Moondale

Etiqueta: Noah Arkkan ‘Drake’

  • UN RECUERDO PERDIDO EN LOS RECUERDOS

    NOAH ARKKAN

    HOSPITAL

    Abrí los ojos, sobresaltado. Donde esperaba encontrar la minimalista y cómoda más allá de lo imaginable cama de la nave, descubrí un colchón duro, caliente, que contribuía a un dolor de espalda del que cada vez era más consciente.

    La tirantez de los cables en mi frente y pecho me hicieron percatarme de su presencia. Giré la cara, notando dolor en las cervicales, y vi un monitor controlando mi pulso.

    Miré a mi alrededor, todo parecía instrumental de la Tierra, aquello no era la Nave. ¿Pero cómo había vuelto? Traté de recordar, solo para conseguir que un dolor punzante se adentrase en mi sien. Al llevarme la mano solo conseguí notar un tirón agudo en la muñeca, como un corte. Tenía una vía.

    Esperé, por si alguien venía, busqué una forma de llamar a alguien, pero nada funcionaba. Me incorporé y busqué a los pies de la cama, tanteando hasta encontrar un fichero sobre mi condición.

    Noah Arkkan…coma provocado por memoria genética. ¿Cómo podían saberlo? La fecha de ingreso era…era poco tiempo después de regresar a la Nave con los demás. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía haber terminado allí?

    Tenía que ser un truco, obra de algún soldado renegado de Antailtire o de la oscuridad que se expandía a lo largo del Cúmulo. Quité los cables y con temor, la vía de mi mano. Al ponerme en pie noté que las piernas me fallaban, mi cuerpo estaba dolorido, adormecido.

    Con dolor me arrastré fuera de la sala, a un pasillo vacío en el que se escuchaban ecos lejanos de máquinas pitando. Sentía la cabeza embotada, como si en cualquier momento fuese a desplomarme en el suelo, inconsciente. Traté de resistir y seguí adelante.

    Unos metros más allá, sentada en unas sillas de una sala de espera estaba una mujer de cabello cano, liso, con un peinado muy cuidado y ropa impoluta. Pensé que podría ayudarme, así que me acerqué.

    – [Noah]S-señora…¿puede ayudarme?[/Noah] – pregunté. Un enfermero me alcanzó y me observó, preocupado.

    – [b]Eh, tranquilo. ¿Cómo te encuentras?[/b] – dijo, ayudándome a tomar asiento. – [b]¿Quieres un poco de agua?[/b] – añadió.

    La anciana dormitaba en la silla, a lo lejos no me había fijado, pero ahora podía ver como su respiración subía y bajaba en calma, sumida en un sueño ligero.

    – [Noah]Agua, sí.[/Noah] – pedí, llevándome una mano a la frente. Traté de sentarme bien en la silla cuando el enfermero se marchó, pero perdí fuerza en las piernas y me golpeé con fuerza contra ella. El estrépito hizo que la mujer abriera los ojos, sobresaltada.

    – [Lexie]¿Pero qué coj…?[/Lexie] – la anciana me miró, colocándose los audífonos en los oídos. Había algo en ella que me resultaba conocido, algo en sus ojos, en la forma de su rostro.- [Lexie]¿NOAH?[/Lexie] – preguntó la mujer. Su voz, aquella voz.

    Por un instante fue como si mi cuerpo dejase de funcionar mientras mi mente trataba de procesar lo que veía. – [Noah]¿Lexie?[/Noah] – no quería saber la respuesta, aunque en el fondo ya la sabía. – [Noah]¿Cómo es posible? ¿Qué ha pasado?[/Noah] – miré mis manos, tan jóvenes como las recordaba. Sin pensar, coloqué mi mano derecha sobre las suyas, más delgadas, cuidadas, pero marcadas por la edad.

    – [Lexie]La vida.[/Lexie]- respondió con una sonrisa triste. Aún en shock, vi que en su mano derecha tenía una alianza. ¿Cuánto tiempo había pasado en coma? Eso no podía estar pasando.

    Me eché hacia atrás, apartando la mirada. No quería afrontar la realidad. – [Noah]No lo entiendo. ¿Qué ha pasado?[/Noah] – me pasé una mano temblorosa por el pelo.

    Lexie suspiró. No, no podía llamarla Lexie, tenía que distanciarme de mis recuerdos. Pero no podía hacerlo, vi con claridad su rostro joven, tal y como lo recordaba antes de despertar. ¿Por qué no podía volver atrás? – [Lexie]Te quedaste…atrapado en tu memoria genética.[/Lexie]- atrapado en los recuerdos, durante…años. Mientras todo seguía adelante, mientras Lexie hacía su vida. Noté que le temblaba la voz. – [Lexie]Estabas intentando encontrar el camino a casa, arrancar la Nave y…[/Lexie] – cuanto más escuchaba, más empezaba a entender esa oscura realidad que tenía delante.

    – [Noah]Me he perdido…¿todo?[/Noah] – traté de controlar mi respiración, pero no era capaz. Lexie me miraba, apenada, contenida. No podía soportar verla así, pensar que nuestro futuro…no existiría nunca.

    – [Lexie]Han pasado cincuenta años.[/Lexie]- cincuenta años. La Lexie que conocía y amaba era ahora una anciana de más de setenta. Una mujer que ya había vivido toda una vida sin mí, mucho más que a mi lado.

    – [Noah]Cincuenta años…perdido en mis recuerdos.[/Noah] – no conseguí evitar que las lágrimas me resbalasen por el rostro. Y todo era culpa mía, había entregado mi velocidad y la había usado para absorber conocimientos uno tras otro, conocimientos para una vida. Y sin la velocidad, mi cerebro se perdió en esa infinidad de información absorbida gracias a una agilidad de la que ya carecía.

    – [Lexie]Pero ahora estás aquí.[/Lexie]- sonrió y puso su mano sobre la mía. En aquél gesto había cariño, no amor. Para ella era algo del pasado, y demostraba un aprecio…como el de una abuela.

    – [Noah]No queda nada de mi vida, tú…tú ya habrás vivido la tuya.[/Noah] – sollocé. Aquello me estaba destrozando, solo quería volver a caer en mis recuerdos y dejar de vivir la cruda realidad en la que había despertado.

    – [Lexie]Espero no morirme tan pronto como estás dando a entender.[/Lexie]- replicó ella, sonriendo.

    – [Noah]Me refiero a que…ya tienes tu familia y yo…no soy yo.[/Noah] – nunca me había hecho ilusiones claras de mi futuro con Lexie, siempre había temido que se cansara de mí, que no fuera suficiente para alguien tan…impresionante. Ni siquiera estaba seguro de que ella se viera con hijos, pero sí que lo había imaginado alguna vez. Y ahora, todo eso había desaparecido.

    – [Lexie]Te esperé.[/Lexie]- aclaró. Aquello hacía que doliese más. Cada detalle que me traía el recuerdo de que ella alguna vez me había amado.- [Lexie]Y he venido a verte todos los viernes desde aquel día, pero…[/Lexie] – ese terrible ‘pero’.

    – [Noah]La vida siguió.[/Noah] – tragué saliva, la información era como trozos de cristal atravesando mi garganta. – [Noah]¿Le conozco? ¿A él o ella?[/Noah] – no sabía qué me había llevado a preguntar aquello, no quería saberlo.

    – [Lexie]Tuve que seguir.[/Lexie]- explicó ella. Mostró una foto en su infiniBand, parecía más avanzada, pero no sabía decir cómo. Había dos niños. Se parecían a ella pero ese pelo oscuro….- [Lexie]Al final, me decidí a tenerlos y fue una buena decisión. Este es Noah. Se lo pusimos en tu honor. Le encantan los animales y tiene una cafetería a medias con su pareja, Víctor. Mi otro hijo se llama Devon. Sí, yo también odio su nombre. Devon es un viva la vida. A mí a veces tampoco me cae bien.[/Lexie]- ese era mi futuro con ella, dar nombre a uno de sus hijos. Ser un recuerdo. Un recuerdo perdido en los recuerdos..

    Asentí, no era capaz de hablar, ni me sentía con fuerzas para escuchar. – [Lexie]Sé que te estarás preguntando con quién me casé.[/Lexie]- parecía costarle. Mostró otra foto, muy del estilo que ella solía tener. Entonces me fijé primero en el pelo oscuro.

    – [Noah]No puede ser.[/Noah] – repliqué. Había terminado casándose con Owen.

    – [Lexie]Nos hicimos muy amigos cuando… cuando te perdiste.[/Lexie]- tragué saliva, ahora como arena que rasgaba las heridas abiertas por el cristal.- [Lexie]Me ayudó mucho.[/Lexie]

    Apoyé los codos en las rodillas y me doblé hacia delante. La vida había seguido, mi futuro con Lexie, esfumado, junto con la vida que habría tenido junto a todos los demás. Había perdido cincuenta años, me había perdido la vida de Leo, de mis padres, del resto de New Moondies. Todo. Me había perdido mi propia vida.

     – [Noah]No puede ser… [/Noah]- grité, destrozado. Los nervios recorrían todo mi cuerpo. No dejaba de ver cómo eran las cosas hacía unos minutos, lleno de esperanza. Aquél dolor recorrió mis venas haciéndolas arder. Se encendieron con tanta intensidad que para cuando noté la chispa, ya era tarde. Estaba rodeado de electricidad que emanaba de mí y se expandía rápidamente. – [Noah]Lexie vete…corre.[/Noah] – no podía controlarlo. No había podido controlar mi memoria genética y ahora no podía controlar este poder.

    La electricidad alcanzó a Lexie, que cayó al suelo. Sus ojos seguían abiertos cuando me agaché a su lado. Los enfermeros vinieron y me apartaron, pero ella ya no respiraba y yo habría deseado dejar de hacerlo antes que ella.

  • WHEN FEAR ARRIVES I

    DIARIOS DE DESTINO

    “We meet fear. We greet the unexpected visitor and listen to what he has to tell us. When fear arrives, something is about to happen.”
    Leigh Bardugo, Crooked Kingdom

    RUBY

    Ruby posó la palma en el lector de la puerta de la Nave y se preparó para dejarse llevar entre unos rostros que se habían vuelto muy conocidos en muy poco tiempo. La acogida, sin embargo, no llegó. La Nave la recibió de forma fría y silenciosa, sin que no pareciese haber nada ni nadie en su interior.

    Caminó por el hangar y subió hasta la planta principal, aún esperanzada. Allí no había nada, solo sombras y un susurro que parecía adentrarse más y más en su cabeza. Era como si alguien la estuviese vigilando desde atrás. Se giró y vio un cuerpo tendido en el suelo. Era Kaylee, le miró el pulso, parecía dormida, pero sus ojos estaban abiertos.

    De nuevo sintió algo a sus espaldas. Aferró la espada que había cogido en la zona de entrenamiento y se giró, pero la espada cortó solo las sombras, que parecieron difuminarlo todo a su alrededor.

    Una risa conocida la sorprendió. Cole estaba tras ella, sonriendo, pero sus dientes estaban afilados como cuchillas. Se echó hacia atrás y sus manos tocaron tierra oscura y fría. No podía ser cierto, no podía estar allí de nuevo. Y sin embargo, dos lunas recortadas en la profunda noche confirmaban lo contrario. Nunca había salido de Dyavol, solo había sido otro juego enfermizo del Amo del Portal. Seguía estando sola, indefensa, incapaz de liberarse.


    COLE ROMAN

    No había rastro del más mínimo rayo de sol en aquél lugar. Cole trató de seguir un camino ascendente, sin embargo no fue capaz de encontrar una salida.

    Llevaba desde que se había despertado buscando el camino, cualquiera que evitase internarse más en aquella mina oscura, privada de calor y de luz. Se notaba mucho más cansado, apenas con fuerzas para aguantar unas horas más.

    Apoyó la espalda en la pared y se sentó para tratar de recuperar una energía que jamás iba a volver si no encontraba una fuente. Miró hacia el camino descendente, que se sumía en la oscuridad. De él parecía venir una voz lejana, una voz que creía conocer.


    NIALL

    Despertó con un dolor punzante. Al girarse, vio que un muelle del colchón se había salido y se le había estado clavando quién sabe durante cuanto tiempo. Alguien se removió en la parte superior de la litera. Aún confuso, Niall se puso en pie para comprobar quién era, y se sorprendió al ver a su madre, removerse en sueños, encogida, sin apenas una manta con la que taparse.

    No lo entendía, acababa de hacer un trato para que a ninguno le faltase de nada. ¿O quizá todo había sido un sueño? Cuanto más veía las fotos distribuidas por la vieja caravana, muchas tapando agujeros o grietas en la carrocería, más dudas le surgían.

    Abrió la nevera, estaba vacía salvo por un cartón de leche caducado y un par de huevos. Puso una sartén en el fuego pero el gas no funcionaba. Sobre una mesa desconchada, se acumulaban avisos para mover la caravana por impago.


    ROBIN

    Robin se llevó una mano a la sien, aún dolorida. Pensaba en alguien que faltaba a su lado, alguien que hasta hacía poco estaba allí. Lo único que sabía a ciencia cierta era que volvía a casa después de tanta guerra. Necesitaba paz, tranquilidad.

    Cruzó los límites del reino y esperó su esplendor, su olor característico, el frío acogedor de la nieve. Un penetrante olor a humo le inundó las fosas nasales y le hizo abrir los ojos. El hermoso bosque estaba quemado al menos en dos tercios.

    Corrió, sin pensar dónde se estaba metiendo, y entonces cayó de rodillas. A lo lejos se veía el castillo de su familia, en ruinas, destrozado por la artillería de los morteros. El pueblo a su alrededor estaba igual. La guerra había llegado mientras no estaba y había arrasado con todo.


    NOAH ARKKAN

    Abrió los ojos. El cuerpo entero le dolía: cabeza, articulaciones, incluso los mismos ojos. Llevó las manos a los cables que tenía sujetos a la sien y los palpó. Después a la vía clavada firmemente en el brazo.

    Se incorporó, desconectando los cables y suspiró para quitarse la vía. La sensación era desagradable, pero también el dolor palpitante en la nuca y la sequedad que sentía en la boca.  Confuso, buscó el dossier a los pies de la cama y trató de leer. Era como si su mente tuviera problemas entendiendo las palabras, pero le recorrió un escalofrío al ver el año de ingreso y el de la última intervención. Llevaba veinte años allí.


    LEXIE FENRIS

    Llegaba tarde a la fiesta y no terminaba de encontrar el vestido adecuado. Tras un rato, se decidió y se maquilló. Bajó las escaleras de la mansión Fenris, lista para sorprender a todos con su aspecto.

    A mitad de camino recordó que era un baile veneciano, así que dio la vuelta a la habitación, pero no fue capaz de encontrar una máscara. Pensó que se la pediría a alguien abajo, seguro que su madre tenía varias.

    Volvió a bajar las escaleras y las máscaras se giraron hacia ella, murmurando que no llevaba una. Lexie maldijo controlando las apariencias y se internó en la muchedumbre. Buscó a sus padres, pero las máscaras les confundían. Solo veía rostros cubiertos y ya no eran planas, con bonitos decorados. Eran horrendas, como picos de aves exageradamente grandes y amenazadores. Todo el mundo llevaba, de diferentes colores y estilos, pero cada vez que la miraban esos picos apuntaban a ella.

  • YA LO IRÍAMOS VIENDO

    Lexie – ¿Louna?

    Noche

    Lo bueno de Louna es que siempre es verano. Incluso en los días más fríos de diciembre, aquellos en los que te pones unos leggins y un jersey para ir a ‘El Chalé’ a tomarte un café bombón , puedes disfrutar de una temperatura de lo más agradable.

    Después de una tarde de playa, me duché, cené un bocata de lomo y me fui para el espigón a ver qué se contaba esta gente. Me gustaba especialmente mi outfit de vaqueros rotos, top color rosa empolvado, taconazos y chaqueta Levi’s vintage.

    (más…)

  • EL MENTOR

    NOAH ARKKAN

    DAONNA

    Persistí durante horas tratando de volver a llegar hasta Lexie. Al final tuve que desistir porque mi cuerpo no aguantaba más. Necesitaba descansar, comer, hidratarme y pensar con claridad. En otro tiempo habría tenido más facilidad para encargarme de todo, pero ya no era así de rápido.

    Traté de no alejarme demasiado. La noche ya había caído y temía que en un momento de guardia baja algún depredador, ya fuera dinosaurio o demoníaco, fuese a por ella. Encendí una hoguera para prepararme algo de comer y la ilusión en el horizonte no se desvaneció.

    Mastiqué un par de bocados y dejé a un lado el resto, algún pequeño animal lo aprovecharía más tarde. Yo no conseguía comer, no hacía más que pensar en Lexie y en cómo podría su propio poder hacerle creer que estaba comiendo mientras su cuerpo sufría los efectos del hambre y la sed.

    No tenía demasiado tiempo y maldije una vez más haber cambiado mis poderes. Hubiera descubierto o no que una parte de ellos vivía en mí con el don de mi padre, ya no era igual, mi mente no iba a la velocidad de la luz. Estaba seguro de que hacía semanas habría encontrado la respuesta y Lexie estaría ya recuperándose.

    Al calor de la hoguera, pese a las preocupaciones, fui consciente del cansancio acumulado. La tensión y los nervios que había pasado mientras trataba de volver con ella habían pasado factura y pronto empecé a notar los párpados pesados.

    Caí en un sueño contra el que luché, sin conseguir vencer, algo común ese día. Al cabo de lo que me parecieron minutos, desperté de pronto, sobresaltado. Notaba algo acercarse, algo peligroso. Aún adormilado, abrí los ojos y me incorporé. Tras la maleza había algo arrastrándose.

    Me puse en pie por completo y apagué el fuego. A oscuras, mi oído se agudizó y seguí escuchando algo arrastrarse, esta vez acompañado de un lamento. Cambié a mi apariencia demoníaca para estar protegido y cuando el sonido se hizo más cercano, invoqué electricidad en la palma de mi mano para iluminar frente a mí.

    Me eché hacia atrás con un grito al ver el rostro de un cadáver frente a mí. Tenía el rostro hundido y los ojos casi blancos, pero la habría reconocido en cualquier parte. Lexie. No, no podía ser, no podía haberle pasado eso en unas horas.

    Seguí retrocediendo mientras el cadáver me perseguía despacio. Pensé en huir hacia la derecha, pero entonces otra figura apareció. Esta vez el cuerpo del no muerto también era conocido, mi hermano, Leo. Como si se llamasen entre sí, fueron surgiendo más y más, una tras otra todas las personas importantes que había perdido en esos mundos, aparecieron de entre las sombras para ir hacia mí.

    Acorralado, esquivé a un Xander cegado por la muerte y corrí hacia la caverna, mi única salida posible, usando la velocidad que me permitía mi control de la electricidad.

    En la oscuridad de la cueva, cada esquina parecía guardar una amenaza, un nuevo fantasma del pasado. Escuché el sonido de los muertos persiguiéndome. Ya habían entrado a la cueva y yo no sabía si había salida. Seguía avanzando, impulsado por el miedo, hasta que me encontré con un camino que descendía hasta un abismo insondable.

    No podía seguir, estaba rodeado y no conseguía pensar con claridad. No podían estar todos muertos, no tenía sentido. ¿Y qué hacían aquí? Lexie había estado bien la última vez que la vi, no llevaba tanto sin comer y su ilusión no había disminuido, era difícil pensar que no hubiese engañado a cualquier amenaza que se acercase. La había visto engañar a los dinosaurios.

    Fue entonces cuando me di cuenta. Las ilusiones de Lexie. De alguna manera me habían seguido, habían tratado de evitar que me acercase a ella alejándome a través de mis miedos. Tenía que dar la vuelta.

    Al hacerlo, vi un rostro descompuesto observándome en la oscuridad. – [Noah]No vas a alejarme, sé que no eres real.[/Noah] – el cadáver sonrió y se abalanzó contra mí. Sentí sus manos sobre mi pecho con la fuerza suficiente como para hacerme caer hacia el abismo.

    Mi espalda chocó contra una pendiente descendente. Sentía la roca chocar contra mi piel escamosa. Tuve suerte de estar en forma de Rakkthathor porque de lo contrario no habría aguantado los cortes. Rodé, choqué, me golpeé varias veces por el descenso incremental hasta que ya no hubo más roca y sufrí una caída de más de diez metros a un lago agua gélida.

    Aquellas aguas parecían pesar, sujetarme y arrastrarme al fondo. Volvía a ser consciente de mi cansancio y mis párpados pesaban. Solo tenía que dejarme llevar, aferrarme los brazos para conservar el calor y dormir un poco. Solo un poco.

    Mi cuerpo se hundía y mi mente estaba en calma. Algo recorrió mi cuerpo como una sacudida eléctrica, enviando una rápida sucesión de imágenes a mi cabeza.

    Veía a Antailtire siendo arrastrado a la Nada, con sus personalidades siendo arrancadas de su ser una a una como capas de una cebolla por aquella que moraba allí, la del Pelo Rojo que había atormentado a mi madre, esa cuyo nombre no podía recordar pero no debíamos olvidar.

    Mi visión se alejó como un ave migrando hacia otro lugar y volvió a fijarse en el Cúmulo, donde Dyavol se hundía en una oscuridad profunda y corrupta. En su interior, la chispa de la maldad  sonreía con malicia al sentir la marcha de su captor y extendía sus tentáculos por todos los catorce mundos.

    Vi Daonna, brillante, salvaje, poderosa. En lo más recóndito el oculto protector de la magia de ese mundo cantaba al sol y con su canto los portales crepitaban cargados de energía. La oscuridad lo alcanzó, lo corrompió y su canto se volvió ansioso, destructivo, llamaba a disfrutar sin pensar en las consecuencias. En vivir la vida sin pararse a pensar en que eso la hiciera breve.

    Su canto parecía ocultar un llanto y con él, mi visión volvió a los catorce mundos volviéndose corruptos uno tras otro, a igual que sus tótem protectores, solo que ya no veía los mundos tal cual, si no como un mapa estratégico fusionado con un tablero de ajedrez. Cada fila era un planeta, hasta un total de quince incluyendo una de las lunas. Las negras estaban sumidas en la oscuridad, cubiertas de una neblina que no permitía verlas.

    En la primera fila, el planeta alineado con Sagitario, había tres figuras blancas: Una tenía los brazos abiertos, el Amigo; otra tenía un rasgo permanente tatuado en la mirada, era la Rebelde; y el tercero sostenía entre sus manos alzadas un objeto brillante, era el Creyente. Observé la figura entre tinieblas y fue como si algo interviniese para despejarlas, la figura negra era el Mono.

    En la segunda fila, la alineada con Cetus, la Analista y el Estudiante iban camino de encontrarse con el Conejo.

    En la tercera, la alineada con Aries, el Diplomático y el Inventor cruzarían su destino con el Caballo.

    En la cuarta, la alineada con Escorpio, el Harlequín, la Penitente y la Sombra avanzaban hacia el Tigre.

    En la quinta, la alineada con Piscis, el Guerrero y la Defensora estaban ya cerca de la Rata.

    En la sexta, la alineada con Libra, el Sanador y la Inocente eran esperados por el Perro.

    En la séptima, la alineada con Géminis, la Elegida y el Huérfano perseguían al Cerdo.

    En la octava, la alineada con Tauro, la Hedonista y el Hermitaño eran guiados hasta el Buey.

    En la novena, la alineada con Cáncer, el Fénix y el Poeta enfrentaban a la Cabra

    En la décima, la alineada con Acuario, el Explorador y la Amazona iban en busca del Pez.

    En la decimoprimera, la alineada con Virgo, el Mártir, la Madre y la Proscrita iban camino de despertar al Dragón.

    En la decimosegunda, el Vínculo y la Amante trataban de alcanzar al Águila.

    En la decimotercera, la alineada con Ofiuco, la Perfeccionista sufría el veneno de la Serpiente.

    En la decimocuarta, el Mentor y la Ilusionista estaban separados. La figura oscura estaba tras la Ilusionista, envolviéndola en su bruma. La visión lo mostró en toda su claridad. El Gallo había cautivado a la Ilusionista en su canto.

    Y por último, en la decimoquinta, la de la Luna Viltis, el Visionario se enfrentaba a una bruma oscura que reptaba en el corazón del hogar.

    Con la última de las visiones, abrí los ojos y noté la presión en mis pulmones mientras nadaba hacia la superficie. Pese a ser Rakkthathor, notaba las extremidades frías, si no salía de allí pronto acabaría helado. Nadé hacia la orilla y traté de procesar lo que había visto. Aún estaba fresco en mi mente así que dejé que se deslizara hacia mi memoria genética, donde ni yo ni ninguno de mis descendientes, si es que llegaba a tenerlos, lo olvidaría jamás.

    Me di cuenta de que llevaba demasiado tiempo dependiendo de mis poderes para definirme. Tenía que luchar por lo que quería. Seguía siendo un Daë. Era hora de que el Mentor demostrase lo que mejor se le daba. El Gallo estaba aprovechándose del poder de Lexie para sumirla aún más en el hedonismo de su canto. Y yo no iba a permitirlo.

     

  • SOLO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    Me dejé llevar por la euforia de alzarme sobre ese precipicio y sonreí al pisar tierra firme al otro lado, pero no me detuve ahí, decidí seguir corriendo, presionando los límites de ese cuerpo y esa habilidad que aún era nueva para mí.

    Pasé al lado de una manada de velociraptor listos para captar sus presas, unas con la carne más blanda que la de mis escamas Rakkthathor. Mi parte demoníaca parecía hecha para estar en aquél mundo, capaz de sobrevivir a esos depredadores y a las condiciones duras del entorno.

    Parecía muy lejano el día en el que Lexie y yo habíamos aparecido de nuevo en ese planeta, desprotegidos en mitad de la noche en un paraje lleno de criaturas que podrían devorarnos, criaturas que no tardaron en aparecer. Para cuando las ilusiones de Lexie no consiguieron distraerles más, el poder acudió a mí como la tormenta en la que nos encontrábamos. El poder de mi padre estaba vivo en mi parte demoníaca, había entregado mi velocidad, pero a cambio había podido despertar esa parte latente.

    Aprendí a servirme de la electricidad para darnos luz, fuego y conseguirnos alimento. Con el tiempo, conseguí darle forma para obtener un pequeño sustituto a mi velocidad. No era lo mismo, nunca lo sería, pero si que me movía con bastante rapidez.

    Recordar aquellos primeros días juntos contra todo lo demás, me hizo sonreír. Fueron duros pero estábamos unidos, parecía que nada podía acabar con nosotros.

    La pradera bajo mis pies dio paso de súbito a una acera pavimentada. Estaba entrando en el territorio de Lexie, donde las demás criaturas no solían acercarse. Era fácil de percibir, no solo por el ambiente si no porque ahora, incluso en mi forma de demonio, iba vestido con una especie de ropa de fiesta bastantes tallas mayor a la que habría llevado como humano. Evité los coches y me dirigí hacia donde sabía que la encontraría.

    Lexie estaba en una tumbona en primera línea de playa, cerca de un chiringuito con bebidas de aspecto refrescante. Su poder no dejaba de sorprenderme, notaba el calor sofocante, la suave y fresca brisa marina e incluso el olor a crema protectora.

    – [Noah]Hola, cariño. [/Noah] – la saludé, llegando a su lado. Ella me miró tras sus gafas de sol. De pronto mi ropa cambio a un bañador de color rosa. Dejé paso a mi forma humana y el bañador se adaptó a mi cuerpo.

    – [Lexie]¿Quieres algo? ¿Le digo a Michael que te ponga un mosto y una tapa?[/Lexie] – ofreció, señalando a un tipo que saludaba sonriente tras la barra, con una melena mecida por el viento.

    – [Noah]He traído comida.[/Noah] – dije, sentándome a su lado en una tumbona y ofreciéndole unas frutas salvajes que había recolectado. Allí las fresas eran del tamaño de cocos, Xander lo habría disfrutado. Solo esperaba que estuviera bien, no quería ni pensar en que les hubiera pasado algo.

    – [Lexie]No, gracias. Prefiero mi tapa de lomo.[/Lexie]- replicó, guiñándome un ojo. Evité dejarme llevar por el miedo a enfadarla, aquella ilusión de vida había empezado a torcerse hacía una semana. Hasta entonces habíamos estado bien, como un equipo. Pero ahora…

    – [Noah]Lexie, eso no te alimenta.[/Noah] – insistí, tendiéndole una fruta que no cogió. La diferencia era leve, aún habían pasado pocos días de esta nueva situación, pero había adelgazado, solo había conseguido que comiera algo de verdad unas pocas veces. – [Noah] No puedes vivir en esta ilusión todo el tiempo.[/Noah] – sentencié, aunque era más un ruego. Temía por ella, por los estragos que eso estaba haciendo y haría en ella.

    – [Lexie]No es una ilusión. Estoy en Louna.[/Lexie] – me dio pena ver que lo creía con total convicción. Lexie sabía diferenciar perfectamente sus ilusiones, ¿qué estaba pasando? Lo único que me había pasado por la cabeza era una depresión que no hubiera sabido detectar a tiempo. Ella no parecía tener mucha esperanza de volver a la Tierra o reencontrarse con los demás. Quizá había tardado en manifestarlo y cuando le golpeó, fue con demasiada fuerza.

    – [Noah]Cariño, tienes que centrarte.[/Noah] – le pedí. Lexie empezó a fruncir el ceño, no quería salir de esa fantasía, de la vida que habría llevado si no se hubiera cruzado con nosotros. – [Noah]Esto empezó como una forma de evadirte pero ahora es continuo.[/Noah] – le puse una mano en el hombro, esperando salvar la distancia que nos separaba en ese momento. De pronto cambio de aspecto al de mi hermano Leo durante un instante. Me aparté y ella se echó a reír al volver a su aspecto real. – [Noah]Cariño, me preocupas, te estás perdiendo en todo esto, en una mentira.[/Noah] – percibía mi propio miedo y mi desesperación. No sabía qué hacer para sacarla de ahí, no tenía a nadie, estaba yo solo, sin nada que me ayudase a salvar al amor de mi vida de estar encerrada en su propio sueño.

    – [Lexie]¡No es una mentira![/Lexie] – replicó, enfadada.

    – [Noah]No estamos en Louna, llevamos meses perdidos en Daonna, viviendo en la prehistoria.[/Noah] – le recordé. Y los primeros meses nos había ido bien, sobrevivíamos, ella usaba sus ilusiones para darnos pequeños respiros, hasta que un día volví y encontré todo ése lugar.

    – [Lexie]¿Te parece esto la prehistoria?[/Lexie] – me sentí mareado cuando cambió la ilusión para mostrarnos subidos a un deportivo. El coche iba muy rápido y Lexie no parecía concentrada en la carretera, pero en el fondo ni siquiera nos estábamos moviendo. La carretera bordeaba un precipicio y el coche viró violentamente hasta llegar al final de la misma, como en esa saga que le gustaba tanto, drifting le llamaban.

    – [Noah]Sabes que en realidad estamos en mitad del lago en el que nos asentamos nada más llegar.[/Noah] – daría lo que fuera para volver a aquellas mañanas en las que me despertaba a su lado en nuestra cabaña a orillas del lago de aguas rosas, por el lecho de gemas preciosas que lo sostenía. Ahora todo ese lugar estaba camuflado en esta Louna de fantasía. – [Noah] Tienes que afrontar la realidad, juntos podremos salir de esto.[/Noah] – le pedí.

    – [Lexie]Si sigues en plan muermo, no te voy a dejar entrar en Louna.[/Lexie] – apartó la mirada de la mía, la estaba perdiendo.

    – [Noah]Lexie, tienes que dejar que te ayude.[/Noah] – le cogí la mano, esperando llegar a ella.

    – [Lexie]No necesito ayuda.[/Lexie]- el coche volvió a acelerar, pero en un instante estaba subido y al siguiente me encontraba en la carretera, viendo cómo se alejaba. Cambié de aspecto a mi forma Rakkthathor y usé mi poder para correr tras él.

    – [Noah]No pienso perderte. [/Noah] – dije conteniendo al máximo las chispas que despedía mi cuerpo. No sabía qué distancia había ni qué estaba sujetando realmente.

    – [Lexie]Pues entonces deja de ponerle pegas a mi vida.[/Lexie] – dijo, de pronto ataviada con un vestido de noche, a punto de entrar en un restaurante a orillas de la playa. Era una noche preciosa, pero no tanto como las que habíamos vivido juntos en aquél mismo lugar, a muchos kilómetros de donde nos encontrábamos.

    – [Noah]Quererte implica evitar que tú misma te hagas daño. [/Noah] – por mucho miedo que me diese que ese camino la llevase a no querer ni verme.

    – [Lexie]Vete.[/Lexie] -dijo señalando la puerta. En su mesa ahora solo había una silla y un plato, no podía dejarlo más claro. Sentí el enfado crecer dentro de mí, propiciado por la impotencia y el dolor de sentirme solo. Traté de contener esa emoción, si me dejaba llevar podría perderla para siempre.

    – [Noah]Si me echas de tu vida nadie podrá ayudarte a salir.[/Noah] – intenté hacerla reaccionar.

    – [Lexie]No necesito salir. Estoy en casa.[/Lexie] – me miró, desafiante. Estaba protegiendo lo que creía que era bueno para ella.

    – [Noah]Vives en una ilusión.[/Noah] – le recordé, pero ella ya no me escuchaba.

    – [Lexie]Si tanto te molesta, te dejo fuera de ella.[/Lexie]- fui a rogarle, a pedirle por favor que no me echara de su vida, a hacer lo que fuera para ganar unos valiosos minutos que me permitieran seguir haciendo fuerza contra lo que estaba sufriendo. Sin embargo fue inútil, perdí los cinco sentidos durante un angustioso minuto y para cuando lo recuperé, estaba en la naturaleza de Daonna, en las praderas cercanas al lago.

    Traté de volver a atravesar la ilusión, veía su horizonte frente a mí, como en la visión de un oasis para un sediento. Cada vez que entraba, mis sentidos se confundían y terminaba corriendo en la dirección opuesta o apareciendo en la otra punta de la zona. Lexie se había encerrado en su propio mundo y me había dejado fuera, solo y sin posibilidad de contactar con nadie.

  • EL DESENLACE SEGUNDA PARTE

    XANDER ECHOLLS

    NOCHE

    Tras la aparición de los Daë, a la orden de mi hermana Ellie, redoblamos nuestros esfuerzos tratando de abrirles camino hasta nosotros. El grupo se enfrentó cara a cara con las Manos, superando sin demasiada dificultad a aquellos que tan mal nos lo habían hecho pasar en la luna.

    Había visto a Owen hincar la rodilla en el suelo y me dispuse a ayudarle, pero cuando lo encontré vi que Elliot ya le estaba ayudando a recuperarse, aunque había algo en la mirada del joven de los Williams. Era imposible, pero habría jurado que estaba dolorido.

    – [Idris]Esto parece el Señor de los Anillos y allí no había un jodido elfo negro.[/Idris] – escuché quejarse a Idris. En el cine habían tratado de representar batallas muchas veces, y pese a que muchas se quedaban en el recuerdo por ser muy buenas, todas se mostraban desde la distancia y ahora sin embargo, estábamos metidos de lleno en una, asediados por todos los frentes, tratando de rescatar a un grupo con más poder que el nuestro seguramente, pero que se encontraba rodeado.

    – [Xander]Hay que ayudarles a entrar en la Catedral.[/Xander] – les recordé. No teníamos que vencer a todas esas hordas de hombres y mujeres elegidos por sus habilidades para combatir en diferentes estilos, solo conseguir que llegasen hasta nosotros. En el caos de la lucha vi varias veces a algunos de los Daë. – [Xander]Na’amah está ahí, debe tener la cura para Owen en la bolsa.[/Xander] – dije mirando hacia Owen. Ella había sido la Guardiana a la que se había enfrentado mi tío Toph y entre otras, le había ofrecido como recompensa una cura. Si la teoría era cierta, los objetos que ofrecían habían sido suyos en vida, así que debían llevarlos encima. Por mi mente se cruzó la imagen del cristal que debía estar en posesión de Eleanor.

    Envuelto en un fulgor azul, Alastair se estaba enfrentando a un miembro de las Manos que no habíamos conocido. Cerca de él, Eleanor se enfrentaba a un hombre de cabellos rubios cubierto de una armadura digna de un héroe griego.

    Mientras ellos libraban sus combates uno a uno, nosotros retuvimos las oleadas hasta que las Manos empezaron a caer como dedos cercenados de Antailtire.

    – [Dante]No parece que necesiten mucha ayuda.[/Dante] – replicó Dante, golpeando con un bate a un gladiador que parecía recién cubierto de aceite.

    – [Kaylee]No sé cuánto vamos a aguantar, pero no tiene buena pinta.[/Kaylee] – dijo mi prima Kaylee. Casi juraría que la había visto sonreír como no lo había hecho en años, era como si la magia fuera una parte de sí que había tenido escondida en las sombras demasiado tiempo.

    – [Nate]Tened esperanza.[/Nate] – gritó Nate mientras abría camino viéndose rodeado de un grupo de caballeros de Kardas.

    – [Xander]Tenemos que aguantar hasta que crucen el portal.[/Xander] – alcé la espada y arremetí contra guerreros Oni de Nara. Necesitábamos esta victoria sin fallos, que los Daë cruzasen el portal y que Na’amah nos diera la oportunidad de curar a Owen. Así volveríamos todos a casa sanos y salvos.

    Mi hermana pequeña pasó por delante de mí envuelta en fogonazos de luz discontinuos. Aún no la controlaba por completo pero había mejorado de una forma increíble. Sus golpes derribaban demonios y su luz quemaba a los vampiros esclavizados de Valantis. – [Elle]Ánimo. Lo conseguiremos.[/Elle] – tras sus palabras Nate derribó una oleada de soldados romanos sin dificultad.

    Los Daë cada vez tenían el camino más abierto hacia la entrada de la Catedral. – [Henry] Ya casi está.[/Henry] – dijo Henry, que parecía saborear la esperanza que teníamos aferrada entre los dedos.

    De pronto el campo de batalla quedó sumido en el silencio. Tras aquél caos, la ausencia de ruido era antinatural, ensordecedora. Los ejércitos enemigos se apartaron dejando un hueco en mitad de la plaza. Las nubes oscuras se separaron en el cielo y una figura descendió como si fuera iluminada por el sol, hasta posarse en el suelo.

    Tenía el pelo largo hasta la cintura, dorado como si el sol se hubiera quedado capturado en él. – [Antailtire]¿Pensáis que vais a profanar mi utopía? No tenéis poder aquí.[/Antailtire] – sentenció con una voz atronadora. Caminó hacia los Daë y su melena empezó a recogerse y acortarse. Su pecho creció, su figura se estilizó. Su aspecto parecía fluctuar sin que le afectase lo más mínimo. Aun así, cualquiera reconocía su nombre, Antailtire.

    – [Noah]Ahora viene lo difícil.[/Noah] – escuché decir a Noah, con el deje gutural de su aspecto Rakkthathor. – [Noah]Tenemos que aguantar y protegernos.[/Noah] – trató de animarnos.

    Antailtire levantó una de sus manos, después, lentamente, de una manera teatral, levantó la otra y dio una palmada que reverberó por toda la plaza. Sentí que la onda me alcanzaba y me protegí, pero pasó como si nada. A girarme vi que los terian habían vuelto a su forma humana, las ilusiones de Lexie se habían disipado, Noah volvía a ser humano y el fuego y el hielo de Owen e Idris habían desaparecido.

    – [Owen]Mierda…[/Owen] – dijo Owen. Con una simple palmada Antailtire nos había dejado sin nada con lo que defendernos.

    – [Antailtire]¿Os atrevéis a enfrentaros a una deidad?[/Antailtire] – su pelo pasó a ser un mohawk y su figura siguió cambiando. A ojos de cualquiera, parecía una deidad. Los Daë permanecieron en silencio, inmóviles, pero reunidos. – [Antailtire]Sois animales en el matadero.[/Antailtire] – chasqueó los dedos y esta vez la onda sí que me afectó. Noté la vista mal, sin embargo mi olfato se abrió a todo un nuevo abanico de olores. De pronto sabía perfectamente dónde estaba Jane sin necesidad de verla. Empecé a sentirme nervioso y abrí la boca, refrescándome al jadear. Algo me agarraba desde atrás y se movía, me giré tratando de cogerlo pero siempre se escapaba, pegado a mi trasero. Llevé una mano a la espada y entonces vi que era una pata de perro.

    – [Idris]Iiiiiiiiiiiiiiiiii[/Idris] – chilló un cerdo de piel oscura como el carbón con escarcha en la crin.

    – [Elle]Beeeeee.[/Elle] – baló una oveja rodeada de un manto de luz.

    Antailtire nos había convertido en animales, no había esperanza ante un poder así. Al menos eso pensé hasta que vi a los Daë allí de pie, sin haber sido transformados. Un halo protector les rodeaba, ahora podía verse con más claridad.

    Su enemigo tenía poder, el Soberano palidecía a su lado, porque Antailtire no se había sumido en la locura, controlaba cada uno de sus actos. Y sin embargo, siendo conscientes de su destino aciago, los Daë del Cúmulo le plantaron cara sin demostrar miedo.

    Geraldine Cecereau alzó su báculo y golpeó el suelo. La onda nos alcanzó y cuando recuperé la forma humana cogí la espada de nuevo como un reflejo, no me serviría de mucho contra Antailtire, pero me sentía mejor con ella en la mano.

    – [Owen] Muuuuuuchas gracias.[/Owen] – escuché decir a Owen, aún en proceso de volver a ser él mismo.

    – [Geraldine]No eres más que un hechicero de tres al cuarto que intenta compensar su mediocridad con trucos de circo.[/Geraldine] – espetó Geraldine.

    – [Antailtire]¿Creeis que ese es todo mi poder?[/Antailtire] – sin que su aspecto terminase de fluir, toda la plaza se transformó en una fosa de magma burbujeante. Corrimos hacia la Catedral mientras el suelo iba siendo devorado por el fuego. Por algún motivo, Antailtire no podía transformar aquél lugar, pero el resto lo había cambiado por completo.

    Temí por los Daë, pero les vi flotar en una especie de esfera hasta llegar a un pasillo de piedra que había sobrevivido.

    – [Lekwaa]Es imposible.[/Lekwaa] – dijo Lekwaa. La muestra de poder dejaba claro que Antailire estaba en otra liga. Si el Soberano había metido a los Moondies en series de televisión o había traído a sus dobles de otras realidades, Antailtire estaba dejando claro de dónde había salido esa pequeña parte de su poder.

    – [Lexie]Soy demasiado joven y guapa para morir.[/Lexie] – dijo Lexie, que por primera vez parecía genuinamente asustada.

    – [Alastair]Hemos acabado con tus marionetas en otros mundos, ¿qué te hace pensar que contigo no va a ser igual?[/Alastair] – la voz de Alastair llegó hasta nosotros. Seguía con la misma sonrisa de confianza que tenía en Dagrknot cuando le conocimos. Así que por eso parecían haber pasado varios años, habían acabado con algunas de las partes de Antailtire en los mundos, como había sido el padre de Jamie.

    – [Antailtire]Porque yo soy la fuente, los demás eran una mera fracción.[/Antailtire] – sin mover sus manos, el mundo se puso patas arriba. Sentí náuseas cuando abajo se convirtió en arriba e izquierda en derecha.

    De la orbe que rodeaba a los Daë salió un eco que devolvió todo a su forma normal, incluso la plaza. A cada ataque de Antailtire, los Daë le anulaban. Solo que une parecía no cansarse y los demás tenían signos de fatiga.

    Pese a todo, consiguieron defenderse lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaban cada vez más cerca de la Catedral. Cuando se dio cuenta, invocó de nuevo a sus huestes para perseguirles, pero les cortamos el paso.

    Uno a uno cruzaron las puertas y uno a uno les seguimos en cuanto pudimos. – [Xander]Esperad.[/Xander] – cuando entré no quedaba nadie fuera y temí que los Daë hubieran cruzado hacía mucho, pero les vi, a punto de adentrarse en el espejo.

    Se giraron hacia nosotros, Na’amah estaba allí, solo tenía que pedírselo, estábamos a punto de lograrlo todo.

    Y como siempre, no podía salirnos bien. Las puertas se abrieron como arrastradas por un vendaval que amainó al cruzarlas, pero una figura estaba ya dentro, una cuyo aspecto no terminaba de estabilizarse. Antailtire había logrado entrar.

    Mi mirada se cruzó con la de Owen. – [Owen]Déjalo marchar Xander, encontraremos otra opción.[/Owen] – conocía la encrucijada en la que nos encontrábamos, dependíamos de una decisión que no era capaz de tomar por mí mismo, así que Owen lo había hecho por mí, porque sabía que no dejaría escapar su cura si fuera por mí.

    – [Xander]Seguid, os cubriremos.[/Xander] – asentí haciéndole una seña a Owen. No importaba cuánto costara, encontraría su cura.

    Eleanor, Alastair, Geraldine, William, Ugg’krah, los Géminis, John, Julia, Na’amah, Oriax, Rlia, Eldric, Richard y Qiu cruzaron el cristal hacia el portal que conducía a su desenlace final. Sabían que para ellos no habría un mañana y sin embargo, estaban dispuestos a dar sus vidas para proteger aquello en lo que creían.

    – [Antailtire]Ratas escondidas en la Luna, habéis tenido suerte hasta hoy.[/Antailtire] – la voz de Antailtire parecía desgarrada, como si una parte de sí estuviera ya dejando escapar el raciocinio a medida que asumía que su utopía , su control y expolio de catorce mundos, iba a desaparecer.

    La realidad misma pareció desvanecerse en mitad de la Catedral. Antailtire luchaba contra una fuerza invisible que impedía que usase toda su magia para destrozarnos, un poder arcano que o había podido dominar y le había obligado a cubrir su secreto con su centro de poder en un alarde de egocentrismo sin fin.

    Fue entonces cuando vimos el principio de nuestro pasado, cómo se abría un portal donde antes había estado el espejo que conducía a la caverna del Axis Mundi y arrastraba a Antailtire hacia él, destinándolo a milenios de sufrimiento y locura en el Vacío.

    Ya estaba, habíamos ganado. Eso pensé, volviendo a ser inocente. Viendo como se acercaba su final, Antailtire lanzó un último retazo de magia que abrió un agujero negro en mitad de la Catedral que nos empezó a atraer irremediablemente.

    Tratamos de agarrarnos a cualquier cosa, pero nada resistía el tirón del último conjuro de Antailtire, que terminó silenciado por el portal al Vacío cerrándose hasta dentro de mucho tiempo, cuando se rasgase  mientras los Moondies buscaban la forma de rescatar a mi padrino Ed.

    No conseguía centrar la mirada para buscar a los demás. No veía que había sido de ellos y ellas, si el agujero negro se los había llevado. No quería pensarlo siquiera.

    Mantuve la mano cerrada en un anclaje de hierro del suelo. Solo pude ver a Jane, a unos metros de mí.

    – [Xander]Jane, agárrate.[/Xander] – le pedí, moviéndome hacia ella de anclaje en anclaje. Ya casi la alcanzaba. El aire trajo el sonido de disparos, los soldados de Terra debían haber cruzado las puertas en una orden final de eliminarnos.

    Fue como si el agujero negro hubiera absorbido sonido, aire y tiempo. – [Jane]¿Xander?[/Jane] – la voz de Jane rompió todo eso, sentí el tacto cálido de su mano al aferrarla contra mí.

    Algo caliente y pegajoso manchaba su ropa y la mía a la altura del pecho. Los ojos de Jane estaban llenos de dolor. Taponé su herida con una mano, pero no podía aguantar mucho tiempo agarrado al anclaje solo con una mano.

    Empecé a resbalarme y al final me solté. No solté a Jane, seguí taponando su herida mientras el agujero negro nos engullía a ambos.

    Allí el tiempo y la luz desaparecieron por completo. No veía nada, pero en mi mente veía retazos de los mundos, sentía como si algo me estuviera preguntando, dándome una oportunidad. Elegí el único fragmento de esperanza y me aferré a él con todas mis fuerzas.

  • FRIO POR FUERA Y CALIENTE POR DENTRO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS

    Corrimos y corrimos atravesando callejones, solo recuperando el aliento cuando nos cruzábamos con gente y teníamos que disimular caminando más despacio. Tenía una sensación bestial de deja vu, solo que en aquél sitio, lo que destacaba no era el color de mi piel, si no mi aspecto de elfo, que por suerte y por desgracia, mantenía oculto.

    El único alivio que tenía era que por suerte, me había tocado con Elle al escapar de los policías. No era por desmerecer a Henry o a Zahra, pero había salido ganando con el reparto. Aunque se hubiera tenido que pasar casi una hora hablando por la esfera con los demás, usando a otros de los que estaban en otros mundos de puente para comunicar con los que no tenía línea directa porque no eran coleguitas elementales.

    – [Elle]Te noto cansado de correr.[/Elle] – me dijo cuando volvimos a estar en un callejón oscuro. Era curioso que hubiera tantas calles por las que no pasaba nadie, supongo que para darles la falsa sensación de peligro que algunos necesitarían.

    – [Idris]No es físico. Estoy cansado de correr de la policía.[/Idris] – confesé. Por mucho que fuera hijo de gente que vivía bien, en cuanto abría la boca cuando no debía, me miraban por mi color de piel y poco más, salvo que alguno conociera a mi padre.

    – [Elle]¿Qué se te ocurre?[/Elle] – preguntó. Se quitó la capucha y dejó al descubierto esa melena rubia. Nunca había sido muy de oro, pero el suyo sacaba mi urraca interior.

    – [Idris]Poco, esta gente odia a los sobrenaturales, la mitad nos delatara si nos ve.[/Idris] – razoné. Como asomara mis orejas puntiagudas o mi piel negra como la noche, hasta la persona más amable de allí llamaría a la policía. No los culpaba, tenían todo lo que necesitaban y la única amenaza a la vista eran los seres como yo, contra los que les habían aleccionado toda su vida. – [Idris]Tenemos que llegar a esa catedral y rezar porque el resto lleguen con los otros Daë.[/Idris] – el plan parecía mejor cuando era…eso, un plan.

    – [Elle]Un sitio muy apropiado para rezar.[/Elle]- comentó ella sonriendo. Me habría quedado allí, mirándola todo el día, pero luego habríamos muerto todos o no nacido, así que tenía motivos para seguir moviéndome.

    Le devolví la sonrisa. – [Idris]Con lo bien que habríamos estado en Grecia con nuestras togas.[/Idris] – repliqué, con mi imaginación volando como era habitual. Le quedaría muy bien esa prenda, no podía negarse.

    – [Elle]O sin ellas.[/Elle] – respondió con una sonrisa pícara. Cómo podía estar tan tentadora cuando era mala. Para qué nos vamos a engañar, también me volvía loco cuando era buena.

    – [Idris]Siempre me ha gustado como piensas.[/Idris] – admití, soltando una risa que reverberó en el callejón. Por suerte no había nadie escondido que nos acorralase. Ni ratas, no sabéis lo que agradecía que no hubiera ratas.

    – [Elle]Siempre te he gustado. Punto.[/Elle]- bromeó ella. No le faltaba razón.

    – [Idris]Vas a conseguir que me olvide de la misión y me de cuenta de que estamos en un callejón oscuro.[/Idris] – repliqué. A los dos nos gustaba nuestro tira y afloja constante. Ella tenía miedo de que teniendo algo más formal lo perdiésemos, pero yo lo dudaba.

    – [Elle]No, primero la misión.[/Elle]

    Resoplé. – [Idris]Sin Coquito y sin fiesta Idris pierde no sé qué y no sé cuanto.[/Idris] – imité. Una pena tener que salvar el mundo siempre. – [Idris]La plaza está ahí, pero está llena de polis ya.[/Idris] – dije cuando nos asomamos al final del callejón. Aquella plaza era enorme y junto a la gente de a pie, caminaban sin disimulo policías y guardias armados.

    – [Elle]¿Y si haces un Elsa?[/Elle] – preguntó mi confirmada alma gemela.

    – [Idris]Llevo toda la vida esperando que alguien me pida eso.[/Idris] – sonreí, frotándome las manos. Quitando algún apaño aquí y allá de la nave y un par de refriegas, la misión había sido más de infiltración que de acción y sentía que me estaba oxidando. – [Idris]¿Esperamos al resto?[/Idris] – pregunté, antes de lanzarme. También es cierto que tenía un poco de miedo a toda la atención que podíamos desatar, pero era un bocazas y me costaba echarme atrás a lo que decía.

    Elle se puso a mi lado y miró. Noté su olor y vi su cuello tan cerca que con solo moverme un poco podría besarlo, pero quizá no era el mejor momento.

    – [Elle]Lo mejor es empezar y que se vayan uniendo.[/Elle]- comentó. Su voz, todo en ella era maravilloso. Releyendo, sueno un poco enamorado, pero que le voy a hacer, lo estaba.- [Elle]Un poco de caos.[/Elle] – añadió, con una sonrisa cargada de picardía.

    – [Idris]Creo que me estoy enamorando de ti…más.[/Idris] – admití. Lo que os decía, no suele haber mucho filtro entre lo que pienso y lo que digo. Me dejé llevar por el calor de su cuerpo cerca del mío y no me di cuenta de lo que estaban viendo mis ojos. – [Idris]¿Eso es un unicornio?[/Idris] – pregunté. En mitad de la plaza había un unicornio de colores menta y rosa que atacaba a los policías con golpes y magia. Una imagen muy bizarra que parecía sacada de una serie de Netflix, de no ser porque un gigante de ébano luchaba a su lado, solo faltaba la banda sonora del Príncipe para rematarlo todo.

    – [Elle]Lo siento, Dris, pero sea quien sea la persona que se puede transformar en unicornio, debería ser mi pareja.[/Elle] – bromeó, con una sonrisa amplia. Estúpido y sensual unicornio.

    Alcé una ceja, era un tipo con miedos, pero si me tocaban el orgullo o a Coquito, los miedos se quedaban en segundo plano. – [Idris]Me siento atacado.[/Idris] – entrecerré los ojos y le di un beso en los labios antes de lanzarme a la pista. De forma literal, porque en cuanto entré la temperatura de la plaza se puso a la altura de la Plaza Roja de Moscú.

    No me paré a mirar a los policías que resbalaban con el hielo, solo hacia atrás, para ver como Elle emergía del callejón iluminando todo a su alrededor, cegando enemigos y lanzando haces de luz que los mandaban varios metros atrás.

    Creé hielo bajo mis pies y empecé a deslizarme como si todo fuera una pista, solo que lanzando bolas de hielo que derribaban a gente a mi paso. Cuando llegué al lado de Nate y Robin, frené con una pose que me habría dado al menos una plata y seguí dando helada a la policía, abriendo camino, sin que lo necesitara, para que Coquito se uniera a nosotros.

    Con un chasquido que me habría puesto el pelo de punta si lo tuviera, Henry apareció a nuestro lado trayendo consigo a Zahra y Ezequiel. Éste último se metió en mitad de un grupo de policías armados y empezó a lanzar tajos a diestro y siniestro con su espada, sin preocuparse mucho de sus propias heridas, que tampoco eran demasiadas.

    Viendo todos los que venían a atacarnos, empezaba a cuadrarme por qué el Antailtire este se dedicaba a llevarse los mejores guerreros y guerreras de cada mundo, y es que salían de cada esquina, ya no solo polis, si no también soldados vestidos como gladiadores, samurais, pistoleros….

    Después de un rato de preocupación, en la otra punta de la plaza empezó a sonar una música que no dejaba lugar a dudas, Lexie acababa de llegar, acompañada de Noah como dios lo trajo al mundo pero en versión escamosa y de Bowie, que había encontrado un palo y estaba repartiendo golpes como una máquina, sin dobles sentidos.

    Les ayudamos a llegar hasta nosotros y cuando estuvimos todos reunidos, Elle pidió que nos fuéramos retirando hacia las puertas de la catedral porque los enemigos seguían llegando. Nate las abrió de par en par a pesar de que eran gigantescas y antes de que volviera a cerrarlas con ayuda de Elle, levanté un muro de hielo delante, para que resistieran un poco más.

    – [Idris]Ahora tenemos que aguantar hasta que venga el resto.[/Idris] – comenté. No es que fuera a ser fácil, pero al menos teníamos un objetivo claro y se me daba mejor trabajar con malas situaciones que con cosas abstractas.

    Lo peor era que no sabíamos cuánto tendríamos que esperar y mirando a Coquito no se me podía quitar una idea de la cabeza, pero no sabía si esa Catedral del Arquitecto contaría para que me excomulgaran.

  • FAMILIA

    NOAH ARKKAN

    NEXUS – NOCHE

    Cuando las fuerzas policiales de Nexus nos asaltaron, nos vimos obligados a dividirnos, viendo que ni las ilusiones de Lexie eran capaces de afectarles.

    Era lógico, si te parabas a pensarlo, su líder tenía múltiples formas que dominaban siempre la magia en todas sus variedades y en todas tenía mostraba una personalidad paranoica que le haría prepararse contra otras personas que manipulasen las artes místicas.

    Aun así, terminar separados era un problema. Había escapado con Lexie y Bowie que eran las que estaban más cerca de mí. Ya no tenía mi velocidad y solo había tenido tiempo a ver que Idris y Elle iban juntos por un camino, el resto no sabía cómo se habrían agrupado.

    Unas semanas antes habría sido capaz de recorrer la mayor parte de la ciudad y comprobar cómo estaban todos, incluso trazar un plan después de recorrer decenas de veces la catedral y ver puntos débiles de la guardia, de los accesos… Tenía todo el tiempo del mundo, pero ahora tenía que acostumbrarme a lo que había, de nada servía que me lamentase de no tener más tiempo, solo haría que lo desperdiciase.

    Me subí la capucha de esa poco útil chaqueta sin mangas, y salimos las tres juntas del callejón hacia una calle principal. Lexie llevaba en silencio desde que su  ilusión había fallado y Bowie parecía estar absorbiendo todo lo que se encontraba, y quizá juzgándolo también.

    – [Bowie]Deberías evitar mirar a la gente tan fijamente.[/Bowie]- me dijo Bowie. – [Bowie]Ahora que no eres más rápido de lo normal, paredes un tío raro.[/Bowie] – el consejo me escoció un poco, como recuerdo de ese miembro fantasmal que era mi velocidad sobrehumana, pero tenía razón, ahora todos eran conscientes de lo que hacía, ya no era más rápido que sus miradas.

    – [Noah]¿En serio? Lo miraré.[/Noah] – le prometí. Me sentía mal caminando por delante de Lexie, estaba preocupado por si se encontraba mal. Me giré para verla y vi que estaba concentrada, ocultándonos tras alguna ilusión mientras no hubiera policía cerca. – [Noah]¿Sacas algo útil de aquí?[/Noah] – pregunté a mi prima, mientras veía cómo un punto concreto de sus pupilas parecía brillar, seguramente usando alguna mejora ocular.

    – [Bowie]¿De una calle repleta de gente? La verdad es que no.[/Bowie] – comentó.

    – [Noah]No me extraña.[/Noah] – respondí. Miré a nuestro alrededor, tratando de disimular. Había personas de todo tipo, con implantes en brazos, piernas y rostro y peinados y atuendos de lo más variopintos. Por lo que había visto, todos lo habitantes tenían unos ingresos mínimos para vivir acomodados y a partir de ahí, según sus clases, tenían más acceso en base a lo que su nivel de «crédito» les permitiera. No sabía cómo entraban en cada categoría, no había podido tenerlo muy claro por las conversaciones que había escuchado. – [Noah]Esta ciudad me desagrada. Es como si todo estuviera…pactado. Como si lo tuvieran todo, pero sin libre albedrío real.[/Noah] – comenté. No había contrarios al sistema ni a Antailtire, la gente que quería rebelarse tenía su propio grupo social, acotado a unas zonas determinadas por las que ya habíamos pasado, y podían ser rebeldes sin afectar de verdad a nadie.

    – [Bowie]El libre albedrío está sobrevalorado.[/Bowie]- alcé una ceja, Bowie era demasiado directa, todavía tenía que pulir algunos puntos de su socialización y gestión de emociones porque, a fin de cuentas, era muy nueva en el mundo.- [Bowie]Durante la crisis del covid 19, los países que más libertades le dieron a sus ciudadanos fueron los que peor gestión de la pandemia tuvieron.[/Bowie] – era difícil no darle la razón, desde un punto de vista lógico la tenía, pero la humanidad necesita ser capaz de decidir, aunque vaya en su perjuicio, aunque se equivoque. Yo no sabía si había obrado bien entregando mi poder, dudaría de ello mucho tiempo, pero no habría querido que nadie más tomase esa decisión por mí.

    – [Noah]A nivel lógico tienes toda la razón, pero una persona no puede vivir toda su vida sin libertad de elección.[/Noah] – respondí. Una jaula de oro, yo, al menos, no la quería para mí ni para nadie que me importase.

    – [Bowie]En realidad, sí puede.[/Bowie] – replicó, enarcó ligeramente las cejas, no entendía que pudiera rebatirle un argumento tan lógico. Sonreí para mí mismo, para que no pensara que me burlaba, era agradable tener una conversación así, tan trascendental, pero a la vez mucho menos que la misión que teníamos entre manos. Me habría gustado poder estar en la Tierra y pasar más tiempo ayudándola a ver el mundo para que ella tomara sus propias decisiones con un margen mayor del que conocía todavía. Bowie tenía mucha información metida en su cabeza y también vivencias, pero había visto mucha pelea y muchas penas en su corta vida.

    – [Noah]Mientras no la conozcas.[/Noah] – dije. Una vez conoces la libertad ya no puedes vivir sin ella, como muchos otros placeres de la vida. – [Noah]Para mi este sitio es… como ‘Un mundo feliz’.[/Noah] – comenté. No tenía el recuerdo muy fresco, porque lo había devorado en una tarde junto a otros dos clásicos y no iba a ponerme allí en medio a acceder a mi memoria genética. Pero sí recordaba que su futuro era una utopía parecida a esta, una felicidad sin libertad, falseada, sin elecciones, todos iguales.

    – [Bowie]Supongo que estará inspirado en ese libro.[/Bowie] – dijo ella. Quizá tenía razón, puede que este mundo estuviese formado en base a lo que en la Tierra imaginábamos como una utopía futura, igual que los otros planetas estaban anclados en épocas de nuestro pasado. O puede que este fuera el futuro que nos esperase realmente.

    – [Noah]No sabemos realmente de dónde es Antailtire.[/Noah] – pensé en voz alta. Sabíamos muy poco de a qué nos enfrentábamos en realidad, más allá del ‘Soberano’. Aquél era una pequeña parte de su poder, esto era el todo, capaz de cambiar planetas a su antojo, de traer a gentes de otro mundo y mantener una parte de sí en cada uno, o varias. – [Noah]Aunque parece obsesionado con la humanidad y sus épocas históricas.[/Noah] – no eran una réplica, de todas formas, las había forzado en un ecosistema ya existente, con otros sobrenaturales, y por tanto eran algo distintas. Tenía cierta belleza ver cómo cambiaba, pero iría mejor sin el control de Antailtire.

    – [Bowie]Solo un humano podría estar obsesionado con la cultura de la humanidad.[/Bowie]- observó. Era una idea interesante.

    – [Noah]Pero no hay datos de él en nuestro mundo hasta que apareció su yo futuro. [/Noah] – respondí, disfrutando de cómo pensábamos juntos.

    – [Bowie]Que no haya datos no implica que no estuviera.[/Bowie] – sentenció, alzando una ceja, como si fuera lo más obvio. Sí, era cierto que la información del pasado, en especial del mundo sobrenatural, era escasa, plagada de leyendas que alteraban la verdad y de realidades contadas a medias. Podía ser que Antailtire fuera parte de nuestro pasado.

    Asentí, pensativo. – [Noah]Es increíble cómo aprendes.[/Noah] – le aseguré, orgulloso de que mi prima se estuviese convirtiendo en alguien tan inteligente.

    – [Bowie]No soy del todo humana y por eso mi curva de aprendizaje es más elevada.[/Bowie] – afirmó. Me preocupó que fuera tan consciente de sus diferencias, porque en un futuro, cuando interiorizase mejor su parte humana y sus sentimientos, eso podría hacerle daño.

    – [Noah]Aunque tengas implantes, eso no te hace menos humana.[/Noah] – la humanidad no la dicta tu genética. – [Noah]Yo tampoco soy humano del todo, pero entiendo por humanidad mis emociones.[/Noah] – expliqué.

    – [Bowie]Es diferente pertenecer, en un 50%, a una raza demoníaca a ser en parte cibernética.[/Bowie]- argumentó ella.- [Bowie]Los Rakkthathor eran de la Tierra.[/Bowie] – añadió. Extintos, pero sí, de una Tierra de hace milenios. Trataba de no pensar mucho en ello, en que si yo no tenía hijos o hijas, los Rakkthathor volverían a desaparecer cuando lo hiciéramos mi padre o yo.

    – [Noah]Tu tecnología te da otros atributos, pero en el fondo no dejas de tener madres.[/Noah] – rebatí. No había entrado nunca a preguntar en detalle su ascendencia, porque no era muy correcto, pero sabía que la habían creado a partir de ADN de los dos últimas Kvasir: mi tía Sarah y mi tía Sasha.

    – [Bowie]No exactamente.[/Bowie]- respondió con una sonrisa.- [Bowie]Esa es la versión de la historia que he decidido creer, pero en realidad, soy un clon de la mejor parte de ambas.[/Bowie]- puntualizó.- [Bowie]Los bebés no eligen la mejor parte de sus padres o madres. Se quedan con lo que hay al azar.[/Bowie] – añadió. Difícil responder a eso, no era un genio de la genética, así que tenía que ir por el camino de la filosofía.

    – [Noah]No has tenido mucho tiempo para estar con ellas ni con el tío Daniel, pero cuando volvamos, verás sus mejores partes y también otras que no lo serán tanto. Y formarán parte de ti.[/Noah] – yo no había sido clonado de mi madre y mi padre y me parecía mucho a ellos a nivel genético, sin embargo, en muchos aspectos de mi personalidad, no me parecía en nada, mientras que Leo, era todo lo contrario. Y en cualquiera de los dos casos, como siempre nos habían querido y se habían preocupado por nosotros, nuestros padres siempre serían parte de nosotros.

    Ella se encogió de hombros.- [Bowie]Puede ser.[/Bowie] – no sabía si me estaba dejando por imposible o si la filosofía no era un camino por el que estuviera interesada ahora mismo.

    – [Noah]Eres mi prima. No necesito más explicaciones para eso. Eres mi familia.[/Noah] – afirmé, sonriendo.

    – [Bowie]Genéticamente soy tu tía política.[/Bowie]- aclaró. No vivíamos en el mundo más fácil para ayudar a la gente a sentirse bien, eso os lo puedo asegurar. Pero parte de esas rarezas que nos rodeaban hacían nuestra vida mucho mejor.

    – [Noah]Técnicamente, pero a veces está bien ser menos correcto y como para ellas y él eres su hija, eres mi prima.[/Noah] – le sonreí de nuevo, valorando si había algún gesto de cercanía que pudiera hacer y no fuese incómodo. Ella me miró y esta vez no dijo nada, quizá lo estuviera pensando, quizá y solo quizá, hubiera entendido que para mí siempre sería una persona importante. – [Noah]Voy a ponerme a la altura de Lexie, por si necesita hablar.[/Noah] – dije después de unos segundos de silencio. Ella asintió y dejé que nos guiara, tenía el mapa en la cabeza y sabía qué caminos tomar para que encontrásemos menos gente.

    – [Lexie]¿Qué, dándole la murga a Bowie?[/Lexie] – preguntó Lexie en cuanto me acerqué.

    – [Noah]Más o menos. Asegurándome de que sabe que tiene una familia.[/Noah] – me puse a su lado, hasta sentir la calidez de su cuerpo. Sin apenas pretenderlo, me dejé llevar y la besé, sin ganas de separarme ni de estar en ningún otro lugar. Perder mi poder me estaba haciendo cambiar mi perspectiva sobre aprovechar las cosas y la verdad es que la echaba de menos.

    – [Lexie]Espero que no le hayas hecho lo mismo que a mí.[/Lexie]- respondió sonriendo cuando nos separámos.

    – [Noah]Solo tengo ojos para ti.[/Noah] – laseguré. No añadí que a mi prima no la vería nunca de otra forma porque me parecía obvio. Estaba enamorado de Lexie y solo me atraía ella, aunque claro, en su caso, una de las maravillosas rarezas que nos rodeaban, me hacía tener que añadir una excepción. – [Noah]Bueno, para todas tus yo.[/Noah] – corregí. Nuestra relación aún era muy nueva, pero trataba de ir acostumbrándome a saber que tuviese el aspecto que tuviese, era ella.

    – [Lexie]Pues tienes un montón de ojos.[/Lexie]- dijo echándose a reír. No parecía afectada por la situación, pero Lexie nunca se iba a mostrar así.

    – [Noah]Me hacían falta.[/Noah]- bromeé. – [Noah]¿Estás bien? Por lo de antes.[/Noah] – sabía que no llevaba bien situaciones que la superasen y ver que su poder no hacía nada contra esos policías era una de ellas.

    – [Lexie]Yo siempre estoy bien.[/Lexie]- replicó, alzando una ceja para enfatizar su preciosa sonrisa.- [Lexie]Y a veces, muy bien.[/Lexie] – añadió.

    – [Noah]Siempre estás muy bien. Y pocas veces bien.[/Noah] – la cogí de la mano y le di un apretón cariñoso. No le apetecía hablar de ello y estaba bien, no necesitaba decirle que la apoyaba, porque lo sabría.

    Lexie me guiñó un ojo. – [Noah]Ya queda menos.[/Noah] – dije incapaz de resistir la tentación de volver a besarla ahora que pasábamos por una calle vacía.

    Tanto Lexie como Bowie eran mi familia. Puede que estuviéramos muy lejos de casa, que corriéramos peligro continuamente, pero este viaje me estaba haciendo descubrir otra clase de familia, una que había elegido. Empezaba a entender a los Moondies desde dentro, sin las leyendas, sin la grandeza, solo personas que se habían apoyado en malos y buenos momentos y se habían convertido en familia sin importar de dónde venía cada una.

  • EL MUNDO NO VA A SALVARSE SOLO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    NEXUS – NOCHE

    Vestidos ya como mamarrachos de un futuro que esperaba que no fuera el nuestro, salimos del callejón y nos internamos en una muchedumbre que parecía estar de fiesta nocturna a lo largo de toda aquella zona.

    Había demasiadas luces y la altura de los edificios daba claustrofobia, pero había una parte en mí que encontraba paz en el hecho de saber que la noche no sería oscura y silenciosa. Además, tenía que admitir que algunos de los cortes de la ropa dejaban ver partes de la suave piel de Coquito muy interesantes como punto a favor.

    – [Elle]¿Qué tal os ha ido?[/Elle] – preguntó ella cuando hubo distancia suficiente como para que fuera una conversación privada. Lexie cerraba el grupo, junto a Noah, y por el medio el resto caminaban sin ninguna afinidad especial entre ellos. Me recordaba a los primeros tiempos de los Drow, cuando no tenían mucho más en común que unas vidas turbias marcadas, de forma activa o pasiva, por las adicciones.

    – [Idris]Lexie casi la lía con su problemilla, pero al final ha salvado la situación.[/Idris] – comenté. Necesitaba compartirlo con ella. Como buena Drow, Lexie también tenía una adicción, pero la suya venía marcada por su herencia, que la hacía buscar mentir, fingir, engañar. Por suerte tenía fuerza de voluntad e inventiva y nos habíamos librado.

    – [Elle]Entonces ha sido un éxito.[/Elle]- verla sonreír hizo que la nube negra que me rodeaba se despejase. Hasta aquellas calles demasiado avanzadas parecían más amigables.

    – [Idris]Menos mal que le pones alegría a la misión hasta vestida de cyberpunk.[/Idris] – alcé  una ceja señalando uno de los cortes de su traje. Tenía que guardarme esa ropa para más tarde.

    – [Elle]Todos los mundos son malos, pero aquí hay más higiene que en el de los piratas.[/Elle] – sentenció. Dyavol no era precisamente el mundo con más personas voluntarias, de hecho, al final solo el pobre Xander se había ofrecido. En parte también porque Jane no quería dejar solo a Owen después de sus problemas amorosos.

    – [Idris]También estamos en la boca del lobo, sin saber qué buscamos exactamente.[/Idris] – había carteles de marcas que no me sonaban de nada, salvo de alguna bebida que hubiera llegado a la luna Viltis. Entre ellos había alguno de la Iglesia del Constructor, cuyo símbolo era una especie de círculo. En ninguno se veía la cara de Antailtire, aunque viendo que tomaba múltiples formas como había hecho, bueno, haría, siendo el Soberano.

    Elle asintió, pensativa.- [Elle]No es la misión más fácil del mundo.[/Elle]

    – [Idris]Por eso nos llevamos a la líder.[/Idris] – confesé. Nuestro equipo era el táctico, el que tenía que abrir camino para que los Daë pudieran terminar la misión y proteger nuestro futuro, o sea, los que lo teníamos más jodido. Este tipo de campañas eran más divertidas en Endless, con maná ilimitado y las armas legendarias. – [Idris]¿Qué tal ves al «Equipo Nexus»?[/Idris] – pregunté. Quería ayudarla en su tarea porque sabía que era muy perfeccionista y estaría deseando que todos nos lleváramos tan bien como los Moondies. Eso iba a ser difícil.

    – [Elle]Todos los equipos están bastante equilibrados.[/Elle]- dijo, mirándoles de reojo. Vi que le preocupaba, pero estábamos rodeados de gente desconocida así que no era el mejor sitio para ponerse a tener un acercamiento. Bastante era que seguíamos juntos entre todo aquel revuelto de pendientes, colores chillones e implantes inhumanos.

    – [Idris]Quizá Robin pueda sentir el portal con su magia.[/Idris] – pensé, tras ver que era la que caminaba más alejada. Poco sabíamos de ella más allá de que había vivido en una película de navidad de InfiniTV toda su vida y que era su magia, bueno la de su madre, la que les había protegido. No sabía muy bien como funcionaba lo suyo, pero era distinta a la de Kaylee, tenía que ver con las probabilidades o algo así, como los de ‘La Puerta de la Muerte’.

    – [Elle]Tiene una magia bastante poderosa, pero parece incómoda aún.[/Elle]- admitió. Elle no quería presionar a nadie, pero aparte de saber que Antailtire estaba teniendo pesadillas con nosotros, no habíamos conseguido nada espiando allí.

    – [Idris]Quizá contigo hable. No sé, tenemos pocas opciones más.[/Idris] – sugerí. – [Idris]Parece que Antailtire está nerviosete por lo que estamos haciendo, pero nadie habla de…no sé, un lugar prohibido o algo así.[/Idris] – parecía más prometedor en la teoría, que los habitantes supieran algo más de eso, pero estos NPC no estaban muy por la labor. Metí la mano en el bolsillo y noté algo duro. Luego saqué del otro bolsillo el disco metálico que era la brújula planar.- [Idris]Si supiera usar esto aquí.[/Idris]

    A Bowie le poseyó la vena urraca y se acercó a ver lo que teníamos entre manos.- [Bowie]¿Me la dejas? ¿Me la dejas? ¿Me la dejaaaas?[/Bowie] – pidió, con una ilusión en los ojos que mira, tuve que decirle que sí.

    – [Idris]Si sabes usarla, todo tuyo.[/Idris] – dije tendiéndosela. Me quedé mirando, Bowie era en parte una niña y en parte una genio, así que podía salir con cualquier cosa. Noah se acercó también y al poco, estábamos todos medio apiñados. Lexie me guiñó un ojo y me enseñó brevemente qué veían los que no rodeaban, un grupo de fiesteros tomando bebida y bailando a un ritmo infernal.

    Bowie trasteó y consiguió que se moviera, mostrando los portales. Estaba acostumbrado a que en la Tierra fueran pocos y eso me hacía fácil seguirlos, pero allí había cientos.- [Bowie]Esto parece un mapa. Debemos estar aquí.[/Bowie] – señaló. Noah y Henry parecían seguirle el ritmo, así que ya me explicarían luego cómo habían llegado a esa conclusión.

    – [Noah]Pero le falta información del planeta, quizá eso ayudaría.[/Noah] – comentó Noah. Miré a nuestro alrededor, pero Elle se me adelantó, señalando una especie de pilar sobre el que había una figura femenina aún más psicodélica que los habitantes de la Flecha. Me sentía como en Blade Runner, pero sin quedarme dormido. Que sea nuestro secreto, tengo una fama que mantener.

    Nos acercamos cuando no había nadie cerca. Parecía un panel de información así que puede que tuviera un mapa, al menos. – [Bowie]Pon el mapa de la brújula sobre ese.[/Bowie]- propuso Bowie.

    Henry empezó a trastear el aparato mientras al resto de la gente Lexie le mostraba una proyección en la que se arrancaba a hacer un ‘beatbox’ bastante chocante. Al cabo de un rato se mostró una proyección en 3D del planeta. Unos minutos de jerga tecnológica entre Bowie y Henry acabaron con una proyección superpuesta a la de la brújula, que indicaba un punto más brillante. – [Idris]¿Y la traducción de eso? Creo que Infinimaps no lo va a tener mapeado.[/Idris] – bromeé, desventajas de vivir en el futuro, se hace uno vago.

    Miré con detalle, igual que el resto, pero no tenía puntos de referencia más que para saber que era en algún punto de la ciudad. El portal estaba allí, no en las «zonas salvajes» como las llamaban los cyberhipster.- [Bowie]Creo que está en la catedral. En el centro de la ciudad.[/Bowie] – comentó, haciendo que la terminal la obedeciese con unos gestos, al parecer en el futuro tampoco eran muy fans de que mucha gente tocase lo mismo. Salió información de una enorme catedral que salía muy bien en las fotos pero tenía de estar muy vigilada. Catedral del Arquitecto la llamaban, el núcleo del Culto al Constructor. Elle muy cabrone se las había ingeniado para construir un lugar sagrado sobre el sitio donde podían destruirle, rodearlo con una ciudad futurista alimentada de todo lo que robaba a los mundos que había anclado en el pasado para servirse, llena de todo lo necesario para que la gente le adorase y le protegiese. Había expuesto su mayor debilidad delante de todos.

    – [Idris]¿Estamos seguros de que ese es el portal al Axis Mundi?[/Idris] – pregunté, por asegurarme. Había más puntos en ese mapa que en un cómic viejo.

    – [Bowie]Es un portal, pero este portal tiene algo diferente.[/Bowie]- explicó. Se veía algo distinto al resto, como si brillara más intensamente, pero era fácil pensar que eran imaginaciones de uno.- [Bowie]Lo sé porque soy un genio.[/Bowie] – sentenció. Me eché a reír, tenía debilidad por su lado infantil, una parte de mí estaba deseando ver a un pequeño Aesircillo o una pequeña Vanir de piel tostada.

    – [Idris]Y modesta.[/Idris] – repliqué.

    – [Bowie]La modestia es un rasgo bastante inútil.[/Bowie]- una verdad aplastante.

    – [Noah]Se acerca gente.[/Noah] – intervino Noah. Señaló a lo lejos, donde la muchedumbre se acalló un poco abriendo paso a un grupo de media docena de personas vestidas con una especie de armaduras ligeras, con casco de azul brillante que evitaba verle la cara.

    – [Elle]Dispersaos.[/Elle] – pidió Elle. El resto empezó a alejarse disimuladamente, pero nuestra zona se iluminó en rojo y la atención se centró en nosotros.

    – [b]Atención central, nos acercamos a un grupo de individuos de clase inferior, preparen refuerzos.[/b] – la voz salía distorsionada tras el casco, pero se escuchaba incluso estando lejos. – [b]Identifíquense.[/b] – nos ordenó. Alguna gente dudó de si iba con ellos, pero yo sabía con quién era. Un sexto sentido desarrollado por el miedo a esos policías de gatillo rápido ante los que había tenido que prepararme desde pequeño, pero más aún cuando empecé a andar con los Drow.

    Lexie trató de usar su poder para hacerles ver algo diferente, había aprendido a distinguir su arruga de concentración en la frente. A eso y a no decírselo para que no se pasara un mes en pánico.

    – [b]El escáner indica algún mecanismo de camuflaje. [/b]- dijo la voz de otro de los agentes. Mierda, estaban preparados. – [b]Identifíquense y muéstrense sin holograma. [/b]- seis armas se alzaron. No eran iguales que las de mi tiempo, pero tenían una forma parecida y el mismo poder fatal. Compartían la misma amenaza clara y patente, la misma facilidad para acabar con una vida. En esta ocasión podía esconder que era un elfo, pero en otras no podía tapar mi color de piel.

    – [Lexie]Corred.[/Lexie]- pidió Lexie, al ver que sus ilusiones habían sido detectadas. Echamos a correr y me invadieron los nervios cuando escuché el sonido de las armas al dispararse.

    – [Elle]Nos vemos en el punto de encuentro.[/Elle] – era un caos y corrimos en direcciones distintas, traté de ver que los demás estuvieran a salvo, pero me tuve que contentar con no ver a ninguno capturado o herido en el suelo.

    La mano de Ellie se cerró alrededor de la mía y su calor me reconfortó. Me di cuenta de que estaba temblando por el miedo. No era la primera vez que me apuntaban con un arma o veía apuntar, incluso disparar, a otros. Me llevó hasta un callejón vacío en el que ya no se escuchaba los ruidos de la gente ni los disparos, solo el sonido de amartillar un arma que resonaba en mi cabeza. – [Idris]Va a ser difícil entrar en esa iglesia y más con todos los Daë[/Idris] – dije en un susurro. Era una suerte que no fuéramos humanos, porque en esa carrera habría tosido un pulmón.

    – [Elle]Lo conseguiremos.[/Elle]- dijo, colocándose frente a mí. Por un momento, con los ojos abiertos, lo único que veía era su cara. Una visión que agradecí.- [Elle]O eso espero.[/Elle] – me apretó la mano y le di un beso suave en los labios

    Después usamos las orbes para asegurarnos de que el resto estaban a salvo y esperamos para dirigirnos a la Plaza de la Organización, donde la Catedral del Arquitecto se alzaba imponente en el centro. Nos escondimos al lado de una tienda de oxígeno con sabores.

    Ellie era mi otra mitad, la luz que apartaba mis tinieblas. Con ella a mi lado me creía capaz de cualquier cosa, incluso de la misión que teníamos por delante. Aunque no me habría quejado de haber podido seguir en la nave con el sexting o disfrutando de mi playa nudista particular. En fin, el mundo no iba a salvarse solo.