Moondale

Etiqueta: Nathaniel Rogers

  • DIFICULTADES

    XANDER ECHOLLS

    ESFERA SENATUS

    Los músculos de mis brazos se tensaron mientras me incorporaba con dificultad. Aturdido, como si hubiese dormido más horas de las habituales, miré a mi alrededor tratando de reconocer el terreno.

    Estábamos en la linde de un bosque. No era ningún bosque de Moondale porque pese a no ser un experto, las diferencias entre los árboles de unos y otros eran notables. A mi alrededor no había nadie, así que un miedo por el destino de los demás se me había instalado en el pecho.

    Mientras me ponía de pie y estudiaba la zona, rememoré los acontecimientos recientes. Omega nos había atacado, había activado los discos y eso nos había llevado al mundo de los Daesdi. El recuerdo de los discos hizo que instintivamente llevase la mano al bolsillo interior de la chaqueta, donde guardaba el disco. Ya no estaba, pero en su lugar había una esfera que parecía hecha de un cristal muy resistente. Blanco plateado y un insondable negro se cruzaban, dando lugar a diferentes tonos según sus movimientos.

    Volví a guardarme aquella orbe por el momento y seguí recordando mientras repasaba el inventario de mi mochila. Los Daesdi nos habían encomendado una misión, guiar a los Daë del Cúmulo, así que ahí debían haberme transportado, junto a los demás, aunque no entendía por qué estábamos separados, quizá para cubrir más terreno. Necesitábamos volver a casa cuanto antes, pero habían dicho que no era nuestro momento. Les habíamos visto tomar el aspecto de algunos de nosotros y según sus palabras, solo tomaban la apariencia de los Daë, así que quizá nuestro camino fuese convertirnos en Daë y desterrar a Omega definitivamente. Quizá no había sido una idea desesperada que se me había instalado en la cabeza.

    Oteé el horizonte. Al lado contrario al bosque se veía un muro del que no podía ver su fin. Tras él, se apreciaba el humo de lo que parecía una granja. Un ruido me distrajo, parecía metálico pero bajo él se escondían voces cuyo idioma no conseguía identificar.

    Lo primero que pensé fue en refugiarme, pero no había tiempo, segundos más tarde un grupo de personas salían de las profundidades del bosque ataviados con trajes de soldados romanos. Mi mente tardó en procesarlo mientras analizaba su ropa. El metal limpio pero desgastado de los combates, el gladius colgando al cinto, el blanco grisáceo de la lana de las capas de la mayoría de ellos. Eso me permitió distinguir al «líder», con su capa de color rojo gastado y su casco adornado con un penacho, un centurión. Incluso allí, en una situación de tensión como aquella, fui consciente de que no era un disfraz, estaba ante auténticos soldados romanos.

    Eran una cuadrilla de una docena, así que decidí que lo mejor que podía hacer era esperar. Venían directos hacia mí con un orden y una precisión militares casi inhumanos. Cuando llegaron, formaron a mi alrededor, impidiéndome huir. Ellos iban armados y para cuando yo quisiera sacar a Ocaso de la vaina ya me podrían haber clavado sus pilum o sus gladius.

    – [b]Loquetur lingua illustrata?[/b] – noté la entonación de pregunta del centurión, pero no tenía la menor idea de lo que acababa de decir. ‘Lingua illustrata’ parecía ‘lengua ilustrada’, latín, seguramente, pero ni sabía que era ‘loquetur’ ni podía disimular fingiendo que sabía latín. Era consciente de que estaba en un problema porque para los romanos el equivalente al racismo era con los que no compartían su lengua.

    Pensé durante unos instantes, deseando tener el poder de Noah para que todo aquello hubiese sido más fácil. No sabía latín, llevaba ropas de otro tiempo y estaba rodeado y solo.

    – [Xander]Lo siento, no hablo latín.[/Xander] – dije, esperando que mi lengua les recordase al menos al inglés antiguo. Quizá no fue mi mejor movimiento, más tarde me explicaron que el inglés antiguo vino de las tribus germanas y yo, rubio y con ojos azules, tenía bastante pinta de alemán. Nunca ha sido una nación excesivamente bien vista, pero para los romanos eran poco más que bárbaros.

    – [b]Barbarus.[/b] – dijo a sus compañeros. – [b]Es homo?[/b] – ¿que si era hombre? ¿humano? Vi movimientos a mi espalda, varios de los soldados me apuntaron con sus pilum.

    Alcé las manos para indicar que estaba indefenso pero uno de los soldados debió tomarlo por un ataque y se abalanzó con su arma. Esquivé, agarré su muñeca con una mano y aproveché mi fuerza para tumbarlo en el suelo.

    – [b]Omnia mutantur, nihil interit.[/b] – gritó el centurión. Los soldados se abalanzaron hacia mí. Esquivé como pude, pero eran demasiados, muy precisos, muy entrenados. Habría acabado allí, muerto por soldados romanos en un mundo al otro lado de la galaxia, fallándoles a todos. Pero tuve un golpe de suerte.

    Algo golpeó a dos soldados, arrastrándolos como si los hubiese arrollado un tranvía. Cogió las armas con sus manos y las arrojó lejos. Se giró y sonreí, era Nate. Aún quedaban soldados atacándome, así que dejé el saludo para más tarde. Un puño golpeó a un soldado que me atacaba por un flanco. Me giré instintivamente y vi a mi hermana Elle sonriéndome. Sentí un alivio que no podría describir.

    Antes de que pudiera defenderme, alguien lanzó lejos a dos soldados que tenía frente a mí. Era Bowie, totalmente sonriente, como si no acabase de lanzar a dos adultos por los aires. Entre los cuatro acabamos rápidamente con el resto de soldados y el centurión.

    – [Bowie]Te he salvado la vida.[/Bowie]- me sonrió Bowie. Le di un abrazo a cada uno de ellos y por mi mente se cruzó la idea de que Bowie debía estar pensando que había hecho algo mal.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – les dije. – [Xander]Por un momento pensé que estaba solo en…¿Roma?[/Xander] – comenté. Ellie se encogió de hombros, esto le resultaba tan extraño como a mí.

    – [Bowie]Si estuvieras solo estarías muerto.[/Bowie] – razonó Bowie, todavía teníamos que enseñarle que a veces había que ser un poco menos lógico.

    – [Xander]¿Dónde estábais?[/Xander] – pregunté. Miré a los soldados, algunos parecían inconscientes y otros sencillamente no debían querer levantarse.

    – [Bowie]Robando ropa.[/Bowie]- respondió ella, levantando un atillo donde llevaban al menos seis túnicas de algodón. Una suerte que se hubieran guardado las espaldas cogiendo de más.

    – [Nate]Bowie y yo despertamos juntos. Elle estaba un poco más lejos. Y tú, mucho más.[/Nate] – explicó Nate. Esperaba una mirada de reprimenda, pero supongo que se la guardaba para cuando estuviéramos a salvo. – [Nate]Hemos cogido togas de una granja.[/Nate] – señaló el atillo de Bowie.

    – [Xander]Tenemos que tener cuidado.[/Xander] – les recordé. Si esos soldados nos habían atacado con tanta facilidad, iba a ser complicado llegar hasta el Daë. Por mucho que lleváramos togas, no hablábamos latín.

    Como si les hubiese invocado, otro grupo de soldados, quizá miembros del mismo batallón al que habíamos derrotado, vinieron hasta nosotros en actitud de guerra. Una de ellos, vestida con una capa de color rojo, se adelantó a los demás y miró en actitud defensiva a los que teníamos a nuestros pies. Con un gesto suyo una decena de arcos nos apuntaban, con pinta de que no iban a fallar.

    – [Calliope]Barbarus, imperium transire malo.[/Calliope]- dijo la mujer de melena rubia.

    – [Bowie]Bárbaros, habéis elegido un mal día para pisar el Imperio.[/Bowie]- tradujo Bowie al instante. La mujer la miró. Aún teníamos mucho que aprender de Bowie. Henry nos había dicho que tenía mucha información almacenada en su cerebro, mejorado con implantes y tecnología. Al parecer parte de esa información era traducir otros idiomas, al menos el latín.

    – [Xander]Nos han atacado sin avisar.[/Xander] – traté de explicar. – [Bowie]Subito adorti.[/Bowie] – puntualizó Bowie.

    – [Calliope]Mentiras.[/Calliope]- la mujer habló en latín, pero mi mente empezó a quedarse solo con las traducciones de Bowie.

    – [Xander]No entendía su idioma, me ha atacado uno, me he defendido y los demas me han atacado después.[/Xander] – me defendí. Iba a resultar difícil, por no decir imposible, convencer a un soldado romano de darle la razón a un bárbaro en lugar de a un ciudadano.

    – [Calliope]Me estoy cansando de tus mentiras, bárbaro.[/Calliope]  – sentenció. Una cicatriz le cruzaba la mejilla, junto a otras en retazos de piel que tenía al descubierto. Que vuestra imaginación no desborde, era una mujer pero llevaba una armadura lógica para ser mujer, no una que dejase mucha piel al descubierto como pasaba todavía a menudo en los juegos. Se la veía curtida en batalla.

    El centurión se incorporó y nos echamos hacia atrás con un gesto de la mujer. – [b]Decurión Calliope, ordena a tu unidad que acabe con todos ellos. Son monstruos del otro lado del muro.[/b] – era extraño entender sus palabras de boca de Bowie, pero aún más todo lo que estaba pasando. Sin tener un contexto de ese mundo era casi imposible defenderse, estaba completamente perdido.

    La mujer, Calliope, asintió.- [Calliope]Formación, preparados para el ataque.[/Calliope] – los soldados, incluso los que se habían incorporado a sus filas de entre los que habíamos derribado, se colocaron en formación con sus scutum para atacarnos. No había forma de que pudiéramos hacer nada.

    – [Nate]Solo nos hemos defendido.[/Nate] – intervino Nate. – [Nate]Venimos de muy lejos y no sabemos qué está pasando.[/Nate] – su sinceridad me llamó la atención. Quizá era el mejor enfoque, pero costaba ser sincero cuando

    – [b]Decurión, no escuches a estos monstruos. Nuestra labor es acabar con ellos.[/b] – el centurión parecía decidido a no dejarnos escapar, no había opción al diálogo y me estaba empezando a preocupar.

    – [Xander]Si fuéramos demonios, nos defenderíamos.[/Xander] – respondí, aferrándome a hablar antes de golpear. Me coloqué delante de Bowie y Elle y Nate hicieron lo mismo. – [Xander]Iremos con vosotros, demostraremos que no somos peligrosos.[/Xander] – les ofrecí. No era la mejor idea, adentrarse en un territorio hostil, pero necesitaba opciones y ahora mismo no tenía ninguna más.

    Calliope, la Decurión, nos observó atentamente. Su mirada pasaba de nosotros a Bowie, a la que teníamos cubierta y resguardada. Parecía que podíamos llegar a hablar las cosas, pero entonces el Centurión decidió iniciar la carga junto con varios soldados que estaban a su lado.

    Nos defendimos, claro está. Bowie probablemente tuviera más aptitudes que nosotros para librar ese combate, pero era nuestra hermana menor así que ni mi hermana ni yo dejamos que se acercaran a ella. Nate por su parte nos protegía a los tres con su descomunal tamaño.

    Tratamos de no ser letales, de incapacitarles, pero ellos iban armados y estaban entrenados, así que cuando el filo de un gladius me rasgó el costado, empecé a temer por nosotros. Fue entonces cuando algo cambió. Calliope habló e intentó detenerlos, pero sigueron tratando de matarnos. Ella se colocó en medio y trató de protegernos del Centurión, que era el único que quedaba en pie. Discutieron, pero sin la traducción de Bowie, que estaba más apartada, no entendí nada. Finalmente, Calliope le incapacitó y cayó inconsciente al suelo. La miré, parecía contrariada, como si en su interior se librase una lucha para despejar la confusión.

    – [Calliope]Cargad al centurión Faventino, someteremos este asunto a la ley romana.[/Calliope] – indicó al resto de sus soldados, que cogieron al Centurión y lo maniataron antes de subirlo a un carro. – [Calliope]Vendréis con nosotros a Nova Pompeya. El Legatus Tulio resolverá este asunto.[/Calliope] – aclaró. El nombre me dejó tan perplejo como a los demás. Calliope no apartaba la mirada de nosotros, pero esta vez no parecía tan confiada, algo le había provocado dudas, algo de lo que había hablado con el Centurión.

    – [Xander]No tenemos más remedio.[/Xander] – dije a los demás. Teníamos una opción y debíamos aferrarnos a ella. – [Xander]¿Podemos cambiarnos de ropas?[/Xander] – le pregunté. Con las togas destacaríamos menos entre los ciudadanos romanos y quizá tuviéramos una opción con ese tal Tulio.

    – [Calliope]Haremos un alto en el camino.[/Calliope] – indicó. Se dio la vuelta y caminamos casi una hora hasta otra parte de su destacamento, que custodiaba el campamento y los caballos. Allí, pudimos cambiarnos de ropa y emprendimos de nuevo la marcha con Calliope y un grupo de ocho soldados que nos rodeaba, asegurándose de que no escapásemos.

    La marcha, sin descanso y a pie mientras ellos iban a caballo, no iba a ser fácil, pero algo me decía que nada de lo que nos esperaba en una temporada iba a serlo.

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.

  • NATE

    NATE ROGERS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO

    Terminé de preparar los huevos revueltos y el bacon y me senté a desayunar en mi silencioso apartamento. Desde el cristal necrotemplado de la cocina observé mientras desayunaba a los jóvenes y no tan jóvenes estudiantes de la Escuela Legado aprovechar los tempranos rayos de sol de julio.

    Era aún muy pronto para revisar la seguridad y hacer ronda de vigilancia, así que disfruté viéndolos sonreír y viviendo sus amores al aire libre.

    Terminé de comer y fregué el plato y los cubiertos, pensativo. En toda mi vida no había conocido aún lo que era el amor de primera mano. Sabía perfectamente el impacto de ese sentimiento porque mi propia naturaleza me hacía fortalecerme de los sentimientos positivos y ese sin duda, era uno de los que más poder proporcionaba.

    Muchas veces volvía a recordar aquella noche de hacía un año, justo cuando estaba cambiando el apartamento del edificio central de la Escuela, el que había sido de Sasha pero ya no necesitaba porque su relación con Daniel y Sarah había salido a la luz y en ese momento me habían ofrecido a mí.

    – [Sarah]Nate, ¿te vienes a cenar a casa?[/Sarah]- preguntó Sarah. Esa noche estaba más jovial que de costumbre, parecía que desde que su secreto ya no era tan secreto, estaba más alegre. Por desgracia como bien sé, la alegría no es eterna y la felicidad no es un estado final. A veces la tienes y a veces no. Por eso yo mismo tenía días más fuertes y más débiles. Normalmente, por suerte, conseguía alimentarme de las esperanzas de todos los alumnos y alumnas de la Escuela por encajar en un lugar y usaba esas fuerzas para protegerlos. Pero en su día hubo momentos duros en los que flaquearon las fuerzas y solo con la ayuda de los Moondies pudimos mantenernos estoicos.

    – [Nate]Llegaría muy tarde y tengo turno de noche.[/Nate] – le recordé. Para ser alguien que se alimenta de emociones positivas, no suelo ser una persona que refleje demasiado las suyas. Por regla general, era feliz con mi vida, así que no creía necesario recordarlo a menudo con una sonrisa. – [Nate]Pero muchas gracias, Sarah.[/Nate] – le respondí. Para mí, mi trabajo era mi vida, en él había conocido a mi familia y mi vocación, que era defender a los que más lo necesitaban. Si Sarah, Daniel y Sasha no me hubiesen encontrado aquella noche bajo la tormenta y me hubieran dado un propósito, no sabía qué habría sido de mí en el mundo. Estaba en un lugar desconocido, sin saber nada de si existían siquiera más como yo en el universo ni por qué había llegado a la Tierra nada más nacer en las profundidades del cosmos.

    – [Sarah]Daniel ha preparado fajitas[/Sarah].- insistió ella, acercándose.- [Sarah]Noche mexicana[/Sarah]. – aclaró. Agradecí que se preocuparan por mí. Siempre lo habían hecho. Me enseñaron con paciencia, me dieron acceso a lo más valioso que tenían y me ayudaron a elegir un nombre, Nathaniel Rogers, Nate. Mi verdadero nombre no era transcribible a dialectos escritos, era más bien una sensación, la del amanecer visto desde el espacio exterior.

    – [Nate]Tentador.[/Nate] – respondí. Sarah sabía que eran uno de mis platos favoritos. En general, todo lo picante no me afectaba, así que tenía cierta predilección por los sabores fuertes y condimentados. – [Nate]Por cierto, no te lo he podido decir antes porque han sido unos días locos. Enhorabuena.[/Nate] – le felicité. Los últimos días con la mudanza habían sido muy ajetreados y no había estado a solas con Sarah para poder hablarlo, sabía que no le gustaría recibir las felicitaciones en público.

    – [Sarah]Calla, que me da vergüenza[/Sarah].- replicó ella, algo sonrojada.

    – [Nate]¿Por qué? Sois felices. Ya se notaba y ahora sois libres.[/Nate] – como ya he dicho, yo lo sabía bien, para mí no era un misterio si la gente estaba feliz o deprimida. Cuando me encontraron, los tres estaban muy juntos, ni siquiera lo pensé en aquél entonces, solo percibí sus buenas sensaciones. Con el tiempo supe que era un secreto y que se suponía que en este mundo lo normal es tener solo una pareja. A mí, que era un completo extraño a toda la cultura y las normas sociales establecidas, nunca terminaría de parecerme lógica esa restricción, por mucho que hubiera aprendido a comportarme como se esperaba y a guardarles el secreto.

    – [Sarah]Si alguna vez nos hace falta una rueda más: te llamamos[/Sarah].- bromeó Sarah. Alcé una ceja, algo extrañado. Tenía un problema todavía, después de veinte años, captando las bromas, pero ya había hecho mis pinitos con alguna. Me sabía unas cuantas que contaba Karen Reed, hay una de una sandía y un cuento, que está Cenicienta de fiesta y cenan sandía…espera, lo estoy contando mal. – [Sarah]Estaba de broma, Nate. Perdón[/Sarah]. – añadió. Me quedé serio unos instantes y dejé escapar una risotada que la hizo reír.

    – [Nate]Lo sé, tenéis el triángulo cerrado.[/Nate] – respondí, siguiendo la broma. Quería a Sarah, a Sasha y a Daniel, pero no de una forma física. Ese amor, el que no era romántico, sí que lo conocía bien. – [Nate]Y yo he ganado un apartamento.[/Nate] – añadí. Hasta el momento, había «compartido» el apartamento con Sasha, aunque prácticamente lo tenía todo el día solo para mí y dormía en el dormitorio principal porque Sasha dormía con ellos. Ahora, como ya no necesitaba la «tapadera» era todo para mí. Os diré algo, visto desde fuera, los seres humanos podéis ser muy rebuscados.

    – [Sarah]¿De verdad que no quieres venir a cenar? Me sabe mal que te quedes aquí[/Sarah].- preguntó de nuevo. Se sentía mal viendo que el edificio central estaba vacío y el apartamento me esperaba a mí solo. Pero a mí no me molestaba en absoluto. Era el guardían de la Escuela, bajo mi vigilancia, ninguno de esos muchachos y muchachas, niños y niñas, saldría herido física o mentalmente.

    – [Nate]Los niños me necesitan.[/Nate] – aclaré. – [Nate]Y Xander me ha regalado una nueva expansión de los Sims.[/Nate] – añadí. Un día antes Xander había venido a comunicarme que se iba una temporada a Merelia a terminar los estudios. Sentí flaquear mis fuerzas cuando me lo dijo, estaba muy afectado por Jane. Es horrible ver a personas a las que quieres tanto sentirse así entre ellos. Estuvimos charlando un rato y se animó un poco, volvería por la Escuela gracias a Noah y terminó regalándome el juego porque se sentía mal.

    – [Sarah]Gran juego[/Sarah].- respondió. Ella y Daniel me lo habían dado a conocer y ahora Xander me encontraba las expansiones porque se lo habían llevado a ese tal Endless que nunca me había llamado la atención. Era un poco anticuado pese a tener la misma edad exacta que cuando me encontraron a las puertas de ese mismo edificio.

    – [Nate]El próximo día voy.[/Nate] – le aseguré, para que se sintiera bien. – [Nate]Prometido.[/Nate] – una de las cosas que marcaban mi caracter es que mis promesas se cumplían siempre.

    – [Sarah]Te tomo la palabra[/Sarah]. – respondió ella, sonriendo.

    Asentí. – [Nate]¿Te puedo preguntar algo?[/Nate] – pregunté después de que cogiera el bolso y las llaves para irse.

    – [Sarah]Claro[/Sarah].- respondió, mirándome.

    Medité mis palabras. – [Nate]Nunca he estado enamorado.[/Nate] – confesé. Si lo había estado a través de otros y llegaba a ser adictivo, pero nunca lo había sentido en mis propias carnes. A veces resultaba demasiada carga no tener a nadie con quien compartir el mundo. – [Nate]¿Cómo es?[/Nate] – pregunté. Sabía que podía ser un sufrimiento, como Xander pasaba con Jane, pero sin embargo, no renunciaba a ello, así que tenía que ser algo que valiese la pena.

    – [Sarah]Es… bonito.[/Sarah]- dijo ella después de unos segundos.- [Sarah]También es duro, porque no todos los días son buenos.[/Sarah]- comentó, mirándome. Sabía que Sarah no me mentiría, que no lo dulcificaría, porque luego se sentiría culpable. Esa pequeña mujer que estaba frente a mí había llevado y llevaría siempre, la carga del mundo, solo que ahora la compartía, porque también tenía unos hijos de los que preocuparse.- [Sarah]Son risas, confianza, abrazos.[/Sarah]- se dejó ir un poco, pensando en sus dos amores, Sarah empezó a sentirse feliz. Noté crecer en ella las ganas de verles, de abrazarles y quedarse así sin separarse. Me maravilló, siempre lo hacía.- [Sarah]Es sexo, pero también es un beso en la frente cuando los niños no paran.[/Sarah]- se colocó el pelo detrás de la oreja y noté que también tenía ganas de verles por otros motivos. Eso era algo que aún no conocía. Ni siquiera sabía cómo era para los míos eso.- [Sarah]Es tu mejor amigo o amiga, tu familia y tu amante en una sola persona…o en dos.[/Sarah]- finalizó, sonriendo. Lo de ellos tres era amor sin dudarlo, creo que parte de mí se quedaría siempre buscando tener algo así.

    – [Nate]Espero encontrar algún día algo como lo que tenéis. [/Nate] – repliqué sinceramente.

    – [Sarah]La oferta sigue en pie[/Sarah].- añadió ella bromeando. Esperé unos segundos y al ver que sonreía me eché a reír durante varios minutos.

    – [Sarah]Lo encontrarás[/Sarah].- replicó ella, convencida.

    – [Nate]Dale un beso a todos de mi parte.[/Nate] – respondí como despedida.

    De eso hacía ya una buena temporada. Por el momento, no había conocido aún un amor como el suyo, pero sí lo había vivido a través de ellos y lo felices que se les veía. Por desgracia, los amores que sí conocía, los que tenía para mis niños, a los que había visto desde pequeños en algunos casos y desde que nacieron en otros, estaban ahora separados, desbandados. Y eso dolía de una forma que me hacía temer otro tipo de amor.