Sarah Echolls | Glasgow, Escocia
Quizás no había sido buena idea pedirle al tío Lewis la vieja furgoneta que usaba para transportar los rótulos que fabricaba en su negocio, pero éramos demasiados y nos gustaba ir apretujados como si fuéramos sardinas en lata. No nos había dado tiempo a lavarla, ni a tapar el agujero que había en la parte de atrás, que según Diana funcionaba como freno de emergencia al estilo del de Los Picapiedra y según Dominic, podíamos usarlo para jugar al ‘Veo-veo’.
Por supuesto, en la parte de atrás no había asientos y Dominic, Rebecca, Cecil, Liad y Ed iban sentados en unas cuantas cajas de tomates estratégicamente repartidas para que nadie pudiese morir cayéndose por el agujero mientras que yo conducía y Daniel iba a mi lado.
El viaje, por suerte, transcurrió sin incidentes y llegamos sanos y salvos al aeropuerto de Glasgow, el lugar en el que recogeríamos a Kaylee.
Aparcamos la furgoneta y comenzamos a bajar de ella. Ed parecía un poco mareado (lógico) y Liad continuaba resfriado, pero no teníamos daños físicos, así que se podía decir que el viaje había sido un éxito.
-[b] [i] [color=#454120]Cómo mola ir el coche con Sarah[/SIZE] [/i] [/b].- Comentó Ann de forma jovial agarrando del brazo a Silver que apareció de la nada, seguida de todos los demás.
– [b] [i] [color=#843181]Es como montarse en una atracción de la feria pero sin gastar dinero.[/color] [/i] [/b]- Apuntó una recién llegada Diana que iba de la mano de McLeod, mientras le dedicaba a Ed una sonrisa de medio lado al verle cargar con una pancarta que había hecho él mismo para darle la bienvenida a Kaylee.