Moondale

Etiqueta: Nate Rogers

  • UNA CALMA QUE NO DURARÁ MUCHO

    Jane – Esfera Senatus

    Mediodía

    Voy a ser sincera: el oeste es una mierda pinchada en un palo. Solo te puede gustar si eres un tío blanco y heterosexual. Para el resto del mundo, es una época racista y misógina en la que nadie se duchaba y todo se solucionaba con disparos. Y que conste que intenté organizar a las mujeres para que hubiese una revolución feminista (a la mierda los anacronismos), pero ni por esas. Qué alivio cuando toqué un resto de muralla romana y aparecí en otro sitio.

    Durante una décima de segundo me preocupé por Owen, Elliot y Vera, pero si habían tenido tan poca cabeza como para venir aquí de manera voluntaria: se las podían arreglar sin mí.

    Miré a mi alrededor para comprobar que estaba junto a una granja de una época indeterminada. Sabía que era antigua, porque no había coches, ni nada que indicara progreso, pero no hasta qué punto. Hacía calor, pero no en exceso y parecía que todavía era mediodía. Mis ropas negras de vaquera no eran las más apropiadas, pero tampoco destacaban tanto como lo habría hecho mi ropa del presente.

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  • LLEGANDO A NUESTRO DESTINO

    NATE ROGERS

    SENATUS – TARDE

    Viviendo solo desde que puse un pie en la Tierra, me había acostumbrado a la compañía de las series y las películas. Había consumido bastante ficción a esas alturas, y como todos, tenía mis gustos. Entre ellos no estaba la antigua Roma, más allá de Asterix y Obelix. Y claramente, ellos no estaban allí.

    Después de colocarnos aquellas togas y sandalias, con las que me sentía como un auténtico payaso, seguimos andando a la comitiva de la mujer que había intercedido por nosotros. Se llamaba Calliope Asheby, así que a estas alturas si habéis leído el resto de los diarios, os podréis imaginar por qué no nos separamos de ella. Por si no es así, os lo diré, una de las Daë se llamaba Eleanor Asheby, la Kvasir de ese grupo, a la que se había enfrentado Daniel.

    Pese al peligro, necesitábamos reunir a los Daë, porque estaba claro que ningún otro camino nos llevaría a escapar de ese mundo. Así que después de discutirlo, tuve que admitir que era lo mejor que podíamos hacer y cargar con el peso de sacar a aquellos chicos a salvo de la ciudad.

    Estábamos a punto de llegar a ‘Nova Pompeya’. Calliope se mostró bastante sorprendida al escuchar a Bowie mencionar a Roma. De manera escueta conseguimos enterarnos de la supuesta historia de aquellos romanos perdidos en otra punta del universo, concretamente en la Galaxia del Ojo Negro, aunque no había querido dar detalles a los demás para no abrumarles con la distancia a la que nos encontrábamos.

    Aparentemente, en algún lugar alejado del último de los muros que protegían a la civillización, podían encontrarse los restos de las grandes ciudades romanas, arrasadas por la mano de los sobrenaturales. La primera de ellas, fue Pompeya. Uno de sus habitantes huyó de la devastación creada por un demonio y avisó a la ciudad de Roma, pero no le escucharon y la capital fue la siguiente. Los romanos que sobrevivieron huyeron y fundaron una ciudad llamada Nova Pompeya, resguardada por muros contra la amenaza sobrenatural.

    Al parecer las patrullas fuera de las murallas eran algo habitual y por norma general, se acababa con todos los sobrenaturales. Vi la primera muralla poco después de salir del campamento. Era impresionante, al menos triplicaba mi altura y las puertas tenían que ser movidas por un grupo de varias personas. Tras ella, había interminables campos de cultivo y granjas. Caminamos durante horas, con solo un poco de pan de trigo y vino diluido en agua,  hasta llegar a la segunda muralla, aún más imponente, al menos el doble de gruesa que la anterior.

    Cuando la cruzamos, seguimos un camino guardado por la visión de templos cercanos a diversos dioses. La senda empedrada ascendía hasta una colina, sobre la que se asentaba la ciudad.

    Me gusta el arte, como persona observadora del mundo, me maravilla la capacidad de creación de la raza humana. Pero tengo que admitir que no sé mucho de arte. Seguramente no haga justicia con mis descripciones a la belleza arquitectónica de aquella ciudad. Las murallas cumplían su cometido, no eran bonitas porque no debían serlo. Pero los templos y aquél portal de entrada a la ciudad desbordaban la visión con sus labrados y sus figuras.

    En los campos habíamos visto unas pocas personas. En los templos, a lo lejos, se veían bastantes aglutinándose en la entrada. La ciudad, sin embargo, era un hervidero. No daba tiempo a procesar lo que veía. El bullicio del mercado, las calles repletas de gente en sus quehaceres. Bowie nos iba dando indicaciones, por suerte ya en voz baja después de que Elle se lo pidiera. Sus explicaciones ayudaban a distinguir a los ciudadanos en base a algunos de los colores que llevaban, especialmente si vestían de rojo o morado.

    Vimos personas de todos los estratos: ricos, pobres, esclavos. Todos juntos en el mismo espacio, algunos siendo vendidos allí mismo, otros comprando. Pasamos por delante de prostitutas a plena luz del día en calles principales. Recuerdo la imagen de una mujer semidesnuda al lado de una estatua impresionante que en nuestro tiempo estaría en un museo.

    Todo era extraño, cautivador en su medida. O casi todo. Lo que no llega a través de los libros de historia es que los mercados de productos frescos, huelen, igual que las gentes y los animales, aunque pasado el mercado, empezó a difuminarse a medida que nos acercábamos a una enorme plaza cuyo centro estaba marcado por una fuente dominada por la estatua de dos bebés alimentándose de una loba. Desde allí, a lo lejos, se veía un coliseo enorme. Al parecer, estábamos frente al Senado.

    Calliope se marchó y los soldados nos condujeron a un edificio grande, cercano al mismo. Parecían unas dependencias para los altos cargos militares. Nos llevaron a una sala sin salidas y se quedaron fuera, escoltando la puerta.

    En cuanto lo hicieron, Bowie sonrió y se acercó a una zona que parecía un escalón. Cruzó las piernas en postura de meditación y cerró los ojos. En el tiempo que llevaba con nosotros, habíamos aprendido algunas cosas sobre Rainbow y su biología que por lo general, eran un misterio. Bowie no necesitaba dormir de forma continuada, su mente funcionaba de una forma diferente y al igual que no olvidaba, no tenía que dormir y soñar para asimilar la información. Ella lo hacía a voluntad, con momentos de pausa como aquél, en los que se sumía en una especie de trance al que Elle llama a veces «la siesta».

    Ese tipo de cosas me hacían pensar en lo poco que sabíamos de lo que habían hecho con ella. Mis aptitudes habían sincronizado más de una vez con ella y sus emociones estaban muy dirigidas aún, muy lógicas, pero en todas había sentido algo oscuro subyacente: dolor. A veces me paraba a pensar en que, pese a que lo habíamos aceptado como parte de sí misma y ella parecía estar bien, saber que han modificado tu propio cuerpo de formas que desconoces, es aterrador.

    Con Bowie sumida en la «siesta», Xander se apoyó en una de las paredes con aspecto de cansado. –  [Xander]Tenemos que salir de aquí en cuanto podamos. Solo espero que Calliope sea de verdad la hermana de la Daë.[/Xander] – sincronicé sus sentimientos y empecé a sentir que el peso del mundo pesaba sobre mis hombros. Todo resultaba preocupante y había muchas cosas que podían salir mal.

    – [Elle]¿Qué te pasa, seta?[/Elle] – preguntó Elle con su habitual ánimo. Solo escuchar esas palabras me devolvió un ápice de luz y esperanza en el mundo. Si seguía existiendo alguien como él, entonces no todo iba tan mal.

    Xander esbozó una sonrisa, sintiendo exactamente lo mismo que yo, o más bien, al revés. – [Xander]Demasiadas preocupaciones.[/Xander] – aseguró. Había tanta preocupación que Xander no podía estar haciendo otra cosa que pensar en todos los demás.

    – [Elle]¿Qué te preocupa?[/Elle] – preguntó su hermana, acercándose.

    – [Xander]Son muchos y somos extranjeros y sobrenaturales.[/Xander] – empezó a decir, sus argumentos calaban en mi mente, influenciada por su estado de ánimo. Teníamos todo en contra, no había ninguna salida fácil. – [Xander]No sabemos donde están los demás, Omega sigue libre…[/Xander] – añadió. ¿Por qué nada podía salir bien? Absolutamente nada, no importaba cuanto lo planeases.

    – [Elle]¿Que te preocupes va a ayudar en algo? ¿Omega se muere por exceso de preocupaciones?[/Elle]
    añadió, sonriendo. Xander levantó la mirada y sus ojos se cruzaron con la sonrisa de su hermana. Se quedó callado un momento, debatiéndose, seguía preocupado, pero Elle no, y tenía sentido. Una chispa de determinación le sacudió y se incorporó, más erguido.

    – [Xander]Menos mal que me han enviado contigo.[/Xander] – admitió sonriendo. Podía decir lo mismo, el enlace emocional que tenía con ellos ponía un límite a mis poderes. Si hubiera tenido que ir de misión con Xander, Jane, Amy y Leo, habría tenido menos fuerza que una mosca.

    – [Elle]Es que molo.[/Elle] – se pavoneó. Elle irradiaba seguridad y autoconfianza, aunque en el fondo, tuviese dudas muy arraigadas. Pero ella era así, había aprendido a llevarlo de una forma muy distinta a su hermano y a su madre.

    – [Xander]Estás encantada porque siempre has querido ir de toga.[/Xander] – bromeó Xander. Elle había disfrutado desde pequeña los carnavales y la noche de Halloween. Quizá cuando consiguieramos volver a casa pudiese ir a Rio.

    – [Elle]Siempre me han gustado los de disfraces.[/Elle]- aseguró. Cuando la vi guiñarle un ojo entendí el doble sentido. – [Elle]Que te diga Idris.[/Elle] – aunque Elle lo dejó bien claro.

    Me forcé a mí mismo a quitarme esa imagen de la mente. Era mi pequeña Elle, pero había crecido tanto. Todos lo habían hecho. – [Xander]Demasiada información.[/Xander] – afirmó Xander. Elle se echó a reír y solté una carcajada, sincronizado con ella.

    – [Elle]Vas a ser el oruga toda la vida.[/Elle]- replicó, pinchándole con un dedo en el costado.

    – [Xander]Qué le vamos a hacer.[/Xander] – respondió Xander sonriendo. Su infancia iba a pasar al recuerdo de sus padres porque había sido un niño terriblemente bueno, pero muy inconformista y decidido. Cuando Xander quería algo, ya fuera que lo durmieran en brazos, comer solo lo que él quería o que alguien en concreto le acompañase, no se detenía hasta conseguirlo. – [Xander]Vale, entonces qué propones ‘Joy’?[/Xander] – trató de devolverle el apodo, pero no cuajó mucho porque todos sabíamos que ese no era uno de los apodos de infancia de Ellie.

    – [Elle]Disfrutar la experiencia.[/Elle]- sentenció, sonriente.

    – [Nate]Por eso me gusta estar cerca de Elle.[/Nate] – intervine, también sonriendo. Elle me provocaba un subidón anímico que me daba fuerzas suficientes como para derribar una de aquellas paredes.

    – [Elle]Seríamos OTP si no fuera una idea horrible.[/Elle] – añadió. Sentí un escalofrío en la espalda y los dos nos reímos. Por muy grandes que fueran ya y muy poco que envejeciese yo, aquellos eran mis niños, nunca los vería de otra forma.

    Escuchamos ruidos en la puerta y Bowie abrió los ojos, colocándose a nuestro lado. Alguien se acercaba, así que teníamos que estar preparados. Sentí la sensación de urgencia de Xander, la absoluta concentración de estar preparado para todo. Curiosamente, pese a ser despreocupada, Elle también estaba preparada.  – [Elle]Piensa que estamos en el Assassins Creed.[/Elle]- susurró a su hermano.- [Elle]Estos son generales de nivel alto a los que es mejor no enfrentarse.[/Elle] – añadió. Ella y su hermano habían estado enganchados hacía unos años a un remake de un juego de asesinos ubicado en la Grecia de la antigüedad. Jugaban a dobles, cada uno con el control de uno de los dos hermanos de la historia. En el juego, si te cogían haciendo algo «turbio», enviaban mercenarios contra ti. Xander y Elle les habían llamado generales desde el principio y así se habían quedado, como una broma entre ellos.

    Xander asintió y lo sentí más relajado. Al final no importan las preocupaciones, estarás preparado para lo que pueda ocurrir, preocupado o no.

    La puerta se abrió y entró un hombre vestido como un soldado de alto rango, con su vestimenta escarlata adornada en algunos puntos de morado. Era un hombre de edad avanzada, cerca de los sesenta. Llevaba corto su pelo plateado, níveo en algunos puntos. A su lado se colocó Calliope y media docena más entraron en la sala.

    – [b]Soy el Legatus Tulio Quinto Lucilio.[/b] – se presentó con una voz poderosa, acostumbrada a mandar. – [b]Me han dicho que uno de mis hombres intentó acabar con vosotros. Y que sobrevivisteis.[/b] – las traducciones de Bowie nos estaban salvando. De otra forma, habríamos estado condenados, porque una de las cosas que más valoraba el pueblo romano junto con sus habilidades militares, era su lengua.

    Xander miró a Elle, contenido. Ella solía tomar las decisiones en los juegos donde éstas importaban, así que estaba aplicando la misma máxima.

    – [Elle]Así es.[/Elle]- replicó ella con un tono formal que Bowie imitó perfectamente.

    – [b]Tenemos que resolver unos asuntos, pero el responsable será castigado.[/b] – afirmó. Aquél hombre tenía un porte regio, honorable, quizá. Pero no conseguía conectar con sus emociones y eso no me gustaba. – [b]Mientras tanto quedaréis bajo la tutela de Calliope.[/b] – añadió. Calliope, sin hacer apenas un gesto, asintió, y nosotros hicimos lo mismo. – [b]Son días aciagos, así que si mostráis valía y aprendéis la lengua ilustrada podríais ayudar al imperio. Tú serías un buen soldado. O un gladiador si te place.[/b]- aseguró, mirándome. Traté de no mostrar el desagrado que sentía en realidad por lo que me estaba diciendo. La gloria de ser un gladiador estaba bien para un juego, pero no me apetecía que mis manos estuvieran cubiertas de la sangre de otros por mera diversión de nadie. Además en un lugar como ese, tan lleno de tantas emociones negativas, contaría, como mucho, con la fuerza de un humano cualquiera.

    – [Calliope]Seguidme.[/Calliope] – nos indicó Calliope. Empezamos a caminar y el Legatus nos observó inmutable.

    – [b]Adelantaos un momento mientras discuto un asunto con Calliope.[/b] – salimos de la sala y del edificio. Bowie nos hizo una señal y empezamos a caminar más despacio. Estaba escuchando la conversación.

    – [Bowie]Está pidiendo que nos mate. Somos una amenaza para su pueblo.[/Bowie] – añadió. Por los retazos de historia que habíamos ido escuchando, su gente se defendía de los sobrenaturales por cuestión de supervivencia. En las altas esferas debían ser conscientes de que todos los no humanos no eran malos, pero debían tener algún interés en que la gente siguiera pensándolo y por eso era un problema dejarnos con vida.

    Calliope salió del recinto con gesto aún más serio de lo habitual y dirigió una mirada de soslayo al Legatus, que se dirigía al edificio más grande de la plaza, el Senado probablemente. Noté su conflicto interno sin ni siquiera intentarlo, era una llamada a gritos.

    Caminamos en silencio un buen tramo, bajando por un camino diferente al que habíamos tomado antes. Era increíble estar en mitad de un paraje natural en la ladera de una colina minutos después de estar en una plaza tan impresionante.

    Calliope se despidió de los soldados que la acompañaban y nos quedamos solos, descendendiendo aquella silenciosa ladera.

    – [Bowie]¿Nos vas a matar?[/Bowie] – preguntó Bowie con tono neutral mientras los demás ya estaban suficientemente alejados.

    – [Calliope]Puede.[/Calliope]- replicó tratando de no darle importancia. Trataba de parecer fría y dura, pero todos sentimos algo aunque nos empeñemos en esconderlo.

    – [Bowie]Eso no está bien.[/Bowie]- le reprendió. Bowie era un eterno contraste entre niña y adulta, aún no conseguía encajar en mi mente cómo tratarla.

    Calliope se encogió de hombros, pero noté que su debate interno se intensificaba. Estaba preocupada y había dolores pasados que estaban resurgiendo. – [Nate]No lo harás. Estás confusa. Traicionada.[/Nate] – expliqué. No podíamos dejar pasar la oportunidad de encontrar en ella una aliada. Era posible que Eleanor fuera pariente de ella, así que teníamos que arriesgarnos a descubrir nuestras cartas.

    Ella respondió en un arrebato de ira que me tomó por sorpresa. Usó toda la fuerza de su entrenado cuerpo para llevarme contra un árbol. Para cuando me quise dar cuenta, el filo de su espada estaba en mi cuello.

    – [Nate]No me vas a matar. Te ha defraudado. Tienes dudas.[/Nate] – continué diciendo. Estaba conectado a sus sentimientos y la entendía. No era una psicópata, no me mataría así como así. Calliope mataba para defender, para proteger, no para cubrir mentiras. Podría haberme zafado de ella, pese a que sus sentimientos me hacían débil, tenía sentimientos positivos de Xander y Elle de los que sacar fuerzas. Pero estaba esperando.

    – [Calliope]¿Qué eres?[/Calliope] – preguntó, mirándome a los ojos.

    – [Elle]Sí quieres que te conteste, es mejor que lo trates con delicadeza.[/Elle] – intervino Elle, seria. Supe que cualquiera de ellos estaba preparado para detenerla. Pero no haría falta.

    Movió su mano para hacer presión y en un rápido movimiento imbuido por la determinación de los Echolls, di la vuelta a la situación y ella quedó contra el árbol, con la espada inmovilizada.

    – [Calliope]No eres humano.[/Calliope]- replicó. Eso era peligroso, era el argumento de su gente para defenderse. No eras humano así que eras peligroso. Mostrarme en una situación de poder no ayudaría a mi defensa.

    – [Nate]No somos humanos, pero no somos malos.[/Nate] – solté la presa y me eché dos pasos hacia atrás, abriendo los brazos en señal de desprotección. Si quería matarme, podía.

    – [Calliope]Debería matarte.[/Calliope]- sentenció, molesta.

    – [Xander]¿Vas a hacer lo que te ordenan?[/Xander] – preguntó Xander, acercándose. – [Xander]Te han dicho toda la vida que los sobrenaturales son malvados. Ya ves que no. Que vivías una mentira.[/Xander] – trató de hacerla entrar en razón. La batalla de Calliope iba en aumento. Se estaba dando cuenta de muchas cosas que no cuadraban en la historia que había escuchado siempre.

    – [Calliope]Puede ser un truco.[/Calliope]- aseguró.

    – [Xander]Igual que todo lo que te han contado.[/Xander] – replicó Xander. Ella se quedó pensativa y continuó el camino por la colina. – [Xander]Eleanor también hace cosas que no puede hacer un humano cualquiera.[/Xander] – añadió, mientras caminábamos tras ella. Era una jugada arriesgada, obligaba a asumir que Eleanor era pariente de verdad y lo dejaba a la suerte. Aun así, era buena idea, Xander sabía bien cómo era la vida de una Kvasir y las preocupaciones que podía acarrear.

    – [Calliope]¿Cómo sabes de Eleanor?[/Calliope] – respondió, girándose. Sentí todo su instinto protector desplegarse. Fuera quien fuera Eleanor en su vida, era importante.

    – [Xander]Venimos de un tiempo donde ella ya ha salvado este mundo.[/Xander] – confesó. No le faltaba razón, pero había un problema. Había salvado al mundo, a costa de su vida.

    – [Calliope]Suena a brujería.[/Calliope]- aseguró.

    – [Nate]Todo lo que no entendemos parece brujería.[/Nate] – intervine. En aquellos tiempos había muchos fenónemos que se atribuían a los dioses cuando en nuestro tiempo eran física básica.

    Calliope pareció pensarlo y echó a andar de nuevo. Hizo una mueca de dolor y movió la pierna en una postura diferente. Apenas se le notaba segundos después, pero noté su dolor y se lo dije a los demás.

    – [Elle]¿Estás bien? ¿Quieres parar?[/Elle] – le preguntó Ellie, acercándose más. A esas alturas el miedo a que acabase con nosotros ya había pasado. Aunque no por eso íbamos a perder de vista nuestras espaldas.

    – [Calliope]Es una vieja lesión.[/Calliope]- explicó, suspirando.- [Calliope]Me caí del caballo cuando era pequeña.[/Calliope] – añadió. Pese al dolor que sentía, trataba de ocultarlo con mucho empeño. Me imaginé que en una sociedad donde el talento para el combate es uno de los puntos clave, mostrar una debilidad no era lo más recomendable.

    – [Elle]¿Quieres algo para el dolor?[/Elle] – le preguntó.

    – [Calliope]El dolor no se arregla.[/Calliope]- afirmó ella.

    Bowie se acercó a ellas sonriente.- [Bowie]Yo soy fisioterapeuta.[/Bowie] – dijo.

    – [Elle]¿Desde cuándo?[/Elle] – le preguntó Elle, sorprendida.

    – [Bowie]Desde ahora.[/Bowie]- replicó con orgullo. – [Bowie] Puedo echarte un vistazo.[/Bowie] – se ofreció.

    Calliope dudó, pero al final el miedo a vivir para siempre con ese dolor era tan intenso que cedió a la oportunidad. Xander y yo nos quedamos cerca de ellas, mientras Bowie se colocaba cerca de ella y Elle se mantenía al lado, por si necesitaba ayuda.

    – [Calliope]No sé qué dices que eres.[/Calliope]- dijo, mirando a Bowie fijamente.- [Calliope]¿Curandera?[/Calliope] – preguntó.

    – [Bowie]Sí.[/Bowie]- resumió Bowie. Se colocó al lado de su pierna y empezó a realizar una serie de estiramientos. Sentir el dolor de Calliope durante esos momentos no era muy agradable, pero con el último crugido, sentí un alivio sin igual. – [Bowie]Cuando lleguemos la granja, te enseñaré una rutina de yoga y ya no tendrás nunca más dolor.[/Bowie] – añadió, ya levantándose mientras ella y Elle le tendían una mano a Calliope.

    – [Calliope]Gracias.[/Calliope] – dijo, sorprendida, moviendo la pierna en varias posturas, sin dolor.- [Calliope]Llevo enferma toda mi vida.[/Calliope] – añadió.

    – [Xander]Supongo que eso significa que no vas a matarnos.[/Xander] – comentó Xander.

    – [Calliope]Ya veremos.[/Calliope]- replicó ella, volviendo a su habitual máscara. Era una mujer firme y decidida. Le habían dado una misión y valoraba el honor por encima de muchas cosas, pero no del suyo propio ni de su familia.

    Tras un rato, volvimos a la caballeriza y Calliope se subió a su caballo, al que esta vez engancharon un carro de madera al que nos subimos. No era lo más cómodo de este mundo, pero era mejor que volver a viajar durante horas a pie.

    Elle dio una cabezada apoyada en el hombro de su hermano y yo estuve a punto de caer rendido, pero para cuando iba a cerrar los ojos, un bache me despertó y vi que estábamos yendo más despacio. Miré hacia la cabecera y vi a lo lejos una granja. En un exterior que parecía sacado de una ensoñación, una joven de cabello rubio largo estaba tendiendo la ropa. Eleanor Asheby.

    Habíamos llegado a nuestro destino.

  • UNA HERIDA SANGRANTE

    XANDER ECHOLLS

    PICO TANTREE – NOCHE

    El día había llegado y con él, el peso del mundo empezaba a recaer sobre mis hombros. Nunca sabría cómo había sido capaz de sobrellevarlo mi madre. Me sentía responsable de todas y cada una de las personas que habían ido allí conmigo, por no mencionar del conflicto con los demás, que seguramente apareciesen para evitar nuestro plan. La realidad de salvar al mundo era más difícil de lo que vendía la ficción.

    Caminaba en silencio por el sendero de la montaña que llevaba al lago subterráneo del Pico Tantree. Era una suerte que por la noche y con el frío otoñal que ya empezaba a notarse, no hubiese gente en los alrededores.

    Miré a los demás, que iban siguiendo la marcha hablando entre ellos, todos cargados con mochilas aunque algunos las llevaban demasiado ligeras mientras que la mía era una de las más grandes, solo superada por la de Elle. Si la tía Diana leyera eso último…

    – [Lexie]Odio esto. Odio salvar el mundo. Yo tendría que estar en mi casa haciéndome las uñas. [/Lexie]- se quejó Lexie por enésima vez. Había estado tan desconectado del mundo real planificando todo esto que me había resultado sorprendente ver allí a Allie, la amiga de Noah, solo para descubrir que era la hija de Karen y Fenris, que también era Lexie y que era una tanuki con múltiples caras. Eso para quien crea haberlo visto todo.

    – [Idris]Si no salvamos el mundo nadie hará pintauñas. [/Idris]- le replicó Idris. Gracias a él habíamos conseguido tres de los discos. Ya solo faltaban los que tenían Noah, Leo, Jane y Kaylee, junto con el del tío Ed, que imaginábamos que también tendrían.

    – [Owen]Yo también, pero es como dice Idris.-[/Owen] se unió Owen. Me vino a la mente una imagen de Owen en plena moda Lounie.

    – [Lexie]Te las puedo pintar yo. Llevo unos cuantos esmaltes en la mochila.[/Lexie]- aseguró con orgullo. Ya me los imaginaba sentándose allí a punto de arriesgar sus vidas para salvar el mundo pero con las uñas perfectas.

    – [Xander]Hablando de eso, ¿lleváis todo lo que podáis necesitar?[/Xander] – pregunté. Yo me había asegurado de echar ropa limpia y todos los artículos de supervivencia que había podido imaginar, además de mi espada, Ocaso..

    – [Amy]Menos charla y más andar.[/Amy] – nos apremió Amy, que lideraba la marcha. Parecía estar muy cómoda en un lugar tan cercano a la naturaleza y con una brisa tan fresca. Sabía que debía estar concentrada para no ceder a los impulsos de la luna llena.

    Elle se puso a mi altura. Solté un paquete alargado que llevaba enganchado a un lateral de la mochila y se lo tendí. Su mochila era enorme, pero era la que mejor podía cargar con ello, especialmente desde que había empezado a entrenar con el tío Ed.

    Ella lo abrió un poco y vio el mango de su espada, Albor.- [Elle]Gracias.[/Elle]- respondió con una sonrisa. La pobre se había encargado de cargar con tiendas de campaña y un montón de cosas necesarias y me imaginé que se habría olvidado de llevar algo para protegerse.

    – [Xander]Yo también llevo la mía. [/Xander]- le dije. Papá nos las había dado cuando fuimos mayores de edad. Para él era muy importante que estuviéramos juntos porque él había perdido su infancia con la tía Cara.

    – [Owen]Oye, gracias por salvarme de la versión maligna de mi hermana.-[/Owen] – escuché decir a Owen, acercándose a la altura de mi prima.

    – [Amy]Nada.[/Amy]- respondió ella, mirando fijamente sus pies. La había notado algo más inquieta con Owen que en su día. Desde el principio no le había sorprendido mi idea de usar las Pruebas, así que debía haber visto algo, quizá algo que le incluyese a él.

    – [Idris]¿Han puesto el sitio este más lejos? [/Idris]- escuché quejarse a Idris, que llevaba puesta la banda sonora de Guardianes de la Galaxia en modo altavoces de su InfiniBand.

    – [Amy]Ya he dicho antes que menos hablar y más andar.[/Amy]- le recordó, apurando el paso y dejando a Owen atrás.

    – [Idris]A alguien Le sienta mal la luna llena [/Idris]- replicó Idris. Miré a Ezra, que iba también de los primeros y le vi concentrado, parecía estar costándole bastante contenerse.

    – [Cole]Hay más calor en el sitio al que vamos.[/Cole] – dijo Cole de pronto. Me paré un instante a pensar en lo que acababa de decir. Cole y yo nunca nos habíamos llevado especialmente bien de pequeños, era el típico niño al que te dirían que no te acerques, salvo que mis padres no eran así. Por suerte había vuelto cambiado, muy cambiado.

    – [Lexie]No sé qué hago aquí si no entiendo lo que dice el místico este ni soy amiga de nadie.[/Lexie]- se quejó de nuevo Lexie.

    – [Cole]Gente. [/Cole]- le explicó con calma. Cole tenía una variación del poder de su padre respecto a la energía, básicamente era una batería viviente y era capaz de detectar fuentes de energía. – [Cole] Y me caes bien. [/Cole]- añadió.

    – [Ezra]No me gusta el calor-[/Ezra]  comentó Ezra, a destiempo. Se notaba que estaba lidiando con el licántropo pugnando por salir.

    – [Idris]¿No es mejor que el frío Capi? [/Idris]- le preguntó Idris. Vaya, me habría gustado ser el Capitán América, pero hay que reconocer que la forma de encontrar a Ezra se lo adjudicaba perfectamente.

    – [Lexie]Y tú estás muy bueno. [/Lexie]- replicó Lexie, por encima de Idris.

    Cole le devolvió la sonrisa y no pude evitar sentir una punzada de culpabilidad por Noah. A lo largo de la caminata Elle se había encargado de explicarme que Noah y Lexie se habían peleado porque bueno, él no sabía que Lexie y Allie eran la misma persona.

    – [Idris]Villiers que te vigilo. [/Idris]- sentenció Idris.

    Continuamos durante algo más de un cuarto de hora y finalmente llegamos al final del camino. Allí, cerca del cartel del Lago Marmalade, estaban Jane, Nate, Kaylee, Noah, su amigo Niall, Leo, Michael, Sophie y Laura, la amiga de Henry.

    – [Owen]Bueno. La cagamos.[/Owen] – resumió Owen. Caminamos lentamente hasta colocarnos frente a ellos. Estaban en inferioridad numérica, pero evidentemente no íbamos a dejar que las cosas llegasen a ese extremo. Esto no iba a ser como cuando dos superhéroes se cruzan en los cómics.

    – [Jane]Te dije que no iba a permitir que te pasara nada.[/Jane]- respondió Jane, mirándonos fijamente. Nuestras miradas se cruzaron un instante, pero la apartó.

    – [Owen]Un poco excesivo, ¿no crees?[/Owen] – respondió su hermano.

    – [Xander]Solo hemos venido a pasear un grupo de amiguitos.[/Xander] – respondí, haciendo énfasis en lo de «amiguitos». Sí, quizá me había sentado un poco mal.

    – [Henry]Sí, vamos de acampada.-[/Henry] añadió Henry.

    – [Laura]Si no llega a ser por Jane, no me entero de que estás aquí.[/Laura] – espetó Laura. No había tenido demasiado trato con ella pero sabía que con Jane sí, además de evidentemente, con Henry y Sophie, que también venían de la isla. Supuse que Jane no había dudado en buscar apoyos.

    – [Jane]Estáis siendo ridículos e inconscientes.[/Jane]- espetó, cruzándose de brazos.- [Jane]Spoiler: no sois los Moondies.[/Jane] – sabía dónde dar si se lo proponía. El estigma de nuestros padres siempre iba a estar presente en nosotros. Ellos eran un grupo, nosotros apenas nos manteníamos juntos y a la vista estaba que no estábamos todos de acuerdo.

    – [Ezra]Los Moondies tampoco lo eran cuando empezaron.-[/Ezra] – replicó. Le miré, es extraño no crecer con alguien y saber que es tu primo. El tío Ed siempre había estado muy cerca de nosotros y en ese momento, por primera vez desde que le conocí, me había recordado mucho a él.

    Por el rabillo del ojo vi a Noah mirando a Lexie. Mi primo no conseguía decir nada, apenas mantenía la mirada.

    – [Kaylee]¿Sabéis por qué me llamo Kaylee?[/Kaylee] – preguntó mi prima. Verla así,  llena de tanta seguridad, decidida a detenernos, no pudo más que alegrarme por ser consciente de sus renovadas fuerzas. Habría preferido que esa fuerza estuviera de mi lado, pero no podía más que estar contento porque esta situación le hubiera dado un motivo para dar un paso al frente.

    – [Ezra]Lo sé perfectamente. Por eso hacemos esto.-[/Ezra] dijo la fuerte voz de Ezra. Él sabía mejor que nadie la historia de Kaylee. Aunque la tía Lucy no hablase mucho de eso, todo el mundo lo sabía, y quizá en el futuro de Ezra sí lo había hecho.

    – [Xander]No va a morir nadie. [/Xander]- le respondí. Si alguien tenía que hacerlo, sería yo. Esta había sido mi  idea y el coste de llevarla a cabo sería mío. Pero sinceramente, no me apetecía dar mi vida así como así y esto iba a resolverse con todo el mundo a salvo.

    – [Kaylee]¿Te atreves a garantizarlo?[/Kaylee] – insistió Kaylee. Sabía que tenía pocas pruebas que darle más allá de mi voluntad y unos estudios que no garantizaban ni siquiera que el portal se abriese.

    – [Leo]No va a morir nadie porque no vais a ninguna parte.[/Leo] – escuché decir a mi primo. Su voz resonó también con fuerza, me pregunté si sería por la luna llena y el licántropo que trataban de contener.

    Iba a responderle, pero Elle se colocó entre los dos grupos. – [Elle]Vale, ya.[/Elle]- pidió, haciendo señas. – [Elle]Fin. Escuchadme: estamos aquí porque si no detenemos a Omega, podemos acabar como Mia.[/Elle]- explicó. Su mirada fue hacia Dante y Cole a modo de disculpa por mencionar a su madre. La mía la siguió. Cole parecía sereno y decidido, emanaba un aura de tranquilidad. Sin embargo Dante tenía una cara de enfado que no veía desde un tiempo después de venirse a vivir con nosotros. Se le había reabierto una vieja herida que dolía ahora más que nunca. – [Elle]Es la única opción que tenemos contra ella. La única.[/Elle]- suspiró mi hermana, resignada. Elle odiaba los enfrentamientos, sin por ella fuera todo el mundo se llevaría bien. Era una energía que se contagiaba y daba esperanza en los peores momentos. Se notaba que estando divididos lo estaba pasando mal.- [Elle]Es tan poderosa que yo misma podría ser ella en este momento.[/Elle] – añadió. Desconocíamos el alcance de los poderes de Omega, excepto los que había mostrado. – [Elle]No hemos venido a fastidiar, ni de fiesta. Hemos venido a salvar el mundo y a salvarte a ti, Jane.[/Elle] – añadió, mirándola fijamente.

    – [Noah]Lo siento, pero no podemos permitirlo. [/Noah]- escuché decir a mi primo. Con Noah no había tiempo de reacción. Apenas pude moverme del sitio cuando Noah apareció frente a nosotros, con todos los discos en su mano.

    – [Lexie]Te dije hace mucho que no te fiaras del mapache, Noah.[/Lexie] – dijo Lexie en voz alta. Noah ató cabos rápidamente. Miró sus manos y la ilusión de los discos se desvaneció, mostrando tan solo unas piedras.

    – [Noah]No sabes lo que está en juego. [/Noah]- replicó, mirándola, enfadado. No habíamos tenido un plan útil contra Noah hasta que ella se unió a nosotros.

    Las miradas estaban fijas en Noah, por si volvía a intentarlo, pero capté a Kaylee y Sophie mirarse entre sí y empezar a murmurar unas palabras. – [Kaylee] Ahora, Noah.[/Kaylee] – El disco de mi madre salió del bolsillo interior de mi chaqueta y flotó hacia ellos. Lo agarré rápidamente, pero se escapó entre mis dedos. Mi prima había vuelto a recuperar una parte de sí misma que siempre se le había dado muy bien.

    Estábamos perdiendo, pero no podía más que elogiar el plan. Noah recogió los discos sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo, pero se detuvo mirando hacia un punto alejado de nosotros. Seguí su mirada y vi que un disco salía de entre unos arbustos. Noah lo recogió también y en un parpadeo apareció ante nosotros con tres invitados inesperados: Bowie, Vera, Elliot y Tina. – [Noah]Habéis estado a punto de arrastrarlos con vosotros[/Noah] – por mucho que me sorprendiera ver a Tina allí, que nunca había estado interesada en lo sobrenatural y por eso siempre parecía pasar por alto lo extraño que sucedía a su alrededor, ver a Vera, Bowie y Elliot me dejó helado. Con ellos allí no podíamos correr riesgos.

    – [Amy]No venían con nosotros.[/Amy]- replicó Amy con una voz intensa que parecía instar a seguir sus órdenes. Miró a su hermana, orgullosa. Mis primas MacLeod compartían todas una vena rebelde que no me quedaba claro de quién venía, aunque quizá fuese tan marcada porque venía de los dos.

    – [Jane]¿Elliot? Pero si tú eras el único normal de la familia…[/Jane] – dijo Jane, visiblemente preocupada. Si había entrado en todo esto para proteger a Owen, con Elliot allí estaría muy afectada. Todo en mí me pedía hablarle, pero no lo conseguía.

    – [Xander]Bowie, no deberías estar aquí.[/Xander] – le recordé a mi hermana pequeña. Físicamente era una adulta, pero aún le faltaba mucho para poder valerse por sí misma en el mundo exterior, más aún para estar en un lugar tan peligroso como ese.

    – [Bowie]Tus posibilidades de morir son más altas que las mías y más si tenemos en cuenta que está Jane aquí y…[/Bowie]- Elle corrió a taparle la boca. No necesitábamos un análisis estadístico de las probabilidades de morir con todos aquellos inocentes allí. Teníamos que irnos.

    – [Noah]Ya no hay problema, porque me llevo esto.[/Noah]- Noah tenía todos los discos en una bolsa, seguramente también los de los que iban con él para no correr riesgos. Desapareció y supe que se los llevaría lejos, escondidos hasta que pasara la luna de sangre.

    Pero un segundo después escuché un ruido. Miré hacia atrás y vi que Noah se había detenido. Fue apareciendo en distintos puntos a nuestro alrededor, como si algo evitase que se fuera. Miré a Lexie.

    – [Lexie]Esta vez no he sido yo.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Es como… La telekinesis de Dom. [/Noah]- explicó Noah, con cara de terror. Eso solo podía significar…

    Tina se apartó de Vera, Elliot y Bowie y sonrió de una forma en la que jamás la había visto sonreír.- [Omega]Hola, Elliot.[/Omega] – saludó al pequeño de los Williams.

    – [Idris]¿Esa chica siempre ha sonreído como una psico? [/Idris]- preguntó Idris. Él nunca había tratado demasiado con Tina, especialmente desde empezó a estar más distanciada poco después del cumpleaños de los gemelos. Había vuelto hacía unos meses y el secreto que llevábamos guardando toda la vida con ella se desveló cuando ella confesó que también tenía poderes. ¿Todo este tiempo había sido Omega?

    – [Omega]Desde hace unos meses.[/Omega]- respondió, sonriente. Temí por Tina.

    – [Idris]Al menos no te has marcado un Luke y Leia. It’s something.[/Idris] – bromeó Idris, seguramente tratando de ayudar a que no nos quedásemos allí paralizados.

    – [Kaylee]¿Qué has hecho con Tina? [/Kaylee] – preguntó Kaylee. Una parte de mí no quería escuchar la respuesta.

    – [Omega] Tina se fue y… no volvió.[/Omega] – sonrió de manera perversa y no supe que sentir. Quería odiarla, quería vengarme, quería tomarme la justicia en mi mano, pero seguía teniendo la cara de Jane. No podía odiar esa cara.

    Mi mente bloqueó lo de Tina, volvería con fuerza cuando hubiese un momento de calma, pero en ese instante lo más importante era que consiguiéramos salir con vida de allí. Omega debía haber esperado a que nos reuniéramos todos para conseguir todos nuestros poderes. Se lo habíamos puesto en bandeja de plata.

    Un destello emanó de la bolsa que llevaba Noah. La luna empezaba a alzarse, roja y amenazante, iluminando la escena.

    – [Omega]Podría haber sido cualquiera, incluso Jane.[/Omega]- se jactó, mirándonos. Estaba tranquila, jugaba con nosotros porque podía, porque lo disfrutaba.- [Omega]La última vez Xander estuvo encantado.[/Omega] – espetó. Me quedé quieto, no podía mirar a Jane a la cara. Había evitado hablar de lo que pasó, había tratado de rechazar y enviar a mi subconsciente el beso que habíamos compartido y las esperanzas que había tenido momentáneamente.

    Analicé la zona buscando qué hacer, buscando una salida. Los discos brillaban y todo el mundo estaba quieto, hasta que dejó de estarlo. Dante fue el primero en abalanzarse sobre ella, impulsándose con sus alas para golpearla. Ella ni siquiera se movió. Se giró hacia él y en el último momento usó el poder de su padre para lanzarle contra una roca. Contuve la respiración hasta que le vi moverse.

    – [Omega]Dejad de intentarlo, en serio.[/Omega] – sonrió. Un licántropo cubierto de plata se lanzó sobre ella y le hizo un corte a lo largo de la garganta.Ni siquiera tuve tiempo a tener esperanzas de que Leo hubiese acabado con el problema, porque Omega no perdió la sonrisa y su herida se cerró en segundos. Tenía el poder de regenerarse, Noah tenía razón.

    Leo dudó un segundo, confuso. Ella no, alzó su mano y le aferró por la garganta. Su puño se convirtió también en plata y elevó a Leo en el aire. Trató de moverse y liberarse, pero ella no le soltaba.

    – [Noah]Leo, no. [/Noah] – Noah se transformó en Rakkthathor a la velocidad del rayo y cargó contra ella, pero no consiguió moverla del sitio y del choque, la bolsa con los discos salió despedida y se desperdigaron contra el suelo, brillando cada vez con mayor intensidad. Pero al menos consiguió que soltase a Leo, que abandonó su cuerpo de plata para respirar con dificultad.

    Llamas, hielo, luz, oscuridad, magia y todo tipo de fuerzas se unieron contra ella, que no cedía y ni siquiera daba atisbos de estar cansada o esforzándose. No la venceríamos con nuestros poderes. No estábamos entrenados para trabajar en equipo y Omega se había criado como cazadora de potenciados. Veía perfectamente las debilidades entre nosotros y la falta de compenetración y la aprovechaba.

    Jane, Michael y algunos de los que menos poderes ofensivos tenían, estaban apartados, tratando de proteger a Bowie, Elliot y Vera. No había otra opción, era nuestra única salida, así que corrí hacia los discos y los fui reuniendo.

    Corría tan rápido que mi cuerpo parecía moverse por instinto. La piedra me rasgaba la piel de las manos y la sangre se mezclaba con el polvo. Cuando conseguí reunir todos los discos, brillaron intensamente y un rayo salió disparado hacia el lago Marmalade.

    – [Xander]El portal está abierto, es nuestra única oportunidad.[/Xander] – les dije, señalando el lago. No podíamos hacer otra cosa que correr y encomendarnos al destino.

    Noah consiguió alejar a Omega de nosotros y echamos a correr todos juntos. Estábamos ya cerca de saltar cuando ella se colocó frente a nosotros lanzando a un Noah en forma humana que por suerte respiraba.

    Omega sonrió y se preparó para acabar con nosotros. Los discos brillaban. La luna se alzaba como una herida sangrante en el cielo. Y entonces nos desvanecimos.

  • LO CORRECTO

    Jane – La Nave

    Noche

    No sé cuál es la hora aceptada por la sociedad para hacer postres. Supongo, que una vez pasa la madrugada, no debería estar cocinando y menos en La Nave, con Nate mirándome atentamente. El problema estaba, en que cuando todo iba mal, la repostería era mi ancla.

    Vaya asco de inicio. Si esto fuera un libro, lo cerraría y lo vendería en ‘Infinizon’ por tres duros, porque no hay nada peor en esta vida que un personaje que se agarra a los estereotipos de género, pero la repostería es una especie de ciencia exacta, es la única cosa a la que te puedes agarrar cuando eres hija de dos desastres y no tienes mucho dinero. Para hacer un bizcocho, te vale con azúcar, huevos, harina y un poco de aceite y levadura. No es, lo que se diría, un hobbie caro.

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  • NATE

    NATE ROGERS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO

    Terminé de preparar los huevos revueltos y el bacon y me senté a desayunar en mi silencioso apartamento. Desde el cristal necrotemplado de la cocina observé mientras desayunaba a los jóvenes y no tan jóvenes estudiantes de la Escuela Legado aprovechar los tempranos rayos de sol de julio.

    Era aún muy pronto para revisar la seguridad y hacer ronda de vigilancia, así que disfruté viéndolos sonreír y viviendo sus amores al aire libre.

    Terminé de comer y fregué el plato y los cubiertos, pensativo. En toda mi vida no había conocido aún lo que era el amor de primera mano. Sabía perfectamente el impacto de ese sentimiento porque mi propia naturaleza me hacía fortalecerme de los sentimientos positivos y ese sin duda, era uno de los que más poder proporcionaba.

    Muchas veces volvía a recordar aquella noche de hacía un año, justo cuando estaba cambiando el apartamento del edificio central de la Escuela, el que había sido de Sasha pero ya no necesitaba porque su relación con Daniel y Sarah había salido a la luz y en ese momento me habían ofrecido a mí.

    – [Sarah]Nate, ¿te vienes a cenar a casa?[/Sarah]- preguntó Sarah. Esa noche estaba más jovial que de costumbre, parecía que desde que su secreto ya no era tan secreto, estaba más alegre. Por desgracia como bien sé, la alegría no es eterna y la felicidad no es un estado final. A veces la tienes y a veces no. Por eso yo mismo tenía días más fuertes y más débiles. Normalmente, por suerte, conseguía alimentarme de las esperanzas de todos los alumnos y alumnas de la Escuela por encajar en un lugar y usaba esas fuerzas para protegerlos. Pero en su día hubo momentos duros en los que flaquearon las fuerzas y solo con la ayuda de los Moondies pudimos mantenernos estoicos.

    – [Nate]Llegaría muy tarde y tengo turno de noche.[/Nate] – le recordé. Para ser alguien que se alimenta de emociones positivas, no suelo ser una persona que refleje demasiado las suyas. Por regla general, era feliz con mi vida, así que no creía necesario recordarlo a menudo con una sonrisa. – [Nate]Pero muchas gracias, Sarah.[/Nate] – le respondí. Para mí, mi trabajo era mi vida, en él había conocido a mi familia y mi vocación, que era defender a los que más lo necesitaban. Si Sarah, Daniel y Sasha no me hubiesen encontrado aquella noche bajo la tormenta y me hubieran dado un propósito, no sabía qué habría sido de mí en el mundo. Estaba en un lugar desconocido, sin saber nada de si existían siquiera más como yo en el universo ni por qué había llegado a la Tierra nada más nacer en las profundidades del cosmos.

    – [Sarah]Daniel ha preparado fajitas[/Sarah].- insistió ella, acercándose.- [Sarah]Noche mexicana[/Sarah]. – aclaró. Agradecí que se preocuparan por mí. Siempre lo habían hecho. Me enseñaron con paciencia, me dieron acceso a lo más valioso que tenían y me ayudaron a elegir un nombre, Nathaniel Rogers, Nate. Mi verdadero nombre no era transcribible a dialectos escritos, era más bien una sensación, la del amanecer visto desde el espacio exterior.

    – [Nate]Tentador.[/Nate] – respondí. Sarah sabía que eran uno de mis platos favoritos. En general, todo lo picante no me afectaba, así que tenía cierta predilección por los sabores fuertes y condimentados. – [Nate]Por cierto, no te lo he podido decir antes porque han sido unos días locos. Enhorabuena.[/Nate] – le felicité. Los últimos días con la mudanza habían sido muy ajetreados y no había estado a solas con Sarah para poder hablarlo, sabía que no le gustaría recibir las felicitaciones en público.

    – [Sarah]Calla, que me da vergüenza[/Sarah].- replicó ella, algo sonrojada.

    – [Nate]¿Por qué? Sois felices. Ya se notaba y ahora sois libres.[/Nate] – como ya he dicho, yo lo sabía bien, para mí no era un misterio si la gente estaba feliz o deprimida. Cuando me encontraron, los tres estaban muy juntos, ni siquiera lo pensé en aquél entonces, solo percibí sus buenas sensaciones. Con el tiempo supe que era un secreto y que se suponía que en este mundo lo normal es tener solo una pareja. A mí, que era un completo extraño a toda la cultura y las normas sociales establecidas, nunca terminaría de parecerme lógica esa restricción, por mucho que hubiera aprendido a comportarme como se esperaba y a guardarles el secreto.

    – [Sarah]Si alguna vez nos hace falta una rueda más: te llamamos[/Sarah].- bromeó Sarah. Alcé una ceja, algo extrañado. Tenía un problema todavía, después de veinte años, captando las bromas, pero ya había hecho mis pinitos con alguna. Me sabía unas cuantas que contaba Karen Reed, hay una de una sandía y un cuento, que está Cenicienta de fiesta y cenan sandía…espera, lo estoy contando mal. – [Sarah]Estaba de broma, Nate. Perdón[/Sarah]. – añadió. Me quedé serio unos instantes y dejé escapar una risotada que la hizo reír.

    – [Nate]Lo sé, tenéis el triángulo cerrado.[/Nate] – respondí, siguiendo la broma. Quería a Sarah, a Sasha y a Daniel, pero no de una forma física. Ese amor, el que no era romántico, sí que lo conocía bien. – [Nate]Y yo he ganado un apartamento.[/Nate] – añadí. Hasta el momento, había «compartido» el apartamento con Sasha, aunque prácticamente lo tenía todo el día solo para mí y dormía en el dormitorio principal porque Sasha dormía con ellos. Ahora, como ya no necesitaba la «tapadera» era todo para mí. Os diré algo, visto desde fuera, los seres humanos podéis ser muy rebuscados.

    – [Sarah]¿De verdad que no quieres venir a cenar? Me sabe mal que te quedes aquí[/Sarah].- preguntó de nuevo. Se sentía mal viendo que el edificio central estaba vacío y el apartamento me esperaba a mí solo. Pero a mí no me molestaba en absoluto. Era el guardían de la Escuela, bajo mi vigilancia, ninguno de esos muchachos y muchachas, niños y niñas, saldría herido física o mentalmente.

    – [Nate]Los niños me necesitan.[/Nate] – aclaré. – [Nate]Y Xander me ha regalado una nueva expansión de los Sims.[/Nate] – añadí. Un día antes Xander había venido a comunicarme que se iba una temporada a Merelia a terminar los estudios. Sentí flaquear mis fuerzas cuando me lo dijo, estaba muy afectado por Jane. Es horrible ver a personas a las que quieres tanto sentirse así entre ellos. Estuvimos charlando un rato y se animó un poco, volvería por la Escuela gracias a Noah y terminó regalándome el juego porque se sentía mal.

    – [Sarah]Gran juego[/Sarah].- respondió. Ella y Daniel me lo habían dado a conocer y ahora Xander me encontraba las expansiones porque se lo habían llevado a ese tal Endless que nunca me había llamado la atención. Era un poco anticuado pese a tener la misma edad exacta que cuando me encontraron a las puertas de ese mismo edificio.

    – [Nate]El próximo día voy.[/Nate] – le aseguré, para que se sintiera bien. – [Nate]Prometido.[/Nate] – una de las cosas que marcaban mi caracter es que mis promesas se cumplían siempre.

    – [Sarah]Te tomo la palabra[/Sarah]. – respondió ella, sonriendo.

    Asentí. – [Nate]¿Te puedo preguntar algo?[/Nate] – pregunté después de que cogiera el bolso y las llaves para irse.

    – [Sarah]Claro[/Sarah].- respondió, mirándome.

    Medité mis palabras. – [Nate]Nunca he estado enamorado.[/Nate] – confesé. Si lo había estado a través de otros y llegaba a ser adictivo, pero nunca lo había sentido en mis propias carnes. A veces resultaba demasiada carga no tener a nadie con quien compartir el mundo. – [Nate]¿Cómo es?[/Nate] – pregunté. Sabía que podía ser un sufrimiento, como Xander pasaba con Jane, pero sin embargo, no renunciaba a ello, así que tenía que ser algo que valiese la pena.

    – [Sarah]Es… bonito.[/Sarah]- dijo ella después de unos segundos.- [Sarah]También es duro, porque no todos los días son buenos.[/Sarah]- comentó, mirándome. Sabía que Sarah no me mentiría, que no lo dulcificaría, porque luego se sentiría culpable. Esa pequeña mujer que estaba frente a mí había llevado y llevaría siempre, la carga del mundo, solo que ahora la compartía, porque también tenía unos hijos de los que preocuparse.- [Sarah]Son risas, confianza, abrazos.[/Sarah]- se dejó ir un poco, pensando en sus dos amores, Sarah empezó a sentirse feliz. Noté crecer en ella las ganas de verles, de abrazarles y quedarse así sin separarse. Me maravilló, siempre lo hacía.- [Sarah]Es sexo, pero también es un beso en la frente cuando los niños no paran.[/Sarah]- se colocó el pelo detrás de la oreja y noté que también tenía ganas de verles por otros motivos. Eso era algo que aún no conocía. Ni siquiera sabía cómo era para los míos eso.- [Sarah]Es tu mejor amigo o amiga, tu familia y tu amante en una sola persona…o en dos.[/Sarah]- finalizó, sonriendo. Lo de ellos tres era amor sin dudarlo, creo que parte de mí se quedaría siempre buscando tener algo así.

    – [Nate]Espero encontrar algún día algo como lo que tenéis. [/Nate] – repliqué sinceramente.

    – [Sarah]La oferta sigue en pie[/Sarah].- añadió ella bromeando. Esperé unos segundos y al ver que sonreía me eché a reír durante varios minutos.

    – [Sarah]Lo encontrarás[/Sarah].- replicó ella, convencida.

    – [Nate]Dale un beso a todos de mi parte.[/Nate] – respondí como despedida.

    De eso hacía ya una buena temporada. Por el momento, no había conocido aún un amor como el suyo, pero sí lo había vivido a través de ellos y lo felices que se les veía. Por desgracia, los amores que sí conocía, los que tenía para mis niños, a los que había visto desde pequeños en algunos casos y desde que nacieron en otros, estaban ahora separados, desbandados. Y eso dolía de una forma que me hacía temer otro tipo de amor.