APRIL HALPERT| MOONDALE
MADRUGADA
En un pequeño estudio de una de las calles más antiguas de Moondale, una chica permanecía despierta…
La telépata apagó la televisión profundamente aburrida. Eran poco más de las dos de la mañana y ya estaba cansada de ver aquellos pantalones, que en cuanto te los ponías, te hacían un trasero digno de las mejores sambas. Qué pena ser pobre y no tener una tarjeta de crédito que fundir para luego morir aplastada por las facturas, como si fueras una especie de Carrie Bradshaw de pacotilla. Suspiró hastiada y se puso en pie, esquivando a Nit, el viejo gato que llevaba con ella desde hacía tanto que temía que estuviese fosilizado, pero no, porque parpadeó y, sin cambiar de postura, siguió ronroneando en sueños.