Moondale

Etiqueta: Rebecca Lee

  • BIENVENIDA KAYLEE

    Sarah Echolls | Glasgow, Escocia

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    Quizás no había sido buena idea pedirle al tío Lewis la vieja furgoneta que usaba para transportar los rótulos que fabricaba en su negocio, pero éramos demasiados y nos gustaba ir apretujados como si fuéramos sardinas en lata. No nos había dado tiempo a lavarla, ni a tapar el agujero que había en la parte de atrás, que según Diana funcionaba como freno de emergencia al estilo del de Los Picapiedra y según Dominic, podíamos usarlo para jugar al ‘Veo-veo’.

    Por supuesto, en la parte de atrás no había asientos y Dominic, Rebecca, Cecil, Liad y Ed iban sentados en unas cuantas cajas de tomates estratégicamente repartidas para que nadie pudiese morir cayéndose por el agujero mientras que yo conducía y Daniel iba a mi lado.

    El viaje, por suerte, transcurrió sin incidentes y llegamos sanos y salvos al aeropuerto de Glasgow, el lugar en el que recogeríamos a Kaylee.

    Aparcamos la furgoneta y comenzamos a bajar de ella. Ed parecía un poco mareado (lógico) y Liad continuaba resfriado, pero no teníamos daños físicos, así que se podía decir que el viaje había sido un éxito.

    -[b] [i] [color=#454120]Cómo mola ir el coche con Sarah[/SIZE] [/i] [/b].- Comentó Ann de forma jovial agarrando del brazo a Silver que apareció de la nada, seguida de todos los demás.

    – [b] [i] [color=#843181]Es como montarse en una atracción de la feria pero sin gastar dinero.[/color] [/i] [/b]- Apuntó una recién llegada Diana que iba de la mano de McLeod, mientras le dedicaba a Ed una sonrisa de medio lado al verle cargar con una pancarta que había hecho él mismo para darle la bienvenida a Kaylee.

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  • UN TRIVIAL DE NOSOTROS MISMOS

    [align=center][SIZE=5][font=Bookman Old Style][b]Diarios de destino[/b][/SIZE][/font]

    trivial

    [SIZE=2]

    La mañana y la tarde habían pasado de forma apacible, al igual que la noche anterior. Para unos cuantos era una liberación de las cargas que habían tenido que soportar hasta el momento, pero aún así, para algunos no dejaba de resultar extraño. Moondale era un gran foco de actividad sobrenatural, pero Perth no era así y apenas habían avistado ningún vampiro, solo se toparon con un neófito mientras iban a buscar leña, y pasó a ser cenizas mucho antes de que la leña tocase el fuego. Acostumbrados a las noches de cacerías no conseguían dormirse hasta bien entrada la noche, así que después de darse cuenta de que era más de uno al que le pasaba, alguien sugirió reunirse y hacer algo para pasar el rato.

    Esa noche se reunieron en la zona cubierta en la que estaba la piscina para así poder hablar con tranquilidad sin molestar a nadie y también librarse así un poco del extraño bochorno de una noche de febrero.

    – [b] [i] [color=#843181]¿No hubiese sido más fácil jugar a cualquier otra cosa? El Trivial me hace sentir tonta[/SIZE] [/i] [/b]- se quejó la Echolls pelirroja.

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  • UN MAESTRO MUY DURO

    [align=center][b][SIZE=2]Dominic Williams | Lago Ness[/SIZE][/b]

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    No hay nada peor que madrugar sin haber dormido apenas nada. Quería seguir durmiendo, o al menos intentarlo, pero sin duda no sería de muy buena educación hacerlo.

    Ayude a cargar las neveras con la carne y bebidas en los maleteros de los coches. El viaje en coche fue tranquilo y silencioso, Rebecca se dedicaba a ojear su libro, Ann y Sylver se susurraban cosas entre ellas, cosas de chicas supongo, y el vecino se dedicaba a sonreírle cada 30 segundos a Elizabeth por el espejillo retrovisor, estando sentado junto a ella a veces parecía que me sonreía a mí ocasionándome un extraño escalofrío por la espalda.

    Cuando llegamos al lado volví a ayudar a los demás a descargar las neveras, el tío de McLeod, Lewis, ya estaba junto a la barbacoa con un sombrero de chef listo para ponerse a freír carne, pero al parecer no era muy bueno ya que el padre de McLeod estaba intentando convencerlo de que le dejara esas labores a otra persona, no muy lejos el hermano de McLeod paseaba a su hermana pequeña en sus hombros y los demás hablaban entre ellos o miraban hacia el lago limpio como un cristal.

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  • NO CONSIGUES NADA LAMENTÁNDOTE POR ALGO QUE NO TIENES

    [align=center][SIZE=3][b]Cecil Anwalt | Escocia[/b][/SIZE]

    cecilanwalt

    [SIZE=2]Alguien acababa de salir por la puerta. Dándose la vuelta para cerrarla con cuidado, con una mochila oscura colgada en los hombros, Liad se colocaba de forma simple, aunque con cierto cuidado, una bufanda azul y blanca, para después acercarse con lentitud. Levanté el cuello del abrigo un poco más, abrigándome ante aquella brisa de aire frío que podía erizar el bello a cualquiera. Moviéndome en el sitio un poco, procurando no dejar que el frío continuase con su tarea, aguardé hasta que se acercó, estando yo bastante más tranquilo de lo que podía estar él.

    Le conocía, al menos lo suficiente para saber que por la noche había dormido poco. No, no eran por pesadillas, esa no era de las opciones de las últimas noches. Simplemente, como le podía pasar a cualquiera, se encontraba nervioso, impaciente, emocionado por la excursión que teníamos programada para hoy. Tal era el grado en el que se podía encontrar que ya había tenido que regresar dos veces a casa de Charisma para recoger alguna cosa que había olvidado, aunque en teoría todo lo preparó en la tarde anterior.

    Desde luego, el clima de Escocia no se podía comparar con el de otros lugares. Hacía tiempo que no había venido por aquí, bastante de hecho, pero en cierto modo estas cosas no se olvidan, ¿verdad? Aunque hacía frío, no me resultaba enteramente desagradable, más bien estaba algo acostumbrado, por lo que no era un problema muy grave abrigarme más o no.

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  • SOLO ES POKER

    [align=center][SIZE=2][b]Suzanne Sommerville | En Escocia[/b][/SIZE]

    annsommerville

    [SIZE=2]Me resulta prácticamente imposible en estos momentos concentrarme lo suficiente para recordar las últimas semanas, porque si lo hago, acabaré quedándome dormida incluso de pie. Sé que fueron semanas de reflexión, de pensar mucho en lo que había pasado en aquel bar. Semanas de intentar no pensar y de no poder evitar hacerlo. Mucho menos soy capaz de concentrarme para recordar los últimos tres días. De lo que sí soy consciente es que fueron una locura. Durante el día quedaba con Sylver para ir a hacer compras para el viaje, o simplemente para tomar un café y charlaba con Sarah en nuestra habitación antes de que empezase a hacerse de noche; y cuando caía el sol, quedaba con Ed para ir al manicomio abandonado en el que me transformo durante las noches de luna llena. Pese a que yo le había dicho que podía arreglármelas esta vez, por si necesitaba el tiempo para hacer cualquier cosa —con todo lo que teníamos encima, ante la perspectiva de un viaje al otro lado del Atlántico—, insistió en acompañarme. Es una persona increíble, y debo dar las gracias por tenerlo cerca.

    La transformación no fue lo peor. Al menos ahora —y desde lo que pasó en el bar en el que nos caímos dormidos— ya no tengo miedo a transformarme; he aprendido que es una parte de mí misma, un proceso más; y ya no me aterra la perspectiva de que mi cuerpo cambie hasta convertirse en un cuerpo completamente distinto, porque ese ser enorme y lleno de pelos, colmillos y garras, también soy yo. Lo único que ahora me aterra, es el dolor; pero me preocupa incluso más que Ed tenga que oírlo desde el otro lado de la puerta que tener que vivirlo en mi propia carne. Ya que a fin de cuentas, el dolor es una parte de mí, como todo lo demás.

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  • EL MUNDO ES UN PAÑUELO

    [align=center][b][SIZE=2]Dominic Williams | Escocia. Casa del Vecino {Con muchas chicas…}

    domsufre

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    Los viajes tan largos seguían destrozándome por dentro a pesar de que ya debería estar acostumbrado por los de Moondale a casa. A pesar de estar ligeramente nublado llevaba las gafas para evitar que los rayos de sol que se colaban entre las nubes me dejaran ciego, y de paso, ocultar las ojeras ocasionadas por no dormir desde hace horas.

    Me quede cerca del coche mientras McLeod daba las indicaciones de donde dormiríamos cada uno. En un principio me sorprendió la invitación de ir de viaje con ellos, al fin y al cabo a penas me conocían auque hablamos más después de aquel día. Al parecer les sobraba un billete y no les iba a hacer el feo de rechazarlo, además quizás en este viaje acabaríamos por conocernos mejor.

    Desde la casa del vecino llego una joven, al parecer su sobrina, que se acerco hasta él y le ayudo a cargar con el resto de las maletas. De camino ya hacia la casa del vecino, Elizabeth, la madre de Sarah y Diana, arrastraba sus maletas con esfuerzo.

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