Moondale

Etiqueta: Niall ‘Rupaul’

  • TIGRE Y SERPIENTE

    COLE ROMAN

    NARA – NOCHE

    El pueblo oculto tenía unas reglas muy claras, solo los ninja podían acercarse al Bosque del Tigre para obtener su bendición, ya que, incluso los mejor formados, no volvían nunca y los que lo hacían, tenían conocimientos más allá de los que podían encontrar en su mundo.

    Puse todo mi empeño en atender a los maestros, en convertirme en un ninja de nivel suficiente como para tener permitido el paso, pero aquello se dilató durante semanas. Zahra participó también en el entrenamiento pero aquello no era territorio de Niall, que no estaba interesado. Si todos teníamos que llegar al nivel que ellos consideraban, no saldríamos de allí nunca. Tenía que tomar una decisión

    Esperé tras la cena y las clases, hasta la hora de dormir, era el único momento en el que estábamos solos de verdad los tres, aunque en un pueblo de espías profesionales poco podía fiarme.

    Seguí esperando. Niall se tomaba un té y me miraba con el ceño fruncido mientras trasteaba en su InfiniBand anticuada hasta encontrar unos audios con solos de varios instrumentos. Sabía que sería rata con los datos y tendría descargado lo que necesitara. Le pregunté por señas para que me dijera el que mejor podía encajar y cuando la música empezó a sonar, les mandé acercarse.

    – [Cole]No podemos esperar a la aprobación del clan, tenemos que ir ya a por el portal, esto es eterno.[/Cole] – les expliqué.

    – [Zahra]Lo veo correcto.[/Zahra] – replicó Zahra. Era una persona muy práctica, así que no esperaba menos. Tampoco era alguien que se quedara mucho tiempo en el mismo lugar. No sabía qué le pasaría si algún día lográbamos volver a casa.

    – [Cole]¿Niall? Tenemos que estar todos de acuerdo. Será peligroso.[/Cole]- pregunté a mi hermanastro. Niall no era persona de vivir luchas, conflictos y grandes batallas, si no más bien de cantarlas.

    – [Niall]¿Me estas diciendo que si me niego nos quedamos aquí para siempre? Por suerte para vosotros me quiero ir a casa, por muy peligroso que sea.[/Niall] – sentenció. Asentí, preocupado, las otras veces que habíamos hecho misiones habíamos sido grupos más numerosos. Y ni siquiera entonces nos enfrentamos a entidades ancestrales protectoras de la comunicación entre planetas.

    Recogimos nuestras cosas en silencio y salimos sin que nadie nos viera. Era un reto, pero nos habían enseñado bien y no debían esperar que nos saltáramos aquella regla vital a riesgo de morir tan fácilmente.

    – [Zahra]En realidad, te habríamos dejado tirado sin miramientos.[/Zahra] – le chinchó Zahra, cuando ya no podría oírnos nadie de la aldea. Sonreí al ver que había aprendido a bromear.

    En el bosque hacía un frío demencial y eso significaba problemas. – [Cole]Había pocas dudas, no eres persona de duchas frías.[/Cole] – Niall tenía un origen humilde del que no daba muchos detalles, pero se había acostumbrado muy rápido a algunas comodidades. De hecho su mochila era el doble que las nuestras.

    Tras caminar unos cuantos minutos, aún manteniendo el silencio, empezamos a ver ánimas, linternas espectrales que dotaban al bosque de un aire azulado y tétrico. – [Cole]No deberían hacernos nada, pero cada vez hay más.[/Cole] – aclaré.

    – [Zahra]Lo mejor que se puede hacer es ignorarlas.[/Zahra] – seguía siendo una experta en supervivencia.

    Pasamos entre ellas, cada vez más, como si fueran medusas del aire. Niall rozó una con el brazo.

    – [Niall]Está helado.[/Nial] – se quejó, abrazándose.

    – [Cole]No sé qué te pasa con el frío, debería estar quejándome yo. [/Cole]- que sin luz y calor solo era un demonio cruzado.

    Zahra continuó liderando la marcha, en silencio.

    – [Niall]Te recuerdo que soy medio pájaro.[/Niall] – replicó.

    – [Cole]¿Y no podías haber sacado la vista aguda en lugar de la piel de gallina?[/Cole] – pregunté, intentando mantenerle distraído del hecho de que había tantas que no se sabía por dónde pasar.

    – [Niall]También tengo el pico afilado.[/Niall]

    – [Cole]Vete preparándolo, porque mi ‘sentido lagartico’ dice algo. [/Cole]- Zahra se agachó y la imitamos.

    El frío a esas alturas era terrible, húmedo, calando hasta los huesos. De poco servirían mis poderes allí.

    Al frente las linternas se apartaron dejando paso a un tigre más grande de lo habitual hecho de pura niebla.

    – [b]Sé que venís a reclamar el portal.[/b] – sentenció. – [b]Pero aquí ya no hay pruebas de valor, solo muerte.[/b] – se acercó a nosotros y  la luz de la luna podían verse hebras de oscuridad dispersa recorriendo su cuerpo de niebla.

    – [Niall]Creo que el té ese de hierbas llevaba algo porque estoy viendo un tigre de humo.[/Niall] – dio un paso atrás.

    – [Cole]Lo divertido va a ser detenerlo. Tenemos que ir despa… [/Cole]- organizar no era lo mío, líderes natos teníamos a los Echolls, pero al menos esa vez debía intentarlo. Aun así el destino no lo quiso igual y aquella niebla oscura salió del tigre y nos rodeó completamente penetrando a través de las fosas nasales, los oídos, la boca….

    Mis ojos vieron entonces un mundo distinto, un mundo caótico, lleno de demonios que me invitaban a vivir como ellos, a controlar a esos débiles humanos, a usar nuestro poder. Ellos, con sus rostros de serpiente, llamándome, diciéndome que nunca me juzgarían porque eran como yo.

    Zahra estaba allí, sin querer moverse para ayudar a las personas que estaban a merced de los demonios. Niall también, observando desde un palco, protegido, a salvo.

    No sé lo que tardamos, solo sé que me enfrenté a esa parte de mí, no necesitaba ser aceptado por todo el mundo, no tenía que ser igual que los demás. Zahra consiguió ponerse en pie y Niall bajó de su zona de seguridad para ayudarnos. Salvamos a una joven y la oscuridad se desvaneció.

     – [b]Gracias por liberarme de ese ser.[/b] – dijo la joven, ahora en mitad del bosque, ataviada con un vestido decorado con el motivo de dos tigres entrelazados.

    – [Cole]Gracias a ti por dejarnos pasar.[/Cole] – asentí y juntos cruzamos. No habíamos obtenido poderes inconmensurables, pero el portal que abrió para nosotros nos dejó ver una silueta roja conocida en la distancia. Estábamos en casa.

  • UN NUEVO NOAH

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Ajusté la apertura y observé por el objetivo. Aquél trabajo era laborioso, complejo, delicado y requería una paciencia que estaba empezando a descubrir en mí, era un camino para labrar al nuevo Noah en el que quisiera o no, comenzaba a transformarme.

    En los días pasados había dado inicio al lento proceso de acostumbrarme a mi nueva condición, rodeado de las terribles noticias de la Tierra y las heridas que estaban sembradas por toda nuestra «comunidad».

    Mi mente seguía ágil, cómo si aquella velocidad que había tenido y parecía ahora un eco de un pasado remoto la hubiera entrenado y pulido hasta estar a su altura. Mis reflejos también estaban a la altura, era consciente rápido de lo que me rodeaba, de los cambios en el entorno.

    Por eso en el momento en el que Lexie apareció por la escotilla de la segunda planta y caminó por el techo de la nave hacia mí, fui consciente. Pero serlo no implicaba que fuese más sencillo reaccionar. Había evitado a Lexie en los últimos días, tenía algunos motivos pero cualquier argumento se venía abajo si lo pensaba, eran miedos y no podía dejar que mediaran en mi vida, y sin embargo, pese a saberlo, me paralizaban.

    – [Lexie]¿Qué haces aquí?[/Lexie] – preguntó. Su voz fue música para mis oídos, echaba de menos estar con ella, sin necesidad de hacer nada, simplemente estando juntos, escuchar su voz, sentir el calor de su cuerpo contra el mío.

    – [Noah]Intento sacar una foto de los planetas visibles. [/Noah]- dije, incapaz ya de concentrarme pero haciendo como que sí para evitar mirarla fijamente a los ojos. Temía lo que podía encontrar en ellos.

    – [Lexie]No creo que se muevan mucho.[/Lexie] – su tono de voz parecía amigable, aunque eso no descartaba que su enfado estuviera presente.

    – [Noah]¿Y tú? ¿Cómo es que has subido aquí?[/Noah] – pregunté, girándome. No podía evitar cruzarme con ella por un miedo omnipresente a perderla, porque ya lo estaba haciendo. Por suerte, al no tener todo el tiempo del mundo para pensar como hacía antes, me resultaba más fácil lanzarme al impulso de actuar.

    – [Lexie]He venido a verte.[/Lexie] – dijo mirándome. Me fijé en cualquier cosa menos sus ojos. Su ropa, de puro verano de Louna, un top blanco, corto, dejando más que el ombligo al descubierto y unos pantalones de un tono rosáceo. Esas palabras eran el preludio de algo que podía ser bueno o muy malo. Si venía a verme porque me echaba de menos me derrumbaría pero no sería malo en sí, pero también podía venir a verme porque estaba cansado de un tío que estaba más ocupado sacando fotos a un cielo en lugar de tratarla como se merecía.

    – [Noah]Ah.[/Noah] – respondí. – [Noah]¿Pasa algo?[/Noah] – fue lo único que se me ocurrió preguntar pese a que los dos sabíamos la respuesta.

    – [Lexie]Quería saber qué te pasa estos días.[/Lexie] – encontré una cadencia de tristeza en sus palabras. Lexie era una mujer fuerte, divertida, maravillosa y no tenía por qué pasarlo mal por mí. Se me ocurrió que lo mínimo que podía hacer era mirarla a los ojos y cuando lo hice, recordé una vez más que no podía resistirme a ella, se me apareciera con una cara u otra.

    – [Noah]Estoy bien. [/Noah]- mentí. Aún no, pero estaba en ello. La muerte de Elizabeth me había influido. Puede que no fuera mi abuela pero la conocía y la había tratado, me apenaba la idea de no volverla a ver, pero también pensar en el dolor que estaban sufriendo Elle, Xander, Amy, Kaylee, Vera e incluso Bowie. Y luego estaba el hecho de que su muerte, aunque no había tenido nada que ver con Omega, me recordaba que mi trato no garantizaba que todos fueran estar allí cuando regresáramos. – [Noah]Adaptándome a esto.[/Noah] – me señalé a mí mismo con la mano y pude seguir con la mirada cada movimiento, algo de lo que antes no habría sido capaz.

    – [Lexie]Ya, pero últimamente estás pasando de mí y me estoy empezando a enfadar.[/Lexie] – ahí estaba, la Lexie de detrás de todas las apariencias y engaños a la que había conseguido conocer y amar.

    Suspiré, no tenía sentido evitar más hablar de mis preocupaciones con ella, así que me senté cerca. – [Noah]Lo siento, Lexie.[/Noah] – era una disculpa sincera, pero con eso no bastaba, ni para ella ni para mí.

    – [Lexie]No me vale, la verdad.[/Lexie] – confirmó, poniéndose de pie frente a mí y colocando los brazos en jarras. Alcé la vista, qué increíble era, ¿cómo podía llegar a merecerla? – [Lexie]Me he quedado en esta mierda de nave que no vuela por ti. Podría estar en mi casa como la otra idiota que nos ha dejado tiradas.[/Lexie] – sentenció. Ese era uno de los motivos por los que la rehuía los últimos días. Antes de Caitriona Lexie podría haberse ido, pero se quedó por mí, porque le importaba.

    – [Noah]Lo sé, ¿crees que no lo sé?[/Noah] – le respondí. – [Noah]No merezco que te quedaras aquí por mí, tienes una vida allí, la tenías antes de conocerme.[/Noah] – añadí. No podía enfrentarme a la idea de que tuviera que lidiar con una vida que no quería solo por estar conmigo, pero no nos quedaba más opción y tenía que dejarme de tonterías.

    – [Lexie]Para mí habría sido más fácil volver a casa.[/Lexie]- admitió. Solo decía las verdades que yo mismo sabía ya, pero la confirmación hacía que las preocupaciones me siguiesen rondando la cabeza.

    – [Noah]Y por mí culpa ya no existe esa opción.[/Noah] – Omega se encargó de eliminar las opciones y de paso, quedárselas para regresar a la Tierra. Era el origen de todo esto, pero al final tampoco recaía solo en ella la culpa, yo había decidido entregar la velocidad para protegerles, Lexie había decidido quedarse y Xander había decidido librar al mundo de su amenaza. Decisiones y repercusiones.

    – [Lexie]No te estoy culpando, porque fui libre de elegir, pero tampoco está bien que me ignores cuando sabes que eres la razón principal por la que estoy aquí.[/Lexie] – me sorprendió verla así, tan…madura, tan en control de sus sentimientos.

    – [Noah]No te ignoro, me despierto deseando estar contigo pero…[/Noah]- había empezado a decirlo y tenía que terminar. Lexie era mi Selardi, eso lo sabía desde hacía mucho y cada día y faceta que conocía de ella no hacía más que confirmármelo, así que si lo sabía con tanta certeza no podía dudar en mostrarle mis sentimientos. – [Noah] te estaba ahorrando mi presencia, acordarte de lo que perdiste y de que ahora…soy otro.[/Noah] – resumí, como si me arrancara un peso del pecho, evitando mirarla fijamente. No estaba preparado para su reacción. Lo había pensado muchas veces, ella se había enamorado de un Noah que tenía tiempo para pensar bien cada uno de sus actos, un Noah que podía llevarla a cualquier parte del mundo, que podía encargarse de todos sus problemas y tener tiempo libre de cargas junto a ella.

    – [Lexie]¿Tú crees que a mí me gustaba tu velocidad?[/Lexie] – preguntó. Su tono hizo que volviera a mirarla a la cara y vi que alzaba una ceja bien marcada, un gesto que siempre me había resultado atractivo en ella.

    – [Noah]Te enamoraste de un Noah y ahora soy otro. No podré hacer las mismas cosas, ni a pensar tan bien lo que digo.[/Noah] – reconocí. Puede que mi velocidad fuera un lastre en otros sentidos para algunas personas, pero tenía ventajas.

    – [Lexie]Bueno, lo de que estoy enamorada lo dices tú.[/Lexie]- replicó con una sonrisa maliciosa, estaba disfrutando en cierta manera y eso me hizo sentir mejor.

    – [Noah]Tienes que estarlo para haberte quedado en este sitio tan poco fancy.[/Noah] – repliqué siguiéndole el juego del tira y afloja.

    – [Lexie]Lo que quiero decir es que a nadie le gustaba tu velocidad salvo a ti.[/Lexie]- sentenció. Era duro pensar que había podido molestar a alguien con mi poder pero en aquél momento en el que ya lo había perdido, tenía una parte reconfortante.- [Lexie]Esto me ha quedado fatal. En realidad, creo que el problema es que eras demasiado rápido para el resto.[/Lexie] – corrigió. Debía tener muy mala pinta para que Lexie rectificara. Por algún motivo pensar eso me hizo sonreír y la sensación reconfortante se afianzó.

    Le di una vuelta a qué se refería, con mi poder siempre estaba buscando hacer algo, lo que no debería ser un problema en sí, pero los entretenimientos me duraban poco y al estar metido en una misión con el resto, podía estar asfixiándoles con mi ritmo, exigiendo algo que no podían cumplir.- [Noah]Supongo que lo entiendo, en parte ahora estoy descubriendo a vivir de otra forma.[/Noah] – comenté. Estaba volviendo a descubrir los placeres del mundo. – [Noah]Corría demasiado.[/Noah] – había sido un miedo recurrente desde después de la adolescencia, ir tan rápido que me perdía lo que de verdad importaba y con Lexie ese miedo había ido a más. Ahora pensaba en los momentos en los que estaba con ella y mi mente estaba a la vez haciendo cuatro o cinco cosas más.

    – [Lexie]La velocidad solo era una ventaja para ti. El resto íbamos detrás con la lengua fuera.[/Lexie] – replicó despreocupadamente. Yo me limité a sonreírle y alzar una ceja, eso bastaría, me conocía lo suficiente como para entenderlo.

    – [Lexie]Sabes a qué me refiero.[/Lexie] – replicó, pero asomó una sonrisa en sus labios.

    Asentí y noté que nuestro enlace volvía a estar ahí, pese a todo lo que había pasado, quizá más fuerte que antes. Este cambio era una oportunidad para centrarme más en lo que de verdad importaba. – [Noah]Quizá sea una buena oportunidad para mirar un poco más para lo… nuestro.[/Noah] – le confesé.

    – [Lexie]Y para el resto de relaciones que tengas con gente de la nave.[/Lexie] – me aconsejó. Estaba disfrutando de la sensación de que Lexie me aconsejara, que me apoyara cuando yo mismo no sabía qué hacer. Era una intimidad como no había conocido antes.- [Lexie]Relaciones no sexuales.[/Lexie] – mi mente repasó la idea de que yo no había nombrado el sexo aún, así que a quien debía habérsele cruzado en la cabeza era a ella.

    – [Noah]No son igual de divertidas pero las apuntaré en mi lista. Pensándolo en frío no tenía tiempo más que para preocuparme.[/Noah] – admití.

    – [Lexie]¿Ves? En Louna no pensamos y mira lo bien que nos va.[/Lexie] – bromeó, sentándose a mi lado. Olí su irresistible perfume.

    – [Noah]Me han dicho que en tu familia están todos bien, ya les han avisado de todo y de que aunque hice el trato, tengan cuidado.[/Noah] – dije aprovechando que la tenía tan cerca para disfrutar de nuevo de cada milímetro de su cuerpo.

    – [Lexie]Lo tendrán. Mi padre solo tiene dinero y los poderes de mi madre están relacionados con los muertos.[/Lexie]- se quedó callada, pensando. Omega no se arriesgaría a llamar tanto la atención como para atacar a las personas más ricas de Ripper, pero no podía arriesgarme a no incluirlos.- [Lexie]Y mi hermano tiene tres neuronas y las debe estar dedicando a fumar porros.[/Lexie] – espetó.

    – [Noah]¿Los echas de menos?[/Noah] – le pregunté. Sabía que no eran uña y carne, pero Lexie era una maestra en esconder lo que pensaba, así que la mejor forma de saberlo era preguntar.

    – [Lexie]Esto no lo diría nadie en voz alta, pero es la primera vez que pienso en mi hermano desde que estamos aquí.[/Lexie]- se encogió de hombros. Era lícito, no habíamos parado desde entonces y a veces una relación sanguínea no implica que haya que tener…vinculación.- [Lexie]Mi padre y mi madre no están mal, pero me gustan más cuanto más lejos los tengo.[/Lexie]- comentó mirándose las uñas, perfectamente arregladas y largas. Recordé un chiste sobre las orientaciones sexuales y el largo de las uñas, pero me lo guardé.- [Lexie]Lo que más echo de menos es mi vida. Estoy acostumbrada a…[/Lexie] – empezó a decir, pero me miró y se detuvo. Era una de las pocas veces que la veía dudar.

    – [Noah]Di lo que necesites decir, yo nunca voy a juzgarte.[/Noah] – coloqué una mano en su espalda, notaba su musculatura, pese a no dedicarse a ello en cuerpo y alma, Lexie estaba muy en forma.

    – [Lexie]En realidad, estoy acostumbrada a no hacer nada.[/Lexie] – replicó. Me encogí de hombros, a veces no hacer nada está infravalorado.

    – [Noah]Sé que tú naturaleza es muy distinta a esto de… salvar el universo, pero se te da muy bien.[/Noah] – le acaricié la espalda de forma distraída. Noté que el vello se le erizaba cuando le pasé los dedos por la suave piel de la nuca.

    – [Lexie]A mí me gusta despertarme tarde, coger el coche e irme a desayunar a una cafetería al lado de la playa.[/Lexie]- comentó. En un mundo ideal, Lexie, teniendo la fortuna de sus padres, no tendría preocupaciones de «supervivencia», pero en el que nos había tocado sí, era un choque directo contra su forma de ser.- [Lexie]No me gusta salvar el mundo.[/Lexie] – afirmó. Era legítimo, no era ningún trabajo, no estaba, como se suele decir «ni pagado ni agradecido».

    – [Noah]También te gusta actuar, fingir ser otra persona.[/Noah] – sugerí. A Lexie le gustaba interpretar papeles, engañar, guardar secretos. Era parte de su naturaleza, no podía ni debía cambiarla si quería seguir siendo ella misma, así que mejor hacerla parte de su día. – [Noah]Esto es una actuación con la que salvas el mundo.[/Noah] – comenté.

    – [Lexie]Por la que no me pagan.[/Lexie] – respondió.

    – [Noah]Ya tienes más dinero del que vas a usar.[/Noah] – repliqué, no era algo que pudiera ser un inconveniente salvo que su familia estuviera haciendo algún negocio turbio, y Fenris tenía fama de ser honrado hasta la médula. – [Noah]Te lo puedo pagar en…besos[/Noah] – ofrecí, no era un adonis pero tenía que confiar en que a ella le gustaba. Así saldríamos ganando los dos, porque me moría por recuperar los días perdidos por mi propia mala cabeza.

    – [Lexie]¿En el coño?[/Lexie] – dijo con una sonrisa. Me habría sorprendido, creo que lo hice un poco, pero era Lexie, era de Louna y las dos cosas me encantaban.

    – [Noah]Tú pones las condiciones.[/Noah] – dije echándome a reír, era un poco risa nerviosa, lo confieso, Lexie me atraía mucho y cada vez que veía que era mutuo, me alegraba el día.

    – [Lexie]Hecho entonces.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Ha sido más fácil de lo que esperaba.[/Noah] – me giré hacia ella e hice algo que llevaba mucho rato resistiendo, aparté su pendiente de aro y le besé el cuello.

    – [Lexie]Ha sido fácil porque no tengo forma de volver, también te lo digo.[/Lexie] – se quejó. Era parte de su personalidad, le gustaba quejarse. Su figura se recortaba contra un cielo despejado, ligeramente bañado por el lejano sol y en el que se distinguían casi tres de los planetas del cúmulo. Pero de todo ello, Lexie era lo más maravilloso.

    – [Noah]Quédate así, no te muevas.[/Noah] – le pedí. Me levanté y cogí la cámara para empezar a fotografiarla desde distintos ángulos. Ella se dejó llevar, posando, disfrutando de la atención.

    – [Lexie]Si pretendes que me despelote, la respuesta a tu pregunta es sí.[/Lexie] – parecía broma, pero Lexie no decía nada si no era capaz de hacerlo.

    – [Noah]Esto va cada vez mejor.[/Noah] – admití. Ella se puso en pie. Encima de la nave cualquiera podría habernos visto, era un riesgo, pero a Lexie le daba igual y el poder de nuestra relación era que nos equilibrábamos, así que su impulsividad y su alegría conseguían que me atreviera a hacer cosas que nunca antes habría hecho.

    Traté de pasar todo el tiempo posible ese día con Lexie, pero cuando llegó la hora de comer decidió bajar a la cocina a ver qué trabas podía ponerle al menú de ese día. Como ese terreno de batalla no dejaba sitio para mí, decidí hacer caso a Lexie y pensar también en esas otras relaciones que tenía pendientes.

    – [Noah]¿Tienes un hueco?[/Noah] – pregunté asomándome al cuarto de Niall.

    – [Niall] ¿Bromeas?, aquí todo lo que tengo es tiempo.[/Niall] – dijo él. Parecía jovial y alegre, no tenía pinta de estar afectado por la pérdida de su poder, pero sí que podía afectarle cómo vieran los demás a cambio de qué lo había dado.

    – [Noah]Yo ahora tengo menos, pero creo que ya he tenido bastantes vacaciones estos dos días.[/Noah] – no había compensado rehuir a nadie, solo había perdido un tiempo muy valioso con Lexie que ahora me hacía estar pensando en los minutos que quedaban para volver a verla.

    – [Niall]Debe debe de estar volviéndote loco el tener que hacer todo a velocidad normal.[/Niall] – comentó, perspicaz. Aunque estaba empezando a ver las virtudes de tomarse todo con calma.

    – [Noah]Le voy cogiendo el punto, descubriendo pasiones que antes me resultaban estresantes. [/Noah]- aclaré. Siempre me había gustado la fotografía, pero antes iba demasiado rápido para ella. – [Noah]Pero tampoco voy a hacer como si no me hubiera costado, volvería a aceptar pero es duro.[/Noah]

    – [Niall]Creo que nadie te lo ha dicho. Bueno Lexie te comió los morros, pero yo no lo voy a hacer.[/Niall] – mi mente divagó pensando en las últimas horas con Lexie pero me centré en volver a la realidad. – [Niall] Gracias por lo que hiciste, ya se que al menos estoy a salvo de esa tarada. Del resto del mundo…no tanto.[/Niall] – sonreí. No buscaba que los demás me agradecieran lo que había hecho, pero era agradable sentir su apoyo.

    – [Noah]Era lo mejor para todos.[/Noah] – comenté. Aún no me fiaba mucho de Caitriona y ese ser que concedía los tratos, pero sí en que cumpliría su palabra. – [Noah]¿Y tu cambio? ¿Ha sido duro?[/Noah] – desvié la conversación de mí hacia lo que él había pasado.

    – [Niall]Para nada. No quiero que pienses que soy un superficial por lo que hice, pero no soy como vosotros Noah.[/Niall]- empezó a decir. Valoraba la sinceridad de Niall, lo auténtico que era, sin importarle lo que pensaran. – [Niall]Nunca iba a trabajar de lo que realmente me gusta así que lo he hecho por mí y mi madre.[/Niall] – aclaró. Sabía que Niall venía de una familia muy humilde, solo su madre tirando de todo después de que fallecieran sus abuelos. Era normal la decisión que había tomado.

    – [Noah]Lo peor es que tienes que esperar a volver para eso.[/Noah] – dije, pensativo. – [Noah]Se que esta vida no es para ti pero hay que conseguir que volvamos y me invites a alguna fiesta llena de famoses[/Noah] – aunque no estuviese hecho para una vida heroica, pero necesitaba concentrarse en salir de todo esto sano y salvo. Ezra había comprado una oportunidad con sus recuerdos, pero solo una.

    – [Niall]Os ayudaré con lo que pueda. Y tenlo por seguro, vamos a quemar Hollywood.[/Niall] – sonrió. Me alegró verle orgulloso de su decisión y deseoso del futuro.

    – [Noah]Con Lexie de fiesta no me queda duda.[/Noah] – comenté. Lexie podría haber sido como los de la trilogía del «Arco de la Guadaña», fiestera profesional. Pero quizá cobrar por algo que le gustaba le habría quitado la gracia para ella.

    – [Niall]Vamos a cerrar todas las discotecas.[/Niall] – sugirió él. Me notaba cansado solo de pensarlo, pero si era en compañía de los dos, lo pasaría bien.

    – [Noah]Supongo que también te ayuda que se llevara tu poder, de otra forma igual hacías volar por los aires conciertos enteros[/Noah] – un desliz, por pequeño que fuera, podría haberle dado problemas.

    – [Niall]Visto así tienes razón, pero no me hubiese importado que se llevará el pajarraco en lugar de mi poder.[/Niall] – uno de ellos le había acompañado toda la vida y el otro había surgido de un ataque del que aún no hablaba demasiado.

    – [Noah]Ya, sé que no le tienes cariño pero como hermano de alguien que está similar… intenta hacer las paces con ¿Él? ¿Ella?[/Noah] – Leo había sufrido toda la vida por ser distinto y convivir con ese otro ser y sus instintos y era mejor que Niall no sufriese así, porque la cura de eso estaba en un futuro muy distante por desgracia.

    – [Niall]Él, es un cabroncete que no para de picotearme la cabeza y producirme migrañas.[/Niall] – me di cuenta de que Niall hablaba poco de los problemas que le daba día a día. Evitaba darle vueltas, era una persona con la que era muy fácil hablar.

    – [Noah]Igual quiere salir a volar un rato.[/Noah] – ofrecí. Hacer las paces con esa parte de sí mismo podría venirle bien. – [Noah]Si quieres te hago compañía, aunque como Rakkthathor no iré muy rápido.[/Noah] – añadí. A veces convenía dejar salir nuestras otras apariencias y a mí me lo empezaba a pedir el cuerpo.

    – [Niall]Mira que eres…[/Niall]- suspiró. – [Niall]Está bien, vamos.[/Niall] – asintió. Caminamos hacia el exterior de la nave y al ver que no había nadie, Niall dejó salir su aspecto de ave y sobrevoló la zona en círculos esperándome.

    Yo dejé salir mi aspecto de demonio, disfrutando de la resistencia de ese cuerpo y de la fuerza de mis músculos cuando eché a correr. Me sentía ágil, rápido y al notar el viento contra mi rostro noté una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo.

    Podía ser la sensación de ser libre, de tomar las riendas de mi vida y empezar de cero. Pero una parte de mí me decía que había algo más. Aun así, la perspectiva de un futuro prometedor me hizo centrarme solo en eso y nada más.

  • LAZOS FRATERNALES

    DANTE VILLIERS

    LABERINTO – SELAS

    No solo había perdido la oportunidad de volver a la Tierra si no que ahora en vez de la nave estábamos en un laberinto a punto de hacerse de noche. Cojonudo Dante, eso te pasa por querer salvarles el culo. Aunque estaba claro que si no hubiéramos aparecido, alguno no lo habría contado, Noah el primero. Si al que era rápido como una bala casi se lo llevan por delante, tenía miedo de lo que pudieran hacer cuando volvieran a por nosotros, y seguro que lo harían. Con ese despliegue en la luna no iban a rendirse tan rápido.

    – [Dante]Nos han jodido el regreso y ahora estamos en un puto laberinto[/Dante]. – dije, por romper un poco el silencio. Tampoco tenía la suerte de que me hubiera tocado con Chloe, pero en parte era bueno porque así no habría tentaciones. En su lugar había aparecido junto a Niall, para tener un tiempo entre hermanos de calidad.

    – [Niall] De buenos somos tontos.[/Niall] – comentó él, mirando hacia el cielo.

    – [Dante]¿Crees que podremos volver a intentarlo?[/Dante] – pregunté. Yo tenía clara la respuesta, aquella oportunidad no iba a pasar muchas veces y ni siquiera sabía si podríamos volver a la nave desde ese sitio.

    – [Niall] Primero a ver si salimos de este lugar, aunque nosotros lo tenemos fácil.[/Niall]- señaló mis alas. Tenía gracia que de tres hermanos – que se supiera –  dos tuviéramos alas de pájaro, aunque las mías iban fijas y sin cabeza de pájaro incluida y las suyas no.

    – [Dante]No es mala idea.[/Dante] – asentí y me preparé, no es que tuviera un punto de salto muy cómodo para ascender, no notaba corrientes y no estaba a una buena altura, pero al menos con mi físico de aesir podría pegar un salto y planear con esfuerzo hasta salir de allí. Lo hice, decidido a dejar ese sitio atrás y eché a volar. Al principio sentí triunfo pero en cuanto estuve en el cielo me sentí mareado y desorientado y acabé chocando contra el suelo. – [Dante] Puta magia de los cojones[/Dante]

    – [Niall] Gracias, lo necesitaba.[/Niall]- dijo entre risas. En su defensa admitiré que fue después de asegurarse de que estaba bien, pero en ese momento me daban ganas de lanzarlo contra el suelo.

    Me limpié la tierra y le miré. – [Dante] ¿Preferías que fuera yo primero no?[/Dante]

    – [Niall] Tú eres el que tiene las alas de serie. Yo tengo que cambiar, y no es agradable.[/Niall] – justificó. Me valía la respuesta para no tomármelo a mal.

    – [Dante] Pues por arriba no va a ser. Nos va a tocar caminar todo esto.[/Dante] – me quejé. Ese jodido laberinto no estaba hecho para atajos. Si con todos los que éramos habían podido dividirnos en parejas en puntas separadas del laberinto sin que pudiéramos escucharnos, eso significaba que aquél sitio era grande de narices. Así que nos esperaba una buena caminata. Todavía conocía poco a Niall, me había enterado de que existía poco antes de venir a esta película con viajes en el espacio-tiempo, así que de él no se podía decir que supiera mucho. Pensándolo bien, había mucha gente de la nave a la conocía menos incluso, habían sido unas semanas intensas. – [Dante] Nunca viste a Logan ¿no?[/Dante] – le pregunté, empezando por lo que teníamos en común.

    – [Niall] No. Solo sé de él lo que me contó mi madre y lo que he oído del resto.[/Niall] – admitió. Parecía indiferente, sentí un poco de envidia, no sé si por no conocerle o porque ser su hijo no me afectara.

    – [Dante]Llevo casi tanta vida sin él en mi vida como con él.[/Dante] – expliqué. No sabía cuánto conocía Niall de la historia, no es que Cole y yo hubiésemos tenido muchas opciones de ponernos al día tampoco. – [Dante] No es mi persona favorita pero cuando estaba con mi madre… si hubiera sabido de ti te habríamos conocido. Ella le habría convencido[/Dante] – aclaré. Con mi madre era pasable, por desgracia, y esto es algo que solo admitiré ante vosotros, si algún día desenterráis y os ponéis a leer esto, de pequeño a veces le imitaba. Fue siendo más mayor, después de morir ella y de que él se largara, cuando empecé a acumular todo lo que odiaba de él. A veces pensaba que sería mejor no volver a verle, porque temía que la persona horrible que había dibujado en mi mente no lo fuera tanto. Necesitaba aferrarme a alguien al que culpar.

    – [Niall] Lamento lo de tu madre. Parecía un encanto de mujer.[/Niall] – en mi mente se dibujó una imagen algo difusa, recompuesta por las fotos de ella que había visto una y otra vez, por sus anuncios. Siempre sonreía, eso era algo que me sorprendió cuando ya no estaba.

    – [Dante]Era especial. Toda la alegría que tenía se fue con ella. [/Dante]- confesé. – [Dante] ¿Y tú madre?[/Dante] – pregunté. No sabía nada de la madre de Niall ni de casi nada de su vida antes de venir a Moondale.

    – [Niall] Crecí con ella en una autocaravana al lado de la cafetería en la que aún trabaja. No vivíamos con grandes lujos, pero nunca me faltó su cariño.[/Niall] – replicó. Era cierto que a Niall se le notaba que no venía de una familia de mucho dinero. La mía tampoco había tenido para tirar cohetes ni cuando estaba mi madre. Sus anuncios y sus trabajos daban para pagar la casa y el taller que le puso a Logan, pero para cuando todo hubiese dado frutos, ella fue asesinada, él se largó y el dinero que nos hubiera hecho estar más desahogados se fue con ellos. Cuando me fui a vivir con los Echolls lo noté, lo primero en lo que lo hice fue en la comida, pero las diferencias estaban en todas partes. Ya no solo por dinero, si no porque sus padres trabajaban juntos por el bien de todos. También es verdad que en su caso padres eran tres.

    – [Dante] No le necesitabas a él. Mira que bien has salido comparado conmigo.[/Dante] – comenté. Era una persona alegre y la mayor parte del tiempo estaba con sus cosas sin molestar a nadie. Era bastante fácil convivir con él. Y eso no podía decirse de todos en la nave.

    – [Niall] Tú tampoco has salido mal. Seguro que te pareces más a ella que a él.[/Niall] – supe que intentaba animarme, pero dijo exactamente lo que necesitaba escuchar.

    – [Dante]Ojalá, pero no sé. Este otro poder parece como si me recordara que soy su hijo[/Dante] – como si la oscuridad que había en ser un Villiers se manifestara hacia el exterior.

    – [Niall] Que yo recuerde Logan no puede transportarse entre sombras. Y si lo dices por la oscuridad… Bueno, es tuya. Tú verás como la usas.[/Niall] – comentó.

    – [Dante]De momento sigue en el modo autobús de las sombras[/Dante] – admití. Supuse que podría hacer más, pero no iba a ser yo quien lo descubriera de momento. Mi don eran mis alas, esto otro era una maldición que me había caído.

    – [Niall] Mejor. No le des a actualizar cuando te salga la opción.[/Niall] – sonrió. Parecía que no estaba preocupado, como si fuera más hijo él de mi madre que yo.

    – [Dante]¿Y lo tuyo? Cuando atacaron a Henry lo escuchó toda la nave[/Dante] – pregunté. Por lo que sabía su poder estaba en su voz, como ‘Canario Negro’. Personalmente, siempre me había gustado más ‘Canario Blanco’ incluso sin poderes.

    – [Niall] Bueno, esa era la idea ¿No?. Casi matan al pobre chaval.[/Niall] – se encogió de hombros. Se rumoreaba que Henry tenía algún tipo de enfermedad y que aquél ataque casi nos deja sin el ingeniero oficial y a nivel personal, sin el que me mantenía entretenido mandándome soldar aquí y allá.

    – [Dante]Siempre te puedes apuntar a la ópera[/Dante] – bromeé.

    – [Niall] Si bueno, no me va ese rollo. Prefiero estar al fondo del escenario con mis instrumentos.[/Niall] – explicó. Así que si montaban un grupo en la nave todavía podía quedarse Amy de cantante.

    – [Dante] Envíame entradas gratis si alguna vez volvemos y te haces famoso[/Dante] – repliqué, mirando aquél cielo en el que a medida que avanzábamos parecía que se iban desvaneciendo las estrellas.

    – [Niall] Seguramente acabe dando clases por cuatro duros, pero gracias por tener fe en tu hermano.[/Niall] – desde luego no se podía decir que no tuviera los pies en la tierra.

    – [Dante]Con un padre de mierda tenemos que ser hermanos de diez[/Dante]. – pensé en voz alta, como si pronunciara una regla inviolable a partir de ese momento. Nuestra familia se había compuesto a trozos una y otra vez y se había vuelto a descomponer pero había algo que ya no nos podían quitar. Éramos hermanos y por mucho que nos uniera un apellido del que no estaba orgulloso, al menos nos teníamos entre nosotros. No estaba mal.

  • NUESTRO PODER NO NOS DEFINE

    DIARIO DE JAMES BARNES

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    Cada día junto a aquellas personas era a partes iguales emocionante, fascinante y terrorífico. La experiencia de cambiar de cuerpos había sido impactante, pero nada comparado con ver a los muertos alzarse y luchar contra nosotros. Había soñado con la magia toda mi vida, estaba dispuesto a trabajar más duro que nadie y a dejar mi vida atrás por ella, pero acababa de comprender que no amaba todos sus aspectos y que el poder no es bueno ni malo, solo depende de la mano en la que esté.

    Mi padre, un ateo de la magia toda su vida, resultó ser parte de una especie de dios de la magia tiránico con muchos aspectos, incluso femeninos. No podía esperar nada bueno de ello, había enviado a aquel grupo a matarnos, pero aun así, en todos los años que había conocido a mi padre jamás había sido un hombre malvado. Estricto en mi educación desde que murió madre sí, preocupado, pero no era una mala persona.

    Pasé los primeros días antes del cambio conociendo bien aquel barco estrellado que antaño surcaba el cielo y más allá. Todo parecía sacado de un sueño y más de una vez pensé si no me habría vuelto loco de tanto leer como decían algunos trabajadores de mi padre. En cuanto volví a mi cuerpo retomé los paseos y las preguntas a las personas que allí vivían, tratando de no molestarles demasiado. La mitad de las veces me sentía como una sombra a la que nadie veía, observándoles como si fueran personajes de una novela. En esos momentos mi miedo a que todo fuera una invención de mi cabeza era más fuerte.

    Otras veces algunos se paraban conmigo y me hablaban, en especial Vera, a la que había cogido mucho cariño después del apoyo que me había prestado en mi mundo. Ella, sus hermanas y Leo serían siempre una clase de amistad diferente para mí porque habían estado en uno de mis peores momentos.

    Así que cuando empezó aquel debate sobre si volvían o no a su lugar de procedencia, esa «Tierra» de la que tanto había oído hablar, y supe que dos de ellos pensaban irse y dos quedarse, me sentí dividido. Por suerte para mí, que siendo nuevo en eso de decidir mi futuro no llevaba muy bien tomar yo las decisiones, la muchacha de pelo oscuro que parecía la madre de todos, Jane, decidió que tanto Vera, como Elliot, como yo, teníamos que irnos porque éramos demasiado jóvenes.

    Los demás le discutieron hasta que tuvieron que ceder, yo me limité a hacer caso a lo que recomendaba. Era una adulta responsable, seguro que sabía lo que decía.

    Noah, el que siempre me respondía todas las preguntas pero a veces lo hacía demasiado rápido, vino a buscarnos por la tarde. Venía ya acompañado del gigante de piel broncínea, Nate, de Vera y de Elliot. Nos explicó que él y Nate solo iban para ayudarnos y volverían con los demás. Al principio pensé que habría una especie de fiesta de despedida pero al parecer se había creado una clase de pacto unánime sobre evitar decir adiós, sin necesidad de hablarse entre ellos para formalizarlo.

    Me coloqué a un lado de Vera y ella me sonrió. Mi estómago se sentía extraño, como si tuviera un remolino de aire en su interior. Volvía a lanzarme a lo desconocido y eso me daba miedo, pero al menos iba con alguien a quien apreciaba. Noah fue llamando a algunas puertas y se nos unieron más personas.

    De una salió Laura, la chica que había despertado en la guarida de los malos conmigo y que había resultado herida, iba acompañada del ingeniero del barco volador, Henry. Pensé que él sería una pieza clave que no podría faltar, pero si su esposa estaba en esas condiciones era normal que se fueran ambos. Luego me di cuenta de que Vera me había explicado que aunque dos personas de distinto sexo durmieran en la misma habitación no tenían por qué estar casados. También dijo que si eran del mismo sexo podían estar casadas también. Aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarme, la magia era el menor de mis problemas.

    De otra salieron una chica que me asustaba, que era la que había descubierto que podían viajar a la Tierra, junto a Niall, el chico que también había estado en la guarida de los malos. Esos sí sabía que no estaban casados, Lexie parecía estar cortejando con Noah, aunque no les había visto muy juntos desde que había llegado a aquel barco. Y Niall, por lo que había explicado Vera, prefería la compañía masculina a esos efectos. En mi mundo eso ni siquiera era una opción, pero de inmediato sentí que eso era como debía ser.

    La cara de Noah había cambiado desde que Lexie iba en el grupo. Ella charlaba y parecía contenta del viaje más que ninguno y cuanto más se le notaba, más serio y afectado parecía él. De uno de los cuartos salió solo el chico de pelo rubio que tenía alas de ángel, pero que no se comportaba para nada como uno, Dante se llamaba, como el de la Divina Comedia.

    Por último de otro de los cuartos salió solo Amy, que se limitó a caminar cerca de nosotros con aire pensativo. Parecía que no quería irse realmente, pero algún motivo la instaba a ello. Por ahí había escuchado algo de un amor trágico, al parecer, su licantropía podía matar al chico de fuego gemelo de Jane, Owen. No se me olvidaría ese nombre pese a que eran muchos porque su presencia se hacía ver. Eso y que mi bisabuelo se llamaba Owen.

    Salimos de aquel barco y la maravillosa brisa del exterior me recorrió mientras el sol me bañaba con sus rayos. Aquella sensación era revitalizante, pero duraría poco. Nos pidieron que nos colocáramos en un círculo agarrados de las manos y Henry empezó una cuenta atrás. Al terminar, aparecimos en otro lugar completamente diferente y mi estómago, que ya no estaba muy bien antes, se vació en una esquina antes de saber dónde habíamos ido a parar.

    Vera y Elliot me ayudaron a recomponerme y cuando alcé la vista tuve ante mí una inmensa ciudad de edificios que no se parecían nada entre sí.

    – [Noah]Vendrán a buscarnos a esta plaza.[/Noah] – indicó Noah. Estábamos en una especie de gran plaza central en la que terminaban catorce calles principales, que sí, conté mientras esperábamos más tarde. Cada calle empezaba en un cartel de piedra labrada con un símbolo y conducía a una zona con un aspecto diferente, con mercados y más plazas. Más tarde me enteraría de que cada calle simbolizaba uno de los mundos del Cúmulo, para que los que habían huido de ellos se sintieran cómodos. Solo allí, en la plaza central, se reunían tenderetes y gentes de todo tipo. Vi ropas de gentes del pasado como griegos y vikingos, pero también seres de cuento y otros que nunca había imaginado a los que los demás llamaron «alienígenas».

    – [Lexie]¿Alguien quiere un kebab del espacio? Voy a pillar uno[/Lexie]- propuso Lexie. Parecía que evitaba mirarle y noté una tensión extraña entre ellos. Se suponía que Noah hacía esto por ella, se notaba entre los dos un abismo invisible.

    – [Niall]El mio sin salsa.-[/Niall] comentó Niall agarrándose del brazo de Lexie. Un gesto tan natural nunca lo había podido ver en mi mundo.

    – [Noah]Yo os espero aquí.[/Noah] – puntualizó Noah. Le temblaba un poco la voz. Lexie y Niall se dieron media vuelta y se marcharon hacia uno de los puestos.

    Mientras esperábamos en silencio, observé a las personas que pasaban, conté las calles, miré los carteles y traté de distinguir el horizonte de aquella enorme ciudad en la luna. Entonces, Amy se apoyó en Nate, llevándose una mano a la sien. .- [Amy]Noah, tengo que contarte algo[/Amy]. – dijo tratando de enderezarse.

    – [Noah]¿Has tenido una visión?[/Noah] – preguntó él, acercándose. Amy tenía el rostro más pálido que de costumbre y al acercarnos, su frente estaba perlada de sudor.

    – [Amy]Tenemos que volver[/Amy]. – respondió, después de asentir.

    – [Lexie]NO[/Lexie].-gritó Lexie, que llegaba en ese momento con la comida, que terminó derramada en el suelo.

    – [Noah]Espera, Lexie.[/Noah] – pidió Noah.  – [Noah]Cuéntanos qué has visto.[/Noah] – le dijo a Amy.  Ella empezó a dar detalles muy concretos pero que daban una imagen desdibujada. No me había imaginado las visiones así, pero tal y como ella lo describía, eran un cúmulo de sensaciones, no solo de ver, si no de otros sentidos. Recomponiéndolo todo una vez nos lo contó, en algún lugar de aquella luna, los seguidores de Antailtire que nos habían atacado se habían reagrupado, uniéndose a otros tantos más, y planeaban el ataque antes de que pudiéramos recuperarnos. El ataque sería esa tarde, antes de que oscureciera y los demás irían cayendo mientras nosotros nos íbamos.

    – [Noah]Voy a volver. Podría pasar en cualquier momento.[/Noah] – sentenció Noah. Miró a Nate, que asintió. Los dos iban a irse, inmediatamente.  – [Noah]Vendrán a buscaros aquí, os reconocerán aunque yo no esté.[/Noah] – me di cuenta de que hablaba como si todo el plan de irnos a la Tierra siguiera adelante, pero dejándoles a ellos atrás ante un peligro indeterminado. – [Noah]Estaremos bien.[/Noah] – su última mirada fue para Lexie, pero nadie habló, el silencio cayó sobre todos hasta que Nate lo rompió.

    – [Nate]Tened mucho cuidado.[/Nate] – y de un instante a otro, se desvanecieron. Los demás, los que íbamos a irnos, nos quedamos allí en silencio, mirándonos. Esperaba que alguien dijera que volviéramos, que fuéramos ayudarles aunque no fuéramos los más fuertes. Algo podríamos hacer.

    – [Amy]Yo tengo que volver[/Amy].- dijo Amy al poco. Miró a todos y fue caminando hasta su hermana para estrecharla en sus brazos. Eché de menos haber tenido algún hermano o hermana, pero viendo lo que tenía que asimilar ahora de padre, mejor no desearlo a nadie más.- [Amy]Saluda a todo el mundo de mi parte y ten cuidado[/Amy]. – le pidió.

    – [Vera]No, si yo me voy contigo. He venido por no escuchar a Jane, pero no pienso quedarme cruzada de brazos mientras alguien me necesita[/Vera].- miré a Vera plantada allí, estoica. No pensaba dejar que nadie decidiera por ella. Ojalá yo fuera igual. Pero al menos con su decisión, podía sumarme.

    – [Elliot]No creo que Jane se enfade si volvemos para ayudarles.-[/Elliot] intervino Elliot. Los dos que tenían mi edad volvían.

    – [James]Y-yo voy con vosotros. No tengo…sitio al que ir y no voy a-a dejarles así.[/James] – me temblaba la voz, no quería ofender a nadie después de contar conmigo para irse, pero era lo correcto.

    – [Lexie]¿Os estáis escuchando? Amy se lo puede haber inventado todo, porque no soporta quedarse sin enrollarse con Owen[/Lexie].- soltó Lexie, poniendo un gesto que me daba miedo. Estaba enfadada, mucho.

    – [Amy]Por supuesto. Esa era mi intención. Me has descubierto[/Amy].- replicó Amy, con un tono de voz carente de emoción. Aun así, la vi poner los ojos en blanco un instante.

    – [Dante]No creo que hubiese venido hasta aquí para eso Lexie. Además nada te impide irte igual..[/Dante] – intervino Dante. Él había hablado durante parte del camino y estaba bastante convencido de irse, pero ahora no sabía ya si estaba hablando de que él también se iría o de que Lexie podía hacerlo pero él no.

    – [Laura]Yo no tengo mucho que aportar, así que me iré igualmente[/Laura].- comentó Laura, encogiéndose de hombros. Aún tenía las manos vendadas y estaba débil.

    – [Niall]Pues anda que yo, que solo estoy en esta historia de soporte moral.-[/Niall] reconoció Niall.

    – [Amy]Cualquier ayuda es poca[/Amy].- admitió Amy, más preocupada de lo que dejaba ver. ¿Habría visto en la visión una señal de que teníamos que ir todos? Yo no dudaba de ella, de eso estaba seguro, si decía que había visto algo, era así.

    – [Lexie]¿QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ?[/Lexie] – gritó Lexie. Me eché un par de pasos hacia atrás, encogido. Vi que alguna gente se giraba hacia nosotros.

    – [Amy]No me escuches si no quieres. Solo digo lo que he visto[/Amy].- me sorprendía ver a Amy con paciencia, era una loba a la que ya había visto enseñar las garras en mi mundo. Pero allí estaba intentando mediar. Quizá necesitaba que Lexie volviera.

    – [Lexie]Es que no tenía que haberte dejado venir, porque siempre lo jodes todo[/Lexie].- Lexie se llevó una mano al pelo, nerviosa. Quizá más que nerviosa estaba molesta, con un enfado que se le escapaba de las manos.

    Dante caminó hacia Amy. – [Dante]Cuanto antes nos vayamos, mejor. [/Dante] – dijo. Lexie le miró, parecía sorprendida de que él también se fuera. Laura, Niall y Henry estaban todavía al lado de Lexie. – [Dante]Aprovechad para volver a casa. Yo volveré a intentarlo.[/Dante] – añadió. Notaba algo de pena en sus palabras, pero estaba decidido.

    – [Amy]¿Vamos?[/Amy]- preguntó, mirando hacia Dante. Nos esperaba una buena caminata hasta el barco volador, no sabía cómo lo haríamos sin Henry y su don, pero todos se acercaron a Dante como si él también pudiera hacerlo. – [Amy]Ojalá pudiera enseñarte lo que he visto[/Amy].- comentó Amy apartándose de nosotros para ponerse frente a Lexie. Ella seguía fulminándola con la mirada pero Amy le puso una mano en el hombro de una forma extraña, como si no fuera consciente de lo que hacía y Lexie, antes de poder apartarse, cayó de rodillas al suelo. Amy no sabía cómo lo había hecho ni que podía hacerlo, pero había compartido su visión con Lexie, que se quedó de rodillas con los ojos muy abiertos, sorprendida, procesándolo.

    Amy volvió junto a los demás y de pronto mi corazón dio un vuelco cuando la oscuridad nos rodeó por completo.

    – [Henry]Quizás deberíamos volver también. Es decir, si fuéramos nosotros los que estamos en peligro habrían venido…-[/Henry] escuché decir a Henry, casi como un eco lejano.

    – [Laura]Pero yo no puedo hacer nada[/Laura].- respondió Laura. En su estado, tenía razón. Al menos ella tenía un don, yo no tenía nada, no sabía cómo podría serles útil, pero estaba dispuesto a averiguarlo.

    – [Henry]Eso no es cierto, nuestro poder no nos define. Necesitan nuestra ayuda Laura.-[/Henry] – replicó él.

    – [Laura]Gracias[/Laura].-añadió ella. Noté algo diferente en su voz, como si algo hubiera cambiado, pero antes de poder pensar, sentí el tirón de la vez anterior y aparecimos en mitad de la pradera. Solo que ahora la tranquilidad de antes se había visto reemplazada por un combate encarnizado donde los sirvientes de Antailtire, el ser del que era parte mi padre, trataban ya no de apresar si no de matar al resto de habitantes del barco volador, que asistía a la lucha como un espectador de fondo.

     

  • EN LAS MANOS DEL ENEMIGO

    JAMES BARNES

    REFUGIO, LUNA VILTIS – MEDIODÍA

    Me desperté como si estuviera aún dentro de un sueño. No era extraño, tampoco, porque la última semana había podido encajar perfectamente en una ensoñación desde que aquellas personas aparecieron y mi vida cambió por completo.

    Traté de mover las manos, pero estaba atado. Me sorprendí porque me sentía más…grande, más fuerte, pero no podía saber por qué. Miré a mi alrededor, era una sala de paredes lisas, cuyos extremos no podía ver desde donde estaba. A ambos lados unas grandes vigas de cemento sostenían el techo. Al parecer yo estaba atado a una de ellas, junto a otras tres personas a las que no conocía.

    Era necesario rectificar lo de sueño, eso parecía una pesadilla, tanto como lo había sido descubrir que padre, que siempre había odiado la magia, era parte de un ser mágico que controlaba no solo mi mundo, si no muchos otros. ¿En qué me convertía eso? ¿Podría hacer magia? ¿La tenía latente en mí?

    Seguí mirando la sala, porque aquellas preguntas que llevaban días rondándome no iban a tener respuesta de pronto. No sabría explicarlo, pero me sentía distinto, incluso mi nariz, vista desde mis ojos, parecía diferente. Igual me había vuelto loco y eso lo explicaba todo, loco como decían algunos trabajadores de padre que te podías volver si leías mucho.

    Me giré y vi que la persona que tenía más cerca, un hombre a mi derecha con el pelo rapado y ropas extrañas, estaba echado hacia delante, con el mentón reposando sobre el pecho. Debía estar dormido, pero muy profundo. A mi izquierda tenía a una mujer de pelo oscuro y marcas metálicas en los brazos, que llevaba desnudos. Decidí no mirarla demasiado mientras ella también dormía. Tras ella, más allá, se veía un tipo grande y calvo, de piel oscura y aspecto de caballero de los de las historias. Todos dormidos menos yo.

    Después de memorizar cada rincón vacío de aquella sala, mis ojos se posaron en mis pies, más largos de lo que recordaba y vestidos en unas ropas que no conocía como mías. ¿Alguien me había cambiado? Me sonrojé y el estómago me dio un vuelco por la vergüenza de pensar a alguien viéndome sin vestir.

    Traté de liberarme, pero descubrí que no estaba atado por cuerdas si no por unos aros de metal, por lo que pude ver en los demás. La cara me picaba, habría dado lo que fuera por rascarme, y por saber por qué me picaba así. Era como si tuviera barba, pero mi cara era como un terreno baldío en el que el pelo parecía no asentarse. Tampoco me había importado nunca, no me gustaba la idea de tener barba, ¿así que por qué parecía que ahora tenía? De hecho si sacaba los labios hacia afuera podía ver una especie de bigote en la parte superior. ¿Cuanto tiempo había dormido?

    En mitad de aquél silencio sepulcral, la persona a mi derecha abrió los ojos rápidamente y escuché su respiración agitada. Esperé, sin decirle nada, viendo como luchaba contra la confusión hasta que sus ojos se toparon conmigo.

    – [James]H-hola.[/James] – saludé. Aquél hombre tenía una cicatriz surcándole un lado de la garganta que le daba un aspecto más peligroso. Si es que podía parecerlo a un más, con unas facciones tan severas como las suyas.

    – [Laura]¿Quién eres?[/Laura]- preguntó, con un tono que no encajaba con sus facciones. Parecía perdido, incluso asustado.

    – [James]S-soy James, ¿y tú?[/James] – en ese momento me di cuenta de que estaba hablando de más.

    – [Laura]No me lo creo[/Laura].- replicó, poniendo una mueca.

    – [James]¿P-por qué no te lo crees?[/James]

    – [Laura]Podrías estar mintiendo.[/Laura]

    – [James]N-no te miento. Ni siquiera sé quién eres.[/James]

    – [Laura]Soy Laura.[/Laura] – dijo. Reconocí el nombre de la muchacha que me habían presentado hacía unas pocas horas. Fue una de las primeras personas que me encontré al llegar a aquel navío metálico y recordaba pensar que nunca había escuchado ese nombre. Después conocí unos cuantos más que jamás había oído.

    – [James]No puedes ser Laura. Eres..[/James] – era un hombre, pero después de pasar unas horas observando las conversaciones de mis nuevos…amigos, había llegado a la decisión de que tenía que mirar varias veces lo que decía sobre…casi todo. Eso de momento significaba que me había quedado callado.

    – [Laura]Mi cuerpo está en otro sitio. A saber dónde.[/Laura] – dijo, mirando hacia sí.

    – [James]¿Ese no es tu cuerpo?[/James] – pregunté. Me sentí como un estúpido porque literalmente acababa de decir eso mismo y que era la Laura que había conocido antes, que desde luego no se parecía en nada a ese hombre.

    – [Laura]Estas piernas no son mías.[/Laura] – pensé que ella notaría más el cambio al ser tan…marcado. En mi caso me había sentido raro desde el principio, diferente, pero parecía un rumor en mi cabeza, como si me hubiese despertado desorientado. Mis piernas parecían más largas pero tampoco podía comprobarlo seguro, me sentía más ancho y en general más grande, pero no tenía forma de saber si era verdad sin verme.

    – [James]¿De qué…color es mi pelo?[/James]

    – [Laura]Castaño oscuro.[/Laura]

    Era una tontería, pero algo tan distintivo acerca de mí, que había destacado toda la vida por eso y por ser delgado y debilucho, me desorientó. Aquél no era mi cuerpo, estaba en el de otra persona. En mi cabeza se reprodujo la escena en la que mi padre luchaba contra los Daë, con su voz cambiante y su aspecto difuso. No sé si fue el miedo a lo que me estaba pasando o el alivio de que no fuera una señal de ser como él, pero empecé a sentir una sensación de vacío en el estómago muy desagradable.

    – [Laura]¿Eres James… el de la nave?[/Laura]

    – [James]Sí, nos…nos presentaron ¿Bueno eres…eres ella?[/James]

    – [Laura]Eso creo.[/Laura] – respondió asintiendo. Era difícil saber si mentía o decía la verdad con ese rostro tan distinto.

    – [James]¿Qué ha pasado? ¿Qué hacemos aquí en lugar de estar con los demás?[/James] – puse mi esperanza en que me diera una respuesta, algo, lo que fuera, que confirmara que no era esto mismo lo que le había pasado a padre. Parecía tan distinto, había dicho que era parte de Antailtire, ese ser que gobernaba y controlaba no solo mi mundo si no decenas más, pero ¿y si era esto mismo?

    Escuché un ruido brusco y vi que el cuerpo del gigante que estaba atado al igual que nosotros abría los ojos y miraba a su alrededor desconcertado. – [Niall]¿Que está pasando aquí?. Yo no me he apuntado a ninguna sesión de sado.[/Niall]

    – [James]¿Tu también eres uno de… de los amigos de Vera?[/James] – pregunté mirándole mientras se observaba el cuerpo.

    – [Niall]Bueno, nunca he cruzado más de dos palabras con la muchacha. Que ya es más de lo que se puede decir de otros. Porque esa es otra. ¿Quiénes se supone que sois vosotros?[/Niall]

    – [Robin]¿Dónde estamos? [/Robin]- me giré y vi que la mujer a mi izquierda estaba también despierta y con aspecto de perdida.

    – [James]Yo soy James, el…. el nuevo. [/James] – no encontré mejor forma de describirme. Desde que había llegado al navío en el que vivían había ido de sorpresa en sorpresa, como si todo fuera un sueño del que pronto despertaría. No me había dado tiempo a conocer a casi nadie, había tantas caras, tantos nombres y tantos aspectos diferentes que…estaba sobrepasado. Aquella noche me había costado mucho dormir.

    – [Niall]Que vas a ser James. James es… pelirrojo.[/Niall] – dijo. A continuación se presentó como ‘Niall’ y me paré a intentar recordarlo. La muchacha a mi izquierda tenía dentro también a una mujer llamada Robin que había llegado a la vez que yo. Aun así me veía más como el nuevo.

    – [Laura]¿Dónde están nuestros cuerpos?[/Laura] – preguntó Laura.

    – [Violet]Vuestros aburridos cuerpos están ahora a disposición de mis… em, asociados.[/Violet] – una voz femenina venía del fondo del pasillo. Escuché sus pasos a medida que se acercaba. Era una mujer de pelo oscuro y piel pálida, vestida con ropas negras en su mayoría. Se colocó delante de nosotros y sonrió como lo hacía Jonas Collier cuando perseguía a las palomas lanzándoles piedras.

    – [Niall]Mira pava no se de que me estás hablando pero ya estás tardando en soltarme.[/Niall] – el hombretón se removió para liberarse pero no pudo.

    – [Laura]¿Qué asociados? [/Laura]- preguntó Laura con un temblor en la voz.

    La mujer se agachó frente al cuerpo en el que ahora estaba Niall y lo miró fijamente. – [Violet]La próxima vez que me llames pava te convertire en uno y te trinchare vivo. [/Violet]- sentenció. No sabía por qué le había molestado tanto que la llamase como a un ave, pero supuse que eran cosas del futuro. – [Violet]Mis asociados son los de los cuerpos que estáis ocupando[/Violet] – aclaró volviendo a ponerse frente a todos.

    – [Robin]¿Qué podemos hacer para que nos liberes?[/Robin] – no sé si era Robin o la cara de la asociada de aquella mujer, pero parecía tener mucha determinación.

    – [Violet]¿Liberar?[/Violet] – la mujer soltó una risotada. Parecía uno de aquellos adictos a la coralina que deambulaban por el puerto. Reían como locos y siempre me había dado miedo lo impredecibles que podían ser. – [Violet]Cuando maten a todos vuestros amigos o los apresen, acabareis igual. Aunque tú has tenido mala suerte, en ese cuerpo puede que te mate antes. [/Violet]- añadió, mirándola fijamente. No entendí cómo podía querer matar a alguien que decía que era su «asociada».

    – [Robin]Las cosas no funcionan así.[/Robin]- le replicó.- [Robin]Lo podemos solucionar hablando. Si me dejaras, verías que soy muy agradable y entenderías que no es necesario matarme.[/Robin] – razonó. Me sorprendió la facilidad con la que seguía hablando sin mostrar miedo pese a que acababa de amenazar con matarla. El grupo había ganado mucho más con su incorporación que con la mía, donde ella era valiente y firme yo era…un estorbo.

    – [Violet]En realidad me da igual, moririais todos si al Pensaer no le interesara saber de dónde habéis salido. [/Violet]- ese nombre, ‘El Pensaer’, juraría haberlo escuchado antes.

    – [Robin]Pues es injusto. Que lo sepas.[/Robin] – sentenció. No se amedrentaba, ojalá fuera más como aquella mujer.

    – [Violet]La vida no es justa hasta que la coges entre tus dedos y la exprimes. [/Violet]- se acercó a ella y le agarró la cara con fuerza, apretando sus mejillas. No sabía qué hacer para que la dejase y en mi cabeza solo había una cosa, así que hice lo único que podía hacer, hablar.

    – [James] ¿Q-quién es el Pensaer? ¿Por qué… Por qué nos hacéis esto? [/James]

    La mujer se apartó y nos miró uno a uno, con la misma sonrisa de Jonas. – [Violet]Antailtire, el Soberano de estos mundos. Si es vuestro enemigo y no lo conocéis es que sois más tontos de lo que pensaba.[/Violet] – rió de nuevo y se dio la vuelta para marcharse. Antailtire, el Pensaer, mi padre. Estaba detrás de todo esto.

    Laura apoyó la cabeza contra la columna y cerró los ojos, superada. La entendía, eso era demasiado para mí también.

    – [Niall]El cuerpo de este tío es una mierda para estar tan mamadisimo. Tiene que tener alguna otra clase de poder.[/Niall] – escuché a Niall aún forcejeando, no se rendía. – [Niall]Dos nuevos en el grupo y dos que no queremos estar aqui. Cómo para no saber de quién habla. [/Niall]

    – [James]Quizá…q-quiza por eso nos han elegido, porque pensaban que no nos… que no íbamos a pelear[/James]. – comenté, después de pensar en las palabras de Niall. Robin y yo éramos nuevos completamente, apenas nos conocía ninguno. Y ellos, según sus palabras, asumí que no querían estar allí.

    – [Robin]¿Estos cuerpos no tienen poderes?[/Robin] – preguntó Robin, también sin rendirse.

    – [James]Yo no… no sé… no sé nada.[/James] – llevaba toda la vida buscando la magia y ahora que la había encontrado…sí, era maravillosa pero estaba descubriendo cosas que no había deseado.

    – [Robin]Este cuerpo no es mío. Me da igual hacerme daño si con eso me libero.[/Robin]- aclaró Robin, removiéndose. La vi mover con ímpetu las manos hasta que de pronto escuché un ‘crack’ que resonó en mi mente. Con el corazón acelerado, vi como repetía el proceso con la otra muñeca. Ya con ellas libres, se las colocó con un nuevo crugido. – [Robin]Esta mujer no es humana.[/Robin] – dijo, pero ya apenas la oía. Mis oídos pitaban. Ver sus manos en una posición imposible me había dado pánico, pero el ‘crack’, ese sonido horrible resonó en mi cabeza y noté que me iba.

    Abrí los ojos, desconcertado. Me sentía extraño, observado por gente a la que no conocía de nada. Tardé unos minutos en recordar lo que estaba pasando y algo más en tratar de tranquilizarme.

    – [Niall]Anda que si llegas a ver algo de sangre.[/Niall] – dijo el gigante cuyo cuerpo estaba ocupado por Niall. Estaban todos libres, incluido yo.

    – [James]Lo siento es que su… mano estaba en una postura…[/James]- dije llevándome una mano a la frente, que tenía húmeda por el sudor frío.

    – [Robin]No está bien reírse de los sentimientos de los demás.[/Robin]- inntervino Robin.- [Robin]En vuestro mundo la gente es muy poco correcta.[/Robin] – Niall pareció sentirse mal y quise decirle que no pasaba nada, pero agradecía también que Robin me defendiese, a su lado me sentía más seguro.

    – [Violet]¿De verdad pensabais que lo que los iba a retener aquí eran unas cuerdas?[/Violet] – la voz de la mujer se acercó hasta nosotros a medida que su silueta se enmarcaba en las sombras. A su alrededor se veían unas figuras. Cuando se colocaron bajo la luz vi que eran esqueletos, cuerpos animados que se movían hasta nosotros, armados.

    – [Laura]Estupendo.[/Laura]- escuché murmurar a Laura. Quizá lo dijo con voz normal, pero la escuché como si estuviera muy lejos. Un sudor frío me recorrió la columna y volví a notar cómo me caía.

    – [Robin]Si está muerto, se levantará con los esqueletos.[/Robin]- parecía Robin, pero ¿qué era un Robin? Ya no lo sabía, solo reconocía la negrura que me rodeaba.

  • PECANDO DE CONFIANZA

    HENRY L. CROWE – Nave

    Mañana

    Me sentía extraño dentro del cuerpo de Niall, en el sentido de que yo nunca seria capaz de teñirme media cabeza de rubio. Él debía de sentirse igual porque de normal era algo jovial, pero ahora estaba extrañamente callado en mi cuerpo con las manos entrelazadas a la espalda esperando a que todo esto pasara.

    Si no era capaz de expresar mis propios sentimientos hacia Laura, la cual no sabía ni en que cuerpo se encontraba, no sé que podía hacer o decir ante esta situación para que no resultara tan incomodo. Tal vez nos tendríamos que haber encerrado en el taller en lugar de en un uno de los dormitorios, así al menos podría trabajar en algo que pudiera arreglar esto.

    – [Niall]Veo que has decorado la habitación.-[/Niall] Era como si fuera consciente de que íbamos a pasar aquí más tiempo del que yo pensaba. Mi cuarto se encontraba tal y como estaba cuando llegue a la nave, y tal vez más solitario si Laura se marchaba a otra habitación.

    – [Henry]Si…-[/Henry] Se limito a responder observando las paredes de la habitación como si fuera la primera vez que las veía.

    – [Niall]Se que esto debe de parecerte tan extraño como a mí, pero tal vez podríamos aprovechar para hablar y conocernos mejor.-[/Niall] Apenas tenía trato con ellos más allá de con Xander y con los que había compartido aventura buscando los Daës.

    – [Henry]Mejor no.-[/Henry] Se limito a añadir negando con la cabeza y los ojos cerrados.

    – [Niall]Venga, por ejemplo… ¿sabías que me he criado en una isla secreta en el atlántico?.-[/Niall] Niall no parecía muy sorprendido, quizás era algo que ya conocía por los demás. Apreté los puños con fuerza y trague saliva nervioso – [Niall]Estoy enamorado de Laura pero no tengo el valor de decírselo por si ella no siente lo mismo que yo y estropea nuestra amistad.-[/Niall] Era la primera persona a la que se lo contaba, pero tampoco pareció importarle demasiado, lo mismo ya se habían desahogado bastante con él en ese aspecto y no le interesaban más escándalos amorosos.  – [Niall]Tengo una enfermedad sanguínea que impiden que mis cicatrices se curen bien, así que hasta el más mínimo corte podría matarme.[/Niall]

    Observe como mis ojos se abrían de par en par, pero no parecían sorprendidos. – [Henry]Gracias por la información-.[/Henry] Niall se acerco hasta el escritorio y saco un cuchillo de debajo de el posando la punta de la hoja en el brazo de mi cuerpo. – [Henry]Y ahora salgamos de aquí.[/Henry]

    – [Niall]¿Quien eres?.-[/Niall] Levante las manos para que se tranquilizara, como si no fuera suficiente el cambio de cuerpos, se nos había colado un polizón, o tal vez más de uno.

    – [Henry]Abre la puerta, o de lo contrario abriré tu brazo.-[/Henry] Añadió omitiendo mi pregunta por completo. No dude ni por un instante de que fuera a hacerlo. El cuerpo de esa persona debía de estar a salvo en alguna parte de la nave, por otra parte el mio estaba amenazado y cuando volviera a el podría significar mi final.

    – [Niall]Esta bien, esta bien…-[/Niall] Me acerque despacio a la puerta pensando que podía hacer, estaba claro que no sabían nada de nosotros, así que tal vez tampoco sabían nada de la habilidad de Niall, otra cosa es que fuera capaz de usarla.

    Me aparte a un lado tras abrir la puerta, ese extraño en mi cuerpo se acerco poco a poco hasta pasar por mi lado, momento que aproveche para gritar con todas mis fuerzas.

    – [Henry]¡SILENCIO!.-[/Henry] Apretó la empuñadura del cuchillo y me asesto un puñetazo en la cara que me hizo retroceder y golpearme la cabeza. Mi último pensamiento antes de caer al suelo inconsciente era que ojala alguien hubiese escuchado ese grito.

  • GIGANTES

    MIKE SOLO-NOVAK

    Por un puro golpe de suerte tenía a la Daë de ese mundo frente a nosotros. Estaba subida a una especie de altar frente a un un gran grupo de «dioses menores» entre los que nos encontrábamos Niall, yo y nuestra sacerdotisa Sophie. Era una mujer con una tez de color bronce brillante y pelo oscuro como la tinta. Allí, hablando delante de todos los demás, parecía disfrutar de las atenciones de su público. Cuando nos la presentaron parecía una persona agradable, pero hablando de derrocar a la Diosa Hathor frente a aquellas otras personas veía un punto de malicia en su persona. No me extrañó, porque si no recordaba mal el repaso de Noah, Na’amah era la Daë de Libra y sabía equilibrar sus dos personas muy bien.

    Podría decir que habíamos tratado de pasar desapercibidos para no meternos en problemas, pero en nuestra prisa por encontrar a la Daë y el desconocimiento de lo que estaba pasando en ese mundo, nos habíamos metido en una revolución contra nada menos que una demonio pura. Era algo que estaba totalmente fuera de nuestra liga y ni siquiera teníamos otra opción, porque si no salvábamos de esa a la Daë, no habría un hogar al que volver.

    Antes de que empezara el mitin de Na’amah me había puesto en contacto con Nate, al que habían llevado para servir a la diosa junto con Zahra. Era una suerte que no les hubieran encontrado las esferas Daë, porque no habría podido decirme que Hathor estaba enterada de la revolución y planeaba sofocarla de forma tajante.

    Tratamos de trazar un plan en la medida de lo posible, pero la situación estaba en nuestra contra. Encontrando a la Daë habíamos agotado la poca suerte que teníamos disponible. Nate iba a centrarse en encontrarse con Zahra y escapar de ese lugar, así que nosotros teníamos que encargarnos de Na’amah.

    Sophie estaba a mi lado así que me incliné y susurré a su oído evitando que los demás nos escucharan.  – [Mike]Tenemos que intentar hablar con ella a solas.[/Mike] – capté el eco de su agradable perfume con olor a gominola de fresa

    – [Sophie]Lo veo difícil[/Sophie].- replicó ella. Busqué a Niall a nuestro alrededor pero estaba más alejado, sonriendo a las alabanzas de otros «dioses ave» que dudaba que entendiese sin el traductor.

    – [Mike]No tenemos muchas más opciones. Si estalla la guerra no tenemos poder suficiente.[/Mike] – susurré de nuevo. No éramos los más fuertes ni en el ámbito físico ni en el mágico, solo teníamos los poderes de Nate y la magia de Sophie, en la que ella misma no ponía demasiada confianza.

    – [Sophie]Es una líder. Es imposible acercarse a ella[/Sophie]. – tenía razón, estaba rodeada y seguro que barajaban la posibilidad de que alguno de los presentes trabajase para la diosa Hathor. Nosotros teníamos todas las papeletas por ser los recién llegados, así que no nos convenía poner más cosas en nuestra contra, con una demonio pura ya teníamos suficiente.

    Observamos en silencio la escena. Na’amah se mezcló entre los demás y la seguí disimuladamente con la mirada. Después de un largo rato vi que sus ojos se posaban más de una vez en nosotros, en concreto en Sophie. – [Mike]Quizá tú podrías…mejor que yo.[/Mike] – le sugerí. Ella me miró extrañada, pero al cabo de un rato su mirada se cruzó con la de la futura Daë.

    – [Sophie]Me estás pidiendo algo un poco difícil, mi niño.[/Sophie] – reconoció. Tenía toda la razón del mundo, a mi también me habría extrañado que alguien me lo pidiese y todo irradiaba el concepto «objetificación», pero nada más lejos de la realidad, no tenía que conquistarla, solo aprovechar que a ella sí parecía tener ganas de conocerla para revelarle el motivo por el que estábamos allí.

    – [Mike]Lo sé, pero estoy perdido. No se me ocurre nada más.[/Mike] – admití. No tenía madera de líder.

    – [Sophie]¿Crees que yo no?[/Sophie] – replicó con una sonrisa. Me alegro que no se enfadase por la propuesta, una señal clara de que a mí mismo tampoco me había parecido del todo correcta.

    – [Mike]Me transmites más seguridad que la que tengo en mi mismo.[/Mike] – añadí mirándola a los ojos. Su rostro era una absoluta belleza que irradiaba una autoconfianza y una locuacidad que me hacían desear quedarnos hablando hasta tarde en nuestro breve descanso de vuelta en la nave.

    – [Sophie]Suena a excusa para que lo haga yo, pero lo haré.[/Sophie] – respondió alzando una ceja. Le tendí el audífono y ella se dio la vuelta y se deslizó entre la multidud hasta llegar a la Daë.

    Observé su conversación durante un rato que me resultó eterno. Estuve atento cuando la mirada de la Daë se posó en mí y luego en Niall. Sophie hablaba con respeto, alimentando el ego de diosa que tenía aquella demonio que estaba destinada a salvar el mundo.

    Por un momento creí que habíamos llegado a tiempo a avisarla, que saldríamos de allí con ella y evitaríamos esa guerra en ciernes, pero antes de que terminasen de hablar se empezaron a escuchar gritos en la calle. La gente del interior de aquella residencia empezó a salir y los gritos aumentaron. La diosa Hathor ya había lanzado su ataque y allí fuera, entre todos los enemigos, estaría Nate y con suerte, Zahra. Había demasiado puesto sobre los hombros de la suerte.

    – [Sophie]Esto no está saliendo bien.[/Sophie] – dijo ella cuando volvimos a reunirnos.

    – [Mike]¿Ya ha empezado?[/Mike] – pregunté cuando Niall se unió a nosotros. Los demás asintieron y seguimos a la Daë al exterior, donde los gritos se materializaron en una combate abierto entre los dioses menores, la mayoria cambiando a su aspecto teriántropo si es que les daba tiempo, y las fuerzas de la diosa.

    Me quedé paralizado al salir. Había tenido que defenderme en nuestro viaje a Kardas, pero allí había un auténtico derramamiento de sangre. Las fuerzas de la diosa, pese a estar muy entrenadas, caían ante las garras y el poder de los teriántropos y demonios que componían los dioses menores. Pero aun así, su número era mucho mayor y por cada diez que caían, se llevaban a uno de aquellos.

    Na’amah estaba intentando refugiarse del centro del conflicto, usando su magia para defenderse. Durante un instante me pareció que su rostro se tornaba monstruoso, una definición completa y absoluta de la fealdad, pero se desvaneció con un parpadeo.

    Estaban empezando a rodearla, así que nos acercamos a su posición. Era imposible llegar a tiempo de defenderla, teníamos que cruzar el patio sin salir mal parados y ella pese a estar aguantando, se enfrentaba a muchos.

    Entonces ocurrió algo extraño, una alabarda detuvo el golpe de otra arma similar que había estado a punto de golpear a la Daë. Unas manos grandes y fuertes la empuñaban y seguí la trayectoria de unos enormes brazos hasta ver el rostro afable de Nate concentrado en desviar a los guerreros y guerreras.

    En aquél momento tenía demasiadas preocupaciones. Había mucha gente que podía necesitarme allí, pero mi medicina no tenía cabida en ese mundo. Tenía una misión que era muy distinta a la que mi juramento implicaba y me sentía dividido. Traté de ser lógico, no podía cambiar el pasado y tenía que centrar mis esfuerzos a mis compañeros.

    Cruzamos el terreno de combate hasta llegar a Nate y sentí que la suerte estaba de nuestra parte cuando vi a Zahra a su lado, luchando.

    Aun así, la suerte no duraba mucho. El sol, pese a ser mediodía, empezó a oscurecerse. Al principio pensé que sería un eclipse pero al alzar la vista vi que una forma gigantesca orbitaba sobre nosotros cubriendo el sol. Apenas distinguí su aspecto, solo veía una sombra negra como la noche. Parecía una especie de animal alargado con alas de murciélago y cabeza astada, rematada en la parte trasera por tres colas. Supe que era ella, «Hathor», en su aspecto de demonio puro.

    Ahora sí que no teníamos nada que hacer. Algunos dioses habían perdido todo atisbo de valentía al verla sobrevolar la «Ciudad de los Dioses» y ahora corrían despavoridos. La figura emitió un destello que parecía provenir de donde debían estar sus ojos y un templo cercano estalló lanzando una nube de escombro. Sophie consiguió murmurar algo para que un escudo de aire nos protegiera de los trozos de piedra más pequeños, lanzados como balas.

    Sophie se levantó y habló con la Daë. Nos hizo señas para tratar de ir a un lugar seguro y la seguimos, con el infierno desatándose a nuestro alrededor. Traté de no mirar demasiado, ya había visto cosas que me marcarían de por vida, cuantas menos, mejor.

    Recorrimos a toda velocidad el camino principal hasta volver al arco de entrada y nos detuvimos al ver que la refriega había llegado también a la gente de a pie,  una lucha entre los partidarios de los dioses y diosas menores contra los de Hathor. Sus guerreros y guerreras parecían haber recobrado fuerza gracias a su presencia, aunque un brillo fantasmagórico en sus ojos daba a indicar que había algo más.

    Nate iba en la vanguardia tratando de abrir paso pero llegó un punto en el que estábamos rodeados. El ruido de la batalla y los gritos de la gente nos incapacitaban para oír nada más. Y entonces, cuando todo parecía perdido y el desconcierto había superado al miedo, se hizo el silencio a nuestro alrededor.

    Miré hacia arriba y vi el característico verde del fuego que lanzaba la diosa suspendido sobre nosotros, como si se hubiera detenido en el aire. Retrocedió un poco y se disipó con lentitud. Giré la vista a Sophie que me miraba sorprendida, ella no había sido.

    – [Eldric]Hay que ponerse a cubierto.[/Eldric] – indicó aquél hombre de piel blanca como la nieve cubierto con una imponente armadura dorada. Eldric Northwood, los Daë habían llegado. El elfo sostenía en alto una mano al igual que Geraldine, salvo que ésta última tenía un báculo en ella que irradiaba una luz cálida, igual que la del escudo que nos protegía. Entre ambos habían conseguido detener un ataque de la demonio pura, pero no sabía si podrían hacerlo con alguno más.

    Caminamos entre ellos, pero las diferencias entre nosotros cada vez eran más palpables. Al principio eran un grupo unido por una necesidad pero ahora había mucha más confianza entre ellos y también, mucho más poder. Reconocí a Eleanor que caminaba en el centro; a Rlia que había reconocido a Sophie y gracias a eso nos habían rescatado; a Richard al que había conocido en Kardas; el gigante de piedra Ugg’krah iba en la retaguardia; y había uno nuevo, un hombre alto y fuerte, vestido con pieles curtidas y con un llamativo pelo de color azul que era la señal de que los del mundo de Dagrknot ya habían cumplido su misión y estaban seguramente de vuelta. No se me escapó que Na’amah les miraba también con evidente curiosidad.

    Tratamos de no hablar mucho con los Daë, cuanto menos interfiriésemos en su rumbo, mejor. Ellos parecían entender a su manera qué papel jugábamos en su historia, así que cuando llegamos a una enorme roca a las afueras de la ciudad donde guarecernos, nuestros caminos se separaron. Na’amah se quedó con ellos intrigada, y aunque no sabía concretamente cómo iba a seguir su historia, me imaginé que a ese grupo aún le quedaba más tiempo en ese mundo que a nosotros.

    Algo más aliviados, dejamos atrás aquella lucha de titanes sabiendo que en el tiempo en el que estuvieran allí, pasara lo que pasase,  Na’amah decidiría unirse a ellos. Nuestra misión estaba cumplida, ya solo quedaba volver a casa.

     

     

  • NUNCA SERE TAN FAMOSO EN EL MUNDO REAL

    NATE «NIALL» ALLEN RUPAUL

    KARNAK – MAÑANA

    Para que luego digan que la hospitalidad ha muerto. Si bien es cierto que casi nos ensartan, en cuanto jugamos un poco con el misticismo de aquel lugar nos trataron como dioses.

    Nos prepararon un baño con leche de cabra, podéis pensar que es una guarrada pero para el cutis va genial, o acaso pensáis que Cher llego a la edad que llego con ese aspecto solo a base de botox. Me pintaron los ojos de una forma que Lexie fliparía al ver y me engalanaron con ropas y joyas.

    Procedía de un ambiente pobre y no me iba mucho la bisutería, pero aunque sea por un breve momento disfrutaría de todos esos agasajos. Me mandaron a un gran salón con una mesa central enorme cargada de comida, en un extremo de la mesa se encontraba Mike, con una corona que le cubría la cabeza y unas ropas que dejaban parte de sus pectorales al aire. No miento si digo que fantasee con que se levantara y tirara todo lo de la mesa al suelo tomándome allí mismo.

    – [Mike]No me siento muy bien con todo esto.[/Mike] – En vista de que él no me iba a meter mano se la metí yo a mi plato de comida que tenía delante. No todos los días tenía uno la oportunidad de llenarse el estomago con unos buenos manjares.

    – [Niall]Nate y Zahra saben cuidarse solos, no te preocupes.-[/Niall] Estamos hablando de un tío que le saca medio cuerpo a todo el mundo el cual te mete un guantazo dejándote seco y una chica que probablemente se había tirado toda su vida sobreviviendo sola. Deducción sacada por su petate cargado de cosas.

    – [Mike]Pero toda esa gente a las puertas, trabajando y nosotros aquí, siendo adorados…[/Mike] – Solté la uva que estaba a punto de comer, maldito Mike y su moralidad de medico buenorro.

    – [Sophie]¿Están cómodos? Porque somos lo bastante negros como para que la esclavitud nos escueza[/Sophie].- Añadió Sophie entrando por la puerta jugando la carta de la esclavitud. También la habían arreglado un poco pero no tanto como a nosotros.

    – [Mike]En realidad Egipto tenía menos esclavos que otras civilizaciones posteriores, las Pirámides las hicieron trabajadores pagados, pero aún así, la fé de esta gente…[/Mike] – Sophie puso los ojos en blanco ante el sabelotodo de Mike y este se limito a encogerse de hombros.

    – [Niall]Nunca me dejáis tener cosas bonitas. Venga ¿Que quieres que hagamos?.-[/Niall] Pregunte dirigiéndome a los dos. Casi me comen unos dinosaurios, me matan unos caballeros y no iba a poder gozar de este mundo que me idolatra. Nunca iba a llegar a ser tan famoso en el mundo real.

    – [Mike]Hay que encontrar a la Daë.[/Mike] – No jodas Sherlock. La puerta se volvió a abrir, aquí no pillaban a nadie follando por sorpresa con semejante ruido cada vez que se abría una puerta. A la sala entro un hombre bajito, engalanado como Sophie, así que debía de ser el sacerdote de alguno de esos dioses.

    – [b]Mis señores.[/b] – Nos hizo una pequeña reverencia pasando de Sophie, lo que le molesto un poco. A mí también me molestaría. – [b]Mi nombre es Sihathor, soy el humilde representante de la divina Hathor.[/b]

    – [Mike]Mi nombre es Raphael, y estos son Rupaul y Afrodita. No hablan vuestra lengua. Solo la de los dioses.[/Mike] – En realidad no entendíamos ni papa de lo que decía y Mike tenía que hacer de traductor con el pinganillo.

    – [b]Espero que a mi señor Raphael no le moleste traducir.[/b] – Mike negó con la cabeza a algo que había dicho, lo mismo nos estaba ofreciendo gente para abanicarnos. – [b]Antes de que se reúnan con la gran Hathor, necesitamos saber qué área dominan sus divinidades. [/b]

    – [Mike]Creo que nos está preguntando de qué somos dioses.[/Mike] – Sophie me arreo un codazo para que hablara yo antes, clavándome el codo en las costillas la muy p…

    – [Niall]Lucy in the Sky.-[/Niall] Tararee para ver si Mike pillaba la referencia, no hacía falta ser un lince, o tigre, o lo que fuera Mike.

    – [Mike]¿Dios de la canción?[/Mike] – Pregunto confundido. En realidad quería que digiera de los cielos, pero no nos pondremos exquisitos, aceptaremos de la canción.

    – [Sophie]Diosa de la belleza[/Sophie].- Dio una vuelta para que se viera su figura, como si fuera obvio.- [Sophie]Y de las playas[/Sophie].

    – [Mike]Tú eras sacerdotisa.[/Mike] – Le recordó. Me imagine que la vuelta que dio antes mostrando sus encantos Sihathor lo abría visto como una danza hacia mí persona.

    – [Sophie]Deja a la gente disfrutar…-[/Sophie] Claro que si cariño.

    – [Mike]Rupaul es el dios de la canción.[/Mike] – Note como le costaba decirlo, seguro que en su cabeza estaba sonando Sissy That Walk – [Mike]Y yo soy experto en medicina.[/Mike] – Tienes la oportunidad de ser lo que quieras y Mike opta por decir lo que ya se le da bien de por sí, legal legal.

    El hombrecillo asintió y el que iba con él transcribía lo que decía – [b]Y una cosa más, mis señores. Su aspecto divino. Los hombres que les encontraron dijeron algo, pero confuso, acerca de un ave indeterminada y un gran felino.[/b]

    – [Mike]Yo soy un leopardo de las nieves y mi compañero es…[/Mike] – Vamos Mike, no es tan difícil saber qué es lo que soy. – [Mike]Niall, ¿tú en qué te transformas?[/Mike]

    – [Niall]Es bastante obvio que soy un pájaro, pero si quieres detalles. Un halcón murcielaguero.-[/Niall] Parece irónico ¿verdad?. Los vampiros transformando a las personas y a mí me transforma un pájaro que tiene murciélago por apellido.

    – [Mike]Y él un halcón murcielaguero.[/Mike]

    – [b]Gracias mis señores.[/b] – volvió a inclinar un poco la cabeza, al menos no se tiraban al suelo y te lo fregaban haciendo reverencias. – [b]Pueden explorar si quieren la ciudad mientras hablamos con la gran Hathor.[/b] – Nos propuso Sia y levanto un dedo de advertencia. – [b]Pero tengan…precaución. Hay algunos dioses que no comparten la adoración por nuestra señora y se rumorea que tienen planes oscuros.[/b]

    – [Mike]¿La Daë de este mundo no era una diosa venida a menos?[/Mike] – Pregunto en cuanto se marcharon los Minions de Hathor

    – [Sophie]Creo que sí[/Sophie].- Podría haber contactado con Lexie para que Noah nos lo confirmara, pero estaba seguro al noventa por cierto de que ambos estaban en lo correcto.

    – [Mike]Oye Niall,¿Te importaría hablar tú con la gente a ver qué sacas?[/Mike]- Añadió dejándome el pinganillo lingüístico. Mike no parecía muy cómodo en grandes concentraciones.

    Tras darme un paseíllo por aquella fauna, porque eso estaba a rebosar de animales con aspectos humanoides y de echar un vistazo a sus mercadillos en los que vendían baratijas de presuntas propiedades mágicas, regrese con Mike y Sophie que se encontraban en el marco de la puerta, no había sido capaz ni de salir.

    – [Niall]Viva el marujeo. Por lo visto nuestra Daë está reuniendo a viejos dioses para destronar a la mala pécora de Hathor. Habéis acertado amigos, estamos otra vez entre las filas enemigas.-[/Niall] Teniendo en cuenta que la Luna en la que estaba nuestra base secreta era el único lugar donde todo el mundo se llevaba bien, parecía acertado pensar que en el resto de mundos  todos iban a estar en pie de guerra, pero por una vez podríamos aparecer en el sitio correcto.

    Mike se llevo una mano a la frente. – [Mike]¿Y cómo se supone que vamos a proteger a la Daë si se mete en ese lío?[/Mike]

    – [Niall]¿Dialogando?¿Esperando que lleguen mágicamente los otros Daës para salvarnos el culo?.-[/Niall] En la prehistoria fue prácticamente así y espero que se repita. Porque puedo parecer un Dios, pero no pelear como uno.

    – [Mike]Supongo que hay que seguir adelante y confiar.[/Mike] – Se le veía un poco agobiado. – [Mike]¿Con quién tenemos que hablar?[/Mike]

    – [Niall]El que parece un hipopótamo.-[/Niall] Algunos de esos seres resultaban de lo más cómicos, como el dicho hipopótamo, o el señor cocodrilo, que tenía más cabeza que cuerpo.

    – [Mike]Mejor hablas tú entonces.[/Mike] – Propuso mientras nos adentrábamos en un zona más recóndita del mercado donde apenas atravesaba la luz del solo y el aire estaba cargado de humo con un olor extraño. Quizás deberíamos de haber escuchado mejor a Sia.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.