NOAH ARKKAN
ESFERA DAONNA

Pensaréis que después de pasar varias horas en la prehistoria, me habría desencantado un poco con los dinosaurios, por aquello de estar en peligro mortal. Pero no, la respuesta era así de sencilla. Mi poder me permitía estar fuera de peligro y observarlos sin preocupación, salvo, claro, la prisa por encontrar a Lexie, cuya vida sí podía estar en riesgo.
Lo que sí me daba miedo de aquél tiempo eran todas las extrañas criaturas que no eran dinosaurios y de las que no sabía qué esperarme. Desde una de las llanuras que atravesé se veía a lo lejos lo que parecía una montaña moviéndose. Cuando pude fijar bien la mirada vi que era un colosal demonio que debía de ser un puro. Aquél lugar era peligroso tanto para los dinosaurios como para nosotros.
Me apenó no poder revisar bien aquél mundo, pero divisé más de aquellas gigantescas criaturas y estaba demasiado preocupado por Lexie como para alejarme, así que me limité a buscar por la zona por la que había caminado.
Finalmente, mi corazón dio un vuelco cuando la vi, caminando dando zancadas cerca de un montículo de mármol granate.
– [Lexie]Me voy de esta mierda de sitio.[/Lexie] – sentenció intentando esquivarme al ver que frenaba delante de ella. Enterré un poco el pie en la arena porque la fricción había hecho saltar una llamarada.
– [Noah]Lexie, no hay salida.[/Noah] – traté de explicarle de nuevo. Parté de mí no entendia por qué estaba empeñada en huir, pero otra parte la conocía y claro que lo sabía.
– [Lexie]Claro que hay salida.[/Lexie]- replicó ella, mirándome fijamente. Perdí la compostura durante unos segundos. Sus ojos eran más bonitos que cualquiera de las gemas que había visto en aquél planeta.- [Lexie]Siempre la hay.[/Lexie] – añadió. Normalmente habría estado de acuerdo con ella, pero aquella vez no podía estarlo. Solo había una, el resto estaban condenadas al fracaso.
– [Noah]Sí, encontrar a la daë y volver a casa.[/Noah] – repliqué. Aunque pudiéramos huir de esos mundos y de la misión que nos habían encomendado, ¿debíamos? Estábamos en lo que efectivamente contaba como nuestro pasado. Si aquellos Daë no podían reunirse sin nosotros, nosotros mismos podríamos no existir. ¿Quién sabe qué clase de mundo podríamos crear?
– [Lexie]No me interesa.[/Lexie]- respondió cruzándose de brazos. Ahora que sabía la verdad y que ella no tenía que esconderla, las diferencias entre Lexie y Allie se hacían mucho menos evidentes. Me sorprendió y me preocupó lo bien que se le daba actuar.
– [Noah]Sea como sea, no te va a ir mejor sola. He visto…cosas extrañas por el camino.[/Noah] – había poca explicación para aquellas cosas. Traté de mirarlas poco y de no acercarme porque no dejaba de pensar en las historias y los juegos de rol de Lovecraft donde observar a aquellos seres del mal tan ancestral podía llevar la locura. “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía”.
– [Lexie]Más vale sola que mal acompañada.[/Lexie]- respondió, frunciendo el ceño para enfatizar su actitud desafiante. ¿Cómo convences a alguien de que te escuche cuando está tan enfadada contigo? Porque aquí no había más opciones, irse sola implicaba morir, por muy poderosas que fueran sus ilusiones, no funcionarían con demonios demasiado poderosos.
– [Noah]No te voy a dejar sola. No te per…[/Noah] – empecé a decir, sin apartar la vista de ella. Cuando vi la forma a mi espalda reflejarse en sus ojos, ya fue tarde para reaccionar. Fuera lo que fuera aquella criatura, era extremadamente rápida.
Lo que en principio había tomado por un montículo de mármol granate, era una especie de demonio cangrejo con espolones que salían disparados de su caparazón. Tuve tiempo suficiente como para mover a Lexie de la trayectoria de uno de ellos, pero no había espacio de maniobra, había disparado decenas de espolones en nuestra dirección.
Aquello se convirtió en un acto irracional que me aterrorizó. Para alguien que tiene normalmente todo el tiempo del mundo para reaccionar y meditar cómo reacciona, tener que actuar por instinto para salvar la vida de alguien tan importante como Lexie lo era para mí, me marcó. Tardaría en descubrirlo, pero ese momento de mi vida había creado un miedo que me acompañaría durante el resto de mi vida.
Corrí con Lexie en brazos sin saber ni siquiera a donde. Entonces me detuve, y caí de rodillas al suelo cuando el dolor llegó a mis nervios, apenas un segundo más tarde.
Grité por el dolor y estuve a punto de perder el conocimiento al ver un espolón partido atravesando mi gemelo izquierdo. Tragué saliva e hice lo que tenía que hacer, después de pasar una eternidad pensando en mi cabeza y reuniendo las fuerzas para hacerlo.
Aferré el espolón y tiré, dando gracias porque no fuese serrado. – [Lexie]Ahora te vas a morir y encima la culpa será mía.[/Lexie]-escuché la voz de Lexie como en una ensoñación. Realidad y sueño empezaban a ser más tenues. Estaba frente a mí, agachada, mirando mi herida sin saber qué hacer.
– [Noah]Necesito…que me tapes la herida.[/Noah] – me arranqué una manga de la camiseta y vi que mi brazo era de color azul verdoso. En algún punto me había transformado en Rakkthathor y quizá eso me había protegido algo más. Le tendí el trozo de tela y rasgué con mis uñas el pantalón hasta la rodilla para que la tela no tocase la herida. Yo ya no podía hacerlo, me estaba costando mucho trabajo concentrarme y mantenerme despierto.
– [Lexie]No puedo…[/Lexie]- titubeó ella, con la venda en la mano.
– [Noah]Lexie…esto va a tardar en curarse incluso con mis poderes. Si no lo cierras, me desangraré…y…no sé cuanto, puedo aguantar.[/Noah] – sé que los Moondies habían tenido la mejor de las intenciones separándonos de la vida que ellos llevaron, pero cuando al final la vida te lleva por el mismo camino, no habría estado de más estar preparados. Por ejemplo, yo no sabía el alcance de mi metabolismo acelerado. De pequeño había tenido muchas heridas por culpa de no controlar bien mi velocidad y sí que era cierto que me curaba mucho más rápido, pero ahora estábamos hablando de un objeto atravesando un músculo. Me preocupó no volver a correr.
– [Lexie]No sé.[/Lexie]- dijo ella. Tuve miedo. Le cogí la mano y me di cuenta de que había vuelto a mi forma humana. Mis dedos finos sintieron su piel y me sentí un poco menos aterrado.
– [Noah]Haz…lo que puedas.[/Noah] – le pedí. Empecé a ver puntos y unos segundos más tarde perdí el conocimiento.
Volví a abrir los ojos, desorientado, buscando la mesita de noche de mi casa. El dolor de la pierna me devolvió a la realidad. Miré mi pierna, la manga de mi camiseta estaba ahora teñida por mi sangre, cerrando la herida con un nudo rudimentario. Lexie me había arrastrado hasta una cueva y me había colocado su chaqueta detrás de la cabeza. Estaba a unos pasos, pensativa. No se había dado cuenta de que me había despertado.
– [Noah]Gracias.[/Noah] – le dije. Mi voz sonó más débil de lo que pensaba, pero ella se giró, sobresaltada. Miré hacia abajo ahora ya con la vista más clara y vi que estaba desnudo de cintura para arriba. Me sentía como si hubiera sudado, así que quizá había tenido fiebre.
– [Lexie]No te mueras más.[/Lexie]- me pidió, acercándose. Tenía mala cara. No podía saber cuánto había pasado inconsciente, pero no parecía que hubiese sido poco. Mientras yo no podía, ella había cuidado de mí. Sentí pena por el mal rato que había tenido que pasar allí sola.
– [Noah]Con suerte no lo haré.[/Noah] – traté de incoporarme. No me apetecía dar pena, pero me sentí débil aún. Traté de mover la pierna pero me sacudió un latigazo de dolor. Por suerte había traído calmantes en la mochila, pero quizá debía reservarlos para algo más grave. – [Noah]No podré correr.[/Noah] – le expliqué. Esperaba que no fuese mucho tiempo, porque en aquél mundo necesitaba más poder que nunca, pero de momento, no podría correr.
– [Lexie]Nos quedaremos aquí hasta que estés mejor.[/Lexie] – dijo ella. Me alivió pensarlo, porque no quería arriesgar mi movilidad en la pierna, pero me preocupé por Kaylee y Sophie, y por los demás de los que aún no sabíamos nada.
– [Noah]Al menos tenemos buenas vistas.[/Noah] – desde la cueva se escuchaban las olas romper la arena. La vista que había tras Lexie era impresionante, un mar de color rosa completamente puro y limpio. Pero mis ojos preferían unas vistas más cercanas. La había echado muchísimo de menos en los pocos días que llevábamos peleados. Allie era la persona más bonita sobre la faz de la Tierra para mí, la más lista, la más divertida.
– [Lexie]¿Quieres algo de comer o de beber? Porque te ha dado un buen chungo.[/Lexie] – preguntó. Vi que había cogido algunas cosas cercanas y había sacado también alguna de mi mochila. Parecía toda una mapache.
– [Noah]Agua.[/Noah] – le pedí, señalando una botella. Habíamos traído bastante agua embotellada pero como el espacio no es ilimitado, Henry nos había recomendado unas pastillas para potabilizar el agua que pudiésemos encontrar y una botella con filtro. Eso nos ayudaría una temporada, aunque no nos evitaría todas las enfermedades. – [Noah]Al menos tengo la suerte de que me haya tocado contigo[/Noah] – afirmé sonriendo, tratando de pensar en algo agradable mientras trataba de beber lo justo. Racionar la comida y la bebida no resulta nada fácil. El cuerpo me pedía vaciar aquella botella, pero en su lugar bebí muy poco.
– [Lexie]Deja de hablar e intenta guardar las fuerzas para ponerte bien.[/Lexie] – ordenó ella. Le hice caso, no le faltaba razón y tampoco habría podido llevarle la contraria de no ser así. A Lexie se le daba bien mandar.
– [Noah]No te preocupes. Mi cuerpo se cura rápido.[/Noah]- aseguré, casi tanto para ella como para mí mismo. Mi problema en ese momento era correr. Mi poder seguía funcionando, permitiéndome ir más deprisa, pero si lo utilizaba activamente, evitaba que mis energías se centrasen en curar la herida. Ella me miraba, preocupada, así que me puse en pie apoyándome en la pared rocosa de la caverna. Dolía, mucho, pero creía que podía soportarlo, tampoco parecía que una pastilla fuese a hacer una gran diferencia teniendo en cuenta que me habían atravesado la pierna. Eso y que los fármacos, por suerte o por desgracia, no funcionaban igual en mi cuerpo. No fue algo muy divertido de descubrir cuando era pequeño.
– [Lexie]Deja de hacer el gallito.[/Lexie] – pidió, cruzándose de brazos y mirándome fijamente.
– [Noah]No estoy haciendo…[/Noah] – empecé a defenderme hasta que me di cuenta de que quizá podía parecerlo, así que me senté en un roca, prefería no estar tumbado. – [Noah]Vale, lo siento.[/Noah] – añadí. Aquella disculpa había salido tan automática que quizá era buen momento para añadir otra más. – [Noah]Y siento haberme ido.[/Noah] – me obligué a mirarla a los ojos. Sabía que tenía la razón respecto a las mentiras, pero irme no había beneficiado en nada nuestra relación, fuera cual fuese.
– [Lexie]Ya, bueno, yo soy una mentirosa compulsiva, así que…[/Lexie]- replicó ella, quitándole importancia. Aquello no me lo esperaba, Lexie, mi amiga, había demostrado ser muy complicada de leer y muy cerrada en sus sentimientos. Con Allie sin embargo todo había sido más fácil, pero ahora que todas eran la misma, parecía que le costaba volver a ser abierta.
– [Noah]Bueno, supongo que no todo era mentira.[/Noah] – le pregunté, pensando que si no era así, prefería no saber la respuesta, aunque ya era tarde. Mi mente no concebía que alguien pudiese mentir en eso y pese a otros engaños, confiaba en ella.
– [Lexie]Pues no lo sé.[/Lexie]- dijo, apartando la mirada para juguetear con uno de sus anillos. Estaba preciosa, incluso allí, en mitad de la prehistoria. Sus deportivas blancas estaban manchadas ahora de barro y tierra. No, esto es el mundo real, no va a subir el monte de camino a salvar el mundo en zapatos mágicos a los que puedes quitar el tacón y seguir caminando. Mis ojos subieron por su pantalón de licra ajustado y se detuvieron en su vientre desnudo por su sudadera con mangas. Mi cabeza le estuvo dando vueltas a qué utilidad podía tener una sudadera con la que cogías frío, pero solo me duró una milésima de segundo porque me distraje subiendo la mirada de nuevo hasta su rostro. – [Lexie]Miento tanto que a veces se me olvida qué es lo que he dicho.[/Lexie] – puntualizó. No sé si se había fijado en que la miraba como si estuviera embobado y se hacía la loca o directamente estaba acostumbrada a que la mirasen con la mandíbula desencajada y no se había dado cuenta. Con ese pensamiento, aparté la vista, para mí no era solo físico, era todo, tuviese la apariencia que tuviese.
– [Noah]Podemos intentar…decir la verdad un rato. Como un juego.[/Noah] – le propuse. Era un reto, yo tampoco decía siempre lo que pensaba o lo que sentía, pero era un buen compromiso. En una buena relación, sea del tipo que sea, no hay mentiras.
– [Lexie]Puff…[/Lexie]- suspiró. Parecía que la sola idea de hacerlo le estaba agobiando.- [Lexie]Vale. Lo que sea por un moribundo.[/Lexie] – añadió al final, con dificultad.
– [Noah]¿Esta es tu cara de nacimiento?[/Noah] – pregunté. Necesitaba empezar a aferrarme a algo. Me había enseñado otras de sus caras, una de ellas, la de la hija de Fenris que todo el mundo estaba acostumbrado a ver en las noticias.
– [Lexie]Sí.[/Lexie]- dijo.- [Lexie]Esta es la verdadera Alexandra.[/Lexie] – y la creí. Para mí fue un alivio, Lexie era mi mejor amiga y durante mucho tiempo, había sentido algo por ella, pero me había enamorado de esta cara.
– [Noah]Intentaré llamarte Lexie. Te toca.[/Noah] – respondí. Incluso forzándome, muchas veces me salía llamarla Allie, pero no, era Lexie, no Lexie Reed, Lexie Fenris. Era…complicado, pero podría con ello.
– [Lexie]¿Por qué te fuiste?[/Lexie] – preguntó ella, sin apartar la mirada. Suspiré, la primera en la frente como suelen decir.
– [Noah]Me sentí…traicionado. Por las mentiras. Pero no lo pensé bien. No me paré a escucharte.[/Noah] – afirmé. Sonaba a poco, pero no podía decirle más. Lamentaba haberme ido porque en ese momento estaba cegado y después me di cuenta de lo mucho que podía perder.
– [Lexie]Te traicioné, pero en mi defensa diré que no me arrepiento.[/Lexie]- sentenció. No dudé de que decía la verdad, de hecho, no pude evitar reírme.- [Lexie]Mierda.[/Lexie] – dijo ella.
– [Noah]No pasa nada. Eres una tanuki.[/Noah] – repliqué. Había atosigado al máximo sobre el tema a una de las pocas personas que tenía la paciencia de responderme una y otra vez, mi padrino, que incluso me había dado varios libros sobre la raza de demonios de la que venía Lexie. A la hora de la verdad, dejando a un lado los que los trataban de amenaza, todos coincidían en algo, mentir estaba en su naturaleza. No podemos luchar contra lo que somos y si queremos de verdad a alguien, eso implica querer, entender y aceptar cada parte de ellos. Al final del día, hay muchas formas de mentir que no impliquen un problema. – [Noah]La verdad es mejor, aunque sea…complicada.[/Noah] – comenté, agradeciendo que se sincerase. – [Noah]¿Querrías…volver a intentarlo?[/Noah] – añadí. Me refería a la cena, pero no solo a la cena.
– [Lexie]No lo sé.[/Lexie]- dijo ella. Igual me había pasado de positivo con lo de que la verdad era mejor. – [Lexie]Ahora mismo quiero darte de tu propia medicina y dejarte aquí plantado.[/Lexie] – espetó, con una mirada maliciosa.
– [Noah]No seas vengativa. Estoy intentando arreglarlo.[/Noah] – le pedí. No tenía muchas fuerzas físicamente, así que me estaba costando un esfuerzo extra sacar fuerza de voluntad.
– [Lexie]La venganza es más divertida.[/Lexie] – respondió ella.
– [Noah]Salvo que quieras a alguien.[/Noah] – dije yo. La última vez había echado a correr con esa palabra. Esperaba no provocar el mismo efecto.
– [Lexie]Ya.[/Lexie]- suspiró. Aquello no tenía buena pinta.
– [Noah]No lo has preguntado. Pero te quiero. Con esta cara, con la que sea.[/Noah] – ya estaba todo dicho, no podía esconderme ni poner excusas, era lo que sentía total y abiertamente, si no era recíproco, bueno, me tocaría curarme de una forma mucho más lenta de la que lo haría mi pierna.
– [Lexie]El cuerpo me pide dejarte plantado ahora mismo.[/Lexie]- respondió.
– [Noah]¿Estás segura?[/Noah] – le pregunté.
– [Lexie]Sí.[/Lexie]- dijo ella, mirándome a los ojos.
– [Noah]Bueno. Haz lo que quieras hacer.[/Noah] – dije ya sin fuerzas. De pronto la pierna me dolía más y notaba el cansancio de mi cuerpo y su «lentitud». Era la segunda vez que le dejaba claros mis sentimientos. Si no sentía lo mismo, no pasaba nada.
Lexie se acercó a mí sin que la viera y me lamió la mejilla. Ya no era lo suficientemente rápido como para haberlo visto venir y si lo hubiera hecho, sinceramente tampoco lo habría evitado. – [Lexie]Miento demasiado bien.[/Lexie] – replicó, sonriendo con malicia.
– [Noah]Me estoy dando cuenta.[/Noah] – me extraño conseguir articular palabra teniendo en cuenta que mi mente no dejaba de pensar en su…ehm…bueno, con lo que acababa de lamerme la cara.
– [Lexie]Podemos intentar volver a ser amigos y luego lo que vaya surgiendo.[/Lexie]- propuso ella. Contuve la respiración, el que no arriesga no gana. Medité lo más rápido que pude, echando en falta unos minutos extra que me habría dado mi poder, para asegurarme de que no era acoso lo que pensaba hacer.
– [Noah]Vale. Dame la mano, para levantarme.[/Noah] – le tendí la mano y ella la cogió, pero no esperaba que tirase de ella hasta caer sobre mí. Nuestras caras estaban a menos de un centímetro de distancia y no era capaz de besarla por si ella no quería y eso era pasarme. Supuse que por un momento de usar mi poder no pasaría nada, así que tuve tiempo para observarla y ver cómo se movía hacia mí, abriendo ligeramente los labios. Volví a mi posición y la besé, no podía seguir pensando o no lo haría nunca. Aquello fue…indescriptible. – [Noah]Yo también sé mentir.[/Noah] – le dije cuando nos separamos. Por un segundo pensé que me iba a ahogar, Lexie había continuado el beso y sinceramente, se le daba mucho mejor que a mí.
– [Lexie]Pero mientes mal.[/Lexie] – se rió, aún sentada sobre mí. En ese momento la pierna ya no me dolía. Ni siquiera sabía si me circulaba la sangre hacia ella ni tampoco me importaba demasiado.
– [Noah]Pero beso mejor, ¿no?[/Noah] – pregunté disfrutando de estar cerca de ella. Tenía una sensación en el pecho que me sobrecogía.
– [Lexie]Regular.[/Lexie]- bromeó ella.
– [Noah]Si puedes hacerlo mejor…adelante.[/Noah] – la reté, sonriendo.
– [Lexie]Ven.[/Lexie]- se pegó a mí y volvió a besarme. Vaya si lo hacía mejor.
Puede que lo que duró el beso volviera a hacer un poco de trampa con mi poder para aprender a hacerlo mejor, pero solo fue un poco, nada que me impidiese seguir curándome.
Era feliz. Allí, perdido en mitad de la prehistoria, habiendo estado a punto de morir, era feliz. ¿Y sabéis lo que significa eso para alguien con todo el tiempo del mundo para pensar? Que iba a tener mucho miedo, porque tenía más cosas importantes que perder.