Moondale

Etiqueta: Oliver Gardner ‘Titan’ (futuro z)

  • UNA LLAMADA

    Xander Echolls | Canton

    TARDE

    Cada vez quedaba menos tiempo para echar toda la leña de la Resistencia al fuego y destaparnos definitivamente. Después de eso, no habría vuelta atrás, era todo o nada. O lo conseguíamos, o nos condenábamos.

    Y ahí estaba yo, observando por la ventana del comedor de la casa de mi familia en Canton mientras mi padre me observaba, atento y preocupado, sin poder dirigirme una palabra y sin que yo pudiera confiarle nada.

    Mi padre se acercó y apoyó una mano en mi hombro. A ratos parecía un hombre al que la vida había vencido, un hombre que se había rendido. Pero en ese momento, su mano mostraba toda la fuerza que tenía, y que intentaba transmitirme.

    Elle entró en la casa y sonrió ampliamente al vernos tan cercanos. Durante mucho tiempo, solo nos habíamos tenido a nosotros y al resto de Moondies. La pérdida de mi madre era difícil incluso para todos juntos. Verla a su lado en cada anuncio oficial hacía que se nos partiera el corazón.

    Jane había sido el ancla que había evitado que me convirtiese en alguien perdido, cuya única finalidad hubiera sido hacer daño al Gobierno. Por eso la llamada que iba a recibir en ese mismo instante iba a ser tan devastadora.

    – [Xander]¿Owen?[/Xander] – pregunté, extrañado, respondiendo al Omnilens. Una sensación desagradable me recorrió el estómago.

    – [Owen]Tenemos un problema.-[/Owen] intentó explicar mientras su respiración se entrecortaba. Iba corriendo a algún sitio, pero no pude distinguir el fondo, parecía cualquier calle. – [Owen]Han detenido a Jane.[/Owen] – añadió. Por un instante que pareció eterno, sentí que la habitación daba un vuelco y que lo que estaba a mi alrededor se nublaba. Me forcé a permanecer atento.

    – [Xander]¿Qué?…[/Xander] – pregunté, buscando una explicación mientras mi cabeza decidía qué hacer. – [Xander]¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?[/Xander] – pregunté, sintiendo los nervios recorrerme. Mi padre y mi hermana me miraban, preocupados.

    – [Owen]La han arrestado en el bar, según me ha comentado Niall, por intento de asesinato. Los sucesos ocurrieron anoche, lo cual no tiene sentido porque los tres estábamos… cenando.- [/Owen] – explicó, siempre consciente de que teníamos oídos en todas partes, especialmente en cualquier tipo de comunicación tecnológica.

    – [Xander]¿Detenida por asesinato?[/Xander] – pregunté de nuevo, confuso, intentando poner en orden mis pensamientos. Jane era una de las personas más buenas que conocía, no era capaz de matar ni a una mosca.

    – [Owen]Si. Presuntamente atacó a Dante Villiers.-[/Owen] respondió Owen.

    Silencié el audio del Omnilens un instante y miré a mi padre y a mi hermana. – [Xander]Han detenido a Jane, por asesinato. Tengo que irme, os iré diciendo.[/Xander] – resumí como pude. Mi hermana me dio un abrazo rápido con su abrumadora fuerza.

    – [Daniel]Tranquilo, hijo. Si necesitas cualquier cosa, estaremos esperando.[/Daniel] – respondió mi padre. – [Daniel]Y pase lo que pase, siempre hay alguna solución.[/Daniel] – puntualizó. Sabía perfectamente a qué se refería, pero no podía decirlo abiertamente. Su voz, igual que la de todos los Moondies, estaba «registrada». Lo que mi padre implicaba en ese momento no sería muy bien recibido por las fuerzas de seguridad. Pero si era necesario, la rescataría a toda costa.

    – [Xander]No entiendo nada. Estoy cogiendo el portal más cercano.[/Xander] – afirmé volviendo a activar el sonido del Omnilens, mientras manipulaba la brújula que Vincent me había entregado cuando entré al cuerpo.

    – [Owen]Nos vemos en la comisaría.-[/Owen] se despidió él, cada vez corriendo más deprisa.

    – [Xander]Vigílala, Owen. Ya sabes lo que pasa con los «artificiales» y los hijos de Moondies.[/Xander] – le pedí, no sin miedo. Los Moondies eran unos expertos en miedo, y siempre habían dicho que no les habían elegido como Daë por no tener miedo, si no por enfrentarse a él y superarlo.

    – [Owen]Tranquilo, no dejaré que le pongan un dedo encima… más que nada porque algunos de ellos serían los que saldrían lastimados. [/Owen] – aseguró. No dudé de su palabra, si le hacían algo a su hermana, Owen sería capaz de incendiar toda la comisaría.

    – [Xander]Nos vemos allí. Gracias.[/Xander] – dije, segundos antes de dar por finalizada la comunicación. Dejé el Omnilens al máximo segundo plano que pude, ya espiaba suficiente como para darle más motivos. Después crucé el portal que me llevó a un par de calles de la comisaría de la capital.

    Corrí a toda velocidad la distancia que nos separaba. Entré en el edificio pasando por todos los controles apresuradamente y apenas saludé a nadie, de todas formas, algunos de mis «compañeros» no estaban muy contentos con un hijo de Moondies en el cuerpo. Tampoco lo estaban teniendo a Vincent y Bill en él, pero no podían echarlos abiertamente.

    Allí, esperando sentado en una de las incómodas sillas de plástico blanco, estaba Owen, con un café en la mano.

    – [Owen]Está en la sala de interrogatorios. Xander, la han identificado con el Omnilens de Dante.-[/Owen] explicó, haciendo una pausa en la que vi su preocupación patente. – [Owen]La consideran sospechosa del resto de asesinatos similares.[/Owen] – añadió. Sentí un latigazo helado en la espalda. Si no conseguíamos que la absolvieran, la llevarían a La Inexpugnable, la cárcel del Gobierno de Zeon.

    Me quedé pensativo unos instantes, paralizado por el miedo. – [Xander]Es un error, puede haber sido un «camaleón» que también tenga un poder de contacto como el suyo.[/Xander] – comenté en voz alta. Era la única explicación. Sabía que el poder de Jane estaba totalmente en su contra. Los casos que había investigado indicaban que la energía vital de las víctimas había sido absorbida mediante un poder. Era así como funcionaba el de Jane, absorbiendo el poder de la persona junto a la energía vital. Pero estábamos en Zeon, podía haber cientos de poderes que encajaran en la descripción. Pero claro, era artificial, era hija de Moondies. Tenía una diana en la frente.

    – [Owen]Que crees que llevo diciéndoles todo este rato.-[/Owen] replicó, con cara de cansancio. Los dos empezábamos a temer cuál sería nuestra única opción.

    – [Xander]Voy a hablar con ellos. Quédate atento…por si acaso.[/Xander] – le pedí, bajando la voz con la parte final. Él asintió y me dirigí a la sala de interrogatorios, analizando a cada una de las personas que estaban en ese momento en la comisaría.

    Owen y yo estábamos en inferioridad numérica. Ambos éramos aesir, pero había varios demonios y potenciados presentes que nos igualaban o superaban en fuerza. Yo no tenía poderes ofensivos, así que solo teníamos la pirokinesis de Owen, que podían anular con alguno de los «cepos», artefactos de seguridad instalados en muchos centros oficiales.

    Frente a la sala de interrogatorios, un policía montaba guardia. A través del ventanuco vi que el Teniente ‘Oblivion‘ interrogaba a Jane, con cara de asustada. El Teniente tenía el poder de manifestar los recuerdos de quien tenía delante. Sabía elegir cuáles manifestar para presionar y para hacer temblar de miedo. También para relajar, pero pocas veces le había visto usarlo así.

    – [b]Hay un interrogatorio en curso, no puedes pasar.[/b] – sentenció el tipo grande de la puerta. Un pariente de ‘Titan‘, si no recordaba mal. Piel de acero.

    – [Xander]Es mi pareja, déjame pasar.[/Xander] – le indiqué, mirándole fijamente.

    – [b]Atrás, Echolls, ya te avisarán cuando terminen.[/b] – sentenció. Aparté la mano con la que me instaba a alejarme y respondió cubriéndose de acero y aferrándome por el cuello, haciendo que mis pies se separasen del suelo.

    Por el rabillo del ojo vi a Owen ponerse en pie, pero le hice una seña para que se detuviera. Llevé ambas manos sobre el enorme brazo de ‘Steel’ y le golpeé con fuerza con ambas piernas, haciendo que cayese hacia atrás. El estrépito llamó la atención de la sala de interrogatorio, de la que salió la Sargento Marrow.

    – [Marrow]¿Qué demonios pasa aquí?[/Marrow] – indicó, mostrando unos dientes afilados, cubiertos de hueso. Miró a ‘Steel’ que tenía ganas de precipitarse contra mí. – [Marrow]Tú, largo. Tú, estás demasiado implicado para estar aquí.[/Marrow] – me avisó, mientras ‘Steel’ me dirigía una dura mirada.

    – [Xander]Necesito hablar con ella.[/Xander] – pedí. Marrow había sido una de las Protegidas de Z, pero era una persona bastante razonable, al menos conmigo.

    – [Marrow]¿Hablar? Podrías ir a casa un mes sin sueldo por lo que has hecho. ¿Y crees que puedes pedir algo?[/Marrow] – replicó, enfadada. Tenía razón en cuanto a la suspensión, pero no me importaba. La miré fijamente. – [Marrow]Diez minutos. Si no sales, te sacaré yo misma.[/Marrow] – aseguró. Después volvió a entrar y salió junto a Oblivion, que me dirigió una mirada oscura. Se quedaron a la puerta,  la espera de que cumpliese mis diez minutos.

    Cruzar aquella puerta resultó más difícil de lo que habría imaginado. Podía tratar de ser todo lo fuerte que quisiera, pero mis miedos tenían fácil superarme, porque nunca se trataban de mí. Siempre temía por otros. En este caso, tenía miedo a ver el sufrimiento de Jane, la persona que más me importaba.

    Finalmente, sostuve la manilla de frío metal y crucé al otro lado, a una estancia tan fría y gris como la manilla de la puerta. Jane me miró con unos ojos acuosos que apenas dejaban ver su verdadero color.

    – [Xander]¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?[/Xander] – pregunté mientras corría hacia ella y me agachaba a su lado, abrazándola por la cintura.

    – [Jane]No[/Jane].- respondió, negando con la cabeza. Llevé la mano instintivamente a su barriga, donde se estaba forjando nuestro futuro. – [Jane]Solo un montón de preguntas[/Jane]. – añadió. Le pasé una mano por la cara, estaba fría, no solo de la sala, también de los nervios. Temí pensar en qué recuerdos podría haber sacado ‘Oblivion‘.

    – [Xander]Te sacaré de aquí. Tiene que haber algo que demuestre el error.[/Xander] – le aseguré, sin poder entrar en detalles. Había cámaras vigilando y escuchando lo que decíamos, así que no podía decirle simplemente que la sacaría de allí fuera como fuese, incluso dejando completamente de lado la ley.

    – [Jane]Estoy bien[/Jane].- respondió, intentando convencerme. Jane era así, incluso cuando ella estaba en un aprieto, se preocupaba por mí, intentando que no cometiese una locura. Pero por ella, estaba dispuesto a dar hasta mi alma.

    – [Xander]Todo irá bien.[/Xander] – dije tratando de tranquilizarla, aunque en el fondo también trataba de convencerme a mí mismo. Ella asintió, podía notar su corazón, que siempre latía con fuerza, más agitado de lo habitual.

    – [Xander]Encontraré quién ha sido. Sea como sea.[/Xander] – le prometí. Mirándola a los ojos, supe que aunque no supiese ni siquiera por dónde empezar, tarde o temprano encontraría al culpable y se lo haría pagar. Por aquél entonces, lo que no me decía esa corazonada era que sería el culpable quien me encontraría a mí, y para entonces estaríamos en una situación complicada.

    – [Jane]Gracias[/Jane].- respondió con voz derrotada.

    Llevábamos demasiado tiempo soportando la sociedad en la que vivíamos. Demasiado. Eso podía estar a punto de cambiar si conseguíamos nuestro propósito, pero no podía permitir que Jane estuviese bajo custodia cuando ocurriese, podría pasarle cualquier cosa, sería rehén del gobierno y no iba a permitir que nada ni nadie me la arrebatase.

    Tenía que actuar, intentar que el plan siguiera adelante, pero asegurándome de que Jane estaba en un lugar seguro. Y si no podía conseguir ambas, entonces lo tenía claro, la prioridad era ella.

    Salí de la sala cuando me avisaron de que los diez minutos habían llegado a su fin y le prometí a Jane que nos veríamos pronto. Sin dirigir la mirada a nadie, Owen y yo abandonamos la comisaría. Cada uno tenía cosas importantes que hacer. Era el momento de empezar con la revolución.

  • EL HOMBRE DE LA PROFECÍA

    Diario de Nate | Sanctuary

    TARDE-NOCHE

    natethink

    En el almacén al que el coctelero me había enviado me esperaba en efecto un hombre de ascendencia nativo americana llamado Kuruk. Pero hasta ahí se correspondían las cosas con lo que de verdad pensaba que iba a ocurrir.

    En lugar de encontrar un rostro curtido de un viejo trabajador del almacén que me daría la tarea que más le desagradase hacer, lo que encontré fue un rostro, curtido, sí, pero amable, que en lugar de tenerme reservada una pesada tarea lo que me tenía reservado era un plato de comida caliente, una bebida refrescante y unas ropas del bar para poder cambiarme las que llevaba.

    Kuruk y yo no hablamos demasiado, solo no necesario. Daba la impresión de que los dos éramos silentes y observadores. Aun así, hasta que me indicase que tenía que subir de nuevo a ver al dueño del local, tuve tiempo a conocer algunas de sus cicatrices. Las físicas y las que no lo eran.

    Agradecido por el cambio de ropa, comprobé que la nueva me apretaba ligeramente el torso, pero aun así era mucho mejor que la que traía, con la que llevaba días. Frente a las puertas dobles del despacho del dueño, había un hombre alto, de aspecto imponente, pelo oscuro y piel clara. Se presentó como Oliver y llamó un par de veces a la puerta.

    – [Niall]Adelante.-[/Niall] se escuchó decir tras las puertas. Oliver asintió y me invitó a pasar. Un hombre tan grande, tan fuerte y tan temeroso de su propia fuerza. Podía identificarme con él en algunas cosas, aunque seguro que él conocía más de sí mismo que yo.

    Al cruzar las puertas volví a esa gran sala, que pese a ser la del dueño y resultar aparente, una vez estabas el suficiente tiempo en su interior te dabas cuenta de que no había derroche. Todo estaba en su justa medida. No dejé escapar el detalle.

    Allí, cerca de un piano, la única pieza que parecía destacar en toda la sala, estaba él, poniéndose en pie con un elegante traje gris sin corbata.

    – [Niall]Nate Evans, no te imaginaba tan… alto. Puedes llamarme Niall.-[/Niall] respondió acercándose a mí para estrecharme la mano. Parecía un hombre distinto al que había conocido antes y que solo me había visto unos segundos antes de ofrecerme el trabajo. En aquél momento había estado preocupado, necesitaba prepararse.

    – [Nate]Lo dices como si fuera conocido.[/Nate] – pregunté, intrigado.

    – [Niall]No, simplemente me han hablado de ti. No te quedes de pie, toma asiento.-[/Niall] me invitó, señalando una zona con un par de sofás separados por una pequeña mesa de café. Me senté en uno y él se sentó frente a mí.

    Pasamos unos segundos en silencio, él me observaba, con curiosidad. Mis experiencias sería lógico que me hubiesen hecho desconfiado, pero tenía un talento natural para ver en quien confiaba y en quien no. – [Nate]¿Quién te ha hablado de mí?[/Nate] – pregunté directamente. Permanecí atento a su reacción, imperturbable, pero con un deje incómodo que escondía algo más. Ese hombre guardaba un secreto que le dolía profundamente y saber que tendría que sacarlo a relucir en nuestra conversación le inquietaba.

    – [Niall]Una joven encantadora que ya has tenido el placer de conocer.-[/Niall] indicó. Pensé por defecto en Sophie, pero ella, pese a ser encantadora, no parecía ser la persona adecuada. Como no conocía a demasiadas personas allí, la respuesta era fácil.

    – [Nate]La chica de las visiones, Kaylee.[/Nate] – respondí pensativo. Había tenido una visión sobre mí que la había sorprendido y asustado, pero había actuado con normalidad y me había enviado allí. – [Nate]Ella me envió aquí.[/Nate] – afirmé, esperando que me descubriesen qué escondía todo ese misticismo.

    – [Niall]Mi bar no es solo un bar.-[/Niall] respondió Niall. Hizo una pausa, estudiando mi reacción sin ser consciente de que yo podía ver la suya.  – [Niall]Es también el hogar de la Resistencia y tú Nate, posees ciertas cualidades que nos vendrían muy bien[/Niall]. – añadió finalmente.

    – [Nate]Resistencia…¿contra este gobierno? ¿El que se supone que es una utopía?[/Nate] – pregunté, terminando de tantearle. Quería asegurarme de que eso no se trataba de una prueba.

    – [Niall]Que no te engañe lo maravilloso que parece todo. Quien mueve los hilos de esta utopía no es más que un déspota.-[/Niall] replicó. Ahí tuve mi confirmación, no en sus palabras ni en sus gestos, porque todo el mundo puede fingirlos, si no en lo que vi de verdad, en su aura. Niall tenía una mezcla de frustración, dolor, ira, impotencia y desesperación contra ese lugar. Su rencor no venía del miedo, venía del desprecio.

    – [Nate]No parece que vivas mal. [/Nate] – apunté, dejando que sus sentimientos se acumularan y formasen una imagen más clara.

    – [Niall]Hubo un tiempo en el que no fue asi. Verás, mi madre era humana, y por muy nuevo que seas aquí sabes lo que eso significa.-[/Niall] respondió. Vi la forma clara y pura de su madre, alejándose de un lugar oscuro y deprimente donde su hijo sería perseguido para llevarle a un lugar mejor, donde aceptasen a la gente como él. Allí las cosas fueron mejor para su hijo, pero ella siguió en un mundo oscuro y deprimente, sacrificándose en trabajos poco cualificados por el hecho de no tener poderes. Niall había sido consciente de todo, esforzándose para conseguir algo que la ayudase a dejar de trabajar, pero cuando lo consiguió fue tarde. Como telón de fondo a un Niall roto de pena por la muerte de su madre, apareció una figura oscura y siniestra, su padre, que le decía que lo sentía después de haber estado ausente, viviendo de maravilla en esa utopía solo por el hecho de tener poder.

    – [Nate]Voy a ser sincero.[/Nate] – afirmé después de ver sus motivaciones. – [Nate]Por mi habilidad, sé que dices la verdad. Y sé que buscas un mundo mejor. [/Nate] – continué, siendo sincero. A mis captores les había escondido mi habilidad, excepto a una joven a la que quise ayudar, pero eso había quedado atrás, junto con ella.

    En mi camino había visto mucha desdicha, había sombras ocultas en las esquinas de esa utopía, tras cada persona. Si podía ayudar a aliviar esas sombras, lo haría. – [Nate]Pero no sé exactamente qué papel puedo jugar en todo eso.[/Nate] – añadí. Ésa era mi verdadera duda. No creía que tuviera que ver con mi poder, quizá tenía que ver con mi origen, con el hecho de no ser humano.

    – [Niall]Solo puedo decirte que dentro de unos días se llevara a cabo un plan, y que tú seras una parte crucial de ese plan.-[/Niall] respondió. Vi inquietud por el plan, muchas personas iban a estar en peligro y parecía ser un todo o nada.

    Me quedé un instante valorando su aura y entonces le tendí la mano. – [Nate]Podéis contar con toda la ayuda que pueda daros.[/Nate] – aseguré. Todo lo que estuviera en mi mano. Quizá había llegado a ese planeta con el fin de ayudarles a salvarse.

    – [Niall]Fantástico. Y ahora déjame que te invite a una copa.-[/Niall] ofreció, acercándose a una pequeña barra privada.

     – [Nate]Gracias. Y Niall…[/Nate] – empecé a decir. – [Nate]La culpa es suya, no tuya.[/Nate] – dije finalmente. Percibí el cambio en su aura, aumentando su paz todo lo que podía aumentarla la opinión de un desconocido.

    – [Niall]Además de apuesto, encantador, eres todo un partido.-[/Niall] replicó con una sonrisa.

    Acepté la copa y pasamos un rato hablando, especialmente él, ahora que se encontraba en un entorno más cercano. Después me presentaría al resto de miembros de la Resistencia que trabajaban en el local. Al resto de miembros, los que no trabajaban ahí y estaban en otros puestos, ganando influencia e información, y los que estaban refugiados en el pueblo a las afueras llamado Canton. Mi poder era muy útil para conocer a las personas, pero lo que no podía decirme era que, en un mundo u otro, esa gente estaba destinada a ser mi hogar.