Moondale

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  • LAS TRES CABEZAS

    DANTE VILLIERS

    SELAS – MAÑANA

    Al principio me costó darme cuenta de que nos hubiéramos ido de verdad de la luna Viltis. Tenía delante un cielo azul cubierto por algunas nubes blancas, una pradera con rocas repartidas aquí y allá y alguna zona boscosa visible. Los árboles sí que eran diferentes, pero lo que me hizo darme cuenta de que habíamos cruzado de verdad fueron las columnas en ruinas.

    Después de avanzar y coronar una colina cercana, empezamos a ver restos de algunos edificios. Una columna, no sé muy bien de qué tipo porque la clase de cultura clásica había batido récords de gente guapa en el instituto y a mi me costaba concentrarme en columnas en las que solo me imaginaba empotrando a alguien.

    Pasé por encima de una medio enterrada y le tendí la mano a Chloe para ayudarla. A unos metros había una especie de templo griego que si ya se veía así de viejo, a saber cuánto llevaba esa gente anclada en la época griega. Las líderes decidieron que era un buen sitio que explorar y las seguimos. Amy marchaba delante, seguida de Ezra y un poco más atrás Leo, cerca de Kaylee y Julia. Elliot, Vera y Jamie iban detrás, con las dos últimas cogidas de la mano. Esbocé una sonrisa, vaya con Vera. Yo esperé a Chloe, porque no tenía ninguna prisa para llegar a unas ruinas en las que no había ningún Daë a la vista.

    – [Chloe]No me gusta este sitio.[/Chloe]- la escuché decir, mirando a su alrededor.

    – [Dante]A mi me eligieron porque podía dejar esto en libertad, pero no me gusta el pasado remoto, sin coches pierdo emoción y sin que se laven, pierdo otros intereses.[/Dante] – comenté, estirando las alas. Era una maravilla sentir el aire frío en ellas, extenderlas en toda su plenitud.

    – [Chloe]No sé para qué necesitas coches teniendo alas, pero tú a lo tuyo.[/Chloe]- respondió, riendo. Al menos se le había quitado la sensación de mal rollo de encima.

    – [Dante]No siempre puedo volar sin que alguien me vea y quiera hacer una religión o pegarme un tiro para experimentar.[/Dante] – admití. Conducir no era como volar, pero estaba acostumbrado a tener pocas opciones más. El mundo real estaba lleno de miedo a los que eran diferentes. Cuando era pequeño, el tío Daniel siempre me regalaba cómics de los X-Men en los que salía ‘Ángel’. Eran mis favoritos, me sentí genial la primera vez que vi a alguien como yo, sufriendo lo mismo que yo. De ahí cogí la idea de vendarme las alas, para parecer normal. Hasta entonces me habían tomado por un niño deforme, con chepa. Había aguantado burlas de todo tipo sin que supieran siquiera qué era lo que me hacía distinto.

    – [Chloe]True.[/Chloe]- respondió, dándome la razón. Miré mis alas, recordé las primeras veces después de atarlas a mi espalda, los dolores por no moverlas mucho rato, las tardes teniendo que ejercitarlas para que no se atrofiaran, los moratones, las plumas caídas por el roce… Había sido duro, pero me había empeñado y había insistido.

    – [Dante]Al menos estamos al aire libre. [/Dante]- comenté, observando cómo miraba unas flores silvestres. Los demás habían llegado ya al templo. Elliot estaba mirando una de las columnas, Kay se había quedado con Julia, Vera con Jamie y los lobos estaban juntos, como en tensión. Me dio ganas de lanzarles un palo.

    – [Chloe]Me siento un poco inútil.[/Chloe]- confesó. Me giré para mirarla, tenía una cara preciosa y había una picardía en su mirada que me atraía más todavía.- [Chloe]No tengo cerebro, mi poder va a su bola y no tengo habilidades de ningún otro tipo.[/Chloe] – resoplé. No me gustaba ver a la gente criticarse, con bastante facilidad lo hace ya el resto del mundo.

    – [Dante]A mi me pareciste bastante hábil.[/Dante] – bromeé, en referencia a nuestro rato de entretenimiento allá en la luna. Ella me miró, alzando una ceja. Quizá no era momento de ligar, pero siempre parecía buena opción para no entrar en temas más serios. – [Dante]Ya en serio, eres una chica lista. No te menosprecies.[/Dante] – añadí. Y valiente, había tenido los ovarios de viajar en el tiempo sabiendo los peligros que teníamos aquí. Más de uno y de una, sabiendo lo que esperaba, no se habría acercado a la montaña aquella noche.

    – [Chloe]Súper lista.[/Chloe]- dijo haciendo una mueca.-[Chloe]Ponme a leer un texto y ya te digo yo lo lista que soy[/Chloe]. – replicó. A ratos se me olvidaba lo que me había dicho sobre sus problemas para leer. No me acordaba ahora mismo de cómo se llamaba lo que le pasaba, pero no era la única y no era tan importante, había otras formas de aprender, otras habilidades en las que destacar.

    – [Dante]Tampoco puedes permitir que ser diferente sea un problema.[/Dante]- respondí. – [Dante]Tienes que estar orgullosa, y dejar en vergüenza a quien se atreva a ponerte en ridículo.[/Dante] – cuando empecé a parecer como los demás, soportando el dolor que eso me creaba, me di cuenta de que podían darle por el culo a ser como el resto. No me interesaba y se lo hice saber a todos.

    Chloe sonrió, probablemente no habría sido bastante, no se me daban muy bien las palabras como a algunos de los demás.

    Estaba pensando qué más decir cuando escuché un grito. Por instinto me pegué a ella y vi a los demás. Elliot era el que había gritado algo que no entendí y los demás miraban hacia un punto en el que se arrastraba una criatura que no vi bien. Nos agachamos frente a una columna y vimos que los demás también aprovechaban el templo para esconderse.

    El bicho aquél parecía una serpiente con esteroides, pero cuando empezó a salir más de entre la arboleda la cosa se puso más bizarra, añadiendo dos cabezas más a la ecuación. Habría pensado que era Cerbero, pero eso era un perro, así que tenía que ser que en Grecia les gustaban las cosas con tres cabezas. Raro era que no hubieran hecho estatuas con tres pollas.

    Amy y Kaylee me hicieron señas, pero no tenía idea de qué coño querían que hiciera. Si íbamos hacia ellos, quedaríamos expuestos y la cosa esa nos vería. Me acordé de un vídeo que puso un idiota en el instituto de una serpiente comiéndose un pollo. Me desagradó durante días, pero hubo gente que vomitó. Esto era la versión en la vida real.- [Dante]Estamos muy lejos para volver. Vamos. [/Dante]- me agaché frente a ella al ver que el camino de aquella cosa iba derecho hacia nosotros. Chloe tardó en comprender lo que pretendía, o quizá en reunir fuerzas, pero finalmente se subió a mi espalda y la agarrá.

    – [Chloe]No me sueltes.[/Chloe] – dijo a mi oido mientras echaba a correr con los cojones en la garganta porque parecía que corría directo a ese bicho. Extendí las alas y aleteé con fuerza. Levantarnos a los dos del suelo era mucho más dificil que hacerlo conmigo solo. Al parecer mi cuerpo tenía una constitución interna que le permitía pesar menos, pero el de Chloe no era tan aerodinámico.

    La cosa esa espantosa nos vio y vino hacia nosotros a toda velocidad. Parecía un puto tanque con cabezas de serpiente. Apenas nos habíamos separado unos metros del suelo cuando una de sus bocas mordió cerca de mi pierna. A esa velocidad de ascenso, nos comería, así que dejé que las sombras nos engulleran y nos escupieran varios metros más arriba. El bicho ya no llegaba con su cuello para mordernos, pero no podía aguantar así eternamente.

    – [Dante]Agárrate fuerte.[/Dante] – le pedí, aleteando con fuerza. Miré a los del templo, nos hacían señas apuntando en una dirección. Cerca del templo había una especie de atalaya medio derruida, pero suficientemente alta como para que la serpiente no nos comiera si nos parábamos ahí a refugiarnos.

    Reuní mis fuerzas y aproveché mi poder sobre la oscuridad para llegar lo más rápido posible. Aterricé con demasiada velocidad y caí de costado, pero evité que Chloe se llevase el golpe. Estábamos bastante arriba, pero el bicho rodeaba la torre, esperando una oportunidad. Por suerte el resto seguían a salvo de su vista y nos dijeron que esperásemos. Con suerte esa preciosa cabecita pelirroja de Kaylee idearía algo. – [Dante]¿Alguna idea para pasar el rato?[/Dante] – dije, sentándome al lado de Chloe mientras recuperaba el aliento.

    – [Chloe]Cuéntame cosas. [/Chloe]- me pidió. Tenía miedo, como cualquiera en nuestra situación. Aunque tampoco envidiaba a los de abajo, que no podían volar. – [Chloe]Lo que te gusta y lo que no.[/Chloe] – añadió

    – [Dante]No tengo muchos hobbies, trabajar con las manos, escuchar música, salir de fiesta, la gente guapa.[/Dante] – añadí lo último sin darme cuenta, mirándola. Os preguntaréis cómo era capaz de intentar ligar estando al borde de la muerte. El truco está en que mientras haces algo que te mantenga ocupado, el resto de pensamientos de mierda no llegan a tu cabeza.

    – [Chloe]¿Y lo que no te gusta?[/Chloe] – preguntó, concentrándose en nuestra conversación.

    – [Dante]Los gilipollas, los matones, los niñatos, omega y esa serpiente hija de puta.[/Dante] – casi podía resumirlo en que había odiado el colegio, el instituto y toda la gente mala que me había cruzado. Evité llamar a Omega de cualquier otra forma, ni siquiera quería imaginarme su aspecto, no se merecía parecerse a Jane. Nunca le llegaría a la suela de los zapatos.

    – [Chloe]Que tu hobby sea trabajar me parece un poco lamentable[/Chloe].- replicó. Sonreí para mí mismo, me gustaba estar con ella entre otras cosas porque no tenía miedo de soltarme cualquier cosa que se le pasara por la cabeza. Le daba igual mi chulería. – [Chloe]Es como muy boomer.[/Chloe] – añadió.

    – [Dante]Hay muchas cosas que puedo hacer con las manos. [/Dante]- repliqué, buscando sonrojarla.

    – [Chloe]Ligas como un señor de 1954[/Chloe].- respondió ella, riéndose. Aun así me paré a pensar en Logan, todo el mundo lo tenía por un ligón. Su puta personalidad siempre rodeándome, su vida persiguiéndome.

    – [Dante]Me lo dicen mucho. [/Dante]- comenté, resistiendo la tentación de morder esos labios de ese rosa intenso tan apetecible. – [Dante]Pero es la primera vez con una serpiente que me quiere de cena[/Dante] – mirar por el borde de la torre y encontrarse con esa cosa con tres cabezas ayudaba a contener las ganas de cualquier cosa.

    – [Chloe]La dura vida de alguien del grupo New Moondie[/Chloe]

    – [Dante]No hubiera estado mal una advertencia antes de venir.[/Dante]

    – [Chloe]No te quejes tanto, que empiezas a parecer un carca[/Chloe].

    – [Dante]Puedes contarme algo de ti, así estaré callado, se me da mejor.[/Dante] – razoné. Cada uno tenía sus virtudes, escuchar se me daba mejor que hablar, al menos cuando conseguía mantener la atención centrada.

    – [Chloe]Soy la hija menor de Lucy y Ed[/Chloe].- empezó a decir. Habrían sido mi última opción si hubiera dicho que sus padres eran Moondies. Habría empezado diciendo seguramente que era una Echolls. Pero mucho mejor para mí, así no habría cosas raras con habernos criado en el mismo entorno.- [Chloe]Me llevo más de veinte años con mi hermano mayor y antes de aparecer aquí estaba intentando convertirme en Infinuencer[/Chloe]. – tendría que decirle a Ezra que se acordara cuando estuviera medio senil de ayudar a su hermana a elegir una carrera mejor.

    – [Dante]¿Esa mierda de infinity sigue igual en el futuro?[/Dante] – pregunté, para evitar meterme con su posible futuro trabajo. Ella asintió. Menuda mierda, casi nos dejan esclavizados, son turbios como si fuera la Iniciativa y se salen con la suya. –  [Dante]No hemos mejorado mucho.[/Dante] – comenté, tampoco es que lo esperase. Al final en el mundo siempre hay la misma mierda presente, es como lo de la ley esa de la energía. – [Dante]¿Y por lo demás? Algo te tiene que gustar además de la fama.[/Dante] – evité dejar muy claro lo que pensaba de ser famoso. Todo el mundo conocía al ‘Ángel de Moondale’ y cuando había sido pequeño, mi madre había intentado aprovechar su fama para que yo pudiera ir con las alas libres, pero los que aún seguían negando lo sobrenatural incluso habiendo vivido la ‘Guerra de Moondale’, me tomaban por una maniobra de marketing.

    – [Chloe]La ropa, el maquillaje, salir por ahí…[/Chloe]- listó, encogiéndose de hombros.- [Chloe]No soy una persona con nada especial[/Chloe]. – resumió.

    – [Dante]Quizá te has convencido de eso.[/Dante] – propuse, parecía que no era la primera vez que lo pensaba de sí misma. – [Dante]A veces es más fácil camuflarse en el rebaño.[/Dante] – añadí. Las tribus sociales, la lucha por ser famoso o tener poder entre el resto de tus iguales, había odiado todo eso del instituto. Cuando no eras igual que el resto, te machacaban, a menos que cedieras y te sometieras. Pensé que Chloe habría sufrido amigas que la habrían infravalorado.

    – [Chloe]A veces eres parte del rebaño, aunque quieras convencerte de lo contrario[/Chloe]. – dijo ella. Parecía convencida, yo no tanto.

    – [Dante]Quizá, pero pocas. Mis diferencias no se ocultan como las de otros.[/Dante] – le recordé, pasándole un ala por detrás. – [Dante]Y esto no es muy rebaño precisamente, cada persona es distinta.[/Dante] – los que vivíamos en la nave teníamos poco de rebaño, cada persona tenía virtudes, defectos, éramos muy diferentes, pero nos ayudábamos. A ese rebaño no me molestaría pertenecer, pero no uno donde pretendieran que fuese igual.

    – [Chloe]Tu generación es la New Moondie y tenías el apoyo del resto[/Chloe].- explicó, como si se excusara. Quizá sí había tenido que cambiar su forma de ser para encajar con el molde.- [Chloe]Mientras yo me cagaba encima, estabais salvando el mundo y cuando yo tuve edad para hacer lo mismo, os quedaba un rato para la jubilación[/Chloe].

    – [Dante]Debió costarte no elegir cambiar de época.[/Dante] – reconocí. Las ofertas de Caitriona habían sido tentadoras para muchos. Si Chloe hubiera elegido, no tendríamos que preocuparnos por volver a vernos una vez pasase todo. Bueno salvo por el hecho de que yo no lo contaba.

    – [Chloe]No quería cambiar mi vida[/Chloe].- dijo.- [Chloe]Piensa que si me convertía en alguien de vuestra época, mis relaciones con todes cambiarían[/Chloe]. – añadió. No me daba la cabeza para imaginar tanto.

    – [Dante]Aún así parecía la opción fácil. Como la mía de irme.[/Dante] – al menos que supiera que había sido valiente eligiendo el camino complicado.

    – [Chloe]Si me gustara lo fácil no me gustarías tú, sino Owen[/Chloe]. – la miré, estaba muy cerca y me apetecía besarla y olvidarnos de lo que estaba pasando, pero sabía que a ella hablar la estaba reconfortando más.

    – [Dante]Pobre hombre, bastantes palos se lleva ya por ser un… como le llama ‘fool for love ‘.[/Dante]- comenté. Owen daba un aspecto para casi todo el mundo de ser un poco…bueno, fácil. Digamos que le gustaban las muestras de cariño. – [Dante]Así que admites que te gusto. Interesante.[/Dante] – añadí. Ahora no había sacado yo el tema, así que si le seguía el rollo no me estaba pareciendo a Logan.

    – [Chloe]No estaba siendo bitchy, solo comentaba que con él parece fácil ligar[/Chloe].- aclaró.

    – [Dante]Le gusta sentirse querido. Supongo que es fácil empatizar con eso.[/Dante] – yo no me parecía a eso en él. Sabía por experiencia que las personas iban y venían de tu vida, no convenía encariñarse demasiado.

    – [Chloe]Por lo que sé, su familia es un fucking mess, así que me imagino por qué está así[/Chloe]. – añadió. Miré a Elliot, allá abajo, hablando con los demás sobre cómo ayudarnos. A esos tres pobres les habían jodido bien por el hecho de que Elliot hubiera nacido con esa condición. El mundo no estaba preparado para gente como nosotros y eso hacía que la presión en las familias hicieran que al final cedieran. Lo raro era lo del resto de Moondies.

    – [Dante]Al final nuestros padres nos condicionan.[/Dante] – dije, casi sin darme cuenta de que era en voz alta. Yo no quería parecerme a ya sabéis quien y al final allí estaba, camino de ser Daë. – [Dante]Owen busca el amor, Jane escapa de él y Elliot quiere contentar al resto.[/Dante] – y no se daban cuenta del papel que interpretaban. Aunque todos teníamos uno. Yo simplemente era consciente de él, de lo que todos esperaban de mí.

    – [Chloe]A mí me han criado entre algodones[/Chloe].- dijo ella.

    – [Dante]Ya, se nota, por eso eres fan de Lexie, ¿no? [/Dante]- bromeé. Me chocaba que Lexie fuera una estrella, aunque con la pasta de su familia no era raro. Al menos me alegraba saber que ella lo contaba.

    – [Chloe]Lexie es un icono[/Chloe].- afirmó, totalmente convencida.

    – [Dante]Al menos sabemos que ella vive para contarlo.[/Dante]

    – [Chloe]Sabes de sobra que estoy aquí para buscarte, así que algo raro tiene que pasar contigo[/Chloe].

    – [Dante]Nunca me han gustado los enigmas, soy un tipo simple.[/Dante] – reconocí. No me gustaba complicarme, la vida ya lo hacía sola. Pero pensar en no poder volver a la Tierra y ver a mi madre viva de nuevo me creaba un nudo en el estómago.

    – [Chloe]Quizás tenemos la respuesta delante de nuestras narices y no la estamos viendo[/Chloe]. – sugirió ella.

    – [Dante]Es probable, pero de poco vale preocuparse.[/Dante] – admití. El ruido de la serpiente chocando contra la torre para derribarla me sobresaltó. Chloe me agarró la mano, nerviosa, así que me giré y la besé. La torre todavía no había caído, confiaba en los de abajo y en mis alas para ponernos a salvo. Pero mientras llegaba el problema, mejor estar entretenidos.

    Aunque parezca que pensaba con mis ‘tres cabezas’ de abajo, solo quería pasar el tiempo que me quedase con alguien con quien me sentía bien. Y al final, solo que con más tiempo, es lo que ansiamos hacer todos.

    ¿Significaba eso que Chloe me gustaba más que cualquiera de mis otras relaciones amorosas? Parecía que sí. Y eso sí que me daba miedo.

  • MEJOR BESANDO QUE HABLANDO

    Chloe – Kvasir

    Mañana

    Que mi padre y mi madre ya peinaran canas cuando nací no fue una suerte. No es algo que les diría, pero hizo que desde pequeña me sintiera diferente. Mucha gente creía que era hija de mi hermano y alguna vez tuve que escuchar cómo ese rumor se extendía y alguien malintencionado o más perdido que the moon in winter me preguntaba «si la abuelita me estaba comprando un helado mientras llegaba papi».

    Los achaques les llegaron cuando a mí me empezaron a crecer las tetas y estar rodeada de una generación de primos y primas que tenía edad de beber alcohol cuando yo aún tomaba milkshakes hizo que me consintieran y sobreprotegieran hasta el extremo. No me quejo de mi vida, porque adoro a mi familia y en especial a mi hermano, que cada vez está más calvo.

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  • TRES TRATOS

    Chloe – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    – [Chloe]No sé si sabes que he venido del futuro con lo puesto[/Chloe].- farfullé evitando el colchón mohoso y sacudiéndome el polvo de la falda.- [Chloe]Poco puedo darte[/Chloe].

    – [Caitriona]Precisamente[/Caitriona].- se acomodó en la silla aquella que había materializado y me miró durante un largo rato.

    – [Chloe]Te escucho, porque sé que no me vas a dejar salir si no lo hago[/Chloe].- me miré las uñas, cuyo esmalte empezaba a cuartearse.

    – [Caitriona]Te ofrezco pertenecer a esta línea temporal con efecto inmediato[/Caitriona].

    Shit. Me quedé callada y me rasqué el esmalte del dedo índice de la mano derecha.- [Chloe]¿Qué quieres a cambio?[/Chloe]

    Era tentadora la idea de quedarme en esta línea temporal y compartir mi vida con les New Moondies, pero el precio seguro que era muy alto. Difícilmente podía no serlo cuando esta tía podía tener una cabaña en medio de la nada en la que ofrecía tratos.

    Caitriona sonrió y habló.- [Caitriona]El poder que tienes por ser quien eres[/Caitriona].

    Me eché a reír. Era tan absurdo lo que me pedía, que solo podía hacer eso.

    – [Chloe]No way[/Chloe].- moví las manos.- [Chloe]Puedes irte cuando quieras. Es un «no» definitivo[/Chloe].

    – [Caitriona]¿Es definitivo?[/Caitriona]

    Asentí.- [Chloe]Dante está bueno, pero no pienso dar nada por un tío[/Chloe].- carraspeé. Todo sería más fácil si fuéramos de la misma línea temporal, incluso la relación con mi familia, porque mi padre y mi madre no peinarían canas cuando yo naciera, pero mi poder me permitía muchas cosas.- [Chloe]Si tiene que ser, será y si no, pues estoy muy bien así[/Chloe].

    Tras eso, la silla desapareció y ella comentó que volveríamos a vernos. Cuando la puerta se cerró, le hice un corte de mangas.

    Sophie – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Chiquito el asco que daba la cabaña. Menos mal que Caitriona apareció y me dio una silla, porque estuve a punto de entrar en pánico.- [Sophie]¿Qué me ofreces?[/Sophie]- le pregunté sin dar muchas vueltas, porque aquella mujer bellísima tenía una agenda muy apretada a juzgar por los restos de magia que había.

    – [Caitriona]Revelar lo que eres en realidad[/Caitriona].

    Inhalé y exhalé varias veces intentando calmarme. Ella sabía que yo era adoptada y lo estaba utilizando. No tenía ningún problema con mi desconocido origen y adoraba a mi madre, pero siempre quedada la duda de saber si mi afinidad mágica era heredada o producto de haberme criado con una bruja.- [Sophie]¿Qué quieres a cambio, cariño?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tu poder[/Caitriona].- sonreí. De todo lo que podía pedirme, aquella cosa que me hacía flotar era lo que menos me importaba.

    – [Sophie]Acepto[/Sophie].- esbocé una sonrisa.- [Sophie]Quédatelo todito[/Sophie].

    – [Caitriona]¿Aceptas entonces dar tu poder a cambio de saber quién eres en realidad?[/Caitriona]- las sillas desaparecieron cuando nos levantamos y me agarró por el antebrazo.

    – [Sophie]Sí[/Sophie].- tomé aire.- [Sophie]Muéstrame la verdad[/Sophie].- noté cómo la levitación me abandonaba dejando un pequeño vacío y después, fue como si me despertara de un letargo. Algo había cambiado, pero no sabría decir qué.- [Sophie]¿Soy diferente?[/Sophie]

    – [Caitriona]Tendrás que descubrirlo tú misma[/Caitriona].- anunció y se fue en dirección a la puerta.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]

    Cuando se fue, me fijé en que mi pelo tenía ahora unos mechones rosas que antes no estaban. Y ese fue solo el principio.

    Robin – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Aquella cabaña olía a magia oscura y putrefacta. Pasé los dedos por las paredes intentando entender qué llevaba a alguien a sentirse tentado por algo tan turbio, pero hasta que no la tuve frente a mí, no pude entenderlo del todo. – [Caitriona]Hola, Robin, soy Caitriona[/Caitriona].

    – [Robin]Hola[/Robin].- la saludé de forma cordial, pero seca y mantuve las distancias. Aquella mujer de rasgos asiáticos estaba acompañada por algo que me ponía en tensión.  Por eso, y  a pesar de que mi magia estaba diluida, como los restos de pintura en un pincel cuando lo pones en el agua, no dudaría en usarla.

    – [Caitriona]Tu magia…[/Caitriona]- me miró con dureza.- [Caitriona]Somos incompatibles. No puedo ofrecerte nada[/Caitriona].

    – [Robin]Tampoco lo necesito[/Robin].- atajé la conversación y le dediqué una sonrisa forzada.- [Robin]Puedes irte cuando quieras y así esta pantomima para alimentar a tu carcelero acabará cuanto antes[/Robin].

    – [Caitriona]Te crees muy buena, princesita[/Caitriona].- dijo cada palabra con lentitud, como si quisiera sacarme de quicio.

    – [Robin]Lo soy[/Robin].- la miré.- [Robin]De ti no se puede decir lo mismo[/Robin].

    – [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona].- y se fue cerrando la puerta tras de sí.

     

  • DOS FUEGOS

    DANTE VILLIERS

    LA KVASIR – MAÑANA

    Era una mañana extraña. Para empezar, había madrugado. No es algo que fuera muy común en mí, pero supongo que me sentía con ganas de volver a trabajar con mis propias manos. Al principio dudé,  era demasiado temprano y empezaba a notarme de mal humor por un sueño más corto de lo habitual, pero después vino la recompensa cuando me crucé con Lexie, que acababa de llegar con provisiones de la ciudad y un rumor muy jugoso.

    Asentí, casi dormido, mientras me lo contaba con una energía que yo desconocía en ese momento y me fui a trabajar en el portón de la la Nave. Mis manos sabrían donde ir al principio y las diferencias con la mecánica del futuro terminarían llamando mi interés y despertándome.

    Tras media hora disfrutando de la soledad y el hecho de tener una tarea cercana y asequible que solucionar, la puerta que daba al gimnasio se abrió y entró Ezra. Tenía la frente perlada de sudor y bebía agua de una botella hecha del cristal resistente del futuro, que no se rompía al caer al suelo.

    Le saludé con la cabeza y el pasó por mi lado en silencio. Era un tipo bastante taciturno y eso que yo me consideraba solitario. Con su vida, de todas formas, estaba justificado. Me recordé a mi mismo que lo malo de mi vida me lo había traído la misma persona que había llevado la pérdida muchas veces a la suya. Intenté no ponerle cara porque Jane no tenía culpa de ello y me forcé a pensar solo en su nuevo nombre: Omega.

    Sentí el arrebato de hablar con él y romper ese silencio, pero no me apetecía hablar de penurias así que elegí en su lugar otra mujer que teníamos en común. – [Dante]Ey, ¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. Apenas la había visto desde antes de irnos por último vez a los mundos, con lo poco que la conocía, era capaz de seguir enfadada por aquello.

    – [Ezra]No. Puede que esté en la piscina.[/Ezra] – replicó. Sus ojos transmitían mucho más de lo que él mismo dejaba ver, aunque yo no era un gran conocedor del lenguaje no verbal. Solo se me daba bien cuando se trataba de saber si alguien me correspondía o no a nivel físico.

    – [Dante]Ah, quizá luego me pase.[/Dante] – comenté volviendo a trabajar en una junta. Aquella nave era una maravilla para nosotros, pero llevaba mucho tiempo abandonada, se notaba en el óxido que corroía algunas de sus piezas. Por suerte era capaz de imprimir duplicados de cualquier pieza que necesitase y llevaba un tiempo sustituyendo las que podía. Me pregunté cómo sería surcar el espacio en ella. Solo con pensarlo me sentí encerrado, imaginándome años y años dentro de aquellas paredes de metal que de pronto parecían muy finas para separarme de la inmensidad de un espacio que solo me daría una muerte silenciosa.

    – [Ezra]No te gustan los sitios cerrados.[/Ezra] – escuché decir a Ezra. Jodidos licántropos, huelen el miedo demasiado bien.

    – [Dante]Si lo elijo yo, puede que me pasara un día entero trabajando en un coche, pero obligado… no llevo bien que me digan qué hacer.[/Dante] – para mí  «El Recogimiento» era un dolor de huevos cada año. Me buscaba cosas que hacer constantemente pero en los últimos días estaba ya que me subía por las paredes esperando salir y ser libre.

    – [Ezra] Yo no entiendo de coches, de hecho no tengo ni carné. Tampoco es que hiciera mucha falta[/Ezra] – reconoció. Futuro postapocalíptico, cierto. Ezra era como Kyle Reese, solo que sin venir a procrear para ser el padre del salvador. En su futuro no había llegado a haber «Recogimiento» porque los que éramos como nosotros vivíamos esclavizados directamente.

    – [Dante]Si volvemos recuérdame que te preste uno para dar una vuelta[/Dante] – le ofrecí. No era millonario precisamente, mi madre se había encargado de que Sarah pudiera ayudarme a gestionar mis finanzas en lo referente a su herencia y eso conseguía que no despilfarrase mucho. Pero en cuanto al dinero que entraba del taller, eso sí que podía invertirlo en lo que quisiera y una de mis aficiones era comprar coches viejos. Pequeñas joyas abandonadas por gente que no sabía arreglarlas pero que en mis manos volvían a la vida. Había cierta paz en devolver las cosas a su antigua gloria.

    – [Ezra]Vamos a volver, tenlo por seguro.[/Ezra] – no sonaba esperanzado, si no completamente convencido. Supongo también que para alguien como él, esto era un pequeño paraíso comparado con su otra vida.

    – [Dante]Puede ser. No tengo mucha fé en ese rumor de Lexie[/Dante] – admití. Los rumores al final son humo, a veces si lo sigues puedes llegar a una avería, pero otras veces simplemente te pierdes en algo que no tiene nada que ver. Prefería no poner todas mis esperanzas en ello y si aparecía la oportunidad, cogerla.

    – [Ezra] Tal vez lo mejor sea centrarse en acabar por reunir a los Daë y después volver a casa.[/Ezra] – respondió. Lo sabía entonces, había debido encontrarse con Lexie antes que yo, pero él no sería de los que tomaría esa opción. Era un guerrero, estaba acostumbrado al sacrificio, a la vida heroica. Yo no.

    Me encogí de hombros. – [Dante]Algunos no tenemos madera de héroe [/Dante] – le aseguré. Él se quedó mirándome con esos ojos suyos, verdes como el fondo de un mar tropical. Estaba tan calmado que aparté la mirada. No me apetecía imaginarme sus ojos clavados en mí cada vez que pensara en irme. Volví a mi trabajo y él se despidió y siguió su camino, sin intentar convencerme.

    Sustituí varias piezas, paré, comí un bollo que me había llevado de la cocina al que llamaría desayuno y  seguí trabajando. Un par de horas después alguien bajó las escaleras, pero aquellos pasos eran femeninos, no era Ezra. Vi las puntas de su melena pelirroja antes que nada. Ninguno de los que habíamos llegado aquí ni de los que habían venido más tarde sabía cortar el pelo, así que como consecuencia a Kaylee le llegaba ya por los omóplatos.

    – [Dante]Dichosos los ojos. [/Dante] – me limpié el sudor de la frente con la muñeca y le sonreí. – [Dante]Qué poquito se te ve desde que Leo y tu os lleváis bien.[/Dante] – alcé una ceja. Desde que había terminado por entender que el odio que se parecían tener toda la vida eran las ganas ocultas que tenían de fornicar por todas las esquinas, debían estar haciendo, bueno, eso, fornicar en todas las esquinas.

    – [Kaylee]¿Es envidia lo que noto en tu voz?[/Kaylee]- replicó sonriendo. ¿Envidia? Bueno un poco, Chloe pasaba de mí, la nave estaba llena de gente guapa y no eran solo Kaylee y Leo los que parecían pasárselo bien a diario. Y sin embargo yo ahí estaba, como un concursante de ‘Too Hot to Handle’ pero sin nadie con quien mover ficha.

    – [Dante]Despecho, desde el primer día no habéis querido invitarme.[/Dante] – me reí, recordándole el día en que les interrumpí en la cabaña para chincharla un poco. Con Leo no lo habría intentado, ya parecía odiarme de por sí desde ese día. Bueno, quizá venía de antes.

    – [Kaylee]Te entiendo. Somos irresistibles[/Kaylee].- respondió con una sonrisa. Me alegraba verla sonreír después de lo mal que lo había pasado. En el fondo todo esto, todos los problemas que habíamos tenido desde que decidieron meterse en Infinity, le había sentado bien, le había dado un propósito y se había olvidado de unos errores de juventud de los que no tenía culpa.

    – [Dante]Pensé que el irresistible era yo.[/Dante] – repliqué. Me fijé en que llevaba un cubo con cosas de jardinería. Se encargaba del invernadero desde hacía una temporada y lo cierto es que se le debía estar dando bien, pero todavía quedaba tiempo para empezar a ver crecer nada. – [Dante]¿Vienes de cuidar las plantas? A este paso vamos a fundar un ciudad antes de volver a casa.[/Dante] – algunos se estaban acostumbrando a la situación, haciéndose a ella como mejor podían. Yo era incapaz, no me veía esperando a ver aquellas frutas y verduras crecer, esperaba irme mucho antes.

    – [Kaylee]Me gusta mantenerme ocupada. Tener demasiado tiempo libre me hace ponerme nerviosa y si me pongo nerviosa, mal asunto[/Kaylee].- aclaró. Al final su jardinería era como mi afán de arreglar la nave pese a no querer quedarme mucho allí. Solo que donde ella calmaba los nervios, yo calmaba la ira que me corroía desde que había conocido a Omega.

    – [Dante]Mientras no te dé por echar maldiciones.[/Dante] – Kay era un bruja buena por suerte, pero la loca de antes nos había hehco una buena jugarreta. Casi no lo contamos y estar en el cuerpo de Mike con ese gato arañando continuamente la parte de atrás de mi cabeza había sido molesto. Era una suerte que Kay hubiera podido pararla con la ayuda de Sophie, Chloe y Robin. – [Dante]¿Has visto a Chloe por ahí?[/Dante] – le pregunté. No sabía por qué seguía preguntándolo pero no iba a verla. Miedo supuse, a enfrentar la realidad. A fin de cuentas ella había venido aquí por voluntad propia desde el futuro y yo estaba deseando irme y si lo hacía, no la vería más. Hasta dentro de veinte años al menos, viéndola como un bebé, como una niña. No, eso no era para mí.

    – [Kaylee]La verdad es que no[/Kaylee].- admitió encogiéndose de hombros.- [Kaylee]Quizás está en su habitación[/Kaylee]. – añadió.

    – [Dante]Supongo.[/Dante] – repliqué, quitándole importancia. Tampoco me apetecía meterme en el cuarto de Chloe, me conocía demasiado bien y ahora mismo me costaba pensar con la cabeza. Kay no dijo nada, no quería meterse en mi vida y lo agradecí. Era una buena amiga, supongo que nunca me habría imaginado que seríamos tan cercanos, pero ella lo valía. – [Dante]¿Ya te has recuperado del trauma de ser mi hermano?[/Dante] – me hice gracia a mí mismo, trataba de hacer ver que me importaba todo bastante poco y sonaba tan convincente que la gente era lo primero que asumía de mí. Mejor eso que dejar ver las cicatrices.

    – [Kaylee]Tuve bastante suerte, porque Cole es un tío muy calmado y, aunque viera algo, nunca se lo dirá a nadie[/Kaylee].- respondió sonriendo. Asentí, mi hermano era un diez. Otro motivo más por el que odiar a Logan, por aquellos años que pasamos separados.

    – [Dante]¿Ya te ha llegado el rumor que ha oído Lexie?[/Dante] -comenté. El pensamiento llevaba un rato rondándome la cabeza y no sabía como dejarlo salir. Kaylee no iba a ser de las que opinasen como Lexie y yo, de eso estaba seguro.

    – [Kaylee]¿Un rumor? No[/Kaylee].- tenía cara de sorpresa. Quizá Lexie no había tenido tiempo de hablar con mucha gente antes de irse a dormir.

    – [Dante]Seguro que es un timo pero escuchó en el mercado de la ciudad que hay un tipo que puede mandar a la gente a otros sitios.[/Dante] – le expliqué. Solo había un sitio al que nos interesase ir, de vuelta a casa. Al parecer ese tipo podía enviarnos a nuestro hogar, a nuestro tiempo. Quizá incluso podría pedirle que me mandara al de Chloe. En veinte años seguirían estando todos ellos, más viejos y yo más joven, pero allí estarían. Aunque para eso tenían que pasar por esta misión solos, sin los que nos fuéramos. – [Dante]Si van, yo iré.[/Dante] – dije. No sé por qué, supongo que esperaba que me diera su aprobación.

    – [Kaylee]¿Vas a volver a la Tierra sin haber acabado la misión?[/Kaylee]- sonaba a estar molesta. Aparté la mirada hacia la pieza que estaba cambiando.

    – [Dante]No tengo puestas muchas esperanzas, pero si es posible, soy un mecánico. Que tenga alas y pueda meterme dentro de la oscuridad no implica que pueda salvar el mundo. Eso solo son cartas que me han tocado.[/Dante] – le expliqué. Había entrado a Infinity porque ellos estaban en peligro, había ido al Pico Tantree por venganza, pero nada de esto era lo mío. – [Dante]Dudo que solo nos lo pensemos Lexie y yo.[/Dante] – me defendí. Serían más los que querrían irse. Niall, seguro, tal vez Laura, Vera y Elliot podrían irse, Jane les obligaría, seguro.

    – [Kaylee]Qué egoísta eres[/Kaylee].- me espetó. Valoraba la sinceridad de Kaylee, pero en ese momento estaba diciéndome puramente lo que yo mismo sabía y a veces la verdad duele, así que noté cómo empezaba a enfadarme.- [Kaylee]A ver si te crees que el resto estamos aquí por lo mucho que nos gustan las vistas[/Kaylee]. – ella también parecía enfadada.

    Negué con la cabeza. – [Dante]De momento porque no hay otra opción.[/Dante]

    – [Kaylee]Me estás tocando las narices, Dante. Te dejo antes de que me plantee transformarte en cerdo[/Kaylee]. – se giró, a punto de irse. Su pelo se movió en el aire con brusquedad, como si le prendiera fuego.

    – [Dante]Puedes enfadarte si quieres, Kaylee, pero tienes que entender que no todos queremos salvar un mundo que no se preocupa de nosotros.[/Dante] – ahí seguía yo, intentando defender mis motivos. Que los tenía, sí, no me faltaba razón. Vale sí, estaban ellos, eran importantes, pero podríamos irnos todos, ya encontrarían a otros que hicieran el trabajo que se suponía que teníamos que hacer. – [Dante]Los Daë son nueve por lo menos, se bastan de sobra para encontrar  a tres más.[/Dante] – sugerí. El trabajo estaba casi terminado. Quien sabe si la forma de salir de allí no era precisamente encontrar a ese tipo.

    – [Kaylee]No es una cuestión de lo que queramos hacer, sino de lo que HAY que hacer[/Kaylee].- fijó sus ojos en mí y noté el calor que encerraban. Su ira era como un fuego, intenso, fugaz. La mía era oscura, como una llama oscura que nunca se apaga.

    – [Dante]¿Y yo tengo que tener obligaciones con un mundo que miró para otro lado cuando asesinaron a mi madre?[/Dante] – maldije para mí mismo por dejar ver esa parte de mí. Pero ya que estaba, la dejé ir. – [Dante]Nos pusieron a esa cabrona delante, fuimos altruistas, vengativos o lo que te de la gana, pero nos reunimos para acabar con ella y en lugar de eso nos mandaron a otra punta del mundo a un problema que no nos va ni nos viene, mientras ella corre por ahí.[/Dante] – toda la ira puesta en mis palabras no permitió que disminuyera la que sentía, solo la dejó salir a la luz.

    – [Kaylee]Lo de tu madre fue un asesinato. El mundo en general no tiene la culpa[/Kaylee].

    – [Dante]Omega sí, y los Daë permitieron que viajara al pasado en lugar de morir congelada en esa puta cápsula. Mientras ella escapaba, Ezra se quedaba allí encerrado. Si hubiera justicia habría sido al revés y nadie la habría buscado.[/Dante] – así tendría que haber sido. Ezra llegando a un mundo en paz y Omega congelada y sola, abandonada en un sótano.

    – [Kaylee]¿Crees que los Daë tienen esa clase de poder?[/Kaylee]- me preguntó.- [Kaylee]No pueden intervenir[/Kaylee]. – me enfadó que los defendiera. Tenían que tener la culpa, alguien tenía que tenerla.

    – [Dante]Pues yo nos veo aquí, ¿quién nos ha traído?[/Dante] – dije más enfadado de lo que pretendía.

    – [Kaylee]Vale, Dante. Tú ganas. Vete si quieres[/Kaylee].-  se dio la vuelta y se marchó. Me gustaría decir que no me dejó tiempo a responder, pero sí lo tuve. Lo que lo impidió fue mi orgullo y mi enfado. Como no sabía qué decir, volví a trabajar con las manos. Era lo único que se me daba bien. No era ni un héroe ni un buen amigo. Tenía que hacerme a la idea si iba a coger el camino rápido y dejarles allí. Al menos mientras trabajase no tendría que pensar en qué decisión iba a tomar.

     

  • A LA MIERDA LA EDAD MEDIA

    DANTE VILLIERS

    ESFERA KARDAS – NOCHE

    Sé que no soy un gran seguidor de las leyendas de caballeros, pero aquél mundo apestoso y lleno de enfermedades ganó enteros cuando apareció la sorprendente hija de Ed y Lucy.

    La chica tenía gancho y confianza en sí misma, así que llamó mi atención inmediatamente. Tampoco voy a pecar de casto y puro, la chica tenía un culo que me habría encantado que se sentase en mi cara, pero no era lo único que me intrigaba de ella.

    No había soltado demasiada prenda de lo que pasaba en su futuro, que como mínimo esperaba que fuese dentro de dieciocho años y nueve meses, porque Lucy no había dado ninguna buena noticia antes de irnos.

    Evidentemente, no me hacía mucha gracia la posible implicación de que estaba muerto en su tiempo. En teoría era un misterio mi desaparición, así que eso abría al menos unas cuantas puertas. Pero sinceramente, yo solo quería una vida tranquila. Antes de que apareciera esa loca asesina con las alas de mi madre, jamás me habría metido en esa estúpida misión suicida y podría seguir tranquilamente en mi taller, con mis coches, llegando hasta los noventa y siete años, cuando muriese allí mismo, rodeado de gente guapa y coches impresionantes.

    Y ahora, por si fuera poco estar allí, resultaba que en su tiempo no estaba en Moondale, no estaba en mi taller ni vivía la vida tranquila que quería. Seguramente todo por aquella mierda de destino.

    – [Dante]¿Qué se supone que tenemos que hacer? ¿Llamar a la puerta y hablarle de los Daesdi y su destino? Suena un poco sectario.[/Dante] – me quejé diez minutos después de detenernos delante de la puerta del Daë sin saber cómo «entrarle».

    – [Chloe]¿Tienes una idea mejor?[/Chloe] – preguntó Chloe. La miré fijamente, parecía disfrutar especialmente llevándome la contraria. Estaba acostumbrado a no caerle bien a alguna gente y sinceramente, me importaba tres cojones, pero con ella no parecía ser así.

    – [Dante]Que lo hagas tú. Tiene que ser más fácil que explicar que vienes del futuro y eres la hija de Ed.[/Dante] – admití. No había hecho un mal resumen en sus primeros cinco minutos teniendo en cuenta que desde entonces no había hablado de nada importante del futuro que no fueran tendencias.

    – [Chloe]Hazlo tú, no te jode.[/Chloe]- replicó cruzándose de brazos. Miré a Ruby de reojo y ella alzó una ceja, confirmando que sabía todo lo que pasaba por la punta de mi varita mágica, vamos, de mi polla. ¿Pensábais que no iba a escribir polla? Es mi diario, no un puto best seller. Si queréis algo más fino os vais a la enciclopedia de Noah o al libro de desamores de Xander.

    Íbamos a seguir discutiendo seguramente, pero mi hermano había cogido rápido nuestra dinámica y ya estaba delante de la puerta, llamando con los nudillos en la madera.

    – [Cole]¿Richard Crane?[/Cole] – preguntó cuando el bicharraco cruzó el umbral de la puerta. Era un tipo alto y fuerte, con cara de pocos amigos y una barba que le daba ese aire de licántropo salvaje. No miré a Ruby, a esas alturas ya lo sabría.

    El grandote nos miró fijamente con unos ojos ambarinos. Tenía más pinta de lobo que otros licántropos que había conocido y me pregunté si eso significaba que me iba el furry. – [b]No parecéis de la Hermandad, pero tampoco sé qué hacéis aquí.[/b] – sentenció. Parecía que no le hacía ni puñetera gracia tener a un grupo de extraños en su jardín y empaticé rápido.

    – [Chloe]Richard, vengo del futuro para decirte que si no nos ayudas se va todo a tomar por culo.[/Chloe]- Chloe se acercó, parecía muy pequeña comparada con él. Me di cuenta en ese momento de lo menuda que era.- [Chloe]Eres el elegido. Tú te enfrentarás a las tinieblas con la ayuda de la espada de La Luz y…[/Chloe] – ahí ya desbarró un poco. No sabía si se estaba quedando conmigo por lo que había dicho antes o simplemente estaba quedándose con el Daë. Fuera como fuese, cada segundo que pasaba me gustaba más la muchacha.

    Ruby le tapó la boca y tuve una microfantasía que me hizo pensar si sabía en qué estaba pensando exactamente además de saber que estaba caliente. Esperaba que no, mi mente contiene desnudos más que parciales y escenas de sexo, además de violencia ocasional. Básicamente la HBO que había cuando éramos pequeños y ahora era InfiniTVx.- [Ruby]Necesitamos tu ayuda. Por favor. Es importante.[/Ruby] – le pidió. No tenía muy claro si nosotros necesitábamos su ayuda o él la nuestra. Los Daesdi no eran los jefes más claros del mundo.

    – [b]Si os persigue la Hermandad, aquí estáis a salvo, pero no podéis quedaros mucho tiempo. Prefiero estar solo.[/b] – no era una bienvenida muy cálida, era todo un solitario. Entró a la casa y dejó la puerta abierta para que pasáramos.

    – [Cole]No necesitamos quedarnos mucho tiempo. Creemos que la Hermandad te busca y queremos ayudarte a defenderte.[/Cole] – mi hermano iba a saco. No sé si había decidido ser parte de aquella misión a la que nunca nos habíamos ofrecido o tenía ganas de salir de aquél mundo. Teniendo en cuenta que personificaba todo el odio que había vivido alguna vez, tenía pinta de ser la segunda.

    – [Richard]No han venido a por mí en casi un año. ¿Por qué ahora?[/Richard] – preguntó, sentándose en una silla de madera para beber algo de una jarra que parecía sacada del set de Juego de Tronos.

    – [Dante]Porque se supone que vas a salvar este mundo de la mierda que lo gobierna. Profecías y bla bla. Tenemos que cuidar de ti para que puedas cumplirla.[/Dante] – resumí. No había tiempo para tonterías ni miedos a cambiar el futuro. Si ya estaba decidido, que más da, tocaba conseguir que se uniese a los otros Daë e irnos de allí. Tan sencillo como eso.

    Mientras los demás aclaraban todo y le explicaban las cosas con mucho más cuidado y sin spoiler, yo me dediqué a curiosear su casa. No tenía muchas cosas y me pregunté como demonios se entretenía todo el día. Supuse que cascándosela como un mono, porque había poco más que hacer. Aunque ya podía echarle imaginación, que pena de mundo sin fotos de gente desnuda a mano. Igual salía por las noches como licántropo y echaba una cana al aire en posición perrito. No sabía mucho de los licántropos más allá de MacLeod, la madre de Idris, Amy, Leo y ahora Ezra.

    Después de un rato perdido en mis pensamientos y alguna que otra fantasía, vi que tenía una esfera de cristal como las nuestras colocada en una estantería, cerca de un expositor de armas donde tenía una enorme espada. Eso me hizo pensar, era él quien le había dado a mi padre la Espada del Caos, pero aparentemente, todavía no la tenía. Tampoco vi el escudo, pero sí el yelmo.

    No sé cuánto tiempo pasamos allí. Dormimos como pudimos en el espacio que había, por desgracia sin que se cumpliera ninguna de mis fantasías en las que me visitaba cualquiera de los presentes que no fuera Cole.

    No dormí demasiado bien, mi cabeza estaba muy activa y me encontraba inquieto, quizá por la falta de relax que me proporcionaba el sexo. Salí al exterior. Hacía fresco, pero podía ver las estrellas perfectamente.

    Estiré las alas y me subí al tejado para coger impulso para dar una vuelta volando. El bosque en el que estaba la aldea de los teriántropos era enorme y apenas se distinguían algunas luces. En el castillo, sin embargo, visible a lo lejos, se veían continuamente unos braseros blancos encendidos.

    Cuando ya empezó a darme frío, volví a bajar a la casa. Esta vez había alguien más en la puerta. Descendí poco a poco y vi que era Chloe, así que decidí aterrizar con toda la elegancia que pudiera. Me encantaba lucir mis alas.

    Ella me observó. – [Dante]¿No puedes dormir?[/Dante] – le pregunté. Tenía una postura que parecía la de una adolescente de una de esas pelis viejas de los noventa, solo le faltaba fumar, pero eso ya era solo cosa de viejos. A nadie le gustaba que le echasen un humo apestoso y mortal en la cara.

    – [Chloe]La cama es de paja.[/Chloe]- suspiró. Conociendo a Ed y Lucy, la chica tendría la mejor habitación de la granja y las mejores modas de su madre. Me fijé en que llevaba una camisa blanca larga que alguien bastante más grande que ella debía haberle prestado. Por desgracia aquél mundo no era la «sexy Edad Media» y llevaba algo más debajo. Lo que sí quedaba al descubierto eran sus largas y sugerentes piernas.

    – [Dante]Mal momento para el chiste, ¿no?[/Dante] – bromeé mirándola. Aquello no era el exterior de un club, pero viendo que quedaba mucho para poder volver a uno, era lo más parecido que tenía.

    – [Chloe]Si quieres dar mazo de cringe: puedes hacerlo.[/Chloe]- replicó sin apartar la mirada de mí, sonriendo. Me llamó la atención su forma de hablar.

    – [Dante]Me importa más bien poco lo que pueda pensar la gente.[/Dante] – resumí. Había intentado que esa se convirtiese en mi filosofía de vida. – [Dante]Me gusta el sexo y hago bromas de sexo. También me gusta comer y no veo a nadie escandalizado.[/Dante] – añadí. Con el sexo había muchos tabús y era una soberana gilipollez, si te gusta alguien y a ese alguien le gustas, no pasa nada por hacerlo como animales. No veía el problema y el único inconveniente que me había encontrado es que a veces me habían entrado tanto chicos como chicas, especialmente chicos la verdad, suponiendo que mi respuesta era un sí. Todavía había gente que no había aprendido lo básico y presuponían que era un chico fácil. Aun así me divertía mandar a esa gente a tomar por el culo e imaginarme que no tendrían un polvo en condiciones en toda su vida.

    – [Chloe]Pues haz bromas sobre berenjenas.[/Chloe]- replicó ella, estuve a punto de hacer una, pero era un chiste que había escuchado a un cliente del taller y no me convencía mucho.

    – [Dante]A nadie le gustan las berenjenas.[/Dante] – toda mi vida había asumido que eso no podía ser comestible, pero en casa de las Echolls se empeñaban en ponerlas de vez en cuando.

    – [Chloe]A mi madre sí.[/Chloe]- dijo ella, soltando una carcajada. Alcé una ceja, evitando el comentario. – [Chloe]Puedes venir a…[/Chloe]- se quedó callada de sopetón. No tenía suficiente creatividad como para imaginar qué iba a decirme. – [Chloe]Se me olvidaba que hace veinte años que ocurrió esta conversación[/Chloe] – sentenció.

    – [Dante]¿Y acabó bien?[/Dante] – le seguí el rollo, porque todo eso de líneas temporales y viajes en el tiempo me daba dolor de cabeza desde los tiempos de Trunks.

    – [Chloe]Qué va. El tío se muere.[/Chloe]

    Aquello fue como un puñetazo en los huevos. Eso de «deja un bonito cadáver» era una frase de mierda, deja un cadáver viejo y arrugado después de un siglo de vivir como te gusta.

    – [Chloe]Hey, que era broma.[/Chloe]- debió notarme preocupado, porque se acercó a mí.

    – [Dante]Solo quería vivir tranquilo.[/Dante] – normalmente no solía hablar de esas cosas. Me las guardaba para mí, pero viniendo del futuro supuse que ya sabía lo suficiente. Que no tenía sentido ocultarlo. – [Dante]Y mira.[/Dante] – perdido en el puto culo del universo.

    – [Chloe]Tío, que no te tienes por qué morir.[/Chloe]- insistió. – [Chloe]Que yo no te conozca solo implica que yo no te conozco. No te ralles.[/Chloe] – estaba tan cerca que capté un aroma tenue a melocotón. Me apetecía besarla, pero había una duda que tenía que resolver antes.

    – [Dante]Tengo que preguntarte algo importante.[/Dante] – pregunté, simulando estar serio.

    – [Chloe]¿Y eso? [/Chloe]

    – [Dante]¿Ya tienes dieciocho?[/Dante]

    Le sonreí y ella me respondió con un puñetazo, pero se echó a reír. – [Chloe]¿En serio?[/Chloe]

    – [Dante]Me tomo muy en serio las leyes.[/Dante] – al menos algunas.

    Ella parecía estar divirtiéndose mucho. – [Chloe]¿Pero es que estás ligando conmigo?[/Chloe] – preguntó.

    – [Dante]Posiblemente. Salvo que me digas que no lo haga.[/Dante] – una de las principales leyes que no se me ocurriría no respetar. Mi padre era un imbécil, pero cuando era pequeño había una cosa por la que le idolatraba. En casa no se hablaba mucho de ello, pero cuando escaseaban los malos sobrenaturales, él se escapaba de noche y les daba el susto de su vida a violadores, maltratadores y demás carroña. Recuerdo escuchar a mi madre reñirle cuando se pasó con uno y lo mandó a urgencias, pero incluso ella podía entender sus motivos. Esa forma de pensar era una de las cosas que no me molestaba compartir con él.

    – [Chloe]Preferiría que no te enamoraras de mí.[/Chloe]- dijo ella, pensativa.- [Chloe]No podrías soportar los veinte años que nos separan.[/Chloe] – añadió. Estaba claro que aún no me conocía lo bastante. Aunque razón no le faltaba, la realidad de volver a la Tierra y encontrarme con que era un bebé sería suficiente como para que se me quitasen todas las ganas. Pero allí no era capaz de imaginarme eso como algo real, ella estaba allí, bien crecida. Ni siquiera sabía si volvería vivo a la Tierra.

    – [Dante]Eso no es un no. ¿Y quién ha hablado de amor?[/Dante]

    – [Chloe]Porque sé lo que pasa con los tíos como tú y las tías como yo.[/Chloe]

    – [Dante]Yo estoy deseando averiguarlo.[/Dante]

    – [Chloe]Prométeme que no te vas a enamorar.[/Chloe]

    – [Dante]No ha nacido persona que haga que me enamore[/Dante]

    – [Chloe]Es que yo no he nacido aún.[/Chloe]

    – [Dante]Cierto.[/Dante]

    – [Chloe]Bueno, me voy a dormir.[/Chloe]- pasó por mi lado y me dio una palmada en el culo, con bastante fuerza.

    – [Dante]¿Te acompaño?[/Dante] – pregunté sonriendo.

    – [Chloe]Prefiero que siga siendo un colchón de paja en singular y no en plural.[/Chloe]- me lanzó un beso y me pregunté si el subidón que tenía sería capaz de despertar a Ruby de su sueño.

    La miré alejarse, fantaseando con que aquella camisa le quedara un poco más corta. Aún no me había respondido a si era mayor de edad y parecía que le hacía gracia dejarme con la duda. Bueno, a partir de diecisiete y medio también era casi bien, ¿no?

    Volví a volar para contener las ganas de darle como un mono y allí, en la oscuridad y tranquilidad del cielo, vi una nueva hilera de luces blancas que perturbaban el entorno.

    Me acerqué un poco más y distinguí que eran antorchas. Me sentí con el la peli aquella del ‘Guerrero Número 13‘ que tanto le gustaba a mi madre, principalmente por el vikingo. La Hermandad de Tauro había salido del castillo y se dirigía hacia el gran bosque en el que estaban los licántropos.

    Me detuve, manteniéndome en la posición, pensativo. Aquella gente no nos había dado cobijo y no era de nuestra incumbencia. Nuestra misión era proteger al Daë y por lo que había dicho, aquél territorio era sagrado para la Hermandad y no podían combatir sobre él, así que allí estaba a salvo, pero si hacíamos el loco y salíamos a defender a los demás, lo pondríamos todo en riesgo.

    Así que lo sensato era esperar allí a los otros Daë y que el pueblo de gente animal se defendiera como había hecho hasta entonces. Pero claro, si hubiéramos sido sensatos, probablemente no estaríais leyendo este diario.

    Volví volando y desperté a los demás, esperando que alguno me dijese que lo mejor era quedarnos allí sentados y seguros. Pero el único que lo hizo, fue el Daë. Tenía cojones que el que no quisiera luchar fuera al que teníamos que convencer para que siguiera su Destino. Nadie nos lo iba a poner fácil, estaba claro.

    La mayor parte del tiempo me quedé observando a mi hermano, Ruby y Chloe. Se vistieron a toda velocidad, cogieron sus cosas y no pararon hasta infundir en el Daë unas fuerzas que resultaban contagiosas.

    El tal Richard se colocó delante de nosotros esa tremenda armadura de caballero, rematada con el yelmo de toro y un largo mandoble que ya había notado cuando se cambió de ropa. Si no soy un Rakkthathor por qué tengo este percutor. No en serio, el de los Rakkthator acomplejaba, pero el del Daë tampoco estaba mal. Eso sí, Chloe tenía mucho mejor culo, incomparable.

    Os voy a ahorrar un poco todo, porque sin música épica y un plano a cámara lenta de los cinco saliendo de la casa del Daë cerrando la puerta y comprobando que estuviera cerrada en lugar de haciéndola explotar a nuestras espaldas, no era igual de interesante.

    Llegamos a la Hermandad antes de que llegasen a la aldea. En mitad de la noche, ya estaban peleando contra licántropos apostados en la frontera. Nos unimos a ellos y tampoco voy a entrar en detalles. Los combates de espadas nunca me habían llamado la atención, si hubieran sido a lo Mad Max, quizá os lo hubiera narrado. Pero no, así que dejaré que os lo imaginéis dejando algunos puntos clave para no olvidarme de cómo fue.

    A ver: había barro; los de la Hermandad peleaban como demonios; los lican caían como moscas; Chloe era hechicera como el padre y no se le daba nada mal ; Ruby peleaba como Xena fusionada con una estrella pop, robó la espada de uno de ellos y repartía tajos de una forma bestial; el Daë tenía pinta de haber sido el mejor de aquellos caballeros, porque les estaba dando una paliza; mi hermano peleaba con lo que tenía a mano, porque de noche no era su mejor momento, se le notaba la influencia del tío Hiroshi porque se movía diferente, pero no se había transformado, a esas alturas a Cole aún le importaba lo que pudieran llamarle; y yo pues nada, tuve un momento de lucidez en el que volé ante ellos y se detuvieron momentáneamente tomándome por un ángel, pero tardaron poco en darse cuenta de que era todo postureo. Pese a todo, íbamos perdiendo, los pocos de la aldea que estaban por allí no ayudaban mucho contra las armas mágicas de la Hermandad y aquello no remontó hasta que apareció allí un grupo variopinto de gente que tenía «Daë» tatuado en la frente. Salvaron el día, Richard tenía un impasible rostro de emoción neutral y se unió a ellos, que se fueron por otro camino. Conté cuatro, así que al menos los nuestros debían haber estado en otros cuatro mundos.

    Antes de irse por su camino, el elfo que tenía que ser sabio por lo que decía la ficción (gracias a dios cumplía con el cliché y no era un elfo cortito) nos dijo hacia dónde teníamos que ir y que allí nos esperaban unos cuantos de nuestro grupo de perdidos en el espacio.

    Richard nos dejó las llaves de su garito y aprovechamos para echar un sueño esa misma noche antes de irnos. Volví a intentar un acercamiento a Chloe, pero volvió a dejarme a cuadros igual que el resto de veces. Lo que tenía claro y me daba esperanzas era una cosa, menos de diecisiete no podía tener.

  • UNA NOTA EN LA RIÑONERA DE UTERQUE

    Chloe – Esfera Kardas

    Tarde

    Me llamo Chloe Maclay-Walker. Soy la hija menor de Edward Maclay, un viajero entre realidades, al que tras perder a todos sus amigos/as, Los Daë le dieron una segunda oportunidad y de Lucy Walker, la reencarnación de la hermana mediana de las Echolls después de que esta se sacrificara para salvar el mundo.

    Mi hermano, Ezra Walker, estuvo congelado durante más de veinte años en una cápsula y se despertó justo a tiempo para ayudar a detener el nuevo Apocalipsis provocado por Omega y yo…bueno, yo tengo más de 20000 followers en Infinigram. 

    ***

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