Moondale

Etiqueta: Russell Haynes ‘Carbon Copy’

  • CONDENADOS

    Noah Arkkan | Edificio Lenora, azotea

    La supervelocidad en el mundo real no es tan sencilla como puede parecerlo en la imaginación de un consumidor habitual de ficción. Sí, está la capacidad de llegar en un instante a cualquier parte o de hacer cualquier cosa increíblemente rápido. Pero esa capacidad no deja de estar limitada por nuestra propia condición, humana o sobrenatural. Así, pese a poder virtualmente detener todo lo que estaba ocurriendo a la velocidad del rayo, mi mente iba a ser incapaz de focalizarse a la vez en todo lo que pasaba, teniendo que concentrarme en un problema de cada vez y para cuando terminase, habría ocurrido algo que no habría podido evitar.

    En una guerra como la que estaba ocurriendo, eso se elevaba a la enésima potencia. En la batalla de los balcones inferiores me había asegurado de ir mermando a los peones, enfrentándome a las infinitas copias de ‘Carbon Copy‘ hasta que terminé con él. Pero para entonces el tío Christopher ya había muerto y no había podido hacer nada por él.

    Aun así, pese a la pérdida, seguimos luchando, porque no nos quedaba más remedio. La azotea se había convertido en una verdadera batalla campal y no nos iba nada bien para cuando nos reunimos todos en ella. Dominic y Owen lideraban la lucha contra, pero el tío Vincent y la tía Mara habían muerto y se habían unido a Kuruk como grotescas marionetas controladas mediante la magia de sangre de la Reina Negra.

    Mis padres peleaban juntos contra un cadáver animado con una corona y adornos dorados fundidos en su negra carne, junto a él, la chica del toque mortal, ‘Death’s Bride’, caminaba hacia ellos intentando acabar con su resistencia con un solo toque.

    Corrí en su dirección y aferré a la chica por la chaqueta con mucho cuidado de no tocar su piel. Sin detenerme a pensar, la lancé fuera de la azotea con la velocidad que llevaba en ese momento. Me dije a mí mismo que no podía hacer otra cosa pero el tiempo fue literalmente una eternidad mientras la veía caer al vacío.

    Cuando volví la vista hacia la azotea, el caos reinaba en todas partes y era casi imposible saber qué hacer. Una ángel cayó del cielo y se estrelló, inerte, en mitad del campo. A su caída le siguió un destello de luz que hizo explotar una sección de la azotea, que se derrumbó llevándose a varios defensores de Z, incluidos dos miembros de ‘Gambit’, junto a algunos de los nuestros que luchaban contra ellos. Vi a la figura en llamas en el cielo, atacando indiscriminadamente hasta que ‘Joker’ le derribó.

    La muerte de Logan era toda una victoria para ellos, por eso fui incapaz de entender lo que vi a continuación. Una flecha cruzó rápidamente el cielo y se clavó en la espalda de ‘Joker’. Ella se giró para ver quién la estaba disparando, solo para descubrir a ‘Elsass Malephar’, un miembro de ‘Gambit’, de los suyos. No tuvo tiempo a reaccionar antes de que el resto de flechas que Elsass ya había lanzado la abatieran hasta caer muerta.

    Pero esa no fue la única traición, el Rey Negro iba directo hacia el propio Z tomando la forma de una muchacha delgada y rubia que parecía atormentar al Director del Consejo. El Rey Blanco corrió en su ayuda, pero su resistente piel se abría en cientos de miles de cortes hasta que, cubierto de sangre, no pudo dar un paso más y cayó-. Revisé el campo a toda velocidad y vi que la Reina Negra era la culpable, utilizando la sangre de la propia Reina Blanca, que yacía tendida en el suelo, junto a ella y a ‘Offspring’, la Alfil Negra que daba vida a monstruos y que acababa de matar a la Reina Blanca con uno de ellos.

    Por todas partes era igual, el bando negro luchaba contra los suyos y contra los nuestros, aprovechando que nos estábamos enfrentando entre nosotros para acabar con tantos como pudieran. Era una masacre.

    Crucé a toda velocidad la azotea y derribé a un peon que estaba a punto de matar a Lexa y a Niall. Juntos luchamos por mantener la posición mientras Xander, Daniel, Elle y Jane venían hacia nosotros comunicándose con el resto para reagruparnos y fortificarnos en el interior de la azotea, ante el caos que estaba acabando con nosotros.

    Traté de ayudar a todos los que pude, pero desgraciadamente no conseguimos llegar todos y muchos se quedaron en el exterior, aún luchando en la cruenta guerra.

    Dentro, las cosas no eran mucho más fáciles, nos enfrentábamos también a la gente de Z, aunque ahora no parecían obedecerle a él, porque no le defendían mientras el Rey Negro le atacaba y acosaba, tan cerca de nosotros que incluso podíamos oírle. El bando negro estaba tomando el control.

    – [Z]¿Después de todo este tiempo?[/Z] – le preguntaba Z, retrocediendo ante el espanto de la muchacha de cabellos rubios que ahora mostraba un cuerpo putrefacto del que podían verse surgir los gusanos.

    – [BlackMask]Siempre.[/BlackMask] – sentenció el espanto, una visión de los miedos de Z tras la que se ocultaba el poderoso Rey Negro. – [BlackMask]Ha sido duro, no lo creas, aguantar tantas estupideces, disimular tanto.[/BlackMask] – su avance se había detenido y Z y él estaban frente a frente. – [BlackMask]Habría matado por poder llevarme la cara de Abel.[/BlackMask]  – añadió. Los ojos de Z se perfilaron en una mueca de odio. – [BlackMask]Pero la gracia del trato era que no sospecharas de mí ni de Aislinn.[/BlackMask] – replicó.

    Z gritó de pura rabia y tomó el aspecto de un musculoso demonio de piel blanca. Golpeó al Rey Negro pero éste empezó a adaptarse tomando la forma de un nazi de alto rango y después la de un demonio que no reconocí.

    – [Z]Todo este tiempo, ocultos, esperando tomar el poder, ¿por qué? Ofrecí una utopía, un mundo perfecto.[/Z] – se preguntaba, más a sí mismo que al propio Rey Negro. Z intentaba hacerse a la idea del error que había cometido.

    – [BlackMask]Porque no queremos un mundo perfecto, queremos un mundo donde tengamos poder, donde el resto no seáis más que fines para un medio. Un mundo donde todos nuestros deseos estén satisfechos, no los de los demás.[/BlackMask] – resumió mostrando los dientes afilados de un monstruo gigantesco en el que se estaba transformando. Golpeó a Z con todas sus fuerzas y le partió el cuello con un chasquido, pero él se levantó y su cuello se reajustó, evolucionando.

    – [Z]La evolución obliga a superar los miedos, Edgar.[/Z] – dijo mientras intentaba mantener el aguante contra los cambios del Rey Negro.

    – [BlackMask]El miedo nunca se supera, solo cambia.[/BlackMask] – sentenció el Rey Negro, hundiendo a Z en el suelo con un poderoso golpe mientras tomaba brevemente una forma desagradable y retorcida, el verdadero aspecto del hombre del saco.

    Se acercó lentamente a Z, sonriendo, hasta que una voz le detuvo. – [Beatrix]¿Y a qué le tienes miedo tú?[/Beatrix]- preguntó la voz. El Rey Negro se giró y allí estaba mi tía Sarah, o al menos su cuerpo, porque la que llevaba las riendas y le observaba con una sádica sonrisa era Beatrix, la mujer de Z, la causa de lo que mi tío y mis primos habían perdido. Vi a Elle mirarla con ojos esperanzados, el propio Xander casi estuvo a punto de recibir un golpe con una espada que detuve antes de que le diese. Y mi tío…mi tío estaba destrozado al verla.

    Intentó luchar y abrirse paso hasta ella al ver la sonrisa pérfida que el Rey Negro le dirigía. – [Z]¡Beatrix, no! ¡Aléjate de él![/Z] – gritó Z. Por un instante, mi tío y Z compartieron un mismo deseo.

    Y su deseo se cumplió. El Rey Negro caminó hacia ella tomando la forma humana de un hombre mayor, fuerte, cubierto de cicatrices y vestido con ropa militar. Sonrió con suficiencia diciéndole algo que no llegué a escuchar. Entonces El Rey Negro se detuvo como si le hubiese retenido una fuerza invisible. Beatrix caminó hacia él ante la mirada de todos y colocó una mano en su rostro. El Rey Negro empezó a gritar de dolor, cambiando de formas rápidamente hasta que la figura retorcida cayó al suelo, muerta. Beatrix había acabado con el Rey Negro.

    – [Z]¿Qué…?[/Z] – preguntó Z, mirándola fijamente.

    – [Daniel]Tú no eres Sarah.[/Daniel] – gritó el tío Daniel. Me fijé en él y vi odio y dolor mezclados, una peligrosa combinación, especialmente en él.

    – [Beatrix]No[/Beatrix].- replicó ella con la voz de mi tía Sarah, sonriendo.- [Beatrix]Me sorprende que te hayas dado cuenta[/Beatrix]. – por un instante volvió a parecer el cadáver de la mujer rubia, la verdadera Beatrix, reflejando el miedo de Z. Había absorbido el poder del Rey Negro después de matarlo. Mi tía Sarah no tenía ese poder, solo conocía una persona que sí. Miré a mi alrededor, buscándola, y encontré que Xander hacía lo mismo.

    – [Z]¿Qué está pasando, Beatrix? ¿Cómo has matado al Rey Negro?[/Z] – preguntó Z, desconcertado. La oposición que habíamos encontrado empezó a desbandarse, sin saber a quién defender, por quién luchar. Así que nos abrimos paso.

    – [Daniel]Tampoco es Beatrix, siento desilusionarte.[/Daniel] – intervino Daniel, sin desviar la vista de ella. Jane acababa de hacerse visible al lado de Xander, y los dos se miraban tan desconcertados como el resto.

    – [Z]¿Quién demonios eres?[/Z] – preguntó Z poniéndose en pie, aún con su apariencia de demonio, que le hacía parecer aún más enfadado. Cargó hacia ella y la aferró por el cuello alzándola con su enorme fuerza. Ella ni se inmutó, sonrió con suficiencia y vio cómo Z se doblaba de dolor. Cuando se apartó de ella, no se lo permitió, prolongando el contacto.

    – [Beatrix]La que acaba con tu vida[/Beatrix].- replicó con una sonrisa. Unos segundos después, Z había muerto.

    – [Daniel]Marchaos…rápido.[/Daniel] – escuché gritar a Daniel. Sabía algo que nosotros no, y a juzgar por la cara de Diana, Dominic y mis padres, ellos también. Nos quedamos congelados, aunque algunos si hicieron caso y se marcharon. Daniel corrió junto a los demás para enfrentarse a nuestra nueva enemiga. – [Daniel]¿Qué has hecho con Sarah?[/Daniel] – le preguntó, golpeándola con su espada. El corte no le hizo nada, su nuevo poder absorbido de Z le garantizaba inmunidad.

    – [Beatrix]¿De verdad quieres saberlo?[/Beatrix]- preguntó ella con frialdad. Empezó a mostrar una enorme amalgama de poderes que superó rápidamente a todos sin apenas dejarnos tiempo a responder. Amy corrió hacia el combate pero se encontró con un muro levantado por la propia Diana que les rodeaba, no nos dejaban ayudarles y ella les superaba con creces.

    Dominic se acercó a ella lo suficiente, a punto de clavarla en una tubería de acero, pero dudó y ese instante de duda fue su muerte. Mis padres fueron los siguientes, cayeron al suelo como si una fuerza invisible les hubiera ahogado.

    Diana y Daniel intentaron aguantar, pero no pudieron. Con la muerte de Diana, el muro que les separaba de nosotros y nos impedía entrar cayó. Corrimos hacia ellos, pero para entonces ya tenía a Daniel aferrado.

    – [Beatrix]Siempre he querido más a Siegfried[/Beatrix].- le dijo, aún esbozando la cara de Sarah mientras le daba un mortal beso. Cuando mi tío cayó, muerto, nuestra enemiga abandonó el aspecto de Sarah y se mostró con su verdadera forma, la de Jane.

    – [Xander]Jane….[/Xander] – dijo Xander, entrecortadamente. Jane estaba a su lado, tan asombrada como él. Ante ellos había una copia exacta de Jane, con sus mismos poderes pero la excepción de que Jane solo había matado dos veces para conseguir poderes, una por error y otra en defensa propia contra ‘The Hand’. Nuestra enemiga sin embargo tenía decenas de poderes.

    – [Veronica]No soy Jane, soy Omega[/Veronica].- replicó con una sonrisa.

    Ese nombre hizo sonar algo en mi mente. Accedí con rapidez a la memoria genética de mis antepasados y lo encontré, entre los recuerdos de mi padre. Un futuro en el que la Iniciativa había impuesto su control sobre los sobrenaturales usando a los propios sobrenaturales como perros de presa. Una de ellos destacaba, Verónica Preston, la hija de Dominic y Rebecca, criada para matar y ganar poder, siempre sirviendo a la Iniciativa liderada por su abuelo, hasta que decidió dejar de hacerlo y se envió a sí misma al pasado. Y allí estaba, la misma, pero ahora en nuestro futuro, reduciendo nuestras esperanzas a cenizas.

    – [Veronica]¿Listos para morir?[/Veronica] – preguntó jugueteando con la luz que le permitía crear su nuevo poder. Corrí hacia ella, pero de pronto el mundo entero se volvió muy lento. Omega sonreía, acababa de anular mi poder y el del resto. Ése era el poder de mi tía Sarah. Estábamos condenados.

     

  • OTRO TIEMPO

    Daniel Arkkan | Edificio Lenora

    Cuando sentí el aire frío en el rostro, supe que ya habíamos llegado a nuestro destino y abrí los ojos. Diana nos había llevado a una de las últimas terrazas del edificio Lenora, a dos terrazas de distancia de la fiesta. Una sabia decisión estratégica que evitaba llevarnos directamente a la refriega con la confusión del teletransporte. Miré hacia ella, que esbozaba una sonrisa de ánimo, y asentí, sin devolverle la sonrisa como habría hecho en el pasado. No tenía demasiados motivos para sonreír. Esa noche podía perder o ganar, era un todo o nada.

    Me apoyé en la barandilla fingiendo buscar las vistas y la fría brisa para calmar el mareo, como algunos de los demás. Respiré profundamente y traté de controlar los nervios. Estaba a punto de ver a Sarah en persona después de muchos años y, aunque fuese una marioneta de Beatrix, ni siquiera yo mismo sabía cómo iba a reaccionar. Lo único que tenía claro era que tenía que liberarla de esa pesadilla fuera como fuese.

    – [Elle]Papi, ¿estás bien?[/Elle] – Elle se acercó a mí y apoyó su mano en mi brazo, intentando reconfortarme. Miré hacia ella y vi que me sonreía. Tras ella, en el otro extremo de la terraza, vi a Xander, que acababa de llegar con Noah, Leo y Lexa, discutiendo con Jane después de haber cometido un error que yo mismo había cometido cuando era más joven.

    – [Daniel]Si, cariño. Es por la desorientación.[/Daniel] – mentí. Los dos me recordaban mucho a su madre y era por ellos tres por quienes había seguido adelante. Necesitaban un padre que cuidase de ellos aunque a veces fuese al revés y ellos cuidasen de mí. Y Sarah, necesitaba liberarla, aunque eso supusiese mi vida. Cada día, cada noche, en cada hora, no hacía más que pensar en lo que ella estaría viviendo, en lo que mi hijo y mi hija vivían sin su madre cerca, sabiendo que se la habían arrebatado por la fuerza.

    Tomé la mano de Elle entre las mías y respiré profundamente mientras miraba el horizonte de Moondale. La ciudad había prosperado hasta convertirse en una auténtica utopía futurística autosostenible, pero esa utopía no era para todos.

    Sí, las utopías siempre suenan maravillosas, pero el mundo nunca es blanco o negro totalmente. El ser humano, y el sobrenatural, tienden a repetir siempre el mismo error. Un grupo oprimido se alza sobre otro y al final termina por ser el opresor. Todos los que nos habíamos enfrentado a Z y a los suyos éramos ahora parias de esa utopía, al igual que los humanos, los sinpod o los artificiales.

    Una verdadera utopía tiene que salir del esfuerzo de cada individuo. Ser algo que cada persona, sana y estable, considere de verdad una utopía, sin importar su género, sexualidad, raza, etnia, religión o cultura. Y esa utopía solo se conseguiría si todos sacrificasen algo, si todos luchasen por ella. En lugar de ello teníamos desigualdad, una utopía de fuertes, donde los que han tenido la suerte de nacer con un poder útil tienen mejor vida que otros que no lo tienen. Un capitalismo potencialista, donde los poderes son el mayor recurso, la moneda de cambio.

    Me separé de la barandilla y sonreí a Elle. Temía perderles. Si no viviéramos en esa «utopía», habría acudido yo solo a por Sarah, jamás les habría dejado arriesgarse, ni a Xander ni a Elle, aunque fuera más fuerte que todos los demás. Pero ya vivían en un mundo que les ponía en peligro, no había más remedio que luchar porque las cosas mejorasen.

    – [Diana]Qué, ¿dejamos la discusión para otro momento, Amantes de Teruel?[/Diana]- sentenció Diana cruzándose de brazos. El tiempo había pasado por todos nosotros, pero era como si la chispa de la vida nunca se hubiera atenuado en Diana. Quizá por eso era Daë de fuego.

    Xander calló, avergonzado. Jane fulminó a Diana con la mirada pero no respondió. Sabían que no era el momento de discutir, pero me preocupó que eso fuera a afectar a sus ánimos y su atención en el combate.

    – [MacLeod]Si ya estáis todos bien…tenemos un poco de prisa.[/MacLeod] – apuntó Christopher, que había cambiado las canas por un pelo casi completamente gris oscuro. – [MacLeod]Seguiremos el plan y subiremos por las terrazas.[/MacLeod] – añadió. Los demás comenzaron a prepararse, dejando listas las armas o calmando los nervios para usar sus poderes en caso de que los tuvieran.

    Idris, el hijo de Mara y Vincent, se adelantó corriendo al grupo y se detuvo en el extremo de la terraza que comunicaba con la siguiente. Las terrazas estaban separadas por una distancia de varios metros, tanto de anchura como de altura. El chico se concentró y comenzó a crear un puente de hielo con sus propias manos. Cuando estuvo listo, fue el primero en probarlo y cruzar al otro lado. Los demás le seguimos, algunos más inseguros que otros, yo entre ellos. Por suerte tenía motivaciones suficientes para cruzar por ese frágil puente a cientos de metros de altura.

    Cruzamos la siguiente terraza al trote, pero esta vez Idris no tuvo tiempo a crear otro puente de hielo. Nos estaban esperando.

    Habían enviado a los peones a cubrir ese flanco. Originalmente, Gambit tenía tres peones, uno por facción, pero con la llegada al poder, Gambit se había hecho con un ejército de peones, divididos en las tres facciones y comandados por los miembros originales. Lo que todos tenían en común era una serie de poderes o habilidades sobrenaturales físicas que les permitían ser una fuerza a tener en cuenta.

    Los peones eran el ejército más extenso, pero con menos poder que los alfiles, los caballos y las torres. Abrumaban por su número, pero era un alivio saber que no nos enfrentábamos a los jokers, el escuadrón mágico comandado por la legendaria Joker.

    Sin demorarnos en presentaciones, atacamos. Todos sabíamos a lo que íbamos, no hubo oferta de retirarse, no hubo avisos, era todo o nada.

    Sendero Oscuro salió de su saya salpicando el suelo con la sangre de varios clones de Russell. Me rodearon varios peones pero los despaché en dirección a mi objetivo principal.

    Se encontraba en mitad de la refriega, de un golpe, el gigante lanzó a Ted al vacío. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron. Wall era uno de los más peligrosos entre los peones, así que tenía que ser de los primeros en caer.

    – [Wall]¿Vienes a por tu chica otra vez? Porque creo que prefiere al jefe.[/Wall] – se jactó, sin apartar la mirada de mí.

    No respondí, corrí hacia él y esquivé una de sus enormes manos con una finta. Me agaché para esquivar la otra y de la que me alzaba, partí su rostro en dos con ‘Sendero Oscuro‘. Su sangre me bañó.

    Cuando su cuerpo cayó al suelo, sin vida, vi a Xander y Elle mirarme desde sus posiciones. Todo pareció detenerse durante unos instantes. Deseé que no hubieran tenido que verme así. Volver a ser el hombre que era cuando Sarah estaba junto a mí. Volver a conocer la esperanza, la misericordia, la piedad.

    Pero ya no era el mismo hombre de entonces, ‘Sendero Oscuro’ era totalmente el camino que había tomado mi vida. En este mundo, la piedad era algo que no podíamos permitirnos. Era un lujo de tiempos mejores. Si vis pacem, para bellum.

  • PERSPECTIVA

    Diario de Daniel Arkkan | Exterior del Hotel White Candle

    NOCHE

    danieldark

    Las horas parecían estar pasando más despacio de lo habitual. En el tiempo que había transcurrido desde que los de Louna habían marchado a localizar y detener a Onoskelis, me había dado tiempo a acercarme varias veces a la habitación donde se estaba realizando el conjuro, solo para volver junto a los demás con la misma sequía de noticias.

    Durante todo ese tiempo tuvimos que permanecer de guardia, vigilando el hotel para cuando regresasen las fuerzas de Z. En ese tiempo, Daakka, Dominic y Lucy, que cargaba a Idris en brazos, se habían paseado por el hotel haciéndose pasar por extras de la nueva película de ciencia ficción de «ese famoso director de cine de acción», que se estaba rodando en el exterior del hotel, murmurando entre ellos y comentando cosas de sus papeles.

    Aprovechando la excusa, caminé hasta el coche y saqué a ‘Sendero Oscuro‘ del maletero, colgándomela al hombro. Aun así, pese a lo mucho que pudiéramos disimular, cada vez parecía más difícil ocultar nuestra naturaleza a ojos de la gente de a pie. Imposible si teníamos en cuenta el combate que iba a estallar en algún momento en el algún punto del Condado de Ripper.

    El cielo no tardó en oscurecer, más allá de las nubes de obsidiana que custodiaban el ritual, que ya duraba horas. Al amparo de la noche y aprovechando que el hotel estaba bastante aislado, rodeado de un entorno natural, llamaríamos menos la atención si volvían a surgir problemas.

    Charlé distraídamente con mi hermana, con Sasha y con unas silenciosas Mara y Rebecca, hasta que volvieron Daakka y Dominic. Logan y Mia estaban vigilando el lado opuesto del hotel. No había necesitado preguntarles qué entendían por vigilar, ni tampoco creí necesario decirles que si venía una hueste de soldados de Z, lo sabríamos.

    Efectivamente, lo supimos. Una tormenta de arena en miniatura de color rojo oscuro se manifestó cerca de la playa, aún más alejada del hotel de lo que nosotros estábamos. Sin necesidad de que se disipase pude distinguir algunas de las figuras que habían aparecido de la nada. Z tenía un teletransportador del que no sabíamos nada. Quién sabía cuántos ases más se guardaba bajo la manga.

    Nos hicimos una señal entre nosotros y nos acercamos con prudencia a la zona, mientras Mara llamaba a Mia para avisarles y le enviaba un mensaje a Vincent, que se había puesto en contacto hacía un rato para decir que habían conseguido poner a ‘Keli‘ bajo control y estaban de camino.

    Cuando la arena se disipó y desvaneció en la nada, fui totalmente consciente del desafío que teníamos ante nosotros. Más de una docena de soldados de Z, gran parte de ellos miembros de Gambit. Me llamó la atención no ver a los más oscuros del bando negro presente.

    El Rey Blanco parecía ser el portavoz, porque se adelantó ligeramente a sus compañeros. Mientras caminaban hacia nosotros, la vista de Aaron se alzó al cielo azabache sobre el hotel. – [Aaron]¿Sabéis con qué estáis jugando?[/Aaron] – preguntó con el ceño fruncido.

    – [Daniel]No vamos a permitir que os llevéis a Sarah.[/Daniel] – respondí, incapaz de contenerme. Estaba harto de sus exigencias y de que pensasen que podían tomar lo que quisieran solo porque tenían poder y creían que tenían la razón.

    – [Aaron]Esto va más allá de Sarah. Nos habríamos encargado de extraer a Beatrix y mantenerla a salvo.[/Aaron] – espetó acercándose más. Mi mano derecha se tensó, preparada para asir la empuñadura de la espada. – [Aaron]Vosotros habéis abierto un velo al éter, liberando a un demonio puro.[/Aaron] – había algo en sus ojos que no había percibido en otras ocasiones. Parecía miedo. A fin de cuentas, todos éramos humanos, pero el miedo nos puede llevar a hacer cosas que no deberíamos. Había que tener cuidado con El Rey Blanco.

    – [Daakka]Nosotros liberamos, nosotros estamos encargando.[/Daakka] – intervino Daakka. Bill y los demás no habían podido dar mucha información, pero aparentemente habían conseguido mantener bajo control al demonio.

    – [Daniel]Exacto. A estas alturas el demonio vuelve a estar en su sitio.[/Daniel] – aseguré. Pese a que no me apetecía dialogar con ellos, sabía que la decisión más sabia era intentar una vía pacífica. Quizá dejando claro que Onoskelis había vuelto a ser una cadena, las cosas se calmasen.

    – [Dom]Ese demonio nos ha ayudado a repeler a esa escoria que llamas compañeros, de manera involuntaria claro, pero lo ha hecho.-[/Dom] mientras Dominic intervenía, con toda la razón del mundo, aproveché la distracción para observar su grupo. Estaban en inferioridad numérica respecto a nosotros, pero la ventaja numérica se esfumaba en el aire en cuanto añadías a Carbon Copy a la mezcla. En ese momento, Logan y Mia se acercaron a nosotros.

    – [Logan]No me gusta que me interrumpan, pero me alegra saber que es para algo divertido.[/Logan] – murmuró su voz a mi espalda. Logan vivía sediento de violencia.

    – [Amaya]Que el anterior grupo se equivocase no quiere decir que hayáis tenido razón liberando al demonio. Yo podría liberar ahora una tormenta que acabase con todos vosotros, y de paso asolase Merelia.[/Amaya] – me tomé las palabras de Amaya como una amenaza, aunque quizá no las dijese con esa intención. Quise decirle que la equivocación del otro grupo podría habernos costado la vida, porque iban con intenciones de llevarse a cualquiera por delante.

    – [Daniel]Está solucionado. Y nosotros nos estamos encargando de Sarah.[/Daniel] – dije en lugar de lo que en realidad quería decir. No me resultó demasiado difícil abstraerme, mi mente ya estaba en otra parte, preocupado por cómo iría el ritual. Esa preocupación se acompañaba de un cosquilleo desagradable en el cuerpo.

    – [Faust]No teneis ni idea de lo que estais haciendo, ni idea.-[/Faust] intervino el nigromante que se hacía llamar ‘Faust‘, en alusión al doctor de la novela de fantasía en el que se había convertido. Visto más de cerca, su aspecto encajaba con su historia, ojos hundidos, ropa austera, barba descuidada. Le movía el mismo propósito que a Z, quizá por eso intentaba con tanto ahínco recuperar a Beatrix, para después intentar repetirlo con su difunta esposa. Sentí una mezcla de desagrado y pena por él, mezclada con la ira que me producía pensar que para él Sarah era un mero recipiente.

    – [Daniel]Ed conseguirá salvar a Beatrix. Podéis quedaros e intentar contener su espíritu.[/Daniel] – ofrecí en un gesto de buena fe. No teníamos nada en contra de que Beatrix volviese, solo contra que lo hiciese poseyendo a alguien inocente. Aun así, el ofrecimiento lo hacía por Sarah y por la propia Beatrix que se había negado a poseerla. Si hubiera sido por mí habría aplicado la máxima de «al enemigo ni agua».

    En ese instante, como una broma del destino que golpeaba con fuerza la diplomacia, se abrió un portal de color azul oscuro por el que cruzaron en un instante Bill, Vincent, Karen, Fenris y Onoskelis en su forma humana. Mi brazo se tensó, pero no la vi hacer ningún movimiento extraño y ellos habían asegurado que estaba bajo control. Sin embargo, no todo el mundo tenía la misma confianza en ellos que yo.

    – [Aaron]¿A esto llamáis contenido?[/Aaron] – espetó El Rey Blanco nada más verla aparecer. Con su aspecto era difícil no distinguirla como el demonio puro, pero que la hubiese distinguido tan rápido me hacía confirmar que tenía una historia oculta con alguno de esos seres.

    – [Bill]Mientras viva no podrá dañar a nadie. ¿Vamos a tener algún problema con eso? -[/Bill] replicó Bill. Miré la cadena en sus manos y sus venas azules sobresaliendo bajo las mangas de la camisa. El enlace entre ellos seguía ahí, de alguna forma. Miré de reojo a Onoskelis y la vi con aspecto de estar aburrida, pero no sentía el poder y la violencia que la rodeaban antes. El problema estaba en lo que Bill acababa de decir, si el moría, Onoskelis estaría libre de nuevo.

    – [Aaron]No voy a permitir que un demonio puro campe a sus anchas.[/Aaron] – afirmó el miembro de Gambit. Cuando estás muy acostumbrado a combatir, terminas por desarrollar un sentido adicional que te permite notar una lucha en ciernes. En ese instante mi sentido sabía perfectamente que ya no había vía de diálogo, el conflicto iba a estallar entre nosotros, así que empecé a trazar una estrategia. Eran pesos pesados, no nos iba a resultar nada fácil.

    De los que no conocía, me preocupaba el que iba vestido con un traje de gala con diseños arábigos, de color blanco. Por descarte era el teletransportador, y ni Sarah ni nadie de los que había estado en el Palacio lo había mencionado. Además, permanecía muy cerca del Rey Blanco. Mental siempre era un problema por su poder. Carbon con sus clones y Faust con su nigromancia rompían la superioridad numérica. Petra podía hacer literalmente que nos tragase la tierra. El Rey Blanco era literalmente un superhombre, no sabía cómo podríamos frenarle, pero torres más grandes habían caído. Me preocupaba más la Reina Blanca y su control del clima. Nuestra mejor oportunidad era atacar rápido a los puntos más clave y después aguantar contra el resto.

    – [Keli]¿Puedo matarlos?[/Keli] – preguntó la demonio con un brillo malicioso en la mirada. El Rey Blanco parecía a punto de saltar.

    – [Bill]No.-[/Bill] – intervino rápidamente Bill. Segundos después, con un giro de muñecas, la demonio lanzó al Rey Blanco hacia atrás, haciendo que golpease a Faust, que cayó al suelo, dolorido por el choque con el coloso.

    Momentos antes de que Faust tocase el suelo y El Rey Blanco se preparase para devolver el ataque, mi mano ya desenvainaba la espada de su saya. A mi izquierda, Cara se recubría de metal, en las manos de Daakka crepitaba la electricidad, Sasha balanceaba su y Dominic preparaba su telekinesis. A mi derecha, Bill dejaba paso a un demonio de piel azulada, al que adelantó Logan, rodeado de llamas de la energía que generaba su cuerpo, Fenris dejaba paso a una mole musculosa cubierta de pelo castaño claro y Vincent e Hiroshi preparaban sus armas. En la retaguardia, Mara, Mia, Karen y Rebecca, menos acostumbradas al combate, se preparaban también para servir de apoyo.

    Frente a nosotros, se alzaban auténticos titanes. El teletransportador reveló su auténtica forma, la de un djinn de color rojo sangre y ojos carentes de pupilas. La piel de una protegida empezó a desprenderse para dejar paso a un ser escamoso con cola de lagarto y lengua viperina. La Reina Blanca se alzó sobre el resto, cabalgando el aire como una Tormenta recién salida de las viñetas. Carbon se cuadruplicó, dejando una copia atrás para ayudar a Faust a recuperarse mientras las otras tres corrían hacia nosotros. En las manos de Shinken se manifestaron unas dagas de aspecto fantasmal. Heat se cubrió de llamas, dejando ver a su vez su aspecto demoníaco, con una piel acorazada de color teja. Steel dejó paso a su metálica piel, cubriendo la línea tras la que se resguardaban Mental y Butterfly. Cuando Petra y Briar liberaron sus poderes conjuntos, pareció que la misma madre naturaleza se volvía contra nosotros. Y eso solo eran una parte de las fuerzas de Z.

    El choque de nuestros ‘ejércitos‘ fue inmediato y caótico. Cada uno de los míos conocía sus fortalezas y debilidades, así como las de algunos de sus adversarios, al menos en la teoría, así que cada uno decidió su mejor objetivo. Pese a todo, sentí la falta de Sarah, Toph y Diana, era como si el grupo luchase con una mano atada a la espalda.

    Mi espada se cruzó con la hoja ancha de la espada celta del Rey Gris y me perdí en el fragor del combate. De vez en cuando me sorprendía una enredadera tratando de atraparme en un férreo abrazo, pero normalmente la esquivaba, la quemaba con un fogonazo de luz de mi mano libre o la telekinesis de Dom la apartaba.

    Apenas podía vislumbrar correctamente el resto del combate, hasta días más tarde, cuando todos discutiésemos el combate para la planificación de la futura lucha, no pude conocer completamente cómo se había desarrollado todo. Y eso no era más que una mínima parte de los contendientes que habría en una lucha desatada entre Z y la Iniciativa, con nosotros en el medio.

    El Rey Blanco estaba combatiendo desde el principio con Onoskelis, bueno, ‘Keli‘, como prefería que la llamasen. Desde mi posición no les podía ver, pero los más cercanos contaron que luchaba con toda la fuerza que tenía, como si su vida fuera en acabar con la demonio puro. Justo a su lado, Bill, en su aspecto de demonio, combatía utilizando la cadena que le unía a ‘Keli‘ contra el djinn.

    A la Reina Blanca la divisaba sobrevolando la zona de combate, pero sus esfuerzos estaban concentrados en Daakka, que podía soportar en su acorazado cuerpo las descargas de sus rayos y devolvérselas con su propio poder, distrayéndola lo suficiente como para evitar que barriese al resto con una tormenta desencadenada.

    Sé que Vincent se enfrentó a Ananta, Mara había tenido que curarle un feo mordisco en una pierna, por suerte el veneno no había penetrado. Hiroshi, por su parte, había conseguido aguantar contra Shinken, que era un auténtico demonio, en sentido figurado, del combate. En un punto llegó a paralizarle un brazo con una de sus dagas psíquicas.

    Dominic, no muy lejos de mi posición, intentaba contener todo lo que podía los ataques de Petra, tratando de llevar el combate a algo entre ellos dos para evitar que su dominio de la tierra acabase con todos nosotros de un plumazo.

    A Fenris, Mara y Mia no les veía porque estaban en la retaguardia, pero sé que se enfrentaron a varios Carbon Copy, cuando uno caía, otro salía de su original.

    Cuando Faust se recuperó del golpe desató su poder. El aire pareció helarse y la luz atenuarse, mientras de la nada aparecía una docena de esqueletos no muertos. Por suerte Sasha danzaba con libertad y pasó de incapacitar clones de Carbon Copy a destrozar a los no muertos y enfrentarse a Briar para que Dominic y yo pudiéramos defendernos de los no muertos que se nos acercaban.

    Rebecca y Karen, también en la retaguardia, tuvieron que enfrentarse a los engaños del poder de Butterfly, que se había hecho pasar por Mia. Fue una suerte que Logan, que libraba un acalorado combate con Heat, algo más alejado del combate principal para no incinerarnos a todos, no la viese.

    Mi hermana Cara estaba cerca de mi posición y pude verla en varias ocasiones, cubierta de una película de mitrilo, sonriendo, poseída por el baile del combate, mientras Steel aguantaba a duras penas. Con la fuerza del metal que la recubría pudo destrozar a los esqueletos que se le acercaron sin inmutarse, lanzando algún grito de diversión.

    El combate no iba mal para nosotros, pero estábamos teniendo suerte. Ni el ejército de Z había desatado toda su fuerza, ni todos los que habían acudido estaban librando el combate. Black Market y Mental estaban en la retaguardia, el primero simplemente esperando, seguramente por si necesitaba intercambiar el poder de alguien. Mental, por su parte, observaba el combate completamente concentrado. Todos los que le vieron dijeron lo mismo. No fuimos capaces de determinar del todo por qué no había usado su poder para ir incapacitándonos, a fin de cuentas no teníamos nadie que pudiera escudar nuestras mentes. Una de las teorías que tuvimos es que Mental coordinaba a los atacantes y extraía información de cómo íbamos a atacar nosotros.

    No sé cuanto tiempo estuvimos combatiendo. Recuerdo que mientras lo hacía, no dejaba de pensar en si Sarah se encontraría bien y de maldecir el mundo por no poder estar en ese momento con Toph, Diana y la pequeña Amy con tranquilidad, como cualquier otra familia podría estar. También recuerdo pensar en lo que estarían viendo los invitados del hotel, si habría calado lo suficiente la mentira de la película. Hoy en día, con los avances y las grabaciones en cualquier lugar gracias a los móviles, la gente podría darse cuenta, incluso con el escepticismo que imperaba en el mundo.

    Finalmente, se escuchó un estruendo que resonó a través del cielo, deteniendo el combate. Al principio pensé que había sido la Reina Blanca, pero ella estaba tan estupefacta como nosotros. Después vi que el oscuro cielo sobre el hotel se había desvanecido, volviendo a estar como antes. El conjuro había terminado.

    – [Mental]Faust, es el momento.[/Mental] – escuché decir a Mental. Había debido percibir que habían vuelto.

    Una forma etérea, resplandeciente como si estuviera hecha de polvo de oro, salió despedida del hotel en dirección a nosotros. Ed había conseguido sacar a Beatrix del cuerpo de Sarah, pero ahora necesitaba encontrar otro cuerpo para poseer. Observé a mi alrededor y vi a Faust murmurar un conjuro mientras movía las manos, haciendo que la dirección del espectro cambiase. Entonces lo entendí, la estaba llevando directa a Sasha.

    – [Daniel]Sasha, cuidado.[/Daniel] – dije corriendo hacia ella. El espectro estaba cada vez más cerca, no me daría tiempo a llegar y evitarla yo también. Pero Sasha entendió a qué me refería y se alejó con una voltereta.

    – [Sasha]No necesito guardaespaldas, pelirrojo[/Sasha].- respondió guiñándome un ojo. Faust seguía intentando dirigir a Beatrix dentro de las Cazadoras y esta vez no parecía que fuese a ocurrir como con Sarah, esta vez tomaría el control aunque ella no quisiera. Aaron seguía luchando contra Keli, ajeno a las prácticas de su compañero.

    – [Daniel]Daakka, ve con Ed y Sarah y asegúrate de que Beatrix no vuelve a entrar en ella.[/Daniel] – le pedí, Daakka era el más rápido gracias a su poder y sabía que podía confiarle la protección de Sarah. Asintió y desapareció de la escena lo más rápido que pudo. Dirigí una mirada a Faust mientras me colocaba frente a Sasha y el resto se acercaba a nosotros para cubrirla.

    Faust entrecerró los ojos y en una fracción de segundo, todo cambió. Entre nosotros, en mitad de la nada, apareció Sarah caminando. Antes de tener tiempo a reaccionar, el espectro de estela dorada penetró en su cuerpo, que se iluminó antes de caer al suelo, inconsciente. Mi mundo pareció llegar a su fin, hasta que vi su pelo rubio cambiar a moreno. Beatrix había entrado en Butterfly.

    Reinó el silencio, solo roto por el combate eterno entre Keli y el Rey Blanco. La Reina Blanca descendió para comprobar si Butterfly seguía con vida. Lo estaba. En ese momento, Daakka regresó con Sarah y Ed a cuestas. La miré y supe que estaba todo bien.

    – [Amaya]Aaron, para[/Amaya].- pidió la Reina Blanca, devolviendo al Rey Blanco al mundo real. Dejó de atacar y Bill le pidió por favor a Keli que se retirase, algo que hizo con reticencia.

    – [Faust]Todo listo para la posesión.-[/Faust] indicó el nigromante. Steel se agachó sobre la inconsciente Butterfly y la cargó en brazos. Cada vez que pensaba que esa podría haber sido Sarah, mi mundo se hundía.

    – [Daniel]Tenéis todo lo que habéis venido a buscar.[/Daniel] – les indiqué. Keli estaba bajo control y bajo protección. Sarah estaba a salvo y Beatrix estaba contenida dentro de Butterfly. – [Daniel]Podemos dejar este combate para otro momento.[/Daniel] – añadí. Todos sabíamos que el enfrentamiento era inminente. Nunca podríamos sentirnos lo suficientemente preparados, pero la realidad es que estaba a la vuelta de la esquina.

    – [Aaron]Ya habéis hecho suficiente trayendo de vuelta eso.[/Aaron] – replicó el Rey Blanco dedicando una mirada a Keli, que le respondió sacando la lengua. – [Aaron]Sé que no sois malas personas, pero sois imprudentes y os ponéis en el camino de algo que será mejor para todos.[/Aaron] – afirmó mientras sus tropas se replegaban entorno a Butterfly y el djinn preparaba su magia para teletransportarles. – [Aaron]Os lo aconsejo, la Iniciativa se está preparando, es cuestión de semanas. Manteneos apartados. Por vuestro bien.[/Aaron] – añadió como un último consejo, asegurando lo que todos sabíamos ya.

     – [Sarah]Haremos lo que tengamos que hacer, Aaron. Como siempre[/Sarah].- replicó Sarah cruzándose de brazos. El Rey Blanco se calló, pero en su mirada estaba la respuesta que no había manifestado, que parecía decir «igual que nosotros».

    Su grupo se desvaneció para cuando la tormenta de arena roja se disipó. Solo quedamos nosotros.

    – [Cara]Los de Z se creen muy listos, pero si fueran tan listos no seguirían a un malo[/Cara].- refunfuñó mi hermana. Fui incapaz de reprimir una sonrisa, especialmente cuando me acerqué a Sarah para darle un beso y asegurarme de que todo estaba bien.

    Sí, teníamos una batalla en ciernes, superados en número, superados en poder, teniendo que mediar entre dos enormes fuerzas. Pero seguíamos teniendo unos a otros.

  • CAPACES DE TODO

    CAPACES DE TODO

    Daakka | Exterior de la Sede de los O.W.L.S, Cirth

    MEDIODIA

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    Abrí y cerré los puños e hinqué una rodilla en el suelo para colocar mis manos sobre la tierra, dejando que los retazos de electricidad que recorrían mi cuerpo se disipasen en ella. Mi poder ya había cumplido su función inhabilitando al androide, Lincoln, al que en ese momento se llevaba un demonio orco cargado a la espalda, y manteniendo ocupado a Echo, el que manipulaba el sonido, y Zero, la que manipulaba el hielo.

    El combate había terminado, al menos en lo que a la Iniciativa se refería, pero no había tiempo para celebrar la supervivencia, ahora teníamos otro enemigo frente a nosotros, la gente de Z que nos había ayudado momentos atrás.

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  • LA LABOR DE UN VIGILANTE

    LA LABOR DE UN VIGILANTE

    Christopher MacLeod | Subconsciente de Sarah, Aleion

    ALBA ETERNO

    macleodcuero

    Resultaba curioso como llegábamos a cambiar las personas. No importaba cuánto tiempo hubieses estado solo hasta el momento en el que conoces al amor de tu vida, una vez lo haces, estás destinado a echarla de menos y a no concebir una vida sin ella, aunque ya la hayas conocido.

    Diana acababa de irse y ya estaba lamentando mi decisión de quedarme, pero tenía una tarea que hacer en el subconsciente de Sarah, empezando por las maletas que no estaban todavía en la sección de objetos perdidos.

    Recordaba perfectamente el colapso que había tenido en el Palacio por culpa de la acumulación de recuerdos y saber que seguían en su mente me hacía preocuparme porque volviera a suceder. Además, necesitábamos la información que contenían y entrar a la mente de alguien no es algo que se haga todos los días.

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  • CHOCOLATE NEGRO

    CHOCOLATE NEGRO

    Sarah | La Iniciativa

    MAÑANA

    SARAH5

    Dicen que no debes arrepentirte de lo que haces, sino de lo que no haces. Supongo que el que lo dijo no había entrado dos veces en la Iniciativa y se encontraba allí una tercera, rodeado por un montón de gente desconocida, dos amigos y una supuesta enemiga, intentando burlar la seguridad del complejo que tan malos recuerdos me traía.

    Ed y Duke iban cada uno a mi lado, como si tuvieran alguna obligación de acompañarme. Supongo que eso tendría que haberme dado seguridad, pero no lo hacía. Me sentía culpable, una vez más, por arrastrar a mis amigos y por ser tan imbécil de haberme creído las patrañas de Z, pero ya era tarde y la enorme comitiva esperaba ansiosa unas órdenes que no sabía dar.- [Sarah]Lo siento[/Sarah].- balbuceé mirando a Ed, que estaba sumido en sus pensamientos, como siempre. A veces me preguntaba qué podía pasar por su cabeza para que necesitara abstraerse tan a menudo.

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  • LA PRIMERA MOONDIE REUNIÓN DE LA NUEVA ERA

    LA PRIMERA MOONDIE REUNIÓN DE LA NUEVA ERA

    Diana | Casa de las Echolls, Moondale

    MAÑANA

    diana090915

    Me sentía como un puñetero globo terráqueo y estaba completamente convencida de que si lanzaban una pelota a mi alrededor, empezaría a orbitar como en el chiste de ‘Padre de Familia’. Me acercaba peligrosamente al tercer trimestre y todo iba bien, pero estaba en una especie de ataque de pánico permanente que consistía en «sal de ahí de una maldita vez y deja que me ponga mis vaqueros apretados» y «que no llegue nunca el momento del parto, por favor».

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  • UN MECANISMO DE DEFENSA

    UN MECANISMO DE DEFENSA

    Xandra | Base del Escuadrón V

    NOCHE

    xandra260615

    El teletransporte de Henry era una maldita tortura. Era como estar dentro de un tubo psicotrópico que te arrastraba y te golpeaba contra la nada hasta que aparecías en el otro lado. Tendí mis manos, sudorosas por pensar en la experiencia, a Henry y a Idris, que estaban cada uno a mi lado, mientras que Russel se quedaba al frente y aprovechaba para guiñarme un ojo.

    Antes de que empezara todo, mis ojos se cruzaron para Henry y sentí la necesidad de pedirle perdón por haberle llamado «muñeca» a S.H.E., pero no fui capaz de articular palabra, porque El Refugio desapareció en una espiral de colores y fuimos catapultados al aerodeslizador en la que estaban los gemelos psicópatas y secuaces. Contuve una arcada y luego otra, intentando enfocar la vista en un punto fijo, pero todo me daba vueltas. Estábamos en un hall de paredes de hormigón, que no se habían molestado en pintar y suelo de linóleo, también gris, pero a nuestro lado había una especie de cristal oscuro, que debía ser una ventana encubierta. Las luces eran blanquecinas y algunas parpadeaban, como si les importara poco que yo estuviese mareada y esas luces no me ayudaran. Frente a nosotros, un grupo de seis hombres y mujeres, encadenados y malheridos nos miraban implorando por sus vidas, deseando que no fuéramos parte de un escuadrón de la muerte.

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  • MARCAR UNA DIFERENCIA

    MARCAR UNA DIFERENCIA

    Henry L. Crowe | Exterior de GalerÍa subterrÁnea / Refugio

    NOCHE

    henrydunham

    Me encontraba a cubierto tras una amplia pila de escombros, habíamos captado un deslizador por el radar y me mandaron a investigar, cosas de poder estar en cualquier lado en cuestión de segundos. Extrañas criaturas comenzaron a emerger de las cloacas, llevaban consigo varios humanos, algunos en un estado deplorable.

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