Daniel Arkkan | Cirth
MEDIODÍA
Se suele decir que no conoces el verdadero miedo hasta que tienes algo que perder, y había estado de acuerdo con esa afirmación desde el mismo momento en el que me di cuenta de lo que sentía por Sarah. Pero existía un miedo más profundo, un terror que podía recorrer todo tu cuerpo y dejarte incapaz de hacer nada, como un pequeño niño asustado ante la oscuridad. Ese terror no se conoce hasta que no has estado a punto de perder algo que amabas, o incluso llegando perderlo, y vuelves a amar.
Había tenido miedo por mis padres la noche en la que murieron, porque eran el único mundo que había para mí entonces salvo unas pocas excepciones, y continué teniendo miedo casi toda mi vida. El miedo se convirtió en un compañero, en un oscuro consejero que dirigía mis acciones como si fuese poco más que una simple marioneta, un esclavo.