[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Diana Echolls | Mundo de los SueÑos
[color=#orange]Tarde[/SIZE][/color][/font][/b]
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La visión del pueblo nevado de mi subconsciente duró menos que a la abuela cualquiera de sus maridos. El lado positivo, era que solía buscárselos con nombres repetidos, así que no era raro que si había estado con un tal John, el siguiente también se llamase igual. Los fallos se minimizaban, porque a la gente no se la suele llamar por su apellido y si alguien de la familia lejana preguntaba por ese tal John, tú le decías que era el mismo, aunque fuese más calvo o estuviese más gordo, daba igual, nadie tenía pruebas para llevarte la contraria. Salvo que tuviera una foto, pero vamos a suponer que en la familia no van a tener tanta mala leche. Eso sí, hacía un tiempo (desde que nosotras teníamos ocho o diez años) que mi madre le había prohibido que le presentase a uno más. Creo que fue después de John IV, que como su nombre indica, era el cuarto y aquello no era sostenible, porque cuando nos preguntaban por John y uno tenía los ojos saltones, otro era alto y con bigote, otro calvo y otro, rubio, no había forma de decirles que eran el mismo, por mucho que te inventaras que se había quedado calvo de tanto aguantarla, por ejemplo. Y esto venía, no a que se me vaya la olla (que también), sino a que el pueblo estaba repleto de gente conocida, futuros posibles, pasados mezclados y muchos McLeods, que se esfumaron y entre todos esos, los novios de mi abuela.