Moondale

Etiqueta: Owen Williams ‘Fireman’ (futuro z)

  • OJALÁ TODO HUBIESE SIDO DIFERENTE

    Owen Williams | Edifico Lenora

    MAÑANA

    Aproveche la ausencia de Laura para plantar el artefacto en su despacho. No me parecía correcto usar el suyo, pero el único que por disposición podía afectar a la señal que suprimía los poderes. Seguía engañándome a mí mismo una y otra vez pensando en que no la estaba utilizando, pero la realidad era que sin ella no habría sido capaz de entrar hoy en el edificio.

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  • EN UN VISTO Y NO VISTO

    Diarios de Destino | Palacio Kvinneby

    MAÑANA

    Siegfried cruzó el pulimentado suelo de mármol y llegó hasta el jardín cubierto anexo al Palacio Kvinneby, su residencia desde hacía ya más de veinte años. En ese jardín esperaba encontrar a Beatrix, refugiada como todas las veces en las que necesitaba estar sola, meditando.

    Al principio, Siegfried se mostraba inquieto por esas visitas. Entendía que Beatrix se sintiera culpable por las personas que habían perdido la vida para traerla de vuelta, pero no podían obsesionarse. Lo importante era que estaban juntos.

    Con el tiempo se convirtió en su refugio y en una parte más de su rutina. Siegfried se había acostumbrado y cuando no la encontraba, sabía dónde estaría. Aunque intentaba dejarle siempre un tiempo para meditar.

    Cuando salió al jardín, no la vio a primera vista. Tuvo que atravesar el vergel para llegar al frío anexo donde estaría, parada frente a una tumba.

    En efecto, allí estaba, esta vez sobre una lápida tallada con el nombre «Sasha E. Elliot«. Había sido su último recurso antes de recurrir a Sarah, pero no había funcionado. Igual que tampoco había funcionado con Butterfly, cuya tumba estaba al lado.

    – [Z]Al final solo aguantó Sarah.[/Z] – meditó, acercándose a ella. No se sobresaltó, debía estar esperando que apareciese.

    – [Sarah]¿Habrías preferido a Sasha?[/Sarah]- preguntó girándose mientras sonreía.

    – [Z]Siempre que seas tú, no me importa el cuerpo.[/Z] – le aseguró, mirándola a sus ojos celestes. Se había acostumbrado a querer esa sonrisa, porque fuera cual fuese su rostro, era Beatrix, pero no podía negar que las cosas nunca serían como habrían sido si ella no hubiese muerto. No era lo mismo estar con…otro cuerpo. Era como enamorarse a la fuerza de otra persona.  – [Z]Pero lamento que no quedara otra opción para Sarah.[/Z] – había admirado su determinación, su afán por hacer el bien con una intensidad que le recordó a la propia Beatrix cuando estaba viva. Cuando se agotaron todas las demás vías, no hubo otro remedio, era Sarah o Beatrix.

    – [Sarah]La edad te está volviendo blando, Siegfried[/Sarah].- replicó mirándole. Vio un destello frío en su mirada que llevaba ya largos años conociendo. Al principio lo atribuyó a Sarah, a su rebeldía y su odio al estar aún presente, subyugada a la mente de Beatrix. Ese odio la hacía luchar, incluso durante un tiempo, poco después de que Beatrix tomase su cuerpo, había conseguido rebelarse y escapar, pero Siegfried la había encontrado un par de años antes junto al aesir. Desde poco después había empezado a percibir esa mirada gélida y una Beatrix más fría, más dura. No sabía si era solo el físico, pero a veces dudaba que fuese la misma persona.

    – [Z]Sé que tú lo habrías querido de otra forma.[/Z] – añadió. Al menos la Beatrix que conocía y amaba.

    – [Sarah]Es cierto, pero ya no hay marcha atrás[/Sarah].- rectificó, cambiando el semblante. Estrechó su mano y le acercó hasta ella. Los años le habían acostumbrado a su nuevo olor, a su nuevo aspecto, pero si cerraba los ojos, volvía a verla a ella. Seguía ahí, no estaba perdida. El regreso de la muerte no era un camino de rosas.

    – [Z]Y si la hubiera, no la tomaría.[/Z] – afirmó, sonriéndole. Pasó las manos por su cintura y la observó unos instantes. – [Z]¿Estás segura de que no prefieres quedarte?[/Z] – preguntó finalmente. Quedaba poco para el aniversario de la batalla, el día cero de la unificación de Zeon. Era el tiempo de honrar a los muertos y celebrar que estábamos reunidos contra un mundo que les odiaba porque no tenía poder a su lado. Siempre temía que esa fiesta fuera demasiado para Beatrix, que Sarah podría pugnar por salir con más fuerza con esos recuerdos cerca y sus familiares también. Y además estaba el problema actual, esa asesina a la que habían capturado, la hija de Dominic y Rebecca.

    – [Sarah]Me gustaría acompañarte[/Sarah].- pidió, colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja. Acercó su rostro más al de ella y le dio un beso en los labios que ella devolvió con pasión.

    – [Z]La sospechosa está custodiada, así que no debería haber problema.[/Z] – respondió, con un asentimiento. No había lugar más seguro para ella, y si Sarah intentaba liberarse, Faust estaría allí cerca para contenerla. Beatrix asintió con una sonrisa. – [Z]Si es ella, eso significa que tendremos un poco de paz, al menos interna.[/Z] – pensó en voz alta. Al menos la preocupación de un asesino entre nosotros estaría respaldada. Solo quedaba lidiar con la guerra que se avecinaba con el exterior.

    El Departamento de Defensa había estado analizando comunicaciones y había descubierto un proyecto para un despliegue de armamento nuclear sobre Zeon. Aunque pudieran detener parte de las explosiones, las secuelas podrían durar décadas, y no habían encontrado aún una combinación de poderes y habilidades que pudieran protegerles totalmente. Si Curium no hubiese muerto luchando contra ese radiactivo de la Iniciativa, quizá. Tras todo ese tiempo, podrían terminar derrotados por simples armas humanas.

    – [Sarah]Espero que tengas razón[/Sarah].-respondió ella, estrechando de nuevo su mano para alejarse de las tumbas.


    Zeon News

    MAÑANA

    En dos días, el día 3 de Septiembre, coincidiendo con el aniversario de la batalla de Ripper en la que se liberó al pueblo de Zeon, el máximo dirigente, Siegfried Eklund, ha confirmado que asistirá a la gala anual de celebración de la victoria.

    «Hemos sufrido mucho para llegar hasta donde estamos ahora. No sería justo que por culpa de un asesino dejásemos de honrar a todos aquellos que dieron su vida por construir este lugar.»

    Fueron las palabras del dirigente, en alusión a la captura de una artificial hija de Moondies con el poder de absorber los poderes de otros sobrenaturales, matándolos en el acto. La sospechosa, Jane Williams, hija del Moondie Dominic Williams y la artificial Rebecca Lee, fue identificada por Dante Villiers, el famoso modelo ‘Icarus’. Las líneas actuales de investigación la sitúan como la culpable de la oleada de asesinatos de potenciados que se ha vivido desde hace ya más de dos años.

    Parte del Consejo de Zeon llegará entre el día de hoy y mañana, mientras que el dirigente y su esposa Beatrix llegarán en la madrugada del día 3. El evento, como todos los años, se celebrará en la azotea del Edificio Lenora.


    Xander Echolls | Bosque de los Susurros

    MAÑANA

    El Bosque de los Susurros me traía recuerdos buenos y malos. Fue allí donde nos escondimos los primeros tiempos, donde crecí con mi madre, mi padre y el resto de mi familia. Desde allí organizaban la Resistencia y salían a luchar, hasta que un día volvieron, derrotados y sin mi madre. Tiempo después, cuando ella volvió, nos refugiamos allí una temporada, hasta que nos encontraron.

    En ese momento, fue como si viese delante de mí a mi padre, con las manos y rodillas en el suelo, apenas sosteniéndose, cubierto de su propia sangre y de los que había atacado intentando que no se llevasen a mi madre. Recordaba llorar mientras les veía a los dos pelear por seguir juntos y al ‘Boogey Man‘, ‘Faust‘, conjurando a Beatrix con renovadas fuerzas para que controlase a mi madre y la hiciese prisionera de su propio cuerpo. En su día lloré por no poder hacer nada, me habían obligado a esconderme y proteger a Elle, a evitar que supiesen nada de su existencia. Ahora era otro quien se refugiaba en las profundidades de ese bosque.

    Me dirigía a verlo cuando una llamada entrante en el Omnilens me hizo detenerme y buscar cobertura en un lugar que no delatase mi posición. Me relajé al ver que era Owen.

    – [Xander]¿Has visto las noticias?[/Xander] – pregunté. Owen asintió, no podíamos decir mucho más por un canal público, pero eso significaba que el plan seguía en marcha. – [Xander]No la van a dejar ir, ahora está en el centro de la política.[/Xander] – comenté. Era absurdo disimular también la indignación, eso solo levantaría más sospechas a quien nos estuviese vigilando.

    – [Owen]Tiene que haber algun modo de que podamos hacer algo. Tal vez si Dante viese a Jane…-[/Owen] sugirió él. Me paré un instante a pensarlo, parecía una buena idea, y si no funcionaba, al menos nos dejaría ganar tiempo.

    – [Xander]No es mala idea, pero a mí no me dejarán acercarme. Intentaré que vaya uno de los otros.[/Xander] – comenté, pensando sobre la marcha que quizá Noah podría encargarse de hacer de mensajero, porque para Henry tenía reservada otra tarea, si quería ayudarme con ella. El plan era cada vez más inminente y muchas cosas podían salir mal. – [Xander]Porque tú tenías una cita.[/Xander] – añadí parándome a pensar después de decirlo.  No quería presionar a Owen, pero el daño ya estaba hecho.

    – [Owen]Cancelaría la cita si no fuera por…tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora mismo.-[/Owen] admitió. Se le notaba afectado y luché por decirle, no vayas, porque lo que te estamos pidiendo es horrible, pero perdí.

    – [Xander]Ya, sé que es difícil…pero tengo que pedirte que vayas…por tu bien.[/Xander] – repliqué intentando disimular para oídos de terceros. No quería presionarle para ligar con una chica que no nos había hecho nada, cuyo único crimen era ser hija de una miembro del Consejo y tener el despacho mejor ubicado para el generador de interferencia.

    – [Owen]Te dejo, no quiero llegar tarde.-[/Owen] respondió con rostro serio.

    Asentí, lamentándolo. – [Xander]Seguimos en contacto.[/Xander] – me despedí, antes de que se cortase la conexión.

    Apenas tuve un instante de reflexión antes de que una figura se apareciese frente a mi entre un chasquido de estática. Durante un momento de psicosis, pensé que era teletransportadores oficiales del Gobierno, pero al ver el rostro marcado por las cicatrices de Henry, me tranquilicé. Al menos dentro de lo posible.

    – [Henry]Eh, solo venía para ver que tal iba todo.-[/Henry] preguntó, seguramente consciente de mi cara de circunstancia.

    – [Xander]Iba de camino a tu casa.[/Xander] – respondí volviendo al motivo que me había llevado al Bosque de los Susurros, lugar de refugio de Henry. Me pregunté si tenía alguna señal para mí que hubiese estado viviendo en la vieja cabaña de mi padre desde que dejó de formar parte de los líderes de la Resistencia. Quizá buscaba recordarme lo que pasó, las injusticias que habían sido cometidas. Los susurros que ese bosque se guardaba. – [Xander]Necesito tu ayuda.[/Xander] – pedí sin irme por las ramas, sabía que Henry apreciaba la franqueza.

    – [Henry]¿En serio?, ¿no preferirías la ayuda de otro?, te recuerdo que soy muy volátil.-[/Henry] replicó con una sonrisa. No me extrañaba la respuesta, siempre había ido tras él para asegurarme de que no comprometía la Resistencia y sin embargo, ahí estaba, necesitándole.

    – [Xander]Y eso es lo que necesito ahora mismo.[/Xander] – respondí mirándole fijamente. – [Xander]Necesito un plan de contingencia por si no consigo que Jane sea liberada.[/Xander] – aseguré. Sabía que sin la carga emocional que suponía, el resto de la Resistencia no apoyaría mi plan.

    – [Henry]Espera, ¿Jane? ¿Qué es lo que ha pasado? -[/Henry] preguntó, sorprendido. Como llevaba toda la noche sin dormir, se me había olvidado que no todo el mundo tenía por qué saber lo que le había pasado a Jane, especialmente Henry, que tenía un Omnilens modificado aislado de la red al que no llegaban las noticias de Zeon.

    – [Xander]La han detenido por intento de asesinato. Dicen que es la que ha estado matando gente estos últimos años.[/Xander] – sinteticé como pude, dejándome demasiados detalles por el camino. Había estado analizando los casos y sí que era cierto que los cuerpos concordaban con la forma de actuar del poder de Jane, pero sabía perfectamente que ella no había sido. – [Xander]Z y las altas esferas vienen para el Día de la Unificación como estaba previsto, así que si no consigo que salga antes, quiero que entres y la saques antes de que ataquemos el edificio Lenora.[/Xander] – le indiqué, sintetizando también el plan. Era desesperado, no estaba perfectamente definido y podían salir mal muchas cosas. De hecho, el ataque al edificio tenía muchas posibilidades de salir mal, pero si pasaba, no quería morir pensando que Jane se pudriría en una celda o sería ejecutada. Eso me lastraría, pensando en ella continuamente, luchando con el alma en otra parte.

    – [Henry]¿Y perderme toda la diversión? Además, puede que ese sea el lugar más seguro para ella ahora mismo cuando todo ocurra.-[/Henry] replicó. Henry estaba siendo más calmado y sensato que yo, tenía que asumir que el amor me volvía loco, pero debía ser cosa de familia. Además, en pleno golpe de estado, pueden pasar muchas cosas a los prisioneros.

    Negué con la cabeza. – [Xander]Si está con ellos no seré capaz de hacer nada. Elle puede ayudarla a irse si todo se tuerce.[/Xander] – pensé en voz alta. Sí, también era cierto que mi hermana era la más fuerte de todos nosotros, junto a Jane, si utilizase sus poderes para su propio beneficio. Juntas podrían salvarse si todo iba mal.

    – [Henry]Para que luego digas que no hago nada por ti.-[/Henry] replicó, negando con la cabeza. Pensé de nuevo que quizá en otro lugar, habríamos sido buenos amigos. – [Henry]Dime la hora exacta en la que quieres que ocurra.-[/Henry] añadió. Henry siempre estaba dispuesto, sin importar el riesgo.

    Asentí, agradecido. – [Xander]Media hora antes de comprometer los sistemas.[/Xander] – le indiqué. El aparato que había diseñado Henry y que estaría colocado en el despacho de Laura cuando Owen consiguiera llegar debería anular los sistemas de control de potenciados que tenía el edificio, permitiéndonos teletransportarnos a la azotea para acabar con el Consejo. – [Xander]Tendrás que dejarme otro artefacto de esos para desactivar los sistemas de la comisaría[/Xander] – pedí. Allí también había un sistema parecido. Pensándolo bien, era una buena prueba piloto.

    – [Henry]Espera…-[/Henry] – respondió. Dos chasquidos de estática más tarde, reapareció frente a mí con un dispositivo igual que el otro entre las manos. – [Henry]Todo tuyo.[/Henry] – dijo, ofreciéndomelo.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije cogiéndolo para guardarlo a buen recaudo. – [Xander]Lo activaré poco antes que el otro, para que te de tiempo a entrar, cogerla y seguir con la misión.[/Xander] – le indiqué. Todavía quedaba pendiente conseguir colocar el dispositivo en la comisaría sin levantar sospechas. Aunque al menos sabía dónde hacerlo.

    – [Henry]Todo sera en un visto y no visto…-[/Henry] sentenció, antes de irse.

    Quedé solo en el Bosque de los Susurros. Volviendo a ver la silueta de mi padre tirado en el suelo, ensangrentado, y mi madre, también magullada por todos y todas a los que había derribado intentando librarse, siendo arrastrada y finalmente sometida por Faust. Poseída y encerrada.

    En un visto y no visto tu vida puede volverse patas arriba.

  • UNA LLAMADA

    Xander Echolls | Canton

    TARDE

    Cada vez quedaba menos tiempo para echar toda la leña de la Resistencia al fuego y destaparnos definitivamente. Después de eso, no habría vuelta atrás, era todo o nada. O lo conseguíamos, o nos condenábamos.

    Y ahí estaba yo, observando por la ventana del comedor de la casa de mi familia en Canton mientras mi padre me observaba, atento y preocupado, sin poder dirigirme una palabra y sin que yo pudiera confiarle nada.

    Mi padre se acercó y apoyó una mano en mi hombro. A ratos parecía un hombre al que la vida había vencido, un hombre que se había rendido. Pero en ese momento, su mano mostraba toda la fuerza que tenía, y que intentaba transmitirme.

    Elle entró en la casa y sonrió ampliamente al vernos tan cercanos. Durante mucho tiempo, solo nos habíamos tenido a nosotros y al resto de Moondies. La pérdida de mi madre era difícil incluso para todos juntos. Verla a su lado en cada anuncio oficial hacía que se nos partiera el corazón.

    Jane había sido el ancla que había evitado que me convirtiese en alguien perdido, cuya única finalidad hubiera sido hacer daño al Gobierno. Por eso la llamada que iba a recibir en ese mismo instante iba a ser tan devastadora.

    – [Xander]¿Owen?[/Xander] – pregunté, extrañado, respondiendo al Omnilens. Una sensación desagradable me recorrió el estómago.

    – [Owen]Tenemos un problema.-[/Owen] intentó explicar mientras su respiración se entrecortaba. Iba corriendo a algún sitio, pero no pude distinguir el fondo, parecía cualquier calle. – [Owen]Han detenido a Jane.[/Owen] – añadió. Por un instante que pareció eterno, sentí que la habitación daba un vuelco y que lo que estaba a mi alrededor se nublaba. Me forcé a permanecer atento.

    – [Xander]¿Qué?…[/Xander] – pregunté, buscando una explicación mientras mi cabeza decidía qué hacer. – [Xander]¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?[/Xander] – pregunté, sintiendo los nervios recorrerme. Mi padre y mi hermana me miraban, preocupados.

    – [Owen]La han arrestado en el bar, según me ha comentado Niall, por intento de asesinato. Los sucesos ocurrieron anoche, lo cual no tiene sentido porque los tres estábamos… cenando.- [/Owen] – explicó, siempre consciente de que teníamos oídos en todas partes, especialmente en cualquier tipo de comunicación tecnológica.

    – [Xander]¿Detenida por asesinato?[/Xander] – pregunté de nuevo, confuso, intentando poner en orden mis pensamientos. Jane era una de las personas más buenas que conocía, no era capaz de matar ni a una mosca.

    – [Owen]Si. Presuntamente atacó a Dante Villiers.-[/Owen] respondió Owen.

    Silencié el audio del Omnilens un instante y miré a mi padre y a mi hermana. – [Xander]Han detenido a Jane, por asesinato. Tengo que irme, os iré diciendo.[/Xander] – resumí como pude. Mi hermana me dio un abrazo rápido con su abrumadora fuerza.

    – [Daniel]Tranquilo, hijo. Si necesitas cualquier cosa, estaremos esperando.[/Daniel] – respondió mi padre. – [Daniel]Y pase lo que pase, siempre hay alguna solución.[/Daniel] – puntualizó. Sabía perfectamente a qué se refería, pero no podía decirlo abiertamente. Su voz, igual que la de todos los Moondies, estaba «registrada». Lo que mi padre implicaba en ese momento no sería muy bien recibido por las fuerzas de seguridad. Pero si era necesario, la rescataría a toda costa.

    – [Xander]No entiendo nada. Estoy cogiendo el portal más cercano.[/Xander] – afirmé volviendo a activar el sonido del Omnilens, mientras manipulaba la brújula que Vincent me había entregado cuando entré al cuerpo.

    – [Owen]Nos vemos en la comisaría.-[/Owen] se despidió él, cada vez corriendo más deprisa.

    – [Xander]Vigílala, Owen. Ya sabes lo que pasa con los «artificiales» y los hijos de Moondies.[/Xander] – le pedí, no sin miedo. Los Moondies eran unos expertos en miedo, y siempre habían dicho que no les habían elegido como Daë por no tener miedo, si no por enfrentarse a él y superarlo.

    – [Owen]Tranquilo, no dejaré que le pongan un dedo encima… más que nada porque algunos de ellos serían los que saldrían lastimados. [/Owen] – aseguró. No dudé de su palabra, si le hacían algo a su hermana, Owen sería capaz de incendiar toda la comisaría.

    – [Xander]Nos vemos allí. Gracias.[/Xander] – dije, segundos antes de dar por finalizada la comunicación. Dejé el Omnilens al máximo segundo plano que pude, ya espiaba suficiente como para darle más motivos. Después crucé el portal que me llevó a un par de calles de la comisaría de la capital.

    Corrí a toda velocidad la distancia que nos separaba. Entré en el edificio pasando por todos los controles apresuradamente y apenas saludé a nadie, de todas formas, algunos de mis «compañeros» no estaban muy contentos con un hijo de Moondies en el cuerpo. Tampoco lo estaban teniendo a Vincent y Bill en él, pero no podían echarlos abiertamente.

    Allí, esperando sentado en una de las incómodas sillas de plástico blanco, estaba Owen, con un café en la mano.

    – [Owen]Está en la sala de interrogatorios. Xander, la han identificado con el Omnilens de Dante.-[/Owen] explicó, haciendo una pausa en la que vi su preocupación patente. – [Owen]La consideran sospechosa del resto de asesinatos similares.[/Owen] – añadió. Sentí un latigazo helado en la espalda. Si no conseguíamos que la absolvieran, la llevarían a La Inexpugnable, la cárcel del Gobierno de Zeon.

    Me quedé pensativo unos instantes, paralizado por el miedo. – [Xander]Es un error, puede haber sido un «camaleón» que también tenga un poder de contacto como el suyo.[/Xander] – comenté en voz alta. Era la única explicación. Sabía que el poder de Jane estaba totalmente en su contra. Los casos que había investigado indicaban que la energía vital de las víctimas había sido absorbida mediante un poder. Era así como funcionaba el de Jane, absorbiendo el poder de la persona junto a la energía vital. Pero estábamos en Zeon, podía haber cientos de poderes que encajaran en la descripción. Pero claro, era artificial, era hija de Moondies. Tenía una diana en la frente.

    – [Owen]Que crees que llevo diciéndoles todo este rato.-[/Owen] replicó, con cara de cansancio. Los dos empezábamos a temer cuál sería nuestra única opción.

    – [Xander]Voy a hablar con ellos. Quédate atento…por si acaso.[/Xander] – le pedí, bajando la voz con la parte final. Él asintió y me dirigí a la sala de interrogatorios, analizando a cada una de las personas que estaban en ese momento en la comisaría.

    Owen y yo estábamos en inferioridad numérica. Ambos éramos aesir, pero había varios demonios y potenciados presentes que nos igualaban o superaban en fuerza. Yo no tenía poderes ofensivos, así que solo teníamos la pirokinesis de Owen, que podían anular con alguno de los «cepos», artefactos de seguridad instalados en muchos centros oficiales.

    Frente a la sala de interrogatorios, un policía montaba guardia. A través del ventanuco vi que el Teniente ‘Oblivion‘ interrogaba a Jane, con cara de asustada. El Teniente tenía el poder de manifestar los recuerdos de quien tenía delante. Sabía elegir cuáles manifestar para presionar y para hacer temblar de miedo. También para relajar, pero pocas veces le había visto usarlo así.

    – [b]Hay un interrogatorio en curso, no puedes pasar.[/b] – sentenció el tipo grande de la puerta. Un pariente de ‘Titan‘, si no recordaba mal. Piel de acero.

    – [Xander]Es mi pareja, déjame pasar.[/Xander] – le indiqué, mirándole fijamente.

    – [b]Atrás, Echolls, ya te avisarán cuando terminen.[/b] – sentenció. Aparté la mano con la que me instaba a alejarme y respondió cubriéndose de acero y aferrándome por el cuello, haciendo que mis pies se separasen del suelo.

    Por el rabillo del ojo vi a Owen ponerse en pie, pero le hice una seña para que se detuviera. Llevé ambas manos sobre el enorme brazo de ‘Steel’ y le golpeé con fuerza con ambas piernas, haciendo que cayese hacia atrás. El estrépito llamó la atención de la sala de interrogatorio, de la que salió la Sargento Marrow.

    – [Marrow]¿Qué demonios pasa aquí?[/Marrow] – indicó, mostrando unos dientes afilados, cubiertos de hueso. Miró a ‘Steel’ que tenía ganas de precipitarse contra mí. – [Marrow]Tú, largo. Tú, estás demasiado implicado para estar aquí.[/Marrow] – me avisó, mientras ‘Steel’ me dirigía una dura mirada.

    – [Xander]Necesito hablar con ella.[/Xander] – pedí. Marrow había sido una de las Protegidas de Z, pero era una persona bastante razonable, al menos conmigo.

    – [Marrow]¿Hablar? Podrías ir a casa un mes sin sueldo por lo que has hecho. ¿Y crees que puedes pedir algo?[/Marrow] – replicó, enfadada. Tenía razón en cuanto a la suspensión, pero no me importaba. La miré fijamente. – [Marrow]Diez minutos. Si no sales, te sacaré yo misma.[/Marrow] – aseguró. Después volvió a entrar y salió junto a Oblivion, que me dirigió una mirada oscura. Se quedaron a la puerta,  la espera de que cumpliese mis diez minutos.

    Cruzar aquella puerta resultó más difícil de lo que habría imaginado. Podía tratar de ser todo lo fuerte que quisiera, pero mis miedos tenían fácil superarme, porque nunca se trataban de mí. Siempre temía por otros. En este caso, tenía miedo a ver el sufrimiento de Jane, la persona que más me importaba.

    Finalmente, sostuve la manilla de frío metal y crucé al otro lado, a una estancia tan fría y gris como la manilla de la puerta. Jane me miró con unos ojos acuosos que apenas dejaban ver su verdadero color.

    – [Xander]¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?[/Xander] – pregunté mientras corría hacia ella y me agachaba a su lado, abrazándola por la cintura.

    – [Jane]No[/Jane].- respondió, negando con la cabeza. Llevé la mano instintivamente a su barriga, donde se estaba forjando nuestro futuro. – [Jane]Solo un montón de preguntas[/Jane]. – añadió. Le pasé una mano por la cara, estaba fría, no solo de la sala, también de los nervios. Temí pensar en qué recuerdos podría haber sacado ‘Oblivion‘.

    – [Xander]Te sacaré de aquí. Tiene que haber algo que demuestre el error.[/Xander] – le aseguré, sin poder entrar en detalles. Había cámaras vigilando y escuchando lo que decíamos, así que no podía decirle simplemente que la sacaría de allí fuera como fuese, incluso dejando completamente de lado la ley.

    – [Jane]Estoy bien[/Jane].- respondió, intentando convencerme. Jane era así, incluso cuando ella estaba en un aprieto, se preocupaba por mí, intentando que no cometiese una locura. Pero por ella, estaba dispuesto a dar hasta mi alma.

    – [Xander]Todo irá bien.[/Xander] – dije tratando de tranquilizarla, aunque en el fondo también trataba de convencerme a mí mismo. Ella asintió, podía notar su corazón, que siempre latía con fuerza, más agitado de lo habitual.

    – [Xander]Encontraré quién ha sido. Sea como sea.[/Xander] – le prometí. Mirándola a los ojos, supe que aunque no supiese ni siquiera por dónde empezar, tarde o temprano encontraría al culpable y se lo haría pagar. Por aquél entonces, lo que no me decía esa corazonada era que sería el culpable quien me encontraría a mí, y para entonces estaríamos en una situación complicada.

    – [Jane]Gracias[/Jane].- respondió con voz derrotada.

    Llevábamos demasiado tiempo soportando la sociedad en la que vivíamos. Demasiado. Eso podía estar a punto de cambiar si conseguíamos nuestro propósito, pero no podía permitir que Jane estuviese bajo custodia cuando ocurriese, podría pasarle cualquier cosa, sería rehén del gobierno y no iba a permitir que nada ni nadie me la arrebatase.

    Tenía que actuar, intentar que el plan siguiera adelante, pero asegurándome de que Jane estaba en un lugar seguro. Y si no podía conseguir ambas, entonces lo tenía claro, la prioridad era ella.

    Salí de la sala cuando me avisaron de que los diez minutos habían llegado a su fin y le prometí a Jane que nos veríamos pronto. Sin dirigir la mirada a nadie, Owen y yo abandonamos la comisaría. Cada uno tenía cosas importantes que hacer. Era el momento de empezar con la revolución.

  • DEMASIADAS COINCIDENCIAS

    Cole Roman | Edificio Lenora

    NOCHE

    Python saludó a Echo mientras cruzaba el arco de seguridad que verificaba, entre otras cosas, que no llevase armas ocultas, poderes no notificados o que fuese en realidad un camaleón haciéndose pasar por él. Esos sofisticados equipos, instalados en la mayoría de los edificios gubernamentales o en las residencias de altos miembros de la jefatura de la nación, permitían aumentar el control en un mundo en el que la magia y los poderes sobrenaturales hacían de cualquier cosa impredecible.

    Echo le recordó que debería estar en casa, recuperándose de las posibles lesiones del accidente que había ocurrido por la mañana, pero Python le restó importancia. Más que debilitarle, la explosión solo le había hecho más fuerte debido a la sobrecarga de energía calorífica que su cuerpo había absorbido y convertido en mejoras en sus capacidades físicas. Si era cierto que había sido tanta, que sus músculos le habían dolido durante varias horas, como si su cuerpo estuviese tenso, lleno de una energía que no estaba utilizando. Pero después de un fuerte entrenamiento, consumió esa energía adicional y volvió a la normalidad.

    Era cierto que le habían dado el día, libre, pero no había dejado de pensar en aquella extraña sensación que había sentido minutos antes de la explosión. Su poder le permitía también sentir el calor y había algo que no cuadraba en la firma calorífica de la sala de calderas. No dejaba de pensar que el incendio no había sido un fallo, si no intencionado.

    Así que decidido a salir de dudas, atravesó los pasillos y descendió hacia el sótano contemplando el desastre que había dejado a su paso el incendio. Aun así, el equipo de limpieza se había encargado, gracias a sus poderes para absorber hollín, ceniza y regenerar madera y cristal, de arreglar una buena parte de las marcas del incendio.

    Continuó hasta llegar al sótano y traspasó la cinta de los bomberos. La zona no había sido limpiada y el hollín le molestaba en la nariz. Procuró no tocar nada para no alertar a nadie de su visita, pero observó atentamente la zona con su visión térmica.

    Tras un rato investigando el sótano, vio restos de un material radiante que todavía desprendía calor. No encajaba con ninguno de los materiales de la caldera ni de nada contenido en la zona. El patrón de dispersión de la explosión partía de un punto concreto de la caldera y a partir de ahí se extendía. Apenas era perceptible, pero se podía distinguir que no era la propia caldera la que había estallado, si no un dispositivo. Estaba claro que había sido provocado, pero no sabía quién había podido tener acceso.

    Volvió a la oficina y analizó el registro de los diferentes sensores. Al parecer, media hora antes de la explosión, el anulador de teletransporte había sido deshabilitado durante unos segundos. La orden estaba emitida desde uno de los terminales portátiles de seguridad del edificio, así que cualquiera de los guardias de seguridad podía haber sido el causante. El tema era que no tenían privilegios para ejecutar esa orden, así que debían haberlos conseguido pirateando el sistema.

    Cuantas más vueltas le daba, más sensación le daba de pertenecer a algo más grande. Trataba de intentar atar todos los cabos sueltos y plantear una estrategia para encontrar al responsable de seguridad que había formado parte, cuando su Omnilens notificó una llamada entrante.

    Era ‘Icarus‘, su hermanastro. No era muy habitual que le llamase últimamente y estuvo tentado a no responder, pero finalmente lo hizo. Nada más hacerlo, vio la imagen de Dante, herido y maltrecho.

    – [Dante]¡Cole, necesito ayuda! Han intentado matarme.[/Dante] – dijo con la voz ahogada. Parecía ir corriendo, aunque de vez en cuando daba un traspié.

    – [Cole]Tranquilo, ¿dónde estás?[/Cole] – preguntó, intentando mantener la calma.

    – [Dante]No estoy seguro…[/Dante] – dijo mirando a su alrededor. – [Dante]Bulevar Teach, al lado de un bar que se llama ‘Hell’s Bells‘.[/Dante] – añadió.

    – [Cole]No te muevas y no cortes la señal. Voy de camino, ya he avisado a la policía.[/Cole] – aseguró.

    La investigación de lo que había ocurrido tendría que continuar mañana. ‘Python‘ no era un tipo muy apegado a su familia paterna, pese a que la madre de Dante nunca le había tratado mal, ‘Python‘ siempre había pensado que su madre era mejor y no entendía por qué su padre había decidido dejarles de lado.

    Dante, pese a todo, era su medio hermano, y no podía dejarle solo en un momento así, aunque no estuviese seguro de que si hubiese sido al revés, las cosas hubiesen pasado de la misma forma.

    Volvió a ascender y se despidió de un Echo que parecía un poco inquieto. Su temperatura corporal estaba más elevada y ‘Python‘ prometió darle una vuelta a ese detalle al día siguiente.

    – [Cole]¿Quién te ha atacado? ¿Un fan?[/Cole] – preguntó, volviendo a comunicarse con Dante.

    – [Dante]Una hija de Moondies, una artificial que te mata y absorbe tus poderes, se llama Jane o algo así. [/Dante] – respondió, aún agitado. – [Dante]Jane Williams.[/Dante] – añadió tras consultar el Omnilens.

    Cole se quedó unos instantes, pensando. Ese apellido le sonaba de algo, algo que tenía que ver con el incendio. Hizo memoria mientras corría hacia donde se encontraba Dante, siguiendo la ruta marcada por el gps del Omnilens. Poco antes de llegar se dio cuenta, Owen Williams, el bombero que había rescatado a la gente del edificio y que estaba asignado a la investigación de la causa del fuego.

    Demasiadas coincidencias.

  • TAL VEZ ALGO MÁS

    TAL VEZ ALGO MÁS

    Owen Williams | Hospital de Moondale

    MAÑANA

    El hospital estaba a rebosar de gente con fracturas, magulladuras y demás heridas superficiales. La gente con capacidad para curar, porque no eran verdaderos doctores ya que no habían estudiado nada de medicina, apenas tardaban un par de minutos en curar esas heridas, el padre de Xander podría haber sido uno de esos curanderos de no ser porque era un paria para el mundo, al igual que mis padres.

    (más…)

  • ¿NO ÉRAMOS TODOS MÁS FELICES EN ZEON?

    Laura Petrov | Z-Ambulancia

    TARDE-NOCHE

    laurafuture

    Abrí los ojos con dificultad porque me dolía horrores la cabeza, pero un luz blanquecina me cegaba y me impedía poder abrirlos por miedo a que me estallara el cráneo. Supuse que era por la mañana y que mis compañeras de trabajo me habían me convencido para beber «otra copa más» y después de eso, había venido la debacle en la que acababa totalmente borracha, bailando encima de la tarima para después vomitar en el callejón. No era algo que me hubiera pasado muy a menudo, de hecho, porque por lo general evitaba las fiestas y las reuniones con esa panda de arpías que solo me querían porque era hija de alguien del Consejo, pero era la única explicación razonable que le encontraba a ese dolor punzante y a la sensación de tener la boca seca. Laura Petrov no era una fiestera, era un miembro productivo de una sociedad que funcionaba con la precisión de un reloj suizo…casi siempre.

    Escuché una voz masculina mascullar algo que no llegué a entender, lo que me invitó a hablar.- [Laura]¿Me he muerto?[/Laura] tenía la voz pastosa. Lo que me faltaba era haberme machacado los dientes contra algún bordillo.

    – [Owen]No, sigues viva[/Owen].- pude abrir los ojos y vi unos ojos verdes más traviesos que el semblante que mostraba. Pertenecían a un chico que debía rondar mi edad y que se podía decir que no era la persona más fea del mundo.

    – [Laura]Vaya[/Laura].- resoplé y me fijé en que llevaba ropas de bombero. A saber lo que me había pasado.- [Laura]¿Dónde estoy?[/Laura]

    – [Owen]Pareces decepcionada[/Owen].- me colocó algo que parecía una tirita y noté la calidez de sus manos. – [Owen]Vamos camino del hospital, tienen que comprobar que no tienes nada grave[/Owen].- me explicó retirando las manos para volver a sentarse cerca de donde estaba. Por primera vez, me percaté de que estábamos en una ambulancia, que era exactamente igual que todas (con una camilla, estanterías con instrumental médico y olor a antiséptico) y recordé lo que me había pasado.

    – [Laura]No me malinterpretes, no soy una «novia de la muerte», pero al menos no me habría dolido mucho[/Laura].- entrecerré los ojos para que el dolor fuera algo más soportable: ¿Esto no se arreglaba con un analgésico? O con un bote.- [Laura]Hay formas peores de irse[/Laura].

    – [Owen]Sí, se a lo que te refieres[/Owen].- admitió frotándose las manos.

    Me quedé callada y abrí los ojos para observarle.- [Laura]¿Eres bombero?[/Laura]- no había sido mi pregunta más inteligente de la historia, pero ya estaba dicha. Supuse que además, tendría algún tipo de formación como paramédico y por eso me acompañaba en la ambulancia.

    – [Owen]El rojo me ha delatado, ¿cierto?[/Owen]- bromeó entrecerrando los ojos.

    – [Laura]Eso y recoger a una chica que acaba de desnucarse[/Laura].- le devolví una sonrisa dolorida.

    – [Owen]También he sacado a un cuarentón con poco pelo que lloraba desconsolado. No todo son bellas damiselas en apuros[/Owen].- se me iba a escapar una sonrisa boba, pero fruncí un poco el ceño al escuchar lo de «bella». ¿Estaba intentando ligar conmigo?

    – [Laura]¿Damisela en apuros? ¿De qué siglo eres, bombero? Soy una ingeniera sismográfica e hija de un miembro del Consejo[/Laura].- puntualicé con mi peor tono de «señorita odiosa». No podía acceder a mi Omnilens (seguramente por la contusión) para que me dijera de qué bando era ni quiénes eran los miembros de su familia, así que sonreírle ya era más de lo que debía hacer.

    – [Owen]Era una expresión. Por cierto, me llamo Owen, bomberos hay muchos[/Owen].- puntualizó un poco extrañado por mi reacción. Seguramente había empezado a pensar que era bipolar, pero tenía que comprender que si todos empezábamos a actuar como si los bandos no importasen, no nos diferenciaríamos en nada de los bárbaros que vivían fuera de Zeon.

    – [Laura]Encantada, bombero[/Laura].- recalqué en un tono que sonó peor de lo que había imaginado en mi cabeza.

    Volvimos a quedarnos callados y la ambulancia aminoró la velocidad hasta detenerse.- [Owen]Hemos llegado, a partir de aquí ellos se encargarán de ti[/Owen].- abrió las puertas de la ambulancia

    Mientras sacaban la camilla la ambulancia, rocé su mano rápidamente. [Laura]Gracias…Owen[/Laura].- siseé.

    – [Owen]Eh, ese es mi trabajo[/Owen].- sonrió y cerró las puertas de la ambulancia dispuesto a marcharse.

    Mi Omnilens volvió a conectarse y decidí buscar información sobre Owen, ignorando a los médicos que me transportaban. No lo hice en el modo de «búsqueda segura», porque era la mejor forma de llamar la atención para que te espiasen. Decidí dejarlo normal y que pareciera una búsqueda cualquiera.

    Primero salió su foto, así que hice click sobre ella y se desplegaron sus datos personales:

    Nombre: Owen
    Apellido: Williams
    Apellido materno: Lee
    Edad: 25
    Poder: Pirokinesis
    Alias: Fire man
    Profesión: Bombero

    Esos apellidos no sugerían nada bueno, por lo que decidí adentrarme en su árbol familiar.

    Padre: Dominic Williams
    Madre: Rebecca Lee
    Hermana: Jane Williams
    Abuelo materno: Victor Preston
    … (resto de familiares)

    Solo me quedaban sus afiliaciones, pero las tenía claras. Aún así, pinché y leí claramente:

    MOONDIES

    – [Laura]Zoder[/Laura].- exclamé.
    – [b]¿Está bien, señorita Petrov?[/b]- me preguntaron y asentí como pude para que me dejaran en paz.
    – [Laura]Eh…[/Laura]- conseguí decir.
    – [b]Lo siento, pero tengo que pedirle que desactive el Omnilens para continuar con la exploración[/b].- me pidió aquella mujer de raza negra en un tono amable.

    Envié la orden mental de desconexión por exploración médica y medité sobre lo mucho que quería saber sobre Owen. Por una vez, el Omnilens no parecía suficiente. ¿Serían los Moondies tan peligrosos como decían? Él no lo parecía, pero a lo mejor formaba todo parte de una estrategia.

    Pero, ¿una estrategia para qué? ¿No éramos todos más felices en Zeon?

  • LA TIERRA PROMETIDA

    Diarios de Destino

    zfuture

    Un fatídico día, el Condado de Ripper tembló. Las fuerzas de Z se enfrentaron a las de la Iniciativa en una batalla campal mediada por los Moondies, que trataron de sofocar el impacto del conflicto para que la gente de a pie no se viera afectada.

    Para cuando el polvo se asentó, la Iniciativa había sido derrotada y los Moondies vieron sus fuerzas ampliamente superadas por el bando de Z. Derrotados, vieron cómo Z y sus allegados se alzaban al poder, instaurando una nueva y utópica nación en el Condado de Ripper.

    Poco tiempo después del ascenso al poder, mientras todavía estaba instaurando su nuevo gobierno y defendiendo sus intereses respecto al resto de naciones, Z desató sus fuerzas contra los restos de la Iniciativa, borrando todo rastro de la faz de la Tierra. El enorme edificio quedó convertido en una pira humeante, que siguió ardiendo, consumiendo los cuerpos de los muertos: soldados, científicos, pero también experimentos. Muchos de los que trataron de evitar esa masacre se vieron arrastrados por ella.

    Casi todos los Moondies sobrevivieron, marcados como enemigos de guerra, pero fueron perdonados y se les permitió continuar viviendo bajo el nuevo gobierno, aunque sabían que los ojos estaban puestos en ellos y cualquier movimiento en falso podría hacer que sus vidas terminasen entre rejas.

    Sobre las cenizas, la utopía comenzó a construirse de verdad. Los poderes y las habilidades sobrenaturales permitieron avances y formas de vida vetadas a la humanidad corriente, que también tenía permiso para convivir en ese lugar. Aun así, Z observaba, solitario desde la cima de su edificio central en la ciudad de Moondale. Para él la utopía carecía de sentido sin Beatrix. Así que decidió recuperarla fuera como fuese.

    El tiempo pasó. Un cuarto de siglo más tarde, el estado autoabastecido de Zeon mantiene relaciones pacíficas con el resto de naciones humanas, permitiendo el acceso libre a sus fronteras. Pero la humanidad no ve con buenos ojos la amenaza que supone esa nación, cada vez con mayor poder y osadía. La humanidad recuerda lo acontecido en la Iniciativa y ha pasado todos esos años desarrollando armas para poder defenderse de esa amenaza, o para lanzar un ataque preventivo en caso de ser necesario. Y cada vez hay más tensión en los dedos que penden sobre los botones que pueden desencadenar el fin de Zeon.

    Lo que la humanidad no sabe es que el Consejo que gobierna Zeon es consciente de esa amenaza y serían capaces de dar por completo la vuelta al caos que pretenden desatar, causando el fin de los atacantes. Existen otros asuntos internos que les afectan más, las extrañas muertes de ciudadanos o la incansable Resistencia.

    Para la gente de a pie, la utopía sigue existiendo. El bando de cada persona, blanco, gris o negro es visible a simple vista en sus ropas o en su aspecto, sin engaños. Existen algunas excepciones, personas no muy afines a los bandos, pero un sencillo vistazo con el Omnilens dirá a qué bando pertenecen.

    Todo sobrenatural puede ser él mismo, respetado y protegido, pudiendo utilizar sus poderes y habilidades día a día, sin miedo a la persecución y al ostracismo. En Zeon impera lo diferente y esa cultura se ha reflejado en su moda extravagante, con estéticas que parecen sacadas de cualquier punto del pasado o incluso del futuro. Cada persona es diferente y sus diferencias son apreciadas.


    Nate Evans

    natethink

    Nathaniel observó el cambio en el paisaje a medida que se acercaba a Zeon. La nación parecía estar rodeada de un muro de naturaleza, una espesa arboleda que alcanzaba todo lo que podía ver, solo cortada al llegar a la Cordillera de Cormoran.

    El Levitrén atravesó un túnel situado en el centro mismo de la cuarta montaña más alta de la cordillera. Cuando la oscuridad volvió a dar paso a la luz, Nathaniel se sintió como si hubiese atravesado el armario y ahora estuviese en Narnia.

    Al lado de lo que tenía ante sus ojos, el mundo humano parecía triste y gris, metido de lleno en los problemas que ya lo consumían hacia más de veinte años. Para Nate, el recuerdo de los años que había pasado allí fuera era igual de triste y gris. Con el auge de Zeon, había aumentado el miedo y el odio a los sobrenaturales, hasta tal punto que para cualquier sobrenatural el mundo fuera de Zeon era un auténtico infierno.

    Recordaba la confusión de llegar a la Tierra y tomar forma humana, pero ser descubierto por tropas Neohumanas que le encerraron y le estudiaron para desarrollar armas eficaces contra su fisiología. Había perdido la cuenta de los años de encierro, hasta que hacía unas semanas había entrado en los Protocolos de Liberación de Zeon, un tratado de extradición de sobrenaturales que se basaba en el miedo que les tenía la humanidad. Pero a Nate no se le quitaba de la cabeza que no le habrían soltado si no hubiese dejado de ser útil.

    Tras un rato en silencio, empezó a atisbar la enorme capital de Zeon, la ciudad de Moondale. El Levitrén pasó al lado del cartel flotante de bienvenida.

    Welcome to Moondale. Capital of Hope.


    Sophie Bonnet

    sophierick

    Sophie dio un trago a su ‘Latte Caramel Macchiato‘, disfrutando de la mezcla perfecta de sabores mientras esperaba junto al resto de sus compañeros a los recién llegados.

    Parte de lo que le encantaba de su trabajo era ese café, la cafetería del centro de transportes era la mejor de Moondale. Siempre tenía un lactokinético en plantilla que le daba el punto perfecto a la leche, incluso después de abrir varios locales más por toda Zeon, se las habían arreglado para mantener la calidad. Pero ese era el sitio original, donde todavía trabajaba el dueño, un manipulador del café que terminaba de hacer perfecto ese café.

    La muchacha miró al frente y activó mentalmente su Omnilens. Segundos más tarde tenía frente a ella el tiempo que faltaba para que llegase el Levitrén, menos de cinco minutos. Buscó mentalmente la información del refugiado al que tenía que guiar por la ciudad y en sus ojos se mostró la foto de un tipo negro de aspecto bastante imponente. Sophie no ignoró lo guapo que le parecía. Nathaniel Evans, decía la ficha. Retenido durante diecisiete años por los Neohumanos. No había mucha más información, ni raza, ni si tenía poder o no.

    Cuando vio el Levitrén detenerse a varios metros sobre ella, frente al andén, desconectó el Omnilens y tomó un atajo de las escaleras, dejándose levantar por el aire hasta posar los pies en el andén. Mientras sus compañeros guía se ocupaban de sus encargos, esperó hasta ver al hombretón bajarse del Levitrén con una pequeña bolsa de tela que debía contener todo su equipaje.

    – [Sophie]Bienvenido a Moondale, la capital de la esperanza de Zeon. Soy Sophie Bonnet, también puedes llamarme Wind Flower. Voy a ser tu guía de integración en la ciudad.[/Sophie] – se presentó dedicándole una sonrisa.

    – [Nate]Nate…Evans.[/Nate] – respondió él simplemente. Sus ojos se mantuvieron fijos en la joven, como si escrutasen su alma. Ella, cohibida, inició su recorrido seguida del hombretón.

    Tomó el ascensor junto a su acompañante y le dedicó una sonrisa mientras ascendían a la superficie de la ciudad. Cuando salieron del ascensor y salieron del centro de transportes. El centro estaba más elevado que gran parte de la ciudad, desde allí, se tomaba un transporte que descendía por la ladera del centro. Así que dejó que su invitado observara la preciosa panorámica de la ciudad y distinguiera el tráfico de voladores surcando con libertad los cielos.

    Después tomaron el transporte. – [Sophie]Dicen que antes los transportes iban solo por tierra, contaminaban y se producían atascos porque las personas conducían. ¿Te lo puedes creer?[/Sophie] – comentó mientras se subía en el vehículo automatizado. – [Sophie]Al Edificio Lenore.[/Sophie] – pidió. El vehículo se puso en marcha y su silente acompañante no respondió. Aburrida, miró por la ventanilla y vio un holoanuncio de Eau de Villier, del guapo de Dante Villiers, Icarus en zeoniano. A Sophie no le faltaba de nada, no podía quejarse, pero tampoco se quejaría con un Icarus a su lado.

    – [Nate]Ahí fuera siguen usando lo que dices, se llaman coches.[/Nate] – comentó su guiado. Sophie sonrió, quizá no sería tan aburrido.


    Dante Villiers

    dantemodel

    En el ático del sexto edificio más alto de Moondale, el modelo estaba tumbado sobre uno de los muros externos, con un pie colgando hacia el vacío. Inspiró el aire fresco y sonrió, segundos antes de girar sobre sí mismo y dejarse caer al vacío.

    Mientras caía, disfrutó de la vertiginosa sensación del descenso, manteniendo la sonrisa en su rostro hasta que llegó al punto de no retorno, donde desplegó sus alas, que refulgían bajo el sol haciendo que el plumaje marrón claro pareciese dorado. Se sentía como Ícaro, salvo que él podía volar lo suficientemente cerca del sol sin quemarse.

    Con un aleteo se alzó más y más, hasta superar la altura de la azotea que era su hogar. Allí, se detuvo un instante, abriendo ampliamente las alas mientras los flashes inmortalizaban su silueta contra el sol. Cuando vio que sus fotógrafos se detuvieron, descendió sobre la azotea, donde un azafato parye le recibió con una limonada recién exprimida y sus gafas de sol.

    – [Dante]Espero que hayáis conseguido una buena foto, porque no pienso volver a repetirlo hoy.[/Dante] – avisó a sus fotógrafos, que asintieron, complacientes. No dudaba que la habrían conseguido, eran buenos fotógrafos por un buen motivo, reflejos sobrehumanos, vista sobrehumana. El sistema daba en el clavo con las recomendaciones laborales. Ya podía imaginarse el anuncio: ‘Ícarus Rising: El protector solar todoterreno, con factor de protección total. Llegarás al sol sin quemarte.

    El modelo cruzó la azotea y entró a su ático. Dejó las gafas de sol sobre una de las mesas y se sentó en el sofá mientras el parye le preparaba un smoothie detox. Comprobó los mensajes en su Omnilens, descartó varios y reprodujo uno que le había enviado su madre. En sus ojos apareció la ex modelo de rubia cabellera, disfrutando de sus extensas vacaciones en Merelia. Su madre le dedicó un saludo emocionado mientras veía a su padre, tras ella, discutiendo con alguien.


    Kaylee MacLeod

    kaysad

    – [Kaylee]Industria metalúrgica.[/Kaylee] – murmuró la Consejera a la muchacha capaz de manipular el acero con su propia mente. La joven asintió y se levantó de la silla para marcharse, murmurando un breve gracias.

    Kaylee no se preocupó en asentir, sabía que el agradecimiento no era más que una formalidad. La sociedad se dividía en dos clases de personas: aquellas a las que les encantaba el sistema de asignación del trabajo, porque les gustaba tener al instante el lugar en el que podrían desempeñar su trabajo con mayor facilidad; y aquellas que buscaban retos y les apasionaban cosas que poco o nada tenían que ver con sus poderes o habilidades sobrenaturales.

    Le correspondía a ella y al resto de su departamento de precognitivos decidir dónde tendría que encajar cada persona. En Zeon, cada persona, al nacer, era introducida al sistema y se detectaba su raza, las habilidades de la misma y sus poderes en caso de tenerlos. A partir de ahí pasaría por el Departamento de Asignaciones varias veces en su vida, para que sus estudios le guiasen por el camino correcto para con el trabajo que iba a realizar. Así como ir analizando a qué bando etiquetarles.

    Para los precog era ligeramente distinto. No había visitas a Asignaciones, porque solo tenían dos posibles destinos. La mayoría terminaba como funcionario consejero de Asignaciones. Algunos pocos, dependiendo del grado o tipo de precognición, y de los padrinos que tuviese, terminaban como consejeros del gobierno.

    Kaylee no era de las afortunadas y había terminado allí. Formándose toda su vida sobre poderes y sobre su propia habilidad, para forzarla y recibir visiones de personas de las que no le apetecía ver nada.

    Ella nunca habría podido terminar en el gobierno, por dos sencillas razones. La primera era su poder, que pese a que hubiese aprendido a forzar las visiones, actuaba como el de su madre, y no siempre veía lo que quería ver. Normalmente veía otras cosas, más trascendentes que el trabajo de un adolescente.

    La segunda razón era bastante clara, era hija de Moondies y por mucho que intentasen aparentar amnistía, los viejos enemigos y sus cercanos del gobierno estaban marcados a trabajos de poco peso político.

    Kaylee miró la larga lista y observó el siguiente nombre, un refugiado intercambiado con Estados Unidos. Abrió un cajón de su escritorio y cogió una pastilla sin mirar. Las había colocado sueltas en un recipiente de cristal porque solía necesitarlas a menudo para paliar sus dolores de cabeza constantes.

    Esperó un instante y dio el aviso. Segundos más tarde, un hombretón que casi no cabía por la puerta se sentó frente a ella, acompañado por una guía oficial del gobierno que sonreía como si el mundo fuese maravilloso. Kaylee conectó su Omnilens pero éste no le mostró ninguna información sobre los poderes de su visitante.

    – [Kaylee]Parece que no hay registros.[/Kaylee] – indicó ella, esperando que le diesen más información. La guía asintió, cohibida, como si musitase un «qué raro, ¿verdad?«. El hombre, Nathaniel, no añadió nada. – [Kaylee]Poderes…raza…[/Kaylee] – intentó animarle. Lo único que decía su ficha además de su nombre, era que le habían retenido como experimento durante mucho tiempo. Estupendo, justo lo que necesitaba, un traumatizado.

    Resignada, se acomodó en su silla, cogió entre sus manos una de las grandes manazas de Nathaniel y forzó una visión. Cuando terminó, volvió a mirar al hombre a los ojos y empezó a escribir en un papel. – [Kaylee]Sanctuary. Es un bar de moda, aquí tenéis la dirección.[/Kaylee] – dijo tendiéndole el papel.

    Al volver a quedarse sola, se acomodó de nuevo en la silla, cansada, y envió un mensaje.


    Noah Arkkan

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    El técnico de comunicaciones estaba cruzando a toda velocidad la ciudad de Moondale para responder a una llamada de soporte cuando su propio teléfono empezó a sonar con la melodía de la vieja serie de Lois&Clark, era de las pocas que habían captado la esencia de Superman en un actor, igual que el de la de Supergirl, que luego consiguió su propia serie por el tirón que había tenido.

    Se detuvo al lado de una cafetería y entró a pedir un café mientras veía y respondía el mensaje. Para Noah nunca había demasiada prisa y no era recomendable correr sin estar atento al camino si vas a velocidad sobrehumana.

    Respondió a una velocidad que le pareció soporífera, porque el teléfono no soportaba la estática que desprendía su cuerpo al utilizar su poder, y se tomó el café en un suspiro y lo tiró a una papelera de reciclaje. Que por la noche recogería un equipo de demonios devorabasura.

    Miró su reloj y echó a correr para solucionar la llamada de soporte, en la que tardó más en resolver las dudas del funcionario que en solucionar el problema en sí, un cable suelto. Cuando por fin se libró del hombre, se dirigió a solucionar la «incidencia» que había comunicado Kaylee. Después se dirigió a ver a su hermano.


    Leo Arkkan

    leojoyero

    En la transitada calle Moreau, en el centro de la ciudad de Moondale, la vidrieras de la joyería Chosen reflejaban el paisaje del Parque Briar.

    El demonio cruzado atravesó las puertas rápidamente y preguntó por su hermano, siendo redirigido a la trastienda por la chica que estaba en ese momento atendiendo el mostrador, Allison, o Allie, como prefería que la llamasen.

    Noah le dedicó una sonrisa y se dirigió a la trastienda. La pobre Allie era humana y difícilmente habría conseguido un trabajo así de no haber sido por su hermano, Leo. Él mismo había trabajado de algo que odiaba durante mucho tiempo, como minerólogo, debido a su poder. Pero tras unos cuantos éxitos con algunos yacimientos, había conseguido recientemente montar su propio negocio.

    Cuando pasó a la trastienda, le vio adquiriendo la apariencia de una esmeralda y tomando notas sobre sus propiedades. Noah sabía que a su hermano tampoco le apasionaba su negocio, pero en el mundo en el que vivían, no había demasiadas opciones. En parte era eso por lo que luchaban.

    – [Leo]Noah, ¿qué haces aquí?[/Leo] – preguntó el joyero, sorprendido de ver a su hermano. Tomó su apariencia normal y le estrechó entre sus brazos.

    – [Noah]Kaylee ha tenido una visión interesante.[/Noah] – comenzó a explicar. Noah también estaba bastante vigilado por ser hijo de Moondie, y sabía que habría ciertas cosas que no podría hacer sin levantar sospechas. Si buscas movimiento de información en un grupo, siempre te vas a fijar en lo lógico, que sea el más rápido el que lleve esa información.

    Ellos necesitaban ser más listos para evitar ser cogidos. Leo podría llevar mejor el mensaje a los bosques. A fin de cuentas, a nadie le extrañaría que fuese a visitar a sus padres, o a su ex mujer. Mientras tanto, Noah tenía otra persona a la que visitar.


    Lexa Reed

    lexa

    Noah suspiró antes de entrar al Sanctuary. Había cosas que era necesario hacer por la Resistencia que de ningún otro modo habría hecho.

    Para moverse libremente, había tenido que desarrollar cierta fama. Por un lado, cada vez que iba a ver a Kaylee tenían que aparentar verse por alguna «necesidad urgente«. Y por otro, el canal de comunicación habitual a través del Sanctuary incluía parecer un «asiduo» a las trabajadoras del placer. En concreto a una, que es a la que debía entregarle la información.

    De todos los peligros que conllevaba ser de la Resistencia, tenía gracia que lo que peor llevase fuera eso. Cuando Jane le vio en la puerta, le guiñó un ojo. Cualquiera lo habría interpretado porque había reconocido a un cliente habitual de Lexa, pero Jane sabía a qué iba en realidad, porque ella era uno de los suyos.

    Le condujo hasta la sala privada. – [JJ]Suerte, chispas.[/JJ] – bromeó para que le escuchasen los ojos y oídos que estaban en todas partes, pero no en las salas de placer.

    Noah llamó y al escuchar la voz de Lexa al otro lado, abrió la puerta y la cerró tras de sí, parpadeando para acostumbrarse al cambio de luz y notando en su nariz el aroma de los inciensos que Lexa utilizaba para su trabajo.

    Ella no tardó en aparecer, ataviada con un vestido que le dejaba un hombro al descubierto, fijo en Noah sus claros ojos y el joven supo de inmediato por qué tanta gente acudía a ella. Lexa había sido una trabajadora del placer desde el primer momento en el que obvió las indicaciones de Asignaciones. Usando su poder, conseguía dar lo que querían a sus clientes sin ni siquiera dejar que pusieran un dedo encima de ella. Aun así, la sociedad la trataba de la misma forma y ella misma detestaba ese trabajo.

    Con el tiempo, consiguió dejarlo y Niall le ofreció un trabajo, haciendo eso mismo pero ahora con el fin de obtener información valiosa para la Resistencia de sus clientes de las altas esferas. Para eso y para permitir que el mensajero de la Resistencia viniese a transmitir las nuevas noticias.

    – [Noah]Hola, Lexa.[/Noah] – saludó Noah, cohibido. Ella sonrió, siempre le hacía gracia ver al tímido de Noah.


    Jane Williams

    jjwaitress

    La tarde había avanzado ya lo suficiente para cuando Nate y Sophie llegaron al Sanctuary como para que éste ya estuviese empezando a estar bastante concurrido. Atravesaron la puerta después de que la guardia de seguridad gris comprobase sus credenciales, especialmente las de Nate.

    – [Sophie]No te preocupes, con tu primer sueldo podrás comprar un Omnilens nuevecito.[/Sophie] – empezó a decir la guía, señalándose la sien. El aparato era la invención más exitosa del Departamento de Investigación, constaba de un pequeño chip que se colocaba sobre la oreja, tras la piel, en contacto con el cerebro, permitiendo funciones directas como el almacenamiento de información en la memoria interna del dispositivo, para poder consultar los recuerdos en cualquier momento, la grabación o captación de imágenes a través de los ojos, el acceso a los perfiles públicos de cada habitante de Zeon mediante el reconocimiento facial, gps, navegador web, en general, todo tipo de tareas que un ordenador podría llevar a cabo, y muchas más. – [Sophie]Yo estoy deseando ir a por el nuevo modelo, este me va un poco lento a veces.[/Sophie] – admitió con una sonrisa.

    Atravesaron la puerta y se acercó a ellos una joven de pelo oscuro, vestida con vaqueros, una camisa blanca y una chaqueta de cuero sobre ella. – [JJ]¿Mesa para dos, chicos?[/JJ] – preguntó la muchacha.

    – [Sophie]No, gracias, venimos a ver a Niall, nos han enviado de Asignaciones.[/Sophie] – la joven de pelo oscuro les miró un instante y después señaló una cristalera tras la que un joven de tez oscura observaba la sala.

    A la muchacha no le extrañó que la guía no se dignase a darle las gracias, la había visto activar el Omnilens así que ya sabía el motivo. La magnífica e igualitaria sociedad de Zeon no lo era tanto para los humanos o para los artificiales e hijos de artificiales. Su madre, Rebecca, lo era, y por eso había terminado en un trabajo de menor cualificación que la que merecía. Al igual que ella, que para el caso podría haberse llamado Jane Doe en lugar de Jane Williams.


    Niall

    niallsuit

    El dueño del Sanctuary cerró los ojos, escuchando cada acorde con el que los músicos del ‘Banshee Scream‘ interpretaban la canción que él había compuesto. Frunció el ceño al escuchar un fallo y no consiguió volver a concentrarse.

    El mensaje de Noah era claro, iba a tener un invitado dentro de poco, así que dejó su placer para otro momento en el que no hubiera cosas que fuese necesario hacer.

    Unos minutos más tarde, Joey Munn, su guardia personal, llamaba a su puerta para indicarle que una guía y un refugiado venían desde Asignaciones. Según lo que había dicho Noah, tenía que darle un puesto a Nate allí, porque sería clave para el plan que la Resistencia tenía en marcha.

    Les mandó pasar a ambos y escuchó la explicación y los flirteos de la guía, que parecía bastante más fiel seguidora de su padre y sus hermanos que él. Para Niall su padre era una escoria que lo había conseguido todo por tener poderes y pocos escrúpulos y sin embargo su madre, una pobre humana que lo había dado todo por conseguirle un lugar en esa supuesta utopía, había pasado su vida con trabajos de poca cualificación por no tener ninguna habilidad. Por eso hacía lo que hacía.

    – [Niall]Ve a ver a Idris, el coctelero, él te dirá qué puedes ir haciendo mientras lo preparamos todo.[/Niall] – le indicó Niall al grandullón. – [Niall]Y no te preocupes, estás en casa.[/Niall] – afirmó. – [Niall]Señorita Bonnet, puede tomar lo que quiera, está invitada.[/Niall] – se despidió. Cuando volvió a quedarse solo, cerró los ojos una vez más y trató de concentrarse, pero esta vez no en la melodía que escuchaba, si no en la sinfonía de acontecimientos que debían precipitar.


    Idris Solo-Novak

    idrisbartender

    – [Idris]Marchando un ‘Bloody Bloody Mary‘ para la camarera más guapa del local.[/Idris] – anunció el coctelero con una enorme sonrisa mientras sus manos, cubiertas de una capa de hielo, agitaban el mezclador donde el ‘Bloody Mary‘ con sangre artificial creada por la industria hemológica, listo para que la vampiresa que había intentado ligar con Jane se lo tomase en lugar de la sangre que le apetecía en realidad.

    Cuando Jane se marchó negando con la cabeza pero sonriendo, Idris vio acercarse a las dos personas de las que le había hablado Niall. Uno de ellos era un tipo grandote y serio que venía de fuera, mientras que la otra era una muchacha delgada con aspecto de consentida que trabajaba de guía.

    Idris le guiñó un ojo a la muchacha al verla acercarse. – [Idris]Nuestro nuevo compañero, y una clienta VIP.[/Idris] – sonrió. – [Idris]Idris Solo-Novak, encantado. Puedes sentarte, es muy pronto para trabajar.[/Idris] – bromeó intentando romper la seria cara de Nate. – [Idris]O puedes pasar al almacén donde Kuruk necesitará tu ayuda.[/Idris] – sugirió. Pareció gustarle más esa idea y se despidió de la muchacha.

    – [Sophie]Es muy serio.[/Sophie] – admitió ella.

    – [Idris]Es una pena, seguro que tienes una sonrisa preciosa.[/Idris] – replicó él, haciendo que sonriese. – [Idris]He acertado, es mi poder.[/Idris] – indicó con un nuevo guiño. – [Idris]¿Por qué no jugamos a un juego? Te preparo un cóctel, si te gusta, te preparo otro en mi casa. Si no, te invito a mi casa para prepararte uno mejor.[/Idris] – añadió con una amplia sonrisa.

    Espero que la chica asintiese y empezó a prepararlo mientras pensaba en que ese podía ser uno de sus últimos días como coctelero. Si la Resistencia lo conseguía de verdad, por fin podría venirse abajo ese mundo en el que tenía cabida un asesino, un sádico que se alimentaba del miedo.

    Idris había dejado su trabajo anterior cuando finalmente dio con su nombre. Allí seguía, sentado en el Consejo, después de haber asesinado a sus padres brutalmente. Por suerte Mara y Vincent habían cuidado de él, pero ese mundo nunca les había tratado bien. Su padre seguía siendo un detective sin posibilidad de ascenso por estar asociado a los Moondies y su madre, por lo mismo, había tenido que conformarse como enfermera. Ellos siempre habían cuidado de él, y ahora le tocaba cuidar de ellos, y de todos los perjudicados por ese gobierno.


    Cole Roman

    colesecurity

    El jefe de seguridad del edificio Lenora se agitó, incómodo, en la sala de vigilancia. Llevaba un rato así, como si algo no fuese bien. Era una sensación extraña, que no tenía muy claro qué significaba, pero tenía algunas teorías y no le gustaban demasiado.

    Se puso en pie y se colocó el cinturón, tomando el comunicador entre las manos. Después se lo pensó mejor y envió un mensaje a un compañero, Equalizer, a través del mismo. Contaba que había sido un experimento de la Iniciativa, tenía algunos poderes para manipular el sonido, se los aumentaron y quedó sordo. En el famoso combate contra la Iniciativa y los Moondies, le liberaron de su impronta y se unió a nuestro bando. Respondió enseguida al mensaje diciendo que él se encargaba de la sala de vigilancia.

    El jefe de seguridad, Cole Roman, o Python de nombre zeoniano, descendió las escaleras rastreando la extraña sensación, que cuanto más aumentaba, más parecía distinguirse como una firma energética inestable. Ninguna a las que estuviera acostumbrado en ese edificio.

    A medida que aumentaba, fue descendiendo las escaleras más rápidamente, hasta llegar a los cimientos de la sala de calefacción. Allí fue donde descubrió qué era lo que estaba pasando. El dispositivo de calderas estaba fuera de control y estaba emitiendo más calor del que debía.

    Intentó pensar rápido, pero no podía hacer nada, así que tomó la decisión más sabia. Descolgó el comunicador e informó a sus compañeros. – [Cole]Evacuad el edificio, el sistema de calefacción va a estallar.[/Cole]

    Después intentó detener el problema, pero el sistema estalló liberando un calor infernal en la sala, un calor que se extendería por todos los conductos hasta quien sabía cuantas plantas. Solo podía esperar que sus compañeros evacuasen a tiempo.


    Laura Petrov

    laurafuture

    Laura Petrov se encontraba en su oficina, descansando mientras dejaba libres los pies de la atadura de los tacones. Nunca se había arrepentido de convertirse en ingeniera sismográfica, su trabajo le había permitido tener todo lo que quisiera y no tenía nada de lo que quejarse. Pero ese día maldeciría quedarse unas horas más para terminar un trabajo.

    Había desconectado las comunicaciones para que nadie la molestase y eso había sido un error. Al principio notó el sofocante calor de la calefacción inundar su despacho y pensó que estaba pasando algo, pero para cuando se quiso dar cuenta e intentó comunicarse con los demás, vio que el edificio estaba siendo evacuado y las llamas crecían por su despacho y otros muchos.

    La puerta se quedó bloqueada por el calor, así que desató su poder haciéndola saltar de los goznes y echó a correr. Intentó taparse la cara para no respirar demasiado humo y trató de no pensar en que ahora tendrían que pintar la oficina y seguramente perdería el trabajo de varios días.

    Estaba deseando salir para poder despotricar con tranquilidad con su madre y quizá agilizar los arreglos que necesitase el edificio, pero cuando bajaba uno de los tramos de escalera, notó que su tensión se desplomaba y perdía la consciencia. Estupendo, pensó, va a quedar genial en los titulares: «Soltera muere mientras echa horas extra».


    Owen Williams

    owenfire

    El cuerpo de bomberos se personó rápidamente en las instalaciones del edificio Lenora gracias a su teletransportador. Mientras uno de los hidrokinéticos se preparaba para sofocar las llamas, algunos de los compañeros se preocuparon de atender a la gente, que parecían estar perfectamente. Parecía que el fuego no se había afianzado en muchas plantas. El calor se había propagado en las más bajas mientras que en las superiores, no habían fraguado.

    Acostumbrado a la acción y la primera línea, el bombero raso Owen Williams necesitó poco más que escuchar que había aún gente dentro para cruzar las llamas y aventurarse en el interior.

    Llevaba la mascarilla puesta para protegerse del humo, pero no había demasiado en la zona. Lo más sofocante era el calor y a él no llegaría a hacerle nada importante. A fin de cuentas había sido su poder lo que le había cualificado para ese puesto de trabajo. Las ventajas eran que podía ayudar a la gente, pero por lo demás, era una mierda, especialmente desde que Idris se había marchado.

    Owen no había hecho demasiado caso a las voces de sus superiores que le instaban a quedarse atrás. No solía hacerlo, porque si les escuchase, empezaría a notar sus tonos de superioridad respecto a alguien que era consciente de que nunca podría ascender, porque su madre era una artificial y los dos unos Moondies. Ambos términos los detestaba tal y como los usaba la gente. Su padre y sus amigos decían que una vez Moondies había dado esperanza, pero ahora solo era el nombre de unos parias de los que era un miembro orgulloso.

    Continuó ascendiendo y notó el descenso del sofocante calor a medida que subía, observando las salas. Finalmente, en una de ellas vio a una muchacha desmayada. Corrió hacia ella y vio que tenía problemas por inhalación de humo y un leve traumatismo craneal. La cargó a sus hombros y bajó rápidamente las escaleras.

    A mitad de camino, vio algo extraño, una figura sobresaliendo de una puerta. Era un guardia de seguridad que parecía haber estado en el núcleo de la explosión. Tiró de él y le acarreó también a la salida.

    Cuando consiguió ponerles a salvo pensó que ahora le quedaba lo más difícil, esquivar a sus superiores, avisar a los demás de que Henry la había cagado completamente y asegurarse de seguir adelante con el plan y tener acceso al edificio cuando los bomberos volviese a evaluar la situación y asegurar la zona.


    Xander Echolls

    xandercop

    El oficial de policía cerró la carpeta sobre su mesa y la colocó sobre la pila de casos. Era uno de los agentes destinados a la investigación de una serie de asesinatos de sobrenaturales potenciados que se había ido incrementando en los últimos años.

    En todos había un denominador común, los muertos aparecían con señales que parecían indicar que su vida les había sido absorbida. Por el momento el único avistamiento registrado era el de un testigo que vio una figura encapuchada alejarse de la zona.

    El agente trabajaba codo con codo con los veteranos Bill, Vincent y Karen, pero la información que les llegaba era menor que la que tenían otros grupos de investigación sobre el mismo caso, que supuestamente debían trabajar coordinados. A fin de cuentas, los cuatro estaban relacionados con los Moondies y estaban bien vigilados.

    Por el momento no había relación aparente entre los fallecidos, salvo que ninguno de sus poderes se repetía, y eso no daba mucho margen de maniobra.

    En ese momento, el agente recibió un mensaje. Al ver que era de Owen, se reclinó y fingió una sonrisa mientras lo leía:

    ¿Recuperado? Hank se pasó con la marcha y vomitó encima de un par, menos mal que no nos jodió la fiesta. Quedamos como siempre, ya hablamos.

    Owen y él eran amigos desde pequeños, y eso les había venido muy bien para seguir fingiendo que pasaban muchas noches de fiesta, cuando en realidad ambos eran miembros de la Resistencia.

    La transcripción del mensaje era clara. ‘Hank‘, era Henry, otro miembro de la Resistencia un poco más problemático por sus ganas de derribar el gobierno, tenía como asignación programar una disrupción para que el sistema de calefacción del edificio Lenora fallase y quemase varias plantas, cuando no hubiese nadie en él. El agente contuvo el enfado para disimular y continuó fingiendo su sonrisa mientras respondía con un «XDDDD ya le tocaré yo las narices a Hank«.

    Tenía claro que no podía permitirse que Henry volviese a cometer una imprudencia que pusiera a inocentes en peligro. Así que decidió ir al portal más cercano de los que Vincent había mapeado, para llegar a la casa en la que vivía Henry. Tenían conceptos importantes de los que hablar.


    Henry Crowe

    henryfuture

    El joven de pelo claro subió el volumen de la música mientras trasteaba con un invento que podría resultar útil cuando las cosas se pusieran finalmente serias contra el gobierno.

    Se sentó en el suelo y apartó la pipa de oxígeno de la mesa para hacer hueco al artefacto. Si la teoría funcionaba, podría cargarse algunas de las restricciones que había para teletransportadores no autorizados en los edificios oficiales y con eso saltarían los lentísimos planes como el que había tenido que llevar a cabo ese día, solo para que Owen pudiera terminar infiltrado obteniendo información sin que nadie se diese cuenta.

    A Henry le importaba bien poco que le descubriesen, no como a los demás. Él había manifestado su odio a ese gobierno desde que fue consciente de que sus padres habían muerto en la masacre de la Iniciativa, sin ser siquiera miembros de ella.

    Jamás olvidaría esa matanza indiscriminada. Sus padres habían ido a proteger a los inocentes, a los activos y experimentos que no eran más que víctimas de la Iniciativa. Pero acabaron con todo. Su política siempre trató de encubrir el verdadero acto, justificándolo: la Iniciativa era una amenaza, habríamos sido los siguientes, estaban desarrollando un arma para acabar con todos nosotros y otras mentiras por el estilo. Habían instaurado un día oficial de luto al año por las víctimas inocentes que habían caído en «el fuego cruzado«. Todo una pantomima.

    Cuando Henry escuchó un ruido en el exterior, se puso en pie rápidamente, agarrando una de las armas que guardaba bajo el colchón del sofá, listo para llevarse por delante a quien fuese o para teletransportarse en caso de necesidad.

    No echaría de menos esa casa. Henry era un fugitivo, un terrorista cuya cara era bastante conocida. Pero Zeon era muy grande y siempre tendría un sitio donde esconderse, y por suerte, una forma rápida de llegar a él. Solo de pensarlo sonrió, recordando a toda esa escoria que le despreciaba por ser hijo de una artificial, cuando todavía le importaba lo que pensara la gente.

    La puerta de la entrada se abrió y Henry levantó el arma, apuntando al invitado inesperado. Frente a él, el otro, un tipo de constitución atlética, pelo rubio y ojos claros, tambien apuntaba el arma. Henry no bajo el arma, era Xander, uno de sus compañeros, pero también podría ser un camaleón, un cambiador de formas.

    – [Xander]¿Sabes lo que has estado a punto de hacer?[/Xander] – preguntó, encolerizado. Henry bajó el arma, estaba claro que era Xander y que eso iba a ser una reprimenda.


    Amy MacLeod

    amymakeup

    A las afueras de la capital de Zeon, se alzaba el imponente Bosque de los Lobos, muy cerca del monumento a las víctimas de la Iniciativa, el lugar donde muchos recordarían la masacre.

    Allí, ocupando cada vez un terreno más extenso del bosque, lo que inicialmente había sido la manada de Canton, se había extendido hasta formar un pequeño pueblo-reserva, algo más alejado de la vida en las capitales.

    En los primeros años del nuevo gobierno, la manada de Canton había acogido entre los suyos a los Moondies y sus allegados, parias del gobierno, sin duda con el visto bueno de éste, que prefería tenerlos en un entorno más aislado y seguramente, controlado.

    Los Moondies habían tenido hijos, la manada había tenido hijos, y el gobierno había dado lugar a hijos descontentos. Todos ellos habían encontrado su hogar en el nuevo pueblo de Canton.

    La líder de la manada, líder por antonomasia del pueblo de Canton, caminaba meditabunda por un claro del bosque. Pese a su edad, ya llevaba muchas vivencias a sus espaldas. Su pueblo era el núcleo de la Resistencia, pero tenía que arreglárselas para disimular frente a cualquier representante oficial. Se había acostumbrado a mostrar dos caras y a veces le gustaba volver al bosque simplemente y ser ella misma.

    Suspiró y se quitó la ropa, dejándola doblada a un lado. Después, se encogió sobre sí misma mientras su cuerpo se hacía añicos y volvía a formarse, dejando libre a la ‘Loba Roja‘.


    Elle Echolls

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    Una joven alegre caminaba por el pueblo de Canton, visitando los comercios a pie de calle para elegir la mejor comida para preparar ese día. Su padre estaba especialmente tenso los últimos días, por ese plan que la Resistencia estaba llevando a cabo.

    Sus tíos habían hablado con él en privado varias veces, pero no terminaba de quitarse esa nube negra a su alrededor. La joven sabía a qué se debía, su padre nunca había sido el mismo desde que se habían llevado a su madre. Su tía Diana siempre le decía que su padre quería a su madre más que a nada en el mundo, y no soportó perderla dos veces seguidas.

    La primera fue poco después de nacer Xander. Pero ella consiguió resistirse, regresar. Se escondieron y así había llegado a nacer ella. No duró mucho, la joven no recordaba apenas el rostro de su madre. Se la volvieron a llevar y a ella tuvieron que esconderla, evitar que la registrasen, no solo por ser hija de ellos y por miedo a lo que Z le hiciese, si no por cómo había nacido. No era fácil saber que en el falso e idílico mundo en el que todos eran aceptados por ser diferentes, ella sería considerada una amenaza por serlo también.

    Pero Elle intentaba ser siempre positiva, sus tíos Christopher y Ed la habían enseñado a contenerse y ser paciente, su tío Daakka le había enseñado a ver el bien y el mal de otra forma, su tía Cara le había enseñado a poner buena cara a las cosas malas, su tía Diana a reírse de lo peor. El resto de los Moondies también le había aportado mucho. Y Amy siempre había cuidado de ella.

    Elle se esforzaba por controlarse, por esconderse en el bosque cada vez que alguien podía aparecer y descubrir con su Omnilens que no estaba registrada. No conocía nada que no fuese Canton, pero se lo debía a su padre y su hermano, que siempre la protegían pese a sufrir por lo que había pasado con su madre. La Resistencia tenía muchos valores por los que luchar, pero muchos lo hacían por ella, por Sarah.


    Epílogo

    sarahbeatrix

    La Cazadora aguardaba en silencio en el mausoleo, perdida en sus pensamientos, en la lucha interna que cada día se debaría en su interior. Una lucha a la que estuvo a punto de rendirse muchas veces, pero no sabía qué más hacer, no encontraba la forma de librarse de todo ello, de volver a ser buena persona. La habían condenado a vivir, robándole la vida a otra.

    – [Z]Cariño, te había estado buscando.[/Z] – dijo una voz grave a sus espaldas. El líder del Consejo de Gobierno de Zeon estaba tras ella, ataviado con un traje blanco sin corbata. Muchos lo llamaban aún El Director, la mayoría, Z. Para ella siempre sería Sieg.

    – [Sarah]Sí, necesitaba venir aquí.[/Sarah] – se sinceró. Él se acercó y la rodeó con sus brazos, inclinándose para besar sus labios con pasión. – [Sarah]Me ayuda a recordar lo que pudo ser.[/Sarah] – añadió ella, dándole la mano.

    – [Z]A veces hay que hacer lo necesario, Beatrix.[/Z] – afirmó con aparente pesar. Observó la tumba que tenían frente a ellos unos segundos antes de darle la espalda para marcharse.

    Tess Gianopoulos. Nunca olvidaremos lo que hiciste por nosotros.