya había hecho mis pinitos con alguna. Me sabía unas cuantas que contaba Karen Reed, hay una de una sandía y un cuento, que está Cenicienta de fiesta y cenan sandía…espera, lo estoy contando mal. – [Sarah]Estaba de broma, Nate. Perdón[/Sarah]. – añadió. Me quedé serio unos instantes y dejé escapar una risotada que la hizo reír.

    – [Nate]Lo sé, tenéis el triángulo cerrado.[/Nate] – respondí, siguiendo la broma. Quería a Sarah, a Sasha y a Daniel, pero no de una forma física. Ese amor, el que no era romántico, sí que lo conocía bien. – [Nate]Y yo he ganado un apartamento.[/Nate] – añadí. Hasta el momento, había «compartido» el apartamento con Sasha, aunque prácticamente lo tenía todo el día solo para mí y dormía en el dormitorio principal porque Sasha dormía con ellos. Ahora, como ya no necesitaba la «tapadera» era todo para mí. Os diré algo, visto desde fuera, los seres humanos podéis ser muy rebuscados.

    – [Sarah]¿De verdad que no quieres venir a cenar? Me sabe mal que te quedes aquí[/Sarah].- preguntó de nuevo. Se sentía mal viendo que el edificio central estaba vacío y el apartamento me esperaba a mí solo. Pero a mí no me molestaba en absoluto. Era el guardían de la Escuela, bajo mi vigilancia, ninguno de esos muchachos y muchachas, niños y niñas, saldría herido física o mentalmente.

    – [Nate]Los niños me necesitan.[/Nate] – aclaré. – [Nate]Y Xander me ha regalado una nueva expansión de los Sims.[/Nate] – añadí. Un día antes Xander había venido a comunicarme que se iba una temporada a Merelia a terminar los estudios. Sentí flaquear mis fuerzas cuando me lo dijo, estaba muy afectado por Jane. Es horrible ver a personas a las que quieres tanto sentirse así entre ellos. Estuvimos charlando un rato y se animó un poco, volvería por la Escuela gracias a Noah y terminó regalándome el juego porque se sentía mal.

    – [Sarah]Gran juego[/Sarah].- respondió. Ella y Daniel me lo habían dado a conocer y ahora Xander me encontraba las expansiones porque se lo habían llevado a ese tal Endless que nunca me había llamado la atención. Era un poco anticuado pese a tener la misma edad exacta que cuando me encontraron a las puertas de ese mismo edificio.

    – [Nate]El próximo día voy.[/Nate] – le aseguré, para que se sintiera bien. – [Nate]Prometido.[/Nate] – una de las cosas que marcaban mi caracter es que mis promesas se cumplían siempre.

    – [Sarah]Te tomo la palabra[/Sarah]. – respondió ella, sonriendo.

    Asentí. – [Nate]¿Te puedo preguntar algo?[/Nate] – pregunté después de que cogiera el bolso y las llaves para irse.

    – [Sarah]Claro[/Sarah].- respondió, mirándome.

    Medité mis palabras. – [Nate]Nunca he estado enamorado.[/Nate] – confesé. Si lo había estado a través de otros y llegaba a ser adictivo, pero nunca lo había sentido en mis propias carnes. A veces resultaba demasiada carga no tener a nadie con quien compartir el mundo. – [Nate]¿Cómo es?[/Nate] – pregunté. Sabía que podía ser un sufrimiento, como Xander pasaba con Jane, pero sin embargo, no renunciaba a ello, así que tenía que ser algo que valiese la pena.

    – [Sarah]Es… bonito.[/Sarah]- dijo ella después de unos segundos.- [Sarah]También es duro, porque no todos los días son buenos.[/Sarah]- comentó, mirándome. Sabía que Sarah no me mentiría, que no lo dulcificaría, porque luego se sentiría culpable. Esa pequeña mujer que estaba frente a mí había llevado y llevaría siempre, la carga del mundo, solo que ahora la compartía, porque también tenía unos hijos de los que preocuparse.- [Sarah]Son risas, confianza, abrazos.[/Sarah]- se dejó ir un poco, pensando en sus dos amores, Sarah empezó a sentirse feliz. Noté crecer en ella las ganas de verles, de abrazarles y quedarse así sin separarse. Me maravilló, siempre lo hacía.- [Sarah]Es sexo, pero también es un beso en la frente cuando los niños no paran.[/Sarah]- se colocó el pelo detrás de la oreja y noté que también tenía ganas de verles por otros motivos. Eso era algo que aún no conocía. Ni siquiera sabía cómo era para los míos eso.- [Sarah]Es tu mejor amigo o amiga, tu familia y tu amante en una sola persona…o en dos.[/Sarah]- finalizó, sonriendo. Lo de ellos tres era amor sin dudarlo, creo que parte de mí se quedaría siempre buscando tener algo así.

    – [Nate]Espero encontrar algún día algo como lo que tenéis. [/Nate] – repliqué sinceramente.

    – [Sarah]La oferta sigue en pie[/Sarah].- añadió ella bromeando. Esperé unos segundos y al ver que sonreía me eché a reír durante varios minutos.

    – [Sarah]Lo encontrarás[/Sarah].- replicó ella, convencida.

    – [Nate]Dale un beso a todos de mi parte.[/Nate] – respondí como despedida.

    De eso hacía ya una buena temporada. Por el momento, no había conocido aún un amor como el suyo, pero sí lo había vivido a través de ellos y lo felices que se les veía. Por desgracia, los amores que sí conocía, los que tenía para mis niños, a los que había visto desde pequeños en algunos casos y desde que nacieron en otros, estaban ahora separados, desbandados. Y eso dolía de una forma que me hacía temer otro tipo de amor.