Lucy Walker | Despacho de Fenris
Mañana
Durante los últimos días, había pensado mucho en Ed y cuando digo mucho, quiero decir que empleaba una buena parte del día en pensar en él, aunque estaba segura de que mi imaginación estaba añadiendo detalles a su cuerpo que diría que no existían, como un tatuaje vergonzoso detrás de la oreja derecha y la necesidad imperiosa de arreglar las tuberías de mi baño sin camiseta. ¿Qué? Técnicamente era virgen, porque toda mi vida era una mentira y eso significaba que estaba en plena revolución hormonal.