Moondale

Etiqueta: Noah ya no es rápido

  • PERDIENDO LA PARTIDA

    NOAH ARKKAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Ni siquiera con mi velocidad pude reaccionar a tiempo cuando el sueño lo cubrió todo y caí al suelo. Lo que si me permitió fue ver que no era el único que estaba allí inconsciente, los rostros de mi familia y mis amigos y amigas quedaban aplastados contra las piedras de la plaza del centro del laberinto, coronada por una fuente sobre la que se alzaba un pequeño arcoiris. Aquél laberinto era mágico, no solo en parte, si no en todo su ser, cada fibra de demonio en mí lo percibía como un pulso que recorría y embargaba mis sentidos.

    Cuando desperté, además de la cabaña en la que me encontré, sentí que seguía, si no en el mismo, en un lugar igual de mágico, pero con una naturaleza diferente, con un equilibrio que de continuo parecía a punto de decantarse entre cualquiera de sus bordes.

    No molestaré con los detalles que descubrí en cada rincón de la cabaña, porque la recorrí una infinidad de veces tratando de buscar una salida. No había forma, aquella manilla no se movía ni siquiera bajo el peso de mi fuerza demoníaca hasta que de pronto, como si la física de aquél pequeño universo en el que se había convertido esa cárcel improvisada se rompiera, la puerta se abrió.

    – [Caitriona]Hola, Noah[/Caitriona].- dijo una voz femenina. Por regla general, para cuando hubiera cruzado el umbral mis sentidos ya lo habrían visto todo de ella, pero como si su propia esencia formara parte de aquél lugar, fui incapaz de ser más rápido, como si mi don hubiera desaparecido sin más, solo que en mi interior notaba que lo estaba usando.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Rebajé la velocidad y sus movimientos siguieron al mismo ritmo, esa magia, la de aquél lugar, quebraba las leyes de la física.

    – [Noah]¿Un trato? Antes tengo que saber más de todo esto…[/Noah] – le pregunté. Estaba en una situación desfavorable, no sabía nada de aquél lugar, de qué les había pasado al resto o cómo habíamos llegado al laberinto en primer lugar. Y luego estaba ese trato que ofrecía y que no pintaba nada bien.

    Creo que cuando asintió no esperaba todas aquellas preguntas, pero aceptó cada una con paciencia y me pregunté cuánto ganaría con ese trato como para aguantar así. Descubrí que la magia de Kaylee nos había sacado del ataque de los sirvientes y sirvientas de Antailtire pero con la prisa y el miedo nos había dejado a la deriva entre mundos, llegando al Laberinto. Tenía serias dudas al respecto, parecía más bien que ella, o a quien ella sirviera a juzgar por sus palabras, había mediado en el conjuro de Kaylee para atraernos aquí. Tenía confianza en las habilidades de mi amiga y posible cuñada.

    Al parecer el Laberinto comunicaba con aquél lugar y dormirnos era parte del proceso de cruzar el portal a ese lugar, ese Bosque del que no sabía ni el nombre. No es que diera muchos detalles, esa conversación era una partida de ajedrez en la que yo no tenía ninguna ventaja y Caitriona era una jugadora experta. Ese trato que me ofrecía se había repetido antes, no solo con el resto de los que habían venido conmigo y les había tocado ya el turno, si no incontables veces en el pasado, con a saber cuántas almas. Fuera como fuese, había demostrado que no podía salir de allí, así que me veía obligado a atenerme a sus términos y escuchar su pacto como harían los demás.

    – [Caitriona]Pues sí que tenías dudas…[/Caitriona]- dijo ella, esbozando una sonrisa tenue.

    – [Noah]Lo siento, sé que es molesto, pero la situación no va a permitirme errores.[/Noah] – no sabía aún qué pensar de ella, así que fui correcto pero cauto. Notaba el peligro en el ambiente, pero una parte de mí me decía que aquella persona que tenía frente a mí no era inherentemente malvada. Quizá así fuera siempre, puede que eso mismo hubieran sentido los demás al enfrentarse al Soberano, a Z o incluso a Mason, que eran personas a fin de cuentas. – [Noah]Escucharé tu trato si eso sirve para que nos vayamos de aquí.[/Noah] – le dije.

    – [Caitriona]Como te he dicho, os iréis cuando todos los miembros del grupo hayan escuchado mis ofertas[/Caitriona]. – repitió ella, firme. Asentí y esperé a que dijera el trato que tenía reservado para mí.

    – [Caitriona]Te ofrezco que tu familia esté a salvo de Omega[/Caitriona]. – con esa decena de palabras consiguió sorprenderme y dejarme indefenso. Omega, la amenaza que pesaba sobre todos los que habíamos llegado desde la Tierra y nos habíamos visto envueltos en esa misión. Por mucho que Antailtire fuera ahora nuestro principal enemigo, Omega seguía ahí, oculta en las sombras. Habíamos pensado qué habría pasado con ella cuando llegamos aquí, si se habría quedado en la Tierra o habría llegado también a estos mundos. Estuviera donde estuviese, era una terrible amenaza para todos.

    – [Noah]¿Está en la tierra?[/Noah] – pregunté. No sabía si me daría una respuesta o una evasiva. Juzgué la postura de sus manos, reposando en su regazo en cuanto alzó una silla de la misma tierra. Una posición estudiada, controlada, como cada una de sus palabras.

    Ella asintió.- [Caitriona]Ha vuelto hace poco[/Caitriona]. – añadió. Así que sí había llegado con nosotros a aquel mundo. No podía ser una Daë, ella no, con sus ansias de destrucción. Quizá era todo una jugada del destino o tenía que ver con Jane. Fuera como fuese, había vuelto y ahora era un peligro para los Moondies, que no sabrían que estaba allí. Y ella me ofrecía protección para mi familia, pero no sabía si según su concepción de familia o la mía.

    – [Noah]¿Por familia te refieres a mis padres? ¿Y cómo sé que podrás hacer algo desde aquí para protegerles?[/Noah] – pregunté. Por mucho poder que le hubiera visto desplegar, estábamos a efectos prácticos en el pasado, a mundos de distancia, era necesaria mucha magia para poder hacer algo, una capaz de detener a Omega.

    Esbozó una leve sonrisa y asintió.- [Caitriona]Jugando con las probabilidades y usándolas a su favor[/Caitriona]. – puntualizó.

    Suspiré, valorando las opciones. Podía conseguir tiempo, protección jugando con que a Omega le apeteciera ignorar a mis padres, pero sin nosotros allí, con la fuerza que había demostrado tener, no podrían con ella. Podría atacar a cualquiera que no fueran mis padres, incluso a la pequeña Chloe. – [Noah]¿Y los demás? Mis tías y tíos, los padres de Lexie, los MacLeod…[/Noah] – pregunté. Necesitaba incluirlos, no podía hacer un pacto así dejando de lado al resto.

    – [Caitriona]Tu padre y tu madre[/Caitriona].- confirmó, despejando mis sospechas. Por mucho que quisiera a mi padre y mi madre, no podía salvarles sabiendo que el resto podrían salir mal parados. Tenía que seguir el juego, conocer qué quería a cambio y negociar.

    – [Noah]¿Qué pides a cambio?[/Noah] – puse toda mi atención en sus palabras porque hasta la petición más inocente podía esconder algo.

    – [Caitriona]Tu velocidad[/Caitriona]. – dijo ella. No había duda, no había intenciones ocultas, quería mi don.

    Solo de pensar en el precio notaba un vacío en el estómago, una sensación que perduraría si perdía algo que era parte de mí desde el mismo momento en el que fui consciente de lo que me rodeaba. No había sido un niño fácil con tanta energía, aburrido después de poco tiempo porque con mi velocidad, apenas una fracción por aquel entonces, ya había jugado con todo lo que tenía a mi disposición. Había aprendido a controlarla, a dominarla para hacer mi vida más llevadera y conseguir ventajas, tenía todo el tiempo del mundo, nunca tenía prisa, podía visitar cualquier lugar. Me pedía renunciar a esa libertad, a una parte de mi propio ser, a cambio de otra parte de mi vida, de las personas que me importaban. – [Noah]Solo la daré si proteges también a los demás.[/Noah] – sentencié, tratando de parecer serio y firme. Me vibraba una mano por los nervios, así que la oculté detrás de mí. Aunque seguro que ella lo sabía, que con sus ojos veía a través de mí.

    – [Caitriona]Esto no es un mercadillo, Noah[/Caitriona].- repitió, colocándose en la silla, su postura demostraba que ella no necesitaba esa negociación tanto como yo. Pero si fuera así, no estaría allí.

    – [Noah]Precisamente, si me pides mi velocidad es que sabes lo que significa.[/Noah] – me mantuve firme, evitando pensar en todo lo que cambiaría en mi vida si el trato se cumplía. No tenía sentido valorarlo, porque sabía en todo momento que la alternativa de perder cualquiera de esas vidas la cambiaría para algo mucho peor.

    – [Caitriona]Lo sé[/Caitriona]. – se limitó a decir.

    – [Noah]No puedo venderla más barata y menos sabiendo que ella ha vuelto y cualquiera puede sufrir por su culpa.[/Noah] – insistí. La miré a los ojos y le aguanté la mirada pese a que mis costumbres me pedían a gritos apartarla una y otra vez.

    – [Caitriona]Dime a quiénes quieres proteger[/Caitriona]. – dijo al final.

    Suspiré y medité bien mi respuesta. A cualquiera que me dejase fuera, podría caerle la ira de Omega. Lo había leído incontables veces. Me pregunté si aquella mujer con ese aspecto tan poco terrenal y ese bosque mágico no sería también una faë. Todas las historias avisaban de los tratos con ellos y si algo se repite tan a menudo en la ficción es que tiene parte de verdad. – [Noah]Cara Elle Arkkan, Daakka, Christopher MacLeod, Diana Echolls, Sarah Echolls, Daniel Arkkan, Sasha Elliot, Alexander Fenris, Karen Fenris, Liam Fenris, Mara Solo-Novak, Vincent Solo-Novak, Dominic Williams, Rebecca Williams, la…la señora Allen, la madre de Niall. Bill Parker. E Hiroshi Sato. Y Logan, Logan Villiers.[/Noah] – repasé una y otra vez la lista en mi mente. Logan Villiers no era casi ni un conocido para mí, pero era el padre de Cole, Dante y Niall y un Daë, además de tener un poder muy peligroso, podía ser un blanco fácil para Omega. Y por más que busqué, los nervios me dejaron en blanco respecto al nombre de la madre de Niall, lo sabía, lo tenía en la punta de la lengua, pero no era capaz.

    – [Caitriona]Son muchas personas[/Caitriona].- dijo ella, frunciendo el ceño con ligereza.

    – [Noah]Y pides algo muy grande a cambio.[/Noah] – repliqué. Era consciente de que con mi don podrían hacerse cosas terribles, necesitaba incluir esa garantía.

    – [Caitriona]Estarán a salvo hasta que volváis a la Tierra[/Caitriona].- concedió tras pensárselo un rato. Me di cuenta del cambio, ya no garantizaba su protección como antes, si no solo hasta que volviésemos a la Tierra. Eso me tranquilizaba en el sentido de que si algo impedía que volviéramos, ellos estarían bien, al menos respecto a Omega. Y también porque me hacía tener la esperanza de volver.

    Asentí y suspiré mientras meditaba mis palabras. – [Noah]Entrego mi don, no mi velocidad normal, si no mi don, a cambio de que esas personas estén a salvo hasta que nosotros volvamos a la Tierra…y que mi poder no se use con malos fines.[/Noah] – dije, extendiendo mi mano para sellar aquél oscuro pacto que sin duda recordaría toda mi vida.

    Caitriona me miró unos segundos, consciente de la cláusula que acababa de añadir. No pareció importarle, así que lo que sacaba de aquél trato tenía que ser algo más. Puede que no solo mi don, si no, quizá, quitármelo. Ella extendió su mano y agarró mi brazo, las manos de cada uno aferrando el codo del otro. Después, fue como si un rayo me partiera en dos y arrancara de mí toda energía, toda la fuerza y las ganas de vivir. En aquél instante caí de rodillas, roto, no por el dolor, si no por la pérdida.- [Caitriona]Que así sea[/Caitriona]. – dijo ella frente a mí. Mi don brillaba como una esfera dorada refulgente en su mano.

    Moví una mano lo más rápido que pude y me encontré con una barrera. Un límite había caído sobre mí, el de mi propia raza sobrenatural. Era algo más rápido que un ser humano todavía, pero muy lento respecto a lo que solía ser.

    Con Caitriona allí delante, con mi poder en sus manos, listo para ser entregado a saber a qué o a quién, quizá metido en una vitrina de trofeos para toda la eternidad, traté de buscar refugio en mi velocidad, ese tiempo para pensar, para decidir, que siempre había tenido. Pero ya no estaba, había corrido contra el tiempo toda mi vida y acababa de perder la partida.

    – [Caitriona]Gracias, Noah[/Caitriona].- dijo ella.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]. – me puse en pie, sacando fuerzas de todo lo que aún tenía por delante. Descubrí que mi mente seguía siendo ágil, quizá como resultado de llevar toda una vida entrenándose para decidir tan rápido como mi velocidad. No era una agilidad mental sobrehumana, pero si lo suficientemente rápida como para ver que mi poder se convertía en un topacio que se guardó en un bolso que colgaba en su cintura. Se me cruzó por la mente la idea de arrebatárselo, pero ni era tan rápido como para hacerlo ni podía arriesgarme a terminar con ese gesto el pacto que habíamos sellado.

    – [Noah]Cumple tu parte, por favor.[/Noah] – le pedí.

    – [Caitriona]Un pacto es un pacto[/Caitriona].- dijo con severidad. Pese a haberme arrebatado una parte de mí, supe que los demás estarían a salvo y ella cumpliría con su palabra.